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La Doctrina Del Infierno

Publicado por: Osmany Cruz

Por: Osmany Cruz Ferrer


(Un acercamiento a las enseñanzas bíblicas que demuestran fehacientemente que
el infierno es un lugar real y es el destino eterno de Satanás, sus ángeles y los
hombres malvados).

“Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed
más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno” (Mt. 10:28).
“Mortal, advierte, que aunque de Dios el castigo tarde, no hay plazo que no se
cumpla, ni deuda que no se pague.” Antonio de Zamora (1662-1728); escritor
español.
I. ¿EXISTE EL INFIERNO?
El tema del infierno, su existencia, su naturaleza, su durabilidad y alcance no
puede ser abordado con objetividad desde un análisis filosófico. Esta es una
doctrina de las Escrituras y, por ello, solo puede ser tratada desde la fe y la
hermenéutica bíblica. La pregunta que debemos hacernos entonces como punto
de partida es: ¿Existe el infierno? La respuesta solo puede hallarse en el Libro.

Para entender las enseñanzas sobre la eternidad de condenación, debemos


estudiar las palabras que se usan en las Escrituras para describir el sitio de
destino de los que mueren. Hay que partir de la realidad de que los antiguos no
tenían una revelación completa de cómo era la existencia después de la muerte.
Cristo y sus apóstoles completarían el panorama doctrinal en este sentido cuando
hablaron y escribieron sobre la eternidad con Dios y sin él. Es por eso que hasta el
cierre del Nuevo Testamento no tenemos un perfil lo suficiente claro y completo de
la eternidad. No obstante, desde el Antiguo Testamento, a pesar del velo que aún
tenían, se atisba la diferencia entre el lugar que ocupaban los justos en relación a
los injustos después de la muerte. Las palabras a estudiar son: Seol, Hades,
Abadón y Gehenna.
1. Seol:
Para los hebreos el Seol es el lugar a donde van los muertos, descender al Seol
equivale a morir (Gé. 42:38). “¿Qué hombre vivirá y no verá muerte? ¿Librará su
vida del poder del Seol?” (Sal. 89:48). Este sitio real existe en “lo más profundo de
la tierra” según Ezequiel (Ez. 31:14). Cristo, el Señor, estuvo allí: “Porque como
estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo
del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches” (Mt. 12:40). Pablo
ratifica este hecho: “Y eso de que subió, ¿qué es, sino que también había
descendido primero a las partes más bajas de la tierra?” (Ef. 4:9). Pedro hace lo
mismo cuando afirma que Cristo “fue y predicó a los espíritus encarcelados” (1 P.
3:19,20). Si bien Seol es el lugar a donde iban los muertos en general, también
hay una connotación distintiva, hay versículos que presentan el Seol como castigo
por la maldad: “Los malos serán trasladados al Seol, todas las gentes que se
olvidan de Dios” (Sal. 9:17).
2. Abadón:
El Abadón (lugar de destrucción o perdición) es un sinónimo de Seol, de hecho, en
muchos pasajes se usan ambas palabras para reforzar el concepto de muerte,
destrucción o perdición: “El Seol está descubierto delante de él, y el Abadón no
tiene cobertura” (Job 26:6). El proverbista escribe: “El Seol y el Abadón están
delante de Jehová; ¡Cuánto más los corazones de los hombres! (Pr. 15:11). En el
Nuevo Testamento aparece una vez cuando Juan menciona al “ángel del abismo”,
cuyo nombre en hebreo es Abadón: “Y tienen por rey sobre ellos al ángel del
abismo, cuyo nombre en hebreo es Abadón, y en griego, Apolión” (Ap. 9:11). La
palabra parece contrastar con Seol en un aspecto condenatorio de juicio por la
maldad (Job 31:12).
3. Hades:
Esta palabra es una traducción que se usó en la Septuaginta para reemplazarla
por Seol. Se escogió “Hades” porque para los griegos este es el lugar a donde van
los muertos, era un sitio oscuro y subterráneo. Los traductores del Nuevo
Testamento hicieron lo mismo y es por eso que muchos pasajes en los que
aparecía Seol, ahora leemos Hades (Ver Mt. 11:23; Mt. 16:18; Lc. 16:23; Ap.
1:18). Es interesante que en el Seol o Hades hay tanto recompensa como
condenación. Según el relato de Cristo sobre el Rico y Lázaro cuando los justos
mueren son llevados por los ángeles al seno de Abraham, mientras que los
injustos son llevados al Hades. Desde el Hades era visible el Seno de Abraham
pero no se podía pasar de un lugar a otro (Lc. 16:22-26). Cuando el Señor Jesús
estuvo en el Seol para luego ascender a los cielos se infiere que él trasladó el
Seno de Abraham al Tercer Cielo (Ef. 4:8). 
4. Gehenna:
Jesús usa este término en sus discursos once veces (Mt. 5:22, 29, 30; 10:28; 18:9;
23:15, 33; Mr. 9:43, 45, 47; Lc. 12:5). La palabra es una transliteración del nombre
de un valle donde se quemaba la basura de toda Jerusalén y donde había fuego
permanentemente y el humo siempre estaba subiendo día y noche. Este sitio,
llamado “Valle del Hijo de Hinom” llegó a ser una metáfora del infierno por sus
características. Jesús solía hacer esto frecuentemente, él tomaba algo de la
cotidianidad para explicar las cosas espirituales. Por eso cuando habla en Juan
sobre llevar mucho fruto, usa un grano de trigo que debe morir para vivir (Jn.
12:24). Ese mismo principio de verdades paralelas lo usa el Maestro para enseñar
la doctrina del infierno. Hace referencia a un valle que tipifica el fuego del juicio y
la eternidad del castigo por el pecado.

La palabra “infierno” es la traducción que se hace al español de la palabra


Gehenna, siempre en los casos en que hacen referencia a la condenación de los
injustos. En hebreo no hay una palabra que defina claramente ese sitio para los
malvados, aunque sí que algunos de los pasajes analizados anteriormente, nos
dan referencias de un trato distinto para los pecadores no arrepentidos.
II. LA DOCTRINA DEL INFIERNO ES UNA ENSEÑANZA VERDADERA.
 El tema del infierno es abordado por Jesús en varios de sus discursos (Mt.
5:22,29,30; 8:12; 10:28; 13:42,50; 22:13; 24:51; 25:30; Mr. 9:45,47; Lc. 12:5;
13:28) . Aunque sabía que éste no sería el tema más popular entre sus oyentes,
insistió en esta doctrina dada la relevancia eterna que ella tenía. No adornó su
enseñanza con juegos de palabras, o con frases suavizadas; dijo exactamente de
qué se trataba la eternidad sin salvación.
Algunas religiones y sectas han apostado por la no existencia del infierno. Han
negado lo innegable, con tal de llegar a ser credos más apetecibles para las
multitudes. Los mal llamados Testigos de Jehová o Russelistas insisten en que el
infierno es una colosal invención. En uno de sus más propagados tratados ellos
escriben: “Se mire por donde se mire, las personas razonables no pueden aceptar
la existencia de los tormentos del infierno. Es una idea ilógica. La naturaleza
humana la rechaza. Y lo más importante es que la Palabra de Dios no dice que
exista un lugar así”.[1] En su revista oficial, La Atalaya, los Testigos de Jehová
insisten en negar la doctrina del castigo eterno: “La muerte es un estado de
inexistencia, y en la Biblia, el infierno es el sepulcro común de la
humanidad.”[2] En otro de sus números consignan: “Por lo general, una falsedad
lleva a otra, y así ocurrió en el caso de la enseñanza del alma inmortal. Abrió el
camino a la idea pagana del tormento eterno en el fuego del infierno. Pero la Biblia
dice claramente que “el salario que el pecado paga es muerte”, no tormento eterno
(Ro. 6:23)”.[3] La base para contradecir esta doctrina no es teológica; ellos insisten
en una voluntaria negación de la verdad, por el hecho de no querer entender esta
enseñanza tal cual Jesús la enseñó.
Los Adventistas del Séptimo Día también niegan la existencia del infierno. Ellos
creen que los pecadores serán aniquilados y que este será todo el castigo que
recibirán. El universalismo también rechaza la posibilidad de un infierno. Esta
rama liberal del cristianismo afirma la salvación universal de todos los seres.
Afirman que el triunfo de Cristo no sería completo si tan solo una criatura escapara
de su amor. Ellos aseguran que un día todos los pecadores y hasta el mismo
Diablo serán salvos. El racionalismo, por su parte, planta su bandera filosófica
diciendo: “No hay Dios, por tanto no puede haber infierno”. La Ciencia Cristiana
fundada por Mary Baker Eddy, interpreta el infierno como una “enfermedad de la
mente”, algo que solamente está en la imaginación. El mormonismo dice que el
infierno es temporal, que aquellos que están allí serán también salvados. El
hinduismo enseña que la existencia es una cadena interminable de
reencarnaciones, la vida no termina, solo cambia.

Independientemente de lo que digan las más diversas sectas o religiones acerca


de la doctrina del infierno, nada podrá cambiar la realidad. Por ejemplo, La Flat
Earth Society (Sociedad de la Tierra Plana) es un movimiento con más de 3000
seguidores en todo el mundo que aseguran que el planeta tierra no tiene forma
esférica, sino forma de disco. Tiene un mapa que fija al Polo Norte en el centro del
disco terráqueo y un muro de hielo de cuarenta y cinco metros de alto bordeando
el límite exterior. En este planeta imaginario, el sol y la luna no tienen más de 52
km de diámetro. Que alguien niegue la realidad, no implica que la realidad cambie.
Los que niegan la existencia del infierno no pueden evitar que ese lugar siga
existiendo a pesar de ellos.
III. LA NATURALEZA DEL INFIERNO.
1. EL INFIERNO ES UN LUGAR PREPARADO ORIGINALMENTE PARA SATANÁS Y SUS
ÁNGELES.
 El infierno es un lugar de castigo, preparado para los ángeles que se revelaron
junto a su líder Satanás. Así fue como Jesús lo enseñó: “Entonces dirá también a
los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el
diablo y sus ángeles” (Mt 25:41). Satanás será echado allí en el futuro cuando se
cumpla su tiempo: “Y el diablo que los engañaba fue lanzado en el lago de fuego y
azufre, donde estaban la bestia y el falso profeta; y serán atormentados día y
noche por los siglos de los siglos” (Ap. 20:10).
Debido a la desobediencia de Adán, el pecado entró al mundo y con él la muerte
física y espiritual. Dios hizo provisión a través de Cristo de un sacrificio sustitutorio,
para que el hombre no llevara para siempre la condenación del pecado. Los que
aceptan ese sacrificio son librados de correr la misma suerte que Satanás y sus
demonios: “El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no
tiene la vida” (1 Jn. 5:12). Los que rechazan la muerte redentora de Jesús,
padecerán el justo juicio de Dios. Este juicio es la muerte eterna, la separación
perpetua de Dios y el castigo de un infierno con sufrimientos horribles: “Pero los
cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros,
los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego
y azufre, que es la muerte segunda” (Ap. 21:8).
2. EL INFIERNO, UN LUGAR ELEGIBLE.
 La gran pregunta que muchas personas se hacen es: ¿Por qué enviaría un Dios
amoroso a alguien al infierno? La respuesta bíblica es contundente: Dios no quiere
que nadie vaya al infierno, él no quiere que se pierda ni una sola persona (2 P.
3:9). Es una cuestión de elección o rechazo a Cristo: “El que cree en el Hijo tiene
vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de
Dios está sobre él” (Jn. 3:36). No elegir a Cristo es, por decantación, elegir el
infierno. No hay términos medios, no hay una tercera opción.
Pablo es contundente cuando explica la bondad y la justicia de Dios. Ambos
atributos están en Dios en igualdad, no podemos decir que Dios es más bueno
que justo, o viceversa: “¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia
y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento? Pero por
tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de
la ira y de la revelación del justo juicio de Dios, el cual pagará a cada uno
conforme a sus obras: vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan
gloria y honra e inmortalidad, pero ira y enojo a los que son contenciosos y no
obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia” (Ro. 2:4-6). Si la bondad
de Dios nos conducirá a la eternidad de salvación por nuestra elección y
perseverancia en la fe, la justicia de Dios conllevará irá y castigo para los
pecadores. Negar esto último es decir que Dios es más bueno que justo y eso es
una herejía.
IV. LAS CARACTERÍSTICAS DEL INFIERNO.
1. EL INFIERNO ES ETERNO.
 El purgatorio, una especie de infierno temporal inventado por la Iglesia Católica,
carece de todo apoyo bíblico. En el Compendio del Catecismo de la Iglesia
Católica podemos leer: “El purgatorio es el estado de los que mueren en amistad
con Dios pero, aunque están seguros de su salvación eterna, necesitan aún de
purificación para entrar en la eterna bienaventuranza” (Compendio, n. 210). Más
adelante aparece este otro párrafo: “En virtud de la comunión de los santos, los
fieles que peregrinan aún en la tierra pueden ayudar a las almas del purgatorio
ofreciendo por ellas oraciones de sufragio, en particular el sacrificio de la
Eucaristía, pero también limosnas, indulgencias y obras de penitencia.”
(Compendio, n. 211). La Iglesia Católica cree que las personas que no han
cometido pecados mortales pueden ser purificadas en este infierno temporal, al
que llaman purgatorio, e ir al cielo más adelante.
La Biblia es clara cuando señala los dos únicos lugares a donde pueden ir las
almas después que abandonan sus cuerpos. Jesús enseñó: “E irán éstos al
castigo eterno, y los justos a la vida eterna” (Mt. 25.46). El infierno no es un
castigo temporal, sino eterno. Una vez allí no hay posibilidad alguna de redención:
“Por tanto, si tu mano o tu pie te es ocasión de caer, córtalo y échalo de ti; mejor te
es entrar en la vida cojo o manco, que teniendo dos manos o dos pies ser echado
en el fuego eterno” (Mt. 18:8). “Entonces dirá también a los de la izquierda:
Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles”
(Mt. 25:41). Si creemos en el castigo eterno de satanás, debemos creer en el
castigo eterno de los malvados porque Dios los incluye a los unos y a los otros en
la misma condenación.
Otros pasajes a tener en cuenta para justificar la eternidad del infierno son:

 “Pero cualquiera que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tiene jamás perdón,
sino que es reo de juicio eterno” (Mr. 3:29).
 “Los cuales sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del
Señor y de la gloria de su poder” (2 Ts. 1:9).
 “De la doctrina de bautismos, de la imposición de manos, de la resurrección de
los muertos y del juicio eterno” (He. 6:2).
 “Y el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos. Y no tienen reposo
de día ni de noche los que adoran a la bestia y a su imagen, ni nadie que reciba
la marca de su nombre” (Ap. 14:11).
2. EL INFIERNO ES UN LUGAR DE SUFRIMIENTO Y DOLOR.
 La Palabra de Dios es clara cuando describe el infierno. Este no es un lugar
placentero, ni un lugar metafórico. El infierno es real y terrible. Jesús dijo: “Enviará
el Hijo del Hombre a sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los que sirven
de tropiezo, y a los que hacen iniquidad, y los echarán en el horno de fuego; allí
será el lloro y el crujir de dientes” (Mt. 13:41,42). En la parábola de la fiesta de las
bodas, Jesús repite esta idea de agudo sufrimiento: “Y le dijo: Amigo, ¿cómo
entraste aquí, sin estar vestido de boda? Mas él enmudeció. Entonces el rey dijo a
los que servían: Atadle de pies y manos, y echadle en las tinieblas de afuera; allí
será el lloro y el crujir de dientes. Porque muchos son llamados, y pocos
escogidos” (Mt. 22:12-14). La frase “lloro y crujir de dientes” habla del enorme
dolor y sufrimiento que padecerán los que persisten hasta su muerte en el pecado
ilusorio. La palabra dice que “los cobardes e incrédulos, los abominables y
homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos
tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte
segunda” (Ap. 21:8).
3. EL INFIERNO ES UN LUGAR DE FUEGO INEXTINGUIBLE.
El infierno es un lugar de fuego constante. Cuando el Maestro habla acerca de las
ocasiones de caer y del castigo para los pecadores, él dice que el fuego en la
eterna condenación “no puede ser apagado” y “nunca se apaga”: “Si tu mano te
fuere ocasión de caer, córtala; mejor te es entrar en la vida manco, que teniendo
dos manos ir al infierno, al fuego que no puede ser apagado, donde el gusano de
ellos no muere, y el fuego nunca se apaga. Y si tu pie te fuere ocasión de caer,
córtalo; mejor te es entrar a la vida cojo, que teniendo dos pies ser echado en el
infierno, al fuego que no puede ser apagado, donde el gusano de ellos no muere,
y el fuego nunca se apaga”[4] (Mr. 9:43-46). “Su aventador está en su mano, y
limpiará su era; y recogerá su trigo en el granero, y quemará la paja en fuego que
nunca se apagará” (Mt. 3:12).
4. EL INFIERNO ES UN LUGAR DONDE EL INDIVIDUO NO PIERDE LA CONCIENCIA.
En la historia del rico y Lázaro Jesús narra como el rico estando en tormento en el
infierno se recordaba de sus hermanos y de la casa de su padre (Lc. 16:23-29). El
infierno es un lugar donde las personas recuerdan nítidamente su vida. Sin duda,
la pena y el remordimiento serán parte también del estado de condenación, en que
existirán los que rechazan la verdad del evangelio y viven vidas disolutas y
pecaminosas.
5. EL INFIERNO ES UN LUGAR DONDE SE PADECE UNA SED INSACIABLE.
Usando como referencia la historia del rico y Lázaro, podemos saber que el
infierno será un lugar donde los injustos padecerán una sed insaciable, debido al
tormento de las llamas que allí arderán perpetuamente. “Y en el Hades alzó sus
ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno.
Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a
Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque
estoy atormentado en esta llama” (Lc. 16:23,24).  Esta especie de
polidipsia[5] inducida por el atroz calor infernal, agudizará el sufrimiento en la
eternidad, separado de Dios.
6. EL INFIERNO ES UN LUGAR DE FRUSTRACIÓN E IRA. (Mt. 13:42)
Todos los burladores del evangelio, los críticos de la historicidad de Jesús, los que
han negado durante toda su vida la existencia de Dios, los hedonistas y todos los
pecadores impenitentes en general, experimentarán una gran frustración al
comprobar que Dios es todo lo que él dijo que era. El cineasta Woody Allen ha
ridiculizado en múltiples ocasiones la creencia en Dios. Él ha dicho que creería en
Dios si el Señor le da una clara señal, como por ejemplo, depositar a su nombre
una enorme suma de dinero en un banco suizo. El prolífico escritor de ciencia
ficción, Isaac Asimov escribió: «Yo soy ateo, sí. Me tomé un largo tiempo para
decir eso. He sido ateo por años y años, pero de algún modo sentí que era
intelectualmente inaceptable que alguien dijera que es ateo, porque eso asumía
un conocimiento que nadie tiene. De algún modo era mejor decir que alguien era
un humanista o agnóstico. No tengo la evidencia para probar que Dios no existe,
pero sospecho tanto que no existe que no quiero perder más el tiempo”. Sigmund
Freud, el médico austriaco, padre del psicoanálisis rechazaba abiertamente la idea
de Dios. Él decía: «Ni en mi vida privada ni en mis escritos jamás he mantenido en
secreto el hecho de ser un abierto y completo no-creyente». Vladímir Ilich Lenin
decía que «La religión es un mal producto de un mal régimen social». El filósofo
alemán Friedrich Nietzsche negó la existencia de Dios hasta declarar en su
obra La gaya ciencia que “Dios ha muerto”. El escribió además: «No puedo creer
en un Dios que quiera ser alabado todo el tiempo». La historia recoge que pasó
los diez últimos años de su vida totalmente loco. El escritor francés Pierre Bayle
aseguraba: “Yo no puedo ser religioso ni creer en Dios. Prefiero la filosofía, la
lógica, la razón, pues no puedo poseer al mismo tiempo lo evidente y lo
incomprensible». El comediante inglés, Charles Spencer Chaplin negaba la idea
de Dios, él dijo: «Por simple sentido común no creo en Dios, en ninguno».
Todos los hombres impenitentes tendrán su momento ante el Gran Trono Blanco.
Ese día, la frustración y la ira que ellos experimentarán, será para su vergüenza
eterna. Dios, el Dios que ellos han negado abiertamente, también les negará a
ellos y serán enviados a un lugar de condenación eterna. Las Escrituras dicen a
estas personas: “Allí será el llanto y el crujir de dientes, cuando veáis a Abraham,
a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, y vosotros estéis
excluidos” (Lc. 12:28).
7. EL INFIERNO ES UN LUGAR DE SEPARACIÓN ETERNA.
La Palabra de Dios llama al estado de perdición que padecerán los impíos “la
muerte segunda”: “Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas,
los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte
en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda” (Ap. 20:15). Es
un estado de separación eterna de Dios sin posibilidad de arrepentimiento. Los
que se pierdan, jamás podrán recibir ayuda alguna de Dios o de los que han sido
salvos.
VIII. EL INFIERNO Y SU UBICACIÓN.
 Algunos analistas bíblicos suponen que el infierno (Gehenna, Hades o Seol) y el
lago de fuego, son el mismo lugar, pero al juntar todas las porciones bíblicas que
se refieren al infierno notamos que, al parecer, hay dos lugares de condenación,
uno presente (Gehenna, Hades o Seol) y uno futuro (el lago de fuego). El texto
que más favorece esta idea es Apocalipsis 20:4 donde la Biblia dice que al final de
los tiempos, el propio Hades será echado en el lago de fuego: “Y la muerte y el
Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda” (Ap. 20:14).
El Hades o Seol es el lugar donde los muertos sin Cristo, son echados
inmediatamente después que mueren. El lago de fuego es el lugar donde los
muertos no salvos de todos los tiempos serán echados después del juicio del Gran
Trono Blanco.
Las Escrituras hablan acerca del infierno y de un lago de fuego. Estos son dos
lugares diferentes, aunque su propósito es el mismo; servir de castigo a los
infieles; en ese sentido se les puede llamar a ambos infierno.  La Biblia habla de
un lugar de juicio que se encuentra en el corazón de la tierra y al que se le llama
Hades o Seol (Nm. 16:32,33; Is. 57:9; Am. 9:2; Mt. 12:40; Lc. 16:23; Ef. 4:9). La
Biblia también habla de un lugar al que se le llama lago de fuego, donde serán
echados la muerte y el Hades al final de los tiempos (Ap. 20:14). El propio infierno
o Hades será echado en el lago de fuego. Este será el destino final de todos los
pecadores. Es posible que el lago de fuego se encuentre en algún lugar fuera de
la tierra nueva que el Señor dará a los que le sirven. La referencia bíblica a “las
tinieblas de afuera” puede indicar un lugar lejos de los hijos del reino, en alguna
parte del universo: “Mas los hijos del reino serán echados a las tinieblas de afuera;
[6] allí será el lloro y el crujir de dientes” (Mt. 8:12). “Entonces el rey dijo a los que
servían: Atadle de pies y manos, y echadle en las tinieblas de afuera;[7] allí será el
lloro y el crujir de dientes” (Mt. 22:13). “Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de
afuera;[8] allí será el lloro y el crujir de dientes” (Mt. 25:30).
IX. LOS HABITANTES DEL INFIERNO.
Cuando las personas mueren van al cielo o al infierno. Hemos dicho que el infierno
tiene una ubicación presente y tendrá una ubicación futura a la que la Biblia llama,
el lago de fuego (Ap. 19:20; 20:10,14, 15). El lago de fuego será habitado por
Satanás, los ángeles que pecaron, el Anticristo, el falso profeta y todos los
pecadores que están en el Hades o Seol, además de todos los que se rebelarán
en la gran y última conflagración donde Dios destruirá a todas las naciones que
fueron convocadas por Satanás para luchar contra Cristo y contra sus santos:
“Cuando los mil años se cumplan, Satanás será suelto de su prisión, y saldrá a
engañar a las naciones que están en los cuatro ángulos de la tierra, a Gog y a
Magog, a fin de reunirlos para la batalla; el número de los cuales es como la arena
del mar. Y subieron sobre la anchura de la tierra, y rodearon el campamento de los
santos y la ciudad amada; y de Dios descendió fuego del cielo, y los consumió”
(Ap. 20:7-9).
1. EL ANTICRISTO Y EL FALSO PROFETA.
Los mejores aliados de Satanás, la bestia y el falso profeta serán los primeros
habitantes del lago de fuego. Ellos se enfrentarán a Jesús (el Jinete del caballo
blanco) con todos los reyes y ejércitos de la tierra en la batalla de Armagedón y
perderán: “Y vi a la bestia, a los reyes de la tierra y a sus ejércitos, reunidos para
guerrear contra el que montaba el caballo, y contra su ejército. Y la bestia fue
apresada, y con ella el falso profeta que había hecho delante de ella las señales
con las cuales había engañado a los que recibieron la marca de la bestia, y habían
adorado su imagen (Ap. 19:19,20).

Oliver J. Buswell comenta al respecto: “El hecho de que la bestia y el falso profeta
son arrojados vivos al lago de fuego es análogo del hecho de que algunos de los
elegidos, como Enoc y Elías, han pasado al estado inmortal sin pasar por la
muerte. Habrá otros en el rapto que también pasarán a la eternidad sin morir.
Estos dos pasan directamente de la vida mortal a lo que Juan llama “la muerte
segunda”, un estado de existencia en que los otros malvados, el resto de los
muertos, experimentarán después de la segunda resurrección (Apocalipsis 20). [9]
2. SATANÁS Y SUS DEMONIOS.
Es importante aclarar que a diferencia de lo que muchos piensan, Satanás no
reina en el infierno junto a sus demonios. Él se mueve en los aires, en las regiones
celestes: “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra
principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este
siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” (Ef. 6:12).
La Biblia lo llama “el príncipe de la potestad del aire”: “Y él os dio vida a vosotros,
cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis
en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la
potestad del aire,[10] el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia”
(Ef. 2:1,2). Es un error pensar que Satanás y sus demonios reinan en el infierno.
Justo antes del reino milenial de Cristo, Satanás será atado por mil años. Luego
será liberado, juntará a las naciones no salvas contra Cristo y será derrotado y
echado en el lago de fuego y azufre por toda la eternidad. Allí no reinará, sino que
será atormentado por la eternidad. “Y el diablo que los engañaba fue lanzado en el
lago de fuego y azufre, donde estaban la bestia y el falso profeta; y serán
atormentados día y noche por los siglos de los siglos” (Ap. 20:10).
Los ángeles infieles también serán enviados al lago de fuego y azufre.
Acompañarán a su líder rebelde en su suerte final. Allí padecerán eternamente, en
el lugar que Dios preparó para ellos: “Entonces dirá también a los de la izquierda:
Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles”
(Mt. 25.41). Ver además Judas 6 y 2 Pedro 2:4.
3. TODOS LOS PECADORES NO REDIMIDOS.
Todos los pecadores que no arreglaron en vida sus cuentas con Dios, serán
condenados eternamente: “Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y
homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos
tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte
segunda” (Ap. 21:8).
CONCLUSIONES.
El infierno no es el resultado de la imaginación de torpes hermeneutas. La Biblia
es clara al señalar la existencia de un lugar de castigo para los que rehúsan al Hijo
de Dios. La única manera de escapar a este tormento espantoso es mediante la fe
en el sacrificio sustitutorio de Cristo. El apóstol Juan en palabras sencillas escribió:
“El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida”
(1 Jn. 5:12).

No predicamos el infierno para asustar a las personas, sino para advertirles de un


terrible destino a aquellos por los que Cristo murió. Nadie debe seguir a Jesús por
temor a ir al infierno, sino por gratitud a Aquel que nos libra del infierno. Todos los
seres humanos merecen ser castigados por sus horrendos pecados. Todos
merecen el abandono eterno y justo de Dios, pero Su bondad infinita no lo quiso
así. Él sufrió nuestro castigo: “Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido
por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos
nosotros curados” (Is. 53:5). Los que se pierden en sus pecados, es porque
rechazan su obra salvífica. Los que esto hacen no podrán excusarse ante Dios
cuando comparezcan ante él.

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