Está en la página 1de 7

TEORÍAS DE LA PERSONALIDAD

Karen Horney

Al inicio de su carrera, Horney manifestó su desacuerdo con las ideas de Freud referentes a la
mujer. En 1922 empezó a trabajar en su versión personal de una psicología femenina y, en ese
mismo año, fue la primera mujer que presentó una ponencia sobre el tema en un congreso
internacional de psicoanálisis. Éste tuvo lugar en Berlín y estaba presidido por Sigmund Freud.
Horney fue muy crítica del concepto de envidia del pene porque, en su opinión, estaba basado en
una evidencia incorrecta (es decir, las entrevistas clínicas de mujeres neuróticas hechas por
Freud). Éste describió e interpretó este supuesto fenómeno desde el punto de vista masculino, en
un lugar y una época en que se veía a las mujeres como ciudadanos de segunda clase. Freud
sostenía que éstas eran víctimas de su anatomía y que jamás dejaban de envidiar ni de estar
resentidas con los hombres porque ellos tenían pene. También llegó a la conclusión de que
poseían un superyó poco desarrollado (a causa de conflictos edípicos no resueltos
adecuadamente) y una imagen corporal inferior, porque creían que eran hombres castrados.

Envidia del útero

Horney rebatió esas ideas afirmando que los hombres envidiaban la capacidad de la mujer para
procrear. Adoptó esta postura debido al placer que le procuró el nacimiento de sus hijas. Encontró
en los pacientes lo que llamó envidia del útero.
TEORÍAS DE LA PERSONALIDAD

Los varones desempeñan un papel tan pequeño en la creación de una vida nueva que deben
sublimar la envidia del útero y compensarla con creces intentando destacar en su trabajo. La
envidia del útero y el resentimiento concomitante se manifiestan inconscientemente en conductas
cuyo fi n es desacreditar y menospreciar a la mujer para reforzar su estado de inferioridad. Los
hombres conservan esta supuesta superioridad natural negando a las mujeres la igualdad de
derechos, reduciendo al mínimo la posibilidad de que aporten algo a la sociedad y restando
importancia a sus esfuerzos de logro. En este tipo de conductas típicamente masculinas está
latente un sentimiento de inferioridad que se origina en la envidia del útero. Horney no negó que
muchas mujeres se crean inferiores al hombre. Lo que cuestionó fue que, como decía Freud, esos
sentimientos tuvieran origen biológico. Aun cuando ellas se consideren menos en comparación
con los varones, lo experimentan por razones sociales y no por su condición de nacer mujer. Si
sienten que valen poco, se debe a que han sido tratadas como tales en las culturas dominadas por
los hombres. Tras tantas generaciones de discriminación social, económica y cultural, es
comprensible que muchas se vean bajo esta luz negativa.

La necesidad de seguridad durante la niñez En principio, Horney coincidía con Freud respecto de la
influencia que los primeros años de la niñez tienen para moldear la personalidad adulta. Sin
embargo, no coincidió con él en algunos aspectos concretos. Pensaba que los factores sociales de
la niñez, y no las fuerzas biológicas, son los que influyen en el desarrollo de la personalidad. No
existen etapas universales ni conflictos inevitables en la infancia. En cambio, el factor decisivo es la
relación social entre el menor y sus padres. Según Horney, la necesidad de seguridad predomina
en la niñez, entendida como la necesidad de sentirse seguro y la ausencia de miedo (Horney,
1937). La normalidad del desarrollo de la personalidad depende, en gran medida, de que el bebé
se sienta seguro y no sienta temor. Lo que determina la seguridad es el trato que le dan sus
padres. Cuando no le muestran ternura y amor, debilitan la seguridad o la impiden. Tal como le
sucedió a ella en la niñez. Sus padres eran poco cariñosos con Horney y, después, ella sería igual
con sus tres hijas. Estaba convencida de que los pequeños pueden soportar, sin un efecto nocivo
considerable, mucho de lo que se suele considerar traumático –como el destete abrupto, las
zurras esporádicas y hasta las experiencias sexuales prematuras–, siempre y cuando se sientan
queridos y amados y, por lo tanto, también seguros. Los padres de familia pueden actuar de
distintas formas que minan la seguridad de su hijo, provocando así la hostilidad. Algunas de estas
conductas son la preferencia evidente por uno de los hijos, los castigos injustos, las conductas
erráticas, las promesas rotas, y el ridiculizar, humillar y aislar al niño de sus compañeros. Según
Horney, el infante sabe si el amor de sus padres es auténtico. Las demostraciones y expresiones de
cariño falsas no lo engañan fácilmente. El niño puede sentir la necesidad de reprimir la hostilidad
que engendran las conductas que le hacen sentirse menos a causa de la indefensión, temor a los
padres, necesidad de amor verdadero o sentimientos de culpa. Horney concedió mucha
importancia a la indefensión infantil. Sin embargo, a diferencia de Adler, pensaba que no todos los
niños se sienten desvalidos, pero cuando sí se sienten así, eso los puede llevar a una conducta
neurótica. El hecho de que el menor se sienta desvalido depende de la conducta de los padres.
Éstos la estimulan si mantienen a sus hijos en un estado de dependencia excesiva. Cuanto más
indefenso se sienta un niño, tanto menos se atreverá a oponerse a sus padres o a rebelarse. Esto
TEORÍAS DE LA PERSONALIDAD

significa que reprimirá la hostilidad diciéndose: “Debo reprimir mi hostilidad porque te necesito.”
Es fácil lograr que el niño tema a sus padres por medio del castigo el maltrato y otras formas más
sutiles de intimidación. Cuanto mayor sea su temor, tanto más reprimirá su hostilidad. En este
caso, se dice a sí mismo: “Debo reprimir mi hostilidad porque me das miedo. Por paradójico que
parezca, el amor es otra razón por la cual se reprime la hostilidad contra los padres. En este caso,
éstos le dicen a su hijo cuánto le aman y se sacrifican por él, pero no expresan un afecto ni un
amor auténticos. El niño sabe que esas expresiones y conductas son un mal sustituto de la
seguridad y el amor verdadero, pero es todo lo que tiene. Debe entonces reprimir la hostilidad por
temor a perder incluso esas expresiones poco satisfactorias de cariño. La culpa también es una
razón por la cual el niño reprime la hostilidad. A menudo le hacen sentirse culpable de ella y
también de su rebeldía. Le hacen pensar que no merece nada, que es malvado o pecador porque
expresa o alberga resentimiento hacia sus padres. Cuanto más culpable se crea, tanto más
profundamente reprimirá la hostilidad. Esta hostilidad reprimida, debida a varias conductas de los
padres, socava la necesidad de seguridad en la niñez y se manifiesta en el estado que Horney
llamara ansiedad básica.

Ansiedad básica: la fuente de la neurosis Horney definió la ansiedad básica como “un sentimiento
creciente y generalizado de que uno está solo e indefenso en un mundo hostil” (Horney, 1937, p.
89). Es el origen de las neurosis posteriores y es inseparable de los sentimientos de hostilidad.
Independientemente de cómo expresemos la ansiedad básica, todos la sentimos de forma similar.
En palabras de Horney, “nos sentimos pequeños, insignificantes, desvalidos, abandonados y
expuestos en un mundo que trata de abusar de nosotros, de engañarnos, atacarnos, humillarnos y
traicionarnos” (1937, p. 92).

En la niñez procuramos protegernos de la ansiedad básica de cuatro maneras:

■ Ganándonos afecto y amor

■ Siendo sumisos

■ Conquistando poder

■ Alejándonos

Cuando el individuo consigue el afecto y el amor de otros, en realidad está diciendo: “Si me amas,
no me lastimarás.” Nos ganamos el afecto de otros por distintos caminos: haciendo lo que quiere
otro, tratando de sobornarlo o amenazándolo para que nos brinde su afecto. Ser sumiso para
protegerse implica que uno acate los deseos de una persona o de todas las que nos rodean. El
sumiso trata de no hacer algo que le pudiera ganar la enemistad de otros. No se atreve a criticarles
ni a ofenderles. Tiene que reprimir sus deseos personales y no se defi ende del abuso por temor a
enemistarse con los demás. Casi siempre se cree altruista y abnegado. Parecería que piensa: “Si
cedo, no me lastimarán.” Estas palabras describen la conducta que observó Horney hasta los ocho
o nueve años. Al conquistar poder sobre los demás, el individuo puede compensar la indefensión y
lograr la seguridad en razón del éxito o un sentimiento de superioridad. Estos individuos piensan
que el poder impedirá que alguien los dañe. Es una descripción de la niñez de Horney después de
que decidió esforzarse para tener éxito académico. Las tres técnicas de autoprotección tienen algo
TEORÍAS DE LA PERSONALIDAD

en común; es decir, la persona que aplica cualquiera de ellas está tratando de afrontar la ansiedad
básica por medio de la interacción con otros. La cuarta forma de protección implica alejarse, no de
forma física, sino psicológica. Esta persona trata de ser independiente, de no recurrir a nadie para
satisfacer sus necesidades internas o externas. Por ejemplo, alguien que acumula posesiones
materiales recurrirá a ellas para satisfacer sus necesidades externas. Por desgracia, la intensidad
de la ansiedad básica tal vez le impida disfrutarlas. Debe cuidarlas con sumo cuidado porque son
su única protección contra la ansiedad. La persona desapegada se independiza de las necesidades
internas o psicológicas alejándose de los otros, dejando de buscarles para satisfacer sus
necesidades emocionales. El proceso implica atenuarlas o reducirlas al mínimo. Al renunciar a esas
necesidades, evita que los demás la lastimen. El cuarto mecanismo de autoprotección que
propuso Horney persigue un único fi n: defenderse contra la ansiedad básica. Lleva a la persona a
buscar seguridad y tranquilidad, pero no felicidad ni placer. Es una defensa contra el dolor, pero
no una búsqueda de bienestar. La fuerza y la intensidad son otra característica de los mecanismos
de autoprotección. Horney pensaba que podían ejercer más presión que las necesidades sexuales
o que otras de orden fisiológico. Estos mecanismos tal vez disminuyan la ansiedad, pero el precio
suele ser el empobrecimiento de la personalidad. Muchas veces el neurótico busca la seguridad y
la protección no sólo por medio de uno de los mecanismos, y la incompatibilidad de éstos sienta
las bases para otros problemas. Por ejemplo, la necesidad de obtener poder y ganarse el afecto de
otros podrían impulsar a una persona. Quizá quiera someterse a otros, al mismo tiempo que desea
tener más poder sobre ellos. Estas incompatibilidades no tienen solución y pueden llevar a
conflictos más graves.

Necesidades y tendencias neuróticas

Horney pensaba que cualquiera de los mecanismos de autoprotección puede llegar a ser una parte
tan permanente de la personalidad que adopta las características de un impulso o necesidad que
determina la conducta del individuo. Hizo una lista de 10 de estas necesidades y las llamó
necesidades neuróticas, porque representan soluciones irracionales para los problemas de uno y
son:

1. Afecto y aprobación

2. Una pareja dominante

3. Poder

4. Explotación

5. Prestigio

6. Admiración

7. Logro o ambición

8. Autosuficiencia

9. Perfección
TEORÍAS DE LA PERSONALIDAD

10. Límites estrechos para la vida

Las necesidades neuróticas abarcan las cuatro formas que usamos para protegernos de la
ansiedad. La de ganarse cariño se expresa en la necesidad neurótica de afecto y aprobación. La de
ser sumiso incluye la necesidad neurótica de una pareja dominante. La de obtener poder se
relaciona con las necesidades de poder, explotación, prestigio, admiración y logro o ambición. La
de alejamiento comprende las necesidades de autosuficiencia, perfección y límites estrechos para
la vida. Horney señaló que todos manifestamos cierta medida de estas necesidades. Por ejemplo,
en algún momento de la vida buscamos el afecto o el logro. Ninguna de las necesidades es
anormal ni neurótica en el sentido común del término. Lo que hace que sean neuróticas es una
búsqueda intensa y compulsiva de su satisfacción como única vía para resolver la ansiedad básica.
El hecho de satisfacerlas no nos ayudará a sentirnos seguros; tan sólo reafirmará el deseo de no
sentir el malestar que nos produce la ansiedad. Además, cuando tratamos de satisfacerlas tan sólo
para superar la ansiedad, propendemos a concentrarnos en una sola de ellas y buscamos
compulsivamente su satisfacción en todas las situaciones.

En sus escritos posteriores, Horney reformuló la lista de necesidades (Horney, 1945). Basándose
en el trabajo con sus pacientes, llegó a la conclusión de que se podían agrupar en tres categorías,
cada una indicativa de las actitudes del individuo hacia su persona y hacia otros, y llamó
tendencias neuróticas a las categorías de la dirección de este movimiento. Dado que las
tendencias neuróticas evolucionan a partir de los mecanismos de autoprotección y los
perfeccionan, es posible encontrar similitudes con nuestras descripciones anteriores. Las
tendencias neuróticas implican actitudes y conductas compulsivas; es decir, el neurótico siente el
impulso de comportarse de acuerdo con una de las tendencias neuróticas por lo menos. También
las manifiesta indiscriminadamente en cualquier tipo de situación. Las tendencias neuróticas son:

■ Movimiento hacia otras personas (personalidad complaciente).

La personalidad complaciente Los individuos que tienen una personalidad complaciente exhiben
actitudes y conductas que reflejan su deseo de acercarse a otros: una necesidad intensa y
permanente de afecto y aprobación, la necesidad de ser amado, deseado y protegido. Manifiestan
estas necesidades a todo el mundo, pero por lo general necesitan a alguien dominante, como un
amigo o cónyuge, que se haga cargo de su vida y les brinde protección y guía. Los individuos
complacientes manipulan a otros, especialmente a su pareja, con el propósito de alcanzar sus
metas. Se comportan de modo que otros consideran atractivo o cariñoso. Por ejemplo, pueden
parecer demasiado considerados, agradables, solidarios, comprensivos y sensibles a las
necesidades ajenas. Estos individuos se preocupan por estar a la altura de las expectativas y los
ideales de otros y se portan de modo que los perciban como altruistas y generosos. En su trato
social, son conciliadores y anteponen los deseos de otros a los suyos. Están dispuestos a asumir la
culpa y a ser deferentes, sin mostrarse asertivos, críticos o exigentes. Hacen lo que requiera la
situación, según su interpretación, con tal de ganarse el afecto, la aprobación y el amor. Su actitud
hacia sí mismos siempre es de indefensión y debilidad. Horney sugirió que los complacientes están
diciendo: “Mírame. Soy tan débil y desvalido que debes protegerme y quererme.” En
consecuencia, consideran superiores a los demás y se creen inferiores aun cuando inclusive son
evidentemente competentes. Dado que su seguridad depende de las actitudes y el
TEORÍAS DE LA PERSONALIDAD

comportamiento de otros hacia ellos, se vuelven demasiado dependientes, necesitan la


aprobación de los demás y que constantemente los tranquilicen. Todo indicio de rechazo –real o
imaginario– les produce verdadero terror y provoca que se esfuercen más para recuperar el afecto
de la persona que piensan que les ha rechazado. El origen de estas conductas es una hostilidad
reprimida. Horney encontró que los individuos complacientes tienen profundos sentimientos
reprimidos de desafío y venganza. Desean controlar, explotar y manipular a los demás, justo lo
contrario de lo que expresan sus conductas y actitudes. Dado que deben reprimir sus impulsos
hostiles, se han vuelto obsequiosos y siempre están dispuestos a agradar sin pedir nada a cambio.

■ Movimiento en contra de otras personas (personalidad agresiva).

Los individuos que tienen una personalidad agresiva se dirigen contra otros. En su universo, todo
el mundo es hostil y sólo sobrevive el más apto y astuto. La vida es una selva donde la supremacía,
la fuerza y la fiereza son las virtudes más importantes. Aun cuando su motivación es igual a la del
tipo complaciente, estos individuos jamás muestran miedo al rechazo para aliviar la ansiedad
básica. Actúan como personas rudas y dominantes, sin la menor consideración por los demás. Para
conseguir el control y la superioridad que les resultan tan vitales para su existencia, se sienten
obligados a alcanzar siempre altos niveles de desempeño. Cuando destacan y reciben
reconocimiento, disfrutan la satisfacción de que otros confirmen su superioridad. Dado que el
deseo de superar a otros mueve a los individuos agresivos, éstos juzgan todo en función del
beneficio que obtendrán de la relación. No tratan de ser conciliadores, sino que discuten, critican,
exigen y hacen lo que sea con tal de lograr y retener la superioridad y el poder. Se esfuerzan al
máximo por ser los mejores; por lo tanto, podrían ser muy exitosos en su carrera profesional, a
pesar de que el trabajo no les procure una satisfacción intrínseca. Como todo en la vida, el trabajo
es un medio para alcanzar un fi n, y no un fi n en sí mismo.

■ Movimiento para alejarse de otras personas (personalidad desapegada).

Los individuos que tienen una personalidad desapegada se alejan de los demás para mantener una
distancia emocional. No deben amar a otros, odiarles ni cooperar con ellos, y tampoco se
comprometen de forma alguna. A efecto de lograr el desapego total, procuran volverse autosufi
cientes. Para poder funcionar como una personalidad sin apegos, tienen que depender de sus
propios recursos, los cuales deben estar bien desarrollados. Los individuos desapegados sienten
un deseo, casi desesperado, de privacía. Necesitan estar solos el mayor tiempo posible y les
molesta compartir hasta una experiencia tan sencilla como escuchar música. La necesidad de
independencia les hace ser muy sensibles a cualquier intento de influir en ellos, de coacción o de
imposición. Evitan toda clase de restricciones: programas y horarios, compromisos a largo plazo –
como matrimonio o hipotecas– y a veces hasta la presión de un cinturón o una corbata. Desean
sentirse superiores, pero no en el sentido de una personalidad agresiva. Como no pueden
competir con otros por la superioridad, porque ello significaría convivir con ellos, piensan que su
grandeza merece reconocimiento automático, sin que ellos luchen o hagan el menor esfuerzo. Una
manifestación de este sentimiento de superioridad es la idea de que uno es único, que es
diferente y que se cuece aparte. Los individuos que tienen una personalidad desapegada reprimen
TEORÍAS DE LA PERSONALIDAD

o niegan todo sentimiento por otros, particularmente los de amor y odio. La intimidad ocasionaría
conflictos y es preciso evitarla. Debido a esta restricción de sus emociones, conceden gran
importancia a la razón, la lógica y la inteligencia. Seguramente han advertido una semejanza entre
los tres tipos de personalidad propuestos por Horney y los estilos de vida de la teoría adleriana de
la personalidad. La personalidad complaciente se parece al tipo inclinado a recibir de Adler; la
personalidad agresiva al tipo dominante o autoritario, y la personalidad complaciente al tipo
evasivo. Éste es un ejemplo más de cómo las ideas de Adler influyeron en explicaciones
posteriores de la personalidad.

También podría gustarte