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Las lesiones causadas por el tránsito vial constituyen un problema de salud mundial
que afecta a todos los sectores de la sociedad. Hasta la fecha, se ha prestado escasa
atención a la seguridad vial tanto a nivel internacional como a nivel nacional y
provincial. Esto se ha debido en parte a los siguientes factores: falta de información
sobre la magnitud del problema y las posibilidades de prevenirlo; un planteamiento
fatalista con respecto a las colisiones en carretera; falta de la responsabilidad política
y la colaboración multidisciplinaria que se requiere para hacer frente al problema
con eficacia. Sin embargo, puede hacerse mucho para reducir el problema de los
accidentes de tránsito.
De los aproximadamente 21 mil accidentes viales que ocurren cada año en la ciudad
de México, mil 432 ocurren en la delegación Benito Juárez, la cual ocupa la quinta
posición de las demarcaciones con más percances, según un informe del Centro
Nacional para la Prevención de Accidentes (CENAPRA).
Aún cuando se cree que el mayor número de accidentes en el Distrito Federal son
causados por transportes públicos, el 85% son causados por autos particulares; el
10% por el transporte público y el resto por motocicletas.
Para solucionar este problema de salud pública, una de las líneas de actuación
imprescindible es la adquisición de VALORES VIALES en los ciudadanos, algo que
constituye un paso más que el conocimiento de normas y señales de circulación. Se
trata de la EDUCACIÓN VIAL, el mejor camino para la formación de una conciencia
vial.
DEFINICIÓN.
Podemos definir la Educación Vial como parte de la Educación Social, siendo una
eficaz base de actuación ciudadana, dado que trata de crear hábitos y actitudes
positivas de convivencia, de calidad de vida, calidad medioambiental y la
SEGURIDAD VIAL.
La educación vial forma una "conciencia vial" que no sólo previene los accidentes de
tránsito, sino que forma usuarios de la vía pública disciplinados y seguros,
resultando de ello una sociedad tranquila, autoprotegida y gozosa de mejor salud y
una calidad de vida superior.
Pero más allá de toda enseñanza teórica, son los padres el elemento más importante
de motivación en la educación vial de los hijos, mediante el buen ejemplo diario en
el cumplimiento de las normas de tránsito, bien entendidas, acatadas con serenidad
y respetando al resto de los actores viales.
Hoy en día, es pertinente duplicar el esfuerzo en pos de que los niños conozcan las
reglas que deben cumplirse en la calle, porque sólo asumiendo a conciencia que el
tránsito debe regirse por normas ineludibles podrán asumir una actitud responsable
como usuarios de la vía pública, cualquiera sea el medio en que se manejen.
OBJETIVOS TRANSVERSALES.
Dentro de los objetivos principales que se busca desarrollar tanto en los niños como
en los jóvenes al impartirles una educación vial se encuentran los siguientes:
Los maestros mantienen un contacto regular durante un período de varios años con
los alumnos y sus familias. Son miembros influyentes de sus comunidades.
Orientados por sus maestros, los niños y adolescentes se convierten en transmisores
de los mensajes de salud en el ámbito de sus propias familias y comunidades.
Además, los niños y jóvenes de hoy serán los adultos del mañana.
Esto contrasta con el caso de los países de ingresos más elevados, donde el
desarrollo a largo plazo significa que el uso de vehículos evoluciona a un ritmo más
lento, lo que permite que los esfuerzos para conseguir seguridad en las carreteras
evolucionen paralelamente. Por ejemplo, en Finlandia, 30 años de campañas
gubernamentales sobre la seguridad vial han llevado a una reducción del 50% del
número de víctimas mortales a pesar de que el volumen del tráfico vial se ha
triplicado.
Así mismo, esta educación no puede olvidar al peatón el cual debe tener en
consideración algunos aspectos para evitar provocar o verse involucrado en algún
accidente vial.
Transitar lejos del cordón de la vereda, puesto que los vehículos que circulen cerca
de la acera nos pueden atropellar.
Hay que mantener siempre una actitud correcta, es decir, sin molestar al resto de
los usuarios, ni ir corriendo, empujando o tropezando con las demás personas, y
menos aún jugando.
Debemos estar atentos a las entradas y salidas de garajes y talleres, pues de ellos
salen y entran continuamente muchos vehículos.
En caso de que no haya aceras en la calle, hay que caminar cerca de la línea
municipal y, si es posible también, marchar de cara al tráfico para ver venir los
vehículos de frente.
Esta educación vial, que debe comenzar desde la infancia del individuo, tiene que
apuntar a: