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Karen Horney -Teoría Interpersonal

Karen Horney nacida en Blankese, Alemania en 1885, psiquiatra estadounidense,


estudió en las universidades de Friburgoy Berlín, impartió clases en el instituto del
Psicoanálisis de Berlín, fundadora del Instituto Americano de Psicoanálisis (1934),
muere en Nueva York, Estados Unidos en 1952.

Desarrolló una teoría interpersonal, con orientación psicoanalítica, de la


personalidad y la psicopatología. Para su noción del desarrollo de la personalidad
y su distorsión por los esfuerzos neuróticos son fundamentales dos emociones
básicas: la angustia y la hostilidad.

Se distanció de Freud por sus ideas acerca de la psicología femenina y porque


concedía más importancia a los factores sociales que a los biológicos como
forjadores de la personalidad. Sus experiencias durante la niñez le ayudaron a dar
forma a la lucha de toda su vida en busca de amor y seguridad, así como a su
teoría de la personalidad.

La necesidad de seguridad se refiere a sentirse protegido y sin temores. Depende


de que uno sea amado y apreciado de niño. Una seguridad debilitada lleva a la
hostilidad.

Rechazó la idea de Freud de que las mujeres tienen envidia del pene, de que
tienen un superyó poco desarrollado y una imagen corporal inferior.

Estaba convencida de que los hombres envidian la capacidad de procrear de la


mujer y, en consecuencia, también envidian el útero, y subliman estos
sentimientos por medio de los logros. Negó la base sexual del complejo de Edipo y
sugirió que éste implicaba un conflicto entre la dependencia de los padres y la
hostilidad contra ellos.

En su enfoque no da una definición de la neurosis; sino, una serie de situaciones


que la causan, pues para ella la mayoría de los trastornos neuróticos provienen de
una ansiedad que el individuo trae consigo desde la niñez.
El niño puede reprimir esta hostilidad por un sentimiento de desvalidez, por miedo
a los padres, porque necesita recibir el afecto de éstos o porque siente culpa al
expresarla. La represión de la hostilidad lleva a la ansiedad básica, definida como
la sensación de estar solo e indefenso en un mundo hostil.

El niño siente hostilidad hacia sus padres por las órdenes que estos le imponen,
las cuales le causan profundas frustraciones. El problema comienza cuando estos
sentimientos hostiles son muy intensos pues el niño se alejará de sus padres
quedándose sin el amor y las atenciones que necesita. El niño así afectado
continúa creciendo de esta manera hasta llegar a ser un adulto que recurrirá a
todo tipo de mecanismos de defensa para no sentirse desamparado y sin afecto.

Cuando la actitud de los padres hacia el niño es fría, contradictoria o abusiva,


están puestos los cimientos para que el niño desarrolle un sentido de hostilidad
básica hacia los padres, y tal vez, hacia la gente en general. Como los niños no
pueden expresar en forma abierta su enojo por temor al abandono de sus padres,
reprimen esos sentimientos peligrosos. Al no poder reconocer la hostilidad, el niño
desarrolla una fachada agradable y adorable.

Sin embargo, dicha estrategia, por lo regular, está condenada al fracaso porque el
temor del niño al abandono y al caos resultante de la completa indefensión
provoca una angustia básica y duradera que da forma a todos los tratos con las
personas importantes en su mundo.

En el carácter del niño aparecen “necesidades neuróticas” compulsivas, es decir,


siente el impulso de comportarse de acuerdo con una de las tendencias neuróticas
por lo menos. indiscriminadas y poco realistas como un medio desesperado de
enfrentar lo que él percibe como un mundo hostil o indiferente.

Al final, agrupó esas diez necesidades en tres pautas compulsivas: acercarse de


manera sumisa, alejarse con desapego o ir en contra de los otros, en forma
agresiva. También sugirió que, en su esfuerzo por obtener seguridad, las
personalidades neuróticas pueden emplear varias soluciones secundarias o
auxiliares al conflicto.
Esas técnicas pueden concebirse como defensas secundarias e incluyen lo que
Horney denominó externalización, creación de puntos ciegos compartimentación,
racionalización, autocontrol excesivo, corrección arbitraria, carácter escurridizo y
cinismo.

Las actitudes del carácter de sumisión, agresión y retraimiento, asociadas con las
defensas secundarias o soluciones auxiliares al conflicto constituyen lo que
Horney denominó una estructura protectora. Esta estructura está diseñada para
proporcionar un sentido de seguridad, por más falsas que sean sus bases, y los
medios para esquivar las amenazas para la imagen idealizada que una persona
tiene de sí misma.

Defensas que tienen un alto grato de relación con los mecanismos de defensa
planteados en su momento por Sigmund y Anna Freud, sin embargo, los
mecanismos planteados por ellos están diseñados para tratar directamente con los
impulsos del ello, mientras que las defensas de Horney estos sirven como una
forma de proteger a la persona, impidiéndole ver los defectos de su propio
carácter.

Para Horney el conflicto neurótico fundamental es la alienación del yo, un


distanciamiento personal que tiene sus raíces en el dominio de las necesidades
neuróticas y las estrategias de afrontamiento.

En la concepción de Horney, el yo real es el núcleo de la existencia de la persona


tal como ella lo percibe y tal vez lo desprecia; el yo ideal es una imagen glorificada
de lo que debería ser, una imagen que es imposible alcanzar; el yo verdadero es
la suma de las características objetivamente observables de la persona en un
momento en el tiempo.

Conceptualiza a los individuos neuróticos como el desarrollo de imágenes


idealizadas del yo, que, por lo general, están compuestas por una larga lista de
cosas que deberían ser. Hizo un gran trabajo sobre la tiranía del deber ser, que
provoca que la vida del neurótico se distorsione y quede restringida a una batalla
interminable por obtener lo humanamente imposible. Horney habla de la alienación
de la persona del yo real en intentos inútiles por identificarse con una imagen
idealizada y tirana del yo.

El individuo agresivo es hostil con las personas y trata de lograr el control y la


superioridad. El individuo desapegado se mantiene emocionalmente alejado de los
otros y muestra gran necesidad de privacía. En la persona normal, la autoimagen
idealizada se basa en una evaluación realista de las propias capacidades y metas.
Ayuda a alcanzar la autorrealización, esto es, el desarrollo y uso óptimo del
potencial. En la persona neurótica, la autoimagen idealizada se basa en una
evaluación irreal y equivocada de las propias capacidades.

La imagen que nos ofrece Horney de la naturaleza humana es más optimista que
la de Freud. Cada persona es única y no está condenada al conflicto. Las
influencias de la niñez son importantes, pero también las experiencias posteriores
contribuyen a moldear la personalidad. El fin supremo de la vida es la
autorrealización, o impulso innato a crecer, que se puede ver impedido o
favorecido por las fuerzas sociales.

Según Horney, es posible moldear y cambiar conscientemente la personalidad.


Los métodos de evaluación utilizados por dentro de su enfoque fueron la
asociación libre y el análisis de los sueños, y su método de investigación fue el
estudio de caso. Algunos psicólogos aprecian sus conceptos de las tendencias
neuróticas, la necesidad de seguridad, el papel de la ansiedad y la autoimagen
idealizada.

Las investigaciones apoyan varios aspectos de su teoría, algunos de ellos tales


como: las tendencias neuróticas, la psicología de la mujer, la tiranía de los
“debería” y la competitividad neurótica.

Sus aspectos teóricos tienen una noción mucho más amplia acerca de la neurosis
complementando la teoría psicoanalítica y brindando una nueva perspectiva
acerca de cómo la influencia de como los padres en los primeros años de vida
tienen gran repercusión a partir de desquitar la propia neurosis en ellos.
Bibliografía

C. Cloninger, S. (2003) Teorías de la Personalidad (3ª ed) México: Pearson


Educación.

S. Carver, C y F Sheier, M (2014) Teorías de la Personalidad (7ª ed) México:


Pearson Educación.

S. Dicaprio, N(1996) Teorías de la Personalidad (2ª ed) México: McGraw- Hill

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