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EL EDÉN DE LA ROPA VINTAGE

En el cruce de Agustín Gamarra con el jr. García Naranjo, en uno de los


pasajes que cruza el Emporio Comercial de Gamarra - La Victoria, centro textil
que alberga a más de 80 mil trabajadores y 40 mil locales, se encuentra ‘La
Cochera de Tacora’. Aquí abundan prendas de épocas pasadas con patrones
únicos a menos de cuarenta soles, pero también guarda un oscuro secreto.
Cualquier parecido con Instagram es pura coincidencia.

“Barato, barato, como la cola del gato”, vocifera una señora de


aproximadamente 40 años con cabello corto, lentes y ropa holgada, sentada en
la entrada de la galería, a la que todos se refieren como La Señito. Ella se
refiere al grupo de prendas que tiene en un tablero de madera que se extiende
en toda la entrada de su pequeño espacio. Al ingresar a la galería, invade un
olor cargado de humedad y ropa guardada, ese aroma se asemeja a los
inviernos en Lima en las alturas de los cerros. Mientras más nos adentramos,
observamos en la parte inferior los jeans de todos los estilos y colores,
mientras que, en estantes colgadores se lucen las casacas, camisas y
chompas tejidas, muchas de ellas de reconocidas marcas.

Su stand destaca por el orden y organización de las prendas, todo


perfectamente encajado en colgadores y dividido por colores. “Estos días
llegan más modelos. Directos de Estados Unidos, Malasia, Hong Kong, de
todos lados…”, comenta. Sin embargo, ellas no compran muy a menudo,
porque casi siempre tienen guardada la ropa en fardos. “Esto me cuesta en
dólares. Está 650 el fardo. En invierno, solo entran entre 130, pero justo ahora
abriré un fardo de verano. Lo que más se vende ahora son las ropas delgadas
y casacas”. Nos comenta Rubí. Ella es consciente de que algunas de sus
prendas son revendidas por redes sociales; pero no le causa ninguna molestia.

Cachineras de vocación

Carlos Ureta, fotógrafo y dueño de una tienda online de prendas de segunda


mano, se considera “Cachinero de vocación”. Cabello corto lacio, ropa holgada
de colores y energía que desborda, nos cuenta: “Toda mi ropa, menos la ropa
interior, es de La Cachina”. Ureta lleva usando cosas de segunda mano desde
que tiene uso de razón. “Mi papá, que es confeccionista, siempre iba a buscar
repuestos a La Cachina y venía con ropa y juguetes para mí”, narra.

Según Carlos, son muchas las ventajas de comprar este tipo de prendas. “Son
piezas únicas y aparte que también se ajustan al presupuesto de cada persona
y de aprovechar sus recursos y distribuirlos de la mejor manera”, cuenta.
Además, sabe que comprar de segunda mano es una manera de no dañar el
medio ambiente. “Sabemos todos que la ropa es la segunda industria del
mundo que más contamina”, nos dice.

Carlos, a sus cortos 25 años, es dueño de la tienda online “Made In Cachina”,


cuyo Instagram actualmente cuenta con más de 5000 seguidores, con solo 195
publicaciones. “Empecé en octubre de 2020, hasta diciembre eran cosas que
yo podía sacar de mi ropero y que ya no utilizaba”, cuenta. Ahora incluso se
plantea vivir de las ventas: “Sí, quisiera dedicarme a esto y que ninguna de mis
pasiones se vaya, pero hay que ponerle mucho esfuerzo y diciplina para las
ventas”.

Para él, que está estudiando Administración de Empresas, las ganancias sirven
como un dinero extra. Según cuenta, obtiene entre el 50% y 60% de lo que
invierte, luego de recuperar lo gastado.

La venta de ropa por redes sociales se incrementó debido a la pandemia, pero


la ropa vintage ya era muy usada incluso antes, según reveló IPSOS el 2020,
un 62% de peruanos habían comprado prendas de segunda mano antes de la
llegada del Covid-19. En la actualidad, publicaciones con hashtags como
“#ropavintageperú” y “#ropavintagelima” han sido compartidos más de 20 mil
veces en Instagram. Además, páginas líderes como Trapos y Sedas, Orange
ropa y Vintagestore.pe suman, entre ellas, más de 200 mil seguidores.

¿Cómo la traen?
No es un secreto que en el Perú la mayor tasa de importación es proveniente
de países como China y Estados Unidos. Según el Sistema Integrado de
Información del Comercio Exterior, el país Norteamericano, trae más de 270 mil
millones de dólares en prendas de vestir al año. Mientras tanto, en el año 2016,
China incrementó sus importaciones de ropa al Perú en hasta un 3000%
generando que, hasta este año, ocupe el 70% de importaciones de prendas.

“Es igual a un proceso de cualquier mercancía. O sea, una vez que tú tienes tu
contacto y ya están enviadas las cargas, lo que tienes que hacer es, de manera
anticipada de arribo, hacer las gestiones con el transportista, la naviera o la
línea aérea para designar el punto de llegada”, explica Christian Calderón,
director del estudio CCR, consultora en temas de comercio exterior y Aduanas,
y vocero del Gremio de Comercio Exterior de la Cámara de Comercio de Lima.

“Está prohibido importar ropa de segunda mano. Es una ley que ha sacado el
gobierno, que está prohibido”, cuenta Paula Calixto, licenciada en Negocios
Internacionales y trabajadora en la importadora Corban Trans Logistic. En el
Perú rige desde el 2005 la ley Nª 28514, que prohíbe la importación de ropa y
calzados usados con fines comerciales, y por la cual ninguna de las prendas
debería ser posteriormente vendidas en estos emporios.

“Si es ropa de segunda mano, está prohibido por ley. Yo sé que hay personas
que traen fardos, pero son fardos que traen por donaciones, que lo usarán para
la venta, pero en un tema de importación, no se puede traer de segunda
mano”, recalcó Paula. Sin embargo, hasta el día de hoy, emporios como La
Cochera de Tacora siguen abiertos y posiblemente no cambie en mucho
tiempo.

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