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LA CIRCUNCISIÓN
Dios añadió a Abraham: "Tú guarda el pacto que hago contigo y tus
descendientes futuros. Este es el pacto que hago con vosotros y con tus
descendientes futuros y que habéis de guardar: Circuncidad a todos
vuestros varones; circuncidaréis el prepucio y será una señal de mi pacto
con vosotros. A los ocho días de nacer, todos vuestros varones de cada
generación serán circuncidados; también los esclavos nacidos en casa o
comprados a extranjeros que no sean de vuestra raza. Circuncidad a los
esclavos nacidos en casa o comprados. Así llevaréis en la carne mi pacto
como pacto perpetuo. Todo varón incircunciso que no ha circuncidado su
prepucio será apartado de su pueblo por haber quebrantado mi pacto".
También Dios dijo a Abraham: "Saray, tu mujer, ya no se llamará Saray,
sino Sara". (...) Entonces Abraham tomó a su hijo Ismael, a los esclavos
nacidos en casa o comprados, a todos los varones de la casa de Abraham,
y los circuncidó aquel mismo día, como se lo había mandado Dios. Abraham
tenía noventa y nueve años cuando se circuncidó; Ismael tenía trece
cuando se circuncidó (Gen 17, 9-15.23-25).
EL SÁBADO
Manda "fíjate en el sábado para santificarlo" (Ex 20, 8); "durante seis días
trabaja y haz tus tareas, pero el día séptimo es un día de descanso,
dedicado al Señor, tu Dios" (Ex 20, 9-10). Acordarse de ese día, no solo
conmemorarlo, sino revivir y recordar lo que el Señor hizo en el séptimo día
cuando dejó su puesto al otro, a quien apenas había creado "a su imagen; a
imagen de Dios" (Gen 1, 27). Esto significa comportarse como Él, como sus
verdaderos hijos. La consecuencia lógica de tal imitación de Dios es que el
padre de familia, al que se dirige el mandamiento, se comportará como el
Señor con todos los miembros de su casa, comenzando por sí mismo: "No
harás trabajo alguno, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu esclava, ni
tu ganado, ni el inmigrante que viva en tus ciudades" (Ex 20,10). En vez de
tratar a su hijo y su hija como esclavos, haciéndolos trabajar siete días
sobre siete, el padre de familia tratará a su siervo y a su sierva como a sus
propios hijos, renunciando a ocupar la totalidad del tiempo para el trabajo y
reconociendo a cada uno su espacio de reposo y respiro, que los hará
hombres libres, como él. En ese día ninguno--ni siquiera los animales, ni los
no judíos residentes en la tierra de Israel--serán sometidos a cualquier
forma de esclavitud. Porque el Señor, Dios de Israel, es "un Dios celoso", un
Dios celoso de la libertad del hombre, contra la que ninguno podrá atentar.
LA KASHERUT
EL TEMPLO
Lo mismo se debe decir para otra institución de Israel: el templo. Toda la
superficie del país es entregada en heredad a los hijos de Israel, para que la
cultiven y aprovechen los frutos de las viñas, higueras y olivos que planten.
Se trata de toda la tierra de Israel, excepto una pequeñísima parte que será
consagrada al totalmente Otro, al Señor. Ese espacio restringido será donde
se construya el templo. Si el sábado es la circuncisión del tiempo, el templo
es la circuncisión del espacio.
LA CRUZ DE CRISTO
"El escándalo de la cruz" es, justamente, el hecho inaudito que hace que la
renuncia a la totalidad y a la omnipotencia haya podido llegar hasta ese
punto: "Porque los judíos piden señales, los griegos buscan sabiduría,
mientras que nosotros anunciamos un Mesías crucificado, escándalo para
los judíos, locura para tos paganos; pero para los llamados, judíos y
griegos, un Mesías que es fuerza y sabiduría de Dios" (1 Cor 1,22-24). Es
justamente esto lo que llamamos, con una palabra mutada del griego,
kénosis, que significa "vaciarse de sí mismo". Es lo que expresa, en un
lenguaje poético, el himno a los Filipenses:
... el cual, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de ser igual a Dios;
sino que se vació de sí y tomó la condición de esclavo, haciéndose
semejante a los hombres. Y mostrándose en figura humana se humilló, se
hizo obediente hasta la muerte, una muerte en cruz. Por eso Dios lo exaltó y
le concedió un nombre superior a todo nombre, para que, ante el nombre de
Jesús, toda rodilla se doble, en el cielo, la tierra y el abismo; y toda lengua
confiese para gloria de Dios Padre: ¡Jesucristo es Señor! (Fil 2,6-11).
Mirad qué letras tan grandes, escritas con mi propia mano. Los que quieren
hacer buena figura en lo exterior son los que os obligan a circuncidaros; lo
hacen solo para no ser perseguidos a causa de la cruz del Mesías. Pues ni
los mismos circuncidados observan la ley; pero quieren circuncidaros para
gloriarse de someteros al rito corporal. Lo que es a mí, Dios me libre de
gloriarme, si no es de la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por el cual el
mundo está crucificado para mí y yo para el mundo. Nada importa estar o
no estar circuncidado; lo que cuenta es una nueva criatura. Paz y
misericordia para cuantos siguen esta norma, el Israel de Dios. En adelante,
que nadie me añada fatigas, pues llevo en mi cuerpo las marcas de Jesús.
Hermanos, la gracia de nuestro Señor Jesucristo permanezca con vosotros.
Amén (Gal 6,11-18).
REFERENCIAS: