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6.3 EDUCACIÓN VIAL.

Las lesiones causadas por el tránsito vial constituyen un problema de salud mundial
que afecta a todos los sectores de la sociedad. Hasta la fecha, se ha prestado escasa
atención a la seguridad vial tanto a nivel internacional como a nivel nacional y
provincial. Esto se ha debido en parte a los siguientes factores: falta de información
sobre la magnitud del problema y las posibilidades de prevenirlo; un planteamiento
fatalista con respecto a las colisiones en carretera; falta de la responsabilidad política
y la colaboración multidisciplinaria que se requiere para hacer frente al problema
con eficacia. Sin embargo, puede hacerse mucho para reducir el problema de los
accidentes de tránsito.

En ciudades grandes como la de México hay un evidente contraste entre la enorme


circulación de vehículos, las distancias que recorren las personas para ir a su trabajo
o escuela, las horas que se viven dentro de un transporte -ya sea particular o
colectivo- y la poca educación vial que recibe la población, incluso de los que
tramitan su licencia de manejo.

De los aproximadamente 21 mil accidentes viales que ocurren cada año en la ciudad
de México, mil 432 ocurren en la delegación Benito Juárez, la cual ocupa la quinta
posición de las demarcaciones con más percances, según un informe del Centro
Nacional para la Prevención de Accidentes (CENAPRA).

Aún cuando se cree que el mayor número de accidentes en el Distrito Federal son
causados por transportes públicos, el 85% son causados por autos particulares; el
10% por el transporte público y el resto por motocicletas.

Para solucionar este problema de salud pública, una de las líneas de actuación
imprescindible es la adquisición de VALORES VIALES en los ciudadanos, algo que
constituye un paso más que el conocimiento de normas y señales de circulación. Se
trata de la EDUCACIÓN VIAL, el mejor camino para la formación de una conciencia
vial.

DEFINICIÓN.

Podemos definir la Educación Vial como parte de la Educación Social, siendo una
eficaz base de actuación ciudadana, dado que trata de crear hábitos y actitudes
positivas de convivencia, de calidad de vida, calidad medioambiental y la
SEGURIDAD VIAL.

La educación vial forma una "conciencia vial" que no sólo previene los accidentes de
tránsito, sino que forma usuarios de la vía pública disciplinados y seguros,
resultando de ello una sociedad tranquila, autoprotegida y gozosa de mejor salud y
una calidad de vida superior.

La educación vial tiene una gran ventaja, y es que se basa en la enseñanza de


símbolos. Y tan clara es la función del símbolo que ni siquiera es necesario saber
leer, lo que facilita a los niños el aprendizaje, porque conociendo los colores y
diferenciando las formas, pueden saber fácilmente qué indica cada señal.
La mejor manera de que los niños comprendan las reglas viales es enfatizar todo lo
que sí se puede hacer, y qué beneficios trae hacerlo bien, para luego explicar lo que
no se puede hacer y por qué. Es preciso que comprendan que el fin último de las
normas, incluso las que parecen más rígidas o arbitrarias, es la búsqueda del
ordenamiento, en el que cada individuo conserva su lugar y respeta el del prójimo.

Pero más allá de toda enseñanza teórica, son los padres el elemento más importante
de motivación en la educación vial de los hijos, mediante el buen ejemplo diario en
el cumplimiento de las normas de tránsito, bien entendidas, acatadas con serenidad
y respetando al resto de los actores viales.

Todos utilizamos la vía pública, y por eso debemos comportarnos y actuar de


acuerdo con las normas establecidas, sin olvidar nunca que nuestros derechos son
iguales a los del resto de la gente. Debemos tener presente que el fastidio y sobre
todo la impaciencia son condiciones negativas para transitar, y sin duda aumentarán
la inseguridad de la circulación.

Hoy en día, es pertinente duplicar el esfuerzo en pos de que los niños conozcan las
reglas que deben cumplirse en la calle, porque sólo asumiendo a conciencia que el
tránsito debe regirse por normas ineludibles podrán asumir una actitud responsable
como usuarios de la vía pública, cualquiera sea el medio en que se manejen.

OBJETIVOS TRANSVERSALES.

Dentro de los objetivos principales que se busca desarrollar tanto en los niños como
en los jóvenes al impartirles una educación vial se encuentran los siguientes:

 Conocer un reglamento y cumplirlo es un aprendizaje que requiere de una


actitud y una disposición amigable, que debe transmitirse a los niños junto
con las reglas.

 La educación vial no es un aprendizaje sin sentido; no se trata de cumplir por


cumplir las reglas, sino que tienen un porqué y un para qué. El niño debe
comprenderlo y asimilarlo para darle un sentido al deber de obedecerlas.

 Las reglas de tránsito promueven la convivencia y el respeto por los derechos


de los demás.

 El conocimiento de las reglas trae implícita la recompensa de acceder a un
lenguaje y a un comportamiento adulto.

El sistema educativo es el más amplio canal que dispone el mundo en desarrollo


para la difusión de los conocimientos relacionados con la salud y para ayudar a las
comunidades a desarrollar actitudes y prácticas saludables.

Los maestros mantienen un contacto regular durante un período de varios años con
los alumnos y sus familias. Son miembros influyentes de sus comunidades.
Orientados por sus maestros, los niños y adolescentes se convierten en transmisores
de los mensajes de salud en el ámbito de sus propias familias y comunidades.
Además, los niños y jóvenes de hoy serán los adultos del mañana.

Además encontramos que las tendencias actuales y proyectadas en la motorización


indican que el problema de las lesiones producidas por el tráfico vial empeorará,
convirtiéndose en una crisis de salud pública mundial. Los datos de muchos países
muestran una clara relación entre los crecientes niveles de motorización y el número
de muertes producidas en la carretera. El rápido ritmo de motorización en muchos
países de bajos y medianos ingresos significa que estos países tendrán menos
tiempo para encarar el problema del aumento de las lesiones producidas en
accidentes de tráfico vial para mitigar sus consecuencias adversas.

Esto contrasta con el caso de los países de ingresos más elevados, donde el
desarrollo a largo plazo significa que el uso de vehículos evoluciona a un ritmo más
lento, lo que permite que los esfuerzos para conseguir seguridad en las carreteras
evolucionen paralelamente. Por ejemplo, en Finlandia, 30 años de campañas
gubernamentales sobre la seguridad vial han llevado a una reducción del 50% del
número de víctimas mortales a pesar de que el volumen del tráfico vial se ha
triplicado.

Las lesiones sufridas en accidentes de tráfico vial tienen enormes consecuencias


sociales y económicas, tanto en los particulares, las familias, las comunidades y las
naciones. Además de las consecuencias directas: físicas y psicológicas en las
personas afectadas por las lesiones sufridas en accidentes de tráfico vial, las
colisiones en carretera también afectan gravemente a las personas relacionadas con
las víctimas. Las familias, los amigos y las comunidades de las personas
directamente afectadas por las lesiones, producidas por los accidentes de tráfico
vial, también pueden sufrir consecuencias adversas sociales, físicas y psicológicas a
corto y largo plazo.

No es una tarea sencilla la de incorporar en una sociedad hábitos inexistentes. Y en


una sociedad tan individualista como la nuestra, el desafío es más arduo aún. Por
eso se hace vital la formación de ciudadanos responsables desde pequeños. En la
educación vial, esta máxima se hace indispensable, porque si conseguimos
incorporar en los alumnos los conceptos básicos de vialidad a lo largo de toda su
enseñanza, paulatinamente conseguiremos ciudadanos conscientes, que aprenderán
a manejarse con sensatez, prudencia, tolerancia y respeto, cuatro condiciones
básicas a la hora de transitar.

Así mismo, esta educación no puede olvidar al peatón el cual debe tener en
consideración algunos aspectos para evitar provocar o verse involucrado en algún
accidente vial.

La primera norma que debemos guardar, es la utilización de la acera, circulando por


la derecha de la misma, sin bajar de ella, salvo para cruzar.

Transitar lejos del cordón de la vereda, puesto que los vehículos que circulen cerca
de la acera nos pueden atropellar.
Hay que mantener siempre una actitud correcta, es decir, sin molestar al resto de
los usuarios, ni ir corriendo, empujando o tropezando con las demás personas, y
menos aún jugando.

Debemos estar atentos a las entradas y salidas de garajes y talleres, pues de ellos
salen y entran continuamente muchos vehículos.

No llevar animales sueltos: pueden ser atropellados, causar molestias o provocar


accidentes.

Evitar jugar en las calles, pues es muy peligroso.

En caso de que no haya aceras en la calle, hay que caminar cerca de la línea
municipal y, si es posible también, marchar de cara al tráfico para ver venir los
vehículos de frente.

Esta educación vial, que debe comenzar desde la infancia del individuo, tiene que
apuntar a:

 Valorar la vida individual y colectiva Promover el respeto y la solidaridad.

 Fortalecer pautas de convivencia.

 Favorecer el desarrollo de hábitos de responsabilidad del usuario de la vía


pública.

 Preservar la salud y las condiciones ambientales.

 Promover el conocimiento de las normas, reglas y principios de tránsito


vigentes.

 Desarrollar hábitos y conductas para la prevención de riesgos de accidentes.

 Propiciar y motivar la participación de la comunidad en la problemática vial.

La síntesis de todo esto, es enseñar a transitar, favoreciendo en las aulas, el


desarrollo de aptitudes y actitudes positivas para que el niño y joven se integre al
sistema del tránsito como persona hábil, segura y responsable.

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