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Este tipo de problemas a resolver requieren de una reflexión (en general muy
profunda) sobre las alternativas de las que disponemos, así como del valor
otorgado a los valores morales con los que nos regimos. A menudo nos tocará
priorizar uno u otro valor, entrando ambos en conflicto de cara a tomar una
decisión. A su vez, veremos que las cosas no son o blancas o negras. Otras
veces seremos espectadores más o menos impactados por una compleja
decisión de otros. En esas circunstancias nos tocará entender (o no) a
personas que toman decisiones distintas a las propias.
Y hay quienes dirán “-bueno, pero no hemos sido nosotros quienes nos hemos
equivocado”. Esa afirmación encierra una trampa importante para el no decisor.
Por un lado, las cosas tendrán una natural probabilidad de salir peor que
decidiendo. Pero peor aún: la no decisión es la negación de la libertad que
viene de la mano de la ética: optar por al menos una de las alternativas.
Intentar hacer lo más correcto o lo menos incorrecto.
En los niveles más elevados de una entidad, hay ámbitos naturales donde los
dilemas son tratados (Comité de Dirección, Comité de Auditoría, Comité de
Ética, entre otros).
Sin embargo, en otros niveles el no saber qué hacer suele ser moneda
corriente. Resulta necesario entonces poder explicar a los colaboradores cómo
tratar los dilemas y con quiénes conversar sobre los mismos, así como se les
explica cómo reportar una conducta poco ética.
Existen dilemas que pueden resolverse con mayor claridad, porque si bien el
conflicto entre las situaciones existe, una alternativa es claramente más
aceptable que la otra. Pero no siempre estamos frente a una situación sencilla.
Hay dilemas que, por momentos, nos hacen sentir con ganas de tirar una
moneda que decida por nosotros, porque realmente costaría explicar a esa
parte interesada que se vea damnificada porque -supuestamente- hemos
optado por una definición en su contra.
Cuando las decisiones se basan en valores, será mucho más sencillo hallar la
mejor decisión. Esa definición que, aunque no resultará simpática para algunas
partes interesadas, la podremos explicar.
No obstante, lo sencillo que parece esto, presenta una dificultad notoria: para
tomar una decisión sobre la base de valores, no se pueden desempolvar los
mismos como un pistolero que desenfunda “su 45” luego de 12 meses de no
usarla. Los valores deberían estar vigentes y naturalmente incorporados en la
forma de actuar de todos los colaboradores de la organización y de su
Dirección. Se trata de cultura pura y dura. Si una organización tiene demasiado
apego por la rentabilidad, y léase, de manera desmedida, sería esperable que,
como lo supo decir Benjamin Franklin, esté dispuesto a hacer cualquier cosa
por dinero. “Sea como sea” sería una buena frase para resumir cómo
intentarán alcanzar el presupuesto comprometido.
Desde hace algunos días en la red social LinkedIn, publico el “DDD – Dilema el
Día”.
Piensa por un momento que, por un lado, el sujeto ha cometido un delito, pero
por otro lo ha hecho por una buena causa.
¿Qué harías? Más allá de que, sin duda, robar es malo e ilegal ¿te
presentarías ante la policía a denunciar a esta persona?
Al respecto, y dado que tengo afición por el estudio de los dilemas desde hace
algún tiempo, me tomé el siguiente trabajo que me permitió corroborar una
hipótesis determinada. Aprovechando que algunas de las personas que
respondieron con absoluta seguridad cosas tales como "aquí no hay dilema",
"obviamente hay que denunciarlo", "robar está mal", son amigos/as. Los llamé
para hacerles 3 preguntas sencillas:
¿No es curioso?
Aquí el dilema planteado trata sobre un tema o situación que resulta cercana a
la persona a quien se le plantea, sea porque se refiere a un suceso que ha
vivido o a algo que probablemente podría ocurrir. Aunque los planteos suelen
ser menos catastróficos o dramáticos que los DEH, pueden resultar tanto o
más angustiantes para quien se le plantea el dilema (que no necesariamente
deberá ser el protagonista) en el planteo.
DA (Dilema abierto):
DC (Dilema cerrado):
DS (Dilema simétrico):
El falso dilema
Concluyendo
Toda la bibliografía se suele situar en el actor que tiene que dirimir entre al
menos dos situaciones, lo que suele provocarle angustia, y en oportunidades
dolor; y no solo en las horas o días antes de tomar su decisión, sino, muchas
veces en lo posterior. Sin embargo, quisiera cerrar este artículo en la
importancia de colocarnos por un momento en nuestro rol de juzgador de las
decisiones de los demás, de esa gente que intenta frente a una encrucijada,
dar lo mejor de sí, evaluar todo lo que lo rodea, pensar, repensar, decidir y
accionar. Luego de enfrentarse entonces a algo tan duro como un dilema, tu
opinión y dedo acusatorio puede que consiga que su situación angustiante sea
más grande y duradera.