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Lección: Levítico Cap. 25, Versículos 44 al 49. Así tu esclavo como tu esclava que tuvieres, serán de las gentes que
están en vuestro alrededor; de ellos podréis comprar esclavos y esclavas. También podréis comprar de los hijos de los
forasteros que viven entre vosotros, y de las familias de ellos nacidos en vuestra tierra, que están con vosotros, los cuales
podréis tener por posesión. Y los podréis dejar en herencia para vuestros hijos después de vosotros, como posesión
hereditaria; para siempre os serviréis de ellos; pero en vuestros hermanos los hijos de Israel no os enseñorearéis cada uno
sobre su hermano con dureza. Si el forastero o el extranjero que está contigo se enriqueciere, y tu hermano que está junto
a él empobreciere, y se vendiere al forastero o extranjero que está contigo, o a alguno de la familia del extranjero; después
que se hubiere vendido, podrá ser rescatado; uno de sus hermanos lo rescatará. O su tío o el hijo de su tío lo rescatará, o
un pariente cercano de su familia lo rescatará; o si sus medios alcanzaren, él mismo se rescatará.
Referencias Bíblicas: «como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate
por muchos.» (Mateo 20.28).
Rescate. Lutron: Del verbo Luo, desatar. La palabra significa una liberación de la esclavitud o la cautividad por medio
del pago de un determinado precio. El pecado exige una expiación, un precio que hay que pagar a causa de la pena de
muerte que pesa sobre nosotros. Jesús nos regalo un rescate universal (para muchos) de naturaleza vicaria. Lutron define
el precio que se pagó para cancelar nuestra deuda.
«aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo, quien
se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas
obras.» (Tito 2:13-14).
«De otra manera le hubiera sido necesario padecer muchas veces desde el principio del mundo; pero ahora, en la
consumación de los siglos, se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el
pecado. Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio, así
también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con
el pecado, para salvar a los que le esperan.» (Hebreos 9:26 al 28).
Texto: «Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate
por muchos.» (San Marcos 10:45.).
Comentario del texto áureo: De hecho, este es el pensamiento mismo que Jesús resalta, al continuar: [45]. Porque
aún el Hijo del Hombre no vino para ser servido sino para servir y dar su vida en rescate en lugar de muchos.
Estudio bíblico I.E.P. Autor hermano Roberto Saldías Roa; https://estudiobiblicotiquico.wordpress.com; WhatsApp +5676426950; correo electrónico rsaldiasroa@gmail.com 1
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Cf. Mt. 20:28. Con toda propiedad, ésta ha sido considerada como una de las expresiones más preciosas de Cristo. La
expresión “porque aún el Hijo del Hombre” apunta claramente a la humillación de Cristo en sustitución de su pueblo y para
bien del mismo. Los creyentes deben vivir motivados por este ejemplo. Él es “el Hijo del Hombre”, en cumplimiento de la
profecía de Daniel 7:14. Para un estudio detallado de la frase “Hijo del Hombre”, véase sobre 2:10 y Mt. 8:20. En sí mismo
y desde la eternidad, él es el todo Glorioso. Sin embargo, se ha humillado; se ha encarnado, y esto no con el propósito de
ser servido, sino de servir (véase también sobre 2:17; estúdiense 2 Co. 8:9; Fil. 2:5–8; y véase NT sobre 1 Ti. 1:15).
El Hijo del Hombre tenía el propósito de servir dando “su vida en rescate por muchos”. Aquí la traducción correcta sería
“en lugar de” o “a cambio de”. El pasaje es una prueba clara de la expiación vicaria. El rescate era originalmente el precio
que se pagaba para liberar a un esclavo. Lo que Jesús está diciendo, entonces, es que él vino al mundo para dar su vida—
es decir, darse a sí mismo (véase 1 Ti. 2:6)—a cambio de muchos. El concepto de la muerte de Cristo en la cruz como el
precio pagado, precio mucho más precioso que la plata o el oro, se halla también en 1 P. 1:18, 19. Cf. con Ex. 30:12; Lv.
1:4; 16:15, 16, 20–22; Nm. 3:40–51; Sal. 49:7, 8; 1 Co. 6:20; 7:23; Gá. 3:13; 4:5; 1 Ti. 2:5, 6; 2 P. 2:1; Ap. 5:6, 12; 13:8;
14; 3, 4.
La frase “en rescate por muchos” es probablemente un eco de Isaías 53:11, según indica toda la fraseología
circundante. En realidad, en Isaías 53 predomina la idea de sustitución: véase los versículos 4, 5, 6, 8, y 12 (véase también
Mt. 26:28). Es, por supuesto, perfectamente cierto que este rescate “en lugar de” y “a cambio de” muchos, indica de
inmediato que este beneficio llega y es suficiente para los muchos. Las dos ideas “en lugar de” y “en beneficio de” se
combinan en una. ¿Cómo podríamos concebir, ni siquiera por un instante, la idea de que un rescate “en lugar de” muchos
no es para el bien de ellos? Además, el contexto mismo afirma de manera muy clara que por medio de este rescate, el Hijo
del Hombre sirve a los muchos. Les rescata de la ruina más grande imaginable, a saber, la maldición de Dios sobre el
pecado; y derrama sobre ellos la dicha más maravillosa imaginable, a saber, aquellas bendiciones de Dios para el alma y el
cuerpo, y esto por toda la eternidad. Véanse Is. 53:10; Ro. 4:25; 2 Co. 5:20, 21; Tit. 2:14; 1 P. 1:18, 19.
La frase “en lugar de muchos” es de suma importancia. No dice en lugar de todos sino en lugar de muchos. La identidad
de estos “muchos” se ve claramente en pasajes tales como Is. 53:8; Mt. 1:21; Jn. 10:11, 15; 17:9; Ef. 5:25; Hch. 20:28;
Ro. 8:32–35. Pero también se ha de entender: no en lugar de unos pocos sino de muchos, sin distinción alguna de raza,
nacionalidad, clase, edad, sexo, etc. (Ro. 10:12, 13; 1 Co. 7:19; Gá. 3:9, 29; Ef. 2:14, 18; Col. 3:11). Las buenas nuevas
de salvación mediante el rescate pagado por Cristo para todos los que creen (Mr. 10:45; Jn. 3:16; 2 Co. 5:20, 21) han de
ser proclamadas a todos. Debe quedar en claro para todos que Dios no se deleita en la muerte del impío, pero sí se regocija
cuando el impío se torna de sus malos caminos y vive en la verdad (Lm. 3:33; Ez. 18:23, 32; 33:11; Os. 11:8).
Hay que subrayar que la fraseología misma del pasaje (“dar su vida en rescate”, Mr. 10:45) indica que la muerte de
Cristo por los suyos ha de considerarse como un sacrificio voluntario. No fue algo impuesto al Mediador. Dio su vida por
decisión propia. Véase nuevamente Jn. 10:11, 15. Este hecho da a su muerte un valor expiatorio.
Por último, el precio del rescate no fue pagado (como sostuvo Orígenes) a Satanás, sino al Padre (Ro. 3:23–25), quien
también, junto con el Hijo y el Espíritu Santo, dio los pasos necesarios para la salvación de su pueblo (Jn. 3:16; 2 Co. 5:20,
21).
No se debe pasar por alto el contexto. En Marcos 10:45, Jesús está enseñando que aquella disposición suya para
humillarse a sí mismo hasta el punto de dar su vida en rescate por muchos, debe reflejarse en los Doce y en todos sus
seguidores. En su modesto grado y forma, cada seguidor de Cristo debe, por la gracia de Dios, mostrar este amor a otros.
1er Titulo: Esclavitud en tiempos Bíblicos, figura de la esclavitud del pecado. Versículos 44 y 45. Así tu esclavo
como tu esclava que tuvieres, serán de las gentes que están en vuestro alrededor; de ellos podréis comprar esclavos y
esclavas. También podréis comprar de los hijos de los forasteros que viven entre vosotros, y de las familias de ellos nacidos
en vuestra tierra, que están con vosotros, los cuales podréis tener por posesión. (Léase: San Juan 8:32 y conoceréis la
verdad, y la verdad os hará libres. y 36. Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres; ▬ Romanos 6:17 y
18. Pero gracias a Dios, que, aunque erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquella forma de doctrina
a la cual fuisteis entregados; y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia.).
Referencias Bíblicas: Trafico de hombres: «Entonces uno de los doce, que se llamaba Judas Iscariote, fue a los
principales sacerdotes, y les dijo: ¿Qué me queréis dar, y yo os lo entregaré? Y ellos le asignaron treinta piezas de plata. Y
desde entonces buscaba oportunidad para entregarle». (Mateo 26.15).
«Y los mercaderes de la tierra lloran y hacen lamentación sobre ella, porque ninguno compra más sus
mercaderías; mercadería de oro, de plata, de piedras preciosas, de perlas, de lino fino, de púrpura, de seda, de escarlata,
de toda madera olorosa, de todo objeto de marfil, de todo objeto de madera preciosa, de cobre, de hierro y de mármol; y
canela, especias aromáticas, incienso, mirra, olíbano, vino, aceite, flor de harina, trigo, bestias, ovejas, caballos y carros, y
esclavos, almas de hombres.» (Apo. 18:11-13).
«Entonces Judá dijo a sus hermanos: ¿Qué provecho hay en que matemos a nuestro hermano y encubramos su
muerte? Venid, y vendámosles a los ismaelitas, y no sea nuestra mano sobre él; porque él es nuestro hermano, nuestra
propia carne. Y sus hermanos convinieron con él. Y cuando pasaban los madianitas mercaderes, sacaron ellos a José de la
cisterna, y le trajeron arriba, y les vendieron a los ismaelitas por veinte piezas de plata. Y llevaron a José a Egipto.» (Genesis
37:26 al 28).
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Comentario de San Juan 8:32. Si vosotros permanecéis en mi palabra, sois verdaderamente mis discípulos;
y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. Se permanece en la palabra de Cristo cuando se hace de ella la
norma para la vida. En otras palabras, obediencia es lo mismo que permanecer en la palabra. Esto lo hace a uno discípulo
verdadero de Jesús y lleva al conocimiento genuino de la verdad (la revelación especial de Dios que tiene su médula y
centro en la obra de Cristo). Este conocimiento, nacido en la revelación y la experiencia, libera a la persona. En cuanto al
significado de las dos palabras griegas más comunes para conocer, véase sobre 1:10, 31; 3:11; 8:28. Jesús mismo comenta
lo que significa libertad. Se es libre cuando el pecado no lo domina a uno, y cuando la palabra de Cristo domina el corazón
y la vida (versículos 34, 35, 37). Se es libre, por consiguiente, no cuando se puede hacer lo que se quiere, sino cuando se
desea y puede hacer lo que se debe hacer. Véase también sobre 7:17, 18 (exposición del orden de los elementos en la
experiencia cristiana).
[35, 36]. Ahora bien, el esclavo no queda en la casa para siempre; pero el hijo sí queda para siempre. Así
que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres. Jesús ha descrito a sus enemigos como esclavos en
cadenas, carentes de verdadera libertad. Ahora—cambiando ligeramente la metáfora—describe otro aspecto de esta
condición de esclavitud: el esclavo puede disfrutar de los privilegios de la casa del amo por un tiempo, pero no para siempre.
Puede ser despedido o vendido en cualquier momento. Los judíos, quienes se jactan de ser descendientes de Abraham,
deben tener presente esto. Ha terminado la antigua dispensación con sus privilegios especiales para Israel. Los verdaderos
hijos de Abraham permanecerán en la casa de éste y disfrutarán de los privilegios de la misma permanentemente, pero los
esclavos de Abraham (piénsese en Agar, y cf. Gá. 4:21–31) serán expulsados. Sólo el hijo disfruta de libertad. Si, por
consiguiente, el Hijo de Dios—véase sobre 1:14—los hace libres, serán realmente libres. ¡La frase condicional hace recaer
la responsabilidad sobre ellos, pero la acción (de liberar) sobre él! La expresión verdaderamente libres se refiere
probablemente al hecho de que la libertad que Cristo da es la única libertad real:
▬ a. Es libertad de la esclavitud del pecado, en contraste con la libertad en la cual pensaban los judíos (tales como libertad
de la esclavitud a ídolos, libertad de las tinieblas del politeísmo pagano).
▬ b. Es siempre libertad y algo más. Cuando al acusado se le declara no culpable, es libre. Pero el juez o el emancipador
no adopta, por lo general, a la persona libre como a su propio hijo. Mas, cuando el Hijo libera, la persona es libre de verdad,
regocijándose en la gloriosa libertad de la filiación. ¿Y cómo libera el Hijo? Respuesta: véase 18:12; cf. Is. 53:5; 2 Co. 3:17;
Gá. 4:6, 7.
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justificación (declarada correcta ante Dios) y la santificación (hecha justa y santa [v. 19] por el Espíritu): vivimos en este
nuevo estado y realidad espiritual en nuestra conducta diaria.
2° Titulo: Llamado de Dios a un trato digno y fraterno hacia el oprimido. Versículo 46. Y los podréis dejar en
herencia para vuestros hijos después de vosotros, como posesión hereditaria; para siempre os serviréis de ellos; pero en
vuestros hermanos los hijos de Israel no os enseñorearéis cada uno sobre su hermano con dureza. (Léase: Job 31:13 al
15. Si hubiera tenido en poco el derecho de mi siervo y de mi sierva, Cuando ellos contendían conmigo, ¿Qué haría yo
cuando Dios se levantase? Y cuando él preguntara, ¿qué le respondería yo? El que en el vientre me hizo a mí, ¿no lo hizo
a él? ¿Y no nos dispuso uno mismo en la matriz?).
Referencias Bíblicas: sobre la opresión prohibida.
«Si opresión de pobres y perversión de derecho y de justicia vieres en la provincia, no te maravilles de ello; porque sobre
el alto vigila otro más alto, y uno más alto está sobre ellos.» (Eclesiastés 5:8).
«El que oprime al pobre afrenta a su Hacedor; Mas el que tiene misericordia del pobre, lo honra» (Proverbios14:31).
«No oprimirás al jornalero pobre y menesteroso, ya sea de tus hermanos o de los extranjeros que habitan en tu tierra
dentro de tus ciudades» (Deuteronomio 24:14).
«No confiéis en la violencia, Ni en la rapiña; no os envanezcáis; Si se aumentan las riquezas, no pongáis el corazón en
ellas.» (Salmo 62.10).
Comentario de Job: La dignidad de toda persona, 31:13–15. Job cuidaba el bienestar de sus siervos. El concepto
de que tenían derechos en una litigación era revolucionario (v. 13). Más aún, se consideraba que Dios también los había
hecho tal como los dueños (v. 15). Para él, Dios había establecido los derechos para todos los seres humanos; al nacer,
hubo una igualdad entre todos.
En toda la Biblia no se encuentra un nivel ético más elevado. Dios es el Creador de todos y hay, sea reconocido o no,
una realidad espiritual de hermandad entre todos, esclavos y dueños. El esclavo no es una posesión, un algo, sino una
persona con dignidad y derechos propios. Job rechaza aquí cualquier doctrina de discriminación basada en la raza o la
distinción social. “Los escritores de sabiduría del AT con su preocupación por el individuo y la vida buena, parecen haber
sido los primeros en concebir la idea de que la buena vida privilegiada debe extenderse igualmente a todas las clases y
razas (Prov. 14:31; 17:5; 22:2; Ef. 6:9)”.
3er Titulo: Esclavitud, condición temporal para los hijos de Israel. Versículos 47 al 49. Si el forastero o el
extranjero que está contigo se enriqueciere, y tu hermano que está junto a él empobreciere, y se vendiere al forastero o
extranjero que está contigo, o a alguno de la familia del extranjero; después que se hubiere vendido, podrá ser rescatado;
uno de sus hermanos lo rescatará. O su tío o el hijo de su tío lo rescatará, o un pariente cercano de su familia lo rescatará;
o si sus medios alcanzaren, él mismo se rescatará. (Léase: Deuteronomio 15: 12 al 15. Si se vendiere a ti tu hermano
hebreo o hebrea, y te hubiere servido seis años, al séptimo le despedirás libre. Y cuando lo despidieres libre, no le enviarás
con las manos vacías. Le abastecerás liberalmente de tus ovejas, de tu era y de tu lagar; le darás de aquello en que Jehová
te hubiere bendecido. Y te acordarás de que fuiste siervo en la tierra de Egipto, y que Jehová tu Dios te rescató; por tanto,
yo te mando esto hoy. ▬ Gálatas 5:1. Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra
vez sujetos al yugo de esclavitud.).
Referencias Bíblicas: «Solamente nos pidieron que nos acordásemos de los pobres; lo cual también procuré con
diligencia hacer.» (Gálatas 2:10).
«Jesús le dijo: Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y
sígueme.» (Mateo 19:21).
«Cuando haya en medio de ti menesteroso de alguno de tus hermanos en alguna de tus ciudades, en la tierra que Jehová
tu Dios te da, no endurecerás tu corazón, ni cerrarás tu mano contra tu hermano pobre, 8 sino abrirás a él tu mano
liberalmente, y en efecto le prestarás lo que necesite.» (Deuteronomio 15:7-8).
«Y respondió el pariente: No puedo redimir para mí, no sea que dañe mi heredad. Redime tú, usando de mi derecho,
porque yo no podré redimir.» (Ruth 4:6).
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generalmente con habiru, un grupo de personas que aparece en Mesopotamia y en Canaán en el segundo milenio a. de
J.C. Un habiru era una persona que generalmente vendía sus servicios a otra. En el AT el término generalmente lo usan los
extranjeros para identificar a un israelita. En Egipto los israelitas eran conocidos como “hebreos” (Exo. 2:6, 11, 13). En los
libros de Exodo (Exo. 21:1–11) y Deuteronomio la palabra describe a un israelita (tu hermano) que se vende a otro israelita
para servir como esclavo.
Después de servir seis años como esclavo, trabajando para pagar su deuda, el señor del esclavo debía despedir a su
esclavo, pero no podía enviarlo con las manos vacías. En los días de Jeremías, los dueños de esclavos se resistieron a
cumplir las demandas de esta ley (Jer. 34:8–22).
El sentimiento humanitario del deuteronomista una vez más se manifiesta en su preocupación por la persona pobre y
oprimida. La ley exigía que el esclavo no podía ser liberado sin nada, sino que su amo debía darle una provisión generosa
de las ovejas, de la era y del lagar (v. 14). El propósito de esta dádiva era ayudar al esclavo hebreo a empezar su nueva
vida como hombre libre e independiente. La ley deuteronómica reconocía el trabajo del esclavo y que por medio de su
trabajo Jehovah había prosperado la casa de su señor.
La ley deuteronómica limitando la esclavitud por motivos económicos es una revisión de la ley del esclavo hebreo en
Exodo 21:1–6. En Exodo el esclavo comenzaba su período de esclavitud sin nada y salía sin nada. Después de servir seis
años de esclavitud, el esclavo salía de la casa de su señor con las manos vacías, tan pobre como el día en que había
empezado. La ley deuteronómica cambia la ley del esclavo hebreo en el libro de Exodo para ayudar al esclavo a empezar
una nueva vida. Este cambio enseña la preocupación del deuteronomista por los esclavos y hace un esfuerzo de mejorar
su situación.
La razón por esta preocupación por los esclavos y oprimidos se basa en la misma historia de Israel. El señor del esclavo
debe acordarse de que los israelitas habían sido esclavos en Egipto y Jehovah los había rescatado, y cuando fueron librados,
el pueblo no salió con las manos vacías porque el Señor les dio de las riquezas de Egipto (Exo. 3:21, 22; 11:2; 12:35, 36).
La referencia a la esclavitud en Egipto aparece en la ley del sábado la cual exhorta a los israelitas prósperos a dar un día
de descanso a los trabajadores (5:15), en la exhortación a obedecer las demandas del pacto (6:21), de hacer justicia al
extranjero (10:19), y de hacer justicia a los extranjeros, a los huérfanos y a las viudas (24:17:18). La experiencia histórica
y el sentimiento comunitario que existía en Israel identificaba a cada israelita con los que habían salido de Egipto. Esta es
la razón que debía motivar a un israelita a ayudar a su esclavo: todos los israelitas habían sido esclavos en Egipto.
Pero hubo ocasiones cuando un esclavo deseaba quedarse en la casa de su señor. Muchas veces una persona se vendía
por causa de pobreza o deudas y servía como esclavo para satisfacer sus deudas. Pero después de seis años de servir, esta
persona todavía no tenía los medios para mantenerse a sí misma o temía confrontar otra vez la posibilidad de pobreza, o
es posible que una persona genuinamente deseaba quedarse en el servicio de su señor. Confrontado con esta situación,
esta persona podía decidir quedarse en la casa de su amo como esclavo. En este caso, él sería esclavo por toda su vida
(Exo. 21:6). Para afirmar su decisión de ser esclavo por vida, el esclavo tenía que someterse a una ceremonia pública. La
evidencia de la decisión del esclavo de quedarse en la casa de su amo sería la perforación de una oreja con una lezna; esto
sería la señal de su esclavitud por toda la vida. La ceremonia era hecha contra (o junto a) la puerta (v. 17). En Exodo 21:5,
6 la ceremonia era hecha en la presencia de Dios, o sea, en el santuario. La RVA traduce la palabra elohim (Exo. 21:6) por
jueces. Pero la nota indica que la traducción debería ser “Dios”. En el libro de Exodo, la ceremonia era religiosa, pero porque
el libro de Deuteronomio presupone el santuario central, el deuteronomista hace la ceremonia secular, hecha en la casa del
dueño del esclavo. Por esta razón, la oreja del esclavo era perforada contra la puerta de la casa para indicar que el esclavo
se había unido a la casa de su amo.
El v. 18 parece indicar que hubo oposición entre algunos israelitas que consideraban la ley, limitando la esclavitud por
motivos económicos, una imposición en su propia situación económica. Es posible que, en algunos casos, la deuda fuera
muy grande y que la liberación del esclavo bajo las condiciones presupuesta por esta ley, causaría una pérdida económica
muy grande para el dueño del esclavo. Pero la ley ofrece dos razones para motivar al dueño a liberar a su esclavo.
Primeramente, el esclavo había trabajado por la mitad del salario de un jornalero (v. 18). O sea, al dueño del esclavo le
hubiera costado dos veces más si hubiera empleado un trabajador para hacer el trabajo del esclavo. La segunda razón es
que Jehovah, como recompensa por la generosidad del dueño en liberar a su esclavo, iba a bendecir todas las cosas que
él hiciera.
Esta es la cuarta vez que Dios promete bendecir a aquel que ayuda a otra persona (vea vv. 4, 6, 10, 18). La promesa de
bendición debía servir a los israelitas como un estímulo para ayudar a las personas necesitadas.
Verdades prácticas
En la educación cristiana debemos reconocer el lugar de la historia. En los tiempos de avivamiento en la vida de Israel la
historia sagrada fue contada como un acontecimiento fresco. Así debemos contar la historia de la Biblia. Debemos contar
nuestra experiencia personal con Cristo. La esclavitud y el rescate es la historia de cada cristiano. No hay conversión
aburrida. Aunque no sea tan dramática como la conversión de Pablo, nuestra salvación es digna de contar, porque es la
antigua historia encarnada en nuestra vida.
Comentario de Gálatas 5:1: A. ¡Mantened vuestra libertad! [1]. Para libertad Cristo nos hizo libres. Hay
mucha razón en concordar con las versiones modernas cuando colocan Gá. 5:1 como un pequeño párrafo aparte, el primer
párrafo de un nuevo capítulo. Es evidente que algo nuevo empieza aquí; esto se ve por el contraste que se hace entre el
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estilo argumentativo de los capítulos precedentes, incluyendo el contexto anterior inmediato, y el lenguaje exhortatorio que
ahora se comienza a usar en 5:1. Habiéndosenos enseñado que en Cristo somos libres, ahora se nos (aquí específicamente
a los gálatas) exhorta a mantener dicha libertad (v. 1) y a interpretarla y aplicarla correctamente (vv. 13ss). Pero esta
misma declaración también indica la íntima conexión que hay entre los capítulos 4 y 5. La verdad establecida y
vigorosamente defendida en los capítulos precedentes, ahora es aplicada a la vida en los capítulos 5 y 6.
No sólo el v. 1 sino también los versículos 13ss, dejan sentado claramente que la idea de la libertad está en primer plano.
Surge, entonces, la pregunta: ¿Qué quiere decir Pablo cuando habla de la libertad? Primero que todo implica liberación.
Esta liberación a veces se concibe como un rescate de la culpa y el poder del pecado (Ro. 6:18); por tanto, de una conciencia
acusadora (Heb. 10:22), de la ira de Dios (Ro. 5:1; cf. Heb. 10:27), y de la tiranía de Satanás (2 Ti. 2:26; cf. Heb. 2:14).
Con todo, aunque todo esto está probablemente incluido en el uso que Pablo hace del término aquí (Gá. 5:1, 13), el
contexto indica que él está pensando particularmente en la libertad de la “ley”, esto es, en la liberación de la maldición que
la ley pronuncia sobre el pecador que ha estado tratando esforzadamente—sin ningún éxito, por supuesto—de lograr su
propia justicia (Gá. 3:13, 22–26; 4:1–7), pero que ahora, por la gracia de Dios, se ha vuelto a Cristo y a la salvación que
hay en él. Cf. Fil. 3:4–9. Para los escogidos de Dios esta libertad incluye el rescate de los resultados del hecho que la ley
es incapaz de vivificar lo que ha muerto (Gá. 3:21). También está implícita la libertad del temor, temor que surge de a. la
idea errónea que para ser salvo uno debe obedecer estrictamente la ley ceremonial y la ley moral, y b. la consciencia
agobiante de que uno sea totalmente incapaz para cumplir con las demandas de la ley (Gá. 3:23; 4:21–31; Ro. 7:24–8:2).
Sin embargo, la liberación es un concepto negativo, aunque lo positivo está claramente implícito. Libertad es más que
liberación. Es una dotación positiva. Lo que la ley no pudo realizar, Dios lo logró a través de Cristo y su Espíritu (Ro. 8:3,
4). Positivamente, entonces, la libertad, tal como Pablo la concibe, es el estado en que la persona anda y vive en el Espíritu
(Gá. 5:25), de tal manera que produce el fruto del Espíritu (Gá. 5:22, 23), y con gozo y gratitud hace la voluntad de Dios
(5:14; Ro. 8:4), cumpliendo en principio la ley de Cristo (Gá. 6:2), aun “la ley de la libertad” (Stg. 1:25). Esta libertad es
igual a un deleitarse en la ley de Dios en lo más profundo de nuestro ser (Ro. 7:22). La persona que es realmente libre ya
no actúa más por coacción, sino que sirve a su Dios voluntariamente, con alegría de corazón. Por supuesto que también
está implícito el libre acceso al Padre, porque Pablo habla de una bendición que gozan los hijos (Gá. 4:6; Ro. 8:15).
En consecuencia, esta libertad verdadera siempre es una libertad con algo más. Lo que sucede con la justificación sucede
con la libertad. Véase sobre 2:15, 16. Cuando un acusado es declarado no culpable, él es libre. De la misma forma, cuando
un esclavo es emancipado, él es libre. Pero el juez o el libertador como regla general no adopta a la persona absuelta
como su hijo. Pero cuando el Hijo lo libera a uno, es verdaderamente libre (Jn. 8:36). Y entonces se regocija en la gloriosa
libertad de ser hijo de Dios, con todo lo que esto implica en cuanto a “acceso”, derecho a la herencia, etc.
Pablo enfatiza el hecho de que fue Cristo mismo—no nuestros propios méritos o nuestras obras—que nos hizo libres. Él
lo logró por medio de hacerse maldición en lugar nuestro (Gá. 3:13); por tanto, por medio de su sangre (Heb. 10:19, 22);
y lo hizo y lo está haciendo constantemente a través de su Espíritu (Gá. 3:2, 3, 14; 4:6, 29; cf. Ro. 8:4). Donde está el
Espíritu del Señor, allí hay libertad (2 Co. 3:17).
El Pablo totalmente humano se expresa en una forma que podría ser descrita como conteniendo un poco de humor,
cuando dice, “Para libertad Cristo nos hizo libres”, como si dijera, “¿No sería ridículo imaginar que Cristo nos hubiera abierto
las rejas de nuestra cárcel—¡con qué costo! —tan sólo para transferirnos a otra prisión? Con toda seguridad él nos puso en
libertad para que verdaderamente permanezcamos libres”.
Continúa: por tanto, permaneced firmes (cf. 2 Ts. 2:15). Aquí se prescribe la perseverancia en la lucha contra una
vuelta a la esclavitud. Los gálatas habían estado corriendo maravillosamente (5:7), pero no continuaron así. En realidad,
habían vuelto al revés. Lo que Pablo dice, entonces, es que deben estar firmes contra sus oponentes, y continuar de esa
manera. Este estar firme no es como una estatua casi inexpugnable a causa de las murallas que la protegen, sino como un
árbol firmemente arraigado en medio de una tormenta. Aun mejor, la idea es la de un soldado en medio del campo de
batalla, que en lugar de huir ofrece fuerte resistencia al enemigo y le vence (Ef. 6:10–20). El hecho mismo de que nadie
menos que Cristo mismo los libertó, de manera que al seguir firmes continuarán voluntariamente en la esfera de su
actividad, debe animarlos: así que “por tanto, permaneced firmes”. La corona del valor es la victoria (Mt. 10:22; Ap. 2:10).
Pablo añade: y no seáis cargados otra vez con un yugo de esclavitud. Pedro había hablado de un yugo insoportable
(Hch. 15:10). Se refería al yugo de la ley, incluyendo sus múltiples regulaciones, aumentada subsecuentemente por las
“tradiciones” de hechura humana. Israel había gemido bajo ese yugo. Los gálatas, la mayoría paganos en origen (4:8),
también habían estado sujetos a reglamentos y regulaciones pertenecientes a su religión pagana de antes. Ramsay habla
de “un sistema muy detallado” de las pesadas estipulaciones que por ese tiempo prevalecían en Galacia. Así que, lo que el
apóstol afirma es que aquellos que fueron liberados de este yugo insoportable del paganismo no debían, por cierto, tratar
de cargar otro yugo similar, el del judaísmo. Véase también sobre 4:9. Habiendo escapado un ritualismo, ¿caerán ahora en
otro? Más bien, que huyan a refugiarse en aquel cuyo yugo es fácil y ligera su carga. (Mt. 11:29, 30).
Estudio bíblico I.E.P. Autor hermano Roberto Saldías Roa; https://estudiobiblicotiquico.wordpress.com; WhatsApp +5676426950; correo electrónico rsaldiasroa@gmail.com 6