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LOS VISIGODOS.
La aparición de los primeros homínidos en la Península Ibérica está datada en unos
900.000 años de antigüedad. Más tarde la adopción de, la agricultura y la metalurgia, la
influencia de griegos, fenicios e indoeuropeos y el legado de romanos y visigodos
marcaron hitos históricos que ayudaron a configurar el mundo en el que vivimos
actualmente.
1.2. EL PALEOLÍTICO.
Es la etapa más antigua de la Prehistoria. Los hombres y mujeres vivían en pequeñas
comunidades dedicadas a la caza y la recolección eran nómadas.
Los primeros testimonios de homínidos en la Península se han hallado en Atapuerca y
corresponden al Homo antecessor (primer poblador de Europa en el Paleolítico Inferior).
En Atapuerca también se han encontrado restos de Homo heidelbergensis.
1.3. EL NEOLÍTICO.
El inicio de este período histórico estuvo marcado por la domesticación de plantas y
animales hacia el 9.000 a.C. Surgieron las primeras sociedades sedentarias y novedades
técnicas como la cerámica y los útiles de piedra pulida.
La Edad del Hierro se inició en la Península y coincidió con la llegada de los pueblos
procedentes de Europa central, las llamadas migraciones indoeuropeas, que conocían la
técnica del trabajo de este metal.
1.5. EL MEGALITISMO.
El megalitismo fue un fenómeno cultural y arquitectónico que se extendió por Europa
Occidental y el norte de África. Se llama así por las construcciones realizadas con
grandes bloques de piedras o megalitos.
LA COLONIZACIÓN FENICIA
Los fenicios, originarios del actual Líbano, fueron el primer pueblo Mediterráneo que
llegó a la Península. Gadir fue su primera colonia, según las fuentes escritas fue fundada
en el año 1000 a.C. Su objetivo era el comercio con los pueblos indígenas. (Sólo
establecieron vínculos y no conquistaron).
Obtenían principalmente plata y otros metales. Se los adquirían a los indígenas de
Tartesos cambio de joyas, telas, cerámicas y otros productos manufacturados.
Cultivaban la vid y el olivo, para producir vino y aceite, e impulsaron la pesca y la salazón
del atún.
LA COLONIZACIÓN GRIEGA
Los griegos se establecieron en el nordeste de la Península Ibérica, concretamente en el
litoral mediterráneo, a partir del siglo VI a.C. La primera colonia griega fue Emporion.
Al igual que las fenicios, las colonias griegas se fundaron con una finalidad comercial. Se
establecieron estratégicamente en nudos de comunicación y en la costa donde, donde
construyeron puertos desde los que exportaban los productos que intercambiaban con
los indígenas iberos. (Cereales-productos manufacturados)
LA COLONIZACIÓN CARTAGINESA
En el siglo VI a.C. Las colonias fenicios entraron en declive a causa de la conquista de
Tiro, la capital de los fenicios, por parte de Babilonia. El control de sus colonias pasó a
manos de Cartago, una ciudad al norte de África que era la principal colonia fenicia del
mediterráneo.
2.3. TARTESOS.
La llegada de los fenicios supuso un estímulo muy importante para las sociedades
indígenas que habitaban el suroeste peninsular, en las que aparecieron élites que
basaban su poder en el control del comercio con los fenicios. Estas impulsaron aún más
el desarrollo de la minería destinada al intercambio con los fenicios. (Trueque)
Entre los siglos X y XV , se desarrolló una cultura conocida como Tartesos, que se
expandió por el suroeste de la Península con grandes asentamientos.
El contacto con los fenicios propició la adopción de innovaciones técnicas como el torno
alfarero, una metalurgia de la plata muy refinada y una orfebrería muy desarrollada.
EL ÁREA IBERA
Los pueblos iberos habitaban el este y el sur de la Península, el arco del mediterráneo.
(entre los siglos VI y II a.C.) Las influencias de los fenicios y griegos propiciaron que
adoptaran rasgos e innovaciones de estos pueblos, como el uso de la moneda o la
escritura.
Los iberos no formaron una única entidad: eran más bien una serie de pueblos con una
estructura social y cultural similar. Se realizaban en tribus lideradas por un caudillo, y en
algunas de ellas en monarquías con una importante aristocracia.
Establecieron una fuente de control del territorio.
Tuvieron una cultura avanzada, como demuestra su escritura, aún no descifrada. Entre
las manifestaciones artísticas, sobresale la escultura en piedra o bronce con piezas como
la Dama de Baza, la Dama de Elche o la Bicha de Bazalote.
EL ÁREA CELTA
Los celtas habitaron la zona del centro y el norte de la Península, entre los siglos V y I
a.C. Fueron un conjunto de pueblos influidos por los migrantes indoeuropeos.
En las áreas de contacto entre celtas e iberos se desarrolló la cultura celtíbera que tomó
elementos de ambas culturas.
Los grupos celtas compartían una organización social en tribus. Vivían en pequeños
poblados en lugares elevados rodeados de murallas.
3. LA HISPANIA ROMANA.
La segunda guerra púnica, entre Cartago y Roma supuso la llegada de los romanos a la
Península Ibérica y la expulsión definitiva de los cartagineses.
3.2. LA ROMANIZACIÓN
Con la conquista romana de Hispania, se inició la romanización, como se conoce al
proceso por el cual los pueblos de la Península Ibérica adaptaron su organización social,
política y económica, las costumbres, la lengua yla religión de los romanos.
Las consecuencias del dominio romano hicieron más evidentes a partir de la época
imperial, cuando los romanos establecieron una nueva organización política y
administrativa y urbanizaron el territorio mediante la creación de numerosas ciudades y
calzadas, lo que supuso también una profunda transformación del paisaje peninsular.
Asimismo, impulsaron la mercantilización de la economía e introdujeron la propiedad
privada y el esclavismo.
A finales del siglo III el emperador Diocleciano promulgó una nueva reforma provincial
que determinaba la creación de otras dos provincias más: La Hispania Carthaginensis
(con capital en Cartago Nova) y la Hispania Gallaecia (con capital en Lucus Augusti).
Poco antes de acabar el siglo IV las islas Baleares se convirtieron en la provincia
Balearica.
LA URBANIZACIÓN DE HISPANIA
Los principales centros de romanización en Hispania sin duda fueron las ciudades. Los
romanos crearon una amplia red de ciudades con el objetivo de organizar la colonización
y explotación del territorio, así como de asegurar su control político y militar. Las
ciudades se convirtieron en los centros de la vida social y económica de Hispania.
Permitieron controlar de forma más efectiva a la población.
Algunas ciudades eran nuevas colonias fundadas por los romanos, en ellas no se pagaban
impuestos como en Barcino o Emérita Augusta. Otras eran antiguas núcleos romanizados,
que pagaban más o menos impuestos dependiendo de cuánto se hubieran resistido a la
conquista, como Gades o Pallantia.
Para comunicar las diferentes ciudades de Hispania con el resto del imperio se construyó
una red de calzadas que permitía un rápido desplazamiento d erróneas, mercancías y
ejércitos.
LA MERCANTILIZACIÓN DE LA ECONOMÍA
La conquista romana propició la superación de la economía de subsistencia de los
pueblos indígenas. Los romanos introdujeron mejoras tecnológicas en la agricultura que
incrementaron la producción. Estos avances junto con la generalización del uso de la
moneda y la creación de la red de calzadas, permitieron a Hispania quedar integrada en
un sistema económico muy amplio que abarcaba a la totalidad del Imperio Romano.
Una característica fundamental de la economía Roma fue el uso masivo de mano de obra
esclava para la realización de las tareas más duras, como la agricultura o la minería.
En torno al año 409, se produjo una nueva oleada de invasiones germánicas. Suevos,
vándalos y alanos se establecieron de forma permanente en la Península Ibérica.
Por las mismas fechas, los visigodos, un pueblo germánico más romanizado, se
establecieron pacíficamente en el sur de la Galias gracias a un tratado con el Imperio
Romano, por el que se comprometieron a respetar el orden imperial y a prestar servicios
militares como tropas federadas.
Los visigodos derrotaron a los vándalos, aniquilaron casi totalmente a los alanos y
recluyeron a los suevos en la zona de la actual Galicia y el norte de Portugal. Tras estas
exitosas campañas, el Imperio romano concedió a los visigodos la tutela de Hispania.
Tras su derrota en la batalla de Vouillé (507) ante los francos, el reino visigodo de Tolosa
desapareció. Los visigodos se vieron obligados a retirarse al sur de los Pirineos y
trasladaron la corte a Barcelona.