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VITTORIO MESSORI

Card. Joseph Ratzinger


Vittorio Messori

INFORME
SOBRE LA FE
SEGUNDA EDICIÓN

BIBLIOTECA DE AUTORES CRISTIANOS


MADRID 1985
Título de la edición italiana: Rapporto sulla, fede.

Han realizado la traducción del original italiano: José Luis


Legaza (cap.l), Bartolomé Parera (cap.2, 3, 5, 6, 7, 8 y 9) y ÍNDICE
Gonzalo Haya (cap.4, 10, 11, 12 y 13).

Pdgs.

Capítulo I.—Encuentro insólito 13


Pasión y razón 13
Vacaciones del cardenal 15
Derecha-izquierda. Optimismo-pesimismo 16
Ni por exceso ni por defecto 19
Teólogo y pastor 21
La sombra del Santo Oficio 24
¿Un servicio incomprendido? 26
«Todavía hay herejías» 29
Capítulo II.—Descubrir de nuevo el Concilio 33
Dos errores contrapuestos 33
«Descubramos el verdadero Vaticano II» 35
Una receta contra el anacronismo 37
Espíritu y anti-espíritu 39
«No ruptura, sino continuidad» 41
¿Restauración? 43
Efectos imprevistos 45
La esperanza de los «movimientos» 48
Capítulo III.—La raíz de la crisis: la idea de
Iglesia 53
La fachada y el misterio 53
«No es nuestra, es suya» 56
Para una verdadera reforma 58
Capítulo IV.—Entre sacerdotes y obispos 63
© by Edizioni Paoline SRL, Cinisello Balsamo (Milano) 1985. Sacerdote: un hombre desazonado 63
© de esta edición: Biblioteca de Autores Cristianos, de La Editorial El problema de las Conferencias episcopales 67
Católica, S. A. Madrid 1985. Mateo Inurria, 15.
Depósito legal M. 26.057-1985. «Volver al coraje personal» 69
ISBN 84-220-1193-x.
Impreso en España. Printed in Spain.
7
Págs.
Maestros de la fe 72 Solemnidad, no triunfalismo 143
Roma, a pesar de todo 75 Eucaristía: en el corazón de la fe 145
«No sólo la Misa» 147
Capítulo V.—Señales de peligro 79
«Una teología individualista» 79 Capítulo X.—Sobre los novísimos 149
Una catequesis hecha añicos 80 El demonio y su cola 149
Quiebra del vínculo entre Iglesia y Escritura 82 Un pensamiento siempre actual 152
«El Hijo reducido, el Padre olvidado» 85 «Un adiós» sospechoso 155
Dar su lugar al pecado original 87 «¿Biblistas o sociólogos?» 158
Del purgatorio al limbo 160
Capítulo VI.—El drama de la moral 91 Un servicio al mundo 163
Del liberalismo al permisivismo 91 N o olvidar a los ángeles 165
Una serie de fracturas 92 El retorno del Espíritu 167
¿Lejos de la sociedad o lejos del Magisterio? 94
Buscando puntos firmes 97 Capítulo XI.—Hermanos, pero separados 171
¿Un cristianismo más «moderno»? 171
Capítulo VIL—Las mujeres. Una Mujer 101 Hay quien dice 175
Un sacerdocio en cuestión 101 Un largo camino 178
Contra la «trivialización» de la sexualidad 103 «Pero la Biblia es católica» 180
En defensa de la naturaleza 104 Iglesias en la tempestad 183
Feminismo en el convento 107
¿Un futuro sin monjas? 109 Capítulo XII.—Sobre una cierta «liberación» 187
Un remedio: María 112 Una «Instrucción» esclarecedora 187
Seis motivos para no olvidarla 115 La necesidad de redención 189
Fátima y aledaños 118 Un texto de «teólogo particular» 192
Entre marxismo y capitalismo 206
Capítulo VIII.—Una espiritualidad para hoy 123 Un diálogo imposible 209
La fe y el cuerpo 123
Diferentes del «mundo» 125 Capítulo XIII.—Predicar de nuevo a Cristo 213
El desafío de las sectas 127 En defensa de la misión 213
Un evangelio para África 215
Capítulo IX.—La liturgia entre antigüedad y «Uno solo es el Salvador» 219
novedad 131
Riquezas por salvar 131
La lengua, por ejemplo 134
«Pluralismo, pero para todos» 136
Un espacio para lo sagrado 138
Música y arte para el Eterno 140

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INFORME SOBRE LA FE
CAPÍTULO I

ENCUENTRO INSÓLITO

Pasión y razón

«Un alemán agresivo, de talante orgulloso; un


asceta que empuña la cruz como una espada».
«Un típico bávaro, de aspecto cordial, que vive
modestamente en un pisito junto al Vaticano».
«Un Panzer-Kardinal que no ha dejado jamás
los atuendos fastuosos ni el pectoral de oro de
Príncipe de la Santa Iglesia Romana».
«Va solo, con chaqueta y corbata, frecuente-
mente al volante de un pequeño utilitario, por las
calles de Roma. Al verle, nadie pensaría que se
trata de uno de los hombres más importantes del
Vaticano».
Y así podríamos seguir. Citas y citas (todas au-
ténticas), naturalmente, tomadas de artículos pu-
blicados en diarios de todo el mundo. Son ar-
tículos que comentan algunas de las primicias (pu-
blicadas en la revista mensual Jesús y luego tradu-
cidas a muchas lenguas) contenidas en la entrevista
que nos concedió el cardenal Joseph Ratzinger,
Prefecto, desde enero de 1982, de la Sagrada Con-
gregación para la Doctrina de la Fe, institución va-
ticana que, como es sabido, hasta hace veinte años

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se vino llamando durante cuatro siglos "Inquisi- tan amplia con el "Prefecto de la fe" —y ante los
ción Romana y Universal" o "Santo Oficio". contenidos que por su claridad y franqueza rayan
Al leer retratos tan dispares del propio aspecto en la crudeza—, se comprende fácilmente que el
físico del cardenal Ratzinger, no faltará algún ma- interés de algunos comentaristas haya derivado en
licioso que sospeche que también el resto de tales apasionamiento y en necesidad de alinearse: a fa-
comentarios esté más bien lejos del ideal de "obje- vor o en contra.
tividad informativa", del que tan a menudo ha- Una toma de posición, que ha afectado incluso a
blamos los periodistas en nuestras asambleas. la propia persona física del cardenal Ratzinger,
No nos pronunciamos al respecto; nos limi- convertida en positiva o negativa, según el estado
tamos a recordar que en todo hay siempre un lado de ánimo de cada periodista.
positivo.
En nuestro caso, en estas contradictorias "trans-
formaciones" sufridas por el "Prefecto de la fe" Vacaciones del cardenal
bajo la pluma de algún que otro colega (no de
todos, por supuesto) está, acaso, la señal del in- Por lo que a mí respecta, yo estaba al corriente
terés con que ha sido acogida la entrevista con el de los escritos de Joseph Ratzinger, pero no le co-
responsable de una Congregación cuya reserva era nocía personalmente. La cita quedó concertada
legendaria y cuya norma suprema era el secreto. para el 15 de agosto de 1984, en la pequeña e ilus-
El acontecimiento era, en efecto, realmente insó- tre ciudad que los italianos llaman Bressanone y
lito. Al aceptar dialogar con nosotros unos días, el los alemanes Brixen: una de las capitales históricas
cardenal Ratzinger concedió la más extensa y com- del territorio que los primeros llaman Alto Adigio
pleta de sus escasísimas entrevistas. Y a ello hay y los otros Tirol del Sur; tierra de príncipes
que añadir que nadie en la Iglesia —aparte, natu- obispos, de luchas entre papas y emperadores;
ralmente, el Papa— habría podido responder con campo de encuentro —y, hoy como ayer, de cho-
mayor autoridad a nuestras preguntas. que— entre la cultura latina y la germánica. Un
La Congregación para la Doctrina de la Fe lugar casi simbólico, por tanto, aunque cierta-
—téngase en cuenta— es el instrumento del que se mente no elegido a propósito. ¿Por qué, pues,
sirve la Santa Sede para promover la profundiza- Bressanone-Brixen ?
ción en la fe y velar por su integridad. Es, pues, la No faltará quien siga imaginándose a los miem-
auténtica depositaría de la ortodoxia católica. A bros del Sacro Colegio, a los cardenales de la
ello se debe que ocupe el primer puesto en la lista Santa Iglesia Romana, como a unos príncipes que
oficial de las Congregaciones de la Curia romana; salen los veranos de sus fastuosos palacios de la
como escribió Pablo VI, al darle precedencia sobre Urbe para pasar las vacaciones en lugares deli-
todas las demás en la reforma posconciliar, "es la ciosos.
Congregación que se ocupa de las cosas más im- Para su eminencia Joseph Ratzinger, cardenal
portantes". Prefecto, la realidad es muy distinta. Los escasos
Así, pues, ante la singularidad de una entrevista días en que logra escapar del agosto romano los

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pasa en la no demasiado fresca cuenca de Bressa- sentido esos esquemas (conservador-progresista;
none. Y allí no se hospeda en un chalé ni en un derecha-izquierda) que proceden de una dimen-
hotel, sino que se queda en el seminario, que al- sión bien distinta, la de las ideologías políticas, y
quila a precio módico algunas habitaciones, con lo no son aplicables, por consiguiente, a la visión de
que la diócesis consigue algunos ingresos para el lo religioso, que, al decir de Pascal, «pertenece a
sostenimiento de los estudiantes de teología. otro orden que supera, en profundidad y altura, a
En los pasillos y en el refectorio del antiguo todos los demás».
edificio barroco se encuentran ancianos eclesiás- Estaría igualmente fuera de lugar aplicarle otro
ticos atraídos por tan modesto veraneo; se cruzan esquema adocenado (optimista; pesimista), porque
grupos de peregrinos alemanes y austríacos que cuanto más hace suyo el hombre de fe el aconteci-
hacen una parada en su viaje hacia el sur. miento en que se funda el optimismo por excelen-
El cardenal Ratzinger está allí, toma los sencillos cia —la Resurrección de Cristo—, tanto más
alimentos preparados por las monjas tirolesas sen- puede permitirse el realismo, la lucidez y el coraje
tado a la misma mesa que los sacerdotes en vaca- de llamar a los problemas por su nombre, para
ciones. Vive solo, sin el secretario alemán que afrontarlos sin cerrar los ojos o ponerse gafas de
tiene en Roma y sin más compañía que la eventual color rosa.
de los familiares que vienen a encontrarse con él En una conferencia del entonces teólogo, profe-
desde la cercana Baviera. sor (era el año 1968), encontramos esta conclusión
Uno de sus jóvenes colaboradores de Roma nos a propósito de la situación de la Iglesia y de su fe:
ha comentado la intensa vida de oración con que «Puede que esperaseis un panorama más alegre y
contrarresta el peligro de convertirse en un gran luminoso. Y habría motivo para ello quizás en al-
burócrata, rubricador de decretos ajenos a la hu- gunos aspectos. Pero creo que es importante mos-
manidad de las personas a las que afectan. Con trar las dos caras de cuanto nos llenó de gozo y
frecuencia —nos decía ese joven— nos reúne en la gratitud en el Concilio, entendiendo bien d-e este
capilla del palacio para una meditación y oración modo el llamamiento y el compromiso implícitos
en común. Hay en él una constante necesidad de en ello. Y me parece importante denunciar el peli-
enraizar nuestro trabajo diario, frecuentemente in- groso y nuevo triunfalismo en el que caen con fre-
grato y en contacto con la patología de la fe, en cuencia precisamente los contestadores del triunfa-
un cristianismo vivido. lismo pasado. Mientras la Iglesia peregrine sobre la
tierra no tiene derecho a gloriarse de sí misma.
Esta actitud podría resultar más insidiosa que las
Derecha-izquierda. Optimismo-pesimismo tiaras y sillas gestatorias, que, en todo caso, son ya
motivo más de sonrisas que de orgullo»1.
Es, pues, un hombre inmerso por entero en una Este su convencimiento de que «el puesto de la
dimensión religiosa. Y sólo desde esta su perspec- Iglesia en la tierra está solamente al pie de la
tiva podremos captar el verdadero sentido de
1
cuanto dice. Desde este punto de vista carecen de Das Neue Volk Gottes, p.150 y ss.

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2-—Informe sobre la fe
cruz», ciertamente no conduce —según él— a la reír a placer, contando alguna anécdota o comen-
resignación, sino a todo lo contrario: «El Concilio tando alguna ocurrencia. A su sentido del humour
—señala— quería señalar el paso de una actitud de añade otra característica que contrasta también con
conservadurismo a una actitud misionera. Muchos ese cliché de "inquisidor": su capacidad de escu-
olvidan que el concepto conciliar opuesto a "con- cha, su disponibilidad a dejarse interrumpir por el
servador" no es "progresista", sino "misionero"». interlocutor y su rapidez de respuesta a cualquier
«El cristiano —recuerda por si hay alguien toda- pregunta con franqueza total, sin importarle que el
vía que le sospeche pesimista— sabe que la histo- magnetófono siguiera funcionando. Un hombre,
ria está ya salvada, y que, al final, el desenlace será pues, muy alejado del estereotipo de "cardenal de
positivo. Pero desconocemos a través de qué he- curia" evasivo y socarronamente diplomático. Pe-
chos y vericuetos llegaremos a ese gran desenlace riodista ya veterano, habituado, por tanto, a toda
final. Sabemos que los "poderes del infierno" no clase de interlocutores (altos prelados vaticanos in-
prevalecerán sobre la Iglesia, pero ignoramos en cluidos), confieso haberme quedado alguna vez
qué condiciones acaecerá esto». con la boca abierta al recibir una respuesta clara y
En un determinado momento le he visto abrir directa a todas y cada una de mis preguntas, in-
los brazos y brindar su única "receta" frente a una cluso las más delicadas.
situación eclesial en la que ve luces, pero también
insidias: «Hoy más que nunca, el Señor nos ha he-
cho ser conscientemente responsables de que sólo Ni por exceso ni por defecto
El puede salvar a su Iglesia. Esta es de Cristo, y a
El le corresponde proveer. A nosotros se nos pide Dejo, por tanto, a juicio del lector (sean cuales
que trabajemos con todas nuestras fuerzas, sin dar fueren después sus conclusiones) estas afirmaciones,
lugar a la angustia, con la serenidad del que sabe tal como las hemos transcrito, esforzándonos por
que no es más que un siervo inútil, por mucho ser fieles a cuanto hemos escuchado.
que haya cumplido hasta el final con su deber. In- N o estará de más recordar que los textos
cluso en esta llamada a nuestra poquedad veo una —tanto los del artículo como los de este libro—
de las gracias de este período difícil». «Un período han sido revisados por el interesado, que, al apro-
—continúa— en el que se nos pide paciencia, esa barlos (no sólo en el original italiano, sino también
forma cotidiana de un amor en el que están simul- en sus traducciones, empezando por la alemana,
táneamente presentes la fe y la esperanza». que ha servido de norma para las restantes), ha de-
A decir verdad (y en aras de esa "objetividad de clarado reconocerse en ellos.
la información" de la que hemos hablado), a lo Decimos esto por quien —en los vivacísimos
largo de los días que pasamos juntos no me ha pa- comentarios al anuncio previo de esta obra— ha
recido descubrir en él nada que justifique esa ima- dado a entender que en la entrevista pudiera haber
gen de dogmático, de férreo Inquisidor Mayor con demasiado del entrevistador. La aprobación de los
que quieren algunos etiquetarlo. Le he visto al- textos por parte del cardenal Ratzinger demuestra
guna vez, sí, amargado, pero también le he oído que no se trata de «el cardenal Ratzinger según un

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periodista», sino de «el Ratzinger que, entrevis- interlocutor no es más que un pretexto para que el
tado p o r un periodista, ha reconocido en tales cronista pueda entrevistarse a sí mismo, exhibirse,
t e x t o s la fidelidad de i n t e r p r e t a c i ó n » . P o r lo poniendo de relieve su modo de ver las cosas.
demás, así parece haberlo confirmado autorizada- Nosotros, en cambio, entendemos que el verda-
mente la amplia síntesis publicada por L'Osserva- dero servicio de quienes nos consideramos "infor-
tore Romano. madores" consiste precisamente en informar a los
Otros, por el contrario, han sospechado o insi- lectores del punto de vista del entrevistado, de-
nuado que en el texto habría demasiado poco de jando a los lectores que juzguen. Animar al inter-
nuestra cosecha; algo así como si se hubiera tra- locutor a que se explique, darle la oportunidad de
tado de una operación "pilotada", de un manejo que diga lo que tiene que decir: esto es lo que,
dentro de quién sabe qué compleja estrategia, en la como con cualquier otro, hemos tratado de hacer
que el periodista queda reducido a un hombre de también con el Prefecto de la Congregación para
paja. Convendrá, pues, puntualizar cómo se desa- la Doctrina de la Fe.
rrollaron los hechos en toda su sencilla verdad. Pero, eso sí, sin ocultar (quede claro para evitar
Los editores con los que colaboro habían cursado hipócritas aspavientos sobre una imposible "neu-
una petición corriente de entrevista. La idea era t r a l i d a d " ) n u e s t r o p r o p i o c o m p r o m i s o con la
que si el cardenal pudiese disponer no de unas aventura de la Iglesia en la encrucijada actual de su
horas, sino de algunos días, el artículo previsto historia; y sin esconder que hemos aprovechado la
para un diario especializado podría convertirse en ocasión para tratar de comprender qué es lo que
libro. Pasado un tiempo, la secretaría del cardenal está ocurriendo en una dimensión eclesial que no
Ratzinger respondió citando al periodista en Bres- por ser seglares deja de afectarnos personalmente.
sanone, donde el Prefecto se puso a disposición Por lo tanto, las preguntas al cardenal, aunque
del entrevistador, sin que mediara acuerdo previo propuestas en nombre de los lectores, eran tam-
a l g u n o , c o n l a - ú n i c a c o n d i c i ó n de revisar los bién nuestras preguntas y obedecían también a
textos antes de su publicación. N o h u b o , pues, nuestra necesidad de comprender. Es un deber,
contacto alguno precedente, ni tampoco contacto nos parece, de quien se dice creyente, de quien se
o intervención de n i n g u n a clase después, sino reconoce miembro de la Iglesia católica.
plena confianza y libertad (en el marco de una ob-
via fidelidad) para el redactor de las conversa-
ciones. Teólogo y pastor
Entre los que abrigan suspicacias de un dema-
siado poco están quienes acaso nos echan en cara N o cabe duda que, al nombrar a Joseph Ratzin-
no haber estado con Joseph Ratzinger suficiente- ger responsable del ex Santo Oficio, Juan Pablo II
mente "polémicos", "críticos"; más aún, "mali- se p r o p u s o realizar una elección de "prestigio".
c i o s o s " . P e r o tales o b j e c i o n e s p r o v i e n e n de Desde 1977, promovido por Pablo VI, era carde-
quienes dan lugar a eso que a nosotros nos parece, nal arzobispo de una diócesis de tan ilustre pasado
sin más, un pésimo periodismo: aquel en el que el y tan i m p o r t a n t e presente c o m o M u n i c h . P e r o

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aquel sacerdote llamado por sorpresa a aquella en la "Fundación Concilium", en Nimega ( H o -
sede episcopal era ya uno de los más famosos pen- landa), y que puede disponer de medio millar de
sadores católicos, con un puesto m u y claro en c o l a b o r a d o r e s internacionales, que a n u a l m e n t e
cualquier historia de la teología contemporánea. producen unas dos mil páginas traducidas a todas
Nacido en 1927 en Marktl-am Inn, diócesis bá- las lenguas. Hace veinte años, Joseph Ratzinger es-
vara de Passau; ordenado en 1951, doctorado con taba allí, entre los fundadores y directivos de una
una tesis sobre San Agustín y posteriormente pro- publicación-institución que habría de convertirse
fesor de Teología dogmática en las más célebres en interlocutor crítico de la Congregación para la
universidades alemanas (Münster, Tübingen, Re- Doctrina de la Fe.
gensburg), Ratzinger había alternado publicaciones ¿Qué supuso tal colaboración para quien iba a
científicas con ensayos de alta divulgación conver- ser, con el tiempo, Prefecto del ex Santo Oficio?
tidos en best-seller en muchos países. La crítica ¿Una desgracia? ¿Un pecado de juventud? Y en-
puso de relieve que sus obras no se movían por tretanto, ¿qué ha ocurrido? ¿Un viraje en su pen-
eruditos intereses meramente sectoriales, sino por samiento? ¿Un "arrepentimiento"?
la investigación global de lo que los alemanes lla- Se lo preguntaré como bromeando, pero su res-
man das Wessen, la esencia misma de la fe y su puesta será rápida y seria: « N o soy yo el que ha
posibilidad de confrontación con el mundo m o - cambiado, han cambiado ellos. Desde las primeras
derno. En este sentido es típica su Einführung in reuniones presenté a mis colegas estas dos exigen-
das Christentum, introducción al cristianismo, una cias. Primera: nuestro grupo no debía ser sectario
especie de clásico incesantemente reeditado, con el ni arrogante, como si nosotros fuéramos la nueva
que se ha formado toda una generación de clérigos y verdadera Iglesia, un magisterio alternativo que
y seglares, atraídos por un pensamiento totalmente lleva en el bolsillo la verdad del cristianismo. Se-
"católico" y a la vez totalmente "abierto" al clima gunda: teníamos que ponernos ante la realidad del
nuevo del Vaticano II. En el Concilio, el joven Vaticano II, ante la letra y el espíritu auténticos
teólogo Ratzinger participó como experto del epis- del auténtico Concilio, y no ante un imaginario
copado alemán, conquistándose el aprecio y soli- Vaticano III, sin dar lugar, por tanto, a escapadas
daridad de quienes en aquellas históricas sesiones en solitario hacia adelante. Estas exigencias, con el
v e í a n u n a o c a s i ó n p r e c i o s a de a d e c u a r a los tiempo, fueron teniéndose cada vez menos p r e -
tiempos la praxis y la pastoral de la Iglesia. sentes, hasta que se produjo un viraje —situable
U n "progresista" equilibrado, en una palabra, si en torno a 1973— cuando alguien empezó a decir
se quiere usar el esquema desorientador de que que los textos del Vaticano II no podrían ser ya el
hemos hablado. En todo caso, y confirmando su punto de referencia de la teología católica. Se de-
reputación de estudioso "abierto", en 1964 el pro- cía, en efecto, que el Concilio pertenecía todavía al
fesor Ratzinger aparece entre los fundadores de " m o m e n t o tradicional, clerical" de la Iglesia, y
aquella revista internacional Concilium que agrupa que, por tanto, había que superarlo; no era, en
a la llamada «ala progresista» de la teología, un suma, más que un simple punto de partida. Para
grupo impresionante, cuyo cerebro dirigente está entonces yo ya me había desvinculado tanto del

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grupo de dirección como del de los colaboradores. propaganda antieclesiástica desde el setecientos eu-
He tratado siempre de permanecer fiel al Vati- ropeo hasta hoy) se había creado una tenebrosa
cano II, este hoy de la Iglesia, sin nostalgias de un "leyenda negra". En nuestros días, la propia inves-
ayer irremediablemente pasado y sin impaciencias tigación histórica a cargo de seglares reconoce que
por un mañana que no es nuestro». el Santo Oficio real se ha comportado con más
Y, pasando de la abstracción teórica a la concre- ecuanimidad, moderación y cautela de lo que pre-
ción de la experiencia personal, prosigue: «Me gus- tende cierto mito tenaz alojado en la imaginación
taba mi trabajo docente y de investigación. Cierta- del hombre de la calle.
mente no aspiré a estar al frente de la archidiócesis Los estudiosos recomiendan además distinguir
de Munich, primero, y de la Congregación para la entre «Inquisición española» e «Inquisición Ro-
Doctrina de la Fe, después. Se trata de un servicio mana y Universal». Esta última fue creada en 1542
muy duro, pero que me ha permitido comprender, por Paulo III, el papa que buscaba por todos los
estudiando diariamente los informes que llegan a medios convocar el Concilio que iba a pasar a la
mi mesa desde todo el mundo, en qué consiste la historia con el nombre de Trento. Como primera
)reocupación por la Iglesia universal. Desde mi si- medida para la reforma católica y para detener la
Íla, bien incómoda (pero que al menos me permite herejía que desde Alemania y Suiza amenazaba
ver el cuadro general), me he dado cuenta de que con extenderse por doquier, Paulo III instituyó un
determinada "contestación" de ciertos teólogos organismo especial integrado por seis cardenales,
lleva el sello de las mentalidades típicas de la bur- con potestad para intervenir allí donde se creyera
guesía opulenta de Occidente. La realidad de la necesario. Esta nueva institución no tenía al prin-
Iglesia concreta, del humilde pueblo de Dios, es cipio carácter permanente ni siquiera un nombre
bien diferente de como se la imaginan en esos la- oficial; solamente después fue llamada Santo Ofi-
boratorios donde se destila la utopía». cio o Congregación de la Inquisición Romana y
Universal. Nunca sufrió injerencias del poder se-
cular y adoptó un sistema procesal preciso, dotado
La sombra del Santo Oficio de ciertas garantías, al menos con relación a la si-
tuación jurídica de los tiempos y a las asperezas de
Se juzgue como se juzgue, es, pues, un hecho las luchas. Cosa que no sucedió, en cambio, con la
objetivo: el llamado "gendarme de la fe" no es en Inquisición española, que fue algo bien distinto:
realidad un hombre de la Nomenklatura, un fun- fue de hecho un tribunal del rey de España, un
cionario que sólo entiende de curias y estructuras; instrumento del absolutismo estatal que (surgido
es un hombre de estudio con experiencia pastoral en su origen contra judíos y musulmanes sospe-
concreta. chosos de "conversión ficticia" a un catolicismo
Por otro lado, tampoco la Congregación que ha entendido por la Corona también como instru-
sido llamado a presidir es ya aquel Santo Oficio en mento político) actuó frecuentemente en contraste
torno al cual (en virtud de efectivas responsabili- con Roma, desde donde los Papas no dejaron de
dades históricas, pero también por influencia de la hacer admoniciones y protestas.

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Sea lo que fuere, hoy ya, incluso en lo que se hacer que se oigan sus razones, que más o menos
refiere a la Inquisición romana o ex Santo Oficio, suenan así, si hemos entendido bien cuanto se en-
todo esto —empezando por el nombre— no es cuentra en documentos y publicaciones y cuanto
más que un recuerdo. Como decíamos, esta Con- nos han dicho teólogos que defienden su función,
gregación fue la primera que reformó Pablo VI, considerándola hoy «más que nunca esencial».
mediante un motu proprio del 7 de diciembre de Dicen éstos:
1965, último día del Concilio. La reforma, pese a «Punto irrenunciable de partida, es, ahora y
las modificaciones procesales introducidas, la rati- siempre, una prospectiva religiosa, fuera de la cual
ficó en su tarea de velar por la rectitud de la fe, cuanto es servicio aparecería como intolerancia y
pero le asignó también un papel positivo: de estí- cuanto es obligada solicitud podría parecer dogma-
mulo, de propuesta y orientación. tismo. Si se entra, pues, en una dimensión reli-
Cuando pregunté a Ratzinger si le costó mucho giosa, se comprende que la fe es el bien más alto y
pasar de ser teólogo (al que Roma, por cierto, no precioso. Y, en consecuencia, el que vela para que
perdía de vista) a convertirse en controlador de la no se corrompa debería ser considerado —al
labor de los teólogos, no vaciló en responderme: menos por parte de los creyentes— todavía más
«Jamás habría aceptado prestar este servicio ecle- benemérito que al que se ocupa de la salud del
sial si mi cometido hubiera sido, ante todo, el de cuerpo. El Evangelio nos recomienda "no temer a
ejercer un control. Con la reforma, nuestra Con- quienes matan el cuerpo", sino "más bien a los
gregación ha conservado, sí, unas tareas de deci- que, junto con el cuerpo, pueden matar también el
sión e intervención, pero el motu proprio de Pa- alma" (Mt 10,28). Y el propio Evangelio, reco-
blo VI le asigna como objetivo prioritario el papel giendo palabras del Antiguo Testamento, recuerda
constructivo de "promover la sana doctrina a fin que el hombre no vive "sólo de pan", sino ante
de brindar nuevas energías a los mensajeros del todo de la "Palabra de Dios" (Mt 4,4). Ahora
Evangelio". Naturalmente, estamos llamados como bien, esa Palabra, más indispensable que el ali-
antes a vigilar, a "corregir los errores y a conducir mento, debe ser acogida en su autenticidad y con-
al recto camino a los equivocados", como señala el servada al abrigo de contaminaciones. La pérdida
propio documento, pero esta protección de la fe del verdadero concepto de Iglesia y la reducción
debe ir acompañada de la promoción». de la esperanza únicamente al horizonte de la his-
toria (donde lo que sobre todo cuenta es el
"cuerpo", el "pan", y no "el alma", la "Palabra de
¿Un servicio incomprendido? Dios") son los responsables de que aparezca como
irrelevante, cuando no anacrónico o, peor aún, no-
Sin embargo, a pesar de todas las reformas, hay, civo, el servicio de una Congregación como la de
incluso entre los católicos, muchos que no logran la Doctrina de la Fe».
entender ya el sentido de servicio prestado a la Siguen hablando los defensores de la Congrega-
Iglesia por esta Congregación, que, arrastrada al ción de la que Joseph Ratzinger es el Prefecto:
banquillo de los acusados, tiene también derecho a «Circulan por ahí slogans facilones. A tenor de

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uno de ellos, lo que cuenta hoy sería solamente la Pero sobre el tema de la Iglesia, puntualiza en
ortopraxis, es decir, el "comportarse bien", "amar seguida, volverá más adelante; porque, para él, en
al prójimo". En cambio, tendría valor secundario, este punto estaría una de las raíces de la crisis ac-
cuando no alienante, la preocupación por la orto- tual.
doxia, es decir, el "creer de modo recto", según el
sentido verdadero de la Escritura leída dentro de
la Tradición de la Iglesia. Fácil slogan éste, por su «Todavía hay herejías»
superficialidad, porque (en todo tiempo, pero hoy
sobremanera) ¿acaso no cambian radicalmente los Pese al nuevo papel también positivo asumido
contenidos de la ortopraxis, del amor al prójimo, por la Congregación — m e permito observar—,
según se entienda de un modo u otro la ortodoxia? ésta sigue manteniendo la facultad de intervenir
Para poner un ejemplo de actualidad en el tema allí d o n d e sospeche que anidan "herejías" que
candente del Tercer M u n d o y América Latina: amenacen la autenticidad de la fe. Términos como
¿Cuál es la praxis justa para socorrer a los pobres "herejía" o "herético" suenan, a nuestros oídos
de forma verdaderamente cristiana y por tanto efi- modernos, como algo tan raro que nos vemos pre-
caz? ¿La opción por una acción correcta no presu- cisados a ponerlos entre comillas. Al pronunciarlos
pone acaso un pensamiento correcto?, ¿no remite a o escribirlos nos sentimos arrastrados a épocas que
la búsqueda de una ortodoxia?». parecen remotas. Eminencia, pregunto, ¿quedan de
Estas son, pues, algunas de las razones sobre las verdad "herejes"?, ¿sigue habiendo "herejías"?
que se nos invita a pronunciarnos. «No soy yo quien responde —replica el carde-
H a b l a n d o con él de estas cuestiones prelimi- nal—; lo hace el nuevo Código de Derecho Canó-
nares, indispensables para entrar en el meolio de la nico, promulgado en 1983 tras veinticuatro años
cuestión, el propio Ratzinger me dijo: «En medio de trabajo que lo han rehecho de arriba abajo y lo
de un m u n d o donde, en el fondo, el escepticismo han puesto-perfectamente en línea con la renova-
ha contagiado también a muchos creyentes, es un ción conciliar. En el canon (es decir, artículo) 751
verdadero escándalo la convicción de la Iglesia de se dice: "Se llama herejía la negación pertinaz, des-
que hay una Verdad con mayúscula y que esta pués de recibido el bautismo, de una verdad que
Verdad es reconocible, expresable y, dentro de ha de creerse con fe divina y católica, o la duda
ciertos límites, definible también con precisión. Es pertinaz sobre la misma". Por lo que se refiere a
un escándalo que comparten también católicos que las sanciones, el canon 1.364 establece que el he-
han perdido de vista la esencia de la Iglesia, que reje —a la par que el apóstata y el cismático— in-
no es una o r g a n i z a c i ó n ú n i c a m e n t e h u m a n a , y curre en la excomunión latae sententiae. Y esto,
debe defender un depósito que no es suyo, cuya que es válido para todos los fieles, agrava las me-
proclamación y transmisión tiene que garantizar a didas contra el hereje que además sea sacerdote.
través de u n Magisterio que lo r e p r o p o n g a de Vemos, por tanto, que, también para la Iglesia
m o d o a d e c u a d o a l o s h o m b r e s de t o d a s las posconciliar (y valga esta expresión que no acepto
épocas». y explicaré por qué), herejes y herejías —rubri-

28 29
cadas por el nuevo Código como "delitos contra la podría proceder de otra forma) el nuevo Código.
religión y la unidad de la Iglesia"— existen y está Esa "negación" y esa "duda pertinaz" de que se
previsto el modo de defender de ellas a la comuni- habla no las encontramos hoy día casi nunca. Y no
dad». porque no existan, sino porque no quieren apare-
Y prosigue: «La palabra de la Escritura es actual cer como tales. Casi siempre las propias hipótesis
para la Iglesia de todos los tiempos. Por lo tanto, teológicas se opondrán al Magisterio diciendo que
tiene hoy también actualidad la admonición de la éste no expresa la fe de la Iglesia, sino sólo "la ar-
segunda carta de Pedro a que nos guardemos "de caica teología romana". Dirán que no es la Con-
los falsos profetas y de los falsos maestros que in- gregación, sino ellos, los "herejes", los que están
culcarán perniciosas herejías" (2,1). El error no es en posesión del sentido "auténtico" de la fe trans-
complementario de la verdad. No olvidemos que, mitida. A diario admiro la habilidad de los teó-
para la Iglesia, la fe es un "bien común", una ri- logos que logran sostener exactamente lo contrario
queza que pertenece a todos, empezando por los de lo que con toda claridad está escrito en los do-
pobres y los más indefensos frente a las tergiversa- cumentos del Magisterio. Y, sin embargo, tal
ciones; así que defender la ortodoxia es para la vuelco se presenta, mediante hábiles artificios dia-
Iglesia una obra social en favor de todos los lécticos, como el "verdadero" significado del do-
creyentes. En esta perspectiva, cuando se está ante cumento que se discute».
el error, no hay que olvidar que se deben tutelar
los derechos individuales de cada teólogo, pero
también los derechos de la comunidad. Natural-
mente, visto todo a la luz del alto aviso evangélico:
"verdad en la caridad". También por esto, aquella
excomunión en la que hoy sigue incurriendo el he-
reje es considerada como "sanción medicinal", en
el sentido de una pena que no busca tanto el cas-
tigo como la corrección y curación. Quien, con-
victo de su error, lo reconoce, es siempre acogido
con los brazos abiertos, como un hijo especial-
mente querido, en la plena comunión de la Igle-
sia».
Sin embargo —observo—, todo esto parece,
¿cómo diríamos?, demasiado simple y transparente
como para estar en consonancia con la realidad de
nuestro tiempo, tan poco susceptible de esquemas
prefijados.
«Eso es verdad —responde—. Las cosas, en
concreto, no son tan claras como las define (no

30 31
C A P Í T U L O II

DESCUBRIR DE NUEVO EL CONCILIO

Dos errores contrapuestos

Entrando en materia, nuestro coloquio no podía


sino comenzar por el acontecimiento extraordina-
rio del Concilio Ecuménico Vaticano II, de cuya
clausura se conmemoran los veinte años en 1985.
Veinte años que han cambiado a la Iglesia católica
mucho más que dos siglos.
Acerca de la importancia, la riqueza, la oportu-
nidad y la necesidad de los grandes documentos
del Vaticano II, nadie que sea y quiera seguir
siendo católico puede alimentar dudas de ningún
género. Comenzando, naturalmente, por el carde-
nal Prefecto de la Congregación para la Doctrina
de la Fe. El solo hecho de mencionarlo parece más
ridículo que superfluo; a pesar de ello, en algunos
comentarios desconcertantes hechos a raíz del
anuncio del contenido de esta entrevista no ha fal-
tado quien abrigara dudas al respecto.
Sin embargo, las palabras que reproducíamos del
cardenal Ratzinger en defensa firme del Vati-
cano II y de sus decisiones no sólo eran del todo
claras, sino que habían sido reiteradas por él en
numerosas ocasiones.
Entre los innumerables ejemplos que podríamos

3.—Informe sobre la fe
33
aducir está su intervención con ocasión de los diez mismo m o d o , es imposible decidirse en favor de
años de la clausura del C o n c i l i o , en 1975. En T r e n t o y del Vaticano I y en contra del Vati-
Bressanone, releí al cardenal las palabras de aquella cano II. Quien niega el Vaticano II, niega la auto-
intervención y me confirmó que hoy se reconoce ridad que sostiene a los otros dos concilios y los
en ellas enteramente. arranca así de su fundamento. Valga esto para el
Escribía, pues, diez años antes de nuestro colo- así llamado "tradicionalismo", también éste en sus
quio: «El Vaticano II se encuentra hoy bajo una formas extremas. Ante el Vaticano II, toda opción
luz crepuscular. La corriente llamada "progresista" partidista destruye un todo, la historia misma de la
lo considera completamente superado desde hace Iglesia, que sólo puede existir como unidad indivi-
tiempo y, en consecuencia, como un hecho del pa- sible».
sado, carente de significación en nuestro tiempo.
Para la parte opuesta, la corriente "conservadora",
el Concilio es responsable de la actual decadencia «Descubramos el verdadero Vaticano II»
de la Iglesia católica y se le acusa incluso de apos-
tasía con respecto al concilio de Trento y al Vati- N o son, pues, ni el Vaticano II ni sus docu-
cano I: hasta tal punto que algunos se han atre- mentos (huelga casi mencionarlo) los que consti-
vido a pedir su anulación o una revisión tal que tuyen problema. En todo caso, a juicio de muchos
equivalga a una anulación». — y J o s e p h R a t z i n g e r se e n c u e n t r a entre estos
Continuaba: «Frente a estas dos posiciones con- desde hace tiempo—, el problema estriba en mu-
trapuestas hay que dejar bien claro, ante todo, que chas de las interpretaciones que se han dado de
el Vaticano II se apoya en la misma autoridad que aquellos documentos, interpretaciones que habrían
el Vaticano I y que el concilio Tridentino: es de- conducido a ciertos frutos de la época posconci-
cir, el Papa y el colegio de los obispos en comu- liar.
nión con él. En cuanto a los contenidos, es preciso Desde hace mucho tiempo, el juicio de Ratzin-
recordar que el Vaticano II se sitúa en rigurosa ger sobre este período es tajante: «Resulta incon-
continuidad con los dos concilios anteriores y re- testable que los últimos veinte años han sido deci-
coge literalmente su doctrina en puntos decisivos». sivamente desfavorables para la Iglesia católica.
De aquí deducía Ratzinger dos consecuencias: Los resultados que han seguido al Concilio pare-
«Primera: Es imposible para un católico tomar p o - cen oponerse cruelmente a las esperanzas de todos,
siciones en favor del Vaticano II y en contra de comenzando por las del papa Juan X X I I I y, des-
T r e n t o o del Vaticano I. Q u i e n acepta el Vati- pués, las de Pablo VI. Los cristianos son de nuevo
cano II, en la expresión clara de su letra y en la minoría, más que en ninguna otra época desde fi-
clara intencionalidad de su espíritu, afirma al nales de la antigüedad».
mismo tiempo la ininterrumpida tradición de la Así explica el cardenal este severo juicio (que ha
Iglesia, en particular los dos concilios precedentes. repetido a lo largo del coloquio, pero que no de-
Valga esto para el así llamado "progresismo", al bería sorprender a nadie, sea cual sea la opinión
m e n o s en sus f o r m a s e x t r e m a s . Segunda: Del que merezca, puesto que ha sido reiterado por él

34 35
en numerosas ocasiones): «Los Papas y los Padres e integral. Y, en el exterior, al choque con una re-
conciliares esperaban una nueva unidad católica y volución cultural: la afirmación en Occidente del
ha sobrevenido una división tal que —en palabras estamento medio-superior, de la nueva "burguesía
de Pablo VI— se ha pasado de la autocrítica a la del terciario", con su ideología radicalmente liberal
autodestrucción. Se esperaba un nuevo entusiasmo, de sello individualista, racionalista y hedonista».
y se ha terminado con demasiada frecuencia en el La consigna, la exhortación de Ratzinger a
hastío y en el desaliento. Esperábamos un salto todos los católicos que quieran seguir siendo tales,
hacia adelante, y nos hemos encontrado ante un no es ciertamente un "volver atrás", sino un «vol-
proceso progresivo de decadencia que se ha desa- ver a los textos auténticos del auténtico Vati-
rrollado en buena medida bajo el signo de un pre- cano II». Para él, insiste, «defender hoy la verda-
sunto "espíritu del Concilio", provocando de este dera Tradición de la Iglesia significa defender el
modo su descrédito». Concilio. Es también culpa nuestra si de vez en
Seguía diciendo Ratzinger hace diez años: «Hay cuando hemos dado ocasión (tanto a la "derecha"
que afirmar sin ambages que una reforma real de como a la "izquierda") de pensar que el Vati-
la Iglesia presupone un decidido abandono de cano II representa una "ruptura", un abandono de
aquellos caminos equivocados que han conducido la Tradición. Muy al contrario, existe una conti-
a consecuencias indiscutiblemente negativas». nuidad que no permite ni retornos al pasado ni
En cierta ocasión escribió: «El cardenal Julius huidas hacia delante, ni nostalgias anacrónicas ni
Dópfner decía que la Iglesia del posconcilio es un impaciencias injustificadas. Debemos permanecer
gran astillero. Pero un espíritu crítico añadía a esto fieles al hoy de la Iglesia; no al ayer o al mañana:
que es un gran astillero donde se ha perdido de y este hoy de la Iglesia son los documentos autén-
vista el proyecto y donde cada uno continúa tra- ticos del Vaticano II. Sin reservas que los cerce-
bajando a su antojo. El resultado es evidente». nen. Y sin arbitrariedades que los desfiguren».
Pero no deja de repetir con la misma claridad
que «en sus expresiones oficiales, en sus docur
mentos auténticos, el Vaticano II no puede consi-
derarse responsable de una evolución que —muy Una receta contra el anacronismo
al contrario— contradice radicalmente tanto la le-
tra como el espíritu de los Padres conciliares». Crítico ante la "izquierda", Ratzinger no es en
Dice: «Estoy convencido que los males que modo alguno condescendiente con la "derecha",
hemos experimentado en estos veinte años no se con aquel tradicionalismo integrista que se halla
deben al Concilio "verdadero", sino al hecho de hoy representado por el anciano obispo Marcel
haberse desatado en el interior de la Iglesia ocultas Lefébvre. Me ha dicho a este propósito: «No veo
fuerzas agresivas, centrífugas, irresponsables o futuro alguno para una posición tan ilógica y des-
simplemente ingenuas, de un optimismo fácil, de cabellada. El punto de partida de estos integristas
un énfasis en la modernidad, que ha confundido el es el Vaticano I y su definición del primado del
progreso técnico actual con un progreso auténtico Papa. Pero ¿por qué los Papas hasta Pío XII y no
36 37
más allá? ¿Acaso la obediencia a la Santa Sede de- Pero Lefébvre, digo, ha ordenado y continúa
pende de las épocas y las simpatías?» ordenando sacerdotes.
Pero es un hecho, observo, que si Roma ha in- «Para el derecho de la Iglesia, se trata de orde-
tervenido ante la "izquierda", no lo ha hecho hasta naciones ilícitas, pero no inválidas —replica—.
ahora con el mismo vigor ante la "derecha". Hay que considerar también el aspecto humano de
Responde: «Los adictos a Mons. Lefébvre afir- estos jóvenes que, para la Iglesia, son "verdaderos"
man lo contrario. Dicen que al benemérito y an- sacerdotes, aunque en situación irregular. Sus
ciano arzobispo se le ha aplicado inmediatamente puntos de partida y sus orientaciones difieren mu-
el duro castigo de la suspensión a divinis, mientras cho. Algunos están muy influenciados por su si-
que se muestra una tolerancia incomprensible con tuación familiar y han tomado sus decisiones en
toda suerte de desviaciones de la otra parte. N o función de ella. Otros han sufrido desengaños con
quiero terciar en la discusión sobre la mayor o la Iglesia actual y se han sumido en amarguras y
menor severidad aplicada a unos y otros. Los dos negaciones. No faltan quienes desean trabajar en la
tipos de reacción son desde luego de muy diversa pastoral normal de la Iglesia, pero, ante la insatis-
naturaleza. Las desviaciones a la "izquierda" re- factoria situación que se creó en los seminarios de
presentan en la Iglesia sin duda una vasta corriente algunos países, se aferran a sus decisiones. Así re-
del pensar y actuar de hoy, pero en ningún lugar sulta que unos se encuentran bien en cierto modo
ha llegado a cristalizarse en un fondo común jurí- con la escisión, mientras otros muchos esperan la
dicamente tangible. El movimiento de Mons. Le- reconciliación y con esta esperanza persisten en la
fébvre, en cambio, es presuntamente mucho menos comunidad sacerdotal de Mons. Lefébvre».
vasto, pero dispone de conventos, seminarios y de La receta que propone para "desmontar" el caso
un ordenamiento jurídico netamente definido, etc. Lefébvre y otras resistencias anacrónicas parece re-
Es evidente que debe hacerse todo lo posible para flejar el pensamiento de los últimos Papas, desde
que este movimiento no degenere en un verdadero Pablo VI a nuestros días: «Estas absurdas situa-
cisma, en el que incurriría si el arzobispo se deci- ciones han podido mantenerse hasta ahora gracias
diera a consagrar obispos. Esto, gracias a Dios, no precisamente a la arbitrariedad y la imprudencia de
lo ha hecho todavía, esperando la reconciliación. ciertas interpretaciones posconciliares. Mostremos
Hoy, en el ámbito ecuménico, se deplora que en el verdadero rostro del Concilio y caerán por su
tiempos pasados no se hiciera más para evitar las base estas falsas protestas».
nacientes disensiones con una mayor comprensión
hacia los grupos afectados y una mayor disponibi-
lidad a la reconciliación. Es, pues, natural, que este Espíritu y anti-espíritu
criterio nos sirva hoy de norma de comporta-
miento. Hemos de empeñarnos por la reconcilia- Pero, digo, en cuanto al "verdadero" Concilio,
ción, hasta donde se pueda y en la medida en que los pareceres no coinciden: aparte de aquel "neo-
se pueda, aprovechando todas las oportunidades triunfalismo" al que hacía referencia y que se re-
que se nos ofrezcan». siste a mirar de frente a la realidad, se está de

18 39
acuerdo, en general, en que la Iglesia se encuentra siones y con mayor intensidad en el período pos-
actualmente en una difícil situación. Pero las opi- terior, un sedicente "espíritu del Concilio", que es
niones se dividen tanto para el diagnóstico como en realidad su verdadero "antiespíritu". Según este
f>ara la terapia. El diagnóstico de algunos es que p e r n i c i o s o Konzils-Ungeist, t o d o lo q u e es
os diferentes aspectos de la crisis no son sino fie- "nuevo" (o que por tal se tiene: ¡cuántas antiguas
bres benignas, propias de un período de creci- herejías han reaparecido en estos años bajo capa de
miento; para otros, en cambio, son síntomas de novedad!) sería siempre y en cualquier circunstan-
una enfermedad grave. En c u a n t o a la terapia, cia mejor que lo que se ha dado en el pasado o lo
unos piden una mayor aplicación del Vaticano II, que existe en el presente. Es el antiespíritu, según
incluso más allá de los textos; otros, una dosis me- el cual la historia de la Iglesia debería comenzar
nor de reformas y cambios. ¿Cómo escoger? ¿A con el Vaticano II, considerado como una especie
quién dar la razón? de punto cero».
R e s p o n d e : « C o m o explicaré ampliamente, mi
diagnóstico es que se trata de una auténtica crisis
que hay que cuidar y sanar. Repito que para esta
curación el Vaticano II es una realidad que debe « N o ruptura, sino continuidad»
aceptarse plenamente. C o n la condición, sin em-
bargo, de que no se le considere como un punto Insiste en que quiere ser muy preciso en este
de partida del cual hay que alejarse a toda prisa, p u n t o : «Es necesario oponerse decididamente a
sino como una base sobre la que construir sólida- este esquematismo de un antes y de un después en
mente. Además, estamos hoy descubriendo la fun- la historia de la Iglesia; es algo que no puede justi-
ción "profética" del Concilio: algunos textos del ficarse a partir de los documentos, los cuales no
Vaticano II, en el momento de su proclamación, hacen sino reafirmar la c o n t i n u i d a d del catoli-
parecían adelantarse a los tiempos que entonces se cismo. N o hay una Iglesia "pre" o "post" conci-
vivían. Después han tenido lugar revoluciones cul- liar: existe una sola y única Iglesia que camina
turales y terremotos sociales que los Padres no po- hacia el Señor, ahondando cada vez más y
dían en absoluto prever, pero que han puesto de comprendiendo cada vez mejor el depósito de la fe
manifiesto que sus respuestas —entonces antici- que El mismo le ha confiado. En esta historia no
padas— eran las que exigía el futuro inmediato. hay saltos, no hay rupturas, no hay solución de
H e aquí p o r qué volver de n u e v o a los d o c u - continuidad. El Concilio no pretendió ciertamente
mentos resulta hoy particularmente actual: ponen introducir división alguna en el tiempo de la Igle-
en nuestras m a n o s los i n s t r u m e n t o s adecuados sia».
para afrontar los problemas de nuestro tiempo. Continuando su análisis, afirma que «la inten-
Estamos llamados a reconstruir la Iglesia, no a pe- ción del Papa que t o m ó la iniciativa del Vati-
sar, sino gracias al verdadero Concilio». cano II, Juan XXIII, y de aquel que lo continuó
A este Concilio "verdadero", al menos en su fielmente, Pablo VI, no era poner en discusión un
diagnóstico, «se c o n t r a p u s o , ya durante las se- depositum fidei, que, muy al contrario, ambos te-

40 41
nían por incontrovertido y libre ya de toda ame- ¿Propone acaso volver de nuevo a la antigua es-
naza». piritualidad de "oposición al mundo"?
¿Quiere tal vez subrayar, como hacen algunos, «No son los cristianos los que se oponen al
la intención predominantemente pastoral, más que mundo. Es el mundo el que se opone a ellos
doctrinal, del Vaticano II? cuando se proclama la verdad sobre Dios, sobre
Cristo y sobre el hombre. El mundo se rebela
«Quiero decir que el Vaticano II no quería cier-
siempre que al pecado y a la gracia se les llama
tamente "cambiar" la fe, sino reproponerla de ma-
por su propio nombre. Superada ya la fase de
nera eficaz. Quiero decir que el diálogo es posible
"aperturas" indiscriminadas, es hora de que el cris-
únicamente sobre la base de una identidad indiscu-
tiano descubra de nuevo la conciencia responsable
tida; que podemos y debemos "abrirnos", pero
de pertenecer a una minoría y de estar con fre-
sólo cuando estemos verdaderamente seguros de
cuencia en contradicción con ío que es obvio, ló-
nuestras propias convicciones. La identidad firme
gico y natural para aquello que el Nuevo Testa-
es condición de la apertura. Así lo entendían los
m e n t o llama —y no c i e r t a m e n t e en s e n t i d o
Papas y los Padres conciliares, algunos de los
positivo— "el espíritu del mundo". Es tiempo de
cuales pudo parecer, tal vez, que se dejaron ganar
encontrar de nuevo el coraje del anticonformismo,
por aquel optimismo un poco ingenuo de aquellos
la capacidad de oponerse, de denunciar muchas de
tiempos, un optimismo que en la perspectiva ac-
las tendencias de la cultura actual, renunciando a
tual nos parece poco crítico y realista. Pero si pen-
cierta eufórica solidaridad posconciliar».
saron poder abrirse con confianza a lo que de po-
sitivo hay en el mundo moderno, fue precisamente
porque estaban seguros de su identidad, de su fe.
En contraste con esta actitud, muchos católicos, en ¿Restauración?
estos años, se han abierto sin filtros ni freno al
mundo y a su cultura, al tiempo que se interroga- Llegados a este punto —como a lo largo de
ban sobre las bases mismas del depositum fidei, todo el coloquio, el magnetófono zumbaba en el
que para muchos habían dejado de ser claras». silencio de la habitación abierta al jardín del semi-
nario—, he planteado al cardenal Ratzinger la pre-
Continúa: «El Vaticano II tenía razón al propi- gunta cuya respuesta ha suscitado las más vivas
ciar una revisión de las relaciones entre Iglesia y reacciones. Estas reacciones se deben también al
mundo. Existen valores que, aunque hayan sur- modo incompleto con que se ha reproducido y al
gido fuera de la Iglesia, pueden encontrar —debi- contenido emotivo de la palabra utilizada («restau-
damente purificados y corregidos— un lugar en su ración»), que nos remite a épocas históricas cierta-
visión. En estos últimos años se ha hecho mucho mente irrepetibles y —al menos a nuestro juicio—
en este sentido. Pero demostraría no conocer ni a no deseables.
la Iglesia ni al mundo quien pensase que estas dos He preguntado, pues, al Prefecto de la fe: pero
realidades pueden encontrarse sin conflicto y llegar entonces, si nos atenemos a sus palabras, parece-
a mezclarse sin más». rían tener razón aquellos que afirman que la jerar-
42 43
quía de la Iglesia pretendería cerrar la primera fase Efectos imprevistos
del posconcilio, y que (aunque retornando no al
preconcibo, sino a los documentos "auténticos" Lo que en realidad sucede, me explica, es que
del Vaticano II) la misma jerarquía intentaría pro- «la situación ha cambiado; el clima ha empeorado
ceder ahora a una especie de "restauración". mucho con relación a aquel que favorecía una eu-
He aquí ia respuesta textual del cardenal: «Si foria cuyos frutos están hoy ante nosotros, como
por "restauración" se entiende un volver atrás, en- una seria advertencia. El cristiano debe ser realista;
tonces no es posible restauración alguna. La Iglesia con un realismo que no es otra cosa que atención
avanza hacia el cumplimiento de la historia, con
"reforma", término este último que tiene para nosotros un sentido
la mirada fija en el Señor que viene. N o : no se totalmente distinto.
vuelve ni puede volverse atrás. No hay, pues, "res- »Tal vez pueda esclarecer la cosa con un ejemplo sacado de la his-
tauración" en este sentido. Pero si por "restaura- toria. En mi opinión, Carlos Borromeo es la expresión clásica de una
verdadera reforma, es decir, de una renovación que conduce hacia
ción" entendemos la búsqueda de un nuevo equili- adelante, precisamente, porque enseña a vivir de un modo nuevo los
brio (die Suche auf ein nenes Gleichgewicht) valores permanentes, teniendo presente la totalidad del hecho cris-
después de las exageraciones de una apertura indis- tiano y la totalidad del hombre. Puede decirse ciertamente que Carlos
reconstruyó ("restauró") la Iglesia católica, la cual, en el Milán de
criminada al mundo, después de las interpreta- aquel entonces, se hallaba casi destruida, sin retornar por esto al me-
ciones demasiado positivas de un mundo agnóstico dievo; al contrario, creó una forma moderna de Iglesia. Cuan poco
y ateo, pues bien, entonces una "restauración" en- "restauradora" fuese una tal "reforma" se comprende, por ejemplo,
por el hecho de que Carlos suprimiera una orden religiosa entonces
tendida en este sentido (es decir, un equilibrio re- en decadencia y asignase sus bienes a nuevas comunidades vivas.
novado de las orientaciones y de los valores en el ¿Quién posee hoy el valor de declarar definitivamente superado lo
que se halla interiormente muerto (y continúa viviendo sólo exterior-
interior de la totalidad católica) sería del todo de- mente) y de confiarlo con claridad a la energía de los nuevos
seable, y por lo demás, se encuentra ya en marcha tiempos? Con frecuencia, nuevos fenómenos de despertar cristiano
en la Iglesia. En este sentido puede decirse que se encuentran la hostilidad precisamente de quienes se presentan como
reformadores, los cuales, a su vez, defienden espasmódicamente insti-
ha cerrado la primera fase del posconcilio»2. tuciones que continúan existiendo sólo en contradicción consigo
mismas.
2 »En Carlos Borromeo podéis ver, por lo tanto, lo que yo he que-
En muchos comentarios periodísticos a esta respuesta no se ha rido decir con "reforma" (o "restauración", en su significado origina-
recogido la palabra "restauración" con todas las precisiones necesarias rio): vivir proyectados hacia una totalidad, vivir de un "sí" que re-
y que aquí se reseñan. Esta es la razón de que, interpelado por un pe- conduce a la unidad las fuerzas recíprocamente encontradas de la
riódico, el cardenal Ratzinger declarase por escrito lo siguiente: existencia humana. Un "sí" que les confiere un sentido positivo en el
«Ante todo, quiero simplemente recordar lo que he dicho en reali- interior de la totalidad. En Carlos se puede también ver cuál es el
dad: no se da ningún retorno al pasado; una restauración así enten- presupuesto esencial para una renovación semejante. Carlos pudo
dida no sólo es imposible, sino que ni siquiera es deseable. La Iglesia convencer a otros porque él mismo era un hombre convencido. Pudo
avanza hacia el cumplimiento de la historia, teniendo ante su mirada conservar su certeza en medio de las contradicciones de su tiempo
al Señor que viene. Pero si el término "restauración" se entiende se- porque él mismo las vivía. Y las podía vivir porque era cristiano en el
gún su contenido semántico, es decir, como recuperación de valores más profundo sentido de la palabra, es decir: estaba totalmente cen-
perdidos en ei interior de una nueva totalidad, diría entonces que es trado en Cristo. Lo que verdaderamente cuenta es restablecer esta in-
precisamente éste el cometido que hoy se impone, en el segundo pe- tegral relación con Cristo. De esta relación integral con Cristo no se
ríodo del posconcilio. Sin embargo, la palabra "restauración", para puede convencer a nadie sólo con argumentos; pero se la puede vivir
nosotros, hombres de nuestro tiempo, se encuentra determinada lin- y, a través de esta vivencia, hacerla creíble a los otros, invitándoles a
güísticamente de tal modo que resulta difícil atribuirle este signifi- compartirla».
cado. En realidad, quiere decir literalmente lo mismo que la palabra

44 45
completa a los signos de los tiempos. Por esto, no unicum porque ha sido, tal vez, el primer Concilio
me cabe en la cabeza que se pueda pensar (con un de la historia convocado no bajo la presión de exi-
sentido nulo de la realidad) en seguir caminando gencias urgentes, de crisis, sino en un momento
como si el Vaticano II no hubiera existido nunca. que parecía (al menos en apariencia) de tranquili-
Los efectos concretos que hoy contemplamos no dad para la vida eclesial. Las crisis han sobreve-
corresponden a las intenciones de los Padres, pero nido después, y no sólo en el interior de la Iglesia,
no podemos ciertamente decir: "mejor sería que sino en la sociedad entera. ¿No cree que se puede
nunca hubiera existido". El cardenal Henry New- decir (tomando pie de una sugerencia suya ante-
man, historiador de los concilios, el gran estudioso rior) que la Iglesia se habría visto obligada a
convertido al catolicismo, decía que el Concilio re- afrontar en todo caso aquellas revoluciones cultu-
presenta siempre un riesgo para la Iglesia; es nece- rales, pero que, sin el Concilio, su estructura ha-
sario, en consecuencia, convocarlo sólo para pocas bría sido más rígida y los daños habrían podido
cosas y no prolongarlo demasiado. Es verdad que ser más graves? Su estructura posconciliar, más
las reformas exigen tiempo, paciencia y que entra- flexible y elástica, ¿no le ha permitido absorber
ñan riesgos; pero no es lícito decir: "dejemos de mejor el impacto, aunque pagando el necesario tri-
hacerlas, porque son peligrosas". Creo que el buto?
tiempo verdadero del Vaticano II no ha llegado «Es imposible saberlo —responde—. La histo-
todavía, que su acogida auténtica aún no ha co- ria, sobre todo la historia de la Iglesia, que Dios
menzado; sus documentos fueron en seguida se- guía por caminos misteriosos, no se hace con los
pultados bajo una luz de publicaciones con fre- "síes". Dios lo ha querido así. A principios de los
cuencia superficiales o francamente inexactas, La años sesenta estaba a punto de entrar en escena la
lectura de la letra de los documentos nos hará des- eneración de la posguerra; una generación que no
cubrir de nuevo su verdadero espíritu. Si se descu- abía participado directamente en la reconstruc-
bren en esta su verdad, estos grandes documentos ción, que encontraba un mundo ya reconstruido y
nos permitirán comprender lo que ha sucedido y buscaba, en consecuencia, otros motivos de com-
reaccionar con nuevo vigor. Lo repito: el católico promiso y de renovación. Había una atmósfera ge-
que con lucidez y, por lo tanto, con sufrimiento, neral de optimismo, de confianza en el progreso.
ve los problemas producidos en su Iglesia por las Además, todos en la Iglesia, compartían la espe-
deformaciones del Vaticano II, debe encontrar en ranza en un sereno desarrollo de su doctrina. No
este mismo Vaticano II la posibilidad de un nuevo se olvide que incluso mi predecesor en el Santo
comienzo. El Concilio es suyo; no es de aquellos Oficio, el cardenal Ottaviani, estaba a favor del
ue se empeñan en seguir un camino que ha con- proyecto de un concilio ecuménico. Una vez que
3 ucido a resultados catrastróficos; no es de aque-
llos que —no por casualidad— ya no saben qué
el papa Juan lo anunció, la Curia romana trabajó
juntamente con los representantes más distin-
hacer con el Vaticano II, el cual no es a sus ojos guidos del episcopado católico en la preparación
más que una especie de "fósil de la era clerical"». de los esquemas, que serían luego arrinconados
Se ha observado, digo, que el Vaticano II es un por los Padres conciliares por demasiado teóricos,

46 47
demasiado "manuales" y muy poco pastorales. El perar del m u n d o redención, libertad y esperanza.
Papa no había contado con esto. Esperaba una vo- Sólo c o n o c í a n en teoría la faz de u n a vida sin
tación rápida y sin fricciones de los esquemas que Dios, de un m u n d o sin fe. Ahora, la realidad se ha
había leído y aprobado. Es claro que ninguno de vuelto diáfana y en su propia penuria han podido
estos textos p r e t e n d í a cambios de d o c t r i n a . Se descubrir de nuevo la riqueza de su fe y su abso-
quería una mejor síntesis y a lo sumo una mayor luta e indispensable necesidad: ha sido para ellos
claridad en p u n t o s hasta entonces no definíaos. una dura purificación, como un pasar a través del
Sólo en este sentido se entendía el esperado desa- fuego, que les abre a una más honda dimensión de
rrollo doctrinal. Al desechar dichos textos, tam- la fe».
poco los Padres conciliares iban contra la doctrina «Sin olvidar nunca —continúa— que todo con-
como tal, sino contra el m o d o insatisfactorio de cilio es una reforma que desde el vértice debe des-
formularla y también, desde luego, contra ciertas pués llegar a la base de los creyentes. Es decir,
puntualizaciones que hasta entonces no se habían t o d o concilio, para que resulte verdaderamente
hecho y que hoy mismo se juzgan innecesarias. Es fructífero, debe ir seguido de una floración de san-
necesario, p o r lo tanto, reconocer que el Vati- tidad. Así sucedió después de Trento, que precisa-
cano II, desde un principio, no siguió el derrotero mente gracias a esto p u d o llevar a cabo una verda-
que Juan X X I I I preveía (¡recuérdese que países dera reforma. La salvación para la Iglesia viene de
como H o l a n d a , Suiza, los Estados U n i d o s eran su interior; pero esto no quiere decir que venga de
verdaderos bastiones del tradicionalismo y de la fi- las alturas, es decir, de los decretos de la jerarquía.
delidad a Roma!). Es necesario también reconocer Dependerá de todos los católicos, llamados a darle
que —al menos hasta ahora—- no ha sido escu- vida, el que el Vaticano II y sus consecuencias
chada la plegaria del papa Juan para que el Conci- sean considerados en el futuro como un período
lio significase un nuevo salto adelante, una vida y luminoso para la historia de la Iglesia. C ó m o decía
una unidad renovadas para la Iglesia». J u a n P a b l o II c o n m e m o r a n d o en M i l á n a San
Carlos Borromeo: "La Iglesia de hoy no tiene ne-
cesidad de nuevos reformadores. La Iglesia tiene
La esperanza de los " m o v i m i e n t o s " necesidad de nuevos santos"».
¿ N o ve, pues, insisto, otros resultados positivos
Pero, pregunto inquieto, ¿su imagen negativa de —además de aquellos que provienen de lo "nega-
la realidad de la Iglesia del posconcilio no deja lu- tivo"— en este período de la historia eclesial?
gar a algún elemento positivo? «Naturalmente que sí. N o me refiero al impulso
«Paradójicamente —responde—, es en realidad de las jóvenes Iglesias, como la de Corea del Sur,
la suma de los errores, es lo negativo lo que está ni a la vitalidad de las Iglesias perseguidas, porque
transformándose en positivo. En estos años, mu- no cabe relacionarlos directamente con el Vati-
chos católicos han hecho la experiencia del éxodo; cano II, como tampoco se puede situarlas directa-
han vivido los resultados del conformismo de las mente en la atmósfera de crisis. Lo que a lo largo
ideologías; han experimentado lo que significa es- y ancho de la Iglesia universal resuena con tonos

49
48 4.—Informe sobre la fe
de esperanza —y esto sucede justamente en el co- son tensiones propiamente con la Iglesia jerárquica
razón de la crisis de la Iglesia en el mundo occi- como tal. Está forjándose una nueva generación de
dental— es la floración de nuevos movimientos la Iglesia, que contemplo esperanzado. Encuentro
que nadie planea ni convoca y surgen de la intrín- maravilloso que el Espíritu sea, una vez más, njás
seca vitalidad de la fe. En ellos se manifiesta poderoso que nuestros proyectos y juzgue de ma-
—muy tenuamente, es cierto— algo así como una nera muy distinta a como nos imaginábamos. En
primavera pentecostal en la Iglesia». este sentido, la renovación es callada, pero avanza
¿En qué piensa en particular? con eficacia. Se abandonan las formas antiguas, en-
«Pienso, por ejemplo, en el Movimiento caris- calladas en su propia contradicción y en el regusto
mático, en las Comunidades neocatecumenales, en de la negación, y está llegando lo nuevo. Cierto,
los Cursillos, en el Movimiento de los Focolari, en apenas se lo oye todavía en el gran diálogo de las
Comunión y Liberación, etc. Todos estos movi- ideas reinantes. Crece en silencio. Nuestro queha-
mientos plantean algunos problemas y comportan cer —el quehacer de los ministros de la Iglesia y
mayores o menores peligros. Pero esto es connatu- de los teólogos— es mantenerle abiertas las
ral a toda realidad viva. Cada vez encuentro más puertas, disponerle el lugar. El rumbo imperante
grupos de jóvenes resueltos y sin inhibiciones para todavía en la actualidad es, de todos modos, otro.
vivir plenamente la fe de la Iglesia y dotados de un En fin, para quien contempla la situación espiritual
gran impulso misionero. La intensa vida de ora- de nuestros días, verdaderamente tempestuosa, no
ción presente en estos Movimientos no implica un hay más remedio que hablar de una crisis de la fe,
refugiarse en el intimismo o un encerrarse en una que sólo podremos superar adoptando una actitud
vida "privada". En ellos se ve simplemente una ca- franca y abierta».
tolicidad total e indivisa. La alegría de la fe que
manifiestan es algo contagioso y resulta un ge-
nuino y espontáneo vivero de vocaciones para el
sacerdocio ministerial y la vida religiosa».
Nadie ignora, sin embargo, que entre los pro-
blemas que estos nuevos movimientos plantean
está también el de su inserción en la pastoral gene-
ral. Su respuesta es rápida: «Lo asombroso es que
todo este fervor no es el resultado de planes pasto-
rales oficiales ni oficiosos, sino que en cierto
modo aparece por generación espontánea. La con-
secuencia de todo ello es que las oficinas de pro-
gramación —por más progresistas que sean— no
atinan con estos movimientos, no concuerdan con
sus ideas. Surgen tensiones a la hora de insertarlos
en las actuales formas de las instituciones, pero no

50 51
C A P Í T U L O III

LA RAÍZ DE LA CRISIS: LA IDEA


/
DE IGLESIA

La fachada y el misterio

Estamos, pues, en crisis. Pero ¿dónde está, a su


juicio, el principal punto de ruptura, la grieta que,
avanzando cada vez más, amenaza la estabilidad
del edificio entero de la fe católica?
No hay lugar a dudas para el cardenal Ratzin-
ger: lo que ante todo resulta alarmante es la crisis
del concepto de Iglesia, la eclesiología: «Aquí está
el origen de buena parte de los equívocos o de los
auténticos errores que amenazan tanto a la teolo-
gía como a la opinión común católica».
Explica: «Mi impresión es que se está perdiendo
imperceptiblemente el sentido auténticamente ca-
tólico de la realidad "Iglesia", sin rechazarlo de
una manera expresa. Muchos no creen ya que se
trate de una realidad querida por el mismo Señor.
Para algunos teólogos, la Iglesia no es más que
mera construcción humana, un instrumento creado
por nosotros y que, en consecuencia, nosotros
mismos podemos reorganizar libremente a tenor
de la exigencias del momento. Y así, se lia insi-
nuado en la teología católica una concepción de
Iglesia que no procede sólo del protestantismo en

53
sentido "clásico". Algunas eclesiologías posconci- los documentos finales— en el concepto de Iglesia
liares parecen inspirarse directamente en el modelo como «pueblo de Dios». Una concepción que pa-
de ciertas "iglesias libres" de Norteamérica, donde rece haberse impuesto en las eclesiologías poscon-
se refugiaban los creyentes para huir del modelo ciliares.
opresivo de "Iglesia de Estado" inventado en Eu- «Es verdad; se ha dado y continúa dándose esta
ropa por la Reforma. Aquellos prófugos, no insistencia, la cual, sin embargo, en los textos con-
creyendo ya en la Iglesia como querida por Cristo ciliares se halla compensada con otras que la com-
y queriendo mantenerse alejados de la Iglesia de pletan; un equilibrio que muchos teólogos han
Estado, crearon su propia Iglesia, una organización perdido de vista. Y es el caso que, a diferencia de
estructurada según sus necesidades». lo que éstos piensan, por este camino se corre el
¿Cómo es para los católicos? peligro de retroceder en lugar de avanzar. De aquí
«Para los católicos —explica— la Iglesia está proviene el peligro de abandonar el Nuevo Testa-
compuesta por hombres que conforman la dimen- mento para volver al Antiguo. En realidad, "pue-
sión exterior de aquella; pero, detrás de esta di- blo de Dios" es, para la Escritura, Israel en sus re-
mensión, las estructuras fundamentales son que- laciones de oración y de fidelidad con el Señor.
ridas por Dios mismo y, por lo tanto, son in- Pero limitarse únicamente a esta expresión para
tangibles. Detrás de la fachada humana está el definir a la Iglesia significa dejar un tanto en la
misterio de una realidad suprahumana sobre la que sombra la concepción que de ella nos ofrece el
no pueden en absoluto intervenir ni el reformador, Nuevo Testamento. En éste, la expresión "pueblo
ni el sociólogo, ni el organizador. Si, por el con- de Dios" remite siempre al elemento veterotesta-
trario, la Iglesia se mira únicamente como mera mentario de la Iglesia, a su continuidad con Israel.
construcción humana, como obra nuestra, también Perora Iglesia recibe su connotación neotestamen-
los contenidos de la fe terminan por hacerse arbi- taria más evidente en el concepto de "cuerpo de
trarios: la fe no tiene ya un instrumento auténtico, Cristo". Se es Iglesia y se entra en ella no a través
plenamente garantizado, por medio del cual expre- de pertenencias sociológicas, sino a través de la in-
sarse. De este modo, sin una visión sobrenatural, y serción en el cuerpo mismo del Señor, por medio
no sólo sociológica, del misterio de la Iglesia, la del bautismo y de la eucaristía. Detrás del con-
misma cristología pierde su referencia a lo Divino: cepto, hoy tan en boga, de Iglesia como sólo
una estructura puramente humana acaba siempre "pueblo de Dios" perviven sugestiones de eclesio-
en proyecto humano. El Evangelio viene a ser en- logías que vuelven, de hecho, al Antiguo Testa-
tonces el "proyecto-Jesús", el proyecto liberación- mento; y perviven también, posiblemente, suges-
social, u otros proyectos meramente históricos, tiones políticas, partidistas y colectivistas. En
inmanentes, que pueden incluso parecer religiosos, realidad, no hay concepto verdaderamente neotes-
pero que son ateos en realidad». tamentario, católico, de Iglesia que no tenga rela-
ción directa y vital no con la sociología, sino con
Durante el Vaticano II se insistió mucho —en la cristología. La Iglesia no se agota en el "colec-
las intervenciones de algunos obispos, en las rela- tivo" de los creyentes: siendo como es "cuerpo de
ciones de sus consultores teólogos y, también, en

54 55
Cristo", es mucho más que la simple suma de sus las "cosas santas", es decir, la gracia de los sacra-
miembros». mentos que brotan de Cristo muerto y resucitado.
Para el Prefecto, la gravedad de la situación Es este vínculo misterioso y realísimo, es esta
viene acentuada por el hecho de que —en un unión en la Vida, lo que hace que la Iglesia no sea
punto tan vital como la eclesiología— no parece sólo nuestra Iglesia, efe modo que podamos dispo-
posible intervenir de manera resolutiva mediante ner de ella a nuestro antojo; es, por el contrario,
documentos. Aunque éstos no hayan faltado, se- su Iglesia. Todo lo que es sólo nuestra Iglesia no
ría necesario, a su juicio, un trabajo en profundi- es Iglesia en sentido profundo; pertenece a su as-
dad: «Es necesario recrear un clima auténticamente pecto humano y es, por lo tanto, accesorio, efí-
católico, encontrar de nuevo el sentido de la Iglesia mero».
como Iglesia del Señor, como espacio de la presen- El olvido o el rechazo de este concepto católico
cia real de Dios en el mundo. Es el misterio de de Iglesia, pregunto, ¿tiene también consecuencias
que habla el Vaticano II con palabras terrible- en las relaciones con la jerarquía eclesial?
mente comprometedoras, en las que resuena toda «Sin lugar a dudas. Y de las más graves. Aquí
la Tradición católica: "La Iglesia o reino de radica el origen de la caída del concepto auténtico
Cristo, presente actualmente en misterio" (Lumen de "obediencia"; ésta, según algunos, ni siquiera
gentium n.3)». sería virtud cristiana, sino herencia de un pasado
autoritario y dogmático que hay que superar a
toda costa. Si la Iglesia es sólo nuestra, si la Iglesia
«No es nuestra, es suya» somos únicamente nosotros, si sus estructuras no
son las que quiso Cristo, entonces no puede ya
concebirse la existencia de una jerarquía como ser-
Como confirmación de la diferencia "cualita- vicio a los bautizados, establecida por el mismo
tiva" de la Iglesia con relación a cualquier organi- Señor. Se rechaza el concepto de una autoridad
zación humana, recuerda que «sólo la Iglesia, en querida por Dios, una autoridad que tiene su legi-
este mundo, supera la limitación esencial del hom- timación en Dios y no —como acontece en las es-
bre: la frontera de la muerte. Vivos o muertos, los tructuras políticas— en el acuerdo de la mayoría
miembros de la Iglesia viven unidos en la misma de los miembros de la organización. Pero la Iglesia
vida que brota de la inserción de todos en el de Cristo no es un partido, no es una asociación,
Cuerpo de Cristo». no es un club: su estructura profunda y sustantiva
Es la realidad, observo, que la teología católica no es democrática, sino sacramental y, por lo
ha llamado siempre communio sanctorum, la co- tanto, jerárquica; porque la jerarquía fundada so-
munión de los "santos", entendiendo por "santos" bre la sucesión apostólica es condición indispensa-
a todos los bautizados. ble para alcanzar la fuerza y la realidad del sacra-
«Así es —dice—. Pero no hay que olvidar que mento. La autoridad, aquí, no se basa en los votos
la expresión latina no significa sólo la unión de los de la mayoría; se basa en la autoridad del mismo
miembros de la Iglesia, vivos o difuntos. Commu- Cristo, que ha querido compartirla con hombres
nio sanctorum significa también tener en común
57
56
que fueran sus representantes, hasta su retorno de- ue no es puesta en entredicho por la infidelidad
finitivo. Sólo ateniéndose a esta visión será posible e sus miembros. Para explicarme con mayor cla-
descubrir de nuevo la necesidad y la fecundidad de ridad, me referiré a la fórmula latina que en la li-
la obediencia a las legítimas jerarquías eclesiales». turgia romana pronunciaba el celebrante en todas
las misas, en el momento del "signo de p a z " que
precede a la comunión. Decía, pues, esta plegaria:
Para una verdadera reforma "Domine Jesu Christe (...), ne respicias peccata
mea, sed fidem Ecclesiae tuae"; es decir: "Señor
C o n todo, digo, junto a la expresión tradicional Jesucristo, no mires mis pecados, sino la fe de tu
communio sanctorum (en el sentido pleno antes Iglesia". H o y , en muchas traducciones (y también
subrayado), hay otra frase latina que ha tenido en el nuevo texto latino) del ordinario de la misa,
siempre derecho de ciudadanía entre los católicos: la fórmula introduce el nosotros en lugar del y o :
Ecclesia semper reformando., la Iglesia está siempre " N o mires nuestros pecados". Semejante cambio
necesitada de reforma. El Concilio ha sido claro parece irrelevante, y, sin embargo, reviste gran sig-
en este p u n t o : «Aunque la Iglesia, por la virtud nificación».
del Espíritu Santo, se ha mantenido como Esposa ¿Por qué conceder tanta importancia al paso del
fiel de su Señor y nunca ha cesado de ser signo de yo al nosotros?
salvación en el m u n d o , sabe, sin embargo, m u y «Porque —explica— es esencial que la petición
bien que no siempre, a lo largo de su prolongada de perdón sea pronunciada en primera persona: lo
historia, fueron todos sus miembros, clérigos o exige la necesidad de aceptar personalmente la p r o -
laicos, fieles al Espíritu de Dios. Sabe también la pia culpa, el carácter indispensable de la conver-
Iglesia que, aun hoy día, es mucha la distancia que sión personal, que hoy se esconde con frecuencia
se da entre el mensaje que ella anuncia'y la fragili- en la masa anónima del "nosotros", del grupo, del
dad humana de los mensajeros a quienes está con- "sistema", de la humanidad, donde todos pecan y,
fiado el Evangelio. Dejando a un lado el juicio de a la postre, ninguno parece haber pecado. D e este
la historia sobre estas deficiencias, debemos, sin m o d o se disuelve el sentido de la responsabilidad,
embargo, tener conciencia de ellas y combatirlas el sentido de la culpa personal. Naturalmente, cabe
con máxima energía para que no dañen a la difu- también entender de m o d o correcto la nueva ver-
sión del Evangelio» (Gaudium et spes n.43). Res- sión del texto, p o r q u e el yo y el nosotros están
petando siempre el misterio de la Iglesia, ¿no es- siempre implicados en el pecado. Lo importante es
tamos llamados a un esfuerzo para cambiarla? que al acentuar el nosotros no se diluya el yo».
«Es cierto —replica—; en sus estructuras h u - Es éste, observo un punto importante, sobre el
manas la Iglesia es semper reformando. C o n todo, q u e habrá q u e insistir más a d e l a n t e ; p e r o vol-
es necesario entender de qué modo y hasta qué vamos ahora donde estábamos: al vínculo entre el
punto. El texto del Vaticano II que acabamos de axioma Ecclesia semper reformando y la petición a
citar nos ofrece ya una indicación muy precisa al Cristo de perdón personal.
hablar de la "fidelidad de la Esposa de Cristo", «De acuerdo; volvamos a aquella plegaria que la

58 59
sabiduría litúrgica introducía en el momento más punto la conciencia común de los católicos se ha
solemne de la misa, aquel que precede a la unión alejado de la recta concepción de la Iglesia».
física, íntima, con Cristo hecho pan y vino. La ¿Qué hacer, entonces?
Iglesia daba por supuesto que cualquiera que cele-
«Debemos —responde— decir de nuevo al Se-
brase la eucaristía tenía necesidad de decir: "Yo he
ñor: "Pecamos nosotros, no la Iglesia que es tuya
pecado; no mires, Señor, mis pecados". Era la in-
y es portadora de fe". La fe es la respuesta de la
vocación obligatoria de todo sacerdote: los
Iglesia a Cristo; ésta es Iglesia en la medida en que
obispos, el mismo Papa al igual que el último de
es acto de fe. Y la fe no es un acto individual, soli-
los sacerdotes, debían pronunciarla en su misa co-
tario; no es una respuesta de cada uno por sepa-
tidiana. Y también los laicos, los restantes miem-
rado. Fe significa creer juntamente con toda la
bros de la Iglesia, estaban llamados a unirse en
aquel reconocimiento de culpa. Por consiguiente,
Iglesia».
todos en la Iglesia, sin excepción alguna, debían ¿Hacia dónde pueden orientarse entonces aque-
confesarse pecadores, pedir perdón, tomar el ca- llas "reformas" que estamos siempre obligados a
mino de una verdadera reforma de sus vidas. Pero llevar a cabo en nuestra comunidad de creyentes
esto no significaba que la Iglesia en cuanto tal que viven en la historia?
fuera también pecadora. La Iglesia —lo hemos «Debemos tener siempre presente que la Iglesia
visto— es una realidad que supera, misteriosa e in- no es nuestra, sino suya. En consecuencia, las "re-
finitamente, la suma de sus miembros. Y así, para formas", las "renovaciones" —por apremiantes
obtener el perdón de Cristo, se oponía mi pecado que sean—, no pueden reducirse a un celoso acti-
a la/e de su Iglesia». vismo para erigir nuevas y sofisticadas estructuras.
¿Y hoy? Lo más que puede esperarse de un trabajo seme-
«Hoy esto parece algo olvidado por muchos jante es una Iglesia "nuestra", hecha a nuestra me-
teólogos, por muchos eclesiásticos, por muchos dida, que puede incluso ser interesante, pero que,
laicos. No se ha dado sólo el paso del yo al noso- por sí sola, no es la Iglesia verdadera, aquella que
tros, de la responsabilidad personal a la colectiva. nos sostiene con la fe y nos da la vida con el sa-
Se tiene la impresión fundada de que algunos, hay cramento. Quiero decir que lo que nosotros po-
que pensar que inconscientemente, tergiversan la demos hacer es infinitamente inferior a Aquel que
invocación, entendiéndola de este m o d o : "no hace. Verdadera "reforma", por consiguiente, no
mires los pecados de la Iglesia, sino mi fe"... Si significa entregarnos desenfrenadamente a levantar
esto llega a tener lugar, realmente las consecuen- nuevas fachadas, sino (al contrario de lo que pien-
cias son graves: las culpas de los individuos pasan san ciertas eclesiologías) procurar que desaparezca,
a ser las culpas de la Iglesia, y la fe se reduce a un en la medida de lo posible, lo que es nuestro, para
hecho personal, a mi modo de comprender y de que aparezca mejor lo que es suyo, lo que es de
reconocer a Dios y sus exigencias. Abrigo el temor Cristo. Es ésta una verdad que conocieron muy
de que éste sea hoy un modo muy difundido de bien los santos: éstos, en efecto, reformaron en
sentir y de razonar: es un signo más de hasta qué profundidad a la Iglesia no proyectando planes

60 61
para nuevas estructuras, sino reformándose a sí
mismos. Lo que necesita la Iglesia para responder
en todo tiempo a las necesidades del hombre es C A P Í T U L O IV
santidad, no management».
ENTRE SACERDOTES Y OBISPOS

Sacerdote: un hombre desazonado

Al estar en crisis el concepto mismo de Iglesia,


¿hasta qué punto y por qué están en crisis los
"hombres de Iglesia"? Dejando para luego lo que
se refiere a los obispos, que necesita un trata-
miento específico, ¿dónde cree Ratzinger que se
encuentran las raíces del desencanto de los clérigos
que en pocos años ha vaciado seminarios, con-
ventos y presbiterios? En una reciente interven-
ción suya, no oficial, ha citado la tesis de un fa-
moso teólogo según el cual «la crisis de la Iglesia
actual sería ante todo una crisis de los sacerdotes y
de las órdenes religiosas».
«Es una tesis muy dura —confirma—. Es un
j'accuse bastante áspero, pero puede ser que capte
una verdad. Bajo el choque del posconcilio, las
;randes órdenes religiosas (precisamente las co-
Í umnas tradicionales de la siempre necesaria re-
forma eclesial) han vacilado, han padecido graves
hemorragias, han visto reducirse como nunca el
ingreso de novicios, y aún hoy parecen estar sacu-
didas por una crisis de identidad».
Más aún, en su opinión «a menudo han sido las
órdenes tradicionalmente más "cultas", más prepa-
radas intelectualmente, las que han padecido la

62 63
crisis más dura». Y ve una razón: «El que ha fre- nal, más adecuado al hombre de hoy. Pero este
cuentado y frecuenta una cierta teología contem- modo de confesarse corre el riesgo de tener muy
poránea vive hasta el fondo sus consecuencias, y poco que ver con la concepción católica del sacra-
una de ellas es que el sacerdote, o el religioso, mento, en el que no cuentan tanto el servicio per-
pierde casi por completo las certezas habituales». sonal o la pericia del que está investido de este ofi-
A esta primera causa del "bandazo", el Prefecto cio. Sucede incluso que el sacerdote acepta
añade otras: «La misma condición del sacerdote es conscientemente situarse en un segundo plano, de-
muy singular y resulta extraña a la sociedad actual. jando lugar a Cristo, que es el único que puede
Parece incomprensible una función, un papel, que perdonar el pecado. Una vez más es necesario vol-
no se basen en el consenso de la mayoría, sino en ver al concepto auténtico del sacramento, en el
la representación de un Otro que hace partícipe de que hombres y misterio se encuentran. Hay que
su autoridad a un hombre. En estas condiciones recuperar plenamente el sentido del escándalo, de
sobreviene una gran tentación de pasar de aquella que un hombre pueda decirle a otro: "Yo te ab-
sobrenatural "autoridad representativa", que carac- suelvo de tus pecados". En ese momento —como
teriza al sacerdocio católico, a un mucho más na- igualmente en la celebración de cualquier otro sa-
tural "servicio de coordinación del consenso", es cramento— el sacerdote no recibe su autoridad del
decir, a una categoría comprensible por ser mera- consenso de los hombres, sino directamente de
mente humana y además a tono con la cultura ac- Cristo. El yo que dice "te absuelvo" no es el de
tual». una criatura, sino que es directamente el Yo del
Si le he entendido bien, en su opinión, se estaría Señor».
ejerciendo sobre el sacerdote una presión cultural, Sin embargo, le digo, no parecen infundadas
para que pase de una misión "sagrada" a una mi- tantas críticas al "antiguo" modo de confesarse. Y
sión "social", muy de acuerdo con los mecanismos me replica en seguida: «Me siento cada vez más
«democráticos», de consenso desde la base, que molesto cuando oigo definir frivolamente como
caracterizan a la sociedad "laica, democrática y "esquemática", "exterior" o "anónima" la manera
pluralista". que ha sido común de acercarse al confesionario.
«Algo parecido —responde—. Una tentación de Y me suena cada vez más amargo el autoelogio de
huir del misterio de la estructura jerárquica fun- algunos sacerdotes a sus "coloquios penitenciales",
dada sobre Cristo hacia una plausible organización que, como ellos dicen, serán poco frecuentes, pero
humana». "como compensación son mucho más personales".
Para aclarar mejor su punto de vista recurre a Si nos detenemos a reflexionar, tras aquel "esque-
un ejemplo de gran actualidad, el sacramento de la matismo" de algunas confesiones de antes se ha-
reconciliación, la confesión: «Hay sacerdotes que llaba la seriedad del encuentro entre dos personas
tienden a transformarla casi exclusivamente en una conscientes de encontrarse ante el misterio descon-
"conversación", en una especie de autoanálisis te- certante del perdón de Cristo, que llega a través de
rapéutico entre dos personas situadas a un mismo las palabras y los gestos de un hombre pecador. Y
nivel. Esto parece mucho más humano, más perso- esto sin olvidar que en tantos "coloquios" excesi-

64 5.—Informe sobre la fe
65
vamente analíticos es muy humano que se filtre El problema de las Conferencias episcopales
una especie de complacencia, una autoabsolución
que —en la profusión de explicaciones— puede De los "simples" sacerdotes pasamos a los
que apenas deje espacio a la conciencia de pecado obispos, es decir, a los que, por ser "sucesores de
personal, del que siempre somos responsables, más los apóstoles", poseen la "plenitud del sacerdo-
allá de todos los atenuantes que sean del caso». cio", son "maestros auténticos de la doctrina cris-
Un juicio realmente severo, observo. ¿No corre tiana", "gozan de autoridad propia, ordinaria, in-
el riesgo de ser, tal vez, demasiado drástico? mediata, sobre la Iglesia a ellos confiada", de la
«No pretendo negar la posibilidad de reformar cual son "principio y fundamento de unidad", y
con sentido las formas externas de la confesión. La que, unidos en el colegio episcopal con su cabeza,
historia nos enseña al respecto tal gama de va- el Romano Pontífice, "actúan en n o m b r e de
riantes que sería absurdo canonizar hoy, para Cristo" para gobernar la Iglesia universal.
siempre, una forma única. Hay en la actualidad Todas las definiciones que acabamos de citar
quienes se retraen del confesonario tradicional, pertenecen a la doctrina católica sobre el episco-
mientras que el diálogo penitencial les abre de ver- pado y han sido reafirmadas en toda su fuerza por
dad. En modo alguno quiero yo desestimar la im- el Vaticano II.
portancia de estas nuevas posibilidades y sus El Concilio, recuerda el cardenal Ratzinger,
frutos para muchos. Pero no es esto lo principal. «quería precisamente reforzar la misión y la res-
Lo decisivo está más allá y es a lo que voy a refe- ponsabilidad del obispo, continuando y comple-
rirme». tando los trabajos del Vaticano I, interrumpido
Volviendo sobre lo que considera las raíces de la por la conquista de Roma, cuando sólo había lle-
crisis del sacerdote, me habla de la «tensión conti- gado a tratar sobre el Papa. A este último, los Pa-
nua de un hombre que, como le sucede hoy al sa- dres conciliares le habían reconocido la infalibili-
cerdote, está llamado a caminar en muchas oca- dad en el Magisterio, cuando, como Pastor y
siones a contracorriente. Este hombre puede Doctor supremo, proclama que determinada ense-
finalmente cansarse de oponerse con sus palabras, ñanza sobre la fe o las costumbres tiene que ser
y más aún con su modo de vida, a la obviedad de creída». Esta circunstancia influyó en un cierto des-
tan razonables apariencias como las que caracteri- equilibrio en las exposiciones de algún teólogo
zan nuestra cultura. El sacerdote —a través del que no subrayaba suficientemente que también el
cual pasa el poder del Señor— ha tenido siempre colegio episcopal goza de la misma «infalibilidad
la tentación de habituarse a esta grandeza y de de Magisterio», siempre que los obispos «conser-
convertirla en una rutina. Y en la actualidad po- ven el vínculo de comunión entre sí y con el Suce-
dría sentir esta grandeza como un peso, y desear sor de Pedro».
(aunque inconscientemente) librarse de ella, reba- Así, pues, ¿ha quedado todo en su lugar con el
jando el Misterio hasta su propia estatura humana, Vaticano II?
en lugar de entregarse a él con humildad, pero con «En los documentos, sí, pero no en la práctica,
confianza, para dejarse elevar hasta su grandeza». en la que se ha producido otro de los efectos para-

66 67
dójicos del posconcilio», me responde. Y lo ex- que un pastor y maestro de la fe, en comunión
plica a continuación: «El decidido impulso a la con los demás pastores y maestros y con el Vica-
misión del obispo se ha visto atenuado, e incluso rio de Cristo. La Iglesia católica se rige por el
corre el riesgo de quedar sofocado, por la inser- equilibrio entre la comunidad y la persona, y en
ción de los obispos en Conferencias episcopales, este caso entre la comunidad de las diversas igle-
cada vez más organizadas, con estructuras buro- sias locales unidas en la Iglesia universal y la per-
cráticas a menudo poco ágiles. No debemos olvi- sona del responsable de la diócesis».
dar que las Conferencias episcopales no tienen una Sucede —dice— que «una cierta disminución del
base teológica, no forman parte de la estructura sentido de responsabilidad individual en algún
imprescindible de la Iglesia tal como la quiso obispo, y la delegación de sus poderes inalienables
Cristo; solamente tienen una función práctica, de pastor y maestro en favor de las estructuras de
concreta». la Conferencia local, corren el riesgo de hacer caer
Agrega que esto es precisamente lo que reafirma en el anonimato lo que, por el contrario, debe ser
el nuevo Código de Derecho Canónico al fijar los siempre muy personal. El grupo de los obispos
ámbitos de autoridad de las Conferencias, que «no unidos en las Conferencias depende, para sus deci-
pueden actuar en nombre de todos los obispos, a siones, de otros grupos, de los expertos que elabo-
no ser que todos y cada uno hubieran dado su ran los borradores previos. Sucede también que la
propio consentimiento» o que se trate de «mate- búsqueda del punto de encuentro entre las diversas
rias ya establecidas por el derecho común o por tendencias, y el correspondiente esfuerzo de me-
un mandato especial de la Sede Apostólica» diación, con frecuencia dan lugar a documentos
(can.455, §§ 4 y 1). Así, pues, el colectivo no sus- achatados, en los que las posiciones concretas que-
tituye a la persona del obispo, el cual —como re- dan atenuadas».
cuerda el Código, repitiendo la doctrina del Con- Recuerda que en su país ya existía una Confe-
cilio— «es el auténtico doctor y maestro de la fe rencia episcopal en la década de los treinta: «Pues
para los creyentes a él confiados» (cf. can.753). Y bien, los documentos verdaderamente enérgicos
Ratzinger lo reafirma: «Ninguna Conferencia epis- contra el nazismo fueron los escritos individuales
copal tiene, en cuanto tal, una misión de ense- de algunos obispos intrépidos. En cambio, los de
ñanza; sus documentos no tienen un valor especí- la Conferencia resultaron un tanto descoloridos,
fico, sino el valor del consenso que les es atribuido demasiado débiles para lo que exigía la tragedia».
por cada obispo».
¿Por qué tanta insistencia sobre este punto?
«Porque se trata de salvaguardar la naturaleza «Volver al coraje personal»
misma de la Iglesia católica, que está basada en
una estructura episcopal, no en una especie de fe- Hay una ley sociológica muy clara que guía
deración de iglesias nacionales. El nivel nacional —se quiera o no— el trabajo de los grupos, "de-
no es una dimensión eclesial. Importa que quede mocráticos" sólo en apariencia. Y esta ley (ka ob-
muy claro que en cada diócesis no hay nada más servado alguno) se cumplió también en el Conci-

68 69
o incluso el conformismo, arrastran.a la mayoría a
lio, en el que en una sesión-íesí, la segunda, aceptar las posiciones de minorías audaces deci-
desarrollada en 1963, hubo un promedio de asis- didas a ir en una dirección muy precisa».
tencia de unos 2.135 obispos. De éstos, sólo inter- Continúa: «Conozco obispos que confiesan en
vinieron activamente, tomando la palabra, poco privado que si hubieran tenido que decidir ellos
más de 200, es decir, el 10 por 100; el otro 90 por solos, lo hubieran hecho en forma distinta de
100 no habló nunca y se limitó a escuchar y a vo- como lo hicieron en la Conferencia. Al acep-
tar. tar la ley del grupo se evitaron el malestar de pasar
«Por lo demás —dice—, es evidente que las ver- por "aguafiestas", por "atrasados" o por "poco
dades no se crean por votación. Una doctrina es abiertos". Resulta muy bonito decidir siempre
verdadera o no es verdadera. La verdad no se crea, conjuntamente. Sin embargo, de este modo se
se halla. De esta regla básica no se aparta tampoco corre el riesgo de que se pierda el "escándalo" y la
el procedimiento clásico de los concilios ecumé- "locura" del Evangelio, aquella "sal" y aquella "le-
nicos, no obstante una opinión contraria muy di- vadura" que, hoy más que nunca, son indispensa-
fundida. También en los concilios ecuménicos se bles para un cristiano ante la gravedad de la crisis,
aplica la ley de que sólo serán vinculantes los dic- y más aún para un obispo, investido de responsa-
támenes aprobados con unanimidad moral, pero bilidades muy concretas respecto de los fieles».
esto no significa que los resultados unánimes pro-
duzcan, por así decir, la verdad. La idea correcta- Parece que últimamente se aprecia una inversión
mente expresada es más bien que la unanimidad de de tendencia respecto a la primera fase del poscon-
tantos obispos, de orígenes tan distintos, de for- cilio. Por ejemplo, la asamblea plenaria de 1984
maciones y temperamentos tan diversos, es signo del episcopado de Francia (y se sabe que este país
de que no inventan, sino encuentran, lo que dicta- expresa frecuentemente tendencias interesantes
minan. La unanimidad moral no tiene, en la idea para el resto de la catolicidad) se ha ocupado del
clásica de concilio, el carácter de una votación, sino tema del recentrage, de la «recentralización». Re-
de un testimonio. torno al centro constituido por Roma; pero tam-
bién retorno a aquel centro imprescindible que es
Una vez esclarecido esto, resulta superfluo razo-
la diócesis, la iglesia particular, su obispo.
nar sobre por qué una Conferencia episcopal, que
representa a un círculo mucho más limitado que el Esta tendencia está apoyada —lo hemos oído—
concilio, no pueda votar sobre la verdad. Aprove- por la Congregación para la Doctrina de la Fe, y
cho además ahora la ocasión para referirme a un no sólo de un modo teórico. En marzo de. 1984, el
estado de ánimos. Los sacerdotes católicos de mi staff dirigente de la Congregación se desplazó a
generación hemos sido acostumbrados a evitar las Bogotá para la reunión de las Comisiones doctri-
contraposiciones entre nuestros hermanos, a bus- nales del episcopado iberoamericano. Desde Roma
car siempre un punto de acuerdo, a no signifi- se insistió para que en el encuentro participaran
carnos mucho con posiciones excéntricas. De este los obispos en persona y no sus representantes «de
modo, en muchas Conferencias episcopales, el es- modo que se subrayara —dice el Prefecto— la res-
píritu de grupo, quizá la voluntad de vivir en paz, ponsabilidad propia de cada obispo, que, según las

70 71
mismas palabras del Código, "es el moderador de consagración episcopal? ¿Se basan todavía en las
todo el ministerio de la Palabra, a quien corres- sugerencias de los Nuncios Apostólicos, o mejor,
ponde anunciar el Evangelio en la iglesia que le ha de los «Legados del Romano Pontífice» (según su
sido confiada" (cf. can.756, § 2). Esta responsabili- título oficial) que la Santa Sede tiene en cada país?
dad doctrinal no puede ser delegada. ¡Y, sin em- «Sí —me dice—, esta tarea ha sido confirmada
bargo, hay quienes consideran inaceptable incluso por el nuevo Código: "Corresponde al Legado
el que un obispo escriba personalmente sus pasto- Pontificio, (...) en lo que atañe al nombramiento
rales!» de Obispos, transmitir o proponer a la Sede Apos-
En un documento firmado por él, recordaba el tólica los nombres de los candidatos, así como ins-
cardenal Ratzinger a sus hermanos en el episco- truir el proceso informativo de los que han de
pado la exhortación severa y apasionada del após- ser promovidos" (can.364,4.°). Este sistema,
tol Pablo: «Te conjuro delante de Dios y de como todas las cosas humanas, crea algunos pro-
Cristo Jesús, que ha de juzgar a vivos y muertos, blemas, pero no se sabe cómo podría sustituirse.
por su aparición y por su reino: Predica la Pala- Hay países que por sus enormes dimensiones no
bra, insiste a tiempo y a destiempo, arguye, en- se prestan a que el Legado conozca directamente a
seña, exhorta con toda longanimidad y doctrina». todos los candidatos. Por esto puede ocurrir que
Y continúa la exhortación de Ratzinger siguiendo no todos los episcopados resulten homogéneos.
la misma cita del apóstol: «Vendrá un tiempo en Entendámonos, no se pretende evidentemente una
que no sufrirán la sana doctrina; antes, deseosos monótona armonía, que resultaría tediosa; es con-
de novedades, se amontonarán maestros conforme veniente que existan algunos elementos diversos,
a sus pasiones, y apartarán los oídos de la verdad pero es necesario que haya acuerdo sobre los
para volverlos a las fábulas. Pero tú vela en todo, mntos fundamentales. El problema está en que, en
soporta los trabajos, haz obra de evangelista, cum- [os años inmediatos al Concilio, durante algún
ple tu ministerio» (2 Tim 4,1-5). tiempo, no se llegó a determinar claramente el per-
Un texto ciertamente inquietante, válido para fil del candidato ideal».
cualquier época; pero que para el Prefecto parece ¿Podría aclarar esto?
tener particular resonancia en la nuestra. En todo «En los primeros años después del Concilio
caso, expresa la identidad del obispo según la Es- —explica— parecía que el candidato al episcopado
critura, como reiteradamente la propone Ratzin- debía ser un sacerdote que ante todo estuviera
ger. "abierto al mundo". Este criterio estaba por lo
menos en primera plana. Tras los sucesos del 68, y
desde entonces progresivamente, al ir agravándose
Maestros de la fe la crisis, se ha comprendido que aquella única ca-
racterística no era suficiente. Se ha caído en la
¿Qué criterio —le pregunto— han mantenido en cuenta, incluso mediante amargas experiencias, que
los años pasados y qué criterio mantienen ahora se necesitaban obispos "abiertos", pero al mismo
en Roma para seleccionar a los candidatos para la tiempo capaces de oponerse al mundo y a sus ten-

72 73
dencias negativas, para sanearlas, para encauzarlas Roma, a pesar de todo
y para poner en guardia a los fieles. Así, pues, el
criterio de selección se ha ido haciendo cada vez Durante una de las pausas de nuestra conversa-
más realista; la "apertura" indiscriminada ha de- ción le hice una pregunta medio en broma, en
jado de ser la respuesta o receta suficiente en una parte para aliviar la tensión que sentíamos ambos,
situación cultural que ya ha cambiado. Por lo él, por su esfuerzo en hacerse entender, y yo por
demás, un cambio semejante se ha producido tam- mi deseo de comprenderle. En realidad creo que
bién en muchos obispos; éstos han experimentado su respuesta ayuda a comprender mejor su idea
amargamente en sus propias diócesis que los sobre la Iglesia, fundada no sobre gestores, sino
tiempos verdaderamente han cambiado respecto a sobre hombres de fe; no sobre computadoras, sino
aquéllos del optimismo un tanto acrítico del inme- sobre la caridad, la paciencia y la sabiduría.
diato posconcilio». Mi pregunta fue la siguiente: puesto que ha sido
El relevo generacional está en camino: a finales arzobispo en Munich y cardenal Prefecto en
de 1984, ya casi la mitad del episcopado católico Roma, y por lo tanto puede establecer una compa-
mundial (incluido Joseph Ratzinger) no había par- ración, ¿habría preferido una Iglesia con centro no
ticipado directamente en el Vaticano II. Por lo en Italia, sino en Alemania?
tanto, ya se puede decir que una nueva generación «¡Qué problema! —contestó riéndose—. Ten-
está al frente de la Iglesia. dríamos una Iglesia demasiado organizada. Imagí-
A esta nueva generación el Prefecto no le acon- nese que solamente en mi arzobispado había 400
sejaría que entrara a competir con los profesores funcionarios y empleados, todos bien retribuidos.
de teología: «Como obispos —ha escrito reciente- Ahora bien, sabemos que cada oficio tiene que
mente— no tienen la misión de aportar nuevos justificar su propia existencia produciendo docu-
instrumentos "científicos" a los ya numerosos ela- mentos, planificando nuevas estructuras, organi-
borados por los especialistas». Maestros actuali- zando asambleas. Sin duda, todos tienen la mejor
zados de la fe y pastores celosos del rebaño a ellos intención. Pero con harta frecuencia ocurría que,
confiado, ciertamente que sí; pero «su servicio con tantas "ayudas", los párrocos se sentían más
consiste en personificar la voz de la fe simple, con cargados que aliviados».
su simple y básica intuición, que precede a la cien- Entonces, a pesar de todo, ¿es preferible Roma
cia. Porque la fe resulta amenazada de muerte cada antes que las rígidas estructuras y la hiperorgani-
vez que la ciencia se erige a sí misma en norma zación, que fascinan a los hombres del Norte?
absoluta». Por lo tanto, en este sentido, «los «Sí, es preferible el espíritu italiano, que, al no
obispos cumplen una función democrática^ una organizar demasiado, deja espacio para los indivi-
función democrática genuina, que no se funda duos, para las iniciativas, para las ideas originales
desde luego en la estadística, sino en el don común que, como decía a propósito de las estructuras de
del bautismo» 3 . algunas Conferencias episcopales, son indispensa-
3
bles para la Iglesia. Toaos los santos fueron hom-
Theologische Prinzipienlehrep.548. bres de imaginación, no funcionarios del aparato;
74 75
fueron personajes que parecían quizás hasta "ex- guo "Santo Oficio" tiene una estructura impo-
travagantes", aunque profundamente obedientes, y nente, no se imaginan que la sección doctrinal (la
al mismo tiempo hombres de gran originalidad e más importante, y la más combatida por las crí-
independencia personal. Y la Iglesia —no me ticas, entre las cuatro secciones de las que se com-
canso de repetirlo— tiene más necesidad de santos pone la Congregación) sólo consta de diez per-
que de funcionarios. Me agrada también ese sen- sonas, incluido el propio Prefecto. En toda la
tido humano de los latinos que deja siempre espa- Congregación no estamos más de treinta personas.
cio para la persona concreta, aunque dentro de la ¡Demasiado pocos para organizar ese golpe teoló-
necesaria urdimbre de leyes y códigos. La ley está gico que algunos sospechan! En todo caso, muy
en función del hombre, y no el hombre en función pocos —bromas aparte— para seguir, al ritmo ne-
de la ley; la estructura tiene sus exigencias, pero cesario, todo cuanto sucede en la Iglesia. Y no di-
éstas no deben sofocar a la persona». gamos para realizar la misión de "promoción de la
La Curia romana, le digo, con la fama que se le sana doctrina" que la reforma sitúa como nuestra
atribuye desde siempre, desde comienzos del me- primera tarea».
dievo, pasando por los tiempos de Lutero, hasta Entonces, ¿cómo se las arreglan?
nuestros días... «Animando la formación de "comisiones para la
Me interrumpe: «También yo, cuando estaba en fe" en cada diócesis o Conferencia episcopal. Cier-
Alemania, miraba a menudo con escepticismo, tamente que por nuestro estatuto tenemos el dere-
quizás hasta con desconfianza e impaciencia, a la cho de intervenir en cualquier parte de la Iglesia
burocracia romana. Al llegar aquí me he dado universal. Pero cuando se producen hechos o teo-
cuenta de que esta Curia es muy superior a su rías que suscitan perplejidad, animamos ante todo
fama. En su gran mayoría está compuesta por per- a los obispos o a los superiores religiosos a esta-
sonas que trabajan en ella por auténtico espíritu de blecer un diálogo con el autor, si es que todavía
servicio. Y no puede ser de otra manera, dada la no lo han hecho. Sólo en el caso de que no se lo-
modestia de las retribuciones, que en Alemania se- gren esclarecer las cosas de este modo (o si el pro-
rían consideradas rayanas en la pobreza; y que el blema supera los límites locales asumiendo dimen-
trabajo de la mayoría resulta muy poco gratifi- siones internacionales, o si es la misma autoridad
cante, desarrollado entre bastidores, de un modo local la que desea la intervención de Roma), sólo
anónimo, preparando documentos o interven- entonces entramos en diálogo crítico con el autor.
ciones que serán atribuidos a otros, al vértice de la Ante todo le expresamos nuestra opinión, elabo-
estructura». rada tras un análisis de sus obras, con la interven-
Las acusaciones de lentitud, las proverbiales de- ción de diversos expertos. El autor, por su parte,
moras en las decisiones... tiene la posibilidad de corregirnos y de comuni-
Dice: «Esto sucede en parte porque la Santa carnos si hemos interpretado mal su pensamiento
Sede, que según algunos nada en la abundancia, en en algún punto. Después de un intercambio de co-
realidad no puede sostener los costes de un perso- rrespondencia (y a veces tras una serie de conver-
nal más numeroso. Muchos que creen que el anti- saciones) le respondemos dándole una valoración

76 77
definitiva, y proponiéndole que exponga todas las
aclaraciones surgidas del diálogo en un artículo
apropiado». CAPÍTULO V
Un procedimiento, pues, que por sí mismo
exige largo tiempo. Pero la falta de personal y los SEÑALES DE PELIGRO
ritmos "romanos", ¿no alargan todavía más este
tiempo, cuando sería necesaria una decisión opor-
tuna, muchas veces por el propio interés del que
está bajo "sospecha" y que no puede quedar de-
masiado tiempo en suspenso?
«Es verdad —admite—. Pero permítame decir
que la proverbial lentitud vaticana no tiene sola-
mente aspectos negativos. Es otra de las cosas que «Una teología individualista»
sólo he podido comprender bien al estar en Roma:
saber diferir (soprassedere, como decís los ita- De la crisis de la fe en la Iglesia como misterio,
lianos) puede ser positivo, puede dejar tiempo a donde el Evangelio vive, confiado a una jerarquía
que se decante la situación, a que madure y a que querida por el mismo Cristo, el cardenal ve des-
se aclare. Se cumple aquí la vieja cordura latina: cender, como lógica consecuencia, la crisis de con-
las reacciones demasiado rápidas no siempre son fianza en el dogma propuesto por el Magisterio:
deseables; una no excesiva rapidez de reflejos ter- «Gran parte de la teología parece haber olvidado
mina a veces respetando mejor a las personas». que el sujeto que hace teología no es el estudioso
individual, sino la comunidad católica en su con-
junto, la Iglesia entera. De este olvido del trabajo
teológico como servicio eclesial se sigue un plura-
lismo teológico que en realidad es, con frecuencia,
puro subjetivismo, individualismo que tiene poco
que ver con las bases de la tradición común. Pa-
rece que ahora el teólogo quiere ser a toda costa
"creativo"; pero su verdadero cometido es profun-
dizar, ayudar a comprender y a anunciar el depó-
sito común de la fe, no "crear". De otro modo, la
fe se desintegra en una serie de escuelas y co-
rrientes a menudo contrapuestas, con grave daño
para el desconcertado pueblo de Dios. En estos
años, la teología se ha dedicado enérgicamente a
armonizar la fe con los signos de los tiempos, a
fin de descubrir nuevos caminos para la trans-

78 79
misión del cristianismo. Muchos, sin embargo, han una catequesis comprendida como formación glo-
llegado a convencerse de que estos esfuerzos han bal en la fe, sino reflexiones y ensayos en torno a
contribuido frecuentemente más a agravar la crisis experiencias antropológicas parciales, subjetivas».
que a resolverla. Sería injusto generalizar esta afir- A principios de 1983, Ratzinger pronunció en
mación, pero sería también falso negarla pura y Francia una conferencia (que levantó una verda-
simplemente». dera polvareda) precisamente sobre la "nueva cate-
Dice, continuando su diagnóstico: «En esta vi- quesis". En aquella ocasión, con su acostumbrada
sión subjetiva de la teología, el dogma es conside- franqueza, dijo entre otras cosas: «El primer error
rado con frecuencia como una jaula intolerable, un grave fue suprimir el catecismo, declarándolo "su-
atentado a la libertad del investigador. Se ha per- perado"; a lo largo de estos años, ha sido ésta una
dido de vista el hecho de que la definición dogmá- decisión universal en la Iglesia, pero esto no quita
tica es un servicio a la verdad, un don ofrecido a que haya sido una decisión errónea o, al menos,
los creyentes por la autoridad querida por Dios. apresurada»4.
Los dogmas —ha dicho alguien— no son murallas Ahora insiste: «Es necesario tener presente que,
que nos impiden ver, sino, muy al contrario, ven- desde los primeros tiempos del cristianismo, apa-
tanas abiertas al infinito». rece un "núcleo" permanente e irrenunciable de la
catequesis, es decir, de la formación en la fe. Es el
núcleo que utiliza tanto el catecismo de Lutero
Una catequesis hecha añicos como el catecismo romano de Trento. En una pa-
labra: toda la exposición sobre la fe se halla orga-
nizada en torno a cuatro elementos fundamentales:
Las confusiones que el Prefecto descubre en la
el Credo, el Pater Noster, el Decálogo, los Sacra-
teología se traducen, según él, en graves conse-
mentos. Esta es la base de la vida del cristiano, la
cuencias para la catequesis.
síntesis del Magisterio de la Iglesia, fundado en la
Dice: «Puesto que la teología ya no parece ca-
Escritura y en la Tradición. El cristiano encuentra
paz de transmitir un modelo común de la fe, tam-
aquí lo que debe creer (el Símbolo o Credo), espe-
bién la catequesis se halla expuesta a la desintegra-
rar (el Pater Noster), hacer (el Decálogo) y el es-
ción, a experimentos que cambian continuamente.
pacio vital en que todo esto debe cumplirse (los
Algunos catecismos y muchos catequistas ya no
Sacramentos). Esta estructura fundamental ha sido
enseñan la fe católica en la armonía de su conjunto
abandonada en demasiadas catequesis actuales, con
—gracias a la cual toda verdad presupone y explica
el resultado que comprobamos: la disgregación del
las otras—, sino que buscan nacer humanamente
sensus fidei en las nuevas generaciones, a menudo
"interesantes" (según las orientaciones culturales
incapaces de una visión de conjunto de su reli-
del momento) algunos elementos del patrimonio
gión».
cristiano. Algunos pasajes bíblicos son puestos de
relieve, porque se les considera "más cercanos a la En las conferencias dadas en Francia contó que,
sensibilidad contemporánea"; otros, por el motivo 4
Transmission de la fot et sources de la fot: La Documentation
contrario, son dejados de lado. Consecuencia: no Catholique (6 de marzo de 1983) p.261.

80 6.—Informe sobre la fe 81
en Alemania, una señora le dijo que «un hijo Es ésta una situación sobre la cual volverá más
suyo, alumno de enseñanza primaria, estaba apren- adelante (señalando las raíces de la misma), en el
diendo la "cristología de los Logia", pero que to- texto que ofrecemos a propósito de ciertas "teolo-
davía no había oído palabra de los siete sacra- gías de la liberación".
mentos o de los artículos del Credo». Anticipamos aquí su convicción de que «la sepa-
ración entre Iglesia y Escritura tiende a vaciar a
ambas desde el interior. En efecto: una Iglesia sin
Quiebra del vínculo entre Iglesia y Escritura fundamento bíblico creíble se convierte en un pro-
ducto histórico casual, en una organización como
La crisis de confianza en el dogma de la Iglesia tantas otras, aquel marco organizativo humano de
trae consigo, según Ratzinger, la actual crisis de que hablábamos. Igualmente, la Biblia sin la Iglesia
confianza en la moral propuesta por la Iglesia no es ya Palabra eficaz de Dios, sino un conjunto
misma. Pero como el tema de la ética es, a su jui- de múltiples fuentes históricas, una colección de li-
cio, de tal importancia que exige un desarrollo bros heterogéneos, de los cuales se intenta extraer,
atentamente articulado, nos referiremos a él más a la luz de la actualidad, lo que se considera útil.
adelante. Una exégesis que ya no vive ni lee la Biblia en el
Aquí damos cuenta de lo que se dijo a propó- cuerpo viviente de la Iglesia se convierte en ar-
sito de otro eslabón de la cadena: la crisis de con- queología: los muertos entierran a sus muertos. En
fianza en la Escritura tal como la interpreta la todo caso, según esta manera de pensar, la última
Iglesia. palabra sobre la Palabra de Dios ya no corres-
Dice: «El vínculo entre Biblia e Iglesia se ha he- ponde a los legítimos pastores, al Magisterio, sino
cho pedazos. Esta separación se inició en el ám- al experto, al profesor, con sus estudios siempre
bito protestante, en los tiempos de la Ilustración provisionales y cambiantes».
dieciochesca, y recientemente se ha difundido tam- Según él, «es ya hora de que se vean los límites
bién entre los investigadores católicos. La interpre- de un método que es válido en sí, pero que resulta
tación histórico-crítica de la Escritura ha hecho de infructuoso cuando se proclama absoluto. Cuanto
esta última una realidad independiente de la Igle- más se aleja uno de la mera comprobación de los
sia. Ya no se lee la Biblia a partir de la Tradición hechos pasados y se aspira a una comprensión ac-
de la Iglesia y con la iglesia, sino de acuerdo con tual de los mismos, tanto más afluyen también
el último método que se presente como "cientí- ideas filosóficas, que sólo en apariencia son pro-
fico". Esta independencia ha llegado a ser, en al- ductos de una investigación científica del texto.
gunos, abierta contraposición; hasta tal punto que, Los experimentos pueden llegar a un extremo tan
a los ojos de muchos, la fe tradicional de la Iglesia absurdo como la "interpretación materialista de la
no halla ya justificación en la exégesis crítica, sino Biblia". Gracias a Dios, se ha entablado ya entre
que se considera únicamente como un obstáculo los exegetas un intenso diálogo sobre los límites
para una comprensión auténtica, "moderna", del del método histórico-crítico y se han puesto en
cristianismo». marcha otros métodos hermenéuticos modernos».
82 83
«Por obra de la investigación histórico-crítica
—continúa—, la Escritura ha llegado a ser un libro ha leído en la Iglesia, desde los Padres hasta el día
abierto, pero también un libro cerrado. U n libro de hoy. Es la fidelidad a esta lectura de la Biblia la
abierto: gracias al trabajo de la exégesis, perci- que nos ha dado a los santos, que han sido con
bimos la palabra de la Biblia de un m o d o nuevo, frecuencia personas de escasa cultura; en cualquier
en su originalidad histórica, en la variedad de una caso, ajenos siempre a las complejidades exegé-
historia que evoluciona y crece, grávida de aque- ticas. Y, sin embargo, han sido ellos los que mejor
llas tensiones y de aquellos contrastes que consti- la han comprendido».
tuyen al mismo tiempo su insospechada riqueza.
Pero, de esa manera, la Escritura se ha convertido
también en un libro cerrado: se ha transformado «El Hijo reducido, el Padre olvidado»
en objeto de los expertos; los laicos, incluso los
especialistas en teología que no sean exegetas, ya Es para él evidente que de esta serie de crisis
no pueden arriesgarse a hablar de ella. Casi parece se deriva una crisis que ataca los fundamentos
sustraerse a la lectura y reflexión del creyente, mismos: la fe en Dios trino, en las personas di-
puesto que lo que de ellos resultase sería tachado vinas. En o t r o lugar tratamos el tema "Espíritu
sin más como "cosa de diletantes". La ciencia de Santo". Aquí referimos lo que el cardenal dijo a
los especialistas levanta una valla en torno al jardín propósito de Dios Padre y del Hijo, Jesucristo.
de la Escritura, que se ha hecho así inaccesible a Dice: «Temiendo —sin asomo de razón, natu-
los no expertos». ralmente— que la atención que se preste al Padre
¿Quiere esto decir, pregunto, que un católico creador pueda oscurecer al H i j o , cierta teología
que quiera estar al día puede entregarse a la lectura tiende hoy a resolverse en mera cristología. Pero
de su Biblia sin preocuparse demasiado de com- se trata de una cristología a menudo sospechosa,
plejas cuestiones exegéticas? en la que se subraya de modo unilateral la natura-
«Ciertamente —responde—. T o d o católico debe leza humana de Jesús, oscureciendo, callando o ex-
tener el valor de creer que su fe (en comunión con presando de manera insuficiente la naturaleza di-
la fe de la Iglesia) supera todo "nuevo magisterio" vina que convive en la misma persona de Cristo.
de los expertos, de los intelectuales. Las hipótesis Se diría que estamos ante un retorno vigoroso de
de estos investigadores pueden ser útiles para co- la antigua herejía arriana. Es difícil, naturalmente,
nocer la génesis de los libros de la Escritura, pero encontrar un teólogo "católico" que afirme negar
es un prejuicio de raigambre evolucionista pensar la antigua fórmula que confiesa a Jesús c o m o
que sólo se comprende el texto estudiando cómo "Hijo de Dios". Todos dirán que la aceptan, aña-
se ha desarrollado y creado. La regla de fe, hoy diendo, sin embargo, "en qué sentido" debería ser
como ayer, no se halla constituida por los descu- entendida, a su juicio, aquella fórmula. Y es aquí
brimientos (sean éstos verdaderos o meramente hi- donde se introducen distinciones que a menudo
potéticos) sobre las fuentes y sobre los estratos bí- conducen a reducciones de la fe en Cristo como
blicos, sino por la Biblia tal como es, tal como se Dios. C o m o antes he dicho, desvinculada de una
eclesiología sobrenatural, no meramente sociológi-
84
8S
ca, la cristología tiende por sí misma a perder la di- omnipotente, creador del cielo y de la tierra". Esta
mensión de lo divino, tiende a resolverse en el fe primordial en un Dios creador (un Dios que sea
"proyecto-Jesús", es decir, en un proyecto de sal- verdaderamente Dios) constituye como la clave de
vación meramente histórico, humano». bóveda de todas las otras verdades cristianas. Si se
«En cuanto al Padre como primera persona de vacila aquí, el edificio entero se derrumba».
la Trinidad —continúa—, la crisis que se mani-
fiesta en cierta teología resulta explicable en una
sociedad que, después de Freud, desconfía de todo Dar su lugar al pecado original
padre y de todo paternalismo. La idea del Padre
creador se oscurece también porque no se acepta a Volviendo a la cristología, hay quien dice que
un Dios al cual debe dirigirse el hombre de rodi- sus dificultades provienen también del olvido, si
llas; se prefiere hablar sólo de partnership, de rela- no de la negación, de aquella realidad que la teolo-
ción de amistad, casi entre iguales, de hombre a gía ha llamado "pecado original". Se añade que, en
hombre, con el hombre Jesús. Se tiende asimismo este punto, algunos teólogos se habrían ajustado al
a dejar de lado el problema de Dios creador por- esquema de una ilustración a lo Rousseau, asu-
que se temen (y se querrían evitar) los problemas miendo el dogma que se encuentra en la base de la
que suscita la relación entre fe en la creación y cultura moderna, sea ésta capitalista o marxista: el
ciencias naturales, comenzando por las perspec- hombre bueno por naturaleza, corrompido sólo
tivas abiertas por el evolucionismo. Así, corren por una educación equivocada y por estructuras
nuevos textos para la catequesis que parten no de sociales necesitadas de reforma. Actuando sobre el
Adán, del principio del libro del Génesis, sino de "sistema", las aguas volverían a su cauce y el hom-
la vocación de Abraham. Es decir, se hace hinca- bre podría entonces vivir en paz consigo mismo y
pié únicamente en la historia, evitando toda con- con sus semejantes.
frontación con el ser. Ahora bien, si Dios se re- Responde:' «Si la Providencia me libera un día
duce a Cristo solo —al hombre Jesús—, Dios ya de mis actuales responsabilidades, quisiera dedi-
no es Dios. Y, en efecto, todo induce a pensar que carme precisamente a escribir sobre el "pecado
cierta teología no cree ya en un Dios que puede original" y sobre la necesidad de descubrir su rea-
entrar en la profundidad de la materia; nay como lidad auténtica. En efecto, si no se comprende que
un retorno de la indiferencia, cuando no del ho- el hombre se halla en un estado de alienación que
rror, de la gnosis hacia la materia. De aquí las no es sólo económica y social (una alienación, por
dudas sobre los aspectos "materiales" de la revela- lo tanto, de la que no puede liberarse con sus pro-
ción, como la presencia real de Cristo en la euca- pias fuerzas), no se alcanza a comprender la nece-
ristía, la virginidad de María, la resurrección con- sidad de Cristo redentor. Toda la estructura de la
creta y real de Jesús, la resurrección de los cuerpos fe se encuentra así amenazada. La incapacidad de
prometida a todos al final de la historia. N o es comprender y de presentar el "pecado original" es
mera casualidad que el Símbolo apostólico co- ciertamente uno de los problemas más graves de la
mience confesando: "Creo en un solo Dios, Padre teología y de la pastoral actuales».

86
Según Ratzinger —lo veremos ampliamente—, (aquella a la que c o r r e s p o n d e , en t e o l o g í a , un
el concepto clave de tantas teologías de hoy es el cierto "teilhardismo") no tiene sentido, evidente-
de «liberación», que parece haber sustituido el tra- mente, hablar de "pecado original". Este, en el
dicional de "redención". Algunos han visto en este más extremo de los casos, no pasa de ser una ex-
cambio un efecto también de la crisis del concepto presión simbólica, mítica, para indicar las carencias
de "pecado" en general y de "pecado original" en naturales de una criatura como el hombre, que,
particular. Se observa que el término «redención» desde unos orígenes imperfectísimos, avanza hacia
exige directamente una misteriosa "caída", una si- la perfección, hacia su realización completa. Ahora
tuación objetiva de pecado de la que sólo la fuerza bien, aceptar esta visión significa alterar radical-
omnipotente de Dios puede redimir; esta vincula- m e n t e la e s t r u c t u r a del c r i s t i a n i s m o : C r i s t o se
ción sería menos directa en el concepto de "libera- transfiere del pasado al futuro; redención significa
ción", tal como habitualmente se entiende. simplemente caminar hacia el porvenir como nece-
Me pregunto si no se trata también de un p r o - saria evolución hacia lo mejor. El hombre no es
blema de lenguaje. ¿Le parece todavía adecuada la más que un producto que todavía no ha sido per-
antigua expresión, de origen patrístico, "pecado feccionado del todo por el tiempo; no ha tenido
original"? lugar redención alguna p o r q u e no había pecado
«Modificar el lenguaje religioso resulta siempre que reparar, sino tan sólo una carencia que, repito,
muy arriesgado. La continuidad tiene aquí una es natural. Estas dificultades, sin embargo, no nos
gran importancia. Yo no veo que puedan modifi- descubren todavía la raíz de la crisis actual del
carse las expresiones centrales de la fe que provie- "pecado original". Esta crisis no es más que un
nen de las grandes palabras de la Escritura: por síntoma de nuestra dificultad profunda para apre-
ejemplo, "Hijo de Dios", "Espíritu Santo", "Virgi- hender la realidad del hombre, del mundo y de
nidad" y "Maternidad divina" de María. En cam- Dios. Sin lugar a dudas, no bastan aquí las discu-
bio, admito que puedan modificarse expresiones siones con las ciencias naturales, aunque este tipo
como "pecado original" que, en cuanto a su conte- de confrontación resulta siempre necesaria. D e -
nido, tienen también un origen directamente bí- bemos ser conscientes que nos las tenemos que ver
blico, pero que, a nivel de expresión, manifiestan también con prejuicios y predecisiones de carácter
ya un estadio de reflexión teológica. En todo caso, filosófico».
es necesario proceder con mucha cautela: las pala- En todo caso, observo, se trata de dificultades
bras no son insignificantes, sino que se hallan es- justificadas, teniendo en cuenta el aspecto verdade-
trechamente vinculadas a la significación. C o m o r a m e n t e " m i s t e r i o s o " del " p e c a d o original", o
quiera que sea, creo que las dificultades teológicas como quiera que se le llame.
y pastorales que plantea el "pecado original" no Dice. «Esta verdad cristiana tiene un aspecto
son ciertamente sólo semánticas^ sino de natura- misterioso y un aspecto evidente. La evidencia:
leza más profunda». una visión lúcida, realista del hombre y de la his-
¿Y qué significa esto en concreto? toria no puede dejar de descubrir la alienación, no
«En u n a h i p ó t e s i s e v o l u c i o n i s t a del m u n d o puede ocultarse el hecho de que existe una ruptura

88 89
de las relaciones: del hombre consigo mismo, con
los otros, con Dios. Ahora bien, puesto que el
hombre es por excelencia el ser-en-relación, una CAPÍTULO V I
ruptura semejante llega hasta las raíces, repercute
en todo. El misterio: si no somos capaces de pene- EL DRAMA DE LA MORAL
trar hasta el fondo la realidad y las consecuen-
cias del pecado original, ello se debe precisamente
a que tal pecado existe^ porque la nuestra es una
ofuscación de carácter ontológico, desequilibra,
confunde en nosotros la lógica de la naturaleza,
nos impide comprender cómo una culpa que tuvo
lugar al principio de la historia pueda traer con-
sigo una situación de pecado común». Del liberalismo al permisivismo
Adán, Eva, el Edén, la manzana, la serpiente...
¿Qué debemos pensar de todo ello? Existe también —y no parece menos grave—
«La narración de la Sagrada Escritura sobre los una crisis de la moral propuesta por el Magisterio
orígenes no habla en términos de historiografía de la Iglesia. Una crisis que, como decíamos antes,
moderna, sino que habla a través de imágenes. Es se halla estrechamente vinculada a la crisis actual
una narración que revela y esconde al mismo del dogma católico. Se trata de una crisis que, por
tiempo. Pero los elementos fundamentales son ra- el momento, se hace presente sobre todo en el
zonalbles y la realidad del dogma queda, en todo mundo que llamamos «desarrollado», de manera
caso, salvaguardada. El cristiano no haría lo que particular en Europa y en los Estados Unidos;
debe por sus hermanos si no les anunciase al pero ya se sabe que los modelos que se elaboran
Cristo que nos redime ante todo del pecado; si no en estas regiones acaban por imponerse al resto del
anunciase la realidad de la alienación (la "caída") mundo, por influencia de lo que hoy se conoce
y, a la vez, la realidad de la gracia que nos redime como imperialismo cultural.
y libera; si no anunciase que para reconstruir Según las palabras mismas del cardenal, «en un
nuestra esencia originaria tenemos necesidad de mundo como el de Occidente, donde el dinero y
una ayuda exterior a nosotros mismos; si no anun- la riqueza son la medida de todo, donde el modelo
ciase que la insistencia sobre la autorrealización, de economía de mercado impone sus leyes impla-
sobre la autorredención, no conduce a la salvación, cables a todos los aspectos de la vida, la ética cató-
sino a la destrucción; si no anunciase, en fin, que lica auténtica se les antoja a muchos corno un
para ser salvos es necesario abandonarse al Amor». cuerpo extraño, remoto; una especie de meteorito
que contrasta no sólo con los modos concretos de
comportamiento, sino también con el esquena bá-
sico del pensamiento. El liberalismo económico
encuentra, en el plano moral, su exacta corrtspon-

on
la separación entre sexualidad y matrimonio, la
dencia en el permisivismo. En consecuencia, se sexualidad se ha separado también de la procrea-
hace difícil, cuando no imposible, presentar la m o - ción. El movimiento ha terminado por desandar el
ral de la Iglesia como razonable; se halla dema- camino en sentido inverso: es decir, procreación
siado distante de lo que consideran obvio y nor- sin sexualidad. D e aquí p r o v i e n e n los experi-
mal la mayoría de las personas, condicionadas por mentos cada vez más impresionantes de la tecnolo-
una cultura hegemónica, a la cual han acabado por gía médica —de los cuales está llena la actuali-
amoldarse, como autorizados valedores, incluso no dad—, y en los que precisamente la procreación es
pocos moralistas "católicos"». independiente de la sexualidad. La manipulación
En Bogotá, en la reunión de obispos presidentes biológica lleva camino de desarraigar al hombre de
de la Comisión Doctrinal y de las Conferencias la naturaleza (cuyo concepto mismo, como ve-
episcopales de América Latina, el cardenal dio lec- remos, se pone en entredicho). Se intenta transfor-
tura a una relación —hasta ahora inédita— que te- mar al hombre y manipularlo como se hace con
nía por objeto analizar los motivos profundos de cualquier otra "cosa": un simple producto planifi-
todo lo que sucede en el campo de la teología con- cado a voluntad».
temporánea, incluida la teología moral, a la cual,
Si no me equivoco, observo, nuestras culturas
en aquella relación, dedica un espacio acorde con
son las primeras en toda la historia en las que se
su importancia. Será necesario seguir los pasos del
realizan semejantes rupturas.
análisis de Ratzinger para comprender su preocu-
«Sí, y este proceso dirigido a destrozar las co-
pación ante determinados derroteros que toma
nexiones fundamentales, naturales (y no sólo cul-
Occidente y, en su seguimiento, ciertas corrientes
turales, c o m o dicen), c o n d u c e a consecuencias
teológicas. En particular, el Prefecto quiere llamar
inimaginables, q u e se d e s p r e n d e n de la lógica
la a t e n c i ó n s o b r e las c u e s t i o n e s f a m i l i a r e s y
misma que preside un camino semejante».
sexuales.
S e g ú n él, h o y e s t a r í a m o s p a g a n d o ya «los
efectos de una sexualidad sin ligazón alguna con el
matrimonio y la procreación. La consecuencia ló-
Una serie de fracturas
gica es que toda forma de sexualidad es igualmente
válida y, por consiguiente, igualmente digna». «No
A este p r o p ó s i t o observa: «En la cultura del se trata ciertamente —precisa— de atenernos a un
m u n d o "desarrollado" se ha destruido, en primer moralismo desfasado, sino de sacar lúcidamente las
lugar, el vínculo entre sexualidad y matrimonio in- consecuencias de las premisas: es lógico, puestas
disoluble. Separado del m a t r i m o n i o , el sexo ha así las cosas, que el placer, la libido del individuo
quedado fuera de órbita y se ha encontrado pri- se conviertan en el único punto de referencia posi-
vado de puntos de referencia: se ha convertido en ble del sexo. Este, sin una razón objetiva que lo
una especie de mina flotante, en un problema y, al justifique, busca una razón subjetiva en la satisfac-
mismo tiempo, en un poder omnipresente». ción del deseo, en una respuesta, lo más "gratifi-
Después de esta primera ruptura descubre otra, cante" posible para el individuo, a los instintos, a
que es consecuencia de la primera: «Consumada
93
92
los cuales no se puede oponer un freno racional. canos—, con la intención de ser todavía "creíbles",
Cada cual es libre de dar el contenido que se le se creen en la obligación de tener que escoger en-
antoje a su libido personal». tre la disconformidad con la sociedad y la discon-
Continúa: «Resulta entonces natural que se formidad con el Magisterio. Muchos eligen esta
transformen en "derechos" del individuo todas las última fórmula de rechazo, y se entregan a la
formas de satisfacción de la sexualidad. Así, por búsqueda de teorías y sistemas que permitan una
poner un ejemplo muy del día, la homosexualidad situación de compromiso entre el catolicismo y los
se presenta como un derecho inalienable (¿y cómo criterios en boga. Pero este divorcio creciente en-
negarlo con semejantes premisas?); más aún, su tre Magisterio y "nuevas" teologías morales pro-
pleno reconocimiento se transforma en un aspecto voca lastimosas consecuencias. Hay que tener en
de la liberación del hombre». cuenta que la Iglesia, por medio de sus escuelas y
Y no terminan aquí las consecuencias de «este hospitales, cumple todavía hoy (sobre todo en
desarraigarse la persona humana de su naturaleza América) importantes misiones sociales. He aquí,
profunda». Dice el Prefecto: «Al desgajarse del pues, la penosa alternativa que se plantea: o la
matrimonio fundado sobre la fidelidad por toda Iglesia encuentra un camino de acuerdo, un com-
una vida, deja la fecundidad de ser bendición promiso con los valores aceptados por la sociedad
(como ha sido entendida en toda cultura), para a la que quiere continuar sirviendo, o decide man-
transformarse en lo contrario, es decir, en una tenerse fiel a sus valores propios (valores que, a su
amenaza para la la libre satisfacción del "derecho a entender, son los que tutelan las exigencias pro-
la felicidad del individuo". He aquí por qué el fundas del hombre), y entonces se encuentra des-
aborto provocado, gratuito y socialmente garanti- plazada respecto a la sociedad».
zado se transforma en otro "derecho", en otra El cardenal cree comprobar que «la teología
forma de "liberación"». moral se ha convertido hoy en un campo de ten-
siones, sobre todo porque sus afirmaciones afectan
de modo muy directo a la persona. Las relaciones
¿Lejos de la sociedad o lejos del Magisterio? prematrimoniales se justifican con frecuencia, al
menos bajo ciertas condiciones. La masturbación
Este es, según el cardenal, el dramático pano- se presenta como un fenómeno normal de la evo-
rama de la ética en la sociedad radicalmente liberal lución del adolescente; una y otra vez se propone
y "opulenta". Pero ¿cómo reacciona a todo esto la la admisión de los divorciados que se han vuelto a
teología moral católica? casar; el feminismo, incluso el más radical, parece
«La mentalidad hoy dominante ataca los funda- adquirir derecho de ciudadanía, a veces en el ám-
mentos mismos de la moral de la Iglesia, que bito de los conventos mismos (pero sobre esto ha-
—como decía—, si se mantiene fiel a sí misma, co- blaremos en otro lugar). Ante el problema dé la
rre el peligro de aparecer como un anacronismo, homosexualidad, se plantean claras tentativas de
como un embarazoso cuerpo extraño. Así, muchos justificación: en los Estados Unidos se ha dado el
moralistas occidentales —sobre todo norteameri- caso de obispos que —por ingenuidad o por un

94 95
cierto sentimiento de culpabilidad de los católicos sexualidad humana. En el marco de una filosofía
hacia una "minoría oprimida"— han cedido igle- más personalista asignaron al matrimonio un lugar
sias a los gays para la celebración de sus festivales. nuevo. Estas discusiones fueron importantes y
Y tenemos también el caso de la Humanae vitae, contribuyeron a ahondar la doctrina católica sobre
la encíclica de Pablo VI que reafirmaba el "no" a el matrimonio. El Concilio acogió y confirmó
la contraconcepción y que no ha sido compren- estos aspectos personalistas, en su mejor acepción.
dida, antes al contrario, ha sido más o menos Pero a raíz del Concilio se esbozó una nueva línea
abiertamente rechazada en amplios sectores ecle- evolutiva. Las reflexiones conciliares se habían
siales». basado en la unidad de persona y naturaleza,
Pero ¿no es acaso cierto, digo, que el problema mientras que luego comenzó a interpretarse el
de la regulación de la natalidad ha encontrado par- "personalismo" como contrapuesto al "naturalis-
ticularmente desguarnecida a la moral católica tra- mo", es decir, como si la persona humana y sus
dicional? ¿No se tiene la impresión de que el Ma- exigencias pudiesen entrar en pugna con la natura-
gisterio se ha visto aquí sin verdaderos argumentos leza. De este modo, un personalismo exagerado ha
decisivos? conducido a ciertos teólogos a rechazar el orden
«Es cierto que en el comienzo del gran debate, interno, el lenguaje de la naturaleza (que es moral
cuando apareció la encíclica Humanae vitae por sí mismo, según la enseñanza católica de siem-
(1968), era todavía relativamente estrecha la base pre), dejando a la sexualidad, incluso conyugal,
de la argumentación de la teología vinculada al como único punto de referencia, la voluntad de la
Magisterio. Pero, desde entonces, nuevas re- persona. He aquí uno de los motivos del rechazo
flexiones y experiencias han venido a ampliarla de la Humanae vitae, de la imposibilidad, para
hasta el punto de que la situación comienza a in- ciertas teologías, de rechazar la contraconcepción».
vertirse».
¿De qué modo?, pregunto.
«Para tener una visión de conjunto, es preciso Buscando puntos firmes
echar una ojeada retrospectiva. En los años treinta
o cuarenta, algunos teólogos católicos comenzaron
El "personalismo extremo" no es el único, entre
ya a criticar la orientación unilateral de la ética
los sistemas éticos que surgen como alternativa a
sexual católica sobre la procreación. La criticaban
los del Magisterio. Ante los obispos reunidos en
desde una filosofía personalista e insistían sobre
Bogotá, y refiriéndose en particular a América del
todo en que el modo clásico de enfocar el matri-
Norte, Ratzinger expuso las líneas de otro sistema
monio, en el Derecho Canónico, en función de sus
que juzga inaceptable: «Inmediatamente después
"fines" no era del todo adecuado a la esencia del
del Concilio, se comenzó a discutir sobre la exis-
matrimonio. La categoría "fin" es insuficiente para
tencia de normas morales específicamente cris-
explicar el fenómeno propiamente humano. Estos
tianas. Algunos llegaron a la conclusión de que
teólogos en modo alguno negaron la importancia
todas las normas pueden encontrarse también
de la fecundidad en la escala de valores de la
fuera del mundo cristiano y que, de hecho, la
96 97
7.—Informe sobre la fe
mayor parte de las cristianas se han t o m a d o de indicadoras que no pueden ser arrancadas o igno-
otras culturas, en particular de la antigua filosofía radas sin destruir el vínculo que la filosofía cris-
clásica, sobre todo del estoicismo. Desde este falso tiana descubre entre el Ser y el Bien. Al proclamar
punto de partida se llegó inevitablemente a la idea la autonomía de la razón humana y separarse del
de que la moral ha de construirse únicamente so- D e c á l o g o , ha sido preciso ir a la b ú s q u e d a de
bre la base de la razón y que esta autonomía de la nuevos puntos de apoyo: ¿dónde puede el hombre
razón es también válida para los creyentes. Por hacer pie, cómo puede justificar los deberes m o -
consiguiente, no al Magisterio, no al Dios de la rales, si éstos no arraigan ya en la Revelación di-
Revelación con sus Mandamientos, con su Decá- vina, en los Mandamientos del Creador?»
logo. En efecto, muchos sostienen que el Decálo- ¿Y entonces?
go, sobre el que la Iglesia ha construido su m o - «Entonces se ha llegado a la llamada "moral de
ral o b j e t i v a , n o sería m á s q u e u n " p r o d u c t o los fines" o — c o m o se prefiere decir en los Es-
cultural" ligado al antiguo Oriente Medio semita. tados Unidos, donde sobre todo se ha elaborado y
Por lo tanto, una simple regla relativa, dependiente difundido— de las "consecuencias", el consecuen-
de una antropología y de una historia que ya no cialismo: nada es en sí bueno o malo; la bondad de
son las nuestras. Por este camino surge de nuevo un acto depende únicamente de su fin y de sus
la negación de la Escritura, renace la antigua here- consecuencias previsibles y calculables. Sin em-
jía según la cual el Antiguo Testamento (lugar de bargo, al darse cuenta de los inconvenientes de un
la "Ley") habría sido anulado por el N u e v o (reino sistema semejante, algunos moralistas han tratado
de la "Gracia"). Pero la Biblia es un todo unitario de suavizar el "consecuencialismo" con el propor-
para el católico; las bienaventuranzas de Jesús no cionalismo: el obrar moral depende de la valora-
anulan el Decálogo confiado por Dios a Moisés y, ción y de la actitud que se adopte ante la propor-
en él, a los hombres de todos los tiempos. Según ción de los bienes que están en juego. A fin de
el criterio de estos nuevos moralistas, en cambio, cuentas, un cálculo individual, en esta ocasión de
nosotros, hombres "al fin adultos y liberados", de- la "proporción" entre bien y mal».
beríamos buscar por nosotros mismos otras Pero me parece, observo, que también la moral
normas de comportamiento». clásica hacía referencia a planteamientos parecidos:
¿Una búsqueda, pregunto, mediante las solas a la valoración de las consecuencias, al peso de los
fuerzas de la razón? bienes que se ofrecen a la elección.
«En efecto, como había comenzado a decir. Se «Ciertamente — r e s p o n d e — . El error ha sido
sabe, en cambio, que para la auténtica moral cató- construir un sistema sobre lo que tan sólo era un
lica hay acciones que ninguna razón podrá nunca aspecto de la moral tradicional, la cual —a la pos-
justificar, porque contienen en sí mismas un re- tre— no dependía de la valoración personal del in-
chazo de Dios creador y, por lo tanto, una nega- dividuo, sino de la revelación de Dios, de las "ins-
ción del bien auténtico del hombre, su criatura. trucciones para el uso" por El inscritas de m o d o
Para el Magisterio han existido siempre determi- objetivo e indeleble en su creación. Por lo tanto, la
nados puntos inamovibles, que son como señales naturaleza y el hombre mismo, en cuanto parte de

98 99
esta naturaleza creada, contienen en su interior su
propia moralidad».
La negación de todo esto conduce, según el Pre- CAPÍTULO VII
fecto, a consecuencias devastadoras para el indivi-
d u o y para la sociedad: «Si desde los Estados LAS MUJERES. UNA MUJER
Unidos, en donde estos sistemas han tenido origen
y se han impuesto, dirigimos 1 la mirada a otras
áreas geográficas, descubrimos que también las
convicciones morales de ciertas teologías de la li-
beración se apoyan, en el fondo, en una moral
"proporcionalista": el "bien absoluto" (es decir, la
edificación de la sociedad justa, socialista) se con-
vierte en la n o r m a moral que justifica t o d o lo U n sacerdocio en cuestión
demás, incluso la violencia, el crimen y la mentira,
si necesario fuere. Es éste uno de tantos aspectos Según el cardenal, la reflexión sobre la crisis de
que muestran cómo, renegando de su arraigo en la moral se halla estrechamente vinculada al tema
Dios, cae la humanidad en poder de las más arbi- (hoy actualísimo en la Iglesia) de la mujer y su mi-
trarias consecuencias. La " r a z ó n " del individuo sión.
puede, de hecho, proponer de cuando en cuando El documento de la Congregación para la D o c -
)ara la acción los más diversos, imprevisibles y pe- trina de la Fe que ratificaba el " n o " católico (com-
[igrosos objetivos. Y lo que parecía "liberación" se p a r t i d o p o r t o d a s las Iglesias de la o r t o d o x i a
transforma en su contrario, mostrando en el te- oriental y, hasta tiempos m u y recientes, por los
rreno de los hechos su rostro luciferino. Es el anglicanos) al sacerdocio de la mujer, lleva al pie la
Tentador quien, en el primer libro de la Escritura, firma del predecesor del cardenal Ratzinger. Este,
seduce al hombre y a la mujer con la promesa: se- sin embargo, contribuyó a su elaboración, y, a una
réis como Dios (Gen 3,5). Es decir, libres de las pregunta mía concreta, lo define como «muy bien
leyes del Creador, libres de las leyes mismas de la preparado, aunque, como todos los documentos
naturaleza, dueños absolutos de nuestro destino. oficiales, presenta una cierta sequedad y va direc-
Pero, al final de este camino, no es precisamente el tamente a las conclusiones sin poder dar razón,
Paraíso terrenal lo que nos espera». con la amplitud que sería necesaria, de todos los
pasos que a ellas conducen».
A este documento remite el Prefecto para exa-
minar de nuevo una cuestión que, a su juicio, ha
sido con frecuencia mal planteada.
Hablando del tema de la mujer en general (y de
su proyección en la Iglesia, en particular entre las
religiosas) me parece advertir en él una singular

100 101
a m a r g u r a : «Es la mujer la que más d u r a m e n t e mana. C o m e n z a n d o , claro está, por la persona de
paga las c o n s e c u e n c i a s de la c o n f u s i ó n , de la sexo femenino».
superficialidad de una cultura que es fruto de
mentes masculinas, de ideologías machistas que
engañan a la mujer y la desquician en lo más pro- Contra la "trivialización" de la sexualidad
fundo, diciendo que en realidad quieren liberarla».
Dice a este propósito: «A primera vista, las ins- La cosa, observo, no está del todo clara: queda
tancias del feminismo radical a favor de una total por ver de qué modo la Biblia y la Tradición, que
equiparación entre el hombre y la mujer parecen la ha interpretado, entienden "proteger" a la mujer
nobilísimas y, en todo caso, absolutamente razo- excluyéndola del sacerdocio.
nables. Y parece lógico que esta defensa del dere- «Ciertamente —admite—. Pero entonces es pre-
cho de la mujer a ingresar en todas las profesiones, ciso ir al fondo de la pretensión, que el feminismo
sin excluir ninguna, se transforme en el interior de radical recibe de la cultura ambiente, de "triviali-
la Iglesia en una exigencia de acceso también al sa- zar" el carácter específico de la sexualidad, ha-
cerdocio. Esta exigencia de la ordenación, esta p o - ciendo intercambiable todo tipo de función entre
sibilidad de contar con sacerdotisas católicas pa- hombre y mujer. Al hablar de la crisis de la moral
rece a muchos no sólo justificada, sino también tradicional, hacía hincapié en que en la raíz de la
inocua: una simple e indispensable adecuación de crisis hay una serie de fatales rupturas: la ruptura,
la Iglesia a una situación social nueva con la que por ejemplo, entre sexualidad y procreación. Des-
hay que contar». pojado del vínculo que le une a la fecundidad, el
Y entonces, pregunto, ¿por qué obstinarse en el sexo ya no aparece como una característica deter-
rechazo ? minada, como una orientación radical y originaria
«En realidad —responde—- este tipo de "eman- de la persona. ¿Hombre? ¿Mujer? Para algunos se
cipación" de la mujer no es una novedad. Se ol- trata de preguntas ya "superadas", carentes de sen-
vida que en el mundo antiguo todas las religiones tido, si no racistas. La respuesta del conformismo
tenían también sacerdotisas. Todas, excepto una: la corriente es previsible: "poco importa ser hombre
religión judía. El cristianismo, siguiendo también o mujer; todos somos simplemente personas hu-
en esto el ejemplo "escandalosamente" original de manas". Esto, en realidad, no deja de ser grave,
Jesús, abre a las mujeres una nueva situación, y les por muy bello y generoso que parezca: significa
ofrece un lugar que representa una verdadera no- que la sexualidad no se considera ya como enrai-
vedad con relación al judaismo. Pero de éste con- zada en la antropología; significa que el sexo se
serva el sacerdocio sólo masculino. Evidentemente, mira como una simple función que puede inter-
la intuición cristiana ha comprendido que no se cambiarse a voluntad».
trataba de una cuestión secundaria, y que defender ¿Y entonces?
la Escritura (la cual no conoce mujeres-sacerdotes «Entonces se deduce, con lógica coherencia, que
ni en el Antiguo ni en el Nuevo Testamento) sig- todo el ser y el obrar de la persona humana se re-
nificaba una vez más defender a la persona h u - ducen a p u r a funcionalidad, a simple c u m p l i -

102 103
miento de un papel: por ejemplo, el papel de taciones penetran en la dimensión religiosa, cris-
"consumidor" o el papel de "trabajador", según tiana?
los regímenes. En todo caso, se trata de algo que «Ocurre que la posibilidad de intercambio entre
no se relaciona directamente con la diversidad los sexos, considerados como simples "funciones"
sexual. No es casualidad que, entre las campañas determinadas más por la historia que por la natu-
de "liberación" que se han llevado a cabo en estos raleza, es decir, la trivialización de lo masculino y
años, se haya planteado la lucha por sacudirse la de lo femenino, se extiende a la idea misma de
"esclavitud de la naturaleza", reivindicando el de- Dios y desde allí se proyecta sobre toda la realidad
recho de ser hombre o mujer según el capricho de religiosa».
cada uno, por ejemplo por vía quirúrgica, y exi- Y, sin embargo, parece que un católico puede
giendo que el Estado haga constar en el registro sostener (un Papa lo ha recordado recientemente)
civil esta voluntad autónoma del individuo. Y no que Dios está más allá de las categorías de su crea-
es tampoco casualidad que las leyes se hayan ade- ción; es decir, que es Madre tanto como Padre.
cuado con toda presteza a semejante reivindica- «En efecto —responde—. Esto es perfectamente
ción. Si todo se reduce a cumplir un "papel" y se admisible si nos situamos en un punto de vista pu-
ignora el específico carácter natural inscrito en lo ramente filosófico, abstracto. Pero el cristianismo
profundo del ser, también la maternidad es una no es una especulación filosófica ni una construc-
simple función casual: y, de hecho, ciertas reivin- ción de nuestra mente. El cristianismo no es
dicaciones feministas consideran "injusto" que sea "nuestro"; es una revelación, un mensaje que nos
sólo la mujer la que tenga que parir y amamantar. ha sido confiado y que no podemos reconstruir a
Y la ciencia —no sólo la ley— tiende una mano: nuestro antojo. No estamos autorizados a trans-
transformando un hombre en mujer y viceversa, formar el Padre nuestro en una Madre nuestra: el
como ya se ha visto; o separando la fecundidad de simbolismo utilizado por Jesús es irreversible; se
la sexualidad, con la finalidad de hacer procrear a funda sobre la misma relación hombre-Dios que
capricho por medio de manipulaciones técnicas. El ha venido a revelarnos. Con mayor razón, no
¿No somos acaso todos iguales? Entonces, si es nos es lícito sustituir a Cristo por otra figura. Pero
necesario, se combate también contra la "desigual- lo que el feminismo radical —incluso aquel que se
dad" de la naturaleza. Pero la naturaleza no se dice cristiano— no está dispuesto a aceptar es jus-
violenta, sin sufrir por ello las más devastadoras tamente esto: el carácter ejemplar, universal e in-
consecuencias. La sacrosanta igualdad entre hom- modificable de la relación entre Cristo y el Padre».
bre y mujer no excluye, sino que exige la diversi- Si son éstas las posiciones en litigio, observo, el
dad». diálogo parece imposible.
«Estoy convencido —dice— de que aquello ha-
En defensa de la naturaleza cia lo que apunta el feminismo en su forma radical
no es ya el cristianismo que conocemos; es una re-
De este planteamiento general pasamos a lo que ligión distinta. Pero también estoy convencido
más nos interesa. ¿Qué ocurre cuando estas orien- (comenzamos a comprender las razones profundas

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de la posición bíblica) de que la Iglesia católica y «Sí —repite—; es la mujer la que más paga. Ma-
las Iglesias orientales, al defender su fe y su con- ternidad y virginidad (los dos altísimos valores en
cepto del sacerdocio, defienden en realidad tanto a los que la mujer realizaba su vocación más pro-
los hombres como a las mujeres en su totalidad, funda) han venido a ser valores opuestos a los do-
en su irreversible distinción de sexos; por consi- minantes. Pero la mujer, creadora por excelencia al
guiente, en su condición de seres irreducibles a dar la vida, no "produce" en sentido técnico, que
simple función o papel que se desempeña». es el único sentido que se tiene en cuenta en una
«Por lo demás —continúa—, tiene también aquí sociedad entregada al culto de la eficacia, y, por
plena validez lo que no me canso de repetir: para ello, más dominada que nunca por el hombre. Se
la Iglesia, el lenguaje de la naturaleza (en nuestro convence a la mujer de que se la quiere "liberar" y
caso, dos sexos complementarios entre sí y a un "emancipar", induciéndola a masculinizarse y ha-
tiempo netamente distintos) es también el lenguaje ciéndola así homogénea a la cultura de la produc-
de la moral (hombre y mujer llamados a destinos ción, sometiéndola al control de la sociedad mas-
igualmente nobles y eternos, pero no por ello culina de los técnicos, de los vendedores y de los
menos diversos). En nombre de la naturaleza —a políticos que buscan beneficio y poder, y todo lo
diferencia de la tradición protestante y, a su zaga, organizan, todo lo venden y todo lo instrumentali-
de la Ilustración, que desconfían de este con- zan para sus fines. Al afirmar que la diferencia
cepto—, la Iglesia levanta la voz contra la tenta- sexual es en realidad secundaria (y, por lo tanto,
ción de preconstituir a la persona y su destino se- negando el cuerpo mismo como encarnación del
gún meros proyectos humanos, de despojarla de Espíritu en un ser sexuado), se despoja a la mujer
su individualidad, y con ésta, de su dignidad. Res- no sólo de la maternidad, sino también de la libre
petar la biología es respetar al mismo Dios; es elección de la virginidad; y, sin embargo, así como
proteger a sus criaturas». el hombre no puede procrear, así tampoco puede
El feminismo radical, fruto también, según Rat- ser virgen si no es "imitando" a la mujer. Esta,
zinger, «del Occidente opulento y de su establish- también por este camino, tenía el valor altísimo de
ment intelectual, anuncia una liberación, es decir, "signo" y de "ejemplo" para la otra parte de la
una salvación distinta, si no opuesta, a la cris- humanidad».
tiana». Y advierte: «Es deber de los hombres y so-
bre todo de las mujeres que experimentan los
frutos de esta presunta salvación postcristiana inte- Feminismo en el convento
rrogarse con realismo si ésta significa verdadera- ¿Cuál es la situación, pregunto, de ese mundo
mente un aumento de felicidad, un mayor equili- riquísimo y complejo (a veces un poco impenetra-
brio y una síntesis vital más rica que la que se ble a los ojos de un hombre, sobre todo si es
abandona, creyéndola ya superada». laico), el mundo de las religiosas: es decir, her-
Según esto, digo, a su juicio, las apariencias en- manas, monjas y almas consagradas en general?
gañan: más que beneficiarías, las mujeres serían «En las comunidades religiosas femeninas —res-
víctimas de la "revolución" actual. ponde— ha penetrado también cierta mentalidad
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feminista. Esta penetración resulta particularmente de "liberarse" en la sociedad o en la política. Mu-
llamativa, incluso en sus formas más externas, en chas religiosas, en cambio, parecen haberse
el continente norteamericano. Han resistido bas- proyectado hacia el interior (siguiendo también en
tante bien las religiosas de clausura, las órdenes esto una dinámica vinculada al sexo), persiguiendo
contemplativas, sin duda porque se hallaban más al aquella misma "liberación" a través de la psicolo-
abrigo del Zeitgeist, el espíritu del tiempo, y por- gía profunda.
que se caracterizan por un ideal preciso e inmuta- «Sí —dice—; se acude con extrema confianza a
ble: la alabanza de Dios, la plegaria, la virginidad esa especie de confesores profanos, de "expertos
y la separación del mundo como signo escatoló- del alma" que serían los psicólogos y psicoana-
gico. En cambio, atraviesan una grave crisis las ór- listas. Pero todo lo que éstos pueden decir es cómo
denes y congregaciones de vida activa. El descu- funcionan las fuerzas del espíritu, pero no por qué
brimiento de la profesionalidad, el concepto de o con qué finalidad. Ahora bien, la crisis de mu-
"asistencia social", que ha venido a sustituir al de chas religiosas se caracteriza justamente por el he-
"caridad", la acomodación, con frecuencia indiscri- cho de que su espíritu parece moverse en el vacío,
minada y entusiasta, a los nuevos valores, hasta sin una orientación reconocible. De este trabajo de
ahora desconocidos en la moderna sociedad secu- análisis ha resultado claro que el "alma" no se ex-
lar, la penetración en los conventos, a menudo sin plica por sí misma, que tiene necesidad de un
filtro de ninguna clase, de psicologías y psicoaná- punto de referencia exterior. Casi una confirma-
lisis de las más variadas tendencias, ha conducido a ción "científica" de la apasionante experiencia de
dolorosos problemas de identidad y a la pérdida San Agustín: "Nos has hechos para Ti, Señor, y
de aquellas motivaciones que justificaban la vida nuestro corazón está inquieto hasta que descanse
religiosa para muchas mujeres. En América, los en Ti". Este buscar y experimentar, confiándose
tratados espirituales de un tiempo han sido susti- no pocas veces a "expertos" improvisados, ha sig-
tuidos por manuales de psicoanálisis de carácter nificado vivencias humanas insondables, a veces al-
divulgador; la teología cede con frecuencia su lu- tísimas, para las religiosas: tanto para las que han
gar a la psicología, incluso a la más corriente. A permanecido fieles a sus votos como para las que
esto hay que añadir la fascinación casi irresistible han abandonado».
que ejerce todo lo oriental o que por tal se tiene:
en muchas casas religiosas norteamericanas, la cruz
ha sido reemplazada, en ocasiones, por símbolos ¿Un futuro sin monjas?
de la tradición religiosa asiática. Han desaparecido Existe un informe actualizado y minucioso so-
también las devociones tradicionales, sustituidas bre las religiosas de Quebec, la región del Canadá
por técnicas yoga o zen». de habla francesa. El caso de Quebec resulta ejem-
Se ha observado que muchos religiosos —hemos plar: se trata de una región de Norteamérica colo-
hablado de ello— han tratado de resolver su crisis nizada y evangelizada por católicos, que cons-
de identidad proyectándose al exterior —según la truyeron allí un régimen de cristiandad, dirigido
conocida dinámica masculina—, con el propósito por una Iglesia omnipresente. En efecto, hace sólo

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veinte años, a comienzos de los años sesenta, Q u e - Ratzinger se refiere en particular. ¿Debe esto atri-
bec era la región del mundo con el índice de reli- buirse a que, olvidando la advertencia evangélica,
giosas más elevado en relación al número de habi- se ha q u e r i d o p o n e r " v i n o n u e v o " en " o d r e s
tantes, que son en total seis millones. Entre 1961 y viejos", es decir, en comunidades nacidas en otros
1981, a causa de abandonos, muertes y caída de las climas espirituales, hijas de una Societas christiana
vocaciones, las religiosas se redujeron de 46.933 a que ya no es la nuestra? En una palabra: el fin de
26.294. U n descenso del 44 por 100, y la tendencia una vida religiosa, ¿no significa el fin de la vida
parece imparable. Las nuevas vocaciones se han re- religiosa, que se encarnará en formas nuevas, ade-
ducido en el mismo período en un 98,5 por 100. cuadas a nuestro tiempo?
Resulta, además, que buena parte del 1,5 por 100 El Prefecto no lo excluye con seguridad, aunque
restante se halla constituida por "vocaciones tar- el caso ejemplar de Quebec confirma que las ór-
días". A base de una simple proyección, todos los denes en apariencia más opuestas a la mentalidad
sociólogos están de acuerdo en una conclusión actual y más refractarias a todo tipo de cambios,
cruda, pero objetiva: «Dentro de poco (a menos las órdenes contemplativas, las religiosas de clau-
que tengan lugar cambios de tendencia, del todo sura, «han sufrido, en el peor de los casos, algún
improbables, al menos desde un p u n t o de vista que otro problema, pero no han conocido una
humano), la vida religiosa femenina, tal como la verdadera crisis», según las palabras de los mismos
hemos conocido, no será en Canadá más que un sociólogos.
recuerdo». C o m o quiera que sea, según el cardenal, «si es
Los mismos sociólogos que han preparado el in- la mujer la que paga un precio más elevado a la
forme describen cómo en estos últimos veinte años nueva sociedad y a sus valores, las religiosas eran
todas las comunidades han puesto en práctica toda las que se hallaban más expuestas entre todas las
suerte de reformas imaginables: abandono del há- mujeres». Volviendo una vez más a lo dicho con
bito religioso, salario individual, estudios en uni- anterioridad, observa que «el hombre, incluso el
versidades laicas, inserción en profesiones secu- religioso, a pesar de los problemas que todos co-
lares, asistencia masiva de todo tipo de "es- nocemos, ha podido buscar remedio a la crisis en-
pecialistas", Y, a pesar de todo, las religiosas han tregándose al trabajo, tratando de encontrar de
continuado saliendo, no han llegado las nuevas nuevo su centro en la actividad. Pero ¿qué ha p o -
vocaciones, y las que han permanecido —con dido hacer la mujer, cuando las funciones inscritas
un promedio de edad en torno a los sesenta años— en su biología misma han sido negadas y hasta ri-
no siempre parecen haber resuelto sus problemas diculizadas; cuando su maravillosa capacidad de
de identidad, y en algunos casos confiesan que dar amor, ayuda, consuelo, calor, solidaridad, se
esperan resignadas la extinción de su Congrega- ha sustituido por la mentalidad economicista y
ción. sindical de la "profesión", esa típica preocupación
Sin duda era necesario el aggiornamento, incluso masculina? ¿ Q u é p u e d e hacer la mujer cuando
el más decidido; pero no parece haber funcionado todo lo que le es más propio es destruido y tenido
en aquella parte de América del N o r t e a la que por irrelevante y desorientador?»

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Continúa: «El activismo, el querer hacer a toda Prefecto propone, entre otros, un remedio «que ha
costa cosas "productivas", "sobresalientes", es la demostrado concretamente su eficacia a lo largo de
tentación constante del hombre, también del reli- la historia del cristianismo. U n remedio cuyo pres-
gioso. Y ésta es precisamente la orientación que tigio parece hoy haberse oscurecido a los ojos de
domina en las eclesiologías (hemos hablado de algunos católicos, p e r o q u e es más actual q u e
ello) que presentan a la Iglesia como un "pueblo nunca». Su nombre es breve: María.
de Dios" sumergido en la actividad, empeñado en R a t z i n g e r es c o n s c i e n t e de q u e este p u n t o
traducir el Evangelio en un programa de acción —quizá más que ningún o t r o — plantea a un cierto
destinado a conseguir "resultados" sociales, polí- sector de creyentes serias dificultades a la hora de
ticos y culturales. Pero no por simple azar tiene la recuperar plenamente un aspecto del cristianismo
Iglesia nombre de mujer. En ella vive el misterio como la mariología, a pesar de que este aspecto ha
de la maternidad, de la gratuidad, de la contempla- sido refirmado por el Vaticano II como culmina-
ción, de la belleza; en una palabra, de los valores ción de la Constitución dogmática sobre la Iglesia.
que parecen inútiles a los ojos del mundo profano. «Al incluir el misterio de María en el misterio de
La religiosa, sin darse plenamente cuenta de las ra- la Iglesia — d i c e — , el V a t i c a n o II ha llevado a
zones, advierte el malestar profundo que produce cabo una opción significativa que tendría que ha-
vivir en una Iglesia en la que el cristianismo se re- ber dado un nuevo impulso a los estudios teoló-
duce a una ideología del hacer, según aquella ecle- gicos; éstos, en cambio, durante el primer período
siología tan crudamente machista, que se presenta posconciliar, han experimentado en este aspecto,
sin más — y a menudo se acepta— fcomo la más una brusca caída, casi un colapso, aunque ahora se
cercana a las mujeres y a sus exigencias " m o - dan indicios de un verdadero despertar».
dernas". Pero éste es un proyecto de Iglesia en el En 1968, con ocasión de la conmemoración del
que no hay lugar para la experiencia mística, esa 18.° aniversario de la proclamación del dogma de
veta de la vida religiosa que, entre las glorias y las la Asunción de María en cuerpo y alma a la gloria
riquezas ofrecidas a todos, ha sido, a través de los celestial, el entonces profesor Ratzinger observaba:
siglos y n o por mera casualidad, más plenamente «En pocos años, la orientación ha cambiado hasta
vivida por las mujeres que por los hombres. Re- tal punto que hoy se hace difícil comprender el
cordemos aquellas mujeres extraordinarias que la entusiasmo y la alegría que entonces reinaron en la
Iglesia ha proclamado "santas", y en ocasiones Iglesia; hoy se trata, más bien, de esquivar aquel
" d o c t o r a s " , y que n o ha d u d a d o en p r o p o n e r dogma que tanto nos había entusiasmado; muchos
como ejemplo a todos los cristianos. U n ejemplo se preguntan si esta verdad — c o m o todas las otras
que reviste hoy especial actualidad». verdades católicas sobre María— no es en realidad
fuente de dificultades en nuestras relaciones con
U n remedio: María los hermanos protestantes. C o m o si la mariología
fuese una piedra que obstaculiza el camino hacia la
Para resolver la crisis de la idea misma de Igle- unión. Y nos preguntamos también si, al recono-
sia, la crisis de la moral, la crisis de la mujer, el cer el puesto que la tradición asigna a María, no se

112 113
8.—Informe sobre la fe
amenaza la orientación de la piedad cristiana, des- Conferencia del Episcopado Latinoamericano. Los
viándola de lo único que debe importarle: Dios obispos respondieron a la invitación del Pontífice
nuestro Señor y el único Mediador, Jesucristo». proponiendo en el documento final (documento
Y, sin embargo, me dirá durante el coloquio, «si que algunos han leído de manera harto incom-
ha sido siempre esencial para el equilibrio de la fe pleta) la recomendación unánime: "María debe ser
el lugar que ocupa la Señora, hoy es más urgente cada vez más la pedagoga del Evangelio para los
que en ninguna otra época de la historia de la Igle- hombres de hoy". En aquel continente, allí donde
sia descubrir de nuevo este lugar». se apaga la tradicional piedad mariana del pueblo,
El testimonio de Ratzinger es también humana- el vacío se llena con ideologías políticas. Es un fe-
mente importante. Ha llegado a él a través de un n ó m e n o que se reproduce un poco en todas
camino personal de redescubrimiento, de progre- partes, y que viene a confirmar la importancia de
sivo ahondamiento, casi de plena "conversión" al la piedad mariana, que es mucho más que una
misterio mariano. Me confía: «Cuando todavía era mera devoción».
un joven teólogo, antes de las sesiones del Conci-
lio (y también durante las mismas), como ha suce-
dido y sucede hoy a muchos, abrigaba algunas re- Seis motivos para no olvidarla
servas sobre ciertas fórmulas antiguas, como por
ejemplo aquella famosa de María numquam satis, Seis son los puntos, en los cuales —de un modo
"de María nunca se dirá bastante". Me parecía exa- forzosamente sintético y, por lo tanto, incom-
gerada. También se me hacía difícil comprender el pleto— el cardenal resume la función de equilibrio
verdadero sentido de otra famosa expresión (repe- y plenificación para la fe católica que ejerce la Vir-
tida en la Iglesia desde los primeros siglos, cuando gen. Oigámosle.
—después de una disputa memorable— el concilio
de Efeso del 431 había proclamado a María Theo- «Primer punto: Reconocer a María el puesto
tókos, Madre de Dios), es decir, la expresión que que el Dogma y la Tradición le asignan significa
presenta a la Virgen como "enemiga de todas las hallarse sólidamente cimentados en la cristología
herejías". Hoy —en este confuso período en el auténtica. (Vaticano II: "La Iglesia, meditando pia-
que todo tipo de desviación herética parece agol- dosamente sobre ella y contemplándola a la luz del
parse a las puertas de la auténtica fe católica— Verbo hecho hombre, llena de reverencia, entra
comprendo que no se trata de exageraciones de más a fondo en el soberano misterio de la encarna-
almas devotas, sino de una verdad hoy más en vi- ción y se asemeja cada día más a su Esposo" [LG
gor que nunca». n.65].) Por lo demás, la Iglesia proclama los
«Sí —continúa—; es necesario volver a María si dogmas marianos al servicio directo de la fe en Je-
queremos volver a aquella "verdad sobre Jesu- sucristo —por lo tanto, no por devoción a la Ma-
cristo, verdad sobre la Iglesia y verdad sobre el dre en primer lugar—: en un primer momento, la
hombre" que Juan Pablo II proponía a la cristian- virginidad perpetua y la maternidad divina, y más
dad entera cuando, en 1979, presidió en Puebla la tarde, tras una larga y madura reflexión, la con-
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cepción sin mancha de pecado original y la asun- Cuarto punto: «La verdadera devoción mariana
ción a los cielos. Estos dogmas salvaguardan la fe garantiza a la fe la convivencia de la «razón», a
auténtica en Cristo como verdadero Dios y verda- todas luces indispensable, con las no menos indis-
dero hombre: dos naturalezas en una sola persona. pensables "razones del corazón", como diría Pas-
Salvaguardan también la indispensable tensión es- cal. Para la Iglesia, el hombre no es únicamente ra-
catológica, al indicar en María asunta a los cielos zón ni sólo sentimiento; es la unión de estas dos
el destino inmortal que a todos nos espera. Y sal- dimensiones. La cabeza debe reflexionar con luci-
vaguardan también la fe, hoy amenazada, en Dios dez, pero el corazón ha de estar caldeado: la devo-
creador (y es éste uno de los significados de la ción a María ("despojada tanto de toda falsa exa-
verdad sobre la virginidad perpetua de María, más geración cuanto de una excesiva mezquindad de
incomprendida que nunca), que puede intervenir li- alma al tratar de la singular dignidad de la Madre
bremente sobre la materia. En una palabra, como de Dios", como recomienda el Concilio) asegura
nos recuerda el Concilio: "María, por su íntima de este modo a la fe su dimensión humana com-
participación en la historia de la salvación, reúne pleta».
en sí y refleja en cierto modo las supremas ver-
dades de la fe" (LG n.65)». Continuando la exposición de su síntesis, Rat-
zinger indica un quinto punto: «Según las palabras
Segundo punto: «La mariología de la Iglesia mismas del Vaticano II, María es "figura", "ima-
supone la justa relación y la necesaria integración gen" y "modelo" de la Iglesia. Dirigiendo hacia
entre Biblia y Tradición: los cuatro dogmas ma- ella su mirada, la Iglesia se aleja de aquella imagen
rianos tienen en la Escritura su base indispensable. machista a la que hacíamos referencia, imagen que
Hay aquí como un germen que crece y fructifica presenta la Iglesia como mero instrumento de ac-
en la vida cálida de la Tradición tal como se ex- ción socio-político. En María, su figura y modelo,
presa en la liturgia, en la intuición del pueblo la Iglesia descubre de nuevo su rostro de Madre y
creyente y en la reflexión de la teología guiada por por ello no puede degenerar hacia una involución
el Magisterio». que la transforme en partido, en organización, en
grupo de presión al servicio de intereses humanos,
Tercer punto: «En su misma persona de donce- por muy nobles que sean. Si en ciertas teologías y
lla judía que ha llegado a ser madre del Mesías, eclesiologías no hay ya lugar para María, la razón
María vincula de modo vital e inextricable el anti- es clara: han reducido la fe a una abstracción. Y
guo y el nuevo pueblo de Dios, Israel y el cristia- una abstracción no tiene necesidad de Madre».
nismo, la Sinagoga y la Iglesia. Ella es como el
punto de unión sin el cual la fe (como sucede hoy) Sexto y último punto de esta síntesis: «En vir-
corre peligro de perder el equilibrio, apoyándose tud de su destino de Virgen y Madre, María conti-
únicamente sobre el Antiguo Testamento o fun- núa proyectando luz sobre lo que el Creador ha
dándose sólo sobre el Nuevo. En ella, en cambio, querido para la mujer de todos los tiempos, in-
podemos vivir la síntesis de la Escritura entera». cluido el nuestro. Más aún, tal vez sobre todo para

116 117
nuestro tiempo, en el que —como sabemos— se recio confirmar (si bien con prudentes rodeos, ha-
halla amenazada la esencia misma de la feminidad. blando privadamente con un grupo de invitados
Su virginidad y su maternidad arraigan el misterio cualificados) el contenido, no precisamente alenta-
de la mujer en u n d e s t i n o altísimo del q u e n o dor, de este escrito. Antes que él, Pablo VI, en su
puede ser despojada. María es la intrépida mensa- peregrinación a Fátima, parece haber aludido tam-
jera del Magníficat, pero es también aquella que bién a los temas apocalípticos del "secreto". ¿Por
hace fecundos el silencio y la ocultación; aquella qué no se ha decidido nunca a publicarlo, aunque
que no teme permanecer al pie de la cruz, que no fuera más que para evitar suposiciones aventu-
asiste al nacimiento de la Iglesia; es también aque- radas?
lla que, como subraya en varias ocasiones el evan- «Si hasta ahora no se ha tomado esta decisión
gelista, "guarda y medita en su corazón" las cosas —responde—, no es porque los papas quieran es-
que ocurrían a su alrededor. Criatura del coraje y conder algo terrible».
de la obediencia, es (ahora y siempre) un ejemplo Entonces, insisto, ¿hay "algo terrible" en el ma-
en el que todo cristiano —hombre y mujer— nuscrito de sor Lucía?
puede y debe inspirarse». «Aunque así fuera —replica, escogiendo las pa-
labras—, esto no haría más que confirmar la parte
ya conocida del mensaje de Fátima. Desde aquel
Fátima y aledaños lugar se lanzó al m u n d o una severa advertencia,
que va en contra de la facilonería imperante; una
El juicio sobre las apariciones marianas corres- llamada a la seriedad de la vida, de la historia, ante
ponde a una de las cuatro secciones de la Congre- los peligros que se ciernen sobre la humanidad. Es
gación para la Doctrina de la Fe (la sección llamada lo mismo que Jesús recuerda con harta frecuencia;
«disciplinar»). no tuvo reparo en decir: "Si no os convertís, todos
Le pregunto: Cardenal Ratzinger, ¿ha leído us- pereceréis" (Le 13,3). La conversión — y Fátima
ted el llamado «tercer secreto de Fátima», el que nos lo recuerda sin ambages— es una exigencia
sor Lucía, la única superviviente del grupo de vi- constante de la vida cristiana. Deberíamos saberlo
dentes, hizo llegar a Juan XXIII, y que el Papa, por la Escritura entera».
después de haberlo examinado, confió al predece- ¿Quiere esto decir que no habrá publicación, al
sor de usted, cardenal Ottaviani, ordenándole que menos por ahora?
lo depositara en los archivos del Santo Oficio? «El Santo Padre juzga que no añadiría nada a lo
La r e s p u e s t a es i n m e d i a t a , seca: «Sí, lo he que un cristiano debe saber por la Revelación y,
leído». también, por las apariciones marianas aprobadas
Circulan en el m u n d o —continúo— versiones por la Iglesia, que no hacen sino confirmar la ne-
nunca desmentidas que describen el contenido de cesidad urgente de penitencia, de conversión, de
este "secreto" como inquietante, apocalíptico y perdón, de ayuno. Publicar el "tercer secreto" sig-
anunciador de terribles sufrimientos. El mismo nificaría también exponerse a los peligros de una
Juan Pablo II, en su visita pastoral a Alemania, pa- utilización sensacionalista de su contenido».

118 119
¿Entran tal vez en consideración —aventuro— llegado a su plenitud con Jesucristo; El mismo es
implicaciones políticas, teniendo en cuenta que, al la Revelación. Pero no podemos ciertamente impe-
parecer, también aquí — c o m o en los otros dos dir que Dios hable a nuestro tiempo a través de
"secretos"— se menciona a Rusia? personas sencillas y valiéndose de signos extraordi-
Pero el cardenal dice que no puede extenderse narios que denuncian la insuficiencia de las cul-
más sobre este punto y se niega con firmeza a en- turas que nos dominan, contaminadas de raciona-
trar en más detalles. Por otro lado, mientras se de- lismo y de positivismo. Las apariciones que la
sarrollaba nuestro coloquio, no hacía mucho que Iglesia ha aprobado oficialmente —Lourdes, ante
el Papa había consagrado de nuevo el m u n d o (con todo, y posteriormente Fátima— ocupan un lugar
una mención particular al Este europeo) al Cora- preciso en el desarrollo de la vida de la Iglesia en
zón Inmaculado de María, respondiendo así a la el último siglo. Muestran, entre otras cosas, que la
exhortación de la Virgen de Fátima. Y el mismo Revelación —aun siendo única, plena y, por consi-
Juan Pablo II, herido en atentado un 13 de mayo guiente, insuperable— no es algo m u e r t o ; es viva
—aniversario de la primera aparición en la locali- y vital. Por otra parte —al margen del caso de
dad portuguesa—, viajó a Fátima en peregrina- Medjugorje, sobre el que no puedo expresar juicio
ción de acción de gracias a María, «cuya mano alguno por estar todavía sometido a examen en mi
-—dice—, ha guiado milagrosamente el proyectil», C o n g r e g a c i ó n — , u n o de los signos de n u e s t r o
haciendo alusión, al parecer, a las profecías que, a tiempo es que las noticias sobre "apariciones" ma-
través de un grupo de niños, fueron transmitidas a ñ a n a s se están m u l t i p l i c a n d o en el m u n d o . A
ia humanidad y en las que se hace referencia tam- n u e s t r a sección disciplinar ííegan informes de
bién a la persona de los pontífices. África, por ejemplo, y de otros continentes».
Sobre el mismo tema, es de todos conocido que,
Además del elemento tradicional de la paciencia
desde hace años, un pueblo de Yugoslavia, Medju-
y de la prudencia, pregunto, ¿en qué criterios se
gorje, se ha hecho centro de la atención mundial
apoya la Congregación para emitir un juicio ante
por las repetidas "apariciones" que —verdaderas o
la multiplicación de estos hechos?
n o — han atraído ya a millones de peregrinos, pero
que también han provocado dolorosas polémicas «Uno de nuestros criterios —dice— es distin-
entre los franciscanos que rigen la parroquia y el guir entre la verdadera o presunta "sobrenaturali-
obispo de la diócesis local. ¿Es previsible una in- dad" de las apariciones y sus frutos espirituales.
tervención clarificadora de la Congregación para la Las peregrinaciones de la antigua cristiandad se di-
Doctrina de la Fe, suprema instancia en la materia, rigían hacia lugares que dejarían perplejo a nuestro
c o n t a n d o n a t u r a l m e n t e c o n la a p r o b a c i ó n del espíritu crítico de hombres modernos en cuanto a
Papa, indispensable para todos sus documentos? "verdad científica" de la tradición que a ellos se
Responde: «En este terreno, más que en ningún vincula. Esto no quiere decir que aquellas peregri-
otro, la paciencia es un elemento fundamental de naciones no fueran fructíferas, beneficiosas e im-
la política de nuestra Congregación. Ninguna apa- portantes para la vida del pueblo cristiano. El pro-
rición es indispensable para la fe; la Revelación ha blema no estriba tanto en la hipercrítica moderna

120 121
(que acaba, por uno u otro camino, en una nueva
forma de credulidad), sino en la valoración de la
vitalidad de la ortodoxia de la vida religiosa que se CAPÍTULO VIII
desarrolla en estos lugares».
UNA ESPIRITUALIDAD PARA HOY

La fe y el cuerpo

Sean o no verdaderos, los "mensajes de las apa-


riciones marianas" resultan embarazosos porque
parecen ir en una dirección poco acorde con cierta
"espiritualidad posconcilar".
Me interrumpe: «Repito que no me gustan los
términos pre o post conciliar; aceptarlos significa-
ría aceptar la idea de una ruptura en la historia de
la Iglesia. En las "apariciones" existe con frecuen-
cia una implicación del cuerpo (señal de la cruz,
agua bendita, llamamiento al ayuno), pero todo
esto se halla plenamente en la línea del Vati-
cano II, que ha insistido en la unidad del hombre
y, por consiguiente, en la encarnación del espíritu
en el cuerpo».
Este ayuno al que hace referencia parece tener
una importancia central en muchos de estos "men-
sajes".
«Ayunar significa aceptar un aspecto esencial de
la vida cristiana. Es necesario descubrir de nuevo
el aspecto corporal de la fe: la abstención de la co-
mida es uno de estos aspectos. Sexualidad y ali-
mentación son los elementos centrales de la di-
mensión física del hombre: hoy, a una menor
122 123
comprensión de la virginidad corresponde una me- Diferentes del "mundo"
nor comprensión del ayuno. Y una y otra falta de
comprensión proceden de una misma raíz: el ac- Para el Prefecto, de todos modos, se trata de un
tual oscurecimiento de la tensión escatológica, es problema más amplio: «También aquí debemos te-
decir, de la tensión de la fe cristiana hacia la vida ner el coraje de ser inconformistas ante las ten-
eterna. Ser vírgenes y saber practicar periódica- dencias del m u n d o opulento. En lugar de acomo-
mente el ayuno es atestiguar que la vida eterna nos d a r n o s al espíritu de la época, d e b e r í a m o s ser
espera; más aún, que ya está entre nosotros, que nosotros quienes imprimiéramos de nuevo en este
"pasa la figura de este m u n d o " (1 Cor 7,31). Sin espíritu el sello de la austeridad evangélica. H e m o s
virginidad y sin ayuno, la Iglesia no es ya Iglesia; olvidado que los cristianos no pueden vivir como
se hace intrascendente sumergiéndose en la histo- vive "cualquiera". La necia opinión según la cual
ria. En esto debemos tomar ejemplo de los her- no existiría una específica moral cristiana es sólo
m a n o s de las I g l e s i a s o r t o d o x a s de O r i e n t e , una expresión particularmente atrevida de la pér-
grandes maestros —todavía hoy— de auténtico as- dida de un concepto fundamental: la "diferencia
cetismo cristiano». del c r i s t i a n o " c o n r e l a c i ó n a los m o d e l o s del
Eminencia, si las "formas corporales" de expre- " m u n d o " . Incluso en algunas órdenes y congrega-
sión de la fe están en trance de desaparecer entre ciones religiosas, en lugar de la verdadera reforma
los católicos de a pie (sobreviviendo, tal vez, en el se ha introducido la relajación de la austeridad
círculo restringido de la vida consagrada), ello se hasta entonces practicada. Se ha confundido reno-
debe también a una orientación determinada de la vación con acomodación. U n p e q u e ñ o ejemplo
Iglesia institucional: viernes, vigilias, cuaresma, ad- concreto: me decía un religioso que la disolución
viento y otros "tiempos fuertes" han sido miti- de su convento había c o m e n z a d o en el preciso
gados p o r medidas puestas en práctica en estos m o m e n t o en que se declaró que ya "no era practi-
años y provenientes de Roma. cable" que los frailes se levantaran para el rezo del
oficio nocturno previsto por la liturgia. El caso es
« E s v e r d a d , p e r o la i n t e n c i ó n e r a b u e n a que este indudable, pero significativo, "sacrificio"
—dice—. Se trataba de eliminar sospechas de lega- se había sustituido por un quedarse ante el televi-
lismo, de combatir la tentación de transformar la sor hasta horas avanzadas de la noche. U n caso in-
religión en prácticas externas. Queda en pie, de significante, en apariencia; pero también "casos in-
todos modos, que los ayunos, las abstinencias y significantes" como éste están en el origen de la
otras "penitencias" deben continuar vinculadas a la decadencia actual de la indispensable austeridad de
responsabilidad personal. Pero urge también en- la vida cristiana. Comenzando por la de los reli-
contrar expresiones comunitarias de la penitencia giosos».
eclesial. Sobre todo en un mundo en el que mu- Continúa, completando su pensamiento: « H o y
chos hombres mueren de hambre, debemos dar más que nunca, el cristiano debe tener conciencia
testimonio visible y comunitario de una privación clara de pertenecer a una minoría y de estar en-
de comida aceptada libremente, por amor». frentado con lo que aparece como bueno, evidente
124 125
y lógico a los ojos del "espíritu del mundo", como de la alienación de la sociedad y —en el desierto o
lo llama el Nuevo Testamento. Entre los deberes en el monasterio— se reconstruían oasis abiertos a
más urgentes del cristiano está la recuperación de la vida y a la esperanza de salvación para todos».
la capacidad de oponerse a muchas tendencias de Hay algo que da que pensar: hace veinte años
la cultura ambiente, renunciando a una demasiado se nos decía en todos los tonos posibles que el
eufórica solidaridad posconciliar». problema más urgente del católico era encontrar
¿Significa esto que junto a la Gaudium et spes una espiritualidad "nueva", " c o m u n i t a r i a " ,
(el texto del Concilio sobre las relaciones de Igle- "abierta", "no sacral", "secular", "solidaria con el
sia y mundo), podemos todavía tener la Imitación mundo". Ahora, después de tanto divagar, se des-
de Cristo? cubre que el objetivo urgente es encontrar un
«Se trata, evidentemente, de dos espiritualidades nuevo punto de contacto con la espiritualidad an-
de signo muy distinto. La Imitación es un texto tigua, aquella de la "huida del siglo".
que refleja la gran tradición monástica de fines de «El problema —responde— estriba una vez más
la Edad Media. Pero el Vaticano II no quería cier- en encontrar el equilibrio. Dejando ahora al mar-
tamente quitar las cosas buenas de las manos de gen las vocaciones monásticas o eremíticas, no
los buenos». sólo legítimas, sino incluso preciosas para la Igle-
¿Y la Imitación de Cristo (tomada, claro está, sia, el creyente se ha visto obligado a vivir el no
como símbolo de cierta espiritualidad) se encuen- fácil equilibrio entre justa encarnación en la histo-
tra todavía entre las cosas "buenas"? ria e indispensable tensión hacia la eternidad. Es
«Más aún: entre los objetivos más urgentes del este equilibrio el que impide sacralizar el compro-
católico moderno está precisamente la recupera- miso terreno y, al mismo tiempo, recaer en la acu-
ción de los elementos positivos de una espirituali- sación de "alienación"».
dad como aquélla, con su conciencia viva de la
distancia cualitativa que media entre mentalidad de
fe y mentalidad mundana. Es cierto que hay en la El desafío de las sectas
Imitación una acentuación unilateral de la relación
privada del cristiano con su Señor. Pero en dema- Insistencia escatológica, huida del mundo, lla-
siada producción teológica contemporánea hay una mamientos exasperados al "cambio de vida", a la
comprensión insuficiente de la interioridad espiri- "conversión", implicación del cuerpo (abstención
tual. Al condenar en bloque y sin apelación la del alcohol, del tabaco, con frecuencia de la carne,
fuga saeculi, que ocupa un lugar central en la espi- "sacrificios" de todo tipo) caracterizan a casi todas
ritualidad clásica, no se ha comprendido que en las sectas que continúan difundiéndose entre los ex
aquella fuga había también un aspecto social. Se fieles de las Iglesias cristianas "oficiales". Con el
huía del mundo no para abandonarlo a sí mismo, paso de los años, el fenómeno asume proporciones
sino para crear en determinados centros de espiri- cada vez más alarmantes: ¿existe una estrategia
tualidad una nueva posibilidad de vida cristiana y, común de la Iglesia para responder a este avance?
por consiguiente, humana. Se tomaba buena nota «Hay iniciativas particulares de obispos y epis-
127
126
copados — r e s p o n d e el Prefecto—. N o excluyo estos grupos se debe también a que proponen a la
que se decida establecer una línea de acción común gente, cada vez más sola, aislada e insegura, una
entre las Conferencias episcopales y los órganos especie de "patria del alma", el calor de una comu-
competentes de la Santa Sede, y, en lo posible, nidad. Es justamente este calor y esta vida que por
también con otras grandes comunidades eclesiales. desgracia parecen faltar a menudo entre nosotros:
D e t o d o s m o d o s , h a y q u e decir q u e , en t o d o allí donde las parroquias, ese núcleo de base irre-
tiempo y lugar, la cristiandad ha conocido grupos nunciable, han sabido revitalizarse y ofrecer el
religiosos marginales expuestos a la fascinación sentido de la pequeña iglesia que vive en unión
de este tipo de mensaje excéntrico y heterodoxo». con la gran Iglesia, los sectarios no han podido pe-
Pero parece que ahora estos grupos se transfor- n e t r a r de m o d o s i g n i f i c a t i v o . La c a t e q u e s i s ,
man en un fenómeno de masa. además, debe desenmascarar el punto sobre el que
«Su expansión —dice— indica también vacíos y más insisten estos nuevos "misioneros": es decir,
carencias de nuestro anuncio y de nuestra praxis. la impresión de que ellos leen la Escritura de un
Por ejemplo: el escatologismo radical, el milena- m o d o "literal", mientras los católicos la habrían
r i s m o que distingue a muchas de estas sectas, debilitado o incluso olvidado. Esta literalidad sig-
puede abrirse camino gracias también a la desapa- nifica a menudo una traición a la fidelidad. El ais-
rición de este aspecto del catolicismo auténtico en lamiento de frases, de versículos, resulta desorien-
gran parte de la pastoral. H a y en estas sectas una tador, p o r q u e hace perder de vista la totalidad:
gran sensibilidad (que en ellas se lleva al extremo, leída en su conjunto, la Biblia es verdaderamente
"católica". Pero es necesario que esto se explique a
p e r o q u e , en m e d i d a equilibrada, es auténtica-
través de una pedagogía catequética que habitúe de
mente cristiana) frente a los peligros de nuestro
nuevo a los fieles a una lectura de la Escritura en
tiempo y, por lo tanto, ante la posibilidad del fin
la Iglesia y con la Iglesia».
inminente de la historia. La valoración correcta de
mensajes como el de Fátima puede significar un
tipo de respuesta: la Iglesia, escuchando el mensaje
vivo de Cristo dirigido a los hombres de nuestro
tiempo a través de María, siente la amenaza de la
destrucción de todos y de cada uno y responde
urgiendo la penitencia y la conversión decidida».
Para el cardenal, sin embargo, la respuesta más
radical que puede darse a las sectas pasa a través
«de un nuevo descubrimiento de la identidad cató-
lica: se hace necesaria una nueva evidencia, una
nueva alegría y, si p u e d o decirlo así, un nuevo
"orgullo" (que no se opone a la humildad, siempre
indispensable) de ser católicos. Es preciso también
recordar que la favorable acogida que se dispensa a

128 9.—Informe sobre la fe 129


C A P Í T U L O IX

LA LITURGIA ENTRE ANTIGÜEDAD Y


NOVEDAD

Riquezas por salvar

Cardenal Ratzinger, ¿podemos hablar un poco


de liturgia, de reforma litúrgica? Es éste, sin duda,
uno de los problemas más discutidos y espinosos
y uno de los caballos de batalla de la anacrónica
reacción anticonciliar, del integrismo patético al
estilo de Mons. Marcel Lefébvre, el obispo rebelde
precisamente a causa de ciertas reformas litúrgicas
en las que cree percibir un cierto olor a azufre, a
herejía...
Me corta rápidamente para precisar: «Ante
ciertos modos concretos de reforma litúrgica y,
sobre todo, ante las posiciones de ciertos litur-
gistas, el área del descontento es más amplia que la
que corresponde al integrismo. En otras palabras:
no todos aquellos que expresan un tal descontento
deben por ello ser necesariamente integristas».
¿Quiere acaso decir que la sospecha e incluso la
protesta ante cierto liturgismo posconciliar serían
legítimas también en un católico alejado de Mons.
Lefébvre, es decir, en un católico que no se halla
enfermo de nostalgia, sino dispuesto a aceptar ín-
tegramente el Vaticano II?

131
«Detrás de las maneras diversas de concebir la Teológica Internacional: «Incluso con la simplifi-
liturgia — r e s p o n d e — hay, como de costumbre, cación y la formulación más comprensible de la li-
maneras diversas de concebir a la Iglesia y, por turgia, es claro que debe salvaguardarse el misterio
consiguiente, a Dios y las relaciones del hombre de la acción de Dios en la Iglesia; de aquí proviene
con El. El tema de la liturgia no es en modo al- la fijación de la sustancia litúrgica intangible para
guno marginal: ha sido precisamente el Concilio el los sacerdotes y la comunidad, así como su carác-
que nos ha recordado que tocamos aquí el corazón ter plenamente eclesial»5. «Por|lo!tanto —exhortaba
de la fe cristiana». el profesor Ratzinger—, es preciso oponerse, más
Las graves responsabilidades romanas impiden a decididamente de lo que se ha hecho hasta el pre-
Joseph Ratzinger (por escasez de tiempo y, tam- sente, a la vulgaridad racionalista, a los discursos
bién, por razones de oportunidad) continuar como aproximativos, al infantilismo pastoral, que degra-
quisiera la publicación de artículos científicos y de dan la liturgia católica a un rango de tertulia de
libros. Por ello, es una clara confirmación de la café y la rebajan a un nivel de tebeo. También las
importancia que concede al tema de la liturgia el reformas que ya han sido llevadas a la práctica, es-
que una de las pocas obras que ha publicado en pecialmente las que se refieren al ritual, deben ser
estos años lleve por título Das Fest des Glaubens examinadas de nuevo bajo estos puntos de vista» 6 .
("La fiesta de la fe"). Se trata precisamente de un Mientras le leo estas palabras, el cardenal me es-
conjunto de breves ensayos sobre liturgia y sobre cucha con su habitual atención y paciencia. H a n
u n cierto aggwrnamento ante el q u e n o p u e d e pasado diez años desde entonces; el autor de se-
menos de mostrarse perplejo a los diez años de la mejante advertencia no es ya un simple estudioso,
conclusión del Vaticano II. sino el custodio de la ortodoxia misma de la Igle-
Saco de mi cartera un recorte de 1975 y leo: «La sia. El Ratzinger de hoy, Prefecto de la fe, ¿se re-
apertura de la liturgia a las lenguas populares no conoce todavía en este fragmento?
carecía de fundamento ni de justificación: también « E n t e r a m e n t e — r e s p o n d e sin vacilar—. Más
el concilio de Trento la había tenido presente, al aún, desde que escribí estas líneas se han descui-
menos como posibilidad. Seria falso, por lo tanto, dado otros aspectos que hubieran debido ser celo-
decir, con ciertos integristas, que la creación de samente conservados y se han dilapidado muchas
nuevos cánones para la Misa contradice la Tradi- de las riquezas que todavía subsistían. En aquel
ción de la Iglesia. Sin embargo, queda por ver entonces, en 1975, muchos de mis colegas teólogos
hasta qué punto las distintas etapas de la reforma se mostraron escandalizados, o al menos sorpren-
litúrgica después del Vaticano II han significado d i d o s , p o r mi d e n u n c i a . A h o r a , i n c l u s o e n t r e
verdaderas mejoras o, más bien, trivializaciones; aquellos mismos teólogos, son numerosos los que
hasta qué punto han sido pastoralmente prudentes me han dado la razón, al menos parcialmente».
o, por el contrario, desconsideradas». Es decir, se habrían producido tales equívocos y
Continúo leyendo aquella intervención de J o - 5
Transmission de la foi et sources de la foi: La Documentation
seph Ratzinger, entonces profesor de teología y Catholique (6 de marzo de 1983) p.261.
6
m i e m b r o prestigioso de la Pontificia Comisión Ibid.

132 133
Personalmente, no obstante —aunque nuestra
tergiversaciones que justificarían todavía más las opinión carece de importancia—, nos parece un
severas palabras de seis años después, en el re- poco grotesca la actitud de "viudos" y "huér-
ciente libro que acabamos de citar: «Cierta liturgia fanos" de quienes deploran un pasado superado
posconciliar se ha hecho de tal modo opaca y eno- para siempre, y no sentimos nostalgia alguna de
josa por su mal gusto y mediocridad, que produce una liturgia en latín que sólo hemos conocido en
escalofríos...»7. su último y extenuado período de vida. Sin em-
bargo, leyendo los documentos conciliares, se
comprende lo que quiere decir el cardenal Ratzin-
La lengua, por ejemplo... ger: es un hecho objetivo que, aun limitándonos al
uso de la lengua litúrgica, salta a la vista el con-
Según él, es justamente en el campo litúrgico traste entre los textos del Vaticano II y las suce-
—tanto en los estudios de los especialistas como sivas aplicaciones concretas.
en ciertas aplicaciones concretas— donde nos sale No se trata de recriminación alguna, sino de sa-
al paso «uno de los más claros ejemplos de oposi- ber, por una voz tan autorizada como la suya,
ción entre lo que dice el texto auténtico del Vati- cómo ha sido posible que se llegara a esta situa-
cano II y la manera en que después se ha interpre- ción.
tado y aplicado». Le veo sacudir la cabeza: «Qué quiere usted;
Un ejemplo, incluso demasiado famoso (y que también éste es uno de los casos de desajuste
se halla expuesto al peligro de instrumentaliza- —frecuente en estos años— entre las disposiciones
ciones), es el de la utilización del latín, punto este del Concilio, la estructura auténtica de la Iglesia y
sobre el que el texto conciliar es explícito: «Se de su culto, las verdaderas exigencias pastorales del
conservará el uso de la lengua latina en los ritos momento y las respuestas concretas de ciertos sec-
latinos, salvo derecho particular» (SC n.36). Más tores clericales. Y, sin embargo, la lengua litúrgica
adelante, los Padres recomiendan: «Procúrese, sin no era en modo alguno un aspecto secundario. En
embargo, que los fieles sean capaces también de los orígenes de la ruptura entre el Occidente latino
recitar o cantar juntos en latín las partes del ordi- y el Oriente griego hay también un problema de
nario de la Misa que les corresponden» (SC n.54). incomprensión lingüística. Es probable que la des-
Y en otra parte del mismo d o c u m e n t o : «De aparición de una lengua litúrgica común venga a
acuerdo con la tradición secular del rito latino, en reforzar las tendencias centrífugas entre las dife-
el Oficio divino se ha de conservar para los clé- rentes áreas católicas». Pero añade en seguida:
rigos la lengua latina» (SC n.101). «Para explicar el rápido e injustificado abandono
Como decíamos al principio, la finalidad del co- de la antigua lengua litúrgica común es necesario
loquio con el cardenal Ratzinger no era cierta- no perder de vista la profunda mutación cultural
mente poner de manifiesto nuestro punto de vista, de la instrucción pública que ha tenido lugar en
sino expresar el de nuestro entrevistado. Occidente. Como profesor, en los comienzos de
7
DasFestdesGlaubenspM.
los años sesenta, todavía podía permitirme leer un

135
134
texto en latín a los jóvenes provenientes de las es- A decir verdad, también nosotros nos sentimos
cuelas secundarias alemanas. Hoy esto ya no es perplejos; pero debemos reseñar lo que el cardenal
posible». Ratzinger nos dijo en Bressanone: sin hacer refe-
rencia alguna a las medidas —que, evidentemente,
ya habían sido tomadas y de la que sin duda es-
taba al corriente—, nos había insinuado una posi-
"Pluralismo, pero para todos"
bilidad parecida. Este "indulto", según él, no de-
bería verse en una línea de "restauración", sino,
A propósito del latín: en los días en que tenía muy al contrario, en el clima de aquel "legítimo
lugar nuestro coloquio no se había hecho pública pluralismo" sobre el que tanto han insistido el Va-
todavía la decisión del Papa que (en carta de fecha ticano II y sus exegetas.
3 de octubre de 1984, que lleva al pie la firma del
En aquella ocasión, indicando que hablaba "a tí-
Pro-Prefecto de la Congregación para el Culto Di-
tulo personal", nos dijo el cardenal: «Antes de
vino) concedía el discutido "indulto" a aquellos
Trento, la Iglesia admitía en su seno diversidad de
sacerdotes que quisieran celebrar la misa utili-
ritos y de liturgias. Los Padres tridentinos impu-
zando el misal romano de 1962, precisamente en
sieron a toda la Iglesia la liturgia de la ciudad de
lengua latina. Esto significa la posibilidad de un
Roma, respetando, entre las liturgias occidentales,
retorno (aunque dentro de límites muy bien defi-
únicamente aquellas que tenían más de dos siglos
nidos) a la liturgia preconciliar, con la condición,
de vida. Es el caso, por ejemplo, del rito ambro-
se dice en la carta, de que «conste sin ambigüedad,
siano de la diócesis de Milán. Si ello sirviera para
incluso públicamente, que el sacerdote y los fieles
nutrir la religiosidad de algunos creyentes y para
no tienen nada en común con quienes dudan de la
respetar la pietas de ciertos sectores católicos, yo
legitimidad y exactitud doctrinal del misal romano
sería personalmente favorable a un retorno a la si-
promulgado en 1970 por el papa Pablo VI» 8 , y
tuación de antes, es decir, a un cierto pluralismo
con tal de que la celebración según el rito triden-
litúrgico. Con la condición, naturalmente, de que
tino tenga lugar «en las iglesias y capillas indicadas
se ratificara el carácter ordinario de los ritos refor-
por el obispo diocesano, pero no en templos pa-
mados y se indicaran claramente el ámbito y el
rroquiales, a no ser que el Ordinario del lugar lo
modo de algún caso extraordinario de concesión
permita en casos extraordinarios» 9 . A pesar de
de la liturgia preconciliar». Esto era más que un
estas limitaciones y severas advertencias («esta
simple deseo, teniendo en cuenta que debía reali-
concesión deberá aplicarse sin perjuicio para la fiel
zarse al cabo de poco más de un mes.
observancia de la reforma litúrgica»)10, la decisión
del Papa ha suscitado polémicas. El mismo, por lo demás, en su Das Fest des
Glaubens, recordaba que «tampoco en el campo
8
litúrgico decir catolicidad significa decir unifor-
Documento de la Congregación para el Culto Divino (3 de octu- midad», denunciando que, «por el contrario, el
bre de 1984).
9
Ibid. pluralismo posconciliar se ha mostrado extraña-
13
Ibid. mente uniformante, casi coercitivo, al no consentir

136 137
niveles diversos de expresión de fe ni siquiera en el jerarquía episcopal), que nadie, aunque sea sacer-
interior de un mismo marco ritual»11. dote, añada, quite o cambie cosa alguna por inicia-
tiva propia en la liturgia» (SC n.22,§3).
Añade: «La liturgia no es un show, no es un es-
Un espacio para lo sagrado pectáculo que necesite directores geniales y actores
de talento. La liturgia no vive de sorpresas "sim-
Volviendo al planteamiento general: ¿qué repro- páticas", de ocurrencias "cautivadoras", sino de re-
ches tiene que hacer el Prefecto a cierta liturgia de peticiones solemnes. No debe expresar la actuali-
hoy? (O, quizá, no exactamente de hoy, puesto dad, el momento efímero, sino el misterio de lo
que, como observa, «parece que se están ate- Sagrado. Muchos han pensado y dicho que la li-
nuando ciertos abusos de los años posconciliares: turgia debe ser "hecha" por toda la comunidad
me parece que está en vías de cristalizar una nueva para que sea verdaderamente suya. Es ésta una vi-
toma de conciencia; algunos están cayendo en la sión que ha llevado a medir el "resultado" de la li-
cuenta de que han corrido demasiado y demasiado turgia en términos de eficacia espectacular, de en-
aprisa». «Pero —añade— este nuevo equilibrio es tretenimiento. De este modo se ha dispersado el
de élite, por el momento; se adopta en algunos proprium litúrgico, que no proviene de lo que nos-
círculos de especialistas, mientras que es ahora otros hacemos, sino del hecho de que aquí acon-
cuando llega a la base la onda expansiva que preci- tece Algo que todos nosotros juntos somos inca-
samente ellos pusieron en movimiento. Así, puede paces de hacer. En la liturgia opera una fuerza, un
suceder que algún sacerdote o algún laico se entu- poder que ni siquiera la Iglesia entera puede con-
siasmen tardíamente y juzguen actualísimo lo que ferirse: lo que en ella se manifiesta es lo absoluta-
los expertos sostenían ayer, mientras que hoy se mente Otro que, a través de la comunidad (la cual
adhieren a posiciones diversas, abiertamente más no es dueña, sino sierva, mero instrumento), llega
tradicionales»). hasta nosotros».
Como quiera que sea, lo que según Ratzinger Continúa: «Para el católico, la liturgia es el ho-
tiene que encontrarse de nuevo plenamente es «el gar común, la fuente misma de su identidad: tam-
carácter predeterminado, no arbitrario, "impertur- bién por esta razón debe estar "predeterminada" y
bable", "impasible" del culto litúrgico». «Ha ha- ser "imperturbable", para que a través del rito se
bido años —recuerda— en que los fieles, al prepa- manifieste la Santidad de Dios. En lugar de esto, la
rarse para asistir a un rito, a la misma Misa, se rebelión contra la que se ha llamado "vieja rigidez
preguntaban de qué modo se desencadenaría aquel rubricista", a la que se acusa de ahogar la "creati-
día la "creatividad" del celebrante...» Lo cual, re- vidad", ha sumergido la liturgia en la vorágine del
cuerda, estaba en abierta contradicción con la ad- "hazlo-como-quieras", y así, poniéndola al nivel
vertencia insólitamente severa y solemne del Con- de nuestra mediocre estatura, no se ha hecho otra
cilio: «Que nadie (fuera de la Santa Sede y de la cosa que trivializarla».
Hay otro orden de problemas sobre el que Rat-
" DasFestdesGlaubenspAOS. zinger quiere llamar también la atención: «El
138 139
Concilio nos ha recordado con razón que liturgia drales—, sino sólo "música al uso", cancioncillas,
significa también actio, acción, y ha pedido que se melodías fáciles, cosas corrientes».
asegure a los fieles una actuosa participado, una N o le resulta difícil al cardenal mostrar también
participación activa». aquí el abandono teórico y práctico de las orienta-
Me parece un verdadero acierto, digo. ciones del Concilio, «según el cual la música sacra
«Sin duda —asiente—. Pero este concepto nobi- es en sí misma liturgia, no simple embellecimiento
lísimo ha sufrido una restricción fatal en las inter- accesorio». Y, según él, sería también fácil hacer
pretaciones posconciliares. Se ha llegado a creer ver cómo «el abandono de la belleza» se ha reve-
que sólo se daba "participación activa" allí donde lado, a la luz de los hechos, motivo de «descon-
tenía lugar una actividad exterior, verificable: dis- cierto pastoral».
cursos, palabras, cánticos, homilías, lecturas, estre- Dice: «Se ha hecho cada vez más evidente el pa-
chamiento de manos... Pero se ha olvidado que el v o r o s o e m p o b r e c i m i e n t o que se manifiesta allí
Concilio, por actuosa participado, entiende tam- donde se desprecia la belleza y el hombre se so-
bién el silencio, que permite una participación ver- mete sólo a lo útil. La experiencia ha demostrado
daderamente profunda y personal, abriéndonos a que el atenerse únicamente a la categoría de lo
la escucha interior de la Palabra del Señor. Ahora "comprensible para todos" no ha conseguido que
bien, en ciertos ritos no ha quedado ni rastro de la liturgia fuera verdaderamente más comprensible,
este silencio». más abierta, sino más pobre. Liturgia "simple"
no significa liturgia mísera o barata; hay una sim-
plicidad que viene de lo vulgar y otra que p r o -
Música y arte para el Eterno viene de la riqueza espiritual, cultural e histórica».
«También aquí — c o n t i n ú a — se ha rechazado la
De aquí toma pie el cardenal para hablar de la incomparable música de la Iglesia en nombre de la
música sacra, la música tradicional del Occidente "participación activa"; pero ¿no puede esta "parti-
católico, a la que el Vaticano II no ha escatimado cipación" significar también un percibir con el
alabanzas, exhortando no sólo a salvarla, sino a in- espíritu, con los sentidos? ¿ N o hay "actividad"
crementar «con la máxima diligencia» lo que llama alguna en el escuchar, en el intuir, en el
«el tesoro de la Iglesia»; un tesoro que pertenece a conmoverse? ¿ N o supone esto empequeñecer al
la humanidad entera. ¿Y qué se ha hecho en reali- h o m b r e , reducirlo a la expresión oral, precisa-
dad? mente cuando sabemos que lo que en nosotros
«Lo que en realidad han hecho muchos litur- hay de racionalmente consciente, lo que emerge a
gistas es dejar a un lado este tesoro, declarándolo la superficie, es tan sólo la punta de un iceberg
"accesible a pocos", y abandonarlo en nombre de respecto a la totalidad de nuestro ser? Plantearse
la "comprensibilidad para todos y en t o d o m o - estas preguntas no significa ciertamente oponerse
mento de la liturgia posconciliar". Consecuencia: al esfuerzo para hacer que todo el pueblo cante;
no más "música sacra" —que se deja, en el mejor no significa oponerse a la "música al u s o " ; signi-
de los casos, para ocasiones especiales, en las cate- fica oponerse a un exclusivismo (sólo esta música)

140 141
que no encuentra justificación ni en el Concilio ni deza sublime de la santidad y por la magnificencia
en las exigencias pastorales». del arte desplegadas en el interior de la comunidad
El tema de la música sacra —entendida como creyente, más que por los astutos subterfugios que
símbolo de presencia en la Iglesia de la belleza la apologética na elaborado para justificar las n u -
"gratuita"— apasiona particularmente a Joseph merosas sombras que oscurecen la trayectoria h u -
Ratzinger, que le ha dedicado páginas vibrantes: mana de la Iglesia. Si la Iglesia debe seguir convir-
«Una Iglesia que sólo hace música "corriente" cae tiendo, y, por lo tanto, humanizando el m u n d o ,
en la ineptitud y se hace ella misma inepta. La ¿cómo puede renunciar en su liturgia a la belleza
Iglesia tiene el deber de ser también "ciudad de que se encuentra íntimamente unida al amor y al
gloria", ámbito en que se recogen y se elevan a esplendor de la Resurrección? N o , los cristianos
Dios las voces más profundas de la humanidad. La no deben contentarse fácilmente; deben hacer de
Iglesia no puede contentarse sólo con lo ordinario, su Iglesia hogar de la belleza — y , por lo tanto, de
con lo acostumbrado; debe despertar las voces del la verdad—, sin la cual el m u n d o no sería otra
cosmos, glorificando al Creador y descubriendo al cosa que antesala del infierno».
mismo cosmos, su magnificencia, haciéndolo her- Me habla de un teólogo famoso, uno de los lí-
moso, habitable y humano» 1 2 . deres del pensamiento posconciliar, que le confe-
También aquí, como a propósito del latín, me saba, sin empacho alguno, que se sentía un "bár-
habla de una «mutación cultural», más aún, casi de baro". Comenta: «Un teólogo que no ama el arte,
una «mutación antropológica», sobre todo en los la poesía, la música, la naturaleza, puede ser peli-
jóvenes, «cuya sensibilidad acústica se ha atrofiado groso. Esta ceguera y sordera para lo bello no es
a partir de los años sesenta por la influencia de la cosa secundaria; se refleja necesariamente también
música rock y de otros productos afines». Hasta en su teología».
tal punto que (se remite a sus experiencias pasto-
rales en Alemania) hoy sería «difícil hacer que mu-
chos jóvenes escucharan, y menos aún que inter- Solemnidad, n o triunfalismo
p r e t a r a n , las a n t i g u a s corales de la t r a d i c i ó n
alemana». Insistiendo en esta línea, Ratzinger no está cier-
El reconocimiento de las dificultades objetivas tamente convencido de la validez de ciertas acusa-
no le impide una apasionada defensa, no sólo de la ciones de "triunfalismo", en cuyo nombre se ha
música, sino del arte cristiano en general y de su abandonado con excesiva facilidad gran parte de la
función como ámbito revelador de la verdad: «La antigua solemnidad litúrgica: « N o es ciertamente
única apología verdadera del cristianismo puede triunfalismo la solemnidad del culto con el que la
reducirse a dos argumentos: los santos que la Igle- Iglesia expresa la belleza de Dios, la alegría de la
sia ha elevado a los altares y el arte que ha surgido fe, la victoria de la verdad y de la luz sobre el
en su seno. El Señor se hace creíble por la gran- error y las tinieblas. La riqueza litúrgica n o es
propiedad de una casta sacerdotal; es riqueza de
12
DasFest des Glaubens p.\09. todos, también de los p o b r e s , que la desean de

142 143
veras y a quienes no escandaliza en absoluto. Toda se ha hecho después de San Gregorio Magno de-
la historia de la piedad popular revela que incluso bería eliminarse como incrustación y signo de de-
los más pobres están siempre dispuestos, de ma- cadencia. Como criterio de renovación litúrgica,
nera instintiva y espontánea, a privarse hasta de lo no se plantean la pregunta: "¿Cómo debe hacerse
necesario para honrar a su Señor y Dios con la be- hoy?", sino esta otra: "¿Cómo se hacía entonces?"
lleza, sin cicaterías de ninguna clase». Olvidan que la nuestra es una Iglesia viva, que su
Se refiere, como ejemplo, a lo que ha vivido en liturgia no puede anquilosarse en lo que se hacía
uno de sus últimos viajes a Norteamérica: «Las en la ciudad de Roma antes del medievo. En reali-
autoridades de la Iglesia anglicana de Nueva York dad, la Iglesia medieval (o también la Iglesia ba-
habían decidido suspender las obras de la nueva rroca, en ciertos casos) ha llevado a cabo un desa-
catedral. Les parecía demasiado fastuosa, casi un rrollo litúrgico que es preciso cribar con atención
insulto al pueblo, y decidieron devolver a la gente antes de eliminarlo. Debemos respetar también
las sumas ya recogidas. Pero fueron los mismos aquí la ley católica de un conocimiento cada vez
pobres quienes rechazaron aquel dinero y exigie- más profundo y lúcido del patrimonio que nos ha
ron la continuación de las obras; no les entraba en sido confiado. Para nada sirve el arcaísmo, así
la cabeza la extraña idea de tasar el culto a Dios, como tampoco sirve para nada la pura moderniza-
de renunciar a la solemnidad y a la belleza cuando ción», oii^tuait
se está en su presencia». Según Ratzinger, además, la vida cultufal del ca-
La acusación del cardenal, si he comprendido tólico no puede reducirse únicamente al aspecto
bien, -apunta a ciertos intelectuales cristianos, "comunitario"; debe haber un lugar también para
dados a una especie de esquematismo aristocrático, la devoción privada, orientada, por supuesto, a la
elitista y separado de lo que el "pueblo de Dios" plegaria "en común", es decir, a la liturgia.
cree y desea verdaderamente: «Para un cierto neo-
clericalismo moderno el problema de la gente con-
sistiría en sentirse oprimida por los "tabúes sa- Eucaristía: en el corazón de la fe
crales". Pero esto, en todo caso, es problema de
clérigos en crisis. El drama de nuestros contempo- Añade: «La liturgia, para algunos, parece redu-
ráneos es, por el contrario, tener que vivir en un cirse a la eucaristía vista únicamente bajo el as-
mundo que se sumerge cada vez más en una pro- pecto de "banquete fraterno". Pero la Misa no es
fanidad sin esperanza. La exigencia que hoy se res- solamente una comida entre amigos que se reúnen
pira no es la de una liturgia secularizada, sino, para conmemorar la última Cena del Señor me-
muy al contrario, la de un nuevo encuentro con lo diante la participación de un mismo pan. La Misa
Sagrado a través de un culto que permita recono- es el sacrificio común de la Iglesia, en el cual el
cer la presencia del Eterno». Señor ora con nosotros y para nosotros y a noso-
Pero es preciso denunciar también lo que él de- tros se entrega. Es la renovación sacramental del
fine como «el arqueologismo romántico de ciertos sacrificio de Cristo; por consiguiente, su eficacia
profesores de liturgia, según los cuales todo lo que salvífica se extiende a todos los hombres, presentes

144 10.—Informe sobre la fe 145


y ausentes, vivos y muertos. Debemos hacernos de bien continuar la práctica de la procesión del
nuevo conscientes de que la eucaristía no pierde su Corpus Cbristi, tan querida del pueblo (en Mu-
valor por el hecho de no comerla: desde esta toma nich, cuando yo la organizaba, participaban en ella
de conciencia, problemas dramáticamente urgentes, decenas de millares de personas). También de esta
como la admisión al sacramento de los divorciados práctica se ríen ahora los "arqueólogos" de la li-
que se han vuelto a casar, perderían mucho de su turgia; recuerdan que aquella procesión no existía
peso agobiante». en la Iglesia romana de los primeros siglos. Pero, a
Quisiera comprenderlo mejor, digo. este propósito, repito lo que ya he dicho: debe re-
«Si la eucaristía —explica— se vive sólo como el conocerse al sensus fidei del pueblo católico la po-
banquete de una comunidad de amigos, quien se sibilidad de profundizar, de iluminar, siglo tras si-
halla excluido de aquel pan y de aquel vino se en- glo, todas las consecuencias del patrimonio que se
cuentra realmente separado de la unión fraterna. le ha confiado».
Pero si se recupera la visión completa de la Misa
(comida fraterna y, al tiempo, sacrificio del Señor
que tiene fuerza y eficacia en sí mismo para quien "No sólo la Misa"
se une a él en la fe), entonces también el que no
come de aquel pan participa igualmente, a su me- Añade: «La eucaristía es el núcleo central de
dida, de los dones ofrecidos a todos los demás». nuestra vida cultual, pero para que pueda ser ese
El cardenal Ratzinger ha dedicado uno de los centro necesita un conjunto completo en el que vi-
primeros documentos oficiales de la Congregación vir. Todas las encuestas sobre los efectos de la re-
para la Doctrina de la Fe a la eucaristía y al pro- forma litúrgica muestran que aquellas' orienta-
blema de su "ministro" (que sólo puede serlo ciones pastorales que insisten únicamente sobre la
quien haya sido ordenado en aquel «sacerdocio Misa acaban por despojarla de su valor, porque la
ministerial o jerárquico», que, como dice el Conci- presentan como suspendida en el vacío, al no estar
lio, «difiere esencialmente y no sólo en grado» del preparada ni seguida por otros actos litúrgicos. La
«sacerdocio común de los fieles», Lumen gentium eucaristía presupone los otros sacramentos y a
n.10). En el «propósito de despojar a la eucaristía ellos remite. Pero la eucaristía presupone también
de su necesaria vinculación con el sacerdocio jerár- la oración personal, la oración en familia y la ora-
uico», descubre el cardenal otro de los aspectos ción comunitaria extralitúrgica».
3 e cierta "trivialización" del misterio del Sacra-
mento.
¿En qué piensa en particular?
«Pienso —dice— en dos de las más ricas y fe-
Es el mismo peligro que señala en el abandono cundas plegarias del cristianismo, que conducen
de la adoración ante el sagrario: «Se ha olvidado siempre a la gran corriente eucarística: el Via
—dice— que la adoración viene a profundizar la Crucis y el Rosario. Si hoy nos encontramos ex-
comunión. No se trata de una devoción "indivi- puestos de un modo tan insidioso a la seducción
dualista", sino de la continuación, o de la prepara- de prácticas religiosas asiáticas, ello se debe en
ción del momento comunitario. Es necesario tam- gran parte al hecho de haber abandonado estas

146 147
plegarias». No hay duda, observa, que, «si se reza
como quiere la tradición, el Rosario nos sumerge
en el ritmo de la tranquilidad que nos hace dóciles CAPÍTULO X
y serenos y que otorga un nombre a la paz: Jesús,
el fruto bendito de María. María, que guardó es- SOBRE LOS NOVÍSIMOS
condida en la paz recogida de su corazón la Pala-
bra viviente y que pudo así llegar a ser la madre
de la Palabra encarnada. María es, pues, el ideal de
la auténtica vida litúrgica. Es también Madre de la
Iglesia porque nos señala el objetivo y la más ele-
vada meta de nuestro culto: la gloria de Dios, de
quien viene la salvación de los hombres». El demonio y su cola

Entre los muchos temas sobre los que departió


ampliamente el cardenal Ratzinger, anticipados ya
en el reportaje periodístico que precedió a este li-
bro, hay un aspecto marginal que parece haber
centrado la atención de muchos comentaristas.
Como era de prever, muchos artículos, con su
correspondiente titulación, estaban dedicados no
precisamente a los profundos análisis teológicos,
exegéticos o eclesiológicos del Prefecto de la
Congregación para la Doctrina de la Fe, sino más
bien a las referencias (algunos párrafos entre de-
cenas de cuartillas) a aquella realidad que la tradi-
ción cristiana designa con los nombres de Diablo,
Demonio, o Satanás.
¿Por el atractivo de lo pintoresco? ¿Por la diver-
tida curiosidad hacia eso que muchos (incluso cris-
tianos) consideran como una "supervivencia fol-
klórica", como un aspecto "inaceptable para una fe
que ha llegado a la madurez"? ¿O acaso se trata de
algo más profundo, de una inquietud que se oculta
detrás de la burla? ¿Serena tranquilidad, o exor-
cismo revestido de ironía?
No vamos a responder a esto. Nos contenta-
remos con registrar el hecho objetivo: no hay

148 149
tema como el del "Diablo" para suscitar el revuelo nomo, algo que no tiene su origen en Dios como
de los mass-media de la sociedad secularizada. toda creatura; o bien quien la explica como una
Es difícil olvidar el eco —inmenso, y no sólo pseudorrealidad, como una personificación con-
irónico, sino a veces hasta rabioso— que suscitó ceptual y fantástica de las causas desconocidas de
Pablo VI con su alocución durante la audiencia ge- nuestras desgracias»14.
neral del 15 de noviembre de 1972. En ella volvía Tras añadir algunas citas bíblicas en apoyo de
sobre lo que ya había expresado el 29 de junio sus palabras, Pablo VI continuaba: «El Demonio
precedente en la Basílica de San Pedro refiriéndose es el enemigo número uno, es el tentador por ex-
a la situación de la Iglesia: «Tengo la sensación de celencia. Sabemos que este ser oscuro y perturba-
que por algún resquicio ha entrado el humo de Sa- dor existe realmente y sigue actuando; es el que
tanás en el templo de Dios». Y había añadido en- insidia sofísticamente el equilibrio moral del hom-
tonces que «si en el Evangelio, en los labios de bre, el pérfido encantador que sabe insinuarse en
Cristo, se menciona tantas veces a este enemigo de nosotros por medio de los sentidos, de la fantasía,
los hombres», también en nuestro tiempo él, Pa- de la concupiscencia, de la lógica utópica, o de las
blo VI, creía «en algo preternatural que había ve- confusas relaciones sociales, para introducir en no-
nido al mundo para perturbar, para sofocar los sotros la desviación...»15.
frutos del Concilio Ecuménico y para impedir que El Papa lamentaba luego la insuficiente atención
la Iglesia prorrumpa en el himno de júbilo, sem- al problema por parte de la teología contemporá-
brando la duda, la incertidumbre, la problemática, nea: «El tema del Demonio y la influencia que
la inquietud y la insatisfacción» 13. puede ejercer sería un capítulo muy importante de
Ya ante aquellas primeras alusiones se levanta- reflexión para la doctrina católica, pero actual-
ron en el mundo murmullos de protesta. Pero ésta mente es poco estudiado»16.
explotó de lleno —durante meses y en los medios Sobre este tema, y obviamente en defensa de la
de comunicación del mundo entero— en aquel 15 doctrina repetidamente expuesta por el Papa, in-
de noviembre de 1972 que se ha hecho famoso: tervino también la Congregación para la Doctrina
«El mal que existe en el mundo es el resultado de de la Fe con su documento de junio de 1975: «Las
la intervención en nosotros y en nuestra sociedad afirmaciones sobre el Diablo son asertos indiscu-
de un agente oscuro y enemigo, el Demonio. El tidos de la conciencia cristiana»; si bien «la exis-
mal no es ya sólo una deficiencia, sino un ser vivo, tencia de Satanás y de los demonios no ha sido
espiritual, pervertido y pervertidor. Terrible reali- nunca objeto de una declaración dogmática», es
dad. Misteriosa y pavorosa. Se sale del marco de la precisamente porque parecía superflua, ya que tal
enseñanza bíblica y eclesiástica todo aquel que re- creencia resultaba obvia «para la fe constante y
husa reconocerla como existente; e igualmente se universal de la Iglesia, basada sobre su principal
aparta quien la considera como un principio autó- fuente, la enseñanza de Cristo, y sobre la Jiturgia,
14
Pablo VI, Alocución del 15 de noviembre de 1972.
15
" Pablo VI, Alocución en la audiencia general del 29 de junio Ibid.
16
de 1972. Ibid.

150 151
expresión concreta de la fe vivida, que ha insistido C o m o ya sucedió en la cuenca del Mediterráneo
siempre en la existencia de los demonios y en la en tiempo de los apóstoles, también en África el
amenaza que éstos constituyen» 1 7 . mensaje de Cristo que puede vencer las fuerzas del
U n año antes de su muerte, Pablo VI volvió so- mal (Ef 6,12) ha constituido una experiencia de li-
bre este tema en otra audiencia general: «No hay beración del terror. La serenidad y la inocencia en
que extrañarse de que nuestra sociedad vaya de- el paganismo son uno de los numerosos mitos de
gradándose, ni de que la Escritura nos advierta nuestros días».
con toda crudeza que "todo el m u n d o (en el sen- Y Ratzinger añadía después: «Digan lo que di-
tido peyorativo del término) yace bajo el poder gan algunos teólogos superficiales, el Diablo es,
del Maligno", de aquel al que la misma Escritura para la fe cristiana, una presencia misteriosa, pero
llama "el Príncipe de este m u n d o " » . real, no meramente simbólica, sino personal. Y es
U n a y otra vez surgieron los clamores y p r o - una realidad poderosa ("el Príncipe de este
testas; y curiosamente por parte de aquellos perió- m u n d o " , como le llama el N u e v o Testamento, que
dicos y comentaristas a los que parece que no de- nos recuerda repetidamente su existencia), una ma-
bería i m p o r t a r l e s n a d a la r e a f i r m a c i ó n de u n léfica libertad sobrehumana opuesta a la de Dios;
aspecto de la fe que dicen recusar en su totalidad. así nos lo muestra una lectura realista de la histo-
En esta perspectiva, la ironía puede justificarse, ria, con su abismo de atrocidades continuamente
pero ¿por qué se desata tanto furor? renovadas y que no pueden explicarse meramente
con el comportamiento humano. El hombre por sí
solo no tiene fuerza suficiente para oponerse a Sa-
U n pensamiento siempre actual tanás; pero éste no es otro dios; unidos a Jesús,
podemos estar ciertos de vencerlo. Es Cristo, el
Lo mismo exactamente ha ocurrido ahora con el "Dios cercano", quien tiene el poder y la voluntad
reportaje anticipado sobre el pensamiento del car- de liberarnos; por esto, el Evangelio es verdadera-
denal Ratzinger. Hablando de una cierta caída de mente la Buena Nueva. Y por esto también de-
la tensión misionera, como consecuencia de que b e m o s seguir a n u n c i á n d o l o en aquellos "regí-
algunos autores ponen lo que él llama «un énfasis m e n e s " de t e r r o r q u e son f r e c u e n t e m e n t e las
excesivo sobre los valores de las religiones no cris- religiones no cristianas. Y diré todavía más: la cul-
tianas» (se refería en aquel momento especialmente tura atea del Occidente moderno vive todavía gra-
a África), el cardenal afirmaba: «Por lo demás, hay cias a la liberación del terror de los demonios que
que precaverse de romanticismos sobre las reli- le trajo el cristianismo. Pero si esta luz redentora
giones animistas, q u e , n a t u r a l m e n t e , encierran de Cristo se apagara, a pesar de toda su sabiduría
"gérmenes de verdad", pero en su forma concreta y de toda su tecnología, el m u n d o volvería a caer
crearon un m u n d o de terror, donde Dios estaba en el terror y en la desesperación. Y ya pueden
lejos y la tierra a merced de espíritus veleidosos. verse signos de este retorno de las fuerzas oscuras,
17
al tiempo que rebrotan en el m u n d o secularizado
Documento de la Congregación para la Doctrina de la Fe (junio
de 1975).
los cultos satánicos».

152 153
Me siento en el deber de informar de que tales sacramentos de la iniciación cristiana»; y aquí,
afirmaciones encajan plenamente en el marco de la «acerca de esta liberación de la esclavitud del de-
doctrina tradicional de la Iglesia. El mismo Conci- monio y de las tinieblas», como dice el texto, una
lio Vaticano II la repite insistentemente, mencio- nota oficial nos remite a cinco pasajes del N u e v o
nando a "Satanás", " D e m o n i o " , "Maligno", "anti- Testamento y a la liturgia del Bautismo romano
gua serpiente", "poder de las tinieblas" hasta 17 (n.14).
veces; incluso el texto más optimista de todo el H e m o s traído a colación estos datos para p r o -
Concilio, la Gaudium et spes, lo menciona cinco porcionar una información objetiva, aunque cons-
veces. En este documento, ios Padres no dudan en cientes de que siempre supone un cierto riesgo (y
escribir: «A través de t o d a la historia h u m a n a a veces resulta descaminado) el ir recogiendo citas
existe una dura batalla contra el poder de las tinie- fuera de su contexto.
blas, que, iniciada en los orígenes del mundo, En cuanto a la referencia que hace Ratzinger a
durará, como dice el Señor, hasta el día final» la actualidad («rebrotan en el m u n d o secularizado
(GS n.37). los cultos satánicos»), toda persona bien informada
En c u a n t o a las religiones n o cristianas, y a sabe muy bien que lo que va surgiendo en la ac-
Cristo libertador también del terror, es verdad que tualidad y aparece en los diarios es ya inquietante,
el Vaticano II abre afortunadamente una nueva pero no es más que la punta de un iceberg que
fase, de auténtico diálogo, con las religiones no tiene su base precisamente en las zonas del m u n d o
cristianas («La Iglesia católica nada rechaza de lo más avanzadas tecnológicamente, comenzando p o r
que en estas religiones hay de verdadero y santo. California y por el norte de Europa.
Considera con sincero respeto los modos de obrar Todas las precisiones y las constataciones que
y de vivir, los preceptos y doctrinas, que, aunque h e m o s h e c h o s o n n e c e s a r i a s , p e r o al m i s m o
discrepan en muchos puntos de lo que ella profesa tiempo son inútiles, ya que son ignoradas a priori
y enseña, no pocas veces reflejan un destello de por los comentaristas para quienes cualquier alu-
aquella Verdad que ilumina a todos los hombres» sión a estas realidades inquietantes resulta algo
[Ñostra aetate n.2]). Pero en el mismo Concilio, "medieval". Y lo medieval se entiende, natural-
en el Decreto sobre la actividad misionera, repite, mente, en el sentido que tiene para el h o m b r e de
tres veces en el texto y otra más en una nota, la la calle, quien de aquella "edad intermedia" tiene
doctrina tradicional, que es directamente bíblica, todavía la visión que le han impuesto los libelistas
como el mismo Concilio nos recuerda con abun- y los novelistas europeos de los siglos XVIII y XIX.
dantes citas de la Escritura: «Dios (...) envió a su
Hijo en carne nuestra, a fin de arrancar por El a
los hombres del poder de las tinieblas y de Satanás
(Col 1,13; Act 10,38)» (Ad gentes n.3). «Cristo de- "Un adiós" sospechoso
rroca el imperio del diablo y aleja la multiforme
maldad de los pecados» (Ad gentes n.9). «Somos
Joseph Ratzinger, fortalecido p o r sus amplios
liberados del poder de las tinieblas gracias a los
conocimientos teológicos, no es h o m b r e que se
154 155
deje impresionar por las reacciones ni de los perio- una pequeña fiesta entre los profesores para felici-
distas ni de algunos «especialistas». En un docu- tarle tras su designación por el Papa para el arzo-
mento firmado por él se lee esta exhortación to- bispado de Munich; y la dedicatoria del libro decía
mada de la Escritura: «Es necesario resistir, fuertes así: «A mi querido colega el profesor Joseph Ra-
en la fe, al error, incluso cuando se manifiesta bajo tzinger, al que decirle adiós me cuesta muchísimo
apariencia de piedad, para poder abrazar a los ex- más que decirle adiós al Diablo...»).
traviados con la caridad del Señor, profesando la La amistad personal con este colega no le impi-
verdad en la caridad». dió entonces, ni le impide ahora, seguir su línea de
Ciertamente que no pone como centro de su re- acción: «Debemos respetar las experiencias, los
flexión el tema del Diablo (consciente de que en sufrimientos, las opciones humanas, incluso las
todo caso lo verdaderamente importante es la vic- exigencias concretas que se hallan detrás de ciertas
toria sobre él que nos ha proporcionado Cristo). teologías. Pero debemos impugnar con entera re-
Sin embargo, este tema le parece clarificador, por- solución el que puedan considerarse todavía como
que le permite poner de manifiesto en este ejemplo teologías católicas».
los métodos de reflexión teológica que considera Para él, aquel librito escrito para despedirse del
inaceptables. Dado su carácter de "ejemplaridad", Diablo (y que toma como ejemplo de toda una se-
no parece excesivo el espacio dedicado a este tema. rie que desde hace algunos años va apareciendo en
Por otra parte, aquí, como veremos, está en juego las librerías) no es «católico» porque «es superfi-
también la escatología, la irrenunciable fe cristiana cial la afirmación en la que se resume toda la argu-
en la existencia de un más allá. Por esto mismo, mentación: "En el N u e v o Testamento, el concepto
uno de sus libros más conocidos —Dogma y pre- del 'diablo' está simplemente en lugar del concepto
dicación— introduce una reflexión sobre la doc- de 'pecado', del que el diablo no es más que una
trina tradicional acerca del D e m o n i o entre los imagen, un símbolo"». Recuerda Ratzinger que
«temas básicos de la p r e d i c a c i ó n » . Y p o r esto «cuando Pablo VI puso de relieve la existencia real
mismo, a nuestro parecer —siendo ya Prefecto de de Satanás y condenó los intentos de disolverlo en
la Congregación para la Doctrina de la Fe—, ha u n c o n c e p t o a b s t r a c t o , fue ese m i s m o teólogo
prologado el libro de un colega suyo en el carde- quien — p r o c l a m a n d o en voz alta la opinión de
nalato, León Joseph Suenens, que se propone rea- muchos colegas— recriminó al Papa el caer en una
firmar la fe católica en el Diablo como «realidad visión arcaica del mundo, el confundir lo que en la
no simbólica, sino personal». Escritura es estructura de la fe (el pecado) con lo
El Prefecto de la Sagrada Congregación me ha que no es más que una expresión histórica y tran-
hablado también de un célebre librito de un colega sitoria (Satanás)».
suyo, profesor de exégesis en la Universidad de Por el contrario, el Prefecto (apelando a lo que
Tubinga, que quiso, ya desde el mismo título, de- ya había escrito como teólogo) observa que «si se
cirle «adiós al Diablo». (Por cierto que al con- leen con atención estos libros que pretenden des-
tarme esta anécdota se reía con gusto: aquel librito embarazarse de la perturbante presencia diabólica,
le fue regalado por el mismo autor con ocasión de al final queda uno convencido de todo lo contra-

156 157
rio: los evangelistas hablan muy frecuentemente mundo. Para despedirse de este o de cualquier
del diablo, y no lo hacen ciertamente en sentido otro aspecto de la fe que resulte incómodo para el
simbólico. Al igual que el mismo Jesús, estaban conformismo contemporáneo, no se actúa como
convencidos —y así querían enseñarlo— de que se exegeta, como intérprete de la Escritura, sino
trata de una potencia concreta, y no ciertamente como hombre de nuestro tiempo».
de una abstracción. El hombre está amenazado por De estos métodos se deduce, según él, una con-
ella y es liberado por obra de Cristo, porque sólo secuencia grave: «En definitiva, la autoridad sobre
El, en su calidad de "más fuerte" puede atar al la que estos especialistas de la Biblia fundamentan
"fuerte", según la misma expresión evangélica su juicio no es la misma Biblia, sino la visión del
(Le 11,22)».
mundo predominante en la época del biblista. Por
tanto, éste habla como filósofo o como sociólogo,
y su filosofía no consiste más que en una banal y
«¿Biblistas o sociólogos?» acrítica adhesión a las siempre cambiantes direc-
trices de cada época».
Ahora bien, si la enseñanza de la Escritura pa- Si he comprendido bien, esto sería precisamente
rece tan clara, ¿cómo justificar la sustitución con lo contrario del método tradicional de la reflexión
el abstracto "pecado" del concreto "Satanás"? teológica: ya no sería la Escritura la que juzga al
Precisamente aquí es donde Ratzinger descubre "mundo", sino el "mundo" el que juzga a la Escri-
un método utilizado en muchas exégesis y por tura.
muchas teologías contemporáneas, y que él desea «En efecto —me responde—. Se trata de la bús-
rechazar expresamente: «En este caso específico, se queda continua de un anuncio que manifieste lo
admite —y no podría ser de otra manera— que que ya conocemos, o que al menos resulte grato a
Jesús, los apóstoles y los evangelistas estaban con- quien lo escuche. Y en lo que respecta al Diablo,
vencidos de la existencia de las fuerzas demo- la fe, ahora como siempre, afirma su realidad mis-
níacas. Pero, al mismo tiempo, se da por descon- teriosa, pero objetiva e inquietante. El cristiano
tado que en tal creencia eran "víctimas de las por su parte, sabe que quien teme a Dios no tiene
formas de pensamiento judío de su época". Pero,
nada que temer: el temor de Dios es fe, y es algo
como se da por descontado que "aquellas formas
muy distinto a cualquier temor servil, al terror
de pensamiento no son ya conciliables con nuestra
imagen del mundo", he aquí que, por una especie ante los demonios. Pero tampoco se crea que el te-
de prestidigitación, lo que se considera incompren- mor de Dios es como una audacia jactanciosa que
sible para el hombre medio de hoy día queda sim- cerrara los ojos a la seriedad de la realidad. Por el
plemente cancelado». contrario, es propio del verdadero valor el no en-
gañarse sobre las dimensiones del peligro, sino
Y continúa: «Esto significa que, para decir apreciarlo con todo realismo».
"adiós al Diablo", este autor no se basa en la Es- Según el cardenal, la pastoral de la Iglesia debe
critura (la cual afirma precisamente lo contrario),
«encontrar el lenguaje apropiado para un conte-
sino que apela a nosotros, a nuestra visión del
nido permanentemente válido: la vida es algo ex-
158 159
tremadamente serio, y hemos de estar atentos para todos estaríamos m u y satisfechos si en nuestro fu-
no rechazar la oferta de vida eterna, de eterna t u r o n o fuera posible nada más que la felicidad
amistad con Cristo, que se le hace a cada uno. N o eterna. Y, realmente, al leer el Evangelio resalta
debemos adormecernos en la mentalidad de tantos ante todo la Buena Nueva por excelencia, el anun-
creyentes de hoy, quienes piensan que basta com- cio consolador del amor sin límites y sin término
portarse más o menos como se comporta la mayo- del Padre. Pero, junto a esto, encontramos tam-
ría, y necesariamente t o d o t e n d r á que resultar bién en los evangelios un claro aviso de que es p o -
bien». sible el fracaso, de que no es imposible que recha-
«La catequesis —continúa— no puede seguir cemos el amor. Precisamente p o r ser "veraces",
siendo una enumeración de opiniones, sino que ¿no son los evangelios, a un mismo tiempo, textos
debe volver a ser una certeza sobre la fe cristiana que consuelan y que comprometen, una oferta di-
con sus propios contenidos, que sobrepasan con rigida a hombres libres, abiertos a diversos des-
mucho a la opinión reinante. Por el contrario, en tinos? Por ejemplo, el purgatorio. ¿ Q u é hay del
tantas catequesis modernas la idea de vida eterna purgatorio?
apenas se trasluce, la cuestión de la muerte apenas M u e v e la cabeza con d e s a p r o b a c i ó n : « ¡ H o y
se toca, y la mayoría de las veces sólo para ver todos nos creemos tan buenos que no podemos
cómo retardar su llegada o para hacer menos pe- merecer otra cosa sino el paraíso! Esto proviene
nosas sus condiciones. Perdido para muchos cris- ciertamente de una cultura que, a fuerza de ate-
tianos el sentido escatológico, la muerte ha que- nuantes y coartadas, tiende a borrar en el hombre
dado arrinconada por el silencio, por el miedo o el sentimiento de su propia culpa, de su pecado.
por el intento de trivializarla. Durante siglos, la Alguien ha observado que las ideologías que pre-
Iglesia nos ha enseñado a rogar para que la muerte d o m i n a n a c t u a l m e n t e c o i n c i d e n t o d a s en u n
n o n o s s o r p r e n d a de i m p r o v i s o , q u e n o s dé dogma fundamental: la obstinada negación del pe-
tiempo para prepararnos; añora, por el contrario, cado, de la realidad que la fe vincula al infierno "y
es el morir de improviso lo que es considerado al purgatorio. Pero en el silencio acerca del purga-
como gracia. Pero el no aceptar y el no respetar a torio hay también alguna otra responsabilidad».
la muerte significa no aceptar ni respetar tampoco
¿Cuál?
a la vida».
«El escriturismo de origen p r o t e s t a n t e que ha
penetrado también en la teología católica. Según
Del purgatorio al limbo esta tendencia, no serían suficientes, ni suficiente-
mente claros, los textos explícitos de la Escritura
Parece —le digo— que la escatología cristiana sobre el estado que la Tradición ha denominado
(cuando al menos se habla de ella) queda reducida "purgatorio" (quizás el término sea tardío, pero la
solamente al "paraíso"; aunque este mismo n o m - realidad aparece muy pronto en la creencia de los
bre ya presenta sus problemas y es escrito entre cristianos). Pero este escriturismo — y a he tenido
comillas, e incluso tampoco faltan quienes lo di- ocasión de decirlo— tiene muy p o c o que ver con
luyen en cualquier mito oriental. Ciertamente que el concepto católico de Escritura, cuya lectura se

160 161
11.—Informe sobre la fe
hace en el seno de la Iglesia y con su fe. Yo digo Quizá sea éste el caso de las "indulgencias". Pero
que si no existiera el purgatorio, habría que inven- los problemas de una retraducción al lenguaje con-
tarlo». temporáneo no significan ciertamente que la ver-
¿Por qué? dad de la que se trata ya no sea tal. Y esto mismo
«Porque hay pocas cosas tan espontáneas, tan vale para muchos otros aspectos de la fe».
humanas, tan universalmente extendidas —en todo Siguiendo con el tema de la escatología, también
tiempo y en toda cultura— como la oración por ha desaparecido el "limbo", aquel lugar intermedio
los propios allegados difuntos». en el que se encontrarían los niños muertos sin
Calvino, el reformador de Ginebra, hizo azotar bautismo, y por tanto sólo con el pecado original
a una mujer sorprendida orando sobre la tumba de como única "mancha". N o queda la menor alusión
su hijo, y por lo tanto, según él, culpable de "su- a él, por ejemplo, en los catecismos oficiales del
perstición". episcopado italiano.
«La Reforma, en teoría, no admite el purgatorio «El limbo no ha sido nunca definido como ver-
ni, por consiguiente, las oraciones por los di- dad de fe. Personalmente —hablando más que
funtos. Pero en la práctica, al menos los luteranos nunca como teólogo y no como Prefecto de la
alemanes han vuelto a ellas justificándolas con al- Congregación— dejaría en suspenso este tema, que
gunas consideraciones teológicas. Las oraciones no ha sido nunca nada más que una hipótesis teo-
por los propios allegados son un impulso dema- lógica. Se trataba de una tesis secundaria al servi-
siado espontáneo para que pueda ser sofocado; es cio de una verdad que es absolutamente primaria
un testimonio bellísimo de solidaridad, de amor, para la fe: la importancia del bautismo. Por decirlo
de ayuda que va más allá de las barreras de la con las mismas palabras de Jesús a Nicodemo:
muerte. De mi recuerdo o de mi olvido depende "En verdad, en verdad te digo que quien no na-
un poco dé la felicidad o d<: la infelicidad de aquel ciere del agua y del Espíritu, no puede entar en el
que me fue querido y que ha pasado ahora a la reino de los cielos" (Jn 3,5). Puede abandonarse el
otra orilla, pero que no deja de tener necesidad de concepto del "limbo" si parece necesario (por lo
mi amor». demás, los mismos teólogos que lo mantenían afir-
maban al mismo tiempo que los padres podían
Sin embargo, el concepto de "indulgencias", que
evitarlo para sus hijos con el deseo de su bautismo
pueden obtenerse para sí mismo en vida o para al-
y con la oración); pero que no se renuncie a la
gún difunto, parece haber desaparecido de la prác-
preocupación subyacente. El bautismo nunca ha
tica y quizás también de la catequesis oficial. sido para la fe algo meramente accesorio, y ni
«Yo no diría que ha desaparecido, sino que se ahora ni nunca podrá ser considerado como tal».
ha debilitado, porque no goza de evidencia en el
pensamiento actual. No obstante, la catequesis no
tiene derecho a omitir este concepto. No hay que Un servicio al mundo
avergonzarse de reconocer que —en ciertos con- El tema del bautismo remite al del pecado, y
textos culturales— la pastoral tiene dificultades éste al incómodo tema del que habíamos partido.
para hacer comprensible una verdad de la fe.
163
162
Dice, para completar su pensamiento: «Cuanto entenderse aquí, p o r supuesto, en su sentido téc-
más se comprenda la santidad de Dios, tanto más nico. Se refiere sencillamente a la actitud de la fe
se comprenderá la oposición a lo Santo, es decir, en general, que "vence al m u n d o " y "arroja a los
las falaces máscaras del Demonio. El mejor ejem- príncipes del mundo". El cristiano sabe —si llega
plo de esto es el m i s m o C r i s t o : j u n t o a El, el verdaderamente a divisar el abismo— que debe pres-
Santo por excelencia, no podía permanecer oculto tar un servicio al mundo. N o nos dejemos contagiar
Satanás, y su realidad se veía obligada a manifes- por la mentalidad predominante que cree que "con
tarse. Por esto podríamos quizá decir que la desa- un poco de buena voluntad podemos resolver todos
parición de la conciencia de lo demoníaco pone de los p r o b l e m a s " . En realidad, a u n q u e n o tuvié-
manifiesto un descenso paralelo de la santidad. El ramos fe, pero fuéramos al menos un poco rea-
Diablo puede refugiarse en su elemento preferido, listas, nos daríamos cuenta de que sin la ayuda de
el anonimato, cuando no resplandece para descu- una fuerza superior —que para el cristiano es sola-
brilo la luz de quien está unido a Cristo». mente el Señor— estamos prisioneros de una his-
Mucho me temo, cardenal Ratzinger, que con toria irremediable».
estas afirmaciones le van a tachar todavía más vio- T o d o esto, ¿no será considerado "pesimista"?
lentamente de "oscurantismo". «Ciertamente, no —me responde—. Si permane-
« N o sé qué otra cosa puedo hacer. Sólo se me cemos unidos a Cristo, estamos seguros de obte-
ocurre que un teólogo tan "libre de prejuicios", ner la victoria. N o s lo repite el m i s m o P a b l o :
tan " m o d e r n o " como Harvey Cox, escribió — y "Confortaos en el Señor y en la fuerza de su p o -
precisamente en su época secularizante, desmitifi- der; revestios de toda la armadura de Dios para
cadora— que "los mass-media, (espejo de nuestra q u e p o d á i s resistir a las insidias del d i a b l o . . . "
sociedad), al presentar determinados modelos de (Ef 6,10s). Si nos fijamos atentamente en la cultura
comportamiento, al proponer determinados ideales laica más moderna, observaremos cómo el opti-
humanos, apelan a los demonios no exorcizados mismo fácil, ingenuo, se está trastocando en su
ue están dentro de nosotros y a nuestro alrede- contrario, en el pesimismo radical, en el nihilismo
3 or". Hasta el punto de que, para el mismo Cox,
por parte de los cristianos "sería necesario volver a
desesperado. Puede llegar el m o m e n t o en que los
cristianos, que han sido acusados hasta ahora de
unas expresiones claras de exorcismo"». ser "pesimistas", tengan que a y u d a r a sus her-
¿Un redescubrimiento del exorcismo como una manos a salir de esta desesperación, p r o p o n i é n -
especie de "servicio social"?, me aventuro a decir. doles el optimismo radical — y ciertamente no en-
«El que ve con lucidez los abismos de nuestra gañoso— cuyo nombre es Cristo».
era —me responde— ve en ellos la acción de p o -
tencias que actúan para disgregar las relaciones en-
tre los hombres. El cristiano puede descubrir N o olvidar a los ángeles
entonces que su misión de exorcista debe re-
conquistar aquella actualidad que poseyó en los «Sobre el Diablo —se ha dicho— se acaba siem-
inicios de la fe. La palabra "exorcismo" no ha de pre o por hablar demasiado, o demasiado poco».

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toda la cristiandad. Se trata de una presencia bené-
Una vez denunciado el demasiado poco de la época fica que la conciencia del pueblo de Dios ha aco-
actual, el cardenal vuelve sobre el peligro contra-
gido siempre como una nueva muestra de la Provi-
rio, el del demasiado: «El misterio de la iniquidad
dencia, del interés del Padre por sus hijos».
tiene que encuadrarse en la perspectiva cristiana
fundamental, centrada en la Resurrección de Jesu- El cardenal subraya, sin embargo, que «la Reali-
cristo y su victoria sobre las potencias del Mal. En dad diametralmente opuesta a las categorías de lo
esta visión destaca con todo su vigor la libertad demoníaco es la tercera persona de la Trinidad, el
del cristiano y su serena seguridad, "que echa Espíritu Santo». Y lo explica: «Satanás es esencial-
afuera el temor" (1 Jn 4,18); la verdad excluye al mente el disgregador, el destructor de toda rela-
temor, y, por esto mismo, permite reconocer el ción: la del hombre consigo mismo o con los
poder del Maligno. Puesto que la ambigüedad es la demás. Por lo tanto, es exactamente lo contrario al
característica del fenómeno demoníaco, la mejor Espíritu Santo, el "Intermediario" absoluto que es-
arma del cristiano contra el Demonio consiste en tablece la relación sobre la que se fundamentan, y
vivir cada día en la claridad de la fe». de la que se derivan, todas las demás relaciones: la
Hay que recordar asimismo a los creyentes relación trinitaria, mediante la cual el Padre y el
—para no desequilibrar la verdad católica— la otra Hijo constituyen una sola cosa, el Dios único en
vertiente que la Iglesia ha mantenido siempre, de la unidad del Espíritu».
acuerdo con la Sagrada Escritura: la existencia de
los ángeles fieles a Dios, seres espirituales que vi-
ven en comunión con los hombres para ayudarles El retorno del Espíritu
en sus luchas.
Desde luego que todo esto resulta "escandaloso" Actualmente —le comento— se está produ-
para una mentalidad moderna que presume de ciendo un redescubrimiento del Espíritu Santo,
abarcar toda la realidad con su propio conoci- que quizás estaba demasiado olvidado en la teolo-
miento. Pero la fe es un conjunto plenamente inte- gía occidental. Y se trata de un redescubrimiento
grado y no se puede aislar o quitar ningún ele- no sólo teórico, sino que arrastra cada vez a
mento de su complejo entramado. Junto a los mayor número de gente mediante los movimientos
ángeles misteriosamente "caídos", que recibieron denominados «Renovación carismática» o «en el
un misterioso papel de tentadores, resplandece «la Espíritu».
visión luminosa de un pueblo espiritual unido a «Ciertamente es así —me confirma—. El pe-
los hombres por la caridad. Un mundo que tiene ríodo posconciliar no parece haber correspondido
un gran espacio en la liturgia tanto del Occidente mucho a las esperanzas de Juan XXIII, quien se
como del Oriente cristianos; en él arraiga la con- prometía un "nuevo Pentecostés". Sin embargo, su
fianza en esa nueva prueba de solicitud de Dios oración no ha sido desoída: en medio del corazón
por los hombres cual es "el ángel de la guarda", de un mundo desertizado por el escepticismo ra-
que ha sido asignado a cada uno, y al que se dirige cionalista ha surgido una nueva experiencia del Es-
una de las oraciones más queridas y difundidas de píritu Santo que ha alcanzado las proporciones de

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un movimiento de renovación a escala mundial. algo ciego. En fin, no es el "nosotros" del grupo
Lo que nos narra el N u e v o Testamento sobre los el que vale, sino el gran " n o s o t r o s " de la gran
carismas que se manifestaron como signos visibles Iglesia universal; la cual, y sólo ella, puede darnos
de la venida del Espíritu Santo no es mera historia el cuadro adecuado para "no despreciar al Espíritu
antigua, concluida ya para siempre; esta historia se y retener todo lo que es bueno", según la exhorta-
repite hoy bullente de actualidad». ción del Apóstol».
Y no es por casualidad —añade subrayando y Más aún — c o m p l e t a n d o el p a n o r a m a de los
reforzando su visión del Espíritu Santo como antí- "peligros"—, «hay que guardarse de un ecume-
tesis de lo demoníaco— que «mientras una teolo- nismo demasiado fácil — y es algo que se da clara-
gía reduccionista trata al demonio y al m u n d o de mente en América—, ya que de ese modo algunos
los espíritus malos como si fueran meras etiquetas, grupos carismáticos católicos pueden perder de
por el contrario en el ámbito de la Renovación ha vista su propia identidad y unirse de una manera
surgido una nueva y concreta toma de conciencia crítica a formas de pentecostalismo de origen p r o -
sobre las potencias del Mal, .aunque, claro está, testante, y esto en n o m b r e del "Espíritu" visto
unida a la serena certeza sobre el poder de Cristo como opuesto a la institución». Los grupos cató-
al que todo ha sido sometido». licos de Renovación en el Espíritu deben, por lo
Por su propia misión institucional, el cardenal tanto, «ahora más que nunca, sentiré cum Ecclesia,
—en este punto al igual que en otros— se detiene actuar siempre y en todo caso en comunión con el
a examinar las otras posibles caras de la medalla. obispo, incluso para evitar los daños que se p r o -
En lo que respecta al movimiento carismático ad- ducen cada vez que la Escritura es desarraigada de
vierte: «Ante t o d o hay que salvar el equilibrio, su contexto comunitario: el fundamentalismo, el
evitar un énfasis exclusivo en el E s p í r i t u , q u e , esoterismo y el sectarismo».
como nos dice el mismo Jesús, no "habla por sí Después de haber llamado la atención sobre los
mismo", sino que vive y actúa dentro de la vida tri- peligros, ¿ve el Prefecto de la Sagrada Congrega-
nitaria». Tal énfasis «podría llevar a establecer una ción como algo positivo la salida al proscenio de la
oposición entre la Iglesia organizada sobre la jerar- Iglesia de este movimiento de Renovación en el
quía (fundada a su vez sobre Cristo) y una Iglesia Espíritu?
"carismática", basada solamente en la "libertad del «Ciertamente —afirma—. Se trata de una espe-
E s p í r i t u " , u n a Iglesia q u e se c o n s i d e r a r a a sí ranza, de un buen signo de los tiempos, de un don
misma como un "acontecer" continuamente reno- de Dios a nuestra época. Es el redescubrimiento
vado». del gozo y de la riqueza de la oración en contra-
«Salvar el equilibrio —-continúa— significa man- posición a las teorías y prácticas cada vez más
tener la justa proporción entre institución y ca- entumecidas y resecadas por el racionalismo se-
risma, entre la fe común de la Iglesia y la expe- cularizado. Yo mismo he podido constatar
riencia personal. U n a fe dogmática sin experiencia personalmente su eficacia: en Munich surgieron
personal sería algo vacío; una mera experiencia algunas vocaciones al sacerdocio procedentes de
que no estuviera vinculada a la fe de la Iglesia sería este movimiento. C o m o ya he dicho, al igual que

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toda realidad humana, también ésta queda ex-
puesta a equívocos, a malentendidos, a exagera-
ciones. Pero el verdadero peligro estaría en ver so- CAPÍTULO XI
lamente los peligros y no el don que nos es
ofrecido por el Espíritu. Así, pues, la necesaria HERMANOS, PERO SEPARADOS
cautela no cambia el juicio fundamentalmente po-
sitivo».

¿Un cristianismo más "moderno"?

Pasamos ahora al tema del ecumenismo, a las re-


laciones entre las diversas confesiones cristianas.
Como ciudadano de un país multiconfesional
como Alemania, Joseph Ratzinger escribió impor-
tantes contribuciones sobre este tema. Ahora, en
su nueva misión, no tiene menos presente el pro-
blema ecuménico.
Dice: «El empeño ecuménico, en este período
de la historia de la Iglesia, es parte integrante del
desarrollo de la fe». Y de nuevo, en este tema —y
t a n t o más c u a n t o más i m p o r t a n t e s son los
asuntos—, se advierte en él una necesidad de pre-
cisión. Ya en otra ocasión observaba: «Cuando se
corre por un camino equivocado, se aleja uno de
la meta». En cuanto está de su parte, vigila, ejerce
su "función crítica", convencido de que, al igual
que en cualquier otro asunto, «también en el ecu-
menismo los equívocos, las impaciencias, la super-
ficialidad, nos alejan de la meta en vez de acer-
carnos a ella». Se muestra convencido de que «las
definiciones claras de la propia fe sirven a todos,
incluso al interlocutor», y de que «el diálogo
puede profundizar y purificar la fe católica, pero
no puede cambiarla».
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171
Empiezo con una "provocación": Eminencia,
hay quien dice que se está dando un proceso de fe nazca de la opinión individual, del trabajo inte-
lectual, de la contribución del especialista. Si escar-
"protestantización" del catolicismo.
bamos más a fondo, encontraremos aquí de nuevo,
La respuesta, como siempre, apunta al núcleo de
como origen de toda esta situación, que en la
la cuestión, sin agazaparse en distinciones evasivas:
raíz hay una concepción protestante de la Iglesia
«Depende de cómo se defina el "protestantismo".
más fácil de aceptar que la católica».
Quien hable hoy de la "protestantización" de la
Así que desembocamos, una vez más, en la ecle-
Iglesia católica, se referirá sin duda, en términos
siología.
generales, a un cambio de eclesiología, a una con-
«Ciertamente. Al hombre moderno de la calle le
cepción diferente de las relaciones entre la Iglesia
dice, a primera vista, más un concepto de Iglesia
y el Evangelio. Existe, de hecho, el peligro de se-
que en lenguaje técnico llamaríamos "congregacio-
mejante cambio: no es un mero espantapájaros
nista" o "Iglesia libre" (Freecburch). Parte de que
montado por algunos círculos integristas».
la Iglesia es una forma mudable y pueden organi-
Pero, ¿por qué precisamente el protestantismo zarse las cosas de la fe del m o d o más conforme
—cuya crisis no es ciertamente menor que la del osible a las exigencias del m o m e n t o . Ya hemos
catolicismo— debería atraer h o y a teólogos y
laicos que hasta el Concilio permanecían fieles a la
E ablado de ello varias veces, pero vale la pena vol-
ver sobre el tema: resulta casi imposible para la
Iglesia de Roma? conciencia de muchos, h o y día, el llegar a ver que
«Desde luego, no es fácil explicarlo. Me viene a tras la realidad humana se encuentra la misteriosa
las mientes la siguiente consideración. El protes- realidad divina. Este es, c o m o sabemos, el con-
tantismo surgió en los comienzos de la Edad M o - cepto católico de la Iglesia, que ciertamente es mu-
derna y, por lo mismo, está más ligado que el ca- cho más duro de aceptar que el que acabamos de
tolicismo a las fuerzas profundas que produjeron esbozar, que no es, por supuesto, "lo protestante
la era moderna. Su configuración actual se debe en sin más", sino algo que se ha formado en el marco
gran medida al contacto con las grandes corrientes del fenómeno "protestantismo"».
filosóficas del siglo XIX. Su suerte y su peligro es- A finales de 1983 —quinto centenario del naci-
tán en su apertura a la mentalidad contemporánea. miento de Martín Lutero—, visto el entusiasmo de
N o es extraño que teólogos católicos, que no sa- alguna celebración católica, las malas lenguas insi-
ben qué hacer con la teología tradicional, lleguen a nuaron que actualmente el Reformador podría en-
opinar que hay en el protestantismo caminos ade- señar las mismas cosas de e n t o n c e s , p e r o o c u -
cuados y abiertos de antemano para una fusión de pando sin problemas una cátedra en una uni-
fe y modernidad». versidad o en un seminario católico. ¿Qué me
¿ Q u é principios entrarían en juego en esa opi- dice de esto el Prefecto? ¿Cree que la Congrega-
nión? ción dirigida p o r él invitaría al monje agustino
« H o y como ayer, el principio Sola Scriptura de- para un "coloquio informativo"?
sempeñaría un papel primordial. Para un cristiano Sonríe: «Sí, creo de hecho que también h o y él
medio hoy resulta más "moderno" admitir que la tendría que explicarse y que lo que dijo tampoco
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hoy puede considerarse "teología católica". Si así los teólogos católicos: la teología católica expone
no fuera, no sería necesario diálogo ecuménico al- la fe de la Iglesia; cuando se pasa de la exposición
guno, porque un diálogo crítico con Lutero busca a una reconstrucción autónoma, se hace otra
precisamente y pregunta cómo cabe salvar los cosa».
auténticos valores de su teología y superar lo que
de católico le falta».
Sería interesante saber en qué temas se apoyaría Hay quien dice...
la Congregación para la Doctrina de la Fe para in-
tervenir contra Lutero. Cardenal Ratzinger, continuemos con las "pro-
No hay la menor duda en la respuesta: «Aun a vocaciones", sigamos analizando las insinuaciones
costa de parecer tedioso, creo que nos centra- de las malas lenguas... Por ejemplo: hay quien dice
ríamos una vez más en el problema eclesiológico. que, en estos años, el ecumenismo ha discurrido
En la disputa de Leipzig, el oponente católico de con frecuencia en un solo sentido. Disculpas y de-
Martín Lutero le demostró de modo irrefutable mandas de perdón —desde luego con frecuencia
que su "nueva doctrina" no se oponía solamente a muy justificadas— por parte católica; pero por
los Papas, sino también a la Tradición, claramente >arte protestante, se observa una reafirmación en
expresada por los Padres y por los Concilios. Lu-
tero entonces tuvo que admitirlo y argumentó que
fos propios argumentos y, al parecer, poca inclina-
ción a reexaminar críticamente los orígenes y
también los concilios ecuménicos habían errado, acontecimientos de la Reforma.
poniendo así la autoridad de los exegetas por en- «Puede que sea verdad —responde—. La actitud
cima de la autoridad de la Iglesia y de su Tradi- de cierto ecumenismo católico posconciliar ha es-
ción». tado quizás marcada por una especie de maso-
¿Fue en ese momento cuando se produjo la "se- quismo, por una necesidad un tanto perversa de
paración" decisiva? reconocerse culpable de todos los desastres de la
«Efectivamente, así lo creo. Fue el momento de- historia. Hablando concretamente de la situación
cisivo, porque se abandonaba la idea católica de la alemana, que conozco por dentro, tengo que decir
Iglesia como intérprete auténtica del verdadero que soy amigo de algunos protestantes verdadera-
sentido de la Revelación. Lutero no podía compar- mente espirituales, personas a las que realmente
tir ya la certeza de que, en la Iglesia, hay una con- admiro. Al vivir en profundidad su vida cristiana,
ciencia común por encima de la inteligencia e in- estas personas tienen también una profunda con-
terpretación privada. Quedaron alteradas las ciencia de la culpa de todos los cristianos por las
relaciones entre la Iglesia y el individuo, entre la divisiones que les desgarran. Por parte protestante
Iglesia y la Biblia. Por tanto, si Lutero viviera, la hay un nuevo interés respecto a los elementos fun-
Congregación habría de hablar con él sobre este damentales de la realidad católica».
punto, o, mejor dicho, sobre este punto hablamos ¿Cuál es el principal objeto de la revisión por
con él en los diálogos ecuménicos. Por otra parte, parte de la Reforma?
no es otra la base de nuestras conversaciones con «Hay un redescubrimiento de la necesidad de
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una Tradición, sin la cual la Biblia queda como R a t z i n g e r , c o m o b u e n realista, está lejos de
flotando en el aire, y como un libro antiguo entre cualquier optimismo ingenuo: «Sí, existe ese movi-
tantos otros. Este redescubrimiento se ve favore- miento, y por tanto un reconocimiento de infideli-
cido también por el hecho de que los protestantes dad a Cristo por parte de todos los cristianos, no
pertenecen, junto con los ortodoxos, al Consejo sólo por la parte católica. Pero queda aún como
Ecuménico de Ginebra, que es el organismo que un límite infranqueable aquella diversa concepción
reúne a todas las Iglesias cristianas, a excepción de sobre la Iglesia. A un reformado le resultará siem-
la católica. Ahora bien, decir "ortodoxia oriental" pre difícil, por no decir imposible, aceptar el sa-
equivale a decir "Tradición"». cerdocio como sacramento y como condición in-
«Por lo demás —agrega—, este empecinamiento dispensable para la eucaristía; porque para aceptar
en el Sola Scriptura del protestantismo clásico no esto sería menester aceptar la estructura de la Igle-
p o d í a p e r d u r a r , y h o y más q u e n u n c a ha sido sia basada en la sucesión apostólica. A lo sumo
puesto en cuestión por la exégesis "científica", na- —al menos por ahora— pueden llegar a conceder
cida y desarrollada precisamente en el ámbito de la que este tipo de Iglesia es la mejor solución, pero
Reforma, que ha demostrado que los evangelios no que sea la única, la indispensable».
son producto de la Iglesia primitiva; más aún, que Ratzinger observa que precisamente por esta
toda la Escritura no es más que Tradición. Hasta idea sobre la Iglesia —que resulta más "fácil", más
el punto que, dándole la vuelta a su lema tradicio- "obvia", según la mentalidad actual—, al convivir
nal, algunos estudiosos luteranos parecen acercarse protestantes y católicos, son estos últimos los que
a la idea de las Iglesias ortodoxas de Oriente: no corren mayor riesgo de deslizarse hacia las posi-
se trata ya de Sola. Scriptura, sino de Sola Traditio. ciones del otro. «El auténtico catolicismo —dice—
Y se da también, por parte de algunos teólogos se mantiene en un equilibrio m u y delicado, en un
protestantes, el redescubrimiento de la autoridad, intento de compaginar aspectos que parecen con-
de una cierta jerarquía, y de la realidad de los sa- trapuestos y que, sin embargo, aseguran la integri-
cramentos». dad del C r e d o . Además, el catolicismo exige la
Y añade s o n r i e n d o , c o m o p e n s a t i v a m e n t e : aceptación de una mentalidad de fe que frecuente-
«Mientras fueron los católicos quienes decían estas mente se halla en una radical oposición con la opi-
cosas, era difícil que los protestantes las aceptaran. nión actualmente dominante».
Dichas por las Iglesias de Oriente, han sido escu- C o m o ejemplo me cita la renovada negativa de
chadas y estudiadas con mayor atención, quizás Roma a permitir "la intercomunión", es decir, la
p o r q u e se desconfiaba m e n o s de aquellos cris- posibilidad para un católico de participar en la eu-
tianos, cuya presencia en el Consejo de Ginebra caristía de una Iglesia reformada. Dice: «Muchos
ha resultado providencial». católicos piensan que esta prohibición es el último
Así, pues, hay también un movimiento de la fruto de una mentalidad intolerante que ha pasado
parte protestante; se da una convergencia hacia de moda. " N o seáis tan severos, tan anacrónicos",
posiciones que p o d r í a n manifestarse algún día nos gritan enardecidos. Pero no es cuestión de in-
como comunes. tolerancia ni de retraso ecuménico. Para el Credo

176 J
2.—Informé sobre la fe 177
católico, si no hay sucesión apostólica, no hay sa- pendientes entre sí. N o llegan a aceptar que el
cerdocio auténtico, y por tanto no puede haber Obispo de Roma, el Papa, pueda ser el principio,
auténtica eucaristía. Nosotros creemos que esto ha el centro de la unidad, aunque sea en una Iglesia
sido querido así por el mismo Fundador del cris- universal entendida como comunión».
tianismo». ¿Así que ni siquiera con el Oriente es previsible,
para tiempos no muy lejanos, un principio de
unión?
Un largo camino «No veo, dentro de una perspectiva humana,
que sea posible una unión completa que vaya más
Ya hemos aludido, aunque en forma indirecta, a allá de una practicable (y ya practicada) fase
las Iglesias ortodoxas del Oriente europeo. ¿Cómo inicial. Sin embargo, esta dificultad está en el nivel
se desarrollan las relaciones con ellas? teológico. En cambio, en el plano concreto, vital,
«Los contactos son aparentemente más fáciles, las relaciones son más fáciles. Puede verse allí
pero en realidad presentan graves dificultades. donde los católicos y los ortodoxos están en con-
Estas Iglesias tienen una doctrina auténtica, pero tacto (y quizás sufren una misma persecución),
estática, como bloqueda; permanecen fieles a la como por ejemplo en Ucrania. Aunque las eclesio-
doctrina del primer milenio cristiano, pero recha- logías continúen divididas para la teología, en
zan todas las profundizaciones sucesivas, porque cambio, en la existencia concreta, las Iglesias expe-
los católicos habrían tomado las decisiones sin rimentan un intercambio vital: existe reciprocidad
contar con ellos. Según ellos, en materia de fe so- sacramental y es posible (en determinadas condi-
lamente puede decidir un Concilio verdaderamente ciones) la intercomunión, a diferencia de lo que
ecuménico, y, por lo tanto, que comprenda a sucede con los protestantes».
todos los cristianos. En consecuencia, no conside- Los anglicanos se han considerado siempre
ran válido cuanto ha sido declarado por los cató- como the bridge-cburcb, la iglesia puente entre el
licos después de la división. En principio, hasta mundo protestante y el católico; hubo un tiempo
pueden estar de acuerdo sobre todo lo que ha sido (y no lejano) en que pareció que se estaba a un
establecido, pero lo consideran limitado a las Igle- paso de la unión.
sias que dependen de Roma y no lo aceptan como «Es verdad. Pero ahora los anglicanos han
norma también para ellos». vuelto a alejarse bruscamente con las nuevas
Al menos en esto la eclesiología constituye un normas sobre los divorciados que vuelven a ca-
problema menos insoluble. sarse, sobre el sacerdocio conferido a las mujeres y
«No está tan claro. Es verdad que tienen firme sobre otras cuestiones de teología moral. Estas
la idea de la necesaria sucesión apostólica, y que cuestiones han vuelto a abrir una brecha no sólo
su episcopado y su eucaristía son auténticos. Sin entre los anglicanos y los católicos, sino también
embargo, conservan esa idea profundamente asimi- entre los anglicanos y los ortodoxos, que en gene-
lada de la autocefalía, según la cual, las Iglesias, ral comparten el punto de vista católico».
aunque unidas en la fe, son al mismo tiempo inde- Después del Concilio alguien afirmó que basta-
178 179
para el uso litúrgico y para la catequesis. En la
ría con que la Iglesia católica se adentrara por el práctica resulta que la usan casi exclusivamente los
camino de las "reformas" para reencontrar la uni- católicos, y en cambio n o la usan m u c h o s lute-
dad con los hermanos separados. Sin embargo, ranos, porque prefieren volver a "su" Biblia».
tengo delante un documento reciente sobre el ecu- ¿Sería, quizás, otro caso de ecumenismo "en un
menismo, proveniente de la parte protestante y en solo sentido"?
concreto de las Iglesias italianas valdense y meto- «Tampoco en este tema hay que hacerse dema-
dista. En él se lee: «Catolicismo y protestantismo, siadas ilusiones. La Escritura vive en una comuni-
aunque se remonten a un mismo Señor, son dos dad y tiene necesidad de un lenguaje. Toda traduc-
modos distintos de entender y vivir el cristianismo. ción es al mismo tiempo, de alguna manera, una
Estos m o d o s distintos no son complementarios interpretación. H a y pasajes (y todos los estudiosos
sino alternativos». están de acuerdo en esto) en que dice más el tra-
¿Qué opina de esto el cardenal Ratzinger? ductor que la misma Biblia, y esto sucede muy es-
«Desgraciadamente, por el momento, la realidad pecialmente con Lutero. Algunos textos de la Es-
es ésta. N o hay que confundir las palabras con la critura exigen una elección muy precisa, una toma
realidad: cualquier progreso en el plano teológico, de posición m u y clara. N o se puede mezclar o es-
cualquier d o c u m e n t o c o m ú n , n o significan un conder una dificultad mediante subterfugios. Se
acercamiento verdaderamente vital. La eucaristía es pretende hacernos creer que los exegetas, con sus
vida, y esta vida, lamentablemente, no es compar- métodos histórico-críticos, habrían encontrado la
tible con quien tiene una concepción de la Iglesia solución "científica" y, p o r lo tanto, p o r encima
—y, por lo tanto, del sacramento— tan distante. de las partes en cuestión; pero esto no es así, por-
Existe un cierto peligro en un ecumenismo que no que toda "ciencia" depende inevitablemente de una
se sitúe realistamente ante esta dificultad, insupera- filosofía, de una ideología. N o existe la neutrali-
ble, por el. momento, para los hombres. Por otra dad, y menos en este tema. Por otra parte, com-
parte, está claro que también existían peligros en la prendo que los luteranos alemanes insistan en su
situación preconciliar, marcada por el encastilla- Biblia de L u t e r o . En su forma literaria, ella ha
miento y por la intransigencia, que no dejaban es- sido precisamente la fuerza unitiva del luteranismo
pacio a la fraternidad». a través de los siglos; su eliminación afectaría de
hecho al núcleo de la identidad luterana. Esta tra-
ducción tiene un rango en su comunidad muy dis-
«Pero la Biblia es católica» tinto del que cualquier otra pueda tener entre nos-
otros. Además, por la interpretación que implica,
Se ha intentado avanzar algún paso proponiendo limita en cierto sentido los efectos de la Sola Scrip-
algunas traducciones de la Biblia en común entre tura y proporciona una inteligencia común de la
diversas confesiones. ¿ Q u é piensa Ratzinger de Biblia, una asimilación "eclesial" común».
estas ediciones ecuménicas? Añade: «Debemos tener el valor de repetir con
«Solamente he estudiado la traducción intercon- toda claridad que, tomada en su totalidad, la Biblia
fesional alemana. H a sido concebida sobre todo
181
180
es "católica". El aceptarla tal como está, en la uni- el barroco. Y con toda la estima a mis amigos
dad de todas sus partes, significa aceptar a los protestantes, por simple psicología, jamás he sen-
grandes Padres de la Iglesia y la lectura que ellos tido un atractivo de este género. Tampoco en el
hicieron; y, por lo tanto, significa entrar en el ca- plano teológico; el protestantismo podía dar la im-
tolicismo». presión de una "superioridad", de mayor "cienti-
Semejante afirmación —me aventuro a decir—, fismo", pero la gran tradición de los Padres y de
¿no corre el riesgo de suscitar la desconfianza de los maestros medievales era para mí más convin-
quien la considere "apologética"? cente».
«No —replica—, porque no es mía, sino de mu-
chos exegetas protestantes contemporáneos. Por
ejemplo, uno de los discípulos predilectos del lute-
rano Rudolf Bultmann, el profesor Heinrich Iglesias en la tempestad
Schlier. Este, llevando hasta sus lógicas consecuen-
cias el principio de Sola Scriptura, ha visto que el Usted vivió de niño, luego de adolescente y de
"catolicismo" está ya en el Nuevo Testamento, joven (tenía dieciocho años en 1945) en la Alema-
porque en él se encuentra ya el concepto de una nia del nazismo; ¿cómo ha vivido en cuanto cató-
Iglesia viviente a la que el Señor le ha dejado su lico aquel clima terrible?
Palabra viva. ¡Ciertamente que no está en la Escri- «Nací en una familia muy creyente y practi-
tura la idea de que ésta sea un fósil arqueológico, cante. En la fe de mis padres, en la fe de nuestra
una colección de diversas fuentes que tuvieran que Iglesia, tuve la confirmación del catolicismo como
ser estudiadas por un arqueólogo o por un paleon- la fortaleza de la verdad y de la justicia contra
tólogo! De esta manera, con coherencia, Schlier ha aquel reino del ateísmo y de la mentira que fue el
entrado en la Iglesia católica. Otros colegas suyos nazismo. En el hundimiento de aquel régimen he
protestantes no han llegado a tanto, pero no im- visto de hecho que la Iglesia había tenido una in-
pugnan en general la presencia de lo católico en la tuición acertada».
Biblia». Pero Hitler venía del Austria católica; el partido
Y usted mismo, cardenal Ratzinger (de niño, o fue fundado y prosperó en la católica Munich...
de joven seminarista, o quizá de teólogo), ¿no se «Bien. Pero sería una miopía considerarlo por
ha sentido nunca atraído por el protestantismo? eso producto del catolicismo. Los gérmenes vene-
¿No ha pensado nunca en cambiar a otra confe- nosos del nazismo no son fruto del catolicismo de
sión cristiana? Austria, o de Alemania meridional, sino a lo sumo
«¡Oh, no! —exclama—. El catolicismo de mi de la atmósfera decadente y cosmopolita de Viena
Baviera sabía dejar sitio para todo lo que es hu- a finales de la monarquía, cuando Hitler meditaba
mano: para la oración y para las fiestas, para U pe- nostálgico la fuerza y decisión de la Alemania sep-
nitencia y para la alegría. Un cristianismo gozoso, tentrional: sus ídolos políticos fueron Federico II
policromo, humano. Será que no tengo el sentido y Bismarck. En las elecciones decisivas de 1933 es
del "purismo" y que desde la infancia he respirado bien sabido que Hitler no logró la mayoría en los
182 183
Lándern católicos, a diferencia de lo que ocurrió doctrinas de Hitler. En aquella situación política
en otras regiones alemanas». se vio una vez más lo que en tantas otras se ha
¿Cómo explica esto? comprobado en la historia. A la hora de optar por
«Tengo que comenzar diciendo que el núcleo un mal menor, la Iglesia puede, por táctica, llegar
creyente de la Iglesia evangélica desempeñó un a pactos hasta con sistemas estatales represivos, re-
destacado papel en la resistencia a Hitler. Me sultando a la postre ser un bastión contra las api-
acuerdo de la Declaración de Barmen, del 31 de sonadoras totalitarias. Por su propia naturaleza, la
mayo de 1934, con la que la "Iglesia confesora" Iglesia católica no puede ni mezclarse ni confun-
(bekennende Kirche) se apartó de los "Cristianos dirse con el Estado y tiene que oponerse a cual-
alemanes" y realizó así el acto básico de oposición a quier Estado que fuerce a los creyentes a una vi-
las pretensiones totalitarias de Hitler. Por otra sión única. Esto, ni más ni menos, fue lo que viví,
parte, el fenómeno de los "Cristianos alemanes" siendo joven católico, en la Alemania nazi».
nacía ver el singular peligro al que quedó expuesto
el protestantismo en el momento de la toma del
poder. La idea de un cristianismo nacional, es de-
cir, germano, antilatino, deparó a Hitler un
punto de conexión, lo mismo que la tradición de
la Iglesia estatal y la fuerte insistencia en la obliga-
ción de la obediencia a la autoridad, tan familiar a
la tradición luterana. Por estos aspectos, el protes-
tantismo alemán, en particular el luteranismo, se
vio al principio mucho más expuesto a las arti-
mañas de Hitler. Un movimiento como el de los
"Cristianos alemanes" no tenía cabida posible en el
marco de la eclesiología católica».
Eso no quita el que también los protestantes se
significaran en la lucha contra el nazismo.
«Claro que no. De lo que acabo de decir sobre
el protestantismo se deduce precisamente que los
protestantes necesitaban un coraje más personal
para resistir a Hitler. Karl Barth expresó con mu-
cha claridad este estado de cosas cuando rechazó
el juramento de los funcionarios. Así se explica
que el protestantismo tenga destacadas personali-
dades de la resistencia antinazi. Pero asimismo se
comprende cómo al católico alemán medio le re-
sultara más fácil mantenerse en el rechazo de las

184 185
CAPÍTULO XII

SOBRE UNA CIERTA "LIBERACIÓN

Una "Instrucción" esclarecedora

En los días de este coloquio con el cardenal Rat-


zinger ien Bressanone todavía no se había publicado
(sería presentada en septiembre) la Instrucción sobre
algunos aspectos de la teología de la liberación, aun-
que ya estaba preparada con fecha del 6 de agosto.
Sin embargo, sí se había publicado —por una indis-
creción periodística— el texto en el que Ratzinger
explicaba su posición personal, como teólogo, sobre
este tema; y se conocía ya anticipadamente la "con-
vocatoria a dialogar" a uno de los representantes
más conocidos de aquella teología.
El tema de la "teología de la liberación" había,
pues, invadido las páginas de los diarios; y lo haría
aún más después de la presentación de la Instruc-
ción. Pero lo que desconcierta, y ciertamente se
puede demostrar, es que muchos comentarios
—incluso los más ambiciosos y los publicados por
los más prestigiosos periódicos y revistas— juzga-
ban el documento de la Congregación sin haberlo
leído nada más que a través de síntesis incom-
pletas, quizá hasta sospechosas de parcialidad. Más
aún: casi todos los comentarios se ocupaban sola-

187
m e n t e de las implicaciones políticas del d o c u -
T o d a v í a algo más. La "llamada de a t e n c i ó n "
mento, ignorando sus motivaciones religiosas.
contenida en la primera parte, en la parte "nega-
Precisamente por esto, la Congregación para la
tiva", «de ninguna manera debe interpretarse como
Doctrina de la Fe decidió no hacer ningún tipo de
una desautorización de todos aquellos que quieren
comentario, remitiendo al texto mismo, que resul-
responder generosamente y con auténtico espíritu
taba tan combatido como desconocido. Leer la
evangélico a "la opción preferencial por los p o -
Instrucción: esto es todo lo que se nos ha rogado
bres". De ninguna manera podrá servir de pretexto
que pidamos al lector, sean cuales sean luego sus
para quienes se atrincheran en una actitud de neu-
conclusiones.
tralidad y de indiferencia ante los trágicos y ur-
Sin embargo, nos ha parecido de interés el p r o -
gentes problemas de la miseria y de la injusticia.
porcionar aquí el texto que —aunque publicado
Al c o n t r a r i o , o b e d e c e a la c e r t e z a de q u e las
por aquella "indiscreción periodística"— se ha he-
graves desviaciones ideológicas que señala condu-
cho ya de dominio público. En él se refleja con fi-
cen inevitablemente a traicionar la causa de los p o -
delidad el pensamiento de Joseph Ratzinger (en
bres. H o y más que nunca es necesario que la fe de
cuanto teólogo, no en cuanto Prefecto de la C o n -
numerosos cristianos sea iluminada y que éstos es-
gregación para la Doctrina de la Fe), y no resulta
tén resueltos a vivir la vida cristiana integralmente,
fácil encontrar al lector no especialista. Este texto
comprometiéndose en la lucha por la justicia, la li-
puede servir también para comprender el pensa-
bertad y la dignidad humana, por amor a sus her-
miento personal del cardenal sobre un tema tan es-
manos desheredados, oprimidos o perseguidos.
pinoso y actual como éste. Aquí más que nunca,
Más que nunca, la Iglesia se propone condenar los
para el Prefecto, «defender la ortodoxia significa
abusos, las injusticias y los ataques a la libertad,
verdaderamente defender a los pobres y evitarles
donde se registren y de donde provengan, y lu-
las ilusiones y sufrimientos de quien no sabe dar
char, con sus propios medios, p o r la defensa y
una perspectiva realista de redención ni siquiera
promoción de los derechos del hombre, especial-
material».
mente en la persona de los pobres» 1 9 .
Recordamos además lo que la Instrucción ad-
vierte desde su misma introducción: «La Congre-
gación para la Doctrina de la Fe no se propone
tratar aquí el vasto tema de la libertad cristiana y La necesidad de redención
de la liberación. Lo hará en un documento poste-
rior que pondrá en evidencia, de modo positivo, Antes de reproducir el documento "privado" del
todas sus riquezas tanto doctrinales como prác- teólogo Ratzinger informaremos —siempre con el
ticas» 18 . Así, pues, se trata de la primera parte de propósito de encuadrar su posición en un tras-
una exposición que ha de ser completada. f o n d o general— de t o d o c u a n t o ha surgido en
nuestro coloquio a propósito del término "libera-
18 ción". Es un escenario de alcance mundial.
Instrucción de la Congregación para la Doctrina de la Fe sobre
algunos aspectos de la «Teología de la liberación». Prólogo. 19
ibid.
188
189
«Liberación —dice el cardenal— parece ser el creciente alienación. Y esto sucede en todas las
programa, la enseña de todas las culturas actuales, formas de sociedad actuales. La experiencia fun-
en todos los continentes. En seguimiento de estas damental de nuestra época es precisamente la de la
culturas, la voluntad de buscar una "liberación" "alienación", y ésta equivale a lo que la expresión
pasa a través del movimiento teológico de los di- cristiana tradicional denomina falta de redención.
versos ámbitos culturales del mundo». Es la experiencia de una humanidad que se ha se-
«Como ya he hecho observar —continúa— al parado de Dios, y de esta manera no ha encon-
hablar de la crisis de la moral, la "liberación" es el trado la libertad, sino sólo la esclavitud».
tema clave incluso para la sociedad de los ricos, de De nuevo, duras palabras, observo.
Norteamérica y de Europa occidental: liberación «Y, sin embargo, así tiene que expresarse —me
de la ética religiosa y, junto con ella, de los límites dice— una visión realista que no vuelva la cabeza
mismos del hombre. Pero también se busca "libe- ante la situación. Y los cristianos están llamados al
ración" en África y en Asia, donde el desenganche realismo. Estar atentos a los signos de los tiempos
de las tradiciones occidentales se presenta como un significa esto: tener el valor de mirar la realidad
roblema de liberación de la herencia colonial, en cara a cara, en lo que tiene de positivo y en lo que
usca de la propia identidad. Hablaremos de ellos tiene de negativo. Ahora bien: precisamente en
en concreto más adelante. Se da la "liberación", esta línea de objetividad, vemos que hay un ele-
por último, en Sudamérica, donde se la entiende mento común en los programas secularizados de
principalmente en sentido social, económico y po- liberación: pretenden buscar la liberación sola-
lítico. Así, pues, el problema soteriológico, es de- mente en la inmanencia, en la historia, en esta ori-
cir, de la salvación, de la redención (de la libera- lla, cuando es precisamente esta visión encerrada
ción, como se prefiere llamarlo ahora), se ha en la historia, sin miras a la trascendencia, la que
convertido en el punto central del pensamiento ha conducido al hombre a su situación actual».
teológico». De todas maneras —le digo—, esta exigencia de
¿Por qué — le pregunto— esta orientación, que, liberación es un desafío que hay que aceptar.
por otra parte parece correcta también para la ¿Acaso no ha hecho bien la teología al recogerlo
Congregación (puesto que éstas son las primeras para darle una respuesta cristiana?
palabras de la Instrucción del 6 de agosto: «El «Ciertamente, con tal de que la respuesta sea
Evangelio de Jesucristo es un mensaje de libertad verdaderamente cristiana. La necesidad de salva-
y una fuerza de liberación»)?20 ción, tan difundida actualmente, expresa la percep-
«Esto ha sucedido y sucede —me contesta— ción auténtica, aunque oscura, de la dignidad del
porque la teología trata de responder de esta ma- hombre, creado "a imagen y semejanza de Dios",
nera al problema más dramático del mundo actual: como dice el primer libro de la Escritura. Pero el
el hombre —a pesar de todos los esfuerzos— no peligro de algunas teologías está en que se dejan
está redimido, no es ciertamente libre, sufre una sugestionar por el punto de vista inmanentista,
meramente terrenal, de los programas de libera-
20 ción secularizados. Estos no ven, ni pueden verlo,
ibid.

190 191
siciones más radicarncnte marxistas hasta aquellas
que desde un punto de vista cristiano la "libera-
otras que plantean el lugar apropiado de la necesa-
ción" es ante todo y principalmente liberación de
ria responsabilidad del cristiano respecto a los po-
la esclavitud radical de la que el " m u n d o " no se
bres y a los oprimidos en el contexto de una co-
percata, que incluso niega: la esclavitud radical del
rrecta teología eclesial, como han hecho los
pecado».
documentos del CELAM (la Conferencia Episcopal
Latinoamericana) desde Medellín hasta Puebla. En
este texto vamos a utilizar el concepto de "teología
U n texto de "teólogo particular" de la liberación" en una acepción más restringida:
una acepción que comprende solamente a aquellos
D e este cuadro general volvamos a ese «fenó- teólogos que de alguna manera han hecho propia
meno extraordinariamente complejo» que consti- la opción fundamental marxista. Incluso en este
t u y e la teología de la liberación. Esta, a u n q u e campo restringido existen todavía muchas diferen-
tiende a difundirse un poco p o r doquiera en el cias de unos a otros, en las que resulta imposible
Tercer M u n d o , sin embargo, tiene «su centro de adentrarse en esta reflexión general. En este con-
gravedad en América Latina». texto sólo puedo intentar poner en claro algunas lí-
Volvamos, pues, a aquel texto " p r i v a d o " que neas fundamentales que, sin desconocer sus diversos
precedió a la Instrucción del otoño de 1984. Las orígenes, se han difundido ampliamente y ejercen
páginas siguientes (en cursiva) lo reproducen ínte- una cierta influencia aun donde no se ha producido
gramente. Dado su origen y su destino estricta- una teología de la liberación en sentido estricto.
mente teológicos, el lenguaje no es siempre el más 2) En el análisis del fenómeno de la teología de
a p r o p i a d o para el lector m e d i o . Sin e m b a r g o , la liberación se pone de manifiesto un peligro fun-
creemos que vale la pena el esfuerzo que suponga damental para la fe de la Iglesia. Indudablemente
la lectura de algún pasaje demasiado complejo para no surge un error sino alrededor de un núcleo de
el lector no especializado. Por encima, repetimos, verdad. De hecho, un error resulta tanto más peli-
de la valoración que de él haga cada u n o , este groso cuanto mayor sea la proporción del núcleo de
texto ayuda a situar el fenómeno de la "teología de verdad que contiene. Hay que añadir que el error
la liberación" en el marco más amplio de la teolo- no podría apropiarse de aquella parte de la verdad
gía mundial. Y nos aclara igualmente los motivos si esta verdad fuera suficientemente vivida y testi-
de la intervención prioritaria de la Congregación moniada en su verdadero lugar, es decir, en la fe
en una estrategia ya puesta en marcha y que prevé de la Iglesia. Por esto, además de poner en eviden-
otras "etapas". cia el error y el peligro que entraña la teología de
la liberación, hay que plantearse esta pregunta:
¿Qué verdad se esconde bajo este error y cómo
OBSERVACIONES PRELIMINARES recuperarla plenamente?
3) La teología de la liberación es un fenómeno
1) La teología de la liberación es un fenómeno
universal desde tres puntos de vista:
extraordinariamente complejo: abarca desde las po-
13.—Informe sobre la fe 193
192
a) Esta teología no pretende constituir un nuevo decir: la teología de la liberación pretende dar una
tratado teológico junto a los ya existentes, como, nueva interpretación global del cristianismo; ex-
por ejemplo, elaborar nuevos aspectos de la ética plica el cristianismo como una praxis de liberación
social de la Iglesia. Se presenta, más bien, como y pretende presentarse como una guía en esta
una nueva hermenéutica de la fe cristiana, es decir, praxis. Ahora bien: puesto que, según esta teología,
como una nueva forma de comprensión y de reali- toda realidad es política, resulta que la liberación
zación del cristianismo en su totalidad. Por eso es también un concepto político, y la guía para la
cambia todas las formas de la vida eclesial: la cons- liberación debe ser una guía para la acción política.
titución eclesiástica, la liturgia, la catequesis y las «Nada queda fuera de la tarea política. Todo
opciones morales. existe con un determinado color político», escribe
b) La teología de la liberación tiene ciertamente textualmente uno de sus principales representantes
su centro de gravedad en América Latina, pero no sudamericanos. Una teología que no sea práctica,
es, desde luego, un fenómeno exclusivamente iberoa- que no sea esencialmente política, es considerada
mericano. No es concebible sin la influencia determi- "idealista" y condenada como irreal o como medio
nante de teólogos europeos e incluso norteamericanos. de conservación de los opresores en el poder.
Pero se da también en la India, en Sri Lanka, en A un teólogo que haya aprendido su teología en
las Filipinas, en Taiwan y en África, aunque en la tradición clásica, y que haya aceptado su voca-
esta última predomina la búsqueda de una "teolo- ción espiritual, le resulta difícil imaginar que se
gía africana". Las reuniones de los teólogos del pueda vaciar seriamente la realidad global del cris-
Tercer Mundo se caracterizan muy marcadamente tianismo en un esquema de praxis sociopolítica de
por la atención prestada a los temas de la teología liberación. Esto, sin embargo, es posible porque
de la liberación. muchos teólogos de la liberación siguen usando
c) La teología de la liberación supera los límites gran parte del lenguaje ascético y dogmático de la
confesionales: trata de crear, desde sus mismas pre- Iglesia, pero en clave nueva; de tal manera que,
misas, una nueva universalidad en la que las sepa- quien la lee o la escucha partiendo de otro funda-
raciones clásicas entre las Iglesias deben perder su mento distinto, puede tener la impresión de encon-
importancia. trar el patrimonio tradicional; ciertamente con el
añadido de algunas afirmaciones un poco "ex-
trañas", pero que, unidas a tanta religiosidad, no
I. Concepto y origen de la teología podrían ser peligrosas.
de la liberación Precisamente la radicalidad de la teología de la
liberación lleva a que con frecuencia se infravalore
De momento, estas observaciones preliminares su gravedad, porque no encaja en ninguno de los
nos han introducido ya en el núcleo del tema. Pero esquemas de herejía conocidos hasta ahora. Su
ha quedado abierta la cuestión principal: ¿qué es planteamiento de partida queda fuera de los tradi-
propiamente la teología de la liberación? cionales esquemas de discusión.
En un primer intento de respuesta, podríamos Por este motivo quiero intentar acercarme a la
194 195
orientación fundamental de la teología de la libe- tual. Al final de la fase de reconstrucción tras la
ración en dos etapas: primeramente diré algo sobre II Guerra Mundial, fase que coincidió aproxima-
los presupuestos que la han hecho posible; luego damente con la terminación del Concilio, se dejó
quisiera investigar algunos de los conceptos básicos sentir en el mundo occidental una sensible falta de
que permiten conocer algo de la estructura de la sentido en la vida a la que la filosofía existencia-
teología de la liberación. lista, entonces en boga, no era capaz de dar nin-
¿Cómo se ha llegado a esta orientación total- guna respuesta. En esta situación, las diversas
mente nueva del pensamiento teológico expresada formas del neomarxismo se transformaron en un
en la teología de la liberación f Veo principalmente impulso moral y, al mismo tiempo, en una promesa
tres factores que la han hecho posible: de cargar de sentido la propia vida, que seducía
1) Después del Concilio se produjo una situación irresistiblemente a la juventud universitaria. El
teológica nueva: marxismo, con los acentos religiosos de Bloch y las
a) se formó la opinión de que la tradición teoló- filosofías provistas de rigor "científico" de Adorno,
gica existente hasta entonces no resultaba ya acep- Horkheimer, Habermas y Marcuse, ofreció mo-
table y que, por tanto, era necesario buscar, a par- delos de acción con los que se creyó poder respon-
tir de la Escritura y de los signos de los tiempos, der al desafío de la miseria en el mundo y, a la
orientaciones teológicas y espirituales totalmente vez, poder actualizar el sentido correcto del men-
nuevas; saje bíblico.
b) la idea de apertura al mundo y de compro- 3) El desafío moral de la pobreza y de la opre-
meterse con el mundo se transformó frecuente- sión no podía ya ser ignorado en el momento en
mente en una fe ingenua en las ciencias; una fe que Europa y América del Norte habían alcanzado
que acogió las ciencias humanas como un evange- una opulencia hasta entonces desconocida. Este de-
lio, sin querer reconocer sus limitaciones y sus pro- safío exigía evidentemente nuevas respuestas que
pios problemas. La psicología, la sociología y la in- no podían encontrarse en la tradición existente
terpretación marxista de la historia fueron hasta el momento. La situación teológica y filosó-
consideradas como científicamente garantizadas, y, fica cambiante invitaba expresamente a buscar la
por tanto, como instancias indiscutibles del pensa- respuesta en un cristianismo que se dejara guiar
miento cristiano; por los modelos de esperanza de las filosofías mar-
c) la crítica de la tradición por parte de la exé- xistas fundados, en apariencia, "científicamente".
gesis evangélica moderna, especialmente de Rudolf
Bultmann y de su escuela, se convirtió en una ins-
tancia teológica inconmovible, que obstruyó el ca- II. Estructura fundamental de la teología
mino a las formas hasta entonces válidas de la teo- de la liberación
logía, alentando de este modo otras nuevas
construcciones. Esta respuesta se presenta en formas muy di-
2) Esta modificación de la situación teológica versas, con características propias, bien sea en la
coincidió con otra modificación de la historia espiri- teología de la liberación, en la teología de la revo-

196 197
lución, en la teología política, o en otras. No po- los asertos originarios mantenidos hasta entonces.
demos hablar de ella en forma global; sin em- Al mismo tiempo se renegaba del Magisterio de la
bargo, existen algunos conceptos fundamentales Iglesia porque se le consideraba vinculado a una
que se repiten continuamente dentro de las diversas teoría "científicamente" insostenible y, por tanto,
variantes y expresan intenciones fundamentales co- carente de valor como instancia para un conoci-
munes. miento sobre Jesús. Sus enunciados sólo podían ser
Antes de pasar a sus conceptos fundamentales es considerados como "definiciones frustradas de una
necesario hacer una observación sobre los ele- posición científicamente superada".
mentos estructurales que sustentan la teología de la Bultmann cobró también importancia por el de-
liberación. Para ello tendremos que volver sobre el sarrollo ulterior de una segunda palabra clave. El
cambio de la situación teológica después del Con- puso en primer plano el concepto ya antiguo de la
cilio. hermenéutica, pero confiriéndole un nuevo dina-
Como ya dijimos, se leyó la exégesis de Bult- mismo. En el término hermenéutica" se expresa la
mann y de su escuela como el pronunciamiento de idea de que para una comprensión real de los
la "ciencia" sobre Jesús, ciencia que obviamente te- textos históricos no basta una mera interpretación
nía que ser aceptada como válida. Pero hay un histórica, sino que toda interpretación histórica in-
abismo entre el "Jesús histórico" de Bultmann y el cluye algunas decisiones previas. La hermenéutica
Cristo de la fe (Bultmann habla de Graben, foso). tiene como misión "actualizar" la Escritura en co-
Según Bultmann, Jesús constituye la base del nexión con los datos que la historia, siempre cam-
Nuevo Testamento, pero permanece encerrado en biante, nos presenta: una "fusión de los horizontes"
el mundo judaico. del "entonces" y del "hoy", que, consiguiente-
Como resultado final de esta exégesis se llegaba mente, nos plantea esta cuestión: ¿qué significa hoy
a un cuestionamiento de la verdad histórica de los aquel entonces? Bultmann contestó ya a esta pre-
evangelios: el Cristo de la tradición eclesial y el gunta sirviéndose de la filosofía de Heidegger, e
Jesús histórico, presentado por la ciencia, pertene- interpretó la Biblia en clave existencialista. Esta
cen a dos mundos diferentes. La figura de Jesús fue respuesta ya no ofrece ningún interés; en este sen-
arrancada de sus raíces en la tradición por obra de tido, Bultmann ha quedado superado por la exé-
la "ciencia", que oficiaba de instancia suprema; de gesis actual. Lo que sí permanece es el abismo en-
esta manera, por una parte, la tradición quedaba tre la figura del Jesús de la tradición clásica y la
flotando en el vacío como algo irreal, y por otra, idea que pueda y deba transferirnos esta figura ac-
había que buscar para la figura de Jesús una nueva tualmente mediante una nueva hermenéutica.
interpretación y un nuevo significado. Y llegados a este punto, surge el segundo ele-
La importancia de Bultmann no está tanto en mento, ya mencionado, de nuestra situación: el
sus afirmaciones positivas cuanto en el resultado nuevo clima filosófico de los años sesenta. El aná-
negativo de su crítica: el núcleo de la fe, la cristo- lisis marxista de la historia y de la sociedad fue
logia, se abrió a nuevas interpretaciones, ya que se considerado en aquel tiempo como el único verda-
habían disipado, como históricamente insostenibles, deramente "científico". Esto significa que el mundo

198 199
es interpretado a la luz del esquema de la lucha de cir, la Iglesia católica en su totalidad, que, trascen-
clases, que obliga a elegir, como única alternativa diendo tiempo y espacio, abarca a los laicos (sensus
posible, entre el capitalismo o el marxismo. Signi- fidei) y a la jerarquía (magisterio)— había sido la
fica también que toda la realidad es política y que instancia hermenéutica fundamental, hoy, en cam-
tiene que ser justificada políticamente. El concepto bio, este papel lo ha asumido la "comunidad". La
bíblico de "pobre" ofrece el punto de partida para vivencia y las experiencias de la comunidad deter-
la confusión entre la imagen bíblica de la historia y minan la comprensión y la interpretación de la Es-
la dialéctica marxista; y este concepto es interpre- critura.
tado según la idea de proletario en el sentido mar- De nuevo se puede decir —y aparentemente de
xista, al tiempo que justifica al marxismo como un modo rigurosamente "científico"— que la fi-
hermenéutica legítima para la comprensión de la gura de Jesús, presentada en los evangelios, consti-
Biblia. tuye una síntesis de acontecimientos y de interpre-
Según esta comprensión de la Biblia solamente taciones de la experiencia de las comunidades
hay dos opciones y solamente pueden darse estas particulares en las que, sin embargo, la interpreta-
dos; por tanto, el oponerse a la interpretación mar- ción es mucho más importante que el aconteci-
xista de la Biblia no es otra cosa que la expresión miento, que, en cuanto tal, ya no puede ser preci-
de la clase dominante para conservar el propio po- sado. Esta síntesis primitiva de acontecimiento e
der. Afirma textualmente: «La lucha de clases es interpretación puede ser disuelta y reconstruida una
un dato de la realidad, y la neutralidad en este y otra vez: la comunidad "interpreta" con su "ex-
punto es absolutamente imposible». periencia" los acontecimientos, y de este modo en-
Desde este punto de vista se hace imposible tam- cuentra su "praxis".
bién la intervención del Magisterio de la Iglesia; si Esta misma idea se encuentra un tanto modifi-
éste se opone a tal interpretación del cristianismo, cada en el concepto de pueblo, mediante el cual se
parecerá confirmar que está de la parte de los ricos transformó en un mito marxista la realidad del
y de los dominadores y en contra de los pobres y "pueblo de Dios" tan acentuada en el Concilio.
de los que sufren, es decir, en contra del mismo Las experiencias del "pueblo" explican la Escritura.
Jesús, y, en la dialéctica de la historia, se alistaría De esta manera, el "pueblo" se convierte en un
en la parte negativa. concepto opuesto al de "jerarquía" y está en antí-
Esta decisión, aparentemente "científica" y "her- tesis con todas las instituciones designadas como
menéuticamente" irrefutable, determina por sí fuerzas de la opresión. Finalmente, es "pueblo"
misma el camino de la interpretación ulterior del quien participa en la "lucha de clases"; la "Iglesia
cristianismo, tanto en lo que respecta a las instan- popular" se contrapone a la Iglesia jerárquica.
cias interpretadoras corno a los contenidos interpre- Por último, la instancia hermenéutica decisiva es
tados. el concepto de "historia". La opinión, considerada
En cuanto a las instancias interpretadoras, los científicamente segura e irrefutable, de que la Bi-
conceptos decisivos son; pueblo, comunidad, expe- blia habla exclusivamente en términos de historia
riencia, historia. Si hasta ahora la Iglesia —es de- de la salvación (y, por tanto, de un modo antime-

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tafísico) permite la fusión del horizonte bíblico con la historia que da la posibilidad de conservar paui
la idea marxista de la historia, que procede dialéc- Jesús la fórmula de Calcedonia, aunque con un
ticamente como portadora de salvación; la historia sentido totalmente distinto. Y en ello tenemos un
es la auténtica revelación y, por lo tanto, la verda- ejemplo de cómo los criterios clásicos de la orto-
dera instancia hermenéutica de la interpretación doxia no son aplicables en el análisis de esta teolo •
bíblica. Esta dialéctica se ve, a veces, apoyada por gía. Se afirma que «Jesús es Dios», pero se añade
la pneumatología, es decir, por la concepción de la inmediatamente que «el Dios verdadero es única •
acción del Espíritu Santo. mente Aquel que se revela histórica y escandalosa •
En todo caso, esta instancia histórica ve en el mente en Jesús y en los pobres que perpetúan su
Magisterio, que insiste en verdades permanentes, presencia. Solamente quien mantiene unidas estiis
una instancia enemiga del progreso, dado que dos afirmaciones es ortodoxo...».
piensa "metafísicamente" y contradice así a la "his- La esperanza es interpretada como "confianza en
toria". Puede decirse que el concepto de historia el futuro" y como trabajo en orden al futuro; con
absorbe el concepto de Dios y de revelación. La esto se la subordina igualmente al predominio de Li
"historicidad" de la Biblia debe justificar su papel historia de las clases.
absolutamente predominante y, por tanto, legiti- La caridad consiste en la «opción por los pobres»,
mar al mismo tiempo el paso a la filosofía materia- es decir, coincide con la opción por la lucha de
lista-marxista, en la cual la historia ha asumido el clases. Los teólogos de la liberación subrayan muy
papel de Dios. marcadamente, frente al «falso universalismo», la
parcialidad y el carácter partidario de la opción
cristiana; el tomar partido es, según ellos, requisito
III. Conceptos fundamentales de la teología fundamental de una correcta hermenéutica de los
de la liberación testimonios bíblicos. A mi parecer, aquí se puede
reconocer muy claramente la mezcla de una ver-
Así hemos llegado a los conceptos fundamentales dad fundamental del cristianismo con una opción
del contenido de la nueva interpretación del cristia- fundamental no cristiana, que hace que el conjunto
nismo. Puesto que los contextos en que aparecen los resulte seductor: el sermón de la Montaña sería la
diversos conceptos son distintos, quisiera, sin perjui- opción por los pobres hecha por Dios.
cio de la sistemática, mencionar algunos de ellos. El concepto fundamental de la predicación de
Comenzaremos por la nueva interpretación de la Jesús es realmente el «reino de Dios». Este mismo
fe, la esperanza y la caridad. concepto se encuentra también en el núcleo de las
Respecto a la fe, por ejemplo, un teólogo suda- teologías de la liberación, pero leído a la luz de la
mericano afirma: «La experiencia que Jesús tiene hermenéutica marxista. Según uno de estos teó-
de Dios es radicalmente histórica. Su fe se con- logos, el "reino" no debe ser entendido espiritual ni
vierte en fidelidad». De esta manera se sustituye umversalmente, en el sentido de una escatología
fundamentalmente la fe por la «fidelidad a la his- abstracta; debe entenderse en forma partidista y
toria». Aquí se produce aquella fusión entre Dios y orientada a la praxis. Sólo a partir de la praxis de

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Jesús, y no teóricamente, es posible definir qué sig- decir, devolviendo la vida a los crucificados de la
nifica el "reino": trabajar sobre la realidad histó- historia.
rica que nos rodea para transformarla en el "reino El hombre ha asumido así el poder de Dios; la
de Dios". transformación total del mensaje bíblico se mani-
En este punto hay que mencionar también una fiesta aquí de manera casi trágica, si se piensa en
idea fundamental de cierta teología posconciliar cómo se ha explicado y se explica todavía esta ten-
que ha empujado en esta dirección. Se ha defen- tativa de imitación de Dios.
dido que, según el Concilio, habría que superar Quisiera solamente citar alguna otra interpreta-
toda forma de dualismo: el dualismo de cuerpo y ción "nueva" de los conceptos bíblicos: el éxodo se
alma, de natural y sobrenatural, de inmanencia y transforma en una imagen central de la "historia
trascendencia, de presente y futuro. Tras el des- de la salvación"; el misterio pascual se entiende
mantelamiento de estos presuntos "dualismos", sólo como un símbolo revolucionario y, por tanto, la
queda la posibilidad dé trabajar por un reino que eucaristía es interpretada como una fiesta de libe-
se realice en esta historia y en su realidad político- ración en el sentido de una esperanza político-me-
económica. siánica y de su praxis. La palabra redención suele
Pero precisamente de este modo se ha dejado de ser sustituida por liberación, la cual, a su vez, es
trabajar por el hombre de hoy y se ha comenzado entendida, a la luz de la historia y de la lucha de
a destruir el presente en favor de un futuro hipoté- clases, como proceso de liberación en marcha. Fi-
tico: de esta manera se ha producido inmediata- nalmente es también fundamental hacer hincapié
mente el verdadero dualismo. sobre la praxis: la verdad no debe entenderse en el
En este contexto quisiera mencionar también la sentido metafísico, pues esto sería "idealismo". La
interpretación, totalmente aberrante, de la muerte verdad se realiza en la historia y en la praxis. La
y de la resurrección que da uno de los líderes de la acción es la verdad. Por consiguiente, las ideas que
teología de la liberación. Establece ante todo, en llevan a la acción son, en última instancia, inter-
contra de la concepción "universalista", que la re- cambiables. Lo único decisivo es la praxis. La orto-
surrección es, en primer lugar, una esperanza para praxis es la única ortodoxia.
aquellos que son crucificados, y que constituyen la
De esta manera se justifica un gran alejamiento
mayoría de los hombres: todos aquellos millones
de los textos bíblicos: la crítica histórica libera de la
sobre los que se impone la injusticia estructural
interpretación tradicional, que es considerada como
como una lenta crucifixión. Sin embargo, el
"no científica". Respecto a la tradición, se atribuye
creyente participa también en el señorío de Jesús
importancia al "máximo rigor científico" en la lí-
sobre la historia mediante la edificación del reino,
nea de Bultmann. Pero los contenidos de la Biblia
es decir, mediante la lucha por la justicia y por la
determinados históricamente no pueden, por su
liberación integral, mediante la transformación de
parte, ser vinculantes de un modo absoluto. El ins-
las estructuras injustas en estructuras más humanas.
trumento para la interpretación no es, en última
Este señorío sobre la historia se ejerce repitiendo en
instancia, la investigación histórica, sino la herme-
la historia la acción de Dios al resucitar a Jesús, es
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204
náutica de la historia experimentada en la comuni- la liberación, en sus aspectos marxistas, no es cier-
dad, es decir, en los grupos políticos. t a m e n t e u n p r o d u c t o a u t ó c t o n o , i n d í g e n a , de
Si queremos formular un juicio global, hay que América Latina o de otras zonas subdesarrolladas,
reconocer que, cuando uno trata de comprender las en las que habría nacido y crecido casi espontánea-
opciones fundamentales de la teología de la libera- mente, por obra del pueblo. Se trata en realidad, al
ción, no puede negar que el conjunto posee una ló- menos en su origen, de una creación de intelec-
gica casi inatacable. Contando por una parte con tuales; y de intelectuales nacidos o formados en el
las premisas de la crítica bíblica y de la hermenéu- Occidente o p u l e n t o : europeos son los teólogos
tica basada en la experiencia, y por otra con el que la han iniciado, europeos — o formados en
análisis marxista de la historia, se ha logrado crear universidades europeas— son los teólogos que la
una visión de la globalidad del cristianismo que desarrollan en Sudamérica. Tras el español o el
parece responder plenamente tanto a las exigencias portugués de sus exposiciones, se deja ver el ale-
de la ciencia como a los desafíos morales de nuestro mán, el francés o el angloamericano».
tiempo. Por tanto, se impone a los hombres en Para el cardenal, la teología de la liberación
forma inmediata la tarea de hacer del cristianismo forma parte «de la exportación al Tercer M u n d o
un instrumento de la transformación concreta del de mitos y utopías elaboradas en el Occidente de-
mundo para unirlo a todas las fuerzas progresistas sarrollado. U n intento, quizá, de experimentar en
de nuestra época. Así puede comprenderse que esta la realidad concreta las ideologías pensadas en el
nueva interpretación del cristianismo atraiga cada laboratorio de unos teóricos europeos. En algunos
vez a mayor número de teólogos, sacerdotes y reli- aspectos se trata de otra forma de imperialismo
iosos, especialmente en el contexto de los pro- cultural, aunque se la presente como la creación
lemas del Tercer Mundo. Sustraerse a ella debe espontánea de las masas d e s h e r e d a d a s . H a b r í a ,
parecer necesariamente, a sus ojos, como una eva- pues, que verificar qué influjo ejercen realmente
sión de la realidad, como una renuncia a la acción sobre el "pueblo" aquellos teólogos que dicen re-
y a la moral. presentarlo o prestarle su propia voz».
Y continuando en esta misma línea, observa:
«En Occidente, el mito marxista ha perdido su
Entre marxismo y capitalismo fascinación entre los jóvenes y entre los obreros.
Ahora se trata de exportarlo al Tercer M u n d o por
El texto que acabamos de reproducir nos ofrece, obra de los intelectuales que viven fuera de los
como dijimos, el marco de las reflexiones y de las países d o m i n a d o s p o r el "socialismo r e a l " . E n
observaciones que nos sirven de contexto para efecto, solamente donde el marxismo-leninismo no
comprender la ya célebre Instrucción sobre algunos está en el poder se encuentran algunos que tomen
aspectos de la teología de la liberación. en serio sus ilusorias "verdades científicas"».
Es preciso añadir que, durante nuestro coloquio, Señala también que «paradójicamente —pero no
el cardenal volvió repetidamente sobre un aspecto demasiado— la fe parece estar más segura en el Es-
olvidado en muchos comentarios: «La teología de te, donde está oficialmente perseguida. En lo doctri-

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nal no tenemos casi ningún problema con el cato- ateísmos prácticos, intelectualmente superficiales.
licismo de aquellas zonas. D e hecho, allí los cris- La ideología marxista aprovecha elementos de la
tianos no tienen el peligro de convertirse a las tradición judeocristiana, aunque transformada en
posiciones de una cultura impuesta por la fuerza. un profetismo sin Dios; instrumentaliza para fines
La gente experimenta cada día, en su propia carne, políticos las energías religiosas del hombre, enca-
la tragedia de una sociedad que ha intentado cier- minándolas a una esperanza meramente terrena,
tamente una liberación: el liberarse de Dios. Más que es el reverso de la tensión cristiana hacia la
aún: en algunos países del Este parece surgir la vida eterna. Y es precisamente esta perversión de
idea de una "teología de la liberación", pero como la t r a d i c i ó n b í b l i c a lo q u e e n g a ñ a a m u c h o s
liberación del marxismo. Aunque esto no significa creyentes, convencidos de buena fe de que la causa
que miren con simpatía las ideologías o costum- de Cristo es la misma que proponen los heraldos
bres que prevalecen en Occidente». de la revolución política».
Recuerda a continuación que «el cardenal pri-
mado de Polonia Stefan Wyszynski ponía en guar-
dia acerca del hedonismo y del permisivismo occi- El diálogo imposible
dental n o m e n o s q u e de la o p r e s i ó n marxista.
Alfred B e n g s c h , c a r d e n a l de B e r l í n , m e decía En este momento —con un aire que me ha pa-
cierto día que veía un peligro mayor para la fe en recido más de sufrimiento que inquisitorial— me
el consumismo occidental, y en una teología con- ha recordado de nuevo el «drama del Magisterio»,
taminada por esta actitud, que en la ideología mar- que los acontecimientos posteriores iban a confir-
xista». mar: «Consiste en esta dolorosa imposibilidad de
Ratzinger no teme reconocer «el sello de lo sa- dialogar con aquellos teólogos que aceptan tal
tánico en el modo como en Occidente se explota mito ilusorio, que bloquea las reformas y agrava
el mercado de la pornografía y de la droga». «Sí las miserias y las injusticias, y que consiste en la
—dice—, hay algo de diabólico en la frialdad per- lucha de clases como instrumento para crear una
versa con que, en nombre del dinero, se corrompe sociedad sin clase». Y continúa: «Si, con la Biblia
al hombre aprovechando sus debilidades y su posi- y la Tradición en la mano, alguien trata de denun-
bilidad de ser tentado y vencido. Es infernal la ciar fraternalmente las desviaciones, inmediata-
cultura del Occidente cuando persuade a la gente mente es etiquetado como "siervo" y "lacayo" de
de que el único objetivo de la vida son los placeres las clases dominantes que pretenden conservar el
y el interés individual». poder apoyándose en la Iglesia. Por otra parte, las
Sin embargo, cuando preguntamos cuál es, a más recientes experiencias muestran que significa-
su juicio —en el plano de la elaboración teórica—, tivos representantes de la teología de la liberación
el más insidioso entre los muchos ateísmos de nues- se diferencian felizmente (por su entrega a la co-
tro tiempo, vuelve sobre el marxismo: «Creo que munidad eclesial y al servicio real del hombre) de
el marxismo, en su filosofía y en sus intenciones la intransigencia de una parte de los mass-media y
morales, es una tentación más profunda que otros de numerosos grupos de seguidores suyos, princi-

208 209
14.—Informe sobre la fe
pálmente europeos. Por parte de estos últimos, nuevos, no ya mediante una llamada a la conver-
cualquier intervención nuestra, aun la más sope- sión personal, sino actuando solamente sobre las
sada y respetuosa, es rechazada a priori porque se estructuras sociales y económicas. Es el pecado
alinearía del lado de los "patronos"; cuando, por personal el que se encuentra realmente en los ci-
el contrario, la causa de los más desprotegidos es mientos de las estructuras sociales injustas. Es pre-
traicionada precisamente por aquellas ideologías ciso trabajar sobre las raíces, no sobre el tronco o
que siempre han resultado ser fuentes de sufri- sobre las ramas, del árbol de la injusticia si se
miento para el pueblo». quiere verdaderamente conseguir una sociedad más
Me habla luego de la preocupación que le pro- humana. Estas son verdades cristianas fundamen-
duce la lectura de muchos de aquellos teólogos: tales y, sin embargo, son rechazadas con despre-
«Hay un estribillo que se repite sin tregua: "hay cio, consideradas como "alienantes" o "espiritua-
que liberar al hombre de las cadenas de la opre- listas"».
sión político-económica; y para liberarlo no bastan
las reformas, que incluso son contraproducentes;
lo que se necesita es la revolución, y el único me-
dio de hacer la revolución es proclamar la lucha de
clases". Y, sin embargo, los que repiten todo esto
no parecen plantearse ningún problema práctico y
concreto sobre cómo organizar una sociedad des-
pués de la revolución. Se limitan a repetir que es
preciso hacerla».
Y añade: «Lo que resulta inaceptable teológica-
mente, y peligroso socialmente, es esta mezcolanza
entre Biblia, cristología, política, sociología y eco-
nomía. No se puede abusar de la Escritura y de la
teología para conferir valor absoluto y sagrado a
una teoría en el orden sociopolítico. Este, por su
misma naturaleza, es siempre contingente. Si, por
el contrario, se sacraliza la revolución —mez-
clando a Dios y a Cristo con las ideologías— se
produce un fanatismo entusiasta que puede llevar a
las peores injusticias y opresiones, provocando
efectos diametralmente opuestos a los que se bus-
caban».
Continúa: «Decepciona dolorosamente que
prenda en sacerdotes y en teólogos esta ilusión tan
poco cristiana de crear un hombre y un mundo

210
211
CAPÍTULO XIII

PREDICAR DE NUEVO A CRISTO

En defensa de la misión

La teología de. la liberación "a la sudamericana"


se está difundiendo también por una parte de Asia
y de África. Pero en estas regiones, como obser-
vaba Ratzinger, se entiende la «liberación» sobre
todo como un desembarazarse de la herencia colo-
nial europea. «Se vive una búsqueda apasionada
—me dice— de una correcta inculturación del cris-
tianismo. Nos encontramos, por tanto, ante un
nuevo aspecto del antiquísimo problema de la rela-
ción entre la fe y la historia, entre la fe y la cul-
tura».
Para encuadrar los términos del problema, ob-
serva: «Es bien sabido que la fe católica, tal como
la conocemos hoy, se ha desarrollado a partir de
una raíz hebrea, y posteriormente en el ámbito
cultural grecolatino, al que se agregaron, a partir
del siglo VIII y en forma nada secundaria, ele-
mentos irlandeses y germánicos. En lo que res-
pecta a África (cuya evangelización en profundi-
dad se ha llevado a cabo sólo en los dos últimos
siglos), vemos que ha recibido un cristianismo que
se había desarrollado durante 1.800 años en ám-
bitos culturales muy distintos de los suyos. Este
cristianismo fue trasplantado allí hasta en sus más

213
insignificantes formas de expresión. Más aún, la fe extranjero": nos llegó desde su origen semita, de
llegó a África en el contexto de una"" historia colo- Israel, por mediación del helenismo. Y esto lo sa-
nial, que hoy es interpretada principalmente como bían muy bien los nazis, que trataron de extirpar
una historia de alienación y de opresión». el cristianismo de Europa precisamente por su ca-
¿Y acaso no es verdad?, le digo. rácter " extranjero " ».
«No exactamente, en lo que respecta a la activi-
dad misionera de la Iglesia —replica—. Muchos
(sobre todo en Europa, más que en África o en
Un evangelio para África
América) han formulado y formulan juicios in-
justos, históricamente incorrectos, sobre las rela-
ciones entre la actividad misionera y el colonia- También para él «son muy válidos los interro-
lismo. Los excesos de este último fueron mitigados gantes que se plantean muchos en el Tercer
precisamente por la acción intrépida de tantos Mundo, y sobre todo en África: ¿cómo puede el
apóstoles de la fe, los cuales supieron crear fre- cristianismo llegar a ser una expresión propia
cuentemente oasis de humanidad en zonas devas- nuestra? ¿Cómo puede llegar a entrar por com-
tadas por antiguas miserias y por nuevas opre- pleto en nuestra identidad? ¿En qué medida puede
siones. N o podemos olvidar, ni menos condenar, resultar obligatoria su expresión cultural histórica?
el sacrificio generoso de una multitud de misio- ¿En qué medida puede —por así decirlo— reco-
neros que se convirtieron en auténticos padres de menzar de nuevo su historia? ¿Nuestro propio
los desventurados confiados a ellos. Yo mismo he Antiguo Testamento, en lugar de estar en la histo-
encontrado a muchos africanos, jóvenes y viejos, ria del pueblo judío, ¿no estaría, quizás, en la
que me han hablado con emoción de aquellos Pa- historia dolorosa de nuestro pueblo y de sus
dres de su pueblo que fueron ciertas humanísimas formas religiosas tradicionales?»
y, al mismo tiempo, heroicas figuras de misionero. ¿Cómo enjuicia el cardenal las respuestas que
Su recuerdo no se ha borrado todavía entre aque- los africanos empiezan a dar a estos interrogantes?
llos a quienes evangelizaron y ayudaron de mil Dice: «Los problemas han sido planteados clara-
maneras, no pocas veces a costa de su propia vida. mente, pero hay que decir que la esperada teología
A aquellos sacrificios —muchos de los cuales sólo africana o african theology es, por ahora, un pro-
Dios conoce— se debe en parte que todavía sea grama más bien que una realidad. Si se considera
posible una cierta amistad entre África y Europa». atentamente, todavía cabe añadir que muchísimo
Pero, de hecho, se exportó el catolicismo occi- de lo que es presentado como "africano" es en
dental a aquella región. realidad una importación europea, y tiene mucha
«Hoy somos muy conscientes de este problema menos relación con las auténticas tradiciones afri-
—me dice—. Pero entonces, ¿qué otra cosa podían canas que la misma tradición cristiana clásica. Esta
hacer aquellos misioneros sino comenzar con el última, en realidad, se encuentra más próxima a las
único catecismo que conocían? No nos olvidemos ideas fundamentales de la humanidad y al patri-
tampoco de que todos hemos recibido la fe "del monio básico de la cultura religiosa humana en ge-

214 215
neral que las tardías construcciones del pensa- logos africanos, que reúne a estudiosos autóctonos
miento europeo, con frecuencia distanciadas de las de todas las confesiones.
raíces espirituales de la humanidad». «La Unión de los teólogos a la que se refiere
Si he entendido bien, esto es una defensa del va- —me dice— plantea ciertamente algunos interro-
lor "universal" de la reflexión cristiana, tal como g a n t e s . E x i s t e el r i e s g o (al igual q u e en o t r a s
ha sido realizada en Occidente. iniciativas actuales en diversas partes del mundo)
«Hay que reconocer —precisa— que ningún ca- de que al buscar una comunidad "ecuménica" se
mino puede ya retrotraer a una situación cultural an- olvide el valor de la gran comunidad católica en
terior a los resultados del pensamiento europeo, favor de pequeñas comunidades culturales de ám-
aceptados desde hace tiempo en el mundo en- bito nacional. En tal U n i ó n puede darse que la
tero. Por otra parte, también hay que reconocer identificación con lo que parece ser "africano" deje
q u e n o existe la t r a d i c i ó n africana " p u r a " en en la penumbra la identificación con lo que es ca-
cuanto tal; ésta se encuentra muy estratificada y, tólico. Y considero válido todo lo dicho, aunque
por lo tanto —debido a los diversos estratos y a —le repito— África es un continente tan complejo
sus distintas procedencias—, llega a ser a veces in- que no puede quedar encerrado en un esquema ge-
cluso contradictoria». neral».
«Ahora bien —continúa—, el problema está en Hace ya algún tiempo que desde varios sitios
qué es lo auténticamente africano (y que, por lo —incluso por parte de algunos obispos católicos—
tanto, hay que defender contra la falsa pretensión se impulsa la idea de convocar un gran Concilio
de universalidad de lo que es meramente europeo) africano.
y, a la inversa, qué es lo verdaderamente universal, «Ciertamente, pero esta idea no tiene todavía
aunque venga de Europa. La solución de este pro- una fisonomía precisa. H a sido lanzada p o r la
blema n o le c o r r e s p o n d e solamente al r a z o n a - Unión de los teólogos, de la que hablábamos hace
miento humano, sino —como siempre— también un momento, y ha ido encontrando cada vez más
al criterio de la fe, que juzga todas las tradiciones adhesiones, incluso entre algunos obispos, aunque
y todos los patrimonios, tanto los nuestros como con algunos retoques y precisiones. América La-
los ajenos. A d e m á s , hay que guardarse de o p - tina, con las reuniones de Medellín y de Puebla,
ciones y decisiones apresuradas. El problema no es ha m o s t r a d o en c o n c r e t o que el trabajo de los
meramente teórico, y para resolverse necesita tam- obispos de un continente puede contribuir sustan-
bién de la vida, del sufrimiento, del amor de toda cialmente a la clarificación de los problemas fun-
la comunidad creyente. H a y que tener siempre damentales y a un correcto cumplimiento de la ac-
presente el gran principio católico, hoy olvidado: tividad pastoral. Por lo tanto, parece muy posible
el sujeto de la teología no son los teólogos indivi- —a partir de las experiencias obtenidas en otras
dualmente considerados, sino toda la Iglesia en- regiones— elaborar una figura jurídica y teológica
tera». que pueda dar pleno sentido a la idea de un C o n -
Se sabe de una cierta inquietud de la Congrega- cilio (o, más exactamente, de un Sínodo) africano».
ción a causa de una "Unión Ecuménica" de teó- ¿Cuáles son los problemas que, en lo que res-

216 217
pecta a la amplia y dinámica región africana, se en- 1980. O t r o tema de discusión que cobra cada vez
cuentran principalmente en el foco de atención? más importancia se refiere a si el culto de los ante-
«Se encuentran sobre todo en el campo de la pasados debe entrar de algún m o d o en la estruc-
teología moral, de la liturgia y de la teología de los tura cristiana de la fe. Se discute también en qué
s a c r a m e n t o s . P o r ejemplo, se discute s o b r e el medida y de qué m o d o puedan entrar algunos ele-
modo de llevar a cabo la transición desde la poli- mentos de la tradición local en otros sacramentos,
gamia tradicional a la monogamia cristiana, sobre además de en el matrimonio».
las formas de contraer el matrimonio y sobre la
aceptación de las tradiciones africanas en la liturgia
y en la devoción popular». "Uno solo es el Salvador"
Comencemos con la poligamia. ¿De qué se trata
en rigor? H e m o s hablado sobre los misioneros de ayer y
«Es evidente que en la conversión de los polí- sobre el catolicismo ya implantado, aunque con
gamos al cristianismo surgen problemas jurídicos y sus problemas. Sin embargo, en estos años de pos-
humanos graves. Desde luego, no debe confun- concilio parece que el debate haya atacado las ra-
dirse la poligamia con una libertad sexual en el zones mismas del esfuerzo actual de la Iglesia res-
sentido del mundo occidental. Se trata de una fi- pecto a los no cristianos. N o es ningún misterio
gura, jurídica y socialmente ordenada, que regula que una crisis de identidad, quizás una pérdida de
las relaciones de h o m b r e , mujer e hijos. P e r o motivación, se ha ensañado con particular crudeza
desde la óptica cristiana es una figura moralmente entre los misioneros.
deficiente, que no responde a la esencia de las rela- La respuesta del cardenal n o está exenta de
ciones hombre-mujer. Recientemente, teólogos, preocupaciones: «Es doctrina antigua, tradicional
sobre todo europeos, han desarrollado la tesis de en la Iglesia, que todo hombre está llamado a la
que también la poligamia puede ser una figura salvación, y ciertamente p u e d e salvarse o b e d e -
cristiana de matrimonio y familia. Pero los obispos ciendo sinceramente a los dictados de su propia
africanos y la mayoría de los teólogos ven con clari- conciencia, aunque no sea miembro visible de la
dad que ésta no sería una positiva "africanización" Iglesia católica. Esta doctrina, que —repito— era
del cristianismo, sino la fijación en un estadio de ya pacíficamente aceptada, ha sido enfatizada exce-
evolución social superado por el Evangelio». sivamente a partir de aquellos años del Concilio,
¿Y en cuanto a los otros problemas? apoyándose en algunas teorías como la del "cris-
«Si en el caso de la poligamia se trata de una tianismo anónimo". De este modo se ha llegado a
discusión con grupos marginales, aunque agre- sostener que se da siempre la gracia cuando uno
sivos, resulta, en cambio, mucho más serio el p r o - —seguidor de cualquier religión o simplemente no
blema de la conexión entre la forma sacramental creyente— se limita a aceptarse a sí mismo co-
del matrimonio cristiano y la estipulación del ma- m o hombre. Según estas teorías, lo que el cristia-
trimonio según los usos tribales; sobre ello se dis- no tendría de característico sería la toma de concien-
cutió ampliamente en el Sínodo de los obispos en cia sobre esa gracia que, por lo demás, estaría en

218 219
todos, bautizados o n o . D i s m i n u i d o el carácter
esencial del bautismo, se ha llegado a poner un én-
fasis excesivo en los valores de las religiones no
cristianas, que algún teólogo llega a presentar no
como vías extraordinarias de salvación, sino in-
cluso como caminos ordinarios».
¿A qué consecuencias ha llevado esto?
«Tales hipótesis obviamente han frenado en mu-
chos la tensión misionera. Algunos han comen-
zado a preguntarse: "¿Por qué inquietar a los no
cristianos, induciéndoles al bautismo y a la fe en
Cristo, si su religión es su camino de salvación en
su cultura y en su región?" De este m o d o se ol- ACABÓSE DE IMPRIMIR ESTA EDICIÓN DE -INFORME
vida, entre otras cosas, la relación que el Nuevo SOBRE LA FE-, DE LA BIBLIOTECA DE AUTORES
CRISTIANOS. EL DÍA 31 DE JULIO DE 1985,
Testamento establece entre salvación y verdad, FESTIVIDAD DE SAN IGNACIO DE LO-
YOLA, FUNDADOR, EN LOS TA-
cuyo conocimiento (lo afirma Jesús de un modo LLERES DE LA EDITORIAL
explícito) libera, y por lo tanto salva. O , como CATÓLICA, S. A. MA-
TEO INURRIA. 15.
dice San Pablo: "Dios nuestro Salvador quiere que MADRID
todos los hombres sean salvos y vengan al conoci-
miento de la verdad". Y esta verdad, prosigue el LAUS DEO VIRGIÑIQUE MATRI
Apóstol, consiste en saber "que uno es Dios, uno
también el mediador entre Dios y los hombres, el
hombre Cristo Jesús, que se entregó a sí mismo
para redención de todos" (1 Tim 2,4-7). Esto es lo
que tenemos que seguir anunciando —con humil-
dad, pero con fortaleza— en el m u n d o actual, si-
guiendo el ejemplo y el estímulo desafiante de las
generaciones que nos han precedido en la fe».

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