OSEAS 9
Un amor removido
En el presente capítulo, el «relato de amor» que
comenzó en Oseas 1 llega a su trágica conclusión.
En 9.15, el Señor, después de haber ilustrado Su
amor por Su pueblo incrédulo requiriéndole a Oseas
que se casara con una ramera, dijo de Israel: «no
los amaré más». En ese versículo, el amor de Dios
no se expresó como una cuestión de sentimiento ni
de emoción, sino de acción. Israel había llegado a
un punto en su maldad en el que Dios ya no podía
demostrar Su amor por ellos. En ese momento,
no podría amarles más. Los abandonaría y serían
llevados cautivos.
En la sección en conjunto, Oseas siguió
elaborando sobre la pecaminosidad de Israel y
el castigo que recibirían como resultado. En la
primera parte del capítulo, presentó algunas de las
consecuencias de la partida de Israel al exilio (9.1–9).
En la segunda parte, resaltó las severas sanciones
contra Israel por culpa de su pecado (9.10–17).
Puede que Oseas haya transmitido las palabras
de este capítulo en el contexto de la Fiesta de los
Tabernáculos en algún momento después de la crisis
del 733 a.C.1 La intención de esta fiesta, también
conocida como la de los Tabernáculos o la Cosecha,
era recordar el tiempo de Dios con Israel en el
desierto y celebrar la cosecha de los frutos del verano
(Ex 23.16; Lv 23.39–43; Dt 16.13–15). El lenguaje
del capítulo —que resalta el «desierto» (9.10), la
celebración festiva (9.1, 5), así como las uvas y los
higos (9.2, 4, 10)— la hace una fuerte posibilidad.
Tal vez los israelitas estaban conmemorando esta
fiesta en el santuario de Bet-el cuando el profeta
se dirigió a ellos. Oseas anunció que toda esta
celebración llegaría a su fin.
1 
James Luther Mays, Hosea: A Commentary (Oseas: Un
comentario), The Old Testament Library (Philadelphia: The
Westminster Press, 1969), 125.
El exilio venidero es descrito (9.1–9)
«No te alegres» (9.1)
No te alegres, oh Israel, hasta saltar de gozo
1
como los pueblos, pues has fornicado apartándote
de tu Dios; amaste salario de ramera en todas las
eras de trigo.
Versículo 1. Oseas exclamó: No te alegres, oh
Israel. El gozo del pueblo probablemente se debió
a la prosperidad que disfrutaban en ese momento.
Les advirtió que no se gozaran como los pueblos
vecinos, quienes se gozaban realizando rituales
paganos y participando en actos inmorales.
El gozo fue descartado porque Israel sería
juzgado por su pecaminosidad, específicamente, su
fornicación. Al igual que una prostituta, la nación
había cometido adulterio en todas las eras de trigo.
Estos sitios, que podrían haberse hallado afuera de
casi todas las ciudades de Israel, eran utilizados
para procesar el grano después de que había sido
cosechado. El lenguaje de este versículo expresa
que, según la costumbre cananea, Israel utilizaba
las eras para participar en los ritos de la fertilidad
de los Baales2 con frecuencia y en cada posible
ubicación. El pueblo de Dios se había sumergido
en la adoración de otros dioses.
Sin embargo, puesto que el mensaje que sigue
tenía que ver con los ritos de sacrificio y ocasiones
festivas, es posible que el «gozo» del que se habla
en el versículo 1 se relacionaba con festividades
ceremoniales. Si es así, el Señor pudo haber estado
2 
Leon J. Wood, “Hosea” («Oseas»), en The expositor’s
Bible Commentary (Comentario bíblico del Expositor), vol.
7, Daniel—Minor Prophets (Daniel—Profetas menores), ed.
Frank E. Gaebelein (Grand Rapids, Mich.: Zondervan
Publishing House, 1985), 204.
1
diciéndole a Israel que tales actividades no
lograban nada.
«No podrán adorar a Dios» (9.2–5)
2
La era y el lagar no los mantendrán, y les fallará
el mosto. 3No quedarán en la tierra de Jehová,
sino que volverá Efraín a Egipto y a Asiria, donde
comerán vianda inmunda. 4No harán libaciones
a Jehová, ni sus sacrificios le serán gratos; como
pan de enlutados les serán a ellos; todos los que
coman de él serán inmundos. Será, pues, el pan
de ellos para sí mismos; ese pan no entrará en la
casa de Jehová.
5
¿Qué haréis en el día de la solemnidad, y en
el día de la fiesta de Jehová?
Versículo 2. El adulterio espiritual de Israel
finalmente conduciría a la pérdida de cosechas y a
una posterior falta de trigo y de mosto. El trigo y
la cebada de la era no alimentarían adecuadamente
al pueblo. El «mosto» producido a partir de uvas
pisadas en el lagar tampoco saciaría su sed. El
término hebreo bR qR y (yeqeb), que se traduce como
«lagar», puede también traducirse como «prensa
de vino» (NASB). Después de que las uvas eran
aplastadas en una prensa, el jugo fluía a través de
un conducto en una cuba inferior. Desde allí, era
recogida en odres.
Versículo 3. En última instancia, el pueblo
sería llevado cautivo. No quedarán en la tierra de
Jehová porque la habían profanado (vea Lv 25.23;
Jer 2.7; Ez 38.16). El cautiverio es descrito en sentido
figurado como un regreso a Egipto, porque sería
como la esclavitud anterior de Israel en Egipto.
James Luther Mays resaltó la justicia del juicio de
Dios: «El “regreso a Egipto” (7.16; 8.13; 9.6; 11.5,
11) constituye el castigo adecuado para aquellos
que no vuelven a Jehová».3 La obra salvadora de
Dios en el éxodo y la situación especial de Israel
como pueblo Suyo serían anuladas. El pueblo se
encontraría en la misma condición que cuando Dios
los había llamado primeramente. Al cautiverio se
le refiere literalmente como estando en Asiria (vea
11.5). El pueblo se enfrentaría a varias dificultades
en ese lugar.
En primer lugar, [comerían] vianda inmunda. Lo
harían presumiblemente porque no habría comida
kosher, es decir, la comida aceptable preparada de
acuerdo con los estatutos de la ley mosaica (vea
Ez 4.12, 13).
Versículo 4. En segundo lugar, no derramarían
3 
Mays, 126.
2
libaciones de vino sobre el altar a Jehová. En tercer
lugar, los sacrificios que intentaran ofrecer en su
exilio no [serían] gratos a Dios. El texto no dice
por qué sus sacrificios no agradarían al Señor. Muy
probablemente, sus sacrificios serían rechazados
porque no serían ofrecidos de conformidad con la
ley de Dios: No serían ofrecidos en el lugar correcto
(el templo de Jerusalén) por las personas correctas
(los sacerdotes levíticos).
En cuarto lugar, su pan, probablemente
la comida sacrificial que era comida por los
adoradores, sería como pan de enlutados. La frase
«pan de enlutados» probablemente se refiere a
la comida que era consumida cuando se dolían
después de la muerte de un familiar o amigo
cercano (Jer 16.7; Ez 24.17, 22; Dt 26.14) e incluía
comidas que eran traídas a los dolientes. Otro
punto de vista es que la comida se encontraba en
la casa del que había muerto. En vista de que el
alimento estaba contaminado por el contacto con
el muerto, tocar el mismo haría que una persona
se contaminara o quedara inmundo durante un
período de tiempo (Nm 19.14, 15).
La idea es que, por comer el alimento que se
ofrecía en sacrificio en el exilio, Israel no lograría
nada excepto la corrupción de la nación; volvería
inmundo al pueblo. Todo lo que su comida
sacrificial podría lograr sería satisfacer su propia
hambre, sus propios deseos; sería para sí mismos.
A causa de su inmundicia o corrupción, a ellos,
como partícipes de la comida contaminada, no se
les permitiría [entrar] en la casa de Jehová. Esta
frase podría referirse a volver a entrar en la tierra
de la que serían exiliados, que se llama «la tierra
de Jehová» (9.3; vea 8.1; 9.15).
Versículo 5. En quinto lugar, en cautiverio,
los israelitas no podrían observar las fiestas que
la ley de Moisés les requería guardar. El profeta
preguntó: ¿Qué haréis en el día de la solemnidad,
y en el día de la fiesta de Jehová? La pregunta
espera una respuesta negativa —similar a «Porque
estamos en el exilio, no podemos hacer nada acerca
de esas fiestas que son del agrado del Señor». La
frase «fiesta de Jehová» podría ser utilizada de
manera genérica para referirse a todas las fiestas de
la peregrinación, o podría denotar específicamente
la Fiesta de los Tabernáculos (Lv 23.39–43; vea
Jue 21.19).
«Tu tierra y población sufrirán» (9.6)
Porque he aquí se fueron ellos a causa de
6
la destrucción. Egipto los recogerá, Menfis los
enterrará. La ortiga conquistará lo deseable de su
plata, y espino crecerá en sus moradas.
Versículo 6. Después de imaginarse el triste
estado de Israel en el exilio, el profeta repitió
la acusación que había hecho anteriormente en
el versículo 3: Israel iría (fueron) al exilio. La
deportación de la nación estaría acompañada de
la pérdida de lo deseable de su plata (la pérdida
de su riqueza) y la destrucción de la tierra donde
Israel había estado viviendo («la tierra de Jehová»;
9.3). La ortiga y el espino se apoderarían de lo
que había sido un país próspero. Egipto se utiliza
nuevamente en sentido figurado para la nación
que eventualmente conquistaría a Israel y llevaría
cautivo al pueblo (vea 8.13; 9.3). Menfis, que había
servido como capital del bajo Egipto (el norte),
también se utiliza simbólicamente. La afirmación
que dice que Menfis los enterrará alude a los
extensos cementerios fuera de la ciudad, los cuales
eran «sin igual en extensión, duración de uso y
grandeza de sus monumentos».4
«El fin está cerca» (9.7)
7
Vinieron los días del castigo, vinieron los días
de la retribución; e Israel lo conocerá. Necio es el
profeta, insensato es el varón de espíritu, a causa
de la multitud de tu maldad, y grande odio.
Versículo 7. Oseas volvió a hablar del futuro
como si fuera el presente. Al afirmar que los días del
castigo [vinieron], quería decir que estaban cerca.
El objetivo de Oseas era advertirles a sus oyentes
que la destrucción de la que hablaba estaba a punto
de venir sobre ellos. ¡Insistió en que se trataba de
un hecho que Israel necesitaba [conocer]!
Las líneas paralelas, Necio es el profeta,
insensato es el varón de espíritu, probablemente
reflejen la respuesta del pueblo a Oseas y a otros
profetas enviados por Dios (vea Jer 29.26, 27). De
hecho, las versiones NRSV y CEV colocan estas
palabras o su equivalente en comillas:
«Israel llora, “¡El profeta es un necio, el hombre
de espíritu está demente!”» (NRSV).
«“Los profetas son necios”, dice usted. “Y los
mensajeros de Dios están dementes”»
(CEV).
4 
John Alexander Thompson, “Memphis” («Menfis»)
en The International Standard Bible Encyclopedia, rev. ed.,
ed. Geoffrey W. Bromiley (Grand Rapids, Mich.: Wm. B.
Eerdmans Publishing Co., 1986), 3:316.
La NIV consigna: «Porque sus pecados son
tantos y su hostilidad tan grande, el profeta es
considerado un necio, el hombre inspirado un
maníaco». Leon J. Wood vio la finalidad de la
misma: «Israel se había hundido tan profundamente
en el pecado que el pueblo consideraba un demente
y un necio al profeta que les advertía».5
Es posible que estas palabras se refieran a los
falsos profetas que anunciaban únicamente la buena
fortuna para el reino6 del norte. Sus profecías de un
futuro glorioso para Israel eran necedad, porque la
maldad de la nación y el odio para con Dios eran tan
grandes que la destrucción era lo único que podría
estar en su futuro. Cuando Israel fuera destruido, la
insensatez de los falsos profetas sería revelada.
«Serán castigados» (9.8, 9)
8
Atalaya es Efraín para con mi Dios; el profeta
es lazo de cazador en todos sus caminos, odio en
la casa de su Dios.
9
Llegaron hasta lo más bajo en su corrupción,
como en los días de Gabaa; ahora se acordará de
su iniquidad, castigará su pecado.
Versículo 8. La traducción y la interpretación
de este versículo son difíciles. En la Reina Valera, a
Efraín se le describe como un atalaya o un profeta.
Estos términos se utilizan como sinónimos. En otros
pasajes del Antiguo Testamento, al profeta también
se le llama «atalaya» (Is 56.10; Jer 6.17; Ez 3.17; 33.2–
7). Era su trabajo advertirle al pueblo del desastre
que se avecinaba cuando eran desobedientes a
Dios.
¿Cómo se le podía describir a «Efraín» (Israel)
como «un profeta»? Quizás Oseas estaba hablando de
una época anterior, cuando Israel había proclamado
fielmente la palabra de Dios, como lo hacían Sus
profetas leales; sin embargo, ahora veía la nación
como caída de tan alta posición. A favor de este
punto de vista está el hecho de que Oseas pasó a
hablar de las profundidades a las que Israel se había
hundido, como queriendo decir que la nación había
caído de las alturas (9.9, 10). Podría objetarse que
Israel nunca sirvió como profeta de Dios; desde
5 
Wood, 204.
6 
James Burton Coffman, Commentary on the Minor
Prophets, vol. 2, Hosea, Obadiah, and Micah (Cometario sobre
los profetas menores, vol. 2, Oseas, Abdías y Miqueas) (Austin,
Tex.: Firm Foundation Publishing House, 1981), 159–60.
(Compare con Lm 2.14; Ez 13.3; Mi 3.11; Sof 3.4.) Wood dijo
que tal punto de vista es poco probable, ya que, por un lado,
en el versículo siguiente se habla de un verdadero profeta
actuando como vigilante. (Wood, 205.)
3
el comienzo del reino del norte, siempre fue una
nación apóstata. En respuesta, podría decirse que
Oseas hablaba hiperbólicamente, queriendo decir
que Israel había caído de la gracia o que Oseas
tenía en mente a todo Israel, no únicamente al
reino norteño.
Otra posibilidad es que Oseas estaba
describiendo al pueblo como pensando
orgullosamente en sí mismos como iguales a Dios
y capaces de hablar por Él (sin Su dirección). 7 En
este caso, el versículo contiene un elemento de
sarcasmo. Después de enmendar ligeramente el
texto hebreo, Douglas Stuart dio una interpretación
similar: «¿Es Efraín un atalaya? ¿Es el pueblo de
Dios un profeta?». La respuesta a estas preguntas
sería un rotundo «¡No!». Stuart vio una burla severa
en la frase: «Así que Oseas, en efecto, se burla del
pueblo que se burlaba de él [9.7]. Si Efraín realmente
es un atalaya, un profeta, debería ser capaz de ver
la gravedad de su situación, a saber: Trampas por
todas partes, hostilidad en su propio país». 8
Una última opción es que los términos «profeta»
y «atalaya» se refieren a Oseas, no a Efraín. Lo
anterior lo sugieren algunas versiones, incluyendo
la NIV, consignando: «El profeta, junto con mi
Dios, es atalaya sobre Efraín, aun así, le esperan
trampas en todos sus caminos, odio en la casa de
su Dios».
Cualquiera que haya sido el papel de Israel
como profeta (o un profeta presuntuoso), en los
días de Oseas, el lazo de cazador estaba en todos
sus caminos y únicamente había odio en la casa de
su Dios. El contexto sugiere que los «caminos» de
Israel servían como «lazo» para atrapar a víctimas
inocentes de la injusticia y que el pueblo expresó
«odio» en su adoración, tal vez por el hecho de
que la nación no adoraba correctamente.
Versículo 9. Oseas resumió los terribles pecados
de la nación diciendo que llegaron hasta lo más
bajo en su corrupción, tan profundo como en los
días de Gabaa. Esta es una referencia al relato atroz
narrado en Jueces 19—21, en la que los hombres de
Gabaa intentaron violar a un visitante a su ciudad y,
finalmente, violaron y mataron a su concubina, un
crimen que comenzó una guerra civil. Oseas estaba
diciendo que Israel era tan pecaminoso como esos
hombres de Gabaa; y por ello, Dios se [acordaría]
de su iniquidad y castigará su pecado.
7 
Coffman, 160.
8 
Douglas Stuart, Hosea—Jonah (Oseas—Jonás), Word
Biblical Commentary, vol. 31 (Waco, Tex.: Word Books,
1987), 146.
4
Sanciones que se merecÍan
totalmente (9.10–17)
Israel dedicada a la vergüenza (9.10)
Como uvas en el desierto hallé a Israel; como
10
la fruta temprana de la higuera en su principio
vi a vuestros padres. Ellos acudieron a Baal-
peor, se apartaron para vergüenza, y se hicieron
abominables como aquello que amaron.
Versículo 10. Hay un retrato del antes y después
de Israel. Cuando Dios inicialmente [halló] a Israel,
mientras se preparaba para liberar al pueblo de la
esclavitud en Egipto, eran como uvas en el desierto,
un sorprendente pero delicioso descubrimiento.
Eran como la fruta temprana de la higuera en su
principio, higos en su etapa más dulce y sabrosa
(Is 28.4; Mi 7.1). De tal situación de inocencia y
dulzura, Israel había pasado al pecado degradante
de Baal-peor. Allí, en el desierto, «el pueblo empezó
a fornicar con las hijas de Moab» y «se inclinó a sus
dioses» y «así acudió el pueblo a Baal-peor» (Nm
25.1–3). Habiéndose [apartado] para vergüenza (es
decir, la adoración de dioses falsos9), se hicieron
abominables, tan vergonzosos, como esos dioses,
ilustrando la verdad de que las personas tienden
a tomar las características de lo que adoran. Antes
de este pecado, habían sido inocentes y agradables;
después, fueron abominables y vergonzosos.
Las tragedias relacionadas con los hijos de
Israel (9.11–16)
11
La gloria de Efraín volará cual ave, de
modo que no habrá nacimientos, ni embarazos,
ni concepciones. 12Y si llegaren a grandes sus
hijos, los quitaré de entre los hombres, porque
¡ay de ellos también, cuando de ellos me aparte!
13
Efraín, según veo, es semejante a Tiro, situado
en lugar delicioso; pero Efraín sacará sus hijos a
la matanza. 14Dales, oh Jehová, lo que les has de
dar; dales matriz que aborte, y pechos enjutos.
15
Toda la maldad de ellos fue en Gilgal; allí, pues,
les tomé aversión; por la perversidad de sus obras
los echaré de mi casa; no los amaré más; todos sus
príncipes son desleales.
16
Efraín fue herido, su raíz está seca, no dará
más fruto; aunque engendren, yo mataré lo
deseable de su vientre.
9 
El término hebreo para «vergüenza» (tRvO…b, bosheth) a
veces se sustituía con «Baal».
 Versículos 11, 12. Debido a la detestable
condición de Efraín, la nación perdería su gloria,
probablemente una manera poética para referirse
a «los hijos». La incapacidad de los israelitas para
tener hijos o protegerlos de la masacre después de
su nacimiento parece ser el tema de 9.11–16. En la
antigüedad, el hecho de que una mujer o una nación
produjera muchos hijos era considerado como una
bendición especial de Dios. (Vea las promesas hechas
a Abraham en Gn 13.16; 15.5; 22.17.) Por otro lado, si
una mujer o una nación no tenía hijos o no los criaba
de forma segura hasta la edad adulta, tal incapacidad
era considerada como el resultado de la maldición
de Dios sobre la mujer o la nación. A causa de su
pecado, la nación había de ser maldecida para que
las mujeres de Israel, como regla, no tuvieran hijos.
No producirían nacimientos, ni experimentarían
embarazos, ni concebirían hijos. En el caso de tener
hijos y criarlos, estos hijos serían muertos. Estas
tragedias vendrían porque Dios se [apartó] de ellos
debido a sus pecados.
Versículo 13. Continuando la idea de que Israel
se vería privado de sus hijos, Dios dijo que Efraín
vivía en circunstancias agradables y prósperas,
semejante a Tiro, una de las ciudades más ricas de
la época (Ez 27.1–25).10 Sin embargo, a pesar de su
prosperidad, Israel [sacaría] sus hijos a la matanza.
La «matanza» podría referirse a la muerte de niños
de mano de los asirios.
Versículo 14. Oseas expresó el punto de vista
en cuanto a que Israel no merecía más de lo que
Dios ya había amenazado. Utilizó una forma
literaria diferente para presentar esta verdad: una
oración imprecatoria dirigida a Dios pidiendo
que Israel se volviera estéril. Este recurso literario
probablemente solía llamar la atención de su
público, para hacer más impresionante la verdad
que estaba presentando. Oró, diciendo: Dales, oh
Jehová, lo que les has de dar; dales matriz que
aborte, y pechos enjutos. Las esposas de la nación
abortarían de manera espontánea; o, si tenían hijos,
no podrían proporcionar la leche que los niños
necesitaban para sobrevivir.
Versículo 15. Gilgal, que estaba ubicada en
el valle del Jordán al noreste de Jerusalén, había
sido el escenario de muchas ocasiones en que el
Señor había bendecido a Israel (Jos 4.19, 20; 5.8, 9;
1º S 11.14, 15; Mi 6.5). Más adelante, sin embargo,
¡Dios había llegado a tomarle aversión a Su pueblo
en ese lugar! Se había convertido en un centro de
culto idolátrico (Am 4.4). Incluida en la referencia
En lugar de «Tiro», otras versiones consignan «[árbol
�� 
de] palma» (NRSV; ESV) o «presa» (LXX; vea REB).
a Gilgal puede muy bien haber «una condena de la
monarquía, porque la monarquía de Saúl comenzó
allí (1º S 11.14–15)».11
El infeliz resultado del pecado de Israel fue
que Dios dijo que no los [amaría] más. El «relato
de amor» narrado en Oseas terminaría con la
destrucción de Israel. ¿De quién sería la culpa
cuando tuviera aversión de Su pueblo? Sería de
ellos, ¡porque les tendría aversión por la perversidad
de sus obras! Dios expresaría Su aversión, Su
falta de amor, echando a Israel de [Su] casa. Estas
imágenes describen a un marido despachando a
su mujer adúltera (Dt 24.1). Dios enviaría a Israel
al cautiverio. La relación de pacto entre ellos sería
anulada, e Israel dejaría de ser el pueblo del Señor. La
condición pecaminosa de la nación podría atribuirse
a sus líderes, sus príncipes, que eran desleales y
se negaban a hacer la voluntad de Dios.
Si bien el pasaje dice que Dios le tomó aversión a
Su pueblo o no les amaría «más», no debe entenderse
en el sentido de que los sentimientos de Dios para
con Israel habían cambiado. Más bien, por culpa
del pecado de Israel, Dios ya no podía bendecir a
Israel como anhelaba hacerlo. Su aversión, o falta de
amor, no tenía que ver tanto con Sus sentimientos
como con Sus acciones; debía ser equiparado con
la sustitución de castigo por bendiciones.
Versículo 16. A Israel se le compara con un
viñedo fructífero que fue herido, tal vez por
enfermedad, sequía o el maltrato de sus cuidadores.
Como resultado, su raíz [estaría] seca para que no
[diera] más fruto. Aunque la falta de fruto podría
referirse literalmente a la escasez de productos
agrícolas o de comercio, lo más probable es que
describe el fracaso de la población para reproducirse.
El pueblo «no [daría] más fruto» en que ellos no
tendrían hijos. Lo deseable de su vientre —los
hijos que les nacieran— serían muertos en batalla
cuando la nación fuera atacada.
Dolores relacionados con ser desechados (9.17)
Mi Dios los desechará, porque ellos no le
17
oyeron; y andarán errantes entre las naciones.
Versículo 17. El castigo máximo provocado por
la aversión de Dios para con el pecado de Israel fue
que los [desecharía]; Israel iría al cautiverio entre las
naciones. ¿Por qué? ¡Porque no […] oyeron a Dios!
El fracaso espiritual de Israel podría atribuirse a la
�� 
Gene M. Tucker, “Hosea” («Oseas»), en Harper’s Bible
Commentary, ed. James L. Mays (San Francisco: Harper &
Row, 1988), 713.
5
falta de voluntad del pueblo a escuchar la palabra
de Dios, sea como se encontraba en la ley de Dios
o proclamada por los profetas de Dios.
AplicacióN
— —
Oseas 9
Cuándo No AlEgrarse (9.1)
En el Nuevo Testamento, a los cristianos se les
dice «Regocijaos en el Señor siempre» (Fil 4.4). Por
lo tanto, puede que venga como sorpresa ver a Dios
diciéndole a Su pueblo en el Antiguo Testamento:
«No te alegres» (Os 9.1).
Sin embargo, si leemos el resto del versículo,
entendemos por qué, cuándo y de qué manera
el pueblo de Dios no había de alegrarse: «No te
alegres, oh Israel, hasta saltar de gozo como los
pueblos». «Los pueblos» —los pueblos pecadores
e incrédulos— podrían haberse regocijado cuando
sus dioses eran honrados con sacrificios, festejos y
fornicación; sin embargo, Israel no había de tener
parte en este tipo de celebraciones.
Del mismo modo, hay veces cuando los cristianos
hoy no deben alegrarse «como los pueblos», como
los que no respetan a Dios ni a Su Palabra. Mientras
que las personas del mundo pueden reírse de
chistes vulgares, cómicos lascivos y programas
de televisión lascivos… y disfrutar de imágenes y
películas pornográficas... y regocijarse cuando el
mal triunfa sobre el bien, exaltando a criminales
y terroristas como héroes… ¡los cristianos no
pueden consentir con ellos! Hemos de «regocijarnos
siempre», sin embargo, eso no incluye regocijarnos
cuando el pecado está en el trono y todos los demás
se inclinaban ante él.
A veces, el mensaje de Dios a los cristianos tiene
que ser el mismo como lo fue para la audiencia de
Oseas: «No te alegres […] hasta saltar de gozo como
los pueblos». Pablo dijo: «[El amor] no se goza de la
injusticia, mas se goza de la verdad» (1ª Co 13.6).
«Necio es el profeta» (9.7)
Si la cláusula «Necio es el profeta» representa
declaraciones de Israel acerca de profetas como
Oseas y Amós, entonces, las reacciones del pueblo
para con los voceros de Dios no han cambiado
mucho con los años. El mensaje de los profetas
del Antiguo Testamento era frecuentemente (si no
es que por lo general) rechazado por la mayoría,
y los profetas fueron atacados a menudo de
manera personal, verbal o físicamente. En tiempos
Autor: Coy Roper
© 2016, LA VERDAD PARA HOY
TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS
6
del Nuevo Testamento, Jesús les advirtió a Sus
apóstoles que enfrentarían persecución y así lo
hicieron. Fueron golpeados y encarcelados, y la
mayoría de los apóstoles fueron eventualmente
martirizados. Por lo tanto, los predicadores que
hablan la Palabra de Dios hoy no deben esperar
una vida fácil. Cuando hablamos el mensaje de
Dios, nuestros oyentes pueden decir, «necio es el
profeta [el predicador]».
Todo cristiano debería estar feliz de que se
le considere un necio por predicar o enseñar el
evangelio puro de Cristo. «Porque la palabra de la
cruz es locura a los que se pierden; pero a los que
se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios»
(1ª Co 1.18; vea 1.25).
Los hijos VALIOSOS (9.16)
La mayor parte de la segunda mitad de Oseas
9 especifica que una de las consecuencias del
pecado de Israel sería la pérdida de sus hijos. En su
mayoría, las mujeres no concebirían; si concebían,
tendrían un aborto espontáneo; si daban a luz hijos,
serían muertos. El resultado sería la reversión de la
promesa hecha a Abraham; la simiente de Abraham
disminuiría; dejarían de ser tan numerosos como el
polvo, las estrellas o la arena (Gn 13.16; 15.5; 22.17). El
problema de Israel es expresado conmovedoramente
en 9.16: «Efraín fue herido, su raíz está seca, no
dará más fruto; aunque engendren, yo mataré lo
deseable de su vientre».
A los hijos se les conoce como «lo deseable», o
como lo consigna la NASB, «valiosos». Dios sabía
que la mayoría de los que habían oído o leído el
mensaje de Oseas estarían de acuerdo con esa
descripción. ¡Los hijos son realmente valiosos! El
castigo que estaba a punto de venir a Israel era
terrible —no poder tener hijos, el aborto involuntario
de hijos no nacidos y la muerte de hijos que habían
nacido.
Todos los niños —incluyendo los hijos no
nacidos, los discapacitados y desfavorecidos—
deben ser considerados como algo valioso.
Debemos asegurarnos de que las prácticas de
nuestras congregaciones reflejen la opinión de que
los niños son muy valiosos para nosotros y para
el Señor. Esforcémonos por influir en las culturas
en las que vivimos para implementar políticas
que protejan a nuestros valiosos niños. Quizás la
mejor forma de medir la bondad de una sociedad
es cómo trate a sus miembros indefensos, incluidos
sus niños.