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Hay tanto que inspira al corazón una octava más alta, que acompasa con todo lo que nos
compone, que dedicar la vida a lo que no hace brillar los ojos y galopar al corazón, carece no sólo
de sentido, sino de ética, pues ser quién uno es y encontrar los talentos es un absoluto deber.
Cada cuál debe alumbrar el tramo de camino que se le ha dado en gracia, y nuestra única lámpara
es la coordinación de mente, cuerpo y espíritu al unísono en una melodía armónica que integre
todo lo que somos en equilibrio, aportar a iluminar las almenaras de la vida es un deber y una
asegurada entereza en cada momento por momento.
Amar,
Roberto García