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El prejuicio y la injusticia epistémica

¿A qué se refieren las teorías sobre injusticia epistémica cuando hablan de prejuicio?

Simha Harari Cheja


Seminario de Hermenéutica
5 de mayo de 2021
A matter of perspective (1990) —el decimocuarto episodio de la tercera temporada de Star Trek:
The next generation— narra una serie de eventos que se presentan luego de que la tripulación del
Enterprise visita una estación espacial. El comandante Riker es acusado de asesinar al científico a
cargo de dicha estación, y se enfrenta a una audiencia de extradición a bordo de la nave. En ella,
los involucrados recrean su versión de lo ocurrido en el holodeck, una herramienta de creación de
realidad virtual que permite simular de manera realista todo tipo de escenarios, personajes y
eventos. Hay un elemento adicional de la trama en el que Riker posiblemente intenta violar a la
esposa del científico o, alternativamente, su esposa es culpable de intentar seducirlo a él. El
episodio se compone mayormente por el intento de la audiencia de determinar la culpabilidad de
Riker, por lo cual se muestran diferentes puntos de vista, opiniones, y revisiones de los testimonios.
Lo interesante de la narrativa es que expone el papel de los prejuicios y los sesgos en contextos
como los procesos legales: desde la narración de los testimonios de cada participante, hasta la forma
en que las relaciones interpersonales afectan la credibilidad y la observación de la evidencia. Sin
embargo, la serie hace esto de una manera que, para mí, permite cuestionar el concepto de los
prejuicios en general: ¿es posible deshacerse de ellos?, ¿cuáles son sus consecuencias, negativas o
positivas?, ¿cómo afectan la experiencia del mundo?, ¿qué podemos hacer con ellos?
Este ensayo, entonces, tiene el objetivo de analizar a fondo el concepto de prejuicio. En
particular, observo su presencia en los estudios sobre la injusticia epistémica (en especial con
Miranda Fricker), y lo comparo también con otras perspectivas filosóficas. Me parece que la
comprensión de dicho concepto es crucial para analizar situaciones de desigualdad: estudiar de
dónde viene y cuáles son sus efectos precisos podría ser una base para saber qué hacer al respecto.
¿A qué se refieren las teorías sobre injusticia epistémica cuando hablan de prejuicio? En este
ensayo ofrezco dos posibles interpretaciones y hago un argumento sobre cuál de las dos me parece
más productiva.

¿Qué es el prejuicio?
Antes de entrar de lleno en la discusión, es preciso esclarecer los límites y alcances del
prejuicio, por lo cual en este apartado hago un análisis de concepto basado en sus usos cotidianos
y científicos. Para ello, reúno varias definiciones que encontré en la literatura especializada en
injusticia epistémica, en diferentes textos filosóficos, reportajes, artículos de revistas, e incluso en
las redes sociales. El propósito de esto es tener una base de análisis completa, que permita señalar
los atributos definitorios del prejuicio, así como los criterios para identificarlo. Para hacer dicho
recuento, busqué algunos conceptos relacionados, entre los cuales podrían estar el sesgo, el
estereotipo, la noción preconcebida, lo unilateral o lo parcial. Ya que pertenecen a la misma red
de significación, comparten un vínculo con la interpretación y con las formas de dar sentido al
mundo y sus datos. Sin embargo, el prejuicio se distingue de todos ellos porque implica un proceso
muy particular, en el que se hace un juicio previo a la experiencia.
Los usos más cotidianos del concepto de prejuicio tienen que ver con creencias,
generalmente negativas, sobre un grupo, comunidad o individuo. En muchas instancias, el prejuicio
se ve como una causa directa de discriminación. Por ejemplo, un artículo publicado en la revista
Forbes con el título Fundraising opportunities for minorities and women of color, habla de varias
propuestas para “reducir el riesgo de tener fondos limitados” a causa de “prejuicios raciales”
(Murthy, 2021). De manera similar, el subreddit @PrejudiceChallenge es un foro de discusión para
generar diálogos entre usuarios que buscan desafiar sus prejuicios, casi siempre relacionados con
grupos y comunidades minoritarias específicas como las personas de color, las mujeres o la
comunidad LGBTQ+ (2021). Parece que es más común, entonces, utilizar el concepto de manera
negativa (como algo que hay que combatir o desafiar), y en referencia a desigualdades entre grupos
sociales.
En la filosofía el prejuicio tiene un sentido más amplio: no se refiere exclusivamente a las
opiniones preconcebidas (y negativas) sobre grupos, sino que tiene que ver con la idea de la
precomprensión; con los marcos y las categorías que existen en la cognición y permiten
experimentar al mundo de cierta manera. En este sentido, no tiene una connotación negativa
inherente. Por ejemplo, Gadamer —retomando a Heidegger— define a los prejuicios como
condiciones de comprensión, por lo cual afirma que pueden existir prejuicios legítimos (1999, p.
344). Para él, esto aparece ligado a otros dos conceptos clave: la autoridad y la tradición, que desde
su perspectiva deben ser rehabilitados. En el caso de la autoridad, Gadamer dice que tiene validez
porque implica el reconocimiento libre de la racionalidad de una persona. Lo mismo con la
tradición, que se adopta libremente, y puede tener fundamentos racionales. Es decir, ni la autoridad
ni la tradición son incompatibles con la libertad y el uso propio de la razón; son, de hecho, ejemplos
de prejuicios legítimos (1999, pp. 345 - 353). Con esto, Gadamer se posiciona frente a la Ilustración,
que sí pensaba a los prejuicios como obstáculos para el pensamiento autónomo:
El prejuicio, en efecto, es una categoría de la Aufklärung, la categoría por excelencia, bajo
la doble forma de la precipitación (juzgar demasiado rápidamente) y de la prevención
(seguir la costumbre, la autoridad). El prejuicio es aquello de lo que hay que desembarazarse
para comenzar a pensar, para osar pensar —según el famoso adagio sapere aude— para
acceder a la edad adulta. (Ricoeur, 2002, p. 312)
Según Ricoeur, esta manera ilustrada de atribuirle al prejuicio una carga negativa tiene
puntos de intersección con la crítica de las ideologías, ejemplificada por Habermas, quien
reinterpreta el concepto por medio de la idea marxista de interés: “La tarea de una filosofía crítica
es precisamente desenmascarar los intereses subyacentes a la empresa del conocimiento” (Ricoeur,
2002, p. 326). En otras palabras, el interés —que Ricoeur coloca en la misma red de significación
que el prejuicio— se esconde bajo la búsqueda de conocimiento. De aquí se deriva el concepto de
ideología, cuyo proceso principal es disimular el interés por medio de una aparente racionalización,
y que ha de ser desenmascarada por las ciencias sociales críticas (Ricoeur, 2002, p. 328). Aquí
podemos ver varios puntos en común con los usos cotidianos del concepto de prejuicio: es algo
negativo porque favorece ciertos intereses y oculta otros, y por tanto debe ser combatido, sometido
a crítica, o eliminado.
Más recientemente, y para acercarme al tema que me interesa, los estudios sobre injusticia
epistémica se han enfocado en los efectos prácticos del prejuicio: en las consecuencias directas que
tiene en cuanto a la credibilidad de un individuo, en el acceso a herramientas epistémicas para darle
sentido a ciertas experiencias particulares, y en la consideración de sujetos viables (o inviables)
para la producción de conocimiento: “La injusticia hermenéutica es el fenómeno que ocurre cuando
la inteligibilidad de los comunicadores se restringe o se socava injustamente, cuando sus
capacidades de creación de significado encuentran obstáculos injustos o, como dice Fricker,
«cuando una brecha en los recursos interpretativos colectivos pone a alguien en una ventaja injusta
cuando se trata de dar sentido a su experiencia social»” (Fricker, citada por Medina, 2019, p. 41).1
Miranda Fricker describe su objetivo de la siguiente manera: “Mi propósito principal al
invocar la [injusticia epistémica] era delinear una clase distintiva de errores, a saber, aquellos en
los que alguien es ingenuamente degradado y/o puesto en desventaja con respecto a su estatus como


1
“Hermeneutical injustice is the phenomenon that occurs when the intelligibility of communicators is unfairly
constrained or undermined, when their meaning- making capacities encounter unfair obstacles, or, as Fricker puts it,
“when a gap in collective interpretive resources puts someone at an unfair advantage when it comes to making sense
of their social experience”
sujeto epistémico” (2019, p. 53).2 Es decir, ella parte de las instancias particulares en las que se
muestran las disfuncionalidades (los errores) de las prácticas epistémicas. Y muchas veces asocia
aquellas disfunciones con el prejuicio.
En su libro Epistemic injustice: Power and the ethics of knowing, Fricker define a los
prejuicios como “juicios, que pueden tener una valencia positiva o negativa, y que muestran alguna
resistencia (típicamente epistémicamente culpable) a la evidencia contraria debido a alguna
inversión afectiva por parte del sujeto” (Fricker, 2007, p. 35).3 ¿Qué quiere decir esto? Por medio
de varias lecturas sobre injusticia epistémica, pude destilar algunas características que, según dicha
área de estudio, son propias de los prejuicios: 1) afectan la credibilidad y el estatus epistémico de
ciertos sujetos, 2) causan discriminación directa o indirecta, 3) son resistentes a la evidencia y, por
lo tanto, irracionales, 4) implican una afinidad afectiva, y 5) implican una culpabilidad epistémica
(Fricker, 2017; Wanderer, 2019; Coady, 2019; Pohlhaus, 2019).
Ahora bien, para explicar su objetivo general, Fricker introduce una pregunta: ¿por qué
partir de lo disfuncional? Y responde con una analogía: cuando Tolstói dijo que “Todas las familias
felices se parecen unas a otras, pero cada familia infeliz lo es a su manera”, no se refería a que
todas las familias funcionales son francamente iguales:
La verdadera diferencia entre una familia feliz y una infeliz es que la familia feliz ha
encontrado la manera de hacer frente a sus tensiones y dificultades, al menos no dejándolas
eclipsar la vida familiar, mientras que la infeliz no. Y la diferencia entre una práctica
epistémica funcional y una disfuncional es que la práctica funcional contiene ciertas
contrapresiones o mecanismos mediante los cuales se evitan fuerzas anti-verídicas de
diversa índole, como el prejuicio, por ejemplo. (Fricker, 2019, p. 57)4


2
“My chief purpose in invoking the label was to delineate a distinctive class of wrongs, namely those in which
someone is ingenuously downgraded and/or disadvantaged in respect of their status as an epistemic subject. A first
point to make is that this kind of epistemic injustice is fundamentally a form of (direct or indirect) discrimination.
The cause of testimonial injustice is a prejudice through which the speaker is misjudged and perceived as
epistemically lesser (a direct discrimination)”
3
“judgements, which may have a positive or a negative valence, and which display some (typically, epistemically
culpable) resistance to counter-evidence owing to some affective investment on the part of the subject”
4
“The real difference between a happy family and an unhappy one is that the happy family has found a way to cope
with its tensions and difficulties, at least not letting them eclipse family life, whereas the unhappy one has not. And the
difference between a functional epistemic practice and a dysfunctional one is that the functional practice contains
certain counter- pressures or mechanisms by which to stave off anti-veridical forces of various kinds, such as prejudice,
for example”
Por esto, según Fricker, es productivo partir de las versiones disfuncionales de las prácticas:
porque permite ver qué colapsos están siendo evitados y mediante qué mecanismos. Sin embargo,
aquí hay una ambigüedad: ¿es el prejuicio una fuerza anti-verídica o un mecanismo mediante el
cual se evita la disfunción? Señalé que, según Fricker y varios autores, los prejuicios implican una
resistencia a la evidencia. De hecho, después de rastrear el concepto en diferentes textos, me di
cuenta de que está asociado en varias ocasiones con las acciones de “corromper”, “emborronar”,
“distorsionar” y “contaminar” (Fricker, 2007). Dado eso, creo que la primera interpretación se
ajusta mejor a lo que dice el resto del texto, por lo cual una sexta característica del prejuicio podría
ser que es una fuerza anti-verídica.
Estos seis atributos coinciden con otras características que señalé al revisar los usos
cotidianos y la crítica de las ideologías de Habermas (según Ricoeur). Aunque Gadamer tiene un
entendimiento muy distinto del prejuicio, creo que todos los usos que presenté contienen dos cosas:
1) la idea de que es algo previo a la experiencia del mundo (por lo cual puede ser precipitado), y
2) su relación con el conocimiento (ya sea en sentido positivo como condición de comprensión, o
en sentido negativo como causante de disfunción).
Una diferencia entre los primeros tres contextos y las teorías sobre injusticia epistémica es
que esta última ya no está pensando a los prejuicios exclusivamente como creencias, sino que
reconoce también su componente afectivo. Esto me lleva a las siguientes preguntas: ¿qué
consecuencias tiene considerar al prejuicio como una fuerza anti-verídica que ofusca, emborrona,
corrompe o distorsiona? ¿Es productivo ver al prejuicio como una disfunción? ¿Hay realmente una
versión funcional de las prácticas epistémicas, o más bien el prejuicio es algo inherente a ellas
(considerando su componente afectivo)? ¿Puede haber, dentro de las teorías de injusticia
epistémica, una mejor forma de concebir al prejuicio? En las siguientes secciones voy a evaluar
dos formas de considerar al prejuicio, tomando en cuenta las implicaciones y consecuencias de
cada una, para determinar cuál de las dos sería más productiva para lograr los objetivos de los
estudios sobre injusticia epistémica.

Prejuicio como fuerza anti-verídica


La primera forma de entender al prejuicio es a través del concepto de verdad o veracidad.
En este sentido, su componente negativo sería, antes que nada, que ofusca la evidencia: es una
fuerza anti-verídica, y por eso es relevante para el campo de la epistemología. Fricker lo formula
en los siguientes términos:
El hecho de que la injusticia testimonial dañe el sistema epistémico es directamente
relevante para las epistemologías sociales como el «veritismo» de Goldman, ya que el
prejuicio presenta un obstáculo para la verdad, ya sea directamente al hacer que el oyente
se pierda una verdad en particular, o indirectamente al crear bloqueos en la circulación de
ideas críticas. Además, el hecho de que el prejuicio puede impedir que los hablantes pongan
con éxito el conocimiento en el dominio público revela la injusticia testimonial como una
forma seria de falta de libertad en nuestra situación de habla colectiva; y según una
concepción kantiana, la situación de libertad de expresión es fundamental para la autoridad
de la política, incluso a la autoridad de la razón misma. (Fricker, 2007, p. 43)5
Me parece interesante que la autora trae a cuenta el modelo kantiano del dominio público
para explicar la importancia del prejuicio y su papel en la injusticia epistémica. ¿De qué manera
está utilizando estos conceptos?, ¿qué se puede concluir sobre el prejuicio a partir de esta
formulación de sus consecuencias?
Hannah Arendt, en sus Conferencias sobre la filosofía política de Kant, afirma que la idea
kantiana del dominio público (o la plaza públca, como ella le llama) integra, a su vez, dos
conceptos. El primero es el pensamiento crítico, entendido como una actividad que concierne no
sólo a los filósofos, sino a los humanos en general, y que implica un ejercicio de interrogación
constante. Pensar de manera crítica y desmontar las creencias infundadas, es una vieja
preocupación de la filosofía, que podemos rastrear hasta la mayéutica en Atenas. Allí, Sócrates
tenía el propósito, precisamente, de liberar a los interlocutores de sus opiniones injustificadas y de
sus prejuicios; pero también de “hacer público, en la conversación, el proceso del pensamiento, el
diálogo que silenciosamente se desarrolla en el sujeto; él lo representaba [he performed] en la plaza
del mercado como el flautista lo hace en un banquete” (Arendt, 2012, p. 74).
Fricker, trayendo a cuenta este modelo, está de algún modo regresando a la idea ilustrada
del prejuicio como precipitación; como una etapa inferior de la producción de conocimiento que


5
“That testimonial injustice damages the epistemic system is directly relevant to social epistemologies such as
Goldman’s ‘veritism’, for prejudice presents an obstacle to truth, either directly by causing the hearer to miss out on a
particular truth, or indirectly by creating blockages in the circulation of critical ideas. Further, the fact that prejudice
can prevent speakers from successfully putting knowledge into the public domain reveals testimonial injustice as a
serious form of unfreedom in our collective speech situation—and on a Kantian conception, the freedom of our speech
situation is fundamental to the authority of the polity, even to the authority of reason itself”
debe superarse para llegar al pensamiento autónomo. Pero no es sólo un obstáculo para la
racionalidad, sino que también impide la verdadera libertad. A saber, la plaza pública es importante
para Kant (y para Arendt) porque no opone una minoría a una mayoría: en su versión ideal,
cualquier persona debe considerarse un hablante viable, con racionalidad, autonomía, y acceso a la
evidencia. De eso debe partir la política: de la libertad de expresión como medio para el diálogo
autónomo y racional entre todas las personas tomadas como iguales.
De acuerdo con Fricker (2017, p. 43) esa es la razón principal por la que el prejuicio es
contraproducente y dañino: crea bloqueos en la circulación de ideas críticas y, por lo mismo,
impide la libertad de expresión en la situación colectiva de habla. Podemos ver, con todo lo
anterior, que su idea de libertad coincide con el imperativo ilustrado de pensar por uno mismo; de
la racionalidad causalmente vinculada con la autonomía.
Ahora bien, todo esto es muy útil para justificar la relevancia de los estudios sobre la
injusticia epistémica. Y creo que señalar los efectos negativos del prejuicio en relación con el
estatus epistémico de ciertos sujetos es bastante productivo, pues permite visibilizar las posiciones
de privilegio y desventaja, no sólo en un nivel material, sino también epistemológico. En paralelo,
permite señalar las consecuencias de estas injusticias —que se pueden observar más que nada de
forma micro en interacciones particulares— , pero que impactan también en el plano político (o
macro). Sin embargo, me parece que no es suficiente equiparar el prejuicio con la resistencia a la
evidencia en términos racionales.
Al final del episodio A matter of perspective (1990), Deanna Troi dice algo que pone en
duda todo el sistema de extradición y su enfoque principal, que es determinar el verdadero
desarrollo de eventos, ya sea para exculpar a Riker o confirmar las acusaciones contra él. Ella,
siendo mitad humana y mitad betazoide, tiene la capacidad particular de percibir los sentimientos
de los otros personajes a través de su telepatía parcial. Después de escuchar y presenciar la
simulación de ambas versiones del incidente, ella afirma que ni Riker ni la esposa del científico
están mintiendo. “Es la verdad como cada uno la recuerda”, les dice.
Esto entra en conflicto con la idea de que el prejuicio “corrompe”, “emborrona”,
“distorsiona” y “contamina” la experiencia del mundo (Fricker, 2007), pues, si fuera así, tendría
que haber una forma “pura”, “impoluta” y “transparente” de percibirlo. Y esto implica que podría
eliminarse a través de una disposición a ver esa evidencia tal cual es. Sin embargo, lo que Star Trek
(1990) cuestiona en este episodio es, precisamente, la idea de poner a competir percepciones según
su grado de veracidad. A veces no existe una versión “más cercana a la verdad”, pues la experiencia
está determinada por los códigos previos mediante los cuales es percibida por un sujeto. ¿La
desventaja principal del prejuicio es realmente que impide llegar a la verdad?, ¿es el caso que
podemos resolver el prejuicio mediante el ejercicio de la racionalidad autónoma?

Prejuicio e imaginación social


La segunda forma de entender el prejuicio no pone en el centro su forma de obstaculizar el
camino a la verdad, sino que tiene que ver con su componente afectivo. Por lo mismo, no se
encuentra únicamente en las creencias explícitas del sujeto que interpreta: también puede actuar
sobre esas interpretaciones de manera implícita. Y no siempre puede combatirse o eliminarse, sino
que permanece de formas sutiles, residuales. Fricker afirma lo siguiente:
Creo que la visión correcta de las relaciones epistémicas es tal que la injusticia testimonial
ocurre gran parte del tiempo, y si bien puede ser bastante difícil vigilar las propias creencias
en busca de prejuicios, es significativamente más difícil filtrar de manera confiable los
estereotipos perjudiciales que informan las relaciones sociales percepciones directamente,
sin mediación doxástica. Muchos casos de injusticia testimonial […] no se deben en
absoluto a creencias prejuiciosas, sino únicamente a prejuicios residuales más sigilosos,
cuyo contenido puede incluso ser rotundamente incompatible con las creencias que
realmente tiene el sujeto. (Fricker, 2007, p. 36)6
Aquí podemos discernir dos cosas: 1) los prejuicios ocurren gran parte del tiempo en todo
tipo de situaciones del habla, y 2) hay un aspecto casi visceral del prejuicio, que hace posible que
su contenido sea incompatible o hasta contradictorio con las creencias explícitas. Es decir, una
persona puede, por ejemplo, estar convencida de haber desafiado sus prejuicios raciales, pero aún
así actuar de formas racistas. Esto nos lleva a un punto interesante: los prejuicios son mucho más
complejos que las meras “opiniones infundadas”, y a veces el ejercicio autónomo de la razón no
basta para aliviarlos. Me parece que este problema está presente en la definición del prejuicio como
fuerza anti-verídica, así como en las definiciones ilustradas y de la hermenéutica de Gadamer. En


6
“I believe that the right vision of epistemic relations is such that testimonial injustice goes on much of the time, and
while it may be hard enough to police one’s beliefs for prejudice, it is significantly harder reliably to filter out the
prejudicial stereotypes that inform one’s social perceptions directly, without doxastic mediation. Many instances of
testimonial injustice […] will be owing not to prejudiced beliefs at all but only to stealthier, residual prejudices, whose
content may even be flatly inconsistent with the beliefs actually held by the subject”.
su caso, éste último considera que el prejuicio puede ser recibido de manera libre, racional y que,
por lo tanto, puede ser legítimo (Gadamer, 1999). Sin embargo, como señalé, es un proceso mucho
más complejo, que incluye la posibilidad de que el prejuicio no se encuentre únicamente en la
comprensión racional, sino en las reacciones afectivas, inconscientes del sujeto.
Ahora bien, ¿de qué manera se puede explicar esta permanencia sutil y residual del
prejuicio? Para responder, Fricker introduce el concepto de la imaginación social, y pone algunos
ejemplos del impacto visceral de las imágenes sobre los juicios:
Esto se ilustra de manera más cruda cuando la influencia de imágenes perjudiciales de la
imaginación social persiste en los patrones de juicio del oyente, incluso cuando su contenido
entra en conflicto con el contenido de sus creencias. […] A veces esto puede ser
simplemente una cuestión de que los estados afectivos de la persona se quedan atrás de sus
creencias (la conciencia culpable de un católico decaído, los sentimientos de vergüenza de
un activista de los derechos de los homosexuales). Pero otras veces puede ser que los
compromisos cognitivos mantenidos en nuestra imaginación conserven su impacto en cómo
percibimos el mundo social incluso después de que las creencias correlativas se hayan
desvanecido. Estos compromisos pueden permanecer en nuestra psicología en forma
residual, rezagados con respecto al progreso de la creencia, de modo que conserven una
influencia sobre nuestra percepción social (Fricker, 2007, p. 37).7
¿En qué está pensando Fricker cuando habla de imaginación social? Me parece que esta
pregunta merece su propio ensayo; sin embargo, puedo esbozar un par de hipótesis. La primera es
que Fricker está pensando en la imaginación como disociación de la realidad, como otra fuerza
anti-verídica que impide el acceso a la evidencia. La segunda es que se refiere la construcción de
representaciones del mundo —pero no representaciones subjetivas, sino sociales. Es decir,
imágenes construidas por medio de tropos, narrativas, lugares comunes, o incluso metáforas que
existen en el lenguaje colectivo de una sociedad particular, y que permiten entender y organizar lo
que ocurre en el mundo. Y dichas representaciones aparecen a nivel cultural (en productos


7
“This is most starkly illustrated when the influence of prejudicial images from the social imagination persists in a
hearer’s patterns of judgement even where their content conflicts with the content of her beliefs. […] Sometimes this
might simply be a matter of the person’s affective states lagging behind their beliefs (a lapsed Catholic’s guilty
conscience, a gay rights activist’s feelings of shame). But other times it can be that cognitive commitments held in our
imaginations retain their impact on how we perceive the social world even after any correlative beliefs have faded
away. These commitments can linger in our psychology in residual form, lagging behind the progress of belief, so that
they retain an influence upon our social perception”
artísticos, literarios, educativos), pero también se reproducen a nivel individual, o en micro-
interacciones dadas en situaciones particulares.
Dado que Fricker está intentando explicar cómo es que los prejuicios y sus contenidos
entran en conflicto con creencias explícitas, creo que la segunda interpretación es más adecuada,
pues la primera nos llevaría a la misma pregunta. Además, creo que los ejemplos que da coinciden
con dicha relación entre la imaginación y la representación. Una consecuencia de este concepto de
imaginación social, pienso, es que el modelo kantiano de la plaza pública se cae de alguna manera:
ya no se trata de hablantes racionales dialogando para desmontar prejuicios, sino de sujetos
complejos, atravesados por el impacto visceral de las imágenes, conversando e interactuando unos
con otros. Esto último lleva a una consideración muy distinta del prejuicio, donde ya no es tan
importante la verdad detrás de él, sino sus efectos: los modos en que afecta dichas interacciones,
ya sea de manera positiva o injusta. Ese sería, en principio, el problema que habría que resolver.
¿Qué implica esto? ¿Se puede eliminar el prejuicio entendido de este modo? Aunque
definitivamente hay prejuicios que pueden revisarse por medio de la reflexión y la crítica, diría que
la mayoría se presentan de manera mucho más sutil en la experiencia de un sujeto. Y creo que, para
resolverlos, la manera de proceder tendría que ser otra, que no tome como punto de partida el
intento de alcanzar una percepción “pura”, “impoluta” o “transparente”, pues quizá no existe tal
cosa (como se muestra en Star Trek). Quizá nunca habrá una forma de interpretar que no implique
cierto sesgo previo, cierta afinidad con las imágenes (sociales o individuales) que dan los códigos
previos para comprender. Y creo que esta manera de entenderlo, más allá de ver al prejuicio como
una mera disfunción, es más útil para los estudios sobre la injusticia epistémica.

Conclusión
Este ensayo tuvo el objetivo de analizar a fondo el concepto de prejuicio, determinar sus
características esenciales, y evaluar dos posibles formas de entenderlo como parte integral de la
propuesta de la injusticia epistémica. La primera tiene que ver con la capacidad del prejuicio de
ofuscar las maneras de interpretar la evidencia; es decir, por hacer un juicio previo sobre la
credibilidad de cierto sujeto, la búsqueda de la verdad se ve obstaculizada. La segunda tiene que
ver con su componente afectivo y su vínculo a la imaginación social, esto es, a las formas de
representar lo que ocurre en el mundo. No es que ambas interpretaciones sean incompatibles, pero
cada una lleva a diferentes consecuencias; y cada una implica un plan de escape particular.
Me parece, sin embargo, que la segunda es más productiva, pues no tiene como objetivo
eliminar al prejuicio mediante la racionalidad o la crítica autónoma, sino más bien toma al prejuicio
como algo constitutivo de las prácticas epistémicas. Y creo que esto lleva a posibilidades muy
interesantes, que deben estudiarse tanto en la académica como fuera de ella: si los prejuicios no
pueden eliminarse para llegar a la versión “pura” de la realidad, quizá lo que sí se puede cambiar
es la imaginación social (que, como vimos, tiene un papel crucial en la permanencia residual de
los prejuicios). Es deicr, a veces ni la búsqueda de la evidencia, ni la virtud de escuchar no son
suficientes: “luchar contra las injusticias hermenéuticas puede requerir […] puede requerir alentar
y facilitar la resistencia hermenéutica, es decir, ejercer una fricción epistémica contra las
expectativas normativas de los marcos interpretativos establecidos y ayudar a las voces disonantes
en la formación de significados, interpretaciones y estilos expresivos alternativos” (Medina, 2019,
p. 48). Quizá la resistencia epistémica podría encontrarse en nuevas formas de producción cultural;
en nuevas formas de hacer arte, literatura, cine. Y quizá eso podría dar pie a nuevas formas de
imaginar socialmente.
Bibliografía
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