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ESCUELA NORMAL SUPERIOR MAESTROS ARGENTINOS

UNIDAD CURRICULAR: ARGENTINA EN EL MUNDO


CONTEMPORANEO

PROFESORA: SAMANTA MAGALLANES

ALUMNA: LUCIA LOURDES CORONEL

FECHA: VIERNES 12 DE AGOSTO


“EL FEDERALISMO EN EL SIGLO XX”

Una vez declarada la independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata, se dio
comienzo en 1816 la discusión sobre la forma de gobierno a adoptar. Frente a las propuestas
republicanas, que habían impulsado las luchas de independencia, algunos plantearon la
posibilidad de establecer una nueva monarquía, convencidos de que ésta era la mejor forma de
gobierno para organizar los nuevos países. Varios revolucionarios, entre ellos Manuel Belgrano
y José de San Martín, pensaron en nombrar Rey a un Inca; esta propuesta de gobierno
monárquico fue rechazada por la mayoría, dado que se asociaba con la opresión y la injusticia
soportada sobre todo durante el último período del gobierno español. Tres años después
(1819), se sancionó una Constitución que, para establecer una forma de gobierno centralista,
fue rechazada por los representantes de las provincias, quienes defendían la forma federal de
gobierno. El conflicto terminó en un enfrentamiento armado (batalla de Cepeda, 1820), y la
disolución de la autoridad central: el Directorio. En las disputas por definir la forma que
adoptaría el nuevo gobierno, los sectores dominantes en cada provincia se fueron identificando
con dos proyectos políticos opuestos: el centralismo y el federalismo.

En este trabajo se hablará de como la gran figura de los caudillos, caracterizados y


juzgados como barbarie toman una importancia de gran magnitud posterior a la independencia
y que mediante guerras se fue definiendo con su accionar en el gobierno como es hoy: federal
con las autonomías provinciales

El grupo unitario (o centralista), que entre 1826 y 1827 se hizo cargo del gobierno
central, estaba constituido fundamentalmente por políticos, abogados, periodistas,
comerciantes y sectores militares de las distintas provincias. Proponían la construcción de un
gobierno central fuerte. De acuerdo con las ideas unitarias, las provincias, empobrecidas y
despobladas debían constituir gobiernos verdaderamente representativos con una real división
de poderes. Y, a su vez, debían quedar organizadas bajo la firme autoridad y control de un
gobierno central que garantizara la unidad política y económica de todo el territorio. Los
unitarios propusieron, desde un primer momento, la libertad de comercio y el librecambio.

El Grupo federal: La mayor oposición a los unitarios provino de los estancieros y otros
grandes propietarios rurales que se fueron identificando con un proyecto político federal. Éste
proponía la organización de un poder central que debía fundarse en el respeto por las
autonomías de las provincias.

En relación con el proyecto económico, existían claras diferencias entre las propuestas
de los federales de las provincias del centro, norte, litoral, y los de Buenos Aires. Las provincias
querían la redistribución de los ingresos aduaneros que manejaba Buenos Aires y la libre na-
vegación de los ríos interiores. Por su parte, los federales de Buenos Aires, también llamados
"autonomistas bonaerenses", encabezados por Rosas y sus partidarios, no estaban dispuestos
a ceder la ciudad y el puerto a la administración de un gobierno central.

La independencia afectó de un modo diverso a las diferentes economías regionales


construidas durante el orden colonial. El desmembramiento territorial del antiguo virreinato
implicó la destrucción de los antiguos circuitos comerciales, y produjo el estancamiento de las
regiones que comercializaban sus productos con Potosí y Chile. Por el contrario, la adopción
del libre comercio posibilitó el desarrollo de la región pampeana y el fortalecimiento de los

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grupos de propietarios de Buenos Aires. Este crecimiento estuvo ligado al aumento de la


demanda de productos de origen rural (cueros, carnes saladas, grasas, etc.) desde otros
países y a los beneficios que dejaban la importación y la comercialización en las distintas
provincias de las mercancías inglesas y europeas en general. Desde fines del siglo XVIII, el
puerto de Buenos Aires concentraba la mayor parte del intercambio comercial con el exterior. El
aumento constante de esta actividad permitió que los sectores sociales, cuyos intereses
económicos estaban radicados en la provincia de Buenos Aires, se fueran organizando. Tal
situación, sumada al control y al manejo de los beneficios proporcionados por la Aduana,
acrecentó las diferencias entre los grupos dominantes de Buenos Aires y los de las demás
provincias. De acuerdo con sus intereses, los primeros pasaron a defender, luego de la
independencia, el control de esos ingresos por parte del gobierno de su provincia. Por su parte,
los sectores dominantes del resto del país buscaban su redistribución. A ese reclamo, los
grupos propietarios de las provincias del litoral (Santa Fe, Corrientes y Entre Ríos) sumaron el
de la libre navegación de los ríos Paraná y Uruguay, es decir, que los barcos extranjeros
pudieran navegar y comerciar libremente a través de los puertos establecidos a las márgenes
de los ríos interiores, sin pagar aranceles a la Aduana de Buenos Aires; los grupos productores
de manufacturas cuestionaban las políticas que se habían adoptado luego de la revolución, y
defendían la necesidad de aplicar aranceles que protegieran su producción de la competencia
británica.

Otros personajes importantes en este contexto son Los caudillos. Eran líderes que se
habían destacado en el campo de batalla durante las guerras de independencia, y que sumaron
a su prestigio en las regiones en las cuales habitaban, enormes extensiones de tierras y una
creciente autoridad política. En la mayoría de los casos, los caudillos identificaban sus
intereses materiales con los de su localidad o región, e intentaban influir en la forma de
organizar las Provincias Unidas del Río de la Plata, tales fueron los casos de Juan Bustos en
Córdoba, Estanislao López en Santa Fe, Facundo Quiroga en La Rioja, o Juan Manuel de
Rosas en Buenos Aires. Generalmente, los caudillos provenían de familias que habían sido
poderosas durante la época colonial, propietarios de tierras o con cargos militares, como Juan
Manuel de Rosas o Estanislao López. Peones de estancia y gauchos integraban las milicias de
los caudillos y eran movilizados detrás de los conflictos de sus patrones, quienes los protegían
a cambio de lealtad y servicio y eran vistos como protectores y proveedores de trabajo,
alimento y vivienda. Su poder y autoridad tenían diversos orígenes; eran líderes que provenían
de familias que habían sido poderosas durante la época colonial y se habían destacado en los
campos de batalla durante las guerras de independencia. A su vez eran propietarios de
enormes extensiones de tierras. Contaban además con el apoyo de las clases acomodadas
(que veían en ellos la posibilidad del orden y la estabilidad) y la adhesión de los sectores
populares. La herramienta clave del poder de los caudillos radicaba en su fuerza militar, a
través de sus milicias rurales, integradas por los peones de estancia y gauchos que eran
movilizados detrás de los conflictos de sus patrones, quienes los protegían a cambio de lealtad
y servicio. La preponderancia del caudillaje fue un fenómeno que estuvo unido a una fuerte
militarización de la sociedad, proceso que se había iniciado con las guerras de independencia,
pero que las contiendas internas extenderían a todos los sectores sociales.

En el contexto de los duros enfrentamientos que tiñen la historia argentina a lo largo del
siglo XIX, en la Provincia de Buenos Aires un poderoso caudillo, Juan Manuel de Rosas toma
protagonismo, un poder que nunca se la había autorizado a ninguna figura antes tras otorgarle
"Facultades Extraordinarias", y llevando a cabo el plan de conservar la delegación de las

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relaciones exteriores por parte de las demás provincias. Luego de vencer por las armas a los
sectores unitarios de la provincia y de demostrar el poder de movilización de amplios sectores
de la población rural, fue elegido elector gobernador en 1829. Rosas se identificó con la causa
federal y gobernó la provincia ininterrumpidamente por 17 años con un estilo violento y
autoritario, lo cual se encuentra contextualizado en la violencia que, como vimos, caracteriza a
las décadas posteriores a 1810.

En 1835, en medio de esta anarquía, Juan Manuel de Rosas fue elegido gobernador de
Buenos Aires, con el agregado de tener la "Suma del Poder Público" — los 3 poderes del
Estado resumidos en su persona. Un posterior plebiscito popular legitimó en forma amplia su
designación. Inició una política económica proteccionista, aunque sin fomentar explícitamente
nuevas industrias, y hubo una cierta regresión en la educación popular. Con sus atribuciones
inició un régimen dictatorial que se caracterizó por la persecución de los opositores — unitarios,
federales "cismáticos", ciertos extranjeros, y ciertos intelectuales — que en muchos casos
fueron ejecutados o asesinados, u optaron por exiliarse en países limítrofes. Su política
centralista generó sublevaciones en su contra en el Interior del país, y su autoritarismo genera
la oposición de la "Generación del 37", grupo de jóvenes intelectuales.

Entre 1838 y 1840, Rosas resistió el Bloqueo Francés, establecido con la excusa de
supuesta discriminación a ciudadanos franceses. Una vez levantado éste, venció a la poderosa
Coalición de las provincias del Norte, y sitió Montevideo entre 1843 y 1851, ayudando al ex
presidente uruguayo Manuel Oribe, derrocado en su país. Además, resiste de forma admirable
el Bloqueo Anglo-Francés desde 1845 a 1848 y logró aplastar una última sublevación de la
provincia de Corrientes.

En sus últimos años de gobierno, las renuncias de Rosas se repitieron simbólicamente;


el caudillo entrerriano Justo José de Urquiza aceptó una de ellas con su denominado
"Pronunciamiento" y decidió asumir él mismo las Relaciones Exteriores de su provincia. El
caudillo porteño reaccionó con furiosas invectivas, pero su reacción militar fue insuficiente: se
enfrentaron en la Batalla de Caseros el 3 de febrero de 1852. En esta batalla, la más grande de
la historia sudamericana, el Ejército Grande, formado por el ejército de Urquiza, tropas de Entre
Ríos y Corrientes, exiliados del régimen, uruguayos y brasileños, derrotó a los miles de
soldados del ejército federal. Tras este hecho, Juan Manuel de Rosas inició su exilio en
Inglaterra.

Justo José de Urquiza lideró el país, aunque no pudo evitar la separación del "estado de
Buenos Aires". En 1853, tras la separación de la Provincia de Buenos Aires, la Confederación
sancionó la Constitución, con ideas federales, republicanas y liberales. Con la oposición de
Buenos Aires, que se regía como un estado independiente, Urquiza organizó el Congreso
Constituyente de Santa Fe de 1853, que aprobó una Constitución de carácter republicano,
representativo y federal, elaborada según un modelo de Juan Bautista Alberdi. Urquiza fue
proclamado presidente de la Confederación. La economía de la Confederación se vería
afectada por la separación de Buenos Aires, por lo que intentó unirla por medios bélicos. Tras
la Batalla de Cepeda (1859) y la Batalla de Pavón, de 1861, se logró la unión del país.

Conclusión:

De 1829 a 1832 y de 1835 a 1852 gobernó Buenos Aires Juan Manuel Rosas. Conocido
como el gran dictador, fue sin dudas un poderoso estanciero y un caudillo político, que
representó los intereses porteños. Ejerció una dictadura y demoró mientras estuvo al poder la

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organización nacional con el argumento de que el país no estaba preparado. Si bien se lo


conoció como el Restaurador de las Leyes, solo sancionó dos leyes en sus años de gobierno.

Rosas tuvo movimientos de resistencia en casi todo el país, protagonizados por


unitarios y federales liberales. Montevideo fue el centro de esa conspiración, cuyos métodos
eran el terrorismo, el asesinato, el fraude, la unión con el extranjero, confiscaciones. Los
opositores sentenciaron a Rosas a gobernar sin un día de tranquilidad. Su fracaso se debió a la
falta de unidad en su coordinación y a la diversidad de tendencias que participaron. En su
mayoría recurrieron al apoyo extranjero, lo que les acarreó desprestigio frente al caudillo
porteño que se mostraba como defensor de la soberanía nacional. Estos solo tuvieron éxito
cuando se unieron para luchar contra el dictador.

La oposición fue perseguida y ejecutada durante 15 años en el poder. Los unitarios, con
imprudentes golpes de estado, con medidas, arbitrarias, con su recurso a los actos habilidosos,
crearon el clima propicio al desprecio por la ley. Fueron éstos quienes tildaron a Rosas como el
personaje más siniestro del siglo XIX Rosas hizo cosas buenas y cosas malas; pero ¿Por qué
nunca intentó organizar al país? En todo el tiempo que gobernó ¿nunca se podría haber hecho
una constitución? Rosas se equivocó al haber rehusado a su pueblo a un régimen estable y
organizado.

Por otro lado, debe remarcarse la intención de ejercer una economía proteccionista y
favorecer a las industrias locales. Aunque es verdad que siempre terminó actuando con los
intereses de Buenos Aires (Ej: La ley de Aduana). También defendió enérgicamente la
soberanía nacional ante las pretensiones extranjeras de disponer libre tránsito en ríos
nacionales, y nunca dejó de reclamar la devolución de las islas Malvinas por parte de
Inglaterra. Rosas persiguió y castigó a los unitarios, catalogándolos de salvajes, mientras su
gobierno no tuvo nada de federal, centralizó el poder en Buenos Aires, y otorgó a esta provincia
el manejo de los fondos de la Aduana. Además, las provincias respondían a él, ya que sus
respectivos gobernadores habían sido elegidos por Rosas.

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