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BARROCO
CURSO 2021/2022
IMPLICACIONES SOCIO-LITERARIAS DEL CONCEPTO DE CRISIS EN EL
SIGLO XVII
En la Edad Barroca aparece una conciencia de crisis y malestar que no solo se padece sino sobre
la que se reflexiona. Los problemas por los que pasa España y sus posibles soluciones aparecen
en los escritos de multitud de autores. Aparece la figura del arbitrista, que será ridiculizado por
la literatura, y que se dedica a detectar los males del país y proponer remedios convenientes.
En la literatura del siglo XVII late constantemente o la miseria de ser converso, como el caso de
Mateo Alemán, o el odio antisemita, como el caso de Quevedo.
Dado que muchos poetas dependen a menudo del mecenazgo de los nobles, como Lope de Vega
o Quevedo, que desempeñan funciones de secretarios, encontramos en prólogos y dedicatorias
elogios lisonjeros a mecenas y protectores. En cambio, en la literatura popular se exalta
fundamentalmente la figura del monarca.
La literatura se ve plagada de alusiones al debilitamiento que sufre la burguesía y el pueblo llano.
Producto de la situación social es la depreciación de la realidad. Las alusiones a la vida como
sueño son una constante barroca. La realidad pasa a ser una fantasía imaginada por el sujeto
que escribe. Se percibe una tendencia al empirismo.
En el teatro se incorpora el estilo italiano, con preferencia en el juego de engaño-desengaño.
Trata de provocar en el público el sentimiento de crisis de la realidad. La situación de crisis social
impregna todo el arte barroco. Para el artista el mundo solo es representable desde una
perspectiva irremediablemente subjetiva.
Los descubrimientos de Copérnico y Galileo influyeron en las creaciones artísticas del siglo XVII.
Aparece un sentimiento de ser algo diminuto e insignificante, y el orgullo de percatarse de ello.
A estos descubrimientos, se une la presión social y los conflictos con el mundo exterior, que
provocan que el hombre barroco se aísle del entorno opresor, y que desencadena soliloquios
dramáticos que tratan de resolver literariamente las luchas internas del individuo.
El conjunto de circunstancias viene a dar con una doctrina que tenía larga vida en la tradición
hispánica: el estoicismo. El héroe de esta época no busca la autoría de gestas sino la ataraxia.
Tal como pretendía Aldana, la conquista más importante es la del “hombre interior”.
El hombre barroco se fija en los humildes objetos que le rodean, se fija en los placeres epicúreos.
Todo se reduce a un descubrimiento estético de las pequeñas realidades. Entre los poetas
andaluces destaca el interés por las flores, por ejemplo.
La búsqueda de la “libertad, paz y quietud” lleva a la exaltación de la aurea mediocritas, que se
dirige a un lector intelectual capaz de saborear los placeres de la lectura, la amistad, el hogar y
las bellezas del arte y de la naturaleza.
Las constantes reflexiones sobre la muerte son expresiones de un vitalismo angustiado. Para el
autor Barroco la muerte se convierte en una liberación de los males que acarrea su existencia,
un concepto también tradicional en la religiosidad católica. En todas las reflexiones barrocas
sobre el tiempo y la muerte hay un tono de amargura, pues el autor no está libre de la angustia
ante el último enigma.
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EL TÉRMINO BARROCO Y LA PERIODIZACIÓN DE LA HISTORIA LITERARIA
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Luego encontramos las Novelas ejemplares que son una compilación de diferentes novelas y que
se dividen en tres grupos:
Las novelas idealistas, que son las menos interesantes y las más estereotipadas. Sus
protagonistas son planos, adornados con todas las gracias imaginables. Transcurren a veces
fuera de España y siguen fielmente la técnica italiana. La observación de la realidad es
prácticamente inexistente. De este estilo son: El amante liberal, La señora Cornelia, Las dos
doncellas, La española inglesa y La fuerza de la sangre.
Las novelas ideorrealistas, pese a desarrollarse en ambientes aptos para la plasmación de la
realidad social de su tiempo: un mesón toledano y una tribu de gitanos, se mueven aún en un
mundo idealizado. Este grupo de relatos goza de una trama bien desarrollada, compleja y a la
manera italiana, aunque están nacionalizadas y con una cierta observación de la realidad. En
este grupo encontramos: La gitanilla, La ilustre fregona, El casamiento engañoso y El celoso
extremeño, que es sin duda la mejor de esta serie, pues combina de forma casi perfecta la gracia
del cuento boccacciesco nacionalizado y la aguda observación de caracteres y personajes.
Por último, encontramos las novelas realistas, y que podríamos calificar de textos de “denuncia
social”. Las tres novelas que constituyen este grupo son una acusación a la sociedad
contemporánea que tiene plena validez en otros tiempos y lugares. En ellas Cervantes nos
muestra el mundo al revés. Este grupo lo forman: Rinconete y Cortadillo, El coloquio de los perros
y El licenciado Vidriera. La tía fingida aparece en el códice de Porras junto a los otros tres textos,
y aunque algunos se la atribuyen a Cervantes, no está confirmado.
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de sentirse injustamente discriminado. El pesimismo de Guzmán viene también de la convicción
de que el género humano está corrupto, sumado a las experiencias poco gratificantes de su
trayectoria vital.
La pícara Justina con atribución dudosa a Francisco López de Úbeda, es la primera obra pícara
en la que se incorpora un personaje femenino como protagonista. Esta obra ya no sigue el estilo
del pensamiento picaresco. El autor tiene más interés en divertir al lector que en dar lecciones
de moral. El tono de la obra es menos sermoneador que el del Guzmán y abundan las reflexiones
picantes. Pese a los defectos de la obra, se le ha de reconocer una extraordinaria riqueza
lingüística y un intento de innovación.
En La hija de la Celestina de Salas Barbadillo, de nuevo la protagonista es una mujer, cuya
filiación no tiene que ver con la Celestina de Rojas, sino que es hija de una esclava de Granada a
la que se conoce con el apodo de «Celestina». El tono de la novela difiere de lo habitual del
género, pues el tema gira en torno a los poderes eróticos de su protagonista, Elena. El autor se
ve obligado, por inscribir la novela en el género de la picaresca, a hablar de su intención
moralizante en el prólogo. Una lección moral que termina con la muerte por ahogamiento de la
protagonista, y que no aparece en ninguna otra parte de la novela. Además está escrita en forma
de diálogo, por lo que no se atiene a la estructura autobiográfica del género.
La novela de la Vida del escudero Marcos de Obregón, de Vicente Espinel se divide en tres partes
llamadas «relaciones», cada una de las cuales consta de varios capítulos a los que el autor llama
«descansos». Es una novela controvertida, dado que hay duda sobre si pertenece al género de
la picaresca o no. Y aunque a primera vista parece que sí, un análisis más detenido revela
discrepancias. La visión de la vida que nos ofrece esta novela no es agria y pesimista, sino más
bien risueña y optimista. El protagonista no es un ser maleado por la sociedad y no siempre
fracasa. A pesar de estos detalles, comparte con la picaresca la inmensa mayoría del material
narrativo que se expone en la obra. La obra tiene un carácter moralizante, aunque al criticar los
defectos y vicios, lo hace con benevolencia. La prosa de la novela es clara, de fácil asimilación
para el lector que, aunque no prescinde de adornos retóricos y juegos conceptuales, sabe
combinarlos de forma que no entorpezca la lectura.
La Segunda parte del Lazarillo de Tormes de H. de Luna se edita en París en 1620. Aunque
aparece a nombre de H. de Luna, su autor fue Juan de Luna. La novela utiliza el recurso literario
de hacer creer al lector que los hechos narrados no los inventa el autor, sino que han sido
extraídos de una crónica. Vuelve al realismo del modelo, con un tono mucho más bronco y una
sátira más mordaz. En la novela se ataca con dureza al clero y la Inquisición. Su prosa es tan
sencilla y ágil, que facilita la asimilación del relato, incluso para el lector moderno.
A través de las novelas de Castillo Solórzano, uno de los prosistas más ingeniosos del siglo XVII,
y que se inicia en el género con Las harpías de Madrid y coche de las estafas, asistimos a la
desintegración del género picaresco, con la lenta difuminación de los límites que lo separan de
otras tendencias literarias. Sus novelas mantienen el tono picaresco, pero la finalidad
moralizante va desapareciendo.
En la Vida y hechos de Estebanillo González, nos encontramos ante unas memorias burlescas, en
calidad de testigo de algunos acontecimientos clave de la política europea del momento. Una
novela que se aparta bastante de las primeras muestras del género picaresco, en la que
desaparecen dos de los grandes rasgos del género: la intención satírica y la finalidad didáctica.
Es una narración de un bufón aventurero que se divierte ridiculizando algunos de los episodios
vividos. El hecho de que el narrador insista con frecuencia de que lo que nos cuenta es su vida
propia, crea una completa identidad, aunque solo fuera a nivel de ficción, entre el autor, el
narrador y el protagonista.
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PRINCIPALES AUTORES Y OBRAS DEL GÉNERO BARROCO DE LA NOVELA
CORTA
Con la publicación de las Novelas ejemplares de Cervantes (1613), se inicia en España un género
muy utilizado que llenará todo el siglo XVII. En España, se trata de una narrativa que mezcla
elementos narrativos con los picarescos, costumbristas, didácticos, pastoriles y satíricos.
Hay una enorme variedad y una marcada indefinición en algunos aspectos básicos que impiden
establecer unos límites precisos.
Son relatos breves, cuyo escenario suele ser una ciudad popular. Sus personajes, por lo general,
pertenecen a clases elevadas (hidalgos, damas y caballeros). Y su concepto principal es el amor.
Con un tono habitualmente desenvuelto, que raya a veces la procacidad. Aunque no suelen estar
presentes personajes de ínfimo estrato social, que sí aparecen en la picaresca.
Amezúa señala dos concepciones distintas del amor en la novela corta italiana: el primero es un
amor casto e idealizado, pero que casi siempre acaba a la tentación; el segundo, es un amor
sensual, libidinoso, lascivo. En las novelas españolas predomina el primer tipo. El amor deja de
ser platónico y metafísico, para hacerse carnal y tangible. Además de estar marcadas por una
intención didáctica.
El honor, el orgullo del linaje, la honra familiar y la dignidad de las propias acciones, pasan a ser
otros sentimientos esenciales de la trama.
A pesar de la gran dosis de fantasía, la novela corta es un reflejo de las costumbres, gustos, ideas
y perjuicios de la sociedad del momento.
Las novelas de este género suelen tener una estructura con tendencia a la miscelánea.
ALONSO JERÓNIMO DE SALAS BARBADILLO escribe una serie de novelas breves en las que se
mezclan los cuadros de costumbres y el relato cortesano, con injertos de matices picarescos y
satíricos. Son libros llenos de ingenio y buen humor. Entre sus novelas cortas, hay que destacar:
El caballero puntual: con una evidente influencia del Quijote. Su protagonista, Juan de
Toledo, es un infeliz que se cree noble y poderoso, y se comporta como tal.
El sagaz Estacio, marido examinado: escrito de forma dialogada. Es una obra que deriva
hacia lo moralizante, pero a su vez es un extraordinario documento de las costumbres
de la época.
El sutil cordobés Pedro de Urdemalas: al igual que Cervantes, la novela se basa en el
famoso personaje folclórico Pedro de Urdemalas. Es una novela con trazas picarescas.
Abundan los versos.
Don Diego de Noche: es una de las mejores novelas de este tipo. Relata 9 aventuras que
le suceden a don Diego, una cada noche, que por ellas mismas ya valen como historias
independientes, pero que están unidas con gran gracia y habilidad entre sí. A la virtud
de las historias se le une un epistolario satírico y jocoso, al estilo de Quevedo.
ALONSO DE CASTILLO SOLÓRZANO escribe gran cantidad de novelas cortesanas al estilo
boccacciesco. En ellas predomina el amor y la aventura, siguiendo las líneas generales italianas.
Entre sus novelas más destacadas encontramos:
Tardes entretenidas: que abarca una serie de relatos como: El amor en la venganza, La
fantasma de Valencia, Engañar con la verdad, etc. Son obras galantes, de grata lectura,
idealizantes y llenas de color. Las situaciones que se plantean siempre derivan hacia un
desenlace feliz.
Jornadas alegres: doña Lorenza ha de viajar de Madrid a Talavera de la Reina, al estar
embarazada hace el viaje en 5 jornadas. Sus acompañantes le cuentan 5 relatos para
aliviar el viaje. Su estilo está en la misma línea que las Tardes.
Noches de placer: es una serie de doce novelas. Cada una de ellas dedicada a un ilustre
caballero (distinto en cada uno de los casos). Es la más extraña de sus colecciones,
aunque no se pierde su gracia y agilidad.
Fiestas del jardín: cierran la serie. Incluye 4 novelitas y 3 comedias. En las novelitas se
analiza sobre todo la sicología femenina.
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GONZALO DE CÉSPEDES Y MENESES hay que distinguir su doble faceta como escritor, la de
historiador y la de novelista. En su producción demuestra ser un hábil narrador, imaginativo y
variado, con un exceso de artificio y cierto afán cultista.
Historias peregrinas y ejemplares: contiene un total de 6 novelas cortas. En cada una de
ellas se narra una aventura de amor, desarrollada cada una en una ciudad distinta. En
cada inicio de trama se incluye un capítulo titulado Origen, fundamento y antigüedad
en la que se hace elogio de la ciudad que le sirve de marco de la trama.
Poema trágico del español Gerardo y desengaño del amor lascivo: es una novela
autobiográfica en buena medida, en la que se extrae una lección barroca de desencanto.
La obra consta de 2 partes, cada una dividida en tres libros. Abundan los tipos, motivos
y ambientes propios de la novela cortesana.
Varia fortuna del soldado Píndaro: es una mezcla de novela picaresca y de aventuras,
donde se usa la técnica biográfica. Sigue el gusto de Céspedes por lo truculento y
morboso.
MARÍA DE ZAYAS Y SOTOMAYOR su producción literaria está rodeada de una aureola de
feminismo. Sus novelas suponen un paso más en la recreación de las aventuras amorosas. Usa
una gran libertad en las descripciones, que con frecuencia rozan lo mórbido y sensual. Potencia
al máximo la vertiente histórica de la novela cortesana. Con una obsesión por presentar los
relatos como hechos históricos. Su producción se recoge en dos libros:
Novelas amorosas y ejemplares: son diez novelas en total, la mayor parte muy breves:
Aventura perdiendo, El castigo de la miseria, El prevenido engaño, etc.
Desengaños amorosos: también consta de diez historias: La más infame venganza, La
esclava de su amante, El verdugo de su esposa, etc.
En los dos libros hay que destacar el carácter sensual, refinado, romántico y pretendidamente
realista de los relatos. Con un análisis profundo y detallado del personaje, sobre todo de las
protagonistas femeninas.
JUAN PÉREZ DE MONTALBÁN sus novelas repiten todos los motivos del género: amores
apasionados en un marco galante, aventuras fantásticas, etc. Junto a María de Zayas es
considerado uno de los autores más macabros del siglo XVII. Se le considera precursor del
romanticismo. El autor no pretende moralizar con sus novelas Sus relatos breves al estilo italiano
se recogen en:
Sucesos y prodigios de amor en ocho novelas ejemplares
CRISTÓBAL LOZANO narrador de rasgos prerrománticos. También le atraía el morbo. Gran
intención moralizante.
Soledades de la vida y desengaños del mundo: el protagonista es un estudiante, que
cansado de sufrir la desilusión por la escasa fortuna de sus amores, se retira a la vida
monacal. En la obra impera el pesimismo y el desengaño. Mezcla el verso y la prosa.
TIRSO DE MOLINA de prosa ágil y animada, sabe imprimir a las tramas el punto justo de picardía
que es del agrado del lector.
Los cigarrales de Toledo: es una obra primeriza que incluye una serie de fábulas,
cuentos, versos y tres comedias. Una de las cuales tiene un valor subrayado Los tres
maridos burlados, con un relato extremadamente gracioso.
Deleitar aprovechando: obra en la que domina la preocupación religiosa y que persigue
la formación del lector.
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valores dominantes de la sociedad de la época. En su obra no se aprecia el resquemor o la
angustia que sí encontramos en autores de origen converso.
De pequeño, asistió al estudio de Vicente Espinel y su formación se completó con los jesuitas.
Más tarde entró al servicio del obispo de Ávila e inició estudios universitarios en Alcalá, pero no
llegó a concluirlos debido a unos amoríos juveniles.
Participó en la expedición contra las islas Terceras mandada por el marqué de Santa Cruz. Al
volver, empieza una relación de amante con Elena Osorio, hija del autor Jerónimo Velázquez.
Las relaciones entre los amantes fueron conflictivas. Lope pagaba los encuentros con la joven,
que estaba casada, entregando comedias a su padre. Sus amores y posterior ruptura dieron
origen a una larga serie de textos literarios, que van desde la lírica del romancero a una narración
incluida en las Novelas a Marcia Leonarda, pasando por el teatro, con la comedia Belardo el
furioso.
Al romper con Elena, empieza a componer una serie de sátiras contra la familia Velázquez, que
lo lleva a la cárcel de donde sale condenado a 8 años de destierro de la Corte y dos del reino.
Antes de salir de Madrid rapta, con su consentimiento, a Isabel de Urbina, hermana de un
regidor de Madrid y rey de armas, y a la que apoda Belisa en sus versos. Con ella se establece
en Valencia, seguramente atraído por la intensa vida teatral de la ciudad. Sus romances
empiezan a ser reproducidos como anónimos en las Flores y cancioneros que se editan por
aquellos años.
En 1590 vuelve a Castilla y entra al servicio del duque de Alba. Con él se traslada a vivir a Alba
de Tormes, donde vive los 5 años que está bajo su servicio. El 1594 muere su mujer. Un año más
tarde deja Alba de Tormes y consigue que los Velázquez retiren la demanda y lo perdonen. Sin
duda, Jerónimo Velázquez pretendía que Lope volviera a escribir para él. En 1596, en Madrid es
procesado por amancebamiento con Antonia de Trillo.
En 1598 se casa con Juana de Guardo. En ese mismo año publica La Arcadia con el escudo de los
Carpio en la portada.
Lope escribió versos amorosos a Micaela de Luján, bajo el seudónimo de Camila Lucinda.
Micaela era una famosa comedianta de la época, mujer de Diego Díaz, muerto en el Perú en
1603. Lope vivió en Sevilla con Micaela con quien tuvo 5 hijos, pero su casa oficial estaba en
Toledo, con Juana de Guardo, con la que tuvo dos hijas y un hijo: Carlos Félix. Durante esos años
publica La hermosura de Angélica y las Rimas (1602), y El peregrino en su patria (1604), novela
a la que acompaña una serie de comedias.
En 1610 se instala en Madrid, donde vive hasta su muerte. En 1613 muere su hijo predilecto
Carlos Félix y su mujer Juana de Guardo, lo que le lleva a entrar en una profunda crisis y
ordenarse sacerdote en 1614. De ese mismo año es la publicación de sus Rimas sacras.
Desde 1605 servía al duque de Sessa como secretario en las trapisondas amorosas. Lope escribía
las cartas para las amantes de su señor y le conseguía los favores amorosos. De este “trabajo”
dependía en mayor parte su sustento.
En 1616, sobreviene el último gran amor del poeta: Marta de Nevares, llamada en los poemas
Marcia Leonarda o Amarilis. Marta estaba casada con Roque Hernández, el cual murió debido a
los disgustos provocados por los amantes. Con ella tuvo una hija: Antonia Clara.
Los hijos del poeta fueron creciendo y la familia se fue desmembrando. Sus últimos años
estuvieron marcados por la soledad y las estrecheces económicas. El 27 de agosto de 1635 moría
el poeta. El duque de Sessa costeó el entierro y las honras fúnebres que duraron nueve días. Sin
embargo, la sociedad de la época no perdonaría la vida que había llevado el poeta, ni después
de muerto.
Lope fue el literato que más ha escrito en la historia del mundo. Su capacidad inverosímil para
crear, le llevó a abarcar todos los géneros literarios: el teatro, la lírica popular y culta, la épica
heroica y burlesca, y la novela en sus tres grandes variantes de la época: bizantina, pastoril y la
novela corta.
Los dramas que escribió deben andar en torno a los mil quinientos (incluidos los autos) de las
que nos quedan unas cuatrocientas.
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LA NARRATIVA DE LOPE DE VEGA (COMENTE ESPECIALMENTE SUS OBRAS
PRINCIPALES, COMO LAS NOVELAS A MARCIA LEONARDA)
En su afán por abarcar todos los géneros de la época, Lope de Vega tanteó con las variantes del
género de la novela de la época: la pastoril, pastoril de tema sacro, bizantina y novela corta. De
cada género no dejó ninguna muestra, excepto de la novela corta, cuyos cuatro ejemplares
constituyen una sola serie.
LA ARCADIA: novela pastoril. Cada uno de los pastores que aparecen en la novela es
uno de los amigos de Lope en el palacio del duque de Alba. La larga secuencia de
desdichas se sucede de manera mecánica. El protagonista, Anfriso (reflejo del duque de
Alba), ve gracias a la magia, una aparente infidelidad de su amante. A partir de esta
mentira, los enamorados caminarán por sendos caminos hasta separarse de forma
definitiva. El protagonista, acabará retirándose del mundo para dedicarse al estudio y al
arte. Seguramente lo mejor del libro son sus versos, aunque también encontramos
poemas lamentables. Hay que destacar el sentimiento del paisaje, que sigue los cánones
exigidos por el género.
EL PEREGRINO EN SU PATRIA: novela de aventuras, comúnmente denominada
bizantina. La acción de la novela transcurre durante el año santo de 1600, y se desarrolla
en torno a los grandes centros marianos españoles (Montserrat, El Pilar y Guadalupe).
De la novela destacan las inserciones poéticas, de las que destacan cuatro autos
sacramentales: El viejo del alma, Las bodas del alma y el amor divino, La maya y El hijo
pródigo.
PASTORES DE BELÉN: dedicada a su hijo muerto Carlos Félix, el autor define su obra
como «prosas y versos al Niño Dios». En la dedicatoria del libro podemos ver como tema
el desengaño, donde parece anunciarse la crisis que desembocó en la ordenación
sacerdotal del poeta. Al igual que en las otras novelas, destacan más sus versos que la
prosa. Pero en esta novela, la sencillez y la ingenuidad del tema y del planteamiento dan
vida al libro.
NOVELAS A MARCIA LEONARDA: las novelas Las fortunas de Diana, La desdicha por la
honra, La prudente venganza y Guzmán el bravo, incluidas en La Filomena y La Circe,
son un intento del poeta de cultivar el género, alentado por su última mujer Marta de
Nevares y a quien van dirigidas. Lope se desenvuelve mejor en estas obritas, que están
más cerca de las dimensiones del teatro. Los más original es el carácter epistolar de que
las dota el autor al dirigirlas a Marcia Leonarda (Marta de Nevares), con aclaraciones,
justificaciones, disculpas, etc. Incluso en alguna ocasión apunta a su lectora a la
posibilidad de saltarse algún poema para conocer antes el desenlace de una situación
emocionante. Las aventuras, tópicas del género, llevan a los amantes protagonistas de
un lado a otro. La gracia de estas novelitas es la voz del narrador, que en alguna ocasión
deja de ser omnisciente y neutra, para pasar a comentar en nombre propio los aprietos
a los que ha puesto a sus personajes, lo pertinente o no de una descripción o la
necesidad de crear una novela divertida.
LA DOROTEA: la crítica la considera, junto al Quijote una de las grandes novelas
españolas. La trama gira en torno a dos amantes protagonistas, don Fernando y
Dorotea. La pasión de los amantes se ve acosada por los mil obstáculos que surgen entre
ellos y que finalmente les lleva a la ruptura. La Dorotea no es una crónica de hechos
reales de la vida del autor, sino de sus recuerdos. En ella se reflejan los dos amores más
intensos de la vida de Lope. Es una recapitulación de las vivencias eróticas del autor con
Elena Osorio, que presenta la acción central, y los amores con Marta Nevares que sirven
de trasfondo a esa acción y que aparecen en muchos de los poemas insertos en la obra.
Se puede decir que son unas memorias en las que pesan por igual el pasado y el
presente, la vida real del autor y la literatura. Lope está representado por don Fernando
y Elena por Dorotea. En la obra, el poeta no se pinta a sí mismo con las galas de galán,
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sino con actitudes desvergonzadas, que seguramente están más cerca de lo que fue en
realidad.
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Se cría en Toledo, en casa de su tío, el sacerdote seglar Antonio Gracián. De esta etapa guarda
un grato recuerdo, que recuerda de vez en cuando en su obra. Se cree que es allí en donde
empieza a estudiar las primeras letras.
a los dieciocho años ingresa en la Compañía, en 1619 en el convento de Tarragona. Allí pasa dos
años hasta que hace los primeros votos y se traslada al colegio de Calatayud. A partir de ese
momento, Gracián recorrerá diversos establecimientos de la Orden, al tiempo que se va
labrando un prestigio dentro de ella. Su traslado a Huesca en 1635 es especialmente importante
en su trayectoria. Allí entra a formar parte del círculo intelectual del ilustre caballero don
Vincencio Juan de Lastanosa, que habrá de tener sobre él una influencia decisiva. Gracián tiene
acceso a su magnífica biblioteca que, unido al ambiente intelectual en torno al mecenas, le
ayuda a profundizar en sus conocimientos. Se cree que es allí donde nace su vocación literaria y
donde empieza a escribir.
Su primera obra aparece en el año 1637, El héroe. Comienza entonces una batalla con la
Compañía, ya que nunca sometió sus libros a la aprobación de esta, como prescribían las reglas
de la Orden. A pesar de que firmaba con un seudónimo, fue descubierto por sus superiores.
En 1638 el general de la Orden escribe una carta a sus superiores para solicitar el traslado del
escritor. La ayuda del provincial, el P. Pedro Fons, hizo que las cosas no pasaran a mayores.
Incluso pudo seguir escribiendo.
En 1640 lo nombran confesor del virrey de Aragón y con él se traslada a Zaragoza y más tarde a
Madrid. Los tesoros artísticos de la capital le producen una honda impresión, que plasma en su
correspondencia con Lastanosa.
Al estallar la guerra de Cataluña, el virrey se muestra contrario a la actitud de Felipe IV, lo que
le lleva a ser encarcelado en Madrid, donde acaba muriendo. Gracián se mostró fiel a su
memoria, incluso se atrevió a dedicarle El político.
Durante unos años viaja a Zaragoza, Tarragona y por último a Valencia, donde sucede uno de los
episodios más pintorescos de su biografía. En uno de sus sermones, para captar la atención del
público, dice que ha recibido una carta del infierno. La Compañía le obliga a retractarse en
público, y desde ese momento no pierde ocasión en manifestar su antipatía por todo lo
valenciano.
Paralelamente sigue desarrollando su actividad literaria bajo el patrocinio de Lastanosa. En 1647
regresa a Huesca y reanuda el trato con Lastanosa y su círculo de intelectuales. En 1652 es
nombrado catedrático de Escritura en Zaragoza.
La publicación del Criticón fue la gota que colmó el vaso. El nuevo general de la Orden decide
acabar con sus publicaciones, se le destituye de su cátedra, se le reprende públicamente y se le
traslada al colegio de Graus.
En 1658 muere en Tarazona.
Gracián fue un hombre de temperamento duro, que en ningún momento dio su brazo a torcer.
El pesimismo radical de algunos de sus escritos lo acerca a Quevedo. El ideal humano que apunta
está en consonancia con los tiempos que corren y tiende más a lo intelectual que a lo heroico.
Para él el mayor goce recae en lo intelectual.
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Su primera norma es que el héroe debe mostrarse cauteloso y no dar a conocer desde
el principio sus posibilidades.
La obra también tiene implicaciones políticas y con frecuencia se alude a la figura del
rey.
La obra nos presenta la convivencia humana como unas relaciones de poder. En esa
lucha, el hombre ha de evitar a toda costa ser dominado y ejercer su capacidad de
dominio sobre los demás. Refleja de forma clara el estado de tensión que vive el hombre
barroco, acosado por el entorno social y las estructuras de poder.
EL POLÍTICO: El político Don Fernando el Católico se publica en Zaragoza en 1640, con
dedicatoria dirigida al duque de Nocera. Lo firma también con el seudónimo de Lorenzo
Gracián.
Desde el punto de vista formal es un discurso, no muy extenso, que contiene un
panegírico de la figura de Fernando el Católico. Traza una biografía del monarca, donde
se resaltan cualidades como el valor y la prudencia. Es una obra con mucho tratado
filosófico, donde se teoriza sobre política.
La obra guarda unidad con la anterior ya que sigue con el tema de las dotes esenciales
que debe poseer el hombre perfecto.
La obra sigue un esquema antropomórfico. Consta de 5 partes que corresponden con
algunas partes del cuerpo: rostro, brazos, tronco, sexo y piernas. El estilo es más natural
que su primera obra, y es considerada por algunos críticos como la menos original y
profunda de todas sus obras.
EL DISCRETO: Aparece por primera vez en Huesca en 1646. De nuevo la patrocina
Lastanosa y aparece firmada por Lorenzo Gracián. Se divide en 25 partes llamadas
«realces». Es un manual práctico, donde se habla de las cualidades que debe tener el
hombre discreto, capaz de triunfar en el trato social. Aunque se parece a El héroe en
esta obra se concentra más en el genio y el ingenio. El primer realce se dirige al príncipe
Baltasar Carlos.
su estructura es de lo más variada. Se presenta en forma de diálogo entre el autor y
algún amigo, cartas, discursos, alegorías, disertaciones académicas, etc. Lo que ha
llevado a pensar que los distintos realces se han escrito en momentos diferentes.
Abundan las alusiones a la guerra de Cataluña, donde muestra conformidad con el
duque de Nocera. Incluso en la obra encontramos alguna censura hacia la rígida política
llevada a cabo por Felipe IV en relación con el conflicto.
Los diálogos que aparecen tienen como interlocutores diversos amigos del círculo
intelectual de Lastanosa.
Es una de sus obras más representativas dentro de todo el conjunto literario del autor.
ORÁCULO MANUAL Y ARTE DE PRUDENCIA: la primera edición que llega a nosotros
es la de Madrid en 1653. Se compone de 300 máximas desarrolladas de forma
independiente. Se cree, por sus alusiones a dos conceptos básicos: el «atento» y al
«galán», que Gracián refundió dos libros que nunca llegó a publicar como tales. Algunos
críticos creen que Lastanosa y su círculo intervinieron en la redacción del libro con la
recopilación de aforismos. Otros, defienden la total y absoluta autoría de Gracián.
Como su nombre indica, se trata de un tratado de orden práctico con tácticas que debe
seguir el hombre prudente. Consejos dirigidos a todo varón que quiera triunfa en sus
relaciones con sus semejantes. Se considera esta obra como la quintaesencia del estilo
lacónico de Gracián. En la obra, el autor juega con la ambivalencia de las palabras para
obtener expresiones inteligentes y brillantes y a manifestar su agudeza conceptista
mediante el equilibrio de lo concreto y lo abstracto.
AGUDEZA Y ARTE DE INGENIO: su primera publicación ve la luz en Huesca en 1648. En
1642 se publica en Madrid a nombre de Lorenzo Gracián Arte de ingenio, tratado de la
agudeza en que se explican todos los modos y diferencias de conceptos. Pero parece ser
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que el autor reformula la obra y la vuelve a publicar en 1648 para alejarse de la obra del
italiano Matteo Pellegrini Delle Acutezze publicada en 1639, quien acusa a Gracián de
traducir su obra al castellano. La nueva obra incorpora un nuevo tratado, así como
multitud de nuevos ejemplos tomados de la traducción castellana de los epigramas de
Marcial.
Aunque el propio autor deja claro que no es una retórica, se la ha calificado como
retórica conceptista y culterana a la vez.
Se divide en dos partes. La primera consta de cincuenta discursos y la segunda de trece.
La exposición teórica está sazonada con multitud de ejemplos. La obra es más una
colección de ejemplos y una ponderación elogiosa de los mismos que un análisis de
estos. La estructura es siempre la misma, se inicia con la definición del tipo de concepto
que quiere estudiar y a continuación, sin pausa, inicia el desfile de ejemplos y modelos
que lo representan. El autor que más se repite es Góngora, Lope también está
profusamente representado, mientras que de Quevedo solo se citan siete poemas.
De esta manera, la obra viene a ser una peculiar antología de la lírica española del
Barroco.
EL CRITICÓN: es la obra cumbre de Gracián. Aparece dividida en tres partes, que se
publican en años sucesivos: la primera en Zaragoza en 1651, la segunda en Huesca en
1653 y la tercera en Madrid en 1657. La primera iba firmada por Gracián de Marlones y
el resto por Lorenzo Gracián. Cada una de estas partes se divide en varias «crisis»,
sinónimo de «juicio» o «censura».
La obra trata sobre las aventuras de dos amigos Critilio, quien va en busca de su amada
Felisinda, y que representa el hombre producto de la civilización, y Andrenio, que
representa el hombre natural que se guía por el instinto.
Presenta una gran complejidad estructural en la que se entremezclan los más variados
episodios. Junto a escenarios reales, aparecen lugares de ficción, poblados de
personajes simbólicos. Los dos elementos claves de la obra son la alegoría y el símbolo.
Pertenece al grupo de las llamadas novelas iniciáticas porque a lo largo de ella los
personajes van abriéndose al conocimiento del mundo. Aunque hay conexiones con la
novela picaresca, sus personajes no son reales, sino abstracciones. El uso de la alegoría
lo acerca al auto sacramental.
Es una extensa obra alegórica que da al lector una lección de desengaño, muy en
consonancia con el mundo barroco que le ha tocado vivir. Somete a la naturaleza
humana a un análisis del que extrae una conclusión desesperanzadora: el hombre es el
más cruel y estúpido de los seres creados por Dios. Todos los motivos literarios que
aparecen en la obra se enfocan únicamente con vistas a la lección moral.
EL COMULGATORIO: es la única obra de índole religiosa que escribe Gracián y la única
vez que firma con su nombre. Se edita en Zaragoza en 1655 con autorización de la
Compañía.
Se estructura en cincuenta meditaciones, dividida cada una en cuatro partes. La primera
habla de la preparación para recibir el sacramento de la Eucaristía, la segunda del acto
de la Comunión, la tercera de la forma de obtener los frutos divinos a través de ella y la
cuarta de la acción de gracias. Utiliza fragmentos de las Sagradas Escrituras. Es un libro
de devoción donde Gracián hace gala de su profundo conocimiento del texto bíblico. El
juego de paralelismos y contrastes hace de él una pieza típicamente barroca.
12
LA LITEATURA EMBLEMÁTICA COM GÉNERO BARROCO:
PRINCIPALES AUTORES Y OBRAS
El género emblemático despertó verdadera pasión en el XVI y XVII. Las obras de emblemas se
multiplicaron por toda Europa. En España lo más característico es la tendencia moralizadora y
catequística a que se aplican los libros de emblemas.
El emblema tipo se compone de un grabado o cuadro (elemento visual), con un lema o mote
sobre o en el dibujo, a veces en latín, y normalmente una frase de la Biblia o un verso de un
poeta clásico, y una glosa debajo del grabado. El conjunto ofrece una lección, normalmente
explicitada en la glosa inferior. Es un género que se presta a los didáctico y agudo.
JUAN DE HOROZCO Y COVARRUBIAS publica en 1598 los Emblemas morales, aunque la
edición más perfecta es la de Zaragoza en 1604. Se divide en dos partes. La primera contiene
una exposición teórica acerca de las características del género, donde define sus conceptos.
Aunque es frecuente la utilización de los términos empresa y emblema de forma indistinta,
Horozco establece una clara distinción entre ambos. Se diferencian en que las empresas tienen
un alcance político, mientras que los emblemas son de índole moral y atienden especialmente
al comportamiento individual. Además, mientras que en las empresas el grabado acostumbra a
ser más escueto, en los emblemas lo más importante es la imagen, sin ella la letra tiene menos
entidad.
Tras la introducción se incluyen los cincuenta emblemas que constituyen la segunda parte. Cada
uno lleva un comentario en prosa y una octava. El estilo es conceptista.
Horozco es autor de otras obras como Consuelo de afligidos o Paradojas cristianas que
comparten con los emblemas el carácter moralizante y el estilo conceptista.
HERNANDO DE SOTO prolonga el género en sus Emblemas moralizadas publicado en Madrid
en 1599 y que sigue de cerca el Emblematur Liber de Alciato. Está calificado como un libro
sencillo y precioso, que pretende llegar a todo el mundo.
SEBASTIÁN DE COVARRUBIAS hermano de Juan de Horozco, publica en Madrid en 1610
Emblemas morales. Obra influenciada por la de su hermano, a la que no le cambia ni el nomrbre.
Se trata de un extenso libro, dividido en tres Centurias, cada uno con cien emblemas. Todos los
dibujos llevan un mote o lema en latín y una octava en la misma página. En la página de al lado
viene el comentario en prosa, que suele ser breve y conciso.
La mayor parte de los motes que incluye proceden de autores griegos y latinos. Otros se extraen
de la Biblia, y otros son de autores modernos o incluso inventados por el propio Covarrubias.
Normalmente, al final del comentario aclara la procedencia de mote.
Es un libro de extraordinaria belleza, en la que se existe una perfecta correspondencia entre
imagen y significado.
DIEGO SAAVEDRA FAJARDO autor de la obra Idea de un príncipe político cristiano representada
en cien empresas y publicada en Múnich en 1640. Esta dedicada al príncipe heredero Baltasar
Carlos Domingo, que murió poco después. Elige la forma de emblema o empresa que acompaña
de un lema en latín.
Aunque la obra está estructurada en una serie de partes, que se suceden sin más, el autor tiene
un riguroso plan temático. Que se divide en:
- Educación del príncipe
- Cómo tratar a súbditos y extranjeros
- Cómo a los ministros
- Cómo ejercer el gobierno de sus estados
- Cómo atajar los males internos y externos
- Cómo actuar en las victorias y en los tratados de paz
- Cuál ha de ser su actitud en la vejez
Alude de forma muy concreta a la formación del príncipe. Aconseja al príncipe que además de
buscar la gloria política debe perseguir el bienestar de la colectividad y favorecer las artes y las
letras.
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LA DIVERSIDAD PROSÍSTICA DEL BARROCO: DIÁLOGOS,
MISCELÁNEAS Y TEXTOS COSTUMBRISTAS
o AGUSTÍN ROJAS El viaje entretenido: autor célebre por su obra Viaje entretenido
publicada en Madrid en 1603. Su obra es conocida sobre todo por el fragmento en que
se describen los diversos tipos de agrupaciones teatrales. Es una miscelánea en forma
de diálogo que prescinde de la finalidad didáctica que acostumbra a tener el género. El
libro fue escrito para dar acogida a las más de 40 loas del poeta, que ocupan la mitad
del mismo. Son loas desiguales, que en su conjunto no dicen gran cosa al lector actual.
Está dirigida a un público muy concreto. Es muy interesante la loa de La comedia donde
se habla del teatro de la época. También encontramos una novela de corte sentimental,
enmarcada dentro de las convenciones del género de la época. La trama argumental
que sirve de sostén para las loas, es leve. Se trata del viaje de Sevilla a Toledo que hacen
4 profesionales de la farándula. Para distraer la fatiga del viaje entablan conversaciones
de temas variados, muchas veces hablan de los pueblos y ciudades que van recorriendo.
En ocasiones las anécdotas caen en el terreno de la picaresca. El valor de la obra es el
retrato de la vida teatral coetánea. Nos muestra como vivían los actores, el concepto
que tenía de ellos la sociedad, cuál era su talante… Además, contiene muchos datos
autobiográficos. En muchas ocasiones, Rojas adopta un tono erudito y cultista, que en
momentos llega a ser pedante. La obra tuvo gran éxito entre sus contemporáneos, y en
el siglo XVII llegó a conocer hasta siete ediciones. Rojas también publicó en 1610
Buen repúblico. Una miscelánea más o menos culta que no obtuvo el éxito de la primera.
o CRISTÓBAL SUÁREZ DE FIGUEREO El pasajero: célebre por su diálogo El pasajero,
obra publicada en Madrid en 1617. Se advierte la influencia del Viaje entretenido. Al
igual que Rojas, el pretexto para sacar los diferentes temas es un viaje. Son 4 los
interlocutores que viajan de Madrid a Barcelona rumbo a Italia. Cada uno de los
personajes encarna una clase social distinta: el Doctor representa al intelectual y es
quien dirige el diálogo. El Maestro ejerce de teólogo. Don Luis es militar de vida
aventurera. E Isidro es el platero, que trabaja con sus manos. En la obra se intercalan
versos, algunos de buena calidad, con relatos más o menos extensos. También
encontramos el elemento picaresco en la vida del ventero y cuadrillero Juan. El tema
frecuente es la literatura, donde Lope de Vega es uno de los que sale peor parado.
También encontramos numerosa información sobre la vida y costumbres de la época.
Hay que destacar el gran carácter subjetivo de la obra, que nos muestra los
pensamientos íntimos del autor.
o ANTONIO LIÑÁN Y VERDUGO Guía y avisos de forasteros: en 1620 se publica en
Madrid la Guía y avisos de forasteros que vienen a la corte. Es un diálogo no directo, es
el narrador quien introduce en tercera persona la réplica de cada interlocutor. En la obra
intervienen un maestro de teología y artes, un cortesano viejo y un caballero joven
recién llegado a la corte, a quien van dirigidas las advertencias de los otros dos. Hay un
total de 8 avisos. Entre los 8 avisos se intercalan catorce relatos breves que ejemplifican
los consejos. En ellos se nos da un reflejo de las costumbres propias de la capital, así
como nos ofrece una enumeración de los templos de Madrid. La intención moralizante
se une a la novela picaresca. El estilo del libro es ameno y fluido. No cae en cultismos ni
erudiciones. La obra es muy interesante por su valor documental y literario.
o JUAN DE ZABALETA: nace en Madrid, sobre 1610 y es cronista del rey Felipe IV. Muere
en torno a 1670. De actividad literaria variada. Escribe comedias, es autor de algunas
obras didácticas y filosóficas. Su faceta más destacable es la costumbrista, que nos ha
proporcionado dos obras: El día de fiesta por la mañana y El día de fiesta por la tarde.
El autor introduce observaciones que reducen las situaciones a lo grotesco. Retrata tipos
de permanente actualidad: el enamorado, el hipócrita, etc. Y les subraya los aspectos
más ridículos. En El día de fiesta por la tarde hace un retrato de ambientes: el jardín, la
14
casa de juego, etc. Su obra es excesivamente lenta, lo que en ocasiones ahoga la
descripción de los tipos y costumbres. Sus observaciones se presentan de distintas
maneras: como comentarios previos a la acción, en otras la moralización va implícita en
la forma de describir las actitudes, y en otras, el autor se encara con su personaje en un
diálogo imaginario. Su narración es simple, salta con agilidad de una situación a otra. Se
describe la realidad desde una perspectiva muy próxima.
15
LA PROSA HISTÓRICA DEL BARROCO
La realidad del Barroco no ofrece grandes gestas dignas de ser cantadas en las crónicas. Los
tiempos heroicos han quedado atrás y la situación histórica en que vive el hombre del Barroco
se presta mucho más a la reflexión amarga que a la exaltación entusiasta.
La historiografía del siglo XVII se concentra fundamentalmente en los sucesos particulares,
crónicas de carácter local y biográficas.
Aunque el género historiográfico del siglo XVII no presenta excesivo interés, sí lo tienen algunos
libros en concreto, sobre todo por los valores estéticos de su prosa.
FRANCISCO MANUEL DE MELO es sin duda la figura más destacada de este grupo. Nace en
Lisboa en 1611 y tras haber recibido una completa formación humanística, sigue la carrera de
las armas. Participó en algunos hechos célebres, como la campaña de Cataluña en 1640, en el
ejército del marqués de los Vélez. Tras pasar 11 años en prisión, acusado falsamente de
asesinato por Juan VI, es desterrado a Brasil. El rey Alfonso VI le concede el indulto, y pasa sus
últimos años en Lisboa, dedicado al quehacer literario. Muere en 1667.
Autor bilingüe y polifacético, escribe también poesía y teatro.
Dentro del género de la historiografía, es autor de Espanáphoras de varia historia portuguesa
que trata de diversos sucesos de la armada de Portugal en costas francesas.
Su mejor obra es la Historia de los movimientos y separación de Cataluña y de la guerra entre
Felipe IV y la Diputación General de aquel Principado, conocida también como Guerra de
Cataluña, 1645, y que escribió animado por el marqués de los Vélez, bajo un seudónimo para
garantizar su mayor objetividad. La obra narra solo los hechos que vivió el propio Melo. Se inicia
con una introducción acerca de las relaciones entre Francia y España en los últimos años y una
descripción de la personalidad del pueblo catalán, lo que nos permite conocer la evolución de
los hechos.
A parte de ser una obra rica por mostrar el pensamiento político del autor, está escrita en un
perfecto castellano, elegante y cuidado. Un rasgo esencial de su estilo barroco es el juego de
antítesis y paralelismos que estructura toda su obra.
Como cronista de Indias destaca el INCA GARCILASO DE LA VEGA. De padre español y madre
indígena, nace en Perú en 1539 y permanece en su tierra natal hasta 1560 que viaja a España,
donde vivirá hasta la fecha de su muerte en 1616.
Es autor de tres obras de tema americano. La primera es La Florida del Inca o Historia del
adelantado Hernando de Soto, publicada en Lisboa en 1605. En ella narra la conquista de la
Florida a cargo de la expedición dirigida por el personaje que da título a la obra. El autor explica
que a pesar de no conocer la zona, se animó a escribirla por las innumerables veces que había
oído el relato en boca de uno de los testigos. En ocasiones la crónica se vuelve novela, puesto
que se permite muchas intervenciones personales.
Su siguiente obra, de mayor interés son los Comentarios reales (Lisboa, 1609) que se
prolongarán en una segunda parte. Esta parte nos ofrece una visión de la época primitiva del
Perú y el proceso de civilización llevado a cabo por los incas. Utiliza información oral para la
realización del libro, sumado a datos que extrae de algunas crónicas españolas.
La Historia general del Perú es la segunda parte de la crónica, que se inicia justo en el punto
donde termina la primera parte. En ella se desarrolla el periodo español, con el descubrimiento,
conquista y colonización. Parte de la obra está dedicada a hablar de las guerras civiles que
dividieron el pueblo, sirviéndose de sus propios recuerdos infantiles. Lo demás lo extrae de otras
crónicas. Al ser mestizo, siempre intenta mantenerse en una posición intermedia, censurando y
defendiendo alternativamente actitudes de unos y otros.
Estas dos obras no son propiamente históricas; en ellas encontramos una gran cabida a lo
legendario, sin que se tracen unos límites claros. Nos encontramos ante un autor que idealiza la
realidad y la mezcla con la leyenda. El alto valor de los aspectos literarios de su prosa lo sitúan
más en el campo de las obras de creación que en el género didáctico.
16
PERCEPTIVAS, TRATADOS LITERARIOS Y FILOLÓGICOS DEL SIGLO
XVII
Como continuación de las preocupaciones filológicas del humanismo renacentista, y en relación
con los cambios de género y técnicas literarias que dan lugar a fuertes polémicas en el XVII,
aparecen una serie de obras, tanto de perceptiva como de índole filológica, en sentido amplio.
Es difícil clasificar que parte de los tratados, muchos pertenecientes a la etapa de transición del
siglo, responden a una modulación renacentista o barroca.
Como autores destacados de perceptivas y tratados literarios encontramos:
LUIS ALFONSO DE CARVALLO: Su obra más interesante es una poética perceptiva
llamada Cisne de Apolo, de las excelencias y dignidad y todo lo que al Arte Poético
pertenece. Se trata de una obra de tradición platónica herreriana, que no pierde la
independencia de pensamiento del autor. De Platón toma la definición esencial de la
poesía como hábito del entendimiento. El don poético es para Carvallo una especie de
«furor divino». La obra está estructurada en forma de cuatro diálogos, en los que
intervienen 3 interlocutores: Carvallo y dos elementos antitéticos: la Lectura y Zoilo que
personifican el cultivo del espíritu y la tosquedad ignorante. Las 64 octavas reales (de
muy baja calidad) que recogen la doctrina de cada capítulo, constituyen la perceptiva
más antigua en verso castellano. El primer capítulo nos da la definición de poesía y nos
habla de materias que son objeto de este arte. El segundo se centra en la versificación
castellana. Después de hablar de las sílabas, el acento y la cantidad, pasa a la descripción
de los versos castellanos y determina las reglas que a las que debe someterse cada uno.
La tercera parte trata los géneros y la enseñanza de la poesía, y en la cuarta, del decoro
poético y del furor que mueve al artista. Para Carvallo la creación poética supone tres
procesos esenciales: invención, disposición y elocución, que se corresponden con la
materia, la forma y el fin, respectivamente.
FRANCISCO CASCALES: Autor de dos grandes estudios de estética literaria: las Tablas
poéticas y las Cartas filológicas. Las Tablas poéticas se edita en Murcia en 1617. Se
emplea el diálogo platónico como forma de expresión. Hay dos interlocutores: Castalio,
que representa al autor, y Prierio. Su finalidad es la de proporcionar una serie de
preceptos que les sirvan a los poetas españoles para aprovechar mejor su ingenio y
escribir con arte. Aunque para la crítica, la obra es un plagio literal en buena parte de
tres obras poéticas italianas. La obra consta en total de diez «tablas» que se dividen en
dos partes. Las cinco primeras tratan de la poesía in genere y las restantes, de la poesía
in specie. En toda la obra está presente el pensamiento de Aristóteles y Horacio. En
definitiva, podemos decir que su mayor valor es su buen esquema y proporcionada
construcción, así como el tino en la elección de sus fuentes e incluso la selección y
organización de los materiales plagiados.
Las Cartas filológicas es una colección de treinta epístolas. No se sabe a ciencia cierta si
las cartas tenían un destinatario real o no. Están divididas en tres décadas, cada una de
ellas con diez cartas. Siguen un orden cronológico, pero no temático. La carta 10 de la
década II constituye una unidad independiente ya que es la adjunta con la que envía a
Jiménez Patón una colección de epigramas latinos salidos de su pluma. Las cartas más
interesantes son las del primer grupo: de polémica y crítica literaria. Aunque es una obra
interesante fruto de la erudición del autor, se advierte en ella la decadencia del
humanismo español al que le falta la originalidad que tuvo en sus comienzos.
BARTOLOMÉ JIMÉNEZ PATÓN: El escrito más interesante es su obra retórica Mercurio
Trimegisto que está formada por la fusión de varios estudios del autor. El cuerpo básico
de la obra lo constituye la Elocuencia española en arte. Para formar este volumen la
amplía con la adición de muchos ejemplos y la hace preceder de la Elocuencia sacra.
Seguidamente añade unas breves Instituciones de la Gramática española y la Elocuencia
romana. Hecha esta fusión nos encontramos con su obra cumbre. La Elocuencia
17
española es la retórica que presenta más interés, dado que se trata de la primera
retórica clasicista del siglo XVII que se dedica íntegramente a la literatura castellana. En
los preceptos utiliza ejemplos de los mejores autores del Siglo de Oro español, así como
de los grandes creadores del siglo XV. Se inspira en la retórica aristotélica a través de las
teorías del Brocense. Siguiendo la tradición clásica, da prioridad a la épica.
JUSEPE ANTONIO GONZÁLEZ DE SALAS: Considerado uno de los hombres más doctos
de nuestros preceptistas aristotélicos del Barroco. Es el único, después de Pinciano, que
tiene conocimiento directo de la Poética en su versión original griega. Sin embargo, no
es un autor que domine la sensibilidad artística. Sus escritos se hacen pesados y
confusos en estilo, además que su ortografía latinizante no facilita el acercamiento al
texto. Es un gran entusiasta de la tragedia y en torno a ella giran la mayor parte de sus
apreciaciones. Su obra está dedicada casi en exclusivo a comentar la Poética de
Aristóteles haciendo escasas apreciaciones críticas. Lo más interesante y original es la
introducción donde defiende la libertad artística del creador por encima de toda norma
y da una visión general del tema.
NICOLÁS ANTONIO: Destacado autor en el campo de la erudición literaria. Su gran
tarea es la recopilación y organización rigurosa de todos los escritores españoles
habidos hasta entonces. Esta recopilación de datos se divide en dos obras: Bibliotheca
Hispana Vetus, que abarca los autores que suceden desde la época de Augusto hasta el
año 1500, y la Bibliotheca Hispania Nova, que se prolonga hasta el 1670. Las obras son
un ingente trabajo de erudición, en las que el autor no se sitúa en una perspectiva
crítica, sino que su tarea es de erudito, de recopilador de datos y noticias.
En el siglo XVII aparecen algunas obras trascendentales en el campo de la filología, cuya vigencia
se conserva hasta hoy. Aunque algunos de sus aspectos ya han sido superados, su consulta sigue
siendo imprescindible para el completo conocimiento de la lengua española del siglo XVII.
SEBASTIÁN COVARRUBIAS: Su obra célebre es Tesoro de la lengua Castellana o
Española (1611). Es un diccionario que pretende investigar la etimología de los
términos. En algunos términos se equivoca y atribuye un origen inadmisible a las
palabras. Pero lo cierto es que la obra va mucho más allá porque en cada término
comenta mil detalles pintorescos, anécdotas y usos de la época. Poco a poco va
reduciendo la extensión que dedica a cada palabra por temor a no dar fin al trabajo ya
excederse en el tamaño de un volumen normal. Su valor esencial hoy en día está en el
extraordinario acopio de léxico, en el que se incluyen gran número de giros populares.
GONZALO CORREAS: su primera obra es Trilingüe de tres artes de las tres lenguas
Castellana, Latina y Griega (1630). En la obra se propone hacer un estudio conjunto de
las tres, partiendo de la base de que todas las lenguas tienen en común los elementos
esenciales. En la Ortografia Kastellana nueva y perfecta (1630) propone nuevas normas
para una ortografía fonética, en que las grafías se corresponden directamente con la
pronunciación. Intenta eliminar ambigüedades de letras que representan un solo
sonido. Su objetivo es prescindir de la ortografía latinizante dado que para él los libros
no solo están destinados al lector culto, sino a todos los hombres y por tanto, se debe
entender la escritura sin dificultad. En la obra unifica todos los sonidos velares sordos
en el grafema k; los guturales sordos, en x ̶ cuya pronunciación equivale a la j actual ̶ ;
los guturales sonoros en g y los interdentales en z. El Vokabulario de Refranes y Frases
proverbiales y otras fórmulas comunes de la lengua Kastellana es su obra más célebre.
Es una interesante colección de todos los refranes y giros coloquiales de la época. Fue
publicada en 1906 por la Real Academia de la Lengua. Comparte con Jiménez Patón la
convicción de que el castellano es anterior al latín.
BERNARDO JOSÉ DE ALDRETE: es entre sus contemporáneos el que concibe con
mayor acierto la evolución sufrida por el latín hasta desembocar en el castellano. Su
obra Del origen y principio de la lengua castellana o romance que hoy se usa en España,
18
constituye un avance definitivo en el conocimiento de la materia. Su finalidad es la de
demostrar que la lengua castellana procede de la corrupción de la latina. Se compone
de tres libros: en los dos primeros se demuestra la romanización de la Península y el
hecho de que el latín era la lengua vulgar en España. En el tercero se habla de los
sustratos no latinos que constituyen el español.
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nos muestra su clara conciencia de estar ante una poesía renovadora, no nos muestra su visión
ante la nueva lírica.
La colección acoge en sus páginas a los grandes poetas que despuntaban al iniciarse el siglo XVII.
Los que aparecen con más frecuencia son los del círculo antequerano y entre los foráneos, los
más destacados son Lope de Vega, Quevedo, Góngora, etc.
Otras dos antologías que complementan la de Espinosa fueron preparados por Agustín Calderón
en 1611 y por Ignacio de Toledo y Godoy en 1627-28.
Los dos principales nombres de este conjunto de poetas antequeranos son:
PEDRO DE ESPINOSA:
Espinosa pretende ofrecer una poesía nueva dentro del panorama de su época. En
ese proceso podemos destacar 3 fases: la primera, muy ceñida a la manera de los
antequeranos; la segunda, una poesía de transición de las composiciones religiosas;
la tercera, cercana a Góngora.
Su lírica se puede dividir en tres géneros: profana, religiosa y panegírica. Su estilo es
llamativo por la selección de vocablos cultos y la abundancia de los motivos
mitológicos. En la sintaxis aparece cada vez con más frecuencia el hipérbaton, las
enumeraciones y las distribuciones en versos correlativos.
En la poesía profana escribe tanto sobre aspectos mitológicos, amorosos o
burlescos. Los de tipo amoroso recogen los motivos habituales en la tradición
petrarquista. El poeta se lamenta de su amor, se queja de la mirada rigurosa de su
señora, o implora piedad a su amada. En los temas mitológicos destaca la Fábula de
Genil, una de las poesías clave de Espinosa. De inspiración ovidiana, destaca la
intensidad del color y la sensorialidad. De los poemas burlescos quedan muy pocos.
En la poesía religiosa se pueden distinguir varias modalidades. La más frecuente es
la de carácter devoto, con poemas que celebran a la Virgen de Monteagudo en
Antequera o a la de Archidona. Otros tratan episodios de la vida de Cristo y de los
santos. También encontramos poesía espiritual, que incluyen composiciones
morales. Encontramos poemas donde se glorifican las obras de Dios, especialmente
en la visión de la naturaleza y sus bellezas, que conecta con la afición colorista y
sensorial de esta poesía.
La poesía panegírica está ligada a la casa de Median Sidonia y la mayoría de las
piezas están integradas en el Elogio al retrato del Excelentísimo señor don Manuel
Alonso Pérez de Guzmán.
LUIS CARRILLO Y SOTOMAYOR
Toda su poesía presenta un deseo de selección y cultura, de elegancia minoritaria,
que lo coloca en la línea culta. El color, el mito, el paisaje, y una lengua poética
selecta caracterizan el universo lírico de Carrillo.
Su poesía en arte menor está constituida por 18 poemas, la mayoría de tema
amoroso. El motivo de la ausencia se repite constantemente casi siempre ligado a
la situación del marino que parte. Mar y ausencia son motivos básicos en su lírica
amorosa. Son poemas generalmente sencillos, con algún apunte de agudeza y cierta
elaboración sintáctica en quiasmos y paralelismos o paronomasias y polípotes. Pero
lo que más hay que destacar de sus poemas es el aspecto lírico. En ellos apenas
encontramos rasgos de gongorismo.
De sus sonetos se podrían distinguir dos sectores: los amorosos y los moralizantes,
sobre temas como el tiempo, la fugacidad de la vida, etc. El amor significa
sufrimiento. En los temas moralizantes se presenta una doble vertiente: por un lado,
los efectos destructores del tiempo que todo lo arrasa, y una segunda línea temática
dirigida a exaltar la virtud. En ocasiones sus versos evocan los de Quevedo.
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La mayoría de sus églogas y canciones son de tema amoroso. Aumentan los
elementos descriptivos de las bellezas naturales que se contraponen a la belleza de
la dama.
La Fábula de Acis y Galatea, dedicada al Conde de Niebla, ha planteado a la crítica
falsos problemas de un supuesto plagio o imitación gongorino. Pero más que plagio
resulta que tenemos dos poemas con una fuente común (Ovidio) y con desarrollos
parcialmente semejantes debidos a la misma identidad temática.
La expresión corresponde a un mundo estético pregongoriano, intermedio entre
Renacimiento y Barroco, con influencia clara de Garcilaso.
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de estas silvas es el colorido. La reflexión moral revela un cansado pesimismo. Junto
a estas silvas compuso algunas descriptivas y morales de menor interés.
ANDRÉS FERNÁNDEZ DE ANDRADA
Solo se conserva de él el fragmento de una silva que trataba de la entrega de
Larache, la muerte de Enrique IV y la expulsión de los moriscos. Aunque los versos
que se conservan no abordan el tercer tema.
Toda su fama se debe a un poema singular y excepcional que conocemos como
Epístola moral a Fabio, escrito en 67 tercetos impecables y un cuarteto final. Entre
las fuentes de este poema se encuentran la Biblia, Horacio, Ariosto, Lucrecio…
El autor maneja de forma sabia un conjunto de tópicos del estoicismo
neosenequista. Con sencillez y equilibrio va exponiendo la vivencia barroca de la
renuncia y el desengaño.
El poema es una invitación a buscar la libertad, la paz y el sosiego recortando
anhelos.
Se trata de una obra realmente auténtica y que en cualquier lugar y época puede
conectar con la sensibilidad del lector. Rezuma sinceridad y se aleja del histrionismo.
Sin hipérbaton ni figuras excesivamente atrevidas.
22
En sus poemas de tema amoroso, a pesar de que según él, no sufrió mal de
amores ni sus servidumbres, cultivó el tópico de los modelos en vigencia. En sus
sonetos hay un goce sensual, es escéptico respecto a los amantes platónicos. La
presencia de lo sensual surge en algunos de sus poemas. El poeta no cree en amores
inocentes y asexuados.
También cultivó sonetos en forma de carta dirigidas a diversas personas.
Su afición por Horacio lo condujo al cultivo de la sátira y la epístola. Las epístolas,
al igual que las sátiras, son un revoltijo de asuntos varios expresados con soltura y
gracejo, a imitación de los sermones horacianos. Son poemas bastante extensos,
que superan con facilidad los 200 tercetos. En ellos se describen usos y costumbres
de forma a veces más desenfadada que moralizante. Junto a los episodios de la vida
cotidiana abundan las alusiones mitológicas e históricas cuyo alcance se escapa a
veces del lector.
Su poesía religiosa está constituida en mayor parte de canciones dedicadas a
distintos santos o motivos sacros.
Como traductor de Horacio fue uno de los más afortunados.
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Sus composiciones de arte mayor, excepto algunos sonetos jacarandosos, no
alcanzan la gracia y soltura de sus versos cortos.
En la poesía satírico-burlesca escribió parodias de los mitos clásicos y sátiras de la
sociedad de su época, y en la costumbrista encontramos alabanzas al modo sencillo
de vivir, con cierta tonalidad picaresca o agermanada.
FRANCISCO LÓPEZ DE ZÁRATE
Reunió sus versos en dos volúmenes titulados Poesías varias (Madrid, 1619) y Obras
varias (Alcalá, 1651). Se pueden observar dos etapas en su producción, de acuerdo
con los volúmenes publicados: a la primera pertenecen los poemas de juventud,
generalmente de tipo bucólico, de petrarquismo amoroso, con alguna fábula
mitológica y un poema descriptivo. En esta etapa también abundan la poesía de
circunstancias, heroicas, académicas y religiosas. En la segunda, aunque continúan
estas modalidades, predominan el desengaño, los temas morales y la desesperación
de las composiciones amorosas y bucólicas.
En su obra lírica encontramos numerosos poemas galantes sin mayor
trascendencia. Tiene un conjunto de «romances amorosos» ágiles y sueltos, de
tradición petrarquista.
Lo mejor del autor son los poemas morales. El tema de la rosa aparece con un
tratamiento nuevo y original, muy próximo a Quevedo por su reconcentrada
expresividad ante la muerte. Se traslada en su poesía el pesimismo del mundo, la
decadencia del amor, del poder, la religión, la amistad…; y la presencia del tiempo
como agente destructor que revela la condición perecedera del hombre.
Los sepulcros suntuosos llegan a constituir un motivo tópico del autor.
López de Zárate es un poeta interesante, no tanto en sus poemas amorosos, sino en
los morales, donde alcanza una intensidad singularísima.
ANTONIO ENRÍQUEZ GÓMEZ
Su obra lírica se reunió en las Academias morales de las musas (Burdeos, 1642), libro
misceláneo en que se incluyen cuatro comedias. La introducción contiene versos
amorosos, y el libro en sí poemas morales, que eran los que interesaban realmente
al autor.
Es uno de los primeros poetas españoles que escribe desde la perspectiva del
desterrado. El tema aparece en múltiples textos, como en algunos sonetos. Sus
versos morales tocan los temas típicos del Barroco. En algunas ocasione, el poeta
nos propone unas normas barrocas de moral práctica basada en la cautela y la
prevención.
No faltan los versos ligeros y burlescos en que se retratan con agilidad y soltura
situaciones y figuras de la época.
24
ficción. Como la inmensa mayoría de estos poemas, está escrito en octavas reales, que es la
estrofa más adecuada para el tono de exaltación heroica.
Cristóbal Suárez de Figueroa publica en 1612 su España defendida, que gira en torno a la figura
de Bernardo del Carpo, que tanta fama tenía en esos momentos. Hay pasajes muy logrados,
aunque no es un texto de excesivo interés.
La obra cumbre del género es el Bernardo de Bernardo de Balbuena (Madrid, 1624) aunque su
composición es bastante anterior a la fecha de su publicación. Es un poema monumental, que
consta de 40.000 versos agrupados en 5.000 octavas; se divide en 24 cantos.
Con el tema central de la leyenda del Bernardo se funden toda clase de fábulas, alegorías,
leyendas, materiales de procedencia clásica y del género caballeresco, en un auténtico alarde
de imaginación que no supera ningún poeta épico. El marco geográfico en que se mueve la
historia es muy amplio, abarca todo el mundo conocido. En la obra está presente el influjo de
poetas clásicos como Homero, Ovidio, Lucano… y de los modernos más relevantes como Dante,
Camoens, Ercilla, Zapata… También recurre al romancero.
A pesar de que se le ha criticado su desmesurada extensión y densidad del poema, sabe
mantener en todo momento el tono heroico y culminar el elato con un cuadro apoteósico: la
victoria de los franceses en Roncesvalles con la muerte de Doce Pares a manos de Bernardo.
La brillantez del estilo denota que Balbuena cuidó de modo exhaustivo los valores formales de
la obra. Los versos buscan en todo momento la musicalidad u el ritmo.
Dentro de la épica histórica y legendaria también encontramos poemas en torno a la
Reconquista. Dentro de este género encontramos a Bernarda Ferreira de Lacerda, la única mujer
que asoma en el panorama de la épica culta del Siglo de Oro. Su obra es España libertada (1618).
Se trata de una crónica rimada ya que se ajusta a los hechos históricos especificando bien
claramente las fuentes.
Hay poemas sobre las campañas italianas, como el poema de Francisco de Borja, Príncipe de
Esquilache, que canta las hazañas en Italia del rey Alfonso V en su poema Nápoles recuperada
(1651).
Los poemas de historia contemporánea tienen la propiedad de que intentan conseguir un tono
heroico dentro de una época esencialmente antiheroica. El sentir colectivo y los hechos reales
van por derroteros completamente distintos, muy ajenos al tono exaltado de la épica. De ahí
que veamos celebrar hechos tan trascendentales como la entrada de un monarca en una ciudad
o tan poco dignos como la loa a la expulsión de los moriscos de España.
Entre lo de tema americano encontramos el de Barco Centenera, con su Argentina (1602) o el
de Gaspar Villagrá con su Historia de la Nueva Mejico (1610).
La épica religiosa llega al siglo XVII a su máximo esplendor, produciendo un sinfín de poemas
dedicados a la exaltación de Dios, la Virgen y los santos.
Entre los poemas bíblicos encontramos La historia de Thobías (1615) de Caudibilla y Perpiñán.
Tomado su material de la Biblia, pero adornado con recursos propios del género épico. Jacobo
Uziel recurre también a la Biblia para escribir su poema David (1624) donde se habla de la figura
heroica del vencedor de Goliat.
Entre los poemas en torno a Cristo, Quevedo escribe el Poema heroico a Cristo resucitado y Lope
de Vega el de Las lágrimas de la Magdalena, incluido en las Rimas sacras.
La obra cumbre de la épica religiosa se debe a fray Diego de Hojeda con la Cristiada (Sevilla,
1611). Está escrito en octavas y se divide en doce cantos. Presenta una gran unidad temática. Es
una recreación de la Pasión y Muerte de Cristo. Su habilidad en las descripciones es uno de sus
valores más notables. Hay que destacar también la gran vivacidad de los matices cromáticos.
Entre los poemas hagiográficos, destaca sin duda el de José de Valdivielso, Vida, excelencias y
muerte del glorioso patriarca San José (1604). Está compuesto en octavas y consta de 24 cantos.
Se inicia con los desposorios de la Virgen y José, sigue con la Encarnación y el Nacimiento de
Cristo, para terminar en la Pasión. Son muy escasos los elementos ajenos al desarrollo de la
trama. Se sirve de materiales bíblicos, aunque su fervor religioso le hace hablar con pasión y no
simplemente narrar los hechos. Es un poema híbrido ya que contiene abundantes rasgos líricos.
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Es una obra del más puro estilo barroco, pródiga en imágenes y descripciones, de gran
musicalidad y muy expresiva.
De entre los poemas marianos no hay ninguno que merza ser destacado.
La épica burlesca se crea como un género de desintegración y antítesis de los temas heroicos,
poco acordes con la oleada de pesimismo y amargura que invade la vida en todos los sentidos.
En ellos encontramos versiones desmitificadoras de las grandes aventuras protagonizadas por
los héroes legendarios. Los personajes son ahora animales, cuyas acciones remederán
grotescamente a las humanas. Dentro de la épica burlesca contamos con dos obras maestras
insuperables: La Gatomaquia de Lope de Vega (1634) y Las necedades de Orlando de Quevedo
(1626-1638).
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Vega y Francisco de Quevedo. Los dos combatieron a don Luis, aunque de muy distinta manera
y con distintos resultados.
En la controversia contra Lope ganó Góngora, por ser un espíritu más cruel y despiadado. Los
ataques de Góngora son siempre directos y feroces. En cambio los de Lope se esconden muchas
veces en el anonimato. Públicamente Lope siempre se mostró prudente y admirador rendido
del cordobés.
En el enfrentamiento contra Quevedo, las relaciones fueron otras. Este era tan duro y agresivo
como Góngora, o más. Aunque quedó por debajo de su rival, no dejó de replicar violentamente
a los ataques de Quevedo.
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Los romances pastoriles, mitológicos y moriscos tienen sus correspondientes parodias. Pero
pocos romances escribió Góngora que puedan en rigor ser considerados pastoriles.
Le género dominante del autor en sus romances es el burlesco, por encima de la sátira.
Un puñado de preciosos romances y romancillos esta impregnado de los sentimientos típicos de
la poesía lírica.
Dos mitos eróticos llamaron la atención de Góngora: el de Hero y Leandro y el de Píramo y Tisbe.
En la Fábula de Píramo y Tisbe llega a su punto culminante la obra y estilo del poeta. Por sus
retorcidas alusiones, sus atrevidas metáforas y sus juegos conceptuales es uno de los más
difíciles de Góngora. A través de él se retrata de cuerpo entero el arte del autor y se funden sus
diversas vertientes y características.
La poesía erótica de Góngora se ciñe a los modelos del petrarquismo. Esta temática que le venía
impuesta por la tradición italianista, la abandonó en cuanto alcanzó voz propia en los poemas
endecasílabos. A veces, en medio de los ejercicios petrarquistas aparece algún reflejo
autobiográfico.
Entre los poemas panegíricos, las dedicatorias o los poemas cortesanos, que son tributo a la
época, a sus protectores y amigos, no presentan por lo común grandes valores poéticos. A
excepción de algún caso singular, en especial el del Soneto a Córdoba que es una de las más
tempranas obras maestras del autor.
La Fábula de Polifemo y Galatea es el primero de los grandes poemas que consagran a Góngora.
En las 63 octavas encontramos el contraste barroco entre la belleza, engalanada con los recursos
del petrarquismo, y la fealdad del cíclope. En el poema los contrastes adquieren una fuerza
impresionante. Junto a las metáforas infinitamente ascendentes, tenemos imágenes
descendentes, que nos muestran el lado monstruoso de la realidad. Se trata de un poema donde
se intensifican, se condensan hiperbólicamente los recursos de la tradición poética renacentista,
al tiempo que se da entrada en él el gusto por lo deformado y feo, que forma contraste con la
belleza petrarquista. Además el Polifemo es un poema trágico. Los personajes cobran una gran
entidad humana.
Después del Polifemo, Góngora escribió las Soledades. Se trata de un poema dividido en dos
cantos: la Soledad primera con 1091 versos, y la Soledad segunda (inacabada) con 975 versos.
Presentan un hilo narrativo tenue. Lo importante de ellas es la descripción de la naturaleza. El
protagonista, un peregrino, es simplemente unos ojos que ven y unos oídos que oyen a través
de los cuales el poeta nos va a presentar el espectáculo de la naturaleza. A través del
protagonista, el autor nos da su visión lírica de la naturaleza, que es la verdadera protagonista
de la obra. En las Soledades tan importante es el objeto descrito como la perspectiva desde la
que se describe. La naturaleza está siempre presente y en contraposición a ella se encuentra el
mundo de la ciudad, de los negocios, de las empresas militares. El mundo ciudadano aparece
como símbolo de caos. El poema no tiene el elemento trágico, dramático, que veíamos en el
Polifemo, ni sus contrastes. Su comprensión es más dificultosa. Y aunque los rasgos estilísticos
son similares, la mayor libertad métrica de la silva, permite al autor complicar más las metáforas
y el simbolismo.
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Las sátiras del conde son feroces diatribas contra individuos a los que cita por su nombre y
apellidos. El conde buscó sus satirizados entre todos los grupos sociales, desde el duque de
Lerma hasta la comedianta Josefa Vaca.
Su poesía amorosa se mueve en dos direcciones dominantes en su tiempo: las redondillas
conceptuosas de los cancioneros y los sonetos petrarquistas. En ambas se muestra siempre
como un amante neoplatónico. Hay que destacar la rima en ̶ ento que aparece en casi la mitad
de sus sonetos amorosos, con tres palabras dominantes: pensamiento, tormento y escarmiento.
El ideal de sus amores se identifica con la luz. Se compara con el mito de Ícaro. La muerte y la
locura rondan significativamente sus versos.
El poeta escribió un conjunto de poemas morales y satíricos, escritos la mayor parte en el
destierro de Alcalá de Henares los últimos años de reinado de Felipe III. El desengaño amoroso
se suma a las inquietudes de su actividad política. El autor se nos muestra en la más abatida de
las situaciones. Utiliza el mar y sus tormentas como imagen para ilustrar su doble desengaño.
Su afición por las fábulas mitológicas viene por su amistad con Marino, al que conoce durante
su estancia en Italia, y por Góngora de quien fue su discípulo más importante y aventajado.
De sus plumas salen las fábulas de Faetón, Fénix, Apolo y Dafne y Europa. Siendo la primera, con
mucho, la más valiosa.
La Fábula de Faetón se compuso con anterioridad a 1671. Pese a ser un poema narrativo, se nos
transmite la personalidad íntima del autor, que ve el mito desde una proyección propia. El texto
consta de 228 octavas y tiene una estructura rigurosamente simétrica. El extenso relato da pie
a que Villamediana pueda relatar con sus mejores colores diversos paisajes y ambientes. El
héroe del poema busca la muerte para reafirmar su personalidad; actitud que ya encontramos
en los poemas propiamente líricos del conde. El poema en su conjunto tiene una belleza
indudable.
De las otras fábulas la más feliz es la de Europa. Se trata de una adaptación de la obra de Merino,
amplificada y pasada por los usos estilísticos del culteranismo gongoriano. El poema está escrito
en una silva.
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de Góngora en el poema es patente. Se cierra con un «salmo» en que el autor se
dirige a la Divinidad.
ANASTASIO PANTALEÓN DE RIBERA
Tras conocer a Góngora se declara discípulo y admirador de este.
En todo momento sigue el ejemplo gongoriano en sus obras. Lo más feliz de su obra
son los versos burlescos directamente inspirados en los romances conceptistas y
paródicos del poeta cordobés. El humor y el atrevimiento verbal son característicos
del poeta. En los poemas Proserpina (dedicada a Paravicino; se conserva
incompleta), el de Europa (dedicado a Góngora) y el del Alfeo y Aretusa, lo más
importante es la técnica de degradación a que somete los grandes mitos clásicos y
el jugueteo verbal del poeta.
Frente a las fábulas, el resto de sus producciones presenta menor interés. Por lo
común, lo burlesco se inserta incluso en los poemas cortesanos. Su obra de temática
religiosa se reduce a poemas escritos para los certámenes y justas poéticas.
SALVADOR JACINTO POLO DE MEDINA
En la obra narrativa Las academias del jardín, Polo de Medina intercaló algunos de
sus versos. Los romances que aparecen tienen marcadas notas gongorianas en su
agilidad y en su atrevido metaforismo. En su lírica encontramos otra cara, y es la
imitación del conceptismo burlesco de Quevedo.
En El buen humor de las musas se reúne el mayor corpus de poesía burlesca del
autor. Sus modelos vuelven a ser Góngora y Quevedo. Hay tres aspectos de su obra
que destacan especialmente: el conceptismo satírico, la fábula mitológica burlesca
y la parodia de los tópicos literarios. Los juegos conceptistas se aplican a mil
situaciones intrascendentes que se prestan a ingeniosidades. Las burlas de los
tópicos literarios se dan mediante un proceso de extrañamiento.
En las fábulas burlescas se extreman estos recursos estilísticos. En ellas, y en toda la
obra en general de Polo de Median predomina lo humorístico y paródico, pero su
gracia tiene un refinamiento, una sutileza que no es frecuente en los poetas
burlescos. La imagen degradadora casi siempre encierra una piruleta entre la pura
burla y la visión lírica. A diferencia de Góngora y Quevedo, destaca la simpatía con
la que trata los mitos y tópicos literarios que desmonta.
FRANCISCO DE TRILLO Y FIGUEROA
Sus ideas poéticas son eminentemente culteranas. Es rendido admirador de
Góngora.
Es autor de un poema épico, Neapolisea, de un volumen lírico Poesías varias,
heroicas, satíricas y amorosas y varios epitalamios y panegíricos de exacerbado
gongorismo.
En sus Poesías varias faltan poemas de sinceridad. Sus versos son o poemas de
circunstancias o son ejercicios poéticos más o menos acertados. Los temas bíblicos
le atraen especialmente. Los poemas galantes también abundan en su producción.
En los versos satíricos y burlescos, el tema dominante es la mujer a la que critica por
subordinar el amor al interés. Las cancioncillas tradicionales están vueltas a lo
obsceno gracias a equívocos picardiosos. Algunos de sus romances satíricos siguen
muy de cerca a los de Góngora. Trillo participa de las burlas del poeta cordobés
contra el clero y sus desafueros sexuales.
Frente a la espontaneidad de las letrillas, los poemas extensos presentan una
compleja elaboración con profusión de cultismos y referencias mitológicas y
eruditas. El modelo vuelve a ser Góngora, aunque en esta ocasión Trillo se queda
con lo superficial.
SPR JUANA INÉS DE LA CRUZ
En vida de sor Juana se publicaron los dos primeros volúmenes de sus obras.
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Escribió teatro imitando a Calderón. En prosa es autora de cinco ensayos, uno
alegórico, dos de tema religioso y dos de carácter polémico. El más importante es el
titulado Respuesta a sor Filotea de la Cruz, en que replica al obispo de Puebla, que
le había recriminado su afición a las letras, y se defiende de sus «perseguidores».
Lo más importante de sus producciones es la poesía. Su natural forma de escribir
versos hizo que escribiera muchas obras por encargo o por diversión. Su obra total
es de 366 poemas en todos los metros de la época; tocando tanto temas profanos
como sacros. Hay un tema que parece obsesionar a la autora y es la falta de
correspondencia amorosa. Acostumbra a escribir sonetos silogísticos, de gran
colorido y rigor mental, que recuerdan a los de Calderón.
Los muchos versos amorosos de sor Juana deben ser puramente imitatorios, al igual
que sus comedias, cuya acción se desarrolla en ciudades españolas que nunca vio.
Hay que destacar la afición de la autora por la experimentación métrica y a ejercicios
de virtuosismo como los decasílabos que empiezan por una voz aguda.
El Primero sueño es su poesía más gongoriana.
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El libro, que contiene traducciones de Ausonio, Marcial y Horacio, se cierra con las
Rimas sacras escritas para las justas poéticas y que no tienen mayor valor para el
lector actual.
El Orfeo es un poema de 186 octavas en 5 cantos. Es la muestra más consumada de
la poesía cultista de Jáuregui. En el poema se narra escuetamente la fábula ovidiana
de Orfeo. El mito con su variedad de ambientes y figuras se prestaba a las
descripciones plásticas. Jáuregui, pintor, se demora en la descripción pormenizada.
GABRIEL BOCÁNGEL UNZUETA
Bachiller por Alcalá y clérigo de órdenes menores, fue bibliotecario del cardenal
infante y ocupó diversos cargos en las administraciones del estado.
Bocángel compuso numerosas obras que se pueden distribuir en tres partes: las
Rimas y prosas, la Lira de las musas y los «poemas áulicos y elogios». Además
compuso muchos poemas sueltos, sobre todo romances.
Las Rimas y prosas se publicaron en Madrid en 1627, y se abren con el poema de
Leandro y Ero, dedicado a Juan de Jáuregui. Bocángel se detiene en la descripción
del templo de Venus, en las gentes que a él acude y en la ceremonia del sacrificio.
En los sonetos se le nota su fiel simpatía por Petrarca. Las moralidades abundan.
La Lira de las musas se abre con El Fernando, poema en sextinas en elogio al cardenal
infante. El poema es un conjunto de estampas con un lenguaje que aspira a la
dulzura garcilasiana, aunque es algo más alambicado. A menudo, y como pasa
frecuentemente en el Barroco, un tema trivial es el que da paso a la expresión lírica.
Los romances tienen la agilidad caprichosa aprendida de Góngora y Quevedo.
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La última etapa la constituyen romances que aluden a hechos que ocurrieron a partir de 1588.
La cárcel, el destierro y las despedidas son los temas nucleares.
La imaginación desbocada del poeta se refleja en los romances moriscos mejor que en ningún
otro poemario.
Ente los aspectos estilísticos hay que realzar la agilidad del ritmo. La estructura alterna las
descripciones con los monólogos, a menudo internos. La acción suele ser precipitada y ocupa
pocos versos. La adjetivación es abundante y colorista, abundan los juegos de antítesis y los
paralelismos.
El romancero pastoril está integrado por unos 40 poemas. El romancero se divide en 2 ciclos.
En líneas generales parece posterior al romancero morisco, aunque algunos poemas deben ser
contemporáneos. En el romancero pastoril el panorama ha cambiado. El moro impetuoso se ha
transformado en un pastor melancólico atento a su mundo íntimo, a sus torturas y fantasmas
interiores.
Los romances tienden a una regularidad estrófica. Es frecuente la distribución en cuartetas o
coplas. A menudo tienen estribillo en versos de distinta medida. La razón de la regularidad
estrófica es por la difusión musical de los poemas.
El tono general es tristón y melancólico. Los celos como enfermedad del amor es un tema
recurrente. La pasión tiene siempre un carácter enfermizo. En estos poemas el enemigo no es
otro que la misma Filis-Elena. También encontramos en alguno de ellos alguna muestra de
optimismo.
Utiliza un tópico del género pastoril que es la correlación entre el paisaje y los sentimientos. En
consecuencia el paisaje acostumbra a tener una belleza triste y pesarosa.
En su madurez escribió romances de características religiosas, filosóficas y elegíacas.
El Romancero espiritual recoge textos ya publicados por el poeta en las Rimas sacras y en Los
pastores de Belén. La mayor parte se escribieron a raíz de la honda crisis religiosa del autor. En
él se plasman las tensiones íntimas del pecador arrepentido, la descripción de la pasión de Cristo
y poemas conceptistas escritos en alabanza de diversos santos para las justas poéticas.
En La Dorotea se incluyen algunos de los más bellos romances de Lope y constituye su llamado
«Romancero filosófico». La estructura métrica tiende a una sólida regularidad en la formación
de grupos de 4 versos que constituyen normalmente periodos sintácticos cerrados y unidades
de contenido.
El autor vuelve a utiliza la máscara que le proporciona su personaje para expresar su
pensamiento y vivencias, en especial el dolor por la muerte de Marta de Nevares.
Las canciones al modo tradicional son de lo más logrado que escribió el poeta. Las
combinaciones estróficas típicas (villancicos, seguidillas, coplas, etc.) aparecen en las dos
vertientes (sacras y profanas).
En su teatro, Lope introduce canciones tradicionales, que a menudo reelabora para insertarlas
en una determinada situación. También salpica sus comedias de estos intensos poemillas
populares. La canción tiene una misión estructurada dentro del drama. Lope es un maestro a la
hora de integrar acción y canción tanto por el uso que hace de esta como por su selección y
recreación.
Lope no solo incluye los cantares que aparecen como tales, sino que también incluye «canciones
embutidas», es decir, se intercalan en el diálogo como parte del mismo.
En estos poemillas se convierten en materia lírica mil aspectos de la vida cotidiana.
En las comedias no faltan letras para cantar vueltas a lo divino.
Buena parte de su lírica culta, en metros italianos, fue agrupada por Lope en varios volúmenes
de cuya edición se cuidó personalmente. Aunque muchos de estos versos se encuentran
incluidos en sus novelas o dramas.
La trayectoria de este sector de su producción tiene una clara división por etapas.
El poeta empezó por poemas directamente inspirados por Petrarca, Garcilaso y Herrera, a los
que añade su característica más esencial: la pasión y espontaneidad. En 1612, su crisis religiosa
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lo lleva a escribir las Rimas sacras, que contiene algunos aciertos plenos. En sus poemas
descriptivos, Lope trata de seguir la moda culterana, a través de una literatura brillante y barroca
(en especial en La Circe). Al lado de esos grandes poemas, escribe su poesía más cotidiana y
familiar: las epístolas. En el último libro que publica, las Rimas de Tomé de Burguillos (1634) se
nos presenta el desengaño de la vejez: la burla le sirve para templar sus tristezas.
La evolución de su poesía nos da muestra de la desintegración del petrarquismo en el barroco.
Lope escribe el penúltimo gran canzionere: las Rimas. Las Rimas parten de Garcilaso. A pesar d
que el poeta mantuvo siempre un rendido homenaje a los poetas que le precedieron, los
materiales petrarquescos, tan revolucionarios en su día, estaban agotados al empezar el siglo
XVII.
En las Rimas sacras volvemos a encontrar recursos garcilasistas, pero que han cambiado de tono
y sentido por la necesidad e inmediatez de muchos de sus poemas, y por estar dirigidos a la
Divinidad como expresión de un encendido erotismo sagrado.
Después la lírica del poeta toma otro rumbo. En La Circe y La Filomena, Lope acomoda los
materiales heredados a nuevas fórmulas poéticas. La parodia en las Rimas de Tomé de Burguillos
representa el último eslabón de esa descomposición.
Pero a pesar de la trayectoria de descomposición de las influencias del petrarquismo, persisten
siempre en Lope los temas amorosos y los elementos petrarquistas. El poeta incluye en La Circe
poemas neoplatónicos dedicados a Marta de Nevares.
En sus combinaciones métricas italianas, el soneto fue el que más cultivó.
En el teatro, el soneto le sirvió como enlace entre dos situaciones. En ocasiones lo utiliza para
juegos de ingenio. Era frecuente que alguno de los sonetos que injertaba en su teatro pasara
luego a los libros.
El teatro también le sirvió como plataforma para sus poemas antigongorianos.
Muchos de sus poemas los encontramos también conservados en manuscritos o en antologías
colectivas.
En La Arcadia no faltan numerosos versos de clara filiación petrarquista.
Muchas de sus églogas, canciones, etc. se publicaron sueltas. Las más interesantes fueron
escritas por el poeta ya en su vejez.
Como poeta narrativo no llegó a cuajar. En sus obras novelescas y épicas lo más valiosos son los
instantes en que asoma la personalidad del autor o cuando los personajes se erigen
momentáneamente en protagonistas de un conflicto dramático. Excepto La gatomaquia, que se
clasifica como un poema épico-burlesco, no hay en este género ninguna obra maestra.
Aunque Lope tuvo la obsesión de convertirse en el poeta épico nacional, no llegó a alcanzar su
propósito.
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No es hasta el siglo XIX donde encontramos los primeros intentos de edición rigurosa de las
obras del poeta. Pero no es hasta 1963 que Blecua publica una edición de rigor y crítica
magistral.
Para las obras del maestro no se puede establecer un orden cronológico, puesto que no existen
referencias que nos permitan seguir la evolución del poeta. Es por eso, que Blecua establece
una clasificación por temática.
POEMAS METAFÍSICOS, MORALES Y RELIGIOSOS
Hay un conjunto de textos quevedescos que tienen como tema central la reflexión
sobre el sentido de la existencia, la muerte y el paso del tiempo. Aunque es
frecuente en el autor la hibridación con otros temas, en especial el amoroso y el
religioso. El motivo de «la vida como muerte» cruza toda la obra del autor. En el
tema de la huida del tiempo, que está ligado a la vida como muerte, es donde el
autor logra sus mayores aciertos al expresar la sucesión vertiginosa de la existencia.
El tiempo aparece con frecuencia como un ladrón que saquea, huye y se esconde. A
través del engaño y de la inadvertencia humana, Quevedo reflexiona.
La experiencia capital es la desvalorización de la existencia. La imagen que nos
ofrece Quevedo raya a menudo en los ascético. Tras una existencia que es nada o
casi nada, encontramos una muerte que rara vez apunta hacia la salvación eterna,
sino que es señal de un absoluto vacío.
En su poesía moral, la obsesión del poeta es evidenciar que en nuestro
comportamiento diario nos movemos, luchamos y morimos por cosas que no
existen. A parte de la ambición a la política, Quevedo censura otras ambiciones: el
ansia e riquezas, la usura,… Un conjunto de tópicos barrocos sirven de vías
expresivas a este rechazo de la ambición. Su respuesta al mundo falsificado de las
ambiciones es la búsqueda de la auténtica vida en el apartamiento. El tema de la
renuncia y la conformidad con el destino es uno de los más importantes en el
pensamiento moral del autor.
Algunos de sus poemas morales están dedicados directamente a la decadencia
española. A veces utiliza el Imperio Romano como ejemplo de ruina, para hacer
alusión directa a la situación de España.
Como conjunto, el Heráclito cristiano de Quevedo es lo más auténtico y vello de su
poesía religiosa. Está compuesto por 28 salmos (sonetos y breves silvas) cuya
temática oscila entre lo religioso y lo existencial. En conjunto, son un diálogo directo
con la Divinidad u una contemplación desengañada de la existencia pasajera. El
resto de sus poemas religiosos, no alcanzan la sinceridad del Heráclito cristiano.
POEMAS DE TEMA AMOROSO
Se sabe que Quevedo era profundamente misógino, por lo que no cabe esperar un
profundo poeta amoroso. Sin embargo, fue un intenso poeta erótico.
Sus poemas no parecen tener un destinatario inmediato. En parte, lo que reproduce
son tópicos amatorios de la época. Pero de ellos salen los temas, que al parecer, le
preocupan hondamente.
La concepción amorosa de Quevedo pate de una múltiple tradición cultural. El
petrarquismo y el neoplatonismo son sus influencias directas.
Lo que caracteriza el erotismo lírico del poeta frente a otros autores es la violencia.
La soledad es tema habitual en esta región de la lírica quevedesca. En sus textos
encontramos una abusiva presencia de tópicos.
Como tributo a la vida cortesana y a la poesía de la época, el poeta dedica muchos
poemas a describirnos, con todas las galas del petrarquismo, las gracias de una
muchacha o una breve escena cotidiana en la que interviene una dama. Abundan
los juegos conceptistas, más o menos triviales.
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Aunque varios son los nombres poéticos femeninos que aparecen en sus versos:
Aminta, Flora, Amarili,... estas amadas, por lo común, se corresponden con el
arquetipo petrarquesco hecho de belleza y desdén. El Cancionero de Lisi constituyen
el último de los grandes cancioneros del petrarquismo. En él se encuentran
numerosos débitos no solo a Petrarca, sino a toda la tradición que de él desciende.
En sus poemas galantes y de ocasión, dedicados también a su amante Lisi, se nos
describe situaciones de la vida cotidiana.
POEMAS SATÍRICOS Y BURLESCOS
Quevedo, tan preocupado en los poemas graves por a concepción de la vida, dedica
un buen número de textos a describirnos una visión de la existencia caracterizada
por la aversión a las grandes empresas, el desprecio del lujo, la exaltación del vino y
de la vida de mendigos y pícaros.
Para Quevedo, el aspecto que más atrae de la sátira es el contraste entre la
apariencia y la realidad de los comportamientos sociales. De Góngora, aprende y
emplea algunos de sus recursos. Especial interés le merece el poder del dinero,
causa y raíz de muchas falsedades. En muchas letrillas también alude a la prohibición
de hablar o a los peligros que conlleva hacerlo.
La misoginia estaba muy enraizada en la vida y carácter del autor. La mujer y con
ella el matrimonio es blanco predilecto de la sátira. A caballo entre la crítica de
costumbres y la misoginia están las sátiras matrimoniales. Un motivo que con
frecuencia da pie a sátiras misóginas es el dinero, el interés. En unas relaciones que
se presentan como un género de prostitución, la mujer es siempre pedigüeña y la
lucha del varón mira exclusivamente a gozar de sus favores sexuales sin pagar.
Son escasas las sátiras personales de Quevedo, al menos las conservadas.
Rivalidades literarias o paraliterarias son la chispa que inicia la sátira en la mayor
parte de las ocasiones. Góngora es la víctima más importante, al que no solo ataca
por lo literario, sino por su vida privada también.
En los poemas burlescos encontramos también moralizaciones, apuntes satíricos y
reflexiones existenciales; pero se trata de algo secundario porque lo esencial es el
juego de ingenio. Muchas de las feroces sátiras quevedescas puede que tengan
como principal razón de ser, no el ataque personal o la denuncia de costumbres,
sino el puro deleite intelectual del chiste ingenioso o la imagen disparatada.
Quevedo es creado del género de las «jácaras» en que se cantan las proezas de un
delincuente entre ladrón y rufián. El mundo prostibulario y de germanía es fuente
de un humor esperpéntico y a menudo macabro. Las jácaras son por lo común,
cartas que se cruzan entre un jaque (rufián) y su marca (puta). El autobiografismo
es puramente superficial, es el autor el que habla y se permite todo género de
chistes a cosa de los tormentos que aplica la justicia. En estos poemas Quevedo dio
vida a figuras que se hicieron célebres pronto.
Como poeta parodista, Quevedo caló enseguida en los recursos gongorianos y
explotó para su poesía sarcástica los cultismos, hipérbatos, fórmulas de contraste,
etc. característicos del cordobés.
Su gran poema paródico es las Necedades y locuras de Orlando el enamorado. Se
trata de una parodia de los poemas del Renacimiento italiano y es una de las
creaciones más geniales y representativas del arte barroco y de la poesía
quevedesca. El texto está incompleto.
POEMAS DE OCASIÓN Y TRADUCCIONES
Es posiblemente la parte menos atractiva para el lector actual. Son poemas escritos
para celebrar acontecimientos de la época. Encontramos relaciones de festividades
en las que el autor ostenta su reconocida capacidad para el concepto y el chiste.
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Los epitafios y elogios fúnebres obedecen a circunstancias externas al poeta,
aunque a veces ligadas a su intimidad. Los momentos álgidos, desde el punto de
vista poético, se alcanzan en los epitafios a aquellos personajes históricos o
contemporáneos a los que le unía algún tipo de afinidad.
Entre sus traducciones e imitaciones destacan las imitaciones de los epigramas de
Marcial. Con los que sigue una técnica de adaptación acomodando los versos latinos
a los giros del castellano y recreando las situaciones para aplicarlas a personajes
contemporáneos del autor.
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ETAPAS Y GÉNERO LITERARIOS EN LA LITERATURA DE AUTORÍA
FEMENINA DEL SIGLO XVII
En el siglo XVII algunas autoras presentan sus creaciones en competencia directa con las obras
de su mismo género escritas por hombres, con los que se codean en igualdad de condiciones.
Para organizar el estudio de la autoría femenina, no solo se recurre al criterio de agrupar a las
autoras por género (poetas, dramaturgas, novelistas, etc.), también se empleará el criterio de
agrupar por promociones, lo que permite valorar en cada grupo la posible influencia y
afianzamiento de los modelos femeninos anteriores y las sucesivas modificaciones en el proceso
de imitación-desvío del modelo que produce el cambio.
ESCRITORAS NACIDAS ANTES DE 1580 (Su obra se publica entre 1600 y 1610)
Destaca la escritura religiosa, predominantemente de carácter hagiográfico en el
caso de Valentina Pinelo e Isabel de Liaño. Sor Magdalena de San Jerónimo escribe
en 1608 un tratado sobre la reforma del sistema penal de las mujeres.
Hay tres nombres de mujeres (Cristobalina Fernández de Alarcón, Hipólita de
Narváez y Luciana de Narváez) que aparecen en la antología poética publicada por
Pedro Espinosa en 1605, y que recoge la poesía de vanguardia del momento.
ESCRITORAS NACIDAS ENTRE 1590 Y 1605 (Sus obras aparecen a partir de la
década de los 30)
Es sin duda el momento de mayor auge de la escritura femenina, donde se forja y
asienta el nuevo modelo de escritora que dialoga de frente con el autor masculino.
Son autoras que muestran un perfil autorial sólido y diversificado, que publican
obras de diferentes géneros, que participan de los círculos literarios de donde nacen
o residen, y que participan del circuito del libro impreso y obtienen beneficio
económico del mismo. Son sobresalientes los casos de Ana Caro, poeta y
dramaturga, y María de Zayas, con sus novelas y obras de teatro.
La escritura femenina de ese momento abarca todos los géneros en auge. Lo que
provoca que se incorpore, en distintos grados, la posición femenina del emisor al
discurso literario de amplio y variado signo.
ESCRITORAS NACIDAS EN EL DECENIO DE 1620-1630 (Sus obras se publican
después de 1650)
Estas escritoras cuentan con modelos previos y con una ‘tradición’ femenina de
escritura ya asentada. Este contexto explica la posición autorial y de libertad de
Catalina Clara Ramírez Guzmán, con los que trata los temas en su poesía. Se
continúan escribiendo e imprimiendo novelas cortesanas como género de éxito del
momento.
Aumenta considerablemente en estos años la difusión de la escritura femenina
(sobre todo poesía) a través de pliegos sueltos de autoras conocidas por otros
géneros, como Eugenia Bueso o María Nieto de Aragón, y en otras que solo se
conocen a través de esta forma de impresión, como el de Luisa Mª Domonte Ortiz
de Zúñiga.
ESCRITORAS NACIDAS A PARTIR DE 1650 (Sus obras se difunden a final de siglo)
El auge de la literatura femenina que había vivido el siglo XVII se quiebra en las
décadas finales del siglo. Las causas son varias:
▪ La caída del esplendor literario y artístico del período barroco, que no
solo afecta a la escritura femenina, y que viene determinado por la crisis
económica, social e histórica.
▪ El retorno a valores más conservadores afecta a la creación artística, y
de forma implacable, a la interacción de las mujeres con su medio social
y cultural.
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Sin embargo, es en este periodo que encontramos quizá la figura literaria más
relevante del siglo, sor Juana Inés de la Cruz, que aunque vivió en México, su obra
se publicó en España entre el 1690 y el 1700.
El auge de la escritura femenina y la normalización en la presencia y participación
de la mujer en las esferas culturales que se apreciaba en la primera mitad del siglo
XVII, no se mantiene en las siguientes décadas, y el modelo autorial femenino que
se había forjado no se llega a consolidar en el campo literario. Todas esas voces
femeninas no logran queda insertadas en una tradición de escritura femenina, que
a día de hoy continúa siendo desconocida.
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dialogismo de la égloga u los libros de pastores también habían permitido ya esa
intervención de la voz femenina en su discurso literario.
En el avance del siglo XVII, las escritoras irán incorporando a la poesía amorosa la
enunciación femenina. La tradición petrarquista se irá destruyendo y se defenderá
una mirada femenina activa en la relación amorosa, sensual y, en definitiva, en la
esencia comunicativa misma del discurso poético. A pesar de que no es un
panorama uniforma, cada vez serán más los poemas que se construyan
enunciativamente desde una voz femenina.
En el ámbito de la prosa barroca, el género más cultivado es la novela cortesana,
por su éxito comercial y por ese predominante grupo de mujeres lectoras a quien
iba destinado.
En otros géneros narrativos la presencia femenina es escasa. Un caso singular son
los tratados de educación de nobles escritor por Luisa de Padilla, Condesa de
Aranda.
El teatro, con fórmulas de éxito de la comedia de la época, fue cultivado por autoras
que ya habían publicado o escrito otros géneros, como Ana Caro o María de Zayas.
Se trata de un teatro que respeta las convenciones sociales, pero que da cabida a
temas que afectan a las mujeres, que aunque no trasgreden las normas morales, sí
señalan al menos sus contradicciones.
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