1829 – 1832 ROSAS LLEGA AL PODER La Sala de Representantes eligió gobernador con facultades extraordinarias a Juan Manuel de Rosas. Dichas facultades implicaban una suspensión temporal de ciertas libertades y garantías, y debían ser siempre otorgadas con anuencia de las instituciones representativas, las que debían controlar su cumplimiento. Esas facultades debían ser devueltas al cabo de un plazo. Estas facultades no modificaron el orden legal e institucional, confirmaban la continuidad de un proceso de construcción estatal iniciado en 1820. El gobernador siempre acudió a los votos del pueblo para la legitimación de su función y sus facultades extraordinarias, evidenciando el apoyo popular heredado de Dorrego. El funeral del último fue utilizado por el gobernador para captar a los grupos subalternos urbanos fieles al difunto ex gobernador y también para restaurar la legalidad que habían destruido los seguidores de Lavalle. Rosas tenía poca simpatía por Dorrego, sin embargo, sabía que para confirmar la legitimidad de su gobierno necesitaba granjearse la simpatía de los sectores populares urbanos seguidores de Dorrego y sumarlos a sus seguidores de la campaña. También reconocía que el federalismo se había convertido en el signo de identidad de la mayoría de la población porteña, espacialmente de los sectores subalternos, y era la solución política adoptada por la mayoría de las provincias con las cuales debía convivir. Rosas tenía la concepción de los sectores populares como la parte física de la población y la necesidad de actuar para dirigirlos y reconstruir el orden perdido. También tenía la percepción de los efectos nocivos de la revolución sobre el orden social, sobre todo de la irrupción de las clases bajas poniendo en tela de juicio el dominio de las elites. Para reestablecer la disciplina y subordinación de estos sectores, era necesario acercarse a ellos y ganar su voluntad para poder contenerlas y dirigirlas. Su obsesión era la reconstrucción de un orden político y social, la paz, el restablecimiento de las jerarquías sociales y la disciplina. Para ello era necesario reconocer los cambios introducidos en la sociedad por la crisis del orden colonial, la movilización y politización de los sectores populares urbanos y rurales. La conflictividad creciente de las elites y el peso de los líderes federales de las provincias. También reconocía la importancia de la expansión y contención de las fronteras necesarias para la recuperación económica de la provincia, pero mezclando negociación y coerción a diferencia de anteriores gobiernos que sólo contemplaban la segunda forma. LAS PRIMERAS INICIATIVAS POLÍTICAS DE ROSAS Mientras se desplegaba una liturgia federal y comenzaba a propagar la idea de una sociedad amenazada por los enemigos unitarios, se tomaron medidas para fortalecer los organismos de control represivo de la población, incrementando su número y promoviendo la creación de ¨partidas celadoras¨ para recorrer la campaña. Se buscaba desarmar a una población movilizada militarmente en las disputas recientes. También se buscaba limitar la autonomía y combatividad de los sectores populares tomando medidas que mostraban al gobernador como su protector y benefactor. Se tomaron decisiones destinadas a fortalecer la religión católica y el papel de los curas, sin entender esta iniciativa como un intento de vuelta al mundo cultural colonial, se trataba de construir una iglesia moderna separando al clero de la sociedad, y haciendo que dicha iglesia sirviera a los intereses del Estado. El sectarismo político y el faccionalismo se convirtieron en una herramienta para controlar a las elites, fuente de la anarquía reinante según Rosas. Para la reconstrucción del estado el gobernador se apoyó en todo el entramado legal e institucional creado en 1820, pero dándole nuevos significados y generando herramientas para que pudieran cumplir una función de orden. Por ejemplo la escasa legitimidad de los gobiernos posrevolucionarios y su mínima capacidad coercitiva los había llevado a reclutar como jueces de paz, alcaldes y tenientes a vecinos que gozaban algún tipo de influencia sobre la población que debían administrar. Esto limitaba al gobierno de imponer criterios a dichos funcionarios pero aseguraba el ejercicio de autoridad. Para garantizar la fidelidad al gobierno se suprimieron comisarías y las funciones de la policía la pasaron a ejercer plenamente los jueces de paz, comandando a alcaldes y tenientes. Esto no era suficiente por lo que se llevaron estrategias adelante como el faccionalismo político extremo por el cual el funcionario debía manifestar su adherencia al régimen federal y controlar a que la población también. No se trataba solamente de hacer que la población respetara a los encargados de impartir justicia, sino también, y quizá ante todo, de generar en estos últimos la conciencia sobre la importancia de su función separada de la de sus administrados. Rosas también actuó sobre la estructura militar y miliciana, la militarización había sido demasiado amplia y gran parte de los varones portaba armas habitualmente y la violencia era la preferida para resolver conflictos, la obediencia de soldados y oficiales no era segura. Sin cambiar la estructura básica de estos cuerpos, el esfuerzo de Rosas estuvo centrado en su subordinación a una jefatura profesional y de probada fidelidad a su persona. La oficialidad sufriría purgas y las milicias serían sometidas como fuerzas auxiliares de los ejércitos de línea. Se sumarían también los libertos de origen africano, ganados con la promesa de libertad plena tras la movilización y la posibilidad de movilidad social. Las fuerzas indígenas también serían utilizadas por el gobernador que ayudarían a controlar la situación de la frontera pampeana. Rosas se propuso a consolidar la expansión fronteriza de los años veinte mediante una combinación de presión militar y negociación. Estas alianzas incluían el intercambio de bienes y servicios a cambio de actividad miliciana en defensa de la frontera, neutralizando o combatiendo a otros grupos de indígenas no dispuestos a colaborar. La política económica no fue cambiada en un principio, todo debía contribuir al desarrollo de la ganadería extensiva. Esta actividad era considerada como la mejor posibilidad para asegurar el crecimiento de las exportaciones, sobre todo de cuero vacuno, sebo y carne salada. El incremento de las exportaciones pecuarias permitió el de las importaciones, y los impuestos aduaneros sobre esto, financiaron el fisco porteño. La provincia se beneficiaba doblemente de una política económica liberal que facilitaba su vinculación con el mercado mundial y el incremento de las importaciones, cosa que no iba a aprovechar el interior ya que los puertos estaban monopolizados por Buenos Aires. En el primer gobierno la libertad de comercio fue defendida a rajatabla frente a las peticiones de medidas proteccionistas de las provincias del interior. Buenos Aires todavía no podía imponer condiciones al resto de las provincias por lo que el gobernador tejería alianzas con diferentes caudillos como Quiroga y López. Para el interior de la provincia el faccionalismo extremo dividió a la población en dos identificando a los enemigos con los unitarios, y creando listas con la preferencia partidaria de cada individuo. Esto tenía como objetivo discernir entre quienes se podía elegir de funcionario público y quien no además de movilizar el cuerpo de funcionarios de manera separada al cuerpo social adquiriendo la conciencia de que les debían más fidelidad al gobierno que a la población. En el primer gabinete de Rosas, a pesar de su discurso anti-unitario se incluían figuras que lejos estaban de ser federales. UN MOMENTO DE RADICALIZACIÓN El general unitario José María Paz se hizo fuerte en Córdoba luego de derrocar a Bustos en 1829, casi todas las provincias del interior se alinearon con la Liga del Interior bajo el mando de Paz. Ante esto, Rosas reforzó su alianza con los líderes del Litoral firmando en 1831 el Pacto Federal con Santa fe, Entre Ríos y más adelante Corrientes. El gobierno se radicalizó buscando galvanizar a sus seguidores en contra de los anarquistas que encabezaba el salvaje unitario de Paz y sus seguidores. En esta nueva etapa el faccionalismo se multiplicó, se reforzó la censura a la prensa y se generalizaron los signos exteriores de adhesión al federalismo rosista. Para mayo de 1931 el general Paz cayó prisionero de una partida federal santafesina desmoronando rápidamente la coalición unitaria. La mayoría de las provincias cambió de signo político y se incorporó al Pacto Federal. El Restaurador proclamó siempre su acuerdo teórico constitucional pero alegaba la necesidad de alcanzar un orden y la derrota de los enemigos de la Federación antes de poder vivir bajo el imperio pleno de las leyes. Lo que promueve la resistencia de Rosas a organizar constitucionalmente la república es el temor al regreso de las pujas intraelites y los conflictos entre provincias. Pero también esa falta de arreglo facilitaba a Buenos Aires el manejo a discreción del poder y recursos centrados sobre el puerto y la aduana que le daba una posición de privilegio frente a las restantes provincias. Con la derrota de sus enemigos el sistema de Rosas se debilitó, el faccionalismo extremo necesitaba un enemigo. La legislatura propuso la renovación del cargo a Rosas pero sin las facultades extraordinarias, Rosas rechazó el cargo y abandonó la gobernación en 1832 asumida por Juan Ramón Balcarce. EL INTERREGNO 1832 – 1835 LA EXPEDICIÓN CONTRA LOS INDIOS, LA REVOLUCIÓN DE LOS RESTAURADORES Y EL REGRESO CON GLORIA Juan Ramón Balcarce sucedió a Rosas en una coyuntura donde dos sectores reclamaban la representación del federalismo. Los doctrinarios, grupo conformado por viejos federales Dorreguistas que no estaban de acuerdo con algunas de las medidas de Rosas y desconfiaban de la concentración del poder, y los apostólicos, fieles a Rosas con su esposa Encarnación Ezcurra como líder. La clave del éxito de los últimos residirá en la capacidad de movilización de los sectores populares. CAMPAÑA DEL DESIERTO En la campaña del desierto de 1833 no se trataba de conquistar todo el territorio pampeano-patagónico, sino de asegurar las fronteras ya establecidas, que se hallaban en constante amenaza por grupos indígenas que no habían aceptado las negociaciones con el Estado porteño. Los pobladores criollos junto con los indios amigos defendían regularmente la frontera. El ejército comandado por Rosas además de un millar de reclutas incluían partidas de indios amigos. La expedición tuvo éxito al vencer y dominar a los indígenas enemigos y en mantener la moral y cohesión de sus fuerzas. Los éxitos de la campaña lograron ampliar el territorio, ampliar las fronteras y liberar numerosas cautivas cristianas. La derrota de los indios rebeldes consolidó el poder de los indios amigos que participaron en la campaña. A futuro Rosas logró el fortalecimiento de las relaciones con varios jefes militares que se convirtieron en sus principales aliados que lo ayudarían en su regreso al poder en 1835. De la campaña resultaron entre 1400 y más de 3000 indios muertos, 1000 prisioneros y numerosos cautivos fueron rescatados, pero más importante fue haber asegurado la frontera de Buenos Aires y permitir a sus pobladores la ocupación efectiva de un amplio territorio permitiendo un destacado crecimiento económico en la etapa siguiente. LA CRISIS DEL PARTIDO FEDERAL, LA MAZORCA Y LA REVOLUCIÓN DE LOS RESTAURADORES Encarnación tomó el liderazgo de los federales apostólicos fieles a Rosas que se enfrentaban a los doctrinarios, el papel d esta mujer fue excepcional teniendo en cuenta el contexto en el que las mujeres no tenían poder. Razones del liderazgo de Encarnación Ezcurra: 1. Por ser la esposa de Rosas quién se encontraba momentáneamente fuera de la ciudad. Mantenía una activa correspondencia con su esposa donde le aconsejaba en la mayoría de sus acciones, aunque también contaba con un grado de autonomía considerable en su accionar político, logrando subordinar a muchos poderosos. 2. Su capacidad de movilizar alrededor de sí un conglomerado de personas de diverso origen articulando un amplio abanico de agentes furiosamente rosistas. Buena parte de la batalla entre ambos bandos se dio a través de la prensa. Por parte de los apostólicos supieron crear periódicos dirigidos a grupos populares. Las elecciones de 1833 mostraron que el enfrentamiento abierto entre ambos grupos era difícil de frenar y gente de ambos bandos ya se preparaba para ello. En esos momentos Encarnación toma las riendas del bando apostólico denunciando la tibieza de los amigos ¨cagados¨ de su marido, es decir, la gente notable a quienes llamaba de esa manera. Ella se dedicó a organizar a los sectores más fieles y aguerridos en la defensa, los sectores bajos de la ciudad. El apoyo conseguido de los sectores subalternos requería de un trabajo constante, el otorgamiento de beneficios concretos y negociar con prácticas que eventualmente podían contradecir los intereses del sector social al que el gobernador pertenecía. El funcionamiento del sistema electoral se jugaba en el control de la mesa y en las influencias de quienes estaban presentes en ella y podían incidir en el voto de los electores. Esta capacidad de incidir en el voto que era público, se vinculaba con el temor a las personas de influencia que se hallaban presentes en el acto. En el clima de enfrentamiento de ambos bandos, el gobierno de Balcarce organizó un juicio contra algunos periódicos en el que se encontraba uno rosista. La propaganda rosista hizo creer que el juicio era contra el Restaurador y una pequeña multitud se concentró en la Plaza de la victoria para defender a Rosas y denostar al gobernador y sus seguidores. En la ciudad reinaba la confusión, en la campaña el apoyo a Rosas parecía imparable y sus defensores impidieron el ingreso de abastos a la ciudad logrando la renuncia de Balcarce por imposición de la Sala de Representantes. Los restauradores entraron victoriosos a la ciudad. La legislatura nombró como gobernador a una persona cercana a Rosas, Juan José Viamonte, pero Encarnación y sus seguidores no aceptaban una solución intermedia, querían el regreso de Rosas al poder. Los vencedores estaban envalentonados y se produjeron situaciones que escapaban al control de la elite rosista, las personas y propiedades de algunos de los principales líderes ¨cismáticos o doctrinarios¨ sufrieron afrentas y atentados que terminaron con varios exiliados. Para fines de 1833 se hizo pública la formación de la Sociedad Popular Restauradora von numerosos adherentes de diversos orígenes y sectores sociales, pero en el que jugaban un papel clave algunos actores intermedios con ascendiente popular. Ellos se encargaban de movilizar adherentes del ex gobernador para expresar públicamente su fidelidad a él y el repudio a sus enemigos. También iba a aparecer otra sociedad más informal, la Mazorca encargada de organizar atentados, amedrentando físicamente a opositores de Rosas, disparando sobre sus casas, golpeándolos en las calles y también produciendo algunos asesinatos políticos. EL ASESINATO DE FACUNDO QUIROGA Y LA VUELTA DE ROSAS AL PODER En 1835 Quiroga regresaba de una misión en Tucumán y Salta que le había encomendado el gobernador interino Maza con auspicio de Rosas. Al pasar por Barranca Yaco, Córdoba, fue asesinado por una partida enviada por los hermanos Reinafé quienes comandaban la provincia mediterránea con el apoyo de Estanislao López. En ese contexto la Legislatura propuso otra vez la gobernación a Rosas, ahora si con las facultades extraordinarias y la suma del poder público de la Legislatura y la Justicia.
GELMAN, J. 2009. Rosas Bajo Fuego. Los Franceses, Lavalle y La Rebelión de Los Estancieros. Capítulo 1 - "De La Crisis Del Orden Al Primer Sistema de Rosas"