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“Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed
más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno” (Mt. 10:28).
“Mortal, advierte, que aunque de Dios el castigo tarde, no hay plazo que no se
cumpla, ni deuda que no se pague.” Antonio de Zamora (1662-1728); escritor
español.
I. ¿EXISTE EL INFIERNO?
El tema del infierno, su existencia, su naturaleza, su durabilidad y alcance no
puede ser abordado con objetividad desde un análisis filosófico. Esta es una
doctrina de las Escrituras y, por ello, solo puede ser tratada desde la fe y la
hermenéutica bíblica. La pregunta que debemos hacernos entonces como punto
de partida es: ¿Existe el infierno? La respuesta solo puede hallarse en el Libro.
“Pero cualquiera que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tiene jamás perdón,
sino que es reo de juicio eterno” (Mr. 3:29).
“Los cuales sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del
Señor y de la gloria de su poder” (2 Ts. 1:9).
“De la doctrina de bautismos, de la imposición de manos, de la resurrección de
los muertos y del juicio eterno” (He. 6:2).
“Y el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos. Y no tienen reposo
de día ni de noche los que adoran a la bestia y a su imagen, ni nadie que reciba
la marca de su nombre” (Ap. 14:11).
2. EL INFIERNO ES UN LUGAR DE SUFRIMIENTO Y DOLOR.
La Palabra de Dios es clara cuando describe el infierno. Este no es un lugar
placentero, ni un lugar metafórico. El infierno es real y terrible. Jesús dijo: “Enviará
el Hijo del Hombre a sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los que sirven
de tropiezo, y a los que hacen iniquidad, y los echarán en el horno de fuego; allí
será el lloro y el crujir de dientes” (Mt. 13:41,42). En la parábola de la fiesta de las
bodas, Jesús repite esta idea de agudo sufrimiento: “Y le dijo: Amigo, ¿cómo
entraste aquí, sin estar vestido de boda? Mas él enmudeció. Entonces el rey dijo a
los que servían: Atadle de pies y manos, y echadle en las tinieblas de afuera; allí
será el lloro y el crujir de dientes. Porque muchos son llamados, y pocos
escogidos” (Mt. 22:12-14). La frase “lloro y crujir de dientes” habla del enorme
dolor y sufrimiento que padecerán los que persisten hasta su muerte en el pecado
ilusorio. La palabra dice que “los cobardes e incrédulos, los abominables y
homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos
tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte
segunda” (Ap. 21:8).
3. EL INFIERNO ES UN LUGAR DE FUEGO INEXTINGUIBLE.
El infierno es un lugar de fuego constante. Cuando el Maestro habla acerca de las
ocasiones de caer y del castigo para los pecadores, él dice que el fuego en la
eterna condenación “no puede ser apagado” y “nunca se apaga”: “Si tu mano te
fuere ocasión de caer, córtala; mejor te es entrar en la vida manco, que teniendo
dos manos ir al infierno, al fuego que no puede ser apagado, donde el gusano de
ellos no muere, y el fuego nunca se apaga. Y si tu pie te fuere ocasión de caer,
córtalo; mejor te es entrar a la vida cojo, que teniendo dos pies ser echado en el
infierno, al fuego que no puede ser apagado, donde el gusano de ellos no muere,
y el fuego nunca se apaga”[4] (Mr. 9:43-46). “Su aventador está en su mano, y
limpiará su era; y recogerá su trigo en el granero, y quemará la paja en fuego que
nunca se apagará” (Mt. 3:12).
4. EL INFIERNO ES UN LUGAR DONDE EL INDIVIDUO NO PIERDE LA CONCIENCIA.
En la historia del rico y Lázaro Jesús narra como el rico estando en tormento en el
infierno se recordaba de sus hermanos y de la casa de su padre (Lc. 16:23-29). El
infierno es un lugar donde las personas recuerdan nítidamente su vida. Sin duda,
la pena y el remordimiento serán parte también del estado de condenación, en que
existirán los que rechazan la verdad del evangelio y viven vidas disolutas y
pecaminosas.
5. EL INFIERNO ES UN LUGAR DONDE SE PADECE UNA SED INSACIABLE.
Usando como referencia la historia del rico y Lázaro, podemos saber que el
infierno será un lugar donde los injustos padecerán una sed insaciable, debido al
tormento de las llamas que allí arderán perpetuamente. “Y en el Hades alzó sus
ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno.
Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a
Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque
estoy atormentado en esta llama” (Lc. 16:23,24). Esta especie de
polidipsia[5] inducida por el atroz calor infernal, agudizará el sufrimiento en la
eternidad, separado de Dios.
6. EL INFIERNO ES UN LUGAR DE FRUSTRACIÓN E IRA. (Mt. 13:42)
Todos los burladores del evangelio, los críticos de la historicidad de Jesús, los que
han negado durante toda su vida la existencia de Dios, los hedonistas y todos los
pecadores impenitentes en general, experimentarán una gran frustración al
comprobar que Dios es todo lo que él dijo que era. El cineasta Woody Allen ha
ridiculizado en múltiples ocasiones la creencia en Dios. Él ha dicho que creería en
Dios si el Señor le da una clara señal, como por ejemplo, depositar a su nombre
una enorme suma de dinero en un banco suizo. El prolífico escritor de ciencia
ficción, Isaac Asimov escribió: «Yo soy ateo, sí. Me tomé un largo tiempo para
decir eso. He sido ateo por años y años, pero de algún modo sentí que era
intelectualmente inaceptable que alguien dijera que es ateo, porque eso asumía
un conocimiento que nadie tiene. De algún modo era mejor decir que alguien era
un humanista o agnóstico. No tengo la evidencia para probar que Dios no existe,
pero sospecho tanto que no existe que no quiero perder más el tiempo”. Sigmund
Freud, el médico austriaco, padre del psicoanálisis rechazaba abiertamente la idea
de Dios. Él decía: «Ni en mi vida privada ni en mis escritos jamás he mantenido en
secreto el hecho de ser un abierto y completo no-creyente». Vladímir Ilich Lenin
decía que «La religión es un mal producto de un mal régimen social». El filósofo
alemán Friedrich Nietzsche negó la existencia de Dios hasta declarar en su
obra La gaya ciencia que “Dios ha muerto”. El escribió además: «No puedo creer
en un Dios que quiera ser alabado todo el tiempo». La historia recoge que pasó
los diez últimos años de su vida totalmente loco. El escritor francés Pierre Bayle
aseguraba: “Yo no puedo ser religioso ni creer en Dios. Prefiero la filosofía, la
lógica, la razón, pues no puedo poseer al mismo tiempo lo evidente y lo
incomprensible». El comediante inglés, Charles Spencer Chaplin negaba la idea
de Dios, él dijo: «Por simple sentido común no creo en Dios, en ninguno».
Todos los hombres impenitentes tendrán su momento ante el Gran Trono Blanco.
Ese día, la frustración y la ira que ellos experimentarán, será para su vergüenza
eterna. Dios, el Dios que ellos han negado abiertamente, también les negará a
ellos y serán enviados a un lugar de condenación eterna. Las Escrituras dicen a
estas personas: “Allí será el llanto y el crujir de dientes, cuando veáis a Abraham,
a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, y vosotros estéis
excluidos” (Lc. 12:28).
7. EL INFIERNO ES UN LUGAR DE SEPARACIÓN ETERNA.
La Palabra de Dios llama al estado de perdición que padecerán los impíos “la
muerte segunda”: “Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas,
los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte
en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda” (Ap. 20:15). Es
un estado de separación eterna de Dios sin posibilidad de arrepentimiento. Los
que se pierdan, jamás podrán recibir ayuda alguna de Dios o de los que han sido
salvos.
VIII. EL INFIERNO Y SU UBICACIÓN.
Algunos analistas bíblicos suponen que el infierno (Gehenna, Hades o Seol) y el
lago de fuego, son el mismo lugar, pero al juntar todas las porciones bíblicas que
se refieren al infierno notamos que, al parecer, hay dos lugares de condenación,
uno presente (Gehenna, Hades o Seol) y uno futuro (el lago de fuego). El texto
que más favorece esta idea es Apocalipsis 20:4 donde la Biblia dice que al final de
los tiempos, el propio Hades será echado en el lago de fuego: “Y la muerte y el
Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda” (Ap. 20:14).
El Hades o Seol es el lugar donde los muertos sin Cristo, son echados
inmediatamente después que mueren. El lago de fuego es el lugar donde los
muertos no salvos de todos los tiempos serán echados después del juicio del Gran
Trono Blanco.
Las Escrituras hablan acerca del infierno y de un lago de fuego. Estos son dos
lugares diferentes, aunque su propósito es el mismo; servir de castigo a los
infieles; en ese sentido se les puede llamar a ambos infierno. La Biblia habla de
un lugar de juicio que se encuentra en el corazón de la tierra y al que se le llama
Hades o Seol (Nm. 16:32,33; Is. 57:9; Am. 9:2; Mt. 12:40; Lc. 16:23; Ef. 4:9). La
Biblia también habla de un lugar al que se le llama lago de fuego, donde serán
echados la muerte y el Hades al final de los tiempos (Ap. 20:14). El propio infierno
o Hades será echado en el lago de fuego. Este será el destino final de todos los
pecadores. Es posible que el lago de fuego se encuentre en algún lugar fuera de
la tierra nueva que el Señor dará a los que le sirven. La referencia bíblica a “las
tinieblas de afuera” puede indicar un lugar lejos de los hijos del reino, en alguna
parte del universo: “Mas los hijos del reino serán echados a las tinieblas de afuera;
[6] allí será el lloro y el crujir de dientes” (Mt. 8:12). “Entonces el rey dijo a los que
servían: Atadle de pies y manos, y echadle en las tinieblas de afuera;[7] allí será el
lloro y el crujir de dientes” (Mt. 22:13). “Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de
afuera;[8] allí será el lloro y el crujir de dientes” (Mt. 25:30).
IX. LOS HABITANTES DEL INFIERNO.
Cuando las personas mueren van al cielo o al infierno. Hemos dicho que el infierno
tiene una ubicación presente y tendrá una ubicación futura a la que la Biblia llama,
el lago de fuego (Ap. 19:20; 20:10,14, 15). El lago de fuego será habitado por
Satanás, los ángeles que pecaron, el Anticristo, el falso profeta y todos los
pecadores que están en el Hades o Seol, además de todos los que se rebelarán
en la gran y última conflagración donde Dios destruirá a todas las naciones que
fueron convocadas por Satanás para luchar contra Cristo y contra sus santos:
“Cuando los mil años se cumplan, Satanás será suelto de su prisión, y saldrá a
engañar a las naciones que están en los cuatro ángulos de la tierra, a Gog y a
Magog, a fin de reunirlos para la batalla; el número de los cuales es como la arena
del mar. Y subieron sobre la anchura de la tierra, y rodearon el campamento de los
santos y la ciudad amada; y de Dios descendió fuego del cielo, y los consumió”
(Ap. 20:7-9).
1. EL ANTICRISTO Y EL FALSO PROFETA.
Los mejores aliados de Satanás, la bestia y el falso profeta serán los primeros
habitantes del lago de fuego. Ellos se enfrentarán a Jesús (el Jinete del caballo
blanco) con todos los reyes y ejércitos de la tierra en la batalla de Armagedón y
perderán: “Y vi a la bestia, a los reyes de la tierra y a sus ejércitos, reunidos para
guerrear contra el que montaba el caballo, y contra su ejército. Y la bestia fue
apresada, y con ella el falso profeta que había hecho delante de ella las señales
con las cuales había engañado a los que recibieron la marca de la bestia, y habían
adorado su imagen (Ap. 19:19,20).
Oliver J. Buswell comenta al respecto: “El hecho de que la bestia y el falso profeta
son arrojados vivos al lago de fuego es análogo del hecho de que algunos de los
elegidos, como Enoc y Elías, han pasado al estado inmortal sin pasar por la
muerte. Habrá otros en el rapto que también pasarán a la eternidad sin morir.
Estos dos pasan directamente de la vida mortal a lo que Juan llama “la muerte
segunda”, un estado de existencia en que los otros malvados, el resto de los
muertos, experimentarán después de la segunda resurrección (Apocalipsis 20). [9]
2. SATANÁS Y SUS DEMONIOS.
Es importante aclarar que a diferencia de lo que muchos piensan, Satanás no
reina en el infierno junto a sus demonios. Él se mueve en los aires, en las regiones
celestes: “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra
principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este
siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” (Ef. 6:12).
La Biblia lo llama “el príncipe de la potestad del aire”: “Y él os dio vida a vosotros,
cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis
en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la
potestad del aire,[10] el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia”
(Ef. 2:1,2). Es un error pensar que Satanás y sus demonios reinan en el infierno.
Justo antes del reino milenial de Cristo, Satanás será atado por mil años. Luego
será liberado, juntará a las naciones no salvas contra Cristo y será derrotado y
echado en el lago de fuego y azufre por toda la eternidad. Allí no reinará, sino que
será atormentado por la eternidad. “Y el diablo que los engañaba fue lanzado en el
lago de fuego y azufre, donde estaban la bestia y el falso profeta; y serán
atormentados día y noche por los siglos de los siglos” (Ap. 20:10).
Los ángeles infieles también serán enviados al lago de fuego y azufre.
Acompañarán a su líder rebelde en su suerte final. Allí padecerán eternamente, en
el lugar que Dios preparó para ellos: “Entonces dirá también a los de la izquierda:
Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles”
(Mt. 25.41). Ver además Judas 6 y 2 Pedro 2:4.
3. TODOS LOS PECADORES NO REDIMIDOS.
Todos los pecadores que no arreglaron en vida sus cuentas con Dios, serán
condenados eternamente: “Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y
homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos
tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte
segunda” (Ap. 21:8).
CONCLUSIONES.
El infierno no es el resultado de la imaginación de torpes hermeneutas. La Biblia
es clara al señalar la existencia de un lugar de castigo para los que rehúsan al Hijo
de Dios. La única manera de escapar a este tormento espantoso es mediante la fe
en el sacrificio sustitutorio de Cristo. El apóstol Juan en palabras sencillas escribió:
“El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida”
(1 Jn. 5:12).