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oMaria Ximena Rubiano

11ºB

Monólogo “Carta a una madre que asesiné”

(Entra el personaje a la escena, que se encuentra vacía, y, en una mesa, se dedica a colocar la
foto de su madre con velas alrededor. Esta, observando la foto, permanece en silencio un largo
rato. Posteriormente, y después de un largo suspiro, empieza a recitar su rezo con voz
melancólica.)

Sé que he convertido tu vida en un laberinto, un rompecabezas del cual se perdieron todas las
fichas. Sé que nunca fui la hija que deseaste tener, que…siempre, con cada cosa que hacía o
decía te decepcionaba, que ni siquiera fui capaz de decirte alguna vez “te amo”, o de darte un
beso o un abrazo…Me perdí tanto dentro de mí misma, que te perdí de vista, y a todos
aquellos que me rodeaban. Descubrí, después de tantas peleas, tantas lágrimas derramadas,
tantos…sollozos, que yo era la culpable, siempre lo fui. Yo era el veneno que se colaba por tus
venas, yo era quien intoxicaba nuestra relación, yo era el problema. Lo sigo siendo, aun no
descubro cómo expulsar a esa extraña que habita en mí, esa que, con todo su poder oscuro,
me atrapa hasta sumirme en el desespero. Quisiste guiarme, me brindaste tu sabiduría y tu
apoyo, pero…nunca escuché, otro más de los tantos y no pocos defectos que tengo.

(Coge la foto de su madre, y con ella entre las manos, la acerca a su pecho y se mueve
ansiosamente por el espacio)

Cuando te perdí, me di cuenta que el único lugar en donde quería estar era a tu lado, que tus
brazos eran mi salvación y tus manos mi soporte. Me di cuenta que tú eras mi hogar, quien
constantemente me cuidaba, y en quien más podía confiar, pero eso jamás lo valoré. Dentro
de mí yace un río seco, la tristeza llegó a mí para acompañarme y nunca soltarme, y ahora son
sus brazos los que me rodean, no los tuyos. Olvidé lo que es la felicidad, ya no se asoma ni una
sola sonrisa por mi cara. Lo único que hago es ilusionarme, para vivir mi ilusión y luego
estrellarme. Porque sé que es mentira. Sé también que es mi responsabilidad el llenar el vacío
que hay en mí, pero… ¿Cómo?, ¿cómo?!!! si disfruto de toda la atención insaciable que quiero
tener y no siento. No lo siento porque no me siento importante, trato de ayudar a quienes más
amo, pero es a quienes más decepciono. Quiero mostrar que soy importante, pero… ni yo me
lo creo. ¿Y si no creo en mí, los demás sí lo van a hacer? No, ¡No!!!, porque me convenzo a mí
misma, o trato de hacerlo, de que soy servible, pero no lo soy. Soy el retrato de las caricias
perdidas, la cuna del vacío y el desespero, el espejo del sufrimiento y mi propia condena.

(Aleja la foto de su pecho, y, con detenimiento, la observa mientras habla)

Por eso fue que me alejé de ti mamá, porque no fui capaz de ver más allá de mí, más allá de mi
miserableza y agonía. Y hoy…hoy te quiero pedir perdón. Perdón por haberte fallado, perdón
por haber llegado a tu vida para arruinarla. ¡Perdón mamá, perdón!!!

(Nuevamente pone la foto en la mesa, y lentamente, se sienta en una silla. Baja el tono de voz)

Si me preguntaran cuál es el mayor error de mi vida, diría que es existir. Me es imposible


pensar en que una sola cosa de lo que he hecho está bien, son desecho, yo soy desecho. En mi
cabeza las cucarachas permanecen, no dejan de carcomerme el cerebro y encuentran allí su
hogar. Me pregunto constantemente a qué horas me volví así, cuándo fue que dejé de sonreír.
La respuesta la encontré en mí, el disgusto y la incomodidad conmigo misma fueron aquella
chispa que desató todo ese fuego en mí, ese fuego que poco a poco me fue quemando.

(Se levanta de la silla, la deja aparte, y nuevamente, mirando a la foto de su madre, empieza a
hablar)

Cuando menos me di cuenta te había perdido, la única persona capaz de darse cuenta que me
estaba desangrando. Y ahora, ahora solo puedo pensar en que ya no será tu voz la que me
responderá, sino la de las sombras; ya no serán tus ojos los que veré, sino los de la muerte.
Recuerdo, recuerdo aquel día en el que, por primera y última vez, supe lo que era respirar.

(En este momento se tira al suelo, como si estuviera buscando algo, y, después de un buen
tiempo y de manera pausada, saca unas pastillas)

Tirada en el baño te encontré, de tu boca salía espuma, tus ojos se encontraban fundidos en el
universo y tu mirada perdida en el espacio. Fue entonces cuando me di cuenta que, el hilo que
me sostenía se había cortado, ya era demasiado tarde. Te habías tomado las pastillas de mi
veneno.

(Se dedica a mirar hacia el cielo, como si su madre la estuviera observando desde allí. Sube el
tono de voz)

Te encontré tirada en el baño, ¿y qué fue lo hice?, nada, ¡no hice nada!!! Fue mi culpa, fue mi
culpa que tú te fueras. Me encuentro ahora a la deriva, con este cuerpo afligido que ya jamás
he de cuidar y el corazón vuelto una penumbra. Y aun mamá, te prometo, te prometo que haré
arder a esa extraña que habita en mí, tanto como te hice arder a ti. Te prometo que la haré
sangrar, como tantas veces ella me hizo sangrar a mí.

(La escena se termina con, después de que ella se encuentre tirada en el suelo y llorando, se
para, se dirige hacia donde se encuentran la foto de su madre y las velas, y las apaga.)

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