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Dilema Bio ético

Recibir la noticia de que nos encontramos (nosotros mismos o una persona


cercana) frente a una situación de pérdida de habilidades o de alteración de las
funciones psico funcionales de nuestro organismo y de manera prolongada en el
tiempo, constituye un momento difícil y doloroso. Las reacciones que acompañan
a este vivenciar y el impacto de ellas dependerá de las características personales,
culturales, religiosas y el estado económico social de las personas afectadas; pero
existe en común, la misma resonancia afectiva conceptualizada como: pesar,
pena, desmoralización.
Las reacciones vivenciales que experimentan las personas afectadas por la
discapacidad son el pesar, la pena y la desmoralización. Con frecuencia los
términos pesar y pena se usan indistintamente (2), cuando en verdad tienen
significados diferentes. El pesar es el estado de haber sufrido una pérdida y
experimentar muchas emociones y cambios significativos en la vida del individuo.
La desmoralización, desde su significado conceptual, nos indica falta o
disminución de la moral. Ello conlleva la ausencia de actividad participativa en
orden a lo social (incluyéndose lo social activo y pasivo) y la ausencia de interés
en el otro ser humano que convive junto a él en la comunidad. La persona
desmoralizada (no es lo mismo que sin moral), al perder la iniciativa por satisfacer
sus necesidades sociales y ejercer roles comunitarios, pierde al mismo tiempo las
características que se le confieren como individuo de una especie que posee
dignidad o, en otras palabras, que se encuentra capacitado para ejercer sus
derechos y deberes que lo integran a un sistema organizado de usos sociales. La
desmoralización tiene como producto más evidente el grave abandono de la
autonomía de cada individuo, extremo que le lleva a adquirir las condiciones de un
ente aislado, sin vinculaciones que lo ajusten a un todo con sentido.

• La consideración negativa de sí mismo: La persona muestra una marcada


tendencia a considerarse como deficiente, inadecuada e inútil y atribuye sus
experiencias desagradables a su defecto físico, moral o mental. Tiende a
rechazarse a sí misma, ya que cree que los demás lo rechazarán.

• La consideración negativa del mundo: Se siente derrotada socialmente,


considera al mundo como haciéndole enormes exigencias y presentándole
obstáculos que se interfieren en el logro de los objetivos de su vida.

• La consideración negativa del futuro: Ve el futuro desde una perspectiva negativa
y le da vueltas y más vueltas a una serie de expectativas negativas. El deprimido
prevé que sus problemas y experiencias comunes continuarán indefinidamente y
que se le amontonarán otros mucho peores en su vida.

https://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1726-
569X2002000100012
Dilema Tecnoetico

Seguro que todos lo hemos escuchado alguna que otra vez. ¿Qué debe hacer un
coche autónomo si se encuentra en la situación de escoger entre colisionar contra
un grupo de escolares o una anciana que atraviesa la calle? Los detalles de la
fatalidad pueden variar, pero en alguna u otra versión este es posiblemente el tipo
de problema que nos viene a la cabeza cuando pensamos en la ética de la
tecnología, en lo que se ha dado en llamar la tecnoética. Y lo es en parte por la
cantidad de artículos que se han escrito y de charlas que se han pronunciado a
partir de ese ejemplo. 

Una situación como la que imaginamos para el malhadado vehículo es lo que en


filosofía se llama dilema trágico. Dilema, porque hay que escoger entre dos
opciones excluyentes. O hago a o hago b; tertium non datur. Trágico porque,
cualquiera que sea la opción escogida, el resultado es indeseable, siguiendo el
uso del término que heredamos del teatro griego: haga lo que haga el protagonista
de la tragedia su destino está predeterminado, y es malo. 

Lo que me planteo en este artículo es: ¿se trata este de un buen ejemplo de
problema tecnoético? ¿Dilucidar si el coche autónomo debe atropellar a los niños
o a la anciana (o si nos sentimos más reconfortados expresándolo así, debe evitar
atropellar a los niños o a la anciana) es la mejor manera de pensar la ética
aplicada a la tecnología? Aunque ya adelanto que lo mío no va a ir más allá de
una opinión profana, lo cierto es que lo dudo mucho, partiendo de que el escenario
en cuestión me suscita un par de comentarios críticos. 

Primero, no está nada claro que los dilemas trágicos sean la mejor manera de
entender la ética. Clarifico: todos los que nos dedicamos a la enseñanza o la
divulgación de la ética sabemos de la eficacia de este tipo de supuestos. Un
escenario en el que hay que escoger entre dos (o más) salidas, excluyentes y con
resultados que van desde lo malo a lo peor, suele despertar la imaginación ética
del auditorio. Nos ponemos con facilidad en la piel de alguien que se encuentra en
una situación difícil y nos gusta entrenarnos en buscar soluciones. Los dilemas
resultan motivadores, interesantes y efectivos como puerta de entrada para
transmitir después los conceptos básicos de una teoría. Esto ha sido explotado en
los últimos años como un verdadero filón, que se ha utilizado entre otras cosas
precisamente para plantearse cómo deben actuar las máquinas con inteligencia
artificial

https://www.thetechnolawgist.com/2020/10/01/los-dilemas-tragicos-de-la-
tecnoetica/

¿Cómo

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