Está en la página 1de 3

EL MANIFIESTO DE VILLARRICA

No hay bandera lo suficientemente larga para cubrir la vergüenza de matar


tanto inocente. (Howard Zinn)

Firmado en esta localidad el 7 de noviembre de 1958, como una proclama,

por “limpios” del naciente paramilitarismo liberal ante la Comisión

Investigadora de la Violencia y el 14 de noviembre con sátrapas

ultramontanos de la conservadora e indolente Cunday para lavarse las

manos con la sangre de inocentes campesinos vencidos en asimétricas

batallas en la Guerra de Trincheras de Villarrica. Este desfigurado

documento de traidores y verdugos ignora la espeluznante epopeya

campesina ocurrida desde finales de 1954 hasta mediados de 1956, en parte,

narrada en Cuadernos de la Violencia, Memorias de la Infancia, por Jaime

Jara, un hijo de Villarrica exalumno de la otrora Granja Luis Bustamante e

historiadores comprometidos en escudriñar las verdades ocultas a las

nuevas generaciones. Habría de ocurrir poco después que los sayones del

régimen dictatorial se atrevieran a exculpar el genocidio, al suscribir en los

despachos perversos del Frente Nacional el “ Manifiesto de

Villarrica”, que no fue otra cosa que un documento falaz suscrito por

funcionarios serviles y criminales al servicio de impostores y ladinos para

justificar las torturas y masacres de inocentes labriegos acusados vilmente

de chusmeros,bandoleros, gaitanistas y comunistas de la supuesta

república independiente de Villarrica.


Licenciada por Rojas Pinilla la monstruosa policía chulavita en 1953 y ocurrir

el pacto maldito entre pájaros “limpios” y conservadores, la cacería se

reinició contra rezagos de la chusma liberal gaitanista y harapientos

campesinos venidos de otras selvas y otros lares del país de Kakataima de

los heroicos Pijaos. ¡Cruel infamia! La Guerra de Trincheras, un episodio

épico, heroico, cruel, despiadado, infame, ocurrido en los cafetales y laderas

selváticas de Villarrica, como en ningún otro lugar de Colombia y América

Latina, pasará a la historia de la humanidad como un hito dantesco que en

forma vergonzante ha querido minimizar el estado colombiano en

connivencia con los nuevos colonizadores de la conciencia social de

nuestro pueblo.

Ya es tiempo de desmitificar las supuestas hazañas de los invasores y

verdugos que anegaron de sangre las veredas de Villarrica. Los gobiernos

de turno y las instituciones educativas no pueden seguir ocultando y

silenciando las verdades de nuestra historia como una forma de

brutalización escolarizada, ni rendir tributo a quienes se ensañaron con la

piel y la sangre de nuestros hermanos de clase, los campesinos, ni justificar

el despojo, la esclavización y la muerte en nuestro territorio.

Los nuevos adalides del poder dominante con sus políticas troleras y la

sesera carcomida por la avaricia, el odio y la ignorancia aún presumen estar

haciendo patria y ser llamados por la historia a restaurar las falacias que

arrojaron sin piedad a sus asustadizos habitantes a los precipicios y

tugurios de las grandes ciudades y convivir con la muerte y el olvido.


EDISON PERALTA GONZÁLEZ.
VILLARRICA JULIO 21 DE 2021

También podría gustarte