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Mary Douglas

La aceptabilidad
del riesgo según las
ciencias sociales

Prólogo de Joan Bestard

PAIDÓS
Ba^reionö * Buenos - Mèxiço
SUMARIO

Prologó, Joan Bestard................................................................. 9

Agradecimientos........................................................................ 17

Introducción.............................................................................. 19

1. Cuestiones morales en la aceptabilidad del riesgo . . 25


2. El surgimiento de una nueva subdisciplina.......................... 43
3. Percepción del riesgo............................................................ 57
4. Elección y riesgo................................................................. 73
5. Riesgos naturales.................................................................. 89
6. Credibilidad....................................................................... 105
7. Búsqueda del riesgo y seguridad ante todo........................ 115
8. Limitaciones institucionales............................................... 129
9. Riesgos codificados.......................................................... 141

Bibliografía 155
PRÓLOGO

Seguir la obra de Mary Douglas ha sido siempre un constan­


te descubrimiento de nuevas perspectivas de análisis dentro de la
Antropología Social. Ha abierto continuamente nuevas campos y
siempre nos ha hecho ver desde un nuevo ángulo actividades so­
ciales que ya creíamos suficientemente analizadas o que nos pa­
recían opacas para el análisis antropológico. Su obra es amplia y
va desde una monografía clásica sobre los lele (1963) hasta los
análisis sobre las nociones de riesgo y culpa (1992). Ante su am­
plia bibliografía era un problema para el lector de lengua caste­
llana que las traducciones se hubieran parado en Pureza y peli­
gro y Símbolos fiaturales. Nos perdíamos la parte de su obra que
trata con más originalidad nuestra cultura contemporánea, con sus
ritos, sus símbolos y sus formas de clasificar y percibir la rea­
lidad. Difícilmente podíamos conocer este paso qué muchos an­
tropólogos de la generación de Mary Douglas han dado desde el
análisis de la conducta racional primitiva a las propias conductas
contemporáneas no comprensibles desde la pura racionalidad
instrumental y utilitarista* La traducción de La aceptabilidad del
riesgo según las ciencias sociales empieza a llenar este vacío y
con seguridad nos ayuda a comprender mucho mejor nuestra
condición contemporánea.
En el prefacio a su libro How Institutions think (1987), Mary
Douglas presenta una curiosa genealogía de sus obras. Dice que
siempre ha escrito hacia atrás, que este libro era una introducción
a Pureza y peligro, y también un prólogo a La aceptabilidad del
riesgo {1986), que era, a su vez, una introducción a Risk and Cul­
ture (1982). Éste, por otra parte, era una argumentación desarro­
llada de un artículo aparecido en Jmplicit Meanings (1975), Y, a
10 LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO PRÓLOGO it

juicio de La autora, iodos tenían que haber sido publicados antes yen los conceptos. Por ello en How Institutions think hace com­
de su primer libro sobre los lele. Siguiendo este principio de es­ patible un análisis sociológico de las instituciones con un análi­
cribir hacia atrás, trata de enriquecer las ideas anteriores y desa­ sis filosófico de las categorías científicas. Propone una teoría de
rrollar en nuevos contextos ideas recibidas de la tradición socio­ las instituciones que corrija la visión normal no sociológica de
lógica. Esta tradición se sitúa claramente dentro de la genealogía la cognición, así como también una teoría cognitiva que supla la
intelectual que proviene de Durkheim y Mauss. Se trata de apli­ debilidad del análisis institucional. Una de estas debilidades ha
car las teorías de estos autores a nuestra conducta ordinaria. Así, sido precisamente la tendencia en la tradición durkheimiana a
desde la teoría del don de Mauss, analiza nuestras conductas de reificar las categorías y personificar los grupos. Esto desaparece
consumo. En The World ofGoods (1978) critica Mary Douglas totalmente en los análisis que hace Mary Douglas. Las catego­
el individualismo metodológico del consumidor solitario y nos rías no son cosas, son posiciones. El concepto de cuadrícula le
hace ver cómo necesitamos bienes para descifrar nuestro ámbito sirve para analizar esta dimensión social de las categorías. El uso
social y para situar nuestra identidad social. Si la propuesta de que hace el individuo de los sistemas de clasificación depende de
Mauss entraba en el programa general de Durkheim, Mary Dou­ su posición en un determinado ordenamiento social. Por ello en
glas siempre nos ha hecho ver la importancia de las propuestas Risk and Culture analiza la forma en que construimos determi­
durkheimianas y nos las ha situado claramente dentro de las pre­ nadas categorías culturales a partir de ciertas posiciones sociales.
ocupaciones del pensamiento actual. Se trata de considerar el Las nociones de riesgo no están basadas en razones prácticas o
pensamiento humano como originariamente social y desarrollar en juicios empíricos. Son nociones construidas culturalmente
esta idea en una teoría de la cultura que dé cuenta del origen so­ que enfatizan algunos aspectos del peligro e ignoran otros. Se
cial de las categorías cognitivas. Ha insistido en la relación que crea, así, una cultura del riesgo que varía según la posición social
tiene la cultura con la vida cotidiana y en cómo los símbolos y de los actores.
los rituales no están separados de la actividad diaria y son ele­ Una cuestión interesante desde el punto de vista de la histo­
mentos básicos en la construcción de la experiencia social. Así ria de las ideas es la que pregunta por el tipo de relación que hay
analiza los elementos culturales más observables de la vida coti­ entre los intereses por los conceptos de contaminación y tabú tal
diana —los bienes que circulan, las formas de tratar el cuerpo, como aparecen en Pureza y peligro y los intereses por el análisis
las formas de clasificar las cosas en limpias o sudas, arriesgadas del riesgo en las sociedades contemporáneas y su aceptabilidad
o seguras— como lenguajes sociales a través de los cuales se de acuerdo con las ciencias sociales. En otras palabras, ¿por qué
crean las líneas de demarcación externas e internas de los grupos La aceptabilidad del riesgo, puede ser considerado como un pró­
sociales. La cultura es precisamente este esquema de clasifica­ logo a Risk and Culture que, a su vez, es una introducción a Pu­
ción que da significado a los símbolos concretos reafirmados en reza y Peligro? ¿Qué relación hay entre los conceptos de conta­
el ritual y en el discurso. Así, la noción de polución tiene signifi­ minación ritual que los historiadores de las religiones nos han
cado en la medida en que revela un sistema de clasificación a tra­ hecho ver y la contaminación de la naturaleza que, como nos
vés del cual se diferencian las distintas colectividades humanas. recuerdan continuamente los ecologistas contemporáneos, es
Siguiendo la tradición de Durkheim, insiste en el origen social de uno de los principales peligros que condicionan nuestra existen­
las categorías conceptuales, en que el pensamiento humano tiene cia? ¿Qué relación hay entre ia noción de tabú como un sistema
una base social y en que es en el mundo social donde se constru­ de protección de la sociedad de los peligros que la amenazan y la
12 LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO PRÓLOGO 13

noción de riesgo como un sistema de protección de nuestro futu­ res. Se trata de desarrollar la dimensión social en unos análisis
ro social? que suelen ser individualistas. El objeto no es sólo el individuo
El argumento principal de Pureza y peligro se basa en que la que actúa racionalmente en el mercado, sino las «extemalidades»
idea de contaminación se relaciona con la vida social: es en la del mercado, es decir, la dimensión social del individuo.
vida social donde atribuimos peligro a determinados elementos De la misma manera que el análisis de la conducta del con­
de la naturaleza y establecemos determinadas normas respecto a sumo puede proporcionar una teoría de la cultura que comple­
nuestra relación con estos elementos. El marco en el que se de­ mente la teoría de la elección racional, el análisis de la percep­
senvuelve el argumento del libro gira en tomo a las creencias re­ ción del riesgo puede proporcionar una teoría de la cultura que
ligiosas de las sociedades arcaicas y el análisis de las abomina­ complemente la ciencia cognitiva de la percepción. Si la percep­
ciones del Levítico se convierte en uno de los puntos centrales del ción del peligro y la forma en que la gente explica las desgracias
desarrollo de la argumentación. Se trata de demostrar cómo la han podido ser analizadas culturalmente en sociedades con un
idea de suciedad (impureza) puede ordenar la experiencia huma­ sistema de prohibiciones y tabúes religiosos, ¿cómo puede ser
na mediante operaciones de exclusión e inclusión. En última ins­ analizada culturalmente la percepción de los peligros tecnológi­
tancia el orden social se relaciona con el orden de percepción de cos que tan agudamente impregnan la conciencia contemporánea
lo natural. Es un argumento que podría tener aceptabilidad siem­ desde los años setenta?
pre que lo circunscribiéramos a las creencias de las sociedades ar­ Una forma de caracterizar los cambios de la percepción del
caicas. ¿Cómo se puede aplicar a la experiencia de la modernidad riesgo que induce a analizar las bases sociales de su codificación,
que busca el control de la naturaleza mediante categorías científi­ puede consistir en contrastar la noción de pecado de nuestros pa­
cas? Se trata de aceptar el reto de cómo encajar este tipo de análi­ dres, tal como muchas comunidades tradicionales han caracteri­
sis en los peligros que encontramos en nuestra sociedad contem­ zado al mal, con el riesgo de las acciones de los padres actuales
poránea definida por la globalización de sus estructuras. No se sobre el futuro de las generaciones futuras, tal como nuestra con­
trata de una simple transposición metafórica para descubrir los dición contemporánea caracteriza los peligros que nos amena­
primitivos en nosotros mismos, la parte no racional de nuestra zan. Ambas formas de caracterizar el peligro tienen sus raíces en
conducta racional según principios, sino de llevar hasta las últi­ la sociedad. Mientras que el lenguaje del tabú y del pecado es
mas consecuencias analíticas el principio de que es en el mundo claramente un lenguaje de una comunidad moral que determina
social donde se construyen los conceptos que nos sirven para pen­ la percepción del mal que le sobreviene, el lenguaje del riesgo es
sar nuestro entorno. Como hemos visto, Maiy Douglas ya había un lenguaje del indi viduo, un lenguaje probabilísimo centrado en
llevado a cabo este ejercicio al aplicar al análisis del consumo en los resultados de las acciones individuales. Nuestro lenguaje in­
la sociedad contemporánea las ideas de Marcel Mauss sobre el dividualista hace opaca la dimensión social de la percepción del
don surgidas en el marco de un análisis de las prestaciones en las riesgo. Las ciencias sociales, sin embargo, no pueden partir de
sociedades arcaicas. Una forma de superar los análisis utilitaris­ este sujeto individual libre de todo arraigo cultural y prescindir
tas del consumo era analizar los circuitos de donaciones que deli­ de las categorías de percepción fabricadas en la interacción so­
mitan los contornos sociales y mantener la idea de Mauss de que cial, El debate actual sobre el riesgo no se hace a partir de un len­
no existen donaciones libres. De esta manera se podía poner de guaje individualista —de un individuo neutro y libre de toda
manifiesto el principio social en las conductas de los consumido­ condición cultural, sobre el que muchas ciencias sociales tratan
14 LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO PRÓLOGO la

de sustentar sus análisis acerca de nuestra capacidad de acepta­ perto, porque los expertos presumen lo que se supone que hacen
ción de riesgos—, sino a partir de un lenguaje político que tiene posible y producen: el sesgo cultural a través del que percibimos
que ver con las construcciones culturales sobre el futuro elabora­ los peligros.
das por los diferentes grupos de nuestra sociedad. La cognición La aceptabilidad cultural del riesgo, así como los límites de
de peligros y la elección de los individuos ante determinados todo conocimiento sobre el riesgo qne no tenga en cuenta su per­
riesgos tiene más que ver con ideas sociales de moral y de justi­ cepción cultural, es el objeto de análisis de este libro de Mary
cia, que con ideas probabilísticas de costes y beneficios en la Douglas. Cada forma de organización social está dispuesta a
aceptación de los riesgos. aceptar o evitar determinados riesgos. «Valores comunes condu­
Ulrich Beck en su libro sobre la sociedad del riesgo (Risiko- cen a miedos comunes», dice Mary Douglas en un libro anterior
gesellschaft, 1986),* ha caracterizado la sociedad contemporá­ sobre Riesgo y cultura (1982). Los individuos están dispuestos a
nea á través de la noción de riesgo, como una de las categorías aceptar riesgos a partir de su adhesión a una determinada forma
centrales de la inseguridad de la experiencia contemporánea. Los de sociedad. Las disciplinas que se dedican a la investigación del
riesgos en nuestra sociedad son infinitamente reproducibles. Es riesgo en nuestra sociedad no pueden prescindir de este sesgo
una categoría social y, por tanto, los riesgos de la tecnología son cultural que ordena nuestra forma de percibir los peligros. Una
considerados como peligros que afectan a la sociedad y como de las paradojas que señala Mary Douglas en el análisis del ries­
signos de una crisis institucional de la sociedad industrial. Sin go consiste en que el público no ve los riesgos de la misma
embargo, dado el proceso de individualización social de la mo­ manera que los expertos que lo analizan desde un punto de vista
dernidad, se conciben los riesgos sobre la base de las cosas que técnico. El problema tampoco se reduce a una cuestión de edu­
los individuos hacen. Un sujetó no solamente toma responsabili­ cación pública que acerque los conocimiento expertos a los co­
dades, sino que también asume riesgos, actúa probabilístícamen- nocimientos populares. Los miedos a una central nuclear no se
te como quien juega a las cartas. Muchas teorías del riesgo asu­ reducen a un mayor control de su seguridad y a una mayor in­
men este sujeto como el punto de partida, no pretenden dar formación sobre su funcionamiento. La aceptación de sus riesgos
cuenta del lugar del individuo en la sociedad, ni explicar las ca­ no es simplemente una cuestión de elección probabilística de de­
racterísticas de este individuo, ni restituir a la noción de riesgo su terminados peligros para conseguir determinados beneficios por
valor como categoría social. Así han surgido las disciplinas que parte de individuos libres de todo prejuicio cultural. Igualmente,
analizan el riesgo a partir de la elección selectiva del individuo. la polución natural no es simplemente una cuestión de la natura­
Las paradojas en estas disciplinas surgen cuando hay que hacer leza. Lo que se considera polucionado es el orden político o eco­
análisis del riesgo teniendo en cuenta su aceptación pública. En­ nómico que provoca los desastres naturales. Si se percibe que la
tonces los conocimientos expertos de estas disciplinas se desva­ naturaleza necesita ser protegida es porque se considera que de­
necen para poner en juego'las relaciones sociales en la construc­ terminados grupos en Ja sociedad han rebasado sus límites de in­
ción dé la categoría del riesgo. Dado el carácter de categoría tervención. Al discutir acerca de los límites de la empresa huma­
social que tiene la noción de riesgo, en las cuestiones referentes na sobre la naturaleza, se discute sobre valores sociales, sobre los
a su aceptabilidad nadie es un experto, o todo el mundo es un ex­ límites de la sociedad y sus peligros. Los análisis de los peligros
que invaden ai individuo contemporáneo no pueden hacerse sin
* Traducción castellana en preparación en Barcelona, Paidós. prescindir de un análisis cultural de la distribución de la culpa en
16 LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO

diferentes niveles sociales. El análisis neutral del riesgo no pue­


de prescindir del análisis cultural de la atribución de culpas. Si, AGRADECIMIENTOS
como ya había señalado claramente en Pureza y peligro, la cul-
pabilización de la víctima está en relación con la aceptabilidad
pública del peligro, ¿por qué no relacionar la atribución de res­
ponsabilidades a propósito de determinados peligros (polución,
inflación, paro, guerra) con una forma de proteger determinados
valores compartidos socialmente? Los grupos sociales utilizan el
riesgo para controlar sus incertidumbres y afirmar sus normas en Agradezco a la Russell Sage Foundation su apoyo en los pri­
la sociedad. El debate sobre los riesgos naturales es un debate meros pasos de esta investigación y a la Northwestern University
moral y político. ¿Qué tipos de cambios ha habido en nuestra so­ su ayuda especialmente generosa y constante, sin la cual no hu­
ciedad para que la ciencia y la tecnología, antes fuentes de segu­ biera podido realizar este estudio. Manifiesto también mi agra­
ridad, se hayan convertido en fuentes de riesgo? Al plantear lí­ decimiento al International Institute for Applied Systems Analy-
mites a la ciencia y a la tecnología, se dibujan los límites de la sis de Austria, al Social Science Research Council de Inglaterra,
sociedad, es decir, sus normas y sus valores. que me brindó la oportunidad de entrevistarme en Oxford con
Uno de los dilemas que señala Mary Douglas en los análisis psicólogos sociales en el mes de marzo de 1982 y a la Wenner
de las ciencias sociales sobre el riesgo consiste en que, por una Gren Foundation, que corrió con los gastos del viaje que realicé
parte, elige sus temas de análisis a partir de la idea de un indivi­ a Inglaterra y Francia en 1983-1984.
duo libre de prejuicios culturales —un individuo racional— y de El trabajo que hice con Aaron Wildavsky me llevó directa­
contingencias sociales —un individuo trascendental—. En estos mente a interesarme por estos problemas y es mucho lo que le
análisis sucede como si sólo pudiéramos percibir la cultura en las debo. La mirada penetrante y la pluma aguda y encendida de Ro-
otras sociedades y ios individuos reales en las interacciones coti­ bert Merton me ayudaron a formular la propuesta original de in­
dianas. Por otra parte, en el mundo real de continuo debate pú­ vestigación. Pensar racionalmente sobre la racionalidad es siem­
blico las percepciones del peligro están relacionadas con claros pre muy difícil y, como de costumbre, mi marido me ofreció su
juicios de valor —los grupos sociales utilizan el riesgo para con­ valiosa ayuda.
trolar las normas sociales—.. Este libro de Mary Douglas nos Además, otros buenos colegas me aconsejaron sobre algunas
abre nuevos caminos de análisis para superar este dilema. Intro­ partes del texto: Michaei Thompson, Kenneth Friedman, Philip
duciendo la perspectiva cultural, es posible volver a situar el aná­ Schrodt, Barry Bames, Constantine Zervos, Howard Kunreuther,
lisis del riesgo en el mundo real en que vivimos. El riesgo se con­ David Edge, Lola Lopesa y Bruno Latour. Doy también las gra­
vierte así en categoría social y en forma que traza los cambios en cias a Mary Anne Joseph y a Anwar Añadí por la ayuda que me
la sociedad contemporánea. prestaron en la investigación. Manifiesto mi agradecimiento de
un modo especial a Helen McFauI por su habilidad y su pacien­
Joan Bestard cia al preparar este estudio después de los numerosos borradores.
Universidad de Barcelona Estoy muy agradecida a Priscilla Lewis porque me ayudó y ani­
mó como editora.
INTRODUCCIÓN

En un primer momento se pretendió que este texto fuera una


recensión de la literatura sobre las influencias sociales en la per­
cepción del riesgo. Sin embargo, resultaba difícil conseguir la
forma usual de una recensión literaria. Cuando hay que abstraer
un cuerpo de trabajo extenso pero concentrado, cabe relacionar
dentro de un único marco varias áreas e innovaciones fronteri­
zas. En este caso el trabajo relevante se encuentra por completo
en las áreas limítrofes, y falta el núcleo central de interés en las
influencias sociales sobre la percepción. AI misino tiempo un
cuerpo muy importante de trabajo contempla la percepción del
riesgo como un fenómeno individual y no social. En primer lu­
gar, examinar cuál es el estado de la cuestión en este campo sus­
tancial robaría todo el tiempo y toda la atención al plan de con­
junto, ya que parece que esta cuestión no se encuentra en ningún
estado. La mejor estrategia sería la de utilizar la cuestión de la
aceptabilidad del riesgo para centrar la atención lo más posible
en factores sociales. Con el cambio de título se hace obviamente
necesario referirse a los pocos lugares excepcionales donde se
emplea este enfoque. Parece que el olvido de la cultura es tan sis­
temático y está tan afianzado que nada que no signifícase un am­
plio vuelco en las ciencias sociales lograría producir un cambio.
El título describe con precisión el contenido de estas páginas.
No se trata del riesgo. A quienes deseen instruirse sobre los ries­
gos que corremos en nuestros días les aconsejamos que no sigan
leyendo este trabajo, pues no trata sobre cómo gestionar el ries­
go. Los que desean aprender cómo manejar riesgos de todo tipo
deberían ahorrar su tiempo y no leer más. Estas notas versan so­
bre la percepción tal como se analiza en las diversas ciencias
20 LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO INTRODUCCIÓN 21

sociales, y el punto de mira se centra en la percepción del riesgo logia del conocimiento cotidiano— se interesa especialmente en
según las ciencias sociales. las persistentes lagunas de información. Cabe esperar algunas
Purity and Danger (Douglas 1966) presentaba una aproxi­ zonas casuales de desinterés debido a la imposibilidad de atender
mación antropológica a la cognición humana que este volumen a todo a la vez. Pero un olvido programado es más intrigante.
desarrolla. La idea central es que los humanos prestan atención a Una persistente miopía, la selectividad y las contradicciones to­
un determinado modelo de desastres, tratándolos como presagios leradas suelen ser señal no tanto de debilidad de percepción
o castigos. Sobre la base de este razonamiento podría decirse que cuanto signos de una fuerte intención de proteger determinados
habría siempre una mutua adaptación de pareceres sobre los pe­ valores y las formas institucionales que los acompañan. Las ac­
ligros naturales y sobre las visiones acerca de cómo funciona la tuales lagunas en la investigación sobre la percepción del riesgo
sociedad: los premios y los castigos están almacenados en el en­ pueden utilizarse como ejemplo paradigmático. La actividad in­
torno. Purity and Danger fue bien recibido con la irrecusable re­ telectual se realiza en la historia. Ninguna forma de conocimien­
serva de que su argumento no es aplicable a la ilustrada sociedad to tiene el privilegio de verse libre de las presiones culturales
occidental. contemporáneas. Los vacíos y contradicciones en un sistema de
En 1978, Aaron Wildavsky, presidente entonces de la Funda­ pensamiento son una buena guía del marco institucional que lo
ción Russell Sage, se preguntabas) la antropología hacía sus aná­ sostiene y da vida.
lisis culturales sólo para los pueblos tribales y para las civilizacio­ La discusión profesional sobre la cognición y la elección no
nes antiguas. A nosotros, los modernos, ¿se nos exime siempre de dispone de un trabajo teórico continuado sobre las influencias
sus hipótesis? Él estaba interesado en interpretar un cambio cultu­ sociales que seleccionan determinados riesgos para la atención
ral en la América contemporánea: la nueva consciencia de los pública. Con todo, es difícil mantener seriamente que la percep­
peligros tecnológicos... Füe un privilegio colaborar con él en la ción del riesgo es un asunto privado. Ni cabe sostener que la cul­
elaboración del argumento de Risk and Culture (Douglas y Wil­ tura sea tan estática como para poder ser puesta entre paréntesis.
davsky 1982). Aunque ambos libros se situaban en la respetable El problema lo constituyen precisamente los importantes cam­
tradición de Durkheim y Mauss, la opinión de los críticos compe­ bios culturales que se han producido desde 1969. Es necesario
tentes sobre Risk and Culture fue que se trataba de una obra o bien estudiar de forma sistemática las bases sociales de Ja credibili­
insólita o bien escandalosa, y en cualquier caso difícil. Por eso pa­ dad, pero precisamente porque se supone que el perceptor indi­
reció importante examinar la opuesta marea intelectual contra cu­ vidual actúa sin la ayuda de nadie, las líneas construidas cultu­
yas corrientes tiene tan poca fuerza el tema de influencias sociales ralmente entre realidad y ficción, y entre la naturaleza y la
sobre la cognición. De ahí la pretendida recensión literaria. Un cultura se tratan como evidentes. En consecuencia, los estudios
examen más detallado no revela marea, sino cierta inercia; no co­ sobre la percepción del riesgo están dentro de los mismos confi­
rrientes opuestas, sino cierta timidez. nes que estaban llamados a transcender.
A veces, la curiosidad de los estudiosos se centra con fijeza Al no haber un lazo entre el análisis cultural y la ciencia cog-
en determinadas formulaciones y problemas, olvidando otros. nitiva, es inevitable que se produzcan choques entre la teoría y la
Los psicólogos están bastante de acuerdo en que cuando esto su­ evidencia. Puesto que la teoría no se ajusta de forma radical, se
cede no es por casualidad. La sociología de la percepción —que tiende a invocar Ja irracionalidad para proteger la definición ex­
incluye la historia, filosofía y sociología de la ciencia, y la socio- cesivamente estrecha de racionalidad. Así, en lugar de una teoría
22 LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO INTRODUCCIÓN 23

sociológica, cultural y ética del juicio humano, se hace hincapié la ciencia y las ciencias sociales, que despliegan nefastas fábulas
de forma no intencionada sobre la patología perceptiva. de una indagación desviada por la preocupación por intereses
Lamentablemente, este informe no puede pretender ser com­ profesionales o por un compromiso político, incluso por el mero
pleto, ni siquiera gozar de una plena actualización. El campo de engrandecimiento personal de un investigador. Este libro presen­
muestreo es demasiado heterogéneo y el proyecto ha encontrado ta un tipo de argumento que difiere mucho del de Stephen Jay
en su camino numerosos callejones sin salida. Lo mejor qué cabe Gould (1981) sobre el deférminismo biológico utilizado al.servi­
esperar es que no se haya pasado por alto un enfoque sistemático cio de una supremacía racial, o de la de Edith Efron (1984) sobre
y sociológico de la percepción. la inescrupulosa distorsión de las representaciones de la toxici­
En el capítulo 1 se enumeran los temas morales que convier­ dad en la investigación sobre agentes carcinógenos. En primer
ten la percepción del riesgo en una importante materia de interés lugar, la manipulación no se sospecha por ningún sitio. Además,
para ios poderes públicos. Los filósofos han hablado mucho so­ el sesgo sistemático del que se habla aquí es el mismo con inde­
bre justicia y moralidad en la asunción del riesgo, pero se ha di­ pendencia de la adscripción política. Es un sesgo incorporado en
cho poco sobre cómo un determinado conjunto de principios mo­ la estructura de las disciplinas de las ciencias sociales, algo pare­
rales afecta a la percepción del riesgo. El capítulo 2 describe el cido a como Joseph Gusfield (1981) muestra que la tendencia a
surgimiento de una nueva subdisciplina dedicada a la percepción echar la culpa de los accidentes de tráfico al conductor ebrio está
del riesgo: sus orígenes en la ecología, psicología y economía. El incorporada de forma estructural en las profesiones legal y ase­
capítulo 3 comenta las aproximaciones de la psicología a la per­ guradora. Estas críticas de la investigación contienen una directa
cepción del riesgo y su tendencia a no tener en cuenta la dimen­ lección moral: el esfuerzo por lograr una objetividad más perfec­
sión social. El capítulo 4 considera el lugar que ocupa el riesgo ta. Pero en el caso de la percepción del riesgo, el sesgo se debe
en la teoría de la elección. Es éste el paradigma dominante del en parte a una ardiente dedicación a la objetividad que ha demar­
pensamiento social occidental. Su incapacidad para abordar fines cado áreas a las que nadie entra por miedo a traicionarla. El pun­
morales da razón en alguna medida de la debilidad teórica de la to débil és más bien la timidez que asume que es imposible esta­
nueva subdisciplina, pensada para obtener una fuerte respuesta blecer un sistema conceptual objetivo que incluya la relación de
lamente con los compromisos sociales. En consecuencia, la pre­
moral por parte del público. Desde él capítulo 1 hasta el capítulo
tensión de este libro no es la de objetar, sino la de iniciar un
4 las notas se alejan más y más de las preocupaciones del mundo
enfoque de la percepción del riesgo al que no se ha dado una
real y se aproximan hacia la pura teoría. El capítulo 5 significa un
oportunidad. Porque, como bien ha dicho Tom Nagel (1980),
nuevo arranque. Explica cómo el juicio moral está involucrado
abandonar la búsqueda de una concepción objetiva de la mente
en la percepción del riesgo, incluso en nuestra propia sociedad.
porque no puede ser completa, sería como desistir de la axioma-
A partir de ahí, en los capítulos 6, 7, 8 y 9, se analiza la cuestión tización en matemáticas porque ésta no puede ser total.
de cómo está codificada en las instituciones sociales la percep­
ción de riesgos. La dificultad reside en que la aproximación
constructiva se hace desde la antropología y, por consiguiente,
no se dispone de la pericia suficiente para analizar la sociedad
contemporánea.
En fechas recientes han aparecido algunas críticas severas de
1

CUESTIONES MORALES
EN LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO

Este capitulo indica las cuestiones del riesgo


que involucran a la justicia social y considera el olvido
de esa pane del tema de la aceptabilidad del riesgo.

En cada generación se cita al banquillo de los testigos a


una u otra rama de las ciencias sociales para interrogarla sobre
problemas candentes: hambruna o recesión económica, causas
de la guerra o del crimen. Durante la última década y antes,
tales preguntas urgentes han girado en torno a los riesgos de
la nueva tecnología. La radiación nuclear, los desechos quí­
micos, el asbesto y el plumbismo han sacudido los temores
y la conciencia de las naciones industrializadas occidentales.
Como respuesta a ello, ha surgido una nueva e importante sub­
disciplina de las ciencias sociales que aborda de forma espe­
cífica cuestiones que la industria y el gobierno han planteado
acerca de la percepción del riesgo (véase la tabla 1 en páes.
28-31),
La recepción pública de cualquier política sobre el riesgo
dependerá de ideas públicas estandarizadas acerca de la justi­
cia. Se ha sostenido con frecuencia que la percepción del riesgo
está determinada por cuestiones de equidad. Cuanto más de
pendan las instituciones del compromiso personal y no de la co­
acción, tanto mayor será su sensibilidad explícita para la equi­
dad. El umbral de la aceptabilidad del riesgo en el puesto de
trabajo es más bajo cuando los trabajadores se consideran ex­
plotados. La consciencia de riesgos médicos se incrementa si la
Profesión médica es sospechosa de cometer actos de negligen-
26 LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO CUESTIONES MORALES EN LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO 27

cia. Cuestión distinta es la de si la sensibilidad más aguda a los Los pobres corren más riesgos
riesgos hace que los individuos sean más prudentes a la hora de
evitarlos. Una mirada superficial a las estadísticas laborales y sanitarias de
los Estados Unidos de América muestra que, por debajo de un deter­
El concepto que Rawls tiene de la justicia como equidad
minado nivel, los ingresos son un buen índice de la exposición relati­
(1971), en el que se basa su filosofía moral, permite tomar en
va a riesgos de todo tipo. El porcentaje de personas incapaces de
consideración la variación social o cultural en conceptos de ejercer su actividad principal debido a una enfermedad crónica de­
equidad. Pero esas variaciones influirán en la percepción del crece a medido que aumentan los ingresos. En 1976-1977 los ingre­
riesgo. Además, la variación en ios valores se corresponde con sos tuvieron un mayor impacto que la raza sobre las limitaciones de la
la variación en posibles tipos de organización. Selsnick (1969) actividad de uno persona, pero la tasa de mortalidad de las minorías
constató que equidad significa una cosa para los obreros ma­ de condición económica o social muy bajo fue en 1977 más alto que
nuales no cualificados (equidad como tratamiento igual para la de los blancos de lodos los niveles de edod hasta los 80 años
todos) y otra para los cuadros administrativos, profesionales y (Ministerio norteamericano de Salud y Servicios Humanos 1980a:2).
Los trabajadores de cuello azul daban una tasa de 40,6 personas
ejecutivos (equidad como justo reconocimiento de la habilidad
accidentadas por 100 empleados. Una medio de un 21 por ciento de
individual). La equidad como igualdad parecería apropiada en
trabajadores de cuello azul y el 19,89 por ciento de los trabajadores
un sistema altamente atributivo en el que no hay oportunidades ogricolas se lesionaban en el trabajo, frente a un 5,1 por ciento de
de ascenso personal y con alguna expectativa proveniente de la trabajadores de cuello blanco. En ingresos inferiores a 10.000 dóla­
negociación colectiva; la equidad como premio al mérito resul­ res, lo situación empeoro (Ministerio norteamericano de Salud y Servi­
taría atrayente para aquellas personas que disponen de oportu­ cios Humanos 1980b).
nidades de promoción. Esto es importante si la afirmación de Los efectos son acumulativos. La exposición excesiva al plumbis-
que «la mejor predicción de la oposición a la energía nuclear es mo constituye especialmente un peligro para los niños pequeños de
la creencia de que la .sociedad americana es injusta» (Rothman familias pobres (debido en gran parte a la pintura de viviendas utili­
y Lichter 1982) es cierta. zada antes de los años cuarenta y a las emisiones de los automóvi­
les, agravado por la carencia de hierro y por la infroalimentación)
En algunos análisis profesionales se cree que el existente re­ (Ministerio norteamericano de Salud y Servicios Humanos 1985). Asi­
parto de riesgos implica que una norma aceptada de justicia dis­ mismo, los efectos del tabaco aumentan en gran medida en las per­
tributiva sustenta la estructura moral de la sociedad. Quienes se sonas cuyas ocupociones exponen sus pulmones a sustancias irritan­
encuentran en los sectores más favorecidos de la comunidad en tes, es decir, las personas que trabajan entre humos y polvo de la
cuanto a la incidencia de las tasas de morbosidad y mortalidad tal fábrica.
vez tiendan a no pensar con demasiada profundidad en sus injus­
ticias. Sin embargo, otros juzgarían carente de equidad a una so­
ciedad que, de forma sistemática, expone a un gran porcentaje de
su población a riesgos mucho más altos que al afortunado sector
cimero del 10 por ciento.
28 LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO CUESTIONES MORALES EN LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO 29

Tabla 1 Crecimiento de la investigación 1980 Society for Risk Analysis Robert B. Cumming
sobre la percepción del riesgo Oak Ridge National Laboratory
Oak Ridge. TN 37830
I. INSTITUCIONES DE INVESTIGACIÓN
1981 Institute of Resource Ecology C. S. Hoi ling
Fecha Institución Presidente University of British Columbia
Vancouver, BC., Canadá
1969 NSF Technology Assessment Joshua Menkes
and Risk Analysis Group. Technology Assessment Section Harry Otway
1800 G Street N. W. System Analysis Division
Washington DC 20550 Joint Research Center
Comission of the
Principios International Institute for Howard Kunreuther European Communities
de los años Applied Systems Analysis 1-21020 Ispra (Varese), Italia
setenta Risk Group Center for Technology
2361 Laxemburg. Austria and Policy Studies P. J. M. Stalten
P. O. Box 541.7300 AM
1976 Decision Research Robert Kates Apeldoom, Holanda
1201 Oak Street Roger Kasperson
Eugene. OR 97401

1978-1979 institute for Risk Analysis William Rowe


American University
Washington, DC 20016

1979 National Research Council


2101 Constitution Avenue N. W.
Washington, DC 20418

1979 Center for Philosophy and Public Douglas MacLean


Policy
University of Maryland
College Park, Maryland 20742

1980 Hudson Institute Max Singer


1500 Wilson Boulevard.
Suite 810 Arlington, Va 22209
П. CONGRESOS

Fecha Organizador Patrocinador Título Presidente

Mayo 1980 Banbury Center. Cold EPA, Exxon Foundation. Product Labeling and Louis A. Morris

LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO


Spring Harbor Labs International Life Sciences Health Risk Michael B. Mazis
Cold Spring Harbor, N.Y. Institute Ivan Barofsky
11724

Octuhre logo Oregon Decision Research Office of Naval Research Risk Perception Workshop Paul Slovic
Center Eugene, Oregon

22-24 abri I, 1981 Science Application, Inc. Wat- Electric Power Research tnstl- Public Perception of Risk Kenneth Arrow
son ville, California tute

I -3 junio, 1981 Society for Risk Analysis Alfred P. Sloan Foundation, International Workshop on the Norton Nelson
Bethesda, Maryland EPA, Nuclear Regulatory Analysis of Actual Versus
Commission, Board on To- Perceived Risks
xieology and Environmental
Health, Assembly for Beha­
vioral and Social Sciences,
NAS/NRS, World Health
Organization

22-26 jimio. I98( Decision Processes and Institu­ Howard Kunreuther

CUESTIONES MORALES EN LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO


International Institute For 11 AS A
Applied Systems Analysis tional Aspects of Risk
Luxemburg, Austritt

22-2(i junio, 1981 University of British University of British Adoptive Behavior and the Dy­ C. S, Holling
Col uni hhi Columbia namic of Surprise
Vancouver, B.C.. Canada

Septiembre 1981 University of California NSF Assessment of Orientations To­ Kenneth H. Craifc
Berkeley, California ward Technology

IS-17 ¡unto, Ю82 Society for Risk Analysis Nuclear Regulatory Workshop on Low Probabi- Vincent Covello
Arlington, Virginia Commission, EPA lity/High Consequence Risk- Ray Walkler
Department of Energy Analysis

27-29 itilio. 1983 New York University Graduate Summer Institute in Risk Ma­ Rue Zimmerman
School of Public Adminis­ nagement in Environmental
tration Health Protection
New York. New York

w
32 LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO CUESTIONES MORALES EN LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO 33

Dado que la actual distribución de riesgos refleja sólo la vi­ que van a correr o deberían éstos estar regulados? La libertad del
gente distribución de poder y posición social, el tema de la justi­ individuo en una democracia liberal es lo que está en tela de jui­
cia suscita cuestiones políticas fundamentales. Se ha dicho ati­ cio. Y hablando de dinero por peligrosidad, no está claro que los
nadamente que los problemas técnicos del análisis de riesgos trabajos de más riesgo sean realmente los que reciben una com­
«palidecen ante las dificultades políticas suscitadas por la hipó­ pensación más elevada (Graham y Shakow 1981). La base de las
tesis básica de que el actual equilibrio entre el riesgo y los bene­ tasas de compensación está relacionada por lo general con la ex­
ficios es satisfactorio» (Fischhoff y otros, 1980: 137). Cuando se pectativa normal de recompensa, pero ¿qué decir de las expecta­
puede evitar realizar un daño mayor a una población numerosa tivas de lesión? Parece que en los Estados Unidos de América las
trasladando una industria peligrosa a un área escasamente pobla­ personas que no son blancas tienen mayores expectativas de le­
da se plantean cuestiones éticas fundamentales. Es cierto que en siones en el trabajo que los blancos. Cifras basadas en la asisten­
un desierto con un poblamiento disperso de tribus indias menos cia médica muestran una tasa más baja de lesiones de las que se
personas resultarán perjudicadas. Pero ¿por qué razón deberían ha dado parte en no blancos, pero una proporción mayor de daños
los indios del suroeste americano, agobiados ya por desventajas físicos. Esto significa que ellos no se molestan en personarse en
económicas y sanitarias, consentir en ser sacrificados en aras del la clínica para ser tratados de lesiones menores, pero que lo hacen
principio de la mayor felicidad? ¿Debería el precio de una vida si padecen una incapacidad grave (Ministerio norteamericano de
ser uniforme para todas las vidas? ¿Habría que relacionar la Sanidad, Educación y Bienestar 1979). Si una comunidad qué
compensación con el poder adquisitivo? ¿Debería contar más la aceptó otrora de forma heroica los peligros de una mina de car­
vida de una persona joven que la de un anciano porque el espe­ bón padece en la actualidad la miseria del desempleo, ¿quién pue­
rado periodo de ganancia de éste ha terminado? El principio del de decirles que no tengan un emplazamiento de gas natural líqui­
poder adquisitivo entra en contradicción flagrante con la igual­ do en sus inmediaciones si ellos lo perciben como una fuente de
dad. Se intuye que el dar más riesgos a aquellos que soportan ingresos y pensiones? O si una comunidad, utilizando los proce­
mayores riesgos sabe a una injusticia elemental. La responsabili­ dimientos de voto instituidos de forma regular, rechaza o duda en
dad del empresario respecto de sus empleados incluye la obliga­ aceptar una central nuclear en su entorno, ¿cuál es el status ético
ción de evitar accidentes, de ofrecer información plena sobre los de una oferta para comprar a la oposición? ¿Qué tipo de comodi­
riesgos ocupacionales y de asegurar una compensación adecuada dades comunitarias cabe ofrecer para compensar los riesgos? En
a las víctimas. ¿Cómo habría que compensar sus responsabilida­ el lapso de tiempo de las negociaciones, ¿durarán más los benefi­
des con sus costos? ¿Habría que dejarlo a su conciencia? ¿Debe­ cios prometidos que los riesgos? ¿Tiene una comunidad derecho
rían reglamentarse desde arriba las decisiones? Las respuestas a comprometer sus generaciones futuras a graves riesgos? La teo­
giran en tomo a las presiones políticas, económicas y morales ría ética en la que se inspiran los que disputan está confusa.
que influyen en los sentimientos públicos de aquello que es tole­
rable.
La cuestión de la aceptabilidad del riesgo está relacionada con Derechos de las generaciones futuras
la libertad, pero también con la justicia. Consideremos la elección
Golcling (1972] se mola de los intentos de asegurar las pretensio­
de los trabajadores. Si se les ofrece un dinero en concepto de tra­
nes éticos de los marcianos, los venusianos, tos gentes extrañas de esta
bajo peligroso, ¿deben ser ellos los únicos jueces sobre los riesgos
34 LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO CUESTIONES MORALES EN LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO 35

tierra y las generaciones no nacidas: «Si alguien considera difícil pen­ Homenaje o los principios morales
sar que tiene una obligación para con su hijo no nacido, debería tener
dificultades para pensar que tiene obligaciones respecto de una comu­ Fischhoff y oíros (1980) afirman con rotundidad que los valores
nidad de humanos (gbumanoides?) que existirá cincuenta generaciones afectana la aceptabilidad:la «búsqueda de un "método objetivo' para
más tarde». Schwartz mantiene que apelando al bienestar de individuos
resolver problemas de riesgo aceptable está condenada al fracaso y
remotos no identíficables, no pueden justificarse políticos de bienestai a
largo plazo para beneficiar a generaciones futuras: los actos éticamen­
puede cegar a los investigadoresante las hipótesis cargadas de juicios de
te objetables deben tener victimas ISchwartz 1979). Roufley (1979) valor que proponen... No es sólo que cada aproximaciónno consi­guedar
adapta la posición contrapuesta, argumentando en favor de las perso­ una respuestadefinitiva, sinoque está predispuestaa represen­tarintereses
nas futuras. (Véase también Barryy Sikora 1978.) particulares y a recomendar
soluciones individuales. Por consiguiente,la elección de un método es una
Un fracaso más amplio para pensar de forma sistemática sobre decisión política que
la justicia distributiva es inherente a la parte más prestigiosa del conllevaun mensaje específicosobre quién debería mandar y qué de­
aparato conceptual del pensamiento social de Occidente. Pareció
bería tener importancia.. El factor controladoren muchas decisionesso­bre
escucharse un suspiro de alivio de los economistas cuando ellos
riesgo aceptable es cómo se define el problema». Se
comprendieron que una teoría de la utilidad totalmente subjetivada
recomienda hacerexplícitaslas limitacionesde los métodos deanálisis,
les proporcionaba una herramienta analítica que no podía ocuparse
facilitar la consideración
de derechos y agravios absolutos u objetivos. Si se ocupaba sólo de
de ios problemas
las preferencias jerarquizadas del individuo, la materia de ios eco­
nomistas quedaba retirada del ámbito político. La herramienta de existentes, clarificar la implicación del Gobierno, y robuste­
la comparación parecía conseguir la neutralidad de valores de una cer los mecanismossociales para controlar riesgos. Mientras hoce re­
ciencia exacta. Se tardó algún tiempo en aceptar el costo de la in­ comendacionesintachables a los agentes políticos, este equipo no
capacidad de decir algo sobre la justicia distributiva, pero cuando ve modo alguno de incluir su tema, la aceptabilidaddel riesgo, dentro del
Lionel Robbins anunció este hecho con claridad, el tema había campo de análisis medianteninguno de los métodos que ellos discuten. La
caído en el olvido. «El ataque de Robbins (1932) y de otros sobre objetividad acerca de los valores es imposible.
la comparabilidad interpersonal no distingue entre alguna compa-
Kasperson (1980) proporciona un excelente inventario preliminarde
rabilidad y la comparabilidad total de unidades, y la consecuencia
ha sido que las cuestiones de distribución han sido eliminadas vir­ declaracioneséticas, oficiales y no oficiales, sobre lo gestión de re­siduos.
tualmente de la literatura formal sobre la economía de bienestar...» En vez de centrarse en conceptos de justicia y equidad, Mac­
(Sen 1970: 99-100). Sin un modo intelectualmente respetable de Leon (1982) prefiere el concepto de consenso como principio para jus­tificar
discutir sobre la justicia no hay manera de discutir la aceptabilidad las decisiones centralizadasque imponen riesgo. MacLean
del riesgo, ya que la mayoría de las cuestiones políticas relaciona­ propone un vínculo intrínseco entre su concepto de consenso y la racio­
das con el riesgo suscitan graves problemas de justicia. nalidad: «En un extremo, el consenso es vivido, actual y explícito,y elpape!
Los autores que escriben sobre la aceptabilidad del riesgo) que desempeña lo racionalidad en la comprensión de la fuerza
tienden a contentarse con rendir un tributo superficial a las cues­ normativa de esie tipo de consenso está presente, pero en medida mí nima.
tiones morales o con inventarios de problemas éticos. Cuando nos trasladamosal oiro extremo del continuum, el con­
senso se torno menos explícito, más indirecto, incluso totalmente hipoté­tico,
y el concepto de racionalidadse hace, en consecuencia,más ricoy adquiere
un papel normaüvc más importante».MacLean cuestiona la
36 LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO CUESTIONES MORALES EN LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO 37

Pero no se debería separar la justicia de la teoría del conoci­ zó esto con mucho éxito en el campo de las leyes que gobiernan
miento. Es probable que las generaciones futuras vean el actual los accidentes, utilizando el principio neutral de la rentabilidad
impasse intelectual como la consecuencia que tiende a sobreve­ para reorganizar todo el campo. Pero sería extraordinariamente
nir cuando una disciplina teórica (en este caso, la teoría del com­ ingenioso organizar los principios de la distribución de riesgo
portamiento racional) ha generado una poderosa tecnología de mediante tests de rentabilidad; tal vez se trate de un importante
análisis que, a su vez, sostiene la intrincada maquinaría de una triunfo filosófico, pero más probablemente sea una imposibili­
administración de la que depende la sociedad contemporánea. Es dad, ya que sólo es posible utilizar los costos dentro de un es­
difícil resistir al sesgo que se inculca junto con las normas socia­ quema fijo de evaluaciones, mientras que la cuestión del riesgo
les. Son inútiles las críticas aisladas de las limitaciones de la teo­ aceptable toca a los principios de la evaluación misma, es decir,
ría de la elección racional: está inserta con demasiada profundi­ a la cultura.
dad en nuestras instituciones. Toda mejora tendrá que ser La justicia social combina tres principios: necesidades, me­
incrementada sobre su base existente. No es de extrañar que los recimientos y equidad, y cada uno entra en cierto conflicto con
estudios sobre la percepción dei riesgo eludan cuestiones pro­ los otros. Una sociedad real utiliza convenciones institucionales
fundas. para elaborar su compromiso único. Las pautas sociales fijan las
Se tiende a mantener en dos lenguajes el diálogo sobre el necesidades humanas; el principio de que habría que establecer
riesgo y la justicia: la tradicional retórica inglesa en pro de una algún umbral de necesidades humanas por debajo del cual no se
regulación, y el lenguaje matemático en favor de los principios debería permitir que cayera ningún miembro de la comunidad
de libre elección. Esto es una reminiscencia de un tribunal de jus­ puede acarrear una redistribución. Así, el principio del mereci­
ticia medieval en el que los demandantes nativos hacían sus de­ miento, que concede el premio justo al que lo tiene bien mereci­
mandas en lengua vernácula y recibían la respuesta en latín ma­ do, puede ser sometido a un compromiso de modo que satisfaga
carrónico. Tenemos un caso paralelo en la praxis médica, donde las necesidades de los otros; y si los necesitados son también in­
el médico habla en un lenguaje con los colegas y en otro con el dignos, entonces se violenta el principio de equidad. Sólo es po­
paciente. ¿Es esto un inevitable resultado de la profesionaliza- sible reconciliar estos principios últimos de la vida comunitaria
ción y comporta un elemento de coacción? Quienes denuncian la mediante supuestos inaccesibles a la investigación directa, que
hegemonía cultural de las clases dirigentes deberían sospechar están consagrados en las instituciones. Será una prueba de ma­
que se utiliza una herramienta arcana y rígida para controlar el durez dejar de pretender defender principios morales con una ra­
discurso acerca del riesgo. Por otro lado, los filósofos de la elec­ cionalidad abstracta, y un gran avance el tomar al fin en serio la
ción racional pretenden usar un esquema conceptual objetivo y teoría moral de Hume (1739, 1751). Si, como él argumenta, la
neutral, para resolver problemas mediante el simple poder de láj justicia es una virtud artificial, deberíamos estudiar de forma sis­
razón. Pero si las herramientas conceptuales son objetivas y neu­ temática las convenciones sociales mediante las que ésta está
trales, ¿a qué se debe que su uso haya permitido estas sistemáti­ construida.
cas lagunas de percepción? El intento más interesante de desarrollar una teoría moral ba­
Allí donde falla la teoría social, una nueva investigación de¡ sada en el riesgo es la Anatomy óf Valúes (1970), de Charles
la jurisprudencia puede ayudar clasificando los casos y poniendo Fried. Este autor elabora una estructura kantiana general de res­
al descubierto los principios subyacentes. Calabresi í 1970) reali-i peto a los derechos individuales a fin de incluir un lapso de tiem­
38 LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO CUESTIONES MORALES EN LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO 39

po dentro del cual se asume que cada individuo elabora su propio nestar de la persona peor parada en esa sociedad; una noción que
proyecto moral vital. Al considerar qué tipo de individuo quiere llevaría a una distribución plenamente igualitaria de la utilidad
llegar a ser, qué consistencia racional intenta introducir en su (Rawls, 1971). Este criterio haría hincapié en la igualdad basada
plan de vida, qué riesgos sabe que debe correr para llevar a cabo en la necesidad. Un sistema totalmente elitista mide el bienestar de
ese plan, y, de manera especial, al incorporar la expectativa cier­ la sociedad por el bienestar del individuo mejor parado. El con­
ta de su propia muerte al final de su plan vital, el individuo ela­ cepto de mérito puede ser elitista, y cabe utilizar la productividad
bora un presupuesto de riesgo privado. En su interacción con económica como criterio para racionalizar una determinada élite.
otros, él cuenta con un fondo común de riesgo del que cada uno
gasta cuando su propia conducta expone a peligros a otros; Toda La escasez de gasolina del verano de 1979 llevó al senador
sociedad elabora sus normas de responsabilidad mutua, juicio y Hayakawa, de California, a comentar: «Lo importante es que mu­
chos pobres no necesitan gasolina porque no están trabajando»
retribución partiendo del principio de si el individuo intenta ob­
...Obviamente será mejor hacer perdurar a B para que sirva a A es
tener más derechos a exponer a otros ai riesgo de los que él está decir, para que contribuya a su bienestar ... Así se requiere tí­
dispuesto a aceptar como libramientos en su propio presupuesto picamente la subsistencia de B ...De forma similar, si tenemos
de riesgo. El depósito de riesgos es una innovación brillante para dos generaciones sucesivas, tal vez sea «lo mejor» para la prime­
situar el riesgo y la filosofía moral en un marco de discurso so­ ra generación ahorrar lo más posible para hacer que la siguiente
ciológicamente rico. Y sugiere también cómo la discusión de la salga mejor parada. Esta actitud ha sido manifiesta entre muchos
aversión al riesgo podría incluir una evaluación de las probabili­ emigrantes a los Estados Unidos de América con Fespecto a sus
dades sociales en el mismo análisis junto con una valoración de hijos. [Schulze y Kneeze, 1981].
las probabilidades físicas de riesgo. En vez de preguntar qué ries­
go consideras aceptable, la pregunta general debería ser qué tipo Por último, el sistema ético libertario es una amalgama en­
de sociedad deseas. Se podría discriminar de forma más elabora­ gastada en el principio de que la libertad personal prevalece sal­
vo donde otros pueden resultar dañados (véase Noziek 1974).
da la cuestión del riesgo entre tipos de riesgos y categorías de
Una distinción básica entre estos tipos alinea a quienes recalcan
personas que corren un riesgo si se pudiera especificar el tipo
los derechos individuales (igualitarismo, liberalismo) y a los que
concreto de sociedad, y si se pudiera reconocer que cada tipo de
ponen el acento en el bien del conjunto (fiLosofía utilitarista y elí-
sociedad tiene un sistema ético hecho a medida.
tismo).
El análisis de costo-beneficio daría resultados muy diferentes
Si alguien duda si el abrazar una u otra de estas enseñanzas
si se aplicara dentro de sistemas éticos distintos. Un ingenioso in­
éticas depende en gran medida de la solidez de los compromisos
tento de elaborar los fundamentos éticos de un análisis de costo-
de grupo y del grado de diferenciación social, que lea Checas at
beneficio define cuatro sistemas éticos con el rigor suficiente
Work (1982), de Gerald Mars. En este anáfisis del crimen ocupa-
como para permitir un análisis cuantitativo formal (Ben-David y
cional, las oportunidades de obtener ganancias ilícitas están in­
otros, 1979; Schulze y Kneeze 1981). Una filosofía utilitarista exi­ sertas precisamente en la descripción de cada nicho ocupacional.
ge «el mayor bien para el mayor número». Traducido a una norma Por ejemplo, ocupaciones en las que un equipo independiente
de decisión social, esto requiere que el gobierno actúe a fin de ma- está diferenciado internamente serán propensas a lo que Mars
ximizár la utilidad de la sociedad en su totalidad. Un sistema igua­ llama formas de fraude «manada de lobos». ¡Ay del desdichado
litario sostiene qoe el bienestar de una sociedad se mide por el bie­
40 LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO
CUESTIONES MORALES EN LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO 41

paciente en tal centro de salud o del huésped en tal hotel! Será to*
go no se desintegrarán en elementos separados. Más bien, una
talmente victimizado por los filósofos elitistas {desde el botones
nueva comprensión de la percepción del riesgo proporcionará
y el cantinero hasta la camarera y el maître d'hôtel) que gobier­
una estructura teórica para la corriente principal del pensamien­
nan en la bien ordenada pandilla. Cuando la organización del tra­
to sociológico. Para ver qué aspecto puede tener dicha nueva es­
bajo deja al individuo libre para servir a sus propios intereses
tructura envolvente hay que retroceder a la historia de la filoso­
egoístas, sin supervisión, entonces ¡cuidado con los crímenes de
fía y de la teoría de la probabilidad. Hacking (1975) dice que los
«halcón»!, tales como la desviación de suministros del destino alquimistas
pretendido a otro donde el oportunista ve mayor lucro. En cada
caso, se pone de manifiesto que las percepciones morales estan­ pensaban que el mundo actuaba de acuerdo con sus cualidades
darizadas y compartidas de los trabajadores responden con fide­ primarias, pero que ellos podían experimentar sólo sobre las cua­
lidad a un cálculo racional del egoísmo individual dentro de la lidades secundarias. Existía aún la creencia de que se daban co­
estructura de posibles iniciativas. nexiones verdaderas y necesarias entre las cualidades primarias
Resulta sorprendente ver cuán raros son en la biografía sobre que hacían que todo funcionara. Si se me permite la crudeza de
las ciencias sociales los análisis de esta clase, que buscan una vi­ un breve esbozo diré que Boyle, el primero que consiguió ir más
allá de los fenómenos, no encontró causas escolásticas ... en par­
sión sistemática de la relación entre ios principios éticos y el en­ le alguna estaban a la vista conexiones necesarias ... donde había­
torno social. Otro enfoque innovador del tema es ei análisis que mos esperado causas y demostraciones racionales encontramos
realiza William Torry acerca de cómo cambian las ideas sobre la tan sólo conjunciones constantes y una regularidad que parecía
justicia distributiva en tiempos normales y en crisis prolongadas regulada por ley [págs. 182-183].
tales como la hambruna (1982). Ahora que estamos tomando
conciencia de nuestra implicación en la percepción mutua de los Los estudios sobre la percepción del riesgo están aún en el
riesgos, urge en cierto modo tratar de analizar la relación entre estadio de la búsqueda de causas. Aunque el siglo xvu presenció
un determinado sistema ético y el orden social que sostiene. pronto que las ciencias físicas adoptaban el nuevo modo de dis­
Cuando uno opta por correr riesgos importantes, no estaría de curso, la filosofía quedó rezagada. Descartes intentaba aún hacer
más poder elegir también la tripulación y los pasajeros y tener seguro el mundo para pensadores tales como Galileo y él mismo
derecho a decidir sobre cómo organizar la lancha de salvamento. desarrollando fundamentos del conocimiento apriorísticos e in­
La probabilidad en modo alguno ha exigido aún el lugar que dependientes, pero apareció en escena demasiado pronto: Algo
le corresponde en el pensamiento del siglo xx. En la actualidad, más tarde, cuando tanto conocimiento científico estaba ya funda­
el análisis de la probabilidad, aunque es muy utilizado, sólo de­ do en la probabilidad, «se hizo posible Hume» (Foucault 1970).
sempeña un papel subordinado. Es tratado como un servidor ro­ Pero el estudio de la conducta social no ha sido puesto aún del
bot de las ciencias sociales y proporciona un método para resol­ todo bajo esta tutela. Hume propuso una aproximación probabi-
ver problemas mediante la recopilación y el análisis de datos, lista al juicio moral y a la percepción de los fenómenos naturales.
pero no pone aún los límites de las cuestiones ni las selecciona, Los problemas metodológicos inherentes a la cuestión de la
cosa que sí hace en las ciencias físicas. Aunque va afirmando de aceptabilidad del riesgo tal vez fuercen a las llamadas ciencias
forma paulatina su propia base de autoridad independiente. Esos sociales a sentirse cómodas en esta parte del siglo xx.
items otrora separados y que ahora son tratados juntos como ries- La teoría de la probabilidad transformará a la larga las supo­
42 LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO

siciones acerca de la conducta raciona] que guían en la actualidad II


la investigación sobre la percepción del riesgo. Las probabilida­
des en cuestión incluirán las expectativas que se forma el agente EL SURGIMIENTO DE UNA NUEVA SUBDISCIPLINA
racional acerca de las reacciones probables de otros agentes ra­
cionales y también la probabilidad de que tales expectativas se Este capítulo presenta la preocupación pública
transformen en convenciones permanentes con formas conveni­ por el riesgo proveniente de la tecnología,
das de señalización. En otras palabras, una dimensión cultural que estimuló a diversas disciplinas a converger sobre
el tema de la tolerancia pública de riesgos y
sistemática emergerá de la probabilizacíón de actitudes y de la
esboza los orígenes de la nueva subdisciplina.
probabilización de la jerarquía de valores morales adoptados pol­
los diferentes agentes racionales de acuerdo con los diferentes
entornos sociales que ellos están tratando de construir. Esto es un
modo más fundamental de plantear el problema central de la de­
mocracia que el tratarlo simplemente como un problema de dife­ Los historiadores y filósofos de la ciencia están interesados en
rencias de opinión o de gustos que pueden surgir de una fortuita los orígenes de conjuntos particulares de ideas. La subdisciplina
circunstancia personal. Michael Thompson (1982, 1983) analizó de la percepción del riesgo proporciona un caso contemporáneo
las actitudes morales respecto de ios riesgos provenientes de la interesante. Hay razones para datar su origen en 1969, a raíz de la
energía y mostró que nacen de diversas experiencias sociales (y, controversia que provocó el artículo de Chauncey Starr «Social
por tanto, culturales) dentro de la misma comunidad. Sugirió Benefit Versus Technologicaí Risk», en Science. La controversia
cómo sería posible convertirlas en la base de políticas locales dio lugar a conferencias de las que surgieron institutos de investi­
ajustadas con flexibilidad si las variaciones pudieran reconocerse gación y revistas. Éstos dieron pie, rápidamente, al nacimiento de
como legítimas. La estructura de la sociedad y su base moral for­ lina nueva profesión y a una bibliografía considerable. La nueva
marán parte del análisis probabiiista. subdisciplina no es sólo una entidad histórica definida, sino que
La manera errónea de pensar sobre los factores sociales que sus supuestos restrictivos y sus métodos preferidos le confieren
influyen en la percepción del riesgo es tratarlos como tiznajos una estructura y refuerzan sus canales de comunicación internos.
que velan la lente de un telescopio y distorsionan la verdadera Como cualquier otra disciplina, está equipada con dispositivos de
imagen. Esta metáfora justifica un planteamiento negativo. Pero criba que excluyen métodos o información incompatibles con el
el punto de vista social así desechado incluye juicios morales so­ conocimiento que ella ha procesado ya.
En los años cincuenta la comunidad nuclear y las industrias
bre el tipo de sociedad en el que deseamos vivir. ¿Por qué habría
eléctricas esperaban que se les agradeciera la creación de nuevas
que pasarlos por alto de forma sumaria? Un mejor tipo de análi­
fuentes de energía que aseguraran productividad, riqueza y salud
sis puede tratar tales transformaciones de la imagen no como dis­
al mundo. De forma gradual se convirtieron durante los años se­
torsiones sino como mejoras: el resultado de un foco más agudo senta en el objetivo de una crítica pública hostil, cada vez más ar­
que evalúa la sociedad junto con las evaluaciones que ésta efec­ ticulada. Los gobiernos, reconociendo sus dilemas políticos, y la
túa de los riesgos. industria, tratando de justificarse, preguntaron qué se podía saber
acerca de las actitudes públicas respecto del riesgo.
44 LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO
EL SURGIMIENTO DE UNA NUEVA SUBDISCIPUNA 45

Definiciones del riesgo


Biabe contra los crueles propietarios de fábricas del siglo xix. Si
esta perspectiva da la analogía correcta, una regulación estricta
La definición del riesgo ha sido naturalmente objetivo prioritario a! sería sin duda conveniente. Pero la regulación es costosa, así
desarrollarse las disciplinas especiales que estudian la percepción del
como lo son las medidas de seguridad. Entonces la cuestión se
riesgo. Las Naciones Unidas recomiendan das definiciones divergentes
amplía a la asignación de los costos de una producción segura y,
para evaluar la toxicidad de los productos químicos: a) centrada en pro
de ahí. a los méritos y deméritos generales del crecimiento eco­
piedades de pura probabilidad; 6} centrada en propiedades de utilidad.
a) «El riesgo es un concepto estadístico y ha sido definido por el co­
nómico. El desarrollo industrial jamás elimina del todo los peli­
mité preparatorio de la Conferencio de Naciones Unidas sobre Entornos gros; al excluir una fuente de peligro introduce otra. El asbesto
Humanos como la frecuencia esperado de efectos indeseados que nacen fue en un principio un gran descubrimiento para comprobar los
de b exposición a un contaminante» (Organización Mundial de la Solud, daños de un incendio; el plomo era un medio para suministrar el
1978: 19). No se incluye aquí el intento de definir el grado de daño. continuo abastecimiento de agua. Quizás la solución correcta era
b] «La mayor parte de b bibliografía sobre esta cuestión comienza rechazar el crecimiento económico. Sólo si toda la nación fuera
con la tesis de que cabe estimar el riesgo [R| como una clase de pro­ de una misma opinión sería más clara la tarea del gobierno: la
ducto de b probabilidad (P) del evento que regulo la gravedad del educación del público debe reducir el desacuerdo. Encuestas
daño (0), o R = P x D» (Compbeil 1980¡. Los beneficios entran en esta tempranas muestran que los trabajadores de cuello azul son en su
ecuación porque trata la seguridad como una medida de la aceptabili­ mayoría favorables a la energía nuclear para fines pacíficos. ¿In­
dad de algún grado de riesgo. Las dos definiciones conllevan implica­ dica esto que un gobierno paternalista debería educarlos para que
ciones políticas diferentes. Al concentrarse sólo en frecuencias proba­ se distanciaran de sus propias visiones miopes? El movimiento
bles de malos resultados, la primera definición no da quebraderos de
obrero oficial en Norteamérica está dividido en torno a esta cues­
cabeza a los encargados de elaborar una política sobre cómo compa­
tión. La gente preocupada por el medio ambiente fue considera­
rar los daños con los beneficios, y algunos autores afirmarían que ello
da en un primer momento como una élite de clase media intere­
evita de forma inteligente las pretensiones científicas de los cálculos de
utilidad. Es interesante constatar que la idea de que el riesgo significa
sada en preservar sus vacaciones en la montaña o como una
sólo probabilidades de perjuicio está muy extendida, incluso donde el población rural interesada en sus propios patios.
«riesgo-beneficio» es un método comparado deliberadamente con el
análisis de costabeneficio.
Conciencia pública de riesgos
¿Qué significa riesgo razonable? ¿Qué son niveles de riesgo
Un número considerable de sondeos de opinión y otras investiga­
aceptables? ¿Es contrario al riesgo el público americano? ¿Cómo
ciones documentan este asunto, pero los resultados tienden o no ser con­
se compagina esta nueva imagen de la aversión ai riesgo con la
cluyentes. La reseña más consistente viene de la encuesto que Mitchell
favorita vieja imagen del estilo de vida americano según la cual realizara paro los Recursos pora el Futuro (1979]. En 1974-1976 se
los emprendedores se hacían ricos corriendo riesgos? ¿Percibe pensó que el grupo de presión pro-medioambiental se diferenciaba li­
de forma diferente el riesgo el público profano que los expertos, geramente del resta de la población por ser más joven, con niveles más
y, en caso de discrepancia, cómo se puede reducir? ¿En qué me­ altos de ingresos y de formación, y con un status profesional más alto.
dida es nueva la confrontación de los industriales implacables y Los miembros de las organizaciones pro-medioambientales (una propor­
un público temeroso? Los interrogantes evocan la invectiva de ción muy pequeña del gran público] mostraban estas distinciones mucho
46 LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO EL SURGIMIENTO DE UNA NUEVA SUBD1SCIPL1NA 47

más que el grupo más amplio de los simpatizantes del movimiento pro­ en los Estados Unidos de América, Suecia, Austria, Noruega y
medioambiental (Mitchell 1979, 1980b; Logan y Nelkin 1980). Entre Dinamarca. Sin embargo, la industria medra en otros lugares.
los simpatizantes del Movimiento contra la Energía Nuclear, las mujeres La perpleja comunidad nuclear desea saber por qué ha llega­
estaban más comprometidas que los hombres (Nelkin 1981a, 1981 b). do a ser tan impopular. Para ellos el problema reside en una trá­
La encuesta realizada por el New York Times y la CBS de 1981 de­ gica diferencia entre una exagerada percepción pública de los pe­
tectó que el movimiento pro-medioambiental tenia las siguientes carao ligros reales que acechan y los hechos científicos. Para el público
terísticas: ¡oven, urbano, y personas que vivían en las costas Este y Oes­ no indiferente existe una diferente discrepancia trágica según la
te. No detectó que ingresos, formación, raza, identificación con un
cual la otra parte ha exagerado la seguridad. La nueva subdisci-
partido o posición ideológica afectaran de forma significativo al apoyo
a políticas ambientales.
plina de Ja percepción del riesgo surge como respuesta a estas
Varios investigadores han insistido en las limitaciones del conoci­
importantes preocupaciones y está constituida por tres discipli­
miento público de riesgos (Kunreuther y otros, 1978), que los individuos nas diferentes: (1) hay la aproximación técnica, que va del análi­
sobreestiman de forma caprichosa algunas categorías de riesgo y sis del riesgo al análisis de la percepción; (2) está la aproxima­
subestiman otras (Harvey 1979), que e) público tiende a sobreestimar ción ecológica; (3) se da la aproximación de la ciencia cognitiva.
peligros de sucesos infrecuentes y a subestimar los de eventos comunes Sofisticadas teóricamente, pero ingenuas en el pensamiento so­
(Slovic, Fischhoff, y Lichtenstein 1979a, 1981), que en contextos fami­ cial. cada disciplina transfirió sólo una pequeña parte de sus mé­
liares el individuo privado hace una estimación muy aproximada de ries­ todos tradicionales al nuevo campo.
gos reales (Green 1980; Green y Brown 1981a), que los individuos (1) La contribución técnica asume que el público se compo­
tienden a ser optimistas acerca de las probabilidades afectadas por su ne de individuos aislados independientes que se comportan de
propia conducta [Lalonde 1974). forma natural como ingenieros. Ellos quieren conocer los he­
Durante los años sesenta, e] movimiento de crítica se difunde chos, y estos hechos, una vez presentados con claridad, les con­
y consigue un amplio apoyo nacional contra los residuos nuclea­ vencerán de la inocuidad o riesgo de una propuesta. Hay que de­
res y químicos, contra la inadecuada protección de las personas cir al público cuál es su carga normal de riesgo al cruzar una calle
que trabajan con asbestos, y contra la contaminación de la atmós­ o al conducir un coche en la vida cotidiana, y qué riesgo adicio­
fera y de las aguas. Movimientos paralelos aparecen en Europa y nal correrá si se sitúa en la vecindad de una central de energía
en Japón. Pero en los Estados Unidos de América fue tan exitoso nuclear. El riesgo está calculado a veces en días o minutos des­
contados de la expectativa normal de vida, o en porcentajes frac­
que consiguió parar el desarrollo de la energía nuclear. Kasperson
cionados de varias partes de millón e ilustradas con gráficos. La
(1980) escribió: «El futuro de la energía nuclear se encuentra en
comprensión acabará con el miedo.
una encrucijada crítica. Si no se encuentra dentro de unos pocos
años una solución socialmente aceptable y realizable al problema
de los residuos nucleares, es probable que el crecimiento de la
energía nuclear como fuente de producción de energía termine Riesgo-beneficio
por detenerse en USA y en otros muchos países.» Alvin Wein-
berg (1982), en defensa de lo que él considera una industria en Los ingenieros se sentían impacientes con los ciencias sociales. Los
métodos utilizados en la tecnología para la identificación y evaluación
riesgo, propone investigar y educar para prepararse para una se­
del riesgo podrían extendeise a cuestiones de aceptabilidad social
gunda era nuclear, asumiendo que la primera era está ya cerrada
48 LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO EL SURGIMIENTO DE UNA NUEVA SUBDISCIPLINA 49

(Starr 1969; Farmer 1981]. El riesgo-beneficio era un método para in­ tosías implicadas en la evaluación del valor de una iglesia normanda en
terpretar el consenso contemporáneo sobre valores sociales. Starr, to­ el elaborado análisis de costo-beneficio empleada por la Comisión Ros-
mando de fa economía el término «preferencia revelado», y buscando kill sobre el emplazamiento del tercer aeropuerto londinense, compren­
el origen de la actual distribución de riesgos a través de muchas activi­ derá por qué el ACB aplicado a amplias cuestiones sociales cayó en
dades, pretendió mostrar que lo que es tolerado puede ser considerado grave descrédito en Inglaterra desde 1970 La critica de! planteamien­
como una distribución tolerable. Su primer ejercicio produjo algunos to de Starr es un tema unificador para los estudios iniciales de la per­
conceptos interesantes: (1) el concepto de límites de aceptabilidad: la cepción del riesgo (Kafes 1977: 5; Otway y Cohen 1975; Slovic,
aceptabilidad del riesgo aumenta can el incremento de los beneficios Fischhoff y Lichtenstein 1979b, 1981).
dentro de cierta escala; (2) niveles naturales de riesgos: parece que el
público ignora riesgos situados por debajo del nivel de los riesgos na­
El resultado no ha apaciguado los temores públicos, sino que
turales; [3] los riesgos corridos de forma voluntaria son tolerables muy
ha provocado una acalorada serie de reproches contra la irrele­
por encima del nivel natural de enfermedad, pero rara vez los. corridos
de forma involuntaria; (4) la distinción entre riesgos crónicos y catastró­
vancia e inexactitud de tales medidas.
ficos. Este artículo original y de gran influencia en la evolución de nue­
vas ideas, que sentó las términos iniciales de la discusión de la percep­
ción del riesgo, suscitó controversia sobre cómo los datos sostenían los Critica del riesgo-beneficio
análisis estadísticos. También se habló mucho de si conocer la diferen­
cia entre la tasa de muerte causada por una tecnología y los niveles na­ Paro hacerse una ¡dea de la mistificación y del furor léase el informe
turales de peligro influiría en las actitudes públicas. Para muchas perso­ de Inhaber |1978J al Canadian Atomic Energy Control Board y su arti­
nas, afirmaciones tales como que «el riesgo anual de vivir cerca de una cula en Science (1979), en el que se argumentaba que las fuentes de
planta de energía nuclear es equivalente al riesgo de conducir un extra energía nucleares son más seguras que las convencionales. «El informe
de tres millas en un automóvil» parece ridículo porque no prestan la con­ de Inhaber es una ciénaga de errores, incluye doble cómputo, uso (y
sideración suficiente a las diferencias importantes existentes en la natu­ abuso) altamente selectivo de datos, hipótesis insostenibles, inconsisten­
raleza de los riesgos provenientes de estos dos tecnologías (Slovic, cias en el tratamiento de diferentes tecnologías, y confusiones concep­
Fischhoff y Lichtenstein 1981). Poco se ha dicho [Green 1980) sobre si tuales ... La corrección sólo de sus mayores errores transformo sus resul­
el concepto compuesto abstracto de «riesgos» entra alguna vez en e! tados, trasladando los límites superiores de los riesgos nucleares para la
pensamiento individual sobre la toma de riesgo: ni sobre la desigual disr- salud pública y ocupadonal a ía parte más baja de la escala de incer-
tribución de riesgos a través de las categorías sociales. Starr está con­ lidumbre para el carbón y el petróleo, y dejando caer los riesgos sani­
vencido de que es importante no permitir que la voluntad de la mayoría tarios de las fuentes no convencionales al punto medio de ta escota de
sea anulada por las minorías. Para una recensión ¡mparcial de Starr incertidumbre paro los nucleares ... propagando un análisis plagado de
véase Slovic, Fischhoff y Lichtenstein 1979b. distorsiones, errores e inconsistencias, Inhaber ha embrollado, en lugar
Que los métodos cuantificados de evaluación de riesgo son alta­ de ¡luminar, incluso lo parte circunscrita del problema del riesgo que fia
mente manipulates es algo tan conocido, que aquéllos no tienen la au­ abordado* (Holdren y otros 1979). En Gran Bretaña, sir John Hill, pre­
toridad ni el peso objetivo que sus usuarios pretenden. Así OSHA adop­ sidente de la Atomic Energy Authority, declaró en 1976 que e! deba­
tó una línea dura y firme contra la cuantificación del riesgo [al menos te sobre la energía nuclear trataba en gran medida sobre «problemas
para los carcinógenos en el lugar de trabajo) en los deliberaciones del inexistentes ... el debate público de ciencia ficción» (Williams 1980:
Interagency Regulatory Liaison Group s Panel sobre evaluación del ries­ 273|. La credibilidad de tas juicios expertos sobre el riesgo está en
go (Carter 1979). Todo el que haya leído a Self [19751 sobre las fan- duda: «Central para la evaluación pública del nesgo es el recelo res-
50 LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO
EL SURGIMIENTO DE UNA NUEVA SUBDISCIPLINA 51

pedo de la industria, la utilidad y el compromiso regulador de reducir y


repentinos que matan a cientos de personas o procesos largos,
minimizar sus riesgos» (Kasperson y otros 1980].
lentos, desastrosos, con desgracias que ascienden a cientos de
mil« a lo largo de los años, producen perfiles diferentes de las
(2) La investigación ecológica arranca con la obra de White
características de riesgo de los acontecimientos y permiten esta­
(1952) sobre desastres por inundación. Se ha mantenido un flujo
blecer comparaciones entre los peligros observados y reales.
constante de crítica de la teoría y análisis de situaciones de ries­
go (Burlón y otros 1978; Fischhoff y otros 1978), en especial por
parte del Centro de Tecnología, Medio Ambiente y Desarrollo de
Crítica del enfoque ecológico
la Clark University. Sus estimulantes publicaciones, y, sobre
todo, la revista Environment, se han ocupado de muchas cuestio­
Tony 11979b| sostiene que la llamada ecología humana ha presta­
nes centrales de hechos, interpretación y ética, y han elevado el
do escasa atención a los seres humanos. En su recensión de The Envi-
nivel del debate público sobre el riesgo de la tecnología. En lo
ronmenl as Hazard (Burlón, Kates y White 1978), Torfy critico dura­
concerniente a la percepción del riesgo, la base teórica de este mente el libro en su conjunto. De los protocolos de lo entrevista de
planteamiento no está muy desarrollada salvo para un modelo White, que mantienen constante la cultura y la organización social,
ecológico de respuesta al riesgo (Kates 1977, 1978). Según este dice: «Con todo, b que los individuos hacen o dicen que hacen en cuan­
modelo secuencial, diferentes sectores del público (como comu­ to c proteger la seguridad de su mundo depende de un gran número de
nidades de plantas e insectos) atraviesan los estadios de un ciclo factores que incluirían su posición social, nivel de formación cultural, ac­
vital evolutivo haciendo frente y adaptándose de forma sucesiva ceso a fuentes de crédito tales como las insertas en redes de parentesco,
a los diversos peligros. Este enfoque pone diligencia en distin­ hobilidad técnica, tamaño y diversidad de propiedades, opciones de
empleo, exigencias de trabajo doméstico, pertenencia a organizaciones
guir entre los términos peligro y riesgo. En verdad, el cambio de
voluntarios, capacidad productiva deí capital, y compromiso con valores
terminología ayuda a salvar la diferencia entre la ecología de las
culturales y con convenciones religiosas. Como tales, las categorías li­
plantas y la ecología humana, puesto que cabe decir que los ele­ gadas a b cultura no entran en el diseño de! estudio, las unidades de
mentos que viven en la primera reaccionan a los peligros, mien­ análisis resultan ser meras colecciones de individuos en vez de muestras
tras que no actúan (por definición) como agentes racionales cal­ de sociedodes... En consecuencia, ’negación de riesgos", “reducción
culando riesgos. Además, la evaluación de las probabilidades de riesgos" o cualquiera de las otras rúbricas mediante bs que se orga­
combinadas de que se dé un caso y la magnitud de sus conse­ nizan los hallazgos en estas secciones representan nada más que toscos
cuencias son una forma de cálculo demasiado especializada glosas... Las etiquetas no constituyen explicaciones y contribuyen poco a
como para ser útil cuando se piensa sobre las percepciones de la una comprensión de bs procesos individuales de adaptación. Uno de­
persona ordinaria. En este enfoque, los inpuís de información y sea saber, por ejemplo, cómo las opciones de afronlamienta dependen
del rango social del individuo, de la popularidad, del estado civil, de bs
experiencia tienen su origen en outputs de opiniones modifica­
atributos de carácter, riqueza e inteligencia: cómo se relacionan entre sí
das. Se han elaborado modelos epidemiológicos de contacto con estos factores y por qué el peso de su composición varia de una socie­
la información y modelos evolutivos de experiencia con peli­ dad a otra o con respecto o diferentes tipos de peligro. . que los insíilu-
gros. Se han ordenado y clasificado los peligros según sus carac­ dones y bs valores comunitarios dirigen de forma decisiva !a vulnerabi­
terísticas percibidas. Variaciones en la respuesta pública a suce­ lidad humana hacia bs desastres naturales y que articulan las
sos dramáticos o de menor importancia tales como los desastres mc-dificcciones individuales y nocionales es axiomático».
52 LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO EL SURGIMIENTO DE UNA NUEVA SUBDISCIPLINA 53

En el planteamiento ecológico se toma el peligro como la va­ numerosos científicos sociales muestran una propensión cultural a asumir
riable independiente, y la respuesta de la gente a él como la varia­ que la aversión al riesgo es general, una propensión que se explica por
ble dependiente, El paralelismo entre las plantas y los seres hu­ (a) el uso de la evaluación del peor caso plausible del riesgo y del be­
manos se debilita si se reconoce como dependiente el concepto neficio, |b) la evaluación marginal de riesgos y beneficios, (c) el uso de
de peligro. La gente cuya percepción es estudiada vive en un la distinción actual entre riesgos voluntarios e involuntarios y (d) el des­
mundo construido a partir de sus propios conceptos, dentro de cuento de beneficios futuros.
los cuales se incluye el concepto de lo que es peligroso.
Los antropólogos que escriben sobre las culturas tribales se Definir los peligros como«causas reconocidas de muerte o
ven forzados a distinguir con claridad entre el modelo de los ana­ pérdida», tanto tecnológicas como naturales, significa permane­
cer dentro de una definición cultural de las causas. Esto no deja
listas y el modelo de los actores sobre lo que acontece. El mode­
espacio para considerar aquí la percepción, salvo de forma nor­
lo de los actores cubre sólo la teoría tribal acerca del mundo. El
mativa como algo que podría ser mejorado, y todo el énfasis re­
investigador que está situado fuera de la cultura tribal observa
cae sobre la diferencia entre causas naturales y otras causas.
cómo los actores trazan una línea entre consecuencias y causas.
Comparando estas líneas en diferentes culturas, pone al descu­
bierto el sesgo del modelo de los actores.
Causas naturales

La linea entre las causas naturales y las causas creadas por el hom­
La aversión al riesgo desde el interior del modelo bre está trazado siempre en un proceso social de asignación de res­
de los actores del mundo ponsabilidad. En consecuencia, es una linea ondulante, intermitente,
siempre en debate que refleja sesgos culturales actuales. Elizabeth Bírd,
presidenta del Tribunal Supremo de USA, protestó recientemente dicien­
Trabajar sólo dentro del modelo de los actores imparte un sesgo cul-
do que «se debería rechazar la distinción entre condiciones artificiales
tural, como ponen de manifiesto dos estudios importantes, y tempranos
y naturales... hay una injusticia inherente» en una norma que permite
sobre la aceptabilidad del riesgo [Lowrance 1976; Rowe 1977|. A pe­
que los terratenientes escapen a toda responsabilidad «simplemente per­
sar de su título, Of Acceptable Risk, Lowrance dice poco sobre la cues­
mitiendo que la naturaleza siga su curso». En este caso, una compañía
tión de aquello que hace aceptable el riesgo, y trata también las pro­
que poseia tierras en Malibú rehuyó toda responsabilidad cuando un
babilidades de riesgo como objetivas. Rowe ofrece lo lista de bs
desprendimiento de tierras destruyó un hogar; la compañía argumenta­
factores que influyen en la percepción del riesgo Iprócficomente estan­
ba diciendo que no se le podía responsabilizar de toda desastre natu­
darizadas desde Starr 1969), distinguiendo entre el punto de vista de
ral (¿os Angeles Times, 21 de diciembre de 1981). «Así como se alian
la víctima y el punto de visto del beneficiado, entre expectativas de con las nociones de actos de Dios y actos del hombre, otro tanto sucede con
trol, sometimiento voluntario e involuntario al riesgo, efectos sobre la per­ lo distinción entre intención, accidente e incidente» (Kotes 1977: 5ó)
cepción de la magnitud y visibilidad de tipos de riesgo. El no reconoce Burton. Kates y Wbíte (1978) han sostenido siempre que «los peligros
aue si se admitiera la cultura como una variable, no se podría decir que son por definición fenómenos humanos* De igual manera Fischhoff y
la sociedad humana es generalmente adverso al riesgo porque muchas otros 11978], pero es más fácil decirlo que tomarlo en cuenta en el aná­
culturas exigen lo búsqueda de riesgo. Rowe do o entender que lo linea lisis consecuente.
entre el desastre natural y el causado por el hombre no es problemático
|pág I 58). Philip Schrodt (1980) ha argumentado que los políticos y
54 LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO
El. SURGIMIENTO DE UNA NUEVA SUBDISCIPLINA 55

incluso la definición de peligro como incapacidad de afron-


eos a !a totalidad de la escena. Esto significa que, desde un pun­
tamiento se ubica aún dentro del modelo de los actores. Pero, al
to de vista técnico, el trabajo más sofisticado de la subdisciplina
menos, esta definición conecta causas físicas y consecuencias fí­
se encuentra bajo la égida general de la teoría del comporta­
sicas con la capacidad de atontamiento de un sujeto racional. miento racional, aceptando sus axiomas e hipótesis restrictivas
Esto está más próximo a una teoría de la percepción, ya que per­ (véase capítulo 4). Aunque inicialmente los diversos tipos de tra­
mite que las expectativas acerca del atontamiento creen la cua­ bajo aparecían unidos a diversos grupos de autores nombrados,
lidad de peligro, y una teoría de la percepción es necesaria para se ha dado entre ellos una tendencia creciente a converger, sien­
reflexionar sobre la aceptabilidad del riesgo. do coautores de las piezas primordiales expertos pertenecientes a
diversas adscripciones.
Cuando una disciplina establecida aborda un campo nuevo,
Atontamiento
algo acaece de forma inevitable a sus métodos. A veces se trans­
El énfasis sobre la capacidad de aFrontomiento acompaña a un con­
fiere una regla empírica; a veces, sólo una metáfora. Los inge­
junto diferente de suposiciones sobre ¡a gestión del riesgo. En vez de nieros dieron un salto atrevido cuando aplicaron su método regu­
asumir como el ideal una reducción general del riesgo, Clark supone lar de trabajo a la aceptación pública del riesgo. La mayoría de
que la gestión eficaz del peligro debe frotar de incrementar la capaci­ sus problemas de análisis derivan de no tomar suficiente con­
dad de tolerar el error y mejorar así la capacidad de asumir riesgos ciencia de los cambios de metáfora. La «tolerancia» de la fatiga
productivos (Clark 19771. Centrar de nuevo el punto de mira en lo ca­ física aplicada a una máquina, significa algo bien diferente de la
pacidad de alrontamienfo ayudaría a comprender las aspectos socioló­ tolerancia humana de los insultos o adversidades; asimismo, las
gicos y culturales de la percepción del riesgo. ideas de «carga de riesgo» y «fatiga». Pero su ejercicio no es una
mera fachada retórica, puesto que permanece fiel a las prácticas
Parece muy plausible que la preocupación principal del su­ normales de la ingeniería, donde se revela que la tolerancia no
jeto perceptor sea si el atontamiento es factible, difícil o impo­ deja de funcionar. Los ingenieros no establecen diferencia algu­
sible. No hay percepción hasta que los perceptores correspon­ na en el método tanto si agregan las fatigas que un puente o un
dientes codifican la información para la interpretación. Los sistema humano revelan que pueden soportar. Pero lo que ellos
economistas hablan a veces de la información como si fuera un hacen no tiene mucho sentido por razones que reiteraremos en
agente activo que fluye, impacta, se pierde o es detenida por obs­ las páginas siguientes.
táculos en su senda, una posesión que unos tienen y de la que Por contra, los biólogos que pasaron a la percepción del riesgo
otros carecen. Estos hábitos de discurso repiten una teoría de la se enfrentaron a la dificultad opuesta, habiendo dejado atrás la ma­
percepción vigente en el siglo xvm, según la cual las impresiones yor parte de su equipamiento teórico. ¿Qué puede hacer un ecólo­
sensoriales llegan a la mente del perceptor de la misma forma go sin un ecosistema y qué es un ecosistema sin limitaciones de re­
que una luz potente golpea la retina del ojo. Pero la información cursos? Dichos biólogos utilizan una tosca noción de la
ni siquiera se convierte en información hasta que el perceptor no percepción, como si se tratara de ver qué riesgos hay. y no de se­
la ve y codifica de algún modo. leccionar una pauta de lo que hay. Las propiedades de las pautas
(3) La ciencia cognitiva ha tendido a dominar la percepción no se imponen por la fuerza ai ojo de los perceptores. Por eso. las
deí riesgo extendiendo sus suposiciones y métodos psieométri- importantes cuestiones de la percepción del riesgo nunca pueden
56 LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO

analizarse con un inventario de los rasgos físicos de los aconteci­


mientos, de su escala de daño, de carácter repentino o de duración.
La ciencia cognitiva merecerá nuestra consideración en los III
capítulos 3 y 4. La idea de racionalidad debe dominar el estudio
de la percepción del riesgo. La idea del agente racional, percep­ PERCEPCIÓN DEL RIESGO
tor del riesgo, se basa (¿debe basarse?) en el modelo del investi­
gador racional. Ambos sienten la necesidad de buscar orden en el Este capítulo campara el tratamiento de la.percepción
mundo; ambos reconocen una inconsistencia, ambos evalúan la en los seres humanos y en los animales.
probabilidad. La psicología animal sostiene que las respuestas emocionales
que alertan. mantienen o distraen la atención contribuyen
de manera positiva al funcionamiento det organismo
y a la supervivencia de la especie. La psicología humana
trata de separar hábitos y emociones (tales como
el miedo o la excitación) del examen de la cognición.
En tales tests, los humanos tienden a actuar de maneras
que ponen en tela de juicio ios conceptos básicos de racionalidad.
La investigación se centra entonces en la inadecuación
del aparato perceptivo humano, en la disfunción.
Es necesario incluir de forma sistemática en los estudios
de la percepción del riesgo público los procesos sociales
impilcados en la formación de los conceptos.

Los resultados mejor establecidos de la investigación del ries­


go muestran que los individuos tienen un sentido fuerte, pero in­
justificado, de inmunidad subjetiva. En actividades muy familia­
res existe la tendencia a minimizar la probabilidad de malos
resultados. En apariencia, se subestiman aquellos riesgos que se
consideran controlados. Uno cree que puede arreglárselas en si­
tuaciones familiares. Y se subestiman también los riesgos que con­
llevan los acontecimientos que se dan rara vez. Nuestra primera
pregunta sobre la percepción del riesgo es por qué tantísimas per­
sonas, en su rol de profanos, opinan que los peligros cotidianos son
inocuos y se consideran a sí mismas capaces de arreglárselas cuan­
do los hechos demuestran que no poseen tal capacidad.
58 LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO
PERCEPCIÓN DEL RIESGO 59

Inmunidad subjetiva
cables sobre las fuentes sociales de la confianza y los efectos be­
néficos de la sobre-confianza para la raza humana (Trivers
La experiencia de la National Commission en Produo Safety cons­
1972).
tata que el consumidor está dispuesto a optar por un iigen ahorro en el
precio en lugar de optar por un incremento de segundan comprado a
Sometidos a prueba formalmente, los seres humanos no pa­
baje precio. La familiaridad parece generar coi Lanza erlos granjeros recen servir para pensar racionalmente. También tienen una me­
que viven en áreas de inundación ¡White 1952] y en los timadores,, los moria débil y errática.
peatones en zonas de tráfico y Jos conductores; los que a/en cerca de
centrales nucleares están menos preocupados poria radiarión que otras
personas (Guedeney y Mendel 1973); los ingenieros y mecánicos tien­
Investigación de la memoria
den a tener una confianza excesiva en su propia tecnobgía fSlovic,
Fischhoff y Lichstenstein 1981]. En algunos ocupaciones de alto riesgo,
Lo investigación de la memoria se baso en gran medida en el len­
i os beneficios incrementan la confianza y familiaridad (Lee 1981). Sin
guaje, mientras que una gran parte de! recuerdo y de la cognición hu­
embargo, la familiaridad funciona a veces en el sentido opuesto (Slovic,
manos es independiente de! habla. Es significativo que los intentos de
Fischhoff y Lichstenstein 1980],
establecer paraíebs de b amnesic humana en experimentos de labora­
torio con animales fracasaron, Nodel (1980) sugiere que quizá sea de­
Se tiende a ignorar Jos peligros cotidianos más comunes. En bido a que la memoria humana se relaciono con el lenguaje de una ma­
el otro extremo de la escala de probabilidades, también se tiende nera especial. Parte de la respuesta humana a los peligros está
a restar importancia a los peligros más infrecuentes, y de baja enraizada en nuestra naturaiezo onimal. Esta es una de las razones por
probabilidad. Agrupando estas tendencias, el individuo parece las cuales el conocimiento psicológico de la percepción humana del
cortar la percepción de los riesgos altamente probables de mane­ riesgo se encuentra en un estadio elemental. Además, estudios de lo me­
moria humana sugieren que no podemos abordar la cognición humana
ra que su mundo inmediato parece más seguro de lo que es en
estudiando la debilidad de la memoria. El libro Memory (19.80), de Eli-
realidad, y como corta también su interés en los acontecimientos
zabeth Laffus, dice mucho más sobre par qué olvidamos que sobre
de baja probabilidad, los peligros distantes también palidecen.
cómo recordamos. Lo último parece suceder de Forma claramente ca­
Para una especie bien adaptada para sobrevivir, hacer caso omi­ prichoso.
so de los acontecimientos de baja frecuencia parece una estrate­ Dado que en el caso de la memoria humana lo que está almace­
gia altamente razonable. El atender por igual a todas las bajas nado v es recuperable depende de! control de la atención, y puesto que
probabilidades de desastre diluiría la atención y la descentraría la atención depende de señales y presiones sociales, la cuestión está en
peligrosamente. Desde el punto de vista de la supervivencia de la enfocar el problema desde el ángulo adecuado y centrar la atención en
especie, el sentido de inmunidad subjetiva e.s también adaptativo la codificación que el individuo realiza de la experiencia social.
si permite que los seres humanos se mantengan serenos en medio
de Jos peligros, que osen experimentar, y que no se desestabili­ A quienes saben cuáles son realmente Los riesgos, los psicó­
cen ante la evidencia de los fracasos. Aquí reside seguramente logos recomiendan que se concentren en una mejor comunica­
una de las diferencias interesantes entre la psicología animal y la ción con el público profano. Aun cuando sea por Lo general una
humana. Tal vez algunos de los problemas sobre la evolución de advertencia sabia, en este caso la educación sobre el riesgo no ha
la conducta social podrían pormenorizarse en propuestas verifi- conseguido un resultado muy alentador.
60 LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO PERCEPCIÓN DEL RIESGO 61

Pobreza de la educación La fe en lo educación es el siguiente paso lógico que deriva de la


aceptación inicial de lo percepción del riesgo como un problema de
Un coro de consenso sobre cuán poco se puede conseguir medían­ percepción incorrecta por el público profano. Tal planteamiento llevo a
le b educación pública para una mejor percepción del riesgo es per­ lo recomendoción alternativa de un control reguhdor más estricto o de
ceptible en autoridades toles como Roder (19Ó1) y Nelkin (1974), más investigación psicológica sobre el fallo de comunicación. La teoría
quien describe la masiva campaña sueca para educar al público acer­ de la etiquetación se fija en cómo el modo de presentación afecta a la
ca de la energía nuclear y otras fuentes de energía. Sbvic, Lichtenstein evaluación. Lo conferencia referida por Morris y otros (1980) dio una
y Físchhoff 11974), escribiendo con referencia especial al problema del panorámica de b teoría de la etiquetación aplicada a lo percepción de
riesgo nuclear declaran: «Opinamos que los intentos educativos dirigi­ riesgos; en elb se habló de si la regulación directa, las fuerzas del libre
dos a reducir b 'laguna de percepción" probablemente están conde­ mercado o la etiquetación compulsiva (una forma de regubción) resul­
nados al fracaso». Más larde, Sbvic, Lichtenstein y Físchhoff 11981 ) co­ tan mejor para los diferentes riesgos de salud. Kasperson y otros (1980)
mentan que «muchas imágenes mentales de la gente acerca de un ofrecen un sumario crítico de bs argumentos a favor y en contra de la
accidente nuclear incluyen el espectro de cientos de miles, incluso mi­ educación pública sobre la energía nuclear.
llones, de muertes inmediatas acompoñddas por un daño incolcubble e
irreparable al medio ambiente. Estas imágenes se parecen bien poco a La desilusión producida por la dificultad de educar a la gene­
las opiniones de los funcionarios de la industrio (y de la inmenso mayo­ ralidad del público sustenta otra tendencia que casi termina por
ría de los expertos técnicos),.. Los defensores de la industrio han tendi­ llamamos a todos irracionales. Cohén (1981) argumenta que las
do a atribuir esta laguna de percepción a la ignorancia e irracionalidad condiciones para la racionalidad son tan flexibles que al invocar
públicas. Nosotros cuestionamos esta actitud y dudamos de que el re­
toda la batería de motivos y metas a los que un individuo se ad­
medio propuesto, la educación, tenga éxito» (pág. 33].
hiere se puede exonerar cualquier decisión de la acusación de
Pero este coro es contrapesado por otro (que incluye a veces las mis­
irracionalidad. El argumento espera en esencia que el pensa­
mas voces) que recomienda hacer un mayor esfuerzo para mejorar la
comprensión pública mediante mejores campañas educativas. Se unen
miento racional se ejerza mediante dos tipos de competencia: por
al segundo coro Kunreuther y otros (1978|. «Las pruebas existentes res­ un lado, una competencia panhumana universal en operaciones
pecto a la medida en que la publicidad de los medios, las películas o lógicas (evitando contradicciones y esperando coherencia); por
las exposiciones gráfrcas han generado preocupación por futuros de­ el otro, una competencia adquirida de forma cultural de recono­
sastres no son rnuy tranquilizadoras». Kunreuther y sus coautores escri­ cer. ensamblar y clasificar elementos particulares. Cohén apoda
ben (pág. 251) añadiendo: «Si se considera que la ayuda guberna­ a la combinación «intuición» y arguye que, como nunca se pue­
mental es deseable, habría que hacer un esfuerzo concertado pora de determinar el input de la cultura, no hay modo de probar que
distribuir información a la población afectada» (pág, 254). En un es­
elección o decisión alguna sea irracional.
tudio realizado para la Fire Reseorch Station, Green y Brown (1981)
Antes de esta reivindicación más bien débil de nuestra racio­
aclaraban primero qué se entiende por el término «riesgo»; luego en­
contraron que donde se dispone de estimaciones objetivas suficiente­ nalidad, la percepción del riesgo habría moderado ya su termino­
mente fiables y precisas, las opiniones de los encuesíados son bastante logía manteniendo que los individuos no son irracionales, sino
precisas. Parece que |a gente adopta primero uno posición moral —qué débiles en pensamiento probabilista. Pero cuando consideramos
debe existir— y conecta esto con consideraciones pragmáticas que mi­ lo que requiere el entender el probabilismo, no parece tan difícil.
ran hacia un futuro complejo. Bajo esta luz tiene sentido recomendar En apariencia, sólo necesitamos comprender tres cosas: casuali­
que se imparta más y mejor información. dad. independencia estadística y variabilidad de muestra (Ho-
62 LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO
PERCEPC1ÓN DEL RIESGO 63

garth 1980, cap. 2). Además, cuando consideramos una actividad nos formal, debemos considerar con mayor detalle las preguntas
técnica cualquiera, vemos que cada uno de nosotros, sin tomar en de los experimentos de psicología. Resulta que todos están rela­
consideración la instrucción, es capaz de utilizar los tres princi­ cionados con un determinado campo de experiencia, el de la
pios. Cazadores, pescadores, agricultores y marineros utilizan su teoría de la probabilidad como tal (Krantz y otros 1983). La in­
comprensión del probabilismo para evaluar sus materiales, la vestigación experimental que compara sujetos con diferente
conducta pronosticada del pez o de la oveja, de las mareas o del grado de educación formal puso de manifiesto cómo se usan
tiempo. Ellos saben todo acerca de la variación aleatoria en la heurísticamente versiones intuitivas de la ley de los grandes nú­
precisión dé sus instrumentos, dejan de lado interferencias pru­ meros. La educación formal aumentaba la frecuencia y calidad
dentes de un muestreo demasiado pequeño; y, sin saber de esta­ de su uso.
dísticas, saben mucho acerca del equivalente práctico de la inde­ En otras palabras, las intuiciones aprendidas culturalmente
pendencia estadística. De no ser así, no sobrevivirían por mucho que guían nuestro juicio en cualquiera de nuestros campos de
tiempo como artesanos o navegantes, etc. Lo difícil no es la prác­ competencia nos enseñan suficientes principios probabilistas,
tica informal del pensamiento probabilista en un contexto fami­ pero están ligadas fuertemente a la cultura. Todos nosotros esta­
liar, sino el análisis formal de la probabilidad. mos perdidos cuando nos aventuramos más allá del alcance de
nuestras intuiciones culturalmente constituidas. Tal vez, el pro­
babilista técnicamente competente estaría tan perdido si se le pi­
Mentalidad primitiva diera predecir fuera de su experiencia de especialista, aunque
fuera experto en estructurar el problema de manera formal.
Todo lo discusión sobre la capacidad humana de pensar de forma Aunque esto pueda salvar a los seres humanos de la acusa­
probabilista muestra una incómoda seme¡anza con la discusión de fina­ ción académica de no ser capaces de pensar de manera probabi­
les del siglo pasado sobre la mentalidad primitiva (Wynne 1982s; Lévy lista, deja algunos problemas prácticos para la percepción del
Bruhl 1966). Los nativos de los territorios coloniales parecían tener una riesgo. En concreto, incrementa el abismo entre el juicio de la
comprensión perversa y poco seria de la lógica; los administradores persona experta y el de la profana. Si la gente sólo puede pensar
ilustrados trataban de entender su debilidad intelectual estudiando an­ de manera probabilista desde una posición de competencia ex­
tropología. Brian Wynne le da la vuelta a la analogía cuando ridiculi­
perta, y si no hay manera de que todos o la mayoría de nosotros
za las pretensiones realizadas en nombre de la racionalidad científica:
lleguemos a ser expertos en armamento moderno o en energía
«La percepción de la crítica como una amenaza a todo modo de pen­
nuclear, sigue abierta la cuestión de cómo tenemos que hacer un
samiento es característica de las sociedades primitivas que tienen una
juicio político de tales riesgos. Esta historia arranca con una ne­
experiencia aislada y homogénea. Parece que no hay discontinuidades
cesidad de entender por qué los expertos de la industria y el Go­
intrínsecas entre pensamiento científico y primitivo; las diferencias resi­
den en algunas características sociales importantes» 11982b: 168). En
bierno no pueden convencer al público de la inocuidad de la nue­
concreto, Wynne atribuye la rigidez intelectual al aislamiento social.
va tecnología. La tendencia generalizada de los humanos resulta
ser la contrapuesta, no temerosa por naturaleza, sino más bien
Puesto que los científicos que utilizan de forma explícita la excesivamente intrépida y reacia a dejarse persuadir de la reali­
teoría de la probabilidad fracasan también en esos tests que de­ dad de los peligros. Pero si se piensa que una minoría poderosa
jan confundidos a sujetos que han recibido una educación me­ (los industriales) inflige los peligros en cuestión a una mayoría
64 LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO PERCEPC1ÓN DEL RIESGO 65

indefensa no se evoca el sentido de inmunidad subjetiva* La di­ neficia de nuestra pérdida, el juicio adverso es aún más severo.
ferencia está en que la actitud respecto de los riesgos infligidos Aunque los psicólogos constatan que la gente difiere en la medi­
por otros es política. Es posible que el público que considera la da en que culpa, recibe culpa o exonera, su sesgo profesional les
nueva tecnología esté más enfadado que temeroso. Quizá la cues­ indina a indagar en la estructura de la personalidad para explicar
tión en modo alguno sea la percepción del riesgo, sino la indigna­ las diferencias. La teoría de la atribución presta escasa atención al
ción por el embaucamiento y la explotación. Si es así, necesita­ entrenamiento social que selecciona y refuerza determinadas acti­
mos comprender las actitudes adoptadas ante la inculpación. tudes de inculpación. Pero esto se entiende sin dificultad. No se
La teoría de la atribución pretende proporcionar un marco han establecido aún pautas sobre cómo tener en cuenta de forma
amplio en el que considerar cómo se distribuye la culpa. sistemática los valores generados en el entorno social.
Cuando retornamos a la investigación de los valores consta­
tamos que o bien utiliza categorías administrativas estandariza­
Teoría de la atribución das para fijar en segmentos de la sociedad valores expresados o
bien evita encontrar el origen de las expectativas de riesgos en
Para un resumen véase Heider (1958}. ios estudios inspirados en la cualquier categoría definida socialmente.
teoria de la atribución han identificado gn sentido de un lugar de con­ Los psicólogos comienzan a reconocer este problema. Jas-
trol y un sentido de indefensión en las respuestas al estrés.. Los estudios pers (1981) sostiene que se ha pasado por alto la naturaleza so­
de Ig percepción de! riesgo y del estrés se solapan debido a la consta­ cial de las actitudes hasta el punto de tratar respuestas manifies­
tación de que una expectativa generalizada de ejercer el control redu­ tamente sociales como disposiciones del individuo. Refiriéndose
ce la experiencia de estrés (jones y Davis 1961; Rotter 19óó), El enfo­ a su propia obra temprana sobre la diferenciación cognitiva y
que es análogo al interés por los estudios de percepción de! riesgo en
emocional afirma: «Se necesita un punto de vista verdaderamen­
sujetos que perciben que sus riesgos son asumidos de forma involunta­
te social para comprender que lo que aparenta ser un proceso de
ria. La colección de ensayos editados por Hamiltan y Warburían
(1979) resalta las fuentes más claramente cognitivas de afrontar la fati­
diferenciación individual que aumenta con la edad del niño es en
ga (véase «Afrontarerento», en el cap. 2]. Sin embargo, las fuentes prin­ realidad el emerger de una jerarquía compartida de respuesta que
cipales del apoyo y de la confianza sociales se encuentran aquí de for­ requiere una explicación social». Otras debilidades metodológi­
ma exclusiva en la temprana infancia y en los lazos familiares. Uno de cas que dimanan de la misma dificultad son analizadas en Ger-
los escasos intentos (Brown y otros 1975) de relacionar el estrés con un gen y Gergen (1973, 1982). Salir de la ardua investigación de en­
contexto social odulto más amplio presinde del énfasis cognilivo. cuesta con conjuntos de expectativas que descansan unas en
otras es interesante (Mitchell 1980a, 1980b), pero sería aún me­
Primero está el juicio en cuanto a las causas, sean naturales o jor salir de los datos a la teoría de la percepción del riesgo.
humanas. Si el daño es obra del hombre, la atribución de respon­
sabilidad y la inculpación va al lugar de control. Existe la opción
de reconocer núes tía propia falta, revertir la culpa sobre otro, de­ Síndromes de valoi
cidir si el otro estaba informado y motivado para hacer daño. Si
somos ya hostiles al presunto agente del perjuicio, nuestra censu­ Algunos estudiosos Han tratado de examinar [o agrupación de acti­
ra tiende a ser más severa: y si sospechamos que el agente se be­ tudes en función de sus incompatibilidades y afinidades. Spangler
66 LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO
PERCEPCIÓN DEL RIESGO 67

(1980, 1981) desarrollo el concepta de síndrome: «Un conjunto de


guir una medición absolutamente inconsistente, «dependiendo de un as­
conceptos concurrentes que incluyen emociones relacionados y predis­
pecto sutil y aparentemente inocente del sistema de medición»; (2) Las
posiciones de decisión que forman uno pauta actitadinal identificadle».
actitudes y elecciones de grupo no siguen las mismas leyes .que una
Los síndromes tienen un carácter colectivo, incluyen ideas morales del
elección individual; (3) lo misma elección de grupo es sensible a pro­
bien y del mal, y reflejan una experiencia social compartida. Los sín­
cedimientos de toma de decisión o de confección de b agenda. Con­
dromes se caracterizan por las creencias que seleccionan y por los con­
clusión: Gran parle de h teoría y de ¡o filosofía deducidas de estos es­
sideraciones dialécticas interrdacionadas que ignoran. Este es uno de
fuerzos sugiere que el concepto mismo de preferencia de grupo es la
los pocos casos en que el estudio de la percepción del riesgo está inte­
fuente- de error. Parece incluir b clásica falacia de composición supo­
resado en la atención selectiva. Pero no da el paso siguiente de consi­
niendo que una propiedad del individuo, una preferencia, es también
derar cómo los alineaciones seeioles actúan como factores de enfoque.
una propiedad del grupo. Lg aplicación del análisis- riesgo-beneficio
Heberlein y Black (1981) tratan de identificar «moléculas de conducta»,
descansó firmemente sobre el concepto de preferencia de grupo como:
normas, creencias, apoyo social y variables estructurales, reconociendo
uno propiedad fundamental. Esto es una de bs escasas discusiones so­
la complejidad de las estructuras normativas en la sociedad moderna.
bre las implicaciones del teorema de imposibilidad de Arrow para bs
Otra investigación en curso trato de relacionar los valores con estrato1
evaluadores de riesgo, que piensan que pueden, en un sentido inequí­
gias sociales y cognitivas. Por ejemplo, Stallen y Tomas (1981) están
voco y objetivo, sumar (as preferencias de los individuos y dar cotí una
elaborando un estudio paro identificar cuatro respuestas a la amenaza
político que obedece a la preferencia de la gente. Véase también Lave
tecnológica (la segura, la defensiva, la vigilante y la adoptativa). Evi­
y Romer (1983). Tras haberse demostrada que b lógica del bienestar
dentemente, pronto habrá una confianza y sofisticación mayares en el
basada en la elección racional del Individuo, es defectuoso, tiene que
trato con la zono intérfacial entre las percepciones del individuo y las
ser el momento propicio para forzar un ángulo de investigación alterna­
actitudes públicas [Backy Gergen 1963).
tivo, el estadio de Iq relación entre bs procesos sociales y bs valores
compartidos. (Véase Dougbs, Douglas y Thompson 1983.)
Nuestro conocimiento de la percepción del riesgo está con­
trolado por la elección de métodos. El análisis formal de la racionalidad presenta a los sujetos
con hecho_s y valores claramente separados. Los estudios de acti­
tud estudian valores, pero no formulan cuestiones, sobre cómo se
Metodología fundamental generan éstos. Los teóricos de la atribución suponen que no se
necesita conocer nada sobre los procesos sociales que generan y
Han despertado mucho interés los problemas metodológicos, b ma­
sostienen las pautas de valares. Se asume atinadamente que la
yoría de ellos comunes o todos los intentos de identificar acritudes y va­
formación de los conceptos es el proceso cognitivo específica­
lores públicos y no específicamente caraderisfroas de la percepción del
mente humano que permite el habla. Los estudios sobre la for­
riesgo. Thómas llama lo atención sobre difíciles problemas de agrega­
ción (1981); Green y Brown alertan sobre los efectos de las escalas
mación de conceptos dirigen su atención hada las habilidades de
que aparecen en los cuestionarios (1980). Nadie expresa una crítico aprendizaje de los niños y hacia los estadios tempranos de ad­
tan completo como Plott (1978), que discute temos de política sobre el quisición de las habilidades lingüísticas. Los procesos sociales
riesgo como ejemplos de graves problemas no resueltos que subyacen en los que los niños se ven envueltos son rudimentarios y nece­
en la contemporánea teoría social. (1) Un problema nace de los efectos sariamente fragmentados. La formación de conceptos para adul­
de ordenar de diversas maneras respuestas a cuestiones de elección tos implicados en sítuadones sociales estandarizadas es estudia­
riesgo-beneficio: En el plano individual del análisis, uno puede conser da principalmente por antropólogos en lugares foráneos. Deberá
68 LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO 69
PERCEPCIÓN DEL RIESGO

transcurrir bastante tiempo antes de que la investigación psicoló­ las clasificaciones fundamentales del entorno físico que nacen de
gica pueda contribuir a comprender los procesos cognitivos alta­ la interacción social. Tómese, por ejemplo, la línea entre natura­
mente socializados tales como la percepción del riesgo. leza y cultura: le es dada a todo perceptor individual, pero el ana­
En sus orígenes, la psicología cognitiva se encontraba próxi­ lista tiene que reconocerla como un constructo cultural.
ma a la psicolbgía animal. La hipótesis básica de los estudios so­ Se dice que la gente toma la amenaza de desastres naturales
bre el conocimiento de los animales es que las habilidades per­ con más calma, con menos sentido de injusticia y con menor de­
ceptivas del organismo forman parte de su adaptación a sn seo de justo castigo que cuando son víctimas de un desastre oca­
entorno físico. Sus percepciones apuntan a la supervivencia en sionado por el hombre. Pero nadie pregunta cómo se traza la línea
todos los sentidos: la supervivencia reproductiva de la especie, divisoria (véase cap. 5). Se da por supuesto que todo el mundo
supervivencia de la manada, rebaño o enjambre si se trata de puede reconocer que un huracán o un terremoto es un desastre
animales sociales, y las exigencias individuales de alimento, natural. Amartya K. Sen (1981) ha demostrado recientemente
apareamiento, cobijo y seguridad. La experimentación biológica que. aun cuando las condiciones meteorológicas y el fracaso de
sobre la percepción supone que la conducta de los animales tiene la cosecha son sin duda eventos naturales, no son necesariamen­
valor adaptativo. El estilo de los experimentos realizados en la te desastres en gran escala. El que sobrevenga el desastre depen­
psicología humana es similar. Inputs de información son con­ de en buena medida de cómo se interprete el evento. Su análisis
frontados con outputs de actuación. Pero aunque el trabajo sobre de las condiciones que llevaron a las grandes hambrunas en Ben­
la percepción humana está modelado sobre la psicología animal, gala, Calcuta, Sahel y Etiopía pone de manifiesto que en los cír­
carece de un gran marco teórico. No hay una estructura teórica culos responsables hay la falsa creencia de que las hambrunas
global que modifique e! paradigma evolutivo de la percepción tienen sus causas naturales en «déficit de disponibilidad de ali­
animal para que éste se adapte a la condición humana. mento». En consecuencia, este mito dirige la acción administra­
La actividad de un animal modifica mucho su entorno. Esto tiva. Caso tras caso, inspiradas por la teoría del Déficit de Dispo­
incluso es más cierto con respecto a los seres humanos. Pero una nibilidad de Alimento (DDA), las reglamentaciones tratan de
diferencia fundamental es el hecho de que la experiencia que los detener las exportaciones fuera de las áreas amenazadas, pero en
humanos tienen de su entorno es mediada por categorías concep­ realidad impiden que el alimento llegue adonde se necesita. Las
tuales elaboradas durante la interacción social. Tanto para los ani­ restricciones de los precios estimulan la acumulación de los ali­
males como para ios seres humanos, los objetos físicos están co­ mentos; los aumentos de precio hacen otro tanto. Durante todo el
dificados ya por supuestos que proceden del lado deí mecanismo tiempo en el que los ojos están fijos en la disponibilidad de ali­
perceptor. Para los animales, las condiciones físicas son un obje­ mentos, no se repara en las estructuras económicas y legales
to directo de Ja actividad perceptiva, pero para los seres humanos cuyo colapso es la causa principal de que se den las hambrunas,
esta línea entre perceptor y objeto percibido es problemática. incluso con buenas cosechas o grandes reservas disponibles de
Para los seres humanos, la codificación no está controlada de for­ alimentos. A juicio de Sen, la concentración administrativa sobre
ma genética, sino que intervienen imperativos culturales. Tene­ los hechos físicos da origen a una teoría equivocada de que las
mos el trabajo comunitario compartido de encontrar un consenso catástrofes naturales provocan la hambruna (véase también Gar­
sobre las categorías en las que se conoce el mundo. Los percep­ cía 1982).
tores individuales incorporan a su aparato eognitivo algunas de Parece que la construcción y el consenso sociales influyen en
70 LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO PERCEPCIÓN DEL RIESGO 71

gran medida en las percepciones humanas. Siendo esto así, serán experimentales y más indinados hacia la teoría social (Adorno, 1950).
más fácilmente desestabilizadas que las percepciones animales, Aunque ¡niaalmenle estaban influidos por la neuropsicología, las dos
y podemos esperar que funcionen procesos estabilizadores adi­ corrientes de la teoría social y psicológica siguieron caminos separa­
cionales; el sentido de inmunidad subjetiva. Un programa espe­ dos. la obra capital de Donald Hebb sobre la teoría de la percepción
hacía hincapié en la atención como una selectividad de la respuesta. El
cífico para la psicología cognitiva humana pondría especial inte­
sostenía que tradicionalmente los psicólogos buscaban una propiedad
rés en cómo se forman las clasificaciones del mundo, cómo del estímulo que determina por sí misma la respuesta consiguiente; con­
amenazan con desintegrarse y cómo determinados procesos so­ fío la antigua tradición «casi sin excepción, los psicólogos han reco­
ciales las apuntalan. Cuestiones de este tipo no tienen audiencia nocido la existencia del factor central seledivo que refuerzo ora una
debido a un fuerte sesgo político y moral existente entre los psi­ respuesta, ora otra*. Hebb lamenta que, a pesar de este consenso pro­
cólogos contra las coacciones institucionales sobre el comporta­ fesional. existo el problema de llevarlo a su conclusión lógica: «Una
miento del individuo. El sesgo opuesto sería igualmente perjudi­ linea de pensamiento incompleta arranca preocupada por el estímulo o
cial para la investigación. Pero una actitud neutral, y abierta a las configuración del estímulo como la fuente y control de acción; con el
influencias sociales para la estabilidad es necesaria para desarro­ tiempo se topa con los hechos de atención etc., y luego se limita a con­
venir en que lo atención es un hecho importante, sin caer en la cuenta
llar una visión equilibrada de la relación del individuo con la so­
de que esto es incompatible con las propias suposiciones anteriores»
ciedad. Donald Campbell (1975) ha reconocido y censurado un
(Hebb 1949; 45). En la percepción del riesgo, los investigadores es­
sesgo profesional contra los factores sociales que influyen en la tán de acuerdo en que la selectividad de la atención es el tema central,
percepción. Cuestiones sobre la supervivencia de formas socia­ y, al mismo tiempo, siguen categcrizando la configuración de bs estí­
les humanas serían análogas a aquellas preguntas que relacionan mulos. En Douglas (1978] se ofrecen sugerencias sobre cómo se podrían
la cognición animal con la supervivencia de la especie. Se situa­ identificar en la experiencia social diferencias relevantes para fomentar
rían en un contexto de comparación sociológica las cuestiones tal experimentación cognitiva. Este enfoque fue formulado en Douglas
sobre la formación de conceptos y el aprendizaje. Sena necesa­ (19óó| coma un desarrollo explícito de ios trabajos, aludidos arriba,
rio que existieran tipologías de procesos sociales estables y el realizados en bs años cuarenta y cincuenta en el campo de la psicolo­
gía de la percepción.
tipo de compromiso moral que los sustenta. Un cambio teórico
de tales características modificaría las afianzadas ideas de que es
posible hacer una separación clara entre hechos y valores. No La estructura social es un sistema moral; la responsabilidad
puede haber un estudio serio de la percepción que no reconozca social crea las líneas principales de equilibrios entre costo y be­
los intereses sociales que influyen en la atención selectiva. neficios, y produce los diferentes modos de categorizar el mun­
do físico. Como en los animales, la atención humana se guía por
el interés de sobrevivir. Pero para los humanos, la supervivencia
Atención selectiva incluye el tipo humano de comunicación, y ello implica el esta­
blecimiento de categorías conceptuales para el discurso público.
En ios años cuarenta la psicología cognitiva montería un diálogo
con la sociología; especialmente, a través del interés de Egon Frankef-
Una psicología cognitiva que ignorara el proceso parecería tri-
Brunswick por la intolerancia (de manera especial intolerancia étnica] vializar su propio proyecto. Sin duda, se autodescaiificaría para
como rasgo de la personalidad (1948, 1949, 1954). Pero ios trába­ considerar la aceptabilidad del riesgo.
los que esto estimuló acerca de lo personalidad autoritario fueron menos
IV

ELECCIÓN Y RIESGO

La teoría del siglo XIX acerca del riesgo tragaba


una separación entre el juego y la asunción de otros riesgos.
Dentro de la moderna teoría de la elección,
se presentan dentro de una teoría integrada la aversión
al riesgo y la búsqueda del riesgo.
Este capítulo señala algunas limitaciones de la teoría
de la elección para el tema de la itidagación
de los niveles públicos de la tolerancia del riesgo.

La teoría de la elección aplica la lógica al acto de elegir. Ei ar­


gumento racional es el que no es contradictorio en sí mismo; y lo
mismo sucede con la elección racional. Para ser racional, una
elección no niega a otra. Un comportamiento racional implica
cierta clasificación de alternativas en función de la conveniencia
relativa. La lógica de la elección atañe a preferencias no contra­
dictorias u ordenadas. En la ciencia, las probabilidades son eva­
luaciones de la fiabilidad de las expectativas acerca de los aconte­
cimientos. Las probabilidades figuran también de forma eminente
en la teoría de la elección. Para una decisión es muy diferente si
las alternativas incluyen elegir entre certeza e incertidumbre o en­
tre una probabilidad alta y otra baja. La variación de la probabili­
dad constituye ei elemento de riesgo. En los siglos xvn y xvm el
trabajo teórico sobre el riesgo se ocupaba de las matemáticas del
juego, y así la atención se centró precisamente en la estructura de
las probabilidades como un todo. En el siglo xix el trabajo teórico
sobre el riesgo cambió del juego, de la apuesta, a los riesgos de la
empresa económica y, concretamente, a las probabilidades de pér­
dida. De forma inevitable, la teoría del riesgo ha llegado a ser en­
fatizada como la probabilidad de no alcanzar un objetivo; con un
74 I.A ACEPTABILIDAD DEL RIESGO ELECCIÓN ¥ RIESGO 75

juicio negativo pronunciado contra ei juego con probabilidad muy Accident Risks in U. S. Commercial Nuclear Power Plants», de
remota de conseguir altos premios. Los argumentos tradicionales Isaac Levi, es un examen detallado de los procedimientos esta­
han girado sobre la relación entre las probabilidades y valores cal­ dísticos utilizados por el Reactor Safety Study (1975), de la Co­
culados de forma objetiva (o matemática) en comparación con las misión Nuclear Reguladora. Los apéndices a este informe tratan
estimaciones subjetivas del agente racional; sobre la definición de las dificultades que encierra el evaluar las probabilidades, y los
racionalidad más útil que se puede elaborar para entender la lógi­ métodos empleados para encontrarlas. Los ingenieros que escri­
ca de la elección; y sobre la adecuación de la comparación entre bieron el informe difícilmente podrían esperar encontrar un epis-
esta definición y la conducta real. temólogo que cuestionara sus elecciones y especialmente las ra­
La mayor parte del trabajo pionero realizado sobre el riesgo, zones en que se basaron.
que determina el modo como ahora se le aborda, fue realizado
antes de la reciente y grave preocupación por los riesgos prove­ Los autores del informe, sin embargo, parecían deseosos de
nientes de la tecnología. El arranque fue la publicación de la obra fundamentar juicios de probabilidad creíble sobre juicios en
de Von Neumann y Morgenstem The Theory ofGames (1944), y cuanto a cuál de las hipótesis estadísticas rivales referente a La
distribución objetiva de probabilidad de tasas de fracaso es co­
se completó en cuanto a los principales axiomas y teoremas en el
rrecta. Frente a datos insuficientes, los autores no concluyeron
breve lapso de cinco años, de 1948 a 1953. Los ulteriores desa­ que debían postergar el juicio entre las hipótesis estadísticas ri­
rrollos han sido más de retoque fino, de critica y de mejoras de vales y atender a su estado creíble para los diversos rivales posi­
diversas partes de un formidable y riguroso aparato conceptual. bles a efectos de ayudar a determinar, vía inferencia indirecta,
Con posterioridad, la teoría de la decisión se ha aplicado a cues­ qué estado creíble adoptar. Este planteamiento hubiera conduci­
tiones prácticas de estrategia militar. También se han hecho al­ do a un estado indeterminado de juicio creíble respecto de las ta­
gunos esfuerzos por aplicar estos métodos a los riesgos de la tec­ sas de fracaso [pág. 441].
nología industrial. Se ha aplicado la teoría de la utilidad, con
resultados desconcertantes, para evaluar la compensación por Levi pasa a relacionar su elección metodológica con los su­
una vida o las demandas de generaciones no nacidas. Existe la puestos de Quine y de otros epistemólogos, y concluye con la
cuestión real acerca de hasta qué punto se puede adaptar la tota­ moraleja de que deberíamos aprender a postergar el juicio y a no
lidad del sistema teórico para proporcionar respuestas a las pre­ fingir una precisión de la que carecemos (Levi 1980).
guntas públicas sobre los riesgos provenientes de la energía nu­ Una situación peligrosa es la que está gobernada por proba­
clear o de los residuos industriales tóxicos. Se ha formado la bilidades conocidas. Sí no se sabe lo suficiente sobre las probabi­
nueva disciplina para responder a estos tipos de preguntas. lidades estamos tratando con incertidumbres. La asunción de un
Cada elección que realizamos está plagada de incertidumbre. riesgo en su forma más obvia es el juego. El que corre un riesgo
Esa es la condición básica del conocimiento humano. Una gran prefiere la probabilidad pequeña de una gran ganancia y la gran
parte del análisis del riesgo está relacionada con el intento de probabilidad de una pérdida pequeña a unos ingresos seguros. El
convertir las íncertidumbres en probabilidades. Lo que parece que tiene aversión al riesgo compra seguridad: ello significa pre­
ser en cada caso un ejercicio puramente técnico se convierte en­ ferir una cierta pérdida pequeña (prima de seguro) para prevenir
seguida en otro que descansa directamente sobre los fundamen­ la pequeña posibilidad de una pérdida grande. El seguro reduce
tos filosóficos de la inferencia. El «Brief Sermón on Assessing las variantes de probabilidades futuras.
76 LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO ELECC1ÓN Y RIESGO 77

La economía del siglo xíx, al tiempo que reconocía que al­ ginal decreciente. La idea de la utilidad marginal decreciente tenía
guna toma de riesgo es compatible con una conducta económica originariamente una sencilla base física. Es obvio que la satisfac­
racional, condenaba el juego. Rotunda desaprobación dimana del ción que se obtiene de comer una rebanada de pan disminuye des­
lenguaje que Marshall emplea sobre el jugador (1890), Siguiendo pués de la segunda; y más aún después de la quinta y de La sexta.
a Bentham, él declara que los placeres del juego son «impuros», Sucede otro tanto con cualquier comida, bebida o ingestión de una
pues «la experiencia pone de manifiesto cómo es probable que medicina. La decreciente satisfacción del cuerpo puede ser la ana­
engendren un carácter inquieto, febril, inconveniente para un tra­ logía del valor decreciente de la ropa o vivienda de recreo, pero es
bajo continuado, así como para los placeres más elevados y más sólo una metáfora. Para la mayoría de los bienes, lo que disminu­
sólidos de la vida». ye al incrementarse los gastos en ellos son los empleos social­
mente aprobados para su disfrute; y esto es especialmente claro
para el declive del valor psicológico del dinero.
Esta actitud moral y la teoría de la utilidad marginal decre­ Otrora, la teoría de la utilidad descansaba sobre la idea de un
ciente se refuerzan mutuamente. Si un dólar adicional tiene me­ valor cardinal absoluto de la idea de utilidad; de tal forma que era
nos valor que el ganado inmediatamente antes, entonces un posible medirla, sumarla y compararla, una idea plagada de difi­
50/50 de probabilidades de ganar o perder un dólar no resultará cultades. La teoría económica se alejó pronto de la utilidad car­
atractivo al agente racional: éste sentirá la pérdida de un dólar dinal mediante la obra de Edgeworth, Fisher y Pareto sobre el
que ya tiene con una pena que será superior al placer de ganar análisis de la curva de indiferencia. Pareto (1848-1923) ejerció
otro más. (En realidad, la mayoría de la gente no se siente atraí­ una influencia sin par en la eliminación de todo rasgo de utilita­
da por esta apuesta.) Para la escuela del análisis marginal, el jue­ rismo de los fundamentos de la teoría económica. Indirectamen­
go honrado contendrá siempre una pérdida económica: sólo un te, esto hizo que el correr riesgos fuera objeto de menor atención
demente se embarcaría en él. El jugar así se sitúa fuera de ta de­ que en el período en que era una parte fundamental del análisis
finición que ellos dan de conducta económica razonable. Sin em­ de la utilidad. Los años cuarenta presenciaron el gran cambio que
bargo, hay que reconocer que la actividad comercial entraña ries­ tuvo lugar en la teoría de la elección, que reintegró los riesgos en
gos. Por lo tanto, la cuestión para la política económica es cómo la nueva versión revisada del análisis de la utilidad que aún esta
persuadir a los ciudadanos reacios al riesgo para que asuman vigente. En The Theory ofGcimes, Von Neumann y Morgenstern
riesgos necesarios. La respuesta es que hay que ofrecer recom­ muestran que los avances teóricos que se alejan de los valores
pensas especiales a los que cargan con riesgos, una justificación cardinales y favorables a la clasificación ordinal de las satisfac­
intelectual de las elevadas ganancias que obtiene el empresario. ciones pueden ser compatibles con la asignación de un valor nu­
Para ser justos con Marshall, sus argumentos siguen teniendo mérico a la satisfacción o utilidad que pueden esperarse de di­
sentido en la revisada teoría de la utilidad. Una probabilidad baja versas elecciones. El riesgo se ha reincorporado ahora en el
de ganar no es un juego atractivo a no ser que los premios sean análisis de decisiones, pues se hace que la utilidad esperada de­
muy elevados. penda del atractivo de una determinada combinación de probabi­
Según Friedman y Savage (1948), el juicio moral contra los lidades y valores. Por cierto, la teoría de la elección recibe un
jugadores no fue la inspiración principal del sesgo de la teoría, fuerte empujón en la dirección antigua. Remontándose más allá
sino más bien la atracción intuitiva de la teoría de la utilidad mar­ de la utilidad de Marshall. el nuevo enfoque aclama como su
78 LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO
ELECCIÓN Y RIESGO 79
punto de partida la fórmula propuesta por Daniel Bemoulli en
La solución de Bernoulii consistió en desarrollar un índice
1738 para resolver un problema de juego.
para la utilidad marginal decreciente del dinero. No es de extra­
ñar que se le considere como el ancestro fundador de la moderna
teoría de la utilidad. En 1950 parecen darse todos los requisitos
El juego San Peteisburgo para la consolidación y expansión continuas que se dan en los
momentos actuales.
El juego es sencillo. Se lanza al aire una moneda hasta que sale
cara. Entonces se detiene e) juego. Al jugador se le pagan dos ducados
por cada lanzamiento. El problema está en saber cuánto debería estar Cinco anos de exploración del riesgo
él dispuesto a pagar por el juego. De formo intuitivo, él nunca está dis­ en el nuevo marco de (a utilidad
puesto a pagar mucho por éi. Pero la expectativa matemática del juego
es infinita. Así, según un cálculo «racional» él debe estar dispuesto a pa­ 1948: M. Frledman y L J. Savage, «The Utility Análisis of Chotees
gar cualquier suma finita por la oportunidad de un juego. ¿Qué ha fa­ Involving Risk». Esto es la andanada inaugural en un debate inspirado
llado? A lo largo de los siglos se ha propuesto un flujo continuo de so­ por Von Neumann y Morgensfern. Lo teoría de la elección puede in­
luciones para el juego de San Petersburgo. La contestación de Bemoulli tegrar ahora 1a elección entre ciertos resultados con la elección entre
se basa en la diferencia entTe la alta expectativa matemática y el bajo los riesgos. Parte de la hipótesis de que una unidad de consumo de­
valor psicológico asignado par el jugador a la suma que se podría ga­ cide a favor de un juego o a favor de una certidumbre de acuerdo con
nar. Sin embargo, este estrechamiento de lo discrepancia deja aún una la diferencia entre 1a esperada utilidad del juego comparada con la
gran brecha entre la intuición de la persona corriente y lo que Bemoulli esperada utilidad de la certidumbre. Supone que la función de la utili­
considera que es un precio razonable. Otro conjunto de soluciones ha dad asciende con los ingresos. Ofrece más hipótesis complementarias
señalado que la persona que ofrece vender el juego es una farsante si
sobre la aversión al riesgo basada en la cantidad relativa de los in­
simula que podría desembolsar en realidad una suma infinita. Pero esto,
gresas.
a su vez, río llega a la intuición-de la persona corriente, que no es que
desee arruinar la banca, sino que ganará de hecho muy poco. Más 1951: Kenneth Arrow, «Alternative Approaches to ihe Theory of
convincentes son las soluciones basadas .en e! hábito de descartar pro­ Choice in Risk-Tak'mg Situations». La leoria.de la elección se ha visto
babilidades bajas (Gorovítz 1979|. Al resumir la inmensa literatura so­ afectada recientemente por tres desarrollas: (a) en la teoría de la uti­
bre esta paradoja, G. J. Sfígler menciona soluciones remotas que evo­ lidad (véase 1948 arriba), |bj en la teoría de la inferencia estadísti­
can parte de la bibliografía contemporánea sobre los riesgos naturales co, y (cj en el rechazo que Shackle hoce del cálculo de probabilidad
de trasfondo citadas en el capítulo 2. «Quizás la solución más divertida y en su teoría de la anticipación incierta, El artículo de Arrow trata de
fue una dada por Buffon y según la cual todas las probabilidades infe­ forma muy extensa los problemas, implicados en (os fundamentos de
riores a ,001 son iguales a cero (porque ésta era la probabilidad de to probabilidad en la medida en que éstos afectar, a la teoría de la
morir durante el dio para un hombre de cincuenta y seis años, probabi­ elección.
lidad tratada de ordinario como despreciable).» Stigler demuestra la fal­
sedad de fa paradoja señalando que paro el economista el aspecto 1952: Centre National de Recherche, Calbquy on Risk, París. Las
más sorprendente de este debate «es el requisito principal que un mate­ ponencias presentadas anticipan la obra capital de Samuelson «Ulilily,
mático plantea a la solución: que se encuentre un valor finito para el va­ Preference and Probabilily», de Savage «An AxiomaNzaiion of Reasona
lor del juego* (Stigler 1969) Ele Behavior in Face of Uncertainty» y de Friedman “The Expected Utility
SC) LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO 81
ELECCIÓN Y RIESGO

Hypothesis and fhe Measurement of Utility»; M. Aliáis presenta una sale creciente no se corresponde con las repentinas discontinuidades
polémico de ponencias, una de las cuales se publicó al año siguiente. de enfoque que caracterizan tomas de decisión verdaderamente
racionales. Es perfectamente racional desear una determinada
1953: Maurice Aliáis, «Le cornportement de l'homme rational
suma, ni más ni menos. No siempre es racional maximizar. Su­
devant le risque: critique des postuláis ef axiomas» de l'éoale ameri-
pongamos que un viajero se encuentra sin recursos en Marsella
oaine.
y tiene necesidad urgente de volver a París. Si tiene sólo 100
francos en el bolsillo, el juego que le ofrezca la mejor probabili­
El apasionado ataque que Maurice Aliáis inaugura en 1952 y
dad de ganar el precio de su billete de vuelta será más ventajoso
L953 contra la «Escuela Americana» parece llegar como una
para él que seguir la norma de maximizar sus expectativas mate­
sorpresa. El editor de Econometrica toma la inusual precaución
máticas de ganancias.
de señalar que los procedimientos habituales del asesoramiento
Aliáis inventa un juego que propone a los americanos. Es una
editorial no habían logrado aclarar equívocos sobre los principa­
trampa que, si caen en ella, refuta de manera concluyente los
les puntos en cuestión: «Se publica la ponencia tal como está
axiomas de .Savage. Todos ellos caen en la trampa y Aliáis gana
ahora, bajo la responsabilidad del autor». Aliáis incluye como lí-
el asalto.
deres en ia «Escuela Americana» a L. J. Savage y Paul Samuel-
son, y nombra a otros estadísticos y teóricos de la decisión, al­
gunos de los cuales, según él, arrancaron en el lado del error, La paradoja de Aliáis
pero se retractaron antes de que su artículo fuera a la imprenta.
La objeción principal que les hace es su confianza en el teorema El juego de Aliáis es una paradoja si se acepta el axioma de inde
de Bernoulli. La fuente de sus pesares contra los nuevos bemou- pendencia de Savage y si se viola también el axioma al jugar el juego.
llianos es su propio deseo de ver el desarrollo de una teoría pura Yakov Amihud (1979) señala que este axiomo concreto no es necesa­
rio para la derivación del teorema de la utilidad esperada. Además,
del riesgo. La esencia de la toma de riesgos descansa en la es­
Aliáis ho interpretado de forma equivocada el uso de la definición de
tructura de Jas probabilidades, en su discrepancia. Un individuo
racionalidad en la feorio de la utilidad de Von Neumann-Morgenstern.
prudente busca menos discrepancia; el que corre riesgos prefie­ Estos no pretenden que su idea de racionalidad sea descriptiva de la
re más discrepancia. Una teoría de la toma de decisión que usa la conducto racional, sino normativa, dada la aceptación de los axiomas
media de la distribución de probabilidades pasa por alto lo que subyacentes. El principia de independencia se ocupa de la coherencia
es ante todo la toma de riesgos: la distribución misma. Aparte de de la clasificación de preferencias. Afirma que si dos alternativas fiemen
desarrollar una teoría del riesgo que pierde de vista la experien­ un mismo resultado, ia ordenación de las clteranfívas debería ser inde­
cia real de riesgo, Aliáis sospecha que los bemoullianos nos di­ pendiente del valor del resultado común. El énfasis está en el compro­
cen precisamente cuándo es racional ser prudente y cuándo miso con el resultado concreto. Entretanto, Aliáis insiste en que un re­
sultado dado no conserva su atractivo relativo cuando el resto del pro­
arriesgarse- Sin duda, para eso se ha concebido la teoría de la de­
blema ha cambiado; por ejemplo, un cambio en las probabilidades
cisión, pero él la considera como una enseñanza descabellada, cambiará el orden de preferencias. Se ha jugado este juego durante
especialmente cuando algunos de los postulados inscritos en la mucho tiempo con variaciones ingeniosas. Este resumen está tomado de
definición de racionalidad son altamente restrictivos y antiintui­ Slovíc y Tversky (1974), donde se encontrarán referencias a otras ver­
tivos. Sobre todo, el bemoulliano índice lineal de la utilidad de­ siones
82 LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO ELECCIÓN Y RIESGO 83

Imaginemos las dos siguientes situaciones de decisión, cada una de pectiva, es el resultado de uno axioma tiza ciar y de uno experimenta­
los cuales incluye una pareja de apuestas: ción psicológica. E) «efecto certidumbre*, puesto de manifiesto en el ex­
perimento original de Aliáis, clarífico los coeficientes de ponderación
Situación X Ptobohilidad de ganof Suma a ganar de las certidumbres, las probabilidades y las valores. El «efecto aisla­
miento* es la codificación de un problema complejo que muestra que
Apuesta 1 100% $ 1 „000.000 cuando hay una dependencia entre acontecimientos, la elección entre
Apuesto 2 10 5.000.000 perspectivas na está determinada sólo por los probabilidades de esta­
89 1.000.000 dos finales, sino por la referencia a un punto de partida. Los individuos
1 0 se dejan influif más por los cambios provenientes de alguna linea bási­
ca dada que por las sumos totales que se pueden ganar o perder. Por
Situación Y consiguiente hay que prestar atención a los cambios de referencia. Esto
Apuesta 3 11 1.000.000 es muy importante para las cuestiones de seguridad ante todo, dé las
S9 0 que trataremos más tarde. Se ha reconocido siempre que la búsqueda
10 5.000..000 del riesgo aumenta con las probabilidades de pérdida y la aversión al
Apuesta 4
90 riesgo con las probabilidades de ganancia; se prefiere la mayor varia­
0
ción de probabilidades para lo primero; la más pequeña para lo se­
gundo. Pero esté «efecto espejo» no se sistematizó dentro de Id teoría
El principio de independencia de Savage implica que sí uno elige
de la utilidad hasta que Kahneman y Tversky elaboraron los coeficientes
la apuesta 1 en la situación X, una elige también la apuesta 3, que de
apropiados de ponderación paro las perspectivas de pérdida y ganan­
el mismo resultado en la situación Y. Y si el orden de preferencia de uno
cia. Así, ellos integraron el juego en otras formas de búsqueda de ries­
es a favor de la apuesta 2 en la situación X (10% de oportunidades de
go pasadas, por alto en la teoría de la utilidad.
ganar $ 5.000.000), uno elegiría la apuesta 4 para la situación Y.
Pero en la práctica, los sujetos de este experimento tienden a decantar­ La teoría de la perspectiva respalda la tesis general de Aliáis de­
se por la certidumbre de $ 1.000.000 en la situación X, luego tomar mostrando que las actitudes respecto del riesgo están determinadas con­
un respiro y decidir en la situación Y que, entre dos resultados allomen: juntamente por valores y probabilidades y no únicamente por la función
te probables de no ganar nada y dos posibilidades minúsculas de ga­ de la utilidad. En concreto, Kahneman y Tversky sostienen que la teoría
nar $ 1.000.000 ó $ 5.000.000, sería mejor ir por los píemios pifos. de la decisión, al suponer que las personas formulan sus problemas de
decisión en términos de activos finales (en lugar de ganancias y pérdi­
La presión de la certidumbre ha cambiado el orden de preferencias.
das relativas), elimina fundamentalmente la búsqueda de riesgo en el fer
rreno de las pérdidas.
El juego ha llegado o ser casi tan famoso como lo paradoja San Pe-
tersbgrgo. Un gruesa volumen de ensayos (Aliáis y Hogen 1979) co­
mento sus implicaciones. El beneficio más directo proveniente de él Aliáis tenía, pues, razón. Y su principal objetivo está consegui­
para la teoría del riesgo ha sido la obra de Daniel Kahneman y Amos do. El puede apuntar a una nueva teoría del riesgo que se centra en
Tversky en una detallada puesta a punto de la teoría de la utilidad es- la toma de riesgos y que no barre importantes elecciones arriesga­
pe roda, como un modelo descriptivo de la loma de decisión en una si­ das escondiéndolas debajo de la alfombra, con el pretexto de que
tuación de riesgo (1979). Esta obra aborda las decisiones en dos nive*
caen fuera del campo de la conducta racional. El asunto podría
les: el tipo de elecciones entre apuestas que las personas son capaces
quedar aquí. La teoría de la perspectiva cumple la difícil demanda
de hacer, y el proceso de edición que tiende a ser aplicado a la formó
en que se expresan las elecciones. La teoría, llamada teoría de la per*
de un nivel de argumentación lo suficientemente abstracto que
84 LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO 85
ELECCIÓN Y RIESGO

pueda aún relacionarse con las situaciones prácticas de elección. riesgos bajo una sola medida, tal como más o menos días en la
Da razón del interés del viajero sin recursos en ganar precisamente expectativa de vida afectada por refrescos cancerígenos, acci­
el costo del billete de vuelta a Pans, puesto que éste no mira al re­ dentes de tráfico y deportes. Tal vez abriera algunas cuestiones
sultado final del juego, sino a un punto de referencia más próximo. importantes el intentar construir un árbol del riesgo, algo simi­
Sin embargo, por buenas razones, la pura teoría de la elec­ lar a un árbol de la utilidad cultural (Strotz 1957), cuyas ramas
ción racional ofrece poca guía para los interrogantes contempo­ constan de grupos de apuestas comparables. Cada cultura ten­
ráneos acerca del riesgo industrial. La primera razón es que estas dría un árbol de riesgo de una configuración específica, corres­
preocupaciones tienen que ver con los fines u objetivos de la pondiente a sus niveles de aceptabilidad establecidos. Pero ¿de
conducta racional, y la teoría, hablando de forma estricta, no tie­ qué estaría construido el árbol? No de una jerarquía de necesi­
ne nada que decir acerca de los fines. Cabria suponer que es ab­ dades físicas, tales como una curva Engel para la demanda
surdo volver a este cuerpo de doctrina para dar con una guía constante de pan o alimentos en los presupuestos de los trabaja­
acerca de la aceptabilidad pública de los riesgos tecnológicos. dores. La base física de las necesidades ha distraído ya dema­
Puede decir muchas cosas sobre la coherencia entre diversos ni­ siado a la teoría económica (Douglas e Isherwood 1978).
veles subsidiarios de elección una vez que se ha dado la meta Chauncey Starr estaba en el camino correcto cuando distinguió
principal. Pero deberíamos reconocer que la posibilidad de com- entre riesgos asumidos de forma voluntaria y riesgos impuestos
patibilizar unas metas con otras tiene un límite. El vivir en socie­ por otros. Para entender la intolerancia al riesgo hay que identi­
dad fuerza a los seres racionales a tolerar muchas incoherencias. ficar una pauta de demandas sociales con la pauta que subyace
El vivir en un sistema político arbitrario es un impedimento más a ía aceptabilidad del riesgo.
para perseguir un conjunto coherente de fines. Estos problemas Volvamos al viajero sin recursos. ¿Por qué diablos necesita
preocupan profundamente a los filósofos occidentales. Sigue marchar de forma precipitada? Puede ser que su padre esté mu­
siendo plausible que un sistema moral plenamente coherente, riendo en París. O puede que sea el día de su boda, o que tenga
aun siendo un ideal lógico, sea una imposibilidad práctica. (Los que presentarse a un examen, o que su arrendador ejecute su hi­
sabios de Oriente eluden la paradoja enseñando el desapego.) Fi­ poteca si él no va. Sean cuales fueren las buenas razones que po­
nalmente, hay riesgos importantes que se corren y que jamás en­ damos proponer, todas ellas tienen que ver con otra gente que
tran en el proceso de toma de decisión porque no han sido perci­ exige su presencia. Si no fuera por las presiones sociales, él po­
bidos o porque (como en el caso de la erosión de suelos en el dría perfectamente quedarse en Marsella, aceptar un puesto de
Oeste Medio de los Estados Unidos de América) se los percibe, trabajo, y terminar la estrategia de maximización plena que la
pero no cuentan como objeto sobre el que cabe decidir. teoría de la decisión prescribe. Una de las primeras ramas del ár­
La teoría de la utilidad tiene más que decir sobre el riesgo. bol de riesgo bien podría corresponder a la suma de discrimina­
La insistencia de Aliáis en que hay que tener en cuenta grandes ciones cronométricas que exigen que una persona esté en lugares
discontinuidades en la preferencia da a entender algo acerca de indicados en momentos precisos so pena de multa, porque esta
la función de la utilidad bajo la que hay que cartografiar en úl­ fuente de complejidad en la organización social introduce una
timo término las preferencias de riesgo. No es posible tratar los gran diferencia en las estrategias de riesgo preferidas.
riesgos como si fueran equivalentes unos a otros. Este es el
error que cometió Chauncey Starr al tratar de agrupar todos los
86 LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO 87
ELECC1ÓN Y RIESGO

Complejidad nen ingresos altos casi con toda certeza no tendrán ingresos altos
mañana» (Friedman y Savage 1948:303). Y podemos añadir que
Bajo la égida de la Russell Sage Foundation algunos antropólogos si cada uno de los pertenecientes al grupo de ingresos más eleva­
trabajaron conjuntamente con un experto en ordenadores para elaborar dos se aventurara a grandes apuestas en todo momento, actitudes
una medida de la complejidad relativa de una organización social que públicas estandarizadas estarían en consonancia: habría una cul­
pudiera ofrecer una base paro hacer comparaciones de este tipo. Véa­ tura cuya tolerancia de la asunción del riesgo sería muy elevada.
se Douglas [ 1984] y también Douglas y Gross ¡1981).
Así, el análisis de la utilidad puede ser una fuente de ideas sobre
la relación de los valores con la estructura económica y sobre los
Friedman y Savage (1948) ofrecieron algunas sugerencias in­ riesgos provenientes de la tecnología, aunque como recurso inte­
teresantes sobre la forma en que la organización social incide en las lectual no ha sido muy explotado para este fin. Estas especula­
actitudes privadas ante el riesgo. Asumieron dos niveles socioeco­ ciones son similares a las basadas en una investigación empírica
nómicos cualitativamente diferentes: uno de ingresos altos e ingre­ sobre las condiciones sociales que favorecen la toma de riesgos.
sos bajos; el otro, una zona intermedia entre ambos. Los aumentos
de ingresos que elevan la posición relativa de una unidad de con­
sumidor dentro de su propia clase social, pero que no la sacan de Toma de riesgos según la dase social
ella, dan lugar a una utilidad marginal decreciente. En esta econo­
mía imaginaria, la configuración de la curva de utilidad es convexa No hay consenso entre los estudiosos respecto de la relación entre el
para los grupos de ingresos bajos y para los de ingresos altos, pero tango social y la asunción de riesgos. Mientras que Rogers [1982) y Ro-
no para el segmento central. Debido a la utilidad marginal decre­ gers y Shoemaker (1971] afirman una correlación positiva entre las dos
ciente, una unidad de ingresos bajos será contraria a apuestas pe­ variables, Canción (19ó7, 1972) argumenta a favor de una correlación
queñas, tal vez adversa a toda apuesta, aunque posiblemente se negativa a través de todos los estamentos sociales. En la medida en que
sienta atraída por una apuesta razonable que ofrece una pequeña las clases altas disfrutan de un cierto grado de seguridad en la vida real,
probabilidad de una gran ganancia. Las unidades que se encuentran es probable que la relación negativa entre la asunción de riesgos y el ran­
en el segmento central se sienten tentadas por toda apuesta peque­ go social se observe sólo en la clase media. Aunque Candan sostiene
que los datos sobre los agricultores mayas avalan sus puntos de vista,
ña y por alguna grande: «Ellos se autosometerán de continuo al
Gartrell (1972, 1973), basándose en razones metodológicas y sustanti­
riesgo», y así es probable que asciendan al segmento alto o des­
vas. pone en tela de juicio la validez de los hallazgos de aquél.
ciendan al bajo según la suerte en el juego. Esto ofrece a los auto­
res una base para especular sobre la estabilidad del status de ingre­ El debate hubiera podido dar resultados más definitivos si se
sos relativos tanto en grupos con ingresos altos como en aquellos hubieran estudiado de manera explícita las cuestiones dentro del
con rentas bajas, y para postular una inestabilidad considerable en sistema teórico de Friedman y Savage. Podemos preguntar qué
el status de unidades que se encuentran en la clase social de ingre­ condiciones sociales o económicas afectan a la configuración de
sos medios. Se imaginan a renglón seguido una economía en la que la curva de la utilidad. Una nueva tecnología o recursos en ex­
la curva de utilidad no produce una utilidad marginal decreciente. pansión (o ambas cosas combinadas) pueden romper los contro­
En tal caso, las unidades de consumo de ingresos más eleva­ les culturales acerca de lo que puede ser aceptable gastar en ali­
dos «se aventurarían en casi todas las apuestas, y los que hoy tie­ mentos, ropa, vivienda y vacaciones. El argumento depende de
88 LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO

que se identifique un entorno económico-social en el que sean V


débiles las limitaciones públicamente estandarizadas sobre nue­
vas formas de disfrute. Pero ¿qué reduce las limitaciones? Una RIESGOS NATURALES
primera respuesta es la de que toda convulsión importante de las
fronteras y jerarquías sociales tendrá ese efecto. Este capítulo sostiene que ios procesos culturales
Friedman y Savage (1948) escriben como si uno prefiriera que seleccionan diversos tipos de peligros
para la atención funcionan a través de procedimientos
obviamente escapar de la pesadez de una comunidad cerrada. institucionales que asignan responsabilidad.
Quizás tengan razón, pero también cabe que estén equivocados. Inculpar a ¡a victima, citlpabilizar a los progenitores
Sostienen que de la víctima o echar la culpa al foráneo
son estrategias bien conocidas.
un trabajador no cualificado puede preferir la certidumbre de un
salario aproximadamente igual que el de la mayoría de los traba­
jadores no cualificados a una apuesta actuariamente honrada que,
en el mejor de los casos, le convertiría en uno de los obreros no
cualificados más prósperos y, en el peor de los casos, en uno de
los menos prósperos. Con todo, tal vez acepte en el acto una Hay una engañosa suposición habitual sobre cómo se perci­
oportunidad de una apuesta justa que ofrece una pequeña proba­ ben peligros provenientes de la naturaleza. Los signos físicos del
bilidad de sacarlo de la dase social de los trabajadores no cuali­ huracán o del terremoto aparecen primero como pequeños pun­
ficados y elevarlo a la clase «media» o «alta», aun cuando es más tos en el horizonte y su interpretación está llena de incertidum­
probable que la otra apuesta le convierta en uno de los obreros no bre. Cuando se aproximan, la percepción errónea se intensifica y
cualificados menos prósperos [pág. 2991- la catástrofe final llega como una sorpresa, prevista estadística­
Esto es discutible. Una abundante bibliografía sociológica mente por el experto, pero no por las víctimas. Tal idea física de
trata la renuencia de los grupos de ingresos bajos a gastar dinero la percepción y la idea pasiva del público son un remanente de
en educación a modo de inversión a largo plazo para entrar en la los trabajos anteriores realizados sobre la sociología de las catás­
categoría de altos ingresos. Tal vez sea muy preocupante con­ trofes donde la atención no estaba centrada en modo alguno en la
templar un salto desde un contexto social definido donde hay lí­ percepción.
mites a los honores que se pueden lograr a un mundo sin normas
donde todo es permisible. Durkheim (1952:246-276) pensaba Investigación de las catástrofes
que este cambio estaba expuesto a causar una depresión suicida.
Admitiendo que son más descuidadas que la estrictamente axio- En los veinte años que van de 1942 a 1962 [arroncando con el
matizada teoría de la elección y admitiendo que son altamente Comité NASNR), los estudios sobre las catástrofes se centraron en de­
especulativas, estas hipótesis adicionales sobre los efectos que la terminar el impacto, el salvamento y el restablecimiento [véase Torry
economía ejerce sobre la aversión al riesgo desembocan directa­ 1979a). Una excepción es el estudio de Slephen Withey (1962) sobre
mente en la corriente principal de la sociología. Como mínimo, cómo señales de peligro fragmentarios y ambiguas producen diferentes
debería mantenerse un debate respaldado por la investigación so­ respuestos. Su definición de la advertencia eficaz como uno fundón de
bre los tipos de correlación aquí propuestos. la sumía de información a la que hay que contradecir se aproxima a una
90 LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO 91
R1ESGOS NATURALES

declaración sobre las expectativas de catástrofe estandarizadas cultu­ nes del antropólogo en las culturas estables son irrelevantes para
ralmente. la sociedad moderna. Al fin y al cabo, nos enfrentamos a peligros
tecnológicos que no cuentan con precedente alguno. La respues­
Una aproximación auténtica desde el punto de vista de la ta a esta excusa es un sí; si la atención se centra en el peligro fí­
ecología humana a las catástrofes que incorpore modelos organi­ sico, los conocimientos logrados por la antropología serían irre­
zativos del sistema local socio-natural tendría en cuenta también levantes. Sin embargo, si estamos interesados en la percepción
a instituciones previsoras y reparadoras que otorgan mayor resis­ pública la atención no debe centrarse sobre el peligro, sino en las
tencia a una población humana. instituciones. El enfoque funcional de la antropología insiste en
Eso está más de acuerdo con lo qne en otras partes se com­ que existe la tendencia a institucionalizar las expectativas de pe­
prende acerca de la percepción. Y es también compatible con las ligro, de forma que suelen dar estabilidad y apoyo al régimen lo­
lecciones de la antropología sobre cómo se distribuyen los peli­ cal, cualquiera que sea. EJ análisis se basa de forma exacta en el
gros entre causas naturales y humanas. Se sostiene aquí que los análisis que Durkheim realiza de las funciones sociales del cri­
desastres no son completamente imprevistos. Incluso formas de men, y sigue de cerca su idea de lo sagrado (1933, esp. cap. 2; véa­
amenaza completamente nuevas, sin haber sido anticipadas, pue­ se también Dougias 1966). Para Durkheim no importa tanto cuá­
den ser etiquetadas y encasilladas en categorías existentes de res­ les son los crímenes, con tal de que sean lo suficientemente
ponsabilidad. La incertidumbre sobre las reacciones humanas atroces como para levantar pasiones en el lado de la ley y del or­
habrá sido reducida de manera diligente mediante procedimien­ den. Incluso crímenes totalmente nuevos se institucionalizarán
tos bien conocidos, proverbios y máximas morales. Alguna per­ para el mismo servicio público, fe posible que el genocidio nos
cepción precedente de la probabilidad de peligro habrá sido in­ parezca un nuevo tipo de crimen, pero entra aún en una categoría
corporada a las estructuras institucionales. La gente está alerta ya ampliada del asesinato. De forma parecida, cabría esperar que in­
a los primeros síntomas de peligro, pero su atención se centra en cluso variedades totalmente nuevas de peligro logren el mismo
debilidades morales o políticas que esperan que intensifiquen el tratamiento institucionalizador. Entonces se hace urgente pre­
daño. Los peligros son seleccionados culturalmente para un re­ guntar qué tipo de estructuras institucionales apoyan determina­
conocimiento; no todos los peligros, sino algunos. La respuesta dos tipos de percepción de un peligro. Las instituciones de nivel
está precodificada en términos de la acción adecuada tales como comunitario son más sensibles a amenazas a toda la comunidad
la investigación pública, el castigo o la retirada de apoyo. Los tales como la sequía o una epidemia. Las instituciones domésti­
cuestionarios sobre la percepción del riesgo no pueden explotar cas son más sensibles a catástrofes locales tales como la pérdida
este nivel de conciencia: primero, suponen que la línea divisoria del ganado o un accidente de caza.
entre naturaleza y cultura es algo dado en la naturaleza; segundo, En el desarrollo de este enfoque se necesitan algunas suposi­
tratan Los hechos como algo separado de los valores; y tercero, ciones explícitas. Primero, podemos suponer que la construcción
dan por supuesta la estructura institucional. Sobre todo, está fue­ y el mantenimiento de la institución es un proceso racional en el
ra del alcance de un cuestionario el entrar en las suposiciones que los individuos negocian sus metas y elecciones complejas a
subyacentes, aun suponiendo que el diseñador del estudio esté fin de alcanzar algún grado de viabilidad institucional. Podemos
interesado en buscarlas. suponer también que se invocan principios morales así como una
Como disculpa, algunos autores alegarían que las incursio­ coherencia lógica en los aspectos del seguimiento de este proce­
92 LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO RIESGOS NATURALES 93

so. Además, podemos suponer que en la medida en que están de científicos de una información importante. Situar la percepción del ries­
total acuerdo sobre las metas, los miembros constituyentes de go dentro de tal perspectiva no es alga ridiculo o novedoso, sino que
una institución incorporan también un consenso sobre cosas que se trato de relacionar diferentes, partes del mismo tema entre sí (Barber
se deben evitar. El acuerdo sobre los tipos específicos de pérdi­ 1961|.
das a los que ellos son contrarios es uno de los temas de las ne­
gociaciones de unos miembros con otros. Tal vez deseen protec­ El siguiente paso es suponer que la mayoría de las institucio­
ción contra los robos de ganado o el riego para aliviar la nes tienden a solventar algunos de süs problemas de organiza­
posibilidad de sequía o diques contra las inundaciones. Por con­ ción mediante la inculpación pública. Naturalmente, esos proble­
siguiente, algunos riesgos reconocidos son recogidos en la cons­ mas y los procedimientos de inculpación varían de acuerdo con
titución junto con las metas comunes. Podemos suponer sin te­ el tipo de organizaciones. Por último, cierto mecanismo para re­
mor a equivocamos que las instituciones frenan la curiosidad, novar el compromiso de los miembros con los objetivos de la
como también premian el aprendizaje. Dado que un foco sobre instituciones activado mediante la amenaza de catástrofe.
un tipo de peligro distrae la atención de oíros, se sigue que la vi­ Bajo estos procedimientos se puede hacer de la naturaleza un
gilancia perceptiva no será casual, sino que será una función del indicador sensible de moralidad; se la ve a veces como un tosco
tipo de organización que se está alcanzando. juez del desorden moral en general, como cuando se considera
que terremotos o huracanes castigan a la totalidad de la población
por sus pecados; y a veces, como un asesor que discierne ocultos
crímenes privados. Puesto que se sabe que esto es una tendencia
Control social de lo curiosidad
de la religión primitiva, algunos ejemplos ayudarán a reducir esta
vieja y perturbadora división entre nosotros, los modernos, y
El concepto de cultura como supuestos y valores compartidos impli­
ellos, los antiguos o primitivos. Nosotros utilizamos también po­
ca algo similar a un patrón de ideas: el reverso de adelantar o un pri­
mer plano algunos problemas y soluciones para que estén disponibles deres de la naturaleza como técnica de coacción social.
es el empujar a otros a un segundo plano. Bosil Bernsfein (1971, 1973, Primero consideremos la posibilidad de inculpar a la víctima
1975) analizó este proceso de codificación de experiencias en la mo­ por su propio infortunio, el tipo principal de una profecía que se
derna sociedad industrial. Existe uno estrecha relación entre la organi­ autorrealiza. Cuando la víctima ha muerto, esta estrategia detie­
zación interna de las instituciones docentes, ios tipos de currículos que ne la utilización de personas vivas como chivo expiatorio. Esto
ellas promueven y ios valores y actitudes ilustrados que son producto de pone fin rápidamente a la lucha sin tregua y permite que las co­
aquéllos. Este análisis es un refinamiento, siguiendo la tradición durk- misiones de investigación concluyan con un veredicto de muerte
heimiona, de la weberiana idea de racionalidad en las instituciones. Eí por causas naturales, por muerte accidental o por error humano,
estudio de la percepción del riesgo saldría beneficiado si se lo relacio­ invocando así a la naturaleza para que exima a todos de respon­
nara con una Fuerte tradición crítica en la historia y sociología de ¡a
sabilidades. Es una conocida crítica marxista de cómo la hege­
ciencia acaudillada por Roben K. Merton (19ó8b). Cuando se corre el
monía de una clase pone a su servicio la maquinaria de la justi­
riesgo de romper los normas sociales y la aventura fracasa, el infortunio
cia. Porque inculpar a la víctima es eficaz para silenciar
que cae sobre el que se ha arriesgado es un ejemplo que se cumplía
por sí misma y de la famosa profecía que Merton analizó en 1948. Del denuncias de la totalidad del sistema social. Se solía culpabilizar
mismo modo, cabe considerar su análisis del rechazo por parte de los a la madre soltera como si ella fuera la única procreadora de su
94 LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO RIESGOS NATURALES 95

hijo (Donzeiot 1979). La persona enferma es responsabilizada de La naturaleza es aún más eficaz a la hora de asegurar la con­
su mala salud (Navarro 1975, 1977). La naturaleza no se presta formidad moral cuando la culpa es retirada de las víctimas y co­
simplemente a la prosecución de la guerra de clases. Responsa­ locada sobre los hombros de los más próximos y queridos. A los
bilizar a la víctima es el truco de lavarse las manos, bueno para allegados próximos se les impide lamentarse porque saben que
todo tipo de ocasiones. Cuando se puede inculpar al piloto muer­ ellos mismos son objeto de reproche. Así, los padres de un. niño
to por el error que estrelló su aeroplano no hay necesidad de in­ minusválido se preguntan asombrados qué hicieron para ocasio­
vestigar más la adecuación de los controles de tráfico o la aptitud nar el dolor de su hijo: ¿Algo cruel en el nacimiento? ¿O des­
del aeroplano para volar. Todo el mundo está contento de no re­ pués? En determinadas sociedades africanas esta creencia se ha
mover el asunto salvo la asociación de pilotos, que lo considera hecho más señalada medíante la conexión de determinadas ca­
muy nocivo para su profesión. Por toda África estaba extendida tástrofes con un tipo específico de mala conducta: un guerrero
una creencia tradicional que asociaba la lepra con el incesto. Esta tiene pocas oportunidades en la batalla si su esposa le es infiel
enfermedad penosa, persistente y de aspecto desagradable, obli­ mientras él se encuentra en peligro; cuando él vuelve herido al
ga a la compasión a los amigos del leproso. Un intento del lavar­ hogar, su familia sabe de quién sospechar. El alumbramiento y la
se las manos acecha en la susurrada alegación del sexo escanda­ batalla son peligros reales. Pero es posible inventarse peligros
loso como origen de aquella enfermedad. Cuando una madre para situar las responsabilidades precisamente en el ámbito ade­
muere en el parto, en muchos países se considera el adulterio cuado. En la Gran Bretaña de los años cincuenta, cuando las
como una posible causa de su muerte. Los esfuerzos para ayu­ esposas de clase media comenzaron a desafiar la costumbre, ad­
darla en el parto se centran en exhortarla a confesar a fin de ser quirieron educación superior y salieron a trabajar fuera del ho­
salvada mediante las medicinas apropiadas. Las muertes de par­ gar, la teoría de Bowlby de la privación maternal (1951) tuvo un
to son advertencias puestas por la naturaleza para las mujeres éxito enorme: las clínicas explicaban a las jóvenes y preocupadas
tentadas a la infidelidad. La idea decimonónica de la frágil natu­ madres el significado de la impronta temprana en los gansos sil­
raleza femenina y de la vulnerabilidad femenina a la demencia vestres y les advertían de cómo La naturaleza se volvería contra
ayudaban a asegurar la sumisión de las mujeres al papel pasivo ellas ocasionando a sus hijos la pérdida de identidad e incapaci­
que desempeñaban en los arreglos matrimoniales (Skultans dad de amar si ellas persistían en lo que madres de clase trabaja­
1975). Así, bien etiquetadas, las vulnerabilidades naturales seña­ dora han solido hacer durante mucho tiempo, es decir, salir a tra­
lan a determinadas clases de personas como probables víctimas; bajar fuera de casa ( Ainsworth 1962). Un niño sin amor es como
su situación de estar «en riesgo» justifica ponerlas bajo control. decir a las madres africanas que perderán a sus bebés pequeños.
En la moderna sociedad industrial los pobres están en riesgo des­ La amenaza de la naturaleza a sus personas queridas muestra a
de el punto de vista de la nutrición, en especial las mujeres po­ las madres dónde está su deber.
Estos casos de utilización de la naturaleza para controlar a las
bres encintas. Su vulnerabilidad da derecho a la sociedad a des­
mujeres dan una falsa impresión de sesgo sexista. El padre pue­
viar la responsabilidad imponiendo restricciones estrictas en sus
de definir también sus derechos respecto de su esposa e hijos re­
compras y dieta como condiciones para recibir un mínimo de
saltando su propia importancia en el alumbramiento. Donde las
ayuda. Si ellas o sus bebés son abatidos finalmente, su rechazo
dotes o transacciones matrimoniales no ponen en claro ese status
de la ayuda oficial explica por qué tienen que culparse a sí mis­
(como en muchas sociedades cazadoras y recolectoras), la eos-
mas (Deutsch 1982).
96 LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO RIESGOS NATURALES 97

tumbre de covada subraya su conexión física con el nacimiento y Tengamos presentes estas posibilidades de implicar a ia na­
alumbramiento seguro. En los últimos cien años hemos visto en turaleza en el proceso social. De ello se sigue que se fijan niveles
nuestras actitudes occidentales una revolución respecto de la pre­ de aceptabilidad en el curso del desarrollo de una verificación
sencia del padre en el alumbramiento de su propio hijo. El niño social para toda la comunidad. La cuestión no es qué peligros son
tendrá un nacimiento más sano y una personalidad más feliz si el más alarmantes, sino qué explicaciones de infortunio cuentan con
padre desempeña un papel en el gran acontecimiento que solía la probabilidad de funcionar de manera más eficaz en los diver­
ser responsabilidad exclusiva de las mujeres. Sería duro sostener sos tipos de sociedad que seamos capaces de identificar. ¿Pueden
que este cambio no tiene nada que ver con la definición de las discernirse algunas pautas?
obligaciones de paternidad cuando la pareja se halla frente a un Hemos reconocido desde hace largo tiempo que los peores
vínculo matrimonial debilitado, ante mayores costos de la educa­ peligros que pueden acaecer están convertidos ya en riesgos
ción de los hijos y ante problemas de afiliación y de pensiones anunciados. El individuo que corre el riesgo hace un trueque en­
alimentarias (Douglas 1975; Paigey Paige 1981; Lewis 1982). tre la satisfacción de rebelarse contra las limitaciones sociales y
Tanto si se nombra a la naturaleza como juez o como vícti­ la pérdida ocasionada al ser víctima de alguna temible catástrofe
ma, el proceso es altamente político. Se utiliza la idea de la natu­ natural. La utilización del riesgo como técnica de coacción no
raleza para ejercer presión. La polución industrial es el caso en el está incorporada en parte alguna del discurso profesional sobre la
que la madre naturaleza está amenazada de sucumbir. Esta es la percepción del riesgo. Hacerlo exigiría una hipótesis de que los
coacción más poderosa de todas. «Si vosotros, niños, no paráis, riesgos reconocidos ejercen funciones de mantenimiento del sis­
yo tendré uno de mis ataques cardíacos». La responsabilidad mu­ tema. En dicha discusión, el sistema sería la unidad social que
tua incluye también la intervención de la naturaleza en un nivel utiliza los peligros provenientes de la naturaleza para asegurar la
político más elevado. Con frecuencia, un líder africano pretende sumisión de sus propios miembros.
tener acceso a los ancestros de los que se esperará que castiguen Está claro que la inculpación de la víctima es una estrategia
la desobediencia política negando la lluvia o enviando una plaga. que funciona en un tipo de contexto, y responsabilizar al enemi­
Pero los seguidores no son crédulos o pasivos. Si ellos no aprue­ go exterior una estrategia que funciona en otro. La inculpación
ban a su líder, pueden afirmar que su mal liderazgo y no el desa­ de la víctima facilita el control social interno; el responsabilizar
fecto de ellos ha ocasionado el clima desastroso; de ese modo se al foráneo incrementa la lealtad. Ambos ardides servirían para
sirven de unas condiciones meteorológicas para justificar una re­ evitar que el desacuerdo rompa la cohesión de la comunidad. Es
volución dinástica. Además, la mayoría de los líderes políticos probable que los miembros comprometidos con una sociedad ba­
desearían responsabilizar a enemigos exteriores de todas las des­ sada en unos principios de abierta confrontación entre conten­
gracias sufridas por su pueblo. Pero esto es más difícil de mante­ dientes no dieran crédito a una u otra de estas respuestas usuales
ner que la inculpación de la víctima y de su parentela. Eso es un al desastre. La acumulación de ejemplos citados sólo pone de
tipo de abdicación de la responsabilidad que terminará por reper­ manifiesto la probabilidad de que la incidencia del infortunio sea
cutir en los votos. El pretendido líder no puede ir de un lado para utilizada para fines políticos. Quedan por distinguir ulteriormen­
otro de continuo frotándose las manos y diciendo: «Esto es obra te los lipos de sociedad política y las pautas de inculpar y no in­
de un enemigo». En algún momento tendrá que decir qué enemi­ culpar que los sustentan.
go y qué se propone hacer. Los riesgos reclaman a gritos la atención; probables peligros
98 LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO RIESGOS NATURALES 99

se dan cita de todos tos lados, en cada bocanada y a cada paso. El pío, el modo en que las profesiones responden a la amenaza de
agente racional que prestara atención a todos ellos estaría parali­ escándalo. Cuanto más fuerte es la organización profesional,
zado. La teoría aceptada de la percepción del riesgo sostiene que más insistirá en ejercer su propia acción de control y de castigo
el principio racional de selección combinaría la probabilidad de de sus miembros, y más estrictamente trazará líneas profesiona­
un evento con su valor. Sin embargo, la gente tiende a fijar la les de acreditación y más terrible será la amenaza de excluir de la
atención en el estrato medio de probabilidades. Se pasan por alto organización al miembro pillado en falta. La profesión más pro­
peligros de alta probabilidad. Grandes pérdidas son ocasionadas fundamente preocupada con su reputación colectiva en el mundo
por accidentes en el hogar o en la carretera, pero es extremada­ profesional estará más inclinada a proteger a sus miembros y a
mente difícil conseguir que el propietario medio de una casa o el criticar de forma pública sólo casos ejemplares de mala conduc­
conductor medio tomen precauciones eficaces tales como utili­ ta cuando puede expulsar al culpable.
zar superficies antideslizantes en los suelos de la casa o ponerse
los cinturones de seguridad en el coche. Al mismo tiempo, se ig­
noran otros riesgos que combinan consecuencias graves con una Lealtad profesional
baja probabilidad, tales como inundaciones o terremotos. Algo
más sucede para fijar la atención en determinados riesgos y para Cuando se investigó un brote de viruela en Birmingham en 1978, el
encubrir la percepción de otros. Se argumenta aquí que los jui­ Times {7 de enero de 1979] observaba: «La impresión abrumadora que
cios morales públicos anuncian poderosamente determinados nace del informe Shooter es de un grupo de especialistas, estrecha­
riesgos. Por lo genera], tos riesgos bien advertidos resultan estar mente ligado soda! y profesionalmente, incapaz de criticar a un cole­
ga... Un sistema llamada precisamente o prevenir tal brote era socava­
conectados con principios morales legitimadores.
do por una acumulación de descuidos, engaños e informalidades
cómodas*.
En comparación, los médicos norteamericanos individuales se han
Estructuras de plausibilidad
visto más y más expuestos a Ifiigios en la última décoda. Forzados a ser
plenamente responsables en materias de gran incertidumbre con conse­
El tema de la aceptabilidad del riesgo puede ser discutido con pro cuencias de vida o muerte, no sorprende que los «médicos americanos
vecho dentro del concepto de legitimidad y analizando los procesos den la impresión de favorecer las perspectivas más pesimistas*. W¡!
que legitimizan ideas acerca del mundo de manera que se convierten liomson [1981) sostiene que tal mentalidad de asedio contribuyó al fias­
en hechos comprobados. Berger y Luckmann (1966; Berger 1969, co de la fiebre porcina. Podrían investigarse de monera sistemática los
1978| en sus decisivas obras sobre la fundamenlación social de la piare apoyos institucionales a dos actitudes diversos respecto de la toma de
síbilidod la contrastaron con su contrario, la no plausibilidad, y contras- riesgo en lo medicina pública
taran los estereotipos de lo sociedad primitiva y moderna. En este pun­
to la discusión se enriquecería mediante la introducción de variedades
En tos Estados Unidos de América el Disease Control Center
de procesos de legitimación y variedades resultantes de visiones del
tiene que trabajar con una asociación menos compacta de medi­
mundo.
cina profesional y con una comunidad burocrática más débil que
la existente en Gran Bretaña. Es probable que en Gran Bretaña
La preocupación moral guía no sólo la respuesta al riesgo,
exista mayor protección mutua de tos médicos frente a la crí­
sino la facultad básica de la percepción. Comparemos, por ejem-
100 LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO RIESGOS NATURALES 101

tica. Más encubrimiento profesional significa más osadía pro­ inadaptados se conviertan en motivo de rivalidades divisivas o a
fesional. Uno esperaría más peligro de medicamentos no verifi­ permitir el desafío a la autoridad. Tratará de reducir la discusión
cados que van al mercado en Gran Bretaña y más velocidad en política.
conseguir la luz verde para desarrollar y comercializar un nuevo Preferirá responsabilizar del desastre a la víctima y a su pa­
descubrimiento beneficioso. Cuando llegó el momento de tomar rentela. En una comunidad de esas características, la estrategia
precauciones a escala nacional contra un supuesto nuevo ataque de inculpación hace moralmente sensible a la totalidad del cos­
de la devastadora epidemia porcina en 1976, los especialistas mos. Para cada pequeño desastre se calculará un reproche certe­
norteamericanos y británicos extrajeron de la misma evidencia ro; para cada pérdida de la cosecha o sequía un castigo. Tal vez
conclusiones totalmente diferentes. Los británicos asumieron el la urgencia de desviar la responsabilidad y de detener su expan­
riesgo de que la fiebre porcina no era una amenaza y los ameri­ sión produzca una inaceptable carga de culpa imposible de so­
canos implantaron la vacuna en toda la nación, pero la amenaza portar. Por eso, la misma comunidad creará mecanismos de ex­
de gripe porcina no se desarrolló. Esto sugiere que proteger de la piación. El resultado es un cosmos moralmente punitivo y
crítica y de la inculpación de la víctima, cuando van unidas a una conciliatorio: una ingeniosa invención social, con su mayor gra­
fuerte organización comunal, conduce a una menor aversión a) do de desarrollo se dará dentro de un contexto religioso.
riesgo. Una comunidad puede tomar una decisión osada de polí­ (2) En contraste con la manera en que un cosmos moralizado
tica pública a favor de correr riesgos si es lo suficientemente sirve al objetivo de una comunidad jerárquica, consideremos la so­
fuerte como para proteger de la inculpación a los que toman la ciedad que mantiene un fuerte compromiso con la empresa indivi­
decisión. Por otro lado, una comunidad jerárquica haría bien en dual y con la competencia honesta. Para dichas personas tan dadas
tratar de allanar los fuertes altibajos de año en año a fin de man­ a una mentalidad de confrontación, la idea de que la naturaleza
tener las retribuciones diferenciales en línea con el stams insti­ castiga a algunos miembros por su rivalidad interna no tendrá la
tuido. menor eficacia. Ellos fundamentan sus instituciones sociales sobre
Comparemos las cosmologías apropiadas que es probable el conflicto interno. Cuando cada uno ve la confrontación como la
que se desarrollen en dos tipos contrastados de organización so­ condición de la justicia, están preparados para ver emerger líderes
cial. (1) Consideremos la comunidad cuyos miembros desean gigantes que se ganan seguidores, desafían a sus rivales y entran en
fortalecer los lazos comunitarios: cuanto más fuerte es el com­ confrontaciones públicas que definirán temporalmente el poder y
promiso con la solidaridad mayor es la renuencia a fomentar la preeminencia. Este es un tipo de sociedad radicalmente distinto,
conflictos internos. La comunidad es siempre frágil; los miem­ asentado en distintas pautas de valores sociales.
bros tendrán que exhortarse de forma recíproca a subordinar sus Para renovar sucesivamente este panorama lo mejor es un
deseos individuales al control de la comunidad si desean evitar cosmos neutral. La naturaleza tiene que estar libre de sesgo mo­
que el grupo se disgregue. Por eso, evocarán la memoria de sus ral: en vez de un compromiso único con la comunidad, las fuer­
ancestros y las tradiciones de las que se sienten orgullosos. Su­ zas naturales serán divisibles, de forma que funcionen para con­
pongamos que para reducir la rivalidad fratricida han instituido tendientes diferentes. Los individuos pueden aprehender una
separaciones definidas con nitidez y han situado sus subunidades variedad de fuerzas moralmente neutrales y ponerlas a su servi­
dentro de una jerarquía, cerrando la comunidad misma frente al cio. Cuanto más individualísticamente competitiva sea una so­
exterior. Tal comunidad preferirá no permitir que descarriados e ciedad. tanto más se atribuirá el habitual número de infortunios a
102 LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO RIESGOS NATURALES 103

la afortunada estrella de un rival, a sus recursos secretos o a la En la moderna sociedad industrial, los cuerpos de inspecto­
pura suerte elevada a principio cósmico explicativo. Así, lejos de res están especializados profesionalmente para anticipar un peli­
evitar el espíritu de faccionalismo, la investigación de las causas gro. Emerge una nueva bibliografía que muestra de qué manera
del desastre permite inflamarlo. La estrella exitosa está tentada tan diferente se concibe y se lleva a la práctica su función en Nor-
dé continuo a hacer un llamamiento a detener la competencia fe­ te-América (más competitiva y pública, actuando con reglamen­
roz y quizás a institucionalizar una burocracia o una aristocracia taciones preventivas fijadas a escala nacional) y en Gran Bretaña
en torno a su propia persona y a las de sus herederos. Pero otros (comunidad más compartida entre el inspector y el productor,
mantienen la fluidez del sistema mediante la estrategia de la con­ normas más flexibles, reglamentaciones más sensibles a los cos­
frontación abierta: las explicaciones adecuadas de las catástrofés tos y adaptadas a lo local).
dejan espacio al nacimiento de nuevas estrellas: mejores secre­
tos, talento, santidad o suerte de su parte. Y cuando X comienza
a declinar, la misma teoría permite que sus seguidores se alejen Cuerpo de inspectores
diciendo que su tecnología ha dejado de funcionar, que sü ángel
ha desertado de él o que su estrella ha palidecido. En lugar de tra­ El Informe Kerneny sobre el accidente en Thre& AAile Islana |1979)
tar de inculpar se trata de atribuirse responsabilidades por lo que señala que ninguna oficina dentro de !a NRC examina de formo espe­
ha sucedido, como hacen los terroristas políticos. Cada actor, cifico la zona inieríacial enire los seres humanos y las máquinas. Al mis­
mo tiempo, asume con claridad que esta zona interfacial representa uñ
persiguiendo sus propios objetivos, entra de continuo en coali­
problema organizativo de eficiencia y control (págs. 53, 55). Sin em­
ciones y sale de ellas. Las operaciones privadas de éxito son ba­
bargo, un cuerpo de inspectores está mucho más influido por el sesgo
rridas del mercado, y unos pocos fuertes emergen para un perío­ cultural existente en la sociedad más amplia que b designa. De hecho
do de gloria. La cosmología sostiene algo parecido a un en el Reino Unido y en los Estados Unidos de América pueden discer­
registrador de taquilla del éxito de la superestrella. Eso justifica nirse dos discursos boslanle diferentes sobre el estila y obligaciones del
los cambios de coaliciones que cada uno debe estar dispuesto a cuerpo de inspectores. Eric Ashby, a favor del primero, prefiere un
realizar. Hay abundante bibliografía antropológica sobre el tema modo pragmático que se lio desarrollado o lo largo de dos siglos y al
de la cosmología de las superestrellas. La relación más original y que se le define de lo mejor manera diciendo lo que no es: un estib no
clara de este proceso describe cómo las pretensiones de baraká o poiílico, no competitivo, no preventivo, no coercitivo; un sistema pecu­
santidad son ratificadas en una sociedad islámica (Gellner 1969). liarmente benigno de! que «se han eliminado bs ideas impracticables»
lAshby y Anderson 1981: 153). Se han expresado algunos dudas so­
Ahora ha surgido un fuerte contraste. Cuando la sabiduría
bre el grado de efectividad de este sistemo (O'Riordan 1982:9), pero
práctica dicta como la mejor política subirse al carro de los ga­ está ampliamente atestada b existencia de dos distintas tradiciones de
nadores, el resultado de cualquier confrontación justifica el cam­ cuerpo de inspectores (Vogel 1980). El discurso americano gira sobre
biar de un líder a otro. Mientras que en el jerárquico cosmos mo­ la rectitud, la rentabilidad, ¡a eficiencia, lo coerción, b prevención de
ralizado la naturaleza permanece entera e inmutable para sus confabulaciones (CrancJall y lave 1981). Si cada tradición de cuerpo
seguidores leales, en la cultura de confrontación los diversos de inspectores está inserta profundamente en vabres culturales, b cues­
fragmentos decisivos de la naturaleza son inestables. Las actitu­ tión de la eficiencia relativa lleva o la cuestión de si cabria la posibili­
des culturalmente diferentes respecto de los riesgos no son sino dad de transferir un modo a otra cultura. La investigación tendría que
parte de las circunstancias sociales características. comparar -otras estructuras y salvaguardas constitucionales (véase Don-
104 LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO

glas 1983) sí no hay que terminar con un reverente saludo a valores cul­ VI
turales místicos. Stigler ¡1975), al tiempo que cuestiono la rentabilidad
de las agencias reguladoras, ha sentado algunas directrices para un es­
CREDIBILIDAD
tudio comparativo más modesto.

Este capítulo introduce la cuestión


Los diversos procedimientos se corresponden de forma di­
de la credibilidad, de la transmisión del rumor
recta con diferencias en la cultura. Los llamamientos a la con­ y del control social de la información.
frontación o al encubrimiento responden a compromisos profun­
dos sobre cómo debería ser la buena sociedad.
Dos tipos de sociedad, cada uno con su distintiva cosmología
de inculpación, se han utilizado hasta ahora para ilustrar el análi­
sis cultural de la percepción del riesgo. Se ha escogido la socie­ Según la investigación sobre la percepción pública, la gente
dad competitiva, por un lado, y la sociedad jerárquica, por el
subestima de ordinario los riesgos en situaciones familiares y los
otro, porque ellas se corresponden muy bien con la ahora larga­ riesgos de baja probabilidad. Le impactan con fuerza ios sucesos
mente afianzada tipologización de la sociedad. (Véase cap. 8.)
relatados por los medios de comunicación que parecen dramáti­
La reflexión sobre este problema general requiere una base para
cos (una catástrofe aérea con estrellas de cine a bordo) y se sien­
comparar sociedades humanas que no esté distorsionada por di­
te menos impresionada por pérdidas no dramáticas (tales como
ferencias en el poder tecnológico, alfabetización, la escala, la du­ muertes por asma).
ración de las tradiciones conocidas, etc., pero servirá también
para revelar pautas de valores en una familia o tribu, fábrica u
oficina.
Prominencia

la «prominencia» hace una interpretación más disponible que otro


(Tversky y Kahneman i 974). Se utilizan diversos tipos de prominencia
para explicar las variaciones en b percepción entre diferentes comuni­
dades o diferentes tiempos, los referencias o la prominencia son válidas
como tentativas de diferenciar procesos perceptivos, pero dado que no
alcanzan la codificación aprendida culturalmente que proporciona prin­
cipios de selectividad y atención, sólo pueden servir para señalizar dis­
crepancias entre bs visiones de los expertos y las del público (Slovic,
lichtenstein y Físchhoff 1979).

Los medios de comunicación dan «prominencia» a catástro­


fes en gran escala ocasionadas por tomados y terremotos, pero es
de presumir que la prominencia y la novedad con el tiempo pa­
san a formar parte del trasfondo familiar. Esto es lo que cabria
106 CREDIBILIDAD 107
LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO

esperar, pero el estudio de Lawless (1974), sobre el que informa rificoban la hipótesis de la conformidad, algunos psicólogos sodales se
Kates (1978) muestra una preocupación pública creciente que dieron cuenta de que los datos suministraban alguna evidencia en favor
tiende a reducir el abismo entre los informes de los medios de co­ de la hipótesis contraria —cambio de rumbo arriesgado— que sugiere
municación sobre los riesgos tecnológicos y la sensibilidad ofi­ que los grupos toman decisiones más arriesgadas que las individuos [Sto-
ner 1961; Nordhoy 19Ó2). Las psicóbgos sociales siguieron con gran
cial. Los medios de comunicación y los grupos de presión traba­
entusiasmo esta hipótesis hasta 1971. Desde entonces un creciente nú­
jan duro para conseguir «prominencia».
mero de especialistas ha puesto en tela de juicio b bibliografía sobre el
cambio arriesgado, tanto por motivos conceptuales como metodológicos
Un ejemplo del uso politizada de los argumentos de las pers­ (Myers y Lamm 197ó). Ahora parece existir un consenso en cuanto a que
pectivas más pesimistas es una carta reciente publicada por la el fenómeno fierre poco que ver con el riesgo per se. La investigación so­
Unión de Científicos Interesados que contiene las siguientes ase­ bre el cambio arriesgado se ha reetiquetado ahora como «cambios de
veraciones: «Éstos son los hechos: un accidente de una planta po­ elección de grupa» o «polarización grupa! de actitudes», la mayoría de
dría matar al menos a 45.000 personas, causar daños materiales los estudios utilizaba un diseño llamado Cuestionario de Dilemas de
por un valor de 17.000 millones de dólares y contaminar un área Elección (en inglés: Choice Dilemmas Questionnaire [CDQ}|. Para una
de la extensión de Pennsylvania». Obsérvese que quienes desa­ descripción del cuestionario, véase Wallach, Kogen y Bem (1962). Para
rrollaron este argumento de las perspectivas más pesimistas no una metodología alternativa que incluye estudios sobre el juego véase
hacen mención alguna de las posibilidades minúsculas que se le Zajonc y otros (1968). Se han avanzado numerosas teorías para expli­
conceden (Slovic, Fischhoffy Lichtenstein 1979). car el fenómeno del cambio de rumbo arriesgado. La teoría del riesgo
como valor argumenta que hay un valor cultural ligado a b toma de ries­
Nuestra primera pregunta sobre la percepción del riesgo es por go (Brown 1965). Algunos individuos suponen que ellos defienden los
qué tantas personas, en su rol de profanos, opinan que los peligros valores culturales con más éxito que otros; cuando descubren de hecho
cotidianos son inocuos y sé consideran a sí mismos capaces de ha­ que sus elecciones no son tan arriesgadas como las de otros, cambian
cerles frente cuando, en realidad, carecen de esa capacidad. Una de dirección y se encaminan hacía riesgos mayores. Para variantes de
visión de sentido común del riesgo no encaja con esto. La visión esta teoría véase Pruitt [ 1971) y irasery otros (1970). Para un test empí­
de sentido común sitúa al individuo en un contexto social de seres rico de b teoría del riesgo como vabr, véase Carlsson y Davir (1971).
A una teoría alternativa que trata de explicar el cambio (de rumbol arries­
interdependientes que ofrecen y retiran apoyo: Una reputación de
gado podríamos dar el apelativo de teoría de lü difusión de responsabi­
temeridad, bajeza, locura o cobardía destruirá las oportunidades de
lidad. En ella se argumenta que los grupos tienden a tomar decisiones
que el individuo cuente con la ayuda de la comunidad. Si un gru­ más arriesgadas que los individuos porque hay alguien con quien conv
po de individuos ignora algunos riesgos manifiestos tiene que ser partir h responsabilidad de la decisión (Wallach, Kogan y Bem 1974).
porque su entramado social les estimula a obrar así. Podemos su­ Para variantes de esta teorb véase Dion, Baren y Miller (1971).
poner que su interacción social codifica gran parte de los riesgos.

El análisis experto del riesgo considera corno su unidad de


El cambio (dé rumbo) arriesgada toma de decisión al agente individual, excluyendo de la elección
toda retroalimentación moral o política que tal vez él reciba de la
Habrío que resumir aquí una tentativa sostenida de predecir el efecto sociedad que lo rodea. El agente racional de la teoría está des-
del grupo social sobre las actitudes respecto del riesgo. Al tiempo que ve* culturizado. El sentido común espera que toda elección y deei-
108 LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO CREDIBILIDAD 109

sión sean hechas con consulta. El agente racional de sentido co­ de al sentido que el individuo tiene de entorno social, de con­
mún es un ser cuyos valores y elecciones están enmarcadas en frontación y de apoyo a la par, en el que él tiene que luchar por
una determinada cultura. Para una exposición bien matizada de sus intereses y luchar en favor de la comunidad y en nombre de
esta visión de la cultura véase Alexander (1979), para quien cul­ ella.
tura en términos evolutivos significa Cultura representa así el bien conocido sentido de consulta y
negociación en cada crisis importante, así como el sentido de es­
el aspecto central del entorno en el que cada persona nace, en el tar provisto de conductos habituales por los que se pueden despa­
que tiene que triunfar o fracasar, desarrollado de forma gradual char las cuestiones no controvertidas. La cultura parecería ser el
por Ja colectividad de humanos que nos ha precedido en la histo­
principio codificador por el que se reconocen los peligros. Las
ria, y con una inercia refractaria a los deseos de ios individuos...
pautas culturales de qué constituye riesgos apropiados e inapro­
El afán de los individuos sería usar la cultura, no necesariamen­
piados emerge como parte de la asignación de responsabilidad y
te cambiándola, para fomentar su propia reproducción... No im­
portaría que fuera un legislador que hace leyes, un juez que las son fundamentales para la vida social. Cuando se le pregunta por
interpreta, un policía que las hace cumplir, un abogado que las usa, los riesgos que afronta, un individuo tiene que responder par­
un ciudadano que las obedece, un crimina] que las transgrede', tiendo de alguna norma culturalmente establecida de cautela de­
puede verse cada uno de los comportamientos como una estrate­ bida. Así, un montañero audaz alardeará más bien de cómo se
gia concreta dentro de las sociedades gobernadas por la ley... negó a moverse en condiciones climatológicamente adversas; un
esquiador olímpico se ufanará más bien de su cuidado del equipo.
La sabiduría convencional invocada de forma activa es el Ambos, negando que se arriesgan, afirman que evitan riesgos ab­
sentido en el que utilizaré el término «cultura». Puesto que es surdos. Los líderes militares tienen que tomar riesgos para los
apta para ser elevada (como en una cultura alta) o degradada hombres que tienen a su mando tras años de escuchar relatos de
como una explicación residual (como cuando unos motivos ra­ batallas célebres; ellos saben del posible ostracismo a causa de un
cionales parecen inadecuados), una explicación no mistificada juicio equivocado que cuesta vidas, o incluso se les formará un
de la cultura ayudará en el inicio de este argumento. Cultura es la consejo de guerra si han sido cobardes o temerarios (Keagan
colección, públicamente compartida, de principios y valores usa­ 1976). Toda persona enferma sabe que el rol de enfermo incluye
dos en un tiempo cualquiera para justificar una conducta. Dado consulta entre amigos, y aceptar su consejo o estar dispuesto a de­
que la conducta humana misma es canalizada en instituciones safiar su enfado si la enfermedad empeora y no se ha seguido su
públicas, los principios y valores mantienen las formas de la vida consejo. Las decisiones sobre qué médico elegir o qué régimen
institucional. Puesto que esta vida tiene lugar en un entorno de­ seguir están sujetas a la crítica de la comunidad.
terminado, con unos recursos físicos concretos, con unas técni­
cas de explotación y presiones públicas, la cultura de un tiempo
y lugar habla en favor de las soluciones actuales a cuestiones po­ Percepciones de enfermedad
líticas y medioambientales. En un sentido fuerte, representa los
múltiples análisis de costo-beneficio que equilibran todos los in­ La percepción de riesgo en la vida cotidiana corre paralela a la per­
tereses de los individuo como agentes que dependen de las deci­ cepción de la salud, y es verosímil que sea controlada de Forma ton es-
siones de otros. En este sentido, el término «cultura» correspon­ Irer.ha por las estandarizadas percepciones de la capacidad de afron-
Ш
110 LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO CREDIBILIDAD

lorniento, de respcrsobilidad y reciprocidad. En 'a sociología médica Accidentes razonables


se han realizado trabajos relevantes sobre los procesas sociales que .ci­
fran a quién hábría que consultar entre la familia y los vecinos, a quién La Oulward Bound organiza cursos de supervivencia en los parques
habría que seleccionar cama médico, y las fuentes de autoridad y la naturales. Se pretende con ellos crear en e! individuo lo «auíaconfianza
credibilidad de estas últimas. El individuo que adopta un rol de enfermo y destreza medíante un desafio físico lleno de tensiones». Entre 1971 y
se ve a sí mismo como un miembro de )□ comunidad terapéutica, y el 1979 doce personas perdieron la vida mientras participaban en el
consejo que obtiene depende de las características de su entramado programa. En 1978 murieran tres participantes mientras surcaban con
(Boswdl 1969; Hendereon, 1935; Jantzen 1978; Fax 1980). uno especie de canoa b corriente de la costa occidental de México.
Les padres de dos de bs victimas acusaron a b Oulward Bound de ne­
Los jugadores más empedernidos repudian el reproche de gligencia y han presentado un pleito legal demandando un millón de
dólares cada uno. Lós padres de otra mujer que murió mientras portier
que corren riesgos, e insisten en que ellos no juegan con suerte,
paba en un curso Oulward Bound de alpinismo en 1977 han iniciado
sino eoíi pericia.
un proceso legal contra la Outwuid Bound pidiendo dos millones y me­
dia de dolores (New York Times, 15 de noviembre de 1979; News­
week, 3 de diciembre de 1979; Washington Post, 23 de noviembre de
Juego 1979).

Los ¡ugedores afirman que •espetan la habilidad de sus compañeros


de juego más que la eyqntíq de las ganancias. Uno investigación reali­ Presumiblemente, se envía a los muchachos a escuelas de
zada: en Gran Bretaña cone de manifiesto que jugadores habituales eri aventura para que aprendan cómo arreglárselas. Seria muy inte­
varios juegos, de azar-sostienen que la habilidad, no la suerte, explica resante saber por qué la protesta contra condiciones con alta po­
las pautas del éxito. (Downes: 1976; 2ob 1964].. sibilidad de desastre se demoró tanto. ¿Hay que ver como un
nivel razonable de desgracias doce muertes de estudiantes de
Cuanto más aislada está una persona, cuanto más débil y dis­ cursos de supervivencia en parques naturales en ocho años?
persa es su red social, menos sujetas están sus decisiones al es­ ¿Quién es la gente que entabla una demanda de dos millones y
crutinio público, y más define él mismo sus propias normas de medio de dólares en concepto de daños y perjuicios por la pérdi­
riesgo razonable. Pero tan pronto como hay una comunidad, se da de una hija en un curso de escalada, y quiénes son Los otros
debaten y establecen socialmente las normas de aceptabilidad. desolados padres que firmaron por adelantado que ellos no enta­
Esta actividad constituye la base definidora de comunidad. blarían demanda alguna?
Una comunidad utiliza su acumulada experiencia compartida
para determinar qué pérdidas previsibles son más probables, qué
probables pérdidas serán más perjudiciales y qué daños se pue­ Víctimas de la delincuencia
den prevenir. Una comunidad implanta también el modelo de ac­
tores del mundo y su escala de valores por la que diferentes con­ Estudios sobre los peligros máñifiesios de crimen sugieren que hay
secuencias son consideradas graves o triviales. rasgos simples de la red social que afectan al miedo, a la sospecho y a
la expectativa de ser capaz de afrontar la situación. En general, bs vic­
timas potenciales de un crimen tienen una percepción clora de fos ríes-
112 LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO
CREDIBILIDAD 113

gos que corren. Los sectores sociales con rentas bajos y la población ne­
guerra, el creciente prestigio negativo atribuido a la transmisión de fal­
gra están más expuestos al crimen y son también precisos en su con­
sos rumores; la población desarrolló un escepticismo creciente, y ía de­
ciencia de este riesgo. Las mujeres y la gente de cierta edad tienden a
manda de objetividad llevó a trazar una frontera nítida entre rumores y
exagerar su vulnerabilidad frente al crimen. Esto es explicable por facto­
otras informaciones; los rumores eran etiquetados como tales en la na­
res culturales: las mujeres tienden a ser socializadas en la conciencia de rración, y la cita de fuentes se ligaba a las aseveraciones dudosas. La
alto riesgo; se las entrena para que esperen un ataque; la gente mayor investigación de Buckner llamó la atención sobre las variaciones que se
está aislada y su sentido del peligró se corresponde con su débil sentido producen en el desarrollo de los rumores de acuerdo con la intercone­
de apoyo social. La baja correlación entre los hechos y los temores entre xión de las redes sociales de sus portadores. Ambas cosas implican la
las mujeres y las personas de edad tal vez sea precisamente el resultado existencia de un vínculo entre interconexión regular y la veracidad (All-
de su cultivada mentalidad de plaza fuerte. Su vulnerabilidad más baja porty Posfman 1947). Se cuestiona de forma abierta la credibilidad de
(comparada con sus expectativas) se debe al éxito de las precauciones los expertos porque se sospechan intereses creados; se dice que la me­
que toman para protegerse (Garofalo 1979; Balkin 1979). dida en que la gente siente haber sido engañada en el pasado afecta
a las percepciones públicas de la tecnología nuclear. (VéGse Piehler y
Para encontrar el origen de las ideas de sentido común sobre otros 1974). La importancia de este tema es señalada por la relación
que Sen (1977) hace de los terribles efectos del rumor sobre suministros
las normas de riesgos aceptables, de seguro que alguna investi­
de alimentos durante la hambruna de Bengala de 1943.
gación verificaría correlaciones entre el vigor de una comunidad
y la precisión de la evaluación de riesgos realizada por indivi­
duos miembros de esa comunidad. La más sugerente obra en esa Se debe renovar, sin duda, la atención sobre el tema del con­
línea se ha centrado en el rumor y en las condiciones sociales trol social de la información. James Coleman se refirió en 1962 a
para recibir de forma correcta o distorsionar una información. estudios anteriores sobre el gregarismo (sociabilidad) y perte­
nencia al grupo como elementos influyentes en el flujo de la in­
formación: «La bibliografía sobre grupos primarios... recalca la
Rumor importancia del grupo en la configuración de la visión del mun­
do y en la sanción de las acciones de miembros concretos» (Co­
Según Buckner (1965), los estudios más importantes sobre la trans­ leman y otros 1962). León Festinger había escrito ya en 1948:
misión del rumor llegan a conclusiones contradictorias. Se cree que los «Parecería que hay una acumulación de estudios suficiente para
rumores (mensajes: no confirmados que pqsgn de persona a persona) o poner de manifiesto que las relaciones sociales son factores im­
bien aumentan o bien esparcen detalles confusos y locas elaboraciones portantes en el flujo de información, pero hay muy poca eviden­
en el proceso de transmisión. El pánico que se apoderó de Orleans en cia sobre qué tipo de relaciones sociales hace qué clase de dife­
1969 debido a los rumores de una siniestra conspiración judía para en­ rencia» (Festinger y otros 1948). Esa investigación antigua
tregar muchachas a tratantes de blancas (Morin 1971) es un caso de estaba desenfocada. Al recobrarse, puede encontrar ahora un po­
aumento. El rumor se convirtió en un desarrollado mito antisemita, pro­ deroso foco en la cuestión del crédito del público a rumores so­
pagado por matronas y muchachas católicas de la clase media, expre­ bre riesgos provenientes de Ja tecnología.
sando, según Morin, una ansiedad cívica colectiva acerca del moder­
Otro tanto cabe decir del estudio sobre la competencia subje­
nismo y de la erosión de una cultura regional. La teoría de Caplow
tiva. Almond y Verba (1963, 1980) propusieron este concepto en
(1947) es que la formación de unos canales concretos por los que se
transmiten rumores incrementa su difusión y veracidad: en tiempo de
su importante análisis de las culturas políticas. Ese concepto pa­
M4 LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO

rece ser equivalente, en un nivel diferente de organización social, Vil


al fenómeno de la inmunidad subjetiva al riesgo. Competencia
subjetiva significa que, con total independencia de criterios obje­ BÚSQUEDA DEL RIESGO
tivos, algunas culturas políticas generan en las masas la sensa­ Y SEGURIDAD ANTE TODO
ción de que pueden influir en las decisiones políticas. Indepen­
dientemente de que la confianza esté justificada o no, Almond y Este capítulo examina una de las líneas
Verba opinaban que ésta es un ingrediente necesario para una de desarrollo seguidas en ia teoría de ¡a elección
democracia estable. Los psicólogos se sentirán tentados a rela­ que sigue la obra de Simón sobre la racionalidad limitada.
El llamó la atención sobre la enorme complejidad intelectual
cionar el sentido de inmunidad subjetiva con factores psicológi­
de tomar decisiones supuesta por la teoría.
cos. Pero la investigación de su equivalente pob'tico sugiere que Sustituyendo maximizar por «satisfacer» él fue capaz
deberíamos encontrar su origen en la organización social. de sintetizar muchas observaciones sobre
De las conversaciones cotidianas, de las precauciones toma­ cómo se comportan en realidad las unidades de decisión,
das, de las excusas presentadas hay que extraer el criterio de ries­ suponiendo que aceptan umbrales superiores
e inferiores de fracaso y de éxito. la investigación
go que está basado en el sentido común. Subyace en ella un con­
en economía agrícola indica cómo
cepto de responsabilidad. El agente racional está sentado en el esos límites son definidos cufturalmente.
banquillo de la crítica pública en su propia comunidad como per­
sona moral y responsable. La codificación cultural de la respon­
sabilidad es también la codificación de percibir riesgos.

Una elección racional necesita tomar en cuenta el funciona­


miento de un principio que fija el límite inferior de los riesgos
aceptables. La teoría de la utilidad permitía resultados tan inde­
seables que caían fuera de la lista de preferencias de un indivi­
duo. La ley de Engel (Houthakker 1957) reconoce un tipo de
preocupación por la seguridad ante todo. Según esta observa­
ción, cuanto más pobres son las familias en una distribución de
ingresos dada tanto más baja es la elasticidad de respuesta a los
cambios que se producen en el precio de los alimentos. El cabe­
za de familia tiene un orden de gasto que se esfuerza en asegurar
las exigencias básicas de su familia. En un análisis de la inver­
sión, la preferencia de liquidez es una idea similar que, según
Hicks, entró en el discurso económico en los años treinta. Una
sociedad de inversión inmobiliaria o una tienda que vende al des­
cuento tiene compromisos que deben ser protegidos: «Un resul­
tado peor que el “esperado” debe .ser más temido que cuando se
I 16 LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO BÚSQUEDA DEL RIESGO Y SEGURIDAD ANTE TODO 117

desea luí resultado mejor que el esperado, debido al impacto que el método de simplificar elecciones complejas, que, según él, se
los resultados desfavorables pueden tener sobre los elementos no utiliza de forma más generalizada que la conducta «maximiza-
líquidos en la situación... De ahí la fuerza motriz de la certidum­ dora» supuesta por la teoría de la utilidad. Una empresa satisfac-
bre» (Hicks 1962). tora pone sus metas para alcanzar un cierto nivel de ganancia,
El ejemplo más sencillo de esta preocupación por limitar los para poseer una determinada participación en el mercado o para
resultados peores es la práctica habitual entre las tribus pastora- mantener un determinado nivel de ventas. Una conducta maxi-
listas de dividir un rebaño grande de ganado entre algunos pasto­ mizadora no pone límite alguno a lo alcanzable. Satisfacer es un
res dispersos. Esto concuerda con el consejo de Daniel Bemoulli comportamiento adaptativo. En este enfoque la elección racional
de que es aconsejable dividir en porciones los bienes que están tiene lugar dentro de fronteras cuyo límite superior e inferior se
expuestos a algún peligro en vez de arriesgarlos a todos juntos fijan de forma semi-independiente. Esto es compatible con estu­
(Bemoulli 1738: 30, párr. 16). dios psicológicos de la formación y cambio de los niveles de as­
Intentos tempranos de comprender un comportamiento en piración. Se supone que las metas tienen alguna conexión con lo
condiciones de incertidumbre utilizaban la maximización de 1a que es alcanzable. En la teoría clásica de la utilidad el punto cero
ganancia esperada como el principal criterio de racionalidad. en la escala de utilidad se fija de forma arbitraria. En este enfo­
Pero también se reconocía algún límite inferior de pérdida tole­ que, el nivel de aspiración de adaptación define un punto cero y
rable (Roy 1952). un techo. Simón cita pruebas de que empresas con una decre­
Los diversos fragmentos de un principio general de seguri­ ciente participación en el mercado se esfuerzan con mayor vigor
dad ante todo tomaron forma dentro del concepto de Simón de que empresas cuya participación en el mercado se mantiene o
racionalidad limitada (1955). Las ideas recogidas en ese trabajo crece. Hay pruebas adicionales provenientes de comunidades
tuvieron un desarrollo inicial en 1952 (véase Simón 1979:7), que campesinas donde una pauta de vida establecida de forma social
lo colocan en el mismo período breve que otros conocidos cues- define el límite superior e inferior de esfuerzo (Sahlins 1974).
tionamientos de la teoría de la elección racional (véase cap. 4). Esta hipótesis ha inspirado muchas investigaciones empíri­
En este nuevo y decisivo desarrollo, Simón parte de dos razones cas sobre la toma de riesgos. Sin embargo, no se ha elaborado del
para cuestionar la suficiencia de la teoría de la elección racional. lodo la clara consecuencia de que los niveles de aspiración son
Una son las capacidades intelectuales grotescamente poderosas estandarizados en buena medida por la cultura. ¿De qué otra for­
que supuestamente intervendrán en toda elección. La teoría es­ ma se podrían fijar los suelos y los techos?
pera un ejercicio analítico sumamente complejo por parte del ¿Deberíamos tener un modelo de «cojín neumático» de la
agente racional. La otra razón es el olvido del entorno del agente personalidad según el cual el monto total de la búsqueda de ries­
racional: «Tenemos que estar preparados para aceptar la posibi­ go es aproximadamente el mismo? Entonces podríamos suponer
lidad de que lo que llamamos el “entorno” tal vez «té en parte que quienes trabajan en ocupaciones muy constantes descarga­
debajo de la piel del organismo biológico». Es ésta una aproxi­ rán sus propensiones naturales a la búsqueda del riesgo eligiendo
mación útil al hecho de que el aparato pensante del individuo, emociones peligrosas en el tiempo libre: paracaidismo, vuelo
con sus conceptos y evaluaciones del mundo, aunque tal vez se con ala delta o el juego. Más que buscar la violencia en los de­
encuentre dentro de su piel, es también parte de su entorno. portes para compensar las condiciones de trabajo sosegado, lo
«Satisfacer» es un término acuñado por Simón para designar contrario parece más plausible: que los individuos con ocupacio­
118 LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO 119
BÜSQUEDA DEL RIESGO Y SEGURIDAD ANTE TODO

nes que exigen correr riesgos deberían buscar refuezo en sus ras sociales que generan actitudes polarizadas complementarias
elecciones de ocio. Smíth (1979) constata que sus datos, con los respecto del riesgo. Su modelo cultural es compatible con el mo­
que se proponía, investigar la existencia de una subailtura vio­ delo psicológico de personalidades proclives al riesgo y contra­
lenta apuntan más bien a subculturas ocupacionales t|ie extien­ rias a él, al tiempo que está abierto a refuerzos culturales en fa­
den de forma consistente criterios profesionales respecto del uso vor de elecciones iniciales. La especialización cultural con
de la violencia. respecto al riesgo crea beneficios económicos para cada tipo.
¿O es que algunas personas tienen por nacimiento un rasgo Una estrategia de riesgo compartido y una visión pesimista del
psicológico que las inclina a elegir deportes de riesgo así como mundo que justifica la estrategia armonizan con un contexto
ocupaciones arriesgadas? El sesgo de la personalidad quizás sea social comunitario, colectivo, con expectativas de que se com­
genético, como el color del cabello o el grupo sanguheo, o po­ partirán las ganancias así como las pérdidas. Una estrategia que
dría ser aprendido. Por desgracia, es prácticamente imrosible ve­ reduce los riesgos («Gana si da en el clavo, pierde si se aleja»)
rificar elementos innatos de la personalidad. Cuando« reflexio­ justificada por una visión optimista del mundo funciona en una
na sobre una conducta proclive al riesgo es mejor cenirarse en la sociedad de individuos de los que no se espera que compartan
posible influencia social que en tratar de eliminarla. Cuando la ganancias y pérdidas.
incertidumbre está en un nivel muy elevado y todo el inundo co­ En este argumento, cada pauta cultural de riesgo es sustenta­
rre grandes riesgos, las normas culturales estimularán a buscar da por su propia estructura económica. Hay buena razón para su­
más riesgo. La comparación de los colonizadores tfe Virginia poner que la mayoría de las sociedades seleccionan y entrenan a
con los puritanos de la costa este del siglo xvii ilustn esta res­ determinados miembros para que corran riesgos físicos y les re­
puesta cultural a un entorno de incertidumbre. Como si el tener compensan por hacerlo colmando de prestigio las aventuras co­
que afrontar las incertidumbres del flete, de los precios y las ve­ ronadas por el éxito. La supervivencia humana corre un alto ries­
leidades de la cosecha de tabaco no fueran suficientes añadidas a go en economías de pequeña escala basadas en una tecnología
las incertidumbres ocasionadas por la elevada tasa de mortandad primitiva. El problema de una comunidad se resuelve con fre­
de los hombres jóvenes, en vez de tratar de reducir la incerti­ cuencia mediante instituciones que asignan riesgos. La mayoría
dumbre, los habitantes de Virginia inventaron más juegos con de los cazadores y recolectores combinan una subsistencia esta­
otros premios, el juego con carreras de caballos, cartai y cuales­ ble basada en recursos vegetales con la fuente impredecible, e
quiera resultados sobre los que se pudiera apostar. La> autosufi- irregular, que constituye la caza (de animales salvajes). Su pauta
cientes comunidades puritanas aborrecían el juego y eran enemi­ nómada asegura primero los suministros básicos desplazándose
gas del riesgo (Breen e Innes 1980; Morgan 1975; 395-432). para recoger las varias cosechas silvestres cuando éstas maduran
Las ciencias sociales no están en condiciones de ofrecer una aquí y allí. Las tareas constantes son asignadas a las mujeres. Al
explicación de por qué algunos escalan el Everest, por qué cier­ mismo tiempo se entrena a hombres jóvenes para que marchen a
tos bancos dan apoyo financiero a lo que es el negocio más cazar animales salvajes en largas caminatas que entrañan penali­
arriesgado. La escalada es una actividad en la que las probabili­ dades y peligro. Lo mismo tiene su aplicación en una tecnología
dades de un accidente fatal se sitúan entre una entre ocho y una más avanzada, pero las comparaciones resultan difíciles debido a
entre diez por expedición. Al desarrollar una teoría cultural de la la diversidad de los riesgos implicados: riesgos profesionales,
toma de riesgo. Michael Thompson (1980) detecta do-, estructu­ riesgos de ingresos y riesgos físicos. Una similar distribución de
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BÚSQUEDA DEL RIESGO Y SEGURIDAD ANTE TODO 12i

fuentes de ingresos de más y de menos riesgo se encuentra a ni­ resulta difícil decidir qué cosecha comercial planificar y qué in­
vel doméstico en la sociedad moderna. Los académicos perciben versión de capital hacer, de forma que se pueden tomar esas de­
un salario fijo y tratan el escribir como un ingreso irregular mien­ cisiones con antelación. Él tiene sus propios procedimientos para
tras que muchos políticos consideran el periodismo como una hacer la estimación y fórmulas para evaluar resultados. Tiene un
red de seguridad por si les fallan los votos. Friedman (1957) concepto de una pérdida tolerable, es decir, unos ingresos que,
ofreció un análisis de cómo las fuentes permanentes y transito­ aunque por debajo de los normales, no caen por debajo de gastos
rias de ingresos de las granjas norteamericanas están diversifica­ inevitables (préstamos que hay que devolver, costos de marke­
das para reducir la variación de año a año. Esto es compatible ting, semillas, fertilizantes, salarios y una suma para bienes de
con una conducta de inversión. Una compañía que planifica con­ consumo necesarios). El agricultor no conceptuatiza sus activi­
tinuar su actividad comercial diversifica sus activos entre pers­ dades dentro de una sola estrategia con un ingreso anual, sino
pectivas de alto y de bajo riesgo. El intento de asegurar una línea como un conjunto de actividades separadas, cada una de las cua­
básica económica es similar a la preocupación del comandante les tiene sus puntos de pérdida o ganancia potenciales. Aunque él
militar por proteger su retaguardia de un ataque. puede elaborar los costos y ganancias de las cosechas comercia­
Entre agricultores no es inmediatamente obvio cuál de dos co­ les, sus necesidades de consumo plantean un problema más difí­
sechas es más arriesgada. La cosecha de subsistencia suele ser se­ cil. En general, una vez que han sido aseguradas las exigencias
gura en cuanto a producción, pero si el agricultor tiene idea de básicas de subsistencia, esos agricultores no tienen miedo de co­
vender los excedentes, los precios de los alimentos son notable­ rrer algún riesgo. Ellos prefieren con creces cosechas comercia­
mente fluctuantes. Si ha decidido dedicar gran cantidad de tierra, les arriesgadas a la seguridad que ofrece el vender su tiempo la­
digamos, a arroz o cereales y menos a una cosecha comercial, más boral a un hacendado local (Ortiz 1979: 243-244). Perder su
lucrativa, pero más arriesgada, tal vez se encuentre con que tiene derecho a la tierra parece ser el peor desastre imaginable. Para
que asumir una pérdida en su año agrícola cuando trata de vender evitarlo diseñan sus estrategias de seguridad ante todo.
el arroz o maíz sobrantes (Kunreuther y Wright 1979: 214-218). Estudios empíricos de tomas de decisión económica en aná­
La mayoría de los complicados problemas de gestión suelen lisis de inversión así como en agricultura de ingresos bajos deben
tener soluciones que son a la vez tecnológicas e institucionales. desaconsejar a le« psicólogos dividir el mundo en personalidades
Un rendimiento eficaz necesita combinaciones óptimas de habi­ que buscan el riesgo y personalidades adversas a él. Si cambian
lidades y de recursos. Cuanto más ahonde el economista agríco­ las circunstancias, cuando una estrategia deja de resultar prome­
la en las decisiones del agricultor, y cuanto más aprenda de sus tedora, el mismo individuo adoptará la otra. Pero resulta difícil
objetivos y limitaciones, tanto más se pondrá de manifiesto que observar tales estrategias flexibles mediante sondeos de actitud.
el agricultores un agente responsable, que toma decisiones justi­ Parece existir un problema en cuanto al desarrollo de ideas teóri­
ficables que revelan una fuerte preocupación por la seguridad cas acerca de la aversión al riesgo y a la toma de riesgo econó­
ante todo (Roumasset y otros 1979). mico en el contexto del mundo real. Por ejemplo, Howard Kun­
Por ejemplo, los agricultores indios pobres de Colombia des­ reuther, que hizo una elegante demostración histórica del modelo
critos por Ortiz (1979: 231-240) siguen una cuidadosa estrategia de «seguridad ante todo» de las decisiones de los agricultores
de cosechas comerciales siguiendo la última información sobre (1979), al diseñar un estudio monumental del seguro contempo­
precios y técnicas y la situación del mercado. Al agricultor no le ráneo contra las catástrofes supuso que los propietarios irracio­
122 LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO BÚSQUEDA DEL RIESGO Y SEGURIDAD ANTE TODO 123

nales de un hogar limitaban el alcance de sus preocupaciones po suficiente para que el proceso de toma de decisión pueda lle­
cuando subestimaban la verosimilitud de que sus casas fueran varse a cabo? En general se utilizan diversas heurísticas o reglas
dañadas por terremotos o inundaciones o cuando dejaban de ase­ empíricas en lugar del cálculo total. La práctica de los granjeros
gurarlas (Kunreuther y otros 1978). En otras palabras, Kunreu- colombianos de Ortiz de dividir actividades separadas, cada una
ther y sus colegas recayeron en la patología cuando necesitaron de ellas con sus potenciales puntos de ganancia y pérdida, es
desarrollar el modelo de elección racional para tomar en cuenta una buena heurística de contabilidad. Se cree comúnmente que
umbrales definidos de forma cultural. Dar prioridad absoluta a estas reglas empíricas, aunque ahorran tiempo, están expuestas a
mantenerse en la granja familiar o ignorar determinados riesgos introducir un sesgo. Sin embargo, esto depende en parte de cómo
no es necesariamente irracional. En toda la estructura de opcio­ se defina el problema.
nes percibidas tal vez sea una buena estrategia de supervivencia,
equivalente a dar prioridad a la compra de alimentos básicos en
otro nivel de la economía doméstica. Heurísticas
Los economistas suponen que el nivel crítico que quien toma
la decisión tiende a proteger se fija de forma privada. Sin embar­ Como procedimientos simplificadores para enseñar o aprender idea­
go el análisis mejora de forma muy notable si se concede que ni­ dos para facilitar un traíomienío rápido de problemas complejos, las heu­
veles inferiores que definen una catástrofe (y niveles superiores rísticas funcionan por simplificación. Inevitablemente, son fuentes poten­
que definen una sobrerrealización) pueden ser fijados de forma ciales de distorsión. Esto resulta particularmente aparente cuando el
comunitaria. Tiene más sentido entender que están determinados problema que se presenta en una situación de test psicológico es tratado
de forma heurística por el sujeto experimental (Kahneman y Tversky
culturalmente que como límites individuales de la conducta eco­
1973, 1974). En la vida real, uno tendería más bien a suponer que una
nómica. Los modelos utilizados para explicar una satisfacción
heurística distorsionante hasta el punto de resultar contraproducente sería
individual pueden servir igual de bien para describir convencio­ descartada de inmediato, ya que podría ser útil para una categoría de
nes culturales. En realidad, a falta de pruebas, muchos econo­ usuarios e inútil paro otro. Lopes (1981) ha señalodo que b comparati­
mistas suponen que unas preferencias de utilidad individual son vo rigidez del uso que las ciencias de la decisión hacen de las suposi­
comunes al grupo que es objeto de estudio. Esto se puede verifi­ ciones de maximización de lo utilidad más una interpretación a largo pie­
car con facilidad. Si sabemos lo suficiente sobre la producción de za es funcional para compañías de seguros, pero no pora granjeros de
una cosecha y sobre la variación de precios y los costos para una bajos ingresos para los que todos los riesgos son a corto plazo; un ejem­
comunidad determinada, tendríamos derecho a tratar una prefe­ plo cercano de una heurística que distorsiona el problema.
rencia subjetiva individual como si fuera una preferencia cultu­ En un breve sumario de los trabajos realizados sobre la heurística del
riesgo como fuente de error, Otway y Thomas (1982) ponen una nota
ral, utilizando siempre la definición de cultura como la experien­
pesimista: reconociendo que esta corriente de la psicología cognitiva tie­
cia acumulada de la sociedad y su adaptación al entorno.
ne importancia para la percepción social del riesgo, tienen la impresión
Simón ha llamado la atención sobre las desmesuradas difi­
de que los autores no han comprendido lo esencial y preguntan cómo
cultades intelectuales a las que se enfrenta el individuo que toma pueden ayudar de alguna monera estos trabajos o resolver los cuestiones
una decisión. ¿Qué superindividuo puede ser lo bastante inteli­ poéticas, cuya urgencia inició la investigación en primer lugar.
gente como para hacer los cálculos? ¿Quién es capaz de tener en
mente todas las opciones y sus probables efectos durante el tiem­
124 LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO BÚSQUEDA DEL RIESGO Y SEGURIDAD ANTE TODO 125

Dos heurísticas que han sido identificadas como ayudas más el pescado, ellos pueden calcular cuál será su beneficio. Véase
bien poco fiables para determinar la frecuencia y la probabilidad también Ortiz (1980) para un análisis paralelo de decisiones de
son la «disponibilidad» y la prominencia. Toda experiencia que siembra en una comunidad de agricultores. No basta con tratar las
hace notable a una determinada fuente de peligro, tal como el heurísticas como meras ayudas cognitivas para la toma de deci­
asalto callejero a una estrella de cine o un accidente de automó­ siones individuales. Al clarificar opciones y establecer expectati­
vil en el que muere una princesa, o el incendio o inundación más vas, crean cierta pronosticábilidad y hacen posible un acuerdo so­
recientes, tiende a desplazar el tratamiento ordinario de segundo bre valores culturales. El trabajo realizado por los antropólogos en
plano que las noticias de pérdidas anteriores tienden a recibir. En el campo de la economía agrícola (véase Barlett 1980) hace una
las probabilidades reales a largo plazo, estas heurísticas distor­ aportación original a la comprensión de los procesos culturales
sionan las frecuencias verdaderas. Pero vistas frente a la tenden­ que reducen la incertidumbre.
cia individual a creerse uno inmune al daño que afecta a otros Una de las funciones del proceso cultural es la de suministrar
viajeros o consumidores, las heurísticas de disponibilidad y pro­ categorías listas para almacenar y recuperar información; las pre­
minencia deben tener un efecto corrector incrementando la cons­ siones sociales aseguran que se recuerden las diversas responsa­
ciencia que es susceptible de ser asfixiada por la inmunidad sub­ bilidades separadas. Las supuestas dificultades del ejercicio cog-
jetiva. El forzarse mutuamente a escuchar noticias de catástrofes nitivo desaparecen tan pronto como se admite que la cultura
horribles es un proceso cultural que puede ayudar a remediar la desempeña un papel. La esposa del agricultor, cuando recuerda a
negligencia del individuo en tomar las debidas precauciones La su marido prioridades tales como el alimento, la ropa y la vi­
heurística parece más disfuncional en un examen individualiza­ vienda, no habla sólo en su nombre. Tiene que considerar su po­
do de corto alcance que en una perspectiva cultural de largo al­ sición entre sus vecinos, a quienes hace la crítica correspondien­
cance. te cuando no cumplen con sus obligaciones sociales. Ella ha
Las heurísticas son también convenciones: al ser compartidas interiorizado las categorías culturales de las mujeres; su marido
dentro de una comunidad resuelven problemas de coordinación. ha interiorizado las de los hombres. Los miembros de la misma
En esta capacidad, ellas son el elemento esencial del proceso cul­ comunidad saben lo que le ocurre a una familia si ella evita los
tural. No sólo ayudan a valorar el riesgo, sino que capacitan a cada riesgos de cultivar su propia tierra y se acoge a la aparente segu­
miembro de la comunidad para predecir lo que los otros harán en ridad del trabajo asalariado. Ellos saben las cosas malas que pue­
un contexto dado. Así, codifican y transmiten información de den suceder a las personas mayores si se vende la granja. Una
mercado. Cuando todos los miembros de la comunidad viven bajo cultura común les dice en dónde se encuentran en la clasificación
las mismas coacciones, necesitan compartir estrategias flexibles de las oportunidades citadas, sin cálculos elaborados.
para negociar con el variado entorno y para llegar a un acuerdo so­
bre qué es verosímil que suceda. Gladwin (1975) ha ilustrado
cómo codifican los vendedores de pescado en Ghana las valora­ Percepciones de las oportunidades de vida
ciones de factores inciertos. Ellos dividen la situación de la de­
manda en «mercado bueno», «mercado estropeado», «poco pes­ Dohrendorf 11979: 29-321 ha abogado con elocuencia en favor de
cado» y «pescado abundante». Con esta división en categorías, un enfoque de la justicia social basado en las oportunidades que ofre­
más el conocimiento del precio al que los asentadores suministran ce la vida. Los cálculos de las oportunidades relativas que él propone
126 LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO BÚSQUEDA DEL RIESGO Y SEGURIDAD ANTE TODO 127

remediarían la ignorancia que los foráneos tienen de una cultura local tanda, en cambio, entender la conducta desde el ’'interior", desde el
|y en realidad los gobiernos y las agencias internacionales utilizan tales punto de vísta del individuo. Y parte del ejercicio de construir un mode­
estadísticas precisamente para esos finesj y corregirían la candidez de lo "interno" significaría dar el debido peso a la ecología ya la finalidad
los miembros del grupo en cuestión |en general, más bien aislados] que de los juicios y elecciones que se llevan a cabo en la vida cotidiana...
creen que todo soldado puede llevar en su mochila el bastón de un ma­ los estudios que más se aproximan a la explicación jen contraposición
riscal de campo. Pero dentro de una determinada cultura, el conoci­ a la descripción) de los llamados sesgos e irracionalidades del público
miento de las oportunidades vitales está difundido de Forma más creíble, lego son aquellos que relacionan las observaciones comporta menta les
como Boltanski y otros han puesto de manifiesto: por ejemplo, interro­ con procesos más amplios mediante los que se selecciona la informa­
gando o madres con ingresos bajos sobre sus expectativas acerca de ción y se integra junto a representaciones del mundo que el sujeto ya
los logros académicos y profesionales de sus hijos (Boltanski 1970). Ex­ posee como resultodo de experiencias anteriores, y motivaciones que
pectativas culturalmente estandarizadas ajustan las esperanzas del indi­ van desde preferencias hasta metas que dirigen la vida». En otras pala­
viduo a aquello que es más probable. El proceso crea formas de pro­ bras, debería desplazarse el foco de atención a la modelación de las
minencia en el flujo de información envolvente y da indicaciones sobre influencias culturales sobre la percepción y la elección.
qué hay que considerar normal y qué anormal, Los psicólogos que es­ Este notable ensayo, cuyo primer apartado se titula Confesiones de
tán interesados en la «prominencia» de determinados sucesos y en la dos analistas desilusionados, da uno visión honrada y crítica de las li­
«disponibilidad» de ciertos tipos de interpretación en su efecto sobre la mitaciones y de los puntos fuertes de los métodos psicométricos del aná­
percepción del riesgo harían bien en investigar expectativas estandari­ lisis de la percepción. En este punto, cuando parece claro qu.e la psi­
zadas en comunidades definidas con claridad. cología cognitive sólo puede desarrollarse encuadrando la cuestión en
los procesos culturales, los problemas de método no deberían parecer
La fortuna de la comunidad que los rodea expone vivida­ invencibles. Las estadísticas que indican grosso modo los movimientos
mente en las vidas de sus amigos las consecuencias de una exce­ de precios que constituyen la materia principal de las teorías económi­
siva asunción del riesgo o de una excesiva aversión al mismo. La cas de consumo son también indicadores grosso modo de los movi­
cultura ofrece los límites de una elección económica racional mientos de elección y de gustos. No están separadas ni de los proce"
cuando define la pauta de vida y las exigencias de ayuda mutua. sos cognitive« individuales ni de los procesos culturales. El análisis de la
estructura arboriforme de la demanda es esencialmente análogo (a es­
La cultura viviente es el sistema mnemotécnico que hace que el
cala del gran público) al análisis de árboles de decisión individual. Leon­
granjero sea fiel a sus prioridades y lo guía a través de lo que se­
tiev (1947] es especialmente aconsejable para la historia de la teoría
ría un cálculo terriblemente difícil si un individuo tuviera que ha­ de la utilidad al mostrar cómo el concepto del agente individual racio­
cerlo sólo con sus propios medios. nal se aplica a las grandes pautas de consumo nacional. Lo realmente
difícil es persuadir a los dos grupos de analistas de que hay un elemen­
to interpuesto, la cultura, que es merecedor de su atención conjunta
Modelar el comportamiento cultural (Douglas e Isherwood 1978).

Otway y Thomas j 1982) subrayan acertadamente que, en contras­ La cuestión de los niveles aceptables de riesgo forma parte
te con el estadístico bayesiano. .. «cabe perfectamente que un psicó­ de la cuestión de los niveles aceptables de vida y de Jos niveles
logo bayesiono esté interesado en algo distinto de un modelo "externo" aceptables de moralidad y decencia; y no se puede hablar con se­
de lo que la gente debería hacer y en la discrepancia entre esto y lo riedad del aspecto del riesgo mientras se evita la tarea de analizar
que hace en realidad. Tal vez adopte una perspectiva diferente, inten- e! sistema cultural en el que se han formado los otros niveles.
VIII

LIMITACIONES INSTITUCIONALES

Este capítulo explora la bibliografía en busca de tipologías


de organizaciones que pueden influir en las percepciones
del riesgo. En la teoría de las organizaciones, se ha suscitado
la cuestión de cómo tipos diferentes de entorno
social afectan a la toma de decisiones,
pero jamás se ha centrado la atención sobre- ella.

«El entorno organizativo y social en el que se encuentra a sí


mismo quien toma una decisión determina qué consecuencias
anticipará y cuáles ignorará. En una teoría de la organización, no
pueden tratarse estas variables como factores independientes,
inexplicados, sino que la teoría debe determinarlos y explicarlos»
(March y Simón 1958). Mucho tiempo ha transcurrido desde que
March y Simón dijeron esto. Ello sugiere que una teoría de la or­
ganización tendría mucho que revelar sobre la definición que el
agente racional realiza de una situación y su selección de proba­
bilidades. En efecto, se ha llevado a cabo un considerable traba­
jo sobre las diferencias de ponto de vista desde diferentes partes
de una organización: la vista del ojo de gusano, la vista del ojo de
pájaro, la vista del Líder, la vista del foráneo, la vista desde el sue­
lo del taller. Con todo, a pesar de este buen punto de arranque so­
ciológico. no se busca el origen de la cuestión de la percepción
humana del riesgo en las características cualitativamente dife­
rentes de las instituciones. Si se concede que las instituciones de­
sempeñan un papel, entonces Ja consecuencia debería ser que
gran parte de la investigación sobre la percepción del riesgo se ha
aplicado a las unidades equivocadas, a los individuos en lugar de
a las instituciones. El resultado de la investigación sobre los ses­
gos culturales indica incluso que los individuos no tratan de ha-
130 LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO LIMITACIONES INSTITUCIONALES 131

cer elecciones independientes, en especial sobre grandes cuestio­ El método central de seguimiento consiste en fijar la aten­
nes políticas. Algunos aspectos políticos de este argumento han ción sobre los infortunios.
sido desarrollados en Douglas y Wildavsky (1982). A la hora de
calcular la credibilidad de las fuentes, los valores y las probabili­
dades, vienen ya preparados con suposiciones y ponderaciones Centrar la atención en el infortunio
aprendidas cultural mente. Esto no implica que ejerzan una in­
fluencia determinista sobre los individuos. Cabría decir que ellos «El test de cuál es el motivo dominante es por lo general, y tal vez
han elaborado sus prejuicios como parte del trabajo que consiste siempre, a qué atribuye la gente los peligros, la enfermedad y otros in­
en diseñar las instituciones y que han fundado sus instituciones fortunios, y qué pasos da para evitarlos o eliminarlos» (Evans frilchard
19.56: 315). Para buscar los principios que centran la atención sobre
como procesadores de decisión que descartan algunas opciones y
los riesgos, ésta es una prescripción mejor que estudiar aquello que su­
sitúan otras en una luz favorable. Una de las primeras elecciones
cede sin problemas y los momentos alegres.
que se les presentan a los individuos consiste en incorporarse o
Evans-Pritchard (1937) definió este enfoque cuando demostró que ni
no incorporarse a instituciones de diferentes tipos. En el siguien­ las preguntas ni las atribuciones de culpa se formulan en pautas aleato­
te nivel los individuos se dedican a la vigilancia continua de la rias de acusación, como sucedería Si la atribución fuera una función del
maquinaría institucional que han elegido. Las grandes elecciones perceptor individual.
les llegan en forma de preguntas acerca de si reforzar la autori­
dad o subvertirla, si bloquear la acción o hacerla posible. Es aquí Todo contratiempo grande en una organización desata pregun­
donde se ejerce la racionalidad. tas acerca de la responsabilidad. Si la organización lleva estableci­
Para entender el comportamiento racional deberíamos exa­ da el tiempo suficiente como para haber adoptado una forma de­
minar dicho proceso cotidiana de vigilancia, que consiste en terminada, las preguntas no suelen ser fortuitas. Menos aún
aplicar dos clases de tests de coherencia a la estructura institu­ parecerán creíbles las respuestas a no ser que refuercen las preo­
cional. Uno es el cotejo de las promesas con las prestaciones. cupaciones que sienten los miembros sobre la forma de la organi­
Por ejemplo, la empresa promete que los puestos de trabajo son zación en la que viven. Por ejemplo, si los miembros de una orga­
seguros, luego alguien es despedido. ¿Qué posibilidades hay de nización desaprueban la forma en que se ejerce la autoridad
que las garantías de seguridad de la empresa sean fiables? El suprema, será creíble que se intente hacer cargar con la responsa­
otro test se aplica a los principios de justificación: ¿Es sólida su bilidad de los accidentes a la autoridad suprema; durante el perío­
lógica? ¿Cuáles son los principios de clasificación? ¿Son con­ do de preparación de la respuesta, se investigará y criticará la se­
tradictorias las normas? ¿Qué grado de coherencia tiene la tota­ veridad y el peso arbitrario de la autoridad. En la dirección inversa
lidad del sistema de normas por el que se guía la institución? de preocupación, si la mayoría está molesta por la conducta per­
Contratiempos, infortunios, amenazas y catástrofes provocan turbadora de los miembros jóvenes de una organización y teme un
una serie de interminables desafíos y reflexión sobre la estruc­ posible desafío a la autoridad tradicional, entonces es muy verosí­
tura de la vida institucional. No es difícil ver que este proceso de mil que se considere que los grandes y pequeños infortunios han
seguimiento establece para cada institución, y en el nivel apro­ sido causados por los jóvenes turcos. Esto es compatible con la teo­
piado algunas normas convenidas del riesgo aceptable e inacep­ ría de la atribución, extendida más allá de los individuos a la vida
table. de las instituciones. Es importante caer en la cuenta de que las in­
132 LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO LIMITACIONES INSTITUCIONALES 133

vestigaciones subsiguientes a una desgracia y que se concentran decisiones políticas eficaces, y que, en consecuencia, los problemas de
sobre las normas y valores institucionales representan el ejercicio organización más importantes derivan de un incremento en la escala.
normal del pensamiento racional individual. Todo el mundo está Para una exposición influyente léase Homans 11950). La medida de las
sumamente interesado en oír las excusas y justificaciones por el economías y deseconomías de escala conlleva la implicación para la
daño acaecido y en emitir un juicio, pero no investigan de forma teoría económica de que para cualquier situación particular se puede
identificar una escala correcta de operaciones. Cabría esperar que los
desapasionada. Aportan a las pruebas de coherencia lógica intui­
economistas tengan un sesgo opuesto al de los sociólogos, dado que su
ciones de gran carga cultural sobre cuál debe ser la organización
teoría descansa en el axioma de que los mercados son eficaces sólo
ideal, influidos por el recuerdo de anteriores investigaciones y pre­
cuando el número de vendedores es lo suficientemente grande como
cedentes. Tanto si la institución se ha desarrollado en una direc­ para impedir una confabulación. Pora un sumario de la diferencia entre
ción como en otra, la búsqueda de un agente culpable tendrá el ses­ los supuestos de los economistas y los politólogos o este respecto véase
go correspondiente. Así es como las catástrofes, definidas como Barry y Hardin (1982: 39-50] en la introducción a la teoría de Olson
causadas por el hombre o naturales, resultan engranadas en la mi- de la acción colectiva. Este último basa su teoría de forma explícita so­
cropoiftica de las instituciones. Los procesos de inculpación o de bre las diferencias de escala: «A no ser qué el número de individuos en
exoneración de culpa fortalecen las pautas de la organización y un grupo sea bastante pequeño...» y «cuanto mayor és el grupo, tanto
son en realidad una de sus partes fundamentales. Se ha dicho que más insuficiente resultará..,» basándose de forma bastante explícita en
los objetores a la planta nuclear Windscale, aunque no llegaron a la noción de Homans, esencialmente romántica, de que la pequeña es­
calo, las unidades sociales cara a cara, son en sí mismas inmunes a los
conseguir la decisión que buscaban, cambiaron mediante sus es­
trastornos de que están plagadas las grandes organizaciones |19ó5|.
fuerzos los procesos de responsabili ¿ación (Williams 1980: 317).
Estos sentimientos implícitos sobre la relativa facilidad de la coopera­
La teoría de la organización es pobre a la hora de explicar la ción humana a pequeño escala han sido puestos en cuestión por Barry
ceguera institucional. Rara vez se discute la cuestión, y las tipo­ y Hardin (1982: 25-26] y por Chamberlain [1982), concluyendo que los
logías actuales que emergen de un modo bien desarrollado son efectos de escala son mucho más complejos de lo que se suele pensar.
sorprendentemente escasas. Un número de tipologías incipientes Es digno de señalar que la preocupación más vigorosa de los cien­
se fragmentan y se pierden, Uno de los contrastes más comunes tíficos sociales por los efectos de escala es nueva comparada con los
distingue entre organizaciones grandes y pequeñas, dando a en­ bien asentados principios de alometría de los biólogos (Naroll y Von
tender que las grandes son complejas y las pequeñas son senci­ Bertalanffy 1950].
llas. Nunca se desarrolla esto lo suficiente porque las organiza­ Una de las-, definiciones de complejidad distingue entre un sistema
que tiene muchos portes y un sistemo simple que tiene sólo algunas [La
ciones pequeñas quedan descartadas del ejercicio. La teoría de la
Porte 1975). Esto, por implicación, liga la complejidad con el aumento
organización parece obsesionada en exceso por la idea de que los
de escalo. Otra aproximación a la complejidad que depende de la
problemas se crean a causa del incremento en la escala.
combinación de la variedad con la implicación lógica da una clasifi­
cación muy diferente de sistemas complejos y simples, sin conjeturar
nada sobre el número absoluto de los elementos constituyentes o sobre
Efectos de escala las perspectivas de colapso (Douglos y Gross 1981; Douglas 1984J.

La sociología mantiene un sesga sentimental hacia la creencia de Puede incrementarse el prejuicio por el hecho de que las or­
que la pequenez de escala es mejor para la acción, el liderazgo y los ganizaciones grandes pueden utilizar analistas de decisión como
134 LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO LIMITACIONES INSTITUCIONALES 135

consultores, y así. por defecto, puede parecer que las organiza­ ciera que sólo hemos identificado dos tipos: por un lado, la buro­
ciones pequeñas tienen pocos problemas. Además, los sociólo­ cracia con sus normas de procedimiento y valores jerárquicos;
gos tienden a idealizar las formas pequeñas de sociedad donde por el otro, el mercado, dominado por la racionalidad fin-me­
todo el mundo se conoce. Ellos suponen que la complejidad es dios. Determinadas fases evolutivas de uno y otro tipo desarro­
sólo una función de escala. Un incremento en la escala conduce llan un campo de acción en el que los líderes carismátícos cons­
a la delegación, la centralización, la compartimentación, y éstas truyen coaliciones frágiles y las llevan a un clímax y a un
llevan a canales sobrecargados y a comunicaciones problemáti­ predecible colapso. En la bibliografía sociológica es rara la vez
cas. Siendo esto verdadero, no es cierto que organizaciones muy que se centra directamente la atención en las limitaciones institu­
pequeñas no tengan problemas muy graves que conducen a fac­ cionales de la percepción.
ciones, rupturas y fiascos. La pequenez de escala es compatible
con un alto grado de complejidad interna, delegación y compar­
tí mentalización. Una base antropológica para una comparación Limitaciones institucionales de la percepción
social necesita restar importancia a algunos de los efectos de es­
cala y tener en cuenta los problemas endémicos de diversos tipos Se ha comparado a los ingenieros con los funcionarios de la sani­
de organización social. dad pública a fin de evaluar el punto de vista de los profesionales en el
Los principios de clasificación sociológica derivados de Mas Gobierno y en la industria. La preocupación de los funcionarios de la
Weber proporcionaron tipologías que se superponen ligeramen­ sanidad pública par la calidad medioambiental tiende o decrecer con
el número de años en la profesión. Tonto en el coso de los ingenieros
te. El contraste entre liderazgo carismático y procedimientos ru­
como en el de los funcionarios de la sanidad pública, la veteranía lleva
tinarios, basado en los roles distintivos de profeta y sacerdote, ha
a una dedicación creciente a lo entidad, pero los ingenieros perciben
obsesionado a gran parte del pensamiento social occidental. Pero un espectro más amplio de los problemas que afectan a la sociedad.
¿es el líder quien tiene carisma o se le impone éste al líder en de­ Tal comparación apunta a cómo podrían investigarse los efectos institu­
terminados tipos de regímenes políticos? Estilos de liderazgo cionales sobre la percepción de riesgo (Sewelt 1971, 1973J_
contrastados serían útiles para el objetivo presente si la biblio­
grafía sobre el carisma (ya sea sobre líderes de partido o sobre el La importancia fundamental paradigmática de estos dos ti­
culto a la personalidad) no tendiera en demasía a tratar a los lí­ pos —burocracia y mercado— explica por qué es tan difícil
deres separados del análisis de los regímenes políticos (Wil- transferir a la sociedad moderna todo tipo de conocimientos ad­
davsky 1984). quiridos por la antropología. El mercado es la condición funda­
El otro principio clasificador que domina nuestro pensa­ mental de una sociedad industrial. Toda burocracia es vista
miento sobre la sociedad proporciona el contraste entre raciona­ como el desarrollo (tal vez indeseado) de una cultura alta. Com­
lidad de mercado y racionalidad burocrática. Mientras que la ru­ binadas. son el punto de referencia que separa a los tipos de so­
tina tiende a llevar a la burocracia, el carisma tiende a ciedad moderna de aquellos otros técnicamente sencillos estu­
desarrollarse fuera del ámbito del mercado y de la burocracia diados por los antropólogos. Para salvar este impresionante
dándonos la ilusión de la existencia de tres tipos. Mientras que si abismo se necesita una tipología que funcione a un nivel superior
los estudios sobre el carisma estuvieran bien integrados con los de generalización, permitiendo que se vean formas sociales dis­
estudios de liderazgo y de grupo de interés, posiblemente apare­ tintivas aparte de los accidentes del alfabetismo y de la tecnolo­
136 LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO LIMITACIONES INSTITUCIONALES 137

gía. El esfuerzo de tipologización en la teoría de la organización ricos que recunen frecuentemente a planes y rutinas tipos. El ter­
ha estado dominado durante largo tiempo por el análisis de la de­ cer modelo de Allison es una versión más complicada de la teo­
cisión. Encontramos aquí una bibliografía impresionante que su­ ría de la utilidad que utilizó en su Modelo 1, en el que todo el
pone que tipos de pensamiento están relacionados can tipos de mercado de agentes individuales negocia, llega a compromisos,
organización. No resulta sorprendente que se consideren en ge­ y hace coaliciones. En efecto, en vez de suministrar tres tipos
neral sólo dos tipos de toma de decisión. El artículo decisivo que distintos, Allison trabaja con los dos modelos básicos habituales:
sentó las condiciones para la comparación que aún se realiza hoy mercado y burocracia, y burocracia vista desde dentro como un
es la crítica (1959) que Lindblom hizo de la teoría de la decisión mercado.
y de ¡a organización (Lindblom 1965,1979; Knott 1982), y en el Steinbruner (1976) intenta que haya tres modelos de cogni­
que compara el estilo de toma de decisión de tipo «raíz», que es ción en las organizaciones: un modelo clásico de utilidad (que se
racional, teórico y científico, con el estilo «rama», que es prag­ corresponde bastante con el estilo de tipo «raíz» integral y racio­
mático, estratégico e incrementa!. nal de la formulación de una política de Lindblom), al que él lla­
Gran parte de la investigación posterior inspirada por este ma pensamiento analítico; un modelo pragmático interactivo que
contraste ha producido variaciones sobre la misma distinción bá­ se corresponde con el otro modelo de Lindblom;, un modelo ci­
sica: programación sinóptica de una política contrastada con una bernético con enfoque restringido de forma burocrática, que tie­
programación estratégica, presupuestación global frente a presu­ ne mucho en común con el acento sobre los objetivos fijos y pro­
puestarios incrementa! (Wíldavsky 1975), creación de estrate­ cedimientos operativos del Modelo 2 de Allison. De nuevo, no
gias del tipo meditativo e interactivo. La actividad teórica se resulta convincente la pretensión de haber definido más de das
mueve entre diversos niveles operativos, entre los procesos y sus tipos básicos. Tanto Steinbruner como Allison están interesados
productos, entre diversos tipos de organización. Pero siempre te­ en el problema central de cómo la composición mental previa
nemos dos tipos de toma de decisión: el punto fuerte de uno de afecta a la interpretación de los hechos. Ambos dan a entender
ellos es ia teoría global, el punto débil del otro es la teoría, pero que la composición mental y sus supuestos proceden de algún si­
que descansa con éxito en la interacción social para suplir sus tio que se encuentra fuera del análisis, tal vez de la cultura na­
otras carencias. cional o de ia estructura psicológica del individuo, mientras que,
Algunos pensadores han tratado de proponer un tercer tipo según el argumento antropológico, el individuo se decide inicial-
de toma de decisión, pero no han conseguido producir una tipo­ mente por un tipo de organización y este compromiso mismo ge­
logía coherente. AHíson (1971) ofrece tres modelos de toma de nera la toma de decisión y el sesgo perceptivo.
decisión gubernamental; el primero se basa en el comportamien­
to individual según la teoría clásica de la utilidad; se presenta al
gobierno como si fuera un solo agente racional, capaz de conocer Compromiso moral
y jerarquizar sus metas y de resolver sus problemas de acuerdo
con una evaluación racional de costos y beneficios; el segundo se Ouchi (1980) ha sugerido uno tercera forma organizativa desde
hace eco de la descripción que presenta Lindblom del proceso de dentro de este esquema conceptual. Designa coma «clan* a una estruc­
arreglárselas de la mejor forma posible que realmente tiene lugar tura en lo que una congruencia total de metas permite mucha más infor­
en las organizaciones, contrariamente a las instancias de los teó­ malidad y uno declaración de normas menos explícita. Pera por des­
138 LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO 139
LIMITACIONES INSTITUCIONALES

gracia, un entusiasmo aerifico en favor de la escala pequeña hace fra­ hacer frente a la demanda institucional de coherencia. Cada
casar esta estrategia. Ouchi considera que el clan emerge como res­ miembro de una organización vigila el comportamiento de su ve­
puesta al fracaso de la organización burocrática, y utiliza el argumento
cino mediante tests de responsabilidad y coherencia frente a las
proveniente de la escala paro afirmar que los clanes no necesitan uno
presiones provenientes de ía naturaleza. La línea que separa a la
inspección ni evaluación explícitas, a causa de la sutil vigilancia mutua
de los colaboradores estrechos. Como Rosabeth Moss Kanfer (1972),
catástrofe obrada por el hombre de la catástrofe natural se traza
él supone que el compromiso moral con metas comunes es un factor in­ como respuesta al escrutinio inoral de aquello que es un nivel ra­
dependiente. Si él puede suponer que el compromiso moral nace tan fá­ zonable de prestación. Para conocer las anteojeras institucionales
cilmente, simplemente a partir de la decepción que provoca el funcio­ sobre la percepción, tenemos que considerar cómo hay que inter­
namiento de la burocracia, ¿por qué no podemos suponer también que pretar las catástrofes a fin de cumplir los objetivos de los indivi­
precede a las relaciones de mercado e invertir así su argumento? Am­ duos a medida que éstos formulan recíprocamente demandas
bos pasan por aLto el dilema central de la teoría política en el que lo morales y a medida que establecen canales institucionales para
cuestión ha sido durante siglos, cómo emerge y cómo se sostiene un
realizar sus expectativas. Necesitaremos una tipología más rica,
compromiso moral.
más de dos tipos de organización, y alguna buena teoría para vin­
cular las apelaciones a la naturaleza, las percepciones de riesgo y
Dado el uso dominante de la idea de conducta racional en la la micropolítica de las instituciones.
teoría de la organización, uno esperaría que se explicaran de for­
ma clara las diferencias entre el individuo que toma la decisión y
la organización. Un resumen reciente pone de manifiesto que el
esquema paradigmático de la organización vista como un indivi­
duo está lleno de cabos sueltos, y que no ha sido comprendido
tan bien como cabría esperar tratándose de una herramienta cen­
tral en la teoría de la decisión. Los dos modelos incompletos que
prevalecen tratan la organización o bien como un individuo den­
tro de un entorno de mercado o bien como un mercado, cuyas
partes constitutivas son individuos (Hogarth 1981).
Un enfoque antropológico útil de la organización va en bus­
ca de cómo la organización desarrolla mecanismos específicos
de responsabilidad y de inculpación. El compromiso de los indi­
viduos con estos mecanismos produce una estructura interna de
costo a la que tiene que adaptarse la conducta racional si un indi­
viduo determinado quiere prosperar dentro de la organización.
Para sobrevivir, la organización entera tiene que estar bien adap­
tada a la estructura de costos y beneficios en el entorno externo.
Dicha adaptación se logra mediante la apelación a ideas cosmo­
lógicas que codifican los peligros latentes en el universo a fin de
IX

RIESGOS CODIFICADOS

Este capítulo de conclusión extiende algunos


de los recientes trabajos realizados
sobre economía institucional a la codificación
de decisiones dentro de la estructura de la organización.
El individuo adopta una visión de las probabilidades
a medio y a corto plazo. Las instituciones llevan
la percepción al plazo largo. Diversas instituciones
varían el foco de atención y constituyen para los miembros
individuales una experiencia diferenciada
de las probabilidades existentes en el mundo real.

Este volumen gira sobre un contraste central. Por un lado, el


análisis de riesgos en el seno de la teoría de la elección, como vi­
mos en el capítulo 4, despeja todas las consideraciones sobre el
mundo real. Comprensiblemente, una pura teoría del riesgo se­
para su tema de los prejuicios alimentados por quien toma la de­
cisión y de las contingencias institucionales e históricas. Por otro
lado, en el mundo real la percepción de las probables pérdidas
naturales está cargada de asociaciones morales y de sesgos insti­
tucionales (como vimos en el capítulo 5). Aquí se constituye un
dilema práctico para las ciencias sociales. El desafío actual al
que éstas se enfrentan concierne a los niveles de la aceptabilidad
del riesgo. No se puede tratar una cuestión de esa clase salvo en
un contexto de teoría moral y política. Un enfoque antropológico
combina el análisis de la conducta racional con la relación de los
constructos éticos que se utilizan para enfocar cuestiones socia­
les. Pero la antropología es una forma primitiva y periférica de
discurso. No está axiomatizada. No dispone de un núcleo de pro­
posiciones establecidas. De por sí ella nunca puede corregir un
142 LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO RIESGOS CODIFICADOS 143

foco descentrado. Podemos tratar de argumentar en favor de un da como una medida de responsabilidad personal en el aquí y
enfoque antropológico tomando préstamos de los economistas y ahora. En lugar de tratar de forma acrítica la naturaleza como
de los teóricos de la elección racional para hacer una aproxima­ algo dado, deberíamos preguntar qué factores sociales arrastran a
ción conjunta al problema central de la percepción del riesgo. veces la atención más allá del normal foco perceptivo de los su­
El problema que dio lugar inicialmente a una nueva subdis­ cesos de frecuencia media.
ciplina de la percepción del riesgo estaba relacionado con fuen­ El argumento que hay que elaborar es el de que el filtro ins­
tes extraordinarias de peligro. La utilización industrial de la titucional a través del que se perciben los riesgos impone una dis­
energía nuclear introduce la idea de efectos gravemente perjudi­ torsión consistente sobre las probabilidades. Decir que la lente
ciales subsiguientes a acontecimientos de muy baja probabilidad. institucional oscurece las cuestiones de riesgo es verdad en par­
Puesto que parece que el conocimiento humano trabaja por lo ge­ te. También utiliza las cuestiones de riesgo para esclarecer otro
neral centrándose en las probabilidades medias, cabría presumir conjunto de problemas. Es más iluminador considerar los riesgos
que esos peligros caen fuera del umbral cognitivo del público como una lente para agudizar el foco sobre la organización social
profano. Con todo, la pregunta inicial estaba formulada a la in­ misma. Las instituciones utilizan la cuestión del riesgo para con­
versa: algunos miembros del público profano estaban muy inte­ trolar la incertidumbre respecto de la conducta humana, para re­
resados en tales acontecimientos, y los expertos decían que la forzar normas y para facilitar la coordinación.
preocupación era innecesaria. También vimos nosotros que la En este argumento han dado los pasos los autores que se re­
posibilidad de atribuir inculpación atrae y retiene la atención del conocen especialmente deudores de Herbert Simon. Vimos la in­
individuo. Vimos que un fuerte sentido de afrenta moral podía fluencia de éste sobre el análisis de las respuestas a los riesgos
ser suficiente para centrar la atención del individuo sobre los pe­ del tipo seguridad ante todo (en el capítulo 7). La segunda críti­
ligros que se hallan fuera del alcance estrechamente limitado de ca de Simon a las suposiciones de racionalidad ilimitada de la
la cognición. Partiendo de esto, a algunos autores les ha parecido teoría de la elección era el olvido por parte de ésta del sistema o
que el ser forzado involuntariamente a asumir graves riesgos ex­ entorno total en el que el agente racional hace elecciones. Lo que
plicaría la sensibilizada conciencia política del público respecto sigue es un desarrollo de su idea de que «lo que nosotros llama­
de los peligros provenientes de la industria. De aquí, la línea di­ mos el “entorno” puede estar, en parte, dentro de la piel del or­
visoria entre las catástrofes naturales y aquellas causadas por el ganismo biológico» (Simon 1955). En la primera declaración de
hombre ha parecido ser la clave para entender la hostilidad a la Simón, la racionalidad limitada debía ser una teoría que tuviera
energía nuclear y a los productos químicos industriales tóxicos, en cuenta los límites neurofisiológicos y lingüísticos al tratar la
casos claros en los que es posible establecer una responsabilidad solución de problemas complejos. Veinte años después, Wil­
humana. Pero la explotación no siempre produce alerta política. liamson da al tema una nueva dirección considerando las fun­
El sentimiento de ser explotado no es una variable independíen­ ciones que desempeñan las instituciones en la solución de pro­
te. Esta explicación no ayuda a aclarar la pasividad de la mayo­ blemas, en la toma de decisiones y en la codificación de
ría de las sociedades occidentales y de Japón respecto de la ener­ información. El individuo racional no necesita tener en cuenta
gía nuclear que se desarrolla para fines pacíficos. Esta línea entre todos los factores. Algo del entorno está dentro de su piel. La or­
causas naturales y causas humanas se hace pasar por una de las ganización intema de una institución suministra una manera de
divisiones neutrales del universo de forma que puede ser utiliza­ economizar en el esfuerzo cognitivo (Williamson 1975). Wil-
144 LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO RIESGOS CODIFICADOS 145

liamson elabora los pasos por los que los costos de transacción justa. Su cosmos neutral y su creencia en e! poderoso armamen­
indicarán al agente racional si le tiene más cuenta permanecer to personal dirige la atención allí donde el poder está localizado
dentro de un entorno de mercado libre competitivo o aceptar un en realidad. El poder no está velado o frustrado en tal régimen, y
contrato laboral y entrar en un entorno burocrático. Basándose la teoría cosmológica Le da sólo la legitimación que se necesita
en costos de transacción propone un modelo de la evolución de para conducir a los héroes y a sus seguidores a una confrontación
las formas sociales. Ulteriores pasos hacia un análisis económi­ abierta. Concentrar la atención sobre la catástrofe provoca averi­
co de las instituciones desembocan en un esquema teórico en el guaciones que encuentran la distribución real de poder y a sus re­
que se supone que e] agente racional realiza elecciones entre for­ tadores. Crea estructuras de plausibilidad que legitiman tanto la
mas sociales para lograr aquella que se adapta óptimamente a sus sociedad como su particular visión del riesgo.
intereses en un entorno dado. Con otros agentes racionales desa­ En segundo lugar, la jerarquía utiliza el cosmos moral para
rrollará convenciones para resolver los problemas de coordina­ sostener la autoridad y para canalizar el poder hacia los legíti­
ción. Por último, la institución (que en este análisis es definida mos ocupantes de los cargos. Atribuyendo muertes y accidentes
como las convenciones que es provechoso observar) depende de de todo tipo a la naturaleza (y a veces a los muertos), los ocu­
asegurar la sumisión del prójimo (Schelling 1960; Lewis 1969; pantes vivos de los cargos evitan la impopularidad de impartir un
Schotter 1981). Nuestra atención tiene que volverse hacia la in­ castigo.
vención de recursos de bajo costo para lograr la sumisión. En Esta aproximación a las diferentes pautas de percepción del
este punto los riesgos provenientes de la naturaleza resultan muy riesgo relaciona a ésta con tipos de procedimientos legitimado­
interesantes debido a su utilización para mantener el sistema. res en diferentes entornos sociales. Para que resulte plausible a
En el capítulo 5 hemos contrastado dos actitudes respecto de otros científicos sociales, se necesitan algunas cosas más. En la
las catástrofes naturales. Una es oportunista al pretender crédito parte empírica se necesita una etnografía cuidadosa de lo que se
político para las catástrofes en lugar de inculpar a las personas dice y hace acerca de las catástrofes antes y después de que su­
desviadas, a quienes todos reprueban. Se ha encontrado esto en cedan. Hay que elaborar una meticulosa evaluación de las es­
un tipo de sociedad que llama a sus miembros al heroísmo en pro tructuras de comunidad dentro de una tipología de las institu­
de grandes honores y recompensas. Este régimen no valora in­ ciones. En la parte teórica, podría revivirse y revisarse el tema
ventar estratagemas adicionales que aseguren la sumisión: fun­ de las funciones latentes. Esta concepción fue importante en los
ciona porque (y sólo si) ofrece incentivos individuales aprecia­ años cincuenta cuando Robert Merton (1968a) la utilizó para
dos. El otro tipo, al que llamamos jerarquía, necesita dejar muy contrastarla con la función manifiesta de una organización. Son
claro en todo tiempo a los miembros que la conformidad es el manifiestas las funciones para cuya realización expresa está ins­
mejor medio de que ellos disponen para asegurar sus intereses tituida la unidad social y sobre cuya prestación es juzgada. Las
privados. Éste es el tipo de sociedad en el que las catástrofes na­ funciones ocultas o latentes son aquellas que parecen no estar
turales anticipadas subrayan firmemente las convenciones esen­ incluidas en el presupuesto: la sociabilidad de los miembros, la
ciales. Cada régimen valora de forma diferente en las investiga­ protección del status de éstos, e! incremento de la solidaridad
ciones post mortem y otras averiguaciones sobre la catástrofe. cuando ellos colaboran, y la definición de sus fronteras sociales.
Primero, la sociedad heroica y de confrontación refuerza de Las funciones latentes estaban relegadas a una importancia teó­
forma dramática su propia idea adecuada de la propia sociedad rica secundaria incluso antes de que el funcionalismo comenza­
146 LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO RIESGOS CODIFICADOS 147

ra a ser criticado en los años sesenta, probablemente porque, por pero ésta es más una forma de vida comunitaria. El sentido ple­
definición, son difíciles de observar. Pero parece que hay un no del término comunidad es un grupo comprometido del que los
equilibrio digno de exploración entre los conceptos de las metas individuos derivan su apoyo vital y que deslinda sus compromi­
sociales latentes y manifiestas en conexión con la aceptabilidad sos. La asociación voluntaria parece ser un intento embrionario,
del riesgo. parcial o incompleto de crear una comunidad; es una asociación
Parece razonable afirmar que cuanto más directamente son cuyos miembros son a veces capaces de presumir más de haber­
premiados de forma individual los miembros por la realización se mantenido juntos que de haber conseguido algo en concreto a
de sus roles manifiestos en una organización, tanto menos trata­ lo largo de los años.
rán ellos de conducir mutuamente sus energías hacia las activi­ Según Tocqueviíle (1966), no hay nada en América que
dades latentes que mantienen en vida la organización. Por contra, atraiga más la atención que el extendido hábito de formar aso­
cuanto más pequeñas sean las recompensas por trabajar en el sis­ ciaciones voluntarias. Aunque se ha estudiado con posterioridad
tema de rol manifiesto, tanto más esfuerzo se invertirá en el re­ la organización voluntaria, se ha prestado escasa atención a los
fuerzo y la persuasión indirectos mutuos. Por ejemplo, este tipo rasgos concretos que llamaron la atención de Tocqueviíle. Éste
de sociedad individualista realiza pagos inmediatos y directos a afirmó una floja conexión entre asociación e igualdad, y observó
su héroes exitosos; en la jerarquía, los pagos son lentos y están que las asociaciones son especialmente necesarias para movili­
relacionados de forma indirecta con el input individual. En el pri­ zar el apoyo en las sociedades democráticas, para compensar la
mer caso, es probable que se produzca una menor utilización de ausencia de poderosas personas privadas. Señaló que para que
los riesgos provenientes de la naturaleza para fortalecer la colec­ una asociación tenga algún poder en esas condiciones debe con­
tividad. En el segundo caso, el consenso en cuanto a las necesi­ tar con gran número de miembros. También observó que esta ne­
dades de la colectividad dará credibilidad a la imputación de res­ cesidad de operar a gran escala plantea dificultades. Aunque
ponsabilidad. Los maridos como categoría se unirán para apoyar Tocqueviíle rara vez utilizaba el término «envidia», dijo mucho
aseveraciones de que el adulterio de la esposa mata a los bebés; acerca de las desilusiones y frustraciones de la lucha competitiva
la categoría de padres respaldará la creencia en el poder de la llevada a cabo en una situación de igualdad general.
maldición paterna; pero ninguno de ellos hará creíbles sus acusa­ Tocqueviíle arrancó de la situación general de igualdad en
ciones a no ser que ellos tengan el apoyo moral de la comunidad América comparada con la tradición aristocrática de Europa. Afir­
en su mayoría. El apoyo moral difícilmente es suficiente en sí mó que la igualdad crea un vacío de poder que, naturalmente, es
mismo. Cuanto más débil sea el poder de la colectividad para re­ necesario llenar. Así se desarrollan las asociaciones voluntarias.
compensar a sus miembros leales, tanto más espeso será el tamiz El argumento es más convincente si se invierte. Casa mejor con la
conceptual que identifica los riesgos naturales y los relaciona visión de Tocqueviíle arrancar de un vacío de poder y ver que éste
con la deslealtad. crea problemas de organización que en parte se resuelven adop­
Para desarrollar este enfoque volvemos a una forma de vida tando un principio de igualdad. Puesto que él veía con claridad
social que depende menos de la recompensa material de sus que la igualdad es una posición incómoda, llena de descontento y
miembros: la asociación voluntaria. Como suelen describirla los carente de disciplina. Igualdad significa que todos se mueven jun­
sociólogos, se trata de un doble híbrido. Otras organizaciones se tos en la misma multitud en constante fluctuación, sin reconoci­
definen por sus funciones específicas (mercado, burocracia), miento. honor o categoría social, codiciando los ojos pequeños
148 LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO RIESGOS CODIFICADOS 149

premios y tomando a mal pequeñas desigualdades. «Cuando todo grupo de esas características tiene problemas incluso para conse­
es más o menos llano, la más ligera variación llama la atención. guir fondos para sufragar sus costes de organización mínimos y
Por eso, cuanto más iguales son las personas, tanto más insaciable hay que considerarlo como especialmente frágil y como suelo
será su anhelo de desigualdad» (Tocqueville 1966: 604). Así es abonado para la disensión interna.
como él argumentó. También podría haber esperado que la expe­ El primer paso que este tipo de organización tiene que dar
riencia de las decepciones que produce la igualdad condujera a cuando trata de recoger aportaciones y prevenir secesiones es
diferencias instituidas. Si tuviéramos que preguntar a Tocqueville trazar un lindero claro alrededor de sus miembros frente al mun­
por qué todo el mundo desearía estar en esta desdichada confusión do exterior. En segundo lugar, necesitará hacer una norma sobre
incipiente, su respuesta parecería invocar el valor positivo de la la participación al cien por cien, a fin de evitar que cualquier
igualdad, vista como un bien en sí misma. El beneficio de la igual­ miembro perezoso o recién llegado recoja beneficios injustos.
dad debe pesar más que sus desventajas. En este análisis, en lugar de partir de la igualdad y movemos ha­
Un planteamiento muy diferente de por qué algunas personas cia las asociaciones, arrancamos de las asociaciones voluntarias
valoran tanto la igualdad podría encontrarse en la obra The Logic y las vemos forzadas por la ausencia de una autoridad clara o de
of Collective Action (1965) de Mancur Olson. Este libro sugiere incentivos para instituir la igualdad como un control sobre los
de forma indirecta que la gente se resigna a las desventajas prác­ free-riders. Aunque Olson sólo llega hasta aquí, nos permite aña­
ticas de la igualdad sólo en circunstancias especiales. Lo que él dir mucho a la visión de Tocqueville.
dice en realidad es que, según la teoría de la elección racional, la Hemos visto cómo el cosmos moralmente punitivo utiliza el
organización voluntaria que no está protegida por un poder coer­ riesgo para sostener una comunidad y cómo el cosmos neutral, li­
citivo, y/o no proporciona especiales beneficios selectivos a sus gado al conflicto de héroes individuales, utiliza el riesgo para re­
miembros, no conseguirá crear un bien colectivo y sufrirá graves solver los problemas de lealtad de sus seguidores; en cada caso, la
dificultades organizativas. Los mercados y las jerarquías flore­ respuesta al infortunio es incorporada a la estructura institucional
cen gracias a la expectativa racional de sus miembros de que y utilizada para resolver diversos problemas organizativos. La
ellos obtendrán beneficios individuales selectivos. Cuanto me­ asociación voluntaria tiene problemas aún más graves que la je­
nos disponibles están esos beneficios individuales selectivos, rarquía a la hora de comprometer a sus miembros. En consecuen­
tanto más problemas de compromiso, liderazgo y toma de deci­ cia, sólo persiste si puede desarrollar una cierta respuesta caracte­
sión encuentra la organización. Según Olson, cuando no hay coer­ rística a las noticias de una catástrofe. La organización voluntaria
ción ni beneficio individual selectivo, un grupo será molestado funciona mejor de lo que Olson piensa debido al uso que hace de
por problemas d& free-riders. Cada miembro esperará ser capaz la idea de conspiración cósmica y a su estrategia de denuncia.
de disfrutar de los beneficios públicos creados por los otros sin
que nadie advierta si él aporta o no su parte. Si hay una diferen­
cia entre grandes y pequeños depositarios de una apuesta, estos Conspiración cósmica en África central
últimos tenderán a chantajear a los primeros, amenazando con
retirarse y consiguiendo así un poder de veto paralizador sobre Puede tratarse la voluntariedad de asociación como una dimensión
todo el grupo. Se frustra el liderazgo; las interminables negocia­ de roda unidad social. En el Africa central durante e! período colonial,
ciones bloquean las decisiones de comités interminables. Un los altos cargos administrativos relataban uno y otra vez la naturalezo al-
150 LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO RIESGOS CODIFICADOS 151

lamente físil de las saciedades que ellos gobernaban. Aldeas no ame­ este tipo de organización es proclive al faccionalismo. Los líde­
nazadas ya por merodeadores u organizadas para el comercio a larga res de facción son una amenaza; una manera de controlarlos es
distancia tendían a dividirse y diseminarse; la ambición de todo líder de acusarlos de alianza traidora con el perverso mundo exterior.
mantener cohesionada su aldea se veía frustrada de forma periódica y Cuanto más se agudizan las crisis internas, tanto más conviene a
regular. Sin ser asociaciones voluntarias, estas comunidades sufrían las las metas latentes de la organización que toda persona compro­
dificultades de organización previstas por la teoría de Olson, y debido
metida con ella encuentre en el horizonte señales de conspiración
a las mismas razones. Las aldeas cambiaban de lugar más o menos
y de desastre que sólo es posible detener erradicando las faccio­
cada década. Ei poder había solido del sistema político. No se mante­
nían unos derechos fijos sobre el suelo en el cultivo de tala y quema; la
nes. Cuando no se puede evitar la confrontación, los peligros
mosca tse-tsé mataba al ganado. Así, no había nada que heredar y percibidos justifican el procesamiento y expulsión del líder de
nada que indujera a las personas libres y sin compromisos a preferir facción perturbador. (Esto se aplica no sólo a asociaciones vo­
permanecer en una aldea más que en otra. Los hombres jóvenes activos luntarias, sino a todo grupo incapaz de refrenar o de proporcio­
estaban en condiciones de utilizar con eficacia la amenaza de retirada nar beneficios selectivos a sus miembros individuales.) Una fun­
para conseguir el perdón de sus fechorías. La creencia común de que ción del traidor encausado en la asociación similar a una secta es
es bueno vivir en una aldea estable unida, era sometida a tensiones por explicar su fracaso en la producción del prometido bien colecti­
las querellas que estallaban en una conflagración general después de vo; él tiene toda la culpa. Una segunda función es la de desacele­
que una sucesión de desgracias hubiera dado lugar a la identifica­ rar el proceso de fisión exhibiendo la terrible advertencia que re­
ción de una hechicera en medio de la aldea. Los amigos de la supues­
presenta ei malhechor convicto. Otra función es suministrar un
ta brujo se encontraban a sí mismos en una facción contrapuesta a los
idioma para absolver el deber de obediencia a fin de legitimar
acusadores. Las querellas se enconaban durante décadas hasta que
una fisión cuando ésta se produce.
encontraban una solución mediante el exilio de la bruja o la fragmen­
tación de la aldea. Los moradores de la aldea utilizaban la acusación El argumento afirma que las organizaciones más atentas a los
de brujería y la amenaza de una conspiración distante para resol­ peligros de baja probabilidad y graves consecuencias son las
ver sus propios problemas de organización. Para un sumario de la sectas y las comunidades religiosas (notoriamente milenaristas y
bibliografía en la que se basa esta discusión véanse los ejemplos si­ aptas para profetizar catástrofes) y también cualquier grupo de
guientes de una prolongada tradición de investigación: Gluckman y presión político, nuevos movimientos políticos y grupos de inte­
otros (1949); Mitchell (1956); Middletown y Winter (1983); Douglas rés público incapaces de suministrar beneficios selectivos espe­
11970). ciales a sus miembros. Cuantas más dificultades tienen en man­
tener unidos a sus miembros y en conseguir que se paguen las
La organización voluntaria está obligada, por necesidades cuotas comunes, tanto más tentadas están de invocar una conspi­
políticas internas, a hacer de la igualdad una virtud. El peso de ración cósmica y de procesar a un traidor. El cosmos cargado de
las estrategias individuales la llevará a asociar todo signo de am­ fatalidad forma parte del funcionamiento de un tipo de organiza­
bición personal con desigualdad, corrupción, estratificación so­ ción cuyas metas latentes presentan un problema especialmente
cial y maquinaciones inhumanas del mundo exterior. Mientras agudo.
no haya crisis internas, el compromiso con la igualdad dentro de Se ofrece este argumento general como un enfoque de la
un grupo cerrado es suficiente para promover intenciones laten­ cuestión de cómo los seres humanos perciben las bajas probabi­
tes a las que la organización voluntaria debería sobrevivir. Pero lidades y las tienen en cuenta. En general, no lo hacen; a no ser
152 LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO RIESGOS CODIFICADOS 153

que las instituciones estén enfocadas en esa dirección, ellos nun (1981) ha establecido la proposición de que en el mundo real no
ca lo harán. Su campo de atención se centra en el terreno medio. se puede esperar que los individuos realicen juego alguno a tra­
Las presiones sociales filtran las interpretaciones de los sucesos vés de probabilidades a largo plazo. Los argumentos de largo
que acontecen en el mundo. Pero las sociedades reciben diversas plazo no deberían aplicarse a decisiones sobre resultados a breve
formas: afrontan de diversas maneras sus problemas organizati­ plazo.
vos; tienen diferentes oportunidades. En una sociedad compleja,
la mezcla de competición individual, jerarquía y asociaciones El problema no es simplemente que hay que tomar a veces
voluntarias determinará la mezcla de atención a perspectivas in­ decisiones sobre «apuestas» que sólo se «juegan» una vez. Más
minentes de desastres causados por el hombre y de catástrofes bien, el problema más fundamental es que cualquier política que
naturales. En contra de lo que se afirma a veces, la cuestión tiene la persona adopte para manejar el sinnúmero de operaciones
poco que ver con la cantidad de explotación y de injusticia que arriesgadas que se producen tiene que «compensar» dentro del
prolifera en la sociedad en general. Concierne a la Codificación lapso finito de tiempo antes de que se acabe el propio interés o la
propia vida.
de la información en la organización intema de las instituciones.
El punto de vista argumentado aquí es corroborado por los psi­
Uno puede suponer que el hábito establecido de considerar
cólogos que ponderan cómo las probabilidades reales del mundo
que la vida está constituida por decisiones a corto plazo formará
se forman en las mentes de los individuos.
parte del equipamiento cognitivo que el individuo lleva consigo
La distinción entre probabilidad objetiva (o matemática) y
a la situación de test. Y se puede suponer que otros hábitos de
probabilidad subjetiva (o psicológica) ha sido siempre importan­
pensamiento están enraizados con igual profundidad e influidos
te en los análisis del riesgo. Las personas no realizan coherente­
de igual manera por el entorno institucional.
mente las elecciones que maximizarán sus ganancias esperadas o
minimizarán sus pérdidas esperadas, aunque hay razón para su­
Probablemente no hay proceso más fundamental para la su­
poner que tienen esas metas. Con frecuencia se trata tal discre­ pervivencia del individuo que la capacidad de hacer inducciones.
pancia como una debilidad cognitiva. Ward Edwards (1953) des­ Y no hay parte del proceso inductivo de la que sepamos menos
cubrió que los individuos tienen más preferencias por algunas que sobre cómo comienza ese proceso. ¿Qué es lo que hace que
probabilidades que por otras. Podríamos suponer que esto se tomemos nota de unas cosas y no de otras? Y las cosas de las
debe a una irracionalidad caprichosa. Pero quien toma la deci­ que tomamos nota ¿cómo están ligadas a las hipótesis que gene­
sión tal vez intenta explotar su propio conocimiento seguro sobre ramos acerca del mundo? (Lopes 1982).
cuál es la correlación entre probabilidades y resultados en el
mundo fuera de la situación de test de laboratorio. Una gran ga­ El pensar acerca de las probabilidades del mundo real que los
nancia es siempre más sorprendente que una ganancia pequeña. sujetos experimentales llevan consigo al laboratorio psicológico
Como dice Edwards, «los resultados altos positivos o negativos y que, sin duda, utilizan para responder a preguntas sobre la elec­
están asociados típicamente con bajas probabilidades, mientras ción nos conduce a las cuestiones básicas sobre los fundamentos
que los resultados mediocres o cero están asociados típicamente de probabilidad bosquejados en el ensayo escrito por Arrow en
con altas probabilidades. Esto, en mi opinión, es simplemente un 1951: «Alternative Approaches to the Theory of Choice in Risk-
dato acerca del mundo en el que vivimos» (1954). Lola Lopes Taking Situations» (al que nos hemos referido en el capítulo 4).
154 LA ACEPTABILIDAD DEL RIESGO

No forma parte de este informe abordar ese tema. Pero orillán­ BIBLIOGRAFÍA
dolo cuidadosamente, es necesario recordar a los analistas del
riesgo la argumentación de Durkheim, de que las ideas acerca del
mundo provienen directamente de la experiencia social. Así, las
ideas sobre la aleatoriedad y conexión de los sucesos no son in­
dependientes. El origen de las ideas sobre el corto plazo, sobre lo
corto que es, y de las ideas sobre la conexión entre probabilida­ Adorno, T. W. (edición a cargo de), 1950, Authoritarian Personality,
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