Bienvenidos a la quinta sesión de la materia de Teoría General del Estado,

correspondiente a la Licenciatura en Derecho.

En esta sesión se identificarán las modificaciones que sufrió el Estado a partir de

revoluciones sociales y guerras de independencia derivando en la estructura de
Estado Constitucional de ideología liberal.

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Objetivo Cognitivo: Analizar la estructura política del Estado, a través de los procesos
ideológicos para establecer las características que configuran el Estado moderno.

Objetivo Procedimental: Examinar la transformación del poder político en relación

con las instituciones estatales por medio del estudio de los acontecimientos sociales,
políticos e ideológicos, a fin de comprender el perfeccionamiento de sus funciones
dentro del Estado.

Objetivo Actitudinal: Valorar la importancia que las revoluciones sociales y guerras

de independencia en la evolución del Estado, a través de la disquisición de sus
características para conseguir una comprensión sobre la formación del Estado
Constitucional.

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La agenda para la sesión es la siguiente:

1. La independencia norteamericana.
2. Revolución francesa.
3. Concepto de Estado Constitucional.

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En este primer subtema se examinará el surgimiento de la identidad nacional de una
comunidad, dentro un territorio determinado, mediante el estudio de la
Independencia Norteamericana para comprender de manera correcta su influencia
en el mundo moderno.

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Las trece colonias fueron asentamientos británicos ubicados en la costa este de
América del Norte cuyos habitantes, principalmente emigrantes ingleses, se
organizaban a través de empresas dedicadas a los negocios. Algunos de los
emigrantes eran burgueses de medianos o escasos recursos que llegaron al
continente buscando la prosperidad económica que en el viejo continente no podían
lograr. Las colonias reprodujeron la estructura social que imperaba en la Inglaterra del
Siglo XVIII, pero sin contar con una nobleza. Aunque cabe mencionar que existían
funcionarios en las colonias que representaban a la nobleza inglesa. Dentro de la
población existían aquellos que creían que estos funcionario eran un obstáculo para
el desarrollo de las colonias, lo que finalmente dio como resultado, ideas de
independencia y expansión.

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Aunque la estructura social de las colonias inglesas era similar a la de Inglaterra,
según Crossman (1978, pág. 59-60), éstas tenían tres particularidades que las
diferenciaban de la metrópoli, a saber:

1. “La ausencia de una aristocracia feudal, es decir, como se ha señalado

anteriormente ausencia de nobleza.
2. La existencia de una zona fronteriza siempre en aumento, haciendo referencia, a
la parte conocida u ocupada solo por el territorio donde se encontraban
asentadas las trece colonias.
3. La tolerancia para cualquier secta religiosa”.

Considerando que se encontraban en otro continente, estos tres aspectos fueron

necesarios para establecer la sana convivencia entre los colonos, quienes
posteriormente clamarían por el reconocimiento de sus libertades civiles.

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Atendiendo a las ideas ilustradas, que hacían alusión a la soberanía y libertad, las
trece colonias dieron inicio a la guerra de independencia. Con ideas democráticas,
éstas buscaban poner fin al excesivo control inglés tanto en la administración de
justicia, como en la administración de las actividades comerciales.

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Tiempo después de alcanzada la independencia, en el año de 1787 se instauró la
Convención de Filadelfia. En ella se pretendió realizar una revisión de ciertos artículos
relativos al Congreso de la Federación, es decir, al ordenamiento de gobierno
alcanzado tras la independencia. Pues dichos artículos fueron cuestionados por no
considerarse a la altura de los problemas sociales, económicos, políticos y
diplomáticos a los que se habría de enfrentar la nueva nación.

El Congreso buscaría obtener poderes especiales y suficientes para regular los

impuestos, las relaciones exteriores y el comercio interestatal. Con base en los
acuerdos de esta convención se encargó a dos comités la creación final de una
Constitución para la nación que fue firmada el 17 de Septiembre de 1787. Esta
Constitución cambió completamente la estructura del gobierno, dirigiendo
numerosas prerrogativas gubernamentales desde los estados hacia el nuevo gobierno
federal.

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Los principios de la nueva Constitución de los Estados Unidos estuvieron fuertemente
influenciados por la ilustración francesa. Ésta éste ya había sido el germen ideológico
de la independencia de las trece colonias.

De entre los pensadores más destacados de la ilustración se encuentra Montesquieu

(1689-1755), autor de “Del Espíritu de las Leyes”.

Montesquieu fue el primero en entender la importancia de establecer una división de

poderes como parte esencial en la formación del Estado moderno. Él identificó que
anteriormente estos poderes se encontraban mal repartidos o concentrados en una
sola persona, por lo que planteó la idea de que se repartieran en organismos
especializados e independientes. Sus ideas fueron cruciales para descartar al sistema
monárquico como una opción y en consecuencia fueron determinantes para la
adopción del sistema federal y presidencialista de las trece colonias.

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En las nuevas colonias ya emancipadas de Inglaterra, surgió el llamado modelo
Constitucional del Estado caracterizado por instaurar las figuras de Presidente,
Suprema Corte, Senado y Cámara de Representantes.

El modelo Constitucional se contrapuso a la forma en la que se constituía el Estado

monárquico en Inglaterra donde el poder se dividía entre el Rey y el Parlamento, con
la finalidad mantener el control y el equilibrio de la voluntad popular.

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En cuanto a la conformación del poder político en el sistema constitucional “el
Presidente no sería electo directamente, sino mediante un cuerpo de electores
provenientes de los estados; la Suprema Corte, garantizaría la interpretación
constitucional por parte de la minoría ilustrada de abogados identificados con los
intereses de los propietarios; el Senado, impediría excesos tiránicos o populistas del
Ejecutivo o de la Cámara de Representantes, y las facultades legislativas de ésta, cuyo
origen democrático era el más directo, quedaban acotadas por un sistema federal que
distribuía el poder con arreglo a los intereses locales de cada estado federado”, su fin
principal era el máximo nivel de participación. (Andrade, 2014, pp.167-168)

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A continuación se abordará el papel de la Revolución Francesa en la conformación del
Estado Moderno, especialmente a través de sus corrientes ideológicas y pensadores
clave de la época.

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El absolutismo francés era considerado como la primera forma de expresión del
Estado nacional.

En éste, el monarca ostentaba el poder central y único asentando su riqueza en los

principios del mercantilismo.

Este enriquecimiento de la corona era considerado como benéfico para mantener los
privilegios de la realeza francesa, especialmente para los reyes sin traer ningún
beneficio para la mayoría de la población.

El pueblo vivía en condiciones de miseria y debía pagar a la corona grandes

cantidades de tributo (impuestos), que eran usados para la construcción de grandes
palacios, o para sostener al ejercito que se encontraba en constante guerra para
defender los intereses de la corona (Serra Rojas, 2012).

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Por su parte, la nobleza disfrutaba de ostentosas riquezas, al igual que el clero, cuyos
miembros no pagaban impuestos a diferencia del resto de la población. Esto
generaba un profundo descontento social; existía además en la población, opresión a
la libertad personal (Así como al impulso de negocios propios o industriales), la
censura a escritos delataba la falta de libertad de expresión, existía persecución a
disidentes políticos y a quienes tuvieran creencias religiosas diferentes a la fe católica
(Andrade, 2014).

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La Revolución Francesa dio paso a la formación del denominado Estado Burgués, el
cual sustituiría al Absolutismo como forma de Estado.

Adicionalmente éste marcó la creación de un grupo intelectual, basado en

razonamientos que tenían como finalidad llevar acabo una administración de Francia,
conforme al modelo institucional inglés, para dar funcionalidad al gobierno de la
Revolución, bajo el principio de “Control y equilibrio, frenos y contrapesos” entre los
órganos de poder. Esto conforme a varios autores, entre ellos Serra Rojas (2012).

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Uno de los pensadores que tuvo una gran influencia en las ideas de la Revolución
Francesa fue Montesquieu, quién elaboró teorías en relación al Estado y la
conformación de su poder político.

Además de la separación de poderes, su idea más reconocida, también planteó que

en la sociedad y el gobierno existen clases de leyes, señaló que “La ley, en general es
la razón humana, puesto que gobierna a todos los habitantes de la tierra; las leyes
políticas y civiles de cada nación han de ser solo los casos particulares en los que la
razón humana se aplique” (Serra Rojas, 2012, pág. 223), con esto, indica que las leyes
naturales gobiernan sobre todo, mientras que las leyes creadas por el hombre solo
aplican a él mismo.

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Otro de los grandes ilustres fue Juan Jacobo Rousseau, autor de “El Contrato Social”
quien logró integrar ideológicamente ideas del pasado inmediato con las corrientes
de la ilustración.

Sus principales ideas versan sobre la justifica social y política, estableciendo que “El
hombre nace libre y en todas partes vive encadenado. Algunos se creen dueños de los
otros, pero no por ello dejan de ser menos esclavos”. Serra Rojas (2012, pág. 224).

Su logro más importante es “El contrato social”, relativo a la obligación civil como
base de la política.

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La Revolución Francesa fue un estallido popular, con base en ideas de justicia social,
igualdad política e ideas democráticas basadas en grandes pensadores de la época,
donde se establecieron algunas instituciones políticas que tienen vigencia hasta la
actualidad. Ésta terminó con el Absolutismo, también llamado “antiguo régimen”
implementando ideas ilustradas en la forma de gobierno.

Cabe mencionar que la Revolución Francesa no resolvió de manera inmediata los

problemas de desigualdad y libertad, pero sentó las bases para la constitución del
estado moderno francés, también sirvió como inspiración para los movimientos
nacionalistas y de independencia americanos.

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Una vez que se ha dado un repaso a sus antecedentes históricos, se revisará el
concepto de Estado Constitucional.

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El Estado Constitucional se formó a partir del Estado Nacional, mismo que comenzó a
sustituir gradualmente al Absolutismo.

En él se expresan la libertad individualista y el orden jurídico mediante leyes que

obligan a los gobernantes por medio de códigos escritos. Ello supone la existencia de
una Constitución que contiene la estructura fundamental del gobierno.

Cabe mencionar que el Estado Constitucional se encontró desde sus orígenes ligado a
una organización económica industrial capitalista.

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Andrade menciona que la creación de una constitución es “La consolidación de un
pacto, que materializa en un documento el ideal contractualista y funda el Estado por
la voluntad de sus miembros, a la vez que garantiza a éstos sus libertades y derechos
naturales” (2014, p. 175). Es decir, el Estado Liberal se creó como un Estado con
ideología liberal y humanista, donde el interés individual es el centro en un contexto
de convivencia.

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La organización política del Estado Constitucional significa, según Serra Rojas (2012),
“la organización política o poder público institucional es una creación social que tiene
por finalidad la realización del bien común, a través del poder coactivo del Estado, que
se manifiesta en el conjunto de las instituciones, poderes, funciones y demás
estructuras estatales”, es decir, limitando el poder de la autoridad, que si bien tiene
fuerza para ejercerlo en contra de aquellos aun en contra de su voluntad, crea
diversos órganos para su vigilancia y administración.

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Además de la Independencia de Estados Unidos y la Revolución Francesa otros
procesos políticos a lo largo de la historia han tenido una fuerte influencia para el
desarrollo del Estado Constitucional. Tal es el caso de la Unificación Alemana durante
la segunda mitad del siglo XIX.

Durante siglos, lo que se conoce como Alemania, se encontraba dividida en diversos

estados germanos. Los dos más influyentes fueron Prusia y Austria.

La rivalidad entre ellos, llevó a que el 14 de junio de 1866 entraran en conflicto,

quedando Prusia como vencedor, dejando en un estatus de indiscutible líder a la
Ciudad de Berlín y relegando a un segundo plano a Austria durante el proceso de
unificación. Posteriormente, tras la victoria de Prusia en la guerra franco-prusiana, se
concreta la unificación alemana, agrupando a todos los estados de cultura germana,
inclusive de manera forzada, dentro de su esfera de poder.

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El proceso de Unificación Italiana también tiene un lugar importante en la historia del
Estado Constitucional.

Italia se encontraba dividida en diversas entidades políticas, Lombardo-Véneto (Al

norte de dominio austriaco); Cerdeña y Piamonte (Actual territorio francés y con
miras independiente del poder austriaco); los Estados Pontificios y el reino de las dos
Sicilias (Al sur, dinastía Borbones) (Andrade, 2014).

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Fue Napoleón y su dominio quienes hicieron conciencia sobre unificación italiana y el
pensamiento liberal, es en este país donde se crearon sociedades secretas para llevar
a cabo revueltas y disturbios, mismas que Giuseppe Mazzini (1805-1872) considera
como necesarias para conseguir la unión de todos los pueblos italianos, en una vida
común, lo que más delante daría origen al fascismo.

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En el año de 1847, los sicilianos consiguieron que los Borgoñeses otorgaran la
“Constitución”. Sin embargo, en el año 1848, los movimientos sociales influyeron en
las unidades políticas en toda Italia y en ese año Venecia se declaró república. Es aquí
cuando el liberalismo consigue el establecimiento de constituciones en Gran Toscana
y Cerdeña-Piamonte; y finalmente en 1849 Víctor Manuel II logró unificar Italia
(Andrade, 2014).

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Hecho por el cual Crossman (1978) sostiene que “El Resurgimiento italiano fue el
triunfo más notable del liberalismo en el siglo XIX. Una nación dividida entre las
grandes potencias, pequeños principados y la Iglesia romana, pudo unirse con éxito
bajo una monarquía constitucional trazada según el modelo inglés, fiel a los principios
del libre cambio y de las libertades civiles”. Todo esto se dio por motivos de políticas
internacionales que influyeron en Italia para alcanzar la unidad social y política de su
organización.

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En conclusión, la intervención de los grandes pensadores, la Independencia de las
Trece Colonias, la influencia de la Revolución Francesa, así como el nacimiento de la
denominada Constitución y lo relativo a la democracia, sentaron las bases de las
estructura moderna de gobierno, así como su funcionamiento, vigilancia y protección,
en beneficio del interés general.

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Si se desea ampliar los conocimientos sobre esta sesión, se recomienda referirse a
estas fuentes.

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