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LA ESCUELA TIENE SENTIDO – Convivir con extraños: la socialización en una cultura

del disenso.

Autor: Fernando Onetto

Capítulo 2: Los modelos híbridos

Hacia una teoría de la innovación educativa: ¿La política educativa que busca mejores
escuelas secundarias tiene que intentar un recomienzo desde “cero”, buscando dejar atrás la
tradición de la escuela secundaria en su conjunto porque era una tradición de escuela no
obligatoria, selectiva, o debería discernir qué dejar atrás y qué conservar?

El cambio educativo como hibridación: Cambiar no es sinónimo de mejorar. El problema está


en qué pensamos que las personas y las instituciones pueden mejorar, desarrollarse y producir
profundas transformaciones positivas. Esta concepción es importante porque si nuestra teoría
del cambio institucional y personal no está suficientemente reflexionada, los recursos pueden
ser formas de malgastar el dinero del pueblo.

No todos los cambios son progresos: Las cosas pueden cambiar en la vida de una persona para
mejor o para peor, esto es de Perogrullo, pero nos lleva de frente al problema del concepto de
progreso. Un concepto muy cuestionado porque estuvo asociado a una visión única de la
historia, en la que todos los pueblos caminaban por un mismo sendero, algunos iban por
delante avanzados y otros seguían sus pasos, atrasados irremediablemente. Los críticos de la
visión moderna del mundo ponen en cuestión esta idea (¿Quién establece un camino único
que todas la naciones, no importa sus diferencias culturales, deben aceptar?; ¿Quién establece
la descripción de los objetivos a alcanzar, esos valores universales que hay que encarnar en
todo el planeta?; etc.)

Las acciones y sus consecuencias: Es muy difícil imponer parámetros externos tan
totalizadores como progreso, retroceso, felicidad, infelicidad, éxito o fracaso.
¿Podemos tener indicadores de mejora que nos permitan saber si las reformas educativas
están mejorando o empeorando la escuela sin caer en una teoría del progreso como camino
único, una visión “desarrollista” del cambio educativo? ¿Sin recaer en una historia única para
una diversidad infinita de contextos culturales?
Podemos diferenciar los proyectos de cambio por los efectos que producen. Es decir, los
proyectos no se diferencian por el logro de sus objetivos, sus plazos, la aplicación eficiente de
sus recursos, ni siquiera por sus resultados. Los proyectos se miden por lo que dejan en las
personas a las que van destinados. Sólo hablando de los docentes, actores principales de todo
intento de mejora, va de suyo que será importante saber cuál es la valoración que ellos hacen
de la propuesta de mejora. Esta evaluación de los destinatarios es uno de los modelos de
evaluación que se considera consistente, aunque dependa de percepciones, prejuicios,
biografías previas y no sea “objetiva”.
Otro lugar para anticipar las consecuencias son claramente nuestros muchachos y chicas de
todas las condiciones sociales. También en ellos habría que anticipar el efecto que produce el
aumentar la presión por los resultados y los logros. Darles la palabra a los destinatarios.
La falta de atención a los efectos no intencionales: Para valorar los cambios hay que mirar sus
efectos, pero no solamente aquellos que fueron anticipados, sino aquellos que no lo fueron.
Los proyectos de reforma tienen que estar atentos a los efectos no deseados y tener capacidad
de reconocerlos cuando son negativos y reajustar el plan original. Esto supone un juicio de
valor siempre abierto y mirado desde diferentes perspectivas. Los contextos son productores
de significados porque reinterpretan las intenciones, las palabras y las metodologías de los
cambios en educación. Pero, además, los contextos institucionales internos y externos a la
escuela son manipuladores de las reformas, las recortan, las adaptan a sus intereses, las
transforman en lo contrario de su concepción original y las someten a los intereses de sus
actores locales.

El paso entre los contrarios:

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