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Como en muchas historias, todo empezó un día aparentemente normal.

Había llegado del

liceo con muy bajos ánimos solo quería irme a dormir, me recosté en mi cama y encendí mi

celular. Casi me desmayo al ver una notificación de Classroom “Su calificación ha sido

publicada”, entre muy emocionada a ver como me había ido, después de

varios trasnochos era justo. Pero, mi corazón se detuvo al ver un “36/100” y

un comentario de mi profesor diciendo porque, en este punto colapse y

empecé a llorar, me sentía tan incapaz, ni siquiera pude sacar una buena

calificación. Después de un rato quedé profundamente dormida o eso creí,

me había transportado a un bosque un tanto tétrico, no podía ver mucho

pero me puse de pie y traté de buscar algo. Después de un rato dando

vueltas me di cuenta que todos los árboles tenían tallado una de las

siguientes 3 palabras: “Aterriza, recuerda, siente”. Al leerlas en voz escuche un sonido

mágico, y tres ¿hadas? se posaron frente a mí, hadas idénticas que

encajaban a la perfección con dicho lugar. La primera se acerco a

mi y susurro “Aterrízalo” y sentí como si por primera vez

conectara con mi cuerpo, me di cuenta de que traía mi pijama

favorita y estaba descalza, sentí la tierra, respire, era como si mi

alma hubiese vuelto a contactar a mi cuerpo, quizás solo deje de

disociar. Como me lo imagine se apartó y vino la segunda, dijo

“Recuérdalo” me induci en un trance, empezó un flashback. Vi a una pequeña Clio,

reprobando por primera vez y a sus padres diciendo; “Si no sacas buenas notas, ya no te

vamos a querer.” Entonces volví, una nueva hada me miró con ojos llenos de lágrimas y me

dijo “Siéntelo”, nuevamente empecé a llorar, a sentirme inutil, si no trunfio, no merezco que

alguien me quiera. El hada me abrazó y lloró conmigo, en el momento en el que me calme,

me sentí diferente, realmente lo saque.


Las hadas nuevamente desaparecieron con el sonido de entrada y ahí estaba yo, en medio del

bosque, descalza en pijama, pero bueno, volví a caminar y me tope con un camino de piedras

el cual empecé a seguir hasta que apareció una roca más grande de lo normal y decía

“Nómbralo” ya me imaginaba que vendría. Está vez un pequeño duende de la nada empezó a

caminar conmigo y me dijo.

— Hola Clío, mi trabajo contigo es el siguiente, te tengo que ayudar a identificar que el

dinosaurio te hace sentir y darle un nombre a esa emoción, ¿Es enojo, miedo o quizás

ansiedad?

— ¿Dinosaurio?

— Si, lo viste con Flora cuando te dijo “Recuerdalo”. Pero en lo que estamos. — Dijo esto y

se detuvo, extendió sus manos y tomó las mías, para nuevamente hablar. — Piensa

nuevamente en ese recuerdo. — Respire y cerré los ojos para nuevamente recordar, mis

manos empezaron a arder y cuando las mire estaban de color. — ¿Qué pasó? — Pregunte, a

lo que me respondió. — Estoy transmitiendo tus emociones a la pigmentación en tus manos,

eres un ser humano muy complejo Clio. Aquí puedo ver una gran cantidad de culpa por las

expectativas, también veo un poco de miedo, tristeza y envidia. Ahora es tu turno, averigua el

porqué. — Tras estas palabras, como llegó se fue, pero ahora el camino tenía unos pequeños

destellos de luz y como era inevitable, continúe caminando.

De repente un adolescente en un árbol me saludó, se tiró y cayó con fuerza pero de pie. Era

muy fácil clasificarlo, piel palida, ropa oscura, ojeras, cabello negro y largo, era un

adolescente depresivo, mi mama diria “emo”. Rompió el silencio con un — Hola, soy Noa un

vampiro

— ¿Vampiro? ¿Cuántos años tienes? ¿Qué haces aquí? ¿Vas a chupar mi sangre?
— A ver, cálmate, no soy un vampiro de la clásica concepción que tienen los humanos de

vampiros. Solo estoy aquí para ayudar. — Dijo con una voz sumamente suave y tranquila —

Te estaré ayudando a pasar las etapas de recibir y compartir. ¿Está bien? — Si — Respondi

rapido

— Piensa en todas las veces que has sentido culpa, no bloquees, acepta y fluye — Con un

toque delicado en la frente me tumbé al suelo y empecé a recordar todas esas veces que me

culpaba una y otra vez por una mala nota. Pensé que todo había empezado después de entrar a

aquella secundaria, pero me di cuenta que siempre sentí que mis buenas notas eran el boleto

de paga para recibir amor, la angustia, ansiedad, tristeza, todo resurge de nuevo y mi mente se

nubla. Siento la tierra y las pequeñas rocas, pero al menor descuido empiezo a sentir las cosas

diferentes, todo se distorsionaba, en la tierra empezó a crecer hierba, abrí los ojos estaba en

un campo verde y había un gran muro que me encerraba. Vestía una armadura y tenía una

espada obviamente, no entendía qué pasaba pero cuando de repente apareció un dinosaurio,

pero más que un dinosaurio el típico T-Rex de Jurassic World y todo un público gritando,

¿Pretendían que enfrentara a este monstruo? De repente recordé la conversación con el enano,

dijo que el dinosaurio era eso que había recordado, entonces ¿Era mi trauma?

Pese a que el T-Rex estaba tranquilo, fui a atacar, era lo lógico. Corrí hacia él, con una fuerza

sobrehumana salte y me tiré sobre él e intente cortarlo pero escuche un chillido, le dolió

estaba llorando. Empezó a llorar más fuerte y el público susurraba entre en pánico pero

alguien grito “ABRAZALO, JAJAJA” entonces sentí que todo empezaba a tomar forma, no

tenía que eliminarlo, tenía que aprender a convivir con él, pensé que “No todos los traumas se

pueden superar más bien hay que aprender a vivir con ellos”. Entonces intenté comunicarme

con el dinosaurio triste, empecé con un “Hola, perdon por intentar eliminarte de aquí”

Escuche un pequeño maullido como si de un gato se tratase y me acerque un poco más, el


dinosaurio me miró sentí como su mirada se apoderaba de mi. Miedo,

culpa, vergüenza, todo volvía a mi. Había sido fácil hasta que lo tuve de

frente, literalmente estaba viendo mi trauma a la cara, pero le dije “No,

no vas a seguir haciendo daño en mi” Lo mire de frente, aterrice, recordé,

sentí, nombre, recibí. Ahora tocaba compartir, grite — Miren, este es mi

dinosaurio, me duele verlo y sus ojos me transmiten tristeza, pero es mi

dinosaurio yo lograre verlo y no sentir miedo. El público gritaba, no sabía

si eran gritos buenos o malos, pero los escuché gritar. Entonces lo vi una vez más, lloré, me

caí y me levanté. Hice esto último una y otra vez, hasta que lo pude ver y solo suspirar.

Así Clio se durmió y volvió a su mundo como la adolescente que era, pero cuando despertó,

el dinosaurio todavía estaba allí

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