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¿Cómo afecta el feminismo y la violencia

contra la mujer con la economía?

Introducción

En el presente ensayo se hablará de una problemática preocupante que arrasa en


muchos lugares. ¿Qué es el feminicidio? La muerte violenta de las mujeres por
razones de género, tipificada en nuestro sistema penal como feminicidio, es la
forma más extrema de violencia contra la mujer dentro de este ámbito también se
vera la violencia contra la mujer pero lo mas importante es ver como afecta esta
problemática a la economía del país. Así también como los principales causantes
de esta violencia y cuáles son las consecuencias de esta misma.

Desarrollo

Más allá del daño y las consecuencias negativas de la violencia contra las
mujeres, se generan elevados costos en los mercados laborales, que repercuten
en la economía de las naciones

La violencia contra las mujeres ocasiona pérdidas económicas a nivel individual,


familiar e incluso comunitario. Son las propias mujeres violentadas quienes
destinan parte de sus ingresos y mucho de su tiempo para acceder a tratamiento
médico o psicológico, asesoría jurídica o cualquier otro tipo de apoyo.
Esta violencia de género es un problema mayor en América Latina, donde la
cultura de machismo es un problema donde podríamos culpar al pensamiento que
aún tienen algunas personas por basarse en que las mujeres sean las encargadas
de las labores de la casa, y eso permite que los hombres liberen su tiempo por
completo para dedicarse a las actividades que sí están remuneradas. Se ha
hallado evidencia de que esta desigualdad de acceso al trabajo pagado provoca
más violencia. Las relaciones de género son evidentes en los desequilibrios de
poder dentro de las familias y en la distribución de recursos como el dinero, el
tiempo o la movilidad; además, influyen no solo en el empleo de las mujeres sino
también en las relaciones macroeconómicas. Por no aportar ingresos al hogar, las
mujeres tienen menos poder de negociación (los hombres toman las decisiones
más fuertes sobre cómo se gasta el dinero, mientras que a las mujeres les dan
una especie de mensualidad para los gastos de la familia). Esta falta de poder de
negociación implica muchas cosas; entre ellas, al no tener independencia
económica, a las mujeres les cuesta salirse de una relación violenta. De modo que
esta desigualdad sí provoca que haya más violencia dentro de los hogares.

Las mujeres que tienen ingresos propios pueden prevenir la violencia, ya sea
porque le ponen un alto al marido o porque lo dejan. Saben que tienen una buena
remuneración y no se quedan en el círculo de violencia ya que no dependen de
esa persona y saben que pueden valerse por sí mismas. Casi la mitad de los
feminicidios en México ocurren dentro del hogar, por eso es importante conseguir
la igualdad salarial para las mujeres. En México la Secretaría de Seguridad
Pública registró 80 feminicidios en febrero de 2022, una disminución del 29.2 por
ciento a comparación del máximo histórico en agosto de 2021 cuando se
reportaron 113 casos.

De acuerdo con un reporte de la Organización Mundial de la Salud del 2013, la


región de Latinoamérica reportó la segunda tasa más alta de prevalencia de
violencia de pareja a nivel global: 30% de las mujeres latinoamericanas han
sufrido algún tipo de abuso por parte de su pareja
En cuanto a la violencia psicológica, algunas investigaciones muestran que si bien
la violencia física sí disminuía, la violencia psicológica aumentaba. Hay un
argumento sociológico que explica que cuando el hombre siente que su rol de
proveedor está amenazado, se vuelve más violento en el sentido psicológico e
intenta apropiarse, por medio de este tipo de agresión, de los recursos que le
están dando a la mujer. El lado optimista de estos resultados es que sí disminuye
la violencia física.

En términos económicos, la dependencia que tienen las mujeres del ingreso y el


capital de los hombres es uno de los mayores problemas. Por si fuera poco, hay
leyes mexicanas que discriminan al asignar esa labor de cuidado a las mujeres,
me refiero a las licencias de maternidad, que son para las mujeres y no para los
hombres.

Lesiones, problemas sexuales, enfermedades crónicas, desórdenes mentales


como ansiedad y depresión, así como el abuso de sustancias, son solo algunas de
las principales consecuencias del maltrato que reciben miles de mujeres en el
mundo.

Estudios recientes de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) añaden a la


lista de efectos de esta violencia, la baja productividad, la pérdida de días
laborales, la inasistencia, los retardos, entre otros. La misma OIT enfatiza que
dichos efectos de la violencia llegan a costarle a las naciones alrededor de un
3.5% de su PIB; otras fuentes señalan que las pérdidas económicas rebasan el
5%

Frente a la alta prevalencia de violencia y asesinatos de mujeres, quince países de


América Latina han redactado leyes específicas que condenan la muerte violenta
de mujeres en manos de su pareja íntima actual o anterior. La idea de las leyes
contra el femicidio es tipificar el crimen en sí, el cual difiere del homicidio, ya que
ambos presentan causas distintas.

Debido a la carencia de datos a nivel nacional y regional, resulta complicado


distinguir una relación causa-efecto sobre el número de femicidios a raíz de la
aplicación de la legislación para combatir este delito. Una primera mirada a los
datos indica que la aplicación de la legislación parece no haber disminuido el
número de femicidios en la región, excepto en Chile, que muestra una leve
reducción.

Se estima que la violencia contra las mujeres tiene costos que aún no son
medibles, derivados del daño emocional que afecta a las víctimas, a sus familiares
y a la sociedad en su conjunto. De hecho, se afirma que por cada mujer que está
inmersa en una situación de violencia, son varias generaciones posteriores que
también padecerán las consecuencias.

En 2020, la Cámara de Diputados aprobó un presupuesto de 126 millones de


pesos a la Fiscalía General de la República (FGR) para atender los delitos
cometidos en contra de las mujeres, pero en la práctica solo recibió 33 millones de
pesos, es decir, tuvo un recorte de 73%.

En ese año, pese al confinamiento debido a la pandemia de Covid en México, 10


mujeres fueron asesinadas cada día, la violencia intrafamiliar subió 4.7% y hubo
más de un millón de llamadas al 911 relacionados con delitos contra las mujeres,
de acuerdo con cifras oficiales del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de
Seguridad Pública.

Por lo tanto, en un contexto como este, el recorte presupuestal significa que “no
hay recurso para operar, no hay recurso para investigar, no hay recursos para las
pruebas de ADN, no hay instalaciones propiamente adecuadas para recibir a las
mujeres que denuncian. No hay herramientas para atender el tema de la violencia
porque no hay recurso”, advierte Elsa Conde, feminista e integrante de la iniciativa
Aliada, integrada por las organizaciones Cejil, Colectiva Ciudad y Género, Equality
Now, MIDI y Raíces.

“La reducción de recursos para la implementación de la política de igualdad en


nuestro país implica una grave afectación a la vida de las mujeres, una violación a
sus derechos humanos; incumple con la Ley de Federal de Presupuesto y
Responsabilidad Hacendaria, que establece la irreductibilidad de los presupuestos
para la igualdad de género, la no discriminación y la no violencia”, advierte el
posicionamiento de Aliada en el que ponen en evidencia el recorte presupuestal.

Y 2022 no pinta mejor en el presupuesto para lograr la igualdad entre hombres y


mujeres, pues aunque el Anexo 13 tuvo 75% más recursos que en 2021, el
aumento está concentrado en los programas sociales prioritarios de esta
administración, pues 89% del presupuesto irá a Pensión para Adultos Mayores,
Sembrando Vida o las becas Benito Juárez, entre otros programas sociales,
mientras que las acciones dirigidas hacia las mujeres para disminuir la brecha de
género tendrán menos.

En 2015, la violencia contra las mujeres costó a México 1.4 por ciento del
Producto Interno Bruto (PIB), lo que en términos absolutos representa 245 mil 118
millones 266 mil 538 pesos.

La cifra obtenida corresponde a los gastos que realizaron las mujeres que vivieron
violencia por parte de su pareja en los 12 meses de 2015, a los ingresos que
dejaron de percibir por causa de un feminicidio (casos registrados en 2013), así
como al valor de los trabajos no remunerados que dejaron de realizar.

El costo económico de la violencia contra las mujeres se elevaría aún más si todos
los casos fueran denunciados, lo cual no se refleja porque en el país existe un
bajo nivel de denuncias y sólo 13 por ciento de las mujeres violentadas lo hace.

¿Qué podemos hacer nosotros como economistas?

 ayudar a la planeación del presupuesto de la Federación para la violencia


 realización de estadísticas
 monitoreo y evaluación de presupuestos de planes nacionales
 ayuda en la estructura del Plan Nacional del desarrollo
 evaluación con base en indicativos en la relación al Plan Nacional de
desarrollo e informes a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público para los
resultados de su ejecución
Conclusiones

Erradicar la violencia contra las mujeres es un camino para garantizar una mejor
calidad de vida para la sociedad en general, pero también una forma de impactar
positivamente en la economía de las naciones.

Si el Estado es incapaz de implementar la ley de una manera eficaz, no se


esperará ver ningún cambio a nivel de comportamiento de agresores contra las
mujeres. La falta de respuesta e inacción de las autoridades crea una percepción
de impunidad en la sociedad, que no solo se refleja en el creciente número de
actos violentos contra la mujer y número de femicidios, sino que envía un mensaje
de que la violencia contra la mujer es inevitable.

Esto, a su vez, crea un círculo vicioso donde la mujer no tiene incentivos de


denunciar situaciones de violencia doméstica por falta de apoyo de las
autoridades, lo cual mina el campo de la prevención del femicidio causado por
violencia de pareja.

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