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Introducción

    La agresividad, en la sociedad actual, es una emoción con una función adaptativa. Es un rasgo
admirado en nuestra sociedad, de forma general, se suele identificar como agresivas a las personas
que trabajan duro para llegar a tener éxito, que están altamente motivadas y que son ambiciosos.
Se considera que no llegarían hasta el punto más alto de su carrera sin esa agresividad. Este tipo
de agresión se denomina agresión prosocial. Por otro lado, cuando esta emoción no responde a su
función adaptativa se considera agresión antisocial ya que este tipo de agresión da lugar a dolor y
sufrimiento en otras personas, siendo este tipo el que despierta mayor interés entre profesionales
que se dedican al estudio de la agresividad.

    La agresión se puede definir como la imposición de un estímulo aversivo, físico, verbal o gestual
de una persona a otra, no es una actitud sino un comportamiento que refleja un compromiso con el
intento de causar daños (LeUnes y Nation, 1989). Para que un comportamiento sea considerado
agresivo debe estar dirigido contra un objetivo viviente, debe haber un intento de dañar al objetivo
y debe haber una expectativa razonable de que la agresión va a ser exitosa, y el objetivo va a ser
dañado.

    A lo largo de los años, se han identificado dos tipos básicos de agresión: agresión hostil y
agresión instrumental (Baron, 1977). Estos dos tipos de agresión se distinguen en términos de sus
reforzadores primarios, o en función de sus objetivos que se persigan con el acto cometido. Sin
embargo, en ambos casos la intención es dañar a otro ser humano. En las agresiones hostiles, la
meta primaria es dañar a otro ser humano. La intención es hacer que la víctima sufra, y el refuerzo
es el dolor y sufrimiento causado. Este tipo de agresión va siempre acompañado de rabia por parte
del agresor. En las agresiones instrumentales también intentan dañar al objetivo. Sin embargo, la
meta no es observar el sufrimiento de la víctima, pero si recibir alguna otra recompensa externa o
meta (dinero, victoria poder o prestigio). El agresor ve el acto agresivo como un instrumento para
conseguir su meta primaria. Alcanzar esta meta refuerza el comportamiento agresivo. La más clara
diferencia entre estos dos tipos de agresión la encontramos en que la agresión hostil siempre
implica un sentimiento de rabia u odio, mientras que la agresión instrumental puede que no, sin
embargo el resultado de ambos tipos de agresión es el mismo.

    En esencia, la agresión es primariamente un comportamiento aprendido que resulta de una


interacción entre individuos con su medio social durante un tiempo (Bandura, 1973). Si no es éste
el caso, el comportamiento no es agresión (Bandura, 1973; Berkowitz, 1962; Silva, 1980a, 1980b).

    Es importante hacer una distinción entre agresividad y violencia, siguiendo a Corsi (2003) “el ser
humano es agresivo por naturaleza, pero es pacifico o violento según su historia individual y la
cultura a la que pertenece”. Con violencia nos queremos referir específicamente al componente
físico de la agresión. Para Tenenbaum (1997) podemos definirlo como un comportamiento para
producir daño teniendo en cuenta que no existe una relación directa con la meta, y relacionada,
con incidentes de agresión descontrolada.
    Una tercera categoría de comportamiento que a menudo es confundida con agresión y violencia
es el término asertividad o conducta asertiva. La asertividad implica el uso de la fuerza física o
verbal para conseguir los objetivos de una persona (Silva, 1981). Sin embargo, no hay intención de
dañar al oponente. En los dos tipos de agresión, instrumental y hostil existe una intención de
causar daño; la diferencia con la asertividad radica en la intención, cuando aparece una conducta
asertiva se establece un dominio en lugar de dañar o herir al contrario (Thirer, 1993). No obstante,
estas mismas acciones pueden representar agresión (hostil o instrumental) si la intención es causar
daño (Anshel, 1990). Estos tres tipos de conducta están separados por una delgada línea, de modo
que la agresión hostil pretende causar un daño intencionado, la agresión instrumental tiene como
meta ganar y las conductas asertivas son conductas que haciendo uso de fuerza y habilidades en la
medida de lo posible, sin intención de herir, están dirigidas a una meta.

Figura 1. Relación entre agresión hostil, agresión instrumental y conductas asertivas (Silva, 1981)

https://www.efdeportes.com/efd146/analisis-de-los-comportamientos-violentos.htm

EL COMPORTAMIENTO AGRESIVO Y SUS DIFERENTES ENFOQUES

Etimológicamente, la palabra agresividad se deriva del latín aggredior, que signi¿ca “ir o cometer
contra otro”. La agresividad implica provocación o ataque. Barkowitz (1996) la de¿ne como “faltar
al respeto, ofender o provocar a los demás”, es decir, el comportamiento que se realiza sobre la
víctima. En la actualidad, se la de¿ne desde la perspectiva del agresor y de la víctima y se la ubica
en una temporalidad y en un contexto donde se dan las relaciones y las interacciones humanas.
Socialmente, el comportamiento agresivo ha sido inherente al ser humano desde los inicios de su
existencia. En lo individual, suele manifestarse desde los primeros años de vida, pero su frecuencia
se va reduciendo a través de los años. Sin embargo, hay personas que continúan siendo agresivas
en edades adultas, encontrándose por eso comportamientos agresivos en los diferentes contextos
sociales, como el de la familia o en ámbitos educativos y laborales.
Al referirse a la agresividad desde las teorías cognitivas es importante destacar dos términos
claves: esquema y actitud. Desde esta perspectiva, Beck y Freeman (1995, en Castrillón, 2004)
de¿nen los “esquemas como unidades organizacionales”, poseedoras de contenidos construidos
por el individuo y altamente personales, que contienen información acerca de sí mismo y acerca
del mundo. Además, sirven de guía y de orientación, en la búsqueda de información relevante
para cada quien y para determinar cuáles estímulos ambientales son recibidos y cuáles no. El
contenido de los esquemas puede hacer referencia a relaciones personales (como las actitudes
respecto a uno mismo o a los demás) o a categorías impersonales (como las referidas a objetos
impersonales).

Existe, además la perspectiva interactiva, según la cual los factores constitucionales ligados al sexo
(la biología) interactúan con las inÀuencias del entorno social a la hora de la agresión. Las
diferencias constitucionales ligadas al sexo podrían tener efecto directo tanto en la conducta del
hombre como de la mujer (Tieger, 1980, citado en Shaffer). Teniendo en cuenta las inÀuencias
culturales y subculturales en la agresión, Shaffer (2000) también observa que las tendencias
agresivas o antisociales de las personas dependen en gran parte del grado en que su cultura o
subcultura fomente o acepte la cultura de este tipo.

https://www.redalyc.org/pdf/4975/497552137012.pdf

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