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TEMA 12.- CHINA: SOCIEDAD Y ECONOMÍA.


1. DEMOGRAFÍA.
1.1. DISTRIBUCIÓN.
1.2. POLÍTICA DEMOGRÁFICA.
1.3. REPERCUSIONES EN EL PROGRESO SOCIOECONÓMICO.
2. EL ÁMBITO RURAL.
2.1. LAS ESTRUCTURAS AGRARIAS TRADICIONALES. LA REFORMA DE
1950.
2.2. LA ORGANIZACIÓN COMUNAL.
2.3. LA CRISIS DE LA COMUNA.
3. LA SITUACIÓN DE LA INDUSTRIA.
3.1. INFRAESTRUCTURAS Y POTENCIAL MINERO.
3.2. POLÍTICA INDUSTRIAL.
3.2.1. LA ETAPA DE VINCULACIÓN A LA URSS.
3.2.2. EL “SALTO ADELANTE”: INDUSTRIAS DE BIENES DE EQUIPO Y
DE CONSUMO.
3.2.3. LA INDUSTRIA DESDE LOS AÑOS 80: LAS ZONAS PILOTO.
3.3. LA ESTRUCTURA INDUSTRIAL.
4. COMENTARIO BIBLIOGRÁFICO.
La China actual es un país en progresiva transformación, en el
que las tradicionales instituciones colectivas comienzan a coexistir
con otras de carácter privado y cuyo enorme potencial demográfico,
más del 20% de la población mundial, no deja de ser un lastre para el
desarrollo de una nación todavía prioritariamente agrícola, en la que
menos del 30% de sus habitantes reside en núcleos urbanos, y cuya
renta per cápita apenas alcanza los 350 dólares. lo que no impide, sin
embargo, la cobertura aceptable de bienes y servicios que procuran
unos gobiernos herederos del régimen maoísta y, a pesar de algunas
medidas reformadoras, reacios a la plena concesión de libertades
democráticas. Con una estructura territorial reciente, aún no se han
eliminado las desigualdades entre las áreas industriales y las regiones
agrarias y entre el medio urbano y el rural. La economía dirigida
también muestra atisbos de evolución y apertura hacia otros
mercados, en un proceso acentuado tras la reincorporación de la
dinámica Hong Kong a la soberanía de Pekín.
1. DEMOGRAFÍA.
1.1. DISTRIBUCIÓN.

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La población china se sitúa en torno a los 1400 millones de
habitantes, una ingente masa humana que condiciona toda
planificación territorial, social o económica. Su distribución no puede
ser más irregular: mientras que en la mitad occidental del país la
densidad no alcanza los 10 hab./km2, las provincias orientales
concentran a la mayor parte de la población, con densidades
extremas en las provincias de Shandong –más de 500 hab./km 2- y,
sobre todo, en la de Jiangsu, por encima de los 700 hab./km 2. Esta
distribución obedece a razones históricas, ante el desinterés de la
etnia “han” –de la que procede el 96% de la población de la República
Popular- por las zonas montañosas del oeste, incluida la meseta del
Tíbet, y las áreas desérticas, como el Gobi, prefiriendo expandirse por
las llanuras costeras meridionales y la gran cuenca del Yang-Tsé-Kiang
y renunciando a la ubicación en las que hoy constituyen las cinco
regiones autónomas chinas, el propio Tíbet y Xinjiang al oeste,
Mongolia y Ningxia al norte y, en el sur, Guanxi. En cuanto a la
dicotomía población rural/urbana, como prueba de lo que antes
indicamos, no llegan a cuatrocientos los millones de chinos que viven
en ciudades, entre las que menos de doscientas superan los ciento
cincuenta mil habitantes.
Administrativamente, China se divide en 21 provincias, las ya
señaladas regiones autónomas y tres municipalidades
independientes, Pekín, Shangai y Tianjin. Las provincias se subdividen
en prefecturas, y éstas en distritos, 2137 en todo el país, con una
extensión media de cada uno alrededor de los 4500 km 2. En la China
rural la división administrativa básica es la comuna, con un núcleo
central que concentra los servicios comunales y una serie de pueblos
y aldeas a su alrededor en los que residen las brigadas y los equipos
de producción, con un número aproximado de integrantes entre las
150 y las 1000 personas.
En cuanto a la evolución histórica, en 1850 vivían en China unos
430 millones de habitantes, cifra en progresivo crecimiento; en 1953
se realizó el primer gran censo nacional de cierta fiabilidad. Antes de
las medidas adoptadas en décadas recientes, el comportamiento
demográfico chino era similar al de los países tercermundistas,
presentando a mediados del siglo XX una tasa bruta de natalidad del
37‰ y de mortalidad del 18‰, con un crecimiento natural del 1,9%
anual. Este comportamiento obedecía al planteamiento tradicional de
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grandes familias patriarcales, con varias generaciones conviviendo en
la misma morada, y en la que los hijos eran al mismo tiempo fuerza
de trabajo y seguro de atención para la vejez, con un trato especial
desde siglos atrás hacia los varones, puesto que las hijas, al contraer
matrimonio, pasaban a engrosar la familia del marido, por lo que, en
épocas de penuria, fueron objeto común de injustificables
infanticidios.
1.2. POLÍTICA DEMOGRÁFICA.
En la actualidad, la política demográfica de las autoridades
chinas se centra en un control absoluto de la natalidad que ofrece
resultados satisfactorios, pero que no garantiza todavía la meta del
crecimiento cero que pretendía alcanzar en el 2010. Esta orientación
significa un giro radical de los planteamientos gubernamentales tras
el triunfo de la revolución de 1949, cuando hasta 1954 se sigue una
política poblacionista, tendente además a paliar las pérdidas
humanas sufridas durante el conflicto civil. En la última fecha, tras
hacerse públicos los resultados del censo del año anterior, comienza
una tímida política de control, muy intensa entre 1956 y 1958. Sin
embargo, con el espíritu eufórico que conlleva el “Gran Salto
Adelante”, las restricciones desaparecen en los primeros 60, aunque
desde 1962 se vuelven a poner en práctica hasta la Revolución
Cultural de 1966. Con esta se cuestionan los planteamientos
precedentes, produciéndose la liberalización del control de natalidad,
con lo que el crecimiento natural sólo un par de años después es del
2,9%. No obstante, desde finales de los 70, ante la clara conciencia
de las limitaciones que para el crecimiento económico del país
suponía la elevada natalidad, se pone en marcha un proceso que
prosigue en la actualidad y que ha reducido sensiblemente las tasas
chinas. Esta reducción de los natalicios parte de medidas como:
- el aumento de la edad media de las mujeres al contraer
matrimonio, que tradicionalmente se situaba en los 15-16 años; el
propio Mao llegó a recomendar este retraso, hasta los 23 años para
las féminas y tres más para los varones, propuesta que logró notables
resultados;
- la reducción del número de hijos por razones como la salud
materna o los intereses profesionales de las madres; la cifra se redujo
a 2-3 descendientes, aunque aún disminuiría más a partir de 1979,

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con las campañas gubernamentales en favor del hijo único mediante
compensaciones económicas y otras medidas favorecedoras;
- la generalización de los métodos anticonceptivos, que en la
actualidad emplean más del 80% de las mujeres en edad fértil, y la
legalización del aborto.
Al comenzar los años 80 estas disposiciones habían permitido
dejar la tasa de natalidad en el 18‰, aunque el descenso paralelo de
la mortalidad mantenía un crecimiento vegetativo en torno al 1,3%;
en la actualidad, esta tasa se ha incrementado en dos décimas, no
tanto por el retroceso de las prácticas de control, cada vez más
extendidas especialmente en el ámbito urbano, sino por la
disminución de las tasas de mortalidad, sobre todo la infantil (casi
300‰ en 1949, 44‰ en 1988, menos del 30‰ al acabar el siglo XX).
Expresado en valores absolutos, el dato representa un incremento
anual en torno a los diecisiete millones de personas.
1.3. REPERCUSIONES EN EL PROGRESO SOCIOECONÓMICO.
El problema demográfico incide con fuerza en la política de
desarrollo, que debe adaptarse al crecimiento poblacional, sobre todo
en pilares básicos como son la alimentación, la vivienda, la educación
y el trabajo. En el tema de los alimentos, China ha conseguido en las
últimas décadas erradicar la situación de hambre que durante siglos
padeció una parte importante del país, especialmente gracias al
incremento medio anual de la producción agraria por habitante, que
empezó a ser significativo durante el plan quinquenal de 1953-1957 –
a pesar de la priorización que concedía a la industrias pesada- con el
2,1%, aunque a partir de aquí se produjeron dos décadas de regresión
con un crecimiento sólo del 0,2%; en 1977, ya fallecido Mao y bajo la
dirección de Deng Xiaoping, se inicia un incremento continuo –6,7%-,
que se mantiene hasta la actualidad, con valores anuales alrededor
del 3%. El problema de la vivienda se produce en el ámbito urbano,
pues el aumento de tamaño de las ciudades en las últimas décadas
dio lugar a un fenómeno de chabolismo de gran amplitud,
solucionado con la construcción de viviendas, normalmente de
reducido espacio, por la administración central o la municipal,
entregadas posteriormente a las fábricas para su reparto entre los
obreros por alquileres muy módicos. El escaso desarrollo cultural de la
población china fue siempre una preocupación constante de los
gobernantes comunistas, que encuentran en 1949 índices de
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analfabetismo por encima del 80% y una escasez considerable de
profesores y centros de enseñanza. De la acertada labor en este
campo da cuenta la reducción de la citada tasa al 34% a finales de los
70, el 29% cuando concluyen los 80 y el 20% actual, cuando la
práctica totalidad de la población infantil ya está escolarizada,
aunque poco más de la mitad prosigue sus estudios tras la etapa
obligatoria. En cuanto al empleo, siempre tiene que ser un problema
en un país con un volumen de población potencialmente activa por
encima de los setecientos cincuenta millones de personas. Con una
ocupación principal hasta hace unos veinte años en el sector agrario,
la imposibilidad de ampliación de los espacios cultivados aconsejó un
desvío importante hacia el sector secundario, lo que obligó a un
fuerte desarrollo industrial para el que no se dudó, incluso, en recurrir
al capital extranjero. Aun así, todavía el primario concentra al mayor
porcentaje de trabajadores, mano de obra en continuo aumento que
obliga a una creación media anual de ocho millones de puestos de
trabajo en el conjunto de todas las actividades económicas.
2. EL ÁMBITO RURAL.
2.1. LAS ESTRUCTURAS AGRARIAS TRADICIONALES. LA REFORMA DE
1950.
El papel rector del Estado sobre la economía y la sociedad chinas
no es sólo propio del régimen comunista, sino que está presente en el
país desde la aparición del primer imperio centralizado en el siglo III
a.C., como demuestra la intervención del poder político en la
distribución de las tierras. A partir del siglo VIII d.C., bajo la dinastía
Tang, comienza un proceso de concentración de la propiedad de la
tierra, quedando grandes latifundios en manos de las clases más
acomodadas, sobre todo de los poderosos mandarines. Los abusos
sobre las masas campesinas se limitaron durante los quinientos años
de dominio de la dinastía Ming (siglos XII-XVII) y su política de
protección del campesinado, pero todavía a finales del Seiscientos se
produjeron los primeros levantamientos en el ámbito rural contra los
privilegios de los notables; estas rebeliones alcanzaron su punto
culminante, estimuladas por la presión demográfica, en el XIX
(revueltas del “loto blanco” y de los Tai Ping). Cuando los comunistas
alcanzan el poder, su apuesta por la propiedad estatal de la tierra no
hacía sino retomar la situación de las primeras centurias de nuestra
Era, pero totalmente enfrentada con la realidad del momento, en la
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que solo un 4% de los propietarios eran dueños de más de la mitad de
las tierras cultivadas; además, estos privilegiados practicaban una
vergonzosa usura, prestando grano a intereses entre el 80 y el 100%
a devolver en apenas tres meses a unos campesinos que debían
recurrir a ellos ante las más mínimas contingencias, lo que no evitaba
que circunstancias adversas como plagas, inundaciones o sequías
provocaran una altísima mortalidad.
Esta es la situación a la que se enfrentan las nuevas autoridades
comunistas al promulgar la Ley de Reforma Agraria de 1950. Estas
disposiciones dividieron a la población agraria en cinco grupos bien
definidos (grandes propietarios, campesinos ricos, campesinos
medios, campesinos pobres y obreros agrícolas), afectados cada uno
de ellos en distinta proporción por unas medidas que pretendían,
sobre todo, expropiar a los absentistas y eliminar los arrendamientos
abusivos, normalmente el 50% de la cosecha, pero que no
expropiaron a los campesinos medios ni a aquellos ricos que vivían
directamente del trabajo en sus propias tierras. En dos años se
repartieron 46,6 millones de hectáreas, aproximadamente la mitad de
la tierra cultivada, entre trescientos millones de campesinos, en lotes
de 1 mu (667 m2) en el sur y el este, de 2 a 3 mu en el centro, de 3
en el norte y hasta de 16 en la Manchuria septentrional, siguiendo
para determinar estos lotes el criterio de mayor extensión a menor
presión demográfica. Tras el reparto, setenta millones de campesinos
medios mantuvieron sus anteriores propiedades y cuarenta millones
de campesinos ricos siguieron siendo dueños de tierras, pero de
menor tamaño que antes de la reforma. De todos modos, la Ley no
supuso una solución a los problemas del mundo agrario debido al
excesivo aumento del minifundismo y a la división en pequeñas
propiedades de antiguas explotaciones bien gestionadas, ahora en
manos de campesinos que no contaban con el equipamiento más
adecuado. Ante este fracaso, se optó por un nuevo rumbo,
concentrando las explotaciones y colectivizando los medios de
producción.

LA ORGANIZACIÓN COMUNAL.
La comuna representa la máxima expresión de la colectivización
en China, aunque hasta su implantación con el “Gran Salto Adelante”
se dieron tres etapas previas:
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1ª. Antes de 1949 se crearon en los territorios de dominio
comunista los Equipos de Ayuda Mutua de Producción,
extendidos a la mayor parte del país entre 1952 y 1955 y compuestos
por grupos de siete u ocho familias que compartían animales de tiro e
instrumentaje.
2ª. También en los 50 se inicia la expansión de las Cooperativas
de producción semisocialistas, que en 1955 agrupaban a más del
60% del campesinado; compuestas por 30 o 40 familias, no eran una
verdadera fusión comunitaria, con un reparto de beneficios
proporcional a la parte de tierra aportada por cada familia –que
además podían conservar una parcela de propiedad individual-; buena
parte de las tierras de estas Cooperativas todavía eran arrendadas a
los propietarios.
3ª. En 1956 se ponen en marcha las Cooperativas socialistas;
con ellas se abolió la propiedad privada de los medios de producción,
tanto tierra como herramientas, remunerándose a los campesinos en
razón de su trabajo y no de la superficie que aportaban. Las formaban
de 100 a 300 familias, divididas en brigadas –30 o 40 familias- y
equipos (de 6 a 8 familias). Aún permitían la propiedad individual de
lotes muy pequeños de tierras y de algunos animales o árboles. La
extensión de cada Cooperativa dependía del número de familias
componentes, con una media ligeramente inferior a una hectárea por
cada una de aquéllas.
La socialización total se produce con las Comunas; a finales de
1958 las 740.000 Cooperativas socialistas existentes se fundieron en
unas 26.000 comunas –reducidas en dos mil al año siguiente-,
distribuyéndose más de 123 millones de familias en algo más de
4.500 por cada Comuna. Con ellas se pretendía la potenciación de las
relaciones de producción socialistas, para conseguir un desarrollo
agrícola que sirviera de base para el crecimiento industrial. Con su
creación se suprimieron cualquier tipo de propiedad privada y los
mercados locales, pero la organización resultó poco operativa,
reduciéndose sus dimensiones en 1962, lo que elevó su número a
74.000; además se restableció por breve tiempo la pequeña
propiedad individual, eliminada otra vez, con la Revolución cultural,
desde 1966 a 1976. Las reformas posteriores volvieron al sistema de
1962, con resultados que en las últimas décadas deben calificarse
como exitosos para las casi 55.000 comunas que existen en la
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actualidad. En cuanto a su organización, la célula más pequeña
comunitaria la constituyen los equipos de producción, formados
por una media de algo más de 30 familias, que residen en una aldea o
en un mismo barrio dentro de cada pueblo y que comparten un lote
de tierras entre 15 y 20 hectáreas, a cuya producción pueden sumar
la obtenida de pequeñas parcelas privadas y de algunos animales
domésticos. El 50% de la producción se reparte entre los integrantes
del equipo según un sistema de puntos de trabajo, el 32% se destina
a los costes de producción y el 18% restante se destina a reserva de
grano, impuestos y fondos de bienestar social. 7 u 8 equipos de
producción, pertenecientes a un mismo pueblo o a varias aldeas,
forman una brigada, dotada de servicios sociales como los centros
de salud o las escuelas primarias; coordinan la labor de los distintos
equipos para trabajos comunes y se encargan de la gestión de
empresas (manufacturas sederas, molinos de aceite, talleres
mecánicos,...), con una media de dos por brigada. 12-13 brigadas de
producción conforman una Comuna, equivalente a unas 15.000
personas que trabajan una superficie media de 1.800 hectáreas. Cada
una de ellas consta de centros de servicios destinados a la educación
secundaria, la atención hospitalaria, los medios de transporte y los
servicios financieros. Se encarga de la recaudación fiscal, la seguridad
pública o el Registro Civil, disponiendo de centros de maquinaria
pesada y de una media de seis empresas industriales (abonos
químicos, papeleras, cemento, pequeñas industrias ligeras, etc.). No
obstante, estas bases comunes no evitan desequilibrios derivados de
las condiciones de los suelos y del emplazamiento respecto a los
mercados urbanos, por lo que las rentas de las comunas periurbanas
de las grandes aglomeraciones de Shangai, Pekín o la llanura costera
de Cantón son, con mucho, las más elevadas del país, a distancia
abismal de las ubicadas en tierras montañosas más pobres o en las
áreas desérticas noroccidentales.
En cuanto a los cultivos más productivos, también varían en las
distintas zonas de China. Al sur de la China oriental encontramos un
policultivo tanto comercial como de subsistencia, con predominio
significativo del arroz, del que se extraen dos y hasta tres cosechas
anuales en cada parcela. Otros cultivos muy extendidos son el maíz,
el té, la caña de azúcar, las leguminosas como cosecha de invierno y
el algodón en el valle del río Azul; en cuanto a las especies arbóreas,
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sobresalen las moreras y los cítricos. Al norte de esta misma área se
mantiene el policultivo, pero ahora con predominio del trigo, el maíz y
de una variedad de mijo, el gaoliang, destacando también los
cacahuetes y la soja. Respecto a la actividad pecuaria, en todo el Este
chino el animal más común es el cerdo, aunque en no pocas comunas
se ha extendido la ganadería intensiva de vacuno; la presencia de
cursos fluviales y lagos facilita asimismo el desarrollo de las
piscifactorías. La China occidental presenta tierras de mucha menor
fertilidad, con monocultivos centrados en la subsistencia y gran
desarrollo de la ganadería trashumante, con gran difusión de la
caprina en el Tíbet y Qinghai, ovina y equina en las montañas de
Manchuria y ovejas, cabras y equinos en los aledaños del Gobi.
2.2. LA CRISIS DE LA COMUNA.
El predominio de lo colectivo sobre lo individual en las comunas
acarreó un progresivo estancamiento ante la ausencia de estímulos
individuales; por ello, Deng Xiaoping, desde su nombramiento como
viceprimer ministro en 1975 pretendió una reforma de la que era
célula básica en la organización del agro chino; estas modificaciones
cobraron carta de naturaleza tres años más tarde, con la
promulgación del Reglamento sobre el trabajo en las Comunas
populares rurales, que introdujo cambios en los sistemas de
remuneración e inició un proceso de descolectivización, en principio
orientado sólo a las regiones más atrasadas, aunque generalizado a
todo el país tras los acuerdos adoptados por el pleno del Comité
Central en febrero de 1980; así, un año después el 15% de la
superficie de cada equipo había revertido a la propiedad individual a
través de contratos de larga duración, con posibilidad de transmisión
hereditaria del usufructo, por lo que, aunque los arrendatarios no eran
los dueños “legales” de estas tierras, en la práctica actuaban como
tales. Además, comenzó asimismo la privatización de las cabezas de
ganado y de la maquinaria, en un proceso continuado a lo largo de los
80 con medidas liberalizadoras del comercio, el transporte, la
pequeña industria y las actividades artesanales. Paulatinamente, la
comuna fue perdiendo parte de sus funciones, a la vez que la
liberalización de precios ocasionó un encarecimiento de los productos
básicos, con el lógico malestar social. Por todo ello, a finales de la
década comienzan las protestas de los sectores más reaccionarios
que, junto a un mayor control político, exigen el freno del liberalismo,
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no sólo económico, como prueban los sucesos de julio de 1989, a
partir de los cuales se desaceleró el proceso de cambio hasta un
evidente estancamiento, que todavía es constatable en la actualidad.
3. LA SITUACIÓN DE LA INDUSTRIA.
A pesar de las dificultades con las que se inicia en la segunda
mitad del siglo el proceso de industrialización en China, el país
consiguió mantener un crecimiento continuado del producto interior
industrial, como veremos más adelante, superando la escasa
densidad de infraestructuras y la escasez de capitales y de recursos
tecnológicos presente en 1949 y aprovechando la riqueza en materias
primas tanto minerales como energéticas, cuya sabia utilización
permitió el nacimiento de una estructura industrial muy diversificada,
pero con una excesiva polarización espacial.
3.1. INFRAESTRUCTURAS Y POTENCIAL MINERO.
Con excepción de la infraestructura viaria construida por los
japoneses en las costas del nordeste del país, la China de 1949
presentaba muy serias deficiencias en materia de comunicaciones,
con apenas 800 km. de vías férreas para tan inmenso territorio y
ausencia absoluta de una red viaria nacional, pues los escasos
elementos existentes –carreteras, ferrocarriles, cursos fluviales-
estaban totalmente desvinculados. Las primeras medidas de los
nuevos gobernantes comunistas procuraron el desarrollo del
transporte en el interior y en la zona oriental, con especial atención al
ferrocarril, cuyas vías llegaban a los 45.000 km. en 1963, más de
52.000 en 1985 y en torno a los 60.000 en la actualidad, aunque
buena parte de este kilometraje aún no está electrificada. En cuanto a
las carreteras, una red de 100.000 km. en 1949 se multiplicó por más
de diez en cincuenta años, aunque prácticamente la mitad de este
más de un millón de km. son apenas pistas terrizas y no pocos de los
restantes combinan los tramos asfaltados con las calzadas de piedra,
siendo pocas las carreteras de calidades semejantes a las de los
países más desarrollados, concentradas en el eje Pekín-Cantón; por
otra parte, todavía hoy el parque automovilístico es muy reducido y
de no poca antigüedad. Por último, lugar preferente debe ocupar por
su incidencia económica el incremento del transporte fluvial, como
corresponde a los casi 110.000 km. de vías navegables, aunque sólo
la mitad de éstas superan el metro de calado. La principal arteria
fluvial es el Yang-Tsé-Kiang, cuya profundidad permite el acceso de
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buques hasta el puerto interior de Wuham; sin embargo, lo más
habitual en los numerosos ríos y canales navegables del Este chino es
el típico transporte de pequeño tamaño, realizado con los clásicos
sampanes y juncos. Todas estas vías han permitido que a inicios del
siglo XXI pueda hablarse ya en China de una red viaria nacional,
fundamental en el desarrollo industrial, aunque todavía queden al
margen de ella la mayor parte de las áreas más montañosas. El gran
fundamento posibilitador del crecimiento del sector secundario fue,
sin duda, la diversidad y riqueza de los yacimientos minerales chinos,
con minas importantes de estaño, tungsteno, molibdeno, antimonio,
grafito, plomo, oro, bauxita y uranio, además de las grandes reservas
de carbón y petróleo que garantizaron el abastecimiento energético a
costes muy moderados. La extensión de las cuencas carboníferas por
toda la nación –130 de los 200 departamentos poseían algún
yacimiento de hulla al comenzar los 60- y con unas reservas
estimadas en más de un billón de Tm., alcanza su expresión máxima
en los 60.000 km2 explotados en los núcleos de Datong, en la región
de Shanxi, y en las minas de Hailuan, en Hebei, que abastecen las
fábricas siderúrgicas del área de Shangai. En lo atañente al petróleo,
China produce unos 150 millones de Tm., parte de las cuales se
dedican a la exportación, siendo Japón el principal comprador y los
yacimientos de Daquing (Manchuria) y Shengli, en Shangdong, los
más productivos. Curiosamente, cuando el gobierno chino decidió en
1985 cierto aperturismo comercial hacia el exterior, concedió treinta y
ocho permisos de prospecciones petrolíferas a sociedades
extranjeras, quince de ellas estadounidenses y siete niponas, y una
española por la que, con resultados no muy halagüeños, se actuó en
el golfo de Tonkín. Junto a carbón y petróleo, es naturalmente el hierro
el elemento preciso para la expansión de la siderurgia china; de él se
dispone de abundantes reservas, con una producción anual en torno a
los 75 millones de Tm., especialmente en las provincias de Henan y
Jiangxi. Con unas redes de comunicación ampliadas y en base a la
riqueza mineras que hemos analizado, la muy abundante mano de
obra fue el tercer factor del que se valieron las autoridades de la
República Popular para plantear el desarrollo industrial del que nos
vamos a ocupar.
3.2. POLÍTICA INDUSTRIAL.

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De exitosa se puede calificar la política industrial china de las
últimas décadas, a pesar de los evidentes desequilibrios regionales, si
nos atenemos a los ritmos de incremento anual del Producto
Industrial Bruto: 35% entre 1949-52; 18% entre 1952-57, 10% entre
1957-79, 8% en 1979-80, 12,5% entre 1980-86 y valores cercanos al
10% hasta mediados de los 90; todo ello supone que, a pesar del
peso tradicional del sector agropecuario, la producción industrial
suponga más del 45% del P.I.B. chino.
3.2.1. LA ETAPA DE VINCULACIÓN A LA URSS.
Tras el triunfo comunista, las primeras medidas industriales
siguen el modelo soviético, con ayudas económicas y técnicas de esta
procedencia, relegándose la industria de bienes de consumo ante la
prioridad concedida a la pesada (v.gr., en diez años, crecimiento anual
de la industria textil del 9% frente al 31% de las dedicadas a los
transformados metálicos). Además, el intento de crear grandes
empresas suficientemente modernizadas propició una importante
concentración espacial, articulada alrededor de menos de veinte
núcleos urbanos, por lo que en 1960, poco antes de la retirada de los
rusos, sólo tres provincias (Jiangsu, Hebei y Liadning) acaparaban más
del 50% de la capacidad industrial china, a pesar de la distribución de
proyectos industriales en 1958 entre dos mil cien ciudades. Al
empezar los 60, el 60% del valor añadido industrial procedía sólo de
las nueve ciudades más pobladas del país, el 31% de los ciento veinte
centros considerados de tamaño medio y sólo un 9% de las pequeñas
urbes.
3.2.2. EL “SALTO ADELANTE”: INDUSTRIAS DE BIENES DE EQUIPO Y
DE CONSUMO.
Con el “Gran Salto”, la atención hacia los grandes complejos
industriales es compartida con la preocupación por las pequeñas
industrias. Los primeros prosiguen la expansión de la etapa anterior,
incorporándose nuevos sectores, como el hidroeléctrico (culminación
de las presas de Liujia y Sanmen), y modernizándose la siderurgia,
tanto con tecnología propia como a través de adquisiciones a la URSS,
como prueba la construcción de acerías de mediano tamaño, la
ampliación de los complejos de Wuhan y Aushen y, sobre todo, la
erección del gran complejo de Baotou, en la Mongolia interior. Al
mismo tiempo comienza la constitución de pequeñas fábricas en el
ámbito rural, sobre todo de transformados metálicos, maquinaria,
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cemento, carboníferas y plantas hidroeléctricas. A pesar del fracaso
de algunas de ellas, sobre todo de los inviables altos hornos de
pequeñas dimensiones, la industrialización rural se consolidó en
sectores como los abonos y la producción de cemento, con un total,
entre ambas, de cuatro mil ochocientas instalaciones repartidas por
todo el país, si bien la mayoría presentaban tecnología deficiente y
excesivo consumo energético. Las malas cosechas del período 1959-
61 impulsaron esta industria rural, aunque las medidas de apoyo al
sector primario desplazaron la prioridad concedida hasta entonces a
la industria de bienes de equipo, relegada por la atención hacia la
agricultura y las industrias vinculadas a ella (fertilizantes, tractores,
utillaje agrícola, motores de riego), en las que se advierte un notable
incremento inversor.
3.2.3. LA INDUSTRIA DESDE LOS AÑOS 80: LAS ZONAS PILOTO.
En 1979 comienza en China una nueva etapa de desarrollo
industrial, cuyas pautas fundamentales se han mantenido a lo largo
de las dos últimas décadas. El principal objetivo es la apertura a
capitales y técnicas foráneas en orden a la realización de proyectos
de gran envergadura y la transformación absoluta de la industria
ligera, mediante una importante renovación tecnológica. Las medidas
de apoyo a la industria de consumo se advirtieron ya en 1980, con un
crecimiento anual del 18,4% frente al 1,4% de la pesada. Esta
situación se mantendrá como una constante durante casi veinte años,
sobre todo por la creación de zonas piloto que pretendían el
encauzamiento de las inversiones extranjeras y por el dinamismo
alcanzado por las pequeñas industrias rurales, que en estos años han
creado cerca de un centenar de puestos laborales no agrarios,
reduciendo en gran medida el porcentaje de trabajadores del sector
primario, a la vez que aportaban el 15% de la producción industrial
total del país. Estas empresas colectivas compartirán protagonismo
con otras privadas, nacidas al calor de las medidas liberalizadoras y a
la promulgación de un estatuto fiscal privilegiado, orientadas
especialmente a los servicios y a la construcción de viviendas y
favorecedoras de la creación de empleo tanto en el ámbito rural como
en el urbano. El auge de las empresas colectivas y las privadas
aconsejó también la reforma de las públicas, para lo que se aprueba
en XII-1984 el “principio de responsabilidad de gestión”, que
introduce también factores liberalizadores, como la capacidad de los
TEMA 12.- China: sociedad y economía.
Antonio M. Capdevila Gómez
14
directores para la contratación de proveedores y la elección de
trabajadores y clientes, o la fijación de un contrato por el que debían
entregar al Estado un 55% de sus beneficios; todavía hoy, de estas
empresas procede casi el 70% de la producción industrial del país.
También en 1979 se aprobaron las ya citadas áreas económicas
especiales o zonas piloto, que pretendían sintetizar los valores de la
economía de mercado con el sistema de planificación centralizado; se
concentraron en las costas frente a Formosa y en las cercanías de
Hong Kong, otorgando facilidades fiscales a las empresas extranjeras
y a otras de capital mixto, eliminando los aranceles sobre los
productos destinados a la transformación y permitiendo el libre uso
de divisas. A pesar de las dificultades iniciales, derivadas de su
alejamiento de los centros neurálgicos del país y de la carencia de
mano de obra cualificada, poco a poco lograron resultados más
satisfactorios, sobre todo en la zona de Shenzhen, donde se intentó
instaurar un modelo próximo al hongkonés. Las medidas
reformadoras se continuaron en 1984, con la apertura al libre
comercio exterior de catorce ciudades, entre ellas Pekín, Shangai y
Tianjin, todas las cuales crearon zonas de desarrollo económico
propias, en las que se otorgaban ventajas a los inversores
extranjeros; los rápidos resultados aconsejaron sólo unos meses
después la apertura de nuevas regiones, como el delta del río Azul y
los alrededores de Cantón. Hasta 1989 el recurso a los capitales
exteriores fue un revulsivo importante para la industria china; sin
embargo, los sucesos del mes de julio en la plaza de Tian’anmen
detuvieron este flujo inversor, ante la falta de confianza internacional
en el sistema sociopolítico del país, situación que se ha intentado
superar en los años posteriores por la vía diplomática, aunque sin
satisfacer plenamente las apetencias de los gobernantes de Pekín.
3.3. LA ESTRUCTURA INDUSTRIAL.
A modo de resumen, cerramos la cuestión con una visión general
de la estructura industrial de la China actual, articulada en la
coexistencia de grandes empresas modernas y tecnificadas, ubicadas
en los mayores centros urbanos, y en las pequeñas industrias rurales,
la mayoría establecidas en los centros comunales. A pesar del
crecimiento experimentado, la producción industrial china por
habitante supone poco más del 5% de la media en los países más
industrializados, pero casi cuadruplica la de los países
TEMA 12.- China: sociedad y economía.
Antonio M. Capdevila Gómez
15
tercermundistas, realidad desde la que partía el proceso
industrializador. Aun con las modificaciones de la última década, la
producción de la industria pesada y la ligera ofrece resultados
bastante semejantes, mientras que los desequilibrios espaciales
siguen sin corregirse, como prueba, a título de ejemplo, el caso de
Shangai, que con sólo un 1,2% de la población del país aporta el 13%
del Producto Industrial Bruto. Sin embargo, a lo largo de los 90 se
advierte un mayor crecimiento de las áreas rurales y las pequeñas
ciudades en detrimento de los grandes núcleos urbanos, como
ejemplifica también el caso de la ciudad más poblada del país, con un
crecimiento industrial en los últimos años menor que la mitad del
experimentado por el conjunto del estado. Consecuencia de la
desigual distribución espacial de la industria es la fuerte densidad
poblacional de un corredor que, iniciándose en Harbin (Manchuria)
desciende hasta Pekín, Tianjin y la provincia de Hebei, hasta enlazar
con Shangai. Las otras dos grandes concentraciones de industria y
población se dan en las provincias centrales de Hubei y Hunan y en el
sudeste litoral de Cantón. En resumidas cuentas, es obvio el
importante crecimiento de la industria en China, aunque su densidad
sólo es importante en determinadas áreas. A pesar de progresos
continuos en los 80 y 90, debe sobreponerse a dificultades como la
escasez de capitales –agravada por el retraimiento de las inversiones
extranjeras-, la poca cualificación de la mano de obra o la reducción
de la capacidad productiva de algunos de los yacimientos
tradicionales.
Por último, y en aras a la necesaria concisión, optamos por
obviar el sector servicios, algunos de cuyos aspectos ya hemos
apuntado al tratar cuestiones sociales o económicas; estructurado
según las directrices propias de un Estado centralizado de economía
planificada, apenas permite la participación no estatal, aunque no
cabe duda de su desarrollo en las últimas décadas, traducido en una
amplia cobertura de necesidades básicas de la población, como
puedan ser la educación o la atención sanitaria, mientras que el
sector financiero, como es lógico, no presenta un desarrollo
importante, como tampoco la I+D, realidad propia de países de mayor
nivel tecnológico global.
4. COMENTARIO BIBLIOGRÁFICO.

TEMA 12.- China: sociedad y economía.


Antonio M. Capdevila Gómez
16
No abundan en nuestro mercado las monografías traducidas al
castellano que estudien la realidad china; por ello, se hace preciso el
recurso a manuales de carácter general de frecuente uso en ámbitos
universitarios, como el de varios autores dirigido por CASAS TORRES,
J.M., Geografía Descriptiva, vol. I, Magisterio Español, Madrid, 1985,
la Geografía Descriptiva, 2 vols., ed. Rialp, Madrid, 1980, el de
DEFFONTAINES, P., Geografía Universal, Planeta, Barcelona, 1979, o
la cada vez más vetusta Imago Mundi, Atlas, Madrid, 1978, de M.
TERÁN. Estudio monográfico, aunque ya poco actualizado, es el de
GARCÍA ZARZA, E., China, Barcelona, 1977; más reciente el de
GERNET, J., El mundo chino, Crítica, Barcelona, 1991. Aspectos
parciales tratan obras como las de ENGELBORGHS, M., La China
rural: de las aldeas a las comunas populares, Fontanella,
Barcelona, 1975; GABINELLI, C y GIBELLI, M., Ciudad y territorio en
China, Blume, Madrid, 1979; AUBERT, C., La nueva política
económica del campo chino, Boletín de Información Extranjera del
I.R.A., IX-XII, 1984; o el estudio del Banco Exterior de España La
economía china de la Revolución a las cuatro
modernizaciones, Madrid, 1986. Obra global con un interesante
capítulo dedicado a China es la de MÉNDEZ, R., y MOLINERO, F.,
Espacios y sociedades. Introducción a la Geografía Regional
del mundo, Ariel, Barcelona, 1991. Aportaciones estadísticas
recientes nos las ofrecen distintos Anuarios, como el de “Akal”, “El
Mundo” o “El País”, 1998/1999/2000/2001.
------------------------------
NOTAS.- DATOS ACTUALIZADOS DE INTERÉS, UTILIZABLES PARA COMPLETAR
ADECUADAMENTE ALGUNOS ASPECTOS DEL TEMA, TANTO SOCIALES COMO
ECONÓMICOS Y DE DISFRUTE DE SERVICIOS, EN LAS TABLAS QUE SE INCLUYEN AL
FINAL DEL TEMA 13.
---------------------------------------------
POR SI SE QUIERE UTILIZAR EN ALGÚN MOMENTO PARA DAR SENSACIÓN DE
MAYOR CONOCIMIENTO DEL TEMA, SE INCLUYE RELACIÓN DE LOS ÚLTIMOS
PRESIDENTES DE LA REPÚBLICA POPULAR CHINA Y DE LOS SECRETARIOS
GENERALES DEL PARTIDO COMUNISTA.
PRESIDENTES DE LA REPÚBLICA POPULAR SECRETARIOS DEL
PARTIDO COMUNISTA
1954/59 MAO ZEDONG 1949/76 MAO ZEDONG

TEMA 12.- China: sociedad y economía.


Antonio M. Capdevila Gómez
17
1959/69 LIU SHAOQUI 1976/81 HUA
GUOFENG
1969/83 DESAPARECE EL CARGO 1981/87 HU
YAOHANG
1983/88 LI XIANNIAN 1987/89 ZHAO
ZHIYANG
1988/93 YANG SHANGKUN 1989 JIANG
ZEMIN
1993 JIANG ZEMIN

TEMA 12.- China: sociedad y economía.


Antonio M. Capdevila Gómez
1

RESUMEN TEMA 12.- CHINA: SOCIEDAD Y ECONOMÍA.


China es hoy un país en progresiva transformación, donde coexisten
tradicionales instituciones colectivas con otras privadas y cuya población -más
del 20% del total mundial- es todavía un lastre para una nación aún con un fuerte
peso de la agricultura, en la que apenas un 30% de sus habitantes reside en
núcleos urbanos y con una renta per cápita en torno a los 350$, lo que no impide
la cobertura aceptable de bienes y servicios por unos gobiernos herederos del
maoísmo reacios a la plena concesión de libertades democráticas. Desigualdades
entre áreas industriales/regiones agrarias y medio urbano/rural o dirigismo
económico con tendencia a la evolución y apertura hacia otros mercados -proceso
acentuado tras la reincorporación de Hong Kong- son otros caracteres definidores
del gran gigante asiático.
Demografía. Distribución: los alrededor de 1400 millones de chinos se
distribuyen con gran irregularidad, con una densidad en la mitad occidental de
apenas 10 hab./km2, en contraste con las provincias orientales que llegan a
densidades extremas en las provincias de Shandong y de Jiangsu (ésta con más
de 700 hab./km2): en la base de esta distribución está la preferencia de la
predominante etnia “han” por expandirse por las llanuras costeras meridionales y
la cuenca del Yang-Tsé-Kiang, desdeñando las áreas del Tibet o zonas más
hostiles como Mongolia o el Gobi. Administrativamente, China se divide en 21
provincias -cada una de ellas subdividida en prefecturas y éstas en distritos-,
cinco regiones autónomas (Tibet y Xinjiang al oeste, Mongolia y Ningxia al norte y
Guanxi al sur) y tres municipalidades independientes (Pekín, Shangai y Tianjin).
En el medio rural la división administrativa básica es la comuna, con un núcleo
central que concentra los servicios comunales y una serie de pueblos y aldeas a
su alrededor en los que residen las brigadas y los equipos de producción.
Respecto a la evolución histórica de la población, desde que hacia mediados del
XIX poblaran el territorio 430 millones de habitantes y hasta las medidas
adoptadas en décadas recientes, el comportamiento demográfico chino era
similar al de los países tercermundistas, presentando a mediados del siglo XX una
TBN del 37‰ y una TBM del 18‰, con un crecimiento natural del 1,9% anual.
Este comportamiento obedecía al planteamiento tradicional de grandes familias
patriarcales, con varias generaciones conviviendo en la misma morada, y en la
que los hijos eran al mismo tiempo fuerza de trabajo y seguro de atención para la
vejez, con un trato especial desde siglos atrás hacia los varones. Política
demográfica: con la difícil pretensión de alcanzar el crecimiento cero en 2010,
la política demográfica china pretende un control de la natalidad muy diferente a
los planteamientos de 1949; desde esa fecha y hasta 1954 se pretendió una
recuperación demográfica, reemplazada en los últimos años de la década por un
fuerte control. Sin embargo, en el clima eufórico del "Gran Salto Adelante" se
suspenden las restricciones -1960/62-, aunque vuelven a estar vigentes hasta
1966. La Revolución Cultural conlleva la liberalización del control de natalidad,
con lo que el crecimiento natural sólo un par de años después es del 2,9%. Ya a
finales de los 70 comienza el proceso actual que ha reducido sensiblemente la
TBN, debido a factores como el aumento de la edad media de nupcialidad, la
reducción del número de hijos por razones como la salud materna o los intereses
profesionales de las madres (campañas a favor del "hijo único" desde 1979) o la
generalización de los métodos anticonceptivos, que en la actualidad emplean
más del 80% de las mujeres en edad fértil, y la legalización del aborto. Al
comenzar los años 80 estas disposiciones habían permitido dejar la tasa de
natalidad en el 18‰, aunque el descenso paralelo de la mortalidad mantenía un

TEMA 12.- China: sociedad y economía.


Antonio M. Capdevila Gómez
2

crecimiento vegetativo en torno al 1,3%; en la actualidad, esta tasa se ha


incrementado en dos décimas, no tanto por el retroceso de las prácticas de
control, por la disminución de la TBM y, muy especialmente, de la TMI. Expresado
en valores absolutos, el dato representa un incremento anual en torno a los
diecisiete millones de personas. Repercusiones socioeconómicas del
problema demográfico: la política de desarrollo debe adaptarse a este
crecimiento de la población, sobre todo en aspectos como la alimentación, la
vivienda, la educación y el trabajo. En el tema de los alimentos, China ha
conseguido en las últimas décadas erradicar la situación de hambre que durante
siglos padeció una parte importante del país, especialmente gracias al
incremento medio anual de la producción agraria por habitante, que empezó a
ser significativo durante el plan quinquenal de 1953-1957 y alcanzó sus máximos
valores a finales de los 70 bajo la dirección de Deng Xiaoping; el problema de la
vivienda se produce en el ámbito urbano, cuando el aumento de tamaño de las
ciudades origina un chabolismo de gran amplitud, solucionado con la
construcción de pequeñas viviendas de iniciativa pública, entregadas
posteriormente a las fábricas para su reparto entre los obreros por alquileres muy
módicos. Cuando los gobernantes comunistas se consolidan en el poder en 1949,
se aprecian índices de analfabetismo por encima del 80% y una escasez
considerable de profesores y centros de enseñanza; la labor en este campo
reduce la citada tasa al 20% actual, cuando la práctica totalidad de la población
infantil ya está escolarizada, aunque poco más de la mitad prosigue sus estudios
tras la etapa obligatoria. En cuanto al empleo, siempre es un problema con una
potencial población activa de más de 750 millones de trabajadores; hace veinte
años los topes alcanzados en el ámbito agrícola condujeron a una desvío hacia el
sector secundario, lo que obligó a un fuerte desarrollo industrial; aun así, todavía
el primario concentra al mayor porcentaje de mano de obra, en un país obligado
a una creación media anual de ocho millones de puestos de trabajo en el
conjunto de todas las actividades económicas. El ámbito rural. Estructuras
agrarias tradicionales. Reforma de 1950: Con antecedentes mucho tiempo
atrás, con la dinastía Tang, en el s. VIII, la gran propiedad agraria se concentra en
manos de los poderosos mandarines, iniciándose una situación de abuso sobre
las masas campesinas, sólo limitada con la actuación de la dinastía Ming (s.XII-
XVII). Los levantamientos rurales contra los privilegiados se inician a finales del
Seiscientos, culminando en el XIX (revueltas del "loto blanco" y de los Tai Ping).
Cuando a mediados del XX los comunistas alcanzan el poder, sólo un 4% de
propietarios poseían más de la mitad de las tierras cultivadas, imponiendo duras
condiciones a los campesinos, situación ante la que las nuevas autoridades
apostaron por la propiedad estatal de la tierra. La Ley de Reforma Agraria de
1950 dividió a la población agraria en cinco grupos bien definidos (grandes
propietarios, campesinos ricos, campesinos medios, campesinos pobres y obreros
agrícolas), afectados cada uno de ellos en distinta proporción por unas medidas
que pretendían expropiar a los absentistas y eliminar los arrendamientos
abusivos, pero que no expropiaron a los campesinos medios ni a aquellos ricos
que vivían directamente del trabajo en sus propias tierras. En dos años se
repartieron 46,6 millones de has., aproximadamente la mitad de la tierra
cultivada, entre 300 millones de campesinos, en lotes de 1 mu (667 m 2) en el sur
y el este, de 2 a 3 mu en el centro, de 3 en el norte y hasta de 16 en la Manchuria
septentrional; de todos modos, la Ley no supuso una solución a los problemas del
mundo agrario, debido al excesivo aumento del minifundismo y a la división en
pequeñas propiedades de antiguas explotaciones bien gestionadas, ahora en
manos de campesinos que no contaban con el equipamiento más adecuado. Ante
TEMA 12.- China: sociedad y economía.
Antonio M. Capdevila Gómez
3

este fracaso, se optó por concentrar las explotaciones, colectivizando los medios
de producción. La organización comunal: la comuna representa la máxima
expresión de la colectivización; hasta su implantación con el “Gran Salto
Adelante” se dieron tres etapas previas: 1ª. Antes de 1949 se crearon en los
territorios comunistas los Equipos de Ayuda Mutua de Producción, extendidos a la
mayor parte del país entre 1952 y 1955 y compuestos por grupos de siete u ocho
familias que compartían animales de tiro e instrumentaje; 2ª. También en los 50
se desarrollan las Cooperativas de producción semisocialistas, que en 1955
agrupaban a más del 60% del campesinado; las componían 30 o 40 familias que
se repartían los beneficios en proporción a la tierra aportada; 3ª. En 1956 se
ponen en marcha las Cooperativas socialistas; con ellas se abolió la propiedad
privada de los medios de producción, remunerándose a los campesinos en razón
de su trabajo y no de la superficie que aportaban. Las formaban de 100 a 300
familias, divididas en brigadas y equipos, permitiéndose aún una pequeña
propiedad privada. Presentaban una extensión ligeramente inferior la hectárea
por cada familia que las componían. La socialización total se produce con las
Comunas; a finales de 1958 las Cooperativas socialistas se fundieron en unas
26.000 comunas –reducidas en dos mil al año siguiente-, distribuyéndose más de
123 millones de familias en algo más de 4.500 por cada Comuna. Con ellas se
pretendía la potenciación de las relaciones de producción socialistas,
suprimiéndose cualquier tipo de propiedad privada y los mercados locales; su
número aumentó considerablemente en 1962, al reducirse el tamaño de cada
comuna, restableciéndose además la pequeña propiedad individual, eliminada
una vez más desde 1966 a 1976. Las reformas posteriores volvieron al sistema de
1962, con resultados que en las últimas décadas deben calificarse como exitosos
para las casi 55.000 comunas que existen en la actualidad. La célula más
pequeña comunitaria la constituyen los equipos de producción, formados por una
media de algo más de 30 familias que comparten entre 15 y 20 has.; el 50% de la
producción se reparte entre los integrantes del equipo según un sistema de
puntos de trabajo, el 32% se destina a los costes de producción y el 18% restante
se destina a reserva de grano, impuestos y fondos de bienestar social. 7 u 8
equipos de producción forman una brigada, dotada de servicios sociales como los
centros de salud o las escuelas primarias; coordinan la labor de los distintos
equipos para trabajos comunes y se encargan de la gestión de empresas con una
media de dos por brigada. 12-13 brigadas de producción conforman una Comuna,
equivalente a unas 15.000 personas que trabajan una superficie media de 1.800
has.; todas disponen de centros de servicios, encargándose además de la
recaudación fiscal, la seguridad pública o el Registro Civil, contando con centros
de maquinaria pesada y una media de seis empresas industriales. De todos
modos, estas bases comunes no evitan desequilibrios, por lo que las rentas de las
comunas periurbanas de las grandes aglomeraciones de Shangai, Pekín o la
llanura costera de Cantón son las más elevadas del país, contrastando con las
ubicadas en tierras montañosas más pobres o en las áreas desérticas
noroccidentales. En cuanto a los cultivos más productivos, también varían en las
distintas zonas de China. Al sur encontramos un policultivo tanto comercial como
de subsistencia, con predominio del arroz; otros cultivos muy extendidos son el
maíz, el té, la caña de azúcar, las leguminosas y el algodón en el valle del río
Azul; en cuanto a las especies arbóreas, sobresalen las moreras y los cítricos. Al
norte de esta misma área se mantiene el policultivo (trigo, maíz, gaoliang,
cacahuetes y soja). Respecto a la actividad pecuaria, en todo el Este chino el
animal más común es el cerdo, aunque en no pocas comunas se ha extendido la
ganadería intensiva de vacuno; la presencia de cursos fluviales y lagos facilita
TEMA 12.- China: sociedad y economía.
Antonio M. Capdevila Gómez
4

asimismo el desarrollo de las piscifactorías. La China occidental presenta tierras


menos fértiles, con monocultivos de subsistencia y ganadería trashumante
(caprina en el Tíbet y Qinghai, ovina y equina en las montañas de Manchuria y
ovejas, cabras y equinos en los aledaños del Gobi). La crisis de la comuna: el
progresivo estancamiento comunal llevó a Deng Xiaoping a una reforma del
sistema, impulsada desde 1978 con la promulgación de un Reglamento de
Trabajo que introdujo cambios en los sistemas de remuneración e inició un
proceso de descolectivización, generalizado a todo el país tras los acuerdos
adoptados por el pleno del Comité Central en febrero de 1980; así, un año
después el 15% de la superficie de cada equipo había revertido a la propiedad
individual a través de contratos de larga duración, con posibilidad de transmisión
hereditaria del usufructo. Además, comenzó asimismo la privatización de las
cabezas de ganado y de la maquinaria, en un proceso continuado a lo largo de los
80 con medidas liberalizadoras del comercio, el transporte, la pequeña industria y
las actividades artesanales. Paulatinamente, la comuna fue perdiendo parte de
sus funciones, a la vez que la liberalización de precios ocasionó un
encarecimiento de los productos básicos, con el lógico malestar social (sucesos
de julio de 1989); esto desaceleró el proceso de cambio hasta un evidente
estancamiento, que todavía es constatable en la actualidad. La industria. A lo
largo de la segunda mitad del XX China mantiene un crecimiento continuo del
PIB, superando la escasa densidad de infraestructuras, capitales y recursos
tecnológicos presente en 1949 y aprovechando la riqueza en materias primas
tanto minerales como energéticas, cuya sabia utilización permitió el nacimiento
de una estructura industrial muy diversificada, pero con una excesiva
polarización espacial. Infraestructuras y potencial minero: ante las serias
deficiencias en materia de comunicaciones, las primeras medidas de los nuevos
gobernantes comunistas procuraron el desarrollo del transporte en el interior y en
la zona oriental, con especial atención al ferrocarril, hasta llegar a los actuales
60.000 km.; en cuanto a las carreteras, cuenta con una red de 1.000.000 km.,
pero pocos de calidad y concentrados en el eje Pekín-Cantón, con un parque
automovilístico reducido y anticuado; lugar preferente ocupa el transporte fluvial,
con casi 110.000 km. de vías navegables. La principal arteria es el Yang-Tsé-
Kiang, que permite el acceso de buques hasta el puerto interior de Wuham,
aunque más habitual es el transporte de pequeño tamaño, realizado con los
clásicos sampanes y juncos. Todas estas vías han permitido que a inicios del siglo
XXI pueda hablarse ya en China de una red viaria nacional, fundamental en el
desarrollo industrial, aunque todavía queden al margen de ella la mayor parte de
las áreas más montañosas. El gran fundamento posibilitador del crecimiento del
sector secundario fue, sin duda, la diversidad y riqueza de los yacimientos
minerales (estaño, tungsteno, molibdeno, antimonio, grafito, plomo, oro, bauxita
y uranio, además de las grandes reservas de carbón y petróleo que garantizaron
el abastecimiento energético a costes muy moderados). La principal zona
carbonífera son los núcleos de Datong (60.000 km2 explotados), en la región de
Shanxi, y las minas de Hailuan, en Hebei, que abastecen las fábricas siderúrgicas
del área de Shangai. En lo atañente al petróleo, China produce unos 150 millones
de Tm., parte de las cuales se dedican a la exportación, siendo Japón el principal
comprador y los yacimientos de Daquing (Manchuria) y Shengli, en Shangdong,
los más productivos. Junto a carbón y petróleo, es naturalmente el hierro el
elemento preciso para la expansión de la siderurgia china; de él se dispone de
abundantes reservas, con una producción anual en torno a los 75 millones de
Tm., especialmente en las provincias de Henan y Jiangxi. Finalmente, la muy
abundante mano de obra fue el tercer factor del que se valieron las autoridades
TEMA 12.- China: sociedad y economía.
Antonio M. Capdevila Gómez
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de la República Popular para plantear el desarrollo industrial. Política industrial:


aunque con claros desequilibrios regionales, el crecimiento continuo de los
valores del PIB chino -a pesar del peso del sector agropecuario la industria aporta
actualmente algo más del 45%- da prueba del éxito de la política económica.
Hasta los años 60 China, con gran apoyo soviético, se inclina por la industria
pesada, relegando la de consumo y originando una fuerte concentración espacial,
de modo que sólo las provincias de Jiangsu, Hebei y Liadning acaparaban más del
50% de la capacidad industrial. Con el "Gran Salto", la atención hacia los grandes
complejos industriales es compartida con la preocupación por las pequeñas
industrias. Los primeros prosiguen la expansión de la etapa anterior,
incorporándose nuevos sectores, como el hidroeléctrico (culminación de las
presas de Liujia y Sanmen), y modernizándose la siderurgia; al mismo tiempo
comienza la constitución de pequeñas fábricas en el ámbito rural, sobre todo de
transformados metálicos, maquinaria, cemento, carboníferas y plantas
hidroeléctricas. A pesar del fracaso de algunas de ellas, sobre todo de los
inviables altos hornos de pequeñas dimensiones, la industrialización rural se
consolidó en sectores como los abonos y la producción de cemento, con un total,
entre ambas, de cuatro mil ochocientas instalaciones repartidas por todo el país.
En 1979 comienza una nueva etapa, cuyas pautas fundamentales se han
mantenido a lo largo de las dos últimas décadas; el principal objetivo es la
apertura a capitales y técnicas foráneas en orden a la realización de proyectos de
gran envergadura y la transformación absoluta de la industria ligera, mediante
una importante renovación tecnológica. Esta situación se mantendrá como una
constante durante casi veinte años, sobre todo por la creación de zonas piloto
que pretendían el encauzamiento de las inversiones extranjeras y por el
dinamismo alcanzado por las pequeñas industrias rurales; también se
desarrollarán empresas privadas, nacidas al calor de las medidas liberalizadoras y
a la promulgación de un estatuto fiscal privilegiado, orientadas especialmente a
los servicios y a la construcción de viviendas. En cuanto a la empresa pública, se
aprobó en XII-1984 el “principio de responsabilidad de gestión”, que introduce
también factores liberalizadores, como la capacidad de los directores para la
contratación de proveedores y la elección de trabajadores y clientes, o la fijación
de un contrato por el que debían entregar al Estado un 55% de sus beneficios;
todavía hoy, de estas empresas procede casi el 70% de la producción industrial
del país. También en 1979 se aprobaron las ya citadas zonas piloto, que
pretendían sintetizar los valores de la economía de mercado con el sistema de
planificación centralizado; se concentraron en las costas frente a Formosa y en
las cercanías de Hong Kong, otorgando facilidades fiscales a las empresas
extranjeras y a otras de capital mixto. Las medidas reformadoras se continuaron
en 1984, con la apertura al libre comercio exterior de catorce ciudades, entre
ellas Pekín, Shangai y Tianjin, todas las cuales crearon zonas de desarrollo
económico propias, en las que se otorgaban ventajas a los inversores extranjeros,
y a las que más tarde se añadieron áreas como el delta del río Azul y los
alrededores de Cantón. De todos modos, los sucesos de 1989 retrajeron el flujo
inversor extranjero, situación que se ha intentado superar por la vía diplomática,
aunque sin satisfacer plenamente las apetencias de los gobernantes de Pekín. La
estructura industrial: a modo de resumen, cerramos la cuestión con una visión
general de la estructura industrial de la China actual, articulada en la
coexistencia de grandes empresas modernas y tecnificadas, ubicadas en los
mayores centros urbanos, y en las pequeñas industrias rurales, la mayoría
establecidas en los centros comunales. A pesar del crecimiento experimentado, la
producción industrial china por habitante supone poco más del 5% de la media en
TEMA 12.- China: sociedad y economía.
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los países más industrializados, pero casi cuadruplica la de los países


tercermundistas, realidad desde la que partía el proceso industrializador. Aun con
las modificaciones de la última década, prodiguen los desequilibrios espaciales,
aunque a lo largo de los 90 se advierte un mayor crecimiento de las áreas rurales
y las pequeñas ciudades en detrimento de los grandes núcleos urbanos.
Consecuencia de la desigual distribución espacial de la industria es la fuerte
densidad poblacional de un corredor que, iniciándose en Harbin (Manchuria)
desciende hasta Pekín, Tianjin y la provincia de Hebei, hasta enlazar con Shangai.
Las otras dos grandes concentraciones de industria y población se dan en las
provincias centrales de Hubei y Hunan y en el sudeste litoral de Cantón. En
resumidas cuentas, es obvio el importante crecimiento de la industria en China,
aunque su densidad sólo es importante en determinadas áreas. A pesar de
progresos continuos en los 80 y 90, debe sobreponerse a dificultades como la
escasez de capitales –agravada por el retraimiento de las inversiones
extranjeras-, la poca cualificación de la mano de obra o la reducción de la
capacidad productiva de algunos de los yacimientos tradicionales. Por último, y
en aras a la necesaria concisión, optamos por obviar el sector servicios, algunos
de cuyos aspectos ya hemos apuntado al tratar cuestiones sociales o
económicas; estructurado según las directrices propias de un Estado centralizado
de economía planificada, apenas permite la participación no estatal, aunque no
cabe duda de su desarrollo en las últimas décadas, traducido en una amplia
cobertura de necesidades básicas de la población, como puedan ser la educación
o la atención sanitaria, mientras que el sector financiero, como es lógico, no
presenta un desarrollo importante, como tampoco la I+D, realidad propia de
países de mayor nivel tecnológico global. Bibliografía AUBERT, C., La nueva
política económica del campo chino, Boletín de Información Extranjera del
I.R.A., IX-XII, 1984; CASAS TORRES, J.M., Geografía Descriptiva, vol. I,
Magisterio Español, Madrid, 1985; DEFFONTAINES, P., Geografía Universal,
Planeta, Barcelona, 1979; ENGELBORGHS, M., La China rural: de las aldeas a
las comunas populares, Fontanella, Barcelona, 1975; GABINELLI, C y GIBELLI,
M., Ciudad y territorio en China, Blume, Madrid, 1979; GARCÍA ZARZA, E.,
China, Barcelona, 1977; GERNET, J., El mundo chino, Crítica, Barcelona, 1991;
MÉNDEZ, R., y MOLINERO, F., Espacios y sociedades. Introducción a la
Geografía Regional del mundo, Ariel, Barcelona, 1991; TERÁN, M., Imago
Mundi, Atlas, Madrid, 1978; VV.AA., Geografía Descriptiva, 2 vols., ed. Rialp,
Madrid, 1980; VV.AA., La economía china de la Revolución a las cuatro
modernizaciones, Banco Exterior de España, Madrid, 1986. Aportaciones
estadísticas recientes nos las ofrecen distintos Anuarios, como el de “Akal”, “El
Mundo” o “El País”, 1998/1999/2000/2001.

TEMA 12.- China: sociedad y economía.


Antonio M. Capdevila Gómez

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