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ACTIVIDADES DE RECUPERACIÓN DE TRAYECTORIAS EDUCATIVAS

ESPACIO CURRICULAR: PRÁCTICAS DEL LENGUAJE


CURSO: 1er año
DOCENTE: Francisco Raimondo
CICLO LECTIVO 2022

I. El mito, la leyenda y el cuento tradicional. Clases de palabras. Sinónimos y antónimos. Los núcleos
narrativos y la estructura narrativa. El narrador.

El tesoro escondido
Hace mucho tiempo, en una lejana aldea de Japón, vivían dos amables mercaderes que salieron juntos
de viaje para vender sus valiosas mercancías.
Un día, al llegar a un punto muy alejado de su pueblo, ambos se sintieron fatigados y decidieron
descansar.
-No estaría mal un poco de reposo- dijo uno de ellos.
-Yo deseo dormir- dijo el más anciano, y enseguida comenzó a roncar.
Y ocurrió que, mientras el más joven contemplaba a su vecino dormido, vio salir de su nariz un insecto
verde que echó a volar en dirección a la isla de Okinawa. Una hora más tarde, el insecto regresó y
volvió a introducirse en la nariz del durmiente, quien se despertó de inmediato y dijo:
-Es extraño. Soñé que en Okinawa vivía un hombre muy rico, y en el jardín de su casa crecía, en medio
de una arboleda, una hermosa planta cubierta de flores blancas. Un insecto que llegó volando me dijo:
“¡Cava en este lugar!” Yo cavé donde me indicaba y descubrí un pesado jarrón lleno de oro ¡Mira lo
que he soñado!
El joven escuchó este relato con interés y una idea se cruzó por su mente. Entonces le dijo al anciano:
-¿No deseas venderme tu sueño?
-¿Vender mi sueño? ¿Para qué?
El otro no dijo nada ni insistió para que el anciano accediese a su pedido
-Bien ¿Cuánto estás dispuesto a pagar?
-Mmmm… ¿Me lo dejarías en trescientas monedas?
-¡Hecho!- dijo el mercader soñador y ambos se pusieron de acuerdo.
Luego de comprar el sueño de su vecino, el joven se dirigió a Okinawa, buscó la planta de flores
blancas y esa misma noche desenterró el jarrón lleno de oro.
Anónimo japonés

1) Extraé del cuento:


a) Diez adjetivos y clasificalos semánticamente.
b) Diez sustantivos y clasificalos semánticamente.
c) Los sinónimos de: comarca - viejo - descanso - miraba - agotados.

2) Completá la estructura narrativa del cuento incluyendo los tres momentos que la conforman.

3) ¿Cuál es el marco del relato? Desarrollá.

4) ¿Qué tipo de narrador podés identificar en el cuento del punto 1? Justificá extrayendo una cita textual.

5) ¿Qué tipo de relato es el leído en el punto 1? ¿Es un cuento tradicional, un mito o una leyenda? Justificá
tu respuesta.
6) Ordená los núcleos narrativos del relato.

En él, se le aparecía un insecto diciéndole que había un tesoro enterrado en la isla de Okinawa.
Mientras el anciano dormía, un insecto salió volando de su nariz.
El joven se dirigió a Okinawa y encontró el jarrón.
Una hora más tarde el insecto regresó y volvió a meterse en la nariz del anciano.
El más anciano se quedó dormido.
Después de mucho caminar decidieron detenerse porque estaban cansados.
El viejo aceptó la propuesta del otro mercader.
Luego de escucharlo, su compañero se ofreció a comprarle el sueño.
Dos mercaderes salieron de viaje para comerciar.
Luego, cuando despertó, le contó a su compañero sobre un sueño que tuvo.
________________________________________________________________________________________
Teseo: su origen y su regreso a Atenas
Teseo, hijo de Egeo (rey de Atenas) y de Etra, nació en Trezene, donde se crió con su madre. Como Egeo
sabía que sus enemigos eran muchos, temía por la vida de su hijo. Por eso, al partir para Atenas, le dijo a
Etra:
-Esconderé mi espada debajo de esta pesada roca con el sello familiar y mis sandalias de oro. Cuando mi hijo
tenga la fuerza necesaria para mover la piedra, le revelarás su origen y lo enviarás a Atenas con estos
atributos para que yo lo reconozca.
Tiempo después, al cumplir los dieciséis años, Teseo pudo levantar la roca, calzarse las sandalias y usar la
espada de su padre. Así se dispuso a viajar hacia Atenas para ser reconocido como hijo del rey. Pero antes de
llegar debería demostrar su valentía a través de una serie de pruebas que se le presentaron.
En primer lugar, enfrentó a Perifetes, un gigante que mataba a los viajeros con una enorme maza de hierro.
Teseo luchó contra él ferozmente y lo estranguló. De ese modo, liberó a los habitantes de la nación de tan
terrible amenaza.
Más tarde, encontró a Sinis, un cruel bandido que capturaba a sus enemigos para matarlos de una manera
peculiar: doblaba dos pinos próximos, ataba las copas entre sí y un brazo de su víctima a cada una de ellas.
Luego soltaba los árboles que, al enderezarse violentamente, desgarraban el cuerpo del desgraciado. Teseo
dio muerte al malvado Sinis usando el mismo procedimiento.
Estos hechos y otros semejantes (como vencer al Minotauro en su laberinto de la isla de Creta) aumentaron
la gloria de Teseo. Su fama de héroe era reconocida por los habitantes de las ciudades que atravesaba.
Posteriormente llegó a Atenas, pero allí se encontró con un inconveniente: su madre se había casado con
Medea, una hechicera que vio en Teseo un peligro y preparó un plan para engañar a Egeo. Lo convenció de
que llegaba un enemigo que quería arrebatarle el trono, y que debía ofrecerle un licor envenenado. Cuando
Teseo iba a beber de la copa, cayó el licor, lo bebió un perro que merodeaba por allí y murió en el acto. En
ese momento, Egeo reconoció el sello familiar de la espada que usaba el joven y vio que calzaba sus
sandalias de oro. Por lo tanto, comprendió que aquel era su hijo, lo abrazó emocionado y expulsó a Medea
del palacio. Finalmente, Teseo fue nombrado como sucesor del rey de Atenas.
1) Completá con los elementos del marco narrativo de “Teseo: su origen y su regreso a Atenas.”
LUGAR: __________________________________________________________________________________
TIEMPO: _________________________________________________________________________________
PERSONAJES PRINCIPALES:
__________________________________________________________________
PERSONAJES SECUNDARIOS: _________________________________________________________________

2) Ordená las siguientes acciones del relato. La primera de ellas está indicada
___ Engaño
___ Partida
___ Llegada del héroe de incógnito
1 Alejamiento de un miembro de la familia
___ El héroe es puesto a prueba
___ Identificación
___ Prohibición impuesta al héroe
___ Castigo
___ Recompensa
___ Revelación del origen del héroe
___ Lucha
___ Victoria

Explicá además cuáles son los hechos que corresponden a cada una de las acciones. Por ejemplo, el engaño
se produce cuando Medea le dice a Egeo que ha llegado un enemigo, en lugar de avisarle que ha llegado su
hijo Teseo.

3) ¿Qué tipo de mito es Teseo: su origen y su regreso a Atenas? Justificá tu respuesta y desarrollá sobre el
tema escribiendo un pequeño texto de no menos de cinco renglones.
ACTIVIDADES DE RECUPERACIÓN DE TRAYECTORIAS EDUCATIVAS
ESPACIO CURRICULAR: PRÁCTICAS DEL LENGUAJE
CURSO: 1er año
DOCENTE: Francisco Raimondo
CICLO LECTIVO 2022

II. El cuento realista. La descripción. Los núcleos narrativos y la estructura narrativa. El narrador.

La fiesta ajena

Nomás llegó, fue a la cocina a ver si estaba el mono. Estaba y eso la tranquilizó: no le hubiera gustado nada
tener que darle la razón a su madre, ¿monos en un cumpleaños?, le había dicho; ¡por favor! Vos sí te crees
todas las pavadas que te dicen. Estaba enojada pero no era por el mono, pensó la chica: era por el
cumpleaños.
—No me gusta que vayas —le había dicho—. Es una fiesta de ricos.
—Los ricos también se van a cielo —dijo la chica, que aprendía religión en el colegio.
—Qué cielo ni cielo —dijo la madre—. Lo que pasa es que a usted, m’hijita le gusta cagar más arriba del culo.

A la chica no le parecía nada bien la forma de hablar de su madre: ella tenía nueve años y era una de las
mejores alumnas de su grado.
—Yo voy a ir porque estoy invitada —dijo—. Y estoy invitada porque Luciana es mi amiga. Y se acabó.
—Ah, sí, tu amiga —dijo la madre. Hizo una pausa.
—Oíme, Rosaura —dijo por fin—, ésa no es tu amiga. ¿Sabés lo que sos vos para todos ellos? Sos la hija de la
sirvienta, nada más.
Rosaura parpadeó con energía: no iba a llorar.
—Cállate —gritó—. ¡Qué vas a saber vos lo que es ser amiga!
Ella iba casi todas las tardes a la casa de Luciana y preparaban juntas los deberes mientras su madre hacía la
limpieza. Tomaban la leche en la cocina y se contaban secretos. A Rosaura le gustaba enormemente todo lo
que había en esa casa. Y la gente también le gustaba.
—Yo voy a ir porque va a ser la fiesta más hermosa del mundo, Luciana me lo dijo. Va a venir un mago y va a
traer un mono y todo.
La madre giró el cuerpo para mirarla bien y ampulosamente apoyó las manos en las caderas.
—¿Monos en un cumpleaños? —dijo—. ¡Por favor! Vos sí que te crees todas las pavadas que te dicen.
Rosaura se ofendió mucho. Además le parecía mal que su madre acusara a las personas de mentirosas
simplemente porque eran ricas. Ella también quería ser rica, ¿qué? Si un día llegaba a vivir en un hermoso
palacio, ¿su madre no la iba a querer tampoco a ella? Se sintió muy triste. Deseaba ir a esa fiesta más que
nada en el mundo.
—Si no voy me muero —murmuró, casi sin mover los labios.
Y no estaba muy segura de que se hubiera oído, pero lo cierto es que la mañana de la fiesta descubrió que su
madre le había almidonado el vestido de Navidad. Y a la tarde, después de que le lavó la cabeza, le enjuagó
el pelo con vinagre de manzanas para que le quedara bien brillante. Antes de salir Rosaura se miró en el
espejo, con el vestido blanco y el pelo brillándole, y se vio lindísima. La señora Inés también pareció notarlo.
Apenas la vio entrar, le dijo:
—Qué linda estás hoy, Rosaura.
Ella, con las manos, impartió un ligero balanceo a su pollera almidonada: entró a la fiesta con paso firme.
Saludó a Luciana y le preguntó por el mono. Luciana puso cara de conspiradora; acercó su boca a la oreja de
Rosaura.
—Está en la cocina —le susurró en la oreja—. Pero no se lo digás a nadie porque es un secreto.
Rosaura quiso verificarlo. Sigilosamente entró en la cocina y lo vio. Estaba meditando en su jaula. Tan
cómico que la chica se quedó un buen rato mirándolo y después, cada tanto, abandonaba a escondidas la
fiesta e iba a verlo. Era la única que tenía permiso para entrar en la cocina, la señora Inés se lo había dicho:
“Vos sí, pero ningún otro, son muy revoltosos, capaz que rompen algo” . Rosaura en cambio, no rompió
nada. Ni siquiera tuvo problemas con la jarra de naranjada, cuando la llevó desde la cocina al comedor. La
sostuvo con mucho cuidado y no volcó ni una gota. Eso que la señora Inés le había dicho: ”¿Te parece que
vas a poder con esa jarra tan grande?”. Y claro que iba a poder: no era de manteca, como otras. De manteca
era la rubia del moño en la cabeza. Apenas la vio, la del moño le dijo:
—¿Y vos quién sos?
—Soy amiga de Luciana —dijo Rosaura.
—No —dijo la del moño —, vos no sos amiga de Luciana porque yo soy la prima y conozco a todas sus
amigas. Y a vos no te conozco.
—Y a mí qué me importa —dijo Rosaura—, yo vengo todas las tardes con mi mamá y hacemos los deberes
juntas.
—¿Vos y tu mamá hacen los deberes juntas? —dijo la del moño, con una risita.
—Yo y Luciana hacemos los deberes juntas —dijo Rosaura muy seria. La del moño se encogió de hombros.
—Eso no es ser amiga —dijo—. ¿Vas al colegio con ella?
—No.
—¿Y entonces de dónde la conoces? —dijo la del moño, que empezaba a impacientarse.
Rosaura se acordaba perfectamente de las palabras de su madre. Respiró hondo:
—Soy hija de la empleada —dijo.
Su madre se lo había dicho bien claro: Si alguno te pregunta, vos le decís que sos la hija de la empleada, y
listo. También le había dicho que tenía que agregar: y a mucha honra. Pero Rosaura pensó que nunca en su
vida se iba a animar a decir algo así.
—¿Qué empleada? —dijo la del moño—. ¿Vende cosas en una tienda?
—No —dijo Rosaura con rabia—, mi mamá no vende nada, para que sepas.
—Y entonces, ¿cómo es empleada? Dijo la del moño.
Pero en ese momento se acercó la señora Inés haciendo shh shh, y le dijo a Rosaura si no la podía ayudar a
servir las salchichitas, ella que conocía la casa mejor que nadie.
—Viste —le dijo Rosaura a la del moño, y con disimulo le pateó un tobillo.
Fuera de la del moño todos los chicos le encantaron. La que más le gustaba era Luciana, con su corona de
oro; después los varones. Ella salió primera en la carrera de embolsados y en la mancha agachada nadie la
pudo agarrar. Cuando los dividieron en equipos para jugar al delegado, todos los varones pedían a gritos que
la pusieran en su equipo. A Rosaura le pareció que nunca en su vida había sido tan feliz. Pero faltaba lo
mejor. Lo mejor vino después que Luciana apagó las velitas. Primero, la torta: la señora Inés le había pedido
que la ayudara a servir la torta y Rosaura se divirtió muchísimo porque todos los chicos se le vinieron encima
y le gritaban “a mí, a mí”. Rosaura se acordó de una historia donde había una reina que tenía derecho de
vida y muerte sobre sus súbditos. Siempre le había gustado eso de tener derecho de vida y muerte. A
Luciana y a los varones les dio los pedazos más grandes, y a la del moño una tajadita que daba lástima.
Después de la torta llegó el mago. Era muy flaco y tenía una capa roja. Y era mago de verdad. Desanudaba
pañuelos con un soplo y enhebraba argollas que no estaban cortadas por ninguna parte. Adivinaba las cartas
y el mono era el ayudante. Era muy raro el mago: al mono le llamaba socio. “A ver, socio, dé vuelta una
carta”, le decía. “No se me escape, socio, que estamos en horario de trabajo”. La prueba final era la más
emocionante. Un chico tenía que sostener al mono en brazos y el mago lo iba a hacer desaparecer.
—¿Al chico? —gritaron todos.
—¡Al mono! —gritó el mago.
Rosaura pensó que ésta era la fiesta más divertida del mundo. El mago llamó a un gordito, pero el gordito se
asustó enseguida y dejó caer al mono. El mago lo levantó con mucho cuidado, le dijo algo en secreto, y el
mono hizo que sí con la cabeza.
—No hay que ser tan timorato, compañero —le dijo el mago al gordito.
—¿Qué es timorato? —dijo el gordito. El mago giró la cabeza hacia un lado y otro lado, como para
comprobar que no había espías.
—Cagón —dijo—. Vaya a sentarse, compañero. Después fue mirando, una por una, las caras de todos. A
Rosaura le palpitaba el corazón.
—A ver, la de los ojos de mora —dijo el mago—. Y todos vieron cómo la señalaba a ella.
No tuvo miedo. Ni con el mono en brazos, ni cuando el mago hizo desaparecer al mono, ni al final, cuando el
mago hizo ondular su capa roja sobre la cabeza de Rosaura.
Dijo las palabras mágicas… y el mono apareció otra vez allí, lo más contento, entre sus brazos. Todos los
chicos aplaudieron a rabiar. Y antes de que Rosaura volviera a su asiento, el mago le dijo:
—Muchas gracias, señorita condesa.
Eso le gustó tanto que un rato después, cuando su madre vino a buscarla, fue lo primero que le contó.
—Yo lo ayudé al mago y el mago me dijo: “Muchas gracias, señorita condesa”.
Fue bastante raro porque, hasta ese momento, Rosaura había creído que estaba enojada con su madre.
Todo el tiempo había pensado que le iba a decir: “Viste que no era mentira lo del mono”. Pero no. Estaba
contenta, así que le contó lo del mago. Su madre le dio un coscorrón y le dijo:
—Mírenla a la condesa.
Pero se veía que también estaba contenta. Y ahora estaban las dos en el hall porque un momento antes la
señora Inés, muy sonriente, había dicho: “Espérenme un momentito”.
Ahí la madre pareció preocupada.
—¿Qué pasa? —le preguntó a Rosaura.
—Y qué va a pasar —le dijo Rosaura—. Que fue a buscar los regalos para los que nos vamos.
Le señaló al gordito y a una chica de trenzas, que también esperaban en el hall al lado de sus madres. Y le
explicó cómo era el asunto de los regalos. Lo sabía bien porque había estado observando a los que se iban
antes. Cuando se iba una chica, la señora Inés le daba una pulsera. Cuando se iba un chico, le regalaba un
yo-yo. A Rosaura le gustaba más el yo-yo porque tenía chispas, pero eso no se lo contó a su madre. Capaz
que le decía: “Y entonces, ¿por qué no pedís el yo-yo, pedazo de sonsa?” Era así su madre. Rosaura no tenía
ganas de explicarle que le daba vergüenza ser la única distinta. En cambio le dijo:
—Yo fui la mejor de la fiesta.
Y no habló más porque la señora Inés acababa de entrar al hall con una bolsa celeste y una rosa. Primero se
acercó al gordito, le dio un yo-yo que había sacado de la bolsa celeste, y el gordito se fue con su mamá.
Después se acercó a la de trenzas, le dio una pulsera que había sacado de la bolsa rosa, y la de trenzas se fue
con su mamá. Después se acercó a donde estaban ella y su madre. Tenía una sonrisa muy grande y eso le
gustó a Rosaura. La señora Inés la miró, después miró a la madre, y dijo algo que a Rosaura la llenó de
orgullo. Dijo: —Qué hija que se mandó, Herminia.
Por un momento, Rosaura pensó que a ella le iba a hacer dos regalos: la pulsera y el yo-yo. Cuando la señora
Inés inició el ademán de buscar algo, ella también inició el movimiento de adelantar el brazo. Pero no llegó a
completar ese movimiento. Porque la señora Inés no buscó nada en la bolsa celeste, ni buscó nada en la
bolsa rosa. Buscó algo en su cartera. En su mano aparecieron dos billetes.
—Esto te lo ganaste en buena ley —dijo, extendiendo la mano—. Gracias por todo, querida.
Ahora Rosaura tenía los brazos muy rígidos, pegados al cuerpo, y sintió que la mano de su madre se apoyaba
sobre su hombro. Instintivamente se apretó contra el cuerpo de su madre. Nada más. Salvo su mirada. Su
mirada fría, fija en la cara de la señora Inés. La señora Inés, inmóvil, seguía con la mano extendida. Como si
no se animara a retirarla. Como si la perturbación más leve pudiera desbaratar este delicado equilibrio.
Liliana Heker.

1- Describí el marco en dónde transcurre la historia.


2- Completá la estructura narrativa del cuento incluyendo los tres momentos que la conforman.
3- Escribí una lista con los personajes principales y secundarios. Luego caracterizalos según sus cualidades.
4- Explicá qué tipo de narrador tiene este cuento y justificá con algún fragmento que lo ejemplifique.
5- ¿Por qué te parece que el título: “La fiesta ajena” se relaciona con la historia narrada?
6- ¿En qué sentido Rosaura es ajena a la fiesta de Luciana? Explicá con tus palabras.
7- Reescribí el final del cuento para que esta vez Rosaura le demuestre a su mamá que estaba equivocada.
Retomá el relato desde la frase: “Después se acercó a donde estaban ella y su madre […]”, y continúa el
final detallando lo que podría pasar en ese último episodio.
8- ¿Se puede decir que el texto La fiesta ajena es un cuento realista? Justificá tu respuesta y desarrollá a
través de la escritura de un pequeño texto de al menos siete renglones
ACTIVIDADES DE RECUPERACIÓN DE TRAYECTORIAS EDUCATIVAS
ESPACIO CURRICULAR: PRÁCTICAS DEL LENGUAJE
CURSO: 1er año
DOCENTE: Francisco Raimondo
CICLO LECTIVO 2022

III. El cuento fantástico. El narrador. La descripción. Clases de palabras: sustantivos y adjetivos.

Actividad de escritura creativa


1) Escribí un cuento fantástico utilizando una de las temáticas propias de este género.
2) No olvides tener en cuenta las características de este tipo de relatos.
3) Prestá especial atención a la ambientación de los espacios y su descripción. Aquí van algunas ideas que
podés utilizar, aunque también podés utilizar alguna de tu propia elección:
a) Un antiguo castillo.
b) Una mansión abandonada.
c) Un cementerio.
d) La EES N°40 durante la noche.
4) Tengan en cuenta los siguientes aspectos:
a) Elección del tipo de narrador.
b) ¿Quiénes son los protagonistas? ¿Son adolescentes?
c) ¿Cuál es el conflicto que se presenta?
d) ¿Tendrá un final feliz?
5) Trabajá en una hoja borrador.
6) Incluyan en su cuento al menos cinco palabras de cada una de las siguientes listas:

Adjetivos

SEPULCRAL ESPELUZNANTE ESPANTOSO MALVADO

FANTASMAL SÓRDIDO ATERRADOR SINIESTRO

TÉTRICO TENEBROSO SANGRIENTO LÍVIDO

Sustantivos

ESPECTRO POCIÓN CUCHILLO SÓTANO CUEVA

RITUAL VARITA SALÓN ALTILLO HABITACIÓN


ASESINO FUEGO MESA PASILLO TRANSFORMACIÓN

ILUSIÓN SOMBRA OSCURIDAD LUZ CONJURO

CRIATURA ENCANTAMIENTO SORTILEGIO ARTEFACTO SANTUARIO

9) Pensá un título para tu cuento.


EXTENSIÓN MÍNIMA: 500 palabras
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ESPACIO CURRICULAR: PRÁCTICAS DEL LENGUAJE
CURSO: 1er año
DOCENTE: Francisco Raimondo
CICLO LECTIVO 2022

IV. El cuento policial. Clases de palabras. Sinónimos y antónimos. La descripción.

El crimen casi perfecto


La coartada de los tres hermanos de la suicida fue verificada. Ellos no habían mentido. El mayor, Juan,
permaneció desde las cinco de la tarde hasta las doce de la noche (la señora Stevens se suicidó entre las
siete y las diez de la noche) detenido en una comisaría por su participación imprudente en una accidente de
tránsito. El segundo hermano, Esteban, se encontraba en el pueblo de Lister desde las seis de la tarde de
aquel día hasta las nueve del siguiente, y, en cuanto al tercero, el doctor Pablo, no se había apartado ni un
momento del laboratorio de análisis de leche de la Erpa Cía., donde estaba adjunto a la sección de
dosificación de mantecas en las cremas.
Lo más curioso del caso es que aquel día los tres hermanos almorzaron con la suicida para festejar su
cumpleaños, y ella, a su vez, en ningún momento dejó de traslucir su intención funesta. Comieron todos
alegremente; luego, a las dos de la tarde, los hombres se retiraron.
Sus declaraciones coincidían en un todo con las de la antigua doméstica que servía hacía muchos años a la
señora Stevens. Esta mujer, que dormía afuera del departamento, a las siete de la tarde se retiró a su casa.
La última orden que recibió de la señora Stevens fue que le enviara por el portero un diario de la tarde. La
criada se marchó; a las siete y diez el portero le entregó a la señora Stevens el diario pedido y el proceso de
acción que ésta siguió antes de matarse se presume lógicamente así: la propietaria revisó las adiciones en
las libretas donde llevaba anotadas las entradas y salidas de su contabilidad doméstica, porque las libretas
se encontraban sobre la mesa del comedor con algunos gastos del día subrayados; luego se sirvió un vaso de
agua con whisky, y en esta mezcla arrojó aproximadamente medio gramo de cianuro de potasio. A
continuación se puso a leer el diario, bebió el veneno, y al sentirse morir trató de ponerse de pie y cayó
sobre la alfombra. El periódico fue hallado entre sus dedos tremendamente contraídos.
Tal era la primera hipótesis que se desprendía del conjunto de cosas ordenadas pacíficamente en el interior
del departamento pero, como se puede apreciar, este proceso de suicidio está cargado de absurdos
psicológicos. Ninguno de los funcionarios que intervinimos en la investigación podíamos aceptar
congruentemente que la señora Stevens se hubiese suicidado.
Sin embargo, únicamente la Stevens podía haber echado el cianuro en el vaso. El whisky no contenía
veneno. El agua que se agregó al whisky también era pura. Podía presumirse que el veneno había sido
depositado en el fondo o las paredes de la copa, pero el vaso utilizado por la suicida había sido retirado de
un anaquel donde se hallaba una docena de vasos del mismo estilo; de manera que el presunto asesino no
podía saber si la Stevens iba a utilizar éste o aquél. La oficina policial de química nos informó que ninguno de
los vasos contenía veneno adherido a sus paredes.
El asunto no era fácil. Las primeras pruebas, pruebas mecánicas como las llamaba yo, nos inclinaban a
aceptar que la viuda se había quitado la vida por su propia mano, pero la evidencia de que ella estaba
distraída leyendo un periódico cuando la sorprendió la muerte transformaba en disparatada la prueba
mecánica del suicidio.
Tal era la situación técnica del caso cuando yo fui designado por mis superiores para continuar ocupándome
de él. En cuanto a los informes de nuestro gabinete de análisis, no cabían dudas. Únicamente en el vaso,
donde la señora Stevens había bebido, se encontraba veneno. El agua y el whisky de las botellas eran
completamente inofensivos. Por otra parte, la declaración del portero era terminante; nadie había visitado a
la señora Stevens después que él le alcanzó el periódico; de manera que si yo, después de algunas
investigaciones superficiales, hubiera cerrado el sumario informando de un suicidio comprobado, mis
superiores no hubiesen podido objetar palabra. Sin embargo, para mí cerrar el sumario significaba
confesarme fracasado. La señora Stevens había sido asesinada, y había un indicio que lo comprobaba:
¿dónde se hallaba el envase que contenía el veneno antes de que ella lo arrojara en su bebida?
Por más que nosotros revisáramos el departamento, no nos fue posible descubrir la caja, el sobre o el frasco
que contuvo el tóxico. Aquel indicio resultaba extraordinariamente sugestivo. Además había otro: los
hermanos de la muerta eran tres bribones. Los tres, en menos de diez años, habían despilfarrado los bienes
que heredaron de sus padres. Actualmente sus medios de vida no eran del todo satisfactorios.
Juan trabajaba como ayudante de un procurador especializado en divorcios. Su conducta resultó más de una
vez sospechosa y lindante con la presunción de un chantaje. Esteban era corredor de seguros y había
asegurado a su hermana en una gruesa suma a su favor; en cuanto a Pablo, trabajaba de veterinario, pero
estaba descalificado por la Justicia e inhabilitado para ejercer su profesión, convicto de haber dopado
caballos. Para no morirse de hambre ingresó en la industria lechera, se ocupaba de los análisis.
Tales eran los hermanos de la señora Stevens. En cuanto a ésta, había enviudado tres veces. El día del
“suicidio” cumplió 68 años; pero era una mujer extraordinariamente conservada, gruesa, robusta, enérgica,
con el cabello totalmente renegrido. Podía aspirar a casarse una cuarta vez y manejaba su casa alegremente
y con puño duro. Aficionada a los placeres de la mesa, su despensa estaba provista de vinos y comestibles, y
no cabe duda de que sin aquel “accidente” la viuda hubiera vivido cien años . Suponer que una mujer de ese
carácter era capaz de suicidarse, es desconocer la naturaleza humana. Su muerte beneficiaba a cada uno de
los tres hermanos con doscientos treinta mil pesos.
La criada de la muerta era una mujer casi estúpida, y utilizada por aquélla en las labores groseras de la casa.
Ahora estaba prácticamente aterrorizada al verse engranada en un procedimiento judicial. El cadáver fue
descubierto por el portero y la sirvienta a las siete de la mañana, hora en que ésta, no pudiendo abrir la
puerta porque las hojas estaban aseguradas por dentro con cadenas de acero, llamó en su auxilio al
encargado de la casa. A las once de la mañana, como creo haber dicho anteriormente, estaban en nuestro
poder los informes del laboratorio de análisis, a las tres de la tarde abandonaba yo la habitación donde
quedaba detenida la sirvienta, con una idea brincando en mi imaginación: ¿y si alguien había entrado en el
departamento de la viuda rompiendo un vidrio de la ventana y colocando otro después que volcó el veneno
en el vaso? Era una fantasía de novela policial, pero convenía verificar la hipótesis.
Salí decepcionado del departamento. Mi conjetura era absolutamente disparatada: la masilla solidificada no
revelaba mudanza alguna. Eché a caminar sin prisa. El “suicidio” de la señora Stevens me preocupaba (diré
una enormidad) no policialmente, sino deportivamente. Yo estaba en presencia de un asesino sagacísimo,
posiblemente uno de los tres hermanos que había utilizado un recurso simple y complicado, pero imposible
de presumir en la nitidez de aquel vacío.
Absorbido en mis cavilaciones, entré en un café, y tan identificado estaba en mis conjeturas,
que yo, que nunca bebo bebidas alcohólicas, automáticamente pedí un whisky. ¿Cuánto tiempo permaneció
el whisky servido frente a mis ojos? No lo sé; pero de pronto mis ojos vieron el vaso de whisky, la garrafa de
agua y un plato con trozos de hielo. Atónito quedé mirando el conjunto aquel. De pronto una idea alumbró
mi curiosidad, llamé al camarero, le pagué la bebida que no había tomado, subí apresuradamente a un
automóvil y me dirigí a la casa de la sirvienta. Una hipótesis daba grandes saltos en mi cerebro. Entré en la
habitación donde estaba detenida, me senté frente a ella y le dije:
- Míreme bien y fíjese en lo que me va a contestar: la señora Stevens, ¿tomaba el whisky con hielo o sin
hielo?
-Con hielo, señor.
-¿Dónde compraba el hielo?
- No lo compraba, señor. En casa había una heladera pequeña que lo fabricaba en pancitos
Y la criada casi iluminada prosiguió, a pesar de su estupidez.- Ahora que me acuerdo, la heladera, hasta ayer,
que vino el señor Pablo, estaba descompuesta. Él se encargó de arreglarla en un momento.
Una hora después nos encontrábamos en el departamento de la suicida con el químico de nuestra oficina de
análisis, el técnico retiró el agua que se encontraba en el depósito congelador de la heladera y varios
pancitos de hielo. El químico inició la operación destinada a revelar la presencia del tóxico, y a los pocos
minutos pudo manifestarnos: - El agua está envenenada y los panes de este hielo están fabricados con agua
envenenada. Nos miramos jubilosamente. El misterio estaba desentrañado. Ahora era un juego reconstruir
el crimen. El doctor Pablo, al reparar el fusible de la heladera (defecto que localizó el técnico) arrojó en el
depósito congelador una cantidad de cianuro disuelto. Después, ignorante de lo que aguardaba, la señora
Stevens preparó un whisky; del depósito retiró un pancito de hielo (lo cual explicaba que el plato con hielo
disuelto se encontrara sobre la mesa), el cual, al desleírse en el alcohol, lo envenenó podero samente debido
a su alta concentración. Sin imaginarse que la muerte la aguardaba en su vicio, la señora Stevens se puso a
leer el periódico, hasta que juzgando el whisky suficientemente enfriado, bebió un sorbo. Los efectos no se
hicieron esperar.
No quedaba sino ir en busca del veterinario. Inútilmente lo aguardamos en su casa. Ignoraban dónde se
encontraba. Del laboratorio donde trabajaba nos informaron que llegaría a las diez de la noche.
A las once, yo, mi superior y el juez nos presentamos en el laboratorio de la Erpa. El doctor Pablo, en cuanto
nos vio comparecer en grupo, levantó el brazo como si quisiera anatemizar nuestras investigaciones, abrió la
boca y se desplomó inerte junto a la mesa de mármol. Había muerto de un síncope. En su armario se
encontraba un frasco de veneno. Fue el asesino más ingenioso que conocí.
Roberto Arlt

1) Extraé del cuento:


a) Cuatro sustantivos propios.
b) Seis sustantivos comunes abstractos.
c) Diez adjetivos. Clasificalos semánticamente.
2) Encontrá en el texto los sinónimos de las palabras tósigo - pícaros - occisa.
3) ¿Qué datos conocemos acerca de los tres hermanos de la víctima?
4) Realizá un retrato de la señora Stevens, basado en los datos proporcionados por el cuento.
5) ¿Qué otros personajes identificás en el relato? ¿Están descriptos detalladamente? ¿Qué opinás al respecto?
6) Proponé un nuevo final para el cuento, teniendo en cuenta las características propias del género policial y
respetando tanto la estructura narrativa como el tipo de narrador. El lugar de los hechos deberá ser el
mismo, pero el asesino deberá ser otro de los personajes. Si lo deseás, también podrás cambiar el motivo
por el cual el criminal cometió el asesinato. A continuación te dejo un cuadro para que puedas seleccionar
uno, aunque también podrás sugerir uno de tu invención
PERSONAJES POSIBLES MOTIVACIONES

El portero Venganza

La empleada doméstica Celos / envidia

Juan Herencia

Esteban Despecho

Tomá como punto de partida de tu narración el siguiente párrafo, ubicado al final de la segunda
página del cuento:
Absorbido por mis cavilaciones, entré en un café, y tan identificado estaba en mis
conjeturas, que yo, que nunca bebo bebidas alcohólicas, automáticamente pedí un
whisky. ¿Cuánto tiempo permaneció el whisky servido frente a mis ojos? No lo sé;
pero de pronto mis ojos vieron el vaso de whisky, la garrafa de agua y un plato con
trozos de hielo. Atónito quedé mirando el conjunto aquel. De pronto, una idea
alumbró mi curiosidad, llamé al camarero, le pagué la bebida que no había tomado,
subí apresuradamente a un automóvil y me dirigí a la casa de la sirvienta. Una
hipótesis daba grandes saltos en mi cerebro. Entré en la habitación donde estaba
detenida, me senté frente a ella y le dije (...)

Extensión mínima: diez renglones.

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