Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Introducción
2
Me ciño a los planteamientos de Llarena, para aproximarme a la estética mágicorealista de los relatos, ya
que me parecen postulados menos conflictivos y más organizados desde los que se puede analizar esta
tendencia. Así lo refrenda Sandro Abate, cuando sostiene que: Una tercera etapa de la crítica en torno al tema,
podría evidenciarse hacia la década de 1980. Los estudios más recientes acerca del Realismo Mágico se
caracterizan por una postura tal vez menos polémica y combativa, y por una tendencia hacia el análisis
desapasionado, basado en un modelo metodológico más complejo y fundamentado en nuevas posturas
teórico-literarias y críticas. (Abate, 1997: 149).
2
en su Diccionario de Retórica y Poética define este concepto, aplicado al análisis del relato, de la
siguiente manera: “Un actante es una amplia clase que agrupa en una sola función – los diversos
papeles de un mismo tipo: héroe, adversario, etc. (Beristain, 1995: 18). Así también para Greimas
el actante es la unidad sintáctica de la gramática narrativa de superficie, y se descompone en
papeles actanciales (cf. Beristain, 1995: 18). En el caso de los relatos de Rulfo y Bosch, los
papeles actanciales, articulados como un modelo de comportamiento, están en función de la
normalización de los sucesos perturbadores, que acaecen en ambos cuentos de estética
antirrealista.
Esta situación inicial me permite dilucidar “la participación del personaje cuando actúa
como un discreto foco de corroboración o de incertidumbre con respecto al punto de vista
novelesco” (Llarena, 1997: 80), ya que Remigia, a favor de la verosimilitud del relato, corrobora los
hechos insólitos a través de procedimientos de fe. Estos procedimientos están estrechamente
ligados a una cosmogonía judeo-cristiana, y a la creencia sobre la existencia de ánimas que podría
cambiar el inexorable destino de sus tierras secas: “Déle ese rial fuerte a las ánimas pa que llueva,
Felipa” (Bosch, en Rodríguez 2003: 196).
Cada dos o tres meses reunía los pollos más gordos y se iba a venderlos; cuando
veía un cerdo mantecoso, lo pesaba; ella misma detallaba la carne y de las capas
extraía la grasa ; con ésta y con los chicharrones se iba también al pueblo. Cerraba
el bohío, le encargaba a un vecino que le cuidara lo suyo, montaba al nieto en el
potro bayo y lo seguía a pie. En la noche estaba de vuelta.
3
Iba teniendo su vida así, con su nieto colgado del corazón. – Pa ti trabajo,
muchacho- le decía-. No quiero que pases calores, ni que te vayas a malograr,
como tu taita. (ibíd.: 197).
La lectura realista mágica del cuento está sustentada en el reconocimiento de los actantes
como “elementos destinados a confirmar (…) una visión del mundo, o mejor, a imponernos una
percepción particular, y al grado de ‘compromiso’ con que ambas tendencias nos incitan a
normalizar lo extraño” (Llarena, 1997: 81). En resumidas cuentas, Remigia posee una actitud
cercana o familiar con los sucesos extraños. Esta actitud no beligerante contribuye a la veracidad
de los hechos descritos, a su modo de ver las tierras resquebrajadas del campo, además, posee
un alto grado de compromiso al manifestar la naturalidad con la que corrobora los hechos que
acontecen en el mundo narrado.
3
Se entenderá el concepto de ‘performance’ no desde los postulados de la dramaturgia, sino desde su
definición primera propuesto en la gramática generativa y en los postulados de Greimas. Helena Beristain la
define como: Toda operación del hacer que realiza una transformación. (…) La performance, pues consiste en
la transformación de los estados y en el intercambio de los objetos (Beristain, 1995: 131).
4
perfomativos, o la perfomance, con la que ponen en relieve una actitud que favorece la inclusión de
elementos mágicos que circundan y se normalizan en la historia.
Remigia se pone en la lista de personajes boschianos que se caracterizan por una intensa
benevolencia. En una reflexión sobre el cuento “Camino Real” se señala: “Juan no es ya el niño de
cuentos anteriores, sino un hombre que ama a los seres humanos con un afán redentor” (Valdéz,
2010: 101). Si en este personaje predomina el amor, en Remigia la fe y esa “esperanza que
espera” son cualidades para verificar la actitud, y el compromiso del personaje con los sucesos
extraños de “Dos pesos de agua”.
5
I. III. El narrador-personaje de “Es que somos muy pobres”
Al igual que en Pedro Páramo, el narrador personaje de “Es que somos muy pobres”
induce hacia la normalización de lo extraño. Este personaje innominado expresa su relación con
los elementos extraños desde una actitud no-conflictiva, o no beligerante, por lo que el relato se
hace más permeable para configurar la veracidad narrativa con la que se relatan los hechos.
Y aquí ha de haber sucedido eso de que se durmió. Tal vez se le ocurrió despertar
al sentir que el agua pesada le golpeaba las costillas. Tal vez se asustó y trató de
regresar; pero al volverse se encontró entreverada y acalambrada entre aquella
agua negra y dura como tierra corrediza. Ta vez bramó pidiendo que la ayudaran.
Bramó como sólo Dios sabe cómo (Rulfo, 1977: 15).
Y Tacha llora (…). Está aquí, a mi lado, con su vestido de color rosa, mirando el río
desde la barranca (…) Por su cara corren chorretes de agua sucia como si el río se
hubiera metido dentro de ella. (…) De su boca sale un ruido semejante al que se
arrastra por las orillas del río, que la hace temblar y sacudirse todita (Rulfo, 1977:
17).
6
II.- Una lectura de la espaciología verosimilizadora: El agua como constituyente del espacio
de integración
La reflexión en torno al espacio narrativo o lugar de la coherencia (cf. Llarena, 1997: 179),
como lugar de integración-verosimilización de lo extraño, se articula desde uno de los elementos
constituyentes de la espaciología de ambos relatos: El agua. Este elemento y sus implicancias son
las que permiten realizar una lectura intertextual de “Es que somos muy pobres” y “Dos pesos de
agua”. Si bien en los relatos se manifiesta en forma de lluvia, me ciño a la aserción de Cirlot: “por
agua se entiende la totalidad de materias en estado líquido” (Cirlot, 1997: 68).
4 Una extensa reflexión sobre la simbología del agua realiza Gastón Bachelard en su ensayo El agua y los
sueños. Una premisa importante sobre este elemento es que, según el autor: “El agua es una contemplación
que se profundiza, en un elemento de la imaginación materializante” (Bachelard. 1978: 23). Esta
contemplación y sus alcances es la que se puede percibir en y con este elemento, pues constituye y articula la
normalización de la materia narrada en los relatos.
7
para dejar libertad a los elementos con que producir nuevos estados cósmicos.
(ibid.: 69)
En términos narratológicos, “Es que somos muy pobres” nos presenta un relato “in media
res” donde el agua aparece de manera inminente. Este hecho acentúa la decadencia en la que va
sumiéndose la familia del narrador-personaje, quien recalca la profunda desgracia a la que la lluvia
ha dado origen:
A diferencia de esta lluvia inesperada, en “Dos pesos de agua” se articula una dinámica de
petición-respuesta, en la que los habitantes del campo esperan por la llegada de la lluvia para que
acabe con la sequía, y les otorgue una oportunidad de trabajar la tierra:
Al cabo de tanto oír lamentar la sequía, levanta los ojos y barre el cielo con ellos.
Claro, limpio y alto, el cielo se muestra sin una mancha. Es de una limpieza
desesperante. . – Y no se ve nadita de nubes – comenta.
Baja entonces la mirada: los terrenos pardos se agrietan a la distancia. Allá
al pide la loma, un bohío. La gente que vive en él, y en los más remotos, estará
pensando como ella y como la vieja Remigia. ¡Nada de lluvia en una sarta bien
larga de meses! (Bosch, en Rodríguez. 2003: 196).
En el inicio de ambos cuentos se realiza una notificación de los sucesos o del estado de la
situación. El espacio de ambos relatos se presenta como inhóspito, ya sea por la tierra invadida de
lluvia, o por la excesiva falta de ésta. Estos acontecimientos convierten al espacio rural del relato
en “un conjunto de matices con capacidad de ‘revelación’” (Llarena, 1997: 183). Las revelaciones
estarán en función de los desenlaces que nos presenta cada historia, y que confirmarán la
normalización de los acontecimientos mágicos del mundo narrado.
8
Cuando el agua comienza a sobrepasar los límites geográficos que le corresponden, es
cuando se acentúa la característica del espacio narrativo como un eje estructurante de la estética
realista mágica de los cuentos, lugar en el que se pone en funcionamiento el proceso de
normalización de lo extraño. En “Es que somos muy pobres” se lee:
El río comenzó a crecer hace tres noches, a eso de la madrugada. Yo estaba muy
dormido, y sin embargo, el estruendo que traía el río al arrastrarse me hizo
despertar en seguida y pegar el brinco de la cama con mi cobija en la mano, como
si hubiera creído que estaba derrumbando el techo de mi casa. Pero después me
volví a dormir, porque reconocí el sonido del río y porque ese sonido se fue
haciendo igual hasta traerme otra vez el sueño (Rulfo, 1977: 14 Los subrayados
son míos).
La frase destacada es una clave para el ordenamiento de la lectura de estos textos. Los
sucesos extraños, producidos por un elemento habitual, se normalizan en la medida en que se
reconoce ese rasgo de cotidianeidad en el espacio y sus constituyentes. De igual manera ocurre
en “Dos pesos de agua”:
El nieto dormía tranquilo (…) El techo de yagua se desmigajaba con los golpes
múltiples del aguacero. Remigia se adormecía y veía su canuco lleno de plantas
verdes, lozanas, batidas por la brisa fresca; veía los rincones llenos de dorado
maíz, de arroz, frijoles sangrientos, de batatas henchidas. El sueño le tornaba
pesada la cabeza…Y afuera seguía bramando la lluvia incansable (Bosch, en
Rodríguez. 2003: 204).
Aunque los cuentos incluyan destellos esperanzadores, la resolución del conflicto oscurece
estos pasajes. Tomando en cuenta dos aspectos planteados por Llarena, se pueden trazar las
reflexiones finales de este capítulo; primero, la comprensión del espacio “como centro o continente
5
Una extensa reflexión sobre el río en este cuento realiza Severino Salazar. Sobre este constituyente advierte:
“Destruye todo los órdenes, es impredecible y destructor en su transcurrir. Y algo muy grave: impide la
comunicación, pues no se oye lo que la gente quiere comentar o decir sobre él mismo” (Salazar. 1996: 62).
9
de otras repercusiones ‘metafóricas’” (Llarena, 1997: 189), y segundo, sus postulados en torno a
“los ecos del sustrato mítico” sobre los que sostiene que “no se basan sólo en su presencia
expositiva dentro de un texto, en su única contribución ambiental o temática. Antes bien, lo mítico
constituye sobre todo, una visión” (ibid.: 57).
El elemento que les faltaba es también el que los destruye. De esta forma, la naturalización
de lo extraño, nuevamente, está en función de la intensificación de un elemento correspondiente a
la cotidianeidad rural. En el caso de “Es que somos muy pobres” el agua se lleva las esperanzas
de la familia, y se apodera del espacio de los hombres. Sus vidas se representan en las aguas
turbias; “por eso la vida, nos ha dicho el narrador-personaje, es inescrutable, es como el agua del
río: ‘oscura y espesa’” (Salazar, 1996: 64). Luego, la invasión del agua es normalizada en el relato
del personaje:
Por último, esta actualización del agua como elemento de los ecos de un sustrato mítico
(cf. Llarena, 1997: 57), y el simbolismo del diluvio, forma parte de una venganza telúrica (cf.
Llarena, 1997: 185), o en términos de Juan Bosch, de una clase de “burla sangrienta” (Bosch, en
Rodríguez. 2003: 202). Mircea Eliade, en Tratado de las religiones I, postula y define la siguiente
interpretación sobre este hecho mítico:
10
Casi todas las tradiciones de diluvios van vinculadas a la idea de una reabsorción
de la humanidad en el agua y a la instauración de una nueva era, con una nueva
humanidad. Todas ellas denuncian, pues, una concepción cíclica del cosmos y de
la historia: una época queda abolida por la catástrofe y empieza una nueva era,
regida por «hombres nuevos». Esta concepción cíclica se ve confirmada además
por la convergencia de los mitos lunares con los temas de la inundación y del
diluvio (Eliade. 1964: 245).
El castigo o purificación por el agua, en estos textos, está lejos de repetir “una concepción
cíclica del cosmos” (id), en la que se instale una nueva oportunidad para la humanidad, ya que a
6
diferencia de los relatos fundacionales como el diluvio en la Biblia, o en el Popol Vuh , Los cuentos
no poseen aquella estructura circular de renovación de las esperanzas. Por el contrario, el único
círculo o periodo cíclico que se cumple, es el de enraizar a los hombres a la tierra, ahogar su
esperanza y poner en funcionamiento la continuidad del determinismo social que afecta a los
sectores rurales de Hispanoamérica. En “Dos pesos de agua” se expresa así:
En “Es que somos muy pobres” el agua y la tierra, en su venganza telúrica, reclaman a los
campesinos, destruyendo y ahogando los sueños, y con ellos la esperanza de un cambio en el
determinismo social con la que ha cargado la genealogía familiar:
Y Tacha llora al sentir que su vaca no volverá porque se la ha matado el río. Está
aquí a mi lado, con su vestido color de rosa, mirando el río desde la barranca y sin
dejar de llorar. Por su cara corren chorretes de agua sucia como si el río se hubiera
metido dentro de ella. Yo la abrazo tratando de consolarla, pero ella no entiende.
Llora con más ganas. De su boca sale un ruido semejante al que se arrastra por las
orillas del río, que la hace temblar y sacudirse todita, y, mientras, la creciente sigue
subiendo. El sabor a podrido que viene de allá salpica la cara mojada de Tacha y
los dos pechitos de ella se mueven de arriba abajo, sin parar, como si de repente
6
En el Popol Vuh, los hombres de palo son destruidos por una gran inundación, al no acordarse de sus
creadores. Este episodio se relata de la siguiente manera: (…) Por esta razón, ya no pensaban en el creador ni
en el formador, en los que le daban el ser y cuidaban de ellos. Estos fueron los primeros hombres que en gran
número existieron sobre la faz de la tierra (…) En seguida fueron aniquilados, destruidos, deshechos los
muñecos de palo, y recibieron la muerte. Una inundación fue producida por el Corazón del Cielo; un gran
diluvio se formó, que cayó sobre las cabezas de los muñecos de palo (Popol Vuh. 1961: 30).
11
7
comenzaran a hincharse para trabajar por su perdición (Rulfo, 1977: 16 Los
subrayados son míos).
Conclusiones
Al finalizar el estudio puedo puntualizar unas últimas consideraciones sobre los aspectos
analizados. En primera instancia, la reivindicación de los personajes, incluidos dentro de una
estética mágico realistas, como actantes que consolidan el compromiso y una actitud no conflictiva
frente al efecto verosimilizador de la materia narrada. En una segunda instancia, el análisis del
espacio y el agua como constituyentes unificadores de la lectura intertextual de los relatos. Esto
propició la tarea de poner en evidencia un proceso en el que la regularización de los sucesos
extraños se da en virtud de una re-normalización del elemento cotidiano, que en el transcurso de la
historia se introducía primeramente como un posible elemento conflictivo (la falta/exceso de agua).
Vale destacar la importancia de la manera en que los hechos son enunciados, por parte de
los personajes, como una técnica fundamental para aprobar la veracidad de la historia, ponderando
el uso del lenguaje como el dispositivo que concretiza la aparición de elementos mágicos en los
textos que representan parte de la cuentística de Bosch y Rulfo.
7
Severino Salazar realiza una lectura del episodio subrayado, haciendo referencia al movimiento de los
pechos de Tacha. El estudioso afirma que: “En este momento se cierra el círculo del cuento. Ella también, uno
se imagina, va a ser expulsada del paraíso como sus dos hermanas mayores lo fueron” (Salazar, 1996: 65).
Pienso que está aseveración está en función de una percepción regionalista e incluso romántica, ya que en
ningún momento del relato se puede percibir el espacio rural que habitan los personajes de “Es que somos
muy pobres” como un espacio paradisiaco. Basta recordar las palabras iniciales del texto de Rulfo: “Aquí todo
va de mal en peor” (Rulfo, 1977: 14).
12
Finalmente, es interesante destacar cómo los relatos se desvinculan de los ecos de los
sustratos míticos del diluvio universal, que se relacionan con una segunda oportunidad para los
hombres. Por el contrario, en los textos se aprecia el castigo o la verosimilización del elemento
agua como una venganza telúrica de la tierra hispanoamericana sobre aquella población agraria
que espera el momento en que finalice esa historia de pobreza y aislamiento en la que han
desarrollado su vida. Aquí la naturaleza y la cosmogonía (en el caso de las ánimas de “Dos pesos
de agua”) se unen al menoscabo social del que son víctimas los sectores agrario-rurales. Quizás
este trabajo, en el que se reivindican dos elementos poco estudiados dentro de la estética mágico
realista (personajes y espacio) propone una conclusión desoladora: El campo es un lugar-habitable
obligado, donde el hombre se ve subyugado a la naturaleza, y la esperanza de una peripecia vital
se reduce a una simple espera que concluye en la futilidad de los esfuerzos.
Referencias bibliográficas
Primaria
-Bosch, Juan. 2003. “Dos pesos de agua”. En Rodríguez, Mario. 2003. Antología de cuentos
hispanoamericanos. Santiago: Editorial Universitaria.
-Rulfo, Juan. 1977. Obra completa: El llano en llamas; Pedro Páramo; otros textos. Caracas:
Biblioteca Ayacucho.
Secundaria
-Abate, Sandro. 1997. “A medio siglo del realismo mágico”: Balance y perspectivas. En Anales de
Literatura Hispanoamericana, N° 26, pp. 145 – 159.
13
-Oviedo, Rocío. 1999. “Huellas de vanguardia: Realismo mágico/literatura fantástica: Esbozo de
una relación”. En Anales de Literatura Hispanoamericana, N° 28, pp. 323-341.Disponible
en
http://revistas.ucm.es/fll/02104547/articulos/ALHI9999120323A.PDF
-SALAZAR, SEVERINO. 1996. “Las metáforas del río y de la leche en ‘Es que somos muy
-Valdéz, Diógenes. 2010. Cuatro aspectos sobre la literatura de Juan Bosch. Santo Domingo, D.F:
Editora Búho.
Disponible en http://es.calameo.com/read/0003452149a8d772b1c34
Teórica y complementaria
-Bachelard, Gastón. 1978. El agua y los sueños. México: Fondo de Cultura Económica.
- Llarena, Alicia. 1997. Realismo mágico y lo real maravilloso: una cuestión de verosimilitud
(espacio y actitud en cuatro novelas latinoamericanas). Gran Canaria: Hispanoamérica.
- Popol – Vuh. 1961. México DF: Fonde de Culturo Económica.
14