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PANFLETO DE KRONBORG

Jesús del Campo

Acantilado

Precedente de los Essais de Montaigne, autor del que se habla tanto en este libro,
algunos autores españoles crearon un nuevo tipo de texto que, a medio camino entre el
compendio y la miscelánea, compusieron a partir de una simple regla: discurrir a lo
libre. Es decir, una escritura de ideas, detalles, anécdotas y erudición. Lo mismo puede
decirse de Panfleto de Kronborg. Su autor, Jesús del Campo, escribe sobre un gran
número de temas, discurre a lo libre y con ello consigue, más que un ensayo, un libro de
historia, literatura, música… Un libro de cultura, en definitiva.

La voz de Jesús del Campo, si bien por ideas quiere alejarse de lo barroco, acaba siendo
un ejemplo de postura barroca: entre el humor, la coincidencia, los paralelismos y la
crítica, el texto toma una postura irónica frente a la realidad, en el sentido de toma de
distancia, que termina por componer una descripción singular sobre diversos temas. Bob
Dylan, Cervantes, Montaigne y Hamlet son algunos de ellos. En las páginas de este
libro es posible recorrer, de manera indirecta, lo que debe haber sido la formación de
Jesús del Campo. Resulta sumamente interesante e inteligente comprobar cómo la
mezcla de referentes y las propias experiencias (viajes, conciertos, la televisión) crean
nuestra postura ante el mundo. Es así como ocurre siempre: todos somos resultados de
una mezcla que no respeta categorías ni periodos históricos. En nuestra cabeza se juntan
los Rolling Stones con el Quijote. Estas referencias nos dicen algo. Los auténtico y
singular de cada individuo se revela por medio de los libros y las canciones que han
escrito y compuesto los demás. Lo propio nace a partir de lo ajeno, parece decir Jesús
del Campo. Hay que interpretarse a uno mismo, preguntarse por qué nos interesa este
libro, este músico, y es a través de esta interrogación silenciosa como logramos elaborar
nuestro discurso.

Si me he detenido en el método del libro es por su novedad. En cierta forma, es una


variante del ensayo que podría llamarse, por utilizar la misma expresión de Jesús del
Campo, panfleto. Es decir, acumulación de pensamientos, ideas que se elaboran de
forma circular, ampliándose a medida que reaparecen, como en el Bolero de Ravel. Un
método musical, por lo tanto.
También se discute sobre fútbol y política. Otro ejercicio interesante: leer cosas con las
que uno no está de acuerdo, pero, al mismo tiempo, encontrarlas estimulantes. Por eso,
no dejaba de pensar en que la Holanda de Cruyff de la que habla del Campo, poco tiene
que ver con la de la final del Mundial del 2010. Los holandeses dieron tantas patadas
que parecían la selección italiana. Irónicamente, fue España la que jugó al pase y al
espacio, la que encarnó esos valores del deporte que tanto se acercan a la belleza (para
quien la sepa captar más allá de los bramidos de los estadios y los futbolistas
millonarios, tan difícil de captar ahora que lo pienso). La cultura de nuestro país, y esta
sería el principal comentario que podría suscitar el Panfleto de Kronborg, presenta
siempre lo risible al lado de lo melancólico, el talento junto a lo estúpido, por utilizar el
binomio del autor. Ironía, locura, obsesión por la literatura, gestos barrocos. Este
panfleto estimula el propio pensamiento. Es, a su vez, un referente que nos invita a
juzgar la realidad jugando este libro. La verdad es que los mejores libros son aquellos
que hablan de otros libros.

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