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LA MESA PINTADA

INTERCAMBIO DE PRODUCTOS ALIMENTARIOS ENTRE EUROPA Y AMÉRICA


Y SU REPRESENTACIÓN EN LA PINTURA BARROCA LATINOAMERICANA

EMANUELE AMODIO / VENEZUELA-ITALIA

INTRODUCCIÓN ductos de fácil redefinición culinaria (la papa, el maíz) y


menos los que necesitaban de una transformación previa

L
a conquista de los territorios americanos fue impul- para ser consumidos, como la yuca amarga (mandioca) de
sada primordialmente por intereses económicos, la cual era necesario extraer el venenoso ácido cianhídrico
sobre todo la búsqueda de una ruta de aprovisio- antes de ser preparada para el consumo.
namiento de las especias orientales, aunque derivó hacia Nuestro interés hacia el campo culinario no se refiere
otros productos, como los metales preciosos, y la conquis- principalmente al intercambio de productos comestibles
ta territorial, cuando se percataron que no habían llegado
(lo que pasó materialmente de uno al otro continente),
a la India y Çipango, sino a un nuevo continente relativa-
mente más fácil de conquistar. Así que, tanto las relaciones sino que pretende abordar su representación, tanto en Eu-
con los nativos como el proyecto de colonización, deben ropa como en América, en la época colonial a través de la
ser pensados como una empresa comercial, de allí los in- iconografía pictórica, asumida como “espejo” de una rea-
tereses investigativos, sobre todo de plantas médicas y uti- lidad multiforme, tanto por lo que atañe a los productos
litarias. Si desde América se produjo tempranamente un consumidos como a la función que desempeñaban para la
flujo de productos hacia Europa, lo mismo pasó en direc- construcción y el mantenimiento de las identidades, asu-
ción contraria, sobre todo para favorecer la implantación miendo que consumir este u otro producto puede asumir
de colonias españolas y portuguesas en el Nuevo Mundo. la función de marcar lo que cada uno es o el lugar que
Este intercambio de productos vegetales, desigual en ocupa. Evidentemente, ya que se trataba de sociedades
cantidad y tipo, tiene un aspecto antropológico sumamen- estratificadas, habría que definir quienes eran los produc-
te importante: mientras que en los territorios americanos tores de esas imágenes, quienes las encomendaban y, final-
se trasplantaban productos vegetales y las culturas que le mente, cuál era la función que desempeñaban, sobre todo
daban sentido; en el caso europeo, esos productos fueron considerando las relaciones de poder que implicaban.
descontextualizados culturalmente, lo que implicaba su De antemano, debe ser aclarado que fundamentalmente
redefinición en términos puramente utilitarios. La impor- nos interesaremos por productos comestibles vegetales,
tación se limitó a su trasplante, pero en la mayoría de los mientras que dejaremos para otra ocasión el estudio de
casos, no se prestó atención a las costumbres y sentidos la conformación de recetas culinarias mestizas, es decir,
simbólicos que las sociedades indígenas habían producido que combinaban tanto productos como técnicas de pro-
alrededor de las plantas alimentarias, a parte tal vez, de cesamiento. En cuanto a las fuentes, en vista del enorme
un saber mínimo sobre su tratamiento culinario y muy número de productos pictóricos de la época barroca, tan-
pocas recetas (el cacao transformado en Europa en barras to en Europa como en América, delimitamos nuestro uni-
de chocolate dulce es solamente uno de los casos). En este verso en categorías concretas identificables, como lo son
sentido, parece que tuvieron más éxito en Europa los pro- los bodegones y los cuadros del mestizaje, aunque finalmente

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MIGRACIONES Y RUTAS DEL BARROCO
echamos mano a algunas representaciones de banquetes, Frente a la enorme cantidad de materiales iconográfi-
como es el caso de las series de los milagros de San Fran- cos de la época barroca europea, la búsqueda primeramen-
cisco. te se dirigió hacia las pinturas religiosas, donde directa o
indirectamente aparecían mesas servidas, pero sin excluir
representaciones de “cocinas” y banquetes de ambientes
LA REPRESENTACIÓN PICTÓRICA DE GÉNEROS laicos. De la misma manera, nos concentramos en los
COMESTIBLES AMERICANOS EN EUROPA bodegones, de los cuales revisamos unos trescientos ejem-
plares italianos y españoles, incluyendo la colección del
El intercambio de productos alimentarios entre Euro- Museo del Prado. De antemano hay que decir que los re-
pa y el continente americano fue ampliamente desigual, sultados no fueron muchos, distribuidos a lo largo de los
resultado directo de las relaciones políticas que se instau- tres siglos del Antiguo Régimen, no necesariamente en
raron entre los dos mundos: Europa conquistando y co- correspondencia con la historia de la penetración y uso de
lonizando el nuevo continente, lo que implicó la implan- productos americanos en Europa. Por ejemplo, en el caso
tación de las culturas occidentales en el Nuevo Mundo, del maíz, encontramos pocas representaciones, pero no
mientras que se le explotaba para mantener la economía del siglo XVIII, cuando ya se cultivaba el maíz en varias re-
europea gracias al oro y la plata, productos que sí pasaron giones de Europa, sino de mitad del siglo XVI y comienzo
en abundancia al Primer Mundo. A consecuencia de este del siglo XVII, cuando su introducción era incipiente. Las
desbalance, desde una perspectiva ecológica, se produjo más tempranas, pertenecen al pintor milanés Giuseppe
en el continente americano una verdadera “guerra” (cf. Arcimboldo (1526-1593), muy valorado durante la segun-
Amodio, 2000), con las plantas europeas invadiendo des- da mitad del siglo XVI, famoso particularmente por sus
de el comienzo de la colonización el ecosistema america- pinturas manieristas de rostros humanos compuestos por
no, mientras que las pocas plantas que fueron llevadas a flores, frutas u hortalizas. Se trata de dos pinturas reali-
Europa tuvieron poco impacto ecológico, por lo menos zadas a la corte de Viena, donde estuvo al servicio, desde
hasta el final de la época colonial cuando finalmente 1562, de los emperadores Maximiliano II y Rodolfo II. La
papa, maíz y tomates entraron en la dieta y, con ello, su primera, Verano, es de 1571 y presenta un paisaje enmar-
cultivo se extendió progresivamente a todo el continente. cado por una gran guirnalda de frutas y tubérculos estiva-
Este intercambio desigual debería ser visible también en les en primer plano conformando la figura de un hombre
la representación pictórica, una vez que asumimos que ésta sentado en el suelo, componiendo sus pantorrillas dos
representa un espejo donde la realidad se ve reflejada directa manojos de mazorcas de maíz descascaradas, entre otras
o indirectamente. No nos estamos refiriendo a las imágenes especies vegetales. La segunda representación es de 1591,
de los indígenas americanos que circularon desde los prime- componiendo un retrato del emperador Rodolfo II, como
ros años de la conquista, donde el entorno natural de esas la deidad romana Vertumnus (título de la obra), compuesta
representaciones más o menos imaginarias contenían arbo- según el estilo de Arcimboldo de frutas, tubérculos y flo-
les frutales americanos (cf. Amodio, 1993), ni a los libros de res, con una mazorca de maíz, con su cáscara abierta a con-
los cronistas, cuyos textos estaban a menudo acompañados formar la oreja izquierda (Fig. 1). Considerando el interés
de imágenes de productos alimentarios, como en el caso del de Arcimboldo por la alquimia, las maravillas, sobre todo
cronista milanés Benzoni en su Historia del nuevo mundo (Ben- vegetales y su frecuentación con los otros botánicos, no
zoni, 1967); sino a las representaciones pictóricas europeas resulta extraña la presencia del maíz en dos de sus obras.
de temas religiosos, como las representaciones de las Bodas De hecho, este mismo interés es el que encontramos en
de Canaán o la Última Cena, o profanos, como los bodegones. el segundo ejemplo temprano de representación europea
Esta elección deriva de uno de nuestros fines: identificar las del maíz, la del francfortés Abraham Mignon (1640-1679),
representaciones de los productos alimenticios que habían en un bodegón de flores donde aparecen en la mesa que
sido trasplantados en Europa, sin que mediara la explicita- rige el jarrón, dos mazorcas de maíz, con su cáscara abier-
ción de su origen, es decir, que habían sido suficientemen- ta. Mignon obraba en un ambiente de fuertes intereses
te naturalizados para aparecer como elementos cotidianos, botánicos, con influencia directa del botánico flamenco
aunque con esto no estamos excluyendo el reconocimiento Rembert Dodoens, cuya Historia de las plantas había sido
del pintor o de quien miraba el cuadro, de su origen foráneo publicada un siglo antes (1554). Cornelia Diekamp inter-
y exótico. De hecho, siguiendo la lección de Carlo Ginzburg preta la presencia del maíz, junto con dos espigas de trigo,
(1983), precisamente esas representaciones de frutos forá- como una contraposición a las flores selváticas del jarrón,
neos pueden ser considerados indicios de un proceso inci- es decir, entre naturaleza salvaje y naturaleza culturizada
piente de naturalización que desplazaba progresivamente el a través de la agricultura (Diekamp, 2011), pero vale tam-
“exotismo” de su origen, hasta hacerlo olvidar. bién la pena llamar la atención sobre la presencia de una

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Fig. 1. Giuseppe Arcimboldo, Vertumno, 1591. Skokloster Castle, Suecia.

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A parte del grabado que en 1554 el botánico flamenco
Rembert Dodoens incluyó en su libro Historia de las plan-
tas de 1554, donde el tomate recibe el nombre de manza-
nas del amor, tres años antes, en 1551, el boloñés Ulisse
Aldrovandi había llamado del mismo modo, pomum amo-
ris, los tomates que cultivaba en su jardín botánico de Bo-
logna, de los cuales elaboró un dibujo con su definición
Pomum aureum vel amoris. Solanum pomiferum aureum, como
puede verse en su representación a colores de la planta
y fruto (Fig. 2), añadiendo Malum insanum, es decir, no
comestible (cf. Biancastella, 2003).
Considerando la importancia de Sevilla para las rela-
ciones entre España y el Nuevo Mundo, no resulta extra-
ño que sea aquí donde encontramos una de las prime-
ras representaciones pictóricas del tomate en España. Se
trata del primer encargo importante de Murillo para el
Convento de San Francisco de Sevilla, una de las pinturas
destinadas al claustro chico del convento, la Cocina de los
ángeles, realizada en 1646, donde describe el éxtasis del
cocinero fray Francisco Pérez en su cocina con los ánge-
les que vinieron a ayudarlo en sus tareas. El cuadro, con
efectos tenebristas, muestra la cocina del convento, con
su fogón, las ollas y los platos y los productos alimenta-
rios típicos de la región, a los cuales se añade un tomate
rojo junto con dos berenjenas en el piso, entre ollas, a la
derecha de la composición. Que sea la cocina de un con-
vento resulta muy sugerente del recorrido culinario del
tomate ya que, se puede argüir, fueron precisamente los
misioneros quienes con su experiencia directa de la vida
de los indígenas trajeron de vuelta a Europa gran parte de
las semillas y saberes culinarios americanos. Más o menos
Fig. 2. Ulisse Aldrovandi, Pomum aureum vel amoris… Museo di Palazzo Poggi, en la misma época, pero en Italia, encontramos otra repre-
Bologna.
sentación de tomates en un cuadro del pintor Giovanni
Domenico Valentini (1639-1715), nacido en Roma pero
amapola de opio (Papaver somniferum, L.), la que asociada muy activo en Imola (centro norte de la península italia-
al maíz deja entrever otra contraposición entre el mundo na), donde era considerado “pittore di cocine e di robe
vegetal europeo y el de otras latitudes lejanas, marcadas mangiative” (pintor de cocinas y productos alimentarios),
por el exotismo (el opio, las Indias Orientales, y el maíz, según la caracterización que de él hizo el cardenal Bene-
las Indias Occidentales). detto Pamphilj. Se trata de un bodegón de cocina elabo-
El mismo destino pictórico del maíz parece haber te- rado hacia 1680, actualmente propiedad de la Fundación
nido el tomate, aunque con un mayor número de repre- Cassa di Risparmio di Imola, donde, junto con cazos de
sentaciones a partir de la segunda mitad del siglo XVII. cocina, carnes varias y frutas, aparecen tres tomates rojos
La historia del tomate comenzó de manera dramática en asociados espacialmente a dos berenjenas. Es importante
Europa ya, desoyendo las indicaciones de su comestibili- resaltar esta asociación entre tomates y berenjenas en los
dad de parte de algunos cronistas de las Indias, fue consi- dos cuadros citados, sobre todo considerando que tanto
derado perjudicial para la salud humana, una vez que fue en Sevilla como en el norte de Italia hay muchas recetas
categorizado botánicamente en la familia de las solanáceas, que las incluyen (por ejemplo, las “berenjenas sevillanas”,
familia a la cual pertenecían la mandrágora, la belladona en el caso de Andalucía, y las “melenzane alla parmigia-
y el beleño, plantas mágicas utilizadas como alucinógenas na”, en el caso italiano).
por las brujas medievales en sus rituales, pero también La entrada tardía del tomate en la pintura barroca,
como componente de los pociones para el amor (resulta espejo de su recorrido en la realidad de las cocinas eu-
interesante anotar que también la papa es una solanácea). ropeas, está refrendada por su periplo en la literatura y

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en los libros de cocina. En 1620, Tirso de Molina cita el de final del siglo XVIII, donde aparece también un raro
tomate en “ensaladas” en el primer acto de su comedia tomate verde (Colección privada de Busto Arsizio); o el
El amor médico: ¡Oh anascote, oh caifascote, / oh basquiñas del español de origen napolitano, Luis Egidio Meléndez
de picote; / oh ensaladas de tomates / de coloradas mejillas, (1716-1780), Bodegón con pepinos, tomates y recipientes, de
/ dulces a un tiempo y picantes¡ Este uso en ensaladas está 1774 (Museo del Prado), donde aparecen cinco tomates
refrendado por los versos de la obra La muerte del apetito rojos, junto a varios pepinos, siguiendo precisamente la
de sor Marcela de San Félix (1605-1687): Alguna cosa fiam- receta de la ensalada ya citada (Fig. 3); mientras que hay
bre / quisiera y una ensalada / de tomates y pepinos / cuantas por lo menos otro bodegón famoso de Meléndez, Bodegón
especies de vinos... Más tardía es su presencia en los libros con tomates, donde éstos están asociados a las berenjenas,
de cocina, aunque ya Gregorio de los Ríos, jardinero del según el uso culinario de la época.
rey en Aranjuez, en 1592, había anotado en su Agricultura De todas las especies vegetales utilizables a fines ali-
de jardines que los “pomates…eran buenos para las salsas”. mentarios que llegaron a Europa, las que tuvieron mayor
La primera referencia que hemos encontrado está en una éxito temprano y se distribuyeron por todo el continen-
receta de pescado, el Abadejo con tomate, contenida en el te fueron las calabazas (Cucurbita) y los frijoles o judías
Nuevo arte de cocina, sacado de la escuela de la experiencia eco- (Phaseolus), llegando a integrar la dieta de los europeos,
nómica de Juan Altamiras, impreso en Barcelona en 1667. sobre todo los de bajos recursos, cuya dieta estaba confor-
Sin embargo, por lo menos en España, habría que esperar mada por vegetales en su mayor parte. Es suficiente aquí
el fin del siglo XVIII para ver aparecer una receta para citar algunos platos tradicionales españoles, como el pote
la salsa de tomate en el Arte de la repostería de Juan de la gallego, que lleva judías y papas o la olla murciana, que lleva
Mata, publicado en 1791 (que incluye también recetas de judías y calabaza, para apreciar el grado de penetración
chocolate). En correspondencia con este progresivo auge culinaria de los productos americanos; lo mismo que en
del uso culinario del tomate, aumenta su presencia en la el caso italiano, para la tradicional pasta e fagioli. Esta di-
pintura del barroco tardío, como es el caso del Bodegón con fusión popular es refrendada ampliamente por los libros
peces y tomates del italiano Carlo Magini (Fano, 1720-1806) de cocina desde el siglo XVI, como en el caso de la Opera

Fig. 3. Luis Egidio Meléndez, Bodegón con pepinos, tomates y recipientes, 1774. Museo del Prado, Madrid.

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dell’arte di cucinare publicado el 1570 por el italiano Bar- primer recorrido, dos otras referencias son obligatorias: el
tolomeo Scappi, cocinero del Papa Pio V, donde presenta ají o chile y el cacao, aunque este último no es un produc-
dos recetas para cocinar la calabaza (zucca); lo mismo que el to específicamente culinario. Muchas son las referencias
Arte de cocina del cocinero mayor del Rey Francisco Monti- literarias y culinarias al ají, llamado guindilla en España
ño, publicado en 1611, con una receta para preparar dulces y peperoncino en Italia, reflejo de su difusión mediterránea
de calabaza. De igual modo, en el Libro del arte de cozina, temprana, pero pocas las representaciones pictóricas ba-
publicado en 1607 por Domingo Hernández de Maceras, rrocas, encontrándose solamente algunos casos, como en
cocinero del Colegio Mayor de Oviedo, aparecen dos rece- la ya citada Cocina de los ángeles de Murillo (1646); el Je-
tas para cocinar las calabazas en guisos salados y una para sús en casa de Marta y María; y Vieja friendo huevos (1618) de
elaborar conserva de calabaza con miel. De allí en adelante, Velázquez; o la obra Otoño de Francisco Barrera, realizada
los libros de cocina incluirán recetas de calabazas y muchas en 1638 para el Convento de franciscanos descalzos de Vi-
más de judías, habiendo éstas en parte sustituido las habas. llamanrique (Sevilla), actualmente en el Museo de Bellas
Basta aquí citar el Nuevo arte de cocina de Juan Altamirano, Artes de Sevilla (Fig. 5). Finalmente, en el caso del cacao,
publicado en 1767, con dos recetas de judías y cinco de cala- hay que recordar que la planta no consiguió aclimatación
bazas (además de la ya citada receta de tomates). en Europa, siendo su consumo satisfecho por la importa-
Reflejo de esta masiva presencia de calabazas y frijoles ción desde las colonias americanas. Aunque un poco tar-
en la dieta europea, no sólo mediterránea, también los dío, su éxito como bebida dulce le valió representaciones
pintores las introdujeron en sus obras, particularmente en pictóricas interesantes al final de la época barroca, como
los bodegones de cocina y hasta en personificaciones sim- en el caso del Bodegón con servicio de chocolate (1770) de Me-
bólicas, como es el caso del cuadro El rey frijol (1638), del léndez. Así, contrariamente al tomate o los frijoles, cuyo
flamenco Jacob Jordaens, que reproduce una ceremonia origen terminó olvidado, es el cacao el que asumió la fun-
holandesa del día de los Reyes Magos (6 de enero), cuando ción de representar el exótico mundo americano.
en una tarta se escondía un frijol y quien lo encontraba
durante la comida era nombrado rey frijol. El hecho que se
tratara de una costumbre ya tradicional al comienzo del si- CONSUMO ALIMENTARIO E IDENTIDAD ESTA-
glo XVII nos da la medida de la integración profunda que MENTAL EN LA PINTURA BARROCA LATINOA-
los frijoles, habían conseguido en la dieta europea y, de MERICANA
hecho, encontramos ejemplos desde la segunda mitad del
siglo XVI, como es el caso de dos obras del pintor boloñés Es tiempo de volver a América, aunque con preguntas
Annibale Carracci (1560-1609), las dos tituladas Il mangia- un poco diferentes de las que nos guiaron por el barroco
fagioli (Hombre comiendo judías) de los años ochenta del europeo. Hemos visto como los españoles en América y
siglo XVI (Fig. 4); o el Bodegón con flores, hortalizas y un cesto los criollos intentaron mantener el consumo de produc-
de cerezas, pintado en 1600 por el toledano Juan Sánchez tos europeos y, en gran parte, lo consiguieron con el tras-
Cotán (1561-1627); y, finalmente, los muchos bodegones plante de su agricultura y las constantes importaciones de
de la primera mitad del siglo XVII de la pintora italiana alimentos desde la madre patria. Sabemos también que
Giovanna Garzoni, con judías verdes, frijoles secos y ca- algunos productos americanos eran también consumidos
labazas coloridas. Frijoles y judías continuarán teniendo por los estamentos acaudalados, pero se trataba más de
espacio en los siglos siguientes, así como las calabazas re- consumo privado, mientras en los banquetes públicos, se
producidas en gran número de bodegones, tanto italianos ostentaba la dieta europea: pan blanco de trigo y vino,
como españoles, enteras o cortadas, para mostrar su ama- sobre todo. Por otro lado, en la mesa de los pobres y esta-
rillo o rojo contenido, como en los cuadros del italiano mentos socialmente intermedios, consumir productos de
Valentini, que hemos ya citado, los de Sánchez Cotán o origen europeo era considerado una marca de distinción
de Meléndez, con su Bodegón con calabaza, de la segunda identitaria: ser como el otro valorizado. Así, una vez que
mitad del siglo XVIII, ya en estilo rococó. hemos asumido la pintura como espejo de la realidad,
De los otros productos vegetales americanos, poca pero también de la imagen que se quiere trasmitir de uno
huella queda en la pintura barroca: aparecen algunas refe- mismo, nos preguntamos: ¿Qué géneros comestibles eu-
rencias al chayote (Sechium edule), como en el Bodegón con ropeos fueron incorporados en los cuadros barrocos que
piezas de caza, de Sánchez Cotán, pintado hacia el 1600; representan la población americana de bajos recursos? Y
o a los girasoles, que tienen más un lugar decorativo que la segunda: ¿Qué géneros alimenticios indígenas fueron
culinario, aunque las pipas pueden comerse, como en el incorporados en la pintura barroca latinoamericana cuyos
caso del Autorretrato con girasol del flamenco Anton van sujetos eran los grupos sociales acaudalados? El motivo de
Dyck (1599-1641), pintado en 1603. Para concluir nuestro estas preguntas deriva en nuestro fin último: identificar

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Fig. 4. Annibale Carracci, Il mangiafagioli (Hombre comiendo judías), ±1680. Galería Colonna, Roma.

Fig. 5. Francisco Barrera, Otoño (1638). Museo de Bellas Artes de Sevilla (detalle).

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elementos representativos del otro y descubrir la función quetes, como es el caso de las series de los milagros de San
social que desempeñaban, conscientes que los usuarios de Francisco y de la Sagrada Familia.
las obras pictóricas eran gente acaudalada (las pinturas en En el caso de las series de cuadros de mestizajes, se
las casas) pero, en otros casos, también el resto de la po- trata de representaciones de uso público y privado, para
blación (las pinturas religiosas). No estamos subvalorando un público fundamentalmente español, criollo y, secun-
el hecho que, en la mayoría de los casos, los pintores no dariamente, mestizo, destinadas a representar el orden
pertenecían al mismo estamento de destino de sus obras social de las llamadas castas, es decir, los grupos subalter-
(a parte, tal vez, los monjes pintores), sino al contrario, nos, con la finalidad de reforzarlo y mantener la distancia
tenemos en cuenta este origen diferente, indígena o mes- social y cultural entre los varios estamentos. La primera
tizo que deja huellas en sus obras que, sin embargo, son conclusión a la cual llegamos es que se dibuja un entorno
realizadas siempre según las indicaciones precisas del co- característico de cada ejemplo de mestizaje representado,
mitente, amén del uso de grabados como modelo que ve- incluyendo las actividades laborales y, presuntamente, el
nían de Europa. carácter de cada figura pintada. Para dar cuenta de lo ex-
Para responder a la primera pregunta sobre los elemen- haustivo de la investigación es útil referir que analizamos
tos europeos representados en pinturas de tema popular, los 109 cuadros del mestizaje del Museo de América y los
elegimos un grupo de obras homogéneas, entre ellas: las 33 del Museos de Antropología, los dos de Madrid. La
series de cuadros del mestizaje, tanto mexicanos como primera observación que hay que hacer es que, aunque
quiteños, aunque se revisaron también otras obras espu- considerando las repeticiones y las copias que se hacían
rias con el mismo tema, mientras que para la segunda de un pintor al otro (el esquema en el caso de México
pregunta, se analizaron algunas representaciones de ban- es fijo, como los tipos de mestizaje), se observa un contí-

Fig. 6. Anónimo, De Tente en el aire y Mulata, albarrazado, 1775-1800. Museo de América. Madrid.

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LA MESA PINTADA
nuum iconográfico en relación a los alimentos, sobre todo
vegetales, que se representan: desde los géneros exclusiva-
mente locales, como en el caso de los cinco cuadros de
indígenas principales de Vicente de Albán (1783), hasta la
ausencia de géneros vegetales en los de los españoles, pero
pasando por mezclas de géneros locales y de importación
europea de los cuadros de las combinaciones intermedias.
Para estas últimas, los elementos europeos presentes son
pan blanco y galletas, más unos pocos casos de huevos,
frutos como la sandía, el melón, los plátanos y la zanaho-
ria. De especial interés son los tres cuadros donde aparece
expresamente la intención de mostrar la producción local,
incluyendo una leyenda con los nombres de los mestizos
representados (Museo de América, Madrid):

1. De Tente en el aire y Mulata, albarrazado, Anónimo,


1775-1800 (Fig. 6). Encontramos 25 géneros, de los
cuales 9 son de origen europeo y 2 del oriente lejano:
uvas, sandias, melones, peras, higos, granadas, pláta-
nos, cirguelas y cañas; y granaditas de China y naran-
jas de China.

2. De Tente en el aire y Mulata; nace Albarasado, Andrés de


Islas, 1774. Encontramos 15 frutas con su leyenda, de
las cuales cuatro son de origen europeo: plátanos zapa-
lotes, platanos cameos, sandias y melones.

3. De Español y Negra, nace Mulata, Andrés de Islas, 1774.


Donde, de las 14 frutas, 4 son europeas –cañas de Cas-
tilla, peritas de San Juan, peras pardas y cirguelas– y
Fig. 7. José de Ibarra, Español y negra, sale mulato, 1725. Museo de América.
una, granaditas de China, de la cual podemos argüir su
proveniencia oriental.

Estas tres representaciones, con sus leyendas, se colo- en el caso del pan, las galletas y los huevos representados
can, de alguna manera al centro del continuum constitui- al natural o fritos (hay que recordar que las gallinas son
do por los dos polos, indígenas y españoles, constituyendo de origen europeo). Para los huevos, hay tres casos, de los
un verdadero manifiesto ideológico sobre la fusión de los cuales uno dudoso, siendo el cuadro del huevo frito el
dos mundos vegetales, donde los frutos del uno y del otro más explicito (De cambujo e india, tente en el aire, Andrés
tienen una misma fuerza connotativa. Esta conclusión es de Islas, 1774. Museo de América), aunque vale la duda si
importante sobre todo si consideramos que en la misma se trata de huevos de gallina o de pavo. Nos quedan así el
época y desde Francia llegaban las teorías de la inferio- pan y las galletas, que suponemos hechos de trigo: los dos
ridad biológica y climática del mundo latinoamericano, casos se refieren a De español y mulata, morisco (Anónimo,
propagadas por la obra de Buffón y De Pow (ver Gerbi, 1775-1780. Museo de América), las galletas; y Español y ne-
1982), a lo cual, los criollos respondieron polémicamente gra, sale mulato (José de Ibarra, 1725. Museo de América),
y con fuerza para defender no a los indígenas, sino a sí el pan en roscas (Fig. 7). Resulta así evidente que el pan
mismos como criollos, los nacidos en América que no de- y los productos de harina de trigo están dispuestos como
mostraban ninguna inferioridad debida a la humedad o a alimentos más cercanos al mundo español que al indíge-
la flora americana, como intentaban demostrar las teorías na, quedando demostrado que, en general, los cuadros
de los dos franceses. del mestizaje son la fiel demostración de la estratificación
Sin embargo, hay que remarcar que se trata de una estamental, sirviendo la representación de las mezclas
imaginaria “fusión” vegetal, ya que se siente un poco me- biológicas para denotar la diferencia social y los géneros
nos cuando se hace alusión a comidas preparadas, como alimenticios para connotar la desigualdad: los indígenas

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MIGRACIONES Y RUTAS DEL BARROCO
pensados más cercanos a la naturaleza (los vegetales) y los ricanas), todos de argumento religioso, destacándose los
españoles a la cultura (el pan). Sin embargo, por honestad temas de la Última cena de Cristo con los apóstoles y los
intelectual, hay que añadir que hay otro cuadro en la serie milagros de San Francisco, pero sin excluir otros, como
del mestizaje que estamos citando, donde encontramos lo los de banquetes, en representaciones de las postrimerías
que podría ser interpretado como pan (De indios y negro, y banquetes arriba del árbol de la vida. Los cuadros ana-
lobo, Anónimo 1775-1800. Museo de América, Madrid), lizados derivaban fundamentalmente de modelos euro-
además de la existencia en otros contextos pictóricos, de peos, cuya estructura era difundida a través de estampas
pinturas de calles con vendedores de pan. Sin embargo, en blanco y negro, lo que permitía al pintor local algu-
esta presencia no invalida la conclusión anterior, pero sí nos márgenes para variaciones. Sin embargo, es menester
insinúa que de todos los productos europeos, la penetra- concluir que el modelo europeo se realiza casi totalmente,
ción del consumo de pan entre las castas y los indígenas haciendo excepción algunas obras andinas y de su área de
debe ser interpretada de dos maneras encontradas, que influencia (lo que no excluye que una profundización de
sin embargo confluyen: para los indígenas y mestizos se la investigación en el área centroamericana podría arro-
trataba de utilizar una marca identitaria del grupo domi- jar más datos), incluyendo no sólo la composición de la
nante para participar del universo del valor; para los gru- escena pictórica sino también la comida que es represen-
pos dominantes, sobre todo los misioneros, se trataba de tada en las mesas, es decir, los varios alimentos represen-
civilizar al otro a través del producto mediterráneo más tados, sobre todo la fruta. Con esto parece confirmarse la
expresivo de la civilización europea, precisamente el pan, conclusión a la cual llegamos en el análisis de los cuadros
cuya preparación es metáfora de la obra de Dios en hacer del mestizaje: los mundos culinarios indígenas y criollo/
el mundo y el hombre, amén de lo que simboliza en la español, no se mezclan ya que tienen la función de mos-
misa cristiana. De allí que, como bien sabemos, el comer- trar, según sus creadores, lo que cada uno es o debería ser.
cio de harina con la madre patria y a través del contraban- Mostrar no es lo mismo que ser, evidentemente, ya que en
do con otras regiones europeas, fue muy intenso a lo largo la realidad de todos los días, pocos en las sociedades colo-
de toda la América hispana. niales americanas podían permitirse el lujo, literalmente,
Podemos ahora pasar a la segunda pregunta sobre la de comer todo los días productos de origen europeo, es
presencia de géneros alimenticios indígenas en la mesa de decir, importados, o, por lo menos, productos europeos
los estamentos acaudalados. Examinamos un gran núme- cultivados localmente. De allí la estrategia identitaria: en
ro de ejemplos de banquetes (unas 40 obras latinoame- lo privado, se mezclan productos culinarios propios y aje-

Fig. 8. Luís Riaño, Mural del Camino al Cielo, Andahuaylas, Cuzco, 1626.

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LA MESA PINTADA
nos; en lo público, se intenta tener pan blanco, vino y por- glo XVII. Museo Pedro de Osma, Lima (Perú) (Fig. 9);
tadas de guisos españoles. Era evidentemente un sistema • Basilio de Santa Cruz (taller), San Francisco niño reparte
en equilibrio inestable, pero suficientemente fuerte para pan entre los pobres, Cuzco, 1684. Museo Colonial de
que sus huellas sean todavía bien legibles en la realidad San Francisco, Santiago de Chile;
actual de las ciudades americanas. • Basilio de Santa Cruz (taller), San Francisco y el milagro
En este contexto general, algo perturba el orden de del niño escaldado y las manzanas, Cuzco, 1684. Museo
la representación, por lo menos en el mundo andino de Colonial de San Francisco, Santiago de Chile;
influencia cuzqueña, encontramos una serie de represen-
• Basilio de Santa Cruz (taller), Cena del Conde Hugolino
taciones de banquetes donde aparece un elemento, y uno
con San Francisco, Cuzco, 1684. Museo Colonial de San
sólo, el chile o ají, que no estaba presente, evidentemente,
Francisco, Santiago de Chile (Fig. 10);
en las estampas europeas utilizadas como modelo. Cita-
mos algunos casos: • Leonardo Flores, La parábola del pobre Lázaro y del rico
Epulón, La Paz, siglo XVIII. Museo de la Catedral de La
Paz (Bolivia).
• Luís Riaño, Mural del Camino al Cielo, Andahuaylas, • Tadeo Escalante, Mural del Árbol de la Vida, Huaro,
Cuzco, 1626 (Fig. 8); Cuzco, siglo XVIII. Templo de San Juan Bautista, Hua-
• Anónimo, Sagrada Familia bendiciendo la mesa, Lima, si- ro (Cuzco, Perú).

Fig. 9. Anónimo, Sagrada Familia bendiciendo la mesa, Lima, siglo XVII. Museo Pedro de Osma, Lima, Perú.

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MIGRACIONES Y RUTAS DEL BARROCO
Fig.10. Basilio de Santa Cruz (taller), Cena del Conde Hugolino con San Francisco, Cuzco, 1684. Museo Colonial de San
Francisco, Santiago de Chile.

La serie de cuadros identificados tiene un evidente lagro de San Francisco o la Sagrada familia comiendo–
origen cuzqueño, lo que implica que allí se creó una tra- espejo del mundo europeo, se permite la presencia sim-
dición, es decir, no se trata de una variación individual, bólica, evidentemente, de una imagen vegetal o culinaria
que no tendría mucho valor antropológico, salvo la cu- del otro mundo, el local, que se intenta transformar e
riosidad del caso, sino de temas compartidos. La repro- integrar culturalmente, pero tal vez reconociendo en par-
ducción de este motivo pictórico, precisamente por su re- te su valor cultural.
petición, debe ser interpretada de alguna manera; la vía Así, recuperando las conclusiones sobre el pan español
más simple, aun no menos importante, sería la de ver en en la mesa de las castas y hasta en la de los indígenas,
el ají un signo, un representamen en la terminología Pier- podríamos llegar a la conclusión que el ají tiene la misma
ce, que hace referencia a un producto vegetal específico, función, invertida; la presencia del mundo indígena en la
fácilmente interpretable como indígena o, por lo menos, mesa de los criollos blancos y españoles. El esquema sería
local. En un contexto homogéneo culturalmente –el mi- el siguiente:

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LA MESA PINTADA
El proceso es el siguiente: más nos alejamos de la mesa construye la representación oficial, lo que nos lleva nueva-
criolla, menor el uso de pan blanco de trigo; mientras que, mente al comienzo de nuestro recorrido, al tomate en las
más nos alejamos de la mesa indígena, menor el uso del representaciones pictóricas europeas, ya que, como éste, el
chile o ají. El verdadero cruce de los dos recorridos se da chile es también una solanácea, una planta perturbante.
en las mesas mestizas: comer pan blanco, para parecerse a Se trataría, al fin, de insinuar la duda en el orden culina-
los españoles, pero también ají, para no olvidar las raíces rio que expresa las identidades, mostrar, con un guiño, su
indígenas. Aquí está, verosímilmente, el fundamento de la relatividad y fragilidad.
cocina criolla sincrética y sus significados. En la misma senda, pero más bien atrevido fue Marcos
En un mundo donde el bien siempre triunfa y la in- Zapata en su Última Cena pintada en la catedral de Cuzco,
genuidad científica paga, el esquema funcionaría comple- una de las 50 obras que se comprometió a realizar a partir
tamente y podría ser utilizado como modelo explicativo de 1755, teniendo como modelo los grabados realizados
de otros ámbitos culturales y objetos pictóricos. Pero no por Martin Engelbrecht (1684-1756), a partir de los dibu-
vivimos en ese mundo, así que me gustaría sugerir que jos de Christoph Thomas Scheffler (1669-1756), ambos
tal vez el chile o ají en la mesa de San Francisco, podría alemanes, recopilados y publicados en 1732, con el título
tener también otra función no necesariamente contradic- de Elogia Mariana. Entre éstos se encuentra un grabado
toria con la conclusión general: incluir el ají en las repre- de la última cena que Zapata reproduce casi fielmente
sentaciones de las mesas de los estamentos acaudalados, en su estructura general, pero introduciendo variaciones
españolas y criollas, no necesariamente demuestra su uso importantes, aparte del color, evidentemente: en la mesa,
culinario, sino que podría considerarse un signo público donde el grabado muestra solamente un plato vacío y un
de interpretación circunscrita a un público idóneo a re- cáliz, Zapata añade vasos y botellas de vino, dos bande-
conocerlo, los indígenas y los mestizos que lo utilizaban jas de fruta, más otras sueltas en la mesa, varios panes
ampliamente en sus dietas, símbolo de su mundo de ori- y, lo que más nos interesa, un animal asado en el plato
gen. Una función tal vez subversiva, la metáfora que de- (Fig.11). En las representaciones de la Última Cena, tanto

Fig.11. Marcos Zapata, La Ultima Cena, Cuzco, mitad siglo XVIII.


Catedral de Cuzco, Perú.

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MIGRACIONES Y RUTAS DEL BARROCO
en las medievales como en las barrocas, el plato o bandeja al “Agnus Dei, qui tollis peccata mundi” se repite tres veces
central contiene habitualmente pedazos de carne o una en la misa, antes de la comunión). Poner un cuy en lugar
tibia de animal pequeño o el animal entero asado, siendo del cordero no puede considerarse un lapsus del pintor,
de general aceptación que se trate de un cordero, cuyo sino un acto voluntario de inscribir en la representación
valor simbólico deriva tanto de la tradición del Pésaj he- cristiana un aspecto importante de la cultura quechua,
breo (la pascua), cuando se recordaba el éxodo de Egipto pensado como homólogo del cordero, sincretizando las
consumiendo el plato del Seder que contenía, entre otros dos simbologías a través de la noción del sacrificio: como
alimentos, un pernil de cordero asado (z’roa) proveniente el Cristo, con quien el cordero es identificado en los ri-
de un animal sacrificado en el templo de Jerusalén; como tuales andinos de curación, el cuy asume simbólicamente
de la misma tradición cristiana que asociaba el cordero sa- en su cuerpo la enfermedad, hasta que muere físicamen-
crificado con el Cristo crucificado para la liberación de los te para que el enfermo tenga vida. No importa aquí si
pecados, como reza la mitología cristiana. Consciente del se trata de la creación sincrética de un individuo o, al
valor simbólico del contenido de la bandeja central de la contrario, expresaba un contenido compartido por los
mesa, Zapata introduce su mayor variación de la tradición quechuas cuzqueños; importa que todas las veces que los
cristiana: en lugar del cordero, pinta un cuy asado (Cavia feligreses indígenas que entraban en la catedral podían
porcellus), pequeño roedor que los indígenas andinos crían observar, en la nave lateral a la izquierda del altar, en el
para fines alimentarios, sobre todo, en reunión con inter- centro del grande cuadro que le relevaba el misterio cris-
cambio recíproco de comida, y que utilizan también en tiano, un núcleo central de su cultura y, a través de ello,
rituales de curación. identificarse con el evento representado. Evidentemente,
Evidentemente, aquí, no se trata simplemente de aña- ya que el cuadro está todavía en la catedral del Cuzco, ni
dir un ají entre las portadas de la mesa representada, –aun- los inquisidores coloniales, ni los obispos y curas contem-
que con su valor referencial–, sino interpretar de manera poráneos se han percatado de la blasfemia, por lo menos
no canónica uno de los momentos más importantes de la para su teología, ya que parece que los quechuas han en-
historia sagrada del cristianismo, la constitución fundante tendido el mensaje cristiano, el original, que impulsa el
del ritual de la eucaristía y, con ellos, del ritual de la misa amor y el ágape, así como se comparte el cuy asado en los
cristiana (donde es importante resaltar que la referencia rituales festivos andinos.

BIBLIOGRAFÍA

Amodio, Emanuele, Formas de la alteridad: construcción y difusión de la Biancastella, Antonino, L’Erbario di Ulisse Aldrovandi. Natura, arte e
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Amodio, Emanuele, “The War of the Plants. Botanical Exchange and teschi”. Programma del Corso “Botanica per Beni Culturali”.
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Benzoni, Girolamo, La historia del Mondo Nuovo. Academia Nacional de
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ber y actividad humana. México: Siglo XXI. México, 1993, pp. 55-99.

Agradecimientos:
Un agradecimiento especial a Elizabeth Kuon (Cuzco) y Fernando Guzmán (Santiago de Chile) por la ayuda en encontrar algunas de las imágenes y
en su identificación e interpretación.

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LA MESA PINTADA
igraciones & utas del

FUNDACIÓN VISIÓN CULTURAL

FUNDACIÓN ALTIPLANO

VII ENCUENTRO INTERNACIONAL

SOBRE BARROCO
Imagen Portada:
Pintura mural de la Iglesia de Parinacota - Chile

Libro publicado por la Fundación Visión Cultural


y la Fundación Altiplano

Edición y Producción General:


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Diseño Gráfico:
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Impresión:
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ISBN: 978 - 99974 - 41 - 33 - 1

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La Paz, Bolivia, 2014

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