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Se conoce como Braille o Sistema Braille a un sistema de lectura y escritura

pensado para personas invidentes, basado en el sentido del tacto. Fue creado a
mediados del siglo XIX por Louis Braille, un pedagogo francés que a los pocos años
de edad quedó ciego por accidente. Está basado en un sistema previo de
lecto-escritura diseñado por Charles Barbier de la Serre.
El Braille no es una lengua o un idioma propio, sino un mecanismo de escritura en
base a puntos de relieve sobre una superficie lisa. Se trata de una manera diferente
de representar el alfabeto tradicional de las lenguas verbales.
En suma, se trata de una forma de escritura que no requiere de la vista sino del
tacto. Por ende, debe adaptarse al alfabeto de cada idioma en particular: el idioma
chino en Braille seguirá siendo chino y el español, español.

La historia de la lengua de señas es tan antigua como la de la humanidad. De


hecho, ha sido y sigue siendo empleada por comunidades de oyentes. Por
ejemplo, los amerindios de la región de las Grandes Llanuras de América del
Norte usaban una lengua de señas para hacerse entender entre etnias que
hablaban idiomas diferentes, y este sistema estuvo en uso hasta mucho tiempo
después de la conquista europea. Otro ejemplo es el caso de una tribu única en la
que la mayoría de sus miembros eran sordos debido a la herencia. Entonces, se
empleó una lengua de señas que llegó a ser de uso general, también entre
oyentes, hasta principios del siglo XX. Sin embargo, no existen referencias
documentales sobre estas lenguas antes del siglo XVII.

Uno de los primeros documentos escritos que trata de las lenguas de señas es
Crátilo de Platón, donde dice que si no teníamos la lengua ni la voz, intentaríamos
comunicarnos, como los mudos, a través de signos de la mano, de la cabeza y de
todo el cuerpo.

Durante la Edad Media, la lengua de señas era principalmente utilizada en las


abadías por los monjes. En el siglo XVI, Pedro Ponce de León, un monje
benedictino español considerado como el primer “profesor para los sordos” crea
una escuela para los sordos en el monasterio San Salvador en Oña (Castilla y
León). Utilizaba un alfabeto manual basado en las lenguas de señas monásticas
empleadas por los monjes que habían tomado un voto de silencio.

En 1620, Juan de Pablo Bonet publica Reducción de las letras y arte para enseñar
a hablar a los mudos en Madrid. Esta obra será considerada como el primer
tratado moderno de fonética en la lengua de señas que establece un método de
enseñanza oral para los sordos y también un alfabeto manual.
A la misma época en Gran Bretaña, los alfabetos manuales se utilizaban en
distintas áreas como la comunicación secreta, hablar en frente de una audiencia
pero también para la comunicación de las personas sordas y mudas.

Con el paso del tiempo, otras escuelas e instituciones fueron creadas en el resto
de Europa y del mundo (Francia, Italia, Estados-Unidos,…).

Hoy en día, existen varias lenguas de señas que difieren entre sí tanto en el léxico
(conjunto de señas o signos gestuales) como en la gramática, y que son
originarias de la lengua de señas francesa, británica y alemana entre otras. Desde
los años 1980, varios especialistas y sociólogos se interesan mucho más a la
lengua de señas que es finalmente reconocida como lengua “de pleno derecho”
en varios países del mundo.

morse:

Es un mecanismo o medio de comunicación que se utiliza para trasmitir


un mensaje telegráfico a través de impulsos eléctricos. Es un código
que está formado por puntos, rayas y espacios, que una vez
combinados, forman palabras, números y símbolos.

La manera como se emplea el sistema es por medio de vibraciones,


donde cada letra viaja a través de un cable telegráfico la cual se
transforma en impulsos eléctricos y para la cual se usa un pulsador o
sensor que activa el circuito. El primer mensaje enviado por Morse fue
"Lo que Dios ha creado".

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