Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
RESUMEN:
Platón y Aristóteles:
Algo en lo que coinciden casi todos los filósofos que es intrínseco al concepto
de justicia es su carácter de valor intersubjetivo. Por ejemplo, para Platón en su
diálogo titulado “La República” (Libro I), concibe a la justicia como una virtud total,
perfección del alma. El hombre injusto manifiesta un conflicto entre los elementos que
componen su alma que lo hace impotente para obrar, y sus acciones hacia los demás
son fuente de contrariedades, odios y luchas; la disposición injusta de algunos
hombres impiden que actúen en común con otros hombres, por lo que el hombre al
que mueve un alma injusta es incapaz de ser feliz.
Por otro lado, para Aristóteles en su obra “Ética Nicomaquea” (Libro V), la
justicia es la virtud más alta, la virtud perfecta. Una virtud es el punto medio entre dos
vicios extremos; la justicia es la virtud de una persona cuando la consideramos en
relación a otras personas. Ser justo es la cualidad de obrar conforme a las leyes
cuando éstas tienden a la ventaja común, de modo que llamamos justo a lo que tiende
a producir o conversar la felicidad de una asociación política. Aristóteles afirmaba que
se puede “causar una injusticia involuntariamente, aunque un acto es injusto sólo
cuando es voluntario y un agente sólo puede ser reprochado como injusto si actúa con
conocimiento y voluntad” (p.237).
Tomás de Aquino en la “Suma Teológica” (I, II) sostenía que todo acto humano
tiene una finalidad, nos dirigimos a algo que es aprehendido como bueno. La voluntad
humana está necesariamente orientada hacia el bien último del hombre, es el
perfeccionamiento pleno de su naturaleza. Para ello, el hombre tiene una facultad, la
que llama sinderesis, que le permite detectar los principios más generales de justicia
plasmados en el derecho natural. Éste es la parte de la ley eterna de Dios que es
cognoscible por la razón humana. El principio más general del derecho natural es que
el bien debe hacerse y el mal, evitarse; la razón puede derivar de este principio
preceptos más específicos. Según Aquino, una ley es injusta cuando impone al
ciudadano cargas que no son exigidas por el bien común.
Thomas Hobbes:
Immanuel Kant:
Para este filósofo, en su obra “Fundamentación de la metafísica de las
costumbres”, los principios básicos de la moral debían tener la universalidad de los
principios de la lógica y el contenido substantivo de las leyes de la física. Los principios
morales deben ser para Kant autónomos, porque son principios que uno se da a sí
mismo con independencia de toda autoridad humana o divina; deben ser categóricos,
porque lo que ellos ordenan no está condicionado a intereses o deseos; deben ser
universales, ya que obligan a todos los seres racionales por igual. Este último requisito
de los principios morales deriva de la primera formulación del famoso imperativo
categórico de Kant: “Obra sólo según una máxima tal que puedas querer al mismo
tiempo que se torne ley universal”.
Su concepción acerca de la justicia parecer ser demasiado limitada, pues los
deberes de justicia son deberes jurídicos. Considera, en palabras de Höffe (1986,
pp.175-178) que es “justa toda acción que por sí o por su máxima, no es un obstáculo
a la conformidad de la libertad del arbitrio de todos con la libertad de cada uno según
leyes universales”.
Hans Kelsen:
Luego de señalar las concepciones anteriores de justicia, Kelsen en “¿Qué es
la Justicia?” (1957, p.37), afirma lo siguiente:
Sin embargo, de acuerdo con Santiago Nino (1996) este tipo de posiciones
debe aclarar qué quiere decir que un juicio de justicia no puede pretender excluir el
juicio opuesto, decir, no parece entonces tener sentido sostener, por ejemplo: “la pena
de muerte es injusta, pero bien podría ser justa”. Por otra parte, el mismo Kelsen
sostiene que la visión relativista de la justicia, lejos de ser amoral, supone una moral,
que es la moral de la tolerancia y de la democracia.
H.L.A. Hart:
En su obra “El Concepto del Derecho” (2004), indica que los juristas usan con
frecuencia los términos “justo” e “injusto” y razonan como si las ideas de justicia y
moral fueran coextensivas. Que “justo” e “injusto” son formas específicas de crítica
moral que “bueno” y “malo” o “correcto” e “incorrecto”. Una norma jurídica es buena
porque es justa o injusta, pero no es justa porque es buena, o injusta porque es mala
(p.197).
El principio general latente en las diversas aplicaciones de la idea de justicia es
que los individuos tienen derecho, entre sí a una cierta posición relativa de igualdad o
desigualdad, lo que tiene que ser respetado en las vicisitudes de la vida social, cuando
hay que distribuir cargas o beneficios.
Robert Nozick:
La teoría de la justicia como título expuesta por Nozick en “Anarquía, Estado y
utopía” (1974, p. 206) es más conocida por sus conclusiones radicales que por su
inusual metodología. Construida sobre la base de su teoría de los derechos, que
descansa sobre la inamovible convicción de que hay algunas cosas que no debemos
hacer a otras personas, sin importar cuán beneficiosas puedan ser las consecuencias
para nosotros mismos, para otros o incluso para las mismas personas objeto de
nuestra acción.
Para Nozick la justicia es una cuestión de respetar los derechos y proporcionar
soluciones contra su vulneración o violación. Los derechos, como la justicia, son –en
los términos de Nozick- cuestiones de títulos. Ellos no dependen de la gracia o el favor
de otras personas. En efecto, los derechos generan obligaciones por parte de los
demás, obligaciones que en algún sentido se deben al titular de los derechos y que
pueden ser exigidas por éste.
John Rawls:
En muchos aspectos el trabajo más importante de Rawls, “Una teoría de la
justicia” (1971), sigue marcando la agenda de las cuestiones que han de discutirse en
cualquier teoría de la justicia y proporciona la terminología con la que se lleva a cabo
gran parte del debate político, como por ejemplo, Martha Nussbaum y su propuesta
constructiva de Las mujeres y el desarrollo humano. Esto es en parte debido a que
Rawls combina una metodología contractualista (concepciones de Rousseau y Kant)
con una visión sustantiva sobre qué es justo, ambos elementos interesantes y
coherentes, para oponerse fundamentalmente al utilitarismo y al intuicionismo.
Las instituciones básicas de la sociedad —sostiene John Rawls— no deben
distinguirse simplemente por ser ordenadas y eficientes: ellas deben ser, sobre todo,
justas. Y si no lo son, entonces, deben ser reformadas o abolidas. A partir de este tipo
de criterios (que le llevan a caracterizar a la justicia como la primera virtud de las
instituciones sociales), Rawls orienta buena parte de su trabajo a responder a la
pregunta de cuándo podemos decir que una institución funciona de un modo justo.
En este sentido, Rawls se pregunta si habría principios universales para aplicar
a la estructura básica de la sociedad que hombres libres e iguales consentirían
hipotéticamente en condiciones ideales -lo que implica ver la justicia como “equidad”, o
sea, como resultado de un procedimiento equitativo, y para ello imagina una posición
originaria: ésta es una situación hipotética en la que seres racionales, libres e iguales,
en circunstancias en que es relevante discutir sobre la justicia de las principales
instituciones de la sociedad, siendo racionalmente auto-interesados en la obtención
para sí de “bienes primarios”, como las libertades civiles y políticas, ingreso y riqueza,
prestigio, etc., pero que están bajo un “velo de ignorancia” sobre sus circunstancias
particulares de raza, religión, inteligencia, condición social, etc., discuten sobre qué
principios comprometerse a aceptar para regir la sociedad en la que van a vivir cuando
sea levantado ese velo de ignorancia.