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Juan Manuel de Rosas se incorporó muy joven al ejército que hizo frente a la segunda
invasión británica de Argentina, pero no intervino en las luchas por la independencia.
Retirado al campo, se convirtió en un gran propietario ganadero de la Pampa, organizando
en su estancia un ejército personal para combatir a los indios, ajeno en un principio a los
enfrentamientos civiles entre unitaristas y federalistas que habían de marcar las primeras
décadas de la Argentina independiente.
En 1828, al ser derrocado y ejecutado por los unitarios el gobernador de Buenos Aires,
Manuel Dorrego, Juan Manuel de Rosas encabezó un levantamiento popular que triunfó en
Buenos Aires y en el resto del litoral, mientras que las provincias del interior permanecían en
el campo unitario. Tras ser capturado el general unitario José María Paz, el interior fue
reconquistado y Argentina volvió a la unidad bajo la égida de los caudillos federalistas Juan
Manuel de Rosas, Estanislao López y Facundo Quiroga.
Entre 1829 y 1832 ejerció como gobernador de Buenos Aires, puesto al que renunció por no
concedérsele poderes absolutos. Dejó el cargo a un hombre de su confianza, Balcarce,
aunque Rosas siguió dominando la situación como comandante en jefe del ejército.
Nuevamente gobernador de Buenos Aires en 1835, ahora con plenos poderes, Rosas tuvo
que hacer frente al malestar provocado por el bloqueo de la armada francesa (1837) y al
enfrentamiento con la Confederación Perú-boliviana.
Con el apoyo francés, el unitarista Juan Lavalle organizó un ejército de descontentos que
avanzó hacia Buenos Aires. Sin embargo, Rosas, tras lograr un tratado con Francia, pudo
reconquistar el interior, donde nombró gobernadores adictos. De este modo, en 1842
alcanzó un poder absoluto sobre el territorio nacional, se autoproclamó «tirano ungido por
Dios para salvar a la patria» y disolvió la Cámara de Representantes. Apoyándose en las
masas federales (campesinos, gauchos, negros), organizó el Partido Restaurador Apostólico y
mantuvo al país en una perenne cruzada contra los unitarios, exterminando a sus enemigos.