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En la visión profética de Jeremías, Dios compara su palabra con “un martillo que despedaza la
roca” (Jr, 23:29). Y el Talmud comenta: “Tal cual la roca que se parte en muchos fragmentos
bajo el golpe del martillo, así cada palabra del Santísimo, bendito sea, fue dividida en setenta
expresiones” (B. Shabat, 83b) – una multiplicidad de significados e interpretaciones. Por esta
razón, dice el Midrash que “la Torah (2) tienen setenta caras (facetas) (Midrash Rabá, Numero,
13:15).
Muchos intérpretes creen que el padre acabó de morir o estaba para morir. En ese caso, el
candidato a discípulo pedía sincero permiso para ofrecer al cadáver del padre la bendición de
la sepultura. A la hora de sepultar a los padres era considerado un deber religioso de los judíos,
una especie de extensión del mandamiento “honrar padre y madre” (Génesis, 50:5; Éxodo,
2012; Deuteronomio, 5:16; Tobías, 4:3-4). De ese deber estaban exentos solamente el sumo
sacerdote y aquellos que hicieron el voto de nazareno. (Levítico, 21:10-11; Números, 6:6-7).
No ser sepultado era una maldición, una vergüenza (Deuteronomio, 28:26; Salmos, 79:2),
razón por la cual el deber del sepultamiento tenia primacía sobre el estudio de la Ley, el
servicio del Templo, el sacrificio de la Pascua, la observancia de la circuncisión, el recitado del
Shemá y la lectura de la Megillah (B. Berakhot 3a; B. Megillah 3b). Hasta los sacerdotes que
deberían evitar la contaminación del contacto con cadáveres, tenían permiso para sepultar a
sus padres. (Levítico, 21:2-3).
Jesús redefine el núcleo familiar sobre las bases de la obediencia a la voluntad de Dios, y no
sobre los lazos sanguíneos (Mateo, 12:46 -50), advirtiendo que el discipulado es duro, y exige
un compromiso absoluto y permanente. Allan Kardec resume magistralmente esa idea:
Sin discutir las palabras, es preciso buscar aquí el pensamiento, que evidentemente era éste:
“Los intereses de la vida futura sobrepujan a todos los intereses y a todas las consideraciones
humanas”, porque está de acuerdo con el fondo de la doctrina de Jesús, mientras que la idea
de renunciar a la familia sería la negación. (4)
Los comentaristas orientales, a su vez, considerando los aspectos culturales del texto, hacen
observaciones interesantes. Ibn al-Salibi comenta: Déjame ir a sepultar significa: déjame ir a
servir a mi padre dado que el está vivo; después que muera, yo lo sepultare y vendré. (5) La
misma idea es presentada por el comentarista árabe Sa’id: (…) El segundo (discípulo) está
mirando para un futuro lejano, pues aplaza su decisión de seguir a Jesús para un tiempo
posterior a la muerte de su padre (…) ¿Si su padre estuviese realmente muerto, por qué en
aquel exacto momento no estaba velando al cuerpo del padre? (…) En verdad, el pretende
dejar el asunto de seguir a Jesús, para un futuro distante, cuando su padre, viejo muriese. Mal
sabe, que Jesús, dentro de muy poco tiempo entregará su espíritu (…) (6).
Kenneth Bailey, después de haber vivido 47 años en comunidades agrícolas de Oriente Medio,
investigando los aspectos culturales y literarios que están por detrás de los textos del Nuevo
Testamento, afirma: (…) La frase “enterrar al padre”, es una expresión idiomática tradicional
que se refiere específicamente a los deberes del hijo de quedar en casa y cuidar de sus padres
hasta que ellos yazcan en paz, para descansar con todo el respeto.
Este escritor escuchó exactamente esta expresión siendo usada repetidamente entre los
habitantes del Oriente Medio discutiendo sobre la emigración. En cierto punto de la
conversación alguien preguntó: “¿Usted no va a sepultar primero a su padre? La persona que
pregunta generalmente se está dirigiendo al futuro emigrante, que tiene cerca de treinta años
de edad. Generalmente, el padre en discusión aun debe tener cerca de veinte años para vivir.
La idea es: “¿Usted no va a quedarse hasta cumplir el deber tradicional de tomar cuenta de sus
padres hasta su muerte, y después pensar en emigrar?”Otros coloquialismos expresan la
misma idea cultural.
En la lengua siria coloquial de aldeas aisladas de Siria y de Irak, cuando un hijo rebelde procura
reafirmar su independencia en relación a su padre, la reprensión final y contundente del padre
es: kabit di gurtly (“Tu quieres enterrarme”) La idea es: “Tu quieres que yo me apresure a
morir para que mi autoridad sobre ti termine, y estés por tu propia cuenta” (…). Aquí estamos
tratando de expectativas de la comunidad, que pueden ser mal traducidas en términos
occidentales (…)
El recluta al margen del camino está diciendo: “Mi comunidad me hace ciertas exigencias, y la
fuerza de esas exigencias es muy grande. ¿Ciertamente, usted no espera que frustre las
expectativas de mi comunidad, no es así?” No obstante, es exactamente esto lo que Jesús
solicita (…) (7).
Observando esa segunda “cara” de la interpretación del texto, concluimos que el candidato a
discípulo pedía mucho más tiempo que lo necesario para el sepultamiento. En verdad
prorrogaba el compromiso por tiempo indeterminado. Sin embargo, la respuesta de Jesús
engloba las dos situaciones expuestas en la primera “faceta” y en la segunda “faceta” de la
interpretación. El sentido de prioridad, urgencia y dedicación exigidas por el llamamiento del
Cristo permanece intacto en las dos comprensiones.
Allan Kardec, al comentar los versículos en estudio (Lucas, 9:59- -60), aseveró: La vida
espiritual es la vida verdadera, es la vida normal del Espíritu; su existencia terrestre sólo es
transitoria y pasajera; es una especie de muerte comparada al esplendor y a la actividad de la
vida espiritual. El cuerpo no es otra cosa que una vestidura grosera que reviste
momentáneamente al Espíritu, verdadera cadena que lo sujeta a la gleba de la Tierra, y de la
cual se siente feliz de estar libre. (…) Esto es lo que aquel hombre no podía comprender por sí
mismo; Jesús se lo enseña diciendo: No os inquietéis con el cuerpo; pensad antes en el
Espíritu; id a enseñar el reino de Dios; id a decir a los hombres que su patria no está en la
Tierra, sino en el cielo, en donde se encuentra la verdadera vida. (8)
(1) BAILEY, Kenneth E. Through peasant eyes. Michigan: Eerdmans Publishing Company, 1983.
Preface, p. 7.
(2) Torah, en sentido amplio, significa la “revelación divina”. En sentido estricto, significa el
pentateuco mosaico, o sea, los cinco primeros libros de la Biblia hebraica.
(3) Jeremías, Joaquín. Teología del nuevo testamento. São Paulo: Editora Hagnos, 2008. Cap.
IV, p. 208.
(4) Kardec Allan. El evangelio según el espiritismo. 127. ed. Rio de Janeiro: FEB, 2007. Cap.
XXIII, ítem Abandonar padre, madre e hijos.
(5) BN AL-SALIB, apud BAILEY, Kenneth E. Through peasant eyes. Combined Edition. Michigan:
Eerdmans Publishing Company, 1983. Chapter 2, p. 26.
(6) SA’ID, apud BAILEY, Kenneth E. Through peasant eyes. Combined Edition. Michigan:
Eerdmans Publishing Company, 1983. Chapter 2, p. 26.
(8) KARDEC, Allan. El evangelio segundo el espiritismo. 127. ed. Rio de Janeiro: FEB, 2007. Cap.
XXIII, item 8.
(9) XAVIER, Francisco Cândido. Fuente viva. Por el Espíritu Emmanuel. 36. ed. 1a reimpresión.
Rio de Janeiro: FEB, 2008.Cap. 143.
(10) Pan nuestro. Por el Espíritu Emmanuel. 29. ed. Rio de Janeiro: FEB, 2007. Cap. 42.
Revista “Reformador”