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Práctico 7-A: Compulsión de repetición.

 Diferencias entre la compulsión


repetitiva de lo reprimido inconciente y la compulsión repetitiva del ello.

Bibliografía: Más Allá del principio de placer. Freud, S. (1920). Más allá del principio
de placer. [Capítulos II al IV] Buenos Aires: Amorrortu editores.

En este texto iremos viendo como Freud va situando la compulsión de repetición no del lado de
lo reprimido inconciente sino de lo pulsional que opera mas allá del principio del placer
Si en un primer momento en su texto Recordar, Repetir,Reelaborar ubica la compulsion de
repetición dentro del principio del placer como el modo particular de recuerdo de los neuróticos
en la transferencia, la clínica lo lleva a reformular su teoría al encontrarse con reediciones de
situaciones displacenteras y que nunca han producido placer.
En el capitulo II recorre estas experiencias de la clínica que ilustran la contradicción de la
repetición con el principio del placer.
En primer lugar la Neurosis Traumática, que en ese tempo de la posguerra tomó mucha
visibilidad, esta presenta una multiplicidad de síntomas con un alto padecimiento subjetivo y la
particularidad del quedarse fijado al momento traumático al que retorna una y otra vez. Una
distinción muy importante que hace aquí es entre: Angustia, miedo y terror en su relación al
peligro. La angustia es un estado de expectativa y preparación frente al peligro . El miedo es
ante un objeto determinado. El terror en cambio acontece cuando el peligro llega sin estar
preparado ante el, el factor sorpresa aquí es lo determinante, esto es importante para retomarlo
luego.
Los sueños traumáticos (pesadillas) reconducen una y otra vez al soñante a la escena
traumática despertando cada vez renovado terror. Este hecho contradice el hecho de que los
sueños son cumplimientos de deseos y guardián del dormir.
En segundo lugar toma el juego infantil. Describe el juego del carretel de su nieto y lo
correlaciona con la ida de su madre y el intento de dominio por parte del niño de esa situación
traumática, el arrojar lejos el carretel profiriendo un o o o (fort, se fue) representa la ida de la
madre y el acercarlo tirando del piolín acompañado de un Da (acá está) la vuelta de la misma.
Un detalle no menor es que repetia mucho mas la ida y muchas veces solo esto sin completar
el juego, o sea esta repetición de lo displacentero no se concilia con el imperio del principio de
placer. El resto del capítulo lo dedica a indagar esta contradicción recorriendo diversas
hipótesis; lo central aquí es cuando se pregunta retóricamente si ¿Puede el esfuerzo ,empuje, a
procesar psíquicamente algo impresionante realizarse de manera primaria e independiente del
principio del placer.
En el capítulo III recorre una vez más la evolución del método para intentar explicar en lo actual
esta compulsión de repetición. Muy importante aquí la aclaración de las resistencias
inconcientes, señala la diferencia de plantear el Icc descriptivo (lo reprimido) del Icc sistemico
(lo que nunca fue Cc, o sea, no reprimido) que terminará de teorizar en el texto “El Yo y el Ello”
donde define la segunda tópica. Aquí queda explicitado cuando señala que el Icc no resiste
sino que insiste en manifestarse.
Cuando no está ligado a representaciones la insistencia repetitiva será en actos, y el escenario
de la transferencia será el lugar ideal para su despliegue.
Agrega aquí que esto no es exclusivo de los fenómenos de transferencia , en la vida “normal”
aparece la repetición como un destino.

En el cap iv especula sobre las explicaciones que nos brinda la teoría: importante comprender
en sus alcances la metáfora de la vesícula viva , sobre el funcionamiento del aparato psíquico.
La necesidad del aparato de mantener un cantidad baja de energía (homeostasis) para su
adecuado funcionamiento. Aquí define claramente el displacer como aumento de la tensión
y la tendencia a la descarga dentro del p de placer.
El efecto de lo traumático, grandes cantidades energía imposibles de procesar irrumpen dentro
del aparato al haber atravesado la barrera antiestímulo, paralizando su funcionamiento .Aquí la
falta del apronte angustiado que permitiría la contrainvestidura, reforzando la barrera
antiestímulo es definitoria, aparece así la importancia del factor sorpresa que toma
desprevenido al sujeto. En un primer momento el principio de placer queda abolido y el trabajo
será ligar (a representaciones) la energía que inunda el aparato para su tramitación y descarga,
empobreciendo el resto del funcionamiento psiquico.
Cuando el exceso viene del interior, pulsión, al no haber barrera antiestímulo se produce el
mismo fenómeno .La necesidad del aparato de ligar la energía libre a representaciones, para
su posterior tramitación, pone en suspenso el Principio del Placer.
Retoma luego con estas nuevas concepciones la neurosis traumática y los sueños así como el
juego de los niños explicándolos: esa compulsión de repetición como un intento muchas veces
fallido de ligar la cantidad a las representaciones que requieren del analista un otro modo de
intervención que es la construcción acompañando al sujeto en ese intento para su posterior
reelabración.

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