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JUECES 09 Progreso: 32.3 %

La coronación de Abimélec Lectura de hoy:


Jueces 09
1 Abimélec, hijo de Ierubaal, fue a Siquém, donde estaban los Salmo 119,01-16
hermanos de su madre, y les dijo a ellos y a todo el clan de la Santiago 04
casa paterna de su madre:

2 "Digan a todos los señores de Siquém: ‘¿Qué es mejor para ustedes, que los
gobiernen setenta hombres –todos los hijos de Ierubaal– o que los gobierne uno solo?
Recuerden además que yo soy de la misma sangre que ustedes’".

3 Los hermanos de su madre comunicaron estas palabras de Abimélec a los señores de


Siquém, y estos se pusieron de parte de él, porque decían: "Es nuestro hermano".

4 Luego le dieron setenta siclos de plata del templo de Baal Berit, con los que Abimélec
contrató a unos hombres vagos y aventureros, que le sirvieron de escolta.

5 En seguida entró en la casa de su padre, en Ofrá, y mató a sus hermanos, los setenta
hijos de Ierubaal, sobre una misma piedra. Sólo escapó Jotám, el hijo menor de
Ierubaal, porque logró esconderse.

6 Entonces se reunieron todos los señores de Siquém y todo Bet Miló, y fueron a
proclamar rey a Abimélec, junto a la encina de la piedra conmemorativa que está en
Siquém.

La fábula de Jotám

7 Cuando le llevaron la noticia a Jotám, este se puso en la cima del monte Garizím, y
gritó con voz potente: "Escúchenme, señores de Siquém, y que Dios los escuche a
ustedes:

8 Los árboles se pusieron en camino


para ungir a un rey que los gobernara.
Entonces dijeron al olivo: ‘Sé tú nuestro rey’.

9 Pero el olivo les respondió:


‘¿Voy a renunciar a mi aceite
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con el que se honra a los dioses y a los hombres,
para ir a mecerme por encima de los árboles?’.

10 Los árboles dijeron a la higuera:


‘Ven tú a reinar sobre nosotros’.

11 Pero la higuera les respondió:


‘¿Voy a renunciar a mi dulzura
y a mi sabroso fruto,
para ir a mecerme por encima de los árboles?’.

12 Los árboles le dijeron a la vid: ‘Ven tú a reinar sobre nosotros’.

13 Pero la vid les respondió:


‘¿Voy a renunciar a mi mosto
que alegra a los dioses y a los hombres,
para ir a mecerme por encima de los árboles?’.

14 Entonces, todos los árboles dijeron a la zarza:


‘Ven tú a reinar sobre nosotros’.

15 Pero la zarza respondió a los árboles:


‘Si de veras quieren ungirme
para que reine sobre ustedes,
vengan a cobijarse bajo mi sombra;
de lo contrario, saldrá fuego de la zarza
y consumirá los cedros del Líbano’.

16 Y ahora, díganme: ¿Han obrado ustedes con sinceridad y lealtad al proclamar rey a
Abimélec? ¿Se han portado bien con Ierubaal y con su familia, y lo han tratado como se
merecía?

17 Mi padre combatió por ustedes, arriesgó su vida y los libró del poder de
Madián, 18 y ahora ustedes se han levantado contra la familia de mi padre, han matado
sobre una misma piedra a sus setenta hijos, y han proclamado rey de los señores de
Siquém a Abimélec, el hijo de su esclava, aduciendo que es hermano de ustedes.

19 Si hoy han sido sinceros y leales con Ierubaal y con su familia, que Abimélec sea
para ustedes un motivo de alegría, y ustedes para él.

20 De lo contrario, que salga fuego de Abimélec para devorar a los señores de Siquém y
de Bet Miló, y que salga fuego de los señores de Siquém y de Bet Miló, para devorar a
Abimélec".

21 Después Jotám huyó para ponerse a salvo, y se estableció en Beer, lejos de su


hermano Abimélec.

Rebelión de los siquemitas contra Abimélec

22 Abimélec gobernó tres años en Israel.

23 Pero Dios envió un espíritu de discordia entre Abimélec y los señores de Siquém, y
estos traicionaron a Abimélec.

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24 Así debía ser castigado el crimen cometido contra los setenta hijos de Ierubaal, y su
sangre debía recaer sobre su hermano Abimélec, que los había matado, y sobre los
señores de Siquém, que habían sido cómplices en la matanza de sus hermanos.

25 Por eso, los señores de Siquém preparaban emboscadas contra él en las cimas de
los montes, y saqueaban a todos los que pasaban por allí. Abimélec fue informado de
todo esto.

26 Una vez, Gaal, hijo de Ebed, pasó por Siquém junto con sus hermanos, y se ganó la
confianza de los señores de Siquém.

27 Estos salieron al campo a vendimiar, pisaron las uvas, hicieron festejos y entraron
en el templo de su dios. Después de comer y beber, maldijeron a Abimélec.

28 Entonces Gaal, hijo de Ebed, exclamó: "¿Qué autoridad tiene Abimélec sobre Siquém
para que le estemos sometidos? ¿El hijo de Ierubaal, y Zebul, su lugarteniente, no han
estado sometidos a la gente de Jamor, el padre de Siquém? ¿Por qué tenemos que estar
sometidos a ellos?

29 ¡Si pusieran a este pueblo en mis manos, yo expulsaría a Abimélec, desafiándolo a


que refuerce su ejército y salga a combatir!".

30 Zebul, el gobernador de la ciudad, al enterarse de las palabras de Gaal, hijo de


Ebed, se enfureció 31 y envió disimuladamente mensajeros a Arumá, donde estaba
Abimélec, para avisarle: "Gaal, hijo de Ebed, ha llegado a Siquém con sus hermanos, y
está sublevando la ciudad contra ti.

32 Por eso, ven durante la noche con toda la gente que tienes contigo y quédate al
acecho en campo abierto.

33 Por la mañana temprano, apenas brille el sol, irrumpirás contra la ciudad. Y cuando
Gaal con su gente salga a enfrentarse contigo, lo tratarás como más convenga".

34 Abimélec salió durante la noche con toda su gente y se puso al acecho cerca de
Siquém, con su tropa dividida en cuatro grupos.

35 Cuando Gaal, hijo de Ebed, salió y se detuvo a las puertas de la ciudad, Abimélec y
la tropa que lo acompañaba salieron de los lugares donde estaban al acecho.

36 Al ver las tropas, Gaal dijo a Zebul: "Mira esa gente que baja de la cima de los
montes". "Es la sombra de los montes, y a ti te parecen hombres", le respondió Zebul.

37 Pero Gaal insistió: "Es gente que baja por la ladera del Ombligo de la Tierra, y otro
grupo viene por el camino de la Encina de los Adivinos".

38 Entonces Zebul le dijo: "¿No eras tú el que te envalentonabas, diciendo: ‘¿Quién es


Abimélec para que le estemos sometidos?’. ¡Ahí está la gente que tú despreciabas! ¡Ve
ahora a combatir contra ellos!".

39 Gaal salió al frente de los señores de Siquém y presentó batalla a Abimélec.

40 Abimélec lo persiguió: Gaal emprendió la retirada y muchos cayeron muertos antes

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de llegar a la puerta de la ciudad.

41 Abimélec regresó a Arumá, y Zebul expulsó de Siquém a Gaal y a sus hermanos,


impidiéndoles habitar allí.

Destrucción de Siquém

42 Al día siguiente, la gente de Siquém se puso en campaña. Cuando Abimélec recibió


la noticia, 43 reunió sus tropas, las dividió en tres grupos y se puso al acecho en el
campo. Al ver que la gente salía de la ciudad, irrumpió contra ellos y los derrotó.

44 Después, Abimélec y el grupo que lo acompañaba volvieron a atacar, y tomaron


posiciones frente a la puerta de la ciudad. Mientras tanto, los otros dos grupos se
lanzaron contra los que estaban en el campo y los derrotaron.

45 Abimélec atacó la ciudad durante todo el día. Cuando la tomó, mató a la población,
arrasó la ciudad y esparció sal sobre ella.

Destrucción de Migdal Siquém

46 Al enterarse, los señores de Migdal Siquém, se refugiaron en la cripta del templo de


El Berit.

47 Cuando Abimélec recibió la noticia de que todos los señores de Migdal Siquém
estaban en un solo lugar, 48 subió al monte Salmón con todas sus tropas; y tomando
un hacha, cortó una rama de árbol, se la puso al hombro, y dijo a las tropas que lo
acompañaban: "¡Apúrense! Hagan lo mismo que yo".

49 Cada uno de sus hombres cortó una rama y todos fueron detrás de Abimélec.
Después cubrieron la cripta con las ramas y les prendieron fuego. Así murieron también
los habitantes de Migdal Siquém, unos mil hombres y mujeres.

Asedio de Tebes y muerte de Abimélec

50 Luego Abimélec marchó contra Tebes, la asedió y la conquistó.

51 En medio de la ciudad había una torre fortificada, y todos los habitantes de la


ciudad, hombres y mujeres, se refugiaron en ella. La cerraron por dentro y se subieron
a la parte más alta de la torre.

52 Abimélec se adelantó para atacar la torre y llegó hasta la puerta con la intención de
prenderle fuego.

53 Pero una mujer le arrojó una rueda de molino sobre la cabeza y le partió el cráneo.

54 Él llamó en seguida a su escudero y le dijo: "Desenvaina tu espada y mátame, para


que no se pueda decir que me mató una mujer". Entonces el escudero lo atravesó con
su espada y él murió.

55 Al ver que Abimélec estaba muerto, los hombres de Israel regresaron cada uno a su
lugar.

56 Dios hizo recaer sobre Abimélec el crimen que había cometido contra su padre,

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cuando mató a sus setenta hermanos.

57 Y también hizo que toda la maldad de la gente de Siquém recayera sobre ellos
mismos. Así se cumplió la maldición que Jotám, hijo de Ierubaal, había pronunciado
contra ellos.

SALMO 119 (118),01-16.


ELOGIO DE LA LEY DEL SEÑOR

La felicidad de los que cumplen la Ley del Señor

1 Felices los que van por un camino intachable,


los que siguen la ley del Señor,
2 Felices los que cumplen sus prescripciones
y lo buscan de todo corazón,
3 los que van por sus caminos,
sin hacer ningún mal.

4 Tú promulgaste tus mandamientos


para que se cumplieran íntegramente.
5 ¡Ojalá yo me mantenga firme
en la observancia de tus preceptos!

6 Así no sentiré vergüenza,


al considerar tus mandamientos.

7 Te alabaré con un corazón recto,


cuando aprenda tus justas decisiones.

8 Quiero cumplir fielmente tus preceptos:


no me abandones del todo.

La Ley de Señor, fuente de rectitud y alegría

9 ¿Cómo un joven llevará una vida honesta?


Cumpliendo tus palabras.

10 Yo te busco de todo corazón:


no permitas que me aparte de tus mandamientos.

11 Conservo tu palabra en mi corazón,


para no pecar contra ti.

12 Tú eres bendito, Señor:


enséñame tus preceptos.

13 Yo proclamo con mis labios


todos los juicios de tu boca.

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14 Me alegro de cumplir tus prescripciones,
más que de todas las riquezas.

15 Meditaré tus leyes


y tendré en cuenta tus caminos.

16 Mi alegría está en tus preceptos:


no me olvidaré de tu palabra.

SANTIAGO 04

1 ¿De dónde provienen las luchas y las querellas que hay entre ustedes? ¿No es
precisamente de las pasiones que combaten en sus mismos miembros?

2 Ustedes ambicionan, y si no consiguen lo que desean, matan; envidian, y al no


alcanzar lo que pretenden, combaten y se hacen la guerra. Ustedes no tienen, porque
no piden.

3 O bien, piden y no reciben, porque piden mal, con el único fin de satisfacer sus
pasiones.

4 ¡Corazones adúlteros! ¿No saben acaso que haciéndose amigos del mundo se hacen
enemigos de Dios? Porque el que quiere ser amigo del mundo se hace enemigo de Dios.

5 No piensen que la Escritura afirma en vano: El alma que Dios puso en nosotros está
llena de deseos envidiosos.

6 Pero él nos da una gracia más grande todavía, según la palabra de la Escritura que
dice: Dios resiste a los soberbios y da su gracia a los humildes.

7 Sométanse a Dios; resistan al demonio, y él se alejará de ustedes.

8 Acérquense a Dios y él se acercará a ustedes. Que los pecadores purifiquen sus


manos; que se santifiquen los que tienen el corazón dividido.

9 Reconozcan su miseria con dolor y con lágrimas. Que la alegría de ustedes se


transforme en llanto, y el gozo, en tristeza.

10 Humíllense delante del Señor, y él los exaltará.

11 Hermanos, no hablen mal los unos de los otros. El que habla en contra de un
hermano o lo condena, habla en contra de la Ley y la condena. Ahora bien, si tú
condenas la Ley, no eres cumplidor de la Ley, sino juez de la misma.

12 Y no hay más que un solo legislador y juez, aquel que tiene el poder de salvar o de
condenar. ¿Quién eres tú para condenar al prójimo?

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13 Y ustedes, los que ahora dicen: «Hoy o mañana iremos a tal ciudad y nos
quedaremos allí todo el año, haremos negocio y ganaremos dinero»,

14 ¿saben acaso qué les pasará mañana? Por su vida es como el humo, que aparece un
momento y luego se disipa.

15 Digan más bien: «Si Dios quiere, viviremos y haremos esto o aquello».

16 Ustedes, en cambio, se glorían presuntuosamente, y esa jactancia es mala.

17 El que sabe hacer el bien y no lo hace, comete pecado.

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