Solo en mi cuarto, con el manto de la tristeza aun en mis ojos, razono en como de la nada se convirtió en costumbre el despertar a las 3 de la mañana y a partir de ahí no poder conciliar el descanso tras una noche de haberte acompañado en mis sueños. Veo el techo, cierro los ojos y recuerdo tantas vivencias lindas; el día que llegaste a mi vida hipnotizándome con tu mirada resaltada por un tapabocas, la primera cita congelado por no saber cómo actuar, tu estúpida sonrisa tierna frente al lago mientras debatía en mi interior cómo decirte que nunca había intentado pensar así en el amor, pues creía que no tenía derecho a vivirlo. El olor de tu cuerpo al que me acostumbre noche tras noche y las veces que a mis brazos soñábamos con un futuro. El verte dormir al amanecer mientras pensaba en cómo me había enamorado cada vez mas de ti… las cosas que soñé expresarte, pero cada vez que lo intentaba se me formaba un nudo en mi interior y terminaba por no decir nada. En fin, todo un mar de sentimientos encontrados con olor a amor verdadero que debo guardar en un cajón mientras regreso del trabajo. Los minutos pasan a un ritmo desenfrenadamente melancólico, mientras como de costumbre sobre pienso hasta que se me hace tarde, salgo, veo el cielo y curiosamente percibo el olor de la vida, el sonido del ajetreo, la felicidad de niños llegando al colegio, la preocupación o positivismo en la cara de la gente que pasa por mi lado y el llevar en mi mente las últimas palabras de mi mamá al salir de la casa “cuídese mucho mi rey precioso”. Llego a mi nuevo escritorio, y soy testigo en primera fila de tu ritual diario al adular a alguien más; intento concentrarme en lo realmente importante, pero es imposible no estar impresionado con la forma en que disfrutas ser la protagonista de esa escena, la inmadurez de hacer notar en mi cara cada comentario que te hacer reír. Te miro y me siento aun así culpable por esto que ocurre. Siento como en mi cuerpo se cocina ese plato frio de desamor y olvido. Percibo como todas las cosas que dijiste algún día fueron solo el complemento perfecto de palabras hechas y no un sentimiento real. La conveniencia de mi apoyo y la egoísta forma de querer mantener algo por la simple sensación de no estar sola. Mientras no hay nadie, pongo música que de inmediato me transporta a instantes con recuerdos que retumban en el interior de mi alma y que me hacen sollozar. ¿Esto es por lo que ibas a luchar?, ¿La mujer que te iba a acompañar en las buenas y malas durante el resto de la vida?, ¿La que en una carta juraba que se convertiría en esa persona que nunca habías tenido para compartir las intimidades más profundas?, pues… realmente es curioso saber qué hace un mes pensaba en lo bien que me sentía en familia contigo tomando fotos y compartiendo como un integrante más y… hoy me haces saber con tus actos que a la primera me cambiaste. En el día encarno el vacío, intentando entender el shock de la realidad, sudo y lloro hasta quedar exhausto para no tener que pensar en la noche. Estás más viva que nunca en mi corazón, pero también siento que algo muere con el pasar de los días, y… con esto mi primer amor.