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Los cambios sociales imponen que revisemos nuestras prácticas en el campo educativo.
Al intentar caracterizar este proceso, aparece la palabra clave: Turbulencia (concepto que
define el escenario del hecho educativo).
El nivel de análisis de las practicas educativas debería salir por lo tanto del encierro del
aula, del caso problema, de las metodologías, de los conflictos en los vínculos, etc; solo
como situaciones aisladas, para incorporar nuevas variables que ayuden a repensar la
institución educativa y sus protagonistas insertos en ella.
Podemos reconocer en cada momento histórico una gama limitada de posibilidades ante
los problemas que enfrenta una cultura. Pero poder soltar las ataduras a todo lo anterior
es poder transitar la turbulencia desarrollando nuevas soluciones a los problemas. Este
estado de turbulencia o estado caótico no es ni bueno ni malo, sino que permite a la
humanidad repensar, cambiar de ley, buscar nuevas formas, nuevos lenguajes.
C.Col dice que la psicología educacional tiene por objeto de estudio los cambios de
conducta de los sujetos en situaciones de enseñanza-aprendizaje, resulta oportuno en
este momento, demandar a esta disciplina respuestas desde un nuevo paradigma. Implica
ser productores de innovaciones y desarrollar las competencias necesarias para
interactuar en un medio en donde los cambios se aceleren vertiginosamente.
Se plantea la necesidad de reconocer el síntoma antes de repensar casi impulsivamente
las prácticas educativas en general. Reconocer el síntoma implica no responder
ingenuamente a la demanda que nos puede llevar a intervenir para mantener un
equilibrio encubridor del éxito o fracaso escolar.
Para esto debemos considerar la institución escolar como un sistema de actituted que
implican una forma de organización de conservarlos determina una dinámica
homeostática como resultados.