Está en la página 1de 2

Castigo - Recompensa,

Es así, mediante este sencillo dispositivo de asociación entre aprendizajes adquiridos,


castigos y recompensas que Pavlov, Watson y Skinner lograron condicionar las conductas de
distintos animalillos a su antojo, modificar su performance conductual a su absoluto parecer.
De castigo para extinguir conductas un pequeño electroshock, de recompensa por la
adquisición de otra un pequeño pellet de alimento. Es así, que sistemáticamente entrenaban a
una pequeña rata wistar, para inicialmente tirar de una palanca, y posteriormente hasta
resolver complejos laberintos en segundos, pero la ambición no terminaba ahí, el humano era
la meta final, tener algo que vender a las corporaciones y al establishment, hay que pagar las
cuentas.
Así fue el puntapié inicial a una carrera investigativa de lo llamado conductismo o
condicionamiento operante, a lo que graciosamente muchos llaman "cosas de psicólogos", sin
embargo cada minuto de la vida nos adoctrinamos a nosotros mismos de este modo, y así
también nos permitimos adoctrinar por el establishment, sólo que el premio y recompensa es
algo más "sofisticado" y que lo consumimos disfrutando de los medios masivos.
Desde las conductas de cosas tan íntimas como las relaciones de pareja, hasta nuestra
conducta de compra, la elección de credos y nuestros sufragios políticos, están impregnados
de este adoctrinamiento sistemático que llamamos entretención, es más, pagamos
gustosamente por él y le dedicamos tiempo con devoción nuestra mente y espíritu, aún sí
todos dicen tener libertad de pensamiento, pero realmente seamos honestos: ¿por qué hiciste
esa última compra?; ¿por qué renunciaste a esas ideas que a tu pareja no le gustaban?; ¿por
qué dejaste de seguir a tu instinto con naturalidad?; ¿por qué elegiste activamente laburar en
una oficina aburrida 45 horas semanales?.
En mi experiencia clínica he visto de todo, personas que se cuentan los relatos más
descabellados para no enfrentarse a su terror de ser sí mismos, las historias más elaboradas
para justificar como la vida ha sido mala para ellos por azar y que por eso sus estándares de
vida son bajos. Pero al final es esta doctrina del castigo recompensa, está en todo, en los
comerciales, las películas, la industria de la moda, la industria musical, y los industriales que
mueven los hilos de todo esto, para hacer que sintamos verdadero terror de no apegarse a los
estándares y que deseemos el pellet de recompensa social más que nada en el mundo.
Sin embargo hay esperanza, dentro en lo profundo del sí-mismo, hay una verdad, por mucho
que se haya dedicado la tecnología a silenciarnos, también ha abierto vetas de conocimiento
para quien quiera despertar, verse al espejo de la vida, y no vivir con miedo al electroshock de
la indeseabilidad social, para ser sí mismos, pues otro camino a la felicidad lleva a una
silenciosa autodestrucción, a un consumirse a sí mismo, pues si te conviertes en un producto
para el mercado, no puedes quejarte de que este mismo te manipule como mercadería de un
stand.
Siento profunda curiosidad por esta ciencia del castigo – recompensa, pues parece ser que
todos prefieren ver la obra, en vez de ver quién está detrás del telón moviendo los hilos,
prefieren la ilusión de matrix, en vez de despertar y tener la anhelada dicha de ser uno mismo,
pues sólo desde esta plataforma es que el universo nos habla, en esa caja que nos hace
blindar el sistema, que se llama corazón. Algo que requiere valor para mirarse y amarse, pero
que dejará un tesoro intangible dentro de uno.
Este tesoro va más allá de los objetos que compran todos para encajar y verse como la
versión de éxito que vende el sistema. Más allá del auto último modelo y el departamento de
lujo que utilizamos cual pavo real al abrir su colorido plumaje para atraer a una hembra, el
estatus social que utilizamos como métrica para acceder a cierto tipo de parejas y a tener
derecho a reproducirnos exitosamente, o simplemente a vivir rodeado de procedimientos
conductuales que nos ayudan a no pensarnos y a ni pensar en mejorar como seres
integralmente, sino para producir y consumir más y más.
Las personas están renunciando a su verdad para no enfrentarse al miedo, principalmente al
medio a no ser aceptados, y desde esta premisa ya partieron sin aceptar quienes son antes
de comenzar a cercenar su belleza. Las mujeres y los hombres han renunciado a todo con tal
de este sentido de pertenencia, el pellet del sistema para el ratoncillo humano, y el
electroshock que hasta nosotros mismos a veces damos a quién no está adoctrinado, pues
estamos entrenados para ello, hemos aprendido a jalar de la palanca para recibir el pellet. Y
es más, a dirigir nuestras vidas por dónde el establishment diga, resolvemos el laberinto tal
como nos piden resolverlo, no exploramos nuestra inspiración natural, pues tenemos miedo a
no recibir el pellet y a que el sistema, o nuestros seres cercanos nos den un electroshock por
ser nosotros mismos. Que no nos acepten como somos, o deseamos íntima y realmente ser,
nos aceptan por ceder, pero no es posible amarse a sí mismos de este modo.
Tomar consciencia del experimento, permitirá al ratoncillo saberse en él, y como sabemos en
ciencias a la fecha, la consciencia dirigida sobre cualquier objeto de nuestra vida, sea luz o
sombra, abre la opción milagrosa de poder des-automatizar esta secuencia a la que nos
hemos permitido adoctrinar, despertar, ser, crear y vivir nuestra verdadera grandiosidad,
mucho más allá del pellet o del miedo al golpe eléctrico. Mucho más allá de la doctrina, hay
algo infinito, la revolución del am@r, suena difícil pero se comienza aprendiendo a utilizar
sabiamente dos conceptos básicos de modo asertivo, honesto, consciente, coherente y
valiente en todo orden de cosas del vivir: Saber a que decir "Sí" y sobre todo a que decir "No"
(y llevarlo a cabo, ¡siempre!).
Es impresionante como un circuito tan pequeño en nuestro cerebro, las zonas de castigo y
recompensa, hayamos levantado la mole posmoderna de consumo a la que llamamos
sociedad, con un pellet y un pequeño electroshock. Y bueno, si viene de la industria, no
podemos pedir más que diseño productivo en serie, si queremos cambio, hay que cambiar
este circuito, pues en la sociedad del consumo, nada más que consumo masivo e
inconsciencia colectiva podremos cimentar.
Infinito Amar,
Roberto García Fuentealba

También podría gustarte