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Eléa Cocault - elea.cclt@outlook.

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Pontificia Universidad Católica de Chile, Facultad de Filosofía


Curso de filosofía del lenguaje con el profesor Eduardo Fermandois
Entregado el 14 de Octubre 2022 en la página-web del curso.

La pertinencia de lo inefable en Gadamer y Zwicky

Un indice escueto
Introduccion ………………………………………………………………………………………………… 1
El argumento de Gadamer para el abandono de la tematización de lo inefable …..…………………………. 1
El contra argumento de Zwicky que restablece la pertinencia de lo inefable …………………………...… 2
Ampliación de dicha pertinencia en un contexto contemporáneo ……………………………………….. 4
Conclusion ..……………………………………………………………………………………………..… 4
Bibliografia ……………………………………………………………………………………………….... 5
7 - De lo que no se puede hablar, mejor es callarse.
(Wittgenstein, Tractatus Logico-Philosophicus)
Hay pocas cosas más frustrantes, para uno que siente la extraña necesidad de hablar largo y
tendido sin que nadie le solicite, o sea un filósofo, que encontrarse con alguien que considera
su campo de investigación como inefable. Existe una parte de la realidad que merece ser
predicada como inefable? Y si es así, puede ser problematizada en cuanto tal en filosofía o
invita a un respetuoso silencio? No me interesa aquí la respuesta de Wittgenstein —considero
que su elección de “lo inefable” para designar a lo de que no podemos hablar con rigidez
lógica tiene solamente un efecto dramático, ya que por supuesto que hablamos (y él el
primero) de todo lo que pone en esta categoría. No me interesa tampoco subrayar lo obvio,
que la realidad material en si no es lingüística. Quiero tomar la palabra en serio y
preguntarme si es que existe para un ser humano o sea para una conciencia algo que ni
siquiera puede ser lingüístico. Para eso propongo empezar con una posición fuerte en contra
de aquel inefable, y evaluar si nos da satisfacción. Sin sorpresa, intentaré mostrar que es
criticable y defender al contrario que tematizar lo inefable es requerido por otra visión de la
conciencia que juzgo más adecuada. Concluiré subrayando la pertinencia de lo inefable más
allá de la descripción de fenómenos mentales, con la consideración de su alcance en el
contexto reciente de cierta crítica filosófica de la modernidad.

En su ensayo “Hombre y Lenguaje” (1965), Hans-Georg Gadamer llama a limitar el


uso de “inefable” debido a su inadecuación lógica para describir la totalidad de lo que puede
pensar un ser humano, ya que el pensamiento siempre se manifiesta en el lenguaje. Lo que da
sentido a ciertos usos del predicado es su alusión a otras expresiones más convenientes a la
lógica y la realidad, que deberíamos entonces preferir .
El primer paso en la posición de Gadamer frente al inefable es de orden ontológico, ya
que reside en su tesis central sobre la realidad de la conciencia humana. Dice que : “nunca
nos encontramos ante el mundo como una conciencia que, en un estado a-lingüístico, utiliza
la herramienta del consenso” (1965, p. 147). Lo que significa que un ser humano nunca tiene
ninguna experiencia mental, sea una percepción sensorial o un sentimiento, de la cual sería
consciente (en el sentido de la palabra inglesa aware) como otro animal, es decir, sin palabras
asociadas que surgen en su mente al mismo tiempo. Existe entonces para Gadamer una
“inserción de nuestro pensamiento en el lenguaje” (p. 147) que le permite establecer que toda
experiencia humana nace y se desarrolla con palabras.

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Son en segundo lugar consideraciones lógicas que permiten a Gadamer concluir sobre
la falta de sentido del predicado “inefable”. El argumento corresponde a la paradoja que ya
hemos introducido : “[n]ada puede sustraerse radicalmente al acto de ‘decir’ porque ya la
simple alusión alude a algo” (p. 151). La demostración tiene un carácter analítico : es
solamente en virtud de la definición de “inefable” como lo que caracteriza a algo que no
aparece en ningún enunciado lingüístico que reconocemos que sus apariciones siempre
llegan a proposiciones contradictorias. En cuanto tal, la paradoja no describe la realidad, es
sólo su combinación con el carácter siempre lingüístico de la conciencia humana que permite
concluir que el uso de “inefable” nunca es y nunca puede ser lógicamente consistente.
Quiero subrayar que esta tesis, a mi juicio, no es equivalente para Gadamer a la de
decir que al usar el predicado “inefable” carecemos de sentido. Si adoptamos la posición
frente al sentido de los defensores del ordinary language, que no consideran el sentido como
una relación biyectiva a la manera de definiciones lógicas sino como una inserción en un red
complejo de relaciones entre palabras, al igual de Timothy D.Knepper podríamos “devolver
la inefabilidad a lo ordinario” (2009, p. 75). Expresa así el deseo del segundo Wittgenstein de
“curarnos de la tentación de cosificar lo que simplemente es difícil o indeseable de articular”
(p. 75). En otras palabras, el uso del predicado “inefable” en el lenguaje común debe
entenderse como evocando dificultades a encontrar palabras que comunican al otro nuestra
experiencia, o el deseo de quedarse en lenguajes poderosamente sugestivos como él de la
poesía, por razones estéticas o porque es el único modo de lograr dicha comunicación. De
hecho, Gadamer solamente subraya el aspecto lingüístico de nuestro pensamiento, lo que no
da ninguna garantía de precisión o estilo lingüístico. Considerará entonces el nuevo problema
de lo que llama incapacidad para el diálogo en otro lugar (Gadamer, 1971), y sin referencia a
lo inefable, predicado evocador pero para él ambiguo y superfluo.

La despedida filosófica de lo inefable que apoya Gadamer se basa entonces en la


negación de cualquier campo a-lingüístico accesible a la conciencia humana, lo que enfrenta
cada uso de la palabra a contrasentidos desde el único punto de vista lógico y justifica preferir
otros términos. Por lo tanto, lo único que podría hacer de nuevo necesaria y pertinente la
reflexión sobre lo inefable sería entonces un contra-ejemplo de un fenómeno consciente
a-lingüístico omitido por Gadamer. Y eso es precisamente lo que propone la filósofa Jan
Zwicky, quién en su artículo “What is Ineffable?" (2012) afirma su resolución a “tomar en
serio afirmaciones serias de inefabilidad” (p. 197).

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Zwicky nunca alude a Gadamer, sin embargo introduce en general la idea del
involucramiento del pensamiento en el lenguaje como una hipótesis "discutible y discutida”
(2012, p. 197). Le opone así una conceptualización original de ciertas formas resonantes de
la conciencia humana.“¿Qué es la forma resonante? La forma que es el resultado de una
sintonía o integración de múltiples aspectos, constituyentes o partes.” (p. 208). Un ejemplo
puede ser más evocador: propongo considerar nuestra percepción visual de un árbol. Lo que
veo según Zwicky es un conjunto infinitamente complejo de objetos todos relacionados, o sea
un continuum imposible de caracterizar en cuanto tal con un lenguaje que en su esencia
“mantiene las cosas quietas, las distingue, nos permite escogerlas poco a poco sin la
interferencia de otras cosas”(p. 208). Es decir, no veo un trunco, cinco ramas y muchas hojas,
eso es una simplificación discreta de un fenómeno mental originalmente complejo y
continuo. No obstante, eso no revela un error de Gadamer sino un descuido. Me parece
verdadero que cuando pensamos, en el sentido de estar atento a algo en particular e intentar
caracterizarlo, siempre lo hacemos en un flujo de palabras que nos viene sin decisión previa.
Si reducimos la conciencia humana a esta actividad —si el estar conscious se convierte en el
estar aware—, como lo hacen Gadamer y todos los defensores del lenguaje del pensamiento,
lo inefable desaparece. Sin embargo, es precisamente lo que Zwicky se niega a hacer y así
ofrece una tematización tenaz y nuevamente problemática de lo inefable.
No obstante, antes de esbozar este nuevo campo pertinente para lo inefable, quiero
aclarar porque este no sufre de inconsistencias lógicas. Zwicky presenta la paradoja que
induce el uso de “inefable” en cualquier enunciado como “un nudo metalingüístico de menor
importancia” (2012, p. 197). Gadamer (1965, p. 147) insiste en que el lenguaje no es una
herramienta —un matiz de la metáfora que rechaza entonces subrayar es precisamente esto,
que hablamos con y no de palabras. En un nivel metalingüístico, el predicado “larga” se
aplica a la palabra “electroencefalografista”, mientras que en un nivel lingüístico, el
predicado “blanca” no describe la palabra “nieve” sino un objeto real. Con esta distinción,
reconocemos lo obvio de decir que cualquiera expresión lingüística siempre está asociada a
palabras (por lo menos los que la componen) y entonces nunca es inefable, pero subrayamos
otra pregunta, la de saber si lo de que hablamos, nuestras percepciones o imágenes mentales,
es o no es inefable. Lo hemos dicho, es precisamente en relación con su argumento
ontológico sobre la conciencia humana que Gadamer puede usar de la paradoja. Sin embargo,
es importante subrayar que no explicita lo que justifica su uso, una ambigüedad que sirve a su
argumentación pero que he intentado aclarar para poder ahora volver con menos confusión a
la pertinencia que Zwicky entiende dar a lo inefable.

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¿Cómo caracterizar más adelante este problema de lo inefable tomado en serio? Creo
que se puede acercar a viejas cuestiones como las de legibilidad o traducibilidad del mundo.
Por un lado, lo inefable llama al reconocimiento de una cierta extrañeza de las cosas que
habitan nuestra vida consciente: lo que veo desde mi ventana, esta tristeza que siento no se
reducen a lo que también puedo poner en palabras al pensar atentamente en ellos. Pero por
otro lado,”[e]l deseo de comunicar sigue estando presente de forma manifiesta [y la]
reivindicación de inefabilidad puede ser una expresión de este deseo” (2012, p. 198). En otras
palabras, el problema de lo inefable no es uno que llama a silenciar discursos, sino en cambio
que motiva el desarrollo del lenguaje, para comunicar más, aunque nunca del todo, lo que
sólo puede experimentarse fuera de las palabras. Lo inefable problematiza la traducibilidad
cuyo objetivo es la comunicación.
Es interesante observar que el asunto de la comunicación fue abordado por Gadamer
(1971), sin referencia explícita al inefable, ya que constituye el centro de una cierta crítica de
la modernidad ahora común en la filosofía contemporánea de tradición heideggeriana. Quiero
subrayar en que según yo la posición de Zwicky es más exitosa para la modernidad. Al pasar
por alto las dificultades intrínsecas para comunicar lo que nunca es originalmente lingüístico,
Gadamer echa la culpa a los dispositivos modernos de comunicación y se lamenta de una
incapacidad para el diálogo moderno que no es más que una capacidad perdida. Este es, en mi
opinión, un enfoque no totalmente irrelevante, pero si lo miramos así, desactualizado y
dañino. Nos invita a volver a un pasado ilusorio, y a denigrar así la juventud le hace muy
poco atractiva la filosofía. Al contrario, Zwicky y la tematización explícita del inefable
permite entender esta incapacidad como una capacidad que siempre hay que construir
individualmente y colectivamente —creo que aquí tenemos nueva pertinencia para lo inefable.

Para saber si existe una parte de la realidad que merece ser predicada como inefable y
problematizada en cuanto tal en filosofía, he intentado responder a la posición de Gadamer y
su tesis de involucración de la conciencia en el lenguaje que hace superfluo y aun indeseable
el término, con argumentos inspirados de Zwicky. Pienso con ella que la pertinencia de lo
inefable se justifica por la existencia de procesos mentales reales y a-lingüísticos, y también
por un alcance que le reconozco en una cierta visión filosófica de la modernidad que no
comparto e incluso encuentro perjudicial. Reconocer lo inefable es reconocer las dificultades
atemporales que exigen la plena exploración de todas las posibilidades lingüísticas del
presente y el desarrollo de otras nuevas. Es hacer avanzar el lenguaje y no pedir que se calle o
se vuelva atrás.

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Bibliografía

Wittgenstein, L. (1921). Tractatus Logico-Philosophicus. Unpublished publication. Retrieved


from https://www.pensamientopenal.com.ar/system/files/2014/12/doctrina29684.pdf.

Gadamer, H. (1965). Hombre y Lenguaje. In Verdad y Método II. Salamanca (1998):


Ediciones Sígueme.

Gadamer, H. (1971). La incapacidad para el diálogo. In Verdad y Método II. Salamanca


(1998): Ediciones Sígueme.

Knepper, T. (2009). Ineffability Investigations: What the Later Wittgenstein Has to Offer to
the Study of Ineffability. International Journal for Philosophy of Religion, Vol. 65, No. 2, p.
65 – 76. [Traducción personal]

Zwicky, J. (2012). What is ineffable? International Studies in the Philosophy of Science, Vol.
26, No. 2, p. 197 – 217. [Traducción personal]

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