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El Sol y la Luna como hitos del tiempo y el espacio entre los mocovíes del Chaco

Argentino

Giménez Benítez S., López A. & Granada A.

Facultad de Ciencias Astronómicas y Geofísicas de la


Universidad Nacional de La Plata

En este trabajo discutimos el rol del sol y la luna en la construcción de los hitos que
demarcan el espacio y el tiempo entre los mocovíes del Chaco Argentino.
Los mocovíes habitan la zona sur de la región Chaqueña, en territorio de la República
Argentina. Originalmente cazadores recolectores, luego de la llegada de los españoles
adoptaron rápidamente la cultura ecuestre. Con la expedición de Urízar, en 1710, se vieron
obligados a desplazarse mucho más al Sur y al Este: hacia las provincias argentinas de
Corrientes y Santa Fe. Ello los afectó en gran medida, y desde 1743 muchas bandas buscaban la
"paz" con los criollos y permitían fundaciones misionales entre ellos (en general de breve
duración). A fines del siglo XIX y principios del siglo XX, el avance de la Sociedad Nacional
hacia el Chaco desde Santa Fe provocó el retorno de muchos mocovíes a zonas del Sur de la
actual provincia del Chaco. Actualmente los mocovíes sobrevivientes (alrededor de cinco mil)
se encuentran en las provincias argentinas de Santa Fe y Chaco. En esta última, se hallan los
asentamientos mocovíes de Colonia Juan Larrea y Cacique Catán (Colonia Gral. Necochea),
donde venimos realizando la labor de campo para nuestro trabajo, desde 1999. El área
Chaqueña es especialmente importante para la comprensión de las cosmovisiones
Sudamericanas, debido al rol de corredor cultural que el Chaco a jugado, por su ubicación
geográfica, entre la zonas Andina, Amazónica, patagónica y mesopotámica. Dentro de los
pueblos que han habitado el área, los mocovíes son uno de los menos estudiados hasta el
presente.

El Sol y la Luna

Mucho se ha dicho sobre el rol del sol y la luna entre los mocovíes del chaco argentino.
Algunos autores de principios del siglo XX [1] han llegado a hablar de un culto astral y sendas
de peregrinación de centenares de kilómetros. Nuestro trabajo de campo y la lectura de las
fuentes escritas no permiten sostener estas afirmaciones, pero si dejan en claro la enorme
importancia del cielo en general y de sol y luna en particular entre los mocovíes.

En el siglo XVIII, el Padre Guevara [2], quien llevó adelante uno de los pocos intentos
misionales entre los mocovíes, afirmaba que para estos, el sol era una mujer y la Luna un
hombre. Lo mismo sostienen los mocovíes modernos. El nombre recogido en nuestro trabajo de
campo para la Sol es ra'aasa (gdazoa para Guevara [2]), y para el Luna, shiraigo (cidiago para
Guevara [2]). Según el testimonio de Guevara, Gdazoa, el nombre de la Sol, significaría
“compañera”. Algunos testimonios tobas posteriores [3] sugieren que la Sol es compañera de el
Luna, pero el texto de Guevara no lo aclara y nuestros interlocutores mocovíes no lo expresan
así. De hecho, menciones de Guevara [4] y de nuestros propios entrevistados, sugieren que el

1
Luna tiene por “amigas” o “compañeras” a las estrellas que a veces aparecen cerca de ella (el
apartamiento posterior anuncia una viudez en el pueblo). Este cronista menciona también
relatos mocovíes sobre dos caídas de la Sol a la tierra. En la primera la acción de los mocovíes
la habría devuelto a su lugar y la habrían asegurado con ataduras y la segunda habría provocada
un cataclismo cósmico. Actualmente no se cuentan historias sobre la Sol, y de hecho no se
recuerdan las historias mencionadas por Guevara. Así por ejemplo, cuando les preguntamos a
los mocovíes de las comunidades en las que trabajamos sobre la posibilidad de una caída del
Sol a la Tierra, respondieron siempre en forma negativa, sorprendiéndose por la pregunta. Para
ellos es evidente que semejante acontecimiento no podría menos que destruir la Tierra.

La importancia de estos astros en el pensamiento mocoví, se pone de manifiesto en las


prácticas, que Guevara mencionara, respecto a los eclipses de Sol. Según el jesuita, en estas
ocasiones los antiguos mocovíes golpeaban objetos y a los perros, y cantaban para que cesara el
eclipse1. En la actualidad, nuestros interlocutores siguen teniendo estos eventos como hitos
importantes. Según algunos testimonios, los eclipses de Sol se deben a que la Luna obscurece al
Sol, napál chiguiñi (napalaxa es obscuridad [5]). El término napál chiguiñi también se utiliza
con el significado de anochece. Por otro lado, la palabra napal designa al muerto, y la partícula
-pal está asociada a la idea de borrar [5]. Otros describen el evento como un choque o ataque, o
como un encuentro. Por otra parte, los eclipses de Luna serían provocados por un "diablo"
(naiapek) que intenta devorarla.

La Sol y el Ciclo Anual

El año de los mocovíes es concebido como la repetición de un ciclo relacionado a la


abundancia. De hecho, el término para año ñaaxa significa "tiempo de maduración" y es
utilizado muchas veces para designar al verano. Por lo tanto, entre los mocovíes al hablar de
años transcurridos se está hablando de una determinada cantidad de ciclos de maduración y
abundancia. Es durante el verano cuando las chauchas de la Algarroba (Map) alcanzan la
madurez. Estas vainas constituían buena parte de la alimentación tradicional mocoví. Esta
abundancia es un proceso que comenzaría a gestarse con el celebrado orto helíaco 2 de Las
Pléyades (a mediados de Junio). En este sentido Guevara [2] menciona que las Pléyades eran
llamadas por los mocovíes, Gdoapidalgate [6], cuyo significado sería "nuestro abuelo el Señor"
(en la actualidad Lapilalagachi, con el mismo sentido), al cual tenían por su creador, o el
fundador de su linaje. Si bien nuestros interlocutores coinciden con esto, algunos de ellos
señalan además que el año comenzaría en julio, cuando vuelve la sol3, dapilra'aasa (ra'aasa,
sol). Esto parece sugerir que la “vuelta” de las pléyades (orto helíaco) y la ”vuelta” de la sol
(solsticio) juegan un papel análogo, sugiriendo el retorno de la abundancia, y la promesa de un
nuevo ciclo de fecundidad. En este sentido es especialmente revelador que así como las
pléyades reciben un nombre que las califica como un “antepasado” de la etnia (Lapilalagachi),
hemos recogido abundantes testimonios de la existencia de un nombre antiguo para la sol
(Larrimina) que era utilizado aún a principios del siglo XX en el contexto de una oración

1 Al igual que otros pueblos de América y el mundo.


2 El orto helíaco es la primera aparición del astro en el horizonte Este, justo antes de la salida del Sol. Como categoría
etnoastronómica hay que tener en cuenta que la altura sobre el horizonte a la que puede empezar a verse un asterismo varía
según muchos factores. En el presente caso debe pensarse en unos 10º -15º por sobre el horizonte plano.
3 La posición de salida del Sol se va desplazando sobre el horizonte a lo largo del año, en un movimiento de vaivén en torno al

punto cardinal Este. Los puntos extremos se alcanzan en las fechas denominadas solsticios, alrededor del 21 de junio y del 21 de
diciembre.

2
matinal a la sol. Dicho nombre tiene la connotación de entender a la sol como madre de los
mocovíes.

Entre los mocovíes, el cielo es concebido como una región de abundancia y poder,
mayoritariamente habitado por seres femeninos [7]. De esta región se espera la renovación de la
abundancia terrestre, renovación especialmente señalada por los signos celestes ya
mencionados y otros fenómenos astronómicos. Así pues, a lo largo del año los mocovíes
observan las diferentes posiciones de la Vía Láctea y las Nubes de Magallanes respecto al
horizonte. Esto conecta el ciclo anual, la abundancia, lo celeste y el horizonte. La repetición de
las configuraciones se vincula así con la renovación de la abundancia.

El ciclo de "El Luna" (Shiraigo)

El ciclo de "El Luna" se asimila a las etapas de la vida. Así, sus fases se designan con
términos aplicables a las etapas de crecimiento de vegetales, animales y personas. Este mismo
ciclo lunar es usado por los mocovíes, como en muchas otras culturas, para medir el tiempo.

Presentamos una de las versiones más representativas que hemos obtenido de esta
secuencia (que nos fue transmitida en mocoví y castellano por Francisco Ramón Gomez):

Chicqochingui shiraigo - noquiquetara’ic - looc shiraigo - lodegaxat shiraigo - qo’xoic -


noquiiqueta’ta’ - ime –
Lauaic shiraigo

Ahí nació la Luna – va aumentando- ya grandecita - cuando ya se completó - ya se completó -


se va terminando - se termina, se llena -
Empieza [recomienza el ciclo]

Algunos de los términos usados en esta serie según el diccionario de Bulkwalter [5]
serían:
chicqochi´ñi: sale de tal lugar; noquiiquetec se agranda, noquiic aumenta; looc medio grande;
lodegaxat muy grande; qo´xoic viejo; noquiiqueta´ta´: se achica, decrece; ime: termina, muere;
lauaic: débil

En toda la serie parecen mezclarse caprichosamente referencias espaciales (oeste-este,


“ahí nació”), referencias al tamaño (“aumentando”, “grandecita”), a la edad (“viejo”), y a la
vitalidad (“débil”). Creemos que es posible recuperar la lógica de la serie, pensándola como una
serie de “poder”, dónde los diversos aspectos mencionados son sólo indicadores del mismo.
Esto se ve reforzado porque una situación similar puede observarse en las secuencias de edad,
parentesco y generación que se hallan vinculadas a la secuencia de fases lunares (no sólo como
símil metafórico, sino también por los vínculos comunes con la idea de fecundidad y
abundancia) [8]. No se trata de una serie simplemente creciente en poder, sino que el poder
crece hasta un máximo y luego decrece. Las series de poder y de parentesco o generación son
un concepto fundamental en la forma mocoví de estructurar la experiencia [9]

Es importante notar que desde el punto de vista espacial la serie también implica un
“camino”: Oeste Este,

3
debido a que al comienzo del ciclo del Luna (Luna nueva) este astro, al atardecer, se encuentra
en el horizonte Oeste, mientras que hacia la plenitud del ciclo (Luna llena), al atardecer, lo
observamos en el horizonte Este. La idea de camino, es otro gran concepto estructurante en el
pensamiento mocoví [7], que actúa como en otros pueblos americanos como eje articulador de
experiencias vitales, desde la propia biografía hasta la estructura del cosmos.

En este sentido debemos destacar que un detenido análisis de los términos utilizados por
los mocovíes para designar los puntos cardinales, sugiere que es el “camino del Luna” el que
sirve de patrón para determinarlos. Se ha supuesto que el sistema cardinal de los mocovíes se
basa en el movimiento diurno del Sol, el movimiento del mismo determinaría los puntos
cardinales Este y Oeste. Pero el término para Este (lqodoigue) parece tener conexión con el
termino lqodoc que significa su fin, su destino, su muerte o su término. Mientras que el término
para Oeste (lauashigim) tiene la terminación direccional (-shiguim) que significa elevarse. Esta
estructura, dado lo preciso que es el idioma mocoví para indicar direcciones y posiciones en el
espacio [Gualdieri] nos obliga a descartar el movimiento diurno solar como fundamento del
sistema cardinal mocoví.

Nuestro trabajo de campo nos ha llevado a pensar que el principio rector del sistema
cardinal mocoví, son las posiciones del Luna. Como hemos mencionado la estructura simbólica
del ciclo Lunar y sus asociaciones con Este y Oeste se adecuan correctamente a los significados
de los términos mocovíes. Además, nuestros interlocutores mocovíes al referirse a las fases de
novilunio y plenilunio siempre las asocian a las posiciones del Luna en el horizonte al atardecer.
De este modo Este y Oeste quedan vinculados al camino vital del Luna.

El término para Norte (rapiguim), está asociado al vocablo que designa al cielo (piguim)
y por ello tiene claras connotaciones de elevación. El término para Sur (‘guiñi), se utiliza para
referirse a algo que se derrumba o se cae. Podría parecer singular que, en un pueblo del
hemisferio sur, con el polo sur celeste elevado, fuera el término para norte el asociado al cielo y
el término para sur el relacionado con caer. Pero debemos dejar de lado nuestros preconceptos,
y no prestar atención a la posición del polo celeste que para los mocovíes carece de relevancia.
Como ya mencionamos el concepto relevante para los mocovíes es el de camino, como
estructura organizadora de la experiencia. Y pensando en estos términos los “caminos” de Sol,
Luna y demás asterismos, los elevan en la bóveda celeste a medida que se orientan hacia el
norte y el camino de descenso implica un acercarse hacia el sur. Los mocovíes de estas
comunidades hablan frecuentemente de la idea de que el sol al ponerse va rumbo al inframundo
(que es concebido como una región similar a la nuestra [7] [10]), lo cual hace probable que el
punto de mayor “profundidad” de dicho camino sea percibido como orientado hacia el sur. De
este modo vemos que la mirada mocoví sobre norte y sur es coherente con una observación de
los seres celestes como seres que tienen un camino vital que recorren de determinada manera, y
norte y sur se constituyen en “polos” de un movimiento de acceso al supramundo o al
inframundo respectivamente. Esto se ve reforzado por los testimonios que hemos recogido
acerca de que la caída de una estrella fugaz importante está asociada a la muerte de un pi´xonaq
[11].

Por otra parte, el momento de mayor plenitud-poder del Luna (Luna llena)
coincide con el momento en que al atardecer se observa a este astro en el horizonte Este, que es
el horizonte por el cual reaparecen los astros importantes luego de su “muerte” durante el ciclo
diario (caso del sol) o durante el ciclo anual (caso de las Pléyades), indicando una regeneración

4
del poder fecundante. Este hecho parecería reforzar el rol del ciclo del Luna, anudándolo a los
ciclos anual y diario.

La estructura del “sistema cardinal” mocoví

En este punto creemos conveniente ahondar en las concepciones mocovíes acerca de la


estructura del plano terrestre. Nuevamente nuestras propias concepciones pueden llevarnos a
pensar el sistema mocoví en términos de unas “direcciones cardinales” alternativas. Pero en el
caso mocoví no parece tratarse de unos ejes norte-sur y este-oeste, concebidos como
direcciones lineales, como rectas perpendiculares que se cortan y apuntan a un lugar preciso del
horizonte. Los testimonios de los mocovíes de estas comunidades son coherentes con la idea de
norte, sur, este y oeste concebidos como porciones del horizonte, “lados” del “cuadrado” que
configura el plano terrestre. Así pues, las que tienen características de rectas direccionadas son
las que unen las esquinas de este “cuadrado”, vale decir las direcciones que nosotros solemos
considerar intermedias: NE, SE, NO, SO. Esta idea de la importancia de un esquema
cuadrangular del plano terrestre con sus diagonales como direcciones importantes es
consistente con lo observado en otros pueblos americanos4. La terminología mocoví para estas
esquinas y sus respectivas direcciones es muy coherente con esta imagen del mundo. Cada
vértice tiene dos nombres, cada uno de ellos lo presenta como el extremo de uno de los dos
lados que se encuentran en dicha esquina. De este modo tenemos:

 lqodoica’gue es noreste y sureste, es decir alguna de las “esquinas” del lado este del
mundo.
 lauashiguima’gue es noroeste o suroeste, es decir alguna de las “esquinas” del lado
oeste del mundo.
 guiñague es sureste o suroeste, vale decir de alguna de las “esquinas” del lado sur
del mundo.
 rapiguima’gue es noreste o noroeste, es decir alguna de las “esquinas” del lado
norte del mundo.

Esta idea de las “diagonales” vuelve a reflejarse en el hecho de que la terminología


mocoví para los vientos los nombra con los términos señalados para las esquinas de las que
provienen:
 lqodoica’gue: viento noreste o sureste.
 lauashiguima'gue: viento noroeste o suroeste.
 guiñague: viento del sureste o el suroeste.
 rapiguima'gue5 significa "hacia el norte".

Lehmann-Nitsche indica que para mocovíes [6] y tobas [10] el norte era una zona
privilegiada, de la cual vendría “el verano y el calor”, y por ello los muertos serían enterrados
con la cabeza mirando hacia esa zona. Durante nuestro trabajo en comunidades mocovíes
actuales no hemos podido corroborar esto. Por el contrario, la práctica actual en el cementerio
aborigen de Colonia Cacique Catán, la práctica es enterrar con la cabeza hacia el este (cosa
observable y por otra parte manifestada por nuestros interlocutores mocovíes). Pedro

4Ver por ejemplo el quiqunce entre los mayas [12]


5Un tipo particular de viento del norte es llamado Huaquiaxaic (nombre de una variedad de armadillo que excava el suelo). La
asociación estaría dada por el sonido que produce el peludo al cavar su madriguera y el sonido producido por el viento del norte

5
Balquinta, uno de los mocovíes más ancianos de la zona, asegura que los antiguos enterraban
con la cabeza mirando al Este, para que la Sol alumbrara al muerto.

Día y noche

Las posiciones del sol han sido utilizadas para determinar las distintas partes del día
(na'xa'a). Las horas de luz se designan con el término uqiyina'xa'a , re'qoochiguiñi o ñaqa
viteta.

El amanecer es richilecna o nogoshim ra'aasa (sale el sol). Media mañana es


noYoxoguem aso ra'aasa (el sol algo alto). El mediodía se designa con la frase na'xa'a lavinñi
(el medio del día) o nagira shini ra'aasa. (El sol en su punto más alto. Se trata del mediodía
verdadero). Lavit es la tarde. El final de la jornada diurna es ignovoñic ra'aasa (entra el sol).
Diversas variantes de gnomon (ra'aasa lo'o "el que se opone al sol") eran utilizadas por los
mocovíes para identificar los distintos momentos del día. El término para noche es Pe. ¿De
dónde son estos términos? No los encuentro ni en Leh-Nits ni en Bulk ¿Son nuestros? Pe lauel
(“noche mitad”) [5] es el término para medianoche y ‘teeta es el término para madrugada.

Conclusiones

Al analizar la forma en que la Sol y el Luna son utilizados como hitos del espacio y el
tiempo entre los mocovíes, hemos visto como los conceptos de ciclo de abundancia, series de
poder-fecundidad, y camino se convierten en ejes estructurantes de la experiencia. De este
modo nos vemos obligados a ser muy cuidadosos para no proyectar sobre las concepciones
mocovíes nuestros propios esquemas espacio-temporales al interpretar ciertas semejanzas
superficiales entre ambos sistemas. La concepción de los ciclos temporales en términos de la
renovación de la capacidad generativa o fecundante, los hace cualitativamente diferentes de sus
homólogos occidentales. Por otra parte, la forma cuadrangular en que los mocovíes conciben el
plano terrestre, llevan a concebir norte, sur este y oeste como “lados” del plano terrestre mas
que como direcciones lineales, y este último rol le compete a las diagonales del cuadrado del
mundo (Sureste, Noreste, Suroeste y Noroeste). Estas ideas acerca de la estructura de tiempo y
espacio se encuentran vigentes en las comunidades mocovíes en las que hemos trabajado y
constituyen el substrato sobre el cual es incorporado y reinterpretado el sistema occidental de
medición del tiempo y el espacio con el que se hallan en interacción. Se trata de concepciones
vivas, que se adaptan dinámicamente a esta situación. De hecho, los mocovíes utilizan el
vocabulario castellano referente al tiempo y las orientaciones espaciales con soltura, y están
habituados al uso de relojes y almanaques occidentales, los cuales de hecho regulan las formas
de producción económica en las que se encuentran insertos. No obstante, la supervivencia de las
lógicas tradicionales, muestra que más allá delos cambios en las formas externas, las estructuras
de fondo poseen la suficiente plasticidad y vitalidad para adaptarse y reinterpretar los nuevos
elementos.

Referencias:
1) Álvarez Antenor 1926, El Meteorito del Chaco, Peuser, Bs. As., 1926.

6
2) José Guevara (S.J.), Historia del Paraguay, Río de la Plata y Tucumán, en Colección de
obras y documentos relativos a la Historia antigua y moderna de las Provincias del Río de la
Plata, por Pedro de Ángelis, Tomo I, Plus Ultra, Bs. As., 1969.
3) Roberto Lehmann-Nitsche, La Astronomía de los Tobas, Revista del Museo de La Plata,
Tomo XXVII, Tercera serie, Tomo IV, Mitología sudamericana VI, 1924-25.
4) Roberto Lehmann-Nitsche, La Astronomía de los Mocoví (segunda parte), Revista del
Museo de La Plata, Tomo XXX (Tercera serie, Tomo VI), Mitología sudamericana XII, Bs.
As., 1927, Pág. 145.
5) Alberto Buckwalter, Vocabulario Mocoví, Mennonite Board of Missions, Elkhart, Indiana,
1995, Edición provisoria
6) Roberto Lehmann-Nitsche, La Astronomía de los Mocoví, Revista del Museo de La Plata,
Tomo XXVIII (Tercera serie, Tomo IV), Mitología sudamericana VII, Bs. As., 1924-25,
Pág. 78.
7) Giménez Benítez, S. R., López A. M., Granada A. (2002). Astronomía Aborigen del Chaco:
Mocovíes I: La noción de nayic (camino) como eje estructurador. En Scripta Etnológica,
vol. XXIII, año 2002, Centro Argentino de Etnología Americana, Argentina (CAEA), Bs.
As.
8) Sixto Gimenez Benítez, Alejandro López, Series, orden y poder: secuencias jerárquicas y
caminos entre los mocovíes del chaco, ponencia presentada en la comisión de trabajo de
Etnología de los indios Sudamericanos, en el VII Congreso Argentino de Antropología
Social, realizado entre el 25 y el 28 de Mayo de 2004 en Villa Giardino, Córdoba,
Argentina.
9) Alejandro López, Sixto Giménez Benítez, On Numeration Systems and Measurements
among the Mocovíes from Chaco, Argentina, artículo actualmente en referato para ser
incluido en el número Mesurer de la revista Ethnologie Française, a aparecer en 2005.
10) Roberto Lehmann-Nitsche, La Astronomía de los Tobas (segunda parte), Revista del
Museo de La Plata, Tomo XXVIII, Tercera serie, Tomo IV, Mitología sudamericana X,
1924-25.
11) Sixto R. Giménez Benítez, Alejandro M. López & Luis Mammana , Meteorites of Campo
del Cielo: Impact on the indian culture, Oxford VI and SEAC 99 "Astronomy and cultural
diversity", C. Esteban, J. A. Belmonte (editors), La Laguna, 1999.
12) Freidel D., Schele L., Parker J. El cosmos maya. Fondo de Cultura Económica, México,
2000.
13) Gualdieri, C. (1998). Mocovi (Guaycuru). Fonología e morfossintaxe, Tese apresentada ao
curso de lingüística do Instituto de Estudos da Linguagem da Universidade Estadual de
Campiñas. Campiñas, São Paulo, Brasil.
14) Alejandro López y Sixto R. Giménez Benítez, Astronomía Aborigen del Chaco: Mocovíes,
Actas del XXI Congreso de Historia de la Ciencia (en prensa), Ciudad de México, 8-14 de
Julio de 2001.

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