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40 ha lógica de la investigación cientijica

un criterio que nos permita ailinitir en el dominio de la ciencia em])í-


rica incluso enunciados que no puedan verificarse.
Pero, ciertamente, si'ilo admitiré un sistenuí entre los cienlífieos
o empíricos si es siiseeptil)le de ser fontrnslndo |)or la experiencia.
Estas consideraciones nos sufíieren i ue el criterio de demarcaci<ui (pie
hemos de adoptar no es el de la i p) ijiraltilidad, sino el de la falsahi-
lidad de los s i s t e m a s * ' . Dicho de o l í ) m o d o : no exigiré que un siste-
ma científico pueda ser seleccionado, de una vez para siempre, en un
sentido positivo ; pero sí (pie sea susv i-plilde de selección en un sen-
tido negativo por medio de contrastes i pruehas cin])íricas: ¡la de ser
posible refutar por la experiencia un s'slcina cienlijico entpirico '.
(Así, el enunciado «lloverá o no l,lo\(rá acpii mañana» no se con-
siderará em[)írico, por el simple hecho de (pie no puede ser refutado ;
mientras que a este otro, ((lloverá a(pií m a ñ a n a » , d(d)e considerársele
empírico.)
Pueden hacerse varias ohjcciorics ai criterio de demarcación que
acallamos de p r o p o n i r . l'.n jirimcr lugar, puede muy hien jiarecer
que toda sugerencia de que la ciencia (pie. segéui se admite, nos
proporciona informaciones positivas haya de caraclerizarsc [)or sa-
tisfacer ima exigencia negativa, como es la de rcfutahilidad. se enca-
mina en una direccitin falsa. Sin emhargo, h a r é ver (en los apar-
tados ^l a 16) ipie e-^la ohjecii'm carece de jicso, [uies el volumen de
informaeiém |iosili\íi «pie un enunciado científico comporta es tanto
mayor cuanto más'fácil es <\ue cli(i([»e - deludo a su caráclcr lógico—
con enunciados singulares posibles. (No en vano llamamos ((leyes»
a las leyes de la Nalurale/a : cuanto más prohihcn más dicen.)
Puede también hacerle ih- nuevo un intento de volver contra mí
mi propia crítica del criterio induelivista de demarcaci(ui : pues po-
dría parecer que cabe su--citar objeciones contra la falsahilidad como
criterio de demarcación aiuilogas a las (pie yo he' suscitado contra la
verificahilidad.

TestabíUty and Mcaniíifi. (liindc rcconoci*) el liecho Í]C que las Icyrs iinivcrsnlos no
son solamcnl(i ((('(niv(^nicnt('^'> para la ciLMicia. ^itio incluso «cscncialosi» (Philosophy
of Sciriicfí 4 . 1037. pág. 27 ) . ]'(?r(> n i su i)!ira iniliirtivista ÍAi^ivnl Foundations of
Probability {19.10) \U('1V(Í a una pftsiciíin muy scnicjantc a la tpie aquí c r i t i c a m n s : al
e n c o n t r a r (jue las leyes u n i \ ei-ilcs liriicn prcbahiUdad cero (pií^. 7(71 ) se ve oblifíaílo
a (leeir (pág. . " ó ) q u e . auníjue no es necesario expulsarlas tie la ciencia, ésta puede
manejárselas perfectamente sin cuas.
*^ üiis(^rvese (}ue prü})<)níj;o la falsaliilitlad Cíjmo criterio de demareacií'm, pero
no de sentido. Advie'rtase, además, cpie a n t e r i o r m e n t e (en el apartado 4 ) he criticado
e n é r g i c a m e n t e el empleo de la idea de sentido como criterio de demarcación, y q u e
ataco el dogrna del sentido, aún más enerí^icíhuente. en el at>artado 9. Por tanto,
es u n puro m i t o (aunf|ue gran n ú m e r o de refutaciones de mi teoría están ba.sadas
en é l ) decir que haya propuesto j a m á s la falsaljilidad como criterio ile sentido. I.a
falsahilidad separa dos tipos de enunciados perfectamente dolados de sentido, los fal-
sahles y los no falsables : traza u n a línea dentro del leníruaje eon sentidí). no alrededor
de él. Véanse también el apéndice *I y el capítulo *1 de mi Postscript, especialmente
los apartados *17 y *19.
F n otros autores se e n c u e n t r a n ideas a n á l o g a s : por ejemplo, en F R A N K , Die
Katisaliliil and ilirp Cri'nzfn ( I 9 , ' i l ) . capitulo I, § 10 {paps. 13 y s i g . ) , y en D l B l s -
i.AV, Die Definition {.'5." ed., í'Jül ), paps, 100 y sip, ((•{. asimi.smo, más arrilia, la
nota 1 J e l aparlodu 4.)

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