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Esta pandemia muestra lo vulnerables que somos al relacionarnos con un espacio desde la
virtualidad, por otro lado muestra la incapacidad de los arquitectos para contribuir, con una duda
mayor ¿en qué, cómo contribuir? ¿Habría una lógica de contribución social para el desarrollo de la
espacialidad de los seres humanos virtuales?
Parece que esto seguirá repitiéndose durante todo el siglo XXI ante la amenaza de nuevas guerras,
pandemias, sobre-población, xenofobia, racismo, totalitarismo y quien sabe que más…
¿El diseñador arquitectónico debería estar diseñando los espacios de la virtualidad, es decir, de los
espacios en el hipertexto? ¿Cómo sería la experiencia del usuario en la web, deberíamos tomarla
en serio?
En este punto nos encontramos en una especie de éxodo, del miedo a la infección a una supuesta
libertad y protección, no exactamente como el de Rem Koolhaas y los prisioneros voluntarios de la
arquitectura ¿o si?
La publicidad ha movido todo el aparato de entretenimiento para crear una nueva dinámica de
interacción social, y me pregunto: ¿qué puede hacer el diseñador arquitectónicamente hablando?
No es posible hacer mucho, la lección está dada, los tiempos del diseño son lentos y los de la
edificación son aún mayores, ¿debemos conformarnos con una contribución simbólica y
asistencial o una que desafíe nuestra profesionalidad al punto de exigirnos una crítica seria?
A partir de la noción de lo intangible, ¿qué espacios están diseñados para la interacción virtual?
¿Qué espacios de nuestro entorno construido inmediato se vuelve activo frente a una virtualidad
conectiva? Definitivamente hay más preguntas que respuestas.
¿Estos cuestionamientos condicionan el diseño futuro? ¿Deberíamos diseñar para la emergencia?
¿Qué contenido estamos viendo en las redes de los arquitectos?
No veo que alguien esté diseñando para la emergencia, en su lugar, vemos la oportunidad de
seguir publicando proyectos para clientes privados. El covid-19 también es un fenómeno que
afecta la socio-espacialidad, aun cuando existe el confinamiento. ¿Qué pasa en la dinámica social
al interior de nuestros pequeños habitáculos?
El problema es grave, desde la simple consideración de la falta de espacios propios ¿qué pasa si ya
no tengo para cubrir la renta? La dinámica se transforma por completo.
Rem Koolhaas tenía razón, la disertación teórica (Exodus, 1971), a casi medio siglo, se hizo
realidad, somos prisioneros de la arquitectura, frente a un aparente éxodo sublimado por la
información que nos hace sentir seguros, pero en realidad resulta en una política represiva que se
admite desde la autocomplacencia y, frente a esto nos preguntó otra vez ¿qué estamos haciendo
los arquitectos y diseñadores?
La ilustración 1 representa una especie de ciudad radiante y prisión de personajes como Neo
(Matrix, 1999), James Cole (Doce monos, 1995) y los fat humans de Wall-e (2008) frente a la tele-
pantalla consumiendo información.
La ilustración 2 muestra a los fundadores de OMA (Office for Metropolitan Architecture) detrás de
la gran obra radiante de la megalópolis contemporánea, representación del sublime Delirio de
New York (1978).