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ΈΝ  

ΌΛΙΓΩ   ΚΡΙΣΤΙΑΝΟΣ
EL Casi Cristiano
Al Descubierto,
O
El Falso Profesante
Probado y Denunciado

Por Matthew Mead

Siendo la esencia de siete sermones, predicados por


primera vez en el 1661 en la Iglesia del Santo Sepulcro en
Londres y ahora hechos públicos por la insistencia de
amigos.

Y oían también todas estas cosas los fariseos, que


eran avaros, y se burlaban de él. Entonces les dijo:
Vosotros sois los que os justificáis a vosotros mismos
delante de los hombres; más Dios conoce vuestros
corazones; porque lo que los hombres tienen por
sublime, delante de Dios es abominación. Lucas 16:14-
15
 

El casi cristiano al descubierto

Copyright © Monte Alto Editorial, 2022

Titulo original: The Almost Christian Discovered; or, the


False Professor Tried and Cast
Traductor: Edil Cajigas
Editor: Oscar Andrés Romero
Diseño de portada: Samuel Cardozo

Todos los derechos reservados. Ninguna parte de esta


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© 1960 en América Latina por Sociedades Bíblicas. Las citas
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Foundation.

Monte Alto Editorial


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Contenido

Agradecimiento del traductor


Datos biográficos de Matthew Mead
Dedicatoria del autor
Al lector
Introducción
Pregunta I ¿Cuán lejos puede ir un hombre en el camino
al cielo y, sin embargo, ser solo un casi cristiano?
I.             Un hombre puede tener mucho
conocimiento, mucha luz; él puede conocer mucho de
Dios y su voluntad, mucho de Cristo y sus caminos y, sin
embargo, ser sólo un casi cristiano.
II.Un hombre puede tener grandes y eminentes
dones, así es, dones espirituales y, sin embargo, ser
sólo un casi cristiano.
III.              Un hombre puede tener una alta profesión
de religión, tener muchos deberes externos de piedad y,
sin embargo, ser sólo un casi cristiano.
IV.              Con tal de acercarse aún más; un hombre
puede llegar muy lejos oponiéndose a su pecado y, sin
embargo, ser sólo un casi cristiano.
V.Un hombre puede odiar el pecado y, sin embargo,
ser sólo un casi cristiano.
VI.Un hombre puede hacer grandes votos y
promesas; puede tener fuertes propósitos y resoluciones
contra el pecado y, sin embargo, ser sólo un casi
cristiano.
VII.Un hombre puede mantener una contienda y
luchar contra el pecado que habita en él y, sin embargo,
ser sólo un casi cristiano.
VIII.Un hombre puede ser miembro de la iglesia de
Cristo, puede unirse al pueblo de Dios, participar con
ellos en todas las ordenanzas y compartir todos los
privilegios de la iglesia y, sin embargo, ser sólo un casi
cristiano.
IX.Un hombre puede tener grandes esperanzas en el
cielo, grandes esperanzas de ser salvo y, sin embargo,
ser sólo un casi cristiano.
X.              Un hombre puede estar bajo grandes y
visibles cambios, y estos forjados por el ministerio de la
palabra y, sin embargo, ser sólo un casi cristiano.
XI.               Un hombre puede ser muy celoso en
materia de religión y, sin embargo, ser sólo un casi
cristiano.
XII.Un hombre puede estar en mucha oración; él
puede orar a menudo y orar mucho; y, sin embargo, ser
sólo un casi cristiano.
XIII.Un hombre puede sufrir por Cristo en sus bienes,
en su nombre, en su persona; y, sin embargo, ser sólo
un casi cristiano.
XIV.Un hombre puede ser llamado por Dios y abrazar
ese llamado y, sin embargo, ser sólo un casi cristiano.
XV.Un hombre puede tener el espíritu de Dios y, sin
embargo, ser sólo un casi cristiano.
XVI.Un hombre puede tener fe, y, sin embargo, ser
sólo un casi cristiano.
XVII.Un hombre puede ir aún más lejos: es posible
que él tenga amor por el pueblo de Dios y, sin embargo,
ser sólo un casi cristiano.
XVIII.               Un hombre puede obedecer los
mandamientos de Dios, sí, muchos de los
mandamientos de Dios y, sin embargo, ser sólo un casi
cristiano.
XIX.Un hombre pudiese estar santificado y, sin
embargo, ser sólo un casi cristiano.
XX.Un hombre puede hacer todo, en cuanto a
deberes externos y adoración, lo que un verdadero
cristiano puede hacer; y, cuando lo haya hecho todo, ser
sólo un casi cristiano.
Pregunta II ¿Por qué muchos van tan lejos para ser casi
cristianos?
Pregunta III Si una conciencia natural puede llegar tan
lejos, ¿qué diferencia hay entre esta conciencia natural en
hipócritas y pecadores, y la conciencia regenerada en los
creyentes? o, ¿cómo podemos saber si el trabajo de la
conciencia es solo el trabajo de la naturaleza, o por el
contrario la gracia forjada en ella?
Pregunta IV ¿A qué se debe qué muchos sean solo casi
cristianos cuando han ido tan lejos?
Pregunta V ¿Cuál es la razón para que muchos casi
cristianos no vayan más lejos en la profesión de religión?
Aplicación
Uso de examinación
Uso de precaución
Uso de exhortación
Agradecimiento del traductor

En primer lugar, doy las gracias, la gloria, el honor y la


honra a Dios Todopoderoso, quien por medio del Señor
Jesucristo nos ha bendecido con una salvación preciosa. Es
Él quien me ha dado las capacidades y habilidades que me
permitieron servirle de instrumento para poder llevar a cabo
este trabajo.

También agradezco en gran medida a los hermanos y


hermanas de la Iglesia Bautista Bereana en San Juan Puerto
Rico, a mi esposa y a mi suegra, por la ayuda brindada en la
revisión y corrección del texto.
Datos biográficos de Matthew Mead

Matthew Mead nació el año de 1629, en el pueblo de


Leighton Buzzard del condado de Bedfordshire en Inglaterra.
En el año 1648 es aceptado como estudiante del Eton
College, y en agosto de 1649 es elegido académico en el
King's College de la Universidad de Cambridge; pero
presenta la renuncia dos años más tarde, el 6 de junio de
1651. Esto lo hizo con tal de evitar la expulsión del puesto,
por no comprometerse con el gobierno republicano de La
Mancomunidad de Inglaterra, que se estableció en 1649
(finalmente disuelto en 1660).

En 1655 contrae nupcias con Elizabeth Walton (con quien


tuvo 13 hijos), y para ese año pasa a ser orador matutino en
el templo San Dunstán y Todos los Santos en Stepney. El 28
de diciembre de 1656 es admitido como miembro de la
Iglesia Congregacional de Stepney, que fue formada en el
1644, por William Greenhill. Se identificó con los
independientes durante el gobierno de Oliver Cromwell, y el
22 de enero de 1658, Cromwell lo asigna como curato de la
Iglesia de San Pablo en Shadwell. Es removido de dicho
puesto durante el periodo de la restauración inglesa, pero
logra obtener otro puesto en el templo del Santo Sepulcro
en Holborn. En 1661, prepara una serie de siete sermones
los cuales se convertirían luego en un manuscrito. Este
manuscrito viene a ser su obra más duradera: El casi
cristiano al descubierto. Justo después de la impresión
del manuscrito, es expulsado del puesto por su no
conformidad al acta de uniformidad de 1662. A su salida
predica su último mensaje, “La Despedida del Pastor”
(basado en el versículo de 1.a de Corintios 1:3), en la que
motivó a su audiencia a mantenerse firme en su curso y que
siguieran siendo fieles a sus ideales, en vez de ser
conformistas.

Mantuvo residencia en Londres durante la gran plaga de


1665, pero luego se exilia a Holanda, ya fuese por causa del
acta de conventículos de 1664 o por el acta de Oxford
(también conocida como acta de las cinco millas), que entró
en vigor en el 1666. Siempre mantuvo una relación muy
estrecha con Greenhill y el 31 de enero del 1669 es llamado
al “ejercicio de sus dones”, como asistente en Stepney.

Acepta el llamado el 21 de febrero del mismo año pasando


luego a ser pastor asistente. Tras el fallecimiento de
Greenhill, acepta el llamado al pastorado, siendo ordenado
por John Owen y Joseph Caryl (junto a otros), el 14 de
diciembre de 1671. Es en el pastorado de esta congregación
que Mead pasó la mayor parte de su carrera, predicando allí
hasta su muerte. Su congregación fue la más grande en
Londres y sus predicaciones fueron muy solicitadas. En el
1674 se le construye una casa de reuniones en Stepney, y
en la parte superior se prepara un ático con una entrada
oculta, el cual sirvió de escondite para las reuniones de su
congregación durante tiempos difíciles. En diciembre de
1682 William Smith junto con una fuerte guardia, irrumpe en
la casa de reuniones, sacándolo del púlpito y rompiendo las
formas. En 1683 se le arresta bajo sospecha de ser cómplice
en el complot de Rye House, pero presenta su defensa de
forma muy satisfactoria y el rey ordena inmediatamente su
liberación. En septiembre de 1683 sustituye a John Owen
como uno de los conferencistas de las Conferencias de los
Mercaderes en la sala de conferencias de Pinners. En una de
sus participaciones, logra reunir 300 libras esterlinas al
hacer súplica en favor de ministros de bajos recursos. Se
dice que su predicación fue tan impactante que hubo damas
que se quitaron sus anillos y relojes, para depositarlos en
las bandejas de ofrenda.
En 1686 regresa a Holanda, siendo predicador en la ciudad
de Utrecht; pero retorna a Londres tras la Declaración de
Indulgencias (también conocida como declaración por la
libertad de conciencia), dictada por Jacobo II de Inglaterra
en 1687. Mead apoyó con gran entusiasmo, el movimiento
iniciado en 1690 por John Howe, en pro de la unidad entre
los presbiterianos y los congregacionalistas. Tras la "feliz
unión" se celebró una reunión en Stepney el 6 de abril de
1691, ocasión en la que Mead predicó el sermón "Dos palos
hacen uno"; tomando como base el versículo de Ezequiel
37:19. En dicho sermón predicó que el denominacionalismo
era innecesario y deshonraba a Cristo. Tras la ruptura de la
unión en 1694, Mead se mantuvo como conferencista en
Pinners, aun después de que los presbiterianos se retiraran.
El mismo año, Edmund Calamy le ofrece la ordenación, pero
la rechaza por temor de ofender a los otros.

Mead predica su último sermón en mayo de 1699 y fallece


el 16 de octubre de ese mismo año, a la edad de 70 años,
siendo sepultado en el cementerio de Stepney. En su funeral
predicó su amigo John Howe, describiéndolo como un
caballero y erudito; “un muy reverendo y laborioso siervo de
Cristo”. El epitafio inscrito en su lapida leía: honesta apud
Cattieuclanos familia ortus.

Varias de sus obras más conocidas lo son:

❖      El Casi Cristiano Al Descubierto (1662).


❖       La Prescripción de Salomón Para La Remoción De La
Pestilencia (1666).
❖       La Bienaventuranza De Una Obediencia Temprana
(1683).
❖     La Visión De Las Ruedas (1689).
 
Dedicatoria del autor

A la congregación del Santo Sepulcro, los cuales son la


audiencia de estos sermones, gracia y paz sean
multiplicadas.

Amados,

El significado de la providencia que me llamó este verano


de entre ustedes, a la ocupación de mi talento, será mejor
leída y entendida por los efectos sobre sus propias almas. El
aumento amable de la gracia y la santidad en el corazón y
la vida, solo pueden demostrar que ha sido en misericordia.
Donde este no sea el fruto de la palabra, allí se convertirá
en juicio. La palabra viaja con vida o muerte, salvación o
condenación, y produce lo uno o lo otro en cada alma que la
escucha. No sería por un mundo (si estuviera en mi poder
hacer la elección), que mis labores, que estaban destinadas
y diseñadas a promover sus almas inmortales para la gloria
del otro mundo, y que en el presente buscan brindarles paz,
sean encontradas como un ministerio de muerte y
condenación en el gran día de Jesucristo. Esto sin embargo
(el Señor sabe), es muy común con la predicación más clara
y poderosa del evangelio. “Las aguas del santuario” [1] no
siempre sanan cuando vienen, porque “sus pantanos y sus
lagunas quedarán para salinas”.   ‫ ּנוָּתִנ חַלֶמְל‬La misma
palabra (‫מל ַח‬
ֶ ), está en otra parte de la Escritura traducida
como estéril; convierte “la tierra fructífera en estéril” [2]
(‫מלֵחָה‬
ְ ), de modo que el juicio denunciado sobre estos
lugares densos y pantanosos es que la maldición de la
esterilidad descansará sobre ellos, a pesar de que las
“aguas del santuario los desborden”.
Se dice con certeza, que el evangelio inflige una muerte
propia, así como la ley; si no, ¿cómo se dice en Judas, que
esos son “árboles otoñales, sin fruto, dos veces muertos y
desarraigados” [3]? Definitivamente eso que en sí mismo es
la mayor misericordia, a través de la interposición de los
deseos de los hombres, y la eficacia de este maldito pecado
de incredulidad recurre al mayor juicio, ya que el vino más
dulce y generoso produce el vinagre más agrio. Aun nuestro
mismo Señor Cristo, la misericordia más selecta con la que
las entrañas de Dios pudieron bendecir[4] a un mundo que
perece;[5] en cuya venida (Él mismo dando testimonio), trajo
el mensaje excelso de vida eterna[6] y bendición para los
hijos perdidos y malditos de Adán; ¿para cuántos Él fue ‫וּל ְצוּר‬
‫מכְשׁוֹל‬
ִ ‫תֵי לִשְׁנ ֵי‬
ּ ָ‫“ לְפ ַח ב‬piedra para tropezar, y tropezadero para
caer”?[7] Si “por lazo y por red” lo fue para “las dos casas de
Israel”, el único pueblo profesante de Dios en el mundo de
esos días; ¿no es Él para muchos profesantes hasta el día de
hoy, una piedra de tropiezo en el ministerio del evangelio,
sobre la cual caen y se rompen cuando Él dice:
“bienaventurado es el que no halle tropiezo en mí”?[8] Al
pronunciar esto, Él claramente propone que la generalidad
de los hombres se ofendería, tanto por causa de su persona
como de su doctrina.

No es que este sea el diseño de Cristo y el evangelio, sino


que así pasa por entremedio de las corrupciones en los
corazones de los hombres, por lo que toman a Cristo a la
ligera, y se destacan yendo contra esa vida y gracia, que el
Señor Jesús compró con su sangre a un alto precio. Es por la
predicación de ese evangelio tan libremente ofrecido; que el
rechazo voluntario seguramente duplicará nuestra
condenación, así como su aceptación asegurará nuestra
salvación eterna.
¡Oh! consideren, es una de las preocupaciones más serias
del mundo, cómo nos comportamos bajo el evangelio, y con
qué disposición y afectos del corazón se entretiene el alma
en los tiempos de gracia; teniendo esto en cuenta para
sopesar, que estamos más cerca del cielo o del infierno, de
la salvación o la condenación, por cada ordenanza bajo la
cual estamos. Por lo tanto, no se jacten de los privilegios
disfrutados, con el abandono de los deberes importantes así
requeridos. ¡Recuerden el caso de Capernaum[9] y tiemblen!
Así como muchos van al cielo por las mismas puertas del
infierno, más van al infierno por las puertas del cielo, en el
sentido de que el número de los que profesan a Cristo es
mayor que el número de los que realmente cierran con
Cristo.[10]

Amados, sé que la predicación del evangelio ha hecho a


muchos de ustedes el ser prosélitos profesos; pero me temo
que muy pocos de ustedes, han llegado a un verdadero
cierre con el Señor Cristo para salvación. Les suplico que
soporten mis celos, porque es el fruto de un tierno amor por
sus preciosas almas. La mayoría de los hombres son buenos
cristianos en el veredicto de su propia opinión, pero ustedes
saben que la ley no permite que hombre alguno sea testigo
en su propio caso, porque sus afectos generalmente
exceden la conciencia, y el amor propio engaña a la verdad
por su propio interés.

El corazón del hombre es el mayor impostor y tramposo del


mundo; Dios mismo lo dice: “Engañoso es el corazón más
que todas las cosas”.[11] Algunos de los engaños de este se
encontrarán descubiertos en este libro, que les muestra que
cada gracia tiene su falsificación, y que la profesión más
alta puede estar, donde la verdadera conversión no existe.
El propósito no es para desanimar al creyente más débil,
sino para despertar a los profesantes formales: “La caña
cascada no quebrará, Y el pábilo que humea no apagará”.
[12] Yo no entristecería “con mentiras el corazón del

justo,”[13] al cual Dios, no ha entristecido. Sé que es difícil


exponer el peligroso estado y condición de un profesante
hipócrita, ya que, en el descubrimiento, un cristiano débil se
preocuparía al pensar estas cosas de sí mismo. Por lo tanto,
habiendo predicado un sermón sobre la sinceridad que hay
entre ustedes, con tal de apoyarles y darles estímulo, me
propuse imprimir este otro tema. ¿Pero quién puede ser
dueño de sus propios propósitos? Esto es, como estoy bajo
tal variedad diaria de providencias, su amable aceptación,
me hará por eso un deudor.

El dedicarse a este documento les toca a ustedes en doble


medida; porque como no ha sido predicado, pero el amor
por sus almas lo causó, así más o menos se ha impreso,
para que lo procuren con importuno deseo. Por lo tanto, aun
cuando esto no alcance gran interés en el mundo, yo espero
que ustedes lo reciban a bien, especialmente teniendo en
cuenta que nació bajo su techo, y por lo tanto tengo la
esperanza de encontrar el favor en sus ojos, y el espacio en
sus corazones.

Les ruego que lo acepten, como un reconocimiento público


de los compromisos a los que me han sometido sus grandes
(y pienso que puedo decir sin precedentes), respetos. Los
que no puedo compensar de manera alguna, más que con
mis oraciones; y si las toman por satisfacción, prometo ser
mientras pueda, su portavoz ante el trono de la gracia.

 
Matthew Mead
 
Al  lector

Lector,

Sé lo habitual que es para los hombres ascender al


escenario público con disculpas basadas en las premisas de
la debilidad e indignidad de sus labores, lo cual es un
argumento de que sus deseos (ya sea para el beneficio de
los demás, para su propio crédito, o ambos), se extienden
más allá de los límites de sus habilidades; y que anhelan
encomendarse al juicio del mundo, con un mejor vestido de
lo que permitan las debilidades comunes. Por mi parte,
puedo decir realmente con Gedeón: “He aquí, mis miles son
los más malos,” [14] mi talento es el más pequeño “y yo soy
el menor en la casa de mi Padre” 14 y, por lo tanto, esta
aparición en público no es fruto de mi propia elección.
Hubiese preferido que fuese en otro tema, en cierto sentido
para que le agradase al mundo, o que fuese de alguna
manera más asimilable, y posiblemente más conveniente
para la aceptación común. Pero esto no es más que buscar
el beneficio del propio nombre de un hombre que,
preocupándose por buscar tal cosa, no es mejor que “el que
siembra para su carne,” [15] y la cosecha de tal semilla
“segará corrupción”.

Aquí tienes una de las más tristes consideraciones


imaginables que se te presenten, y esto es; ¿hasta dónde es
posible que un hombre pueda llegar en una profesión de
religión y, aun así, al fin y al cabo, no llegar a la salvación?
¿Hasta dónde puede correr, más sin embargo, no “corred de
tal manera que lo” [16] obtenga? Esto que digo es
ciertamente triste, pero no más triste que cierto; porque
nuestro Señor Cristo lo atestigua claramente: “Esforzaos a
entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos
procurarán entrar, y no podrán”. [17]

Mi propósito aquí es que el profesante formal y soñoliento


pueda ser despertado y el hipócrita en lo oculto quede al
descubierto. Pero mi temor es que creyentes débiles se
desanimen; porque, así como es difícil demostrar, cuán bajo
en pecado puede caer un hijo de Dios, teniendo verdadera
gracia; es también muy difícil mostrar cuán alto puede
elevarse un hipócrita en su profesión y, aun así, no tener
gracia. El creyente puede quedar rápidamente desanimado,
mientras que el pecador está presto a presumir. Por lo cual
me he esforzado en prevenir esto, demostrando, que,
aunque un hombre puede llegar muy lejos y, sin embargo,
ser sólo un casi cristiano, también un hombre puede no
haber llegado tan lejos, y no obstante ser un verdadero
cristiano. Por lo tanto, no juzgues tu estado por ningún
personaje que se haya expuesto como un falso profeso; sino
que lee todo el contexto y luego haz un juicio; porque me he
tomado el cuidado de no “tomar el pan de los hijos y
echarlo a los perrillos,” [18] así como no usar el látigo del
perro para asustar a los niños.

Sin embargo, podría desear que este libro cayera en manos


de aquellos a quienes concierne principalmente, que “viven
con un nombre por el cual vivir y, sin embargo, están
muertos,”[19] los cuales están ocupados con una “apariencia
de piedad” [20], pero extraños al poder de esta. Estos son los
sujetos apropiados de este libro; y que el Señor lo siga con
su bendición a donde quiera que llegue, para que su palabra
despierte a los tales, y especialmente para esa generación
de profesantes profanos con los que abunda esta era;
quienes, si se adhieren a su iglesia, inclinan la rodilla,
hablan sobre algunas oraciones, y en un buen momento
reciben el sacramento, pensando que hacen lo suficiente
para ir al cielo, y de este modo juzgan su condición y su
salvación segura; aunque haya un infierno de pecado en sus
corazones, y el “veneno de áspides esté bajo sus labios;”
[21] teniendo mentes que todavía son carnales e
inconversas, y conductas sucias y no santificadas. Si la vida
eterna fuese de tan fácil logro y se le tiene por un precio tan
bajo, ¿por qué nuestro Señor Cristo nos dijo: “estrecha es la
puerta y angosto es el camino que conduce a la vida, y
pocos son los que la hallan”.? [22] ¿Y por qué el apóstol
debería dejarnos perplejos con el requerimiento tan
innecesario de, “procurad hacer firme vuestra vocación y
elección”. [23] ?  Ciertamente, por lo tanto, no es algo tan
fácil el ser salvo, como muchos quieren hacer ver; y esto
verás claramente en el siguiente discurso. He sido algo
breve en la aplicación; y, por lo tanto, permíteme recordarte
cinco tareas importantes.

Primero, ten cuidado de descansar en una forma de piedad;


como si los deberes, ex opere operato[24], pudieran conferir
gracia. Una formalidad sin vida se promueve en una muy
alta estima en el mundo, como la “cuarta parte de un cab
de estiércol de palomas” [25] se vendió en la hambruna de
Samaria a un precio muy alto. ¡Ay! profesar piedad no es
más que una base arenosa donde construir la esperanza de
eternidad para un alma inmortal. Recuerda, como el Señor
Jesucristo llamó tonto al constructor, “que edificó su casa
sobre la arena,” [26] y el triste acontecimiento así lo
demostró, porque “cayó, y fue grande su ruina”. ¡Oh! Por lo
tanto, pon tu “fundamento” [27] en fe sobre la roca, Cristo
Jesús; busca entre todo a Cristo, y descansa del todo en
Cristo.

En segundo lugar, trabaja en el poder de la piedad para ver


una excelencia, una belleza en la vida de Cristo. Si los
medios de gracia tienen una belleza en ellos, seguramente
la gracia misma tiene mucho más; porque, la bondad de los
medios radica en su idoneidad y utilidad para este fin. La
forma de piedad no tiene bondad más allá de lo que vale y
se vuelve útil para el alma en el poder y la práctica de la
piedad. La vida de santidad es la única vida excelente; es la
vida de santos y ángeles en el cielo; sí, es la vida de Dios en
sí mismo. Como esta es una gran prueba de la bajeza y la
inmundicia del pecado, que los pecadores buscan cubrir; así
esta es una gran prueba de la excelencia de la piedad por lo
que muchos fingen. La misma clara profesión del hipócrita
aboga por la causa de la religión, aunque el hipócrita es
entonces realmente peor, aparentando ser el mejor.[28]

En tercer lugar, considera las cosas por venir como las más
grandes realidades; porque las cosas que no se creen es
como si no existiesen y no funcionan más en los afectos; y
esta es la gran razón por la cual la generalidad de los
hombres sufre en sus afectos, por ir tras el mundo,
colocando en su corazón a la criatura en el lugar de Dios.

La mayoría de los hombres juzgan la realidad de las cosas


por su visibilidad y proximidad a los sentidos; y, por lo tanto,
convierten en su elección la de ese miserable cardenal, que
no suelta su parte en París por su parte en el Paraíso. Claro,
cualquiera que sea su interés en la primera, tenía poco en lo
último. Bien puede la avaricia llamarse idolatría,[29] cuando
así elige al mundo por su dios.

¡Te suplico que consideres! La eternidad no es un sueño; el


infierno y el gusano que nunca muere [30] no es una
presunción melancólica. El cielo no es un campo de
Elíseos[31] fingido; la mayor realidad imaginable existe en
estas cosas; aunque son espirituales, y fuera de la
comprensión de los sentidos, aun así, son reales y están a la
vista de la fe. “No mirando nosotros las cosas que se ven,
sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son
temporales, pero las que no se ven son eternas”.[32]

En cuarto lugar, fija un alto precio sobre tu alma. Lo que


apreciamos ligeramente, fácilmente despreciamos. Muchos
hombres venden sus almas al precio que el profano de Esaú
“que por una sola comida vendió su primogenitura”.[33] Lo
hacen inclusive (hablando en el sentido del Espíritu Santo),
por aquello que “no es pan”.[34] ¡Oh! considera que tu alma
es la joya más preciosa e invaluable del mundo; esta es
σοφοῦ τέκτονος καλόν ποίκιλμα[35], la pieza más
hermosa de la obra de Dios en toda la creación; es lo que
lleva la imagen de Dios, y la que fue comprada con la
sangre del Hijo de Dios;[36] ¿No le daremos un gran valor y
la consideraremos preciosa?

El apóstol Pedro habla de tres cosas muy preciosas[37]:

❖      Un Cristo precioso


❖      Preciosas promesas
❖      Fe preciosa.

Ahora, lo precioso de todos estos radica en su utilidad


para el alma. Cristo es precioso, como el redentor de almas
preciosas. Las promesas son preciosas, al hacer a Cristo
precioso para las almas preciosas. La fe es preciosa, al
cerrar un alma preciosa con un Cristo precioso, siendo Él
sostenido por las preciosas promesas. Ten cuidado de no
encontrarte sobrevalorando otras cosas y subvalorando tu
alma. ¿Serán tu carne y tus bestias amadas, y tu alma
menospreciada? ¿Quieres vestir y mimar tu cuerpo, mas sin
embargo, no cuidar tu alma? Esto es, como si un hombre
alimentara a su perro y matara de hambre a su hijo. “Las
viandas para el vientre, y el vientre para las viandas; pero
tanto al uno como a las otras destruirá Dios”.[38] ¡Oh! no
permitas que un cadáver tambaleante y perezoso tenga
todo tu tiempo y cuidado, como si la vida y la salvación de
tu alma no valiera la pena.

Por último, medita mucho sobre la severidad y lo repentino


de ese día del juicio, a través del cual tú y yo debemos
pasar al estado eterno; en donde Dios, el juez imparcial,
requerirá cuenta de todo lo que hicimos con nuestros
talentos y aquello que nos fue encargado. Entonces
deberemos dar cuenta del tiempo, cómo lo empleamos; de
los bienes, cómo los gastamos; nuestras fortalezas, cómo
dispusimos de ellas; de las aflicciones y misericordias, cómo
se mejoraron; por las relaciones que mantuvimos, cómo
cumplimos con ellas; y por los tiempos y medios de gracia,
cómo fueron administrados. Y mira, que, así como “hemos
sembrado aquí, cosecharemos en el más allá”.[39]

Lector, estas son las cosas que de entre todas las demás,
merecen la mayor parte de nuestro cuidado, y en altavoz
claman por nuestro mayor esfuerzo, y por lo general esas
son las menos en las que pensamos. El considerar que un
espíritu de ateísmo (si juzgamos el árbol “por sus frutos” [40]
y los principios por cómo se practican), llena la mayoría de
los corazones de los hombres, es un pensamiento lo
suficientemente adecuado como para romper nuestros
corazones, esto si al menos fuésemos del temperamento
piadoso de David, quien “vio a los prevaricadores y se
disgustó”,[41] y “ríos de agua vertieron sus ojos, porque no
guardaban la ley de Dios”.[42] Ya que tales hombres viven
como si no tuvieran que rendirle servicio a Dios, ni
buscando a Cristo, como si no tuviesen que mortificar las
pasiones carnales, sin negar el yo, ni creyendo en la
Escritura, que no piensan en el día del juicio, ni que el
infierno tiene que ser temido, que no desean el cielo, sin
valorar su alma; pero se entregan a una sensualidad peor
que salvaje, “para cometer con avidez toda clase de
impureza,”[43] viviendo sin Dios en el mundo.

La prevención y corrección de este trastorno destructor de


almas, es el propósito primordial de este libro ahora puesto
en tu mano. Aunque la principal virtud de esta receta radica
en su uso soberano para calmar y curar el tímpano
inflamado de la hipocresía, también puede servir, con la
bendición de Dios, como un vendaje para la llaga de la
profanación, si se aplica a tiempo mediante una meditación
seria, y manteniendo cuidadosamente la oración constante.

Lector, no esperes nada de afabilidad o apacibilidad, porque


entonces te engañaría; pero si quieres tener una piedra
angular para poner a prueba tu estado, posiblemente esto
te sirva. Si eres extraño a una profesión o un hipócrita bajo
una profesión, entonces lee y tiembla, porque eres el
hombre aquí señalado.

— Mutato nomine de te Fabula narratur. — [44].


Pero si el reino de Dios viene con poder a tu alma;[45] si
Cristo se formó en ti; si tu corazón es recto y sincero con
Dios, entonces lee y regocíjate.

Me temo que he transgredido los límites de una epístola. El


poderoso Dios, cuya prerrogativa es enseñar a sacar
provecho,[46] ya sea por la lengua o por pluma, al hablar o
escribir, bendiga este libro, que puede ser para ti como una
nube de lluvia en tierra seca, dándole sustento a tu alma,
para que tu vellón sea mojado con el “rocío del cielo,”[47] y
puedas crecer “en la gracia y el conocimiento de nuestro
Señor y Salvador Jesucristo”. [48] En quien soy tu amigo y
servidor,
Matthew Mead.
Londres, 29 de octubre del 1661
“Entonces Agripa le dijo a Pablo: Por poco me persuades
a ser cristiano”. Hechos 26:28
 
Introducción

—  Ἐν ὀλίγῳ με πείθεις Χριστιανὸν ποιῆσαι.


— “Casi me persuades a ser cristiano”.

Ustedes verán en el capítulo 26 del libro de Hechos, la


apología y súplica que hace el apóstol Pablo, para
defenderse contra esos judíos enceguecidos que
maliciosamente le acusaban ante Agripa, Festo, Berenice y el
concilio. En su defensa él insiste principalmente en tres
cosas:

❖      Su manera de vivir antes de la conversión.


❖      Como fue su conversión.
❖      La forma de vivir después de la conversión.

Cómo vivió antes de la conversión, lo dicen los versículos de


4 al 13. Cómo Dios obró en su conversión, lo dicen los
versículos del 13 al18. Cómo vivió después de la conversión,
lo dicen los versículos del 19 al 23. Antes de la conversión,
era muy farisaico. La forma de su conversión fue muy
maravillosa. El fruto de su conversión fue muy notable.

Antes de la conversión persiguió al evangelio que otros


predicaron y después de la conversión predicó el evangelio
que él mismo había perseguido.

Mientras él era un perseguidor del evangelio, los judíos lo


amaban; pero ahora convertido, por la gracia de Dios, en un
predicador del evangelio, los judíos le odiaban y buscaron
matarlo.[49]

Una vez estuvo en contra de Cristo[50], y muchos estuvieron


con él; pero ahora que él vive para Cristo, todos están en
contra de él. Siendo un enemigo de Jesús, hizo de otros sus
amigos; pero cuando llegó a poseer a Jesús, entonces esos
amigos pasaron a ser sus enemigos. Y este fue el gran cargo
que tenían contra él; el que un gran oponente se convirtiese
en un gran profesante.

Por Dios haberle cambiado, se enfurecieron[51]; porque al


Dios hacerle mejor, ellos se vieron en un peor estado. Dios lo
había forjado por gracia, y parecen envidiarle la gracia de
Dios. No predicó traición, ni sembró sedición; él solo predicó
arrepentimiento, la fe en Cristo y la resurrección, y por esto
fue cuestionado.

Este es el resumen y la suma de la defensa y la súplica de


Pablo por sí mismo, que, como se encuentra en la secuela
del capítulo, tuvo un efecto diferente sobre sus jueces.

Festo parece censurarlo, ver. 24. Agripa parece estar


convencido por él, ver. 28. Todos los jueces parecen
absolverlo, ver. 30, 31. Festo cree que Pablo estaba fuera de
sí. Agripa está casi persuadido de ser como él mismo.

Festo lo considera loco, porque no entendió la doctrina de


Cristo y la resurrección: “mucho aprendizaje te ha
enloquecido”.[52] Agripa está tan afectado con su súplica,
que casi se deja llevar por sus principios[53]. Pablo aboga tan
eficazmente por su religión, que Agripa parece estar a punto
de hacer profesión. “Entonces Agripa le dijo a Pablo, casi me
persuades a ser cristiano”.[54]

“Casi” (Ἐν ὀλίγῳ, según el griego). Las palabras forman


debates entre los eruditos. No les molestaré con las diversas
opiniones sobre ellas por Valla[55], Simplisius[56], Bèze[57],
Erasmo[58] y otros. Tomo las palabras según se leen, y
muestran la eficacia que tenía la doctrina de Pablo sobre la
conciencia de Agripa. Aunque no se convertiría, no podía
dejar de estar convencido de que su conciencia fue tocada,
aunque su corazón no fue renovado.

Observación: Existe eso en la religión, que lleva consigo su


propia evidencia incluso a las conciencias de los hombres
impíos.

“Me persuades” (πείθεις), la palabra viene del hebreo ‫פָתָה‬


ּ ,
y significa tanto suadere como persuadere; ya sea utilizando
argumentos para prevalecer, o para prevalecer por los
argumentos utilizados.[59] Ahora aquí debe tomarse en el
último sentido, para mostrar la influencia del argumento de
Pablo sobre Agripa, que casi lo convierte en prosélito a la
profesión del cristianismo.[60] “Por poco me persuades a ser
cristiano”.

“Ser cristiano” (Χριστιανὸν ποιῆσαι). Desearía no tener


que decirles qué es un cristiano, pero estoy persuadido que
aun cuando muchos se llaman cristianos, no saben lo que es
un cristiano, o si lo saben, aún no saben lo que implica ser
un cristiano. Un cristiano es un discípulo de Jesucristo, uno
que cree en, y sigue a, Cristo. Como uno que abraza la
doctrina de Arminio, se llama arminiano; y el que posee la
doctrina y el camino de Lutero, se llama luterano; entonces,
el que abraza, y posee, y sigue la doctrina de Jesucristo, se
le llama cristiano.

La palabra debe tomarse ampliamente, y más estrictamente.


Ampliamente aplicada, a todos los que profesan que Cristo
vino en la carne se les llama cristianos. En oposición a los
paganos que no conocen a Cristo; y para los pobres judíos
ciegos, que no reconocen a Cristo; y al mahometano, que
prefiere a Mahoma, por encima de Cristo. Pero ahora en la
Escritura, la palabra es de una aceptación más estricta y
estrecha, se usa solo para denominar a los verdaderos
discípulos y seguidores de Cristo; “a los discípulos se les
llamó cristianos por primera vez en Antioquía; si alguno sufre
como cristiano, no se avergüence”; [61] es decir, como
miembro y discípulo de Cristo; por lo que en el texto se lee,
“Por poco me persuades a ser cristiano”. Encuentro que esa
palabra no se usa más que en estos tres lugares, de entre
todo el Nuevo Testamento, y en cada uno de ellos se usa en
el sentido antes mencionado.

Los italianos hacen que el nombre sea un nombre de


reproche entre ellos, y usualmente abusan de la palabra
cristiano como significado de tonto.[62] Pero si, como dice el
apóstol, la predicación de Cristo “es necedad para los que se
pierden”,[63] entonces no es de extrañar que los discípulos
de Cristo sean necios para el mundo. Sin embargo, es verdad
(en un buen sentido), que así lo son; porque toda la piedad
es un misterio.[64] Si un hombre debe morir, para que viva;
debe estar vacío, para poder ser llenado; debe estar perdido,
para que pueda ser hallado; no debe tener nada, para que
así lo tenga todo; debe ser ciego, para que tenga
iluminación; debe ser condenado, para recibir redención;[65]
entonces debe ser un tonto para que pueda ser cristiano. “Si
alguno entre vosotros se cree sabio en este siglo, hágase
ignorante, para que llegue a ser sabio”.[66] Así se es un
verdadero cristiano, siendo un tonto para el mundo, pero
sabio para la salvación.

Por lo tanto, tienen el sentido y el significado de las palabras


brevemente explicadas. Es una pena que el “por poco”,
acompañe al “cristiano”, mas sin embargo, el texto no puede
ser cambiado. Aunque es de poca utilidad separarlas, porque
aun cuando no estén vinculadas en el texto, estarían unidas
en el corazón. Sería una división bendecida, si el “por poco”,
pudiera separarse del cristiano, para que así no solo sean ἐν
ὀλίγῳ, sino ἐν πολλῶ, no solo propemodum, sino
admodum; no solo casi, sino completamente cristianos. Es
Dios quien obra para efectuarla, pero es nuestro deber el
persuadir; y que Dios me ayude a manejar este tema para
que puedan decir, en conclusión: ¡Me has persuadido, no
para ser un casi, sino para ser un cristiano por completo! La
observación que propongo tratar es esta:

Doctrina: Hay muchos en el mundo que son solo casi


cristianos; muchos que están cerca del cielo, pero nunca
están lo suficientemente cerca; muchos que están en medio
de un poco de salvación, pero nunca disfrutarán de la más
mínima salvación; tienen el cielo a la vista y, sin embargo,
nunca verán a Dios.

Hay dos expresiones tristes en la Escritura que no puedo


dejar de notar en este lugar. Una se refiere a los
verdaderamente justos, la otra se refiere a los
aparentemente justos. Se dice del verdaderamente justo, él
“con dificultad se salva;”[67] y se dice del aparentemente
justo, él casi se salvará: “No estás lejos del reino de Dios”.
[68]

Los justos apenas serán salvados, es decir, con mucha


dificultad; él irá al cielo a través de muchos temores tristes
del infierno. El hipócrita casi se salvará, es decir, irá al
infierno con muchas esperanzas aparentemente legítimas de
alcanzar el cielo.[69]

Hay dos cosas que surgen de la meditación muy seria. La


primera es, cuan frecuentemente un creyente puede fallar,
cuán bajo puede caer y, aun así, tener verdadera gracia. La
otra es, hasta dónde puede llegar un hipócrita en el camino
al cielo, qué tan alto puede alcanzar, mas sin embargo, no
tener gracia.

El santo puede ser arrojado muy cerca del infierno, y nunca


llegará allí; y el hipócrita puede ser elevado muy cerca del
cielo, mas nunca llegará allí. El santo puede casi perecer y,
aun así, ser salvo eternamente. El hipócrita puede que casi
se salve, pero finalmente perecerá. Porque el santo en el
peor de los casos es realmente un creyente, y el hipócrita en
el mejor de los casos es realmente un pecador.

Antes de manejar la doctrina, debo establecer tres cosas que


son de gran utilidad para el fortalecimiento de creyentes
débiles, con tal de que no puedan ser sacudidos y
desanimados por esta doctrina.

Primero, no hay nada en la doctrina que deba ser una


cuestión de tropiezo o desánimo para los cristianos débiles.
El evangelio no habla estas cosas para herir a los creyentes,
sino para despertar a los pecadores y profesantes formales.

Como no hay ninguno más reacio que los creyentes débiles,


para aplicarse a sí mismos las promesas y las consolaciones
del evangelio, las cuales para los tales están propiamente
diseñadas; de igual forma, no hay nadie más idóneo que
ellos para que se apliquen a sí mismos las amenazas y las
cosas más severas de la palabra, aun cuando nunca fueron
destinadas para ellos. Como los discípulos, cuando Cristo les
dijo: “De cierto os digo, que uno de vosotros me va a
entregar,”[70] los que eran inocentes sospechaban más de sí
mismos y, por lo tanto, gritan: “¿Soy yo, Maestro?”70. Así los
cristianos débiles, cuando por medio del ministerio de la
palabra, escuchan que se reprocha a los pecadores o ponen
al hipócrita al descubierto, clamarán: “¿Soy yo?”

Es culpa de los hipócritas sentarse bajo las pruebas y


descubrimientos de la palabra y, sin embargo, no
preocuparse por ello; y es culpa de los cristianos débiles
sacar conclusiones tristes de su propio estado a partir de
premisas que no les conciernen.
De hecho, hay un gran uso de tal doctrina ya que es para
todos los creyentes:
 
1. Para hacerles ver en donde están parados, sobre
qué cimientos están, y ver que los cimientos de su
esperanza estén bien establecidos, que construyan
no sobre la arena, sino sobre una roca.[71]
2. Ayuda a elevar nuestra admiración por el amor
distintivo de Dios, al ponernos en el camino eterno,
[72] cuando tantos perecen en el camino, y al
someter nuestras almas en una verdadera
conversión, cuando tantos emprenden una profesión
sin gracia.
3. Incita a ese excelente deber de buscar con el
corazón, para que así nos aprobemos a Dios con
sinceridad.[73]
4. Ocupa el alma en doble diligencia, para que se
encuentre no solo creyendo, sino perseverando en la
fe hasta el final.

Estos deberes, y cosas tales como estas, hacen que esta


doctrina sea de utilidad para todos los creyentes; pero no
deberían usarlo como un obstáculo en el camino de su paz y
consolación.

Mi intención al predicar sobre este tema no es hacer tristes


las almas de aquellos a quienes Cristo no ha hecho tristes;
traería agua no para “apagar el pábilo que humea,”[74] sino
para apagar ese fuego falso que proviene de la leña
encendida del propio pecador, no sea que, pasando todos
sus días en la luz, al final “en dolor seréis sepultados”.[75] Mi
objetivo es aplanar la montaña de la confianza del pecador,
no debilitar la mano de la fe y la dependencia del creyente;
despertar y atraer a pecadores formales seguros, más no
desanimar a los creyentes débiles.
En segundo lugar, supondría esto; aunque muchos pueden
llegar lejos, muy lejos en el camino al cielo, y aun así
quedarse cortos, sin embargo, esa alma que tiene la menor
gracia verdadera, nunca se quedará corta: “proseguirá el
justo su camino”. [76]

Aunque algunos pueden hacer mucho en una forma de


deber, como mostraré más adelante, y aun así perderse; sin
embargo, esa alma que cumple el deber con la menor
sinceridad nunca será rechazada; porque Él “salva a los
rectos de corazón”.[77]

La menor medida de la verdadera gracia es tan salvadora


como la mayor; esta salvará tan seguramente, aunque no
tan confortablemente. La menor gracia da un interés
completo en la sangre de Cristo, por lo cual somos
completamente purgados; y le da un interés total en la
fuerza y el poder de Cristo, por lo cual ciertamente seremos
preservados.

Cristo mantiene el alma en fe, y la fe mantiene el alma en


Cristo; y entonces somos “guardados por el poder de Dios
mediante la fe, para alcanzar salvación”.[78]

En tercer lugar, supondría esto; debo sospechar la bondad


de la condición, de aquellos que pueden escuchar verdades
como esta, sin una seria reflexión y auto examen.

Sospecharás que ese hombre está a la puerta de la


bancarrota, si nunca vigila sus negocios y no verifica sus
cuentas; de igual forma, realmente creo que el hombre es un
hipócrita, cuando nunca busca ni trata con su propio
corazón. Dudo más que nada del estado de aquel hombre
que sigue un camino de deberes sin ninguna inquietud o
dudando de su estado.
Cuando vemos a un hombre enfermo insensible a su
condición, concluimos que las señales de la muerte están
sobre él. Entonces, cuando los pecadores no tienen sentido
de su condición espiritual, es claro que están muertos en
pecado; las señales de la muerte eterna están sobre ellos.
Con estas premisas, que deseo que lleves en tu mente
mientras viajamos a través de este tema, vengo a hablar de
la propuesta de manera más clara y cercana.

Doctrina: Que hay muchos en el mundo que casi “lo son”,


pero al final son solo casi cristianos

Demostraré la verdad de la proposición y luego procederé a


una explicación más clara. Esto lo haré con evidencia de las
Escrituras, que hablan clara y completamente del caso.

Primero, el hombre joven en los evangelios es una prueba


notable de esta verdad. Allí puedes leer de uno que vino a
Cristo para aprender de Él, el camino al cielo: “Maestro
Bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eterna?”[79]
Nuestro Señor Cristo responde: “Si quieres entrar en la vida,
guarda los mandamientos;” y cuando Cristo le dice cuáles
son, él responde: “todo esto lo he guardado desde mi
juventud; ¿Qué me falta todavía?”

Ahora vea cuán lejos llegó este joven:


 
1. Obedeció; no solo escuchó los mandamientos de
Dios, sino que los cumplió; vea ahora lo que la
Escritura dice: “Bienaventurado el que oye la palabra
de Dios y la guarda”.[80]
2. Obedeció universalmente; no este o aquel
mandamiento, sino tanto esto como aquello; no lo
dividió a la mitad con Dios, ni eligió cuáles fueron los
más fáciles de hacer, y dejó el resto; Aún más, él
obedeció todo: “Todas estas cosas las he guardado”.
3. Obedecía constantemente; no solo en un impulso
de fervor, sino en una serie continua de
obligaciones; su bondad no era, como la de Efraín,
“como el rocío de la madrugada, que se desvanece”;
[81] no, “todas estas cosas las he guardado desde mi
juventud”.
4. Profesa el deseo de saber y hacer más; de
perfeccionar lo que le faltaba en su obediencia. Por
lo tanto, va a Cristo para que lo instruya en su deber;
“Maestro, ¿qué me falta todavía?” Ahora, ¿no le
parece un buen hombre? ¡Ay, cuantos escasamente
llegan tan lejos! Mas sin embargo, hasta donde llegó
no fue lo suficientemente lejos; era casi y, aun así,
solo casi cristiano, porque era un hipócrita poco
sólido; finalmente abandona a Cristo y se apega a
sus deseos carnales. Esta es una prueba completa
de la verdad de la doctrina.

Segundo, una segunda prueba de ello es la de la parábola


de las vírgenes en Mateo 25:1-13. Vean qué progreso hacen,
qué tan lejos llegan profesando a Cristo.[82]
 

1. Se les llama vírgenes. Ahora, este es un nombre


dado en la Escritura a los santos de Cristo, tanto en
el Antiguo como en el Nuevo Testamento[83]: “las
doncellas te aman” [84] así como en el Apocalipsis, a
los “ciento cuarenta y cuatro mil”[85]que estaban con
el Cordero en el Monte Sion, se les llama “vírgenes”. 
Se llaman vírgenes, porque no están contaminadas
con la “corrupción que hay en el mundo a causa de
la concupiscencia”.[86] Ahora bien, estas aquí
parecen ser de ese tipo, ya que se les llama
vírgenes.[87]
2. Toman sus lámparas; es decir, hacen una
profesión de Cristo.
3. Tenían algún tipo de aceite en sus lámparas.
Tenían algunas convicciones y cierta fe, aunque no la
fe de los elegidos de Dios, para mantener viva su
profesión, para mantener la lámpara encendida.[88]
4. Ellas fueron; su profesión no era una profesión
ociosa; cumplieron deberes, ordenanzas frecuentes,
e hicieron muchas de las cosas que son ordenadas.
Progresaron; ellas fueron.
5. Siguieron adelante; fueron y pasaron, dejaron a
muchos detrás de ellas; esto habla de su separación
del mundo.
6. Fueron con las “vírgenes prudentes”, se unieron a
quienes se han unido al Señor, y fueron
acompañantes de aquellos que eran compañeros de
Cristo.
7. Van “a encontrarse con el novio”, esto habla de
su posesión y búsqueda de Cristo.
8. Cuando escucharon el llamado del novio que
venía, “se levantaron y arreglaron sus lámparas,”
profesan a Cristo más altamente, con la esperanza
de ir ahora con el novio.
9. Buscaron la verdadera gracia. Ahora bien, ¿no
decimos, los deseos de la gracia son gracia? y así lo
son, si son ciertos y en tiempo; si son sanos y
oportunos. ¿Por qué hay aquí un deseo de gracia en
estas vírgenes, “Danos tu aceite”?

Era un deseo de verdadera gracia, pero no era un deseo


verdadero de gracia; no era cierto, porque fue a destiempo;
deficiente al no ser oportuno; fue muy tarde. Su insensatez
fue no tomar aceite cuando tomaron sus lámparas; su
tiempo de buscar la gracia fue cuando vinieron a Cristo; ya
era demasiado tarde buscarla cuando Cristo vino a ellas.
Debieron haber buscado eso cuando asumieron su profesión;
fue demasiado tarde el buscarla para cuando llegara el
novio. Y, por lo tanto, “fueron excluidas,” y aunque claman
en la entrada, “¡Señor, señor, ábrenos!;” mas sin embargo, el
Señor Cristo les dice: “De cierto os digo, que no os conozco”.

Ustedes ven hasta dónde llegan estas vírgenes en una


profesión por Jesucristo, y cuánto tiempo continúan en ella,
incluso hasta que llegó el novio; van y llegan hasta la puerta
del cielo, y allí, como los sodomitas, perecen con sus manos
en el umbral mismo de la gloria. Eran casi cristianos y, sin
embargo, tan solo casi; casi salvados y aun así perecieron.

Ustedes que son profesantes del evangelio de Cristo,


pónganse de pie y tiemblen. Si los que han ido más allá de
nosotros se quedan cortos del cielo, ¿qué será de nosotros
que nos quedamos cortos ante ellos? Si las que son vírgenes,
que profesan a Cristo, que tienen algo de fe en su profesión,
así como tienen algo de fruto en su fe, que superan a otras
que buscan a Cristo, que mejoran en su profesión y se
adaptan a su profesión, no solo eso, sino que buscan la
gracia; si los tales son solo casi cristianos, Señor, ¿qué
somos?

Tercero, si estos dos testimonios no son suficientes para


probar la verdad y confirmar el valor de la proposición,
tengan un tercero; y este será del Antiguo Testamento, Isaías
58:2. Miren lo que Dios dice de ese pueblo; uno pensaría que
les da una reputación muy alta para un pueblo elegido:

“Me buscan cada día, y quieren saber mis caminos,


como gente que hubiese hecho justicia, y que no hubiese
dejado la ley de su Dios; me piden justos juicios, y
quieren acercarse a Dios”.
 
Vean hasta dónde llegaron estos; Si Dios no hubiera dicho
que eran corruptos y que eran endebles, los hubiésemos
tomado por “los machos cabríos que van delante del
rebaño,” [89] y se hubiesen clasificado entre los dignos.
Observen:
 
1. Buscan a Dios. Ahora este es el carácter propio de
un verdadero santo; buscar a Dios. Los verdaderos
santos se llaman buscadores de Dios. “Esta es la
generación de los que lo buscan, que buscan tu
rostro, oh Dios de Jacob”. [90] He aquí, una
generación de aquellos que buscan a Dios; ¿Y no son
estos los santos de Dios? Vean que van más allá.
2. Le buscan a diario. Aquí está la diligencia
respaldada con continuidad, ‫ יוֹם יוֹם‬día a día; es decir,
todos los días, cada día. No lo buscaron por rachas y
arranques, ni en un momento de problemas y
aflicción, como muchos lo hacen. “Jehová, en la
tribulación te buscaron; derramaron oración cuando
los castigaste”.[91] Muchos, cuando Dios los visita,
entonces lo visitan a Él, pero no hasta entonces;
cuando Dios derrama aflicciones sobre ellos,
entonces ellos derraman sus súplicas. Esta es la
devoción de los marineros[92]; cuando las tormentas
los han llevado y al final “toda su ciencia es inútil.
Entonces claman a Jehová en su angustia”.[93]

Muchos nunca claman a Dios, hasta que están al final de su


sabiduría; nunca acuden a Dios en busca de ayuda, siempre
y cuando puedan ayudarse a sí mismos. Pero ahora estos
aquí, de quién habla Dios, son más celosos en su devoción;
los otros hacen que la necesidad sea una virtud, pero estos
parecen tener conciencia del deber; porque, Dios dice, “me
buscan a diario”.[94] Uno pensaría que de seguro esto es una
nota de sinceridad. Así nos dice en Job del hipócrita:
¿Invocará a Dios en todo tiempo?” [95] Seguramente no; pero
ahora este pueblo invoca a Dios siempre, “lo buscan a
diario,” ciertamente no son hipócritas.

3. Dice Dios: “quieren saber mis caminos”. Claro,


esto los libera de la sospecha de hipocresía; porque
no dicen como en Job 21:14: “Apártate de nosotros;
no queremos el conocimiento de tus caminos”.
4. Son “como gente que hubiese hecho justicia”. No
solo como una nación que habló justicia, o conoció la
justicia, o profesó la justicia; pero como una nación
que hizo justicia, que practicó nada más que lo que
era justo y correcto. Parecían, a juicio del mundo, tan
buenos como los mejores.
5. No abandonaron las ordenanzas de su Dios.
Parecen fieles a sus principios, constantes en su
profesión, mejores que muchos entre nosotros que
desechamos los deberes y abandonamos las
ordenanzas de Dios; pero estos se mantienen en su
profesión; “No abandonaron las ordenanzas de
Dios”.
6. “Me piden,” dice Dios, “justos juicios”. No harán
de su propia voluntad la regla del bien y del mal,
sino la ley y la voluntad de Dios; y, por lo tanto, en
todos sus tratos con los hombres, desean ser
guiados y aconsejados por Dios: “me piden justos
juicios”.
7. Se deleitan en acercarse a Dios. Seguramente,
esta no puede ser la apariencia de un hipócrita. “¿Se
deleitará en el Omnipotente?” 95 dice Job, no, no lo
hará. Aunque Dios es el deleite principal del hombre
(teniendo todo en Él para hacerlo encantador, como
se dijo de Tito Vespasiano), los hipócritas no se
deleitarán en Dios.[96] Hasta que los afectos no se
tornen espirituales, no habrá afecto por las cosas
que son espirituales. Dios es un bien espiritual y, por
lo tanto, los hipócritas no pueden deleitarse en Dios.
Pero estas son personas que se deleitan en
acercarse a Dios.[97]
8. Era un pueblo que ayunaba mucho: “¿Por qué
dicen ayunamos?,” y dice, “¿no hiciste caso?”[98]
Ahora bien, este es un deber que no supone y
requiere verdad de gracia solo en el corazón, sino
fuerza de gracia.

“Ningún hombre,” dice nuestro Señor Cristo, “echa vino


nuevo en odres viejos; de otra manera los odres se rompen,
y el vino se derrama”. [99] El vino nuevo es fuerte y los odres
viejos débiles; y el vino fuerte rompe el vaso débil. Esta es
una razón que Cristo da, del por qué sus discípulos, que se
habían convertido recientemente, pero todavía débiles, no
fueron ejercitados con esta austera disciplina. Pero esta
gente aquí mencionada era gente que ayunaba a menudo,
afectaba mucho sus almas, se desgastaba con las prácticas
frecuentes de humillación. Por lo tanto, esto claramente era
“vino nuevo en odres nuevas;” estos debían ser un pueblo
fuerte, en gracia; parece haber gracia no solo en la verdad,
sino también en el crecimiento. Pero a pesar de todo eso, no
fueron mejores que una generación de hipócritas; hicieron
un buen progreso y llegaron lejos, y aun así no llegaron lo
suficientemente lejos; siendo a fin de cuentas, rechazados
por Dios.

Espero que para este momento la verdad del punto esté


suficientemente reconocida y confirmada; que un hombre
pueda ser (sin duda muchos lo son), casi, y sin embargo (no
son más que), casi cristianos.
Ahora para el enjuiciamiento más claro del punto:
 
1. Les mostraré, paso a paso, qué tan lejos él puede
llegar, qué logros puede alcanzar, cuán intricado y
singular es el progreso que puede hacer en la
religión y aun con todo esto hecho, ser sólo un casi
cristiano.
2. Mostraré a qué se debe que muchos hombres
vayan tan lejos solo para llegar a ser casi cristianos.
3. Mostraré cómo es que muchos son solo casi
cristianos cuando han ido tan lejos.
4. Cuál es la razón, por la que los hombres que
llegan tan lejos para ser casi cristianos no van más
allá de ser casi cristianos.

 
Pregunta I

¿Cuán lejos puede ir un hombre en


el camino al cielo y, sin embargo, ser
solo un casi cristiano?

Respuesta: Esto se los mostraré en unos veinte pasos.


I.                     Un hombre puede tener mucho
conocimiento, mucha luz; él puede
conocer mucho de Dios y su voluntad,
mucho de Cristo y sus caminos y, sin
embargo, ser sólo un casi cristiano.

Porque, aunque no puede haber gracia sin conocimiento,


puede haber mucho conocimiento donde no hay gracia; la
iluminación a menudo va antes, mientras que la conversión
nunca le sigue después. El sujeto del conocimiento es la
comprensión; el tema de la santidad es la voluntad. Ahora
un hombre puede tener su entendimiento iluminado y, aun
así, su voluntad no estar en lo absoluto santificada. Él puede
tener un entendimiento que le permita conocer a Dios, pero
no tener la voluntad de obedecer a Dios. El apóstol nos
cuenta de algunos que, “cuando conocieron a Dios, no lo
glorificaron como Dios”.[100]

Para que un hombre sea completamente cristiano, debe


haber luz en sus pensamientos y fervor en su corazón;
conocimiento en la comprensión y celo en los afectos.
Algunos tienen celo y no tienen conocimiento; es decir,
devoción ciega. Algunos tienen conocimiento y no tienen
celo; eso es, teoría infructuosa. Pero donde el conocimiento
se une al celo, eso hace a un verdadero cristiano.

Objeción: ¿Pero no está dicho, que esta es la vida eterna, el


conocerle a Él, el único Dios verdadero y a Jesucristo a quien
ha enviado?

Respuesta: No es todo el conocimiento de Dios y de Cristo lo


que el alma interesa en la vida eterna. ¿Por qué entonces
perecen los demonios? Ellos tienen más conocimiento de
Dios que todos los hombres del mundo; porque, al caer,
perdieron su santidad, pero no perdieron su conocimiento.
Se les llama δαιμονες,[101] por su conocimiento, y, sin
embargo, son διαβολοι,[102] por su malicia.

El conocimiento puede llenar la cabeza, pero eso nunca


mejorará el corazón. Los fariseos tenían mucho
conocimiento: “He aquí, tú tienes el sobrenombre de judío,
y te apoyas en la ley, y te glorías en Dios, y conoces su
voluntad,” [103] etc. y, sin embargo, eran una generación de
hipócritas. ¡Ay! ¿Cuántos han ido cargados de conocimiento
al infierno?[104]

Aunque es cierto, que la vida eterna es conocer a Dios y a


Jesucristo; es también muy cierto, que muchos conocen a
Dios y a Jesucristo, mas nunca verán la vida eterna. Deben
saber que existen dos conocimientos; el uno es común, pero
no salvador; el otro no es común, pero salvador. El
conocimiento común es lo que flota en la cabeza, pero no
influye en el corazón. Los reprobados pueden tener este
conocimiento; Balaam vio a Cristo desde la cima de las
rocas y desde las colinas.[105]

Los naturalistas dicen que hay una perla en la cabeza del


sapo[106] y, sin embargo, su vientre está lleno de veneno.
Los franceses tienen una baya que llaman uve de spine, uva
de espina. El conocimiento común de Cristo es la perla en la
cabeza del sapo; la uva que crece sobre las espinas; se
puede encontrar en hombres no santificados.

Y luego hay un conocimiento salvador de Dios y de Cristo,


que incluye el asentimiento de la mente y el consentimiento
de la voluntad; este es un conocimiento que implica fe; “por
su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos”.[107] Y
este es el conocimiento que lleva a la vida eterna. Ahora,
cualquiera que sea la medida de conocimiento, que un
hombre pueda tener de Dios y de Jesucristo, si no es un
conocimiento para salvación (conocimiento unido con afecto
y aplicación), él es solo un casi cristiano.

Él solo conocerá correctamente a Dios, si sabe cómo


obedecerlo, y le obedece de acuerdo con su conocimiento
de Él: “El principio de la sabiduría es el temor de Jehová;
buen entendimiento tienen todos los que practican sus
mandamientos”.[108] Todo conocimiento sin esto hace a un
hombre como la imagen de Nabucodonosor, con una cabeza
de oro y pies de barro:

❖      Algunos conocen, solo por conocer.


❖      Algunos conocen, para ser conocidos.
❖      Algunos conocen, para practicar lo que conocen.

Ahora, conocer, solo por conocer, es solo curiosidad.


Conocer, para ser conocido, es solo vanagloria. Pero
conocer, practicando lo que conocemos, ese es el deber del
evangelio. Esto hace al hombre un cristiano completo; lo
otro, sin esto, hace a un hombre casi, y así solo un casi
cristiano.
II.           Un hombre puede tener grandes y
     

eminentes dones, así es, dones


espirituales y, sin embargo, ser sólo un
casi cristiano.

El don de la oración es un don espiritual. Ahora bien, esto


lo puede tener un hombre y, sin embargo, ser un casi
cristiano. Porque el don de la oración es una cosa; pero la
gracia de oración es otra. El don de la predicación y la
profecía es un don espiritual[109]; ahora estos los puede
tener un hombre, y aun así ser un casi cristiano. Judas fue
un gran predicador, así como lo fueron los que vinieron a
Cristo y dijeron: “Señor, Señor, hemos profetizado en tu
nombre, y en tu nombre hemos echado fuera
demonios,”[110] etc.

Deben saber que no son los dones, sino la gracia lo que


hace a un cristiano porque:
 
1. Los dones proceden de una obra común del
Espíritu. Ahora un hombre puede participar de todos
los dones comunes del Espíritu, y aun así ser un
reprobado; por lo tanto, se les llama comunes,
porque el Espíritu los dispensa indiferentemente a
los buenos y a los malos; a los que son creyentes, y
a los que no lo son.

Los que tienen gracia tienen dones; y los que no tienen


gracia, pueden tener los mismos dones; porque el
Espíritu obra en ambos; es más, en ese sentido, el que
no tiene gracia, puede estar bajo una mayor obra del
Espíritu (quo ad hoc [111] ), y en cuanto a eso, puede
tener más que el que tiene la mayor gracia. Por lo tanto,
un profesante sin gracia puede tener mayores dones
que el creyente más santo. Puede orar más, y predicar
más y hasta superarlos; pero aquellos con la gracia en
sinceridad e integridad lo superan.

2. Los dones son para el uso y el bien de los demás,


se entregan, como dicen los eruditos, in ordine ad
alium,[112] para el beneficio y la edificación de los
demás; así lo dice el apóstol, “a cada uno le es dada
la manifestación del Espíritu para provecho”.[113]
Ahora un hombre puede edificar a otro con sus
dones, pero no edificarse a sí mismo; puede ser de
provecho para otro y, sin embargo, no ser
provechoso para sí mismo.[114]

Un hombre cojo puede, con su muleta, señalar el


camino correcto y, sin embargo, no ser capaz de
caminar por sí mismo[115]. Un sastre encorvado puede
hacer un traje que se ajuste a un cuerpo recto, y a él,
aun cuando él mismo lo hizo, no quedarle bien debido a
su torcimiento. La iglesia (el jardín cercado de Cristo),
puede regarse a través de una grieta en la cerca; el sol
puede dar luz a través de una ventana oscura; y el
campo puede estar bien sembrado con una mano sucia.

La eficacia de la palabra no depende de la autoridad del


que la habla, sino de la autoridad de Dios que la
bendice. Así que otro puede ser convertido por mi
predicación, y, a pesar de todo, yo puedo ser
“eliminado”.[116] Balaam hace una clara y rara profecía
sobre Cristo, y sin embargo no obtiene ningún beneficio
por parte de Cristo: “Saldrá ESTRELLA de Jacob, Y se
levantará cetro de Israel”:[117] “Lo veo, pero no ahora; lo
contemplo, pero no cerca”.
Dios puede usar los dones de un hombre para traer a
otro a Cristo, cuando él mismo, con cuyos dones Dios
usa, puede ser un extraño para Cristo; un hombre puede
confirmar a otro en la fe, mas puede ser un extraño para
la fe. Pendleton[118] fortaleció y confirmó a Sanders, en
los días de la Reina María, para que se mantuviese firme
en la verdad que había predicado, y que la sellase con
su sangre, y aun así luego él mismo se volvió un
apóstata.[119]

Scultetus[120] nos cuenta de un tal Johannes Speiserus,


un famoso predicador de Augsburgo en Alemania, que
en el año 1523 predicó el evangelio con tanta fuerza,
que las diversas rameras comunes fueron convertidas
llegando a ser buenas cristianas; y, sin embargo, él
mismo se volvió papista y llegó a un final miserable. Por
lo tanto, la vela puede arder para iluminar a otros en su
trabajo para luego apagarse.[121]

3. Está más allá del poder de los mejores dones


cambiar el corazón; un hombre puede predicar
como un apóstol, orar como un ángel y, aun así,
puede tener el corazón de un demonio. Es solo la
gracia la que puede cambiar el corazón; los
mayores dones no pueden cambiarlo, pero la menor
gracia sí; los dones pueden hacer de un hombre un
erudito, pero la gracia hace de un hombre un
creyente. Ahora bien, si los dones no pueden
cambiar el corazón, entonces un hombre puede
tener los mejores dones y, sin embargo, ser sólo un
casi cristiano.
4. Muchos han ido cargados de dones al infierno;
sin duda Judas tenía grandes dones, porque era un
predicador del evangelio; de lo contrario nuestro
Señor Jesucristo no lo hubiese capacitado y puesto a
trabajar; mas sin embargo, “cayó Judas por
transgresión, para irse a su propio lugar”.[122] Los
escribas y fariseos eran hombres de grandes dones
y, sin embargo, “¿dónde está el sabio? ¿Dónde está
el escriba?”[123]

“Porque la palabra de la cruz es necedad para los que


se pierden”.123

Los que perecen, ¿quiénes son? ¿Quiénes?, el sabio y el


entendido, tanto entre judíos como en griegos; estos
son llamados “los que se pierden”.  Surgunt indocti, et
rapiunt coelum, dum nos cum doctrina nostra in
gehennam detrudimur,[124] dijo un gran obispo, cuando
vio a un pobre pastor llorando por su miseria. Hay tres
cosas que deben ser hechas por nosotros, con tal de
evitar perecer alguna vez:

❖ Debemos estar completamente convencidos del


   

pecado.
❖   Debemos estar realmente unidos a Cristo.
❖   Debemos estar cimentados en el pacto de la gracia.

Ahora, los mejores dones no pueden ayudarnos con


alguna de estas:

❖   No pueden obrar convicciones profundas.


❖   No pueden efectuar nuestra unión.
❖   No pueden llevarnos a una relación de pacto.

Y, en consecuencia, no pueden preservarnos de perecer


eternamente; y si es así, entonces un hombre puede
tener los mejores dones y, sin embargo, ser sólo un casi
cristiano.
 
5. Los dones pueden decaer y perecer; no están
más allá del alcance de la corrupción. De hecho, la
gracia nunca perecerá,[125] pero los dones sí; la
gracia es incorruptible, pero los dones no lo son. La
gracia es “como manantial de aguas, cuyas aguas
nunca faltan”,[126] pero los riachuelos de los dones
pueden secarse. Si la gracia fuese corruptible en su
propia naturaleza, como si fuera una criatura, es
incorruptible con respecto a quien la conserva,
como la nueva criatura; el que la creó en nosotros,
la conservará en nosotros; aquel que la comenzó
también la terminará.

Los dones tienen su raíz en la naturaleza, pero la gracia


tiene sus raíces en Cristo;[127] y, por lo tanto, aunque los
dones pueden morir y marchitarse, la gracia
permanecerá para siempre. Ahora, si los dones están
pereciendo entonces (aun cuando aquel que tiene la
menor gracia es un cristiano), el que tiene los mayores
dones puede solo ser un casi cristiano.

Objeción: Pero ¿no nos dice el apóstol “procurad, pues,


los dones mejores”?[128] ¿Por qué debemos procurarlos y
procurarlos fervientemente, si no sirven para la salvación?

Respuesta: Los dones son buenos, aunque no son el mejor


bien; son excelentes, pero hay algo más excelente, y por
esto en el mismo versículo se continúa diciendo: “Mas yo os
muestro un camino aún más excelente”.28, y ese es el
camino de la gracia. Una dracma[129] de gracia vale más
que un talento[130] de dones; los dones pueden hacernos
ricos para con los hombres, pero es la gracia la que nos
hace “ricos para con Dios”.[131] Nuestros dones benefician a
los demás, pero la gracia nos beneficia a nosotros mismos;
aquello por lo cual beneficio a otro es bueno, pero lo que me
beneficia es mejor.

Ahora, como los dones son buenos, debemos procurarlos;


pero debido a que no son el mejor bien, por lo tanto, no
debemos descansar en ellos. Debemos procurar los dones
para el bien de los demás, para que puedan ser edificados;
y debemos procurar la gracia para el bien de nuestras
propias almas, para que puedan salvarse; porque cualquiera
puede ser beneficiado por nuestros dones, sin embargo, sin
gracia nos perderemos.
III.              Un hombre puede tener una alta profesión
de religión, tener muchos deberes
externos de piedad y, sin embargo, ser
sólo un casi cristiano.

Preste atención a lo que nuestro Señor les dice: “No todo


el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los
cielos”,[132] es decir, no todo el que hace una profesión de
Cristo, debe por lo tanto ser tomado como un verdadero
discípulo de Cristo. “No todos los que descienden de Israel
son israelitas”,[133] ni tampoco lo son todos los cristianos
que profesan una religión.

¡Qué profesión piadosa tenía Judas! siguió a Cristo, dejó


todo por Cristo, predicó el evangelio de Cristo, echó a los
demonios en el nombre de Cristo, comió y bebió en la mesa
de Cristo; y, sin embargo, Judas no era más que un
hipócrita.

La mayoría de los profesantes son como los lirios, hermosos


a la vista, pero malolientes; o como el ají, picante en la
boca, pero frío en el estómago. El encaje más fino puede
estar sobre la tela más áspera.
Es un gran engaño el medir la sustancia de nuestra religión
por la corpulencia de nuestra profesión, y juzgar la fuerza
de nuestras gracias por la duración de nuestros deberes.
Las Escrituras hablan de algunos que “tendrán apariencia
de piedad, pero negarán la eficacia de ella”.[134] Niegan su
poder; es decir, no viven en la práctica de esas gracias a las
que fingen en sus deberes; el que finge ser piadoso por una
profesión engañosa y, sin embargo, no practica la piedad en
una conducta santa, tiene una forma, pero niega el
poder[135]. Hugo[136] compara eso con el avestruz, qui alas
habet sed non volat, que tiene grandes alas, pero no vuela.
Muchos tienen las alas de una profesión justa, pero aun así
no las usan para subir en afectos espirituales y en una
conducta celestial.

Pero para aclarar la verdad de esto; que un hombre puede


profesar religión grandemente y, sin embargo, ser sólo un
casi cristiano, se presentan cuatro pruebas a continuación:
 
1. Si un hombre puede profesar una religión y, sin
embargo, su corazón nunca ha cambiado, ni su
estado ha mejorado, entonces puede ser un gran
profesante y, aun así, ser sólo un casi cristiano. Vea
que un hombre puede profesar religión y, sin
embargo, nunca se ha dado un cambio en su
corazón ni se ha renovado su estado actual. Puede
ser un oyente constante de la palabra, y aún ser un
pecador; él puede venir de seguido a la mesa del
Señor y, sin embargo, irse tan pecador como
cuando vino. No debemos pensar que los deberes,
ex opere operato, pueden conferir gracia.

Muchas almas han sido convertidas por Cristo en una


ordenanza, pero nunca se ha convertido alma alguna
por una ordenanza sin Cristo. ¿Y convierte Cristo a todos
los que se sientan bajo las ordenanzas? Seguramente
no; para algunos la palabra es, “ciertamente olor de
muerte para muerte”.[137] Y si es así, entonces está
claro, que un hombre puede profesar religión, y aun así
ser un casi cristiano.

2. Un hombre puede profesar religión y vivir en una


forma de piedad en hipocresía. “Oíd esto, oh casa
de Jacob, que son llamados por el nombre de Israel,
y han salido de las aguas de Judá; que juran por el
nombre del Señor, y hacen mención del Dios de
Israel, pero no en la verdad, ni en la justicia”.[138]
¿Qué piensan de estos? Hacen mención del nombre
del Señor, existe su profesión, pero no en verdad ni
en justicia, ahí está su disimulo; y, de hecho, en un
sentido religioso, no podría haber hipocresía si no
fuera porque se profesa la religión; porque el que es
malvado, carnal, y vil interiormente, y aparenta
serlo exteriormente, no es hipócrita, ya que es lo
que aparenta, y aparenta lo que es. Pero el que es
realmente una cosa, y aparenta ser otra cosa, es
carnal e impío, y aun si parece ser bueno y santo, es
un hipócrita.[139]

Así, los casuistas[140] definen la hipocresía como


simulatio sanctitavis, una falsificación de la
santidad[141]; y esto encaja exactamente con la palabra
griega ὑποκριτής (jupocrites) que viene de
ὐποκρίνομαι (jupocrinomai), falsificar. Y de igual forma
los hebreos tienen dos palabras para hipócritas; panim,
[142] que significa cara o rostro; y chanepim, que
significa falsificaciones; de la palabra chanaph,
disimular. De modo que el que disimula la religión es un
hipócrita, usa el rostro de la santidad, y sin embargo no
tiene la gracia de la santidad. Aparenta ser lo que no es
en sustancia; él lleva una forma de piedad por fuera,
solo como una cubierta para el corazón profano que
está adentro. Tiene una profesión para no ser
considerado malvado; pero no es más que una
profesión, y por lo tanto es malvado. Es un hipócrita
religioso, religioso porque lo finge y aun así hipócrita,
porque no lo hace, sino que finge hacerlo. Es como
muchos hombres con tuberculosis, que tienen una
apariencia fresca y, sin embargo, sus pulmones están
podridos; o como una manzana que tiene una piel clara,
pero está podrida en el centro. Muchos parecen justos,
más solo justos en apariencia. Y si es así, entonces un
hombre puede profesar religión y, sin embargo, ser sólo
un casi cristiano.

3. Las costumbres y la moda pueden hacer de un


hombre un profesante; ya que hay muchos que usan
este o aquel atuendo, no porque los mantenga más
cálidos o porque tengan más excelencia que otros,
sino simplemente por la moda.

Muchos llevan el cabello polvoreado, caras maquilladas


y plumas en sus sombreros, etc., con ningún fin
práctico, sino porque serían tontos si no están a la
moda. Por lo tanto, muchos profesan el cristianismo, no
porque los medios de gracia calientan el corazón, o
porque ven cualquier excelencia en los caminos de Dios
sobre el mundo, sino simplemente para seguir la moda.
Ya quisiera no poder decir que esto es muy cierto en
nuestros días, porque la religión ha sido lo más
predominante, por lo tanto, el que muchos profesen; ha
sido el oficio en boga, y es así entonces como la
mayoría se da a ese oficio.

La religión en la abundancia hace muchos profesantes,


pero pocos prosélitos; pero cuando la religión sufre, sus
confesores no son más que sus conversos; porque la
costumbre hace lo primero, pero la conciencia lo último.
Aquel que profesa una religión por mera costumbre, solo
cuando prospera, nunca será un mártir por amor a
Cristo cuando le toque sufrir por la religión. El que posee
la verdad, solo para obtener un beneficio de ella, la
negará cuando esta trate de vivir de él.

Dicen que cuando una casa se está pudriendo o


cayendo, todas las ratas y ratones la abandonan.
Mientras la casa esté firme y puedan refugiarse bajo su
techo se quedan, pero no más allá de esto; no sea que,
en la decadencia, los escombros caigan sobre ellos,
yendo a morir al fondo los que en la parte superior
vivieron. Mis hermanos, ¿no puedo yo decir, que
tenemos muchos que son las alimañas, las ratas y los
ratones que vivirían bajo el techo provisto por la
religión, mientras puedan obtener en ella refugio? Pero
cuando les toca sufrir, la abandonan, no sea que esta
caiga, y que la caída venga sobre ellos. Estoy
convencido de que esto no es en poco, una de las
razones por la cual Dios ha puesto bajo la rueda a la
profesión de religión, para así librarla de las alimañas. Él
sacude los cimientos de la casa para que estas ratas y
ratones abandonen el techo; no para derribarla, sino
para deshacerse de ellos; tal como hace el labrador
cuando sacude el trigo, para así deshacerse de la paja.
Los días felices del evangelio provocan hipocresía, pero
los sufrimientos por causa de la religión demuestran
sinceridad.
Ahora bien, si las costumbres y la moda hacen que
muchos hombres profesen, entonces un hombre puede
profesar religión y, sin embargo, ser sólo un casi
cristiano.

4. Si muchos pueden perecer bajo una profesión de


piedad, entonces un hombre puede profesar religión
y, sin embargo, ser sólo un casi cristiano.

Ahora, la Escritura es clara cuando dice que un hombre


puede perecer bajo la más alta profesión de religión.
Cristo maldijo la higuera que tenía hojas y ningún fruto.
Está dicho que “los hijos del reino serán echados a las
tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de
dientes”.[143] ¿Quiénes eran estos, sino los que
profesaban ser para ese entonces el único pueblo de
Dios en el mundo? de los que Él dijo, “juntadme mis
santos, los que hicieron conmigo pacto con sacrificio”.
[144] Y, sin embargo, estos fueron expulsados.

En Mateo 7:22-23, pueden leer acerca de algunos que


vinieron a Cristo y se jactaban de su profesión,
esperando que eso los salvara. “Señor, Señor,” dicen,
¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre
echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos
muchos milagros?” ¿Qué les dice nuestro Señor Cristo a
estos? “Y entonces les declararé: Nunca os conocí;
apartaos de mí, hacedores de maldad”.

Noten lo que aquí se dice, aquí están los que profetizan


en su nombre, y sin embargo perecen bajo su ira; en su
nombre expulsan demonios, y ellos mismos también
terminan expulsados; en su nombre hacen muchas
obras maravillosas, y sin embargo perecen por ser
trabajadores malvados. El profesar religión no evitará
que un hombre perezca, así como llamar a un barco
Guarda Segura o Buena Fortuna no evitará que un
hombre pueda ahogarse. Así como muchos van al cielo
con el miedo al infierno en sus corazones, muchos van
al infierno con el nombre de Cristo en sus bocas. Ahora
bien, si muchos pueden perecer bajo una profesión de
piedad, entonces un hombre puede ser un gran
profesante de religión y, sin embargo, ser sólo un casi
cristiano.

Objeción: Pero ¿no lo dice el mismo Señor Cristo “el que


me confiesa delante de los hombres, le confesaré delante
de mi Padre que está en los cielos?”[145] Ahora bien, el que
Cristo diga que nos confesará ante el Padre, es equivalente
a una promesa de vida eterna, porque si Jesucristo nos
confiesa, Dios el Padre nunca nos repudiará.

Respuesta: Es cierto que los que confiesen a Cristo serán


confesados por Él; y también es cierto que esta confesión es
equivalente a una promesa de salvación. Pero ahora deben
saber que profesar a Cristo no es confesarlo; porque
profesar a Cristo es una cosa, el confesar a Cristo es otra. La
confesión es un testimonio vivo por Cristo, en el tiempo en
que se sufre por la religión; la profesión puede ser sólo una
formalidad sin vida, en los momentos en que la religión es
próspera. Confesar a Cristo es elegir sus caminos y
poseerlos. Profesar a Cristo es suplicar por sus caminos y,
sin embargo, solo vivir junto a ellos. La profesión puede ser
de un amor fingido a los caminos de Cristo; pero la
confesión es de un amor arraigado a la persona de Cristo.
Profesar a Cristo es poseerlo cuando nadie lo niega;
confesar a Cristo es suplicar por Él, y sufrir por Él, cuando
otros se oponen a Él. Los hipócritas pueden ser profesantes;
pero los mártires son los verdaderos confesantes. El
profesar es nadar río abajo, pero la confesión es nadar
contra la corriente. Ahora muchos pueden nadar con la
corriente, como los peces muertos, que no pueden nadar
contra la corriente, con los peces vivos. Muchos pueden
profesar a Cristo, pero no pueden confesar a Cristo; y así, a
pesar de su profesión, todavía son solo casi cristianos.
IV.               Con tal de acercarse aún más; un hombre
puede llegar muy lejos oponiéndose a su
pecado y, sin embargo, ser sólo un casi
cristiano.

Veamos hasta dónde puede llegar un hombre


oponiéndose al pecado y ser sólo un casi cristiano, se los
mostraré gradualmente en siete instancias.

Primero, un hombre puede estar convencido de pecado y,


aun así, ser sólo un casi cristiano porque:
 
1. La convicción puede ser racional, así como
espiritual. Puede ser de una conciencia natural
iluminada por la palabra, pero sin la obra eficaz del
Espíritu, aplicando convicción de pecado en el
corazón.
2. Las convicciones se desgastan; muchas veces se
apagan y no terminan en verdadera conversión. La
iglesia dice: “Concebimos, tuvimos dolores de parto,
dimos a luz viento”.[146] Esta es la queja de la
iglesia, en referencia a lo infructífero de sus
aflicciones; y puede ser la queja de la mayoría, en
referencia a lo infructífero de sus condenas.
3. Muchos toman la convicción de pecado, como si
fuese la conversión del pecado; y se sientan y
descansan en sus convicciones. Esa es la triste
queja que Dios hace de Efraín: “es un hijo no sabio,
porque ya hace tiempo que no debiera detenerse al
punto mismo de nacer”.[147] Ahora bien, si las
convicciones provienen solo de una conciencia
natural; si están desgastadas, o de forma engañada
se usan para descansar sin que haya conversión,
entonces un hombre puede tener convicciones, y
ser un casi cristiano.

En segundo lugar, un hombre puede llorar por el pecado


y, sin embargo, ser un casi cristiano. Así lo hizo Saúl y
así lo hizo Esaú, por la pérdida de su primogenitura, lo
cual fue su pecado, y por eso el Espíritu de Dios lo llama
“Esaú profano”,[148] aun cuando “la buscó
cuidadosamente con lágrimas”.

Objeción: ¿Pero no proclama Cristo que son benditos los que


lloran? “Bienaventurados los que lloran”.[149] Está claro que,
si un hombre llora por el pecado, está en buenas
condiciones. Nacianceno[150] dice que, τῷ ςεναγμῷ τῶν
οωτερίαν ουνεξευγμένην,[151] la salvación está unida con
la tristeza.

Respuesta: Respondo que es cierto, los que lloran por el


pecado, en el sentido en el que Cristo habla allí, son
bendecidos; pero no todo luto por el pecado nos hace
bendecidos.

1. El verdadero duelo por el pecado debe fluir de las


convicciones espirituales del mal, la vileza y la
naturaleza condenable del pecado. Ahora, no todos
los que lloran por el pecado, lo hacen por un
exhaustivo trabajo de convicción espiritual sobre el
alma; no tienen un sentido correcto del mal y la
vileza del pecado.
2. El verdadero luto por el pecado debe darse más
por el mal que está en el pecado, que por el mal
que viene por el pecado; más porque deshonra a
Dios, y hiere a Cristo, entristece al Espíritu y hace
que el alma sea indiferente a Dios, que por la
condena que trae sobre el alma. Hay muchos que
lloran por el pecado, no tanto por el mal que hay en
él, sino por el mal que trae consigo. Hay mucho luto
por el pecado en el infierno; ustedes leen que allí
habrá “llorar y crujir de dientes”.[152] Los
condenados lloran y se lamentan por toda la
eternidad; allí, todo es tristeza, y no hay consuelo.
Como en el cielo hay paz sin problemas, alegría sin
luto; así en el infierno hay problemas sin paz, luto
sin alegría, llorando y lamentándose sin cesar. Pero
es por la calamidad que sienten por el pecado, y no
por el mal que está en el pecado. Así que un hombre
puede llorar por el pecado, y sin embargo ser sólo
un casi cristiano. Puede entristecerle pensar en la
muerte que trae el pecado, pero no le entristece
que el pecado lo contamina y lo pervierte.

En tercer lugar, un hombre puede hacer una gran


confesión de pecado, a Dios, a otros y, aun así, ser sólo un
casi cristiano.

¿Cuán ingeniosamente Saúl confiesa su pecado a David?


“¡Más justo eres tú que yo!”[153] “He pecado,” dice, “He
aquí yo he hecho neciamente, y he errado en gran manera”.
[154] Así también, Judas hace una confesión completa: “Yo he

pecado entregando sangre inocente”.[155] Sin embargo, Saúl


y Judas fueron rechazados por Dios; así que un hombre
puede confesar el pecado y, aun así, ser sólo un casi
cristiano.

Objeción: ¿Pero no es la confesión del pecado el carácter de


un hijo de Dios? ¿No dice el apóstol que; “Si confesamos
nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros
pecados, y limpiarnos de toda maldad”?[156] Ningún hombre
fue excluido del cielo por su maldad confesada, pero
muchos son dejados fuera del cielo por su supuesta bondad.
[157] Judá, en hebreo, significa confesión[158] y Judá obtuvo

el reino de Rubén. La confesión del pecado es el camino al


reino de los cielos.

Respuesta: Hay algunos que confiesan el pecado y son


salvos; mientras que hay otros que confiesan el pecado y
perecen:
 
1. Muchos confiesan el pecado simplemente por
costumbre y no por conciencia; habrá muchos que
nunca oran, pero harán una larga confesión de
pecado y, sin embargo, nunca sentirán el peso o la
carga de este sobre sus conciencias.
2. Muchos confiesan pecados menores, y aun así
ocultan pecados mayores; como el paciente en
Plutarco[159], que se quejó con su médico por su
dedo, cuando su hígado estaba podrido[160].
3. Muchos confiesan el pecado de forma general, o
se confiesan pecadores y aun así ven poco y dicen
menos de sus pecados particulares; una confesión
implícita, es casi tan mala como una fe implícita.

La confesión correcta será distinta, especialmente


cuando es de aquellos pecados que son nuestros
pecados principales. Así, David confiesa su culpabilidad
de sangre y adulterio;[161] así también Pablo su
blasfema persecución y daño contra los santos.[162] Es
malo escuchar a los hombres confesar que son grandes
pecadores y, sin embargo, no pueden confesar sus
pecados. Aunque el menor pecado sea demasiado malo
para cometerlo, no hay pecado que no sea demasiado
malo para no ser confesado.

4. Muchos confiesan el pecado, pero es solo bajo la


presión, es decir, no de forma libre y voluntaria.
Faraón confesó su pecado, pero fue cuando el juicio
lo obligó. “He pecado contra el Señor”,[163] dijo él;
pero fue cuando tuvo ocho plagas sobre él.
5. Muchos confiesan sus pecados como lo hacen los
marineros con sus bienes, arrojándolos en una
tormenta, pero deseándolos nuevamente cuando
hay calma. La confesión debería venir como el agua
de un manantial que corre libremente; no como el
agua de un alambique que es forzada por el fuego.
6. Muchos confiesan sus pecados, pero sin intención
de abandonar el pecado; confiesan los pecados que
han cometido, pero no dejan los pecados que han
confesado.

Muchos hombres usan su confesión como Luis XI[164] de


Francia lo hizo con su crucifijo; haría un juramento y luego lo
besaría; y juraría de nuevo, para luego besarlo de nuevo.
Muchos pecan, y luego confiesan que no les va bien, pero
nunca se esfuerzan por hacerlo mejor.
El Sr. Torshel[165] cuenta la historia de un ministro que
conocía, que a menudo estaba borracho, y cuando entraba
al púlpito lo confesaba con mucho lamento; y, sin embargo,
apenas salía del púlpito, volvía a estar borracho; y esto lo
haría tan constantemente como los hombres siguen sus
oficios.

Ahora bien, si un hombre confiesa el pecado


simplemente por costumbre; si él confiesa pecados
menores, y aun así oculta mayores; si confiesa el pecado de
forma general, o solo bajo la presión, o si confiesa el pecado
sin ningún intento de abandonar el pecado, entonces
seguramente un hombre puede confesar el pecado y, sin
embargo, ser sólo un casi cristiano.

Cuarto, un hombre puede abandonar el pecado y, sin


embargo, ser sólo un casi cristiano; puede abandonar sus
deseos carnales y los malos caminos en los que a veces
vivió, y a juicio del mundo, convertirse en un hombre nuevo
y, sin embargo, no ser una nueva criatura. Simón el Mago,
cuando escuchó la predicación de Felipe sobre el reino de
Dios, dejó su hechicería y brujería, y creyó.[166]

Objeción: Pero esto parece contrario a las Escrituras; porque


aquel que dice: “el que los confiesa y se aparta alcanzará
misericordia”,[167] yo confieso el pecado, y no solo eso, sino
que también abandono el pecado; por lo tanto, parte de esa
misericordia me pertenece.

Respuesta: Es cierto que el alma que abandona el pecado


por un principio correcto, de una manera correcta y para un
fin correcto; donde abandona el pecado por lo que es el
pecado, algo que es contrario a Dios y a la pureza de su
naturaleza, esto declara que el alma está de acuerdo con
Dios, y entonces la promesa se cumplirá: “Él encontrará
misericordia”.

Pero ahora presten atención, hay una forma de abandonar


el pecado que no es correcta y es endeble:
 

1. Los pecados visibles pueden ser abandonados,


sin embargo, los pecados secretos pueden ser
retenidos; eso no es un abandono correcto; tal alma
nunca encontrará misericordia. Un hombre puede
curarse de una herida en su carne y, sin embargo,
puede morir por toda la podredumbre en sus
entrañas.
2. Un hombre puede abandonar el pecado pero no
por lo que es el pecado, porque el que abandona el
pecado como pecado, abandona todo pecado; a
quatenus ad omne valet consequentia[168]. Es
imposible que un hombre abandone el pecado como
pecado, a menos que abandone todo lo que sabe
que es pecado.
3. Un hombre puede dejar ir un pecado, para
retener otro cuanto más rápido; como un hombre
que navega en la mar y con gran disposición
asegura todos sus bienes, pero si surge la tormenta,
entonces arroja un poco por la borda para aligerar la
embarcación guardando el resto. Así hicieron ellos
en Hechos 27:38. Así el pecador elige guardar todos
sus pecados, pero si surge una tormenta en su
conciencia, entonces lanzará un pecado por la borda
para salvar la vida de otro pecado.
4. Un hombre puede dejar ir todo pecado y aun así
ser un pecador; porque mantiene la raíz de todo
pecado en el corazón, aunque el fruto del pecado no
se vea en la vida. El árbol vive, aunque se corten las
ramas. Así como un hombre es pecador, antes de
que él cometa pecado, así (hasta que la gracia lo
renueve), es pecador, aunque deje el pecado;
porque hay suficiente pecado original en él, como
para condenarlo y destruirlo.[169]
5. El pecado puede dejarse y, sin embargo, ser
amado. Un hombre puede abandonar la vida de
pecado y, sin embargo, retener el amor al pecado.
Si aun dejando el pecado puede ser sólo un casi
cristiano, amando el pecado demuestra que es un
casi cristiano. Es menos malvado pecar, y no amar
el pecado, que amar el pecado y no hacerlo; porque
el pecar puede demostrar que es solo debilidad de
la carne, pero amar el pecado demuestra la fuerza
de los deseos carnales. “No hago lo que quiero, sino
lo que aborrezco, eso hago”.[170] El pecado es malo
en cualquier parte del hombre, pero el afecto al
pecado es peor que una conducta de pecado;
porque una conducta de pecado puede ser sólo falta
de firmeza, pero el afecto al pecado es el fruto por
elección y falta de regeneración.
6. Todo pecado puede ser encadenado y, sin
embargo, no haber cambio en el corazón; y así, la
naturaleza del pecador es la misma de siempre. Un
perro encadenado, es un perro quieto, hasta que se
le suelta y sale a devorar.

Puede haber un cese al fuego entre enemigos, y aun así la


disputa puede permanecer en pie. Puede haber una tregua,
donde no hay paz. Un pecador puede soltar las armas del
pecado de sus manos, y aun así mantener en su corazón
enemistad con Dios. Puede haber una tregua, puede que él
no peque contra Él, pero nunca tendrá paz hasta que esté
unido a Él.

La gracia restrictiva opera sobre el pecador, pero es la


gracia renovadora la que cambia su naturaleza. Muchos son
retenidos por gracia, a no ser visiblemente pecadores, pero
esto sin ser regenerados y ser hechos verdaderos creyentes.

Por lo tanto, si un hombre puede abandonar los pecados


visibles, pero ocultar pecados secretos; si abandona el
pecado, pero no como pecado; si puede dejar ir un pecado,
para asirse de otro con más fuerza; si un hombre puede
dejar ir todo pecado y aun así ser pecador; si deja de pecar,
y sin embargo ama el pecado; finalmente, si todo pecado
queda encadenado sin que exista un cambio en el corazón;
entonces un hombre puede abandonar el pecado y, sin
embargo, ser sólo un casi cristiano.
V.   Un hombre puede odiar el pecado y, sin
             

embargo, ser sólo un casi cristiano.

Absalón odió la inmundicia de Amnón con su hermana


Tamar; sí, su odio fue tan grande que lo mató por ello; y, sin
embargo, Absalón no era más que un hombre malvado.[171]

Objeción: Pero la Escritura muestra que odiar el pecado es


una de las señales de un corazón tocado por la gracia. Una
muestra de la gracia de Dios es cuando un hombre odia el
pecado aun cuando en falta de firmeza, caiga en pecado.
Pablo demuestra la sinceridad de su corazón y la verdad de
su gracia por este odio al pecado, aun cuando lo cometió:
“Lo que aborrezco, eso hago[172]”. ¿Qué es la gracia sino
una conformidad del alma con Dios, amar como Dios ama,
odiar como Dios odia? Dios odia el pecado; es una parte de
su santidad odiar todo pecado. Y si odio el pecado, entonces
estoy conforme a Dios; y si estoy conformado a Dios,
entonces soy completamente cristiano.

Respuesta: Es cierto que hay un odio al pecado que es una


señal de la gracia, y que fluye de un principio de gracia, y es
la gracia. Como, por ejemplo:

Odiar el pecado, siendo una ofensa contra Dios, un mal a su


majestad. Odiar el pecado, siendo una transgresión de su
ley y, por lo tanto, un acto malvado en contra de la voluntad
de Dios, que es la única regla de bondad. Odiar el pecado,
siendo un acto hipócrita en transgresión a la ley de amor
establecida por la sangre y la muerte de Cristo, hipocresía
que, en cierto grado, vuelve a crucificar a Cristo. Odiar el
pecado, como algo que entristece y apaga el Espíritu de
Dios, como lo hace todo pecado en su naturaleza. Por lo
tanto, odiar el pecado es gracia; y así, todo cristiano
verdadero odia el pecado.
Pero, aun cuando todo hombre que tiene gracia odia el
pecado, no todo hombre que odia el pecado tiene gracia. Un
hombre puede odiar el pecado por otras razones y no
porque este sea un acto malvado contra Dios, o un acto por
el cual Cristo tuvo que ser herido, o un acto que entristece
al Espíritu; por tanto, un verdadero cristiano debe odiar todo
pecado; porque no hay pecado que no tenga las cosas antes
expuestas en su naturaleza. Pero:
 

1. Un hombre puede odiar el pecado por la


vergüenza que acarrea, más que por el mal que hay
en este. Si bien hay algunos pecadores que “como
Sodoma publican su pecado, no lo disimulan[173]”,
se sientan “en silla de escarnecedores[174]” y su
“gloria es su vergüenza[175]”, hay otros que sí están
avergonzados del pecado, y por lo tanto lo odian,
pero no por el pecado, sino por la vergüenza que
acompaña a este. Fue esto lo que hizo que Absalón,
odiara la impureza de Amnón, porque trajo
vergüenza sobre él y su hermana.
2. Un hombre puede odiar más el pecado de los
demás, que en sí mismo. Así lo hace el borracho;
¡odia la embriaguez en otro y, sin embargo, lo
practica él mismo! el mentiroso odia la falsedad en
otro, pero a él le gusta mentir. Ahora el que odia el
pecado por un principio de gracia, sobre todas las
cosas, odia el pecado que hay en sí mismo. Si bien
odia el pecado en los demás, tanto más aborrece los
pecados de su propio corazón.
3. Un hombre puede odiar un pecado que es
contrario a otro. Hay una gran contrariedad entre
pecado y pecado, entre un deseo carnal y el otro. Es
la excelencia de la vida de la gracia, el que exista
una vida uniforme; no hay una gracia contraria a
otra. Las gracias del Espíritu de Dios son diferentes,
pero no difieren. La fe, el amor y la santidad son
todos uno; coexisten juntos al mismo tiempo, en el
mismo tema, no se pueden separar. No puede haber
fe sin amor y no hay amor sin santidad; y así, por
otro lado, no hay santidad sin amor y no hay amor
sin fe. Esto para hacer que la vida en la gracia sea
una vida llevadera y excelente. Pero la vida de
pecado es una vida contradictoria que distrae, en la
que un hombre es un sirviente de los deseos
carnales que son contrarios; la codicia y el derroche
es contrario a la avaricia, etc.[176] Por tanto, cuando
un pecado llega a ser el pecado maestro del alma,
entonces se genera odio por lo que es contrario. El
corazón cautivo de la avaricia es el corazón que
odia la codicia; y si la codicia llega a ser lo más alto
en el corazón, ese corazón odiará la avaricia. Por lo
tanto, un hombre puede odiar el pecado, no por un
principio de gracia, sino por la contrariedad entre
pecados. Él no odia pecado alguno, por ser pecado;
lo odia porque va en contra del pecado que más
ama.

Por tanto, un hombre puede odiar el pecado por la


vergüenza que le acompaña; puede odiar el pecado en otros
más que en sí mismo; puede odiar un pecado por ser
contrario a otro; entonces él puede odiar el pecado y, sin
embargo, ser sólo un casi cristiano.

VI.               Un hombre puede hacer grandes votos y


promesas; puede tener fuertes propósitos
y resoluciones contra el pecado y, sin
embargo, ser sólo un casi cristiano.

Así lo hizo Saúl; él prometió y decidió ir contra su pecado.


“Vuélvete, hijo mío David”,[177] dijo él, “que ningún mal te
haré más”. ¿Qué promesas y resoluciones hizo Faraón
contra el pecado de detener al pueblo de Dios?  Él dijo:
“Dejaré ir a tu pueblo para que ofrezca sacrificios a Jehová”;
[178] y nuevamente, “os dejaré ir, y no os detendréis más”.
[179] Sin embargo, Saúl y Faraón perecieron en sus pecados.

Los mayores propósitos y promesas contra el pecado no


harán a un hombre cristiano, debido a que:
 
1. Propósitos y promesas contra el pecado, nunca
hieren el pecado. Decimos que las personas
amenazadas viven mucho, y así también lo hacen
los pecados amenazados. No son los nuevos
propósitos, sino una nueva naturaleza, lo que nos
debe ayudar contra el pecado. Los propósitos
pueden traer al nacimiento, pero sin una nueva
naturaleza, no hay fuerza para dar a luz. La nueva
naturaleza es el mejor terreno para que los
propósitos sagrados crezcan; de lo contrario, se
marchitan y mueren, como las plantas en un terreno
inadecuado.
2. Los problemas y las aflicciones pueden provocar
el que se hagan grandes propósitos y promesas
contra el pecado venidero. ¿Qué tan común es
prometer y no cumplir? Hacen votos en el día de la
angustia, pero en la conciencia no hay deseo de
pagar en el día de la gracia. Muchos pactan contra
el pecado, cuando los problemas se ciernen sobre
ellos; y luego pecan contra su pacto cuando los
problemas desaparecen. Regla valiente fue la que
Plinio[180], en una de sus epístolas, le dio a su amigo
para que la viviera. Ut tales esse perseveremus
sani, quales nos futuros esse profitemur infirmi[181].
Que cuando estamos bien debemos continuar
siendo, tal cual prometemos cuando estamos
enfermos. Muchas son las promesas en el lecho de
enfermedad, pero apenas se obtiene la
recuperación, se vuelven apáticos a sus promesas.
3. Propósitos y resoluciones contra el pecado,
postergadas al futuro, pueden ser sólo una
tentación para posponer el arrepentimiento en el
presente. Satanás puede poner buenos propósitos
en un hombre, para mantenerlo alejado de los
intentos en el presente. Satanás sabe que sin
importar lo que ese hombre se proponga, la fuerza
para cumplir no es algo que el hombre posea. Él
sabe que los propósitos para el tiempo futuro son
dejar a Dios a un lado en el presente, son un “no lo
haré” en lo secreto, a una oportunidad presente.
Pasaje notable es este, “Sígueme”,[182] dice Cristo, a
los dos hombres. Ahora vean qué respuestas le
dieron a Cristo: “Déjame ir primero y enterrar a mi
padre,” dice uno. Este hombre se propone seguir a
Cristo, solo que él se quedaría para enterrar a su
padre. El otro dice: “Señor, te seguiré, pero primero
déjame ir a despedirme de los que están en mi
casa”. “Te seguiré”, pero solo déjame despedirme
de mis amigos, o poner mi casa en orden. Sin
embargo, no encontramos que hayan seguido a
Cristo a pesar de sus justos propósitos.
4. La naturaleza no santificada puede ser forjada
para que esta llegue a hacer grandes promesas y
propósitos contra el pecado. Un hombre natural:

❖   Puede tener grandes convicciones de pecado, a partir


del funcionamiento de una conciencia iluminada.
❖   Puede aprobar la ley de Dios.
❖   Puede tener un deseo de ser salvado.

Ahora, estos tres juntos; el funcionamiento de la


conciencia, la vista de la bondad de la ley y un deseo de ser
salvo, pueden producir en un hombre grandes propósitos
contra el pecado, y aun así puede no tener un corazón para
realizar sus propios propósitos. Esto fue muy parecido al
caso de aquellos, que le dijeron a Moisés: “Acércate tú, y
oye todas las cosas que dijere Jehová nuestro Dios; y tú nos
dirás todo lo que Jehová nuestro Dios te dijere, y nosotros
oiremos y haremos”.[183] Esa fue una promesa piadosa, y
por eso Dios la toma: “He oído la voz de las palabras de
este pueblo, que ellos te han hablado; bien está todo lo que
han dicho”. Dicho y hecho esto, habría estado bien; pero se
les hizo más fácil decirlo que hacerlo; porque, aunque
tenían una lengua con la cual prometer, no tenían un
corazón con el cual ejercer, esto es llevar a cabo la
promesa; y esto Dios lo vio y por eso dijo: “¡Quién diera que
tuviesen tal corazón, que me temiesen y guardasen todos
los días todos mis mandamientos, para que a ellos y a sus
hijos les fuese bien para siempre!”. Prometieron temer a
Dios y guardar sus mandamientos, pero no desearon un
corazón nuevo para cumplir lo que un corazón no
santificado había prometido. Este caso les aplica a los
hombres, tal como lo que hizo ese hijo en el evangelio que
dijo que iría a la viña, pero no fue.[184]

Ahora bien, si los propósitos y promesas contra el pecado


nunca mortifican el pecado; si se hacen grandes promesas
durante momentos de gran aflicción; si son fruto de una
tentación o por una naturaleza no santificada, seguramente
un hombre puede prometer y proponer mucho contra el
pecado, y aun así ser sólo un casi cristiano.
VII.           Un hombre puede mantener una contienda
y luchar contra el pecado que habita en él
y, sin embargo, ser sólo un casi cristiano.

Igual que Balaam cuando fue a maldecir al pueblo de


Dios, tenía un conflicto y una gran contienda dentro de sí
mismo. Dijo Balaam; “¿Por qué maldeciré yo al que Dios no
maldijo? ¿Y por qué he de execrar al que Jehová no ha
execrado?”[185] Y Pilato, ¿no luchó contra su pecado, cuando
dijo a los judíos; “¿Crucificaré a su rey?, ¿Qué mal ha
hecho?, soy inocente de la sangre de este hombre
justo”[186]?
Objeción: Pero, ¿no queda demostrada la obra de la
gracia, cuando hay una lucha en el alma contra el pecado?
Porque, ¿qué debería oponerse al pecado en el corazón sino
la gracia? El apóstol hace que “el deseo de la carne contra
el Espíritu y el Espíritu contra la carne”[187] sea un
argumento de gracia en el corazón. Ahora encuentro esta
lucha en mi corazón, aunque los restos de corrupción a
veces se convierten en pecados reales, pero encuentro una
lucha en mi alma contra el pecado.

Respuesta: Es cierto, hay una lucha contra el pecado, que


es solo por gracia, y es propia de los creyentes; pero,
también hay una lucha contra el pecado, que no es por
gracia, y por lo tanto puede estar en aquellos que no son
creyentes. Hay una lucha contra el pecado en una misma
facultad; la voluntad contra la voluntad; el afecto contra el
afecto; y esto es lo que el apóstol llama “el deseo de la
carne contra el espíritu,” es decir, el esfuerzo de la parte no
regenerada contra la regenerada; y esto siempre está en la
misma facultad, y es apropiado solo para los creyentes.

Un incrédulo nunca encuentra esta lucha en sí mismo. Esta


lucha no puede estar en él; es imposible como tal; es decir,
mientras él no esté del lado de un estado de gracia. Pero
luego hay una lucha contra el pecado en las diversas
facultades; y esta es la lucha que hay en los que no son
creyentes. Allí, la lucha es entre la voluntad y la conciencia;
conciencia iluminada y aterrorizada con el miedo al infierno
y la condenación, la cual está en contra del pecado; la
voluntad y el afecto que, al no ser renovados, son para el
pecado. Y esto en muchas ocasiones causa grandes luchas y
combates en el corazón del pecador[188].

Así fue con los escribas y fariseos. La conciencia los


convenció de la divinidad de Cristo y de la verdad de que Él
era el Hijo de Dios y, sin embargo, con voluntad perversa y
afectos carnales gritaban: “¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!” Sus
conciencias suplicaban a su favor, tenían a un testigo en sus
corazones, y, sin embargo, sus voluntades se inclinaron
contra Él, y por esto se dijo de ellos que “han resistido al
Espíritu,” es decir, las obras y convicciones del Espíritu en
sus conciencias[189]. Este es el caso de muchos pecadores,
cuando la voluntad y los afectos son para el pecado y lo
defienden, la conciencia está en contra y muchas veces se
asusta el alma por hacerlo. Por lo tanto, los hombres toman
lo que se opone al pecado en ellos, como si fuese gracia,
cuando es solo el trabajo de una conciencia natural.
Concluyen que la lucha es entre la gracia y el pecado; la
parte regenerada y no regenerada; cuando por desgracia,
no es otra cosa que la contención de una conciencia natural
contra una voluntad y afectos corruptos.  Y si es así,
entonces un hombre puede tener grandes conflictos y
combatir contra el pecado en él y, sin embargo, ser sólo un
casi cristiano.

Un hombre puede desear gracia y, sin embargo, ser un casi


cristiano. Lo mismo hicieron las cinco vírgenes insensatas:
“Dadnos de vuestro aceite”.[190] ¿Qué era eso sino
verdadera gracia? Fue ese aceite el que iluminó a las
vírgenes prudentes en la cámara del novio. No solo
deseaban entrar, sino que deseaban aceite para iluminarse.
Los hombres malvados pueden desear el cielo, desean un
Cristo que los salve; no hay nadie tan malvado en la tierra,
que no desee ser feliz en el cielo. Pero ahora aquí están los
que desean la gracia y la gloria, y, sin embargo, estos son
solo casi cristianos.

Objeción: Pero ¿no se enseña comúnmente que los deseos


de gracia son gracia? Más aun, ¿no es esto lo que nuestro
Señor Cristo hace? “Bienaventurados los que tienen hambre
y sed de justicia, porque ellos serán saciados”.[191]

Respuesta: Es cierto que hay algunos deseos de gracia que


son gracia, tales como:
 

1. Cuando un hombre desea gracia por un sentido


correcto de su estado natural; cuando ve la vileza
del pecado y la condición despreciable,
contaminada y detestable en que se encuentra por
causa del pecado; y, por lo tanto, desea la gracia de
Cristo para que esta lo renueve y lo cambie, eso es
gracia. Esto hace que sea el grado más bajo de fe
salvadora.
2. Cuando un hombre une esfuerzos proporcionales
a sus deseos; no solo desea gracia, sino que trabaja
por la gracia; tales deseos son gracia.
3. Cuando los deseos de un hombre son constantes
e incesantes; no cesan hasta el logro de su objetivo,
tales deseos son verdadera gracia. Son parte de la
obra especial del Espíritu y realmente participan de
la naturaleza de la gracia. Ahora, hay una máxima
conocida que dice, Quicquid participat de natura
totius, est pars totius, es decir, aquello que parte de
la naturaleza del todo, es parte del todo; las
limaduras de oro son oro. El mar no es realmente
más agua que la menor gota de agua; la llama no es
más fuego que la menor chispa; porque estas,
participare de natura totius.
Pero, aunque todos los verdaderos deseos de gracia son
gracia, no todos los deseos de gracia son verdaderos,
porque:
 
1. Un hombre puede desear gracia, pero no para sí
mismo, sino por algo más; no por el amor a la
gracia, sino por el amor al cielo. No desea la gracia,
para que su naturaleza pueda ser cambiada, su
corazón renovado, la imagen de Dios estampada en
él, y que los deseos pecaminosos que habita en él
sean sometidos. Estos son deseos bendecidos, que
se encuentran solo en los verdaderos creyentes. El
verdadero cristiano solo puede desear gracia por
amor a la gracia; pero el casi cristiano puede desear
gracia por amor al cielo.
2. Un hombre puede desear la gracia sin esfuerzos
proporcionales a su deseo, después de recibirla;
muchos son buenos deseando, pero malos
trabajando; como el que yacía en la hierba en un día
de verano, gritando: ¡Oh, si esto fuese el trabajo!
Salomón dijo: “El deseo del perezoso le mata”.[192]
¿Cómo es eso? “Porque sus manos no quieren
trabajar”. Él pereció en sus deseos.[193] El creyente
une los deseos y los esfuerzos: “Una cosa he
demandado a Jehová, ésta buscaré”.
3. Los deseos de gracia de un hombre pueden darse
a destiempo. De ese modo las vírgenes insensatas
deseaban el aceite cuando ya era demasiado tarde.
Los deseos del creyente son oportunos; desea la
gracia en el tiempo de la gracia, y busca en el
momento en que se pueda encontrar.[194] “El
corazón del sabio discierne el tiempo y el juicio”.
[195] Conoce su tiempo y tiene sabiduría para

mejorarlo. El pecador tonto hace todas sus obras


fuera de tiempo; deja pasar el tiempo de gracia, y
luego desea la gracia cuando el tiempo se ha
acabado. El pecador lo hace todo demasiado
tarde[196]; así como Esaú deseó la bendición cuando
era demasiado tarde y, por lo tanto, la perdió;
mientras que, si hubiese venido antes, la hubiese
obtenido[197]. La mayoría de los hombres son como
Epimeteo[198], sabios demasiado tarde. Vienen
cuando el mercado se ha terminado; cuando la
tienda está cerrada, entonces buscan el aceite que
necesitan. Cuando yacen sobre sus lechos de
muerte, desean corazones santos.
4. Los deseos de gracia en muchos son muy
inconstantes y fugaces, “como nube de la mañana,
y como el rocío de la madrugada, que se
desvanece”. [199] o como la calabacera de Jonás[200],
que brotó en una noche y se marchitó al alba, no
tienen raíz en el corazón, y por lo tanto perecerá
rápidamente. Ahora, si un hombre desea la gracia,
pero no por el amor de la gracia; si los deseos son
sin esfuerzos; si un hombre desea la gracia a
destiempo; si estos deseos son fugaces e
inconstantes; entonces un hombre puede desear
gracia y, sin embargo, ser sólo un casi cristiano.
5. Un hombre puede temblar ante la palabra de
Dios y, sin embargo, ser sólo un casi cristiano, como
lo hizo Belsasar[201] al ver la escritura en la pared.

Objeción: ¿Pero no es eso una muestra de sinceridad y


verdad de gracia, temblar ante la palabra? ¿No nos dice
Dios ambas cosas?: “Miraré a aquel que es pobre y humilde
de espíritu, y que tiembla a mi palabra”.[202]

Respuesta: Hay dos temblores:


 
1. Uno es, cuando la palabra revela la culpa del
pecado, y la ira de Dios que conlleva esa culpa;
esto, donde la conciencia está despierta, causa
temblor y asombro. Por esa razón cuando Pablo
predicó sobre la justicia y el juicio, se dice que
Félix[203] tembló.
2. Hay un temblor que surge de un santo temor y
reverencia a la majestad de Dios, hablando en su
palabra; esto solo se encuentra en los verdaderos
creyentes, y es lo que mantiene el alma humilde
ante sus propios ojos. Por lo tanto, presten atención
de cómo funcionan las palabras: “Miraré a aquel que
es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a mi
palabra[204]“. Dios no le hace la promesa a aquel
que tiembla ante la palabra; porque los demonios
creen y tiemblan. La palabra de Dios puede hacer
temblar y temblar al pecador más orgulloso y terco
del mundo[205], pero es “a aquel que es pobre y
humilde de espíritu, y que tiembla”.  A aquel que
tiembla como fruto de un espíritu quebrantado por
el pecado y es humilde en sus propios ojos, Dios le
mirará. Ahora muchos tiemblan ante la palabra,
pero no con pobreza de espíritu, ni un corazón
quebrantado por el pecado y bajo sus propios ojos;
no por el sentido de la majestad y la santidad de
Dios. Por lo tanto, a pesar de que tiemblan ante la
palabra, sin embargo, son solo casi cristianos.
3. Un hombre puede deleitarse en la palabra y las
ordenanzas de Dios, y, sin embargo, ser sólo un casi
cristiano. “Se deleitan en la cercanía de Dios”.[206] Y
de ese terreno se dice que “reciben la palabra con
gozo”[207] y sin embargo no son más que terreno
pedregoso.
Objeción: ¿Pero no se crea en un hombre, el carácter
piadoso para deleitarse en la palabra de Dios? ¿No nos dice
David que un hombre bendecido es aquel “que en la ley del
Señor está su deleite”?[208]

Respuesta: Hay un deleite en la palabra, que fluye de la


gracia, y es una prueba de bendición:
 
1. El que se deleita en la palabra, debido a su
espiritualidad, es cristiano en verdad; cuanto más
espirituales son las ordenanzas, más se deleita en
ellas un corazón amable.
2. Cuando la palabra se acerca a la conciencia,
desgarra el corazón y descubre el pecado, y a pesar
de esto el alma se deleita en ella; esa es una señal
de gracia.
3. Cuando el deleite surge de esa comunión que así
tiene con Dios, es por un principio de gracia en el
alma.

Pero puede haber un deleite en la palabra, donde no hay


gracia:
 

1. Hay muchos que se deleitan en la palabra debido


a la elocuencia del predicador. Se deleitan no tanto
en la verdad entregada, sino con el vestido en el
que se entregan. Por lo tanto, se dice del profeta
Ezequiel, que él era para ellos “como la canción de
amor de uno que tiene una voz hermosa”.[209]
2. Hay muchos que se deleitan en escuchar la
palabra, pero que no se deleitan en obedecerla;
esto es lo que dice Dios de ellos: “Oyen tus
palabras, pero no las ponen en práctica”.
Ahora bien, si un hombre puede deleitarse con la palabra,
más por la elocuencia del predicador que por la
espiritualidad de su contenido; si puede deleitarse al
escuchar la palabra, y sin embargo no deleitarse en hacerla,
entonces puede deleitarse con la palabra y, sin embargo,
ser sólo un casi cristiano.

VIII.                Un hombre puede ser miembro de la


iglesia de Cristo, puede unirse al pueblo
de Dios, participar con ellos en todas las
ordenanzas y compartir todos los
privilegios de la iglesia y, sin embargo, ser
sólo un casi cristiano.

Así las cinco vírgenes insensatas se unieron a las sabias


y caminaron juntas. Muchos pueden ser miembros de la
iglesia de Cristo y, sin embargo, no miembros de Cristo
quien es la cabeza de la iglesia. Hubo una multitud mixta
que se unió con la iglesia de Israel al salir de Egipto; se
unieron a los israelitas, poseyeron a su Dios, dejaron su
propio país y, sin embargo, a pesar de todo esto seguían
siendo egipcios en el corazón; “no todos los que descienden
de Israel son israelitas”.[210]

La iglesia en todas las edades ha tenido miembros poco


consistentes. Caín tuvo comunión con Abel, Ismael vivía en
la misma casa con Isaac, Judas estaba en comunión con los
apóstoles y también Demas con el resto de los discípulos.
Siempre habrá algo de afrecho en la mejor comida. La red
de arrastre del Evangelio atrapa peces malos y buenos; la
cizaña y el trigo crecen juntos y así seguirá siendo hasta la
cosecha.[211]

Dios tiene una iglesia donde no hay miembros que no sean


aquellos que son verdaderos miembros de Cristo, pero está
en el cielo. Es la “iglesia de los primogénitos;”[212] no hay
hipócritas, ni profesantes podridos y malvados, ninguno
excepto “los espíritus de los justos hechos ya perfectos”.
Todo lo que Dios ha colocado en ese jardín es trigo puro; allí
la cizaña se separa y es echada al fuego inextinguible.

Pero en la tierra, en la iglesia el trigo y la cizaña yacen


juntos amontonados en el mismo lugar; los samaritanos
eran parientes cercanos de los judíos mientras estaban en
prosperidad. Así, mientras la iglesia de Dios florece en el
mundo, muchos se unirán a ella; parecerán judíos, aunque
sean samaritanos; y parecen santos, aunque no son mejores
que casi cristianos.

IX.         Un hombre puede tener grandes


     

esperanzas en el cielo, grandes


esperanzas de ser salvo y, sin embargo,
ser sólo un casi cristiano.

De hecho, hay una esperanza del cielo que es “la cual


tenemos como segura y firme ancla del alma”,[213] nunca se
malogra y es conocida por cuatro propiedades.

Primero, es una esperanza que purifica el corazón y purga el


pecado: “Aquel que tiene esta esperanza en Él, se purifica a
sí mismo, así como Él es puro”.[214] Esa alma que realmente
espera disfrutar de Dios, verdaderamente se esfuerza por
ser como Dios.

En segundo lugar, es una esperanza que llena el corazón de


alegría: “nos gloriamos en la esperanza de la gloria de
Dios”. [215]

En tercer lugar, es una esperanza que se basa en la


promesa[216], como no puede haber una fe verdadera sin
una promesa, tampoco una esperanza verdadera. La fe
aplica la promesa, y la esperanza espera el cumplimiento de
la promesa, y la fe se basa en la verdad de esta, y la
esperanza espera el bien de ella; la fe da interés, la
esperanza aguarda una librea[217] y una posesión.

Cuarto, es una esperanza forjada en el alma por Dios


mismo; quien, por lo tanto, es llamado “el Dios de la
esperanza”[218] como el Autor y el Objeto de la esperanza.
Ahora, el que tiene esta esperanza nunca se perderá. Esta
es una esperanza correcta; la esperanza del verdadero
creyente: “Cristo en vosotros, la esperanza de gloria”.[219]
Pero entonces, como hay una esperanza verdadera y sólida,
también hay una esperanza falsa y podrida; y esta es
mucho más común, ya que las perlas bastardas se usan con
más frecuencia que las perlas verdaderas.

No hay nada más común que ver grandes hombres con


esperanzas infundadas del cielo, por ejemplo:
 

1. Un hombre puede tener una gran esperanza


desprovista de gracia; han leído sobre la “esperanza
de los hipócritas”. [220] El desempeño de los deberes
es una prueba de su esperanza; las vírgenes
insensatas nunca habrían hecho lo que hicieron, si
se hubieran enterado de antemano que al final
serían excluidas. Muchos profesantes no tendrían
tantos problemas en sus deberes como ellas, si no
fuese por su esperanza en el cielo. La esperanza es
el gran motivo para la acción; la desesperación
corta los tendones de todos los esfuerzos. Esa es
una de las razones por las cuales los condenados
que están en el infierno dejan de actuar para alterar
su estado, porque la desesperanza se apodera de
ellos. Si en el infierno hubiera alguna esperanza, se
pondrían en acción y obrarían con tal de salir de allí.
Así que puede existir gran esperanza donde no hay
gracia y la experiencia lo comprueba. Los
profesantes por formalismo son hombres sin gracia,
pero hombres de grandes esperanzas. Es más,
muchas veces descubrirás que nadie teme más por
su condición eterna, que los que tienen la mayor
causa de esperanza, y ninguno espera más que los
que tienen la mayor causa de miedo. Como el
interés en la esperanza a veces puede existir sin
esperanza, así la esperanza en Dios puede existir
sin interés.
2. Un hombre puede esperar en la misericordia, la
bondad y el poder de Dios, sin mirar la promesa y
esta es la esperanza de la mayoría. Dios está lleno
de misericordia y bondad, y por lo tanto está
dispuesto a salvar; y Él es infinito en poder, y por lo
tanto capaz de salvar; ¿Por qué entonces, no
debería descansar en Él?

Ahora bien, es una presunción y por lo tanto pecado,


esperar en la misericordia de Dios, en lugar de mirar la
promesa. Porque la promesa es el canal de la
misericordia, a través de la cual se transmite. Toda la
bendición de la que disfrutan los santos en el cielo no es
otra que el fruto de la promesa en la que confiamos y
esperamos aquí en la tierra. Un hombre no tiene
garantía de tener esperanza en Dios, sino en virtud de
la promesa.

3. Un hombre puede esperar el cielo y, sin


embargo, no limpiar su corazón ni apartarse de sus
pecados secretos; esa esperanza de salvación que
no está acompañada de purificación del corazón es
una vana esperanza.
4. Un hombre puede esperar el cielo y, sin
embargo, estar haciendo el trabajo del infierno; él
puede esperar la salvación, y aun así trabajar en su
propia condenación y así perecer en sus confianzas.
Este es el caso de muchos, male agendo sperant, &
sperando pereunt[221]; como el remero que mira en
una dirección y rema en otra, así muchos tienen sus
ojos en el cielo, mientras sus corazones están en la
tierra; esperan en Dios, pero no lo eligen por una
porción; esperan en Dios, pero no lo aman como el
mejor bien y, por lo tanto, no quieren tener parte en
Él, ni obtener bien de Él; y seguramente perecerán
sin Él, a pesar de todas sus esperanzas. “¿Cuál es la
esperanza del impío, por mucho que hubiere
robado, cuando Dios le quitare la vida?”[222]

Ahora bien, si un hombre tuviese una gran esperanza de


ir al cielo, pero sin la gracia; si puede esperar por
misericordia sin mirar la promesa; si tiene esperanza sin
purificación del corazón; si espera el cielo y aun así
hace el trabajo del infierno; seguramente entonces un
hombre puede tener grandes esperanzas en el cielo y,
sin embargo, ser sólo un casi cristiano.

X.   Un hombre puede estar bajo grandes y


             

visibles cambios, y estos forjados por el


ministerio de la palabra y, sin embargo,
ser sólo un casi cristiano.

Así lo fue Herodes. Se dice que, “temía a Juan, sabiendo


que era varón justo y santo, y le guardaba a salvo; y
oyéndole, se quedaba muy perplejo, pero le escuchaba de
buena gana”. [223] Saúl cambió grandemente cuando
conoció a los profetas del Señor; él también se convirtió en
profeta[224]. Se nos dice en 1.a de Samuel 10:9, que “le
mudó Dios su corazón”. Ahora, ¿no era esto una obra de
gracia? ¿Y no fue aquí Saúl realmente convertido? Uno
pensaría que lo fue; pero aun así no lo fue. Porque, aunque
se diga que Dios le dio otro corazón, no se dice que Dios le
dio un nuevo corazón. Hay una gran diferencia entre ‫לב אחר‬
(lebh acher), otro corazón y ‫( לב חדש‬lebh chadash), un
nuevo corazón; Dios le dio otro corazón para que se
convirtiera en un gobernante, pero no le dio un corazón
nuevo para hacerlo creyente; otro corazón puede hacer que
un hombre sea otro, pero es un nuevo corazón el que hace a
un nuevo hombre.

Nuevamente, Simón el mago es una gran prueba de esta


verdad; estaba bajo un gran y visible cambio; de hechicero
se tornó a creyente; dejó sus brujerías y hechicerías, y
abrazó el evangelio. ¿No fue este un gran cambio? Si el
borracho abandona su borrachera, el que jura vanamente
cumple sus juramentos y la persona profana deja su
profanación, ellos piensan que esto es un cambio dado por
la gracia, y que su estado ahora es bueno. ¡Ay! Simón el
mago no solo dejó sus pecados, sino que tuvo una especie
de conversión; porque él creyó y fue bautizado.[225]

Objeción: ¿Pero no es ese hombre que ha sido cambiado, un


verdadero cristiano?

Respuesta: No todo cambio hace que un hombre sea


cristiano. Ahora bien, hay un cambio, que quienquiera esté
bajo dicho cambio, es un verdadero cristiano.

Cuando el corazón de un hombre está tan cambiado, tal


como cuando ha sido renovado; cuando “las cosas viejas
pasaron y he aquí todas son hechas nuevas”;[226] cuando la
nueva criatura se forja en el alma, cuando un hombre se
convierte “de las tinieblas a la luz, y de la potestad de
Satanás a Dios”;[227] cuando la mente se ilumina, la
voluntad se renueva, los afectos se vuelven celestiales;
entonces el hombre es ciertamente cristiano.

Pero ahora deben saber que cada cambio no es este


cambio. Porque:
 

1. Hay un cambio civil, un cambio moral, así como


un cambio espiritual y sobrenatural.

Muchos hombres son cambiados en un sentido moral, y


uno puede decir que se han convertido en hombres
nuevos; pero todavía son, en corazón y naturaleza, los
mismos hombres. No son cambiados en un sentido
espiritual y sobrenatural, y por lo tanto de ellos no se
puede decir que son nuevas criaturas.
La gracia restrictiva puede causar un cambio moral,
pero es la gracia renovadora la que debe causar un
cambio salvador. Ahora, muchos están bajo la gracia
restrictiva y muy cambiados moralmente, pero no están
bajo el poder de la gracia salvadora, y así convertidos
para salvación.
2. Hay un cambio externo, así como un cambio interno.
El cambio externo es a menudo sin lo interno, aunque el
cambio interno nunca es sin lo externo. El corazón de
un hombre puede no estar santificado, pero puede
influir en la vida; pero la vida de un hombre puede ser
reformada y, sin embargo, nunca afectar o influenciar
en el corazón.
3. Un hombre puede convertirse de un camino de
profanación a una forma de piedad; de una conducta
sucia a una profesión justa; y, sin embargo, el corazón
ser el mismo en uno o el otro. Un poste podrido puede
estar cubierto de oro por fuera y, sin embargo, estar
poco sólido por dentro. Hypocrita in verbis sanctus, in
corde vanus; intus Nero, foris Cato. Audi, nemo melius;
specta, nemo pejus.[228]. Es común tener limpio “lo de
fuera del vaso y del plato”[229] y, sin embargo, que el
interior esté sucio y asqueroso.

Ahora bien, si un hombre puede ser cambiado moralmente,


pero no espiritualmente, externamente y no internamente, de
una vida de profanación a una vida de piedad; entonces un
hombre puede estar bajo grandes cambios visibles y, aun así,
no ser más que un casi cristiano.

No digo esto para desacreditar ningún cambio, salvo el


espiritual; pero para despertarlo a buscar ese cambio que es
más que moral. Es bueno renovarse externamente, pero es
mejor renovarse salvíficamente. Sé lo natural que es para los
hombres asumir algo como una obra de conversión, aunque no
sea conversión, para entonces descansar en eso, pero al final
perecen eternamente.
Amados, déjenme decirles que no hay cambio ni conversión,
que pueda sostener sus almas en el día del juicio, fuera de la
obra salvadora que el Espíritu de Dios realiza en el alma, la cual
les renueva por completo[230]. El hombre sobrio, sin este
cambio, seguramente irá al infierno, tanto como el borracho
necio. La moralidad y la civilidad pueden recomendarnos a los
hombres, pero no a Dios. No son de valor en la búsqueda de
una salvación eterna.

Un hombre puede llegar lejos en un cambio externo y, sin


embargo, no estar ni a un paso más cerca del cielo que el que
nunca estuvo bajo ningún cambio. Por el contrario, en cierto
sentido, puede estar más lejos; tal como dijo Cristo, que los
escribas y fariseos estaban más lejos del cielo, con toda su
muestra de piedad, “que los publicanos y las rameras”,[231] en
todo su pecado e impureza. Porque, descansando en un trabajo
falso y un cambio parcial, descuidamos buscar un cambio
verdadero y salvador. No hay nada más común que confundir
nuestro estado y, por pensamientos presuntuosos, juzgar mal
nuestra condición y así perecer en nuestros propios delirios. El
mundo está lleno de estos tontos constructores, que ponen los
cimientos de sus esperanzas de salvación eterna sobre la
arena.[232]

Ahora, mis hermanos, ¿estarán confundiendo el camino al cielo


para perecer en un engaño? ¿Serán al final encontrados como
tontos? Porque ninguno es tan necio como el necio espiritual, el
cual es necio en sí mismo en el gran negocio de la salvación.
¿No serán tontos por sus almas y por la eternidad? ¡Oh,
entonces trabajen y oren por una obra completa de conversión!
¡Ruego a Dios que haga un cambio salvador en sus almas, para
que sean completamente cristianos! Todos los demás cambios
que estén por debajo de este cambio salvador y este cambio de
corazón nos hacen solo casi cristianos.

XI.               Un hombre puede ser muy celoso en materia


de religión y, sin embargo, ser sólo un casi
cristiano.

Jehú no solo sirvió a Dios, e hizo lo que Él le ordenó, sino que


fue muy celoso en su servicio: “¡Ven conmigo, y verás mi celo
por Jehová!”[233] Y, sin embargo, Jehú fue muy hipócrita. Joás
fue un gran reformador en los tiempos de Joiada, se dice que
“hizo lo recto ante los ojos de Jehová todo el tiempo que le
dirigió el sacerdote Joiada”.[234] Pero cuando Joiada murió, el
fervor de Joás por Dios murió con él, y Joás se convirtió en un
gran miserable.

Objeción: Pero el apóstol hace que el celo sea una nota de buen
cristianismo: “Bueno es mostrar celo en lo bueno siempre”;[235]
parece ser la cualificación para obtener la vida eterna; “el reino
de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan”.[236]

Respuesta: Es cierto, hay un celo que es bueno y que hace que


el alma sea muy aceptable para Dios, un celo que nunca pierde
el cielo y la salvación. Ahora bien, este es un celo que es un
fuego celestial; el verdadero temple y calor de todos los afectos
a Dios y a Cristo, qui non zelat non amat.[237] Es un celo forjado
y encendido en el alma por el Espíritu de Dios, quien primero lo
trabaja, y luego lo pone a trabajar. Es un celo que tiene la
palabra de Dios como guía, dirigiéndolo a trabajar tanto en lo
que respecta a su objeto como a su fin, forma y medida. Es un
celo que controla el pecado y logra avance hacia la vida
celestial. Es un celo que hace de la gloria de Dios su principal
fin; que abarca todos los intereses personales: “Porque me
consumió el celo de tu casa”.[238]

Ahora bien, no todo celo es este tipo de celo. Hay un celo falso,
así como uno verdadero; toda gracia tiene su falsificación.
Como hay fuego que es fuego celestial verdadero, en el altar
también hay fuego extraño. Nadab y Abiú ofrecieron fuego
extraño sobre el altar de Dios[239].

Hay varios tipos de celo, ninguno de los cuales es verdadero y


sólido, pero falso e imitado. Presentaré el caso en ocho
particulares:
 
1. Hay un celo ciego, un celo sin conocimiento. “Tienen
celo de Dios, pero no conforme a ciencia”,[240] dice el
apóstol. Ahora, como el conocimiento sin celo es
infructuoso, el celo sin conocimiento es peligroso. Es
como fuego salvaje en la mano de un tonto; o como el
demonio en el hombre poseído, que lo arrojó unas
veces al fuego, otras veces al agua[241], zelus absque;
scientia, quo vehementius irruit, eo gravius corruit.[242]

El ojo es la luz del cuerpo, y la comprensión es la luz del


alma. Ahora, como el cuerpo sin la luz del ojo no puede ir
sin tropezar; entonces el alma sin la luz de la mente no
puede actuar sin equivocarse. Celo sin conocimiento, es
como el ignis fatuus[243] en una noche oscura, que saca al
viajero fuera de su camino hacia los pantanos y el lodo.
Este era el celo de Pablo cuando él era un fariseo. Fue
“celoso de Dios, como hoy lo sois todos vosotros. Perseguía
yo este Camino hasta la muerte”.[244] Y de nuevo; “Yo
ciertamente había creído mi deber hacer muchas cosas
contra el nombre de Jesús de Nazaret”.[245] Y, “en cuanto a
celo, perseguidor de la iglesia”.[246] Dicho celo es el que se
presenta en Juan 16:2: “Os expulsarán de las sinagogas,”
(los silenciarán, no los dejará sufrir por predicar); “y aun
viene la hora cuando cualquiera que os mate, pensará que
rinde servicio a Dios”. Este es un gran celo, pero sin
embargo es un celo ciego que Dios aborrece.

2. En segundo lugar, hay un celo parcial; en una cosa


fuego ardiente, en otra frío como el metal; celoso en
una cosa, y sin embargo descuidado en otra. Muchos
son cristianos de primera tabla, celosos en los deberes
de la primera tabla y, sin embargo, descuidan la
segunda. Por lo tanto, los fariseos eran celosos en su
“Corbán”[247] y, sin embargo, contra natura para sus
padres haciéndolos sufrir de hambre hasta que
murieran[248]. Otros son cristianos de segunda tabla,
celosos en los deberes de la segunda tabla, pero
descuidan la primera; más por la justicia entre los
hombres que por la santidad hacia Dios. Así que aquel
cuya religión no llega más allá de la primera tabla, o
comienza con la segunda, es un tonto en su profesión;
porque él es solo un casi cristiano.
La mujer que estaba a favor de dividir al niño no era la
verdadera madre; y el que está a favor de dividir los
mandamientos no es un verdadero creyente.
Jehú era celoso contra la casa de Acab, pero no tanto
contra los becerros de Jeroboam[249]; muchos son celosos
contra el pecado de forma intelectual, pero no usan ese
celo en contra de su conducta de pecado.
Ahora bien, sabemos que el sudor de todo el cuerpo es un
signo de salud, y el sudor de una sola parte muestra un
trastorno, por lo tanto, los médicos consideran que tal calor
es sintomático[250]. Entonces, cuando el celo llega a todos
los mandamientos de Dios por igual, eso es un signo de una
sólida constitución del alma; pero donde es parcial, donde
un hombre tiene calor en una parte y frío en otra, eso es
sintomático de algún trastorno espiritual interno.

3. Hay un celo fuera de lugar; fijado en objetos


inadecuados y desproporcionados. Muchos son muy
celosos jugando con cosas innecesarias, y no les dan la
importancia a las cosas que más lo requieren; como los
fariseos que daban diligentemente el diezmo de menta,
eneldo y comino, pero descuidaban τὰ βαρύτερα τοῦ
νόμου “lo más importante de la ley: la justicia, la
misericordia y la fe”.[251] No tenían celo por estas,
aunque eran fervientes por lo otro; muchos son más
celosos por una ceremonia que por la esencia de la
religión; más celosos por inclinarse ante el nombre de
Jesús, que por la conformidad con la vida de Jesús; más
celosos por una vestimenta santa que por una vida
santa; más celosos por las invenciones de los hombres
que por las instituciones de Cristo. Este es un celo
supersticioso, y generalmente se encuentra en hombres
no convertidos, en quienes la gracia nunca fue forjada.
[252] ¿En qué momento fue que Pablo estuvo en gran

medida celoso de las tradiciones de sus padres? Como


él mismo dice, esto fue cuando estuvo en su estado
miserable e inconverso, como se puede leer en los
siguientes versículos: “Pero cuando agradó a Dios, que
me apartó desde el vientre de mi madre, y me llamó
por su gracia, revelar a su Hijo en mí, para que yo le
predicase entre los gentiles, no consulté en seguida con
carne y sangre”.[253] Fue entonces cuando Pablo tuvo
otro tipo de celo, dirigido por otro tipo de principios.
4. Hay un celo egoísta, que tiene por motivo el propio
fin del hombre. Jehú era muy celoso, pero más por el
reino que por Dios; no tanto en la obediencia al
mandamiento, como a la maquinación de subir al trono;
y, por lo tanto, Dios amenazó castigarlo con lo mismo
que Él le ordenó hacer: “Y le dijo Jehová: Ponle por
nombre Jezreel; porque de aquí a poco yo castigaré a la
casa de Jehú por causa de la sangre de Jezreel, y haré
cesar el reino de la casa de Israel”. [254] Y esto lo hizo
para satisfacer su ambición y no para obedecer a Dios.
Así lo fueron Simeón y Leví los que fingieron un gran
celo por la circuncisión, parecían muy celosos por el
honor de las ordenanzas de Dios, cuando en realidad
ese celo era por codicia y la venganza contra los
siquemitas[255]. Se cuenta del Dr. Aylmer[256] que en sus
días de juventud fue muy vocal en contra del orgullo y
la codicia de los obispos, y así se expresó de ellos en
uno de sus libros; “salgan ustedes obispos, fuera con
sus superfluidades, entreguen sus miles, estén
conformes con poco”.
5. Hay un celo externo. Tal fue el de los escribas y
fariseos; no comerían con las manos sin lavar, y, aun
así, llevarían una vida en pecados invisibles; lavaban la
copa a menudo, pero rara vez el corazón; pintaban el
exterior, pero descuidaban el interior[257]. Jehú fue un
poderoso reformador[258] de lo externo, pero no reformó
nada en su interior, ya que bajo todos esos actos tenía
un corazón soez. “Mas Jehú no cuidó de andar en la ley
de Jehová Dios de Israel con todo su corazón, ni se
apartó de los pecados de Jeroboam, el que había hecho
pecar a Israel”.[259] Aunque su piel era fina, su hígado
estaba podrido. Nuestro Señor Cristo hace la siguiente
observación de los fariseos: “Ellos aman el orar en pie
en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para
ser vistos de los hombres”[260], y rápido, “ellos
demudan sus rostros para mostrar a los hombres que
ayunan”.
6. Hay un celo forense que se vierte sobre otros; como
la vela en la linterna que concentra todo el calor en la
parte superior; o como la mujer lasciva que menciona
Salomón, cuyos “pies no pueden estar en casa”.[261]
Muchos hierven fervorosos yendo en contra de los
pecados de otros, y sin embargo no pueden ver lo
mismo en sí mismos; como las lamias[262], que se
ponen sus ojos cuando salen, pero se los quitan tras las
puertas. Es muy fácil ver las fallas en otros y muy difícil
verlas en nosotros mismos. Jehú era celoso contra Baal
y sus sacerdotes, porque ese era el pecado de Acab;
pero no contra los becerros de Bet-el, porque ese era su
propio pecado. Este celo es el verdadero carácter de un
hipócrita; su propio jardín está plagado de malezas,
mientras él está ocupado mirando el del vecino por
encima de la cerca.[263]
7. Hay un celo pecaminoso; todos los anteriores
también pueden ser llamados pecaminosos por sus
defectos; pero a este lo llamo pecaminoso en una
noción más especial, porque va en contra de la vida y lo
principal de la religión. Es un celo que va, no en contra
de lo profano, sino contra el celo del poder mismo de la
piedad; no va contra el error, sino contra la verdad; y
está más ardiente contra las verdades más espirituales
e importantes de los tiempos. ¿De dónde más son los
sufrimientos de los hombres por la verdad, sino del
espíritu del celo contra la verdad? Esto puede llamarse
un celo diabólico; porque, así como existe la fe de los
demonios[264], también existe el celo de los demonios:
“el diablo ha descendido a vosotros con gran furor,
sabiendo que tiene poco tiempo”.[265]
8. Hay un celo sin escrituras, que no está cimentado y
limitado por la palabra, sino por fines banales y serviles.
Tal era el celo de Saúl, cuando Dios le ordena destruir a
Amalec, “y no te apiades de él, antes bien, da muerte
tanto a hombres como a las bestias”;[266] cuando
contrario al mandato de Dios, guarda lo mejor de las
ovejas y los bueyes, disimulando un celo por el
sacrificio a Dios. En otra ocasión, cuando él no tenía
dicho mandamiento, mató a los gabaonitas “en su celo
por los hijos de Israel y de Judá”.[267]

El celo de muchos hombres es mayor en esos lugares y


momentos, donde y cuando no tiene el más mínimo
mandamiento de Dios. El verdadero espíritu de celo está
limitado por las Escrituras; porque es para Dios y las
preocupaciones de su gloria. Dios no recibe gloria de ese
celo que no tiene un mandamiento que provenga de las
Escrituras.

Ahora bien, si el celo de un hombre en las cosas de Dios


puede ser sólo un celo ciego, o un celo parcial, o un celo fuera
de lugar, o un celo egoísta, o un celo externo, o un celo forense,
o un celo pecaminoso o un celo sin escrituras; entonces es
evidente que un hombre puede ser muy celoso en materia de
religión y, sin embargo, ser sólo un casi cristiano.

XII.           Un hombre puede estar en mucha oración; él


puede orar a menudo y orar mucho; y, sin
embargo, ser sólo un casi cristiano.

Lo mismo hicieron los fariseos, a quienes nuestro Señor


Cristo rechazó por hipócritas.[268]

Objeción: ¿Pero no es en un marco de oración donde se


sustenta el argumento de un corazón sincero? ¿No se llaman a
los santos de Dios, “la generación de los que le buscan, de los
que buscan tu rostro, oh Dios de Jacob”?[269]

Respuesta: Un hombre no es cristiano porque esté en mucha


oración. Concedo que las oraciones que provienen de la obra y
gemidos del Espíritu de Dios en nosotros; de corazones sinceros
levantados a Dios; de un sentido de nuestro propio vacío y la
plenitud infinita de Dios; que se ajustan a la voluntad de Dios, la
gran regla de la oración; que son para cosas espirituales más
que temporales; que están acompañadas de fe y dependencia,
tales oraciones hablan de un hombre completamente cristiano.
Pero ahora, un hombre puede orar mucho y, sin embargo, ser
un extraño a ese tipo de oración:
 
1. La naturaleza puede poner a un hombre a orar
porque es parte de la adoración natural. Puede poner a
un hijo de Dios a orar, así lo hizo Cristo según se lee en
Mateo 26:39-42: “Yendo un poco adelante, se postró
sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es
posible, pase de mí esta copa”. Esta fue una oración de
Cristo, que fluyó de la lucha no pecaminosa de su
naturaleza, buscando su propia preservación.
2. Un hombre puede fingir orar, para cubrir algún
pecado. En Mateo 23:14 se lee que así lo hicieron los
devotos fariseos: “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos,
hipócritas! porque devoráis las casas de las viudas, y
como pretexto hacéis largas oraciones; por esto
recibiréis mayor condenación”. Así también los papistas
parecen muy devotos rezando por el alma de un
hombre rico para sacarlo del purgatorio. Usan el
pretexto de rezar por el alma de un padre fallecido,
pero es para estafar al heredero de gran parte de su
patrimonio.
3. Un hombre puede orar y, sin embargo, amar el
pecado; tal como Agustín antes de su conversión oró
contra su pecado, pero temía que Dios lo escuchara y le
tomara la palabra. Por consiguiente, Dios no escucha
tales oraciones: “Si en mi corazón hubiese yo mirado a
la iniquidad, El Señor no me habría escuchado”.[270]
4. Un hombre puede orar mucho por cosas temporales,
y poco por cosas espirituales; y tales son las oraciones
de la mayoría de los hombres, que claman más por
cosas temporales. Más para: “¿Quién nos mostrará el
bien?”[271] que para: “Alza sobre nosotros, oh Jehová, la
luz de tu rostro”. 271 David copia la oración de tales:
“Sean nuestros hijos como plantas crecidas en su
juventud, nuestras hijas como esquinas labradas como
las de un palacio; nuestros graneros llenos,” [272] etc.
“Bienaventurado el pueblo que tiene esto”. Esta es la
oración carnal; y David le llama a eso vanidad. [273] Son
“hombres extraños, cuya boca habla vanidad”.
5. Un hombre puede orar y, aun así, estar lejos de Dios
en la oración: “este pueblo se acerca a mí con su boca,
y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de
mí”.[274] Un hombre puede orar y, sin embargo, no
tener el corazón en la oración; y eso es algo que Dios
principalmente mira: “Dame, hijo mío, tu corazón”.[275]

Los judíos tienen esta oración escrita en las paredes de sus


sinagogas: “La oración, sin la intención de la mente, no es
más que un cuerpo sin alma”.
No es suficiente ser conscientes de que hay que usar la
oración, también debemos estar conscientes de cuál es el
uso que hay que darle a la oración. Muchos son tan
conscientes que no se atreven solo más que a orar; pero
tan poco religiosos, que no tienen su corazón en la oración.
Una obra común de Dios puede hacer que un hombre tome
conciencia de cumplir con sus deberes, pero nada menos
que la dádiva de la gracia en el corazón hará que un
hombre esté consciente del por qué y cómo hacerla.

6. La oración de un hombre puede ser una mentira.


Como una profesión sin santidad es una mentira para el
mundo, la oración sin sinceridad es una mentira para
Dios. Se dice de Israel que “entonces buscaban a Dios;
entonces se volvían solícitos en busca suya”.[276]
Oraban mucho y Dios llama a todo eso nada más que
una mentira. “Sin embargo, lo halagaron [277] con la
boca y le mintieron con la lengua, porque su corazón no
estaba con él”. “Escucha mi oración hecha de labios sin
engaño”,[278] dice David.
7. La aflicción y la presión de los males externos harán
que un hombre ore, y ore mucho[279], tal como se dice
en el Salmos 78:34: “Si los hacía morir, entonces
buscaban a Dios; Entonces se volvían solícitos en busca
suya”. Los marinos paganos llamaron cada uno a su
Dios cuando estaban en una tormenta; cuando temieron
ahogarse, cayeron en oración[280]. La mayoría de los
marineros no son los más devotos, ni muy adictos a la
oración. Blasfemarán dos veces, en el lugar donde oran
una vez; y, sin embargo, se dice: “Entonces clamaron a
Jehová en su angustia”,[281] y por eso tienen un
proverbio: “El que no puede orar, que se vaya al
mar[282]”. “Jehová, en la tribulación te buscaron;
derramaron oración cuando los castigaste”.[283]

Ahora bien, si la naturaleza puede poner a un hombre en


oración; si un hombre puede orar fingiendo y manipulando; si
un hombre puede orar y aun así amar el pecado; si un hombre
puede orar principalmente por cosas temporales; si un hombre
puede orar y aun así estar lejos de Dios en la oración; si la
oración puede ser una mentira, o puede ser sólo el grito del
alma bajo la aflicción, de seguro entonces un hombre puede
orar mucho y, sin embargo, ser sólo un casi cristiano.

Objeción: Pero supongamos que un hombre ora y prevalece con


Dios en la oración, seguramente eso es un testimonio del cielo
de la sinceridad de un hombre en la oración. Yo oro y
prevalezco; clamo y me responden.

Respuesta: Un hombre puede orar y recibir respuesta porque


Dios muchas veces contesta oraciones en juicio. Así como Dios
a veces calla en misericordia, también habla con ira; y así como
a veces niega la oración en misericordia, a veces responde con
juicio. Cuando los hombres son demasiado importunos en algo
sobre lo cual están sus deseos, y no toman un no por respuesta,
entonces Dios responde con juicio, Salmos 78:29: “Les cumplió
sus deseos”. Habían deseado codornices, y Dios se las envió;
pero ahora observen el juicio, versículos 30 y 31: “Aún estaba la
comida en su boca, cuando vino sobre ellos el furor de Dios”.

Objeción: Pero supongamos que un hombre sea muy movido a


desear orar; ¿entonces qué?  ¿No es esa una verdadera señal
del cristianismo? Ahora mis afectos me mueven mucho en la
oración.

Respuesta: Así fue Esaú, cuando buscó la bendición. “aunque la


procuró con lágrimas”.[284] Un hombre puede verse afectado
con sus propias partes en un deber, mientras que las buenas
ideas pasan por su cabeza y las buenas palabras por sus labios.
Algunos buenos gestos también pueden mover su corazón, pero
son solo chispas que vuelan en el túnel de la chimenea y de
repente se desvanecen; así que es posible que un hombre
pueda orar y prevalecer en la oración; orar, y ser afectado en la
oración y, sin embargo, ser sólo un casi cristiano.

XIII.                Un hombre puede sufrir por Cristo en sus


bienes, en su nombre, en su persona; y, sin
embargo, ser sólo un casi cristiano.

Todo hombre que lleva la cruz de Cristo sobre sus hombros


no necesariamente lleva la imagen de Cristo en su alma.

Objeción: ¿Pero no hace nuestro Señor Cristo grandes promesas


a los que sufren o pierden algo por él? ¿No nos dice Él: “Y
cualquiera que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o
padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por mi nombre,
recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna”?[285] Claro,
¡son verdaderos cristianos a quienes Cristo hace esta promesa!
Respuesta: Hay un sufrimiento por Cristo, que es una muestra
de sinceridad, y tendrá su recompensa[286]. Es decir, cuando un
hombre sufre por una buena causa, por un buen llamado y con
una buena conciencia, por el bien de Cristo y en la fuerza de
Cristo; cuando sus sufrimientos completan aquello de “lo que
falta de las aflicciones de Cristo por su cuerpo, que es la
iglesia”[287]; cuando un hombre sufre como cristiano, como lo
dice el apóstol: “si alguno padece como cristiano, no se
avergüence”[288]; cuando un hombre no se lanza por su cuenta
a los sufrimientos, sino que obedece el llamado de Dios, tal
sufrimiento es una prueba de integridad.[289]

Pero ahora, no todo sufrimiento por Cristo es un sufrimiento


como cristiano; porque:
 

1. Un hombre puede sufrir por Cristo, por esa profesión


de religión que lleva sobre él; el mundo odia la
demostración de religión. Pueden venir tiempos en que
a un hombre le puede costar tanto como cuando lleva la
librea de Cristo, como cuando lleva a Cristo mismo. A
Alejandro le hubiese gustado haber perdido la vida por
el bien del evangelio[290], pero él fue el Alejandro como
generalmente es juzgado, que luego naufragó en la fe,
y se opuso en gran medida al ministerio de Pablo[291].
2. Un hombre puede sufrir por Cristo y, sin embargo, no
tenerle verdadero amor a Cristo. Esto se infiere: “Y si
repartiese todos mis bienes para dar de comer a los
pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y
no tengo amor, de nada me sirve”.[292]

El amor a Cristo es el único terreno noble del sufrimiento;


pero un hombre puede sufrir mucho por otros fines:

1. Por la opinión de obtener mérito por nuestros


sufrimientos, como los papistas.
2. Por vanagloria o por aplausos entre los profesantes.
Algunos han muerto para que sus nombres puedan
vivir[293].
3. De una resolución romana, o rigidez de espíritu.
4. Como un esquema para adquirir ganancias, así como
Judas lo abandonó todo por Cristo, con la esperanza de
mejorar sus negocios por estar cerca de Él.
5. Más bien por sostener una opinión, que para la
propagación de la verdad. Sócrates[294] murió por
mantener que solo había un Dios, pero pienso que no es
difícil concluir que murió más bien por su propia
opinión, que por el amor a Dios. Por lo tanto, un hombre
puede sufrir por profesar a Cristo, y aun así sufrir por
principios equivocados.

Ahora bien, si un hombre puede sufrir por Cristo por causa


de la profesión que está sobre él, o sufrir por Cristo y sin
embargo no amarlo verdaderamente; entonces un hombre
puede sufrir por Cristo y, sin embargo, ser sólo un casi cristiano.

XIV.                Un hombre puede ser llamado por Dios y


abrazar ese llamado y, sin embargo, ser sólo
un casi cristiano.

Judas es una instancia famosa de esta verdad. Fue llamado


por el mismo Cristo, y vino al llamado de Cristo; y, sin embargo,
Judas era un casi cristiano.

Objeción: Pero ¿no es el estar bajo el llamado de Dios, una


prueba de nuestro interés en el amor predestinante de Dios?
¿No dice el apóstol: “Y a los que predestinó, a éstos también
llamó”?[295]  Más aún, ¿no dice, en el siguiente versículo, “y a
los que llamó, a éstos también justificó”? y aún más, ¿no llama
Dios a todos los que tiene la intención de salvar?

Respuesta: Aunque Dios llama a todos los que serán salvos, no


todos los que reciben el llamado de Dios serán salvos. Todo
hombre bajo el evangelio es llamado por Dios en un sentido u
otro, pero, sin embargo, no todos los hombres bajo el evangelio
serán salvos: “Porque muchos son los llamados, pero pocos
elegidos”.[296]

Hay un doble llamado de Dios; interno y externo:


 

1. Hay un llamado interno de Dios. Ahora, este llamado


es una obra especial del Espíritu por el ministerio de la
palabra, mediante el cual un hombre es sacado de un
estado natural, a un estado de gracia; “de las tinieblas
a la luz”,[297] de ser “vasos de ira” [298] a ser “hechos
herederos según la esperanza de la vida eterna”. [299]
Admito que quien esté bajo este llamado de Dios, es
llamado para ser cristiano de manera efectiva y
salvadora: “Y serán todos enseñados por Dios. Así que,
todo aquel que oyó al Padre, y aprendió de él, viene a
mí”.[300]
2. Un hombre puede tener un llamado de Dios, y sin
embargo no ser este llamado. Hay un llamado externo
de Dios, que es por el ministerio de la palabra. Ahora
bien, cada hombre que vive bajo la predicación del
evangelio es así llamado[301]. Dios llama a todas las
almas a arrepentirse y a establecer un fundamento
seguro para el cielo y la salvación, por medio de la
palabra que escuchan en este día.

Pero ahora, no todo hombre que es así llamado es por lo


tanto un cristiano, porque:
 

1. Muchos bajo el llamado de Dios vienen a Cristo, pero


no se convierten a Cristo. No tienen nada de la gracia y
la vida de Cristo; como aquel, quien cuando Cristo envió
a sus siervos para llamar a los invitados a la boda, entró
al llamado de Cristo, pero “sin estar vestido de boda”;
[302] es decir, no tenía la gracia y la justicia de Cristo.
2. Muchos de los que están bajo el llamado del
evangelio, vienen a Cristo y, sin embargo, luego se
apartan de Cristo; como lo hicieron Judas y Demas[303].
Se dice que cuando Cristo predicó una doctrina que a
sus discípulos no les gustó, “Desde entonces muchos de
sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él”.
[304]

Ahora bien, si muchos están solo bajo un llamado externo de


Dios; si muchos vienen a Cristo, pero no se convierten a Cristo,
sino que se apartan de Cristo; entonces un hombre puede ser
llamado por Dios y, sin embargo, ser sólo un casi cristiano.

XV.             Un hombre puede tener el espíritu de Dios y,


sin embargo, ser sólo un casi cristiano.

Balaam tenía el Espíritu de Dios cuando bendijo a Israel: “y


alzando sus ojos, vio a Israel alojado por sus tribus; y el Espíritu
de Dios vino sobre él”.[305] Judas lo tenía; porque por el Espíritu
echó demonios; él fue uno de ellos que vino a Cristo y dijo:
“Señor, aun los demonios se nos sujetan en tu nombre”.[306]
Saúl lo tenía: “He aquí la compañía de los profetas que venía a
encontrarse con él; y el Espíritu de Dios vino sobre él con poder,
y profetizó entre ellos”.[307]

Objeción: ¿Puede un hombre tener el Espíritu de Dios y, sin


embargo, no ser cristiano? De hecho, la Escritura dice: “si
alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Él”;[308] así que
seguramente, si algún hombre tiene el Espíritu de Cristo, ¡ese
hombre le pertenece a Él!

Respuesta: Hay un tener del Espíritu, que es una marca segura


de santidad. Donde el Espíritu es un principio efectivo
prevaleciente de gracia y santificación, renovando y
regenerando el corazón; donde el Espíritu es un poderoso
trabajador, ayudando “en nuestra debilidad”[309] del alma;
donde el Espíritu “permanece para siempre”.[310] Pero ahora
cada hombre que tiene el Espíritu no tiene el Espíritu de esta
manera, porque:
 
1. Un hombre puede tener el Espíritu solo
transitoriamente, no permanentemente. El Espíritu
puede estar en un hombre, y sin embargo no morar en
un hombre. El Espíritu está dondequiera que Él mora,
pero no mora donde quiera que Él esté; Él está en todo,
pero habita solo en los santos; Él está en todo per
divinitatis praesentium,[311] pero mora solo en los
santos per inhabitationis gratiam.[312] El hipócrita puede
tener el Espíritu por una temporada, pero no permanece
en él para siempre.
2. Un hombre puede tener el Espíritu y, sin embargo,
no nacer del Espíritu[313]. Todo verdadero cristiano nace
del Espíritu. Un hipócrita puede tener los dones del
Espíritu, pero no las gracias. El Espíritu puede estar en
él por medio de la iluminación, pero no por la
santificación; a modo de convicción, pero no a modo de
conversión. Aunque puede tener mucha gracia común
para el bien de los demás, puede que no tenga gracia
especial para el bien de sí mismo; aunque su profesión
sea espiritual, su estado y condición pueden ser
carnales.
3. Un hombre puede tener el Espíritu solo como espíritu
de esclavitud. Por lo tanto, muchos tienen el Espíritu
trabajando solo para esclavitud. El espíritu de
esclavitud es una operación del Espíritu Santo mediante
la ley, que convence a la conciencia del pecado y de la
maldición de la ley, y obra en el alma tal aprensión de
la ira de Dios, así como hace que los pensamientos
sobre Dios sean un terror para él[314].

Este Espíritu puede ser, y a menudo es, sin gracia


salvadora. Esta operación del Espíritu estaba en Caín y
Judas. No hay ninguno que reciba el Espíritu de adopción,
sin que antes reciba el espíritu de esclavitud. Sin embargo,
muchos reciben el espíritu de esclavitud, más nunca
reciben el Espíritu de adopción.

4. Un hombre puede tener el Espíritu de Dios


trabajando en él y, sin embargo, puede resistírsele. Se
dice de los judíos: “Mas ellos fueron rebeldes, e hicieron
enojar su Santo Espíritu”,[315] y el mismo pecado le es
cargado a sus hijos: “¡Duros de cerviz, e incircuncisos
de corazón y de oídos! Vosotros resistís siempre al
Espíritu Santo; como vuestros padres, así también
vosotros”.[316] El hipócrita no retiene el Espíritu tanto
como para llegar a la regeneración y la adopción, sino
que apaga el movimiento y, por lo tanto, se pierde
eternamente.
5. Un hombre puede tener el Espíritu y, sin embargo,
pecar ese pecado imperdonable; puede tener el Espíritu
Santo y, aun así, pecar el pecado contra el Espíritu
Santo; más aún, nadie puede pecar este pecado contra
Él, sino el que tiene algún grado de este.

El verdadero creyente tiene tanto del Espíritu, hay tal obra


de Él en él, que no puede pecar ese pecado: “Todo aquel
que es nacido de Dios, no practica el pecado”,[317] es decir,
“pecado que no sea de muerte”,[318] para eso es que fue
esto dicho. El pecador profeso carnal, no puede pecar ese
pecado, porque es carnal y sensual, “no tiene al Espíritu”.
[319] Un hombre debe tener alguna medida del Espíritu para
pecar ese pecado. Así lo tiene el hipócrita; se dice que es
“partícipe del Espíritu Santo”,[320] solo ese hombre es capaz
de pecar el pecado contra el Espíritu Santo.

Entonces ahora, si un hombre tiene el Espíritu solo de forma


transitoria y no permanentemente; si un hombre puede tener el
Espíritu, y sin embargo no nacer del Espíritu; si él puede tener
el Espíritu solo como un espíritu de esclavitud; si un hombre
puede tener el Espíritu trabajando en él, y aun así le resiste; si
un hombre puede tener el Espíritu y sin embargo pecar ese
pecado imperdonable contra Él; entonces seguramente un
hombre puede tener el Espíritu de Dios y, sin embargo, ser sólo
un casi cristiano.

XVI.   Un hombre puede tener fe, y, sin embargo,


     

ser sólo un casi cristiano.

El terreno pedregoso, es decir, aquellos oyentes esparcidos


por el terreno pedregoso, “creen por algún tiempo”.[321] Se dice
que “muchos creyeron”[322] en el nombre de Cristo, pero Cristo
“no se confiaba a ellos”. Aunque confiaron en Cristo, sin
embargo, Cristo no confiaba en ellos;[323] ¿y por qué? “pues él
sabía lo que había en el hombre”.  Sabía que, a pesar de su fe,
estaban podridos de raíz. Un hombre puede tener toda la fe,
hasta para mover montañas, y sin embargo no ser nada.[324]

Objeción: Pero ¿cómo puede ser esto, que un hombre pueda


tener fe y, sin embargo, ser un casi cristiano? ¿No promete
nuestro Señor Cristo vida eterna y salvación a todos los que
creen? ¿No es este el Evangelio que se debe predicar a toda
criatura, “El que crea y sea bautizado será salvo”?[325]

Respuesta: Aunque es cierto lo que dice nuestro Señor Cristo,


que “El que crea y sea bautizado será salvo,” es también
igualmente cierto que muchos creerán y nunca serán salvos;
porque creyó Simón el Mago; y esto dice en Santiago 2:19 dice:
“también los demonios creen, y tiemblan”.  Nadie dirá que
estos serán salvos. Así como es cierto, lo que el apóstol dice
que “no todos tienen fe”,[326] tan cierto es que hay algunos
hombres que tienen fe, y no han mejorado ni una pizca por su
fe.

Por lo tanto, deben saber que hay una doble fe; especial y
salvadora, común y no salvadora:
 
1. Hay una fe salvadora que se llama “fe en el poder de
Dios”.[327] Es una obra del propio Espíritu de Dios en el
alma. Es una fe que descansa y arroja el alma
completamente sobre Cristo para gracia y gloria,
perdón y paz, santificación y salvación. Es un acto unido
de toda el alma en comprensión, voluntad y afectos,
todos concurriendo para unir el alma a un Redentor
suficiente. Es una fe que purifica el corazón[328] y lo
limpia; influye y da fuerza y vida a todas las demás
gracias. Ahora bien, quien tiene esa fe, es cristiano en
verdad; esa es “la fe de los escogidos de Dios”.[329]
2. Pero entonces hay una fe común, no salvadora, una
fe que se desvanece y es temporera; existe la fe de
Simón el Mago, así como la fe de Simón Pedro. Simón el
Mago creyó, y sin embargo estaba en “hiel de amargura
y en prisión de maldad”.[330] Ahora fíjese que Simón el
Mago tenía más seguidores que Simón Pedro. Al final se
encontrará que la fe de muchos hombres no fue mejor
que la fe de Simón el Mago, porque:

 
1. Primero, la fe de muchos no es más que una fe
temporera, perdura por un tiempo, y luego muere y
perece; la fe verdadera y salvadora, como la fe de los
elegidos de Dios, no puede morir, puede fallar en el
acto, pero no en el hábito; la savia puede no estar en la
rama, pero siempre está en la raíz. Esa fe que pereció
es la fe que un hombre puede tener y con ella fallar.[331]
2. En segundo lugar, hay una fe que se encuentra solo
en lo general, no en lo particular. Así como hay un
objeto particular y general de fe, también hay una fe
general y particular. El objeto general de la fe es toda la
Escritura; el objeto particular de la fe es Cristo en la
promesa. Ahora, muchos tienen una fe general para
creer en toda la Escritura y, sin embargo, no tienen fe
para hacer una aplicación particular de Jesucristo en la
promesa. Los demonios y los reprobados pueden creer
la verdad de la Escritura, y lo que está escrito sobre la
muerte y el sufrimiento de Cristo por los pecadores;
pero son pocos los que pueden cubrirse a sí mismos en
las heridas de Cristo, y por sus llagas alcanzar a sanar
sus propias almas.
3. En tercer lugar, hay una fe asentada en el
entendimiento, pero no en la voluntad. Esta es una fe
muy común que está en mucho acuerdo con la verdad.
Creen en todos los atributos de Dios, que Él es justo,
santo, sabio, fiel, bueno, misericordioso, etc. Pero a
pesar de todo, no descansan en Él. Creen que los
mandamientos son verdaderos, pero no los obedecen.
Creen que las promesas son verdaderas, pero no las
aceptan ni las aplican. Creen que las amenazas son
verdaderas, pero no huyen de ellas.

Por lo tanto, su fe reside en el asentir, pero no en el


consentir; tienen fe para confesar un juicio, pero ninguna
para llevar a cabo una ejecución. Por acuerdo sientan una
base, pero nunca construyen sobre ella en aplicación. Creen
que Cristo murió para salvar a los que creen, y sin embargo
no creen en Cristo para poder ser salvos.
Oh, hermanos míos, no es una cabeza creyente, sino un
corazón creyente lo que hace a un cristiano; “con el
corazón se cree para justicia”,[332] sin esto “vuestra fe es
vana; aún estáis en vuestros pecados”.[333]

4. Cuarto, hay una fe sin experiencia; muchos creen


que la palabra, según lo que escuchan, es la palabra de
Dios; pero nunca sintieron el poder y la virtud de esto
en sus corazones y conciencias. Ahora, ¿de qué sirve
creer la verdad de la palabra, si la conciencia de un
hombre nunca sintió el poder de la palabra? ¿De qué
sirve creer la verdad de la promesa, si nunca probamos
la dulzura de la promesa? En este caso, somos como un
hombre que cree la descripción que otros hacen de
países extraños, pero nunca han viajado a estos para
saber la verdad. O como un paciente que cree todo lo
que dice el médico, pero no prueba ninguno de sus
brebajes. El creer la palabra, porque no podemos
refutarla; pero, sin embargo, no tenemos experiencia de
ningún bien salvador forjado por la palabra, nos hace
solo casi cristianos.
5. Quinto, hay una fe que es sin quebrantamiento del
corazón, que no sirve para ablandar o suavizar el
corazón y, por lo tanto, no es verdadera fe; porque la fe
menos verdadera está siempre unida con una voluntad
doblegada y un corazón quebrantado.
6. Sexto, hay una fe que no transforma el corazón; fe
sin fruto, que no produce la nueva criatura en el alma, y
por el contrario se queda en un estado de pecado y
muerte. Esta es una fe que hace de un hombre un
profesante sólido, pero no a un creyente seguro; él cree
la verdad, pero no como es esta en Jesús; pues
entonces cambiaría y lo transformaría a la semejanza
de Jesús. Él cree que un hombre tiene que cambiar para
que sea salvo, pero el creer no lo cambia de manera
salvadora. Así, mientras otros creen para salvación, él
cree para condenación porque, “sus telas no servirán de
vestidos, ni se cubrirán con sus obras”.[334]

Ahora pues, si la fe de un hombre es temporera, o solo recae


en lo general, o solo se asienta en el conocimiento, o puede
estar sin experiencia, o existe sin un corazón quebrantado, o sin
un nuevo corazón; de seguro ese hombre tiene fe, él puede ser
de los que “gustaron del don celestial”[335] y, sin embargo, ser
sólo un casi cristiano.

XVII.      Un hombre puede ir aún más lejos: es posible


que él tenga amor por el pueblo de Dios y,
sin embargo, ser sólo un casi cristiano.

Todo tipo de amor hacia aquellos que son santos no es


prueba de nuestro estado de santidad. El Faraón amó a José, y
lo ascendió al segundo puesto en el reino[336], y aun así el
Faraón era un hombre malvado. Acab amó a Josafat y creó una
alianza con él[337], y unió en matrimonio a su hija Atalía con
Joram, el hijo de Josafat, y, sin embargo, Acab era un miserable
malvado.

Objeción: Pero esto parece contradecir el testimonio de las


Escrituras; porque el amor a los santos y al pueblo de Dios,
demuestra una prueba segura de nuestra regeneración e
interés en la vida eterna: “Nosotros sabemos que hemos
pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos”.[338]
Más aún, el Espíritu de Dios pone esto como una distinción
característica entre santos y pecadores: “En esto se manifiestan
los hijos de Dios, y los hijos del diablo: todo aquel que no hace
justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios”. Por
hermanos no debemos entender hermanos de una región,
aquellos que son del mismo país o nación, como los llamados
hermanos en Romanos 9:3 y Hechos 7:23-25. Tampoco
debemos entender hermanos por raza, aquellos que son
descendientes de los mismos padres, tal como se indica en
Mateo 1:2. Por hermanos entendemos hermanos por la gracia y
regeneración sobrenatural, como son los hijos de Dios; y estos
son los hermanos a quienes amar es una señal segura de que
somos hijos de Dios.[339]

Respuesta: A esto respondo, que hay un amor a los hijos de


Dios, el cual es una prueba de que somos hijos de Dios. Por
ejemplo, cuando los amamos como tales, por esa misma razón,
siendo santos de Dios. Cuando los amamos por la imagen de
Dios que se refleja en ellos, debido a esa gracia y santidad que
brilla en sus conductas; esto es realmente encomiable. Amar a
los piadosos por el amor a la piedad, a los santos por la
santidad en sí misma, este es un testimonio seguro de nuestro
cristianismo. El amor a la gracia en otro es una buena prueba
de la vida de gracia en nosotros mismos. No puede haber mejor
evidencia del Espíritu de Cristo en nosotros que amar la imagen
de Cristo en los demás. Porque esta es una verdad innegable,
que un pecador no puede amar a un santo como tal; un israelita
es abominación para un egipcio[340]. Existe una contrariedad y
una enemistad natural entre las dos simientes;[341] entre los
hijos del mundo, y aquellos a quienes el Padre en su eterno
amor ha “escogido de entre el mundo”.[342]

Es la semejanza el gran terreno del amor. Ahora, existe la más


alta disimilitud y diferencia entre un pecador no regenerado y
un hijo de Dios[343], y, por lo tanto, un hijo de Dios no puede
amar a un pecador como pecador: “Aquel a cuyos ojos el vil es
menospreciado”.[344] Puede amarlo como una criatura; él puede
amar su alma, o lo puede amar por alguna relación que
mantiene con él. Por lo tanto, Dios ama a los espíritus
condenados, ya que son sus criaturas, pero como ángeles
caídos los odia con un odio infinito. Entonces, amar a un
pecador, quatenus[345] pecador, no es algo que un hijo de Dios
pueda hacer; por lo tanto, un pecador tampoco puede amar a
un hijo de Dios como hijo de Dios. Concedo que él pueda amar
a un hijo de Dios, pero esto se daría sobre alguna otra
consideración; él puede amar a una persona que es santa, no
por su santidad, sino en algún otro respecto. Por ejemplo:
 
1. Un hombre puede amar a un hijo de Dios por su
porte amoroso, pacífico y cortés con todos con quienes
conversa. La religión embellece la conducta de un
hombre y lo pone a la vista del mundo. La gracia de
Dios no es amiga del comportamiento taciturno, grosero
y descortés entre los hombres; promueve una conducta
afable y de dulzura para todos; y donde esto se
encuentra, gana el respeto y el amor de todos.
2. Un hombre puede amar a un santo por su grandeza
externa y su esplendor en el mundo; los hombres son
muy aptos para honrar la grandeza mundana y, por lo
tanto, el santo que es rico será amado y honrado,
mientras que el santo que es pobre será odiado y
despreciado[346]. Esto es como si un hombre valorara la
buena calidad de su espada por el bordado y los
adornos de la vaina donde la guarda; o su caballo por la
belleza de sus gualdrapas[347], más que por su fuerza y
rapidez.
El verdadero amor a los hijos de Dios llega a todos los hijos
de Dios, tanto a pobres como ricos, tanto a esclavos como
libres, innobles al igual que nobles, porque la imagen de
Cristo es igualmente amable y encantadora en todos.

3. Un hombre puede amar a un hijo de Dios por su


fidelidad y utilidad en el lugar donde lo tenga. Donde la
religión en el poder se apodera del corazón de un
hombre, lo hace fiel a todos sus fideicomisos, diligente
en sus negocios, fiel en todas sus relaciones y esto
causa respeto. Un amo carnal puede premiar a un
aprendiz o sirviente piadoso que tenga conciencia de
complacer a su amo y sea diligente en promover sus
intereses.

Podría mencionar muchas cosas similares, como la caridad,


la belleza, el ingenio, el aprendizaje, las partes, etc., que
pueden procurar el amor al pueblo de Dios de los hombres del
mundo. Pero este amor no es prueba de gracia, porque:
 

1. No es más que un amor natural que surge en un


respecto carnal o para sus propios fines. El amor que la
Escritura muestra como una evidencia de nuestra
regeneración es un “amor en el Espíritu”,[348] el imán
principal y la atracción de la cual es la gracia y la
santidad; es un amor “que recibe a un justo por cuanto
es justo”.[349]
2. El amor de un hombre carnal a los santos es un amor
limitado y restringido; no es universal para “todo su
linaje”.[350] Así como con en el pecado, aquel que no
hace conciencia de todo pecado, no hace conciencia de
pecado alguno como pecado; entonces, el que no ama
a todos en quienes se encuentra la imagen de Cristo, no
ama a nadie por la imagen de Cristo que se encuentra
en ellos.
Ahora bien, si el amor que tenemos por el pueblo de Dios
surge solamente del amor natural, o de algún aspecto carnal; o
si se trata de un amor limitado, no extendido a todo el pueblo
de Dios, entonces es posible que un hombre pueda amar al
pueblo de Dios y, sin embargo, no sea mejor que un casi
cristiano.

XVIII.    Un hombre puede obedecer los


mandamientos de Dios, sí, muchos de los
mandamientos de Dios y, sin embargo, ser
sólo un casi cristiano.

Balaam parecía estar muy consciente de dirigir su curso por


la brújula del mandamiento de Dios. Cuando Balac envió por él
para que viniera y maldijera al pueblo de Dios, Balaam dijo:
“Aunque Balac me diese su casa llena de plata y oro, no puedo
traspasar la palabra de Jehová mi Dios” (Números 22:18) y así
en el versículo 38 dijo: “La palabra que Dios pusiere en mi boca,
esa hablaré”.[351] El joven rico fue muy lejos en obediencia, tal
como dice en Marcos 10:20: “todo esto lo he guardado desde
mi juventud”; y, sin embargo, no era más que un hipócrita,
porque al final abandonó a Cristo.

Objeción: ¿Pero no está dicho que: “El que tiene mis


mandamientos y los guarda, ese es el que me ama; y el que me
ama, será amado de mi Padre; y lo amaré y me manifestaré a
él”?[352] Y nuestro Señor Cristo, ¿no nos dice expresamente:
“Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando”?[353]
¿Acaso puede un hombre ser amigo de Cristo y ser sólo un casi
cristiano?

Respuesta: Hay una obediencia a los mandamientos de Cristo,


que es una prueba segura de nuestro cristianismo y amistad
con Cristo.
Esta obediencia tiene una propiedad triple:

❖      Evangélica.
❖      Universal.
❖      Continua.

Primero, es la obediencia evangélica, y eso tanto en su


forma y manera, fundamento y finalidad. En su forma, siendo
esto algo requerido por Dios: “Sois mis amigos, si hacéis lo que
yo os mando”.[354]

La manera de esta; yendo esto de acuerdo con lo que Dios


requiere: “Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en
verdad es necesario que adoren”.[355] El fundamento de la
obediencia; lo es un, “corazón limpio, y de buena conciencia, y
de fe no fingida”.[356]

Con el fin; el cual es el honor y la gloria de Dios: “hacedlo todo


para la gloria de Dios”.[357]

En segundo lugar, es una obediencia universal, que se


extiende a todos los mandamientos de Dios por igual. Respeta
los deberes de ambas tablas. Tal fue la obediencia de Caleb,
que siguió plenamente a Dios[358], y de David, que atendió
“todos sus mandamientos”.[359]
En tercer lugar, esta es una obediencia continua, un poner la
mano en el arado de Dios, sin mirar hacia atrás[360]: “He
inclinado mi corazón para cumplir tus estatutos por siempre, y
hasta el fin”.[361]

Por lo tanto, aquel que obedece el mandato de Dios, en efecto


es un cristiano; un amigo de Cristo en verdad. Pero toda
obediencia a los mandamientos de Dios no es de este tipo de
obediencia, porque:
 

1. Hay una obediencia parcial en una religión


fraccionada; cuando un hombre obedece a Dios en un
mandamiento y no en otro, lo posee en un solo deber y
no en otro, cuando un hombre parece tener conciencia
de los deberes de una tabla, pero no los deberes de la
otra. Esa es la religión de la mayoría.

Ahora esa obediencia no es obediencia, porque aquel que


no ama a Dios sobre todas las cosas, no ama a Dios en
todas las cosas; por tanto, el que no obedece
universalmente todos los mandamientos, no se puede decir
que obedezca verdaderamente mandamiento alguno. Se
dice de aquellos en Samaria que “temían a Jehová, y
honraban a sus dioses, según la costumbre de las naciones
de donde habían sido trasladados”.[362] Sin embargo, en el
siguiente verso se dice: “ni temen a Jehová,” de modo que
su temor a Dios no era temor. De la misma manera, la
obediencia a Dios no es obediencia, cuando es una
obediencia parcial y fraccionada.

2. Un hombre puede obedecer mucho, y aun así estar


en su vieja naturaleza; y si es así, toda su obediencia en
ese estado no es más que un splendidum peccatum,
pecado ornamentado: “El que hace ofrenda, como si
ofreciese sangre de cerdo; el que quema incienso, como
si bendijese a un ídolo” [363]. La naturaleza debe ser
renovada, antes de que el mandamiento pueda ser
obedecido correctamente; porque no puede “el árbol
malo dar buenos frutos”.[364] Cualesquiera que sean las
actuaciones de un hombre, no se pueden llamar
obediencia, mientras el corazón permanece no
regenerado, porque el principio es falso y poco sólido;
todo deber hecho por un creyente, es aceptado por
Dios, como parte de su obediencia a la voluntad de
Dios, aunque se haga con mucha debilidad, porque,
aunque la mano del creyente es débil, su corazón es
recto[365]. El hipócrita puede tener la mano más activa,
pero el creyente tiene el corazón más fiel y sincero.
3. Un hombre puede obedecer la ley y, sin embargo, no
amar al dador de la ley. Un corazón carnal puede
cumplir el mandato de Dios, pero no puede amar a
Dios, y, por lo tanto, no puede hacerlo correctamente;
porque el amor a Dios es el fundamento y la fuente de
toda verdadera obediencia. Todo mandamiento de Dios
se debe hacer en amor; este es el “cumplimiento de la
ley”.[366] El apóstol dice: “Y si repartiese todos mis
bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase
mi cuerpo para ser quemado (estos parecen ser actos
de la más alta obediencia), y no tengo amor, de nada
me sirve”. [367]
4. Podría agregar que un hombre puede obedecer
mucho, pero con fines soeces, egoístas y siniestros,
como los fariseos que oraban mucho, daban muchas
limosnas, ayunaban mucho, pero nuestro Señor Cristo
nos dice que era solo, “para ser vistos por los
hombres”. [368] La mayor parte de la piedad del
hipócrita se vacía en vanagloria; y, por lo tanto, no es
más que una vid vacía en todo lo que hace, porque “da
abundante fruto para sí mismo”.[369] Es el fin lo que
justifica la acción. Ciertamente, un buen fin no puede
hacer que una mala acción sea buena, pero la falta de
un buen fin hace que una buena acción sea mala.

Por consiguiente, si un hombre puede obedecer los


mandamientos de Dios parcialmente y a medias; si él puede
hacerlo, y aún estar en su estado natural; si puede obedecer los
mandamientos de Dios y, sin embargo, no amar a Dios; si los
fines de su obediencia pueden ser pecaminosos e
injustificables; entonces un hombre puede ser muy obediente a
los mandamientos de Dios y, sin embargo, ser sólo un casi
cristiano.

XIX.   Un hombre pudiese estar santificado y, sin


     

embargo, ser sólo un casi cristiano.


No todo tipo de santificación hace del hombre una nueva
criatura; ya que muchos son los santificados que nunca han
sido renovados. Se puede leer en Hebreos 10:29, acerca de esa
persona que tuvo “por inmunda la sangre del pacto en la cual
fue santificado”.

Objeción: ¿Pero no nos dice la escritura que, “el que santifica y


los que son santificados, de uno son todos; por lo cual no se
avergüenza de llamarlos hermanos”?[370] ¿Acaso puede un
hombre, ser uno con Cristo y aun así ser un casi cristiano?

Respuesta: A esto respondo. Deben saber que en las Escrituras


se mencionan dos formas en las que obra la santificación:

❖      Una de estas, común e ineficaz.


❖      La otra, especial y eficaz.

Esa obra de santificación que es verdadera y efectiva es la obra


del Espíritu de Dios en el alma, que le permite mortificar todos
los pecados, obedecer cada mandamiento, andar con Dios
agradándole en todo.[371] Ahora bien, quien así sea santificado,
viene a ser uno con el que santifica. Cristo no se avergonzará
de llamar a los tales como hermanos, porque son “miembros de
su cuerpo, de su carne y de sus huesos”.[372]

Pero luego hay una obra de santificación que se da más


comúnmente, que es ineficaz en cuanto a las dos grandes
obras; mortificar el pecado y vivir para Dios[373]. Este tipo de
santificación puede ayudar a reprimir el pecado, pero no a
mortificar el pecado; puede cortar las ramas, pero no lleva el
hacha hasta la raíz del árbol; barre y adorna la habitación con
virtudes comunes, pero no la adorna con gracias
salvadoras[374]; de esa forma un hombre es un casi cristiano, a
pesar de esa santificación. Por consiguiente, hay una
santificación interna y externa.

La santificación interna es la que trata con el alma y sus


facultades, comprensión, conciencia, voluntad, memoria y
afectos. La santificación externa es lo que se ocupa de la vida y
la conducta. Ambas deben coincidir para hacer a un hombre
cristiano; por lo tanto, el apóstol las reúne en su oración por los
tesalonicenses: “Y el mismo Dios de paz os santifique por
completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea
guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor
Jesucristo”. [375] Un hombre es santificado por completo cuando
es santificado tanto interna como externamente, tanto en el
corazón como en los afectos, y en la vida y su conducta.

La santificación exterior no es suficiente sin la interior, ni la


interior sin la exterior. Debemos tener ambas cosas[376], ser
“limpio de manos y puro de corazón”.[377] El corazón debe ser
puro, para que no podamos culparnos desde adentro; y las
manos deben estar limpias, para que no incurramos en
vergüenza desde afuera. Debemos acercarnos “con corazón
sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones
de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura”.[378]
Debemos limpiarnos “de toda contaminación de carne y de
espíritu”.[379] La pureza interior es lo más excelente, pero, sin la
exterior, no es suficiente; el verdadero cristiano está formado
por ambas.

Ahora bien, muchos tienen manos limpias, pero corazones


impuros. Lavan el exterior de la taza y el plato, cuando todo
está sucio por dentro[380]. Por lo que el primero sin el segundo,
no aprovecha a un hombre más de lo que benefició a Pilato, que
condenó a Cristo, para lavarse las manos en presencia del
pueblo[381]; manus abluit & cor polluit[382], se lavó las manos de
la sangre de Cristo, y aun así tuvo una mano en la muerte de
Cristo. Los templos egipcios eran hermosos por fuera, pero
adentro no encontrarás nada más que una serpiente o un
cocodrilo. No “es judío el que lo es exteriormente”.[383] Judas
era un santo por afuera, pero un pecador por dentro;
abiertamente un discípulo, pero en lo secreto, un demonio.[384]
Algunos fingen santidad interior sin la exterior. Esta es la
pretensión del pecador abierto; “Aunque a veces se me escapa
una ociosa palabra tonta,” dice él, “o, aunque a veces juro en
vano, sin embargo, no lo hago pensando en herir; doy gracias a
Dios que mi corazón es tan bueno como el mejor”. Los tales son
como el pecador que Moisés menciona; que se bendijo “en su
corazón, diciendo: Tendré paz, aunque ande en la dureza de mi
corazón, a fin de que con la embriaguez quite la sed”.[385]

Algunos fingen una santidad externa sin una interior. Los tales
son como los escribas y fariseos, “por fuera, a la verdad, os
mostráis justos a los hombres, pero por dentro estáis llenos de
hipocresía e iniquidad”,[386] eran buenos profesantes, pero viles
pecadores. La santidad interior sin la exterior es imposible;
porque no reformará la vida. La santidad externa sin la interior
no produce ganancias, porque no reformará el corazón; un
hombre no es un verdadero cristiano sin ambas. El cuerpo no
hace al hombre sin el alma, ni el alma sin el cuerpo, ambos son
esenciales para el ser del hombre, de modo que la santificación
de ambos es esencial para el ser del nuevo hombre. La
verdadera santificación comienza en el corazón, pero se
desarrolla en la vida y en la conducta. Por lo tanto, un hombre
puede lograr una santificación externa y, sin embargo, si falta la
interna, no será mejor que un casi cristiano.

Y así debo concluir esta larga prosecución del casi cristiano, en


su progreso al cielo, con este último punto.

XX.                      Un hombre puede hacer todo, en cuanto a


deberes externos y adoración, lo que un
verdadero cristiano puede hacer; y, cuando
lo haya hecho todo, ser sólo un casi cristiano.

Deben saber que todos los mandamientos de Dios tienen un


intra y un extra[387]. Ahí está, como debo decir, el cuerpo y el
alma del mandamiento. En consecuencia, hay una adoración
interna y externa hacia Dios. Ahora los actos internos de
adoración de Dios son; el amar a Dios, el temer a Dios, el
deleitarse en Dios, el confiar en Dios, etc. Los actos externos de
adoración de Dios se dan; orando, enseñando, escuchando, etc.
Ahora hay una vasta diferencia entre estos actos de adoración
internos y externos (y en efecto hay mucha diferencia), que
distinguen al que es totalmente del que es un casi cristiano; al
creyente sincero, del profesante endeble; y, de hecho, en esto
mismo, la principal diferencia entre ellos radica en que:
 
1. Los actos internos de adoración son buenos propter
fieri;[388] la bondad se adhiere intrínsecamente a lo
hecho. Un hombre no puede amar a Dios ni temer a
Dios, pero le será imputado por un acto de gracia y una
gran parte de su santidad. Pero ahora, los actos de
adoración externos no se denominan buenos, tanto por
la esencia de lo que están hechos, propter fieri, como
por la forma de hacerlos. Un hombre no puede pecar
amando y deleitándose en Dios, pero puede pecar al
orar y escuchar, etc., por falta de una forma debida.
2. Los actos internos de adoración ponen una bondad
en lo externo. Es nuestra fe, nuestro amor, nuestro
temor a Dios, lo que hace que nuestros deberes sean
buenos.
3. Mejoran el corazón y aumentan los grados de
santidad del hombre. Los deberes externos no siempre
hacen esto. Un hombre puede orar y, sin embargo, su
corazón nunca se santifica; él puede escuchar la
palabra, y sin embargo su corazón nunca queda más
suave; pero ahora, cuanto más teme un hombre a Dios,
más sabio es[389], cuanto más ama un hombre a Dios,
más santificado es. El amor es la perfección de la
santidad; nunca seremos perfectos en la santidad,
hasta que lleguemos a ser perfectos en el amor.
4. Hay tal excelencia en esta adoración interna, que
aquel que la combina con sus deberes externos, por
menos que haga, es un verdadero cristiano, pero sin
esa unión, por más que haga, él es solo un casi
cristiano.
Los actos externos, por pocos que sean, unidos a los actos de
adoración internos, se santifican y esto los hace aceptos para
Dios. Los actos de adoración externos, sin lo interior, por
muchos que sean, son aborrecidos por Dios. Aunque el casi
cristiano, en hipocresía logre cumplir con todos esos deberes,
que un verdadero cristiano hace con sinceridad; no solo eso,
sino que superará al verdadero cristiano en tareas externas
(como un cometa que muestra mayor fulgor que la verdadera
estrella: Elías ayuna y clama, mientras que los sacerdotes de
Baal cortan su propia carne[390]), aun así, el casi cristiano no
puede hacer esos deberes internos que el verdadero cristiano
más miserable puede hacer.

El casi cristiano puede orar, pero no puede amar a Dios; él


puede enseñar u oír, etc., pero no puede deleitarse en Dios.
Vean la pregunta de Job sobre el hipócrita: “¿Se deleitará en el
Omnipotente?”[391] Él le orará al Omnipotente, pero ¿se
deleitará en el Todopoderoso? ¿Obtendrá placer en Dios? ¡Ah,
no lo hará, él no puede! El deleite en Dios surge de una
conformidad entre la facultad y el objeto; así pues, nada más
inadecuado, que Dios y un corazón carnal. El deleite surge de
tener lo que deseamos y de disfrutar de lo que tenemos. ¿Cómo
pues puede deleitarse él en Dios, cuando ni disfruta, ni tiene, ni
desea verdaderamente a Dios?[392] Deleitarse en Dios es uno de
los ejercicios de gracia más elevados: y, por lo tanto, ¿podrá
deleitarse en Dios, aquel que no tiene gracia? ¿Por qué,
entonces, debería desanimarse cualquier santo de Dios, cuando
oye hasta dónde puede llegar el casi cristiano en el camino al
cielo?

El verdadero creyente más débil que tiene la menor gracia


verdadera va más lejos que el casi cristiano; porque cree en
Dios y lo ama. Si el casi cristiano hiciera menos, en lo que
respecta a los deberes externos, y, sin embargo, tuviera la
menor fe verdadera, la menor sinceridad de amor a Cristo,
seguramente se salvaría; y si el verdadero cristiano hiciera diez
veces más deberes de los que hace, y, sin embargo, no tuviera
fe en Cristo y no amara a Cristo, seguramente sería rechazado.

¡Oh!, por lo tanto, no se permita a ningún creyente débil el ser


desanimado, aunque los hipócritas puedan superarlos e ir más
allá que ellos en el deber; porque todos sus deberes se hacen
en hipocresía; sin embargo, la fe y el amor del verdadero
cristiano en los deberes hacia Dios, es una prueba de su
sinceridad.

No hablo esto para desanimar a alma alguna en el desempeño


de sus deberes, ni para aporrear las actuaciones externas, sino
para rectificar el alma en el cumplimiento de estas. Como dice
el apóstol: “Procurad, pues, los dones mejores. Mas yo os
muestro un camino aún más excelente”;[393] por eso digo,
codicien los mejores dones; codicien mucho estar en deberes,
mucho en oración, mucho en escuchar, etc. Aun así, yo les
muestro un camino más excelente, y ese es el camino de la fe y
el amor. Oren mucho, pero luego también crean mucho.
Escuchen mucho; lean mucho; pero luego amen mucho a Dios
también. Deléitense mucho en la palabra y las ordenanzas de
Dios, pero luego deléitense más en el Dios de las ordenanzas.

Y cuando estén en muchos deberes, así como en el uso de ellos,


entonces asegúrense de no poner sobre ellos su descanso y
dependencia. ¿Desean ser cristianos en verdad, cristianos del
todo? Oh, entonces, estén mucho en el uso y ejercicio de las
ordenanzas, pero mucho más en la fe y la dependencia de
Cristo y su justicia. Cuando sus obediencias estén más
alineadas al mandamiento, entonces dejen que su fe descanse
más en la promesa. El profesante descansa en deberes, y por lo
tanto es un casi cristiano; pero el que es cristiano verdadero
debe asegurarse en descansar en el Señor Cristo. Esta es la
manera de ser completamente cristiano; porque si creen,
entonces son la simiente de Abraham y herederos según la
promesa.
Y así he respondido al primer cuestionamiento; a saber, hasta
dónde puede llegar un hombre en el camino al cielo y, sin
embargo, ser sólo un casi cristiano:
 
1. Él puede tener mucho conocimiento.
2. Puede tener grandes dones.
3. Puede tener una alta profesión.
4. Puede hacer mucho contra el pecado
5. Puede desear gracia.
6. Puede temblar ante la palabra.
7. Puede deleitarse con la palabra.
8. Puede ser miembro de la iglesia de Cristo.
9. Puede tener grandes esperanzas en el cielo.
10. Puede estar bajo grandes cambios visibles.
11. Puede ser muy celoso en materia de religión.
12. Él puede estar mucho en oración.
13. Puede sufrir por Cristo.
14. Puede ser llamado por Dios.
15. Él puede, en cierto sentido, tener el Espíritu de Dios.
16. Puede tener algún tipo de fe.
17. Puede amar al pueblo de Dios.
18. Puede llegar lejos en el obedecimiento de los
mandamientos de Dios.
19. Puede ser, en cierto sentido, santificado.
20. Él puede hacer todo, en cuanto a deberes externos,
lo que un verdadero cristiano puede y, sin embargo, no
puede ser algo mejor que un casi cristiano.
Pregunta II

¿Por qué muchos van tan lejos para


ser casi cristianos?

En primer lugar, un hombre puede llegar lejos en el curso


de una profesión; por el afecto a los aplausos y los honores,
para hacerse de un nombre en el mundo y por las ganancias
que con esto pudiese obtener. Como se dice de los fariseos,
“ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas
de las calles, para ser vistos de los hombres”.[394] Muchos
son del principio de Maquiavelo, donde se busca una
apariencia de virtud; porque, aun cuando su uso sea
inconveniente, el reconocimiento y prestigio que se obtiene
les es de beneficio. Jerónimo, en su epístola a Julián, los
llama popularis aura vilia mancipia, esclavos atados a la
fama común. Muchos hombres buscan eso para obtener
ganancias, pero no lo harán por conciencia; y poseen la
religión más por el beneficio que le pueden sacar, que por
Cristo, por lo tanto, usan la corriente del río de Dios para
hacer girar la rueda del molino del diablo.
En segundo lugar, es por un deseo de salvación. En todos
los hombres hay un deseo de salvación. Es natural para cada
ser amar y buscar su propia preservación. “¿Quién nos
mostrará el bien?”[395] Este es el lenguaje de la naturaleza,
que busca la felicidad para sí misma.

Muchos hombres pueden ser llevados tan lejos en los deseos


de salvación, como para hacer muchas cosas para obtenerla.
También lo hizo el joven: “Maestro bueno, ¿qué bien haré
para tener la vida eterna?” [396] Fue lejos, e hizo mucho,
obedeciendo muchos mandamientos, y todo por un deseo de
salvación.

En tercer lugar, es por el poder de la palabra bajo la cual


viven. Aunque la palabra no funciona eficazmente sobre
todos, tiene un gran poder sobre los corazones de los
pecadores para reformarlos, aunque no para renovarlos:
 
1. Tiene un poder de discernimiento y de
descubrimiento: “Porque la palabra de Dios es viva y
eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos;
y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las
coyunturas y los tuétanos, y discierne los
pensamientos y las intenciones del corazón”.[397]
Este es el espejo en el que cada uno puede ver qué
clase de hombre es. Así como la luz del sol descubre
las pequeñas motas de polvo, la luz de la palabra
que resplandece en la conciencia, hace que se
descubran pequeños pecados.[398]
2. La palabra tiene vim legislativam, el poder de una
ley. Da ley a toda el alma constriñendo la conciencia.
Por lo cual en las Escrituras se la llama con
frecuencia la ley: “Si tu ley no hubiese sido mi
delicia,”[399] etc. “¡A la ley y al testimonio!”.[400] Esto
es dicho de toda la palabra de Dios, que es por lo
tanto llamada una ley, por el poder de restringir que
impone sobre la conciencia.
3. Tiene el poder de juzgar: “La palabra que he
hablado, ella le juzgará en el día postrero”.[401] La
sentencia que Dios adjudicará sobre los pecadores
en el más allá, es la misma que la palabra dicta
sobre ellos en este instante. El día del juicio no será
un día en el que Dios dictará una nueva sentencia;
será un día en el que Dios, hará una solemne
ratificación pública del juicio dictado aquí y ahora,
por el ministerio de la palabra sobre las almas. Esto
lo deduzco claramente de Mateo 18:18: “Todo lo que
atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que
desatéis en la tierra, será desatado en el cielo”; para
que, llevando el corazón de un hombre a la palabra,
con tal de ser enjuiciado por esta, él pueda saber
rápidamente cuál es la sentencia, que Dios pasará
sobre su alma en el último día. Porque el juicio que la
palabra emite ahora también será el juicio que Dios
emitirá acerca de él en ese día.

De hecho, en la palabra hay un doble poder, que va más allá


de esto. El primer poder tiene dos propiedades, es:

❖          Vim Plasticam
❖          Et vim Salvificam

Es un poder engendrador y salvador, pero esto solo se le


presenta a algunos.

Ahora bien, el segundo poder es más extenso y tiene una


gran causalidad en una profesión de bondad, incluso entre
los que no tienen gracia. La propiedad de este poder es el
discernimiento. Un hombre que está bajo este poder de
discernir la ley y el juicio, cuyo corazón ha sido auscultado y
puesto al descubierto, su conciencia restringida e
impresionada, su estado y condición pecaminosa juzgados y
condenados; pudiese tomar una resolución de una nueva
vida y convertirse a una gran profesión de religión.

Por último, en cuarto lugar; puede ser por responder al


llamado de la conciencia. Aunque pocos hombres tienen
gracia, todos los hombres tienen conciencia. Ahora solo
observen, y verán hasta dónde puede llegar la conciencia en
este trabajo:
 
1. La conciencia se debe a un Dios, y que este Dios
debe ser adorado y servido por la criatura que en la
práctica es atea, tenemos a muchos; como los que
menciona el apóstol que: “Profesan conocer a Dios,
pero con los hechos lo niegan”.[402] Pero los ateos en
el juicio no pueden serlo. Aun Cicerón, un pagano,
pudo decir, nulla gens tam barbara…[403] Habiendo
tal luz en la conciencia, como para descubrir que hay
un Dios, y que debe ser adorado con la ayuda de una
luz lejana (la luz de la palabra), un hombre puede ser
capaz de hacer mucho en los caminos de Dios, y, sin
embargo, tener un corazón sin una dracma de
gracia.
2. Sepan esto, que la conciencia natural es capaz de
grandes mejoras por los medios de gracia. Sentarse
bajo los mandamientos puede aumentar en gran
medida las dotaciones de conciencia. Puede estar
muy regulada, aunque no sea renovada en absoluto;
puede estar iluminada y convencida, mas sin
embargo, nunca convertida y cambiada de manera
salvadora. Se lee en Hebreos 6:4, de algunos “que
una vez fueron iluminados y gustaron del don
celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu
Santo”. ¿Cómo llamaremos esta obra? No puede ser
una obra salvadora, una de verdadero cambio y
conversión de estado; porque, a pesar de esa
iluminación, de ese gustar y participar, se dice ahí en
el versículo 6, que se apartaron. Si hubiera sido una
verdadera obra de gracia, nunca podrían haberse
apartado de ella. Un creyente puede caer, pero no
puede apartarse; él puede caer vilmente, pero no
puede caer eternamente; porque debajo están “los
brazos eternos”.[404] Su fe está establecida en la
fuerza de esa oración de Cristo, para que nuestra “fe
no falte”.[405] Más aún, nos dice expresamente, que
lo que Él da es la “vida eterna”[406] de la cual nunca
pereceremos.

Este trabajo aquí entonces mencionado, no puede ser un


trabajo salvador, porque no es un trabajo perdurable; ya
que se dice que los que están bajo este se apartan. Pero,
aunque no sea una gracia salvadora, es una obra
sobrenatural. Es una mejora hecha por la palabra sobre
las conciencias de los hombres, a través del poder del
Espíritu; y, por lo tanto, se dice que “gustaron del don
celestial” y que se les hace “partícipes del Espíritu
Santo”. No tienen al Espíritu morando en ellos de
manera salvadora, sino luchando con ellos y trabajando
sobre ellos de manera convincente, para despertar y
poner la conciencia a trabajar. La conciencia, así
conmovida, puede llevar a un hombre muy lejos en
religión y en los deberes del evangelio, y aun así tener
solo una conciencia natural.

Una obra común del Espíritu puede ayudar mucho al


hombre en los deberes de la religión, pero tiene que ser
una obra especial del Espíritu la que guíe a un hombre a
la salvación. Un hombre puede tener la presencia del
Espíritu asistiéndolo, lo que le permite predicar y orar, y
aun así puede perecer por falta de la presencia
renovadora del Espíritu, que es la que le permite creer.
Judas tenía lo primero y, sin embargo, pereció por falta
de lo segundo. Tenía el Espíritu ayudándolo a expulsar
demonios; pero no tenía el Espíritu renovándolo;
terminando entonces expulsándose a sí mismo. Así, un
hombre puede tener una conciencia mejorada, pero ser
un extraño a la conciencia renovada; y la conciencia, así
mejorada, puede poner a un hombre en mucho deber.
Ruego a Dios, que ninguno de nosotros confunda una
conciencia mejorada por la palabra, con una conciencia
renovada por el Espíritu. El error es muy fácil,
especialmente cuando una vida de deberes es el fruto de
ello.

3. La conciencia de un hombre natural está sujeta a


angustias y problemas. Aunque una conciencia
natural no está santificada con gracia, a menudo
está preocupada por el pecado. Los problemas de
conciencia no son incidentes solo para los creyentes,
sino a veces también para los no creyentes. La
conciencia de un creyente a veces se perturba, aun
cuando su pecado es verdaderamente perdonado; y
la conciencia de un hombre natural está preocupada
por el pecado, aunque nunca se libera del pecado.
Dios a veces pone la palabra en la conciencia del
pecador y le aplica los terrores de la ley; y eso llena
el alma de miedo y horror a la muerte y al infierno.
Ahora, en ese caso, el alma generalmente se dedica
a una vida de deberes, simplemente para evitar
problemas con la conciencia.

Cuando Absalón prendió fuego a los campos de cebada


de Joab, entonces Joab corrió hacia él, aunque antes
rehusó hacerlo.[407] Así que cuando Dios, al aplicar los
terrores de la palabra, deja caer una chispa del infierno
(por así decirlo), sobre la conciencia del pecador, esto
lleva al pecador a una vida de deberes que nunca le
importaron antes. La razón por la que muchos hombres
participan en la religión es por el problema de su
conciencia; y el final de su continuar en la religión, es
una conciencia acallada. Si no es porque la conciencia lo
examina, Dios nunca escucharía de él.

La conciencia natural tiene voz, y muchas veces habla al


oído del pecador y le dice en voz alta: “Esto no debe
hacerse”; “Dios no debe ser olvidado”; “los
mandamientos de Dios no deben despreciarse”; “vivir en
pecado será la ruina del alma”. Por tal razón, es que un
hombre natural cumple con sus deberes, y toma una
profesión sin vida y sin gracia, para así poder silenciar la
conciencia. Como un hombre enfermo del estómago,
cual sea el bocado dulce que se coma, lo vomita; y
aunque fue dulce al comer, sin embargo, es amargo al
expulsarlo; así le va al pecador, cuando un sermón o su
conciencia lo enferman. Aunque su pecado fue dulce en
la práctica, el pensamiento de este se vuelve amargo en
la conciencia; y luego su profesión de religión es la
pastilla de menta que pone y revuelve en su boca, para
quitar el sabor de amargura del pecado.

4. La conciencia natural, iluminada por la palabra,


puede descubrirle al hombre gran parte de la miseria
de su estado natural; aunque no de una manera tan
efectiva como para sacarlo de ahí; sin embargo, le
hace inquietarse y hartarse de ello. Puede mostrarle
al pecador su desnudez; y luego hacer que el alma
corra hacia una vida de deberes; pensando en esto
para calmar su estado de miseria y para cubrir su
vergüenza. Dicho está, que cuando Adán y Eva
“conocieron que estaban desnudos; entonces
cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales”.
[408] Entonces, cuando el pecador ve su desnudez y

vileza por razón del pecado, él debe correr a Cristo y


cerrar con Él, sin embargo, lo que hace es suplicarle
a su propia justicia que lo cubra para “que no se
descubra la vergüenza de” su “desnudez”.[409] Por lo
que más bien corre hacia una vida de deberes y
funciones, y así se hace una cobertura con hojas de
higuera por profesión, sin abrazar verdaderamente a
Cristo y sin una conciencia regenerada. El ruano[410]
natural desea ser su propio salvador; y supone que
un cambio de estado es algo que está bajo su propio
poder; y que la verdadera obra de la gracia radica en
dejar de lado la práctica del pecado y asumir una
vida de deberes. Por lo tanto, según este principio,
muchos profesan sin gracia superar a un creyente
sólido; porque descansan en sus propias
actuaciones, y esperan que éstas lo encomienden
ante Dios.

Vemos entonces que el llamado de la conciencia es una de


las razones con la que se responde a la interrogante en
cuestión: ¿por qué muchos hombres van tan lejos, solo para
llegar a ser casi cristianos?

Coloque entonces las cuatro razones juntas, y obtendrá


respuesta a esa pregunta:

❖          El afecto a los honores.


❖          El deseo de salvación.
❖          El poder de la palabra.
❖          El llamado de la conciencia.

Estas pueden llevar a un hombre tan lejos como para ser


un casi cristiano.
 
Pregunta III

Si una conciencia natural puede


llegar tan lejos, ¿qué diferencia hay
entre esta conciencia natural en
hipócritas y pecadores, y la
conciencia regenerada en los
creyentes? o, ¿cómo podemos saber si
el trabajo de la conciencia es solo el
trabajo de la naturaleza, o por el
contrario la gracia forjada en ella?

Admito que es difícil distinguir entre una y la otra; y la


dificultad se incrementa al doble:
 

1. Surge de esa hipocresía que se encuentra en los


mejores santos. El creyente más débil no es
hipócrita, pero hay cierta hipocresía en el creyente
más fuerte. Donde hay más gracia, hay algo de
pecado; y donde hay más sinceridad, todavía existe
algo de hipocresía.

Ahora es muy inherente para una conciencia tierna


dudar y desconfiar de su estado al ver cualquier pecado.
Cuando ve que estalla la hipocresía en cualquier deber o
actuación, se queja: “¡Seguramente mis objetivos no son
sinceros! ¡Mi conciencia no está regenerada! no es más
que una conciencia natural iluminada, no está purgada y
cambiada por gracia”.[411]

2. Surge de esa semejanza que hay entre la gracia y


la hipocresía; porque la hipocresía es una semejanza
de la gracia, pero sin sustancia y sin la vida de la
gracia. No hay gracia, pero un hipócrita puede tener
algo un tanto parecido a está; y no hay deber hecho
por un cristiano, que un hipócrita no pueda superar.
Ahora, cuando alguien que no tiene gracia verdadera
va más allá que uno que tiene, esto puede hacer que
el creyente se pregunte si su gracia es o no
verdadera; o si el funcionamiento de su conciencia
es solo el funcionamiento de la naturaleza, y no de
una gracia forjada en ella.

Pero para responder a la pregunta, pueden hacer un juicio


de esto siguiendo los siguientes siete puntos:
 
1. Si la conciencia natural de un hombre lo obliga a
cumplir con su deber, por lo general se limita a sí
mismo en la obra de Dios. Sus deberes son limitados
y su obediencia es una obediencia limitada. Cumple
un deber y descuida otro. Escoge y elige entre los
mandamientos de Dios; obedece a uno y
menosprecia al otro. Por lo tanto, mucho es
demasiado: “¿Qué necesidad hay de hacer más? Si
hago esto y aquello al menos al final iré al cielo”.
Pero ahora, donde la conciencia es regenerada por la
gracia, está lo contrario. Aunque puede haber
muchas debilidades que le acompañan en sus
deberes, esa alma nunca se limita trabajando en pro
de Dios; nunca ama a Dios lo suficiente, pero aun así
lo amará cada vez más; ni lo busca tanto como es
debido, pero aun así lo buscará cada vez más; en
ningún momento le sirve bien a Dios como Él
merece, pero todavía hace conciencia de servirle
cada vez mejor[412]. Una conciencia renovada es un
manantial de obediencia universal, porque ve una
excelencia infinita, y bondad y santidad en Dios; y,
por lo tanto, va a anhelar que su servicio se eleve en
proporcionalidad al objeto. “Un Dios de infinita
excelencia y bondad, debe tener una conciencia de
amor infinito en fe” (dice la conciencia). Un Dios
santo debe tener el servicio de una conciencia con
un corazón santo en fe.

Ahora bien, si pongo límites a mi amor a Dios, o a mi


servicio a Dios; si me limito en mi obediencia al Dios
santo; amo un mandamiento y menosprecio el otro;
obedezco en un punto y, sin embargo, descarto otro;
entonces todo lo que hago, no es más que el
funcionamiento de una conciencia natural. Pero, por otro
lado, si amo al Señor con todo mi corazón y toda mi
alma, y le sirvo con todo mi poder y fuerzas[413]; si
estimo “rectos todos tus mandamientos sobre todas las
cosas”[414] que son correctas y respeto todos sus
mandamientos, entonces mi amor y servicio provienen
de una conciencia regenerada.

2. Si la conciencia natural de un hombre lo evalúa o


acusa de pecado, entonces él busca acallar su voz,
pero no para satisfacerla. La mayoría de los deberes
del hombre natural son calmar y sofocar la
conciencia. Por el contrario, el creyente elige más
bien dejar que la conciencia clame en contra del
pecado, en vez de acallar su voz, hasta que pueda
llegar a buenos términos, removiendo ese pecado en
satisfacción de la sangre de Jesucristo, mediante
nuevos actos de fe aprehendidos y aplicados. El
hombre natural busca calmar el ruido de la
conciencia, en lugar de eliminar la culpa. El creyente
busca la eliminación de la culpa mediante la
aplicación de la sangre de Cristo; y luego la
conciencia se silencia por sí misma. Como un
hombre tonto, que al caerle una paja en el ojo que le
hace lagrimar, limpia la humedad y trabaja para
mantener el ojo seco, pero nunca busca en su ojo
para quitar la paja. En cambio, un hombre sabio no
le importa tanto secarlo, y busca en su ojo ya que
algo se ha introducido provocando el lagrimeo y, por
lo tanto, toma acción para remover eso que está en
su ojo. Ahora bien, si cuando la conciencia me acusa
del pecado, lo que hago es tomar una vida de
deberes, o una forma de piedad, con tal de acallar la
voz de la conciencia; y de pronto la conciencia está
quieta y callada; entonces esto no es más que una
conciencia natural. Pero si, cuando la conciencia
examina y no queda satisfecha nada más que con la
sangre de Cristo, y, por lo tanto, uso los deberes
para llevarme a Cristo; y si le suplico rociar su sangre
sobre la conciencia, y no trabajo tanto para acallar
su voz, como para quitar la culpa; entonces es una
conciencia regenerada.
3. Todo hombre natural, puede llegar muy lejos,
puede hacer mucho en materia de religión, pero
siempre mantendrá a su Dalila, la concupiscencia en
su interior. Judas fue lejos, pero llevó su codicia junto
con él.[415] Herodes fue lejos; hizo muchas cosas bajo
la fuerza del ministerio de Juan[416]; pero aun así
hubo una cosa que no hizo; no apartó a la esposa de
su hermano[417], su Herodías aun yacía en su seno.
Es más, comúnmente, todos los deberes del hombre
natural son para ocultar algún pecado; utiliza su
profesión solo para cubrir su vergüenza. No es así
con la conciencia renovada, esta odia todos los
pecados, como lo hizo David aborreciendo “todo
camino de mentira”;[418] no mantuvo la iniquidad en
su corazón[419], usó los deberes, no para cubrir el
pecado, sino para ayudar a disminuir y sacar el
pecado.

Ahora bien, si profeso religión; si hago mención del


nombre del Señor, si me jacto “de la ley”,[420]
y así, “con infracción de la ley” deshonro a Dios, si vivo
amando cualquier pecado, y hago uso de mi profesión
para cubrirlo, entonces soy un hipócrita, y mis deberes
provienen de una conciencia natural. Por el otro lado, si
me aparto “de iniquidad” [421] invocando “el nombre de
Cristo;” si uso deberes, no para cubrir, sino para
descubrir y mortificar el pecado; entonces soy recto ante
Dios, y mis deberes fluyen de una conciencia renovada.

4. Un hombre natural se vanagloria de sus deberes.


Si él está en mucho servicio, entonces él se eleva
mucho jactándose de sus deberes. Lo mismo hizo el
fariseo: “Dios, te doy gracias porque no soy como los
otros hombres”,[422] y ¿por qué? ¿Dónde está la
diferencia? porque, “ayuno dos veces en la semana,
doy diezmos de todo,” etc.

Pero ahora tomen un corazón amable, una conciencia


renovada, y cuando sus deberes están en el punto más
alto, entonces su corazón está en el punto más bajo. Así
fue con el apóstol Pablo; estuvo sirviendo mucho, en
“tiempo y fuera de tiempo”,[423] predicando al Señor
Jesús con toda valentía y sinceridad, y sin embargo muy
humilde, en el sentir de su propia indignidad, sobre todo:
“No soy digno de ser llamado apóstol.[424]” “A mí, que
soy menos que el menor de todos los santos, se me
concede esta gracia, para que predique entre los
gentiles las riquezas inescrutables de Cristo”.[425] Y de
nuevo, “Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los
pecadores, de los cuales yo soy el primero”.[426] Así un
creyente, cuando está en lo más alto de sus deberes,
entonces está más bajo en humildad. El deber infla al
hipócrita, pero un creyente queda más humilde; y ¿por
qué?, porque el hipócrita no ha tenido visiones de Dios;
solo ha visto sus propios dones y partes, y esto hace que
se exalte a sí mismo; pero el creyente ha visto a Dios y
ha disfrutado de la comunión con Dios, y esto lo humilla.
La comunión con Dios, aunque sea muy refrescante,
también es muy abatidora y humillante para la criatura.
Jerónimo observa en Sofonías 1:1, donde se dice que
“Cusi, hijo de Gedalías, hijo de Amarías;” que Amarías
significa “la Palabra del Señor”; Gedalías significa “la
grandeza del Señor” y Cusi es interpretado como
“humildad” o “mi etíope”. De modo que él dice que, de
la Palabra del Señor viene una visión de la grandeza del
Señor; y de la visión de la grandeza del Señor, viene
humildad.

Ahora bien, si me enorgullezco de cualquier deber, y


estoy inflado por mis actuaciones; entonces no he visto
ni me he encontrado con Dios en ningún deber. Pero, por
otro lado, si cuando mis dones están en lo más alto, mi
corazón está en lo más bajo; si cuando mi espíritu está
más elevado, mi corazón es el más humilde; si en medio
de todos mis servicios, puedo mantener un sentido de mi
propia indignidad; si Cusi es el hijo de Gedalías, entonces
he visto y tenido comunión con Dios en el deber, y mis
actuaciones son de una conciencia renovada.

5. Vean a qué le rinde secretamente el corazón la


gloria de un deber, y ese es el principio por el cual se
hace ese deber. En Habacuc 1:16, leemos de
aquellos que hacían “sacrificios a su red” y ofrecían
“sahumerios a sus mallas”. Cuando el hombre le
entrega la gloria de una acción a su propio ser, el
principio de esa acción es el sí mismo. Que todos los
ríos van hacia el mar, puede ser un argumento de
que todos vienen del mar.[427] Cuando todos los
deberes de un hombre terminan en sí mismo,
entonces su propio ser es el principio de todo. Ahora
todos los deberes del hombre natural corren hacia sí
mismo. No media una verdadera y minuciosa obra de
gracia que lo saque de su ser, y lo traiga a negarse a
sí mismo; y por lo tanto no hay algo más alto que él
en todo lo que hace. Nunca se le ha traído a ser
pobre en espíritu, con tal de que viva necesitado de
otro; para ser llevado en todos sus deberes a
Jesucristo. Pero el creyente da la gloria de todos sus
servicios a Dios[428]; cualquiera que sea la fuerza o la
vida en el deber, Dios tiene toda la gloria; porque por
gracia se despoja de sí mismo y, por lo tanto, no ve
excelencia ni dignidad en él.

“He trabajado más que todos ellos,”[429] dice el apóstol;


¿Pero a quién atribuye la gloria de esto? ¿A sí mismo?
No: “pero no yo”, dice, “sino la gracia de Dios conmigo”.
Siempre que la gracia de Cristo se forja en el corazón
como el principio del deber, encontrarás un alma donde
su boca será llevada a decir “no yo”. “Vivo, pero ya no
vivo yo”;[430] trabajé más abundantemente que todos,
pero no yo. El yo se niega, y Cristo avanza más, cuando
por gracia el corazón se vivifica; los veinticuatro
ancianos arrojan sus coronas a los pies de Cristo.[431]

Hay dos cosas muy difíciles; una es tomar nosotros


mismos la vergüenza de nuestros pecados; el otro es dar
la gloria de nuestros servicios a Cristo. Ahora bien, si me
sacrifico para mi propia ganancia; si mi intención es mi
propio crédito o beneficio, y me doy la gloria de todo lo
que hago a mí mismo; entonces “siembro para la carne”
[432] y nunca fui expulsado de mí mismo, sino que actúo
solo desde una conciencia natural. Pero si le doy la gloria
de todas mis fuerzas y mi vida del deber solo a Dios; si
magnifico la gracia en todo, y realmente puedo decir en
todo lo que hago, pero no yo; entonces estoy
verdaderamente expulsado de mí mismo y hago lo que
hago con una conciencia renovada.

6. Aunque una conciencia natural puede poner al


hombre a servir mucho, nunca presiona para la
obtención de la santidad. Siendo así, lo que lleva
dentro de él, es un corazón no santificado. ¿Cuánto
tiempo fue Judas profesante y, sin embargo, no tenía
ni una dracma de gracia? Las vírgenes insensatas, ya
saben, “tomando sus lámparas, no tomaron consigo
aceite”;[433] es decir, cuidaron más una profesión
que una santificación. Pero ahora, cuando una
conciencia renovada pone a un hombre en servicio,
es prosperada con el crecimiento de la santidad.
Como la gracia ayuda al cumplimiento del deber, el
deber ayuda al crecimiento de la gracia; y así un
creyente es más santo y celestial, al estar en
muchos deberes.

Ahora bien, si estoy en una vida de muchos deberes y,


sin embargo, soy un extraño a una vida de santidad; si
mantengo una alta profesión y aún no tengo un
verdadero trabajo de santificación; si como los niños en
el raquitismo, crezco grande en la cabeza, pero débil en
los pies; entonces tengo regalos y partes, pero no gracia;
y aunque estoy en mucho servicio, no tengo más que
una conciencia natural. Pero, por otro lado, si la santidad
de mi conducta va en proporción con mi profesión; si soy
de los “hacedores de la palabra, y no tan solamente
oidores”;[434] si la gracia crece en las temporadas del
deber, entonces estoy actuando en las cosas de Dios
desde una conciencia renovada.

7. Por último, si una conciencia natural es la fuente


del deber, ¿por qué esa fuente fluye más rápido al
principio, va disminuyendo, y finalmente se seca?
Porque si una conciencia renovada y un corazón
santificado son la fuente del deber, entonces esa
fuente nunca se secará. Siempre fluirá, desde el
principio hasta el final, y fluirá más rápido al final
que al principio: “Yo conozco tus obras, y amor, y fe,
y servicio, y tu paciencia, y que tus obras postreras
son más que las primeras.[435]” “No obstante,
proseguirá el justo su camino, y el limpio de manos
aumentará la fuerza.”[436]

Pregunta: ¿Por qué los deberes de un hombre disminuyen y


languidecen, cuando los hace desde una conciencia natural,
comparado con el que los hace desde una conciencia
renovada?

Respuesta: La razón es, porque sus deberes crecen sobre


una raíz falible, una raíz en descomposición, y eso es la
naturaleza. La naturaleza es una raíz que se desvanece, y
también se desvanecen todos sus frutos; pero los deberes
realizados por una conciencia renovada son frutos que
crecen sobre una raíz duradera; y ese es Cristo. Los dones
tienen su raíz en la naturaleza, pero la gracia tiene su raíz en
Cristo y, por lo tanto, la gracia más débil sobrevivirá a los
dones y partes más grandes; porque hay vida en la raíz de
uno, y no en la del otro. Los dones y la gracia difieren como
el cuero de sus zapatos y la piel de sus pies. Hagan un par
de zapatos que tengan las suelas más gruesas, y si caminan
mucho con ellos, el cuero se desgastará y en poco tiempo el
pie del hombre tocará el suelo; pero ahora, el hombre que
anda descalzo todos sus días, la piel de sus pies no se
desgasta. Siendo que se puso una suela muy gruesa, ¿por
qué no se desgasta primero la planta del pie antes que la
suela del zapato, cuando el cuero de la suela es más grueso
que la piel del pie? La razón es porque hay vida en una y no
en el otro; hay vida en la piel del pie, y por lo tanto resiste y
se vuelve más y más gruesa, más y más dura; pero no hay
vida en la suela del zapato, y por lo tanto esta se desgasta y
se vuelve más y más delgada; así es con los dones y la
gracia.

Ahora bien, si decaigo y disminuyo, y me canso de una


profesión, y finalmente caigo; si comienzo en el espíritu y
termino en la carne; entonces todo lo que hice fue desde una
conciencia natural. Pero si crezco y resisto, si persisto hasta
el final, y mis “obras postreras son más que las primeras,”
entonces actúo desde una conciencia renovada.

Y así, en siete puntos, he dado respuesta a esa pregunta,


a saber, si la conciencia puede llevar a poner tan lejos a un
hombre en sus deberes, entonces ¿qué diferencia hay entre
una conciencia natural en hipócritas y pecadores, y una
conciencia renovada en los creyentes?
 
Pregunta IV

¿A qué se debe qué muchos sean


solo casi cristianos cuando han ido
tan lejos?

¿Cuál es la causa de esto?

Respuesta: Podría dar multiplicidad de respuestas a esa


pregunta, pero mencionaré solo dos, que juzgo ser las más
relevantes.

Primero, es por la falta de una convicción sólida y correcta.


Si un hombre no está completamente convencido del
pecado, y su corazón realmente quebrantado, sin importar
cualquiera que sea su profesión de piedad, seguramente se
malogrará. Toda obra de convicción no es una obra
exhaustiva. Hay convicciones que no solo son naturales y
racionales, sino que no provienen de la poderosa obra del
Espíritu de Dios.

La convicción racional[437], es aquella que procede de la obra


de una conciencia natural, imputando culpa según la luz de
la naturaleza, con la ayuda de esos principios comunes de
razón que están en todos los hombres. Esta es la convicción
que se lee en Romanos 2:14-15. Se dice que los gentiles que
no tienen la ley aún tienen sus conciencias dando
testimonio, acusándose o excusándose el uno al otro.
Aunque no tengan la luz de las Escrituras, tienen
convicciones según la luz de la naturaleza. Ahora, con la
ayuda de la luz del Evangelio, estas convicciones pueden
mejorar mucho y, sin embargo, el corazón no ser renovado.
Pero luego hay una convicción espiritual[438] y esta es esa
obra del espíritu de Dios sobre el corazón del pecador por
medio de la palabra, por la cual se descubre completamente
la culpa y la inmundicia del pecado, y la desdicha y miseria
de un estado natural claramente establecido en la
conciencia, al temor y terror del pecador mientras él
permanece en ese estado y condición. Y esta convicción es
producto de un trabajo sólido y minucioso. Muchos tienen
sus convicciones, pero no esta convicción espiritual.

Pregunta: Supongamos que en cualquier momento estamos


bajo convicción, ¿cómo sabremos si nuestras convicciones
son solo de una conciencia natural o si son del Espíritu de
Dios?

Respuesta: Tendría que extenderme demasiado para exponer


en justa medida la respuesta de esa pregunta. Por lo tanto,
estableceré la diferencia más considerable entre una y otra,
en solo cinco puntos:
 
1. Las convicciones naturales llegan principalmente
a los pecados visibles y escandalosos. Pecados
contra la luz de la naturaleza; porque la convicción
natural no puede llegar más allá de la luz natural.
Pero la convicción espiritual llega a los pecados
secretos, internos y no discernidos; tales como
hipocresía, formalidad, tibieza y un corazón duro y
falto de vida, etc.

Observen entonces, si en su preocupación por el pecado


ustedes buscan tanto adentro como afuera, y alcanza no
solo los pecados visibles, sino también los pecados
secretos, los pecados internos y espirituales; y si es así,
esta es una señal segura de la obra del Espíritu, porque
la preocupación ocasionada por estos pecados tiene una
relación más inmediata con la santidad de Dios, quien
por éstos es el único ofendido; siendo estos los que
nadie más puede ver o saber.

2. Las convicciones naturales tratan solo con la


conducta de un hombre, no con su estado y
condición; con pecados actuales,[439] pero no
originales. Pero la convicción espiritual llega a todos
los pecados; a los pecados del corazón, así como a
los pecados de la vida; al pecado de nuestra
naturaleza, así como al pecado que se practica; al
pecado que nace en nosotros, así como al pecado
que hacemos nosotros. En cualquier alma donde el
Espíritu del Señor viene a obrar eficazmente, Él
sostiene el espejo de la ley ante los ojos del pecador,
y le abre sus ojos para que pueda verse al espejo, y
observe toda esa deformidad y suciedad que hay en
su corazón y naturaleza.

El apóstol Pablo dijo: “Yo no conocí el pecado sino por la


ley”.[440] ¿Cómo puede ser esto cierto, que él no había
conocido el pecado sino por la ley, cuando la luz de la
naturaleza descubre el pecado? Está dicho que los
gentiles, al no tener la ley, tienen una “ley para sí
mismos”.[441] Por lo tanto, este pecado, del que habla el
apóstol no debe entenderse como pecado actual, sino
del pecado original. “No había conocido la contaminación
de la naturaleza, esa fuente de pecado que está dentro;
esto no lo supe sino por la ley”. De hecho, este es un
descubrimiento que la luz natural no puede hacer.

Es cierto que un filósofo pudiese decir, πάντων μεν


πρώτιστα κακῶν ἐπιθυμἰα ἐσιν[442], que la
concupiscencia es el primero y principal de todos los
pecados. Pero no puedo pensar que se refería al pecado
original, sino al exceso del apetito y el deseo, como
mucho; porque encuentro que los filósofos más sabios no
entendieron nada del pecado original. Escuche a
Séneca[443], Erras, si tecum vitia nasci putas,
supervenerunt, ingesta sunt, “el pecado no nace contigo,
sino que se lleva a partir de entonces”. Quintiliano[444]
dijo, Tam sine vitio, quam sine virtute nascimur, que es
más extraordinario que cualquier hombre peque, a que
todos los hombres vivan honestamente; el pecado está
tan en contra de la naturaleza de los hombres. ¡Qué
ciegos estaban en este punto! Y también lo fue Pablo,
hasta que el Espíritu del Señor se lo descubrió por la
palabra, de hecho, este es un descubrimiento propio del
Espíritu. Es Él quien hace que el pecador vea toda la
deformidad y suciedad que hay dentro; es Él quien saca
todos los trapos del pecador y le hace ver su condición
desnuda y miserable; es Él quien nos muestra la ceguera
de la mente, la terquedad de la voluntad, el desorden de
los afectos, la cauterización de la conciencia, la plaga de
nuestros corazones, el pecado de nuestras naturalezas, y
con todo eso la desesperación de nuestro estado.

3. Las convicciones naturales llevan el alma a mirar


más al mal que viene por el pecado, que al mal que
está en el pecado. De modo que el alma bajo esta
convicción está más preocupada por el temor al
infierno, la ira y la condenación, que por la vileza y la
naturaleza atroz del pecado. Pero ahora las
convicciones espirituales trabajan sobre el alma
sensibilizándola más de la maldad que está en el
pecado, que del mal que está relacionado con el
pecado. El deshonor hecho a Dios al caminar en
contra de su voluntad; las heridas que se hacen en el
corazón de Cristo; la pena que sufre el Espíritu Santo
de Dios, esto hiere el alma más que mil infiernos.
4. Las convicciones naturales no son duraderas, se
desgastan rápidamente; son como un ligero corte en
la piel, que sangra un poco y está adolorido en el
presente, pero pronto se cura y nuevamente en
pocos días, apenas puede verse una cicatriz. Pero las
convicciones espirituales son duraderas, no pueden
agotarse, permanecen en el alma hasta que hayan
llegado a su fin, que es el cambio del pecador.

Las convicciones del Espíritu son como una herida


profunda en la carne, que llega hasta el hueso y parece
poner en peligro la vida del paciente, y no puede ser
curada sino con gran habilidad, y cuando se cura, queda
con una marcada cicatriz que aun cuando el paciente
esté recuperado, sin embargo, puede decir: “Aquí está la
marca de mi herida, que nunca se desaparecerá”.
Entonces, en un alma que está bajo convicción espiritual,
su herida es profunda y no puede ser curada, sino por la
gran habilidad del Médico celestial[445], y cuando se
cura, quedan las señales de esta permaneciendo en el
alma, que nunca pueden desaparecer; para que el alma
pueda decir: “Aquí están aún en mí, las marcas y señales
de mi convicción”.

5. Las convicciones naturales hacen que el alma se


aparte de Dios. La culpa produce miedo, y el miedo
causa distanciamiento. Así fue con Adán, cuando vio
su desnudez se escapó y se escondió de Dios.[446]
Pero las convicciones espirituales no alejan el alma
de Dios, sino que la aferran a Dios. La convicción de
Efraín fue espiritual, y él corrió hacia Dios,
“conviérteme, y seré convertido”.[447] De modo que
hay una gran diferencia entre la convicción y la
conversión; entre lo que es natural y lo que es
espiritual; lo que es común y aquello que puede
salvar. Sí, tal es la diferencia, que, aunque un
hombre nunca deje de tener mucho de lo primero, si
no tiene lo segundo, no es más que un casi cristiano,
y por lo tanto tenemos una gran razón para inquirir
más después de esta convicción espiritual, porque:
1. La convicción espiritual es una parte
esencial de una conversión completa. La
verdadera conversión comienza en
convicciones, y las verdaderas convicciones
terminan en conversión. Si el pecador no se
convence del pecado, nunca podrá
convertirse del pecado. Cristo vino como un
Salvador para morir por los pecadores; y la
venida del Espíritu es para convencernos de
que somos pecadores, para que así podamos
cerrar con Cristo como Salvador. Hasta que
el pecado no nos sea plenamente
descubierto, el interés en la sangre de Cristo
no puede ser propiamente reclamado por
nosotros; no, mientras el pecado no esté
visible, Cristo no será buscado. “Los sanos
no tienen necesidad de médico, sino los
enfermos”. [448]
2. Las convicciones leves y comunes
(cuando no son más que superficiales), son
la causa de mucha hipocresía; las
convicciones leves pueden hacer que el alma
se acerque a Cristo, pero no cierre con
Cristo; y este es el disfraz de un hipócrita. No
conozco otro surgimiento y fuente de
hipocresía, como este de las ligeras
convicciones. Esto ha llenado a la iglesia de
Cristo de hipócritas. De hecho, no es solo la
fuente de la hipocresía, sino también la
fuente de la apostasía. ¿Cuál fue la causa de
que se dijera que la semilla se marchitara?
Fue porque no tenía profundidad de
tierra[449]. Donde hay una profunda
convicción, hay una profundidad de tierra en
el corazón, y allí crece la semilla de la
palabra; pero donde las convicciones son
leves y comunes, allí la semilla se marchita
por falta de profundidad. Queda entonces al
descubierto, como es que muchos son casi
cristianos aun cuando van tan lejos en
religión; a saber, por falta de convicciones
sólidas.

En segundo lugar (y esto tiene una relación cercana con


lo primero), es por falta de una completa obra de gracia
forjada inicialmente en el corazón. Donde esto no es así,
toda la profesión que sigue un hombre queda en nada; es
poco probable que un estudiante pueda leer bien, si antes de
salir de sus primeros grados, no ha pasado por su clase de
gramática. Lo que no se teje bien en el telar, servirá de poco,
pues no se usará mucho ya que nunca podrá vestirse bien;
así también con ese cristiano que no sale bien del telar, no
teniendo una obra de gracia completa en su corazón, nunca
vestirá bien; se encogerá en la humedad y brindará poco
servicio a Dios[450]. No es la poda de un árbol malo lo que
hará que produzca buenos frutos; el árbol debe ser hecho
bueno, antes de que la fruta pueda ser buena.[451]

Aquel que toma una profesión de religión con un corazón que


no esté quebrantado, nunca servirá a Cristo en esa profesión
con todo su corazón. Si no hay un cambio verdadero en el
corazón del hombre, aun cuando vaya lejos y haga mucho en
los caminos de Dios, de seguro morirá como un hipócrita o
un apóstata.
Observen, como en la naturaleza, si un hombre no nace bien
y sale torcido o deforme, estará torcido mientras viva; se
puede reforzar o rellenar su ropa para ocultar sus defectos,
pero la torcedura, la deformidad, permanecerá intacta;
puedes cubrirlo, pero no puedes ayudarlo; la cubierta puede
hacerle ver erguido, pero su cuerpo seguirá deforme. Así es
en este caso. Si un hombre entra en una profesión de
religión, pero no nace correctamente; si no es engendrado
por Dios y nacido del Espíritu[452]; si no hay una obra de
gracia completa en su corazón, toda su profesión de religión
nunca lo sanará; puede ser reforzado por una vida de
deberes, pero al final no será más que un hipócrita, por falta
de un trabajo minucioso realizado desde el principio. Una
forma de piedad puede cubrir su torpeza, pero nunca lo
curará.

Un hombre nunca podrá ser un verdadero cristiano, ni ser


aceptado por Dios, aunque esté en la más alta profesión de
religión, sin una obra de gracia en el corazón. Porque:
 
1. Debe haber una rendición de cuentas en el marco
del corazón de ese hombre que sea aceptado por
Dios, a los deberes realizados por él; el espíritu y los
afectos internos deben llevar una proporción a su
profesión externa. Dios aborrece la oración sin fe, la
obediencia a la ley dada, sin temor y santa
reverencia al dador de la ley. Los actos de adoración
interna deben responder a los deberes de la
adoración externa. Ahora donde no hay gracia
forjada en el corazón, nunca puede haber ninguna
proporción o responsabilidad en el marco del corazón
de ese hombre, a los deberes realizados por él.
2. Los deberes que encuentran aceptación con Dios
deben hacerse con sinceridad. Dios no toma
nuestros deberes que son hechos en falsedad, ni nos
juzga de acuerdo con la frecuencia de nuestros
actos, sino de acuerdo con la sinceridad de nuestros
corazones en nuestro desempeño. Esto es lo que
elogia tanto al hacedor como al deber hacia Dios;
con sinceridad, Dios acepta lo menos que hagamos;
sin sinceridad, Dios rechaza lo mucho que hagamos
o podamos hacer. Este es el carácter del espíritu con
el que Dios se deleita[453]: “Abominación son a
Jehová los perversos de corazón; Mas los perfectos
de camino le son agradables”. [454] El apóstol le da
un gran epíteto; lo llama, en 2.a de Corintios 1:12,
εἰλικρινείᾳ τοῦ θεοῦ, la “sinceridad de Dios”;[455]
es decir, tal sinceridad como lo es su trabajo especial
sobre el alma, colocando el corazón recto e íntegro
ante Él en todas sus formas. Esta es la corona de
todas nuestras gracias, y la condenación de todos
nuestros deberes. Miles perecen y se van al infierno
en medio de todos sus desempeños y deberes,
simplemente por falta de un poco de sinceridad de
corazón hacia Dios.

Ahora, donde no hay un cambio de estado, una obra de


gracia en el corazón, no puede haber sinceridad hacia Dios;
porque esta no es una hierba que crece en el jardín de la
naturaleza: “Engañoso es el corazón más que todas las
cosas, y perverso”;[456] está opuesto a la sinceridad más que
cualquier otra cosa. Como las cosas corrompidas que llevan
una mayor disimilitud a lo que fueron que a cualquier otra
cosa que nunca fueron.

 
“Dios hizo al hombre recto”.[457] Ahora, el hombre que
voluntariamente pierde esto, se vuelve más diferente a sí
mismo que cualquier cosa por debajo de él; él es más como
un león, un lobo, un oso, una serpiente o un sapo, que como
un hombre en su inocencia. De modo que es imposible
encontrar sinceridad en cualquier alma hasta que haya una
obra de gracia forjada en ella por el Espíritu de Dios; y por
eso, un hombre no es más que un casi cristiano cuando ha
terminado de hacerlo todo.
 
Pregunta V

¿Cuál es la razón para que muchos


casi cristianos no vayan más lejos en
la profesión de religión?

Razón #1. Es porque se engañan a sí mismos en la


verdad de su propia condición; confunden su estado y lo
consideran bueno y seguro, cuando es malo y peligroso. Un
hombre puede verse a sí mismo como un miembro de Cristo
y, sin embargo, Dios puede verlo como un vaso de ira. Un
hijo de Dios, al ver sus pecados más que a sus gracias, más
a sus fallas que a su fe, a la perversidad que mora en él
más que a la gracia renovadora, puede pensar que su caso
está muy mal cuando en realidad es muy bueno:

“Morena soy”,[458] dice la cónyuge; y sin embargo Cristo


dice, “¡Oh hermosa entre las mujeres!”  De modo que el
pecador, al considerar más sus deberes que sus pecados,
puede pensar que ve su nombre escrito en el libro de la
vida, y aun así ser muy reprobado por Dios.

No hay nada más común para un hombre, el creerse “ser


algo, no siendo nada”,[459] y por eso “a sí mismo se
engaña”. Muchos hombres se bendicen a sí mismos por su
interés en Cristo, cuando en realidad son unos extraños
para Él. ¡Muchos hombres piensan que su pecado fue
perdonado, cuando por desgracia todavía están “en la hiel
de la amargura y en prisión de maldad” ![460] Muchos
hombres piensan que tienen gracia, cuando no tienen
alguna: “Hay quienes,” dice Salomón, “pretenden ser ricos,
y no tienen nada”.[461] Este era el carácter mismo de
Laodicea: “Tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de
ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes” [462] (oren y
piensen en esto), “que tú eres un desventurado, miserable,
pobre, ciego y desnudo”. No sabía; tan mala como era,
pensó que su estado era bueno; tan pobre como era en
gracia, pensó que era rica; tan miserable y desnuda como
estaba, sin embargo, pensó que no necesitaba cosa alguna.

Ahora hay varios planteamientos o motivos para este error.


Les nombraré cinco.

Primero, el engaño desesperado del corazón de cada


hombre natural, Jeremías 17:9, “engañoso es el corazón
más que todas las cosas”, en hebreo es ‫מִכ ֹּל הַל ֵּב עָ קֹב‬. La
palabra hebrea (‫)עקב‬, es la misma con el nombre de Jacob
(‫)עֲ קֹבַי‬. Ahora saben que él fue un suplantador de su
hermano Esaú: “Bien llamaron su nombre Jacob”[463] (dijo
él), “pues ya me ha suplantado dos veces”. Así que la
palabra significa ser fraudulento, sutil, engañoso y
suplantador. Así es el corazón de todo hombre natural, ‫בֹקָע‬
ּ‫ מִכֹּל‬engañoso más que todas las cosas. Ustedes pueden
leer del engaño de la lengua[464], y del engaño de las
riquezas[465], y del engaño de la belleza[466], y del engaño
de los amigos[467]; sin embargo, el corazón es engañoso
sobre todos esos. Es más, leyeron sobre el engaño de
Satanás[468], pero en verdad el corazón de un hombre es un
mayor engañador que él; porque él nunca podría engañar a
un hombre, si el corazón del propio hombre no lo engañase.
Ahora bien, es a partir de ahí que un hombre presume sobre
la bondad de su estado, desde la traición desesperada de su
propio corazón.
¡Cuán común es que los hombres se jacten de la bondad de
sus corazones! “Le doy gracias a Dios, aunque no hago un
espectáculo y pretendo como algunos hacen, pero tengo un
corazón tan bueno como el mejor”. Oh, pero escucha a
Salomón en este caso: “El que confía en su propio corazón
es necio”.[469] ¿Algún hombre sabio, le entrega su dinero a
un carterista? ¿Confiará en un tramposo? Es una buena
regla, μὲμνησο ἀπιςεῖν, recordar desconfiar; y así fue la
oración de Agustín, Domine libera me a meipso[470]. Ese
hombre que confía en su propio corazón, seguramente al
final se encontrará engañándose a sí mismo.

En segundo lugar, este error surge del orgullo del espíritu de


un hombre; hay un corazón orgulloso en cada hombre
natural. Había mucho de este orgullo en el pecado de Adán,
y hay mucho en todos los hijos de Adán. Es un pecado
radical, y de ahí surge esta opinión excesivamente confiada
y orgullosa que tiene un hombre sobre su estado y
condición. Salomón dijo: “No seas demasiado justo”.[471]
Agustín, hablando ocasionalmente de estas palabras, dice
que esto no es justitia sapientis, sino más bien, superbia
praesumentis, no se refiere a la justicia del sabio, sino al
orgullo del hombre presuntuoso.[472] Ahora, en este sentido,
todo hombre carnal es demasiado justo; aunque no tiene
nada de esa justicia que lo encomienda a Dios, es decir, la
justicia de Cristo, sin embargo, tiene demasiada de esa
justicia que lo encomienda a sí mismo, llegando a ser solo
un santurrón.[473]

Un hombre orgulloso tiene ojo para ver su belleza, pero no


su deformidad; sus partes, pero no sus manchas; su
aparente rectitud, pero no su verdadera miseria. Tiene que
ser una obra de gracia la que tiene que mostrarle su falta de
gracia. El ojo altivo mira hacia arriba, pero el ojo humilde
mira hacia abajo, y por lo tanto, este es el lema del
creyente: “El más pequeño de todos los santos, de los
pecadores el primero”.[474] Pero el lema del hombre carnal
es: “Dios, te doy gracias porque no soy como los otros
hombres”.[475]

En tercer lugar, muchos se engañan a sí mismos con gracia


común en lugar de salvadora, por causa del parecido que
existe entre estas. Así como muchos toman dinero
falsificado por la moneda verdadera, también muchos
toman la gracia común como verdadera, in similibus facilis
est deceptio.[476] Saúl tomó al diablo por Samuel, porque
apareció en el manto de Samuel.[477] Muchos toman la
gracia común para salvación, porque es como la gracia
salvadora; un hombre puede estar bajo un trabajo
sobrenatural y, sin embargo, quedarse corto de un trabajo
salvador; la primera resucita la naturaleza, solo la segunda
renueva la naturaleza. Aunque toda obra salvadora del
Espíritu sea sobrenatural, no toda obra sobrenatural del
Espíritu es salvadora; y, por lo tanto, muchos engañan a sus
propias almas, tomando una obra sobrenatural por una obra
salvadora.

Cuarto, muchos confunden una profesión de religión con


una obra de conversión, y una reforma externa como una
señal segura de regeneración interna. Si se lava el exterior
del vaso, entonces piensan que todo está limpio, aunque
por dentro este muy sucio. Esta es la roca común sobre la
que se separan tantas almas, hacia su eterno peligro,
adoptando una forma de piedad, pero negando el poder de
esta.[478]

Quinto, falta de una aplicación centrada en la ley de Dios al


corazón y la conciencia, para que un hombre descubra el
verdadero estado y condición en el que se encuentra.
Donde esto es una carencia, el hombre se quedará corto
detrás de una verdadera obra de gracia, creyendo que su
caso es mejor de lo que es. Hay un pasaje notable en el cual
el apóstol insinúa acerca de sí mismo: “Yo sin la ley vivía en
un tiempo; pero venido el mandamiento, el pecado revivió y
yo morí”.[479] Aquí tienen un relato de las diferentes
aprehensiones que Pablo tenía de su condición con y sin la
palabra:
 

1. Aquí está su aprehensión de su condición sin la


palabra: “Yo sin la ley,” decía él, “vivía”. Pablo tenía
la ley, porque era un fariseo[480]; y tenía “en la ley la
forma de la ciencia y de la verdad”.[481] Por lo tanto,
cuando dice que estaba “sin la ley,” no se debe
tomar literalmente, sino espiritualmente. Estaba sin
el poder y la eficacia de la ley sobre su corazón y
conciencia, convenciéndolo, despertándolo y
descubriéndole su pecado; y mientras este fuera el
caso, no dudaría de su estado, confiaba en la
bondad de su condición. Esto lo insinuó cuando dijo:
“vivía”.
2. Pero luego está la aprehensión de su condición
con la palabra, y esta es bastante contraria a lo que
era antes: “pero venido el mandamiento,” decía él,
“el pecado revivió y yo morí”. Cuando la palabra del
Señor vino con poder sobre su alma, cuando el
Espíritu de Dios sentó base efectivamente en su
conciencia, es decir, por la venida del mandamiento,
entonces: “el pecado revivió y morí”; es decir, vio la
desesperación de su caso y la inmundicia de toda su
justicia propia. Entonces, su esperanza cesó y su
confianza falló, cuando antes se creía vivo y su
pecado muerto. Así que cuando Dios despertó su
conciencia por la palabra, entonces vio su pecado
vivo y poderoso, y a él mismo muerto y miserable.
De modo que esta es la primera razón por la cual los
hombres no van más allá en la profesión de religión, y
siguen siendo casi cristianos. Es porque confunden su
estado y piensan que es bueno cuando no lo es; por causa
de un error quintuplicado:
 

1. Un corazón engañoso.
2. Un espíritu orgulloso.
3. Toman la gracia común por salvación.
4. Creen que una reforma externa, es una
regeneración verdadera.
5. Falta de una aplicación sólida de la ley de Dios en
el corazón y la conciencia.

Razón #2. Es de la astucia de Satanás, quien, si no


puede mantener a los pecadores en su abierta profanación,
entonces trabaja para convencerlos de que adopten una
forma de piedad. Si no puede seducirlos en sus
concupiscencias, con un total abandono del cielo, entonces
los atrae a una profesión con la cual se queden cortos de
alcanzar el cielo. Dejará que nos despojemos de un poco de
pecado, mientras sigamos guardando el resto; y de igual
forma dejará que cumplamos con algunos deberes, mientras
sigamos descuidando el resto. Más aun, en lugar de
abandonar su interés en esa alma, cederá mucho a nuestra
profesión de religión, y consentirá cualquier cosa menos
nuestra conversión, y que cerremos con Cristo para
salvación. No le importa de qué manera vayamos al
infierno, siempre y cuando al final nos atrape y nos lance
allá.

Razón #3. Es por una norma mundana y carnal. Este es


un gran obstáculo para muchos; la norma muchas veces
entra en consejos en contra de la piedad. Jehú no se
separará de sus becerros de oro, para no arriesgar su reino.
Entre muchos hombres habría más celo y honestidad, si
hubiera menos diseño y norma. Hay una norma honesta que
ayuda a la religión, pero la norma carnal la obstaculiza.

Se nos ordena ser “astutos como las serpientes”[482] y “la


serpiente era astuta, más que todos los animales”;[483] pero
entonces debemos ser tan “inocentes como las palomas”. Si
la piedad estuviese sin norma, estaría falta de seguridad; y
si la norma no tiene piedad, estaría falta de integridad. La
piedad sin norma es demasiado simple para estar segura; y
la norma sin piedad es demasiado sutil para ser buena.
Dejen que los hombres sean tan sabios, tan prudentes, tan
sutiles, tan vigilantes como quieran, pero dejen que esto
sea en el camino de Dios; dejen que esto se una con
santidad e integridad. Sabiduría maldita es la que le prohíbe
a un hombre salir de las profundidades de la religión vana,
lo que no le permite que pueda ver tierra, para que pueda
llegar a la costa antes de ser llevado por una tormenta.

Razón #4. Hay algunas pasiones desmedidas cimentadas en


el corazón, que obstaculizan cerrar con Cristo cordialmente.
Aunque hacen una oferta justa no alcanzan los términos de
Dios; el joven tendría vida eterna, e hizo una oferta justa
por ella; una obediencia voluntaria a cada mandamiento
menos uno, y solo uno; ¿Y Dios no le reduciría uno? ¿Tan
severo es Él? ¿No bajará un poco en sus términos, cuando el
hombre se ha elevado tan alto? ¿Debe el hombre rendirlo
todo? ¿Dios no cederá nada? No, hermanos míos, el que
cede por el cielo, seguramente lo perderá, igual que aquel
que nada ofrece por él. Aquel que no da todo lo que tiene,
se aparta de todo por esa “perla preciosa”[484]; se irá sin
ella de seguro, tal como aquel que nunca dio algo. El no
llegar a los términos de Dios es la ruina de miles de almas;
aún más, esa es la razón por la que todos aquellos que
perecen, perecen. Un pecador desnudo para un Cristo
desnudo; un pecador sangrante y quebrantado, a un Cristo
sangrante y quebrantado, estos son los términos de Dios.

La mayoría de los profesantes son como el hierro entre dos


imanes. Dios se acerca; y ellos propenden hacia Dios; y el
mundo se acerca, y ellos se inclinan hacia el mundo. Están
entre ambos; ellos no dejarían a Dios por el mundo, si
estuvieran dedicados a abandonar el mundo por Dios.
Tienen que apartarse de todo; de cada deseo carnal, cada
pasión, cada pecado amado; pero entonces el espíritu de
Demas[485] los posee, y al final se apartan de Dios.

Hermanos míos, esta es la gran razón por la cual muchos de


los que se han convertido en casi cristianos no van más allá.
Algún deseo carnal o pasión desmedida los obstaculiza, y
después de una larga y alta profesión, esto los separa a
ellos de Cristo para siempre; corrieron bien, pero se rinden
antes de alcanzar la meta, y al fin y al cabo, se quedan
cortos y perecen hasta la eternidad.

Habiendo brindado la respuesta de las cinco preguntas


anteriores, a saber:
 

1. ¿Cuán lejos puede ir un hombre en el camino al


cielo y, sin embargo, ser solo un casi cristiano?
2. ¿Por qué muchos van tan lejos para ser casi
cristianos?
3. ¿Qué diferencia hay entre una conciencia natural
y una conciencia regenerada?
4. ¿A qué se debe qué muchos sean solo casi
cristianos cuando han ido tan lejos?
5. ¿Cuál es la razón para que muchos casi cristianos
no vayan más lejos en la profesión de religión?

Procederé entonces a la aplicación.


Aplicación

Ahora procederé a la aplicación.

Inferencia #1 - Que la salvación no es una cosa tan fácil


como se le imagina que es. Esto es atestiguado por nuestro
mismo Señor Jesucristo: “estrecha es la puerta, y angosto el
camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan”.
[486] La puerta de la conversión es una puerta muy estrecha,

y, sin embargo, cada hombre que será eternamente salvado


debe entrar por esta puerta estrecha; porque la salvación es
imposible sin ella: “De cierto, de cierto te digo, que el que
no naciere de nuevo”[487] (ἄνωθεν, nacido de lo alto), “no
puede ver el reino de Dios”.

No es que esta puerta sea meramente estrecha, con


respecto a sí misma; no, ya que la gracia que convierte es
gratuita. La puerta de la misericordia permanece abierta
todo el día. En el ofrecimiento de la gracia del evangelio,
ninguno está excluido[488], a menos que se excluya a sí
mismo.[489] Cristo no dice: “Si tal o cual viniese a mí, no le
echo fuera”,[490] sino que: “Al que a mi viene (sea quien sea,
si tiene un corazón para cerrar conmigo), no le hecho
fuera”. Él no dijo si este o aquel hombre tiene el deseo, aquí
hay agua de vida para él, sino que, si algún hombre lo
desea, “tome del agua de la vida gratuitamente”.[491] Cristo
no le ofrece a todos su misericordia mezquinamente;
aunque la salvación fue amorosamente comprada para
nosotros, se nos ofrece libremente.

De modo que la puerta que conduce a la vida no es


estrecha por parte de Cristo, ni respecto a ella misma, sino
que es estrecha con respecto a nosotros, debido a nuestros
actos impuros y corrupciones, las cuales dificultan la
entrada. El ojo de una aguja es lo suficientemente grande
como para que pase un hilo, pero su abertura es muy
pequeña para pasar una soga. Una de dos, o el ojo de la
aguja se agranda o hay que deshebrar la soga, de lo
contrario la entrada es imposible. Así es en este caso, la
puerta de la conversión tiene una entrada muy estrecha
para que entre un pecador carnal y corrupto. El alma nunca
podrá pasar por la entrada con algún pecado amado y
desposado; y, por lo tanto, el pecador debe ser deshebrado
de todo deseo pecaminoso; debe dejar a un lado el amor de
cada pecado, o nunca podrá pasar por esa puerta, porque
es una puerta estrecha para él. Y si él pasase por la puerta
estrecha, entonces se encontrará que debe continuar su
viaje sobre un camino angosto. Por eso nuestro Señor Cristo
dice: “Angosto el camino que lleva a la vida”,[492] ¿y qué
camino es este, sino el camino de la santificación? Porque
sin santidad “nadie verá al Señor”.[493]

Ahora bien, este camino de santificación es un camino muy


angosto, por llevar la carga de cada lujuria de la carne, en el
ejercicio de cada gracia; subyugando lo primero y
progresando en lo segundo; muriendo a diario, y sin
embargo viviendo a diario; muriendo al pecado y viviendo
para Dios, ¡este es el camino de la santificación! ¡Oh, qué
pocos hay que caminan de esta manera! El camino ancho
tiene muchos viajeros, pero este camino angosto es como
los caminos de Canaán en los días de Samgar. Se dice que:
“En los días de Samgar hijo de Anat, En los días de Jael,
quedaron abandonados los caminos, Y los que andaban por
las sendas se apartaban por senderos torcidos”,[494] en el
hebreo es ‫אר ָחוֹת‬
ֳ ‫קלְקַלּוֹת‬
ַ ֲ‫ ;ע‬por caminos tortuosos. El camino
de la santidad es en gran medida un camino desocupado,
así lo dice el profeta: “Y habrá allí calzada y camino, y será
llamado Camino de Santidad; no pasará inmundo por él,
sino que él mismo estará con ellos; el que anduviere en este
camino, por torpe que sea, no se extraviará. No habrá allí
león, ni fiera subirá por él, ni allí se hallará, para que
caminen los redimidos”.[495] El inmundo, el león y la bestia
voraz están en los caminos torcidos: ninguno sino los
redimidos del Señor caminan en el camino del Señor.

Entonces, no es de extrañar que nuestro Señor Cristo diga


de la vida eterna, que “pocos son los que la hallan,” cuando
la puerta es estrecha y el camino angosto es lo que conduce
a ella.[496] Muchos fingen caminar por el camino angosto,
pero nunca entraron por la puerta estrecha; y muchos
fingen haber entrado por la puerta estrecha, pero no
caminan por el camino angosto.

Es muy común que un hombre perezca por un error en su


caminar; por seguir en esos caminos que llevan al infierno y,
sin embargo, lo hacen esperando al final encontrar el cielo.
Esas veinte partes previamente mencionadas, corren hacia
la destrucción, y, sin embargo, muchos las eligen y caminan
en ellas pensando que son el camino de salvación. Así como
muchos pecadores abiertamente profanos perecen al elegir
el camino de la muerte, muchos profesantes formales
perecen al confundir el camino de la vida. Esto lo deduzco
de lo que nuestro Señor Cristo dijo: “Pocos son los que la
hallan”, lo que claramente se implica en Lucas 13:24
cuando Él claramente expresa “que muchos procurarán
entrar” y, sin embargo “no podrán”; muchos corren lejos y,
sin embargo, no corren “de tal manera”[497] como para
obtenerlo; muchos hacen una oferta justa por la “perla
preciosa” y, sin embargo, se quedan sin ella.[498] El infierno
se obtiene con facilidad, pero “el reino de los cielos sufre
violencia”.[499]
Inferencia #2 - Si muchos llegan tan lejos en el camino al
cielo y, aun así, fracasan, ¡Oh! ¿¡Cuál será el final de los que
ni tan siquiera alcanzan a estos!? Si el casi cristiano perece,
¿¡qué será de aquel que no es del todo cristiano!? Si el que
dice poseer a Cristo y profesa a Cristo, y deja muchos
pecados por Cristo, y aun así puede ser condenado,
entonces, ¿¡Cuál será el destino del que repudie a Cristo y
se niegue a separarse de un pecado, una inmoralidad y no
haga juramento por Cristo!?; y aún más, ¡qué blasfema
abiertamente el precioso nombre de Cristo! Si el que está
santificado exteriormente será rechazado eternamente,
¿¡cuál será el caso de aquellos que viven abiertamente sin
santificación, que no solo tienen la plaga de un mal corazón
en el interior, sino también la plaga dolorosa de una vida
profana en el exterior!? Si el profesante formal debe ser
excluido, seguramente también lo será; el adúltero
asqueroso, el borracho cochino, el blasfemo, el profano
violador del día de reposo, el escarnecedor malhablado, sí, y
mucho más todo pecador carnal. Si hay un infortunio para
aquel que se queda corto de llegar al cielo, entonces, ¡qué
triste es el ay para aquel que ni llega a los que no alcanzan
el cielo! ¡Ay, que Dios haga de esto una palabra de
despertar para los pecadores que están dormidos en
pecado, sin el menor temor a la muerte, o temor a la
condenación!
Uso de examinación

¿Hay muchos en el mundo que son casi y así solo casi


cristianos? Entonces es hora de que cuestionemos y
hagamos un escrutinio más estricto sobre la verdad de
nuestro estado espiritual. ¿Cuál es nuestra condición?, si es
correcta o no; si somos sólidos y sinceros en nuestra
profesión de religión, o no. Cuando Cristo nuestro Señor, les
dijo a sus discípulos: “Uno de vosotros me va a entregar”,
[500] cada uno comenzó a reflexionar sobre sí mismo; “¿Seré

yo? Y el otro: ¿Seré yo?”.[501] Así debemos nosotros hacer


cuando el Señor nos descubre por su palabra, cuántos hay
bajo la profesión de religión que son solo casi cristianos. Por
lo que debemos reflexionar de inmediato sobre nuestros
corazones, “Señor, ¿ese soy yo? ¿No tengo un corazón
sano? ¿Soy solo un casi cristiano? ¿Seré uno de los que al
final fracasará? ¿Soy un hipócrita bajo una profesión de
religión? ¿Tengo una forma de piedad sin el poder de esta?”

Hay dos preguntas de muchísima importancia, que debemos


hacernos frecuentemente:

❖    ¿Qué soy?
❖    ¿Dónde estoy?
 

1. ¿Que soy? ¿Soy o no soy un hijo de Dios? ¿Soy


sincero en la religión, o soy solo un hipócrita bajo
una profesión?
2. ¿Dónde estoy? ¿Todavía estoy en un estado
natural o estoy en un estado de gracia? ¿Todavía
estoy en la vieja raíz, en el viejo Adán? O ¿estoy en
la raíz de Cristo Jesús? ¿Estoy en el pacto de obras
que ministran solo ira y muerte? O ¿estoy en el
pacto de la gracia que ministra la vida y la paz?

De hecho, esto es lo primero que un hombre debe mirar.


Debe haber un cambio de estado, antes de que pueda
haber un cambio de corazón; debemos someternos a un
cambio de pacto, antes de que podamos estar bajo un
cambio de condición; porque un nuevo corazón y un nuevo
espíritu se promete en el nuevo pacto[502]. No hay nada de
eso que se escuche en el viejo; por lo que un hombre debe
estar bajo el nuevo pacto, antes de poder recibir la
bendición prometida en el nuevo pacto; debe estar en el
estado de nuevo pacto, antes de poder recibir un corazón
de nuevo pacto. Fuera del pacto no se dispensa, ni piedad,
ni perdón, ni cambio, ni conversión, ni gracia; por lo tanto,
esta debería ser nuestra gran pregunta; porque si no
sabemos dónde estamos, no podemos saber qué somos; y
si no sabemos lo que somos, no podemos ser lo que
debemos ser; y esto es, el ser totalmente cristiano.

Permítanme, entonces, se lo ruego, presionar este deber


sobre ustedes que son profesantes. Prueben sus propios
corazones; “Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe;
probaos a vosotros mismos”.[503] Insto a esto urgentemente
sobre la mayoría de los argumentos convincentes:
 

1. Porque muchos descansan en una noción de


piedad y muestras externas de religión, y aun así
permanecen en su condición natural. Muchos son
“solamente oidores”[504] de la palabra, pero no son
“hacedores de la palabra,” y así engañan a sus
propias almas. Algunos ni escuchan ni hacen; estos
son pecadores profanos. Algunos escuchan y hacen;
estos son verdaderos creyentes. Algunos oyen, pero
no hacen; estos son profesantes hipócritas.
El que menosprecia las ordenanzas no puede ser un
verdadero cristiano; pero es posible que un hombre las
posea, las profese y, sin embargo, no sea un verdadero
cristiano. ¿Quién creería en una profesión, donde se
veía a Judas como un discípulo, un apóstol, un
predicador del evangelio, uno que echó fuera demonios,
para terminar, descartándose a sí mismo? “Pues no es
judío el que lo es exteriormente, ni es la circuncisión la
que se hace exteriormente en la carne; sino que es
judío el que lo es en lo interior, y la circuncisión es la del
corazón, en espíritu, no en letra; la alabanza del cual no
viene de los hombres, sino de Dios”.[505]

2. Porque los errores en los primeros cimientos son


muy peligrosos. Si no estamos bien en lo principal,
en el trabajo fundamental; si los cimientos no se
colocan en gracia en el corazón, toda nuestra
siguiente profesión quedará en nada. La casa
construida sobre cimientos arenosos pudo
sostenerse por un tiempo, pero “descendió lluvia, y
vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con
ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su
ruina”.[506]
3. Porque en este caso, muchos son los engaños de
los cuales nuestras almas son responsables. Hay
muchas cosas como la gracia que no son gracia; es
la semejanza y la similitud de las cosas lo que
engaña y hace que una cosa sea tomada por otra.
Muchos toman los dones por gracia, conocimiento
común por conocimiento salvador. Un hombre
puede tener grandes dones y, sin embargo, no tener
gracia; gran conocimiento, pero no conocer a
Jesucristo.
Algunos toman la fe común por salvación; considerando
que un hombre puede creer que todas las verdades del
evangelio, todas las promesas, todas las amenazas,
todos los artículos del credo, son verdaderas y, sin
embargo, perecen por falta de gracia salvadora.

Algunos toman la moralidad y la gracia restrictiva por


piedad y gracia renovadora; mientras que es común
tener el pecado muy restringido, donde el corazón no
está renovado.

Algunos son engañados con un medio trabajo, tomando


convicción por conversión, reformación por
regeneración. Tenemos muchos cristianos que son como
sirenas. Desinit in piscem mulier formosa superne.[507]
O como la imagen de Nabucodonosor, con una cabeza
de oro y pies de barro[508]. El diablo engaña a la mayoría
de los hombres con una sinécdoque[509], poniendo una
parte como si fuese el todo; obediencia parcial a
algunos mandamientos, por obediencia universal a
todos. Es por la falta de una examinación propia, la
razón por la cual Satanás ata a las almas con infinitas
ilusiones. Por lo tanto, es necesario que pongamos a
prueba nuestro estado, para que no confundamos a una
sombra con la sustancia y no abracemos una nube en
lugar de a Juno.[510]

4. Satanás nos tentará en un momento u otro. Nos


zarandeará y nos tamizará[511] hasta el fondo; y si
ahora descansamos en una confianza sin
fundamento, esto terminará en una desesperación
sin consuelo[512]. Más aun, Dios mismo nos buscará
y juzgará especialmente en el día del juicio; ¿y
quién puede soportar esa prueba, cuando nunca
prueba su propio corazón?
5. Cualquiera que sea el estado de un hombre, ya
sea cristiano por completo o no, ya sea que su
principio esté sólido o no, es muy bueno que
examine su propio corazón[513]. Si encuentra que su
corazón es bueno, sus principios correctos y sólidos,
será motivo de alegría. Si encuentra su corazón
podrido, sus principios falsos y poco sólidos, el
descubrimiento será para una renovación. Si un
hombre tiene una enfermedad y lo sabe, puede ir al
médico a tiempo, pero mientras no sepa de su
enfermedad, ¿qué tan triste será la molestia hasta
que la enfermedad no se haya curado? Entonces,
que un hombre no tenga gracia y no lo vea hasta
que sea demasiado tarde, se considere cristiano
cuando no lo es, que piense estar en el camino
correcto al cielo, cuando está en el camino al
infierno, y, sin embargo, no saberlo hasta que en el
lecho de muerte o en el día del juicio se refute su
confianza, es la miseria más irremisible.

Estos son los motivos sobre los cuales presiono en este


deber de examinar nuestro estado. ¡Oh, qué Dios nos ayude
a hacer este deber necesario!

Pregunta: Pero ¿cómo llegaré a saber si soy casi o


completamente cristiano? Si un hombre puede llegar tan
lejos, y sin embargo, fracasar, ¿cómo sabré cuándo mi
fundamento es correcto; si en verdad soy cristiano?

Respuesta:
 

1. El cristiano en conjunto acepta y cierra con Cristo


en términos del Evangelio. La verdadera unión hace
a un verdadero cristiano. Muchos cierran con Cristo;
pero lo hacen en sus propios términos; ellos lo
toman y lo poseen; pero no de la manera que Dios
lo ofrece. Los términos bajo los cuales Dios ofrece a
Cristo en el evangelio son; que vamos a aceptar a
un Cristo quebrantado, con un corazón quebrantado
y, a un Cristo en su totalidad, con la totalidad de
nuestro corazón. Un Cristo quebrantado con un
corazón quebrantado, como testimonio de nuestra
humildad; la totalidad de Cristo con la totalidad del
corazón, como testimonio de nuestra sinceridad. A
un Cristo quebrantado respecto a su sufrimiento por
el pecado, con un corazón quebrantado respecto a
nuestro sentir del pecado; la totalidad de Cristo que
incluye todos sus oficios con la totalidad del
corazón, incluyendo todas nuestras facultades.
Cristo es rey, sacerdote, profeta y el todo como
mediador. Sin alguno de estos oficios, la obra de
salvación no podría haberse completado. Como
sacerdote, nos redime; como profeta, nos instruye;
como rey, nos santifica y nos salva. Por lo tanto, el
apóstol dice: “El cual nos ha sido hecho por Dios
sabiduría, justificación, santificación y redención”.
[514] La justicia y la redención fluyen de Él como
Sacerdote, la sabiduría como Profeta y la
santificación como Rey.

Ahora bien, muchos abrazan a Cristo como Sacerdote,


pero no lo poseen como Rey y Profeta; les gusta
compartir su justicia, pero no participar de su santidad;
serían redimidos por Él, pero no se someterían a Él;
serían salvados por su sangre, pero no se someterían a
su poder[515]. Muchos aman los privilegios del evangelio,
pero no los deberes del evangelio. Por consiguiente,
estos son solo casi cristianos, a pesar de su cercanía
con Cristo; porque están en sus propios términos, pero
no en los de Dios. Los oficios de Cristo pueden
distinguirse, pero nunca pueden dividirse. Del otro lado,
el verdadero cristiano posee a Cristo en todos sus
oficios, no solo cierra con Él como Jesús, sino como el
Señor Jesús. El cristiano verdadero dice con Tomás:
“¡Señor mío, y Dios mío!”.[516] No solo cree en el mérito
de su muerte, sino que también se ajusta a la forma de
su vida. Tal como él cree en Él, así vive para Él; lo toma
por su sabiduría, así como por su justicia; para su
santificación, así como su redención.
 

2. El completamente cristiano tiene una obra


minuciosa de gracia y santificación forjada en el
corazón, así como una fuente de deberes. La
regeneración es todo un cambio: “Las cosas viejas
pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”.[517] Es
un trabajo perfecto, en cuanto a partes, aunque no
en cuanto a grados. Los hombres carnales hacen
deberes, pero son de un corazón no santificado, y
eso lo estropea todo. Una pieza de tela nueva nunca
funciona bien en una prenda de vestir vieja, porque
la rasgadura se haría peor[518]. Cuando el corazón
de un hombre se renueva por gracia, la mente se
ilumina de manera salvadora, la conciencia se
convence por completo, la voluntad es
verdaderamente humillada y sometida, los afectos
espiritualmente elevados y santificados; y cuando la
mente, la voluntad, la conciencia y los afectos se
unen para ayudar en el desempeño de los deberes
ordenados; entonces un hombre es completamente
cristiano.
3. El que es completamente cristiano, se ocupa de
la forma, así como del contenido de sus deberes. No
solo que se hagan, sino cómo se hacen. Él sabe que
los privilegios del cristiano residen en los
pronombres, pero su deber en los adverbios. No
debe ser sólo bonum,[519] sino que debe ser bene,
[520] esa bondad debe ser bien hecha. Aquí, el casi

cristiano fracasa, hace en esencia los mismos


deberes que otros hacen, pero no los hace de la
misma manera; mientras le importa la sustancia, no
considera la circunstancia; si ora, no considera la fe
y el fervor en la oración[521]; si él oye, no le importa
la regla de Cristo: “Mirad, pues, cómo oís”[522]; si él
obedece, no mira la condición de su corazón al
obedecer[523], y por lo tanto, fracasa en todo lo que
hace, bonum oritur ex integra causa, malum ex
quolibet defectu[524]; cualquiera de estos defectos
echa a perder el bien de cada deber.
4. El completamente cristiano es conocido por su
sinceridad en todas sus actuaciones. Cualesquiera
sean las cosas que un hombre haga en los deberes
del evangelio, no puede ser cristiano sin sinceridad.
Ahora, el casi cristiano falla en esto; porque, aunque
haga mucho, ore mucho, oiga mucho, obedezca
mucho, sigue siendo un hipócrita.
5. El que es completamente cristiano, tiene una
responsabilidad interna ante la ley externa. Hay una
connaturalidad[525] entre la palabra de Dios y la
voluntad del cristiano; su corazón es como si fuese
la transcripción de la ley. La misma santidad que se
ordena en su palabra, se implanta en el corazón; la
misma conformidad con Cristo, que es ordenada por
la palabra de Dios, es forjada en el alma por el
Espíritu de Dios; la misma obediencia que la palabra
requiere de él, el Señor lo habilita a realizar por la
gracia otorgada a él[526]. Esto es lo que se promete
en el nuevo pacto: “daré mi ley en su mente, y la
escribiré en su corazón”.[527] Ahora, el escribir su
ley en nosotros, no es otra cosa que su obra de
gracia y santidad en nosotros, que la ley nos ordena
y nos requiere.

En la administración del antiguo pacto, Dios escribió sus


leyes solo sobre tablas de piedra, pero no sobre el
corazón; y, por lo tanto, aunque Dios las escribió, las
rompieron. Pero en la administración del nuevo pacto,
Dios proporciona nuevas tablas: “no en tablas de piedra,
sino en tablas de carne del corazón”,[528] y en estas
escribe sus leyes, para que pueda haber νόμος
ἔγγραπτος, una ley interna, que responda ante la ley
externa. Y esto lo tiene todo verdadero cristiano. Para
que él pueda decir (en su medida), tal como lo hizo
nuestro Señor Cristo, “El hacer tu voluntad, Dios mío,
me ha agradado, y tu ley está en medio de mi corazón”.
[529] Todo creyente tiene una luz dentro de él que lo

guía, no para despreciar y desechar, sino para apreciar


y caminar por la luz que está fuera de él; la palabra le
ordena caminar en la luz, y la luz lo dirige a caminar
según la palabra. Además, a partir de esta impresión de
la ley sobre el corazón, la obediencia y la conformidad
con Dios se convierten en la elección y el deleite del
alma; porque la santidad es la naturaleza misma de la
nueva criatura. De modo que si no hubiera escritura,
ninguna Biblia que lo guiara, sería santo, porque ha
recibido “gracia sobre gracia”;[530] hay una gracia
interior para responder a la palabra de gracia exterior.
En cambio, el casi cristiano es un extraño a esta ley de
Dios en su interior; él puede tener cierta conformidad
con la palabra en su conducta externa, pero no puede
tener esta responsabilidad ante la palabra en la
constitución interna.

6. El completamente cristiano está en mucho


servicio y, sin embargo, más allá del deber. Mucho
en el servicio, en lo que respecta a las actuaciones,
más allá del deber, en lo que respecta a la
dependencia, mucho en el servicio al obedecer,
pero más allá del deber al creer. Vive en obediencia,
pero no vive de su obediencia, sino de Cristo y su
justicia. El casi cristiano falla en esto. Él tiene
mucho deber, pero no va más allá de eso, sino que
descansa en el deber; trabaja para descansar y
descansa en sus obras. Él no puede llegar a creer y
a obedecer también; si él cree, entonces él piensa
que no hay necesidad de obediencia, y así lo
rechaza; si él es muy obediente, entonces deja de
creer y piensa que no hay necesidad de eso. No
puede decir con David: “Tu salvación he esperado,
oh Jehová, Y tus mandamientos he puesto por
obra”.[531] Cuanto más está un hombre en servicio,
y más allá de este; cuanto más hace y más cree,
más cristiano es.
7. El que es completamente cristiano es universal
en su obediencia. No obedece un mandato y
descuida otro, cumple un deber y echa fuera otro;
sino que respeta todos los mandamientos, se
esfuerza por dejar cada pecado y ama cada
deber[532].

El casi cristiano falla en esto, su obediencia es parcial y


fragmentada; si obedece una orden, rompe con otra; en
los deberes que menos se oponen a sus deseos, él está
muy metido; pero deja a un lado aquellos deberes que
entorpecen con sus placeres carnales.

Los fariseos ayunaban, rezaban, pagaban diezmos, etc.,


pero no dejaban a un lado su codicia, su opresión[533];
devoraban “las casas de las viudas”,[534] no eran
naturales para con sus padres.
8. El completamente cristiano hace que la gloria de
Dios sea el fin principal de todas sus actuaciones. Si
ora, o escucha, ofrenda, ayuna, se arrepiente,
obedece, etc., la gloria de Dios es el fin principal de
todo. Es cierto, puede tener algo más al final de su
trabajo, pero Dios está en el otro extremo. Así como
la vara de Moisés se tragó las varas de los magos, la
gloria de Dios es el fin supremo que se traga todos
sus otros fines. En contraste, el casi cristiano falla
en esto, sus fines son corruptos y egoístas; Dios
pudiese estar en el otro extremo de su trabajo, pero
su yo siempre está en el otro extremo; porque el
que nunca se echó fuera de sí mismo
verdaderamente, por consiguiente, no puede tener
un fin más elevado que él mismo.

Ahora pues, examínense basándose en estas


características, propongan la pregunta a sus propias almas.
¿Ustedes cierran con Cristo en los términos del evangelio?
¿Es la gracia en el corazón el principio de sus actuaciones?
¿Se fijan en la manera, así como la esencia de sus deberes?
¿Hacen todo con sinceridad? ¿Existe una responsabilidad
interna ante la ley externa? ¿Están muy por encima del
deber, cuando brindan mucho servicio? ¿Es su obediencia
universal? Por último, ¿es la gloria de Dios el fin de todo? Si
es así, entonces son, no solo un casi, sino completamente
cristianos.
Uso de precaución

¡Oh tengan cuidado de casi ser, y así, tan solo ser casi
cristianos! Es una gran queja de Dios contra Efraín, que él
“fue torta no volteada”[535]; es decir, medio horneado, ni
crudo ni cocido[536], οὔτε ψυχρὸς εἶ οὔτε ζεστός, ni frío ni
caliente, como los de la iglesia de Laodicea: “Por cuanto eres
tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca”[537]. De
todas las condiciones, esta es la más infructuosa,
extremadamente incómoda y desesperadamente peligrosa.

Primero, es en gran manera infructuoso ser un casi cristiano;


el fracasar en cualquier punto, nos arruinará tan
seguramente como si nunca hubiéramos hecho ningún
intento por el cielo. No es una ventaja para el alma estar casi
convertida; por lo poco que deseamos, se arruina el bien de
todos nuestros logros. Decimos que nunca es bueno tener
solo una pizca, así como nunca lo es estar solo cerca; ad
nihilum valet quod non valet ad finem suum.[538] No hay
beneficio en dejar este o aquel pecado, a menos que
dejemos todo pecado[539]. Herodes escuchó a Juan
alegremente e hizo muchas cosas, pero mantuvo a su
Herodías y eso lo arruinó. Judas hizo muchas cosas, rezó
mucho, predicó mucho, profesó mucho, pero su codicia lo
echó todo a perder; un pecado arruinó al joven, que había
guardado todos los mandamientos menos uno. Por lo tanto,
el que “ofendiere en un punto, se hace culpable de todos”.
[540] Es decir, el que vive voluntaria y permisivamente en
cualquier pecado, trae la culpa de la violación de toda la ley
de Dios sobre su alma, y eso le duplica la deuda.
 
1. Porque en la violación deliberada de un pecado, él
manifiesta el mismo desprecio a la autoridad de
Dios, como cuando los viola todos.
2. Al permitirse el incumplimiento de cualquier
mandamiento, muestra que no guardó ninguno en
obediencia y conciencia a Dios; porque el que odia el
pecado como pecado, odia todo pecado, y el que
obedece el mandamiento como la voluntad expresa
de Dios, obedece cada mandamiento. Y por esta
causa, el menor pecado, voluntariamente y con
concesión vivido, arruina el bien de toda nuestra
obediencia y pone el alma bajo toda la ira de Dios.
Una filtración en un barco lo hundirá, aunque esté
hermético en todos los otros sitios. “Tuvo Gedeón
setenta hijos”,[541] y solo un bastardo, y sin embargo
ese bastardo destruyó a todos sus hijos; así que solo
uno puede estropear todos nuestros servicios; un
deseo pecaminoso querido, puede arruinar toda
nuestra profesión, así como ese bastardo mató a
todos los hijos de Gedeón.

En segundo lugar, es excesivamente incómodo. Esto


puede verse en tres maneras.
 
1. En que el tal es odiado por Dios y por los
hombres. El mundo lo odia por su profesión, y Dios lo
aborrece por su disimulo; el mundo lo odia porque
parece bueno, y Dios lo odia porque solo aparenta
serlo. No hay persona a la que Dios odie más que al
casi cristiano: “¡Ojalá fueses frío o caliente!”,[542] o
bien cristiano, o no cristiano. “Por cuanto eres tibio,
y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca”. ¡Qué
expresión tan repugnante usa Dios aquí, para
mostrar la abominación absoluta que hay en Él
contra los cristianos tibios! Cuán incómodo debe ser
esa condición en la que un hombre es aborrecido
tanto por Dios como por los hombres.[543]
2. Es incómodo en respecto a los sufrimientos. El ser
casi cristiano nos llevará al sufrimiento; pero ser solo
un casi cristiano, nunca nos llevará a través del
sufrimiento. En Mateo 13:20-21 (LBLA), se dice: “Y
aquel en quien se sembró la semilla en pedregales,
éste es el que oye la palabra y enseguida la recibe
con gozo; pero no tiene raíz profunda en sí mismo,
sino que sólo es temporal, y cuando por causa de la
palabra viene la aflicción o la persecución, enseguida
tropieza y cae”.

Hay cuatro cosas observables en estas palabras:


 
1. Que el terreno pedregoso recibe la palabra con
alegría.
2. Que puede permanecer por algún tiempo
profesando la misma: él dura por un tiempo.
3. Que su profesión se expondrá al sufrimiento;
porque (y fíjese bien), se dice que la persecución
aumenta debido a la palabra.
4. Este sufrimiento causará que apostate de su
profesión; porque lo que al final del pasaje en Mateo,
se le llama caer, en Lucas 8:13, se le llama
apartarse: “creen por algún tiempo, y en el tiempo
de la prueba se apartan”.

Por lo tanto, entiendo que una profesión puede exponer


a un hombre tanto al sufrimiento como al poder de la
piedad; pero sin el poder de la piedad no hay resistencia
en una profesión bajo sufrimiento. El mundo odia la
muestra de piedad y, por lo tanto, la persigue; el casi
cristiano necesita la sustancia y, por lo tanto, no puede
perseverar sin ella.
Esto es necesariamente algo muy incómodo; si profeso
religión, de seguro sufriré; si lo hago solo por profesar,
nunca lo podré soportar.

3. Es incómodo con respecto a ese engaño bajo el


cual ponemos nuestras esperanzas; estar engañados
en nuestras esperanzas causa dolor y vergüenza. El
que es casi cristiano espera el cielo; pero a menos
que sea completamente cristiano nunca llegará allí.
Por lo tanto, el perecer con esperanzas de ir al cielo,
el ir al infierno por las puertas de la gloria, el llegar a
la misma puerta y luego quedar afuera, como
estaban las cinco vírgenes[544]; morir en el desierto,
a la vista de la tierra prometida al borde del Jordán;
es algo muy triste. Llegar a un paso de la meta y, sin
embargo, errarla; hundirse teniendo el puerto a la
vista; ¡oh qué incómodo es eso!

En tercer lugar, así como es en gran manera infructuoso,


y extremadamente incómodo, ser un casi cristiano es
desesperadamente peligroso, porque:
 
1. Esto obstaculiza el verdadero trabajo. Un hombre
que esté en abierta enemistad y rebelión se
encuentra en una capacidad de conversión más
favorable, que el que se calma en las formalidades
de la religión. Esto lo deduzco de la parábola de los
dos hijos, que nuestro Señor Cristo narró a los
escribas y fariseos profesos. “Un hombre tenía dos
hijos, y acercándose al primero, le dijo: Hijo, ve hoy a
trabajar en mi viña. Respondiendo él, dijo: No quiero;
pero después, arrepentido, fue. Y acercándose al
otro, le dijo de la misma manera; y respondiendo él,
dijo: Sí, señor, voy. Y no fue”.[545] El primero
representa al pecador carnal y abierto, que es
llamado por la palabra, pero se niega, mas luego se
arrepiente y cree. El segundo representa al
profesante hipócrita, que finge mucho, pero realiza
poco. Ahora tome nota de cómo Cristo aplica esta
parábola: “De cierto os digo, que los publicanos y las
rameras van delante de vosotros al reino de Dios”.

Y de esta forma, es mejor ser nada en lo absoluto, que


ser un casi cristiano; porque el casi obstaculiza el todo.
Es mejor (en este respecto), ser un pecador sin
profesión, que ser un profesante sin conversión, porque
el primero se encuentra en una posición más favorable
para un cambio en lo interior, cuando el segundo
descansa en lo exterior. Nuestro Señor Cristo le dice al
escriba: “No estás lejos del reino de Dios,”[546] pero es
probable el que nunca llegue allí. Nadie más lejos del
reino de Dios que aquel que no está muy lejos del reino
de Dios. Como, por ejemplo, cuando hay solo una
perversión, un pecado entre un alma y Cristo, esa alma
no está lejos de Cristo. Pero cuando el alma descansa en
esa cercanía a Cristo, y sin embargo no se aparta de ese
pecado por Cristo, entonces piensa que su condición
está segura, aunque esa perversión no sea sometida.
¿Quién está más lejos del reino de Dios que él? Así le
dice nuestro Señor Cristo al joven: “Una cosa te falta”.
[547] Porque estaba muy cerca del cielo, cerca de ser

cristiano por completo, estaba muy cerca de ser salvo; él


le dice a Cristo que había guardado todos los
mandamientos. Le faltaba solo una cosa; enfatizo, solo
una sola cosa, pero esta era una gran cosa. Lo único que
le faltaba era más que todas las cosas que tenía, porque
era lo único necesario[548]; era un corazón nuevo, una
obra de gracia en su alma, un cambio de estado, un
corazón apartado del mundo. Esto era lo único, y el que
carece de esto, perece con todo lo demás.

2. Esta condición es tan parecida a un estado de


gracia, que confundir esta por verdadera gracia es
fácil y común, y es muy peligroso confundir algo por
gracia que no es gracia; porque con eso el hombre
se satisface, como si fuese gracia. La formalidad a
menudo habita en la puerta de al lado de la
sinceridad, y una señal les sirve a ambas; y entonces
la casa puede confundirse fácilmente, y de ese modo
un hombre puede alojarse allí, y nunca más
encontrar la salida.

¿Qué dicen los filósofos sobre la sabiduría? Multi ad


sapientiam pervenissent, nisi se jam pervenisse
putassent;[549] muchos podrían haber sido sabios, si no
hubieran pensado esto de sí mismos, cuando en realidad
eran de otra manera. Lo mismo puedo decir de la gracia;
muchos de los profesantes formales podrían haber sido
creyentes sinceros, si no hubieran confundido su
profesión con la conversión, sus deberes con la gracia, y
así descansan pensando que es sinceridad cuando en
realidad es hipocresía.

3. Es un grado de blasfemia fingir tener gracia,


cuando en realidad no se tiene gracia. Recojo esto de
Apocalipsis 2:9: “Yo conozco tus obras, y tu
tribulación, y tu pobreza (pero tú eres rico), y la
blasfemia de los que se dicen ser judíos, y no lo
son”. En este pasaje se experimentan una variedad
de construcciones. Grócio y Paraeus[550], hablando
sobre los que se mencionan en el versículo, no
toman por blasfemia el que ellos mientan al decir
que son judíos cuando no lo son; pero que estos
judíos mintieron al atribuirle reproches a Cristo,
llamándolo impostor, engañador, uno que tiene un
demonio, etc. Brightman[551] va por otro camino y
dice; que la blasfemia de esos judíos fue retener esa
forma de adoración que fue abrogada, y pusieron
sobre Dios esos viejos ritos y ceremonias que
Jesucristo había abolido y clavado en la cruz[552], por
el cual derrocaron la gloria de Cristo y negaron su
venida. De modo que la retención del culto al altar, y
el resto de las ceremonias levíticas en las iglesias
evangélicas está en el sentido de Brightman.

Pero yo concibo que la blasfemia de estos judíos fue por


mentir al decir que eran judíos cuando no lo eran. Un
judío aquí no debe ser tomado literal y estrictamente
solo para los del linaje de Abraham, sino que el término
debe ser tomado metonímicamente[553] para un
verdadero creyente, una de las simientes espirituales de
Abraham: “es judío el que lo es en lo interior;” [554] Así
que el que un hombre diga que es judío cuando no lo es,
cuando profesa un interés en Cristo cuando no tiene
interés alguno, al decir que tiene gracia cuando no la
tiene, eso es lo que Cristo llama blasfemia[555].

Pero ¿por qué debería Cristo llamar a esto blasfemia?


Esto es hipocresía; pero ¿cómo se puede decir que es
blasfemia? Porque se blasfema el gran atributo de la
omnisciencia de Dios, se niega implícitamente que Dios
vea y conozca nuestros corazones y pensamientos;
porque si un hombre creyera en la omnisciencia de Dios,
siendo Dios el que busca el corazón y ve y sabe todo lo
que hay dentro, no se atrevería a descansar en una
profesión de piedad sin gracia. Esto, por lo tanto, es una
blasfemia de acuerdo con lo que nos dice Cristo.

4. Es peligroso ser casi cristiano, ya que esto da una


falsa calma y hace que se acalle la conciencia. Es
muy peligroso calmar la conciencia con cualquier
cosa que no sea la sangre de Cristo. Es malo estar en
paz hasta tanto Cristo proclame paz. Nada puede
realmente pacificar la conciencia menos que lo que
pacifica a Dios, y esa es la sangre del Señor Cristo. El
casi cristiano acalla la conciencia, pero no con la
sangre de Cristo. No es una paz que fluye de la
propiciación de Cristo, sino una paz que surge de
una profesión formal, no una paz de la dádiva de
Cristo, sino una paz de su propia creación. El casi
cristiano silencia y refrena la conciencia con una
forma de piedad, y así da paso a una paz que
deshace y destruye el alma; le hace dormir
meciéndolo en la cuna de los deberes, y luego es mil
a una, la probabilidad de que nunca despierte hasta
el momento de la muerte o el día del juicio.

Ah, hermanos míos, nunca es bueno acallar la conciencia


de manera alguna, fuera de ser “rociados con la
sangre:”[556] una buena conciencia inquieta, es de
mucha aflicción a los santos; pero una mala conciencia
tranquila, trae el mayor juicio para los pecadores.

5. Es peligroso ser casi cristiano, con respecto al


pecado imperdonable. El pecado del cual la Escritura
dice que, “no le será perdonado, ni en este siglo ni
en el venidero,”[557] me refiero al pecado en contra
del Espíritu Santo. Ahora bien, solo los casi cristianos
son capaces de cometer este pecado. Un verdadero
creyente no puede; la obra de gracia en su corazón,
esa simiente de Dios que permanece en él, lo
asegura contra este. Vea esto en 1.a de Juan 3:9
comparado con el capítulo 5 versículos 16-18.

El pecador abierto, profano, ignorante, no puede; aunque


vive diariamente y a cada hora en pecado, no puede
cometer ese pecado, porque debe ser de una mente
iluminada. Todo pecador bajo el evangelio triste y
expresamente peca contra el Espíritu Santo, contra los
esfuerzos y movimientos del Espíritu; “resiste al Espíritu
Santo[558]”, pero este no es el pecado contra el Espíritu
Santo.

Hay tres ingredientes que tienen que estar presentes


para que este pecado sea consumado:
 

1. Debe ser intencional. “Si pecáremos


voluntariamente después de haber recibido el
conocimiento de la verdad, ya no queda más
sacrificio por los pecados”.[559]
2. Debe ser contra la luz y la convicción, después de
que hemos recibido el conocimiento de la verdad.
3. Debe estar destinata malitia, resuelto en
malicia[560].

Encontrarás todos estos ingredientes en el pecado de los


fariseos. En Mateo 12:22, Cristo sana a uno que estaba
“endemoniado, ciego y mudo;” una obra tan maravillosa,
que en el versículo 23 se dice que “toda la gente estaba
atónita”. ¿Pero qué dijeron los fariseos? vean el versículo
24; “Este no echa fuera los demonios sino por Beelzebú,
príncipe de los demonios”.  Por lo tanto, que este sea el
pecado contra el Espíritu Santo está claro; porque fue
intencional y a la vez malicioso, y en contra de claras
convicciones. No podían dejar de ver que Él era el Hijo
de Dios, y que esta obra era una obra peculiar del
Espíritu de Dios en Él y, sin embargo, dijeron que, ¡Él
trabaja para el diablo! por lo cual en los versículos 31, 32
y 33[561], Cristo los acusa de pecar “contra el Espíritu
Santo”. Ahora los fariseos eran una especie de grandes
profesantes; por lo cual llego a esta conclusión, que el
profesante de religión es el sujeto de este pecado; no el
pecador carnal abierto, no el verdadero creyente, sino el
profesante formal. No es el pecador, porque no tiene luz
ni gracia; no es el creyente, porque tiene tanto luz como
gracia; por lo tanto, es el profesante formal, porque tiene
luz, pero no tiene gracia. Aquí, entonces, está el gran
peligro de ser un casi cristiano, pues es responsable de
este terrible pecado imperdonable.

6. El ser sólo un casi cristiano, nos hace propensos a


la apostasía. El que no obtiene algo bueno
caminando en los caminos de Dios, los abandonará
rápidamente y no caminará más en ellos. Esto lo
acopio de Oseas 14:9 (LBLA); “Quien es sabio, que
entienda estas cosas; quien es prudente, que las
comprenda. Porque rectos son los caminos del Señor,
y los justos andarán por ellos; pero los transgresores
tropezarán en ellos”.

“Los justos andarán por ellos”. Aquel cuyo corazón es


renovado y hecho recto con Dios, se mantendrá cerca de
Dios en sus caminos.
“Pero los transgresores tropezarán en ellos”. La palabra
en hebreo es ‫( פשׁנים‬peshangim), de una palabra que
significa prevaricar[562], para que podamos leer las
palabras así: “Los caminos del Señor son rectos, y los
justos caminarán en ellos; pero el que prevaricase (es
decir, un hipócrita), en los caminos de Dios caerá en
ellos”.

Un corazón vacilante nunca resistirá por mucho tiempo


en los caminos de Dios: “Él era antorcha que ardía y
alumbraba; y vosotros quisisteis regocijaros por un
tiempo en su luz”.[563]

Por una temporada, πρὸς ὥραν, por una hora, un


espacio corto, y luego lo dejaron. Es una pregunta
notable que hace Job sobre el hipócrita. “¿Se deleitará en
el Omnipotente? ¿Invocará a Dios en todo tiempo?”

Puede que él haga mucho, pero hay dos cosas que no


puede hacer:
 
1. No puede hacer de Dios su deleite.
2. No puede perseverar en los deberes en todo
momento y en todas las condiciones.

Finalmente será un apóstata; la costra de la hipocresía


suele estallar en la llaga de la apostasía. En el terreno de
la conversión se puede estar firmemente en pie; es terra
firma[564]; pero una profesión religiosa sin gracia es un
terreno resbaladizo que hace caer; Julián el Apóstata[565],
fue primero Julián el Profesante. Sé que es posible que
un creyente caiga, pero aun así se levanta de nuevo[566],
ya que “debajo están los brazos eternos”;[567] pero
cuando el hipócrita cae, ¿quién le ayudará a levantarse?
Salomón dijo que pobre de aquel que está solo cuando
cae, y eso es por no tener a Cristo. ¿Por qué se dice “ay
del solo”?[568] Porque “cuando cayere, no habrá segundo
que lo levante”. Si Jesucristo no lo repone, ¿quién
puede? David cayó y fue restaurado, porque tenía a uno
para ayudarlo a levantarse; pero Judas cayó y pereció,
porque estaba solo.

7. Permanecer como un casi cristiano, provoca a


Dios a traer terribles juicios espirituales sobre un
hombre. La esterilidad es un juicio espiritual; eso
provoca que Dios nos entregue a la esterilidad.
Cuando Cristo encontró la higuera que tenía hojas,
pero sin fruto, pronunció la maldición de la
esterilidad sobre esta: “Nunca jamás coma nadie
fruto de ti”.[569] Por eso Ezequiel 47:11 (LBLA) dice:
“Sus pantanos y marismas no serán purificados;
serán dejados para salinas”

Un espíritu de engaño es un juicio triste. Ese es el juicio


del casi cristiano, que recibe la verdad, pero no el amor
de esta: “Por cuanto no recibieron el amor de la verdad
para ser salvos. Por esto Dios les envía un poder
engañoso”.[570]

Ya sea perder la luz o la vista, o también las ordenanzas


frente a los ojos, es un gran juicio espiritual. Y ese es el
juicio al cual un casi cristiano se expone; aquel que no
obtiene ganancias bajo los medios de Dios, provoca que
Dios quite la luz o la vista;[571] o bien sean las
ordenanzas de delante de sus ojos, o por el contrario
atar sus ojos bajo la ordenanza.
El tener un corazón endurecido, es un juicio terrible, y no
hay hipócrita que no tenga un duro corazón. Mis
hermanos, ¡es una cosa terrible el que Dios entregue a
un hombre a juicios espirituales! Y sin duda alguna ser
un casi cristiano, provoca a Dios entregar a un hombre a
juicios espirituales. Por lo tanto, ¡es algo muy peligroso
el ser un casi cristiano!

8. Ser casi cristianos agravará extremadamente


nuestra condenación. Cuanto más alto un hombre
que usa los medios se eleve, más bajo caerá si
fracasa; aquel que se queda un poco corto del cielo,
caerá más profundo en el infierno; aquel que ha
estado cercano a la conversión, y aun así permanece
no convertido, tendrá la condenación más profunda
cuando sea juzgado. La sentencia de Capernaum
excederá a Sodoma en la severidad[572], porque ella
superó a Sodoma en el disfrute de las misericordias
que recibió de Dios, ella sabía más de Dios,
profesaba mucho por Dios, y aun así no estaba bien
con Dios y, por lo tanto, ¡será más castigada por
Dios! Cuanto más alta es la subida, mayor será la
caída; cuanto más alto en la profesión, tanto más
bajo en la condenación. Él que fracasa con una luz
en su mano, perece bajo muchas convicciones; y las
convicciones nunca terminarán, a menos que se
llegue a una conversión sólida como la de todos los
santos; o que tristemente sea condenado, como lo
serán todos los hipócritas. De entre todos los
terrenos; el de la oración, el de escuchar, el de
profesar, el peor terreno sobre el cual morir, es el
terreno de la convicción.

Ahora pues, para resumir todos estos pensamientos:


❖       Si ser un casi cristiano obstaculiza la verdadera obra
de conversión.
❖      Si se confunde fácilmente por conversión.
❖      Si es un grado de blasfemia.
❖      Si es eso lo que acalla la conciencia.
❖       Si eso lleva a un hombre a cometer el pecado
imperdonable.
❖      Si nos hace propensos a apostatar.
❖       Si provoca que Dios nos entregue a juicios
espirituales.
❖      Si es lo que agrava en extremo nuestra condenación.

Entonces, ¡el ser sólo un casi cristiano de seguro es una


cosa muy peligrosa!

¡Oh trabajen para ser del todo cristianos e ir más allá de


aquellos que han ido muy lejos, y sin embargo no lo
alcanzan! Este es el gran consejo del Espíritu Santo: “Corred
de tal manera que lo obtengáis; procurad hacer firme
vuestra vocación y elección”.[573]
 
Uso de exhortación

¿Necesitan algún otro motivo para estimularles sobre


este importante deber?

Consideración #1. Esto no es solo lo que es mandado por


Dios, sino a lo que tienden todos los mandamientos. Una
perfecta conformidad de corazón y vida con Dios es la suma
y esencia de todos los mandamientos tanto del antiguo
como del nuevo testamento. Tal como la ramera que estuvo
a favor de partir por la mitad al niño[574], así también está
Satanás para dividir el corazón. Satanás quiere que nuestro
amor y afecto estén compartidos entre Cristo y nuestros
deseos; porque él sabe que Cristo reconoce que no lo
amaremos del todo, a menos que le amemos sobre todo lo
demás. Dios tendrá todo o nada:

“Dame, hijo mío, tu corazón”.[575] “Amarás a Jehová tu Dios


con todo tu corazón, y de toda tu alma y con todas tus
fuerzas”.[576] Busquen en la Escritura, y miren que es
aquello sobre lo cual están únicamente parados, y
descubrirán que Dios les ha fijado sobre esos grandes
deberes que solo tienden a la perfección de sus estados
como cristianos. Dios les ha fijado solo a creer[577]; solo
crean. Dios les ha fijado solo a la obediencia:[578] “A Jehová
tu Dios temerás, y a él solo servirás, y por su nombre
jurarás”.[579] Solo dejen que su conducta sea tal que se
convierta en el evangelio de Cristo[580]; para que así Dios
los fije solamente sobre estos dos grandes deberes, el creer
y obedecer; ya que ambos tienden a la perfección de su
estado como cristianos. Ahora, ¿Dios ordenará, y no
obedeceremos? ¿Puede haber un motivo más elevado para
el deber que la autoridad del gran Dios, cuya voluntad es el
gobierno eterno de la justicia? ¡Oh, temamos a Dios y
guardemos sus mandamientos, porque este es, ‫אדָם‬ ָ ‫כ ָּל־‬, el
ָ ‫ה‬
totum hominis, “todo el deber del hombre”![581]

Consideración #2. El Señor Cristo es del todo un Salvador,


un Mediador perfecto y completo. Él no derramó su sangre a
medias, ni satisfizo la justicia de Dios y redimió a los
pecadores a medias; sino que siguió adelante con su
encargo. Él cargó con todos nuestros pecados y derramó
toda su sangre; entregó su vida a cabalidad y satisfizo la
justicia de Dios a cabalidad, redimiendo a pecadores a
cabalidad, y ahora que está en el cielo, intercede al máximo
y puede guardarnos a cabalidad[582].

Se observa que nuestro Señor Cristo, cuando estuvo en los


días de su carne sobre la tierra, no hizo semiplenam
curationem[583], sanidades a medias; sino que a quienquiera
que le trajeron para que fuese sanado, Él lo sanaba por
completo: “y trajeron a él todos los enfermos; y le rogaban
que les dejase tocar solamente el borde de su manto; y
todos los que lo tocaron, quedaron sanos”. [584]

¡Oh, qué médico excelente tenemos! ¡Ninguno como Él! Él


sana:

❖      Infaliblemente
❖      Inmediatamente
❖      Perfectamente

Él sanó infaliblemente. No hubo nadie que acudiera a Él


por sanación que se fuese sin ella; Él nunca practicó sobre
alguien que se malograra bajo su mano.
Él sanó inmediatamente. Apenas tocaban su manto, sus
pacientes quedaban sanados. El leproso en Mateo 8:3,
apenas Él le tocó “y al instante su lepra desapareció”, los
dos ciegos en Mateo 20:34, apenas “les tocó los ojos, y en
seguida recibieron la vista”.[585]

Él sanó perfectamente. Todos los que fueron tocados


quedaban perfectamente sanos. Todo esto era para mostrar
qué perfecto y completo Salvador es Jesucristo para todos
los pecadores que vienen a Él. Ellos deberían encontrar
sanidad en su sangre, virtud en su justicia y perdón por
todos sus pecados, cualesquiera que sean. ¡Miren! Así como
Cristo curó todas las enfermedades de todos lo que vinieron
a Él, cuando estuvo en la tierra, así perdona todos los
pecados y sana todas las heridas de todas las almas que
vienen a Él, estando ahora en el cielo. Él es un Salvador por
completo; entonces, ¿no seremos santos por completo?
¿Siendo Él completamente un Redentor, no seremos
completamente creyentes? ¡Oh, qué lastimoso es esto!

Consideración #3. Hay suficiente en la religión para


comprometernos a ser cristianos por completo, y ya sea que
apreciemos la ganancia o el consuelo, la gracia nos brinda
ambas cosas.

Primero, la religión es algo de mucha ganancia, y este es


argumentum cogens, un motivo convincente que se vuelve
efectivo para todos. El lucro es el dios a quien el mundo
adora. ¿Qué dejarán de hacer los hombres, para que no
sufran por lucrarse? ¡Qué viajes hacen los hombres por
tierra, qué viajes por mar, por frío y calor, en lo favorable y
en lo desfavorable, bajo tormenta y bajo el sol, de día y de
noche, y todo por el lucro! Ahora, no hay un llamado tan
lucrativo como el de la religión; es el empleo más
provechoso que podemos asumir. “La piedad para todo
aprovecha”.[586] Esta es μέγας πορισμός, de “gran
ganancia[587]”. Si se sigue de cerca, genera el mayor
ingreso. De hecho, algunos hombres son religiosos por la
causa del mundo; los tales se aseguran de no ganar. Pero
los que son religiosos por el bien de la religión, se
asegurarán de no perder, aun si el cielo y la tierra pudieran
recompensarlos; porque “la piedad para todo aprovecha,
pues tiene promesa de esta vida presente, y de la
venidera”.

¡Ah, quién dejaría de ser cristiano, cuando la ganancia de la


piedad es tan grande! Muchos ganan mucho en su vocación
mundana, pero el beneficio que obtiene el verdadero
creyente, con una hora de comunión con Dios en Cristo,
sobrepasa todo el lucro del mundo. “Maldito sea ese hombre
que cuenta todo el lucro del mundo por mayor valor que
una hora de comunión con Jesucristo,” dijo el noble
marqués, Galeazzo Caracciolo[588]. En ninguna parte de la
Escritura se dice; “feliz es el hombre que encuentra plata, y
el hombre que obtiene oro fino”. Estos no tienen peso en la
balanza del santuario; pero se dice:

“Bienaventurado el hombre que halla la sabiduría, Y que


obtiene la inteligencia; Porque su ganancia es mejor que la
ganancia de la plata, Y sus frutos más que el oro fino”.[589]
Por sabiduría e inteligencia, debemos entender que es la
gracia de Cristo; y así el Espíritu de Dios lo interpreta. “He
aquí que el temor del Señor es la sabiduría, Y el apartarse
del mal, la inteligencia”.[590] Entonces pues, de todos los
comerciantes, el que comercia con esta sabiduría e
inteligencia demostrará ser el hombre más rico. Un grano de
piedad pesa todo el oro de Ofir[591]. No hay riquezas como la
de ser rico en gracia porque:
 
1. Esta es la riqueza más necesaria; otras cosas no
lo son. La plata y el oro no son así; podemos ser
felices sin ellos. Solo hay una cosa necesaria, y es la
gracia de Jesucristo en el corazón. Tengan eso y
todo lo tendrán; pidan eso y estarán pidiendo todo.
2. La piedad es la ganancia más sustancial. Las
cosas de este mundo son más sombras que
sustancia[592]. El placer, el honor y la ganancia
comprenden todas las cosas en este mundo y, por lo
tanto, son la trinidad del hombre carnal.

Ambitiosus honos, & opes, & foeda voluptas, Haec


tria pro trino numine mundus habet.[593]
 

El apóstol Juan les llama “los deseos de la carne, los


deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida”.[594] Esto
(dice él), es todo lo que hay en el mundo; y
verdaderamente, si eso es todo, todo es nada. Por qué,
¿qué es el placer, sino un sueño y una fatuidad? ¿Qué
es el honor, sino una fantasía y una opinión? ¿Y qué es
la ganancia, sino algo efímero? “Cuando pones tus ojos
en ella, ya no está”. [595] Las cosas del mundo no tienen
sustancia sólida, aunque los hombres tontos y carnales
les llamen sustancia. Pero la gracia es un bien
sustancial; así le llama nuestro Señor Cristo: “Para hacer
que los que me aman tengan su heredad (‫)ׁלְהַנְחִיל יֵש‬, y
que yo llene sus tesoros”.[596] La gracia es una realidad,
otras cosas no son más que espectáculo y fantasía.

3. La piedad es la ganancia más segura. La


ganancia de las cosas mundanas es siempre difícil,
pero rara vez son seguras. El alma a menudo se ve
amenazada en la búsqueda ansiosa de las cosas
mundanas; es más, miles empeñan, y pierden, y
condenan eternamente sus preciosas almas, por un
poco de plata y oro, que no son más que las tripas y
la basura de la tierra: “¿de qué le sirve a un hombre
ganar el mundo entero y perder su alma?” [597] Pero
la ganancia de la piedad siempre es segura para el
alma; es más, el alma se pierde y deshace sin ella y
no se salva sino por la obtención de la piedad. Un
alma sin gracia está en una condición perdida y
perecedera. El peligro de la eternidad nunca nos
dejará hasta que la gracia de Cristo Jesús sea
buscada por nosotros y forjada en nosotros.
4. La piedad es la ganancia más fiable, así como es
de segura, también lo es de fiable[598]. Los hombres
hacen grandes aventuras por el mundo, pero todo
corre por la incertidumbre. Muchos se aventuran
mucho, y esperan mucho, y sin embargo no
encuentran más que decepción. Siembran mucho y,
sin embargo, no cosechan nada. Pero la ganancia de
la piedad es muy fiable; “El que siembra justicia
tendrá galardón firme”. [599]

Y como las cosas de este mundo son inciertas en la


obtención, también lo son en la conservación.

Non minor est virtus quam quaerere parta tueri.[600]

Si los hombres no nos deshacen, las polillas pueden; si


el robo no lo hace, la herrumbre puede; y si no lo hace
la herrumbre, el fuego puede; al cual todos los tesoros
terrenales están expuestos, como nos enseña nuestro
Señor Cristo en Mateo 6:19 (LBLA): “No os acumuléis
tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbre
destruyen, y donde ladrones penetran y roban”.
Salomón compara al mundo con unas alas[601]: “Porque
la riqueza ciertamente se hace alas, como águila que
vuela hacia los cielos”. [602] Un hombre puede hoy ser
rico como Dives[603] y, sin embargo, pobre como Lázaro
mañana. ¡Oh, cuán inciertas son todas las cosas
mundanas! Pero ahora el verdadero tesoro de la gracia
está en el corazón, que nunca se puede perder. Está
fuera del alcance tanto de la herrumbre y del ladrón. El
que obtiene el mundo, obtiene un bien que nunca podrá
conservar; pero el que obtiene gracia, obtiene un bien
que nunca perderá.

5. El beneficio de la piedad no solo radica en este


mundo, sino en el mundo venidero[604]. Todos los
demás beneficios solo residen en este mundo; las
riquezas y el honor, etc., se llaman bienes de este
mundo[605], pero las riquezas de la piedad son
principalmente en los bienes del otro mundo; en el
disfrute de Dios y de Jesucristo, y del Espíritu Santo
entre santos y ángeles en gloria. He aquí la
ganancia de la piedad: “Gloria será esto para todos
sus santos”.[606]
6. La ganancia de la piedad es una ganancia
duradera y eterna. Todos los bienes de este mundo
están pereciendo; placeres perecederos, honores
perecederos, ganancias y comodidades
perecederas. “Las riquezas no duran para siempre”,
[607] Job 38:22 nos dice: “¿Has entrado tú en los

tesoros de la nieve?” Gregorio[608] hace una


observación referente a estas palabras y nos dice
que los tesoros terrenales son tesoros de nieve.
¿Qué dificultades toman los niños para raspar y
hacer rodar la nieve con tal de juntarla y hacer una
bola de nieve? Pero apenas se termina de hacer, el
calor del sol la disuelve y se convierte en nada. Y así
los tesoros de los hombres del mundo no son más
que tesoros de nieve. Cuando la muerte y el juicio
llegan, los tesoros se derriten y no llegan a nada.
“No aprovecharán las riquezas en el día de la ira;
Mas la justicia librará de muerte”.[609]

Pueden ver aquí la gran ventaja de la piedad; de modo


que, si miramos las ganancias, encontraremos suficientes
en la religión para comprometernos a ser completamente
cristianos.

En segundo lugar, si miramos al consuelo, la religión es la


profesión más consoladora. No hay consolación mundana
que se pueda comparar con las consolaciones de la gracia y
la piedad:
 

1. El consuelo mundano es solo externo; no es más


que superficial: “Aun en la risa tendrá dolor el
corazón”.[610] Pero ahora el consuelo que fluye de la
piedad es uno interno, una alegría espiritual; por
eso se le llama alegría del corazón. “Tú diste alegría
a mi corazón”;[611] otra alegría suaviza el ceño, pero
esta consuela el corazón.
2. El consuelo mundano proviene de una fuente
inferior. La fuente del consuelo mundano está en la
criatura, en algún disfrute terrenal; y, por lo tanto,
el consuelo de los hombres del mundo debe ser
mezclado y es turbio. Una fuente inmunda no puede
verter agua pura: “¿Acaso alguna fuente echa por
una misma abertura agua dulce y amarga?”[612]
Pero el consuelo espiritual tiene un manantial
superior; el consuelo que acompaña a la piedad
fluye de las manifestaciones del amor de Dios en
Cristo, de las obras del Espíritu bendito en el
corazón, el cual primero es un consejero, y luego un
consolador. Por lo tanto, los consuelos de los santos
deben ser consuelos puros y no mezclados; porque
fluyen de un manantial puro.
3. El consuelo mundano es muy tenue y transitorio:
“La alegría de los malos es breve, y el gozo del
impío por un momento”.[613] Salomón lo compara
con “el estrépito de los espinos debajo de la olla”,
[614] que no es más que una llamarada y pronto se

apaga. También lo es el consuelo de los corazones


carnales. En cambio, el consuelo de la piedad es un
consuelo duradero y permanente; “Se gozará
vuestro corazón, y nadie os quitará vuestro gozo”.
[615] El consuelo de la piedad es duradero, y mora

para siempre en nosotros en la vida, en la muerte y


después de la muerte.

Primero, mora en nosotros en la vida; la gracia y la paz van


juntas.[616] La piedad naturalmente trae consuelo y paz: “el
efecto de la justicia será paz”. [617] Se dice de los cristianos
primitivos, que ellos andaban “en el temor del Señor y en la
fortaleza del Espíritu Santo”.[618] Todo deber cumplido en
rectitud y sinceridad, refleja cierto consuelo sobre el alma.
“En guardarlos (los mandamientos), hay gran recompensa”;
[619] no solo por mantenerlos, sino también en guardarlos.

Como en cada flor, cada deber conlleva dulzura y frescura.

Objeción: Pero ¿quién más abatido y desconsolado que los


santos y los creyentes, cuyas vidas son muy incómodas?
¿Qué bocas están más llenas de quejas que las de ellos? Si
una condición de piedad y cristianismo es una condición de
tanto consuelo, ¿por qué ellos son así?
Respuesta: Les concedo que el pueblo de Dios muchas
veces no tiene consuelo; puede andar “en tinieblas y carece
de luz”.[620] Pero este no es uno de los productos de la
piedad; la gracia no produce tal fruto.

En primer lugar, hay una triple fuente para esto; el pecado


en el interior, la deserción y la tentación externa:
 

1. El pecado interior. Los santos de Dios no son todo


espíritu y nada de carne; toda gracia y nada de
pecado. Están formados por principios contrarios;
hay luz y oscuridad en la misma mente; pecado y
gracia en la misma voluntad; carnalidad y
espiritualidad en los mismos afectos: “El deseo de la
carne es contra el Espíritu”.[621] En todo esto y con
demasiada frecuencia (el Señor lo sabe), el creyente
es llevado cautivo por esos deseos carnales en
guerra. También lo fue el santo apóstol tal como nos
dice en Romanos 7:21: “Así que, queriendo yo hacer
el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí”. Luego
en el versículo 23 nos dice: “Veo otra ley en mis
miembros, que se rebela contra la ley de mi mente,
y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está
en mis miembros”, y esto fue lo que rompió su paz
espiritual y llenó su alma de problemas y quejas, y
como pueden leer en el versículo 24: “!Miserable de
mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?”
De modo que es el pecado lo que interrumpe la paz
del pueblo de Dios. El pecado que habita, agitando y
rompiendo, debe causar problemas y dolor en el
alma de un creyente; porque es tan natural que el
pecado produzca problemas, como lo es la gracia
que produce paz. Cada pecado contrae una nueva
culpa sobre el alma, y la culpa provoca a Dios, y
donde se contrae un sentimiento de culpa con Dios
provocado, no puede haber paz ni quietud en esa
alma, hasta que la fe procure nuevas salpicaduras
de la sangre de Jesucristo sobre la conciencia.
2. Otra fuente de problemas y desconsolación
espiritual del creyente son las deserciones de Dios,
y esto sigue a lo antes dicho. Dios a veces
desaparece y se esconde de su pueblo:[622] “En
verdad, tú eres un Dios que te ocultas”.[623] Pero la
causa de que Dios se oculte es el pecado del
creyente: “Pero vuestras iniquidades han hecho
división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros
pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro
para no oír”.[624] En el cielo, donde no hay pecado,
no se pierde la luz del semblante de Dios ni por un
momento. Si los santos pudieran servir a Dios aquí
sin corrupción, deberían disfrutar a Dios sin
deserción; pero esto no puede ser así. Mientras
estemos en este estado, los pecados restantes se
agitarán y romperán, y luego Dios ocultará su
rostro, y esto tiene que ser un problema:
“Escondiste tu rostro, fui turbado”.[625]

La luz del semblante de Dios, que brilla sobre el alma,


es el cielo del cristiano en este lado del cielo; y, por lo
tanto, no es de extrañar que la semblanza de su rostro
sea vista por el alma, como si fuese uno de los días del
infierno. Así fue para David: “Me rodearon ligaduras de
muerte, me encontraron las angustias del Seol;
Angustia y dolor había yo hallado”.[626]
3. Una tercera fuente de esas molestias y quejas
que rebasan las orillas del espíritu cristiano, son las
tentaciones de Satanás[627]. Él es ὁ ἐχθρὸς, el gran
enemigo de los santos, y envidia la tranquilidad y el
consuelo con los que sus corazones están llenos,
cuando su conciencia está llena de horror y terror.
Por lo tanto, aunque sabe que no puede destruir su
paz, trabaja para perturbarla. Así como el bendito
Espíritu de Dios es primero un santificador, y luego
un consolador que obra gracia para la paz; entonces
este espíritu maldito del infierno es primero un
tentador, y luego un perturbador; primero
persuadiendo a actuar en pecado, y luego acusando
de pecado; y esta es su práctica constante sobre los
espíritus del pueblo de Dios. No puede soportar que
vivan a la luz del semblante de Dios, estando él
mismo condenado a la oscuridad eterna e
intolerable.

Y así, ustedes ven como el pueblo de Dios a menudo está


bajo tribulaciones y quejas. Todo surge de estas tres
fuentes; el pecado interior, las deserciones y tentaciones
externas.

Si los santos pudieran servir a Dios sin pecar, y disfrutar a


Dios sin apartarse, y resistir a Satanás sin ceder, podrían
disfrutar de paz y consuelo sin aflicciones. Esto debe
hacerse constantemente, pero aquí nunca se alcanzará por
completo, sino en el cielo. Sin embargo, en la medida que la
gracia sea el principio predominante en el corazón, y hasta
donde se ejerza el poder de la piedad en esta vida; la
condición de un hijo de Dios llegará a ser una condición de
paz; porque es una verdad indudable, que el fruto de la
justicia es paz.
En segundo lugar, supongamos que en esta vida el pueblo
de Dios experimenta solo un poco de ese consuelo; aun así,
lo encontrará en el día de la muerte. La gracia y la santidad
entonces nos ministrarán, y ese ministerio será la paz. Un
creyente tiene un doble manantial de consuelo, cada uno
vaciándose en su alma en la temporada de muerte; uno
corre sobre él, el otro corre desde dentro de él. El manantial
que corre sobre él es la sangre de Cristo rociada sobre la
conciencia. El manantial que lo conforta desde el interior es
la sinceridad de su corazón en el servicio a Dios. Cuando
nos acostamos sobre el lecho de muerte, y podemos
reflexionar sobre nuestros principios y actuaciones al
servicio de Dios, y encontramos que la rectitud y la
sinceridad del corazón lo atraviesan todo, esto debe ser un
gran consuelo. Ezequías dijo lo siguiente: “Oh Jehová, te
ruego que te acuerdes ahora que he andado delante de ti
en verdad y con íntegro corazón, y que he hecho lo que ha
sido agradable delante de tus ojos”.[628]

Nada hace que un lecho de muerte sea tan incómodo y duro


como una vida al servicio del pecado y la inmoralidad. Nada
hace que un lecho de muerte sea tan suave y dulce como
una vida al servicio de Dios y de Cristo.

Tercero, el pueblo de Dios no debería encontrarse todavía


con este consuelo; pero ellos estarán seguros de
encontrarlo después de la muerte. Si con el tiempo ninguno
de estos frutos madura, con la eternidad lo harán; la gracia
en el tiempo será gloria en la eternidad; la santidad ahora
será felicidad en ese entonces: “Pues todo lo que el hombre
sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para
su carne, de la carne segará corrupción; más el que siembra
para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna”.[629]
Cuando el pecado termine en tristeza y miseria, la santidad
terminará en gozo y gloria[630]: “Bien, buen siervo y fiel;
sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el
gozo de tu Señor”.[631] Quien comparta en la gracia de
Cristo en este mundo, compartirá los gozos de Cristo en el
mundo venidero; y ese gozo es un “gozo inefable y
glorioso”.[632]

Mirad, he aquí el fruto de la piedad. Digan ahora, si no hay


suficiente en la religión, ya sea que consideremos la
ganancia o el consuelo, como para comprometernos a ser
cristianos en todo momento.

Consideración #4. ¡Qué resignación completa hacen los


malvados de sí mismos a sus deseos! ¿Y no haremos eso al
Señor Cristo? Se entregan sin reservas a los placeres del
pecado; ¿brindaremos entonces un servicio a Dios con
reservas? Son completamente pecadores; ¿y no seremos
completamente santos? Corren sin desmayar al servicio de
sus concupiscencias; ¿nos desmayaremos y no correremos
al servicio de Cristo? ¿Deberán los siervos de la corrupción
tener sus orejas horadadas a los postes del pecado, en
señal de un servicio completo y perpetuo[633], y no nos
entregaremos al Señor Cristo, para ser suyos para siempre?
¿Deberán otros hacer un “pacto con la muerte”[634] y “un
convenio con el Seol”; y no debemos unirnos “al Señor en
un pacto eterno que no será olvidado”?[635] ¿Pasarán por
más dolores para condenar sus almas que nosotros para
salvar la nuestra? ¿Ellos se apresurarán más a un lugar de
venganza que nosotros a una corona de justicia?[636] ¿Cuál
juzgan mejor, el ser salvo eternamente, o el perecer
eternamente? ¿Cuál consideran que es el mejor maestro,
Dios o el diablo? ¿Cristo o sus deseos? Sé que lo
determinarán del lado de Cristo. ¡Oh entonces! cuando otros
sirven sus deseos con todo su corazón, ¿le sirven a Cristo
con todo su corazón? Si los corazones de los hijos de los
hombres están completamente dispuestos para hacer el
mal, entonces mucho más dejen que los corazones de los
hijos de Dios estén completamente dispuestos en ellos para
hacer el bien[637].

Consideración #5. Si no son completamente cristianos,


nunca podrán aparecer con consuelo ante Dios, ni estar en
el juicio del último y gran día. Porque este triste dilema
silenciará a cada hipócrita. Si mis mandamientos no fueron
santos, justos y buenos, ¿por qué los poseíste? Si fueron
santos, justos y buenos, ¿por qué no los obedeciste? Si no
valía la pena tener a Jesucristo, ¿por qué lo profesaste? Si lo
era, ¿por qué no te uniste a Él y cerraste con Él? Si mis
ordenanzas no fueron designadas para convertir y salvar
almas, ¿por qué te sentaste bajo ellas y descansaste en su
desempeño? Y si lo eran, ¿por qué no te sometiste al poder
de ellas? Si la religión no era buena, ¿por qué la profesaste?
Si era buena, ¿por qué no la pusiste en práctica? “Amigo,
¿cómo entraste aquí sin estar vestido de boda?”[638] Si no
venias a una fiesta de bodas, ¿por qué aceptaste la
invitación? Si la aceptaste, ¿por qué viniste sin un vestido
de boda?

Me gustaría preguntarle a un hipócrita profesante del


Evangelio, ¿qué responderás ese día? Verdaderamente se
privan de toda posibilidad de poder disculparse en el “día
del justo juicio de Dios”.[639] Se dice del hombre que no
llevaba vestido de boda, que cuando Cristo vino y lo
examinó, el hombre se quedó sin palabras. El que no tiene
gracia en el día de la gracia, se quedará sin palabras en el
día del juicio. Profesar a Cristo sin corazón para cerrar con
Cristo, dejará nuestras almas inexcusables y hará que
nuestra condenación sea inevitable y más intolerable.[640]
Estos son los motivos para hacer cumplir el deber; y ¡oh,
que Dios los establezca en sus corazones y conciencias,
para que no se atrevan a descansar un momento más en un
trabajo a medias, o para ser un poco cristianos, sino para
que sean completamente cristianos!

Pregunta: ¿Cómo lo haremos? ¿Qué medios utilizaremos


para lograr un trabajo minucioso en el corazón con tal de no
ser casi, sino completamente cristianos?

Respuesta: Ahora estableceré tres reglas de dirección en


lugar de muchas, para avanzar y ayudarlos en este
importante deber, y así dejar este trabajo a la bendición de
Dios.

Dirección #1. Rompan con toda la falsa paz de conciencia;


esta es la atadura del diablo para evitar que el alma busque
a Cristo. Así como está la paz de Dios, así está la paz de
Satanás; pero se pueden diferenciar fácilmente, porque son
tan contrarias como el cielo y el infierno, como la luz y la
oscuridad. La paz de Dios fluye de una obra de gracia en el
alma, y es la paz de un estado regenerado. Pero la paz de
Satanás es la paz de un estado no regenerado, es la paz de
la muerte; Job dice que en la tumba hay paz: “Allí los impíos
dejan de perturbar;”[641] de modo que un alma muerta en
pecado está llena de paz, y al impío no le molesta. La paz
de Dios en el alma es una paz que fluye de la eliminación de
la culpa, por la gracia justificadora: “Justificados, pues, por
la fe, tenemos paz para con Dios”;[642] pero la paz de
Satanás en el alma surge y es mantenida por una estupidez
del espíritu e insensibilidad de la culpa sobre la conciencia.
La paz de Dios es una paz que nos aparta del pecado y que
fortifica el corazón contra el pecado: “La paz de Dios, que
sobrepasa todo entendimiento, guardará[643] vuestros
corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús”.[644]
Cuanto más de esta paz haya en el alma, más se fortalece
el alma contra el pecado; pero la paz de Satanás es la paz
en el pecado: “Cuando el hombre fuerte armado guarda su
palacio, en paz está lo que posee”.[645] La paz de los santos
es una paz con Dios, pero no con el pecado; la paz del
pecador es una paz con el pecado, pero no con Dios; y
mejor quebrantar esa paz que guardarla; ya que es una paz
falsa y peligrosa que deshace. Hermanos míos, la muerte y
el juicio romperán toda paz de conciencia, pero no el fruto
que Cristo forjó en el alma al “ser rociados con la sangre”.
[646] “Si Él diere reposo, ¿quién inquietará?”[647] Ahora esa

paz que la muerte destruirá, ¿por qué deben mantenerla?


¿A quién le gustaría esa quietud que las llamas del infierno
quemarán convirtiéndola en cenizas? Sin embargo, ¿cuántos
viajan al infierno a través del paraíso tonto de una falsa
paz? ¡Oh, rompe esa paz! porque no podemos tener paz con
Dios en Cristo, mientras esa falsa paz permanezca en
nuestros corazones; intus existens prohibet alienum.[648] El
Señor Cristo no les da paz a los que no le busquen; y ese
hombre nunca lo buscará si no ve su necesidad; y el que
está en paz en sus deseos no ve la necesidad de la paz de
Cristo. El pecador debe ser herido por el pecado, y
consternado por él, antes de que Cristo sane sus heridas y
le dé paz.

Dirección #2. Laboren luego de un minucioso trabajo de


convicción; no toda convicción lo hará. El casi cristiano tiene
las mismas convicciones del verdadero cristiano, o de lo
contrario nunca habría ido tan lejos; pero no son
convicciones sólidas y correctas, o de lo contrario él habría
ido más lejos. Dios tendrá el alma verdaderamente sensible
a la amargura del pecado, antes de que pruebe la dulzura
de la misericordia. El arado de la convicción debe
profundizar y hacer surcos profundos en el corazón, antes
de que Dios siembre allí la preciosa semilla de la gracia y el
consuelo, para que pueda crecer en la profundidad de la
tierra. Este es el método constante de Dios; primero para
mostrar al hombre su pecado, luego su Salvador; primero su
peligro, luego su Redentor; primero su herida, luego su cura;
primero su propia vileza, luego la justicia de Cristo.
Debemos ser llevados a gritar; “¡inmundo, inmundo!” Para
llorar por Aquel a quien hemos traspasado, y luego nos abre
una fuente para lavarnos del pecado y de la inmundicia.[649]

Este es un pasaje notable: “Él mira sobre los hombres; y al


que dijere: Pequé, y pervertí lo recto, Y no me ha
aprovechado, Dios redimirá su alma para que no pase al
sepulcro, Y su vida se verá en luz”.[650] El pecador debe ver
la inutilidad de su injusticia, antes de beneficiarse de la
justicia de Cristo. Los israelitas fueron mordidos primero por
las serpientes ardientes, y luego se preparó la serpiente de
bronce.[651] Efraín primero estuvo completamente
convencido, y luego las entrañas de misericordia de Dios
trabajaron sobre él.[652] Así fue con Pablo, Manasés, el
carcelero, etc. Así que este es el método inmutable de Dios
en la gracia trabajadora, comenzar con la convicción de
pecado. ¡Oh! por lo tanto trabajen por una convicción
completa; y hay tres cosas de las que deberíamos estar
especialmente convencidos:
 
1. Estén convencidos del mal del pecado; la
naturaleza sucia y atroz del mismo. Este es el mal
más grande del mundo; nos perjudica con Dios,
hiere a Cristo, entristece al Espíritu Santo, arruina
un alma preciosa y todos los otros males no deben
ser nombrados con esto. Mis hermanos, aunque
pecar es el peor trabajo, ver el pecado es la mejor
vista; porque el pecado descubierto en su vileza
hace que Cristo sea deseado en su plenitud. Pero,
sobre todo, trabajen para convencerse de las
jugarretas de un corazón defectuoso; qué aborrece
a Dios y trae una ruina segura sobre el alma. ¡Oh!
piensen a menudo en el infierno del hipócrita[653].
2. Estén convencidos de la miseria y el peligro
desesperado de una condición natural; pues solo si
vemos la plaga de nuestros corazones y la miseria
de nuestro estado natural, podremos ir en busca de
ayuda.
3. Deben estar convencidos de la total insuficiencia
e incapacidad de cualquier cosa que esté por debajo
de Cristo Jesús, para que entonces ministre alivio a
sus almas. Todas las cosas fuera de Jesucristo son
“médicos inútiles”;[654] deberes, desempeños,
oraciones, lágrimas, justicia propia, no sirven de
nada en este caso; nos hacen como a las caravanas
de Temán,[655] para volver “avergonzados por su
esperanza” de tales “arroyos fallidos”.

¡Ay! es una justicia infinita la que debe satisfacernos,


porque es un Dios infinito el que está ofendido por nosotros.
Si alguna vez sus pecados son perdonados, es la
misericordia infinita la que debe perdonarlos. Si alguna vez
se reconcilian con Dios, es un mérito infinito el que debe
hacerlo. Si alguna vez sus corazones cambian, y su estado
se renueva, es un poder infinito el que debe efectuarlo; y si
alguna vez sus almas escapan del infierno y por fin se
salvan, es la gracia infinita la que debe salvarla.

En estas tres cosas yace la convicción correcta y sólida, y


dondequiera que el Espíritu de Dios obre estas convicciones
minuciosas, es para una conversión verdadera y sólida. De
esta manera el alma se somete a las cualificaciones
adecuadas para recibir a Cristo.
Deben saber; que un pecador, quatenus[656] un pecador,
nunca puede venir a Cristo; porque está muerto en pecado,
en enemistad contra Cristo, enemigo de Dios y la gracia de
Dios. Pero hay ciertas calificaciones que se interponen entre
el estado de muerte del alma en pecado y la obra de
conversión y cierre con Cristo, por el cual el alma se pone
en una capacidad de recibir al Señor Jesucristo[657]. Porque
ningún hombre es sacado inmediatamente de su estado de
muerte para hacerle creer en Jesucristo; hay, termini
mediante, algunas calificaciones de por medio. Ahora las
convicciones sólidas son las calificaciones correctas para
que el pecador reciba a Cristo; porque Él no vino “a llamar a
justos, sino a pecadores al arrepentimiento,”[658] es decir,
aquellos que se ven como pecadores y, por lo tanto, en
estado perdido. Así lo ejemplifica Lucas: “Porque el Hijo del
Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido”.
[659] “Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a

los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de


corazón”.[660]

¡Oh!, por lo tanto, si buscan ser cristianos sólidos, consigan


convicciones sólidas; pregunten a los que son creyentes, y
les dirán que, si no hubiera sido por sus convicciones, nunca
hubieran buscado a Cristo para la santificación y la
salvación; les dirán que habrían perecido, si no hubiesen
perecido[661]; habrían estado en esclavitud eterna debido a
su esclavitud espiritual; si no hubiesen dado todo por
pérdida con tal de estar con Cristo.

Dirección #3. Nunca descansen en convicciones hasta que


terminen en conversión. Esto es en lo que la mayoría de los
hombres fracasa; descansan en sus convicciones y las
toman por conversión. Como si el pecado fuese perdonado
por tan solo ser descubierto, como si ver el deseo de gracia
fuera la verdadera obra de la gracia.

Oseas 13:12-13 (LBLA) es un pasaje notable, “Atada está la


iniquidad de Efraín, guardado su pecado. Dolores de parto
vienen sobre él; no es un hijo sensato, porque no es hora de
que se demore en la apertura del vientre”.[662] El lugar del
parto de los niños es el útero; a medida que el niño sale del
útero, así nace la conversión del útero de la convicción.
Ahora, cuando el niño se queda entre el útero y el mundo,
es peligroso, se pone en peligro la vida de ambos, madre y
niño. Por lo tanto, cuando un pecador descansa en las
convicciones, y no va más allá, sino que se queda “en la
apertura del vientre,” esto es muy peligroso y pone en
peligro la vida del alma.

Ustedes, que en cualquier momento están bajo


convicciones, ¡Oh!, tengan cuidado de descansar en ellas,
no se queden mucho tiempo en el lugar del parto. Si bien es
cierto que esa convicción es el primer paso para la
conversión, eso no es la conversión; un hombre puede ir al
infierno llevando junto con él sus convicciones.

¿Qué es lo que perturba a las pobres criaturas, cuando


vienen a morir, sino esto? No mejoré mis convicciones; en
ese momento estaba convencido de pecado, pero aun así
seguí pecando frente a mis convicciones; en tal o cual
sermón estaba convencido de tal deber, pero despreciaba la
convicción; estaba convencido de mi falta de Cristo y de la
disposición de Cristo para perdonar y salvar; pero ¡ay no
seguí la convicción!
Hermanos míos, recuerden esto; las convicciones
menospreciadas son las peores compañeras en el lecho de
muerte. Especialmente, hay dos cosas por encima de todas
las demás, que hacen que un lecho de muerte sea muy
incómodo:

❖      Propósitos y promesas no cumplidas.


❖      Convicciones menospreciadas y no mejoradas.

Cuando un hombre toma el propósito de cerrar con Cristo


y, sin embargo, no lo ejecuta; y cuando está convencido de
pecado y deber, y sin embargo no mejora sus convicciones;
¡Oh, esto al final será una punzada y herirá!

Ahora, por lo tanto, ¿ha estado el Espíritu del Señor


trabajando en sus almas? ¿Alguna vez han estado
convencidos del mal del pecado, de la miseria del estado
natural, de la insuficiencia de todas las cosas bajo el cielo
para ayudar, de la plenitud y la justicia de Jesucristo, de la
necesidad de descansar sobre Él para el perdón, la paz, la
santificación y salvación? ¿Alguna vez han estado realmente
convencidos de estas cosas? ¡Oh!, entonces, así como aman
sus propias almas, como siempre esperan al fin ser salvos, y
disfrutar a Dios para siempre, mejoren esas convicciones y
asegúrense de no descansar en ellas hasta que se cierren
completamente con el Señor Jesucristo, y así terminen en
una conversión sólida y perfecta. Para que así no sean solo
casi, sino completamente cristianos.

Finis

 
[1] Ezequiel 47:11-12
[2] Salmo 107:34
[3] Judas 1:12
[4] Romanos 5:8
[5] Juan 3:16
[6] Juan 10:10
[7] Isaías 8:14
[8] Mateo 11:6
[9] Mateo 11:23
[10] A lo largo de este libro, el autor utiliza varias veces el término “cerrar
con Cristo” (et al). En el libro El Gran Interés del Cristiano, su autor, William
Guthrie, presenta en el capítulo 2, una clara y sucinta explicación del término:
“Por lo que entonces, cerrar con los medios de Dios de salvar a los pecadores
por Cristo Jesús, es dejar y renunciar a todos los pensamientos de ayuda o
salvación por nuestra propia justicia, y aceptar esta manera que Dios ha
dispuesto: es valorar y estimar altamente a Cristo Jesús como el tesoro
suficiente para enriquecer a los pobres pecadores; y con el corazón para creer
esta acta, que hay suficiente vida en Él para los hombres: es aprobar este plan y
aceptarlo, como el único camino hacia la verdadera felicidad: es apuntar hacia
este mediador, ya que Dios lo sostiene en el evangelio, con el deseo de poner el
énfasis de todo nuestro estado en Él. Esto es lo que se llama fe o creer, el
“recibir a Cristo” o “creer en su nombre”. (Juan 1:12.) Este es el “creer en el
Señor Jesucristo,” que se le ordenó al carcelero por su seguridad. (Hechos
16:31) Esto está de acuerdo con todas las descripciones en las Escrituras de la
fe que justifica. Esto responde a la forma de mirar a la “serpiente de bronce
levantada en el desierto” (Juan 3:14-15); y esto se supone en todas aquellas
acciones ordinarias de fe a las que se anexan las promesas en la Escritura; y se
encontrará en todos los que obtuvieron el nuevo corazón de Dios, y no se
encontrará en nadie más”.
[11] Jeremías 17:9 |‫לֹּכִמ בֵּלַה בֹקָע‬   - Supplantativum cor pre omni [latín] - nota
original del autor. Trad.: Un corazón suplantador.
[12] Mateo 12:20
[13] Ezequiel 13:22
[14] Jueces 6:15 | ‫ לַּדַה יִּפְלַא‬- nota original del autor.
[15] Gálatas 6:8
[16] 1.a de Corintios 9:24
[17] Lucas 13:24
[18] Mateo 15:26
[19] Apocalipsis 3:1
[20] 2.a de Timoteo 3:5
[21] Romanos 3:13
[22] Mateo 7:14
[23] 2.a de Pedro 1:10
[24] Frase en latín que significa "del trabajo realizado". Es una doctrina en
referencia a los sacramentos de la iglesia apostólica católica romana. La frase
indica que derivan su eficacia no del ministro o receptor, lo cual sería ex opere
operantis (en base a la actividad del agente), sino considerando el sacramento,
independientemente de los méritos de quien ministra o del receptor.
[25] 2.a de Reyes 6:25
[26] Mateo 7:26-27
[27] 1.a de Corintios 3:11
[28] Malus ubi bonum se simulat, tunc est pessimus [latín] - nota original del
autor donde cita una de las máximas morales de Publilio Siro (85 a.C.-43 a.C.),
escritor de la Roma antigua. Trad.: Un hombre perverso, pretendiendo ser un
santo, es el peor de todos.
[29] Colosenses 3:5
[30] Marcos 9:44
[31] En la mitología griega Los Campos Elíseos es el paraíso para los muertos
en el inframundo.
[32] 2.a de Corintios 4:18
[33] Hebreos 12:16
[34] Isaías 55:2
[35] El autor cita del fragmento de Sísifo, atribuido al dramaturgo griego
Eurípides (480 a.C.-406 a.C.). Trad. [griego]: La hermosa creación de un sabio
artífice.
[36] 1.a de Pedro 1:18-19
[37] 1.a de Pedro 2:7 | 2.a de Pedro 1:4| 1.a de Pedro 1:7
[38] 1.a de Corintios 6:13
[39] Salmo 126:5 | Proverbios 22:6 | Gálatas 6:7-8 | 2.a de Corintios 9:6
[40] Mateo 7:20
[41] Salmo 119:158
[42] Salmo 119:135
[43] Efesios 4:19
[44] El autor cita a Quinto Horacio Flaco (65 a.C. – 8 a.C.), principal poeta
lírico y satírico en lengua latina. Trad. [latín]: Si cambias el nombre, la historia te
aplica a ti.
[45] Marcos 9:1 | Lucas 17:21
[46] Isaías 48:17
[47] Jueces 6:36-40
[48] 2.a de Pedro 3:18
[49] Hechos 26:21
[50] Hechos 26:9
[51] Hic vir invidit mihi gratiam Christi [latín] - nota original del autor. Trad.:
Este hombre me envidia la gracia de Cristo.
[52] Dei sapientia, mundo est infancia. Malc. in loc [latín] - nota original del
autor. Trad.: La sabiduría de Dios es infancia para el mundo.
[53] Putat hominem esse fanaticum. Mer. in loc. [latín] - nota original del
autor; posible cita del comentario de Juan Calvino sobre el libro de los Hechos -
Ioannis Calvini Acta Apostolorum commentarii.
[54] Con tal de mantener el sentido del mensaje que el autor quiere
presentar, se tradujo del inglés al español, el texto según aparece en la versión
de la biblia King James (KJV).
[55] Lorenzo Valla (1406-1457), humanista, orador, educador y filósofo
italiano. En el terreno de la filología bíblica, su aportación máxima fueron los
comentarios al Nuevo Testamento, que serían la base de la crítica textual de
humanistas posteriores como Erasmo de Róterdam
[56] Simplicius (¿? – 483) – fue el papa no 47 de la iglesia católica del 468 al
483.
[57] Theodore de Beza (1519 – 1605), humanista y teólogo calvinista francés.
Tradicionalmente se le considera una de las figuras más prominentes de la
reforma protestante.
[58] Erasmo de Róterdam (1466-1536), humanista, filósofo, filólogo y teólogo
neerlandés, autor de importantes obras escritas en latín. Hizo traducciones de la
Biblia que fueron usadas por Martin Lutero.
[59] Suadere est conantis, persuadere est efficientis - nota original del autor
citando a Theodore Beza.
[60] Suadet qui consulit, persuadet, qui quo vult, inducit hominem - nota
original del autor citando a Erasmo de Róterdam.
[61] Hechos 11:26 | 1.a de Pedro 4:16
[62] Fulk. On Rhem Teft. - nota original del autor citando otra nota que hizo el
teólogo puritano William Fulk (1538-1589).
[63] 1.a de Corintios 1:18 (LBLA)
[64] 1.a de Timoteo 3:16
[65] 1.a de Corintios 4:11
[66] 1.a de Corintios 3:18
[67] 1.a de Pedro 4:18 | μόλις σῴζεται - nota original del autor.
[68] Marcos 12:34.
[69] Quod vix fit; quod ferè fit, non fit [latín]- nota original del autor. Trad.:
Aquello que apenas se logra hacer está hecho, aquello que casi está hecho, no
lo está.
[70] Mateo 26:21.
[71] Mateo 7:24 | Lucas 6:46-49
[72] Salmos 139:24
[73] 2.a de Corintios 13:5
[74] Isaías 42:3 | Mateo 12:20
[75] Isaías 50:11
[76] Job 17:9
[77] Salmo 7:10
[78] 1.a de Pedro 1:5
[79] Mateo 19:16-24 | Marcos 10:17-22 | Lucas 18:18-30
[80] Lucas 11:28
[81] Oseas 6:4
[82] Salmos 45:11
[83] 2.a de Corintios 11:2
[84] Cantares 1:3
[85] Apocalipsis 14:4
[86] 2.a de Pedro 1:4
[87] Mateo 25:1-8
[88] Hi sunt non quale scumque anima, sed tales que habet Catholicam
fidem, & habere videntur bona opera in Ecclesia Dei. [latín] Aug. De Ser. Dom.
Ser. 13. Verse 1. Cant. 1-7 - nota original del autor.
[89] Jeremías 50:8
[90] Salmos 24:6
[91] Isaías 26:16
[92] Jonás 1:5
[93] Salmos 107:23-30
[94] Isaías 58:2
[95] Job 27:10
[96] Deliciae humani generis [latín] - nota original del autor. Trad.: Deleites
del género humano.
[97] Hypocrita neque deum neque divina habet in deliciis [latín] - nota
original del autor. Trad.: El hipócrita no tiene a Dios ni deleites divinos.
[98] Isaías 58:3
[99] Mateo 9:14-17 | Marcos 2:18-22 | Lucas 5:33-39
[100] Romanos 1:21
[101] daimon [griego]. Trad.: demonio
[102] diabolos [griego]. Trad.: calumniadores, acusador
[103] Romanos 2:17-18
[104] Sinite sapientes bujus mundo sapienter descendere ad infernum [latín]
- nota original del autor. Trad.: Deja que los sabios de este mundo desciendan
sabiamente al infierno.
[105] Números 22-24
[106] Hasta el siglo 18 se pensaba que en la cabeza de ciertos sapos les
crecía una perla u objeto de piedra conocida como bufonita.
[107] Isaías 53:11
[108] Salmos 111:10
[109] 1.a de Corintios 12:10
[110] Mateo 7:22
[111] Trad. [latín]: en ese sentido
[112] Trad. [latín]: Para el servicio de otro
[113] 1.a de Corintios 12:7
[114] Efesios 4:12 | Dona dantur in adjutorium gratiae [latín] - nota original
del autor. Trad.: Los dones se dan en apoyo a la gracia.
[115] El cuervo era un ave inmunda. Dios hizo uso de ella para alimentar a
Elías; aunque no era carne buena, fue buena carne la que trajo - nota original
del autor.
[116] 1.a de Corintios 9:27
[117] Números 24:17
[118] Henry Pendleton (¿? – 1557), teólogo, clérigo y controversialista inglés.
[119] Acts & Mon. Última edición, tercer volumen, página 141 - nota original
del autor.
[120] Abraham Scultetus (1566 – 1625), profesor de teología alemán, y
predicador de la corte Elector del Palatínado Frederick V.
[121] Anales de Sculetus, página 118 - nota original del autor.
[122] Hechos 1:25
[123] 1.a de Corintios 1:18-20
[124] El autor cita una frase en latín de Las Confesiones, libro VIII de Agustín
de Hipona (354-430), conocido como el “Doctor de la Gracia” y máximo
pensador del cristianismo del cuarto siglo. Trad. [latín]: El pobre mundo
analfabeto llega al cielo, mientras que con todo nuestro conocimiento caemos
en el infierno.
[125] Juan 4:14
[126] Isaías 58:11
[127] Hebreos 12:2
[128] 1.a de Corintios 12:31
[129] Antigua moneda (hecha de plata) de las ciudades-estado griegas y los
reinos helenísticos de Asia.
[130] El talento era una unidad de medida monetaria. En el Nuevo
Testamento equivalía a 6.000 dracmas.
[131] Lucas 12:21
[132] Mateo 7:21
[133] Romanos 9:6
[134] 2.a de Timoteo 3:5
[135] Loquitur hic ut Piso, vivit ut Gallonius. [latín] - nota original del autor.
[136] Hugo Grócio (1583-1645) – Jurista, poeta y teólogo nacido en los Países
Bajos. Junto con otros de su época puso las bases para el derecho internacional.
[137] 2.a de Corintios 2:16
[138] Isaías 48:1
[139] Hypocrita cupit videri justus [latín] - nota original del autor. Trad.: El
hipócrita anhela solamente ser visto.
[140] Persona que busca resolver problemas morales extrayendo o
extendiendo reglas teóricas de un caso particular, aplicándolas nuevamente en
otras instancias.
[141] Tollet Instit. Sacred. 1.8.c.9 - nota original del autor.
[142] ‫ניםָּפ‬  ‫ חנים‬de la raíz ‫ חנף‬- nota original del autor.
[143] Mateo 8:12
[144] Salmos 50:5
[145] Mateo 10:32, Lucas 12:8
[146] Isaías 26:18
[147] Oseas 13:13
[148] Hebreos 12:16-17
[149] Mateo 5:4
[150] Gregorio Nacianceno (329-389), también se le conoce como Gregorio
de Nacianzo. Fue arzobispo del siglo IV. Sus obras se caracterizan por la defensa
de la doctrina de la trinidad, por lo cual también se le conoció como el “teólogo
trinitario”.
[151] Orat. 17. Gre. Naz. - nota original del autor.
[152] Mateo 8:12, Lucas 13:28
[153] 1.a de Samuel 24:17
[154] 1.a de Samuel 26:21
[155] Mateo 27:4
[156] 1.a de Juan 1:9
[157] Peccatorum confessio synecdoche universam poenitentiam hoc loco
significat [latín] - nota original del autor donde cita a Conrad Vorstius (1569-
1622), teólogo alemán-danés. Trad.: La confesión de los pecados en este
contexto significa la sinécdoque de toda penitencia.
[158] Los significados formales para el nombre Judá (‫הדּהוְי‬ ָ Yejudá, 3063 –
Dicc. Strong), son; alabar y/o celebrado. Este nombre aparece por primera vez
en Génesis 29:35 que lee; “Concibió otra vez, y dio a luz un hijo, y dijo: Esta vez
alabaré a Jehová; por esto llamó su nombre Judá; y dejó de dar a luz”. Sin
embargo, el autor indica que el significado del nombre es - confesar. Judá
proviene de la palabra yadá (‫הָדָי‬, 3034 – Dicc. Strong), tal como se puede leer
en el mismo versículo cuando dice - alabaré. Si bien es cierto que algunas de las
acepciones de la palabra yadá son reverenciar o alabar, también es cierto que
otros de los significados lo son; confesar, confesión, declarar, derribar, exaltar,
glorificar, (dar) gracias. Sobre esto, el erudito W.E. Vine dice: “A primera vista,
los significados pudiesen no parecer relacionados. Pero al inspeccionarlos más
de cerca, se hace evidente que cada sentido ilumina e interpreta profundamente
al otro”. “Una afirmación o confesión de la bondad inmerecida de Dios lanza al
hombre indigno en un agudo alivio. Por lo tanto, se puede articular una
confesión de pecado, en el mismo aliento de una confesión de fe o alabanza y
acción de gracias”.
[159] Plutarco (46-120), también se le conoce como Plutarco de Queronea.
Fue un moralista, filósofo, historiador y biógrafo griego. Se le considera como
uno de los más grandes representantes del helenismo durante la segunda
sofística.
[160] El autor hace la narrativa citando la obra de Plutarco; Quomodo
adulator ab amico internoscatur, que traducido del latín significa: Como
diferenciar a un adulador de un amigo.
[161] Salmos 51:4-14
[162] 1.a de Timoteo 1:13-15
[163] Éxodo 8:25 | 9:27 | 10:16
[164] Luis XI (1461-1483), llamado el Prudente, fue rey de Francia del 1461 al
1483.
[165] Samuel Torshel (1604-1650), teólogo y predicador puritano. También
fue clérigo de la iglesia anglicana.
[166] Hechos 8:13
[167] Proverbios 28:13
[168] Trad. [latín]: En la medida en que la consecuencia es válida

[169] Salmos 51:5


[170] Romanos 7:15
[171] 2.a de Samuel 13:22-28
[172] Romanos 7:15
[173] Isaías 3:9
[174] Salmos 1:1
[175] Filipenses 3:19
[176] Tito 3:3
[177] 1.a de Samuel 26:21
[178] Éxodo 8:8
[179] Éxodo 9:28
[180] Cayo Plinio Cecilio Segundo (61-112), también conocido como Plinio el
joven, fue abogado y escritor de la antigua Roma.
[181] El autor cita a Plinio el joven de su epístola número 26.
[182] Mateo 8:18-22 | Lucas 9:57-62
[183] Éxodo 20:18-26, Deuteronomio 5:22-33
[184] Mateo 21:28-30
[185] Números 23:8
[186] Mateo 27:15-31 | Marcos 15:6-20 | Lucas 23:13-25 | Juan 18:38-19:16
[187] Gálatas 5:17
[188] Video meliora proboque, deteriora sequor. [latín] - nota original del
autor citando del libro 7, 20-1 de las Metamorfosis de Ovidio. Trad.: Veo y
apruebo lo bueno, pero sigo lo malo.
[189] Hechos 7:51
[190] Mateo 25:8
[191] Mateo 5:6
[192] Proverbios 21:25
[193]Virtutem exoptant, contabescuntque relicta. [latín] Pers. - nota original
del autor. Trad.: Languidecerán y abandonarán su virtud.
[194] Salmos 27:4 | Impii non curant quaerere, quem tamen desiderant
invenire, cupientes consequi, sed non sequi. [latín] Bern. - nota original del autor
citando a Bernardo de Claraval (1090-1153), monje cisterciense francés y abad
de la abadía de Claraval.
[195] Eclesiastés 8:5
[196] Sero sapiunt phryges [latín] - nota original del autor. Trad.: Los frijios (o
trojanos), se hicieron sabios demasiado tarde.
[197] Génesis 27:30-34
[198] En la mitología griega Epimeteo (que en griego antiguo significa, ‘que
reflexiona más tarde’), veía con retraso cosas que ya habían acontecido.
Epimeteo se representa como descuidado y poco precavido.
[199] Oseas 6:4
[200] Jonás 4:6-7
[201] Daniel 5:5-6
[202] Isaías 66:2
[203] Hechos 24:24-25
[204] Isaías 66:2
[205] Santiago 2:19
[206] Isaías 58:2
[207] Mateo 13:20 | Lucas 8:13
[208] Salmos 1:2
[209] Ezequiel 33:32 (LBLA)
[210] Romanos 9:6
[211] Mateo 3:12
[212] Hebreos 12:23 (LBLA)
[213] Hebreos 6:19
[214] 1.a de Juan 3:3
[215] Romanos 5:2
[216] Salmos 130:5
[217] Vestimenta o uniforme con distintivos que llevan y utilizan los sirvientes
o criados (del francés “livrée”).
[218] Romanos 15:13
[219] Colosenses 1:27
[220] Job 8:13-14 – Tanto en RVR60 como LBLA lee “la esperanza del impío”
[221] Trad. [latín]: Haciendo el mal esperan y en su esperanza perecen.
[222] Job 27:8 (LBLA)
[223] Marcos 6:20
[224] 1.a de Samuel 10:10
[225] Hechos 8:13
[226] 2.a de Corintios 5:17
[227] Hechos 26:18
[228] Trad. [latín]: El hipócrita es santo en palabras, pero vano de corazón; un
Nero por dentro, pero un Cato por fuera. Escuchad, nadie es bueno; no busques
al peor.

[229] Mateo 23:25


[230] 2.a de Tesalonicenses 5:23
[231] Mateo 21:31
[232] Mateo 7:26
[233] 2.a de Reyes 10:16
[234] 2.a de Reyes 12:2 | 2.a de Crónicas 24:2-18
[235] Gálatas 4:18
[236] Mateo 11:12
[237] Cita de frase atribuida a Agustín de Hipona - Trad. [latín]: Quien no cela
no ama.
[238] Salmo 69:9 | Juan 2:17
[239] Levítico 10:1
[240] Romanos 10:2
[241] Mateo 17:15
[242] El autor cita a Bernardo de Claraval. Trad. [latín]: Los celos sin el
conocimiento, mientras más se elevan, más fuerte es la caída.
[243] Trad. [latín]: fuego fatuo
[244] Hechos 22:3-4
[245] Hechos 26:9
[246] Filipenses 3:6
[247] Mateo 23:23 | Marcos 7:11
[248] Lira expresa estas palabras; filius per professionem factam in religione
excusatura subveniendo parentibus - nota original del autor citando a Nicolás de
Lira (1270-1349), teólogo franciscano y uno de los exégetas cristianos más
influyentes de los siglos XIV y XV.
[249] 2.a de Reyes 10:16, compárelo con el versículo 29.
[250] Io. Fernel. De Febribus, 1.4. C. 14. - nota original del autor citando a
Jean Fernel (1497-1558), conocido como “El galeno moderno” quien fuera un
médico francés con numerosos escritos sobre el funcionamiento del cuerpo
humano.
[251] Mateo 23:23
[252] Contra tales hombres, los paganos se levantarán en juicio. Deus non
superstitione coli vult, sed pietate, dicho por Cicerón. (comentario original del
autor y nota en latín del autor citando a Marco Tulio Cicerón (106-43 a.C.), quien
fuera uno de los más prominentes filósofos y retóricos de la República Romana.
[253] Gálatas 1:15-16
[254] Oseas 1:4
[255] Génesis 34:14-15 compare con versículos 25-29.
[256] John Aylmer (1521-1594), fue un obispo anglicano inglés,
constitucionalista y erudito griego. Nombrado Obispo de Londres en el 1577. Fue
notorio por su mal trato contra quienes diferían de él.
[257] Ne appetat quisquam ultra videri quam est, ut possit ultra esse quam
videtur [latín] - nota original del autor citando a Gregorio Nacianceno.
[258] 2.a de Reyes 10:16
[259] 2.a de Reyes 10:31
[260] Mateo 6:1-18
[261] Proverbios 7:11
[262] Figura de la mitología griega.
[263] Tecum habita [latín] - nota original del autor. Trad.: Vive dentro de tus
posibilidades.
[264] Santiago 2:19
[265] Apocalipsis 12:12 (LBLA)
[266] 1.a de Samuel 15:3
[267] 2.a de Samuel 21:2
[268] Mateo 23:14
[269] Salmos 24:6
[270] Salmos 66:18
[271] Salmos 4:6
[272] Salmos 144:12-15
[273] Lo que indica el autor puede causar confusión en base a como lee el
versículo en la RVR60 y LBLA. Para ofrecer más claridad se cita la exposición de
John Gill sobre Salmos 144: “Las versiones; Septuaginta, Vulgata latina, Etíope,
Siríaca y Arábica, dicen, “cuyos hijos son como plantas”, etc., como si esto y lo
que sigue, fuera una descripción de las familias, las propiedades, la riqueza y la
felicidad exterior de los hombres malvados, los enemigos de David, los hijos
extraños de los que deseaba ser liberado, de acuerdo con Job 21:7–13; Salmos
73:4-5, 7, 12 y si la palabra dice, o quien dice, es suplida, como por algunos, y
relacionada con lo que son “nuestros hijos”, etc., estas pudieran expresar las
vanas jactancias de estos hombres y explicar lo que se quiere decir con la
vanidad que dijo su boca…” “…pero nosotros, con otras versiones, los tomamos
como una petición del salmista; que así como lo libraría personalmente de las
manos de sus enemigos, bendeciría a sus súbditos con toda la prosperidad y
felicidad en sus familias y propiedades; como un buen príncipe preocupado por
el bienestar real de su pueblo”.
[274] Isaías 29:13
[275] Proverbios 23:26
[276] Salmos 78:31-37
[277] Algunos traducen la palabra en latín colo, como adoración, del griego
κολακεύω (lisonjear), y la palabra en español lisonjear de la palabra en griego
λατρεύειν (adorar) - nota original del autor.
[278] Salmos 17:1
[279] Nuper me amici cujusdam languer admonuit optimuos ese nos dum
infirmi sumus [latín]. Plin. Ep. 1.7. - nota original del autor citando una epístola
de Plinio. Trad.: Recientemente un amigo enfermo me recordó que somos los
mejores mientras somos débiles.
[280] Jonás 1:5
[281] Salmos 107:6
[282] Qui nescit orare discat navigare. [latín] - nota original del autor. Trad.:
Quien no sepa orar debe aprender a navegar.
[283] Isaías 26:16
[284] Hebreos 12:17
[285] Mateo 19:29 | Marcos 10:29-30 | Lucas 18:29-30
[286] Mateo 5:10-12
[287] Colosenses 1:24
[288] 1.a de Pedro 4:16
[289] Mateo 14:28-29
[290] Hechos 19:33
[291] 1.a de Timoteo 1:19-20 | 2.a de Timoteo 4:14
[292] 1.a de Corintios 13:3
[293] Vincit amor patriae, laudumque, immensa cupido. [latín] - nota original
del autor citando a Publio Virgilio Marón (70-19 a.C.), quien fuera un poeta
romano. Trad.: El amor por la patria, triunfos y la ambición sin límites vencerán
[294] Sócrates (470 a. C. – 399 a. C.), es considerado como uno de los más
grandes filósofos de la Grecia antigua. Fue condenado a muerte por
envenenamiento con cicuta al negarse a reconocer los dioses atenienses.
[295] Romanos 8:30
[296] Mateo 22:14
[297] Hechos 26:18
[298] Romanos 9:22-23
[299] Tito 3:7
[300] Juan 6:45
[301] Mateo 22:9
[302] Mateo 22:11-12
[303] 2.a de Timoteo 4:10
[304] Juan 6:66
[305] Números 24:2
[306] Lucas 10:17
[307] 1.a de Samuel 10:10
[308] Romanos 8:9
[309] Romanos 8:26-27
[310] Juan14:16 | 1.a de Juan 2:17
[311] Trad. [latín]: por la divina presencia.
[312] Lamb. I. sent. dist. 17 - nota original del autor. Trad. [latín]: por la gracia
de morar.
[313] Juan 3:4-5
[314] Romanos 8:15-16 | Gálatas 4:8-20
[315] Isaías 63:10 | Hechos 7:51
[316] Hechos 7:51
[317] 1.a de Juan 3:9
[318] 1.a de Juan 5:16-18
[319] Judas 1:19
[320] Hebreos 6:4
[321] Lucas 8:13
[322] Juan 2:23-25 (LBLA)
[323] Fides minime fida; quippe ex miraculis nata [latín] - nota original del
autor. Trad.: Fe que en lo mínimo es confiable; porque de los milagros nació.
[324] 1.a de Corintios 13:2
[325] Marcos 16:16
[326] 2.a de Tesalonicenses 3:2
[327] Colosenses 2:12
[328] Hechos 15:9
[329] Tito 1:1
[330] Hechos 8:13, 23
[331] Lucas 22:32
[332] Romanos 10:10
[333] 1.a de Corintios 15:17
[334] Isaías 59:6
[335] Hebreos 6:4
[336] Génesis 41:37-45
[337] 2.a de Crónicas 18 | 1.a de Reyes 22
[338] 1.a de Juan 3:10-14
[339] Filemón 1:6
[340] Génesis 46:34 | Éxodo 8:26
[341] Génesis 3:15
[342] Juan 15:19 (LBLA)
[343] Simile simili gaudet. [latín] - nota original del autor. Trad.: La similitud
gusta de cosas similares.
[344] Salmos 15:4
[345] Trad. [latín]: tanto como, o, como
[346] Santiago 2:2-3
[347] Cobertura larga, de seda o lana, que cubre y adorna las ancas de la
mula o del caballo.
[348] Colosenses 1:8
[349] Mateo 10:41
[350] Ester 10:3
[351] Lea también Números 23:12, 20, 26
[352] Juan 14:21
[353] Juan 15:14
[354] Juan 15:14
[355] Juan 4:24
[356] 1.a de Timoteo 1:5
[357] 1.a de Corintios 10:31
[358] Números 14:24 (LBLA)
[359] Salmos 119:6
[360] Incipere multorum est, perseverare paucorum. [latín] - nota original del
autor donde cita a Bernardo de Claraval. Trad.: Muchos comienzan, pocos
perseveran.
[361] Salmos 119:112
[362] 2.a de Reyes 17:33-34
[363] Isaías 66:3
[364] Mateo 7:18-20
[365] Efesios 6:6 | Romanos 6:17
[366] Romanos 13:10
[367] 1.a de Corintios 13:3
[368] Mateo 6:2, 5, 16
[369] Óseas 10:1
[370] Hebreos 2:11
[371] Romanos 8:13 | 1.a de Pedro 1:2 | Hebreos 13:21
[372] Efesios 5:30
[373] Romanos 6:11
[374] Mateo 12:44
[375] 1.a de Tesalonicenses 5:23
[376] Non magna munera, sed immunis manus, mensque sincera Deo
placent. [latín] - nota original del autor. Trad.: No son los grandes dones, sino
manos limpias y una mente sincera lo que le place a Dios.
[377] Salmos 24:4
[378] Hebreos 10:22
[379] 2.a de Corintios 7:1
[380] Mateo 23:25
[381] Mateo 27:24
[382] Trad. [latín]: Manos limpias y corazón poluto.
[383] Romanos 2:28
[384] Juan 6:70
[385] Deuteronomio 29:19
[386] Mateo 23:28
[387] Trad. [latín]: dentro de, fuera de.
[388] Trad. [latín]: propiamente hechos.
[389] Proverbios 1:7
[390] 1.a de Reyes 18:20-40
[391] Job 27:10 | Esto es, cristianorum propria virtus [latín] - nota original del
autor citando a Sophronius Eusebio Hierónimo (340-420), mejor conocido como
Jerónimo quien tradujera la biblia del griego y el hebreo al latín y produjo la
versión Vulgata.
[392] Hec propria est delectationis materia, si cum habeas que desideraveris
perfruaris: Escrito en lugar - nota original del autor. Trad.: La manera adecuada
de deleitarse, es si disfrutas tener lo que deseas.
[393] 1.a de Corintios 12:31
[394] Mateo 6:5
[395] Salmos 4:6
[396] Mateo 19:16
[397] Hebreos 4:12
[398] Santiago 1:23
[399] Salmos 119:92
[400] Isaías 8:20
[401] Juan 12:48
[402] Tito 1:16
[403] …cui non insideat hace persuasio Deum esset. [latín] – El autor cita la
frase dicha por Marco Tulio Cicerón. Trad.: No hay nación tan bárbara que no
crea que exista un Dios.
[404] Deuteronomio 33:27
[405] Lucas 22:32
[406] Juan 10:28
[407] 2.a de Samuel 14:29-31
[408] Génesis 3:7
[409] Apocalipsis 3:18
[410] Del verbo intransitivo [ruar]. Como adjetivo – que gusta recorrer o
andar las calles, con el propósito de exhibirse, cortejar, coquetear o hacer
turismo.
[411] Pigmalión (personaje de la mitología griega), hizo una imagen tan real
que se engañó a sí mismo; y, tomando la imagen por una persona, se enamoró
de la imagen - nota original del autor.
[412] Salmos 119:20
[413] Mateo 22:37 | Marcos 12:33
[414] Salmos 119:128
[415] Juan 12:6
[416] Marcos 6:20
[417] Marcos 6:17-18
[418] Salmos 119:128
[419] Salmo 66:18
[420] Romanos 2:23
[421] 2.a de Timoteo 2:19
[422] Lucas 18:11-12
[423] 2.a de Timoteo 4:2
[424] 1.a de Corintios 15:9
[425] Efesios 3:8
[426] 1.a de Timoteo 1:15
[427] Eclesiastés 1:7
[428] Salmos 115:1
[429] 1.a de Corintios 15:10
[430] Gálatas 2:20
[431] Apocalipsis 4:10
[432] Gálatas 6:8
[433] Mateo 25:3
[434] Santiago 1:22
[435] Apocalipsis 2:19
[436] Job 17:9
[437] ¿Convicción racional sobre qué? - nota original del autor.
[438] ¿Convicción espiritual sobre qué? - nota original del autor.
[439] Pecado que se comete de forma deliberada, después de haber pasado
por el uso de la razón.
[440] Romanos 7:7
[441] Romanos 2:14
[442] Timon apud Laertium [latín] - nota original del autor indicando que la
frase en griego citada en el texto fue obtenida de Timón de Laercio (180-240),
historiador y doxógrafo griego.
[443] Lucio Anneo Séneca (4 a.C.-65 d.C.), filósofo, político, orador y escritor
romano al que se le conoció por sus obras de carácter moral.
[444] Marco Fabio Quintiliano (35-95), retórico y pedagogo hispanorromano.
[445] Una eademque mannus vulnus opemque tulit. [latín] - nota original del
autor. Trad.: La mano que dio la herida, administra la cura.
[446] Génesis 3:8
[447] Jeremías 31:18
[448] Mateo 9:12
[449] Mateo 13:5-6
[450] Mateo 13:20-21
[451] Mateo 12:33
[452] Juan 3:5
[453] 1.a de Crónicas 29:17
[454] Proverbios 11:20
[455] Lo leemos como sinceridad piadosa - nota original del autor.
[456] Jeremías 17:9
[457] Eclesiastés 7:29
[458] Cantares 1:5,8
[459] Gálatas 6:3
[460] Hechos 8:23
[461] Proverbios 13:7
[462] Apocalipsis 3:17
[463] Génesis 27:36
[464] Salmo 52:4
[465] Mateo 13:22
[466] Proverbios 31:30
[467] Job 6:15
[468] Apocalipsis 20:3
[469] Proverbios 28:26
[470] Trad. [latín]: Señor, líbrame de mí mismo.
[471] Eclesiastés 7:16
[472] Cita tomada del Tratado 95 sobre el Evangelio de San Juan de Agustín
de Hipona.
[473] Santurrón – persona que demuestra una devoción religiosa exagerada o
hipócrita.
[474] Efesios 3:8 | 1.a de Timoteo 1:15
[475] Lucas 18:9-14
[476] Trad. [latín]: En la similitud el engaño es fácil.
[477] 1.a de Samuel 21:14
[478] 2.a de Timoteo 3:5
[479] Romanos 7:7-15
[480] Filipenses 3:5-6
[481] Romanos 2:20
[482] Mateo 10:16 (LBLA)
[483] Génesis 3:1
[484] Mateo 13:45-46
[485] 2.a de Timoteo 4:10
[486] Mateo 7:14
[487] Juan 3:3
[488] Mateo 22:3, 5
[489] Hechos 13:46
[490] Juan 6:37
[491] Apocalipsis 22:17
[492] Mateo 7:14
[493] Hebreos 12:14
[494] Jueces 5:6
[495] Isaías 35:8-9
[496] Ad coeleste regnum pauci de ducuntur [latín] - nota original del autor.
Trad.: Pocos son los llevados al reino celestial.
[497] 1.a de Corintios 9:24
[498] Facilis descensus Averni; sed revocare gradum; superasque evadere ad
auras, hic labor, hoc opus est. [latín] - nota original del autor citando a Publio
Virgilio Marón. Trad.: Fácil es el descenso al averno, pero detenerse y retroceder
para escapar al cielo, labor difícil es.
[499] Mateo 11:12
[500] Juan 13:21
[501] Marcos 14:19
[502] Ezequiel 36:26
[503] 2.a de Corintios 13:5
[504] Santiago 1:22
[505] Romanos 2:28-29
[506] Mateo 7:27
[507] Nota original del autor citando a Quinto Horacio Flaco. Trad. [latín]: En
la parte superior, una mujer hermosa, terminando en nada más que un pez
[508] Daniel 2:22-23
[509] La sinécdoque (entendimiento simultáneo), es un tipo de figura retórica
consistente en la sustitución de una frase o expresión por otra de sentido
figurado.
[510] Aquí el autor hace alusión a la fábula de Ixión, rey de Tesalia, que fue
castigado eternamente, luego de jactarse de abrazar a Juno (diosa pagana de la
mitología romana), cuando en realidad lo que abrazaba era una nube que Júpiter
le había puesto por señuelo.
[511] Tamizar (verbo transitivo) - pasar algo por un tamiz o cedazo
[512] Lucas 2:31
[513] Gálatas 6:4
[514] 1.a de Corintios 1:30
[515] Lucas 19:27
[516] Juan 20:28
[517] 2.a de Corintios 5:17
[518] Mateo 9:16
[519] Trad. [latín]: bueno(a)
[520] Trad. [latín]: bien
[521] Santiago 5:16
[522] Lucas 8:18
[523] Romanos 6:17
[524] Trad. [latín]: Una acción es buena cuando es buena en cada respecto; y
es mala cuando está mal en cualquier respecto.
[525] Connaturalidad (f.), cualidad de connatural (del lat. connaturālis. adj.).
Propio de la naturaleza de alguien o algo. Ej. “La muerte es connatural al ser
humano”. Real Academia Española. (2001). Disquisición. En Diccionario de la
lengua española (22.a ed.). Recuperado de: https://dle.rae.es/?
w=connaturalidad
[526] Hebreos 9:10 & 10:16
[527] Jeremías 31:33
[528] 2.a de Corintios 3:3
[529] Salmos 40:8
[530] Juan 1:16
[531] Salmos 119:166
[532] Salmos 119:6
[533] Mateo 23:33
[534] Mateo 23:14 | Lucas 20:47
[535] Oseas 7:8
[536] Neque crudus, neque coctus. [latín] - nota original del autor. Trad.: Ni
crudo, ni cocido.
[537] Apocalipsis 3:16
[538] Trad. [latín]: No vale de nada, aquello que no vale hasta su fin.
[539] Deus non vult cum exceptione coli. [latín] - nota original del autor.
Trad.: Dios no puede ser servido con excepciones
[540] Santiago 2:10
[541] Jueces 8:30-31 compare con capítulo 9:5
[542] Apocalipsis 3:14-22
[543] Tepida evomere consuevimus; unde ad vomitum ciendum quidam aqua
tepida utuntur [latín]. - nota original del autor citando a Johannes van den
Drudiud (1550-1616), divino protestante flamenco, exegeta y experto en el
leguaje hebreo.
[544] Mateo 25:10
[545] Mateo 21:28-32
[546] Marcos 12:34
[547] Marcos 20:21
[548] Lucas 10:42
[549] Nota original del autor citando a Marco Tulio Cicerón. Trad. [latín]:
Muchos hombres ya hubiesen alcanzado un alto grado de sabiduría, si no
estuvieran presumiendo que ya alcanzaron la cima.
[550] David Paraeus (1548-1622), teólogo protestante reformado alemán.
[551] Thomas Brightman (1562-1607) - Clérigo inglés y comentarista bíblico.
Su exégesis del libro de Apocalipsis, publicado póstumamente, demostró ser
influyente.
[552] Colosenses 2:14
[553] La metonimia es cambio semántico por el cual se designa una cosa o
idea con el nombre de otra.
[554] Romanos 2:29
[555] Bello pax ea deterior [latín] - nota original del autor. Trad.: La paz es
peor que la guerra.
[556] 1.a de Pedro 1:2
[557] Mateo 12:32
[558] Hechos 7:51
[559] Hebreos 10:26
[560] Blasphemia in Spiritum Sanctum ea est qua quis destinate malitia
contra proprium animi sui sensum, Spiritus Sancti gratiam & virtutem, deiq
gloriam oppugnat. [latín] - nota original del autor citando del comentario de
Mateo 12 a Franciscus Lucas Brugensis (1549-1619), exégeta y crítico textual.
Trad.: La blasfemia contra el Espíritu Santo es aquella por la cual una persona
está propuesta a la malicia contra sus propias convicciones, a la gracia y virtud
del Espíritu Santo y a oponerse a la gloria de Dios.
[561] Compare esto con Marcos 3:28-30 - nota original del autor.
[562] Cometer cualquier otra falta menos grave en el ejercicio de un deber o
función.
[563] Juan 5:35
[564] Trad. [latín]: Tierra firme.
[565] Flavius Claudius Iulianus (331-363), emperador romano y notable
filósofo y autor en griego. Rechazo el cristianismo y en su lugar promovió el
helenismo neoplatónico. Por tal razón los cristianos le llamaron Juliano «el
Apóstata».
[566] Proverbios 24:16
[567] Deuteronomio 33:27 (LBLA)
[568] Eclesiastés 4:10
[569] Marcos 21:19
[570] 2.a de Tesalonicenses 2:10-11
[571] Lucas 19:42
[572] Mateo 11:23-24
[573] 1.a de Corintios 9:24 | 2.a de Pedro 1:10
[574] 1.a de Reyes 3:16-28
[575] Proverbios 23:26
[576] Deuteronomio 6:5
[577] Marcos 5:36
[578] Mateo 4:10
[579] Deuteronomio 6:13
[580] Filipenses 1:27
[581] Eclesiastés 12:13
[582] Hebreos 7:25
[583] Trad. [latín]: Tratamientos a medias – Aquí el autor cita a Anthony
Burges (¿?-1664), clérigo no conformista inglés que fue un prolífico predicador y
escritor.
[584] Mateo 14:35-36
[585] Véase también Marcos 1:31, 2:12 y Lucas 8:44
[586] 1.a de Timoteo 4:8
[587] 1.a de Timoteo 6:5-6
[588] Galeazzo Caracciolo (1517-1586) – Teólogo italiano nacido dentro de la
nobleza en Nápoles. Después de su conversión, en medio de esfuerzos para
erradicar el protestantismo de Italia, decide mudarse a Ginebra, convirtiéndose
en líder de la iglesia reformada.
[589] Proverbios 3:13-18
[590] Job 28:28
[591] 1.a de Reyes 10:11, 22 | Isaías 13:9-13
[592] Lucas 16:11
[593] Trad. [latín]: La ambición del honor, el poder y el placer repugnante, es
la trinidad que el mundo adora.
[594] 1.a de Juan 2:16
[595] Proverbios 23:5 (LBLA) | ‫ ּוּנֶינֵאְו‬Et non existent - nota original del autor.
[596] Proverbios 8:21
[597] Marcos 8:36
[598] 1.a de Timoteo 6:17
[599] Proverbios 11:18
[600] El autor cita del libro Arte de Amar del poeta de la antigua Roma, Publio
Ovidio Nasón (43 a.C.-17 d.C.). Trad. [latín]: No es menos logro, mantener la
posesión, que adquirirla.
[601] Habent non alas passerinas sed aquilinas [latín] - nota original del
autor. Trad.: No son alas de ave pequeña, sino alas de águila.
[602] Proverbios 23:5 (LBLA)
[603] Trad. [latín] - El hombre rico. También se usa como nombre propio. Esta
palabra fue utilizada en la Vulgata, para describir al hombre rico de la parábola
Lázaro y la del rico narrada en Lucas 16:19-31.
[604] 1.a de Timoteo 4:8
[605] 1.a de Juan 3:17
[606] Salmos 149:9
[607] Proverbios 27:24
[608] Gregorio Magno es considerado uno de los cuatro patriarcas de la
iglesia latina junto con Jerónimo de Estridón, Agustín de Hipona y Ambrosio de
Milán. Su comentario sobre el libro de Job se considera una obra maestra.
[609] Proverbios 11:4
[610] Proverbios 14:13
[611] Salmos 4:7
[612] Santiago 3:11
[613] Job 20:5
[614] Eclesiastés 7:6
[615] Juan 16:22
[616] Filipenses 1:2
[617] Isaías 32:17
[618] Hechos 9:31
[619] Salmos 19:11 (LBLA)
[620] Isaías 50:10
[621] Gálatas 5:17
[622] Salmos 13:1
[623] Isaías 45:15 (LBLA)
[624] Isaías 59:2
[625] Salmos 30:7
[626] Salmos 116:3
[627] Μateo 13:39
[628] Isaías 38:3
[629] Gálatas 6:7-8
[630] Romanos 6:23
[631] Mateo 25:23
[632] 1.a de Pedro 1:8
[633] Éxodo 21:6
[634] Isaías 28:15 (LBLA)
[635] Jeremías 50:5 (LBLA)
[636] 2.a de Timoteo 4:8
[637] Eclesiastés 8:5 | Jeremías 3:5
[638] Mateo 22:12
[639] 2.a de Tesalonicenses 1:5 (LBLA)
[640] Mateo 11:22
[641] Job 3:17
[642] Romanos 5:1
[643] φρουρήσει (froureo). Es un término militar que denota protección,
mantener guardia, custodiar, etc. - nota original del autor.
[644] Filipenses 4:7
[645] Lucas 11:21
[646] 1.a de Pedro 1:2
[647] Job 34:29
[648] Trad. [latín]: Su presencia en el interior bloquea la entrada de cualquier
otra.
[649] Vea Zacarías 12:4 y los últimos cuatro versículos y compare con
Zacarías 13:1 - nota original del autor.
[650] Job 33:27-28
[651] Números 21:6-9
[652] Jeremías 31:18
[653] Mateo 24:51
[654] Job 13:4 (LBLA)
[655] Job 6:15-20
[656] Trad. [latín]: mientras sea.
[657] Véase página 130 de El Evangelista Ortodoxo - nota original del autor. El
libro que cita fue escrito por John Norton (1606-1663), y fue un divino puritano,
obispo del siglo XVII en Inglaterra.
[658] Mateo 9:12-13
[659] Lucas 19:10
[660] Lucas 4:18 | Isaías 61:1-2
[661] Perissem nisi perissem. [latín] - nota original del autor. Trad.: Hubiera
perecido sino hubiera perecido.
[662] Lit., porque es el tiempo en que no debiera detener el rompimiento de
los hijos.

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