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De la misma manera que hoy en Santa Cruz.

Carlos Javier Saravia Tapia, Magister en Historia

De la misma manera, en 1825, la oligarquía minera y hacendataria de Sucre y Potosí, lideró un


proceso conservador, retrógrado y pre-moderno. Creó Bolivia porque quería permanecer
como clase dominante en una estructura colonial, separados de Perú y de Argentina, porque
quería seguir explotando las tierras y las minas en base al trabajo de aymaras y quechuas. Lo
consiguió. Consiguió que seamos el país más pobre de su tiempo, que la gente viva en la
miseria, que no haya posibilidades de desarrollo y modernización, que no haya esperanza en el
futuro.

De la misma manera en 1899 otra vieja oligarquía de hacendados y mineros en La Paz decidió
disputar el poder político a Sucre para implantar una vez más el mismo modelo exportador de
materias primas sin valor agregado. Una vez más se desdeñó la industrialización del país. Esa
oligarquía paceña tuvo éxito. Logró que fuéramos el país más pobre de su tiempo, que la gente
viva en la miseria, que no haya posibilidades de desarrollo y modernización, que no haya
esperanza en el futuro.

De la misma manera, antes de 1952, la oligarquía de hacendados se alió con Patiño, Hochschild
y Aramayo, para seguir explotando las minas y las tierras en base al trabajo de quechuas y
aymaras; por otra parte, explotando a guaraníes, chiquitanos, guarayos y mojeños en las
haciendas y en la explotación de la goma, en el oriente. Su modelo de país siguió siendo el
mismo, la explotación de materias primas sin valor agregado. Este modelo aseguró: que
seamos el país más pobre de su tiempo, que la gente viva en la miseria, que no haya
posibilidades de desarrollo y modernización, que no haya esperanza en el futuro.

De la misma manera hoy la oligarquía del Comité cívico, representante de las antiguas familias
dueñas de Santa Cruz, no quieren dejar el poder que disfrutaron sus padres y sus abuelos. En
su desesperación optan por el desastre. Su modeló es la explotación de materias primas sin
valor agregado (soya, la principal) que representan solo el 12% de las exportaciones del país en
2021. Copia del modelo anterior, solo que en lugar de minerales se cambia por la soya.

Y de la misma manera hoy la oligarquía cruceña quiere separarse de Bolivia para mantener su
modelo conservador, retrógrado y pre-moderno. Minimizados en territorio y población
seguirán fatalmente el curso que ha tenido Bolivia, porque del mismo modelo no puede salir
más que el mismo fracaso. Este modelo solo ha traído y traerá a Santa Cruz la vida en la
miseria, que no haya posibilidades de desarrollo y modernización, que no haya esperanza en el
futuro.

En el mundo solo se desarrolla y mejora el nivel de vida de su gente aquel país que es capaz de
vender productos industrializados en el mercado internacional. Nunca un país se ha podido
desarrollar en base a la producción de materias primas alimentos o minerales. Bolivia viene
vendiendo materias primas al mundo desde hace más de 500 años, esta es la clave de nuestra
pobreza y de nuestra derrota.

Se necesita, pues, un cambio de mentalidad, un pensamiento nuevo, moderno, liberador,


humano, solidario, generoso, atrevido y transformador. En nuestro país este pensamiento
debe venir encarnado en un pueblo unido, una nación verdadera, con su propia historia
milenaria, con su propia cultura, con sus propios idiomas, con hambre de futuro y
determinación serena. Esta nación no puede ser otra que la aymara, quechua, guaraní,
chiquitana, guaraya, mojeña y todas las naciones que habitan este territorio. Nos reconocemos
en estas naciones, nos reconocemos en estos nombres, porque son nuestros nombres, nos
vemos en ese espejo, descansamos de nuestras fatigas en los relatos de su historia, sus luchas,
su comunión con la naturaleza, su visión comunitaria de la vida y su valentía. Nos levantamos
cada día con esa fuerza para trabajar la tecnología, la técnica, las sutilezas del pensamiento;
con mentalidad emprendedora, revolucionaria e innovadora. Ya no hay caudillos que puedan
dominarnos, ya nunca más iremos como esclavos a vitorear en una plaza al capataz de turno.
Porque de ahora en adelante las decisiones las tomamos nosotros, no con un grito, no con las
emociones exaltadas por la palabrería de un maleante de balcón. Las decisiones las tomamos
en la comunidad del barrio, en el ayllu, en las asambleas y consejos de nuestras naciones;
mediante el diálogo abierto, la discusión respetuosa, cara a cara, midiendo no solo la palabra
sino los sentimientos.

Vivimos, en noviembre de 2022, el acto final de la tragedia. No más modelos económicos


fracasados, la industrialización es nuestra meta, un nivel de vida digno que nos llene de
esperanza y de ganas de vivir cada mañana; basta de oligarquías suicidas, a este territorio lo
sostiene una nación de naciones, unida y fortalecida, moderna y emprendedora.

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