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Experiencias situadas

Literatura desde el cuerpo y las afectividades

Temporada verano 2021, Balmaceda Arte Joven #ConectaBAJ

Monitora (e idea original): Camila Mardones Vergara

Ejercicio epistolar
Observación fotográfica
Joselyn Torres Ems
21 de enero, 2021
[Carta a mi mejor amiga]

Esta foto te la tomé en medio de


una copucha. A medio “fíjate que
esta niña-” te pedí que te esperaras
un poquito y me dejaras capturarte.
Capturarte para mirarte más ratito,
capturarte para cuando te extrañe,
capturarte para días como hoy. Es
que te extraño harto, mucho,
supieras cuánto.

Riego tus plantas para sentir tu olor y recordarte más de cerca, el olor a
tierra y a flor abierta. Las hortensias que riego combinan con tu pelo.
Las azucenas están tristes y ya casi se marchitan. Es que te extrañan,
harto, mucho, supieras cuánto. Entonces, igual que a ellas, voy a regar
mi tierra y esperar a que el agua se lleve mi pena. Quizás, para la
próxima primavera, pueda verte otra vez y capaz que revivan las
azucenas. Capaz también pueda entonces revivir y florecer yo con ellas.
Genaro Rencoret
Querida Gabriela:
Anoche soñé contigo. Creo que estábamos en el jardín de tu casa.
Yo me encontraba nervioso o, más bien, muerto de miedo por
saludarte. Tú estabas leyendo, sentada en una silla de madera. Te
levantaste y me diste la mano junto con una sonrisa. Entonces desperté
aturdido y recordé que, por cierto, aún tengo tus libros. Son esos que le
robé a mi abuela.
Quisiera verte y que fueras mi profesora guía en la primera
práctica. Me gustaría verte hacer clases y que leyeras el Quijote. Me
encantaría oírte recitando tus rondas y, por sobre todas las cosas,
amaría que pudiéramos tomar una taza de té junto a Doris.
Con total afecto,
Genaro.
Emilia Astete
Querido Francisco,
Sentado sonríes a un
desconocido, al menos para mí.
Junto a los juguetes de madera que
vendías en ese tiempo. Ahí donde
ahora está el mall del centro. A tu
lado mi madre. Se reencontraron en
una tienda de manualidades. Ibas a
hacerle un trencito a tu sobrino, mi
mamá quería bordar.

Ahora entiendo por qué odias ese mall. Dijiste que no había que
ir a comprar allá porque la empresa no le había pagado a los obreros.
Yo creo que ahí demolieron el lugar donde soñaste. Al mall del centro
fuimos a comprarte la bata, la cabecera y la prestobarba para llevar al
hospital. Ahí se demolieron los míos.
Si te dijera que es lo que pienso ahora me dirías que para qué me
hago esto. Pienso que si hubieras muerto esta foto ya no me gustaría.
Ese verano me acostaba cansada. Al despertar, solo tenía un segundo
de alivio. Hasta recordar donde estabas. Así pasaban los días,
recibiendo noticias. Cuánto uno lucha y anhela una cama en la UCI
para luego solo querer que te saquen de ahí. Papá, perseguí cuanto
pude ese segundo por las mañanas antes de recordar la tragedia, pero
luego desapareció. No existía distancia entre cansancio y cansancio.
Recuerdo leer Ana Frank, ahí comencé a despedirme de mi
diario como siempre tuya, Emilia. Mi mamá se resistió a que leyera algo
tan triste mientras nuestra vida se cristalizaba. A mí me gustaba sentir
una pena que no fuera la mía, alejada del dolor de mis hermanos y tu
familia. Perdón, nuestra familia. Sé que es nuestra familia, pero a los
doce uno no se siente parte de nada. En el verano los aviones pasaban
muy cerca, o se escuchaban muy cerca, mientras Ana Frank describía
los bombardeos yo percibía el aire fraccionado de nuestro hogar.
Cuando te dieron de alta no podías recordar la casa, sí a nosotros. Una
vez fui a verte al hospital ¿Recuerdas? mi hermano se dejó crecer la
barba para fingir ser mayor de edad, tú sabes que ni ahora podría
engañar a nadie de esa manera. Tuvimos que rogarle a una guardia que
me dejara entrar.
Te veo con cara de niño, me preocupa verlos a ambos tan niños
porque deben tener veintitantos y calculo que me veré igual de niña
cuando tenga esa edad. Yo sé que te da miedo que quiera estudiar algo
que no dé tanta plata. Por eso nunca hubo guitarras en la casa. Por eso
te gustaba que dijera que quería ser inventora, pero lo decía sobre la
cama hecha por ti. Mirando el arrimo de raulí donde dejabas las llaves.
Mientras jugábamos en la casita de muñecas que construiste antes que
yo naciera. Porque no estoy hecha para la melamina, ni tu tampoco,
papá.

Siempre Emilia.
Ramón Espinoza
Ayer como hoy

Ahora que sonríes hermosamente.

Ahora que vas a dejar de sonreír.

Me gustaría decirte unas palabras:

Te amé profundamente.

Te amé desde que naciste.

Te amé cuando llorabas.

Te amé cuando jugabas.

Te amé cuando ni siquiera hablabas.

Te amé cuando hablaste.

Te amé cuando me olvidaste.

Te amé porque no podías librarte de mí.

Te amé porque te enseñé qué era amar.

Te amé porque podía hablarte.

Te amé porque nunca te fuiste.

Te amaré porque me lo encargaste.

Me escuchaste, ahora sacúdete el chalequito.

Corre a soplar tu torta.

No me olvides.

Nos veremos.
Mariana Trabucco
Te ves contenta,
no imaginas la sombra que llegaría, para
quedarse una temporada,
nublándote, apagándote.
De pequeña sabes de infiernos,
no te culpes más.
¿Por qué te arrancaste tanto tiempo?
¿Dónde estabas?
Estabas en otros ojos, bocas, vidas,
en infiernos ajenos.
A veces te piensas gusano, pero eres
mariposa.
A veces te sientes partir, pero te quieres
quedar.
Yo estoy aquí, nunca me moví.
Eres magia, eres sanar,
eres tuya, eres libertad.
Daniel Octavio
Querido:
Mira donde estás, mira tu cabello, mira tu rostro. ¿Qué te pasó?
Siempre quisiste estar en un lugar así. El cielo expandido sobre tu
cabeza te invitó a comer y tú tenías hambre. Estabas medio vacío.
Aprovechamos la tarde. Te caíste en la chacra, recogiste limones y te
acordaste de un amigo.
Aquel día borraste tus huellas y permaneciste atento. Te gustó el
cariño. Quisiste hacer brotar tus raíces, pero las cosechaste temprano
Ya no tienes miedo, te equivocaste. Pudiste inventar otro medio. Si no
había medios creaste una herramienta. Para prender la hoguera se
necesitaron muchas personas.
Seguiste tu cauce. Navegaste sentado en la oruga más rápida hasta la
montaña. Llegaste a inundar el jardín con tantas lágrimas. Ahumaste
tus heridas para camuflarlas y te mostraste juguetón como un cachorro.
Dafne
Querido Leandro

Querido Hermano

Querido Mejor amigo

Somos tan diferentes a pesar de ser del


mismo caluroso vientre, pero al mismo
tiempo tan iguales.

No creo que haya nadie en el mundo que


me entienda como tú, que me cuide como
tú, ni que me acompañe como tú.

A veces me exasperas, me molestas. A


veces te quiero lejos. A veces necesito
tenerte lejos. Pero al final del día un chiste,
una sonrisa, una mirada, son suficientes
para quererte otra vez.

No me mal entiendas, nunca te he dejado


de querer, es sólo que hay momentos en
los que te quiero distinto.

Como cuando te demoras en hacer los deberes, o cuando te sacas una buena
nota, en ambas instancias te quiero, pero de maneras diferentes.

Y en tus ojos me quiero también.

No dejemos de caminar al lado del otro. No dejemos de compartir una carcajada.


No dejemos de ser quienes somos, porque eso nos hace dos y uno.

Gracias porque sí y porque no.

Gracias

Dafne
Ray1
Seed4:

Después de la rehabilitación, solo comprendí que soy una adicta;


Adicta y que voy a empezar mañana.
No buscaré la aureola roja de tus estados que me dicen que sigues respirando,
no visitaré tus eternidades que hacen registro de tu pulsar.
Adicta, divago en la red adicta. Yo también me enredé y no estaba enredada;
Esto estaba de antes, mi propósito en tu búsqueda camina la onda.
Este enredo liberó lo que obstaculiza mi 432 perpetua. Liquen o rizobio que no
……………………………………………………………..encuentra armonía.
Adicta, pensé que te había dejado cuando dejé de quemar racimos con el uru en
el depto y eso sí que fue mala idea, eso de volverse adicta.
Voy a empezar mañana, lo sé, voy a empezar mañana.
No apretaré más el nudo que nos asfixia. */ I'm gonna kick tomorrow /*
Mañana comenzaré a deletrearte en ruso como tu energía y la mía suben a
la quinta;
de alguna forma lo inevitable de este enredo noosferico.
Seguiremos mañana; a lo maleza # пятый

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Andrés Urzúa
Carta Amada

Caminar por un largo pasillo frío en la noche ya cerrada. Doblar en una


esquina para traspasar una puerta. Llegar a la camilla para encontrarte
en una bolsa. Debo admitir que me costó reconocerte. Habían ya
pasado dos meses desde la última vez que nos habíamos visto. Todo
por la culpa de este virus. No fuimos muy cercanos, teníamos nuestras
diferencias. Quizás por eso no pude llorar cuando partiste, cuando
pusimos esos tangos que tanto disfrutaste en tu juventud. Es difícil no
culparte por las cosas que vivieron nuestros padres, pero lo intento
cada día. Comprender la vida que no elegiste, y lo todo por lo que
tuviste que pasar. No te tengo rencor, tampoco rabia. Te quise, pero a
mi manera. Espero puedas descansar.
Carla Echeverría
Carta a mi sobrino Agustín

Quizás la vida no me dé hijos o hijas.


Pero creo que no podemos hacerlo
todo. Lo que sí ya es un hecho, es que
me gusta pasar el tiempo contigo.
Como los días en el bosque, los
atardeceres, el sonido del mar, la luz
de la luna. Ahora que mi reflexión
sobre mi infancia es más clara y
coherente pienso en la tuya. En tus
andares, en tu amor, en lo que sueñas,
que nunca es lo mismo que ayer. En
tus frustraciones que las siento tan
complejas cuando lloras.

Pienso en tu observación, en lo que ves y los adultos no vemos, pero


que cada vez me aclaras con tu sonrisa de ojos y tus dudas. Como
aquella vez que me afirmaste con tu gesto que los humanos éramos
celosos de los animales, que quemábamos sus bosques, su casa, su
tremenda importancia. De eso guardo mucho, para mis días y mi
consciencia, para las noches de penas, para la cotidianidad que abruma.
El sol sale para ti cada mañana. Tu corazón es amable. Ojalá más
personas vieran la luz en tu sonrisa, en tus abrazos, en tu dolor.
Dichosa sea tu mano suave en mi corazón.

Recuerda amar, escuchar y volar con tus propias alas, como las loicas
que tanto te gustan y que un día juraste proteger.

Atte Carla Echeverría


Catalina B.C.Z
Querida:
Recibí tu mensaje. Intentaré ser valiente como tú. Te recuerdo y
encuentro en ti el mismo valor que tuviste. Se apodera de mí, a pesar
de todo y me impulsa.
Aunque a donde voy el verde escasea. Aunque donde llegaré no
abrazaré ningún árbol como aquel.
Aunque esta vez el viaje no tiene regreso certero.
Pero ¿sabes? Eso no importa.
Porque esta vez no huyo de ningún dolor.
Hasta pronto, Cata Sur. Espero nos encontremos muy pronto.
-Cata Norte.
Catalina Lufín
Carta a Virginia Woolf

¡Cuánto tiempo ha pasado, querida! Ni te conozco y ya te extraño. Tus


palabras pisoteadas por el ánimo de un mal siglo se colaron entre mis
vértebras y ahora, cada vez que se me enchueca la espalda, me yergo en
ti. Podrías visitarme de vez en cuando. Te podría enseñar a decir
garabatos y tú enseñarme a ser menos mujer. No me gustan tus
retratos, te ves siempre tan cansada y yo, en cambio, te pienso con
horas cortas y sin sueño. Podría sacarte fotos y, si te gustan, podríamos
empapelar la calle con tu rostro. Yo creo que juntas podríamos mucho.
Tamara Cona
A mi amigo:

Permanezco paralizada y
muda para no despertar tu
sueño. Escucho los pájaros,
el ambiente de la calle. Ni te
inmutas. Mueves tu cabeza,
me asusto. ¿Te desperté? No
te molestas. Mueves tú
cabeza, me hueles, te ríes. La
cuenta regresiva en tus ojos.
Me dejas revisar tus patas,
ásperas, llenas de paseos, de
alegría. Huelo tus patas para
empaparme de ganas de vivir,
huelo tus patas para saber en
qué rincones te escondes en
este patio poblacional.
Reposas tu cabeza en mi
hombro, te cuento chistes,
secretos, a veces lloro y tengo
miedo. Tengo miedo de
nunca más tener un abrazo
tan cálido como el tuyo.
Tengo miedo de aceptar que
tu alma tan pura y noble no
pertenece a esta tierra hostil.

Tamara
Valens
Carta a Manuel

Recuerdo esos días

cómo olvidarlos

caminábamos juntos

o andábamos en tu auto

tú siempre sonriente

yo siempre mañosa

jugábamos siempre

diversas cosas

a veces tú te escondías

y a veces yo me alejaba

tu amabas el café amargo


yo siempre preferí el té dulce y frío

algunos días te sentías herido

otros te sentías vivo

yo por mi parte

siempre me sentí dormida

hasta ese invierno en el que enfermaste

recuerdo todos los helados que tomamos

y todas esas bombillas

que ahora se convertían en los tubos

con los que tú te aferrabas a seguir viviendo

entré sigilosa ese día

siempre pensando que mejorarías

hablamos y reímos

se detuvo el tiempo

sentí la esperanza

de que volvieras conmigo

al cerrar la puerta y al abrirla

ya no estabas

recuerdo ese día en que te devoró la tierra

las nubes estallaron en llanto

y yo con ellas.

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