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Abstract
PALABRAS CLAVE:
Semiosis hermética, Ruiz de Alarcón, magia renacentista, Nueva España.
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–¿Qué es lo que deseas ver o escuchar? ¿Qué quieres conocer
para llegar a saber y comprender?
–Pero ¿quién eres tú?, respondí
–Yo soy Poimandrés, el Pensamiento del poder supremo.
Conozco lo que buscas y vengo en tu ayuda en todas partes
–Deseo, dije, ser instruido sobre los seres, comprender su
naturaleza, y llegar a conocer a Dios ¡Cuánto deseo escuchar!
–Pues retén en tu mente cuanto deseas saber y yo te instruiré.
(Corpus Hermeticum, 1998, p. 12)
0. Introducción
La semiosis hermética, estrategia narrativa compuesta de signos
hipercodificados, permitió a sabios, escritores y estudiosos de los siglos XVI y
XVII resguardar conocimientos filosóficos y científicos de miradas profanas, para
transmitirlos a grupos selectos de usuarios con competencias semióticas
específicas.
En la actualidad, el periodismo científico se encarga de preservar y
divulgar la sabiduría procedente de la experimentación empírica, de la actitud
racional y objetiva del hombre ante el mundo y de sus mediciones y
observaciones de la realidad. Pero en la época virreinal, la censura de las
instituciones hegemónicas como la Iglesia Católica impedía la libre difusión del
conocimiento ya que calificaba y supervisaba todo texto remitido a la imprenta.
La acusación de herejía podía aplicarse a los conocimientos alquímicos,
mágicos, herbolarios o astrológicos, todos ellos precedentes de de la ciencia
moderna. Muchos dramaturgos judaizantes y poetas satíricos fueron apresados
y condenados por aquello que escribieron, y que contenía aspectos de sabiduría
ancestral. Sería hasta 1722, con la aparición de la “Gaceta de México y Noticias
de Nueva España”, que la difusión informativa se popularizó en el Virreinato,
pero transcurrirá mucho más tiempo aún para que el conocimiento científico
pueda circular libremente entre los ciudadanos.
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El dramaturgo novohispano Juan Ruiz de Alarcón y Mendoza (1572-
1639), nacido en el Mineral de Taxco, fue un escritor interesado en temas como
magia y astrología, los cuales describió y plasmó en algunas de sus comedias
más conocidas. Al estudiar la comedia alarconiana “La cueva de Salamanca”,
advertí la presencia de un doble plano de interpretación, a nivel superficial y a
nivel profundo, que trataré de mostrar en el presente estudio. Esta biplanaridad
permitiría concebir al texto dramático de Ruiz de Alarcón como artefacto
hermético que resguarda formas de sabiduría secreta, estrategia que siguió
también sor Juana Inés de la Cruz (1648-1695) en algunos de sus villancicos y
poemas (Cfr. Trabulse, 1984). Así, sería posible redimensionar a Juan Ruiz de
Alarcón, personaje fundacional de la literatura dramática mexicana, al revisar y
valorar sus estrategias de comunicación y preservación del conocimiento.
1. Semiosis hermética
La hermética estaba basada en los tratados egipcios de alquimia, magia y
astrología, confeccionados bajo la advocación de Toth, dios escribano del
antiguo Egipto y patrón de las ciencias y las artes; conocido en Grecia como
Hermes y en Roma como Mercurio. Así, se creó en Alejandría un sistema
filosófico inspirado por los tratados herméticos llamado Corpus Hermeticum,
redactado en griego alrededor del siglo II después de Cristo. Este conjunto de
textos fue localizado en Florencia, a finales del siglo XV, y fue traducido por
Marsilio Ficino, quien impulsó su auge en el Renacimiento.
Quienes deseaban preservar el conocimiento “prohibido”, relativo a la
alquimia, la astrología, la magia natural o la herbolaria, se valían de signos
herméticos, artefactos hipercodificados que sólo algunos usuarios podían
descifrar, por medio de competencias semióticas específicas. Al reglamentar la
lectura del signo hermético, se lograba preservar el conocimiento de manera
discreta. El hermetismo de los llamados “filósofos naturales” de los siglos XVI y
XVII es el antecedente del pensamiento científico actual, pues propició la
actividad capital de la experimentación, según señala Octavio Paz:
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Los magos del siglo XVI, como John Dee, por su continua manipulación y
experimentación de los elementos naturales prepararon el empirismo de la ciencia
moderna. Las preocupaciones científicas y las mágicas estaban, de tal modo, imbricadas
que resultaba imposible separarlas. (Paz, 1982, p. 223).
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Enrico Martínez fue el nombre castellano usado por Heinrich Martin, cosmógrafo alemán nacido
en Hamburgo hacia 1554. Emigró a la Nueva España en 1589, instaló una imprenta y realizó las
primeras mediciones científicas del Valle de México. Registró eclipses, elaboró tratados sobre
agricultura y construyó el primer acueducto de la Ciudad de México. Murió en 1632.
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La palabra “reportorio” es un barroquismo que alude a un conjunto de reportes; Enrico Martínez
podría ser así el primer “reportero” de la Nueva España al consignar y divulgar información de
interés general.
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Para entender el mensaje misterioso contenido en los libros es necesario buscar una
revelación más allá de los discursos humanos, que llegue anunciada por la divinidad
misma, a través de las modalidades de la visión, el sueño o el oráculo. […] Así, se
identifica la verdad con lo que no se dice, o con lo que se dice oscuramente y debe ser
comprendido más allá de la apariencia y la letra. (Eco, 1992, p. 52).
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Gráfica 1. Triada de sistemas semióticos del SH. (Cid Jurado, 2003)
Estructura superficial
Plano de la Expresión (Sistema Semiótico 1)
+
Estructuras subyacentes
Plano del Contenido (Sistema Semiótico 2)
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Es importante notar que Eco reconoce a los poetas entre quienes tienen
la posibilidad de desarrollar el modelo hermético, y coincide con Octavio Paz al
señalar al hermetismo como precedente del racionalismo científico. De ahí la
importancia que cobra revisar la aportación del dramaturgo novohispano a la
preservación del conocimiento por medio del teatro. Antes de abordar en detalle
el objeto de estudio –la comedia “La cueva de Salamanca”– anotaré algunos
datos biográficos del escritor novohispano.
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octubre de 1600. Más adelante, obtuvo un segundo título como bachiller en
Leyes, el 3 de diciembre de 1602.
En Salamanca cobró fuerza el interés científico de Ruiz de Alarcón, ya
que acudió como oyente a la cátedra de astrología del jesuita Martín Antonio del
Río, autor del texto “Disquisitionum magicarum”. También, conoció el “Tratado
de Astrología” de Enrique de Villena3, astrólogo del siglo XV. Posteriormente, se
encontró con el escritor Miguel de Cervantes Saavedra, el 4 de julio de 1606,
con quien compartía el interés por magos míticos como Merlín, cuevas mágicas
y artefactos prodigiosos como la cabeza parlante de bronce. Estos tres aspectos
aparecen en las obras de ambos escritores. Cervantes los consigna en la
segunda parte de “Don Quijote de la Mancha”, y en el entremés “La cueva de
Salamanca”, obras publicadas en 1615. Por su parte, Juan Ruiz de Alarcón los
aborda en su comedia “La cueva de Salamanca”.
A su regreso a la Nueva España, en 1608, Ruiz de Alarcón visitó el
acueducto, construido por Enrico Martínez, quien inspiró el personaje del mago
Enrico en su comedia. Pero el escritor decidió volver a España en 1613,
desilusionado por no encontrar en la Ciudad de México un empleo adecuado a
sus méritos universitarios. Al llegar a la metrópoli madrileña, debutó como
dramaturgo en los corrales de comedias de la localidad, y eventualmente, llegó a
debutar también en la corte imperial con títulos como “La verdad sospechosa”,
“El semejante a sí mismo”, “La prueba de las promesas”, “La manganilla de
Melilla”, “Ganar amigos” y “Las paredes oyen”. El éxito teatral del “indiano” Juan
Ruiz de Alarcón generó la envidia de escritores como Lope de Vega, Tirso de
Molina y Calderón de la Barca, quienes lo criticaron ácidamente y alguno de
ellos llegó a sabotear el estreno de su obra “El anticristo”, con una pócima
pestilente que ahuyentó al público. (Cfr. Peña, 2000).
Aunque Ruiz de Alarcón se apegó a la temática vigente de las comedias
del siglo de oro español, al recrear en su obra conflictos amorosos, transposición
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Enrique de Villena nació en Madrid en 1384. Estudió matemáticas, filosofía, astrología y
alquimia. Fue maestre de Calatrava e impulsor del humanismo, pues tradujo al español obras
clásicas como la “Eneida” y la “Divina comedia”. Murió en 1434. Se decía de él que entró a una
cueva para aprender magia, y salió con vida, burlando al demonio por medio de su sombra.
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de identidades y pleitos “de capa y espada”, también se distinguió por sus
aportaciones personales al género. En particular, exploró y profundizó el
carácter de sus personajes como origen de la acción dramática, y desarrolló la
modalidad conocida como “comedia de caracteres”. El galán mentiroso Don
García, de “La verdad sospechosa”, prototipo del personaje alarconiano de
comedia, fue ampliamente imitado por escritores posteriores como el francés
Pierre Corneille, en su comedia “Le menteur”. (Román Calvo, 2007, p. 93)
Agobiado por los ataques de sus competidores, Juan Ruiz de Alarcón y
Mendoza decidió abandonar el teatro, y aceptó un cargo burocrático como
relator en el Consejo de Indias. Sin embargo, editó y mandó a la imprenta dos
volúmenes de comedias (en 1628 y 1634) en que reunió un total de 20 obras de
su autoría. Con Ángela de Cervantes, su compañera, el escritor procreó una hija:
Lorenza de Alarcón. Finalmente, con su patrimonio documentado y en orden,
murió en Madrid el 4 de agosto de 1639.
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reconocimiento de los tópicos, precisar las isotopías y especificar las alusiones a
los mundos de referencia del autor, como manifestaciones del plano del
contenido.
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reales), realizan una apología de la magia, la elevan al nivel de enseñanza
universitaria y consiguen los objetivos que se proponen por medio de su uso,
aunque no siempre muestren honestidad.
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esconder, y alumbrar los horizontes;
con ésta sé de todas las criaturas
mudar en otra forma la apariencia:
Con ésta aquí oculté vuestras figuras;
no obró la santidad, obró la ciencia.
(Ruiz de Alarcón, 1996, p. 454-455).
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Doña Clara: Qué estado he de tener, saber querría
Enrico: Un número escoged
Doña Clara: Escojo veinte.
Enrico: Las seis son: casaréis dichosamente
según la judiciaria astrología.
Doña Clara: ¿Sabré con quién? Que sólo el que desea
el alma, hará que venturosa sea.
Enrico: ¿Queréislo ver?
Doña Clara: Mi pecho se holgaría.
Enrico: Venga un espejo.
(Ruiz de Alarcón, 1996, p. 509).
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Doctor de la Iglesia rebate puntualmente a Enrico sus planteamientos, diciendo
que “el carácter no obra por celestial influencia” y que las constelaciones están
sólo en la imaginación del hombre. Enrico acepta esta argumentación y niega
con rapidez un concepto que ya ha sido dramatizado y discutido ampliamente en
las escenas precedentes.
Otro aspecto del conocimiento mágico popular que se presenta como
ficción teatral es el artilugio de la cabeza parlante. Se trata de un artefacto que
gozaba de cierta popularidad en la época por leyendas y personajes que
supuestamente hacían uso de ella para adivinar. El artilugio de consultar a una
cabeza de bronce como medio para saber el futuro es una reminiscencia de los
misterios órficos, sustentados en el mito griego de la cabeza de Orfeo, la cual
seguía cantando aún después de haber sido cortada (Cfr. Graves, 1998, p.67).
En la escena XIII del primer acto, el Marqués de Villena a su llegada a casa de
Enrico menciona que está enterado de que hay una cabeza de bronce que
“enseña cátedra”. El Marqués dice:
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y la cabeza de metal que puesta
en la cátedra da en lenguaje nuestro
a la duda mayor clara respuesta,
es Enrico, un francés que el nombre vuestro,
el mismo devagar, los mismos casos
y el que tuviste vos, tuvo maestro.
De Merlín como vos, siguió los pasos
y al fin prodigio aquí de su riqueza,
de magia informa juveniles vasos;
y porque excede a la naturaleza
frágil del hombre su saber inmenso
se dice que es de bronce su cabeza.
(Ruiz de Alarcón, 1996, p. 465-466).
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Gráfica 2. Relicario en forma de cabeza, reminiscencia de las leyendas sobre cabezas parlantes
usadas en rituales de adivinación como los misterios órficos.
(Imagen tomada de Alarcón, 2000, p. 186).
4. Conclusiones
Después de analizar desde la perspectiva de la semiosis hermética la comedia
La cueva de Salamanca, pude apreciar la conformación de dos sistemas
semióticos diferentes: el primero se advierte en la manifestación textual de
superficie, y es la estructura propia de la comedia renacentista; mientras que el
segundo aparece como nivel discursivo subyacente a la intriga, y describe
profusamente el universo de la magia concebida como ciencia natural, sagrada y
secreta, capaz de realizar prodigios sobrenaturales.
A manera de síntesis, presentaré la triada de sistemas semióticos que, en
mi opinión configuran a La cueva de Salamanca como un SH, de la siguiente
manera:
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Gráfica 3. Triada de sistemas semióticos de La cueva de Salamanca
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“La cueva de Salamanca” es una comedia temprana del dramaturgo Juan
Ruiz de Alarcón y Mendoza, cuya estructura superficial o plano de la expresión
se apega al canon del siglo de oro español, incluyendo enredos amorosos,
peleas de capa y espada y personajes estereotipados. Este plano de superficie
textual se revela como un recuento de los años estudiantiles que el escritor vivió
en la ciudad de Salamanca. Uno de los personajes, llamado como él “Juan de
Mendoza”, deja pocas dudas sobre la esencia autobiográfica de la obra. Así, los
debates universitarios, los pleitos y rencillas juveniles, la oposición a las
autoridades y la afición a los maestros distinguidos son elementos que sirvieron
como inspiración al dramaturgo para tramar su comedia.
En el nivel discursivo, “La cueva de Salamanca” refiere con precisión a la
magia renacentista, erigiéndola como segundo sistema semiótico de la obra. La
amplia extensión de los parlamentos dedicados a explicar el funcionamiento de
las operaciones mágicas, y a realizar la apología de los magos como hombres
sabios y santos, sustenta la apreciación de que esta comedia puede dar cabida
a dos posibilidades de lectura diferentes.
Podemos concluir así que el célebre dramaturgo novohispano combinó
aspectos de su vida y la técnica teatral (en el plano de la expresión) con la
sabiduría mágica (en el plano del contenido) para configurar como signo
hermético una de sus comedias más célebres. En “La cueva de Salamanca”,
Juan Ruiz de Alarcón y Mendoza integró un variado inventario de sabiduría
mágica, con el cual contribuyó a preservar el conocimiento secreto y prohibido
de su época, antecedente del moderno conocimiento científico.
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Bibliografía:
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Ediciones Indigo. (Edición y notas de Santiago Jubany).
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Agustín Millares Carlo)
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Cuadernos de Sor Juana, México, UNAM. (Compilación de Margarita Peña)
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MEMORIAS DE CONGRESOS:
GÓMEZ BARRIOS, ARMÍN (2003a), “Entre mis letras el hechizo derramaron. Las plantas
mágicas de Sor Juana Inés de la Cruz”, ponencia presentada en el XXXIII Congreso de
Investigación del Sistema ITESM, Monterrey, Nuevo León, 23 de enero.
----------------------- (2003b) “La semiosis hermética en el surgimiento de la imagen
científica en México: el hermetismo de sor Juana Inés de la Cruz”, ponencia presentada
en el VII Congreso de la Asociación Internacional de Semiótica Visual. México,
D.F., 14 de diciembre. Abstract publicado en Ver y saber, memoria, acción, proyección,
libro de resúmenes, pp.92-93.
Fuentes vivas:
PEÑA, MARGARITA
Cátedra “Juan Ruiz de Alarcón” de la Facultad de Filosofía y Letras, UNAM. Agosto-
diciembre 2003.
ANEXO I
La acción comienza en Salamanca, cuando el joven galán don Diego de Guzmán reclama a su
amigo don Juan de Mendoza el no acompañarlo más en aventuras nocturnas y correrías debido
a que éste último se ha casado. Don Juan acepta acudir esa noche para demostrarle a don
Diego que sigue siendo su amigo. Aparece don García Girón, otro galán, que les propone
burlarse de los alguaciles, a los que, por alguna razón no mencionada, desean ajustar cuentas.
Aunque dicen que es sólo una travesura, arman una efectiva trampa al tender un cordel con el
que harán tropezar a los justicias, que efectivamente caen y se lastiman, rompiéndose los
huesos. Tras de esta temeraria acción conjunta, de la que se deriva un gran alboroto, don Diego
y el estudiante Zamudio se refugian en la pequeña casa de Enrico, “viejo grave” que también
cursa estudios en Salamanca a pesar de que es un reconocido sabio de origen francés.
Sin cuestionar el proceder de los fugitivos, Enrico emplea un sortilegio para esconderlos,
desapareciéndolos por medio de una extraña nube. Un teniente y sus ayudantes buscan a los
prófugos sin resultados. Cuando reaparecen Diego y Zamudio, llega don Juan a su encuentro.
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Enrico les cuenta su historia y los acepta en su casa como aprendices. Ellos desean aprender
nigromancia para enamorar a las damas de su preferencia: Clara y Lucía.
Ellas, por su parte, revelan que los disturbios produjeron un alguacil muerto y que don
García cayó preso. Aunque saben que sus galanes estuvieron involucrados, Clara y Lucía se
alegran por el ajuste de cuentas, temiendo la venganza de las autoridades que ya mandaron
traer a un pesquisidor para iniciar un juicio. Mientras tanto, ambas reciben recados de sus
galanes por intermedio de Andrés, criado de Enrico, que les ayuda a fijar una cita secreta.
Aparece el marqués Enrique de Villena –de igual nombre y profesión que el astrólogo del
siglo XV– quien también dice ser discípulo de Merlín, y poseer experiencia en operaciones
militares. Se presenta ante Diego y Juan, con quienes continúa hablando de asuntos mágicos,
entre ellos, el maleficio de la cueva de Salamanca de donde sólo salen seis de siete que entran
(porque el Demonio se queda con uno). Esto remite a la metáfora de que no todos alcanzan la
sabiduría. Mencionan también el artefacto “que enseña cátedra”: una insólita cabeza de bronce;
y la coincidencia de la casa de Enrico con la famosa cueva, que está debajo, ahí mismo.
Villena se dirige a rescatar a don García, de quien dice ser pariente. En la escena final
del primer acto, se encuentran los enamorados Diego y Clara, mostrando un conflicto de
intereses: mientras ella quiere casarse, él desea poseerla. La excusa de Diego para no pedirla
en matrimonio es su pobreza, a lo que ella responde muy enojada que no será ni su esposa ni su
amante.
En el segundo acto, predominantemente lúdico y gracioso, el estudiante “socarrón”
Zamudio hará burla de la magia, provocando que los sabios le devuelvan la broma. El Marqués
provoca una visión en donde Zamudio ve a su amada Lucía convertirse en león, por lo que se
aterroriza y se ve obligado a disculparse. Luego Zamudio debe cumplir una horrenda tarea:
desdentar a un ahorcado, para obtener el poder de enamorar a la dama, lo cual es una simple
superstición. Por otra parte, Clara recibe en su casa un envío de Diego: se trata de una estatua
con cabeza de bronce a la que podrá preguntar el destino de su amor. Al quedarse sola para
consultarla, Diego sale de la caja dispuesto a pasar la noche con ella, a pesar de sus reclamos.
En el tercer acto, don Diego se asume como un incipiente mago que puede liberar a su
amigo García de la prisión por medio de un encanto. Se revela que “se venció a sí mismo” pues
no fue capaz de forzar a Clara a tener relaciones amorosas. Entonces, aplica sus artes mágicas
para abrir la prisión, rescata a García y a los demás presos que había ahí, amenazando a las
autoridades con sus poderes mágicos. El corregidor apresa a Enrico al saber que el alboroto se
propició por la utilización de hechizos.
El padre de Clara se lleva al sabio a su casa, para evitar que los estudiantes se
amotinen, mientras se da una solución al conflicto. Ahí, Clara aprovecha para consultar a Enrico,
quien por medio de la astrología le pronostica que se casará y, usando un espejo encantado, le
dice que será con Diego. El olvidado personaje de Juan aparece por última vez para anunciar
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que se realizará un debate entre la magia y la doctrina católica. Mientras, el Marqués de Villena
se encarga de desanimar a García de sus pretensiones amorosas por Clara, y recibe la noticia
de que Diego heredó un título nobiliario con el que se librará de su situación de pobreza.
El debate entre Enrico y un doctor de la Iglesia se lleva a cabo. El sabio defiende la
ciencia mágica, diciendo que es natural y, por tanto, buena. Al utilizar palabras, yerbas,
caracteres, figuras, números, nombres, piedras y signos celestiales, es parte de la obra del
Creador. Enrico dice que números como el septenario son precisamente simbólicos del universo,
y las cualidades de yerbas y animales se utilizan a favor del ser humano. Todos vitorean a
Enrico. Luego, un doctor de la Iglesia enjuicia a la magia diciendo que es de tres tipos: natural,
artificiosa y diabólica. Explica que sólo las dos primeras obran con las fuerzas de la naturaleza
engañando a los sentidos, y serían lícitas usándolas con mucha mesura; pero la tercera es la
ciencia satánica, que confiere poder sobrenatural a objetos y personas, por invocación del
nombre del Maligno. Tampoco acepta que la astrología sea válida, al carecer los astros de
influencia sobre los seres humanos. Que números, plantas, animales y piedras poseen virtudes
no lo niega, pero sin exceder el orden natural. El doctor remata diciendo que cualquier fenómeno
ajeno a la naturaleza es de origen demoníaco.
Enrico se ve obligado a confesar brevísimamente que la magia “es mala y perversa” para
obtener la clemencia del Rey y liberar del proceso a todos los jóvenes involucrados. El Marqués
anuncia a Diego que recibió una gran herencia que le permitirá casarse con Clara, quien lo
acepta de inmediato. Zamudio hará lo propio con Lucía. Finalmente, el Marqués explica que el
verdadero Enrique de Villena “sí estudió la diabólica ciencia” pero por su santidad engañó al
demonio, dejándole solamente su sombra. Es por eso que Villena escapó de la misteriosa
Cueva de Salamanca, revirtiendo el hechizo que, de siete que entraban, sólo seis salían. Él,
seleccionado del Demonio para quedarse, lo burló y logró salir y salirse con la suya.
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