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La Argumentación
La argumentación es una práctica discursiva que tiene como propósito defender una postura o
una opinión y disuadir al otro de la propia. Para ello emplea razonamientos (argumentos) lógicos,
conscientes, demostrables.
Una argumentación es un texto que tiene como fin o bien persuadir al destinatario del punto de
vista que se tiene sobre un asunto, o bien convencerlo de la falsedad o veracidad de una teoría, para lo
cual debe aportar determinadas razones. Aparte de esta intención comunicativa, el texto argumentativo
se caracteriza por una organización del contenido que lo define como tal: se presentan unas opiniones,
que deben ser defendidas o rechazadas con argumentos, y que derivan de forma lógica en una
determinada conclusión o tesis.
Existe, sin embargo, la idea de que es posible arribar a conclusiones indiscutibles, idea que
preside el actual discurso de los principios y los derechos. Este discurso argumental no funciona sin un
método de ponderación, pero tal método no existe, a pesar de la creencia generalizada. Esa situación
pone el grave peligro al discurso jurídico, cuya oportunidad consiste en usar la argumentación para
debatir, acordar y adoptar decisiones por medios institucionales. Esto puede hacerse, con grandes
ventajas para el derecho; pero choca con dificultades ideológicas que es arduo superar.
La argumentación es un proceso discursivo utilizado para defender una postura o demostrar una
proposición, mediante la exposición de razonamientos. Su objetivo es influir en la persona a quien va
dirigida, de manera que cambie su opinión y acepte la postura defendida. Pretende llegar a un consenso
a través del entendimiento.
Para ello, es importante que el autor (u orador) tenga receptores a los que dirigirse, es decir,
lectores u oyentes a quienes expresar su argumento. Además, es necesario que exista una dialéctica, una
disparidad de opiniones que generen un motivo de discusión, algo de lo que persuadir al auditorio.
Tal discusión puede ejercerse mostrando incoherencias internas, negando argumentos de hecho,
señalando incompatibilidad de sus argumentos valorativos con otras valoraciones que también se
sostengan, proponiendo nuevos argumentos de sentido opuesto o enfatizando el escaso poder
concluyente de las razones aducidas.
Para conectar las distintas partes del discurso se vale de recursos lingüísticos como nexos,
conectores textuales y figuras retóricas. El lenguaje en la argumentación cumple una función apelativa,
es decir, la intención del emisor es influir en el receptor, modificar su opinión.
Como contenido de verdad: consistencia y coherencia con otras verdades admitidas, o con
referencia a un hecho o situación que haga verdadero o falso dicho contenido.Como esquema
lógico-formal: consistencia y coherencia con un sistema que no admite contradicción.
Como función lógico-matemática: consistencia y coherencia con el hecho de «ser algo real»
frente a una mera posibilidad lógica que define un mundo o una situación posible en un determinado
marco teórico que justifica la función.
La argumentación ha de ser también lógica, aunque la idea parezca ser contradictoria, como
ocurre con las paradojas, el argumento que hay detrás sí que debe ser lógico y eliminar las
contradicciones. Otro elemento que ha de tener esta argumentación es la persuasión, con la que
buscamos convencer a la persona con la que conversamos, o a los espectadores que nos observan.
Esta argumentación tendrá más fuerza, además, si hay un buen dominio de la retórica. Por
ejemplo, si el argumento está bien construido y es sólido, pero no nos sabemos expresar bien, nos
trabamos, nos quedamos muy pensativos, o tenemos faltas ortográficas, si lo plasmamos en un texto, el
argumento perderá fuerza y puede no ser tomado con la seriedad que nosotros esperábamos.
La argumentación siempre supone una persona que defiende una postura frente a otro al que se
pretende convencer, por lo cual la exposición oral o escrita, debe presentar todas las características de
credibilidad. Debe hacerse, si es oral, en forma seria y no en tono jocoso, sin expresiones dubitativas,
con voz firme y pausada, mostrando convencimiento de los que se expone. Si el orador no está
convencido no podrá convencer a nadie.
El discurso argumentativo presenta una secuencia lógica de pasos, que pueden variar en su
orden, e incluso puede hacer omisión de alguno de ellos, cuando se da por entendido, o se pretende que
el receptor saque sus propias conclusiones.
Luego se enuncia la hipótesis, que es la posición sobre ese objeto que se pretende defender. En
nuestro ejemplo sería, que las especies fueron evolucionando, dando origen unas a otras. Una vez
sostenida la hipótesis viene la demostración a través de pruebas. En nuestro caso podrían ser los fósiles
hallados, que demuestran que ha existido cambio evolutivo.
Por último se ofrece la conclusión, que es una síntesis de los pasos anteriores, que aclaren por
qué debe ser aceptada la hipótesis y las consecuencias de su aceptación o rechazo. Toda hipótesis
planteada requiere luego comprobarse.
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