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De izquierda a derecha: Betty Albaladejo, Carmina Albaladejo, Carmina Ramis, José Albaladejo, Antonio Albaladejo, Marlenne Albaladejo.

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Carmina
Shoemaker texto por a ndr és puch • Fotografía por dav id gaya

EL TRIUNFO DE LA TRADICIÓN
Carmina Shoemaker es una de las marcas españolas con más proyección internacional.
La calidad de sus zapatos y la fidelidad a los métodos de trabajo artesanales tradicionales
son las claves de su éxito, que es también el triunfo de una filosofía de empresa y de
entender el universo de la zapatería. Viajamos hasta Inca para conocer los secretos de
esta empresa y de la familia Albaladejo-Ramis, que dirige este proyecto.

A hora que tanto se habla de la Marca


España, muchas veces limitando su
marchamo de excelencia a las gran-
des (por tamaño) empresas y las
estrellas deportivas, habría que re-
cordar esas empresas con mayúscu-
las, que independientemente de su
tamaño son, gracias a su trabajo un
ejemplo de superación, constancia
y fidelidad a unos valores que las
hacen únicas. Son firmas, muchas
de ellas sólo reconocidas por los
“conoisseur” y su fiel clientela, que triunfan en silencio tanto en el mercado
nacional como internacional y a las que los grandes medios no dan el eco que
merecen. Las personas que hacen que estos proyectos sigan creciendo son
la auténtica Marca España, y dan la medida de lo que puede conseguir este
país gracias al talento y el trabajo. Una de esas casas es Carmina Shoemaker
que elabora zapatos artesanos en Inca, Mallorca. Dicen los expertos que la
calidad y diseño de sus creaciones la equiparan a grandes nombres de la za-
en establecimientos y boutiques especializadas de Australia, Japón, Estados
Unidos, Brasil y en las tiendas de la marca en París, Bilbao, San Petersburgo,
Barcelona, Palma de Mallorca o Madrid.

Una larga historia.


Carmina Shoemaker es el último proyecto de José Albaladejo Pujadas, que
junto a su esposa Carmina Ramis y sus hijos puso a andar la marca en 1997;
tras a una trayectoria relativamente corta se esconde una historia familiar que
casi alcanza los 150 años. En 1866 el bisabuelo de José, Matías Pujadas abrió
un pequeño taller artesano en el pueblo de Inca. Su abuelo continuó la labor y
llegó a abrir las puertas de una fábrica, en la misma localidad, que fue pionera
en la introducción del cosido Goodyear en nuestro país, y que hoy es una
de las principales características de los modelos que salen de los talleres de la
actual fábrica de Carmina Shoemaker. José Albaladejo Pujadas se incorporó
en los sesenta a la empresa familiar, que en los ochenta llegó a fabricar más
de un millón de pares de zapatos anuales. Luego llegó la crisis y la reestructu-
ración del sector que puso final a aquella etapa. Con todo el “knowhow” y la
experiencia acumulada durante cuatro generaciones, esta saga familiar puso
en marcha este proyecto en el que participa activamente la quinta generación
patería clásica como Church’s, Allen Edmonds, Alden o Crockett & Jones. aportando ideas y perspectivas nuevas. Este espíritu se siente nada más entrar
Sus zapatos, tanto para hombre como para mujer, pueden ser adquiridos en las instalaciones de la firma que actualmente siguen haciendo de Inca uno

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El proceso comienza con el dibujo del patrón y la elaboración de la horma de madera. Después el patrón es trasladado a un
plano que sirve para que el corte de las piezas y el forro mantengan la forma y el estilo del diseño original. Los cortes se realizan
a mano para que el ensamblado y el cosido sean perfectos. Tras el cosido Goodyear se realiza el desvirado o igualación de
cantos. Después se procede a clavar el tacón realizado con capas de suela que se colocan una detrás de otra de forma que no
se agrietan ni se mueven nunca. El montado se deja en la horma durante cuatro días para que se amolde y garantice una vida
larga al zapato. La fase final incluye las labores de teñido de los cantos y las suelas para lo que se emplean tintas y cera carnuba
que realzan el brillo natural de los materiales.

“Ponemos especial
de los principales centros de producción de calzado de calidad de nuestro país. especial cuidado en mantener
Nos recibe José Albaladejo que, pese a llevar toda la vida dedicada al mundo al día las líneas de los zapatos.
cuidado en mantener
del calzado, mantiene una ilusión que desde el primer estrechón de manos se Revisamos los patrones conti- al día las líneas de
contagia. La expansión y reconocimiento que se ha ganado la firma, y sobre nuamente para hacer pequeñas zapatos. Revisamos
todo la implicación de sus hijos, le han rejuvenecido como nos confiesa con rectificaciones para que en el
una sonrisa exultante en los labios. En el estudio se amontonan las muestras devenir de los años todos estos los patrones
de pieles de diferentes orígenes, cartílago y ante que cuelgan de ganchos en las modelos conserven su frescu- continuamente”
paredes. Las estanterías están repletas de zapatos, botas y botines, de una am- ra”. Mientras nos explica la
plísima gama de colores: burdeos, cognac, negro, verde, rojo, marrón, azul, historia y los proyectos de la
etc. Allí nos presenta a Carmina, y a sus hijos Betty, que se encarga de las firma técnicos y operarios entran y salen para seleccionar materiales, hacer
relaciones exteriores, Antonio, que es el director general, Carmina, que cuida consultas, comprobar los dibujos de los patrones y las hormas de las distintas
de la red de tiendas, y Marlenne, que dirige el departamento creativo. Ellos referencias. La actividad es desbordante. Llama la atención la cantidad de
son el cerebro y el corazón de un equipo que hace posible que la fábrica haya modelos que disponen de una versión femenina. En este sentido destaca la
recuperado el ritmo trepidante y la actividad de sus tiempos dorados. José es atención que Carmina ha puesto en la mujer en contraste con el predominio
el alma máter y se define como “creador, diseñador y fabricante, pero sobre masculino prácticamente exclusivo de los zapateros clásicos, especialmente
todo como maestro zapatero”. Su fórmula parte de un escrupuloso respeto anglosajones. José, mientras nos enseña el brillante acabado de un modelo
por el método de trabajo artesano con una “apertura a nuevas formas co- de cordovan de Horween (anca de potro), que es uno de los clásicos de la
merciales y a un público joven cada vez más numeroso para lo que ponemos casa, nos explica que lo fundamental es su método de trabajo: “Cuando unas

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empresas emplean veinte minutos


en la línea de montaje para hacer
un zapato, nosotros utilizamos dos
días completos. Esta lentitud nos
permite hacer nuestros zapatos de
la manera más artesanal. Monta-
mos ciento sesenta pares al día”.

El imperecedero
­valor de lo artesano.
Para comprobar el esmero y el per-
feccionismo que la familia Albala-
dejo ha inculcado a los artesanos y “A todas
operarios que trabajan para la casa, nuestras
José nos anima a acompañarle en
su ronda de supervisión. Los talle- máquinas les
res de la fábrica son el sancta sanc- hemos bajado
torum de la firma y en donde, en la velocidad
definitiva, toma forma la filosofía
de empresa que ha hecho de Car- para poder
mina Shoemaker lo que es hoy en perfeccionar
día. El traqueteo de las máquinas
nos acompaña durante toda la vi-
los acabados”
sita. “Conservamos máquinas de
los años 40 que precisan de mucho
mantenimiento y de mucho cuida-
do de nuestros mecánicos. A todas
nuestras máquinas les hemos baja-
do la velocidad para perfeccionar el
acabado de esta manera nuestros pespuntes además de ser de más calidad,
son más estéticos y por eso parece que están dibujados. Aquí trabajamos para
que la calidad y la estética sean la misma cosa”. Todo el proceso comienza
con la elaboración de la horma de madera, por el maestro hormero, y el
dibujo del patrón que es una tradición que se ha ido perdiendo entre los
fabricantes. Ese patrón es trasladado a uno plano que sirve para que el corte
de las piezas y el forro mantengan la forma y el estilo del diseño original. Los
cortes se realizan a mano para que el ensamblado y el cosido sean perfectos.
Los trabajadores no se inmutan por nuestra presencia, concentrados en su
labor. Es muy especial esta atmósfera que tiene un sabor muy tradicional,
sobre todo por la combinación de los penetrantes olores del cuero, las ceras
y las cremas. José supervisa con ojo clínico todas las actividades parándose
a preguntar cuando algo sale de la normalidad. Uno de las características
principales de estos zapatos es el cosido Goodyear que “hace que la masa de
corcho que se pone en la suela permita ir dejando la impronta (huella) de
cada pie, consiguiendo que se consiga un zapato personalísimo en el mon-
taje”. Este procedimiento se utiliza también en los modelos femeninos y es

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una de las señas de identidad de la casa. Tras el cosido se realiza el desvirado


o igualación de cantos en el que se puede apreciar la destreza y precisión de
los artesanos en su máxima expresión. Una vez finalizada esta operación el
zapato está preparado para clavar el tacón que se realiza con capas de suela
que se colocan una detrás de otra de forma que no se agrietan ni se mueven
nunca. José nos indica que “este proceso de recortar con precisión al cosido
ya no lo encontramos más que en poquísimas fábricas, casi todos los fabri-
cantes montan la suela de una sola vez con tacón incorporado. Aquí man-
tenemos el proceso tradicional, es decir uno a uno como hacia mi abuelo”.
Una vez realizado el montado se deja en la horma durante cuatro días para
que se amolde y garantice una vida larga al zapato. La fase final incluye las
labores de teñido de los cantos y las suelas para lo que se emplean tintas y cera
carnauba que realzan el brillo natural de los materiales. Las ceras se aplican
con sumo cuidado utilizándose cepillos de pelo de armillo y lamas de tela
que uno de los encargados nos explica ayuda a “obtener los múltiples matices
de abrillantado, evitando los reflejos uniformes y consiguiendo la pátina del
zapato usado”. El resultado es un zapato excepcional en el que cada detalle es
importante. José insiste en la perfección con la que están realizados los pes-
puntes y repuntes, las suelas y los tacones de los modelos femeninos, incluso
de los cordones. Es un apasionado de su trabajo que transmite, con cada una
de sus explicaciones, el orgullo por una manera de entender el universo del
zapato que comparte todo su equipo. Gracias al esfuerzo de todos, Carmina
Shoemakerha permitido que Inca siga enviando estos zapatos cien por cien
“made in Spain”, a las principales zapaterías del mundo.

José insiste en la perfección


con la que están realizados
los pespuntes y repuntes,
las suelas y los tacones de
los modelos femeninos,
incluso de los cordones

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