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EL PASADO DE UNA ILUSIÓN. FRANCOIS FURET.

 
Antes de deshonrarse por sus crímenes, el fascismo constituyó una esperanza. Sedujo no solo a millones de hombres sino
que también a muchos intelectuales. En cuanto al comunismo, aún podemos avistar sus mejores días, ya que como mito
político y como idea social sobrevivió largo a tiempo a sus fracasos y sus crímenes. Para comprender su magia, hay que
hacer un esfuerzo indispensable por situarse antes de las catástrofes a que dieron lugar a las dos ideologías: el momento
en que fueron esperanzas.
 
El fascismo reside por entero en su fin; el comunismo conserva un poco del encanto de sus inicios. Ambos son episodios
breves, enmarcados por lo que quisieron destruir. Fueron productos de la democracia y derribados por ésta.
 
Antes del siglo XX no hubo ningún gobierno ni régimen ideológico. Por ideología se entiende a aquellos sistemas de
explicación del mundo por medio de los cuales la acción política de los hombres adquiere un carácter providencial, con
exclusión de toda divinidad. En este caso, Hitler y Lenin fundaron regímenes que antes de ellos eran desconocidos.
 
Otra particularidad de estas ideologías en el siglo XX, es que los intelectuales se someten a las estrategias de los partidos
extremos, hostiles a la democracia. No desempeñan más que un papel, accesorio y provisional, de comparsas,
manipulados como cualquier otro, y sacrificados cuando es necesarios a la voluntad del partido. En resumen, son
seducidos por las ideologías, lo cual no genera -como pasaba en los siglos anteriores- que intenten modificarla /
mejorarla.
 
El fascismo y el comunismo debieron mucho de su éxito a los azares de la coyuntura, es decir, a la suerte. Y lo más
importante, la proyección de sus ideologías habría existido aun sin su triunfo.
 
Lo mejor para comprenderlo es analizar las pasiones que le dieron sus fuerzas: el odio a la burguesía. Algo que corre en
todo el siglo XIX y da su apogeo en nuestra época. Constituye un chivo expiatorio de todas las desdichas del mundo.
Ofrece al bolchevismo y al fascismo su polo negativo.
 
La burguesía es el otro nombre de la sociedad moderna; designa a la clase de hombres que, con su libre actividad, han
destruido progresivamente la antigua sociedad aristocrática fundada en las jerarquías del nacimiento. No tiene lugar en
el orden político y se basa por completo en el orden económico, en su riqueza.
 
Una sociedad que ponga en común lo mínimo para vivir, ya que su principal deber es garantizar a sus miembros el libre
ejercicio de sus actividades privadas y el goce asegurado de lo que han adquirido. Los asociados pueden tener la religión
que escojan sus propias ideas del bien y del mal, son libres de buscar sus placeres así como los fines particulares que
asignen a su existencia, siempre que respeten las condiciones del contrato mínimo que los liga a sus conciudadanos. De
esta manera, la sociedad burguesa se deslinda por definición de la idea de bien común. Además, la idea de igualdad
universal de los hombres se ve constantemente negada por la desigualdad en las propiedades y de las riquezas
producida por la competencia entre sus miembros.
 
La burguesía no inventa la división de la sociedad en clases, pero hace de esta división un sufrimiento, al enmarcarla en
una ideología que la vuelve ilegitima.
 
Una vez constituida como voluntad política, la sociedad burguesa no ha terminado con su odisea; privada de una clase
dirigente legitima, organizada mediante delegación, formada por poderes diversos, centrada en los intereses, sometida a
pasiones violentas y mezquinas, reúne las condiciones para que en ella aparezcan jefes mediocres y múltiples, intereses
demagógicos y una agitación estéril.
 
Esta burguesía, que se distingue de lo alto y lo bajo de la sociedad, justificando su nombre de "clase media", no tiene
ningún proyecto económico en particular; no quiere a la aristocracia, pero la imita; y teme al pueblo pero comparte con
él la prudencia de los campesinos.
 
Una de las denuncias del burgués al interior del mundo burgués se basa en que los hombres de 1789 armaron y
proclamaron la igualdad de todos los franceses, pero privaron a muchos de ellos del derecho al voto y a otros del
derecho a ser elegidos. Armaron y proclamaron la libertad y mantuvieron la esclavitud "en las islas", en nombre de la
prosperidad del comercio nacional. Quienes le sucedieron se apoyaron en nombre de la auténtica igualdad: solo para
descubrir que esa bandera oculta una competencia desenfrenada, inscripto en el principio de la democracia.
 
No se debería determinar que un socialista es un demócrata más avanzado que un liberal, ya que esta afirmación no
tiene sentido porque el mundo del liberal y el del demócrata son filosóficamente idénticos.
 
El burgués arranca en el siglo XIX una carrera simbólica como la antítesis del artista. Mezquino, feo, avaro, limitado,
hogareño, mientras que el artista es grande, bello, generoso, bohemio. El dinero encallece el alma y la rebaja, el
desprecio al dinero la eleva a las grandes cosas de la vida: convicción que no solo afecta al escritor o al artista
"revolucionario" sino también al conservador o al reaccionario.
 
Nacido en la democracia y crecido en el seno de ésta, el odio al burgués solo es en apariencia el odio al otro. En su
esencia es el odio hacia uno mismo. No obstante, el sentimiento anti-burgués se alimenta también, especialmente en sus
manifestaciones más violentas, de fuentes internas. Encontrándose un remordimiento constante del burgués y su mala
conciencia.
 
El burgués está condenado a vivir en ese sistema abierto, que desencadena pasiones contradictorias y poderosas. Se
encuentra preso entre el egoísmo calculador por el cual se enriquece, y la compasión que lo identifica con el género
humano, o al menos con sus conciudadanos. Entre el deseo de ser igual -y por tanto semejante a todos- y la obsesión de
la diferencia que lo lanza a la búsqueda de la más mínima distinción.
 
El burgués no sabe organizar su vida pública ni encontrar la paz interior: la lucha de clases y el malestar de su "yo" están
escritos en su destino. Aunque enarbola lo universal bajo sus banderas, también es portador de una duda sobre la
verdad de lo que proclama: una parte de sí mismo le da razón a sus adversarios, ya que estos hombres hablan en
nombre de sus propios principios. De allí viene ese rasgo de la democracia moderna en la historia universal: esta infinita
capacidad de producir hijos y hombres que detestan el régimen social y político en el que nacieron, y odian el aire que
respiran pese a que viven en él y a que nunca han conocido a otro.
 
Los elementos o ingredientes de la pasión anti-burguesa son visibles en la cultura y la política europea desde el
comienzo del siglo XIX, y desde antes, si recordamos por ejemplo a Rousseau. Sin embargo, a lo largo de todo el siglo
XIX, el adversario era el aristócrata, que aún deja huellas, Bismarck logra la unidad alemana y Cavour la italiana. En
gran medida, los reyes y los nobles de Europa conservan el predominio sobre la evolución cuyo sentido temen.
 
La aristocracia no quiere al burgués, anunciador del mundo del dinero y de la confusión de rangos, pero ha visto
desplomarse un mundo y sabe que no hay vuelta atrás.
 
Ni el desarrollo del nacionalismo, ni la explosión del antisemitismo "democrático", ni el crecimiento de partidos de
masas como los social-demócratas en Alemania son inteligibles si no vemos en ellos las señales de una integración
inédita de las masas populares a la política de los Estados modernos. Y luego de la guerra puede verse la magnitud del
fenómeno.
 
El tiempo ha reducido la distancia entre el burgués y el aristócrata, el culto a la nación, que se demostrara en la guerra,
las ha soldados en una voluntad política común. Al mismo tiempo, esta guerra ofrece una formidable renovación de las
ideas revolucionarias. No solo lleva al poder a los bolcheviques en Rusia, sino que también en la derecha ofrece un
nuevo y vasto campo a la pasión anti-burguesa al emanciparla de la tutela de la aristocracia. Envuelta en la bandera de
la nación desdichada, pasa al pueblo, odio de la democracia que se ha vuelto democrática, interpretado por Hitler o
Mussolini.
 
Esta es la novedosa situación política que crea la guerra: este brusco despertar de la pasión revolucionaria, que los
hombres del siglo XIX habían creído dominar. Hasta en la izquierda a idea de revolución había acabado por adquirir -
antes de la guerra de 1914- una apariencia sensata.
 
El orden cronológico nos ofrece un buen punto de partida para el análisis del bolchevismo y fascismo como hijos de la
primera guerra mundial. El partido bolchevique toma el poder en 1917, gracias a la guerra, y Mussolini y Hitler forman
partidos luego del 1918 como respuesta a la crisis nacional. La guerra de 1914 cambió toda la vida de Europa:
fronteras, regímenes, disposición de ánimos y hasta costumbres. Constituye el comienza de la decadencia como centro
del poderío mundial, al tiempo que inaugura ese siglo feroz, lleno de violencia suicida de sus naciones y de sus
regímenes.
 
El bolchevismo de pronto se ve fortalecido en Europa por su posición radical a la guerra de 1914. El carácter inaudito
de la hecatombe encuentra a través de Lenin a unos responsables y unos chivos expiatorios que estarán a la medida de
la matanza: el imperialismo, los monopolios capitalistas, la burguesía internacional. Los bolcheviques recuperan en su
provecho lo universal bajo dos aspectos: objetivamente, ya que en la guerra, producto del imperialismo, será también la
tumba de éste. Y subjetivamente, ya que el enemigo es una clase trasnacional, que debe ser vencida por el proletariado
mundial. En agosto 1914 se había consagrado la victoria de la nación sobre la clase. Los años de 1917 y 1918 traen el
desquite de la clase sobre la nación.
 
Los acontecimientos de 1917, en Rusia, desde el año siguiente en el momento en que los pueblos de Europa salen de la
guerra, casi no son ya acontecimientos rusos. Lo que cuenta es la enunciación bolchevique de la Revolución universal.
Un pustch triunfante en el país más atrasado de Europa logrado por una secta comunista dirigida por un jefe audaz, se
convierte por la coyuntura en un acontecimiento un modelo, destinado a orientar la historia universal, cómo ocurrió en
su época con el francés de 1789. Se efectúa así, casi por doquier, la primera bolchevización de una parte de la izquierda
europea.
 
Ahora bien, el fascismo nace como reacción de lo particular contra lo universal, del pueblo contra la clase, de la nación
contra lo internacional, en sus orígenes es inseparable del comunismo cuyos objetivos combate. Aunque sin dejar de
imitar sus métodos.
 
El fascismo reconstruyo con temas renovados la pasión nacionalista que había sido el genio malo por excelencia de los
grandes países de Europa en víspera de 1914. Lo curioso es, naturalmente, que la guerra misma no haya mostrado su
carácter nefasto al menos a los pueblos que habían salido vencidos de ella, como los alemanes. Sin duda parte de la
responsabilidad la tiene el tratado de Versalles que no abrió a Europa las puertas de ninguna historia común.
 
Lo que hace Inevitable un análisis comparado de ellos no sólo es su fecha de nacimiento y su carácter, a la vez
simultáneo, y meteórico, en la escala de la historia, sino también su dependencia mutua. El fascismo nació como
reacción anticomunista. El comunismo prolongó su atractivo gracias al antifascismo. La guerra los enfrentó, pero sólo
después de haberlos asociado.
 
A comienzos del siglo XX, con Lenin y Mussolini, para no mencionar a Hitler, el tema ha perdido su profundidad y su
interés filosófico, en favor de su valor como propaganda. Ya sólo se le trata como un derivado de la fatalidad capitalista,
según la cual el dinero, el omnipotente dinero, domina también la política.
 
La ventaja intelectual del discurso leninista sobre el fascismo consiste en que más allá de la crítica a la democracia
burguesa, reencuentra el sustento de la filosofía liberal: si bien hubo que derrocar los regímenes que la reivindicaban
para cumplir sus promesas, la autonomía del individuo está presente en el horizonte del comunismo, como lo estaba en
el centro del liberalismo. Gran ventaja, en efecto, porque permite al militante comunista situar su acción en la sucesión
de la historia y considerarse a sí mismo como heredero y continuador del progreso, mientras que el militante fascista,
por el contrario, debe imaginar que su papel está destinado a quebrantar la concatenación fatal del curso de la historia
moderna hacia la democracia.
 
Entre esas dos teorías seculares de la política, la superioridad del marxismo-leninismo se debe a dos cosas: para empezar
el hecho que enarbolan su estandarte, el nombre del más poderoso y sintético filósofo de la historia que haya surgido en
el siglo XIX. En materia de la demostración de las leyes de la historia Marx es inigualable.
 
El atractivo principal del marxismo-leninismo se encuentra desde luego en su universalismo, que lo emparenta con la
familia de las ideas democráticas, con el sentimiento de igualdad de los hombres como resorte psicológico principal. El
fascismo, para quebrantar el individualismo burgués sólo apela a fracciones de humanidad: la Nación o la raza.
 
El universalismo bolchevique no tarda en chocar contra las condiciones concretas en que rodean su triunfo, veamos así
a esos hombres en el poder en el país más atrasado, y por tanto el más improbable de Europa según la doctrina. Habida
cuenta de la particularidad de su situación, no tiene ninguna posibilidad de poner a la vieja Rusia a la cabeza del
progreso humano, de poder suprimir su carga de pobreza y de incultura.
 
A este respecto existe una especie de misterio acerca del triunfo ideológico inicial del bolchevismo en Europa, misterio
que no deja de tener su analogía con el que rodea el desarrollo de las ideas fascistas hacia la misma época. Pues ambos
movimientos están indisolublemente ligados como la acción y la reacción, tal como lo indica la cronología, las
intenciones de los protagonistas y los préstamos recíprocos que se hacen uno al otro. Acaso esta relación de dependencia
permita establecer una hipótesis que los defectos de simplificación y amplificación que realizan ambas ideologías son en
secreto de su seducción.
 
Ambas dominarán la historia del siglo, tomando cuerpo en el curso de los acontecimientos que contribuyen a formar,
sus efectos se irán agravando al fanatizarse sus partidarios: la prueba del poder en su lugar de limar las aristas,
multiplicará sus atrocidades y sus crímenes. Stalin exterminará a millones de hombres en nombre de la lucha contra la
burguesía y Hitler a millones de judíos el nombre de la pureza de la raza aria. Existe un misterio del mal en la dinámica
de las ideas políticas del siglo XX.
 
Por tanto, no es razón para excluir el fascismo en privilegio o de la maldición de la idea revolucionaria, el pretexto de
que combate bajo el estandarte de la nación o de la raza, pues precisamente la originalidad de la doctrina fascista se
debió que se apropiaron del espíritu revolucionario poniéndolo al servicio de su proyecto anti universalista. Tal fue
probable uno de los secretos de su éxito. En efecto el punto débil de la filosofía o las prescripciones políticas hostiles a
los principios en 1789 había sido, a lo largo de todo el siglo precedente, su incapacidad para insertarse en la historia de
la que pretendía refutar. Supeditándolo todo a la providencia, negaban el brote de libertad presente en la experiencia
del pueblo. Aunque nostálgico del Antiguo orden, era importante para explicar porque la revolución se había formado
en el seno de aquel. ¿Cuál antiguo régimen restablecer entonces, si aquel cuyas virtudes elogiaban había producido los
hombres y las ideas de 1789? ¿Y cómo borrar la revolución sin rehacer una revolución? A esos callejones sin salida del
pensamiento y de la política contrarrevolucionaria, el fascismo les aporta una solución, planteándose en el terreno de la
revolución: también él es sin Dios, y aún hostil a la religión cristiana; también él sustituye la autoridad divina por la
fuerza de la evolución histórica; también él desprecia las leyes en nombre de la voluntad política de las masas; también
él deja de combatir el presente bajo la bandera de un porvenir redentor.

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¿Qué significa ser marxista antes de 1914?
 Tener una visión catastrófica del capitalismo.
 Ser evolucionista→ Creer que tendencias capitalistas llevan al comunismo.
 El proletariado debe→ Luchar por reformas.
→ Participar en la democracia.
El cambio se iba a dar con un levantamiento de las masas que generaría el cambio de régimen.
 Economicista→ En la historia humana lo más importante es la economía→ Determina el desarrollo del resto de
los factores no económicos.
 Positivista→ Idea del marxismo como ciencia casi exacta con leyes.

El desarrollo del capitalismo no estaba yendo en la dirección que Marx describía, ósea no iba a su propia destrucción
sino que se estaba reformando, especialmente gracias a los social-demócratas. Por esta razón se dieron cuenta que el
Manifiesto Comunista no es la biblia, esto genera un debate entre los socialistas realizando un revisionismo de la teoría.

Berestein → “La forma de vida de los obreros fueron por la economía; la conciencia de clase no está generada por la
lucha de clases”
→ “Las reformas iban a impedir la revolución”.
Resumen: “el peso no está en la economía sino en la política” → surge el socialismo→ albergaba la idea de un sistema
mejor.
→ ¿De dónde surge la conciencia de case? Intelectuales + Partidos políticos.

Lenin→ Los obreros pueden tener conciencia de buscar mejoras en las condiciones de trabajo → Son inculcadas por el
partido.
→ A la revolución hay que darle un empujón→ Podía darse mediante una insurrección. *
→ Partido debía ser disciplinado + compacto + pequeño
*Hace la diferencia entre Bolcheviques y social-demócratas.
En el medio de estos debates, ocurre la revolución de 1905.
Clase de Revolución rusa:
URSS eje vertebrador del siglo XX.
Dimensiones utópicas de la revolución construcción no mediada del presente busca desmontar
estructuras centenares.
Todas las teorías políticas tienen una dimensión utópica.

Creían que la revolución iba a tirar abajo a:


 La autocracia.
 Permitiría a los revolucionarios vivir mejor, más felices  la revolución no se reduce a una cuestión
política.
 Se busca llegar a las costumbres, la sexualidad, el arte, la arquitectura, estaba a favor del aborto (libre y
gratuito) y la familia (se promovieron las familias colectivas; no estaban a favor de las familias monogamicas
porque por medio de la herencia reproducen el sistema de propiedad privada)
 Busco la destrucción de instituciones burguesas (como la iglesia).
 Buscaron modificar el lenguaje (hacerlo universal).
 Educación (Escuelas únicas de trabajo

Rusia de Lenin.

Con Stalin al poder, se funda una nueva URSS con ideas mucho más conservadoras desmonta todo el
“progreso” de la era de Lenin.

Se inicia un proceso conocido como:


 “Revolución desde arriba”  encuentra resistencia a los cambios como los zurdos progresistas, pero
también mucho apoyo, de por ejemplo, los campesinos.
 “Experimento generalizado del terror” (se da hasta 1953)  modificación de la estructura social en base a
la violencia y el terror. Se implementan las purgas que generan millones de muertes.

¿Cuál de las dos es la “cultura revolucionaria”?


Hay una contraposición muy grande entre la “nueva cultura” de Lenin apoyada por los revolucionarios; y la
“cultura obrera” de Stalin, más conservadora y propia del antigua régimen pero apoyada por la mayoría de la
población –la cual era campesina-.

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Contraposición de textos, Hobsbawm VS Furet:
El socialismo real es aquel que se pudo aplicar, por ejemplo en, Cuba, China, y los países africanos y
surasiáticos. Y se llevó a cabo mayormente con planes quinquenales1, los cuales se basan en:
 Industrialización de manera forzada.
 Colectivización del campo  se le quita la propiedad a la tierra, por lo que la agricultura se convierte en
comunal y estatal  inmediata reacción de los grandes campesinos quienes son llevados a campos de
concentración y los campesinos más pequeños se mueven a la ciudad.
Como la mayor parte de la población es rural esta medida afecta al 80% de los rusos.

Contexto mundial  se desata la 2da G.M.  triunfo ruso sobre Alemania (acto decisivo para ganarles la
guerra)  otorga gran prestigio mundial, tanto a la URSS como al comunismo  crecen partidos comunistas
por todo el mundo + Revolución China.

1
En argentina fueron aplicados por Perón.
Muere Stalin (1953)  Nueva URRSS:
 Se mantiene la forma de gobierno de partido único.
 Se deja atrás la tiranía y el sistema de gobierno basado en el terror.
 Nikita Jrushchov denuncia la violencia de Stalin, lo cual provoca que muchos países abandonen el bando
comunista; URSS se ve obligada a invadirlos.

FIN DE LA URSS  violenta caída producto de la crisis económica.

¿Qué genera una revolución?


Cambio de paradigma + voluntario + traumático + proceso de ruptura con el pasado + quiebre +
desestabilización + imposición de un nuevo sistema y liberación de viejas costumbres + apoyada por una parte
de la sociedad.

¿Quiénes son los protagonistas para Hobsbawn?


Campesinos + ejercito + mujeres + intelectuales + artistas + obreros + minorías nacionalistas necesitaron la
ayuda de Lenin.
¿Es él, el verdadero protagonista?

¿Quién es el protagonista para Furet?


La idea revolucionaria, la cual para él es fatal, y fue usada por los bolcheviques –grupo con cierto
voluntariado que busca tomar el poder- para llevar adelante una revolución en contra de la democracia y el
liberalismo (con la caída de la URSS se demuestra que son las ideologías “buenas” / “ganadoras”).

Totalitarismo = Comunismo + fascismo  ¿Es posible enmarcarlos bajo


un mismo nombre solo por el terror que fundaron, y no tener en
cuenta que son ideologías opuestas?

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